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    Ftbol y violencia:las razones deuna sin razn1

    Fernando Carrin MenaEditorialista del diario Hoy, Presidente de OLACCHI,Director del programa Futbologas de Radio Quito yAcadmico de FLACSO

    [email protected]

    El ftbol es la continuacinde la guerra por otros

    medios. Annimo

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    1.Introduccin.

    El conflicto es consustancial al ftbol, porque encarna una

    disputa entre dos bandos que buscan la victoria por todos

    los medios a su alcance. Pero esta disputa no siempre es

    pacfica, tanto que el juego est impregnado por la incor-

    poracin de los principios, categoras y leguajes de la gue-

    rra. All la estrategiay la tcticacomo organizadores pacficos

    del conflicto. El disparode misiles, la existencia de bombazos,

    el cobro de tiroslibres y la falta mxima de un penal. Un juga-

    dor potente es el tanque Hurtado, si tiene un tiro fuerte ser

    el CaoncitoPeaherrera o si el defensa es recio tendremos

    al Bam BamHurtado (Carrin, 2008).

    Hoy llama la atencin la violencia en el ftbol; sin embar-

    go, es necesario retrotraernos en el tiempo para compren-der cmo fueron de brutales los inicios de este deporte. Al

    origen fue considerado como un mecanismo para batir y

    aniquilar al enemigo, porque ese era el sentido de las vic-

    torias; tan es as que en Inglaterra, la primera pelota utili-

    zada para jugar ftbol fue la cabeza de un soldado romano

    muerto en batalla2. Tan brutal y sangrienta fue esta prctica

    que se lleg a prohibirla en varios momentos y lugares.

    La creciente aceptacin del ftbol y el aumento de la vio-lencia reinante condujo a una disyuntiva: su prohibicin,

    como muchas voces propugnaban, o la introduccin de

    un mecanismo civilizador para procesar pacficamente el

    conflicto; en otras palabras, entender y concebir el ftbol

    como la guerra, pero desarrollarlo por medios pacficos. Y

    esto ltimo es lo que ocurri, mediante la emergencia de

    cuatro componentes que se han ido perfeccionado en el

    tiempo: la creacin de una institucionalidad que vele por

    la justicia (Federacin Internacional de Ftbol AsociadoFIFA), la creacin de una normativa (las famosas 17 reglas),

    la creacin de un juez para imponer las reglas (el rbitro) y

    la creacin de la poltica anti violencia (fair play).

    2.La violencia del f tbol

    La violencia es concebida a partir de una relacin particu-

    lar del conflicto (Carrin, 2009), que nace de una complejaconstruccin social y poltica (Sozzo, M. 2008) en un territorio y

    en un tiempo especficos. Una afirmacin de este tipo nos

    lleva a comprender las violencias como consecuencia de la

    interaccin de mltiples actores directos e indirectos, his-

    tricamente constituidos. De all que la violencia no sea

    una sino mltiple porque la conflictividad es plural y, por

    1 Trabajo realizado con el apoyo de Antonio Villarreal.2 Cuenta la leyenda que la primera pelota utilizada en Inglaterra, pas al que se atribuye

    la paternidad del moderno ftbol, fue la cabeza de un soldado romano muerto en la batalla

    del ao 55 antes de Cristo, en la que los bretones expulsaron a las huestes de Julio Csar.

    En el mismo pas se relata tambin que la leyenda de la cabeza impulsada por el empeine

    parte de los martes de Carnaval de Chester y su antecedente fue el crneo de un vikingo

    tambin muerto en batalla. (Carda Candau, Julin, 1996).

    La creciente aceptacin delf tbol y el aumento de la violencia

    reinante condujo a una disyuntiva:

    su prohibicin o la introduccinde un mecanismo civilizador

    para procesar pacfcamente elconicto. Y esto ltimo es lo que

    ocurri, mediante la emergencia

    de cuatro componentes que

    se han ido perfeccionado en

    el tiempo: la creacin de una

    institucionalidad que vele por

    la justicia, la creacin de una

    normativa (las famosas 17 reglas),la creacin de un juez para

    imponer las reglas y la creacin

    de la pol tica anti violencia.

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    tanto, que el conjunto de ellas se encuentren vinculadas

    entre s.

    De esta manera es factible encontrar varias violencias,

    cada una de las cuales tiene lgicas particulares. As, por

    ejemplo, tenemos la violencia comnque se caracteriza por

    que se produce en un lugar comn, porque es general y por-que erosionan el sentido de ciudadana (derechos y debe-

    res). La violencia juvenilque viene de las relaciones entre las

    diferencias generacionales de los distintos grupos etreos

    y de sus construcciones identitarias. La violencia de gnero,

    que se desarrolla por las asimetras de poder en la rela-

    cin entre los sexos.La violencia urbanaque nace de la den-

    sa concentracin espacial de las heterogeneidades y de la

    satisfaccin desigual de las necesidades bsicas (Carrin,

    F., 2010).

