La vecina perfecta nora roberts

500

Transcript of La vecina perfecta nora roberts

Page 1: La vecina perfecta   nora roberts
Page 2: La vecina perfecta   nora roberts

El nuevo apartamento del solitarioPreston McQuinn, igual que su vida,estaba tal y como él lo quería…vacío y oscuro. Fue entoncescuando la radiante Cybil Campbellirrumpió en su organizada soledad yPreston no pudo negar ciertafascinación por su alegre vecina.Preston creía haberle cerrado lapuerta al amor para siempre y, sinembargo, de pronto se encontródeseando abrir su corazón a aquellavecina increíblemente perfecta.

Page 3: La vecina perfecta   nora roberts

Nora Roberts

La vecinaperfecta

Saga Los MacGregor 09

ePub r1.0jdricky 05.10.13

Page 4: La vecina perfecta   nora roberts

Título original: The perfect neighborNora Roberts, 1999Traducción: Laura Molina García

Editor digital: jdrickyePub base r1.0

Page 5: La vecina perfecta   nora roberts
Page 6: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 1—¿Has hablado ya con él?

—¿Mm? —Cybil Campbell continuótrabajando en su mesa de dibujo,dividiendo el papel diligentemente conla habilidad que daba la costumbre—.¿Con quién tengo que hablar?

Se oyó un largo resoplido que obligóa Cybil a morderse los labios para nosonreír. Conocía bien a su vecina JodyMyers y sabía perfectamente quién eraese «él».

—Del guapísimo señor misteriosodel 3B. Vamos, Cyb, ya hace una semanaque se mudó aquí y aún no ha hablado

Page 7: La vecina perfecta   nora roberts

con nadie. Tú vives justo enfrente de él.Necesitamos algunos detalles.

—He estado bastante ocupada —Cybil levantó la mirada brevementehacia Jody, que no dejaba de caminarpor el estudio—. Ni siquiera me hefijado en él.

La primera respuesta de Jody fueresoplar de nuevo.

—Eso es imposible. Tú te fijas entodo.

Jody se acercó a la mesa de dibujo,se asomó por encima del hombro deCybil y arrugó la nariz. No había muchoque ver, sólo unas líneas azules; legustaba más cuando Cybil comenzaba a

Page 8: La vecina perfecta   nora roberts

dibujar en las diferentes cuadrículas.—Ni siquiera ha puesto el nombre

en el buzón y nadie lo ve salir nuncadurante el día. Ni siquiera la señoraWolinsky y es imposible esquivarla.

—A lo mejor es un vampiro.—Vaya —Jody apretó los labios,

intrigada con la idea—. Sería increíble,¿verdad?

—Demasiado increíble —murmuróCybil antes de volver a concentrarse enel dibujo, mientras su vecina seguíayendo de un lado a otro y hablando sinparar.

A Cybil no le molestaba tenercompañía mientras trabajaba; de hecho

Page 9: La vecina perfecta   nora roberts

le gustaba. Nunca sentía necesidad deaislarse, por eso estaba tan contenta devivir en Nueva York, en un pequeñoedificio, rodeada de vecinos ruidosos.

Y no sólo era algo que le satisfacíaen el aspecto personal, también leresultaba muy provechoso para sutrabajo.

De todos los ocupantes del antiguoalmacén convertido en viviendas, JodyMyers era la preferida de Cybil. Tresaños antes, cuando Cybil se habíatrasladado allí, Jody era una reciéncasada llena de energía, que tenía lafirme convicción de que todo el mundodebía encontrar la felicidad que ella

Page 10: La vecina perfecta   nora roberts

disfrutaba.Lo que quería decir, según intuía

Cybil, que todo el mundo debía casarse.El nacimiento del adorable Charlie,

ya de ocho meses, no había hecho másque reafirmar a Jody en sus ideas. YCybil sabía que era el primer objetivode su vecina.

—¿Ni siquiera te has cruzado con élen el pasillo? —le preguntó Jody.

—No, todavía no —Cybil se llevóel lápiz a los labios. Tenía los ojosverdes como el mar al atardecer, tanverdes que habrían resultadotremendamente seductores si en ellos nohubiera siempre un brillo de simpatía y

Page 11: La vecina perfecta   nora roberts

buen humor—. La verdad es que creoque la señora Wolinsky está perdiendofacultades porque yo sí lo he vistodurante el día… lo que desmonta lateoría de que sea un vampiro.

—¿Lo has visto? —preguntó Jodyrápidamente—. ¿Cuándo? —Acercó untaburete para sentarse a su lado—.¿Dónde? ¿Cómo?

—¿Cuándo? Al amanecer. ¿Dónde?Saliendo hacia la avenida Grand.¿Cómo? Tenía insomnio —dejándosellevar por el espíritu de Jody, Cybil giróel taburete y miró a su vecina con unasonrisa en los labios—. Me despertémuy temprano y no podía dejar de

Page 12: La vecina perfecta   nora roberts

pensar en los pasteles que habíanquedado de la fiesta de la otra noche.

—Eran explosivos —recordó Jody.—Sí, me di cuenta de que no iba a

poder volver a dormir, así que vine atrabajar un poco. Antes de sentarme a lamesa miré por la ventana y entonces lovi salir. Debe de medir un metro noventay tiene unos hombros…

Las dos cerraron los ojos alimaginarlo.

—Llevaba una bolsa de deportes,así que supongo que iba al gimnasio.Desde luego, nadie tiene esos hombrossi se pasa el día sentado en el sofácomiendo patatas fritas y bebiendo

Page 13: La vecina perfecta   nora roberts

cerveza.—¡Te pillé! —exclamó Jody con

gesto triunfal—. Te interesa.—Tengo ojos, Jody. Ese tipo es

increíblemente guapo; tiene un aire demisterio y un trasero… Cualquier mujerse habría recreado la vista.

—¿Y por qué limitarte a eso? ¿Porqué no llamas a su puerta y le llevasunas galletas o algo así? Puedes darle labienvenida al barrio y averiguar quéhace ahí todo el día, si es soltero, en quétrabaja… —dejó de hablar de pronto ylevantó la cabeza—. Ése es Charlie, seha despertado.

—Yo no he oído nada —Cybil estiró

Page 14: La vecina perfecta   nora roberts

el cuello hacia la puerta y se encogió dehombros al no percibir ningún ruido—.Jody, desde que diste a luz, tienes unoído impresionante.

—Voy a cambiarle y llevarlo a darun paseo. ¿Vienes?

—No puedo. Tengo que trabajar.—Entonces te veré esta noche. La

cena es a las siete.—Muy bien —Cybil se esforzó por

sonreír.En la cena estaría el aburrido primo

de Jody, Frank. ¿Cuándo reuniría elvalor necesario para decirle a Jody quedejara de intentar buscarle pareja?Seguramente cuando consiguiera

Page 15: La vecina perfecta   nora roberts

decírselo también a la señora Wolinskyy al señor Puebles, del primer piso, y ala mujer de la lavandería. ¿A qué veníaesa obsesión por encontrarle al hombreperfecto?

Tenía veinticuatro años y era felizsiendo soltera. Eso no significaba queno quisiera formar una familia algún díay quizá tener una casa con jardín y unperro para los niños. Sí, tenían que tenerun perro.

Pero eso sería en el futuro. Por elmomento le gustaba su vida comoestaba.

Apoyó los codos en la mesa y,descansando la barbilla en las manos, se

Page 16: La vecina perfecta   nora roberts

permitió mirar por la ventana y soñardespierta un rato. Debía de ser laprimavera lo que hacía que estuviera taninquieta y llena de energía.

Se le pasó por la cabeza la idea deir a dar ese paseo con Jody y Charlie,pero justo en ese momento la oyó salirpor la puerta.

Mejor, así tendría que volver atrabajar. Se centró en el primercuadrado del cómic Amigos y vecinos.

Tenía buena mano para el dibujo,una habilidad que había heredado de suspadres. Su madre era una respetadapintora de fama internacional y su padreera el genio que había creado el popular

Page 17: La vecina perfecta   nora roberts

c ó m i c Macintosh. Ambos habíantransmitido a Cybil y a sus hermanos elamor al arte.

Al marcharse del seguro hogar de lafamilia en Maine, Cybil había tenido lacerteza de que si las cosas le iban malen Nueva York, sus padres volverían arecibirla con los brazos abiertos.

Pero no había sido así.En los últimos tres años él éxito de

su tira cómica no había hecho más quecrecer. Cybil se sentía orgullosa de sutrabajo, de la simplicidad con la quetransmitía ternura y sentido del humor ensituaciones cotidianas.

No intentaba imitar la ironía ni las

Page 18: La vecina perfecta   nora roberts

ácidas sátiras políticas de la obra de supadre. A ella lo que le hacía reír era lavida de todos los días: las colas paraentrar al cine, el encontrar los zapatosideales o sobrevivir a otra cita a ciegas.

Muchos creían que Emily era unpersonaje autobiográfico, pero paraCybil era una fuente de ideas inagotableen la que jamás se veía reflejada. Al finy al cabo, Emily era una rubia esculturalque tenía tan mala suerte con loshombres como para conseguir que ledurara algún empleo.

Cybil tenía el pelo castaño, estaturamedia y una carrera de éxito.

En cuanto a los hombres, no eran una

Page 19: La vecina perfecta   nora roberts

de las prioridades de su vida, por lo queno le preocupaba si tenía suerte o no conellos.

Frunció el ceño al darse cuenta deque seguía tamborileando con el lápiz enlugar de dibujar. No conseguíaconcentrarse. Se pasó la mano por elpelo, apretó los labios y se encogió dehombros. Quizá le hiciera bien tomarseun descanso y comer algo.

Se puso en pie y se colocó el lápizdetrás de la oreja sin darse cuenta, unacostumbre que llevaba intentandoquitarse desde la adolescencia. Saliódel estudio y bajó las escaleras.

Su apartamento tenía una luz

Page 20: La vecina perfecta   nora roberts

maravillosa que entraba por las tresenormes ventanas del salón, por las quetambién entraba el ruido de la calle queno la había dejado dormir durante susprimeras semanas en la ciudad.

Fue descalza hasta la cocina. Semovía con elegancia, algo que tambiénhabía heredado de su madre y que lehabía sido de utilidad para sus clases deballet, unas clases que les habíasuplicado a sus padres y de las quedespués había acabado cansándose.

Abrió la nevera y pensó en qué leapetecía. Entonces lo oyó.

La música triste y sensual del saxo.El misterioso habitante del apartamento

Page 21: La vecina perfecta   nora roberts

3B no tocaba todos los días, pero aCybil le gustaría que lo hiciese. Lasmelodías procedentes de su casasiempre la conmovían.

¿Se habría trasladado a Nueva Yorkpara ganarse la vida como músico? Sepreguntó.

Lo que era seguro era que tenía elcorazón roto. Y sin duda por culpa deuna mujer, quizá una fría pelirroja que lohabía cautivado y después le habíapisoteado el corazón con sus zapatos detacón.

Estaba adquiriendo la costumbre deimaginarse cómo era la vida de aquelhombre.

Page 22: La vecina perfecta   nora roberts

Unos días antes se había inventadouna vida en la que, con sólo dieciséisaños, había tenido que huir de suviolenta familia y había sobrevividotocando música en las calles de NuevaOrleans, desde allí había viajado alnorte mientras su familia lo buscaba portodo el país.

No se le había ocurrido ningúnmotivo por el que podrían buscarlo,pero no era realmente importante.

Él andaba huyendo y la música erasu único consuelo.

Otro día había llegado a laconclusión de que era un agente delgobierno trabajando de incógnito.

Page 23: La vecina perfecta   nora roberts

Quizá un ladrón de joyas que seescondía de la ley.

O un asesino en serie en busca deuna nueva víctima.

Cybil se rio de sí misma al ver losingredientes que había sacado de lanevera sin siquiera darse cuenta. Fueraquien fuera su vecino, parecía que iba aprepararse las galletas que le habíasugerido Jody.

Page 24: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 2Se llamaba Preston McQuinn y no seconsideraba especialmente misterioso.

