La Victoria Del Metrobus Sobre La Lucha de Clases. 2 de Mayo de 2015

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La victoria del Metrobus sobre la lucha de clases Por Eduardo Fidanza Aspecto juvenil, descontracturado; vestimenta casual, palabras apacibles, emociones controladas, ausencia de conflicto, apelación a un público genérico, elogio de la eficacia. La intención es representar lo nuevo, una forma benévola y minimalista de hacer política que resuelve problemas, contraponiéndose a los grandes relatos de los partidos históricos. El currículum es una gestión eficaz para ordenar y embellecer a la principal ciudad del país. Con esos rasgos y propósitos, una nueva generación de políticos ha alcanzado en pocos años la madurez y aspira, con fundamentos, a obtener la presidencia. Pro es la expresión más cabal de esta nueva cultura, pero no es la única. Las recientes elecciones en la ciudad de Buenos Aires colocaron en primer lugar a tres figuras que competían entre sí compartiendo, sin embargo, un estilo y un programa parecidos. Durante la campaña, se cruzaron tantas críticas como reconocimientos, desarrollando un debate civilizado, que contrastó con la retórica violenta de la política argentina, signada por el discurso presidencial y las réplicas opositoras. Lejos de esa actitud querellante, los competidores discutieron temas con cordialidad, amagaron rencillas más profundas que nunca desataron, y al final se felicitaron y se fueron, sin incidentes, de la escena. Bertrand de Jouvenel se dolía por la pérdida de amabilidad en la sociedad contemporánea, entendiéndola como la desaparición de las formas armónicas de vida, de las cuales la política es una sobresaliente expresión. Acaso la reciente campaña en la ciudad pueda interpretarse como un retorno a la amabilidad, a un modo distinto de tramitar y resolver las cuestiones públicas. No es la única vez que Buenos Aires, la ciudad más rica y educada del país, se expresó de esta manera. Pero es la primera vez que los protagonistas del hecho aspiran a la presidencia y pueden alcanzarla, organizados en un nuevo partido, que resignifica las palabras, los modos de comunicación, las propuestas y los valores bajo un estilo novedoso. Con la nueva cultura, adviene un nuevo diccionario a la esfera pública. La "historia" ha sido reemplazada por la "agenda", el "pueblo" por la "gente", la "liberación" por el "sueño", el "gobierno" por el "equipo", la "nación" por el "distrito", el "partido" por el "espacio", el "ciudadano" por el "vecino". Tenemos un sueño, somos un equipo, resolvemos los problemas de la gente: éstos fueron los pilares del discurso que acaparó el 50% de los votos el domingo pasado en Buenos Aires. No son meros eslóganes, aunque hayan sido prolijamente testeados por el marketing. Detrás hay logros de gestión que los votantes reconocen y acompañan: la creación de una policía metropolitana, el alivio de las inundaciones, la mejora del transporte, el

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La victoria del Metrobus sobre la lucha de clasesPorEduardo Fidanza