    Por ello es factible encontrar una violencia especfica al-

    rededor del ftbol, que bien podra definirse como la vio-

    lencia del ftbol (simblica y fsica), nacida del conflicto que se

    presenta entre los contendientes, cada uno de los cuales

    tiene un yo incluyente, en el que estn los deportistas, los

    seguidores3, los medios, los auspiciantes y los dirigentes,

    gracias a la disputa de los universos simblicos que repre-

    sentan los equipos. Por eso la alteridad es inaceptable, entanto el otro se convierte en el enemigo a aniquilar aun-

    que, paradjicamente, sin esa misma alteridad es imposi-

    ble construir su propia identidad.

    Si bien la violencia es plural, tambin es cambiante, por-

    que es histrica y porque tiene historia. La violencia par-

    ticular del ftbol no se escapa a esta realidad; tan es as

    que la institucionalizacin del ftbol bajo las cuatro con-

    sideraciones sealadas produjo un cambio histrico enel deporte, tanto que esa coyuntura qued signada como

    de la fundacin, gnesis o nacimiento del ftbol moderno.

    Pero tambin se debe resaltar que desde este momento

    fundacional se inicia un proceso civilizatorio de esta prc-

    tica deportiva, que tiene varias coyunturas o momentos

    histricos identificables a lo largo del tiempo. La violen-

    cia del ftbol tiene cuatro formas a travs de las cuales se

    expresa, cada una de las cuales tiene caractersticas espe-ciales y momentos especficos. As se puede decir que se

    inicia con la violencia en la cancha, que proviene de la propia

    lgica y esencia del ftbol y que acta de forma centrfuga;

    sigue con la violencias de los estadiosque est relacionada a los

    seguidores de los equipos; contina con la violencia en los

    bordesque se produce en las inmediaciones de los estadios

    3 Rara vez el hincha dice: hoy juega mi club. Ms bien dice: hoy jugamos

    nosotros. (.) cuando el parido concluye, el hincha, que nos se ha movido de

    la tribuna, celebra la victoria: qu goleada les hicimos, qu paliza les dimos, o

    llora su derrota, otra vez nos estafaron, juez ladrn. (Galeano, 1995). Es curio-

    so: slo juegan once, pero sus hazaas, sus fracasos, sus derrotas, sus victorias,

    su buen o mal juego, sus goles marcados y encajados, su posicin en la tabla,

    sus lesiones... nos atribuimos todos los acionados (Goi Zubieta, Carlos).

    En 1888 hubo 23 jugadoresmuertos, 30 piernas fracturadas,

    9 brazos rotos, 11 clavculas

    partidas y 27 lesiones de diversaconsideracin. En 1889 fueron

    22 los muertos, y 138 los heridosy un ao despus la cifra de fa-

    llecidos fue de 26 y la de heridos

    150 . (Garca Candau).

    La violencia del f tbol tiene cuatroformas a travs de las cuales se

    expresa la violencia en la can-cha la violencias de los esta-dios la violencia en los bordes

    y la violencia que se produce

    en la sociedad en general

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    a la manera de un desborde hacia la ciudad; y finalmente,

    la violencia que se produce en la sociedad en general por

    fuera de la prctica deportiva pero que saca provecho del

    ftbol, a la manera de una dinmicacentrpeta.

    3.La violencia en la cancha

    En 1888 hubo 23 jugadores muertos, 30 piernas

    fracturadas, 9 brazos rotos, 11 clavculas partidas y

    27 lesiones de diversa consideracin. En 1889 fueron

    22 los muertos, y 138 los heridos y un ao despus

    la cifra de fallecidos fue de 26 y la de heridos 150.

    (Garca Candau).

    La violencia en la canchaes la que proviene de la propia esen-

    cia de la prctica del ftbol que se despliega en el campo

    y en los 90 minutos de juego4 es en la actualidad aisla-

    da, a pesar de tener una lgica explcita: el conflicto por

    la disputa de los diferentes universos simblicos y por las

    caractersticas especiales de ser un deporte de contacto y

    friccin. Adicionalmente hay que tener en cuenta el con-

    texto: lo que representan socialmente en trminos de las

    regiones o los grupos5, las presiones econmicas de los

    sponsors6y la presencia de los medios de comunicacin,

    con todos los ojos del mundo puestos sobre ellos.

    La violencia en el campo de juego tiene como actores a

    los jugadores, entrenadores, rbitros, dirigentes y cuerpos

    tcnicos, actores directos del espectculo, y se concreta a

    travs de las confrontaciones verbales, simblicas y fsi-

    cas que se hacen totalmente visibles, porque sta mani-

    festacin de violencia es la ms reproducida por los me-

    dios de comunicacin. En el caso del ftbol ecuatoriano,por ejemplo, las imgenes de la gresca del partido entre

    Liga de Quito y Barcelona, ocurrida en el 2006, fueron re-

    producidas una y otra vez por la avidez de las hinchadas,

    convertidas en rating por la televisin. En este caso el pro-

    cesamiento de la violencia por la prensa fue muy intere-

    sante: los medios serranos defendieron a Agustn Delgado

    y los costeos lo condenaron. Sin embargo, si el partido se

    hubiera jugado en Guayaquil aos antes, cuando Delgado

    jugaba en el Barcelona y los hechos de violencia hubieran

    sido los mismos, el comportamiento de la prensa hubiera

    sido inverso. Pero an ms, si Delgado hubiera jugado por

    la seleccin en un partido contra el Per, el Tin Delgado

    hubiera sido considerado un hroe nacional.

