La vida en las aulas (reporte)

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“LA VIDA EN LAS AULAS” PHILLIP W. JACKSON Intenta describir la realidad de lo que sucede dentro de un aula de primaria, se centra en los entresijos de la educación desde de un punto de vista que muestra la visión de los profesionales de la educación sobre lo que ocurre dentro de las aulas. La primera parte trata de describir las relaciones alumno-profesor con mirada de como las entendería un absoluto extraño. Una constatación que resulta de este intento es que el profesor está constantemente interrumpiendo su trabajo para atender casos particulares. La tarea del profesor se parece a la del músico de jazz: parte de una melodía o un ritmo y luego improvisa, constantemente. Otra idea curiosa es que compara al profesor con un "jefe" del alumno (en cuanto que dispone de autoridad para que el alumno tenga que trabajar cuando él lo disponga, en lo que él disponga); compara también la escuela en algún sentido con una cárcel: los alumnos se encuentran físicamente confinados en una institución más o menos coercitiva y no por propia voluntad (esto tiende a olvidársenos a los profesores); a su vez, como en una cárcel, la buena conducta comporta beneficios, muchas veces incluso académicos. La segunda parte recoge la opinión de los alumnos sobre la escuela. La tercera, es la opinión de los profesores sobre su trabajo. De esta tercera parte el autor señala que los profesores, hablando sobre su tarea, usan un lenguaje muy pobre, con conceptos y esquemas causa-efecto muy simplificados; quizá como consecuencia del hábito de dirigirse a un público infantil, quizá también porque el trabajo del profesor de primaria o secundaria es poco especulativo. Otra observación: el proceso de aprendizaje de los alumnos es algo muy secundario para un profesor: lo prioritario es mantener el orden, la autoridad, etc. La gestión del aula exige mucho tiempo y energía pero resulta medio imprescindible para cualquier otra meta. Phillip W. Jackson es considerado el creador del término Curriculum Oculto, ya que en este, su célebre libro público: “Lo que el alumno aprende en la escuela no es sólo lo que aparece en los documentos curriculares sino algo más complejo, como es el conjunto de reglas y normas que rigen la vida escolar, sentimientos, formas de expresarlos, valores, formas de comportamiento y adaptación a distintos ámbitos. Estos aprendizajes que no aparecen “declarados” en los proyectos curriculares oficiales los denominó “Curriculum oculto”. Señala también que:

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“LA VIDA EN LAS AULAS”PHILLIP W. JACKSON

Intenta describir la realidad de lo que sucede dentro de un aula de primaria, se centra en los entresijos de la educación desde de un punto de vista que muestra la visión de los profesionales de la educación sobre lo que ocurre dentro de las aulas.

La primera parte trata de describir las relaciones alumno-profesor con mirada de como las entendería un absoluto extraño. Una constatación que resulta de este intento es que el profesor está constantemente interrumpiendo su trabajo para atender casos particulares. La tarea del profesor se parece a la del músico de jazz: parte de una melodía o un ritmo y luego improvisa, constantemente. Otra idea curiosa es que compara al profesor con un "jefe" del alumno (en cuanto que dispone de autoridad para que el alumno tenga que trabajar cuando él lo disponga, en lo que él disponga); compara también la escuela en algún sentido con una cárcel: los alumnos se encuentran físicamente confinados en una institución más o menos coercitiva y no por propia voluntad (esto tiende a olvidársenos a los profesores); a su vez, como en una cárcel, la buena conducta comporta beneficios, muchas veces incluso académicos.

La segunda parte recoge la opinión de los alumnos sobre la escuela. La tercera, es la opinión de los profesores sobre su trabajo.

De esta tercera parte el autor señala que los profesores, hablando sobre su tarea, usan un lenguaje muy pobre, con conceptos y esquemas causa-efecto muy simplificados; quizá como consecuencia del hábito de dirigirse a un público infantil, quizá también porque el trabajo del profesor de primaria o secundaria es poco especulativo.

Otra observación: el proceso de aprendizaje de los alumnos es algo muy secundario para un profesor: lo prioritario es mantener el orden, la autoridad, etc. La gestión del aula exige mucho tiempo y energía pero resulta medio imprescindible para cualquier otra meta.