Sólo le gustaba disfrutar deprivacidad, una necesidad que lo habíallevado a instalarse en el corazón de unade las ciudades más tumultuosas delmundo.

Pero sólo de manera temporal, pensómientras guardaba el saxo en su funda.

En sólo un par de meses las obras derehabilitación de su casa habríanterminado y podría volver a las costasde Connecticut.

Algunos decían que era su fortaleza

Page 25: La vecina perfecta   nora roberts

y a él no le importaba. Un hombre podíaser perfectamente feliz viviendo ensoledad en su fortaleza durante algunassemanas. Una fortaleza a la que nadiepodía entrar a menos que las puertasestuviesen abiertas.

Comenzó a subir las escaleras. Sóloutilizaba el salón casi vacío para tocar,o para hacer ejercicio si no le apetecíair al gimnasio.

Era en la segunda planta dondevivía… temporalmente, pensó de nuevo.

Lo único que necesitaba allí era unacama, un par de cajones y una mesafirme para el ordenador y para todos lospapeles que generaba.

Page 26: La vecina perfecta   nora roberts

Si por él hubiera sido, no habríatenido teléfono, pero su agente lo habíaobligado a tener un móvil y le habíasuplicado que siempre lo tuvieraencendido.

Y normalmente lo hacía… salvocuando no le apetecía.

Preston se sentó a la mesa, contentode que la música le hubiera despejadoun poco la cabeza. Mandy, su agente,estaba impaciente por el ver el progresode su última obra; de nada servía quePreston le dijera que estaría acabadacuando lo estuviera, ni un minuto antesni un minuto después.

El problema del éxito era que

Page 27: La vecina perfecta   nora roberts

acababa convirtiéndose en una presión.Cuando uno hacía algo que gustaba,

el público esperaba que volviera ahacer lo mismo una y otra vez, sólo quemás rápido y mejor. A Preston no leinteresaba lo más mínimo lo quequisiese la gente. Podían tirar abajo laspuertas del teatro para ver su próximaobra, darle otro premio Pulitzer y otroTony.

También podían no acercarse alteatro o reclamar que les devolvieran eldinero de las entradas.

Pero, pasase lo que pasase, lo queimportaba era el trabajo, algo que debíaimportarle sólo a él.

Page 28: La vecina perfecta   nora roberts

Económicamente estaba seguro y,según Mandy, ése era su problema.Como no tenía necesidad de dinero, eraarrogante y distante con el público.

Claro que también decía que eso eralo que lo hacía un genio.

Se sentó en la gran sala. Era unhombre alto y fuerte, con el pelo decolor visón y los ojos azules. Apretó loslabios mientras leía las palabras quehabía ya escritas en el monitor.

Se olvidó de los ruidos de la calleque inundaban la casa noche y día y seadentró en el alma del hombre que élmismo había creado.

Un hombre que luchaba

Page 29: La vecina perfecta   nora roberts

denodadamente por sobrevivir a suspropios deseos.

El sonido del timbre de la puerta lehizo maldecir en voz alta. Consideró laidea de no levantarse a ver quién era,pero pensó que el intruso iría una y otravez hasta que lo atendiera.

Probablemente fuera la anciana conojos de águila que vivía en el piso deabajo; ya había estado a punto deagarrarlo un par de noches cuando salíacamino del club.

A Preston se le daba bien esquivarese tipo de ataques, pero empezaba aresultarle muy molesto.

Pero lo que vio al otro lado de la

Page 30: La vecina perfecta   nora roberts

mirilla no fue a la mujer con ojos depájaro, sino a una hermosa joven depelo castaño y corto como el de un chicoy unos enormes ojos verdes.

Sin aún abrir la puerta, se preguntóqué demonios querría.

Como lo había dejado tranquilodurante casi una semana, había llegado ala conclusión de que seguiríahaciéndolo, lo cual la habría convertidoen la vecina perfecta para él.

Finalmente abrió la puerta,contrariado de que aquella mujerhubiera decidido estropear talperfección.

—¿Sí?

Page 31: La vecina perfecta   nora roberts

—Hola —sí, pensó Cybil, estabaaún mejor mirándolo de cerca—. SoyCybil Campbell, del 3A —añadióseñalando a su puerta con una sonrisa enlos labios.

Él levantó una ceja.—Muy bien.Un hombre de pocas palabras,

decidió Cybil sin dejar de sonreír,mientras deseaba que dejara de mirarlasólo un segundo para poder asomarseligeramente y ver el interior de suapartamento. No podría intentarlosiquiera mientras siguiera observándolatan fijamente.

—Te he oído tocar hace un rato.

Page 32: La vecina perfecta   nora roberts

Trabajo en casa y las paredes son muyfinas.

Si había ido a quejarse del ruido, noiba a servirle de nada, pensó Preston.

Tocaba el saxo cuando le apetecía yno pensaba dejar de hacerlo. Siguióobservándola fríamente; la narizligeramente respingona, los labioscarnosos, los pies delgados con las uñaspintadas de rosa.

—Siempre se me olvida encender laradio.

Siguió hablando alegremente y, alhacerlo, a su mejilla asomaba unpequeño hoyuelo.

—Así que es muy agradable oírte

Page 33: La vecina perfecta   nora roberts

tocar. A Ralph y Sissy les gustabamucho Vivaldi, lo cual está muy bien,pero acaba resultando un poco monótonosi no escuchas otra cosa. Ralph y Sissyeran los que vivían en tu apartamento —le explicó—. Se mudaron a White Plainsdespués de que Ralph tuviera unaaventura con una dependienta de Saks.Bueno, en realidad no llegó a pasar nadaentre ellos, pero Ralph estabapensándoselo y Sissy decidió que seríamejor irse a vivir a otro sitio antes dedespellejarlo en el divorcio. La señoraWolinsky no les da más de seis meses,pero yo creo que podrían solucionarlo.Bueno…

Page 34: La vecina perfecta   nora roberts

Le ofreció un plato amarillo conunas galletas de chocolate.

—Te he traído unas galletas.Preston las miró unos segundos.Cybil aprovechó para echar un

vistazo al salón del apartamento. Elpobre no tenía ni un sofá.

—¿Por qué? —le preguntómirándola de nuevo.

—¿Por qué, qué?—¿Por qué me has traído galletas?—Pues porque acabo de hacerlas. A

veces, cuando no puedo concentrarme enel trabajo me pongo a cocinar y, si mecomo todo lo que hago, me odio a mímisma —volvió a aparecer el hoyuelo

Page 35: La vecina perfecta   nora roberts

de su mejilla—. ¿No te gustan lasgalletas?

—No tengo nada en su contra.—Bueno, entonces espero que las

disfrutes —dijo poniéndole el plato enlas manos—. Bienvenido al edificio. Sialguna vez necesitas algo, yo suelo estaren casa. Y si quieres saber algo delresto de los vecinos, puedo ponerte aldía. Llevo algunos años viviendo aquí yconozco a todo el mundo.

—Muy bien —dijo dando un pasoatrás y le cerró la puerta en las narices.

Cybil se quedó allí de pie,sorprendida por su brusquedad.

En sus veinticuatro años de vida

Page 36: La vecina perfecta   nora roberts

nunca nadie le había dado con la puertaen las narices y, ahora que ya sabía loque era, podía decir con total seguridadque no le gustaba nada.

Se contuvo de volver a llamar a lapuerta para quitarle las galletas; senegaba a caer tan bajo. Así pues, se diomedia vuelta y volvió a su casa.

Ya conocía al señor misterioso ysabía que era increíblemente atractivo,pero también que era maleducado comoun jovencito malcriado al que le hacíafalta un buen azote en el trasero.

Pero no importaba. No volvería acruzarse en su camino.

No cerró la puerta de su casa de

Page 37: La vecina perfecta   nora roberts

golpe, no quería darle esa satisfacción,pero una vez al otro lado de la puerta, sepermitió hacer unos cuantos gestosinfantiles que le hicieron sentir algomejor.

Pero el caso era que aquel hombretenía sus galletas, su dulce preferido, ytodo su rencor, algo que no sentía amenudo. Y ella seguía sin saber sunombre.

Preston no se arrepintió de sucomportamiento en ningún momento.Esperaba así haber conseguido que suguapa vecina no volviese a llamar a su

Page 38: La vecina perfecta   nora roberts

puerta con su nariz respingona y sus piessexys. Lo que menos necesitaba enaquellos momentos era un comité debienvenida, sobre todo si lo encabezabauna mujer con ojos de hada.

Dios, se suponía que en Nueva Yorknadie hablaba con sus vecinos. Pero,con su suerte, seguro que su vecinitasería soltera, si hubiera estado casadahabría mencionado a su maravillosoesposo, y como trabajaba en casa, seencontraría con ella cada vez quesaliese al pasillo.

El hecho de que además hiciese lasmejores galletas de chocolate que habíaprobado en su vida era sencillamente

Page 39: La vecina perfecta   nora roberts

imperdonable.Había conseguido no hacerles el

menor caso mientras trabajaba. Cuandolas palabras fluían, Preston McQuinn eracapaz de trabajar en medio delholocausto nuclear. Pero cuandofinalmente se había alejado delordenador, se había acordado de queestaban en la cocina y no había podidodejar de pensar en ello mientras seduchaba y trataba de deshacer la tensiónmuscular provocada por horas de estarsentado en una postura que su profesorade tercero, la hermana Mary Joseph,habría considerado deplorable.

Así que cuando, una vez vestido,

Page 40: La vecina perfecta   nora roberts

había salido a tomarse una merecidacerveza, había mirado el plato y habíaapartado el plástico que lo cubría. ¿Quépasaría si comía un par de ellas? Denada serviría tirarlas a la basura; al fin yal cabo, ya le había dejado bien claro ala atractiva Cybil que no tenía el menorinterés en socializar con los vecinos.

Comió una y lanzó un gruñido deaprobación. Al morder la segunda, cerrólos ojos con deleite.

Cuando llevaba casi dos docenas, semaldijo a sí mismo. Era como unadroga. Miró el plato casi vacío con unamezcla de glotonería y rabia. Con lapoca fuerza de voluntad que le quedaba,

Page 41: La vecina perfecta   nora roberts

puso las galletas que quedaban en uncuenco y cruzó la habitación en busca desu saxo.

Antes de ir al club tendría que darvarias vueltas a la manzana para bajartodas las galletas que había devorado.

Al abrir la puerta la oyó subir lasescaleras y poco después pudo escucharsu voz, algo que le hizo enarcar la ceja,pues se fijó en que estaba sola.

—Nunca más —murmuró ella—.Esa mujer puede clavarme palillos bajolas uñas o quemarme los ojos, pero novolveré a pasar por esta tortura nuncamás. Está decidido.

Por la pequeña rendija que había

Page 42: La vecina perfecta   nora roberts

dejado abierta, Preston vio que se habíacambiado de ropa; ahora llevaba unospantalones anchos negros, una americanadel mismo color, una blusa roja y unospendientes largos.

Siguió hablando sola mientrasbuscaba algo en un bolso diminuto.

—La vida es demasiado corta comopara perder dos preciosas horas. Novolveré a permitir que me haga esto. Soycapaz de decirle que no, sólo tengo quepracticar un poco. ¿Dónde demoniosestán mis llaves?

Se sobresaltó al oír la puerta quesonaba a su espalda y se dio mediavuelta. Preston se dio cuenta de que

Page 43: La vecina perfecta   nora roberts

llevaba dos pendientes distintos y sepreguntó si sería una moda o undescuido. Como no podía encontrar lasllaves en un bolso tan pequeño como lapalma de su mano, decidió que setrataba de lo segundo.

Parecía nerviosa y olía inclusomejor que sus galletas. Eso hizo quePreston se enfadara aún más con ella.

—Espera un momento —se limitó adecir él antes de volver al interior de suapartamento a buscar el plato de lasgalletas.

Cybil no tenía intención alguna deesperar, por fin había encontrado lasllaves en el bolsillo interior en el que

Page 44: La vecina perfecta   nora roberts

las había metido para poder encontrarlasfácilmente, pero él fue más rápido ycuando volvió a aparecer, llevaba lafunda del saxo en una mano y su plato enla otra.

