La Virgen de la Nube y el Señor de los Milagros de Lima

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La Virgen de la Nube y el Señor de los Milagros de Lima José Antonio BENITO RODRÍGUEZ Universidad Católica Sedes Sapientiae Lima (Perú) I. Introducción. II. Nuestra Señora de la Antigua. III. Raigambre del culto de Nuestra Señora de la Antigua en el Perú. IV. El suceso de 1696 en Guálupo. V. Lo que vieron y declararon los testigos. VI. Repercusión en Ecuador y Perú. VII. Apéndice: Relato del historiador Federico González. VIII. Bibliografía. Advocaciones Marianas de Gloria, San Lorenzo del Escorial 2012, pp. 1187-1208 ISBN: 978-84-15659-00-6

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La Virgen de la Nube y el Señor de los

Milagros de Lima�

José Antonio BENITO RODRÍGUEZ Universidad Católica Sedes Sapientiae Lima (Perú)

I. Introducción.

II. Nuestra Señora de la Antigua.

III. Raigambre del culto de Nuestra Señora de la Antigua en el Perú.

IV. El suceso de 1696 en Guálupo.

V. Lo que vieron y declararon los testigos.

VI. Repercusión en Ecuador y Perú.

VII. Apéndice: Relato del historiador Federico González.

VIII. Bibliografía.

Advocaciones Marianas de Gloria, San Lorenzo del Escorial 2012, pp. 1187-1208 ISBN: 978-84-15659-00-6

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I. INTRODUCCIÓN

Después de dedicar los congresos anteriores a la Hermandad del Señor de los Milagros de Nazarenas1 y a la fundadora del monasterio, Sor Lucía del Espíritu Santo, Antonia Maldonado2, nos proponemos el estudio de la advocación mariana representada en el dorso del archiconocido lienzo del Señor de los Milagros, también llamado Cristo de Pachacamilla o Cristo Moreno.

El fiel devoto que contempla el severo rostro del Cristo de Pachacamilla,

clava su mirada ante la figura graciosa y maternal de la Virgen formada por una nube, con el Niño Jesús en un brazo y un cetro de azucenas en el otro. Nuestra Señora de la Nube es el nombre de esta imagen pintada sobre lienzo por autor desconocido, que en la formidable anda de plata del Señor de los Milagros, vemos a su reverso.

Por más que indagamos e investigamos, salvo la clara conexión de la

Madre Antonia Maldonado, ecuatoriana, con la advocación también ecuatoriana, no acabamos de conocer con precisión el origen de su llegada a Lima. Las propias MM. Carmelitas se sorprenden de la falta de documentos y la falta de arraigo del culto3.

1 “El Señor de los Milagros, rostro de un pueblo: el protagonismo de la Hermandad de las

Nazarenas de Lima”, en Los crucificados, religiosidad, cofradías y arte. Actas del Simposium, coord. por Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla, San Lorenzo del Escorial 2010, pp. 1025-1052.

2 “Fundación del monasterio de las carmelitas Nazarenas de Lima (Perú)”, en La clausura femenina en el Mundo Hispánico: Una Fidelidad secular”. Actas del Simposium, coord. por Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla, San Lorenzo del Escorial 2011, Vol. II, pp.1185-1207.

3 Las Constituciones aprobadas por el Papa Benedicto XIII el 26 de agosto de 1727 para el Instituto Nazareno recogen la rica tradición mariana del beaterio nazareno: “Demás de esto deben siempre de tal suerte procurar tener perpetua y continua meditación en los misterios de la Pasión de Cristo y de los Dolores de su Santísima Madre” (Const. V). En la número VII se dispone que todos los días deben rezar en comunidad la Corona de cinco Misterios de la Virgen Madre de Dios, con siete Padre nuestros y Ave Marías y otras siete salves en memoria de los Dolores de la misma Sacratísima Virgen”. En el modo de profesar, los votos especifican: “Yo N hago mi profesión y prometo obediencia, castidad y pobreza a Dios nuestro Señor y a la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo”.

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Parece que al devoto le basta con la presencia del Señor que tanto en la imagen del muro como en la del lienzo procesional va siempre acompañada de su Madre y no necesita más, de tal manera que Nuestra Señora de la Nube, al dorso, sigue como en una “nube”. Mi objetivo, por tanto, será dar un poco de luz para que el sol de su documentación y devoción aparezca; o, al menos, despierte el deseo de la misma en historiadores y fieles.

Como bibliografía fundamental cuento con el libro custodiado en el propio archivo de las MM. Nazarenas titulado “Nuestra Señora de la Nube aparecida en Quito el 30 de diciembre de 1696” y que fue editado en Quito, año de 1900 por el P. José J. Matovelle. Este sacerdote publicó en “La República del Sagrado Corazón de Jesús” (Quito 1899) el Proceso Informativo que en 1797 se encontró en una Notaría de la ciudad y que se había redactado en 1696.

El autor del libro se dedicó como un nuevo San Luis María Griñón de Monfort a trabajar vivamente por extender la devoción en cuerpo y alma a través de opúsculos y novenas marianas, así como fundar congregaciones y levantar santuarios y altares en su honor.

II. NUESTRA SEÑORA DE LA ANTIGUA

Entre las numerosas devociones marianas que los españoles trajeron a América sobresale esta Virgen sevillana, así llamada por haber sido la antigua o vieja patrona de España. Se trata de un fresco de grandes proporciones dibujado sobre uno de los muros de la primitiva catedral andaluza. De innegable influencia bizantina, la pintura representa a la Santísima Virgen con su Divino Hijo. De pie y cubierta por un velo y manto dorados, acoge con el brazo izquierdo al Niño Jesús y ostenta en la mano derecha, muy aristocráticamente, una rosa en flor. Sobre la cabeza de la Virgen, dos ángeles sostienen una corona y por encima de ésta otro ángel lleva una leyenda con la inscripción latina “Ecce Maria venit”. En 1929 la imagen fue coronada canónicamente.

A raíz de la invasión musulmana a la Península Ibérica, estando la ciudad

a punto de capitular, la pintura fue íntegramente tapiada, con el fin de ocultarla y evitar su profanación. Tras la ocupación mora, el templo fue convertido en mezquita y la imagen permaneció cautiva y olvidada durante varios siglos.