Phillip W. Jackson es considerado el creador del término Curriculum Oculto, ya que en este, su célebre libro público:

“Lo que el alumno aprende en la escuela no es sólo lo que aparece en los documentos curriculares sino algo más complejo, como es el conjunto de reglas y normas que rigen la vida escolar, sentimientos, formas de expresarlos, valores, formas de comportamiento y adaptación a distintos ámbitos. Estos aprendizajes que no aparecen “declarados” en los proyectos curriculares oficiales los denominó “Curriculum oculto”.

Señala también que:

“El grupo, las evaluaciones y la autoridad, cuya combinación confiere un matiz distintivo a la vida escolar, constituyen un currículum oculto que el alumno debe superar si quiere avanzar con éxito a través de su etapa escolar”.

Es de suma importancia analizar a que llamamos la vida en las aulas, ¿qué pasa dentro de ellas?, ¿qué relaciones se dan dentro de ellas? Tanto entre alumnos como entre alumno-maestro, ¿qué habilidades o destrezas se necesitan para la “sobrevivencia” dentro de ellas?Se debe reflexionar sobre estos acontecimientos y cuestionarse si para lograr el éxito educativo dentro de una institución basta con ser intelectual o se requiere además de actitudes y habilidades para ser ese alumno modelo que las instituciones educativas anhelan.

Es cierto, el ir a la escuela se ha vuelto algo tan cotidiano, tan de rutina, que muy rara vez nos detenemos a pensar y a dar la importancia y relevancia que esto conlleva. En nuestra sociedad el ir a la escuela es algo tan “normal” que en pocas ocasiones reflexionamos sobre ello, sobre lo ocurrido en esas 5 horas que estuvimos en una

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institución, rodeados de personas (el número de alumnos por aula varía según la institución educativa), regularmente de nuestra misma edad, pero no necesariamente con el mismo nivel intelectual ni mucho menos con la misma personalidad. Lo cual me hace pensar, si dentro del ámbito familiar muchas veces surgen diferencias de pensamiento en relación a un tema especifico y regularmente la familia está conformada por 6 personas (en la sociedad actual), cuanto y más no habrían de surgir diferencias al hablar de un tema dónde pueden opinar más de 20 personas.

Cabe la comparación de la familia con el aula de una institución educativa, ya que pasamos tanto tiempo en la escuela, que ya nos son tan familiares todas las cosas o personas que se encuentran dentro de ella, y que vemos prácticamente a diario, que bien podríamos considerarla nuestra segunda casa. Cuando tu le preguntas a un niño acerca de como estuvo su día en la escuela, la respuesta que obtendrás de éste será vana e irrelevante, “todo normal, sin novedades”, a menos que algo demasiado fuera de lo normal ocurriese y mereciera ser mencionado, como el caso de un alumno nuevo en clase o algún acto chusco que se haya podido suscitar.Es necesario abordar también eso inmaterial que pasa en el aula, que suele darse por hecho, ya que desde pequeños estamos acostumbrados a movernos entre las masas, a recibir premios o reprimendas por ciertos actos y conocer el mundo del poder, el de los dominados y los dominantes. A eso inmaterial es a lo que me refiero al mencionar habilidades o actitudes necesarias. 

El pertenecer a un grupo te obliga a ser paciente ante ciertos rasgos de la vida escolar, como con la demora, el rechazo, la interrupción y la distracción social; ya que esto implicara que no podrás ser el único en exponer tus ideas, ni hacerlo de forma extensa, ni tener todos los materiales disponibles dentro del aula ya que mas compañeros pueden requerirlos también, incluso debes ser capaz de mantenerte al margen de las distracciones, así como de acatar la instrucción del tiempo destinado para cada actividad, aunque este no te parezca suficiente y tendrás que soportar cierta demora, ya que no todos trabajan a la misma velocidad o con las misma capacidad intelectual. 

Por ello, es necesaria la presencia del profesor como guía o controlador de este tipo de situaciones para evitar un caos social dentro del aula, hasta cierto punto estas situaciones van en función de la tradición social, de la política institucional y de la situación de riqueza o pobreza. Dentro de un aula deberás estar abierto a la crítica (por duro que esto pueda sonar), ya que estas expuesto a evaluaciones y no me refiero únicamente a exámenes escritos como lo son los clásicos de las escuelas, esto abarca más allá de un simple papel con preguntas.