Aspecto juvenil, descontracturado; vestimenta casual, palabras apacibles, emociones controladas, ausencia de conflicto, apelacin a un pblico genrico, elogio de la eficacia. La intencin es representar lo nuevo, una forma benvola y minimalista de hacer poltica que resuelve problemas, contraponindose a los grandes relatos de los partidos histricos. El currculum es una gestin eficaz para ordenar y embellecer a la principal ciudad del pas. Con esos rasgos y propsitos, una nueva generacin de polticos ha alcanzado en pocos aos la madurez y aspira, con fundamentos, a obtener la presidencia.Pro es la expresin ms cabal de esta nueva cultura, pero no es la nica. Las recientes elecciones en la ciudad de Buenos Aires colocaron en primer lugar a tres figuras que competan entre s compartiendo, sin embargo, un estilo y un programa parecidos. Durante la campaa, se cruzaron tantas crticas como reconocimientos, desarrollando un debate civilizado, que contrast con la retrica violenta de la poltica argentina, signada por el discurso presidencial y las rplicas opositoras. Lejos de esa actitud querellante, los competidores discutieron temas con cordialidad, amagaron rencillas ms profundas que nunca desataron, y al final se felicitaron y se fueron, sin incidentes, de la escena.Bertrand de Jouvenel se dola por la prdida de amabilidad en la sociedad contempornea, entendindola como la desaparicin de las formas armnicas de vida, de las cuales la poltica es una sobresaliente expresin. Acaso la reciente campaa en la ciudad pueda interpretarse como un retorno a la amabilidad, a un modo distinto de tramitar y resolver las cuestiones pblicas. No es la nica vez que Buenos Aires, la ciudad ms rica y educada del pas, se expres de esta manera. Pero es la primera vez que los protagonistas del hecho aspiran a la presidencia y pueden alcanzarla, organizados en un nuevo partido, que resignifica las palabras, los modos de comunicacin, las propuestas y los valores bajo un estilo novedoso.Con la nueva cultura, adviene un nuevo diccionario a la esfera pblica. La "historia" ha sido reemplazada por la "agenda", el "pueblo" por la "gente", la "liberacin" por el "sueo", el "gobierno" por el "equipo", la "nacin" por el "distrito", el "partido" por el "espacio", el "ciudadano" por el "vecino". Tenemos un sueo, somos un equipo, resolvemos los problemas de la gente: stos fueron los pilares del discurso que acapar el 50% de los votos el domingo pasado en Buenos Aires. No son meros eslganes, aunque hayan sido prolijamente testeados por el marketing. Detrs hay logros de gestin que los votantes reconocen y acompaan: la creacin de una polica metropolitana, el alivio de las inundaciones, la mejora del transporte, el ordenamiento del trnsito y el embellecimiento de los lugares pblicos, entre otros.Sin embargo, los desafos que se le presentan a la naciente cultura poltica son formidables. Por empezar, se trata de que un nuevo partido gobierne un pas que en los ltimos 70 aos fue conducido por peronistas, radicales o militares. Si Pro ganara las elecciones presidenciales, significara una transformacin histrica del sistema poltico argentino, que, a pesar de la debilidad de sus organizaciones, alumbrara una nueva formacin con capacidad para llegar al poder. El primer desafo, si alcanzara ese objetivo, ser cmo gobernar una sociedad acostumbrada a otra jefatura y a otro estilo de conduccin. Ser suficiente la amabilidad? Alcanzar con el "equipo" y el "sueo", cuando el distrito sea el pas, con sus necesidades, sus contradicciones y sus desigualdades?Puede interpretarse que Pro es en la esfera poltica una expresin, eficaz y creativa, de lo que Gilles Lipovetsky y Jean Serroy llaman "la estetizacin del mundo", una extendida tendencia que impregna al capitalismo global. Esta cultura consagra el triunfo del estilo, del diseo, del paisaje, del embellecimiento. Por eso Buenos Aires es la imagen por mostrar, la realidad que impacta visualmente a los visitantes del interior y suma votos para Macri. Pro entra antes por los ojos que por el estmago; antes por el diseo y la solucin prctica que por la ideologa. Son los instrumentos los que atraen, no los fines; es la eficacia la que seduce y convence. Es el alivio del transente, ms que la liberacin del oprimido. Es la victoria del Metrobus sobre la lucha de clases.No obstante, la belleza y la eficacia no alcanzan para salvar al mundo, como bien dicen Lipovetsky y Serroy. Pro lo sabe y se agita sordamente. Si todo fuera la esttica, no sera necesaria la poltica. Si bastara con el diseo urbano, no habra que vrselas con la desigualdad, la trata de personas, el narcotrfico, la corrupcin, el juego, la inseguridad. La campaa reciente apenas dej ver estas tensiones, que atraviesan y afligen a la nueva poltica. La esttica posterg por ahora a la tica. El baile triunfal cancel las contradicciones. Pero gobernar bien el pas requerir volver a examinarlas y enfrentarlas, con coraje y honestidad..