Los vaivenes de la multisecular empresa de la Reconquista retrasaron

muchos años la incorporación de Sevilla a la corona de Castilla, hasta que en el siglo XIII el celoso rey San Fernando III sitió la ciudad con la firme intención de recuperarla. Una noche, en medio de la angustia por el prolongado asedio,

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el monarca se postró ante la Virgen de los Reyes, que desde una tienda de campaña velaba por el ejército cristiano, pidiéndole su auxilio. Fue entonces cuando se cuenta que la Virgen lo llamó por su nombre y le dijo: “Tienes una constante protectora en mi imagen de la Antigua, a la que tú quieres mucho y que está en Sevilla”, prometiéndole la victoria. Pasado un instante, le vino al Rey la idea fija de venerar aquella sagrada imagen. Y, cruzando el campamento, un ángel le hizo penetrar en la ciudad hasta llegar a la mezquita principal en cuyo interior le fue mostrada la pared que la ocultaba. Ésta se volvió trasparente como un cristal y Fernando pudo contemplar la imagen tal como había sido pintada siglos atrás. Luego de un momento de oración y recogimiento, pareció escuchar a su celestial acompañante que era hora de regresar. Sin despertar la menor sospecha y del todo ileso, llegó a su campamento en donde su ausencia ya se hacía sentir.

Pocos días después los moros aceptaban la rendición y la promesa de la

Virgen se cumplía. San Fernando ingresó a Sevilla el 22 de diciembre de 1248, en la fiesta de San Isidoro, obispo y patrono de la ciudad. Y así, después de un largo cautiverio, la Virgen de la Antigua fue finalmente liberada. La devoción a Ella inspiró a Juan de Enciso la fundación de la primera villa española en el Continente americano, con el nombre de Santa María de la Antigua. Aunque su emplazamiento fue más tarde cambiado, la devoción no cambió y reproducciones de la pintura original traídas de España se difundieron por todo el continente, particularmente en el Perú4.

Según el P. José J. Matovelle, la iconografía tiene que ver con la denominada

Virgen de San Lucas por pensar que fue el evangelista el primero en pintarla. La más antigua se venera en la basílica Santa María la Mayor en Roma. La imagen es de estatura mayor que la ordinaria, lleva un manto blanco guarnecido de oro debido a que las vestiduras blancas eran insignia de nobleza, majestad y gloria; en la mano derecha tiene una rosa y en la izquierda lleva al Niño vestido con amplia y graciosa túnica que mira al pueblo con dulce y sereno rostro; está en ademán de bendecir con la diestra y la siniestra estrechando un pajarillo como quisiese jugar con él. La estatura agigantada, el manto blanco, la rosa en la diestra de la Virgen y el pajarillo en la izquierda del Niño diferencia la Antigua de la de san Lucas. Además está cercada por tres ángeles (uno como peana y los otros ciñéndole con imperial corona). Como conclusión escribe el autor:

“Imagen tan hermosa y de un origen tan augusto es la que dibujaron y esculpieron los ángeles el 30 de diciembre de 1696, ya no en paredes de ladrillo, sino en el templo de la creación, sobre el terso

4 http://www.fatima.org.pe/seccion-verarticulo-152.html

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azul de los cielos, dentro del horizonte de Quito, es decir, hacia la región media del Nuevo Mundo, en el grandioso domo formado por nuestros gigantescos nevados y la bóveda celeste iluminada por la llama de los volcanes y el esplendor de los astros que, como se expresa Humboldt, parece que en el Ecuador brillan con luz más intensa que en lo restante del orbe. Tal es la Aparición de Nuestra Señora de la Nube, ocurrida al canto melodioso y suave del Ave María. De modo que en este hecho portentoso han concurrido, como si se hubiesen dado cita, las tradiciones más venerandas de Roma y España acerca de la Santísima Virgen, con la devoción del Rosario, la más hermosa y popular de las Edades media y moderna; y todo esto en la ciudad más alta del globo, ¡bajo el espléndido cielo ecuatorial!” 5.

III. RAIGAMBRE DEL CULTO DE NUESTRA SEÑORA DE LA

ANTIGUA EN EL PERÚ A mediados del siglo XVI, D. Juan Federegui, arcediano de la catedral de

Sevilla, hizo sacar una copia de la imagen para remitirla al venerable cabildo limense. La pintura, que tiene similares dimensiones que la sevillana, fue enmarcada en plata y colocada durante el arzobispado de Santo Toribio de Mogrovejo en la capilla del trascoro, en un primoroso retablo espléndidamente tallado y dorado, frente a la puerta principal de la Catedral. El afecto que la Antigua concitó desde entonces entre los limeños, se puede aún calcular por esta tierna copla popular:

Este trono que ves tan majestuoso a la Madre del Verbo consagrado, en que el arte parece se ha apurado, uniendo lo magnífico a lo hermoso, bosquejo es de aquel otro más glorioso al que Dios Trino y Uno la ha elevado...

Según es constante tradición, “a esta imagen le profesó singular amor el

venerable Fray Francisco Camacho, religioso hospitalario, nacido en Jerez de la Frontera, en 1629 y venido al Perú como militar, donde, como al fundador de su Orden, le atrajo Dios a sí, por medio de un varón santo, el P. Francisco del Castillo de la Compañía de Jesús. Con su vida penitente y santa fue, por espacio de treinta años, la edificación de toda la ciudad de Lima (...). Este

5 “Nuestra Señora de la Nube aparecida en Quito el 30 de diciembre de 1696”, Quito,

1900, p.12.

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insigne varón recibió de la Virgen de la Antigua muchos favores y en especial, uno muy notable, a raíz de su conversión”. Esta misma capilla “fue el escenario de una de la visiones del venerable Francisco Camacho. Un día al demorarse el inicio de la celebración eucarística que Francisco esperaba ansioso, le dijo a la imagen de la Antigua: - ¿Es posible Señora que no ha de haber misa? Al instante la Virgen contestó: - Espera y tendrás misa. El mismo Cristo con la ayuda de San Mateo y San Juan celebraron misa para el humilde juandediano”6.