Me refiero en primer lugar a la evaluación (el juicio) que realiza en cada actividad realizada dentro del aula el profesor; en segundo lugar a la crítica de los compañeros que viniendo de niños normalmente se caracteriza por risas burlones ante un error, o aplausos ante un obvio acierto; y por último pero no menos importante, la autoevaluación, ese juicio que puedes y debes realizar de ti mismo al realizar algún ejercicio y darte cuenta de que es correcto o no.

Cualquiera pensaría que en una institución educativa se evalúa únicamente los conocimientos adquiridos, pero no es así, de hecho la mayoría de los regaños propinados a un alumno no es por un bajo rendimiento académico, si no, por una mala conducta, hecho que también merece una evaluación ya que la buena conducta produce beneficios; de igual forma se evalúa también la disposición, del alumno, su esfuerzo por sumergirse en la clase, aunque no siempre sea atinada su participación; aunque en nuestros días algunos alumnos ya hayan caído más en la “barbería”, buscando preferencias y puntos extras. Respecto a esto, “Jackson” comenta: “La distinción entre motivación extrínseca y la motivación intrínseca”, la cual radica en realizar las actividades escolares esperando una gratificación del profesor o realizarlas por el simple placer de la propia tarea.

De igual forma tendrás que acostumbrarte a la desigualdad del poder; es decir, desde pequeños estamos se nos acostumbra a que en la casa hay quien manda y quien da las órdenes, pues en la escuela sucede de manera muy

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similar, El profesor será quien imponga las normas y de las ordenes, el que indique hazlo o no lo hagas, quien pueda controlar la atención del grupo. Es desde este punto donde ya se nos está instruyendo para subordinarnos ante un jefe en un futuro trabajo al terminar nuestra trayectoria académica.

Considerando estas situaciones, me parece que no es suficiente ser un alumno con un alto rendimiento académico para poder sobrevivir en las aulas de clases, también se requiere de paciencia para transitar por ellas y ser capaces de controlar las reacciones ante las demoras, distracciones o perturbaciones que puedan suscitarse en el horario escolar; además de estar abierto a la evaluación (crítica) no solo escrita, de los maestros, y no solo de conocimientos si no precisamente también de conducta y participación, y estar dispuestos a someterse a ciertas normas que establezca la institución o el profesor aunque no nos parezcan las adecuadas.  

Esto puede sonar contradictorio al pensamiento de formar hombres de ciencia, en la creencia de que estos deben desarrollar el hábito de desafiar a la autoridad y cuestionar el valor de la tradición, entonces, ¿Se deben formar hombres de ciencia dóciles, por contradictorio que parezca la expresión?

Esto muestra que el trabajo de los profesores no es un trabajo tan sencillo como en ocasiones puede parecer, es una tarea muy compleja y con una gran carga ya que tienen en sus manos en gran parte la educación de lo que ahora son tan solo unos niños, pero que un futuro serán ciudadanos que convivirán en una sociedad en la que tendrán que atender a las nuevas necesidades que aparecerán con el paso del tiempo, por lo tanto deben tener una buena base para que los cimientos nunca se tambaleen.

Bajo mi punto de vista las ideas con las que nos encontramos, se podrían contextualizar con varias viñetas como es el caso de la viñeta que tiene como lema: “la atención paterna a los niños”, “las funciones de la escuela”, “¿la educación obligatoria hasta los 18 años?” o “los horarios escolares”; pero me centrare en la siguiente:

Existen diferentes opiniones y puntos de vista dependiendo de cada persona y esto se ve influenciado según el rol que la persona desempeñe, ya que de él dependerán sus intereses y sus obligaciones. Muchas veces se tiene un concepto equivocado de las cosas, como se da en el caso de la Educación, en concreto del papel que juega en la formación de los niños.

A grandes rasgos algunas de las ideas que he podido extraer son: el poder del profesor en el aula, como ya he dicho anteriormente como no todo el mundo tiene la misma visión ante una situación, un hecho, una manera de actuar, de ejercer tu labor , no miran ni atienden la educación de una manera conjunta sino que tan solo se basan en sus intereses personales ya que no se detienen en pensar sobre el significado y los pequeños detalles que les suceden y que esto hace que se conforme y que convierta en su propia vida, la de los más pequeños.Los padres muchas veces cuando el niño llega es habitual que se les pregunte como ha ido el día, que actividades han realizado , si se han portado bien, si han realizado todas las tareas, pero en realidad muestran más interés en la vida escolar que el niño en si es las experiencias que viven día a día.Respecto a lo de la actuación conjunta se hace referencia a la actuación tanto por parte de la institución educativa, en este caso el colegio como por parte de la familia.La participación de los padres en la educación de los hijos debe ser considerada esencial y fundamental, pues son ellos los que ponen la primera piedra de ese importante edificio que marcará el futuro de cada individuo.Muchos de los profesores se quejan de la poca colaboración y participación de las familias en la educación de sus hijos. Hay muchos padres que muestran una clara pasividad en relación a sus hijos. Son muchos los niños que se crían solos, teniendo como única referencia la escuela, por lo que puede entender que la escuela tiene un papel más importante en sus vidas del que realmente tienen y de este modo atribuir funciones a la escuela que deberían ser función de las familias en realidad, esto se debe a que la mayor parte de su tiempo lo pasan allí.