—Aquí tienes —Preston no iba apreguntarle por qué estaba de tan malhumor, pues estaba seguro de que si lohacía, ella se lo contaría con pelos yseñales.

—De nada —replicó Cybilquitándole el plato de la mano. Estabatan aturdida después de pasar dos horasescuchando la monótona voz del primode Jody hablando de la bolsa, quedecidió decirle un par de cosas al señor

Page 45: La vecina perfecta   nora roberts

misterioso—. Escucha, si no quieres queseamos amigos, me parece perfecto. Yono necesito más amigos —aseguróenfáticamente—. De hecho, tengo tantosque no puedo aceptar ni uno más hastaque alguno de ellos se marche de laciudad. Pero eso no es excusa para quete comportes como un verdadero cretino.Lo único que hice fue presentarme yllevarte unas malditas galletas.

Preston estuvo a punto de sonreír,pero hizo un esfuerzo para no hacerlo.

—Unas galletas muy buenas —dijosin pararse a pensarlo, pero lamentóhaberlo hecho en cuanto vio que laexpresión de sus ojos cambiaba de

Page 46: La vecina perfecta   nora roberts

pronto.—¿De verdad?—Sí —se dio media vuelta y la dejó

allí, completamente desconcertada y conuna curiosidad que no quería sentir.

Así pues, Cybil se dejó llevar por elimpulso, uno de sus pasatiempospreferidos, y entró en casa para dejar elplato y después de sólo unos segundos,volvió a salir para seguirlo.

Bajó las escaleras de puntillas perotan rápido como pudo para no perderlo.Al salir del edificio él ya estaba a mediamanzana de distancia. Caminaba congrandes zancadas, pensó antes de ir trasél. Aquello sería un buen argumento

Page 47: La vecina perfecta   nora roberts

para una tira de Emily, claro que ellahabría ido escondiéndose detrás de cadafarola, o con la espalda pegada a lasparedes por si él se daba la vuelta.

El corazón le dio un bote dentro delpecho al verlo girarse con un gestodistraído que la obligó a esconderse deverdad detrás de una farola. Siguiócaminando y ella tras él, lamentandollevar tacones en lugar de unos cómodoszapatos planos.

Después de veinte minutospersiguiéndolo, los pies la estabanmatando y la emoción se habíaconvertido en cansancio. ¿Acaso sededicaba a pasear con el saxofón a

Page 48: La vecina perfecta   nora roberts

cuestas todas las noches? Quizá aquelhombre no fuera un maleducado sino unloco.

Quizá acababa de salir de unhospital psiquiátrico y por eso no sabíacómo comportarse con la gente de unmodo normal.

Su familia lo había encerrado paraque no pudiera reclamar la herencia desu riquísima y querida abuela, que habíamuerto en extrañas circunstancias y lehabía dejado a él toda su fortuna. Tantosaños encerrado y controlado por unpsiquiatra corrupto le habían hechoperder la cabeza.

Sí, eso era lo que habría imaginado

Page 49: La vecina perfecta   nora roberts

Emily… y habría estado segura de quecon cariño y amor podría curarlo.Después todos sus amigos y vecinoshabrían intentado convencerla de que nolo hiciera, pero ella habría conseguidoimplicarlos en sus planes.

Y antes de que se dieran cuenta, elseñor misterioso habría…

Cybil se detuvo en seco al verloentrar en un pequeño club llamadoDelta’s.

Por fin, pensó pasándose la manopor el pelo. Ahora sólo tendría quecolarse, encontrar un rincón oscuro y verqué pasaba.

Page 50: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 3El lugar olía a whisky y a humo. A Cybilno le resultó desagradable, era parte delambiente del local. Un ambiente de luztenue que iluminaba el escaso escenario.Las mesas redondas y poco más grandesque un plato de postre abarrotaban lasala y, aunque la mayoría estabanocupadas, apenas había ruido.

Cybil llegó a la conclusión de que ensitios como aquél la gente hablabasusurrando; planeaban romances odisfrutaban de los ya existentes.

Sentados a una barra de robustamadera, otros clientes bebían sus copas

Page 51: La vecina perfecta   nora roberts

y las protegían con los brazos como sialguien fuera a robárselas.

Era un lugar propio de una películade los años cuarenta. Una de esashistorias en las que la heroína llevabavestidos largos y estrechos, los labiospintados y el cabello rubio cayéndolesobre la cara, mientras cantabacanciones que hablaban de todos loshombres que le habían hecho daño.

Mientras ella cantaba, el hombre quela deseaba, y que le había hecho daño,hundía su mirada pensativa en unwhisky.

En otras palabras, pensó Cybil conuna sonrisa, era un lugar perfecto.

Page 52: La vecina perfecta   nora roberts

Esforzándose en no llamar laatención, ocupó una mesa junto a lapared del fondo del local y lo observóentre el humo y los vapores del whisky.

Iba vestido de negro. Vaqueros ycamiseta metida por dentro del pantalón.Se había quitado la chaqueta de cuerocon la que se había protegido del frío.Estaba hablando con una mujerguapísima ataviada con un estrechovestido rojo, que marcaba las curvas desu cuerpo. Su risa retumbó en toda lasala con enorme sensualidad.

Fue entonces cuando Cybil lo viosonreír por primera vez. Aunque elmodo en que sus labios se curvaron e

Page 53: La vecina perfecta   nora roberts

iluminaron su rostro no podíadescribirse como una simple sonrisa.Era un gesto lleno de diversión, afecto ysentido del humor. Un gesto que hizo queCybil sonriera también.

Supuso que la bella amazona debíade ser su amante. Y tuvo la completacerteza de que así era cuando ella leagarró el rostro entre ambas manos y lobesó. Por supuesto, pensó Cybil, unhombre así, lleno de secretos ymisterios, tenía que tener una amanteexótica con la que se encontraba en unlugar oscuro y lleno de humo,ambientado por música triste y sensual.

La escena le pareció tan romántica

Page 54: La vecina perfecta   nora roberts

que de sus labios salió un suspiro.

Ya en el escenario, Delta le dio uncariñoso pellizco en la mejilla aPreston.

—¿Ahora te siguen las mujeres?—Es una lunática.—¿Quieres que pida que la echen?—No —no se volvió a mirarla, pero

podía sentir sus enormes ojos verdesclavados en él—. Me parece que esinofensiva.

Los ojos castaños de Delta sellenaron de un brillo malévolo.

—Entonces tendré que fijarme bien

Page 55: La vecina perfecta   nora roberts

en ella. Tengo que ver cómo es la mujerque acosa a mi querido labios de azúcar.¿No crees, André?

El tipo delgado que se sentaba alpiano levantó la mirada de las teclas ysonrió levemente.

—Pero no le hagas daño, Delta. Esmuy jovencita. ¿Preparado? —lepreguntó a Preston.

—Empieza tú, yo te sigo.Mientras Delta abandonaba el

escenario, los dedos largos y finos deAndré comenzaron a hacer magia con lasteclas del piano. Preston se dejó llevarpor las notas y, con los ojos cerrados,dejó que la música fluyera.

Page 56: La vecina perfecta   nora roberts

La melodía lo arrastró. Conseguíahacer desaparecer de su mente laspalabras, la gente y las escenas que amenudo lo aturdían. Cuando tocaba noexistía nada más que la música y elplacer de producirla.

Una vez le había dicho a Delta queera como el sexo; te vaciaba por dentroy a la vez te daba algo nuevo. Y siemprese hacía demasiado corto.

Al fondo del local, Cybil sesumergió en la música, se dejó llevarpor el melancólico blues. Se dio cuentaentonces de que era muy diferente verlotocar a simplemente escucharlo al otrolado de las paredes. La música unida a

Page 57: La vecina perfecta   nora roberts

la imagen tenía mucho más poder, eramás conmovedora y mucho más sexy.

Era una música para llorar. Parahacer el amor. Para soñar.

Estaba tan absorta en el escenario,que no vio acercarse a Delta.

—Tú dirás, guapa.—Mm —Cybil levantó la mirada,

distraída, y sonrió levemente—. Esmaravilloso. Esta música llega alcorazón.

Delta enarcó una ceja. La muchachatenía un rostro hermoso; con esa narizrespingona y esos ojos grandes, noparecía una lunática.

—¿Vas a tomar algo o sólo vas a

Page 58: La vecina perfecta   nora roberts

ocupar una mesa?—Ah —claro, pensó Cybil, en un

lugar así había que consumir—. Esmúsica de whisky —dijo con otrasonrisa—. Quiero un whisky.

Delta levantó la ceja un poco más.—No tienes pinta de tener edad

suficiente para pedir un whisky.Cybil ni siquiera se molestó en

suspirar; estaba demasiadoacostumbrada a aquella situación. Selimitó a sacar el carné de conducir delbolso y mostrárselo.

Delta lo observó detenidamente.—Muy bien, Cybil Angela

Campbell, te traeré tu whisky.

Page 59: La vecina perfecta   nora roberts

—Gracias —satisfecha, Cybil apoyóla barbilla en las manos y volvió aconcentrarse en la música.

Unos segundos después sesorprendió cuando Delta volvió con dosvasos en lugar de uno y se sentó junto aella.

—¿Y qué haces en un sitio comoéste, joven Cybil?

Cybil abrió la boca, pero enseguidase dio cuenta de que no podía decirleque había ido siguiendo a su misteriosovecino por todo el Soho.

—Vivo muy cerca de aquí. Supongoque seguí un impulso —levantó el vasoy señaló con él el escenario—. Me

Page 60: La vecina perfecta   nora roberts

alegro de haberlo hecho —dijo antes debeber.

Delta la observó detenidamente.Tenía aspecto de animadora de instituto,pero había que reconocer que bebíawhisky como un hombre.

—Vas por ahí a estas horas de lanoche tú sola, alguien podría hacertealgo, pequeña.

Cybil la miró por encima del bordedel vaso.

—No lo creo, grande.Delta asintió.—Soy Delta Pardue —se presentó

chocando su vaso con el de Cybil—.Soy la propietaria del local.

Page 61: La vecina perfecta   nora roberts

—Pues me gusta mucho, Delta.—Puede ser —dijo con una

carcajada—. De lo que estoy segura esde que te gusta mucho mi hombre —añadió mirando al escenario—. No lehas quitado los ojos de encima desdeque has entrado.

Cybil dio otro trago con gestopensativo, tenía que meditar bien cómoactuar. No tenía la menor duda de quesabía cuidarse en las calles de NuevaYork o de cualquier otro lugar, peroDelta era mucho más grande que ella y,como muy bien le había recordado, setrataba de su local y de su hombre. Seríamejor no hacerla enfadar.

Page 62: La vecina perfecta   nora roberts

—Es muy atractivo —admitió conrelajación—. Resulta difícil no mirarlo,así que, si te parece bien, seguiréhaciéndolo. No creo que vaya a mirarmesiquiera teniendo a una mujer como túcerca.

Delta se echó a reír de nuevo.—Parece que sí que sabes cuidarte

sólita. Eres una chica lista.Cybil se rio también.—Sí que lo soy, sí. Y de verdad me

gusta mucho tu local. ¿Cuánto tiempohace que lo tienes?

—Dos años.—¿Y antes de eso? Por tu acento,

supongo que eres de Nueva Orleans.

Page 63: La vecina perfecta   nora roberts

Delta ladeó la cabeza.—Tienes buen oído.—Es que tengo familia en Nueva

Orleans. Mi madre se crio allí.—No conozco a ningún Campbell.

¿Cuál era el apellido de soltera de tumadre?

—Grandeau.—Conozco muchos Grandeau. ¿Eres

familia de la señorita Adelaide?—Es mi tía abuela.—Una gran dama.Cybil se echó a reír y después tomó

un trago.—Una mujer tan fría como el

invierno. Mis hermanos y yo solíamos

Page 64: La vecina perfecta   nora roberts

creer que era una bruja.—Tiene mucho poder, pero sólo por

su dinero y por su nombre. ¿Así que eresuna Grandeau? ¿Y quién es tu madre?