Mientras tanto, por aquellas fechas, la capital limeña recibía un “aviso”

de Dios. El 2 de julio de 1687 se produjo un misterioso sudor y llanto en una pequeña imagen de la Virgen de la Candelaria que tenía en su casa el oidor don José Calvo de la Banda. El prodigio se repitió por 32 veces -perpetuándose la imagen como Nuestra Señora del Aviso- hasta que, en la madrugada del 20 de octubre, un terremoto seguido de un maremoto asoló el puerto del Callao y sacudió gran parte de Lima. En la obra más reciente acerca del Señor de los Milagros se afirma que "la advocación de la Virgen de la Nube también es conocida como la Candelaria, del Aviso o de las Lágrimas"7. IV. EL SUCESO DE 1696 EN GUÁLUPO

El 30 de diciembre de 1696, se hallaba muy enfermo el ilustre obispo de Quito y muy querido por la población, D. Sancho de Andrade y Figueroa, de un achaque de dolor de costado y tabardillo o tifus. Tan mal se encontraba de salud que los médicos le desahuciaron y aconsejaron al Prelado que recibiese la Unción de Enfermos, como lo hizo efectivamente el viernes 28 de diciembre.

Muy contristados los habitantes de Quito por la enfermedad de su querido

Pastor, se resolvió traer la venerada imagen de Nuestra Señora de Guálupo, dedicada a Nuestra Señora de Guadalupe, a un par de leguas de la ciudad, hasta la iglesia catedral. Al día siguiente, en que el Obispo recibió la Unión de Enfermos, fue trasladada la imagen desde su santuario de Guálupo a la iglesia catedral. El canónigo doctoral y vicario general de la diócesis, Dr. D. Pedro de Zumárraga, dispuso se celebrase una rogativa para impetrar la curación del Obispo. Se acostumbraba rezar solemnemente el Rosario y cada una de las iglesias principales de la ciudad salía en procesión en el día de la semana que se le asignaba; los domingos le tocaba a la Catedral.

6 Oración fúnebre, que a las honras del venerable padre fray Francisco Camacho: religioso de nuestro padre San Juan de Dios difunto en el Co[n]vento de Lima a 23. de diciembre de 1698. Años (Cap. II).

7 360 años. Fidelidad, caridad y sacrificio por Cristo y su Iglesia. 1651-2011 de la Hermandad del Señor de los Milagros de Nazarenas, Lima 2011, p. 20.

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El domingo 30 de diciembre de 1696 salió por la tarde de la Catedral la procesión del santo Rosario; entre las 500 personas concurrían el Presidente de la Real Audiencia, Mateo de la Mata Ponce de León, el Corregido y Justicia Mayor de Quito, General Pedro García de la Torre, el Fiscal de la Real Audiencia Ignacio de Aibar y Eslava, el canónigo maestreescuela D. Luis Matheu y Sanz. Y fue entonces cuando tuvo lugar el acontecimiento. A eso de las 4:45 de la tarde, habiendo llegado al final del pretil de San Francisco, gran parte de la comitiva había desembocado ya por la calle que va hacia el templo de Santa Clara y la restante se hallaba en la extremidad del atrio contigua a la iglesia de Cantuña; iba a descender la ancha escalinata de piedra, al concluir la segunda decena del rosario, cuando se hizo la señal con la campanilla para que todos se arrodillasen para entonar el Gloria Patri. De repente, se vio claramente en el cielo, en dirección al caserío de Guálupo, una figura formada por nubes, de gran tamaño.

Fue entonces que el presbítero José de Ulloa y la Cadena, capellán del

Monasterio de la Limpia Concepción de Quito, exclamó a voz en cuello: “¡La Virgen, la Virgen!”, y todos volvieron la mirada hacia el lugar señalado, viendo nítidamente sobre los aires, la figura de María Santísima dibujada por las nubes:

“Estaba la imagen de pie sobre otra nube más oscura y densa que le servía como pedestal o trono. Llevaba corona en las sienes y en la mano derecha un ramo de azucenas a manera de cetro. Con la izquierda estrechaba al Divino Niño Jesús, hacia quien tenía dulcemente inclinada la cabeza. Sobre los cabellos y espalda flotaba un airoso velo formado igualmente de una nube. Vestía una cándida túnica de sencillos y ondulantes pliegues, media oculta por un manto de amplitud majestuosa y regia”.

A sus voces se pusieron en pie el Presidente de la Real Audiencia y el

Corregidor, al igual que todos los demás que estaban arrodillados. Parece que la imagen estaba como a dos leguas de los espectadores en dirección del palacio episcopal y los pueblos de Guálupo y el Quinche. La aparición duró lo suficiente (canto del Gloria, anuncio del tercer misterio gozoso del Rosario, padrenuestro y principios del Avemaría) para que todos pudieran darse cuenta perfectamente de ella.

Durante ese tiempo, permaneció el cielo sin alteración ninguna, hasta que

una nube densa y oscura que le servía de peana se levantó de la base y a manera de un velo cubrió súbitamente la imagen que se ocultó al punto y despareció de la vista. En la ciudad se sintió un viento impetuoso y fuerte que pasó como un huracán.

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Terminada la procesión, los personajes principales en número de once determinaron acudir de inmediato a declarar notarialmente lo vivido y se levantó un acta. En ella, declaran la máxima autoridad local -el Presidente de la Audiencia- y otros testigos calificados, como consta en el proceso que hasta hoy se conserva en el Archivo Arzobispal de Quito. En el libro se ofrecen los testimonios en las páginas 146-171. Mateo de Mata Ponce de León, Presidente de la Real Audiencia, Luis Matheu y Sanz, maestrescuela, D. José de Ulloa y la Cadena, capellán de la Concepción, General don Pedro García de la Torre, caballero de Calatrava,, Ignacio de Aibar y Eslaba, caballero de Santiago, Francisco de Sola y Ros, maestre de campo, teniente general de Corregidor, capitán Antonio de Ascencio, Francisco de Mendoza Villaseñor, hermano lego de San Bruno, Salvador Pérez Guerrero, regidor perpetuo, Baltasar Maldonado de Mendoza, sargento mayor y escribano, Miguel Jiménez, maestro mayor de oro.

V. LO QUE VIERON Y DECLARARON LOS TESTIGOS

D. Pedro de Zumárraga, Provisor y Vicario General, comienza el proceso con la información auténtica sobre “la aparición milagrosa de Nuestra Señora de la Nube, el día domingo sobre tarde 30 de diciembre del año de 1696, habiéndose aplicado el rezo del Santísimo Rosario por la salud del Ilustrísimo Señor Doctor Don Sancho de Andrade y Figueroa mi Señor, que enfermó aquel año de tabardillo y dolor de costado, llegando a estar desahuciado de los médicos…se vio patente la forma y efigie de dicha santa imagen formada de una nube en el aire y un hombre a sus pies de rodillas por espacio de un Paternóster y Ave María a que se cantó con su Gloria Patri.