Por su parte, los padres deberían reflexionar sobre la necesidad de ser eficaces en su función la «profesión» de ser padres, pues tanto el padre como la madre proyectan sobre sus hijos sus virtudes y sus defectos, y sus frustraciones.

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Los profesores son los que deben guiar a los niños y encauzarlos en el buen camino de la enseñanza tanto a nivel curricular como a nivel de una educación en valores.Uno de los problemas que nos encontramos es que nuestra sociedad es una sociedad cambiante, las personas no están preparadas para adaptarse a estos cambios en los diversos niveles, esto acarrea una demanda, una nueva visión educadora de la familia y la escuela, lo que exige su compromiso para trabajar unidas en un proyecto común.A medida que la escuela ha ido cambiando, también se han modificado las formas en las que se ha vinculado con la institución familiar. A lo largo de la historia se han sucedido importantes transformaciones en este vínculo. Además de los aspectos académicos es primordial enseñar valores, normas y costumbres.

Enseñar a rechazar las discriminaciones por razones de sexo, raza, estatus social o discapacidad; a escuchar y a tener respeto a las otras personas; aceptar las diferentes formas de pensar potenciando la capacidad crítica personal; inculcar el sentido del esfuerzo para conseguir metas y enseñar a compartir las propias cosas entre otras.El sistema educativo tiene una mayor responsabilidad en la transmisión de conocimientos académicos, como las matemáticas, el lenguaje, las ciencias sociales y naturales, pero también coinciden en que la educación en valores es función principal de la familia. Aunque la escuela puede y debe participar de forma complementaria en esa tarea, nunca podrá ejercerla por sí sola.

Para apreciar el significado de los hechos triviales del aula es necesario considerar la frecuencia de su aparición, la uniformidad del entorno escolar y la obligatoriedad de la asistencia diaria. Hemos de reconocer en otras palabras que los niños permanecen en la escuela largo tiempo, que el ambiente en que operan es muy uniforme y que están allí tanto si les gusta como si no. Cada uno de estos tres hechos, aunque aparentemente obvio, merece una cierta reflexión porque contribuye a que comprendamos la forma en que los alumnos sienten su experiencia escolar y la abordan.La cantidad de tiempo que los niños pasan en la escuela puede ser señalada con una precisión considerable, aunque el significado psicológico de los números sea materia enteramente distinta.

Por otro lado, al margen del sueño y quizá del juego, no existe otra actividad que ocupe tanto tiempo del niño como la que supone su asistencia a la escuela. Aparte del dormitorio existe un recinto en que pase tanto tiempo como en el aula. Desde los 6 años, la visión del profesor le resultara más familiar que la de su padre y posiblemente la de su madre.Tanto si el alumno va del primero al sexto curso sobre suelos de losetas o de madera, como si pasa el día frente a una pizarra negra o verde, eso no es tan importante como el hecho de que sea muy estable el entorno en donde transcurren para el seis o siete años.Es posible que se estructuren los tableros de anuncios pero nunca se eliminaran: se dispondrán de otro modo los asientos pero tendrán que seguir siendo treinta; es posible que la mesa del profesor tenga una nueva forma pero allí seguirá, tan permanente como los mapas enrollables, la papelera y el sacapuntas en el borde de la ventana.Puede que las escuelas utilicen marcas distintas de cera y detergentes, pero todas contienen al parecer ingredientes similares, una especie de olor universal, creador de un ambiente que impregna todo el edificio. Tras las mismas mesas se sientan los mismos alumnos, frente a la pizarra familiar junto a la que se halla el no menos familiar profesor. Hay desde luego cambios; vienen y se van algunos alumnos durante el año.