—Genviéve Grandeau Campbell, lapintora.

—La señorita Gennie —Delta dejóel vaso sobre la mesa con una sonoracarcajada—. La hija de la señoritaGennie en mi local. El mundo esincreíble.

—¿Conoces a mi madre?—Mi madre le limpiaba la casa a tu

abuela, querida.—¿Mazie? ¿Eres la hija de Mazie?

—impulsada por ese vínculo inmediato,

Page 65: La vecina perfecta   nora roberts

Cybil le agarró la mano a Delta—. Mimadre hablaba de Mazie todo el tiempo.Fuimos a visitarla una vez cuando yo eraniña y nos dio unos bollitos reciénhechos. Me acuerdo de que nossentamos en el porche, bebimoslimonada y mi padre le hizo un dibujo.

—Lo puso en el salón, estaba muyorgullosa de él. Yo estaba en la ciudadcuando vino tu familia. Estabatrabajando, pero mi madre estuvosemanas hablando de vuestra visita.Siempre quiso mucho a la señoritaGennie.

—Verás cuando le diga que te heconocido. ¿Qué tal está tu madre, Delta?

Page 66: La vecina perfecta   nora roberts

—Murió el año pasado.—Vaya —le puso también la otra

mano sobre la suya—. Lo siento mucho.—Tuvo una vida estupenda y murió

mientras dormía, así que supongo quetambién tuvo una buena muerte. Tuspadres vinieron al funeral. Vienes deuna gran familia, pequeña Cybil.

—Lo sé. Tú también.

Page 67: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 4Preston no comprendía nada. Allí estabaDelta, la persona más sensata queconocía, charlando y abrazándose conesa loca como si fueran viejas amigas.Compartiendo whisky y risas yagarrándose de las manos como solíanhacer las mujeres.

Durante más de una hora estuvieroncotorreando animadamente.

Cybil hablaba y gesticulaba con lasmanos mientras Delta soltaba unacarcajada tras otra o meneaba la cabezacon incredulidad.

—Mira a esas dos, André —le dijo

Page 68: La vecina perfecta   nora roberts

Preston al pianista.André dejó de tocar para encenderse

un cigarrillo.—Parecen dos gallinas. Esa chica es

muy guapa, amigo. Tiene chispa.—A mí no me gusta la chispa —

farfulló Preston. Se le habían quitado lasganas de tocar, así que guardó el saxo ensu funda—. Hasta la próxima.

—Aquí estaré.Pensó en marcharse sin más, pero le

daba rabia ver a su amiga tan a gustocon esa lunática. Además, al menossería una satisfacción que su entrometidavecina se sintiera descubierta. Pero alacercarse a la mesa, ella se limitó a

Page 69: La vecina perfecta   nora roberts

levantar la mirada hacia él y sonreír.—Hola —dijo con total normalidad

—. ¿No vas a tocar más? Es una músicamaravillosa.

—Me has seguido.—Lo sé. No está bien, pero la

verdad es que me alegro mucho dehaberlo hecho. Me ha encantado lamúsica y si no hubiera venido, no habríaconocido a Delta.

—No vuelvas a hacerlo —espetó élantes de dirigirse hacia la puerta.

—Se ha enfadado —comentó Deltariéndose—. Tiene esa mirada que lehiela los huesos a una.

—Debería disculparme —dijo Cybil

Page 70: La vecina perfecta   nora roberts

al tiempo que se ponía en pie—. Noquiero que se enfade contigo.

—¿Conmigo? Pero…—Enseguida vuelvo —le dio un

beso en la mejilla a Delta y fuecorriendo tras él—. No te preocupes, teprometo que lo arreglaré.

Delta se quedó allí mirándola,sorprendida.

—Pequeña, no sabes en lo que teestá metiendo —dijo sonriendo—. Claroque tampoco lo sabe labios de azúcar.

En la calle, Cybil llamó a gritos a suvecino mientras se lamentaba de nohaberle preguntado a Delta cómo sellamaba.

Page 71: La vecina perfecta   nora roberts

Cuando por fin lo alcanzó, lo agarrópor el brazo.

—Lo siento. Es todo culpa mía.—¿Quién ha dicho que no lo sea?—No debería haberte seguido. Fue

un impulso y me cuesta mucho nodejarme llevar por los impulsos. Estabamuy enfadada con ese idiota de Franky… bueno, eso no importa. Sóloquería… ¿podrías caminar un poco másdespacio?

—No.—Está bien. Comprendo que quieras

que me atropelle un camión, pero notienes por qué enfadarte con Delta. Nospusimos a hablar y de pronto hemos

Page 72: La vecina perfecta   nora roberts

descubierto que su madre trabajó parami abuela. Conoce a mis padres y amuchos de mis primos…

Por fin se detuvo y la miró.—De todos los antros de la ciudad

—murmuró de un modo que la hizo reír.—He tenido que seguirte hasta ése y

hacerme amiga de tu novia. Lo siento.—¿Mi novia?Cybil comprobó con enorme

sorpresa que era capaz de reír, unsonido que la hizo derretir.

—¿A ti te parece que Delta puedeser la novia de nadie? Dios, ¿de quéplaneta eres?

—Es una manera de hablar. No me

Page 73: La vecina perfecta   nora roberts

atrevía a llamarla tu amante.Siguió mirándola con una cálida

expresión en los ojos.—Es muy halagador, pero da la

casualidad de que el tipo con el queestaba tocando es su marido y mi amigo.

—¿El tipo flaco que toca el piano?¿De verdad? —Cybil consideró la ideaun segundo y le resultó increíblementeromántica—. Es genial.

Preston meneó la cabeza y siguiócaminando.

—Lo que quiero decir es que —continuó diciendo Cybil andando junto aél—… estoy segura de que Delta seacercó para asegurarse de que no iba a

Page 74: La vecina perfecta   nora roberts

acosarte ni nada parecido, pero entoncesuna cosa llevó a la otra y acabamoscharlando. No quiero que te enfades conella.

—No estoy enfadado con ella, sólocontigo. Lo que has hecho es demasiado.

—Lo siento mucho, pero no tepreocupes que enseguida te dejo en pazporque está claro que eso es lo quequieres.

Levantó bien la cabeza y se diomedia vuelta para cruzar la calle ycaminar en dirección opuesta al edificioen el que vivían.

Preston se quedó mirándola unossegundos, después se encogió de

Page 75: La vecina perfecta   nora roberts

hombros y continuó su camino,diciéndose a sí mismo que se alegrabade haberse librado de ella.

No era cosa suya que se dedicase apasear sola en mitad de la noche; habíasido ella la que había decidido seguirlo.

No iba a preocuparse por ella.Volvió a darse media vuelta con una

maldición en los labios. Sólo iba aasegurarse de que llegaba a casa sana ysalva, nada más. No quería sentirseresponsable si le pasaba algo. Despuésse olvidaría de ella para siempre.

Estaba todavía a media manzana deella cuando ocurrió. Un hombre salió deentre las sombras y la agarró. Ella lanzó

Page 76: La vecina perfecta   nora roberts

un grito ensordecedor. Preston soltó elsaxo y echó a correr con los puñosapretados, pero se detuvo en seco al vercómo Cybil se giraba y no sóloconseguía zafarse de su atacante, sinoque le daba un rodillazo en laentrepierna con el que lo hizo caer alsuelo de bruces.

—¡Sólo tengo diez malditos dólares!¡Diez dólares, estúpido! —gritabacuando Preston consiguió reaccionar yllegó a su lado—. Si necesitabas dinero,habérmelo pedido, estúpido.

—¿Estás bien?—Sí, maldita sea. Esto es culpa

tuya. No le habría pegado tan fuerte si

Page 77: La vecina perfecta   nora roberts

no hubiese estado enfadada contigo.Preston se fijó en que se estaba

mirando los nudillos y le agarró lamano.

—Mueve los dedos.—Déjame en paz.—Vamos, mueve los dedos.—¡Oye! —dijo una mujer desde una

ventana—. ¿Quieres que llame a lapolicía?

—Sí —respondió Cybil mientrashacía lo que Preston le pedía—. Sí, porfavor. Gracias —añadió con algo másde suavidad.

—Menuda damisela indefensa —farfulló Preston—. No tienes nada roto,

Page 78: La vecina perfecta   nora roberts

pero deberían hacerte una radiografía.—Muchas gracias, doctor —retiró la

mano bruscamente—. Ya puedes irte,estoy perfectamente.

El atacante empezó a moverse en elsuelo y Preston le puso el pie en elpecho.

—Creo que mejor me quedo un rato.¿Por qué no me traes el saxo? Lo hetirado al suelo porque aún creía que ellobo feroz se comería a Caperucita.

Cybil estuvo a punto de decirle quesi quería su saxo, fuera por él, peroentonces pensó que si tenía que volver apegar al atacante, se haría daño en lamano. Así pues, comenzó a caminar con

Page 79: La vecina perfecta   nora roberts

toda la dignidad que pudo, recogió elsaxo y volvió con él.

—Gracias —le dijo ella.—¿Por qué?—Por intentar ayudarme.—No hay de qué —respondió

Preston.Se retiró en cuanto llegó el coche

patrulla y, al ver lo bien que seexplicaba Cybil, albergó la esperanza depoder escabullirse sin más, pero justo enese momento se dirigió a él uno de losagentes.

—¿Ha visto usted lo ocurrido?Preston suspiró con resignación.—Sí.

Page 80: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 5Y así fue como se le hicieron las dos dela mañana antes de poder volver aledificio con Cybil, cada uno a surespectivo apartamento. Preston teníaaún en la boca el terrible sabor del caféde comisaría y un incipiente dolor decabeza amenazaba con no dejarledormir.

—Ha sido emocionante, ¿verdad?Todo lleno de policías y dedelincuentes. La verdad es que resultabadifícil distinguir a los unos de los otros.Bueno, los detectives llevaban corbata.La verdad es que han sido muy amables

Page 81: La vecina perfecta   nora roberts

al enseñármelo todo. Deberías habervenido. Las salas de interrogatorios erantal y como las imaginaba. Oscuras yescalofriantes.

Debía de ser la única persona en elmundo capaz de encontrarle el ladopositivo a un atraco.

—Aún estoy nerviosa —dijoentonces—. ¿Tú no? ¿Quieres galletas?Todavía me quedan bastantes.

Mientras sacaba las llaves, Prestonpensó en no hacer el menor caso a suinvitación, pero un rugido en elestómago le recordó que hacía más deseis horas que no comía nada. Y susgalletas eran una especie de milagro.

Page 82: La vecina perfecta   nora roberts

—Bueno.—Genial —abrió la puerta de su

casa y se descalzó antes de ir hacia lacocina—. Puedes entrar. Te las pondréen un plato para que puedas comerlas asolas en tu guarida, pero no hace faltaque esperes en el descansillo.

Preston entró dejando la puertaabierta a su espalda. Era de imaginarque su casa fuera un lugar alegre y llenode toques de buen gusto. Echó un vistazoa su alrededor mientras ella poníaalgunas galletas en un plato sin dejar deparlotear ni un momento.

—Hablas mucho.—Lo sé. Sobre todo cuando estoy

Page 83: La vecina perfecta   nora roberts

nerviosa.—¿Alguna vez estás tranquila?—De vez en cuando.Se fijó en las fotos enmarcadas que

había sobre un mueble, varios pares dependientes, unos zapatos en el suelo, unanovela romántica y el olor a floresfrescas. Todo encajaba con ella a laperfección, pensó en el momento en quesu vista se detuvo en una tira de cómic.

—Amigos y vecinos —dijo, ydespués se fijó en la firma. Cybil—. ¿Estuyo?

—Sí. Ése es mi cómic, pero supongoque no dedicarás mucho tiempo a leercómics, ¿verdad?

Page 84: La vecina perfecta   nora roberts

Preston distinguía una pulla con sólooírla, así que se volvió a mirarla y,quizá fuera por culpa de la hora o delcansancio, pero lo cierto era que la viosencillamente encantadora y atractiva.