Lic. D. Mateo de Mata Ponce de León, Presidente de la Real Audiencia: “y alzando la vista hacia el lugar que señalaba, vio Su señoría en la región media del aire a la parte del Norte que cae por elevación, según pareció, sobre los pueblos del Quinche y Guálupo, donde están dos santuarios muy milagrosos, a la Virgen María sacratísima Madre de Dios y señora Nuestra, en pie y de cuerpo agigantado, coronada, que se podía ver de distancia de dos leguas; y tenía un cetro grande en su mano derecha o ramo de azucena y en el brazo izquierdo a su Preciosísimo Hijo y inclinado el rostro para él, si bien vuelto el cuerpo derechamente a esta ciudad: formada de una nueve blanca y clara y a sus espaldas campo azul celeste y a los lados muchas nubes gallardas y bien dispuestas según pareció, sin que Su señoría especificase con distinción sus vestiduras, más de tan solamente que daba aire dicha imagen a Nuestra Señora de la Antigua [que su retrato tiene Su señoría en su palacio], vestida naturalmente sin follaje”.

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Maestrescuela D. Luis Matheu y Sanz: “y volvió la cabeza y vio la región del aire y en ella una nube que formaba como en un bosquejo una imagen de la Virgen Sacratísima con su niño e Hijo precioso en la mano izquierda e inclinada la cabeza hacia él y en la mano derecho un cetro o ramo, inclinado el cuerpo hacia esta ciudad, y por detrás se apareció el cielo claro y hermoso, con muchas nubes que lo hermoseaban y su vestuario daba aire a Nuestra Señora de la Antigua, que su retrato está colocado en la Santa Iglesia Catedral de esta dicha ciudad, y dicha visión pareció estar en la inmediación de los pueblos del Quinche y Guálupo”.

Pbro. D. José de Ulloa y la Cadena, capellán de la Concepción: “como a las cuatro y tres cuartos de la tarde poco más o menos según parece…y arrodillándose todos los del Coro principal al cantar el Gloria Patri, alzó los ojos al cielo y en la región media del aire, a la parte del Norte que cae por elevación sobre el pueblo de Perucho, vio una perfecta imagen de Nuestra Señora la Virgen Santísima Señora Nuestra, con su corona, puesta en pie sobre una nube densa que le servía de trono, vuelta derechamente a esta ciudad con algunas iluminaciones resplandecientes: era de crecida estatura como hay pintadas algunas imágenes de Nuestra Señora de la Antigua y en el brazo izquierdo tenía a su Preciosísimo Hijo; y le pareció ser formada de una blanca y transparente nube, haciéndole campo a sus espaldas el azulado cielo y a los lados muchas nubes gallardamente dispuestas; de la mano derecha le salía un cetro grande parecido al de Nuestra Señora de Guadalupe (cuya imagen milagrosa se halla hoy en la Iglesia Catedral de esta ciudad, haciéndosele un novenario por la mejoría de SSI el Obispo mi Señor, que ha estado a lo último de la vida con evidente peligro causado de un violentísimo dolor de costado y calentura maligna: habiéndola traído para este efecto el día antes que sucediese esta aparición. . Al lado izquierdo de Nuestra Señora estaba a sus pies un hombre vestido con manteo puesto de rodillas, las manos juntas y la cabeza inclinada hacia el pueblo de Nuestra Señora del Rosario del quinche, formado también de nube. Y habiendo acabado de cantar el Coro el verso Gloria Patri le dijo a don Francisco de Mendoza que andaba en hábitos de San Bruno viese a Nuestra Señora en el Cielo, señalando y diciendo: “¡Ahí está Nuestra Señora!”.

General D. Pedro García de la Torre, caballero de Calatrava: “Dijo que tiene por costumbre el asistir en el Santo Rosario que se acostumbra rezar en esta dicha ciudad y especialmente en que sale los domingos de la Santa Iglesia Catedral y yendo con efecto rezando el dicho Rosario con el concurso de gente que le acompañaba al Señor don Mateo de Mata Ponce de León, Caballero del Orden de Calatrava del Consejo de Su Majestad, presidente de esta Real Audiencia y habiendo llegado al pretil del Señor san Francisco

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de esta ciudad, hicieron seña con la campanilla para que se hincaran todos de rodillas para pronunciar el Gloria Patri y estándolo diciendo oyó una voz que decía: ¡La Virgen Santísima! y aplicando la vista hacia el lugar que así oyó dicha voz, reconoció era en tales voces decía el Lic. José de Ulloa y la Cadena Presbítero Capellán del Mons. De la Limpia Concepción de esta ciudad; y alzando la vista hacia el lugar que señalaba vio su merced en la región media del aire a la parte del Norte que cae por elevación según pareció sobre los pueblos del Quinche y Guálupo, donde están dos santuarios muy milagrosos: a la Virgen Sacratísima, Madre de Dios y señora Nuestra, en pie y de cuerpo agigantado. Coronada, que se podía ver de distancia de dos leguas y tenía un cetro grande en su mano derecha y en el brazo izquierdo a su Preciosísimo Hijo y inclinado el cetro para él, si bien vuelto el cuerpo derechamente a esta dicha ciudad, formada de una nube blanca y clara y a sus espaldas campo azul celeste y a los lados muchas nubes gallardas y bien dispuestas según pareció, sin que su merced distinguiese las vestiduras más de tan solamente que daba aire dicha imagen a Nuestra Señora de la Antigua que ha visto su retrato en diferentes lugares de este reino”.

Lic. D. Ignacio de Aibar y Eslaba, caballero de Santiago: “reconoció con asombro que a la parte del Oriente y como entre los pueblos del Quinche y Guálupo se mostraba y vio su merced una imagen de Nuestra Señora formada de nubes tan transparentes y blancas como nunca las ha visto, y que en el brazo izquierdo tenía al Niño Jesús Nuestro Señor y en la mano derecha un cetro o ramo y en la cabeza corona como se pinta y está en esta Santa Iglesia y en otras partes de los Reinos de España, la imagen de Nuestra Señora de la Antigua, según la estatura agigantada que parecía, si bien el vestuario que por la parte inferior se formaba de la misma nube, era más ancho que la superior, con que se persuadió que era la Virgen Santísimo del Quinche o de Guálupo porque así visten siempre estas santísimas imágenes y tenía otras nueves a los pies, mucho más densas y oscuras de que después se formó uno como velo que cubrió la imagen después que se cantó el verso del Gloria Patri…”.