    4 El tiempo y el espacio sealados son una metfora, porque los partidos se juegan en la

    mesa (por arriba y por abajo) y duran ms de lo noventa minutos segn la importancia del

    partido y lo ocurrido en l. La nal del mundial de 1958 que produjo el maracanazo:,

    an cuando muchos de sus jugadores ya han fallecido se sigue jugando hasta ahora.5 Mientras en Inglaterra la violencia del ftbol se nutre del simbolismo religioso, en Ar-

    gentina o Israel lo hace de la poltica, en el Ecuador o Espaa de la huella regional, en Ro

    de Janeiro o Montevideo de la estructura barrial, Colombia en el lavado de activos y en

    Honduras o Guatemala por la presencia de las maras.

    6 La nal del mundial de Francia se dijo que no fue entre Brasil y Francia, sino entre

    Reebock y Adidas, as como la presin de esta segunda para que Ronaldo jugara bajo

    condiciones fsicas y de saludad deplorables.

    Aqu viene al caso lo ocurrido cuando Zinedine Zidane le

    propin un fenomenal cabezazo en el pecho a Marco Mate-

    razzi, en la final del Mundial de Ftbol del ao 2006, entre

    Francia e Italia. De la reaccin de Zidane se han despren-

    dido consideraciones tnicas, migratorias e histricopol-

    ticas, que condujeron a que Francia condene a Materazzi y

    Zidane sea considerado un hroe nacional por escritores,

    comentaristas deportivos, futbolistas e, incluso, por el pro-

    pio presidente de Francia de ese entonces, Jacques Chi-

    rac. Y con esa jugada de cabeza se despidi del mundo del

    ftbol un jugador cerebral, dejndonos para siempre ese

    cabezazo en la memoria. Es decir, que en el ftbol como en

    la vida, la violencia es relativa y eso lo saben muy bien los

    medios de comunicacin.

    Pero tambin hay que sealar que la violencia en la canchaha sido prcticamente desterrada, gracias al proceso civili-

    zatorio seguido por la institucionalidad de la FIFA y las po-

    lticas pblicas, lo cual no significa que haya desaparecido

    del todo, porque siguen existiendo casos aislados. No hay

    que olvidarse que se trata de un deporte de contacto, de

    friccin y de conflicto, que nace de la confrontacin entre

    desiguales7; aunque si debe quedar claro que esta violen-

    cia inicial ha sido histricamente superada.

    4.La violencia de los estadios.

    La emergencia de las barras bravas represent la mi-

    litarizacin del hincha del ftbol (Duke y Crolley).

    El control parcial de la violencia en las canchas no ha sig-

    nificado su desaparicin sino un desplazamiento expansi-

    vo hacia otros espacios, como es la llamada violencia de los

    estadios. De esta manera se percibe el trnsito de la violen-

    cia de los jugadores en la cancha hacia las gradas, donde

    estn los espectadores; es decir, de los futbolistas a los

    seguidores, inscrito en el hecho histrico de la transicin

    del ftbol deporte hacia el ftbol espectculo8.

    En este momento nace el estadio, en tanto recinto depor-

    tivo que diferencia claramente los graderos que albergan a

    los aficionados y la cancha donde actan los deportistas9.En el espacio de las gradas, como espacio de afirmacin

    colectivo, se encuentran grupos antagnicos que llevan a

    cabo batallas con violencia simblica (seales, cnticos,

    letreros) y con violencia fsica (golpes, disparos, grescas)

    muy particulares. All se ubica el robo y posterior quema

    de banderas, el arrebatamiento de bombos u otros instru-

    7 Por eso mismo, un partido de ftbol se lo dene y publicita como una confrontacin.8 Por eso se desarrolla la llamada violencia de los estadios que es una fase superior a la

    violencia del ftbol.

    9 Tan diferentes son los dos espacios el de la cancha y el de las gradas que en muchos

    estadios del mundo se pusieron barreras infranqueables, con fosas o con mallas, para que

    la violencia de las gradas no llegue a la cancha.

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    mentos simblico, los canticos al unsono que intentan ca-

    llar o someter a la otra barra con temas que recuerdan las

    derrotas memorables y los afectos vergonzosos del equipo

    rival y claro, tambin, la gresca y la trifulca con funestas

    consecuencias.