+ La práctica de asignar sitios permite al docente o a un alumno comprobar la asistencia con una mirada. Generalmente un rápido vistazo es suficiente para determinar quien esta y quien falta. La facilidad con que se realiza este proceso revela, con mayor elocuencia que cualquier palabra, lo acostumbrado que esta cada miembro del aula a la presencia de otro miembro.+ Solo en las escuelas pasan varias horas 30 o más personas, literalmente codo con codo.+ El contenido del trabajo cambia con seguridad de un día a otro y de una semana a la siguiente y, en este sentido, existe una variedad considerable dentro de la estabilidad.+ Cada una de estas actividades principales se ejecuta conforme a unas normas que suelen ser muy precisas y que supuestamente entenderán y obedecerán los alumnos. Por ejemplo, no hablar en voz alta durante el trabajo

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individual, no interrumpir a alguien durante los debates, atender al propio papel durante los exámenes, alzar la mano cuando se quiere formular una pregunta. Incluso en los primeros cursos, estas reglas son tan bien comprendidas por los alumnos que el profesor solo tiene que formular unas indicaciones abreviadas (escasas voces, la mano por favor) cuando percibe una transgresión.+ Se trata de un entorno bastante estable, en donde los objetos físicos, las relaciones sociales y las actividades principales siguen siendo los mismos día tras día, semana tras semana e incluso, en ciertos, aspectos, año tras año.+ Por otro lado se dice que los pequeños deben estar en la escuela tanto si les gusta o quieren como si no. A este respecto los estudiantes poseen algo en común con los miembros de otras dos de nuestras instituciones sociales con asistencia obligatoria: las prisiones y los hospitales mentales. El escolar como el adulto encerrado, es en cierto sentido un prisionero. Debe aceptar el carácter inevitable de su experiencia. Ha de desarrollar también estrategias para abordar el conflicto que frecuentemente surge entre sus deseos e intereses naturales, por un lado, y las expectativas institucionales por otro.+ Son muchos los niños de 7 años que acuden contentos a la escuela y, como padres y profesores, nos alegramos de que así sea, pero estamos preparados para imponer la asistencia a aquellos que muestren mayor antipatía.+ Aprender a vivir en el aula supone, entre otras cosas, aprender a vivir en el seno de una masa. La mayor parte de las actividades realizadas en la escuela se hacen con otros o, al menos, en presencia de otros y esto tiene profundas consecuencias para la determinación de la calidad de vida de un alumno.+ Los profesores son, desde luego más poderosos que los alumnos, en el sentido de poseer una mayor responsabilidad en la conformación de los acontecimientos del aula y esta clara diferencia en autoridad es otro rasgo de la vida escolar que deben aprender a considerar los estudiantes.+ Así pues los alumnos se enfrentan, principalmente, de tres maneras: como miembros de una masa, como receptores potenciales de elogios o reproches y como peones de la institución.+ Se dice que el profesor llega a tener hasta mil interacciones personales con los alumnos.+ Entre las tareas que consumen tiempo al docente están: la tarea de distribuir los recursos materiales se halla estrechamente relacionada con la de otorgar privilegios especiales a alumnos que los merecen. Tal conducta nos recuerda, sobre todo, que las cosas suceden a menudo no porque los alumnos las deseen sino porque ha llegado el momento de que se produzcan.+ Si se permitiese a los alumnos continuar con una materia hasta que se cansasen de ella, nuestro currículum presente tendría que ser drásticamente modificado.+ En la mayoría de las escuelas de primaria los estudiantes se ponen en fila varias veces al día. Normalmente toda la clase se coloca así para el recreo, el almuerzo y la salida; y luego existen las pequeñas colas constituidas de modo esporádico ante las fuentes para beber, los sacapuntas y cosas por el estilo. Así pues, se forman colas invisibles incluso durante los llamados debates libres.+ Una imagen frecuente en los cursos inferiores es aquella en que un profesor trabaja con parte de la clase, normalmente un grupo de lectura, mientras que el resto realiza sus trabajos en sus lugares respectivos. No es raro que estos concluyan su tarea antes de que el profesor haya terminado con el grupo. En tales circunstancias, tampoco es infrecuente que el profesor advierta a los estudiantes que "busquen algo que hacer" hasta que sea tiempo de iniciar una nueva actividad. Es posible que estos alumnos obedezcan al profesor y que parezca así que están atareados.+ Un ejemplo de los tipos de demora que pueden observarse en el aula corresponde a la situación en la que se asigna al grupo un problema que resolver o un ejercicio para terminar y algunos estudiantes acaban mucho antes que los otros. En esas ocasiones puede oírse preguntar al profesor: "¿Cuantos necesitan tiempo?"; u ordenar: "Levantar la mano cuando hayan acabado". Es posible que este tiempo de demora sea solo unos segundos, pero se produce con mucha frecuencia en algunas clases.+ El rechazo de un deseo es el resultado último de muchas de las demoras que tienen lugar en el aula. A veces se ignora la mano alzada, en algunas ocasiones no se atiende a la pregunta formulada al profesor y en otras se niega el permiso solicitado.+ Es cierto quizá que la mayoría de estos rechazos son psicológicamente considerados de un modo individual. Pero estimados en forma acumulativa, crece su significado. Y, al margen de que estén justificados o no, ponen en claro que parte del aprendizaje de la vida en la escuela supone aprender a renunciar a deseos y a esperar a que se cumplan.+ Interrupciones de muchos tipos crean un tercer rasgo de la vida en el aula que procede, al menos en parte, de