Maestre de Campo D. Francisco de Sola y Ros, Teniente General de Corregidor ”vio este declarante en la región media del aire, a la parte del Norte, que cae por elevación, según pareció, sobre los pueblos del Quince y Guálupo donde están dos imágenes milagrosísimas a la Virgen María Sacratísima Madre de Dios y señora Nuestra, en pie y de cuerpo agigantada coronada que se podía ver de distancia de dos leguas y tenía un cetro grande en su mano derecha o ramo de azucena y en el brazo izquierdo a su Preciosísimo Hijo e inclinada el rostro para Él, si bien vuelto el cuerpo derechamente esta ciudad, formada de una nueve blanca y clara y a sus espaldas, campo azul

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celeste y a los lados según pareció, sin que este declarante especificase con distinción sus vestiduras más de tan solamente que daba aire dicha imagen a Nuestra Señora de la Antigua que su retrato está colocado en la Santa Iglesia Catedral de esta dicha ciudad, vestida naturalmente sin follaje”.

Capitán D. Antonio de Ascencio: “vio este declarante en la región media del aire a la parte del Norte que cae por elevación según pareció, sobre el Colegio de la Compañía de Jesús de esta ciudad, a la Virgen María Sacratísima Madre de Dios y señora Nuestra, con su corona, puesta en pie sobre una nueve densa que le servía de trono, vuelta derechamente a esta ciudad, con algunas ilu7minaciones resplandecientes, de tal suerte, que aplicando la vista y despabilándola diferentes veces, reconoció que la corona que así tenía puesta estaba esmaltada con piedras muy preciosas, que según pudo divisar eran de mediano tamaño y de innumerables colores; y el rostro tan perfecto y hermoso que vio y divisó este declarante distintamente ojos, nariz y boca, tan claro que no tiene razones como ponderarlo: era de crecida estatura como hay y ha visto algunas pinturas e imágenes de NSA y en el brazo izquierdo tenía a su Preciosísimo Hijo y inclinado el rostro para él, formada tan clara y transparente y vestida naturalmente que a su vestuario daba a entender ser de tela muy rica según las aguas y labores que daba a entender había; sobre diferentes nubes, haciendo campo azul a sus espaldas el azulado cielo y a los lados muchas nubes gallardas y hermosas y bien dispuestas. De la mano diestra le salía un cetro o ramo grande y hermoso, parecido al de Nuestra Señora de Guadalupe”.

D. Francisco de Mendoza Villaseñor, hermano lego de San Bruno: “vio en la región media del aire, a la parte del Norte que al parecer de este declarante caía por elevación según pareció sobre las casas y palacio episcopal de Su Señoría Ilustrísima el Obispo mi Señor, enderezado a los dos pueblos del Quinche y Guálupo, donde están dos santuarios muy milagrosos: la Virgen María Santísima Madre de Dios y señora Nuestra, en pie y de cuerpo agigantada, coronada, que se podía ver de distancia de dos leguas y tenía un cetro grande en su mano derecha o ramo de azucena y en el brazo izquierdo a su Preciosismo Hijo, inclinado el rostro para él, si bien vuelto el cuerpo derechamente a esta ciudad y que tenía el pelo muy bolado que tiraba a toca, formada de una nueve blanca y clara media aplomada y a sus espaldas campo azul celeste, y a los lados muchas nueves gallardas y bien dispuestas según pareció, sin que este declarante especificase con distinción sus vestiduras, mas de tan solamente que daba aire dicha imagen a NSA, vestida naturalmente sin follaje y que dicha visión vio en todo el rato que se cantó el verso del Gloria Patri, ofrecimiento del misterio, Paternóster y principios del Avemaría, que fue algo por ser el tono espacioso y dilatado y en todo este rato vio a dicha

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Santísima imagen parada sobre una nueve clara a modo de peana y más abajo unas nueves prietas; y que esto es lo que vio y pasó, con más que al lado izquierdo con distancia de un vara, poco más o menos, estaba un cuerpo formado de nueve, hincado al pie de dicha Santísima imagen con ropaje y las manos puestas y en la cabeza según le pareció a este declarante con cogulla o mitra, que no distinguió lo que era por la alegría que le causó”.

D. Salvador Pérez Guerrero, regidor perpetuo: “y mirando hacia el cielo donde señalaba dicho Capellán vio este declarante una nueve muy resplandeciente y en ella una efigie de Nuestra Señora de cuerpo grande, con vestidura llama al modo y tamaño de la que pintan a NSA y concordando todos ser imitada a la pintura de dicha advocación de la Antigua que está colocada en esta Santa Iglesia Catedral, y en la mano izquierda tenía a su Preciosísimo Hijo, inclinada mirándole y en la derecha a modo de un cetro o ramo de azucenas y por los lados derecho a izquierdo hermoseaban otras nueves muy vistosas a dicha efigie y por la espalda de ella se veían el cielo común claro y raso y esta visión duró gran rato pues fue todo el en que se cantó el Gloria patri, el Paternóster y parte del Ave María, que como cada palabra es cantada en torno, fue grande el que se deja entender precedió dicha aparición sin desfigurarse y fue como al lado izquierdo mirando desde dicho pretil hacia el paraje de los actuarios de Guálupo y el pueblo del Quinche; y en cuanto a las segundas voces que prorrumpió dicho Maestro Don José de Ulloa, diciendo ·”miren un bulto de un hombre que está a los pies de Nuestra Señora hincado de rodillas” por la cortedad de la vista no distinguió bien la forma del vuelto, pero el de Nuestra Señora realmente claro y distinto”.

Sargento Mayor D. Baltasar Maldonado de Mendoza, escribano: ”vio

en una nube baja la forma y cuerpo de una imagen Santísima de Nuestra Señora, alta de cuerpo con su corona y el niño, que toda la dicha imagen estaba cubierta de dicha nube clara y resplandeciente y no vio este declarante el ropaje de dicha imagen por lo dicho de estar cubierta de dicha nube, pero vio formalmente el cuerpo, corona y niño como lleva dicho, de que le causó a este declarante interiormente tanta ternura y compunción que casi estaba fuera de sí, de haber llegado a merecer la dicha de una visión tan alta".