    Los espectadores crecen en nmero y en pasin, al gradode hacerse parte del ftbol y de llenarse de sociedad. Los

    universos simblicos de los equipos se construyen en la

    lgica de la relacin sociedad y ftbol, porque la identidad

    es algo propio que se consolida en la confrontacin, tan es

    as que por ejemplo en un clsico local, la representa-

    cin de la revancha social es entre equipos que represen-

    tan a los ricos y a los pobres; y en un clsico nacional, es

    la expresin de los conflictos regionales o urbanos; siendo

    en los dos casos partidos generalmente calificados de altoriesgo10.

    El hincha con espritu gregario no razona sino se apasio-

    na, tanto que es solidario con los suyos y agresivo con los

    otros; por eso lo nico que le interesa es aplastar al adver-

    sario. Con esta pasin llegan a otro nivel las hinchadas,

    asumiendo los nombres de barras bravas en Argentina,

    hooligans en Inglaterra, ultras en Espaa, torcedores en

    Brasil y teppiste en Italia, que son los nombres de este tipode hinchadas violentas y, cuando lo hacen, es la palabra

    que los nombra la que les da carta de nacimiento11. Esta

    nueva expresin que adopta la hinchada nace alrededor de

    la dcada de los aos sesenta y se desarrolla con fuerza

    desde los aos ochenta12.

    El salto de espectador o hincha hacia barra bravaproduce

    un incremento de la violencia gracias, entre otras razones,

    a cuatro factores:

    Las barras bravas son el resultado de la evolucin del

    hincha, considerado un seguidor pasivo, espontneo

    y entusiasta del equipo, hacia su conversin en fan-

    tico, apasionado y adicto, que salta de una persona

    aislada a otra que tiene socialmente fidelidad. Se tra-

    ta de la construccin de una organizacin que le da

    estabilidad a su insercin y que le sirve para mediar

    con el club, recibir auspicios privados y confrontarse

    con otras barras provenientes de otros equipos. En

    10 All estn los ms sonados: Boca Junior y River Plate en Buenos Aires; Fluminense y

    Flamengo en Ro de Janeiro; Barcelona y Emelec en Guayaquil; Internacional y Miln en

    Miln y Real Madrid y Atltico de Madrid en Madrid. Pero tambin cuando los torneos

    se hacen nacionales y la urbanizacin del pas tiene varias ciudades, se tiene clsicos ter-

    ritoriales: Real Madrid y Barcelona en Espaa; Liga y Barcelona en Ecuador; Amrica y

    Guadalajara en Mxico, entre otros.

    11Por eso las barras empiezan a tomar nombres explcitos con los cuales se reconocen:

    Muerte Blanca, Boca del Pozo, Marea Roja, entre otras. 10 Desaparece en esta denicin

    el contrato emocional con el club y los colores, para ser reemplazado por un contratoeconmico (Alabarces, 57, 2004)

    12 En el Ecuador nace este fenmeno en este siglo; es decir, algo poster ior a lo que ocurre

    en otros pases. Lo interesante es que a partir de este momento se puede armar que la

    violencia del ftbol entra bajo la forma de la violencia moderna: organizacin, economa,

    internacionalizacin y tecnologa.

    cuando Zinedine Zidane lepropin un fenomenal cabezazo

    en el pecho a Marco Materazzi,

    en la fnal del Mundial de Ftbol

    del ao 2006, entre Francia e

    Italia. De la reaccin de Zidane sehan desprendido consideraciones

    tnicas, migratorias e histrico

    polticas, que condujeron a que

    Francia condene a Materazzi

    y Zidane sea considerado unhroe nacional por escritores,

    comentaristas deportivos,

    futbolistas

    La emergencia de las barrasbravas represent la militarizacin

    del hincha del f tbol (Duke y

    Crolley).

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    esto los medios de comunicacin juegan un rol cen-

    tral porque los visibilizan (propaganda) y los convier-

    ten en actores del ftbol (interpelan).

    La potenciacin de las barras bravas va a la par del

    aparecimiento y desarrollo de las pandillas o tribus

    juveniles: las jefaturas y los anillos que forman partetienen mucho de las organizaciones militares: autori-

    tarias y jerrquicas; as como su estructura y prcticas

    no son muy distintas a las que tienen las pandillas

    juveniles.

    La internacionalizacin del ftbol requiere del des-

    plazamiento de las hinchadas, produciendo la circula-

    cin internacional de la xenofobia, el nacionalismo, el

    racismo, el chauvinismo; as como el intercambio deinformacin entre las barras visitantes y locales, que

    luego actan en red gracias al internet. Las hinchadas

    se convierten en el complemento de autodefensa que

    los equipos requieren para sus movimientos. All nace

    la necesidad de financiar su desplazamiento, consti-

    tuyndose esta economa de la hinchada, que se nutre de

    fuentes santas, y non santas13.

    El establecimiento de relaciones perversas de las ba-rras bravas con dirigentes, jugadores, cuerpo tcnico,

    jueces, medios de comunicacin, polticos y sponsors

    (auspiciantes), muestran que actan como actores del

    espectculo deportivo, de la organizacin del club y

    de la defensa del equipo de ftbol en sus viajes. En

    otras palabras, se hacen parte de la estructura del club

    y se convierten en un mal necesario: aparecen en lo

    que interesa que aparezcan y se las esconde cuando

    la violencia aflora; por eso la violencia no aflora en laestadstica, en la justicia y, cuando es difcil esconder-

    la, se recurre a los chivos expiatorios o a los llamados

    infiltrados14.