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las condiciones sociales de hacinamiento. Durante las sesiones de grupo, los comentarios irrelevantes, la mala conducta y visitantes ajenos portadores de mensajes rompen a menudo, la continuidad de la lección. Cuando el profesor trabaja de manera aislada con un estudiante pequeñas interrupciones, muchas veces en forma de otros alumnos que acuden en demanda de orientación, son la regla más que la excepción.+ Si los profesores aguardasen siempre a que hubieran terminado los alumnos una actividad antes de empezar otra, la jornada escolar resultaría interminable.+ Otro aspecto relacionado con los fenómenos generales de distracciones e interrupciones es la repetida demanda de que el alumno ignore a los que tiene alrededor. Así en cierto modo, los alumnos deben comportarse como si estuviesen solos cuando la realidad es bien distinta.+ La asistencia al aula no es voluntaria, como sucede en muchas otras situaciones sociales. Los alumnos están allí tanto si les gusta como si no y, a menudo, tampoco eligen el trabajo en el que se supone han de concentrarse. Así es probable que la tendencia a comunicarse con los demás sea algo más fuerte en clase que en otras situaciones de multitud.+ No podemos determinar, en otras palabras, como reaccionara un estudiante específico ante las limitaciones impuestas en el aula. Solo es posible identificar grandes estilos adaptativos que pueden emplearse para caracterizar a un número considerable de alumnos.+ La virtud se contiene en una sola palabra: PACIENCIA. Carentes de esa cualidad, la vida podría ser angustiosa para quienes han de pasar el tiempo en nuestras prisiones, fabricas, oficinas y escuelas. En un cierto sentido tienen también que aprender a sufrir en silencio. En otros términos, se espera de ellos que soporten estoicamente los continuos rechazos, demoras, e interrupciones de sus anhelos y deseos personales. La paciencia se determina más claramente por lo que el sujeto no hace por lo que hace. Un hombre paciente es el que no actúa de una determinada manera, incluso aunque lo desee. Es aquel que puede soportar la tentación de gritar o de quejarse aunque esta sea fuerte. Así la paciencia se refiere sobre todo al control del impulso o a su abandono.+ Volviendo a la situación en nuestras escuelas, podemos advertir que, si los alumnos han de enfrentarse equilibradamente con las exigencias de la vida en el aula, tienen que aprender a ser pacientes. Esto significa que deben ser capaces, al menos por un tiempo, de desligar sus sentimientos de sus acciones. Aceptaran el hecho de que no se les conceda la palabra durante un debate en grupo, pero deben seguir solicitándola. Si pasa a un estado de manifiesto retraimiento es muy posible que su profesor le fuerce a volver a una participación activa.

Mucho antes de llegar a la edad escolar, cada niño experimenta el dolor del fracaso y el jubilo del éxito; pero sus logros, o la ausencia de estos, no se hacen oficiales hasta que ingresa en el aula. A partir de entonces se acumula poco a poco un registro semipúblico.