Conclusión de los testigos. Lo cierto es que, no todos fueron gratificados

de igual modo con la visión de la Madre de Dios. Comenta el P. Vargas Ugarte:

“Otros descendían a pormenores que descubrieron o creyeron descubrir en la imagen, pero en los cuales no estaban todos de acuerdo, quizá

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porque no acertaron a distinguirlo o porque no les fue concedido verlos, como ocurrió a algunos religiosos de San Francisco, para quienes, como para cuantos no formaban parte de la procesión, permaneció oculta”8. Algunos de ellos observaron también al pie de la imagen otro bulto formado así mismo de nube, que semejaba a un sacerdote por el ancho manto que llevaba: cubríale la cabeza un algo, que dicen unos, semejaba una mitra, y otros, una cogulla de religioso”.

A raíz del suceso, el obispo de Quito recobró inopinadamente la salud; y no sólo autorizó el culto a Nuestra Señora de la Nube, sino que mandó erigir un altar para conmemorar el hecho. Su Ilustrísima vivió algunos años más, siendo devotísimo de la Santísima Virgen y del Rosario: falleció el 2 de mayo de 1702.

Existe el expediente seguido por el señor Zumárraga en el Archivo de la

Notaría eclesiástica de la Curia Metropolitana, y fue publicado por la imprenta hace tres años en los números 54 y 55 de la revista religiosa titulada La República del Sagrado Corazón. (Quito. Imprenta del clero. 1890). Entre las declaraciones se halla la del mismo presidente don Mateo Mata Ponce de León, y la del presbítero don José de Ulloa y la Cadena, que fue quien vio primero la aparición. De este hecho se conserva un cuadro conmemorativo en el santuario de Guálupo y había otro hasta hace poco en la iglesia de Santo Domingo, junto a la puerta de la capilla del Rosario.

VI. REPERCUSIÓN EN ECUADOR Y PERÚ

La noticia del hecho se extendió rápidamente por toda aquella provincia y no tardó en llegar a Lima. Años más tarde, la Priora del Monasterio de Madres Nazarenas, madre Bárbara Josefa de la Santísima Trinidad, a instancias de algunas religiosas dispuso incorporar un lienzo con la imagen de la Virgen de la Nube a las andas del Señor de los Milagros, para la mayor gloria de María Santísima y como un sentido homenaje a la Fundadora del Instituto Nazareno, la sierva de Dios madre Antonia Lucía del Espíritu Santo, natural de Guayaquil.

El tiempo corrió hasta llegar el fatídico año de 1746. A eso de las diez y

media de la noche del viernes 28 de octubre, Lima fue sacudida por un violento terremoto, quizás el mayor que registra su historia. Toda la ciudad se vino prácticamente abajo, desde la Catedral y el Palacio del Virrey, hasta las más

8 Historia del Culto de María en Iberoamérica y de sus imágenes y santuarios más

celebrados, 3ª edición, Madrid 1956, t. II, p. 485.

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humildes moradas. Miles perecieron bajo los escombros. La tierra no cesó de temblar en dos semanas. Escenas de pánico se suscitaron entre los sobrevivientes.

Pero lo que sucedió en el Callao fue apocalíptico. Como consecuencia del

sismo, el mar se retiró unas dos millas formando una gigantesca ola que se precipitó con furia sobre el Puerto, arrasándolo todo a su paso y llegando hasta La Legua. La armada se fue a pique. De una población que se calculaba entre siete u ocho mil habitantes, sólo sobrevivieron unas 200 personas. Los corazones así sacudidos se vuelven a María., como muestra el hecho de que, apaciguada la tormenta, retornada la calma, el 20 de octubre de 1747, el Cristo Morado salió en procesión muy de mañana, visitando calles, ramadas, iglesias y monasterios, en un recorrido excepcional que se prolongó por espacio de cinco días. Al reverso de la venerada imagen, llevaba por vez primera la de Nuestra Señora de la Nube.

La primera mención que en el Perú, y de manera concreta, en la Ciudad

de los Reyes, se hace referencia de la advocación quiteña por el Cronista D. Eusebio de Llano Zapata, quien en su "Observación Diaria" cita como fuente de información al Lic. Eclesiástico D. Alonso de la Cueva9, manifestando la relación de sucesos del 20 de octubre de 1747, al mencionar sobre la Procesión del Señor de los Milagros de Nazarenas: ...salió por la mañana la imagen de su templo, visitando las calles, ramadas, Iglesias y Monasterios y duro la procesión cinco días... ese año alargo mucho su recorrido y al reverso de la imagen se veía otra de Nuestra Señora de la Nube, advocación quiteña que se había aparecido en el cielo de dicha ciudad en 1696".

La tela en la que está pintada la efigie del Señor de los Milagros de

Nazarenas es mucho más antigua que la de nuestra Señora de la Nube, además, la advocación de esta figura de la Virgen data del domingo 30 de Diciembre de 1696. Lo que se ignora también, por falta de documentación al respecto, es el nombre de los artistas encargados de pintar ambas telas.

Con relación a como llega a conocimiento de las Madres Nazarenas el

suceso del Milagro, tenemos que para el 30 de diciembre de 1696, año de la aparición, en Lima el Beaterio está a cargo de la Madre Antonia Lucía del Espíritu Santo (ecuatoriana) quien fallece en 1709. Precisamos pues que entre la Aparición de la Virgen y la muerte de la Madre Lucía transcurren 3 años.

9 LOHMANN VILLENA, G., “Alonso de la Cueva Ponce de León, historiador de la

Iglesia peruana” Revista Peruana de Historia Eclesiástica, Cuzco 1995, nº 4, pp. 9-20.

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Hay quienes manifiestan que este tiempo fue corto para que la noticia llegara a Lima y la Madre iniciara el culto, mientras que el Padre R. Vargas Ugarte en su libro "Historia del Sto. Cristo de los Milagros" hace mención que al año siguiente del Milagro se tenía conocimiento en Lima del hecho, dejando abierta la posibilidad que la Madre Lucía ya conocía el hecho del milagro. Sucede a la Madre Lucía la Madre Bárbara Josefa de la Santísima Trinidad, quien sale del Convento del Carmen de Santa Ana el 18 de marzo de 1730 y está a cargo del Monasterio hasta el 26 de julio de 1750. Entre 1709 y 1730 transcurren 21 años y de esta fecha a 1747, año en que aparece la Virgen en procesión, transcurren 17 años.