    En el pas estaramos entrando en un cambio histrico: de

    hinchada a barra brava, donde tres actos violentos mues-

    tran este quiebre. Primero, en el 2006, en el clsico Emelec

    y Barcelona, se registraron cuarenta heridos como conse-

    cuencia de los enfrentamientos entre grupos violentos de

    las dos hinchadas y contra las cabinas de transmisin del

    partido, en el estadio George Capwell. Segundo, en el 2007,

    Carlos Cedeo, un nio de 11 aos e hincha de Emelec, fa-

    llece luego de ser impactado por una bengala que sali de

    la barra de Barcelona, en su estadio15. Y tercero, en el 2009,

    13 Desaparece en esta denicin el contrato emocional con el club y los colores, para

    ser reemplazado por un contrato econmico (Alabarces, 57, 2004)

    14 Las barras bravas no existiran si no contaran con el apoyo o la complicidad de losdirigentes del club que las usan para forzar el retiro de un director tcnico, presionar el

    contrato de algn jugador, o para apoyar su propia candidatura a la presidencia del club.

    (Sebreli Juan Jos, 1995).

    15 La complicidad de los dirigentes fue evidente: las bengalas las tenan como siempre

    en los interiores del estadio desde varios das antes que se juegue el clsico, de tal manera

    que la polica no poda detectarlas al ingreso de la barra el da del partido.

    un hincha de Nacional de Quito, fue apualado por la barra

    de Liga de Quito, hasta su muerte, en las inmediaciones del

    estadio en Ponciano16 .

    De esta manera, las barras de ftbol tienden a convertirse

    ms en organizaciones con estructuras mafiosas, con cabe-

    cillas buscados por la polica, asociadas al trfico de drogasy al comercio de bienes irregulares, cmplices en muchas

    ocasiones de procesos de extorsin en contra de los fut-

    bolistas, todo lo cual provoca, ms temprano que tarde,

    asesinatos de rivales, posesin y uso perverso de armas de

    fuego y batallas campales entre hinchadas. Pero adicional-

    mente genera una exacerbacin y polarizacin que fractura

    el universo social, no solamente entre ricos y pobres, sino

    tambin entre hinchas de un equipo e hinchas de otro o de

    una ciudad y otra; o de una regin u otra.

    5.La violencia en los bordes: fuera de lugar

    La violencia en los bordescoincide con el incremento de la vio-

    lencia a escala planetaria, con lo cual se producen mutuas

    interacciones entre la violencia general y la del ftbol en

    particular. La violencia se territorializa, porque ocurre en al-

    gn lugar y porque la violencia del ftbol, ms que ninguna

    otra, tiende a connotar el espacio con cargas simblicas e

    imaginarios sociales.

    Por eso la violencia de los estadios es una violencia territo-

    rial, que con el paso del tiempo creci significativamente,

    al grado de hacerse brutal y extremadamente visible. Por

    eso, en el momento de mayor auge de de las barras bravas

    la de los hooligans17 la Sra. Margaret Thatcher, Primera

    Ministra del Reino Unido, hizo una propuesta para detenerla violencia, acogiendo el llamado Informe Taylor: todos

    sentados (asientos numerados), todos identificados (asien-

    to para el que compra), todos separados (los visitantes y

    los locales en espacios distintos) y todos vistos (cmaras

    de video).

    Con ello la violencia de los estadios se control relativa-

    mente, al extremo que sali de los estadios y se volc sobre

    los territorios contiguos; porque siempre las polticas deshock en violencia producen desplazamientos, porque no

    actan sobre las estructuras que las generan.

    Por esta razn, la violencia desborda los estadios, genera-

    lizndose desde las inmediaciones del estadio hacia la ciu-

    dad, sobre todo en aquellos pases donde el ftbol nace por

    iniciativa de una ciudad (Cuenca, Getafe, Liverpool), por la

    16 La violencia del ftbol produce una muerte que jams ser resuelta(Alabarces, 21,

    2004). La impunidad en la violencia del ftbol es mucho ms alta que en las otras vio-

    lencias.

    17 Los hooligans ingleses estn tan institucionalizados que ya poseen en Carslile, al norte

    de Inglaterra, un cementerio donde son enterrados en atades pintados con los colores de

    su equipo. (Sebreli, 1998)

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    rivalidad barrial18 o por la organizacin institucional19 . En

    la confrontacin con otro equipo con un origen similar o

    distinto, se construye el escenario de la rivalidad y de la

    violencia, de forma ubicua; en este proceso los medios de

    comunicacin aportan mucho, porque construyen el paso

    histrico de espectador a la tele audiencia (consumos cul-

    turales); pero tambin la camiseta, cuando pasa de la in-

    signia que sirve para distinguir a los equipos en la cancha

    a vitrina ambulante que camina por la ciudad, se convierte

    en estatus, marca e identidad que invade el espacio p-

    blico, bajo la forma de una toma de posesin del territo-

    rio, que termina por extirpar al otro. Los hinchas tienden a

    apropiarse de los espacios, para lo cual la camiseta, la ca-

    minata y el grafitti son marcas claves del dominio logrado.