—¿Grant Campbell, el autor deMacintosh, es tu padre?

—Sí.Era toda una coincidencia. Había

una estrecha relación entre los Campbelly los MacGregor. Se acercó a la barraque separaba la cocina del salón yagarró un par de galletas del plato.

—Me gusta su trabajo.—Me alegro —al ver que agarraba

más galletas, Cybil le dijo—: ¿Quieres

Page 85: La vecina perfecta   nora roberts

un vaso de leche?—No. ¿Tienes cerveza?—¿Con las galletas? —hizo una

mueca de asco, pero le sacó una cervezade la nevera—. Espero que sea de tuagrado, es la que le gusta a Chuck.

—Chuck tiene muy buen gusto. ¿Estu novio?

—Supongo que eso significa que yosí soy de las que tienen novios, pero no.Es el marido de Jody. Jody y ChuckMyers viven justo debajo de ti, en el 2B.Hoy he salido a cenar con ellos y con elaburrido del primo de Jody, Frank.

—¿Era ese sobre el que farfullabascuando llegaste a casa?

Page 86: La vecina perfecta   nora roberts

—¿Estaba farfullando? —preguntófrunciendo el ceño. Hablar en voz altaera otra costumbre que intentabaquitarse desde hacía tiempo—. Puedeser. Es la tercera vez que Jody meenreda para salir con Frank. Es corredorde bolsa, treinta y cinco años y guapo, site gustan los tipos de mandíbula ancha yfrente pronunciada. Tiene un BMWdescapotable, un apartamento en elUpper East Side y una casa de veraneoen los Hamptons, suele llevar trajes deArmani, le gusta la comida francesa ytiene los dientes perfectos.

Preston sonrió con interés, a supesar.

Page 87: La vecina perfecta   nora roberts

—¿Y qué haces que no estás casaday buscando un dúplex en el que vivir conél?

—Ése sería exactamente el sueño deJody. Primero, no tengo el menor interésen casarme y vivir en un dúplex ysegundo y más importante, preferiríavivir en un hormiguero que con Frank.

—¿Qué tiene de malo?—Que me aburre —afirmó, pero

entonces hizo un gesto de pesar—. Soymuy mala.

—¿Por qué? A mí me parecessincera.

—Lo soy —dijo al tiempo queagarraba una segunda galleta—. La

Page 88: La vecina perfecta   nora roberts

verdad es que es buena persona, pero nocreo que haya leído un solo libro, nivisto ninguna película en los últimoscinco años. Verá alguna que otra en latele, pero ninguna película de verdad ysin embargo se atreve a criticarlas.

—Ni siquiera lo conozco y ya meaburre.

Eso la hizo reír.—Dicen que se mira en las cucharas

para comprobar que tiene el pelo enorden y podría pasarse la vida enterahablando de las cotizaciones de labolsa. Y, por si eso fuera poco, besacomo un pez.

—Vaya —había olvidado por

Page 89: La vecina perfecta   nora roberts

completo que tenía intención de agarrarel plato de galletas y huir a suapartamento—. ¿Y cómo se supone quebesan los peces?

Cybil hizo una enorme «O» con laboca y luego se echó a reír.

—Los peces no se besan, pero si lohicieran, sería algo así. Hoy he estado apunto de escapar sin tener que pasar portal experiencia, pero entonces haintervenido Jody.

—¿Y no se te ha ocurrido decir queno?

—Claro que se me ha ocurrido —dijo con una sonrisa de vergüenza yautocrítica—. Pero nunca consigo

Page 90: La vecina perfecta   nora roberts

hacerlo. Jody me quiere y, por algunarazón que aún no alcanzo a comprender,también quiere a Frank y cree quehacemos la pareja perfecta. Ya sabescómo es cuando alguien te pone en unasituación así con toda su buenaintención.

—No, no lo sé.Cybil lo observó inclinando la

cabeza. Le vino a la mente la imagen desu apartamento vacío. Parecía que notenía ni muebles ni familia.

—Pues es una lástima porque,aunque a veces resulte muy molesto, yono lo cambiaría por nada del mundo.

—¿Qué tal la mano? —le preguntó

Page 91: La vecina perfecta   nora roberts

al ver que se frotaba los nudillos.—Ah. Todavía me duele un poco.

Mañana me va a costar trabajar, peroaprovecharé la experiencia para haceralguna tira.

—No me imagino a Emily tumbandoa un atracador de un puñetazo y unapatada.

Una enorme sonrisa iluminó el rostrode Cybil.

—Entonces lo lees.—De vez en cuando —de pronto

pensó que era preciosa y estaba llena devida. Empezaba a resultarle muytentadora la idea de comprobar si suslabios eran tan deliciosos como sus

Page 92: La vecina perfecta   nora roberts

galletas.Seguramente eso era lo que ocurría

cuando uno acababa comiendo galletascaseras en mitad de la noche con unamujer que se ganaba la vida viendo ellado más positivo de la vida.

—No tienes la ironía de tu padre, niel genio artístico de tu madre, perotienes un cierto talento para reflejar elabsurdo.

Cybil soltó una breve carcajada.—Vaya, gracias por la crítica.—De nada —dijo agarrando el plato

—. Gracias por las galletas.Cybil lo vio alejarse hacia la puerta.

Se iba a enterar del talento que tenía

Page 93: La vecina perfecta   nora roberts

para el absurdo cuando viera lossiguientes números del cómic.

—Oye.Él se detuvo y la miró.—¿Qué?—Supongo que tendrás nombre,

apartamento 3B.—Sí, claro que tengo nombre, 3A.

Es McQuinn —agarró la cerveza y elplato con la misma mano y con la otracerró la puerta tras de sí.

Page 94: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 6Cuando las escenas se le agolpaban enla cabeza, Cybil podía trabajar sin pararhasta que se le agarrotaban los dedos yya no podía sujetar el lápiz o el pincel.

Al día siguiente se alimentó degalletas y de refrescos sin azúcar conlos que fingía compensar la ingestión decalorías. Sobre el papel, Emily y suamiga Cari, que en los últimos dos añoshabía ido adquiriendo muchas de lascualidades de Jody, ideaban el planperfecto para desvelar los secretos dedon Misterioso.

Su nombre iba a ser «Quinn», pero

Page 95: La vecina perfecta   nora roberts

eso sería después de unas cuantasentregas de misterio.

Durante tres días apenas se levantóde la mesa de dibujo. Jody tenía llave,por lo que no tenía que levantarse aabrirle la puerta cada vez que iba avisitarla. Y era ella la que bajaba aabrir también cuando la señoraWolinsky o cualquier otro vecinopasaban a verla.

La tercera tarde había gentesuficiente en su apartamento como paracelebrar una fiesta, pero Cybil seguíacoloreando la tira especial del domingo.

Alguien había puesto música y elruido de las risas y de la conversación

Page 96: La vecina perfecta   nora roberts

subía por la escalera hasta el estudioacompañado de un agradable olor apalomitas. Mientras se preguntaba sialguien se dignaría a llevarle algo decomer, Cybil observó su trabajo.

Era cierto que no tenía la agudeza desu padre, reconoció, ni el genio de sumadre. Pero también era cierto que tenía«cierto talento». Dibujaba con manorápida y firme y también pintababastante bien si estaba de humor. Elcómic le proporcionaba el espacioperfecto en el que plasmar la sociedadtal y como ella la veía.

Quizá no profundizara en los asuntosmás delicados, ni analizara la política

Page 97: La vecina perfecta   nora roberts

con visión sarcástica, pero su trabajohacía reír a la gente, les hacía compañíamientras se tomaban el café a toda prisaantes de ir al trabajo o mientrasdesayunaban plácidamente el domingopor la mañana.

Pero lo más importante, pensómientras ponía su nombre bajo la últimaviñeta, lo más importante era que lahacía feliz a ella.

Si McQuinn pensaba que sucomentario la había ofendido, estabamuy equivocado. Estaba más quesatisfecha con su «cierto talento».

Cuando sonó el teléfono, Cybilrespondió con voz alegre, pues estaba

Page 98: La vecina perfecta   nora roberts

satisfecha con el intenso trabajo quehabía llevado a cabo en los últimos tresdías.

—Eso es lo que yo llamo unamuchacha jovial.

—¡Abuelo! Es que estoy contenta yahora que estoy hablando contigo,mucho más.

Técnicamente, Daniel MacGregor noera su abuelo, pero eso nunca habíaimpedido que ambos se consideraranabuelo y nieta respectivamente. El amorno entendía de ese tipo de tecnicidades.

—¿Entonces por qué no nos hasllamado a tu abuela o a mí? Ya sabescuánto le preocupa que vivas sola en esa

Page 99: La vecina perfecta   nora roberts

enorme ciudad.—¿Sola? —Levantó el auricular

para que pudiera oír los sonidos de lafiesta que se desarrollaba a sólo unospeldaños de distancia—. La verdad esque nunca me siento sola.

—¿Otra vez tienes la casa llena degente?

—Eso parece. ¿Qué tal estás? ¿Quétal está todo el mundo? Cuéntame.

Cybil se recostó en el respaldo de lasilla y escuchó cómodamente el relatode su abuelo sobre la familia y se alegróenormemente cuando le dijo que estabanpreparando una pequeña reunión para elverano.

Page 100: La vecina perfecta   nora roberts

—Qué bien. Estoy deseando ver atodo el mundo. Hace ya mucho de laboda de Ian y Naomi y os echo demenos.

—No tienes por qué esperar hasta elverano. Estamos aquí siempre quequieras.

—Puede que os dé una sorpresa.—En realidad yo llamaba para darte

una. Supongo que no te habrás enteradode que Naomi está embarazada. EnNavidades tendremos otro niño en lafamilia.

—Abuelo, es estupendo. Los llamaréesta misma noche para felicitarlos.Darcy y Mac están a punto de tener el

Page 101: La vecina perfecta   nora roberts

suyo, así que estas Navidades vamos atener muchos bebés a los que mimar.

—Con lo que te gustan los niñosdeberías estar ocupada teniendo algunopropio.

Estaba tan acostumbrada a escucharese tipo de cosas, que la hizo sonreír.

—Mis primos están haciendo tanbuen trabajo.

—Desde luego, pero eso no significaque tú puedas dejar de lado tuobligación. Puede que seas unaCampbell, pero llevas a los MacGregoren el corazón.

—Bueno, supongo que siemprepodría rendirme y casarme con Frank.

Page 102: La vecina perfecta   nora roberts

—¿El de la boca de pez?—No es la boca, es que besa como

un pez, aunque… sí, el de la boca depez. Podríamos darte unos cuantosmocosos.

—Tonterías. Necesitas un hombre,no una trucha con traje italiano. Alguienque tenga algo más en la cabeza quedinero, que entienda de arte y que sea lobastante serio como para alejarte de losproblemas.

—Ya me alejo de los problemas yosola —le recordó y decidió nomencionar el incidente ocurrido con elatracador—. Además, como la abuela sequedó contigo, es mejor que viva aquí,

Page 103: La vecina perfecta   nora roberts

en la gran ciudad.Daniel MacGregor soltó una sonora

carcajada.—Con todos los hombres que hay en

esa ciudad, deberías ser capaz deencontrar alguno que te guste. Suelessalir, ¿verdad? Espero que no te pasestodo el día encerrada con tus dibujos.

—Sólo últimamente, pero es quetenía que aprovechar la inspiración. Hayun vecino nuevo en el edificio, un tipohosco y distante… No, seamos sinceros,es maleducado y brusco. Creo que notiene trabajo aunque a veces toca el saxoen un pequeño club que hay a pocasmanzanas de aquí. Es el vecino perfecto

Page 104: La vecina perfecta   nora roberts

para Emily.—¿De verdad?—Se pasa el día en su apartamento y

no habla con nadie. Se llama McQuinn.—Pero si no habla con nadie, ¿cómo

es que sabes su nombre?—Abuelo —se permitió una sonrisa

engreída—. ¿Alguna vez se me haresistido alguien? No me contó su vidaprecisamente, pero con unas cuantasgalletas conseguí que al menos me dijerasu nombre.

