La viejita buena

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LA VIEJITA BUENA Autor: Carlos Eduardo Núñez Torres. La vida es bella, la vida es hermosa, es algo grande que Dios me ha dado y por eso siempre estaré feliz y valorare cada momento. Esto decía en cada mañanita al salir el primer brillo del sol Juanita, una anciana de 75 años de edad, que vivía en medio de un pequeño, pero muy bonito pueblo.

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LA VIEJITA BUENA Autor: Carlos Eduardo Núñez Torres.

―La vida es bella, la vida es hermosa, es

algo grande que Dios me ha dado y por

eso siempre estaré feliz y valorare cada

momento‖.

Esto decía en cada mañanita al salir el primer

brillo del sol Juanita, una

anciana de 75 años de

edad, que vivía en

medio de un pequeño,

pero muy bonito pueblo.

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Lleno de colores y alegrías, en donde los arboles

eran los más verdes que podían existir en todo el

mundo y el aire que se respiraba era el más

puro y limpio, en donde los pajaritos rodeaban y

vigilaban cada flor como impidiendo que

alguien las pudiera marchitar.

Un día juanita, estaba

preparando un te, como lo hacia

cada mañana en la pequeña

cocina de color rojo, de su pequeña casa

amarilla en donde solo ella vivía.

Cuando de una forma desesperada, escucho

cuando alguien tocaba la puerta –tun, tun,

tun- . Juanita aunque sabía que en su pueblito

no había nada malo, le extraño que en ese

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momento, como no era de costumbre alguien

tocara su puerta.

Tardó segundos sin decir nada, luego pregunto

¿Quién toca? Nadie respondía. Caminó

lentamente como ya era de costumbre para ella

por su edad, se asomo por la ventana sin hacer

ninguna clase de ruido, cuando pudo mirar

quien tocaba su puerta con tanta

furia—sus ojos se llenaron de

ternura, de un brillo inmenso y a la

vez algo de dolor sintió, al saber que

eran dos pequeños e inocentes niños.

Rápidamente como desde hace mucho tiempo

lo no hacia, soltó aquel viejo bastón de madera

muy fina que siempre utilizaba y camino más

rápido que de costumbre para abrir la puerta.

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-Respondió uno de ellos con muchos nervios-

¡Hola señora, me llamo Maris – y yo soy Camilo!

Dijo el otro niño, somos hermanos, -

Maris es mi hermana mayor tiene

siete años de edad y yo tengo cinco,

paseábamos con nuestros padres,

ellos se dedican en estos tiempos de

vacaciones a conocer todos los pueblos posibles,

pero cuando pasábamos por la entrada que

conduce a este lugar, unos hombres vestidos con

ropa de color negro hasta el rostro detuvieron el

¿Niños como se llaman, que hacen

aquí tan solos? – pregunto

juanita.

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autobús en que viajábamos, bajaron a todas las

personas y se las llevaron.

Maris y Camilo, con lagrimas en sus ojos decían:

lastimosamente se llevaron a nuestros padres,

pero antes de que esos hombres tomaran el

autobús -dijo Maris con

tristeza- mi papi y mi

mami nos acomodaron

debajo de los asientos para

que no nos pudieran ver y nos dijeron que

pasara lo que pasara no saliéramos de allí, si no

después de que todo sucediera y eso tratamos

pero, cuando salimos, ellos ya no estaban.

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Juanita, después de escuchar la

historia tan triste de estos niños

que apenas empezaban a vivir,

decidió tenerlos en su casa hasta lograr

encontrar algún día rastro de un familiar.

Pero lastimosamente no sucedió así, Juanita

después de ese día hizo todo lo posible pero no

logro nada y de esa forma, tal vez, para muchas

acelerada, pasaron seis años. Juanita ya tenía 81

años de edad, su cuerpo ya no tenia muchas

energías. Maris cumplía trece y Camilo estaba

contento por que decía que se estaba

convirtiendo en un hombre, ya tenía 11 años.

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Juanita, por su parte estaba muy débil, por que

ya habían pasado muchos años. Pero su amor

era joven y aprendió a amar a Mari y a Camilo,

los hijos que nunca tuvo, y de igual forma ellos

la amaron, con la única diferencia de que en sus

corazones seguía viva la esperanza de saber por

lo menos que sus padres un día regresarían.

Juanita, Mari y Camilo, se sentaron en la cama,

hablaron de muchas cosas, pero Juanita

aprovechó el momento para decir:

―niños, pase lo que pase, jamás olviden

que los amo aunque no soy su verdadera

madre y eso quiero que siempre brinden

a las demás personas, amor y respeto. Y

como Diosito me dijo que en un tiempo le

tengo que hacer compañía, quiero que

siempre arreglen cualquier problema

hablando por que la violencia es el fin de

la felicidad…los amo‖.

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