Es probable que por algún motivo, por algún personaje cercano a las

Madres Nazarenas del Ecuador, o documento escrito de la época, se conoce el Milagro y tal vez -como se menciona en algunos documentos pudo haberse escogido esta imagen en conmemoración a la Madre Lucía. También se piensa que, a la Fundación del Monasterio de Nazarenas Carmelitas Descalzas - ocurrido el 18 de Marzo de 1730 -, teniendo en cuenta que algunas religiosas ecuatorianas habían profesado en el Monasterio y, como las noticias de esta milagrosa aparición se publicaron y difundieron en Lima; estas religiosas lograron que la primera Priora, Madre Bárbara Josefa de la Santísima Trinidad, de acuerdo con su Consejo Directivo y el resto de la comunidad, decidieron rendir un merecido y grato homenaje a la memoria y cuna Ecuatoriana de la fundadora del Instituto Nazareno, Madre Antonia Lucia del Espíritu Santo, incorporando el lienzo con la imagen de la Virgen de la Nube, a las Andas del Señor de los Milagros de Nazarenas. De todos modos, en esa época circularon también en el Ecuador muchos óleos retratando a esta advocación de la Virgen y uno de ellos podría haber llegado al Perú10.

La Imagen del Señor de los Milagros de Nazarenas, cada año en el

décimo mes, es acompañada por la Dama de Quito, la Virgen de la Nube. Sin lugar a dudas destaca en belleza y elegancia, María se presenta como una Reina, su cabeza va coronada, su rostro refleja serenidad y belleza, su precioso hijo en el brazo izquierdo dando la bendición le da una actitud mayestática; en la diestra porta el cetro y la Azucena que representa su coraza, el olivo que simboliza su fruto, símbolo de su vinculación con Israel. Su brazo izquierdo sostiene al Niño que lleva al Mundo en sus manos. Le sirve de pedestal la luna, el triunfo de María sobre el Islam. El marianista y

10 Tal es el sentir del historiador Ismael Portal: "Y como, según se ha dicho, la fundadora

de Nazarenas, R.M. Antonia Lucía de Maldonado, era ecuatoriana, fue ella quien hizo colocar allí a Nuestra Señora de la Nube que hizo su aparición en el Ecuador, patria de la Sierva de Dios". Lima religiosa (1535-1924), Librería e Imprenta Gil, Lima, p. 234.

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culto prelado Monseñor Óscar Alzamora no pierde ocasión en el documental patrocinado por la Comisión Episcopal para los Bienes culturales de la Iglesia para comentar la imagen de Nuestra Señora de la Nube11 destacando de la imagen de la Virgen como reina en su mano tiene el centro y a la vez la azucena que representa su pureza y el olivo que representa su fruto y su vinculación con Israel”.

Lo agitado de su fina mantilla y la capa que la cubre y recoge en su brazo

le da la sensación de movimiento que reproduce de manera precisa el momento del suceso. En algunos cuadros, a sus pies, se encuentra en posición orante el Obispo favorecido de su mano, D. Sancho de Andrade y Figueroa, sobre el terreno se observa una pequeña iglesia, que algunos identifican como la Iglesia de Guálupo o el Monasterio de las Nazarenas. No posee pocas alhajas esta Imagen, la cual se engalana para sus salidas procesionales. Es aderezada con una corona de oro, excelentemente diseñada con piedras preciosas, collar en el cuello y brazaletes, el Cetro, azucenas y olivo todo en oro respetando el dibujo del lienzo. Va su cabeza, rodeada de 12 estrellas igualmente en oro y le sirve de pedestal la luna, el triunfo de María sobre el Islam. Su Hijo también va engalanado, luce una diadema en oro. La Imagen es una obra de Autor anónimo, del siglo XVIII; pintada al óleo sobre lienzo y sus medidas son: Alto de 1.99mt x 1.37mt de ancho.

Su devoción se extiende por Ecuador, Perú…al punto de que un siglo

más tarde el Alcalde de la ciudad, D. Joaquín Montúfar trae a la memoria del obispo D. Miguel Álvarez y Cortes la aparición de Nuestra Señora de la Nube y le entrega el proceso jurídico a que dio origen, hallado casualmente en la notaría del Cabildo. Eso provocó que se celebrase el 30 de diciembre de 1907 una fiesta conmemorativa en el atrio de la iglesia de San Francisco y a partir de entonces se vino celebrando hasta muy entrado el siglo XIX.

El culto fue decayendo hasta que en 1890 curó milagrosamente un sacerdote

oblato del Sagrado Corazón en Cuenta, quien desahuciado de los médicos ofreció el superior del Instituto colocar un cuadro de la Aparición en la iglesia; otorgada la gracia la promesa se cumplió y se expuso la imagen en el templo de la Merced.

Al acercarse el segundo centenario de la Aparición, los prelados del

Ecuador dieron realce al evento. Así, el Arzobispo de Quito D. Pedro Rafael González Calixto dedicó el santuario de Guálupo a Nuestra Señora de la

11 El Señor de los Milagros. Edición de colección XV aniversario, Región FREE, Lima

2010.

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Nube y el 30 de diciembre de 1901 presidió una peregrinación a dicho santuario conduciendo un cuadro de la Aparición. En la actualidad se evidente el fervor de los devotos ecuatorianos, tanto de los que viven en su territorio como de los que viven fuera del país12, y la escasa o nula en el Perú.

Como nota saltante hay que destacar que la imagen de la iglesia de las

Nazarenas y que sale en la procesión fue restaurada en 1992 bajo el auspició del Banco de Crédito del Perú, durante ocho meses, en los talleres del Museo Pedro de Osma y bajo la acertada conducción profesional de Liliana Canessa y Alvaro Sandoval. Al igual que la imagen del Señor de los Milagros, fue sometida a estudios previos, como análisis químicos, estratigráficos, radiografías, luz ultravioleta, estudios históricos y fotográficos, ventanas de limpieza y otros. Se realizó un tratamiento completo de conservación y restauración, ya que la obra presentaba muchas capas de repintes y un reentelado en tela de algodón. Se retiró primero la capa de barniz y luego del primer repinte donde aparecía como Virgen de la Merced y en otro aparece la representación de la Virgen del Carmen. En esta etapa se procedió al retiro del reentelado y se preparó para uno nuevo a la gacha y con tela de lino. Luego se procedió a una aplicación de barniz grueso, para proteger la pintura durante la procesión. Hoy podemos apreciar esta obra de arte en toda su originalidad13.

Cabe destacar como excepción de la poca devoción en el Perú la creación

de una parroquia con esta advocación en la diócesis de Carabayllo, Lima. Su actual párroco es el P. Peña Villegas, y su domicilio es Manuel Calle Vizcardo y Guzmán 301 Urb. San Agustín Comas - Lima 7.