—¿Y qué tal aspecto tiene?—Es guapo, muy guapo. Emily se va

a volver loca por él.—¡Vaya, vaya! —exclamó Daniel

Page 105: La vecina perfecta   nora roberts

con una carcajada de deleite.Una vez hubo conseguido toda la

información que necesitaba de su nietaadoptiva, Daniel hizo una nuevallamada. Sonrió con malicia cuandoPreston contestó con voz impaciente.

—¿Sí?—Es usted tan dulce, McQuinn, que

se me alegra el corazón con sólo oírlo.—Señor MacGregor —la voz del

escocés le cambió el humor de golpe yle hizo sonreír.

—¿Qué tal se adapta a su nuevoapartamento?

—Bastante bien. Le agradezco denuevo que me haya dejado utilizarlo

Page 106: La vecina perfecta   nora roberts

mientras mi casa está en obras. Con todaesa gente a mi alrededor, no habríapodido trabajar —frunció el ceño almirar a la pared por la que le llegaba elruido de la casa de al lado—. Claro queesto tampoco está resultando muytranquilo precisamente. Parece que mivecina está celebrando algo.

—¿Cybil? Es mi nieta, una muchachamuy sociable.

—Desde luego. No sabía que fuerasu nieta.

—Bueno, algo parecido. Deberíarelajarse un poco y unirse a la fiesta.

—No, gracias —antes preferíatomarse una copa de detergente—. Debe

Page 107: La vecina perfecta   nora roberts

de tener en su apartamento a la mitad delos habitantes del barrio. SeñorMacGregor, este edificio suyo está llenode gente a la que le gusta más hablar quecomer. Y su nieta parece la cabecilladel grupo.

—Es una chica muy cordial. Metranquiliza saber que durante un tiempovivirá cerca de ella. Usted es un tiposensato, McQuinn. De hecho, megustaría pedirle que le echara un ojo devez en cuando. Cybil a veces es un pocoingenua y eso me preocupa.

Preston sonrió cuando le vino a lacabeza la imagen de Cybil tumbando aaquel atracador con la precisión de un

Page 108: La vecina perfecta   nora roberts

boxeador.—Yo que usted no me preocuparía.—Ahora que sé que usted está cerca,

no lo haré. Una chica tan guapa comoCybil… porque es muy guapa, ¿no leparece?

—Mucho.—También es muy lista. Y

responsable, aunque parezca algoalocada. Pero no se puede ser alocada ycrear una tira cómica tan popular todoslos días, ¿no cree? Hay que ser creativa,artística y muy responsable paraentregar el trabajo a tiempo día tras día.Eso usted lo sabe mejor que nadieporque escribir obras de teatro no debe

Page 109: La vecina perfecta   nora roberts

de ser nada fácil.—No —Preston se frotó los ojos,

estaba cansado de pelearse con untrabajo que no estaba yendo tan biencomo debería—. No lo es.

—Pero usted tiene mucho talento,McQuinn, un talento muy poco usual. Yolo admiro por eso.

—Últimamente me parece unamaldición más que un talento. Pero se loagradezco.

—Debería salir y distraerse unpoco. Salga con alguna chica guapa. Yono sé mucho de escribir, aunque tengodos nietos que se ganan la vida muy biengracias a eso. Debería aprovechar al

Page 110: La vecina perfecta   nora roberts

máximo la ciudad antes de volver aencerrarse en su casa.

—Puede que lo haga.—Ah, McQuinn, hágame el favor de

no decirle a Cybil que le he pedido quecuide de ella. Esas cosas le molestanmucho. El problema es que su abuela sepreocupa mucho por ella.

—No le diré nada —prometióPreston.

Después de la conversación conDaniel MacGregor, Preston llegó a laconclusión de que el ruido acabaría porvolverlo loco, por lo que decidió salir atocar al club, pero descubrió que aqueldía la música no conseguía alejarlo de

Page 111: La vecina perfecta   nora roberts

sus pensamientos.No dejaba de imaginar a Cybil

sentada en la mesa del fondo, con labarbilla apoyada en las manos, unasonrisa en los labios y los ojos llenos debrillo. Aquella mujer había invadido unazona que Preston protegía bien y eso eraalgo que no le hacía ninguna gracia.

Delta’s era una de sus vías deescape. A menudo viajaba desdeConnecticut sólo para subirse alescenario con André y tocar hasta que latensión desaparecía, diluida en lamúsica. Después volvía a casa o sequedaba a dormir en el sofá que habíaen el despacho del local.

Page 112: La vecina perfecta   nora roberts

Allí nadie le molestaba, ni le exigíamás de lo que él quería dar.

Sin embargo, ahora que Cybil habíaestado allí, no dejaba de mirar a la mesaque había ocupado y de preguntarse sivolvería a hacerlo. A mirarlo con susenormes ojos verdes.

—Amigo —le dijo André despuésde dar un largo trago del vaso de aguaque tenía sobre su querido piano—. Hoyno sólo tocas blues, llevas dentro hastala nota más triste.

—Sí, eso parece.—Cuando un hombre tiene la cara

que tienes tú ahora, suele haber unamujer implicada.

Page 113: La vecina perfecta   nora roberts

Preston negó con la cabeza y sevolvió a llevar el saxo a los labios.

—No. No se trata de ninguna mujer,es por el trabajo.

André asintió sin estar demasiadoconvencido.

—Sí tú lo dices, hermano.

Page 114: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 7Volvió a casa a las tres de la mañanacon la intención de golpear la puerta deCybil y exigir que dejaran de hacerruido, así que sintió cierta decepción aldescubrir que la fiesta había terminado.Del apartamento vecino no salía ni elmás mínimo ruido.

Entró en el suyo y decidióaprovechar la paz que se respiraba parasentarse a trabajar. Después de hacerseun café bien fuerte, se sentó alordenador para adentrarse en la obra, enla mente de unos personajes que estabandestrozando sus vidas porque no podían

Page 115: La vecina perfecta   nora roberts

comprender su propio corazón.El sol había salido ya cuando se

levantó de la mesa, cuando desaparecióla oleada de energía que lo habíainvadido. Era el primer trabajorealmente sólido que conseguía hilar encasi una semana y lo celebróacostándose completamente vestido.

Y soñó con un hermoso rostro conunos ojos del color de las hojas de lossauces y con una voz que canturreabacomo el agua de un arroyo.

«¿Por qué todo tiene que ser tanserio?» le preguntaba ella, riéndosemientras le echaba los brazos al cuello.

«Porque la vida es algo muy serio».

Page 116: La vecina perfecta   nora roberts

«Pero eso es sólo una de las carasde la moneda. ¿No vas a bailarconmigo?».

En realidad ya lo estaba haciendo.Estaban en Delta’s y, aunque el localestaba vacío, la música sonaba llenandoel aire de una sensual melodía.

«No voy a vigilarte. No puedopermitírmelo».

«Pero si ya lo estás haciendo».Levantó la mirada hacia él y al ver

el modo en que se curvaban sus labios,Preston sintió que se le aceleraba elpulso.

«Pero eso no es todo lo que quiereshacerme, ¿verdad?».

Page 117: La vecina perfecta   nora roberts

«No te deseo».Otra vez esa risa, ligera como el

aire, burbujeante como el champán.«¿Por qué mentir en tu propio

sueño? Puedes hacerme todo lo quedesees en tus sueños».

«No te deseo», se empeñó en deciruna vez más mientras la tumbaba sobreel suelo.

Se despertó sudando, enredado enlas sábanas, preocupado y sorprendido.

Cuando consiguió pensar conclaridad decidió que aquella mujer eraun peligro, pero que lo único que eracierto de aquel erótico sueño era que nola deseaba.

Page 118: La vecina perfecta   nora roberts

Se frotó la cara y miró la hora. Eranmás de las cuatro de la tarde, lo quesignificaba que había conseguido dormirocho horas seguidas después de casi unasemana. ¿Qué importaba que no fuera enel momento en que solía hacerlo todo elmundo?

Bajó a la cocina, apuró el café quequedaba y se comió el único bollito quetenía. Tarde o temprano tendría que salira la calle a comprar comida.

Estuvo haciendo ejercicio una hora yse alegró de que el sudor que cubría sucuerpo no tuviera nada que ver conninguna fantasía sexual. Después se diouna larga ducha y se afeitó por primera

Page 119: La vecina perfecta   nora roberts

vez en tres o cuatro días. Una vezvestido y con la mente más despejada,salió del apartamento con actitud alegre.

Cybil dejó caer la mano que habíalevantado para apretar el timbre.

—Gracias a Dios que estás en casa.La alegría se esfumó al recordar el

sueño.—¿Qué?—Tienes que hacerme un favor.—De eso nada.—Es una emergencia —lo agarró

del brazo antes de que pudiera pasar delargo—. Es cuestión de vida o muerte.La mía y la del sobrino de la señoraWolinsky, porque uno de los dos morirá

Page 120: La vecina perfecta   nora roberts

si tengo que salir con él. Por eso le hedicho a la señora Wolinsky que teníauna cita.

—¿Qué te hace pensar que todo esome interesa lo más mínimo?

—No te pongas antipático,McQuinn. Estoy desesperada. No tuvetiempo de pensar y no sé mentir; lo hagomuy poco, por eso no se me da bien. Nodejaba de preguntarme con quién iba asalir y, como no se me ocurría nadie, ledije tu nombre.

Era cierto que estaba desesperada,por eso se colocó frente a élbloqueándole el camino.

—A ver, déjame que te aclare una

Page 121: La vecina perfecta   nora roberts

sola cosa. Todo eso no es problemamío.

—No, ya lo sé, es sólo mío. Mehabría inventado algo mejor si la señoraWolinsky no me hubiese pilladotrabajando y con la cabeza en otra cosa—se pasó las manos por el pelo,dejándoselo de punta—. Va a estarmirando y sabrá si salimos juntos o no.

Se dio media vuelta, apretándose lassienes con las manos como si asípudiera estimular a su mente para idearalgo.

—Mira, lo único que tienes quehacer es salir de aquí conmigo como situviéramos una cita; algo relajado. Nos

Page 122: La vecina perfecta   nora roberts

tomaremos un café o algo así y despuésde un par de horas volveremos juntos,porque si no lo hacemos, se enterará. Laseñora Wolinsky se entera de todo. Tedaré cien dólares.

Eso último lo dejó atónito. Loabsurdo de la idea hizo que se quedarainmóvil antes de comenzar a bajar laescalera.

—¿Vas a pagarme para que salgacontigo?

—No es eso exactamente, pero máso menos. Sé que te vendrá bien el dineroy me parece justo compensarte de algúnmodo por tu tiempo. Cien dólares por unpar de horas, McQuinn, y yo pagaré el

Page 123: La vecina perfecta   nora roberts

café.Preston se apoyó en la pared,

observándola. La situación era tanridícula, que despertó en él un sentidodel absurdo que creía haber olvidadohacía mucho tiempo.

—¿Sólo café? ¿Sin tarta?Ella se echó a reír con alivio.—¿Quieres tarta? Eso está hecho.—¿Dónde está el dinero?—Enseguida.Entró corriendo a su apartamento. La

oyó subir las escaleras.—Deja que me arregle un poco —

gritó desde dentro.—El cronómetro está en marcha,

Page 124: La vecina perfecta   nora roberts

niña.—Está bien. ¿Dónde demonios está

mi…?, ¡ahí! Dos minutos, sólo dosminutos. No quiero que me diga quepodría conservar a algún hombre si mepusiera un poco de pintalabios.

Efectivamente fueron dos minutos,después apareció subida a otros de esoszapatos de tacón de aguja, los labiospintados de rosa oscuro y unospendientes largos. Otra vez erandiferentes, se fijó Preston al tiempo queella le daba un billete de cien dólares.

—Te lo agradezco mucho. Sé quedebe de parecerte una estupidez, pero esque no quería ofenderla.

Page 125: La vecina perfecta   nora roberts

—Si para no ofenderla estásdispuesta a pagar cien dólares, es asuntotuyo —se metió el billete en el bolsillosin dejar de mirarla con curiosidad—.Vamos, tengo hambre.