¤ Los exámenes son tan característicos del ambiente escolar como los libros o los trozos de tiza.¤ La fuente principal de evaluación en el aula es, sin duda, el profesor.¤ Se le exige continuamente que formule juicios sobre el trabajo y la conducta de los alumnos.¤ Nadie que haya observado una clase de primaria durante un tiempo más o menos prolongado habrá dejado de sentirse impresionado por el número de veces que el profesor realiza esta función.¤ Con frecuencia, en la mayoría de las aulas los alumnos llegan a saber cuando las cosas son acertadas o erróneas, buenas o malas, bonitas o feas, en muy buena parte como resultado de lo que les dice el profesor.¤ A menudo participan también los compañeros. A veces se permite intervenir a toda la clase en la evaluación del trabajo de un estudiante, como cuando el profesor pregunta: ¿Quien puede corregir a Billy? o ¿Cuantos creen que Shirley ha leído esa poesía con suficiente entonación? Otras veces la evaluación se produce sin que la suscite el profesor, como cuando un error manifiesto provoca la risa o una actuación sobresaliente los aplausos.¤ Cuando un alumno no puede escribir ninguna de las palabras de un test de ortografía estima su fracaso aunque el profesor no vea el papel.¤ Cuando un estudiante opera en la pizarra sobre un ejemplo aritmético, puede saber que su respuesta es correcta aunque el profesor no se moleste en decírselo.¤ Pronto llega a comprender, por ejemplo, que no siempre se le comunican algunos de los juicios más importantes sobre él o su trabajo.¤ Varios de estos juicios secretos se transmiten a los padres; otros, como CI y los resultados de test de personalidad quedan reservados al análisis exclusivo de los responsables escolares.

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¤ Los juicios formulados por los compañeros circulan a menudo bajo la forma de habladurías o son transmitidos a personas de autoridad por los "chavitos". Antes de llevar mucho tiempo en la escuela, el estudiante debe adaptarse al hecho de que se digan muchas cosas de él a su espalda.¤ En la escuela primaria sobre todo, los alumnos son a menudo elogiados o censurados en presencia de sus compañeros. A veces se muestran unos trabajos perfectos o unos "buenos" dibujos para que todos los vean.¤ La mala conducta suscita sanciones negativas que se pueden apreciar con frecuencia. Antes de que haya transcurrido gran parte del año escolar se conoce públicamente en la mayoría de las aulas, la identidad de los alumnos "buenos" y "malos". Y está claro que estos límites parecen ser suficientes en la mayoría de las evaluaciones oficiales. Pero existen al menos otros dos referentes de evaluación muy comunes en las clases de primaria. Uno centrado en la adaptación del estudiante a las expectativas institucionales; el otro en su posesión de rasgos específicos del carácter.¤ La conducta del alumno en clase contribuye en gran medida a la reputación que logra entre los demás como listo o tonto, tímido o fanfarrón, favorito del profesor o chico normal.¤ Las amistades en clase y la popularidad o impopularidad generales se fundamentan considerablemente en esas estimaciones.¤ La mayoría de las evaluaciones referidas a la salud psicológica del alumno no se comunican a este y a menudo, ni siquiera a sus padres. Sin embargo, con bastante frecuencia, se hacen públicos juicios menos profundos.¤ Cuando se elogia a un alumno por responder bien a una pregunta del profesor puede parecer que se le grafica solo por dar la contestación oportuna. Pero se trata, sin duda, de algo más. Si el docente hubiera descubierto que el niño obtuvo la respuesta unos segundos antes, leyendo el trabajo de un compañero, le habría castigado en vez de elogiarlo. De igual modo, si hubiera lanzado la respuesta en vez de aguardar a que se le invitara a hablar, puede que las palabras de profesor hubiesen sido muy distintas. Así lo que se premia no es solo la posesión de la respuesta oportuna sino también el modo en que esta se obtiene.¤ La felicitación del docente pretende inducir al alumno a que realice en el futuro ciertas conductas, pero no simplemente a que repita el conocimiento que se le acaba de enseñar.¤ Por definición, las evaluaciones connotan un valor. Ya que tanto el profesor como los compañeros pueden evaluar la conducta de un estudiante, son posibles los juicios contradictorios. Un acto específico quizá sea elogiado por el docente y criticado por el resto de la clase o viceversa.Además de acostumbrarse a una vida cuyos puntos fuertes y débiles se ven expuestos a menudo al análisis publico, los alumnos deben acostumbrarse también a examinar la fortaleza y la debilidad de sus compañeros. Así se instruyen a los profesores para que se centren en los buenos aspectos de la conducta de un alumno y pasan por alto los malos.¤ Así es posible que a veces puedan pasarse por alto las respuestas correctas y los trabajos perfectos de alumnos que casi siempre trabajan bien con objeto de proporcionar a niños menos capacitados una oportunidad de complacerse con la admiración del profesor.¤ Aunque las prácticas docentes corrientes facilitan la adaptación del estudiante a la evaluación, aun le resta a este una tarea. En otras palabras, ha de aprender cómo opera el sistema de premios de la clase y luego usar ese conocimiento para incrementar el flujo de gratificaciones hacia su persona. Una segunda tarea, si bien emprendida por los alumnos con diferentes grados de entusiasmo, consiste en tratar de difundir las evaluaciones positivas y ocultar las negativas.Una tercera tarea, que también puede interesar más a unos estudiantes que a otros consiste en tratar de ganar la aprobación de las dos audiencias al mismo tiempo. Para algunos el problema estriba en convertirse en un buen estudiante sin dejar de ser un buen compañero, en hallarse a la cabeza de la clase mientras se permanece en el centro del grupo. Y en la escuela ser bueno consiste principalmente en hacer lo que manda el profesor.¤ Aprender a desenvolverse en la escuela supone, en parte, aprender a falsificar nuestra conducta.¤ Si queremos que los niños sigan aprendiendo después de abandonar el aula, sería oportuno restar importancia a las notas y a otras gratificaciones "extrínsecas" y centrarnos en lograr que el alumno obtenga sus principales satisfacciones de las propias actividades del aprendizaje. Una de las primeras lecciones que debe aprender un niño es el modo de cumplir con los deseos de los otros.

