La Virgen María ha sido honrada y venerada como Madre de Dios desde los albores del cristianismo....
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La Virgen María ha sido honrada y venerada como Madre de Dios desde los albores
del cristianismo. Durante los tres primeros siglos, ante la imposibilidad de un culto externo
y público (debido a las persecuciones), los cristianos veneran a María en las pinturas
que se plasman en los murales de las catacumbas.
Primera representación de la Virgen María (Catacumbas de Santa Priscila) en una de ellas se muestra a la Virgen nimbada con el Niño al pecho y un profeta
(quizá Isaías). Es de fines del siglo II.
En las catacumbas de San Pedro y San Marcelino se admira también una pintura del siglo III/IV que representa a María en medio de S. Pedro y S. Pablo, con las
manos extendidas y orando.
Una magnífica muestra del culto mariano
es la oración “Sub tuum praesidium” (Bajo tu amparo nos acogemos)
en la que se acude a la intercesión a María.
Esta oración fue descubierta en un papiro en las proximidades de la
antigua ciudad egipcia de Oxirrinco, escrita en griego clásico.
Es la oración más antigua que se conoce,
se remonta a finales del siglo IIIprocede de las comunidades cristianas
de Egipto cuya traducción dice:
“Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las
súplicas que te dirigimos en nuestras
necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro,
¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!”
No es de extrañar que en esta oración apareciese con toda nitidez esta verdad “Santa Madre de Dios”, pues, desde la época inmediatamente posterior a los
Apóstoles ya aparece en las más antiguas redacciones del Símbolo o Credo de los
Apóstoles.
El experto en papirología, Edgar Lobel, que dedicó su vida al estudio de los papiros encontrados en Egipto, ha
datado el documento en el siglo III, es decir, dos siglos antes
de que el Concilio de Éfeso declarara que el título Theotokos ( Madre de Dios)
era apropiado a la Virgen María, en contra del error de Nestorio.
El Concilio de Éfeso defendió lo que la Tradición cristiana afirmaba mucho antes, como demuestra este papiro.
También contradice la constante afirmación
de los protestantes de que la veneración
de la Virgen tiene su origen en el siglo IV, después de la conversión del
emperador Constantino al cristianismo.
Por lo tanto, los fieles humildes que rezan esta oración, están mucho más
cerca de la verdadera Tradición apostólica, que los errados hijos
de la reforma.
ORA PRO NOBIS SANCTA DEI GENETRIX
Concilio de Éfeso (año 431) convocado por el Papa San Celestino I y presidido por el Patriarca Cirilo de Alejandría, condenó la herejía cristológica y
mariológica de Nestorio y proclamó la maternidad divina de María, La Theotokos.
El símbolo de Éfeso precisa que las dos naturalezas, humana y divina de Cristo, están unidas sin confusión y por lo tanto María es verdaderamente “Madre de
Dios”.
Como la doctrina de la Trinidad considera
a Jesús una de las personas divinas (Padre, Hijo y Espíritu Santo),
se le da a María el título de theotokos, 'Madre de Dios'.
Isabel había dicho: «¡Feliz la que ha creído que se
cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte
del Señor!» (Lc 1,45).
Aquí "el Señor" es indudablemente Dios.
Por lo tanto cuando a continuación la llama:
"la madre de mi Señor", la referencia es muy clara:
la consideraba 'Madre de Dios'.
Según la teología ortodoxa y también católica,
es correcto denominarla de esta forma pues Jesús unía en una misma persona dos naturalezas (la humana y la divina), y cuando se habla de María como Madre de Dios se refiere a María como madre
de Jesús en toda su persona.
La ortodoxia encuentra correcto el referirse
a María como Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo,
y Esposa del Espíritu Santo.
Su razonamiento lógico es el siguiente;
"Si Jesús es Dios y María es madre de Jesús, entonces María es Madre de
Dios".
La encarnación significa que en un instante
la segunda Persona de la Trinidad, el Verbo,
de naturaleza divina, asumió plenamente
la naturaleza humana –sin menoscabo de su condición divina- al ser concebido
milagrosamente en María.
Como fue instantánea y esencial, María en ese momento empezó a ser madre de Jesús:
hombre-Dios.
En la liturgia eucarística hay datos fidedignos mostrando que la mención venerativa de María
en la plegaria eucarística se remonta al año 225 y que en las fiestas del Señor -Encarnación, Natividad, Epifanía, etc.- se honraba también a su Madre.
Suele señalarse que hacia el año 380 se instituyó la primera festividad mariana, denominada indistintamente «Memoria de la Madre de Dios»,
«Fiesta de la Santísima Virgen», o «Fiesta de la gloriosa Madre».
A partir del siglo VI, y en conexión con el desarrollo de la afirmación de la maternidad divina
y de la total santidad de Santa María, se aprecia también un evidente desarrollo de la afirmación de las prerrogativas marianas.
Los siglos van pasando, pero las realidades perennes no cambian, Ella es poderosa ante su Hijo
por lo tanto no podemos prescindir de su intercesión como Abogada y Medianera
para el desarrollo de la vida divina y a fin de alcanzar la salvación eterna.
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