—¿Quieres cenar? Podemos ir acenar. Aquí cerca hay un lugar en el quesirven buena pasta. Bueno, vámonos.Finge que no sabes que nos estáobservando —le susurró cuando seacercaban a la puerta del edificio—.Actúa con naturalidad. ¿Podríasagarrarme de la mano?

—¿Por qué?—Por el amor de Dios —protestó

tomándole la mano con firmeza—. Es

Page 126: La vecina perfecta   nora roberts

nuestra primera cita, intenta hacer comosi estuvieras pasándolo bien.

—Sólo me has dado cien dólares —le recordó y se sorprendió cuando ellase echó a reír.

—Eres un tipo difícil. Realmentedifícil. Vamos a cenar, a ver si eso tepone de mejor humor.

Y así fue. Nadie habría podidoresistirse a un enorme plato de espaguetini a la alegría de Cybil.

—Está riquísimo, ¿verdad? —Lovio comer con verdadero placer y pensóque seguramente no habría comido nadaconsistente desde hacía semanas—.Siempre que vengo aquí acabo

Page 127: La vecina perfecta   nora roberts

comiendo más de la cuenta, luego mellevo lo que queda a casa y al díasiguiente vuelvo a comer más de lodebido. Podrías salvarme de ponermecomo un tonel, llevándotelo tú.

—De acuerdo —dijo él al tiempoque llenaba de chianti sus copas.

—¿Sabes? Estoy segura de que hayun montón de clubes de jazz que estaríanencantados de contratarte.

—¿Qué?Cybil sonrió de un modo que lo

obligó a mirarla a la boca, esa boca tansensual que cuando se curvaba hacía quele saliera un hoyito en la mejilla.

—Eres muy bueno con el saxo.

Page 128: La vecina perfecta   nora roberts

Seguro que encuentras un empleo estableenseguida.

Preston levantó su copa, divertidopor la situación. Cybil creía que era unmúsico sin trabajo. Bueno, ¿por qué no?

—Los trabajos van y vienen.—¿Sueles trabajar en fiestas

privadas? —se inclinó sobre la mesacon entusiasmo—. Yo conozco muchagente, siempre hay alguien preparandouna fiesta.

—No lo dudo.—Podría darles tu nombre si

quieres. ¿Te importa viajar?—¿Adónde?—Algunos parientes míos tienen

Page 129: La vecina perfecta   nora roberts

hoteles. Atlantic City no está lejos.Supongo que no tendrás coche.

Tenía un Porsche casi nuevoguardado en un garaje del centro de laciudad.

—Aquí no.Cybil se echó a reír.—Bueno, no es difícil llegar a

Atlantic City desde Nueva York.A pesar de lo divertido que

resultara, lo mejor era no permitir quese entusiasmara más de la cuenta.

—Cybil, no necesito que nadie meorganice la vida.

—Lo siento, es una mala costumbreque tengo —se disculpó sin ofenderse

Page 130: La vecina perfecta   nora roberts

—. Me meto en la vida de los demás yluego me molesta cuando otros lo hacenconmigo. Como la señora Wolinsky, laactual presidenta del club que parecehaberse formado para buscarme un buenhombre. Me vuelve loca.

—Porque tú no quieres un buenhombre.

—Supongo que en algún momento loquerré. Vengo de una gran familia y esome predispone a querer formar algún díala mía, pero aún tengo mucho tiempo.Me gusta vivir en la ciudad y hacer loque quiero cuando quiero. No me gustanlos horarios, por eso nunca habíaencajado bien en ningún empleo hasta lo

Page 131: La vecina perfecta   nora roberts

de los comics. Y no es que no sea untrabajo que no requiera disciplina, peroyo dispongo mi trabajo y mi tiempo.Supongo que a ti te pasa algo parecidocon la música.

—Supongo —el trabajo para él raravez era un placer y sin embargo paraella sí parecía serlo. La música tambiénlo era para él.

—McQuinn —comenzó a decirlecon una sonrisa—. ¿Con qué frecuenciaparticipas en una conversación con másde tres oraciones completas?

—Me gusta noviembre. Ennoviembre suelo hablar mucho. Es unmes de transición en el que me pongo

Page 132: La vecina perfecta   nora roberts

filosófico.—Parece que tienes cierto sentido

del humor escondido en algún lugar —serecostó sobre el respaldo de la silla ysuspiró con satisfacción—. ¿Postre?

—Desde luego.—Muy bien, pero no pidas tiramisú

porque entonces tendré que suplicarteque me des un poco, luego otro poco yacabaré en coma.

Sin apartar los ojos de ella, levantóla mano para llamar al camarero con laautoridad de un hombre que estuvieraacostumbrado a dar órdenes. Cybilfrunció el ceño.

—Tiramisú —le dijo al camarero—.

Page 133: La vecina perfecta   nora roberts

Con dos tenedores. Quiero ver si uncoma podría hacerte callar.

Cybil tuvo que hacer un esfuerzopara dejar de reírse.

—No creo, hablo incluso en sueños.Mi hermana siempre me amenazaba conponerme una almohada en la cara.

—Creo que me gustaría esa hermanatuya.

—Adria es guapísima…probablemente sea tu tipo. Elegante,sofisticada y muy inteligente. Tiene unagalería de arte en Portsmith.

Preston repartió las últimas gotas devino entre las dos copas. Seguramenteeso explicaba por qué se sentía más

Page 134: La vecina perfecta   nora roberts

relajado de lo que se había sentidodesde hacía semanas, o meses. Quizáincluso años.

—¿Vas a emparejarme con ella?—Puede que le gustaras —consideró

Cybil observándolo detenidamente porencima del borde de la copa—. Eresbastante guapo a pesar de tu estiloarrogante y hosco. Tocas música, lo queseguramente resultara muy atractivo paraalguien que aprecia tanto el arte. Y eresdemasiado desagradable como paratratarla como si fuera de la realeza,como hacen muchos hombres.

—¿De verdad?—Es tan guapa, que no pueden

Page 135: La vecina perfecta   nora roberts

evitarlo. Lo peor es que a ella lemolesta que se queden atontados por suaspecto y acaba dejándolos.Seguramente te rompería el corazón —añadió con un movimiento de la mano—. Claro que quizá eso te viniera bien.

—Yo no tengo corazón —dijo élcuando el camarero les llevó el postre—. Pensé que ya te habrías dado cuenta.

—Claro que lo tienes —con un gestode rendición, Cybil aceptó uno de lostenedores y probó el tiramisú, lo que lahizo suspirar de placer—. Lo que ocurrees que lo tienes encerrado bajo unagruesa armadura para que nadie puedavolver a hacerte daño. Dios, ¿no te

Page 136: La vecina perfecta   nora roberts

parece que está delicioso? Por favor, nome dejes que coma más, sólo este últimobocado.

Pero Preston la miraba fijamente,sorprendido de que aquella pequeñalunática lo hubiese analizado de maneratan certera cuando otros que decíanamarlo no habían conseguido niaproximarse.

—¿Por qué dices eso?—¿El qué? ¿No te he dicho que no

me dejes comer más? ¿Es que eres unsádico?

—Olvídalo —decidió dejar el temay retiró el plato del tiramisú paradejarlo fuera de su alcance—. Es mío —

Page 137: La vecina perfecta   nora roberts

y se dispuso a comer lo que quedaba.Sólo tuvo que amenazarla una vez

con el tenedor para que no volviera aintentar comer.

—Lo he pasado muy bien —dijo Cybilcuando volvían caminando hacia eledificio. Se había agarrado a su brazo—. Ha sido mucho más divertido quepasarse la noche entera tratando de queJohnny no me meta la mano bajo lafalda.

Por algún motivo, la idea le resultótremendamente irritante.

—No llevas falda.

Page 138: La vecina perfecta   nora roberts

—Claro, porque no estaba segura depoder escapar de la cita con Johnny ydecidí poner en marcha un sistema dedefensa.

Lo cierto era que los pantalonesanchos de color azafrán que llevabaresultaban mucho más sexys quedefensivos.

—¿Y por qué no tumbas a Johnnyigual que hiciste la otra noche con elatracador?

—Porque la señora Wolinsky loadora y no podría decirle que suadorado sobrino es como un pulpo.

—Me parece que te dejas mangonearcon mucha facilidad.

Page 139: La vecina perfecta   nora roberts

—No es cierto.—¿No? —preguntó Preston

espontáneamente, antes de darse cuentade que se estaba metiendo de lleno en sujuego—. ¿Entonces por qué dejas que tuamiga Joanie…?

—Jody.—Bueno… Jody te mete en la

encerrona de tener que salir con suprimo, la señora de abajo con su sobrinoy Dios sabe cuántos amigos más tendráscon parientes insoportables. Y tú tedejas llevar porque eres incapaz denegarte.

—Lo hacen con buena intención.—Se están entrometiendo en tu vida,

Page 140: La vecina perfecta   nora roberts

da igual con qué intención lo hagan.—No sé —dijo con un suspiro y se

quedó pensativa unos segundos—. Mirami abuelo, por ejemplo. Bueno, enrealidad no es mi abuelo, es el suegro dela hermana de mi padre, Shelby. Y mimadre es prima de las respectivasparejas de sus dos hijos. Es un pococomplicado.

—Sí que lo es, sí.—Lo sé, pero ésa es la relación que

hay entre Daniel y Anna MacGregor ymis padres. Mi tía Shelby se casó con suhijo, Alan MacGregor, a lo mejor hasoído hablar de él. Solía vivir en la CasaBlanca.

Page 141: La vecina perfecta   nora roberts

—El nombre me suena.—Y mi madre, Genviéve Grandeau

es prima de Justin y Diana Blade, losdos hermanos que se casaron con Serenay Caine, los otros dos hijos de Daniel yAnna. Por eso Daniel y Anna son comomis abuelos. ¿Me sigues?

—Perfectamente, pero ya se me haolvidado por qué has empezado acontarme todo eso.

—A mí también —dijo riéndose y,al hacerlo, se tambaleó un poco y tuvoque agarrarse a él con más fuerza—.Creo que he bebido demasiado vino —explicó—. A ver… ¡Ya me acuerdo!Estábamos hablando de entrometerse en

Page 142: La vecina perfecta   nora roberts

las vidas de otros, un ejercicio en el quemi abuelo, Daniel MacGregor, es elverdadero rey. Como casamentero notiene rival. Te lo prometo, McQuinn, esehombre es una especie de mago.Tengo… —hizo una pausa para contarcon los dedos—. Creo que ya son sietelos primos a los que ha conseguidocasar. Es increíble.

—¿Cómo que los ha casado?—No me preguntes cómo lo hace,

pero siempre encuentra la personaperfecta, después deja que la naturalezaactúe y, antes de que se den cuenta,empiezan a sonar campanas de boda.Acabo de enterarme de que mi primo Ian

Page 143: La vecina perfecta   nora roberts

y su esposa están esperando su primerhijo. Se casaron el otoño pasado.

—¿Y nadie le dice que se meta ensus asuntos?

—Claro que se lo dicen,constantemente. Pero él no hace ni caso.Supongo que pronto se encargará deAdria o de mi hermano Matthew.

—¿Y de ti?—Creo que soy demasiado hábil

para él. Conozco todos sus trucos y notengo intención de enamorarme. ¿Y tú?¿Has pasado por eso alguna vez?

—¿Si he pasado por qué?—Por el amor, McQuinn, no seas

obtuso.

Page 144: La vecina perfecta   nora roberts

—No creo que me interese.—Pero seguro que lo habrá algún

día —vaticinó con gesto pensativo.De pronto se detuvo en seco.—Maldita sea —protestó—. Es el

coche de Johnny. Parece que ha venidode Nueva Jersey. Maldita sea. Bueno,tengo un plan —se volvió a mirarlo ycerró los ojos un segundo—. No deberíahaberme tomado la última copa.