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Cuando pasa del hogar a la escuela, la autoridad de los padres se complementa gradualmente con el control de los profesores, el segundo grupo más importante de adultos en su vida, pero la primitiva autoridad de los padres discrepa en varios aspectos importantes.

ɕ Los lazos emocionales entre padres e hijos son generalmente más fuertes y duraderos. Eso no significa desde luego, que los alumnos nunca se sienten próximos a sus profesores y viceversa.ɕ Sabemos que, a veces, la relación de un niño con su profesor puede rivalizar en intensidad con la unión entre él y su madre o su padre. También conocemos que ocasionalmente los docentes se sienten atraídos de un modo intenso en el aula hacia determinados alumnos. Pero la relación dominante en el aula es bastante impersonal en comparación con la que se desarrolla en el hogar.ɕ Los miembros de un hogar llegan a conocerse tanto física como psicológicamente de un modo que casi nunca acontece en el aula. Además los componentes de una familia comparten una historia personal.ɕ Los estudiantes deben aprender a recibir órdenes de unos adultos que no les conocen muy bien y a quienes ellos mismos tampoco conocen íntimamente. Por primera vez en la vida del niño, el poder que tendrá una consecuencia personal para él está en manos de alguien relativamente desconocido.ɕ En general los padres se muestran principalmente restrictivos. Su preocupación principal, al menos durante los primeros años del niño es la de prohibir acciones, diciéndole lo que no debe hacer. Durante los años preescolares la autoridad de los padres se caracteriza por las órdenes de "no" y "eso no se hace". Se trata de una autoridad cuyo objetivo fundamental es fijar los límites a los impulsos e intereses espontáneos, sobre todo cuando esos impulsos e intereses ponen en peligro al propio niño o amenazan con destruir algo de valor para los padres.ɕ En contraste, la autoridad del profesor es tan prescriptiva como restrictiva. Los docentes se preocupan por fijar tareas a los alumnos y no se limitan simplemente a poner freno a una conducta indeseable. Su autoridad se caracteriza tanto por el "hazlo" como por el "no lo hagas".ɕ En el hogar, el niño debe aprender a detenerse; en la escuela a mirar y escuchar. Aunque rechace el título, el docente es el primer "jefe" del estudiante.ɕ El trabajador es una persona que de vez en cuando siente la tentación de abandonar su papel. Desde luego, a veces cede la tentación, bien faltando un día cuando las condiciones se hacen intolerables, bien dejando el empleo. Si no le gusta su empleo, puede soltar sus herramientas y marcharse.ɕ En algunas escuelas se exige a los alumnos se pongan de pie cuando el profesor entre, mientras en otras se les anima a llamarle por su nombre. La mayoría de los alumnos aprende a mirar y escuchar cuando se les dice a refrenar sus fantasías durante la lección.