12 Es el caso de los ecuatorianos de New Nork en la Iglesia de Ntra. Sra. Del Rosario en Manhattan donde le rezan esta oración: “Oh Milagrosa Virgen de la Nube! Madre de Jesús y Madre nuestra bienvenida seas a esta tu casa; te saludamos con todo el afecto de nuestro corazón, quisiéramos que en este día ninguna acción nuestra te desagrade, quisiéramos honrarte como los ángeles te honran en el cielo, alabarte y bendecirte con todos los justos, y servirte con la fe y devoción de tus verdaderos hijos. Madre misericordiosa suple nuestra pobreza y miseria. No somos dignos de que la Madre de Dios venga a nuestra casa. Señor y Dios nuestro nos arrepentimos de todo corazón. Perdónanos Señor, y haznos dignos de las misericordias y bendiciones de María, tu Madre Santísima. Bendita Virgen de la Nube, pon remedio a las necesidades de nuestra; aleja de nosotros el odio, la impureza, la frialdad en el servicio y el apego a lo terreno. Danos acierto en nuestros negocios, éxitos en nuestras empresas; bendícenos en el trabajo, cúranos en las enfermedades, líbranos de los enemigos y danos la paz del corazón. Socórrenos en la pobreza y consuela nuestras penas. Te consagramos toda nuestra casa con todo lo que hay en ella: nuestros padres, nuestros hijos, nuestros esposos y esposas y de todos nuestros bienes sean desde hoy para siempre tuyos. Acógenos, oh piadosísima Virgen, bajo tu protección y amparo, para que venciendo al mundo, al demonio y a la carne, te podamos amar y servir en esta vida, y cantar tus alabanzas en la patria celestial. Amén”.

13 http://perso.wanadoo.es/religiosidadlima/virgendelanube.htm

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Merece también una especial mención la moderna novena elaborada al Señor de los Milagros14 por el obispo redentorista, director de Radio María en el Perú, Monseñor José Ignacio Alemany en la que incluye la síntesis de la historia de la advocación15 y un triduo en honor a Nuestra Señora de la Nube. VII. APÉNDICE: Relato del historiador Federico González

Contamos también con una amplia descripción por parte del gran historiador ecuatoriano Federico González Suárez, 1844-1917 en su obra: Historia general de la República del Ecuador, 370-373:

“En aquella época había en Quito la devota costumbre de rezar públicamente, por las tardes, el rosario casi todos los días de la semana, saliendo en procesión de los conventos y de la Catedral, y recorriendo algunas de las principales calles de la ciudad; por un auto el ilustrísimo señor Figueroa no sólo aprobó, sino que reglamentó esta práctica, designando un día de la semana para cada convento, y el domingo para la Catedral. El presidente don Mateo de la Mata acudía todas las tardes a tomar parte en esta devoción y, pospuesto todo respeto humano, se mezclaba entre los fieles y daba ejemplo de fervor; la piedad del Presidente sirvió de estímulo a muchas otras personas graves y autorizadas, y los rosarios fueron cada día más devotos y concurridos. De esta costumbre ha quedado memoria entre nosotros, con el recuerdo de un cierto suceso maravilloso que acaeció en la tarde del día 30 de diciembre de 1696. Salió la procesión aquel día de la Catedral, a la hora acostumbrada: era un día domingo. El obispo Figueroa se hallaba agonizante, con pulmonía, desahuciado de los médicos y recibidos ya los últimos sacramentos; dos días antes, el viernes 28 de diciembre, se había traído de Guálupo a la Catedral la santa imagen de la Virgen de Guadalupe, y se había comenzado una novena para alcanzar la vida y la salud del Prelado; aquella tarde la concurrencia al rosario fue más numerosa, porque el Provisor había mandado que la rogativa se hiciera pidiendo a la Virgen la vida del Obispo. Llegó la procesión al atrio de San Francisco; diose, con una campanilla, la señal convenida para indicar que estaba completa una decena de avemarías; púsose de rodillas todo el concurso, y los cantores principiaron elGloria Patri, cuando, levantando la voz un clérigo, comenzó a exclamar: ¡¡¡La Virgen!!! ¡¡¡La Virgen!!! A los

14 Historia y Novena al Señor de los Milagros, Lima 2004, 32 pp. 15 NAVAS, J. de D., Guálupo y su santuario, Quito 1926.

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gritos del sacerdote, volvieron todos la vista hacia el punto del cielo que él señalaba con el dedo; eran casi las cinco de la tarde, el aire estaba sereno, y al lado del Oriente, destacándose sobre el límpido azul del firmamento, asomaba una imagen gigantesca de la Santísima Virgen, formada como de una nube blanquísima y resplandeciente, suspendida entre el cielo y la tierra; alcanzábanse a percibir distintos los rasgos del rostro, un tanto inclinado hacia el Divino Niño, que sostenía con el brazo izquierdo, mientras en el derecho, extendido, llevaba a manera de cetro uno como ramo de azucenas... La aparición se mantuvo en el aire por algunos segundos, y desapareció, así que comenzaron a entonar de nuevo los cantores la salutación angélica. Gozaron de la vista de tan inesperado espectáculo cuasi todos los que formaban parte de la procesión; otros preguntaban: « ¿Dónde está la Virgen?», y con la vista escudriñaban el cielo, pero no distinguían nada. Por algunos instantes se interrumpió el rezo y la procesión; las exclamaciones de admiración fueron tantas que al ruido vinieron a prisa muchos curiosos, averiguando qué había sucedido; y la sorpresa, el asombro y el júbilo tenían como fuera de sí a los que con la maravillosa visión habían sido regalados.

Para que se conservara la memoria de este suceso, el provisor y vicario general que lo era, el doctor Don Pedro de Zumárraga, entonces canónigo doctoral de Quito, sacerdote versado en ciencias eclesiásticas, instruyó un proceso con declaraciones juradas de todas las personas más discretas que habían visto la aparición. El Obispo principió a convalecer desde aquella misma hora, y no solamente recobró la salud, sino que vivió todavía seis años más; y, en testimonio de gratitud y reconocimiento, edificó un altar a la Madre de Dios en la Catedral, y puso allí una imagen votiva, a la cual el pueblo piadoso comenzó a invocar, apellidándole Nuestra Señora de la nube”.

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1. Cristo de los Milagros.

2. Virgen de la Nube.