    El estadio donde juega de local es el centro simblico es-pacial por excelencia. Sus inmediaciones son parte del te-

    rritorio demarcado, como hacen los perros para impedir la

    entrada de un enemigo, que hay que defenderlo a como d

    lugar: en este caso no hay una disputa del espacio, sino

    una defensa de la soberana territorial; por eso el hincha

    del equipo visitante es visto como invasor. Ms significa-

    tivo es el caso de los estadios que estn enclaustrados en

    su barrio, porque eso implica una defensa an ms signi-

    ficativa del territorio; porque el estadio es una marca dememoria, de simbologa y de afirmacin del conjunto del

    barrio. La caravana anual de la Liga o el salir del barrio la

    Victoria caminando para acompaar a Alianza Lima, son

    formas de llegar al estadio rompiendo con la territoriali-

    dad ajena, afirmando su existencia pica y convocando a la

    presencia de la derrota del adversario. Por eso la entrada

    al estadio cuando el partido ha iniciado es una forma de

    provocacin y, todava ms, es una seal de haber llegado

    con la espada de Excalibur.

    La guerra no se libra solamente en la cancha, bajo el con-

    trol arbitral, sino tambin a la salida del estadio, entre las

    turbas descontroladas que buscan enfrentarse luego del

    partido. Con mucho ms razn si hemos perdido, porque

    es en este campo del honor que se busca la reivindicacin

    del mal arbitraje o del mal partido de los jugadores o de la

    mala alineacin hecha por el entrenador.

    En otras palabras, la violencia de la sociedad, la tpica delftbol y las polticas de regulacin de la violencia en los

    estadios, produjo la reubicacin de la violencia hacia otro

    escenario: las inmediaciones de los estadios y la ciudad.

    Hoy la violencia est en las afueras de los estadios, donde

    se confunde la violencia del ftbolcon la violencia de la so-

    ciedad. Con ello la violencia del ftbolsufre un segundo des-

    De esta manera, las barras

    de f tbol tienden a convertirsem s en organizaciones con

    estructuras mafosas, con

    cabecillas buscados por la polica,asociadas al trfco de drogas y

    al comercio de bienes irregulares,cmplices en muchas ocasiones

    de procesos de extorsin en

    contra de los futbolistas

    El estadio donde juega delocal es el centro simblico

    espacial por excelencia. Sus

    inmediaciones son parte del

    territorio demarcado, como hacenlos perros para impedir la entrada

    de un enemigo, que hay que

    defenderlo a como d lugar: en

    este caso no hay una disputadel espacio, sino una defensa

    de la soberana territorial; por eso

    el hincha del equipo visitante es

    visto como invasor.

    18 A manera de ejemplo: en Buenos Aires con River Plate del barrio de Nez, en Lima

    con Alianza Lima del barrio de la Victoria y en Ro de Janeiro del barrio Botafogo; entremuchos casos.

    19 El Caso de Ecuador es interesante en este sentido: las universidades dan origen a los

    clubes (Catlica, Liga, Tcnico Universitario), los municipios de las ciudades intermedias

    los promocionan (Cuenca, Manta, Imbabura), las Fuerzas Armadas dan nacimiento a los

    equipos (Nacional, ESPOLI) y la empresa Privada hace lo propio (Emelec, Filanbanco),

    con lo cual se construye los universos simblicos de la disputa: militares vs universitarios;

    serranos vs costeos; cuencanos vs imbabureos..

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    plazamiento: si el primero fue de la cancha a los graderos,en este caso es de los graderos (violencia de los estadios)hacia la calle, hacia el espacio pblico, hacia la ciudad.

    6.La violencia hacia el f tbolCmo la violencia del ftbol se expande y la violencia de lasociedad crece, histricamente tienden a encontrase. Lasrepresentaciones simblicas de los equipos vinculados alas religiones, a la poltica, a las instituciones, a las regio-nes o a las ciudades ya son una forma en que lo social ylo futbolstico generan un espacio comn. A nivel de lashinchadas, sin duda el fenmeno de las pandillas no esmuy distante ni tampoco distinto a las barras bravas. Conla mercantilizacin extrema del ftbol, se convierte en unsector de la economa donde los actores directos tienen in-gentes recursos econmicos y los exponen pblicamentecon mucha bomba.

    Las violencias alrededor del ftbol tiene varias dimensio-nes: las dinmicas delincuenciales hacia los jugadores, di-rigentes y allegados al ftbol dada la condicin de figuraspblicas confrontadas y con altos ingresos expuestos os-

    tentosamente se producen agresiones fsicas y simbli-cas. As tenemos los secuestros en Argentina, Brasil y Mxi-co, entre otros20; las vacunas que deben pagar los jugadoresa las organizaciones de extorsin a cambio de su seguridad;las presiones de las barras a determinados jugadores, en-trenadores y dirigentes para que entreguen dinero con elobjeto de acompaar a su equipo al exterior; caso contra-rio, amenazan con crear un ambiente negativo, que en mu-chos casos han sido causantes de despidos de futbolistas oentrenadores y, tambin, de atentados criminales (Bolaosen Ecuador, Habergger en Argentina21).

    Para nadie es desconocida la penetracin del narcotrficoen el ftbol, principalmente en el mbito del lavado de di-nero; pero tambin estn el mundo de las apuestas deporti-vas, el coyoterismo, el cambio de nacionalidades, el mercadode pasaportes, el ingreso fraudulento de personas a otrospases y el mundo de la farndula, no son extraos a esta

    realidad.

    En otras palabras, el mbito de influencia de la violenciaen el ftbol es una realidad y debe ser comprendido en sudimensin integral; mucho ms si el futbolista ha construi-do una imagen de xito personal alrededor de este deporte,lo cual le ha conducido a un grado de alta vulnerabilidad.

    All los casos ms emblemticos: Salvador Cabaas recibi

    varios disparos en su cabeza al interior de un bar en Mxico

    o el de Andrs Escobar, que cometi un autogol en el mun-dial de EEUU que le signific su muerte o el de Hernn G-mez (Bolillo) que recibi varios disparos en la cafetera deun hotel en Guayaquil o el caso de Garrincha que lo matel alcoholismo.

    Hechos de estas caractersticas ejecutados contra unhombre pblico e dolo de la aficin causa conmocin,produce preocupacin ciudadana, genera clima interna-cional poco favorable al pas y construye una percepcinde inseguridad generalizada; al extremo que podra decirseque se trata de un magnicidio. Este trmino originalmente re-servado para designar el asesinato de un jefe de gobierno,posteriormente para describir los atentados a ciertos refe-rentes polticos (Jorge Elicer Gaitn), religiosos (El Papa),

    sociales (Mahatma Gandhi); en la actualidad pueden serconsiderados para interpretar las agresiones a los msicos(Michel Jackson?) y a los deportistas, por las masivas ad-hesiones y las identidades que generan.

    Uno de los problemas ms graves en el ftbol tiene que vercon las manifestaciones racistas o xenfobas que vienen dela sociedad y se integran con fuerza en el ftbol, sobre todoa partir de dos procesos interrelacionados: la descoloni-

    zacin en frica y Asia, as como la difusin del ftbol poresas zonas bajo la lgica de su universalizacin. Con elloentran los afros descendientes gracias a la importacin defutbolistas hacia Europa disputando espacios laborales,pblicos y de exposicin. All los salarios desiguales, loscnticos en los estadios y el relato del periodismo deporti-vo, entre otros22.

    La internacionalizacin del ftbol lleg temprano al futbol,

    hacindole de la mano de la aviacin y la televisin, ascomo de las polticas de la propia FIFA en el contexto dela descolonizacin. Esto es la GOLBALIZACION como rea-lidad anterior a la llegada de la globalizacin. En el ftbolel dinero fluye con las barras bravas, con los medios de co-municacin, con los sponsors, con los modelos de gestin,con la reventa de entradas, con los negocios ilcitos de laindumentaria deportiva, con la distribucin de droga y conel lavado de dinero, que van ms all de filiacin o simpata

    hacia un equipo. Con esta difusin generalizada del merca-do, el ftbol se nutre de los mercados ilegales hacindosefuncional con lo cual, nuevas formas de violencia llegan.

    7.Conclusiones y recomendaciones.

    Queda decir que en el campo de la violencia del ftbol nose ha podido disponer de un estudio serio que registre los

    hechos, analice las implicaciones y trate de interpretar las

    20 En Bolivia un equipo de ftbol fue secuestrado durante 7 horas (2011), con la nali -

    dad de llegar a un acuerdo respecto de donde debe jugar de local.

    21 Son pocos los tcnicos que se resisten a pagar la barra, y a estos les va mal, como a

    Jorge Habergger, que debi volverse a Bolivia por resistir a la extorsin de la barra de

    Boca y de Huracn (Sebreli. 62, 1998)

    22 Los ultras del Real Madrid se alimentan de ideas de la extrema derecha racista.

    Smbolos fascistas, construyen una idea de superioridad racial a partir de la pertenencia a

    su equipo, y agreden fsicamente no

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    manifestaciones violentas, porque adems estn envuel-

    tas en contextos regionalistas, homofbicos y xenofbicos.

    Hay un tipo de interpretacin que ve la violencia del ftbol

    como un reflejo de la violencia de la sociedad y otro an

    ms sencillo: son casos aislados, no estructurales, que son

    originados por antisociales, generalmente infiltrados.

    Tampoco se ha podido contar con trabajos que analicen

    las relaciones, muchas veces perversas y clientelares, entre

    hinchadas y dirigencia, ni con estudios que incluyan al ft-

    bol como uno de los factores decisivos en el terreno polti-

    co. Pero tampoco hay estudios respecto del funcionamien-

    to de los mercados ilegales en el ftbol, por la presencia

    de dineros en el financiamiento de clubes o en la compra

    de jugadores23o en la trata de personas24; como tambin el

    festival de nacionalizaciones, cambios de edad o adultera-cin de documentos con la finalidad de obtener beneficios

    econmicos y deportivos.

    No existe estadstica respecto de los casos ocurridos en los

    estadios o fuera de ellos; as como tampoco respecto de

    la violencia al interior de los campos deportivos. Por ello

    no existen estudios que permitan desentraar lo que est

    ocurriendo y, mucho menos, lo que se debera hacer en

    cuanto a las polticas de seguridad en la institucionalidaddel ftbol, en los gobiernos locales y nacionales.

    Por eso lo que ha ocurrido es que se han copiada a medias

    o se han trasladado parcialmente los dos casos emblem-

    ticos: el informe Taylor de 1989 de Inglaterra y la propuesta

    de la Comisin Castrilli de principios de este siglo en Ar-

    gentina, que bsicamente plantean:

    A: Mejorar los estadios con la colocacin de asientos nu-

    merados, el aislamiento de las hinchadas locales de las

    visitantes, la eliminacin de alambrados o de fosos que

    separan la cancha de los graderos, el establecimiento de

    la evacuacin de los asistentes en no ms de 8 minutos

    mediante el diseo de rutas, accesos y salidas expeditas.

    B) Prohibir el consumo de productos psicotrpicos y con-

    trolar el consumo de alcohol dentro de los estadios, me-

    diante cupos por persona y el sealamiento de los lugares

    permitidos (no en los asientos). En el Ecuador esta medi-da es de difcil aplicacin porque ciertas bebidas auspician

    este deporte.

    C) Ubicar los sistemas de video vigilancia, impulsar el tra-

    bajo de inteligencia y la construccin de una polica espe-

    cializada en la violencia del ftbol.

    Con esta difusin generalizadadel mercado, el f tbol se nutre de

    los mercados ilegales hacindose

    funcional con lo cual, nuevasformas de violencia llegan.

    23 En estos ltimos aos han sido asesinados en el Ecuador varios dirigentes de clubes,en manos del sicariato, sin que las investigaciones de la polica hayan logrado aclarar los

    hechos.

    24Ya es ampliamente conocido el caso del coyoterismo que fue descubierto en los

    viajes de la seleccin nacional del Ecuador hacia el exterior o tambin como un ex

    rbitro con carnet FIFA; convertido en periodista deportivo de un canal de televisin,

    fue detenido en EEUU trasladando herona.

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    D) Disear un marco legal muy riguroso, en tanto se trata

    de una violencia particular que cae en el mbito de la segu-

    ridad ciudadana.

    E) Hay que transparentar lo que est oculto: en el ftbol

    como en la sociedad hay una economa formal y otra sub-

    terrnea; aunque desgraciadamente con crecimiento acele-

    rado de la segunda y con mucha hipocresa de la primera.

    Hoy los sponsors no se dirigen solo a los clubes sino tam-

    bin hacia las hinchadas, convertidas en actores privilegia-

    dos del espectculo, gracias a la televisin.

    F) Establecer un pacto pblico entre dirigencia, medios de

    comunicacin, empresa privada, barras y jugadores, sobre

    la base de actores transparentes y de rendicin de cuentas.

    G) Romper con el efecto realidadque producen los medios decomunicacin, con el periodismo vinculado y con la visin

    simplista del fenmeno. Se requiere un periodismo de in-

    vestigacin, para que la cobertura sobre la violencia en y

    fuera de la cancha no produzca una espectacularizacin de

    la violencia, como si este deporte careciera de pasin o de

    alguna manera estuviera incompleto sin ella.

    Estas acciones significan importantes adecuaciones de losestadios, que deben ser financiadas con crditos estatales

    y no con el incremento del precio de las entradas, para que

    no se produzca un recambio social de las hinchadas y una

    mutacin en los patrones culturales de participacin en

    los partidos. Porque siempre habr el peligro de que con

    estas medidas los hinchas se conviertan en espectadores

    controlados y disciplinados, alejados de la participacin en

    el partido; es decir, de la prdida de su condicin de actor.

    8. Bibliograf a

    Alabarces, Pablo (2009). Crnicas del Aguante: ftbol, vio-

    lencia y poltica, Ed. Capital Intelectual, Buenos Aires.

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    ciudad, en: Revista EURE, No 103, Ed. IEUT, Santiago.

    Carrin, Fernando, Editor (2008). La biblioteca del Ftbol

    Ecuatoriano, Ed. FLACSOIMQ, Quito.

    Galeano, Eduardo (1995). Ftbol; Sol y sombra

    Garca Candau, Julin (1996). pica y lrica del ftbol. Madrid:Alianza Editorial.

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