—Eso parece, niña.—Haz el favor de no llamarme

«niña» para sentirte superior y guardarlas distancias. Bueno, no importa. Loque vamos a hacer es seguir caminandoun poco más hasta que estemos justo

Page 145: La vecina perfecta   nora roberts

enfrente de la ventana de la señoraWolinsky. Con mucha naturalidad, ¿deacuerdo?

—Es difícil, pero intentaré hacerlo.—Me encanta ese sarcasmo tuyo.

Escucha, cuando estemos delante de suventana, nos detendremos porque seguroque estará mirando y enseguida semoverán las cortinas. Tú me avisas.

La idea le parecía inofensiva y locierto era que empezaba a gustarle queCybil se agarrase a su brazo. Se volvióa mirar hacia la ventana con disimulo.

—Ahí está.—Ahora tienes que besarme.—Ah, ¿sí?

Page 146: La vecina perfecta   nora roberts

—Y vas a tener que hacerlo bienpara que la señora Wolinsky se décuenta de que Johnny no tiene nada quehacer. Te pagaré otros cincuentadólares.

Preston se pasó la lengua por loslabios. Cybil tenía la mirada lánguida yestaba tan hermosa como un capullo derosa.

—Vas a darme cincuenta dólares porbesarte.

—Es un extra. Quizá así consiga queJohnny vuelva a Nueva Jersey parasiempre. Piensa que estás encima de unescenario. No significa nada. ¿Siguemirando?

Page 147: La vecina perfecta   nora roberts

—Sí —pero ni siquiera se giró acomprobarlo.

—Estupendo. Hazlo bien. Queparezca romántico. Rodéame con tusbrazos y luego inclínate hacia…

—Cybil, sé cómo besar a una mujer.—Claro. No pretendía ofenderte.

Sólo quiero que salga bien para que…Preston decidió que la mejor manera

de hacerla callar era hacerlo de una vezpor todas. No la rodeó con los brazos, laagarró por la cintura y la atrajo hacia sícon fuerza. Vio cómo sus enormes ojosverdes se abrían de la sorpresa antes deque sus bocas se unieran y las palabrasse secaran en su garganta.

Page 148: La vecina perfecta   nora roberts

Tenía razón, pensó Cybil. Sabía muybien cómo besar a una mujer. Vaya si losabía.

Tuvo que agarrarse a sus hombros yponerse de puntillas.

No pudo evitar soltar un levegemido.

La cabeza le daba vueltas y elcorazón se le subió a la garganta. Depronto se sintió indefensa, perdida ytemblorosa. El calor invadió su cuerpo.

Su beso era tan apasionado, tanardiente, que sólo pudo dejarse llevar.

Era como en el sueño, pensóPreston. Pero mejor, mucho mejor. Elsabor de sus labios era único, en sus

Page 149: La vecina perfecta   nora roberts

sueños no la había sentido temblar deese modo y no había sumergido lasmanos en su cabello de ese modomientras gemía de placer.

La apartó sólo un poco para ver si sele habían sonrojado las mejillas como lehabía pasado a él. Ella lo miró sin decirnada, pero sin soltarse de él.

—Éste corre de mi cuenta —murmuró antes de besarla de nuevo.

Se oyó la bocina de un coche,alguien maldijo y se oyó también unaventana cerrarse después de que uncoche pasara junto a ellos, pero Cybilno se enteró de nada de eso. Era como siestuvieran en una isla desierta con el

Page 150: La vecina perfecta   nora roberts

mar mojándoles los pies.Cuando la apartó por segunda vez, lo

hizo muy despacio, movió las manos deun modo que casi pareció una caricia.Eso le dio tiempo a Cybil para hacerque la cabeza dejara de darle vueltas.

Preston habría deseado seguirbesándola, devorarla. Deseaba sentiresa energía suya debajo de su cuerpo,abriéndose a él. Pero tenía la completacerteza de que después ambos sesentirían mal.

Así que la agarró por los hombros yla miró.

—Creo que con eso será suficiente.—¿Suficiente? —repitió ella.

Page 151: La vecina perfecta   nora roberts

—Para convencer a la señoraWolinsky.

—¿La señora Wolinsky? —meneó lacabeza para recuperar la claridad mental—. Ah, sí, sí —respiró hondo y esperópoder actuar con normalidad en laspróximas horas—. Si no se convencecon esto, no se convencerá con nada.Besas de maravilla, McQuinn.

En sus labios apareció una sonrisaque no pudo controlar. Esa mujer eraprácticamente irresistible.

—Tú tampoco lo haces nada mal,niña.

Page 152: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 8Mientras trabajaba, Cybil cantaba a dúocon Aretha Franklin. A su espalda, labrisa fresca de abril se colaba por laventana abierta.

El día estaba tan radiante como suestado de ánimo.

Se volvió a mirarse al espejo eintentó poner cara de sorpresa paradespués poder plasmar esa mismaexpresión en el rostro de un personaje.Pero lo único que podía hacer erasonreír. Aquél no había sido su primerbeso. La habían besado otros hombres yla habían abrazado. Pero comparar

Page 153: La vecina perfecta   nora roberts

aquellos besos con lo sucedido el díaanterior con su vecino de enfrente eracomo comparar un petardo con un ataquenuclear. Uno silbaba, explotaba ydurante un momento resultabaentretenido. El otro estallaba y con ellocambiaba el paisaje durante siglos.

A ella la había dejadoincreíblemente atolondrada durantehoras. Le encantaba sentirse así. ¿Habíaalgo más maravilloso que sentirse débily fuerte, tonta y sabia, confundida yalerta, todo al mismo tiempo?

Lo único que tenía que hacer eracerrar los ojos y dejar que su mentevolviera de nuevo a aquel momento.

Page 154: La vecina perfecta   nora roberts

Se preguntaba qué pensaría él, quésentiría. Nadie podría quedarimpertérrito después de una experienciade tal… magnitud. Él había estado juntoa ella en el epicentro de aquelterremoto. Ningún hombre podía besar auna mujer de ese modo y no sufrir algúntipo de efecto secundario.

Volvió a cantar junto a Aretha y secentró de nuevo en el trabajo.

—¡Dios, Cyb, aquí hace muchísimofrío!

—Hola, Jody —saludó con alegría asu amiga al levantar la vista del papel—. Hola, pequeño Charlie.

El pequeño sonrió desde los brazos

Page 155: La vecina perfecta   nora roberts

de su madre.—No hace tanto calor como para

sentarse frente a la ventana abierta —protestó al tiempo que cerraba.

—Tenía calor —explicó Cybilmientras acariciaba al pequeño—. ¿Note parece un milagro que los hombresempiecen así? Después crecen y seconvierten en… otra cosa.

—Sí —Jody frunció el ceño yobservó a su amiga—. ¿Estás bien? —lepuso la mano en la frente—. No tienesfiebre. Saca la lengua.

Cybil obedeció.—No estoy enferma. Estoy

perfectamente.

Page 156: La vecina perfecta   nora roberts

Jody volvió a observarla sin elmenor convencimiento.

—Voy a acostar a Charlie y despuésvoy a preparar un café para que mecuentes qué está pasando.

—Muy bien —volvió a dejarsellevar por la ensoñación y comenzó adibujar corazoncitos rojos sobre elpapel.

Como le resultaba divertido, loshizo cada vez más grandes y despuésesbozó el rostro de Preston dentro deuno de ellos.

Tenía un bonito rostro. Boca firme,ojos fríos y rasgos marcados. Unosrasgos que se endulzaban ligeramente

Page 157: La vecina perfecta   nora roberts

cuando sonreía. Y sus ojos dejaban deser fríos cuando se reía.

Le gustaba hacerle reír; siempre leparecía que tenía poca práctica. En esopodría ayudarlo. Después de todo, unode sus pequeños talentos era hacer reír ala gente.

Además, una vez lo hubiese ayudadoa conseguir un empleo estable, ya notendría tanto de lo que preocuparse.

Le encontraría trabajo, se aseguraríade que comía bien y estaba segura deque podría encontrar a alguien quequisiera deshacerse de un sofá viejo.Eso le haría sentir mejor. Pero eso noera entrometerse en su vida como hacía

Page 158: La vecina perfecta   nora roberts

el abuelo; no, ella sólo estaría ayudandoa un vecino.

A un vecino increíblemente sexy,cuyos besos eran capaces de llevar auna mujer al paraíso.

Pero no era ése el motivo por el queiba a ayudarlo. También había ayudadoal señor Puebles a encontrar un buenpedicuro.

Sólo se comportaba como una buenavecina, pero si con ello obtenía otrosbeneficios, ¿qué tenía de malo?

Jody observó a su pequeño hasta que sele cerraron los ojitos y fue a preparar

Page 159: La vecina perfecta   nora roberts

café. En la cocina de Cybil se movía contanta libertad como en la suya propia. Locierto era que en los últimos años, Cybily ella estaban tan unidas como doshermanas, quizá más, corrigió Jody. Susdos hermanas siempre estabanpresumiendo de sus maridos, de suscasas y de sus hijos… pero Jodypensaba que cualquiera pensaría que suChuck y su Charlie eran mucho mejoresque los maridos y los hijos decualquiera de ellas dos.

A diferencia de sus hermanas, Cybilla escuchaba y había estado a su lado enel duro momento en el que habíadecidido dejar su trabajo para cuidar de

Page 160: La vecina perfecta   nora roberts

Charlie. También había sido Cybil laque había estado ahí en los primerosdías del niño, cuando Chuck y ella seaterraban cada vez que el bebé hacía elmás leve ruido.

No había una amiga mejor en elmundo. Por eso era por lo que Jodyestaba empeñada en ayudarla a ser tanfeliz como lo era ella.

Subió la bandeja con los cafés alestudio.

—Gracias, Jody —le dijo Cybilcuando le dio su taza.

—La tira de esta mañana es genial.No puedo creer que Emily se enfundarauna gabardina y un sombrero para seguir

Page 161: La vecina perfecta   nora roberts

a don Misterioso por todo el Soho.—Es una chica muy impulsiva —

respondió Cybil, que se habíaacostumbrado a hablar de Emily y delresto de personajes como si fueranpersonas reales—. Y también muycuriosa. Tenía que averiguar algo másde él.

—¿Y tú? ¿Te has enterado de algorelacionado con nuestro don Misterioso?

—Sí —respondió con un suspiro—.Se apellida McQuinn.

—Lo he oído —dijo Jody,automáticamente alerta—. Hassuspirado.

—No, sólo he respirado hondo.

Page 162: La vecina perfecta   nora roberts

—De eso nada, has suspirado. ¿Quéquiere decir eso?

—Bueno, la verdad es que —semoría de ganas de contárselo—…anoche salimos juntos.

—¿Salisteis juntos? ¿Quieres decirque tuvisteis una cita? —Jody acercóuna silla y se sentó junto a ella—.¿Dónde, cómo, cuándo? Quiero detalles,Cyb.

—Está bien —Cybil se giró paramirar de frente a su amiga—. Ya sabesque la señora Wolinsky está empeñadaen emparejarme con su sobrino.

—¿Aún sigue con eso? —preguntóJody con un resoplido de incomprensión

Page 163: La vecina perfecta   nora roberts

—. ¿Cómo es posible que no se décuenta de que no tenéis nada que ver eluno con el otro?

El tremendo cariño que sentía porJody hizo que Cybil no le dijera que laseñora Wolinsky no se daba cuenta deello por el mismo motivo por el que ellano veía los defectos de su querido primoFrank.

—Ella lo adora. El caso es queanoche me había preparado otra cita conél y a mí no me apetecía nada. Tienesque prometerme que no se lo dirás anadie, sobre todo a la señora Wolinsky.

—A Chuck, sí.—Los maridos quedan excluidos del

Page 164: La vecina perfecta   nora roberts

voto de silencio, al menos en este caso.Bueno, le dije que ya tenía otra cita…con McQuinn.

—¿Tenías una cita con 3B?—No, sólo se lo dije porque me

pilló desprevenida y ya sabes quecuando miento me pongo a tartamudear.

—Deberías practicar más —opinóantes de darle un mordisco a uno de losbollitos que había subido con el café.

—Puede ser. Bueno, después dedecírselo me di cuenta de que estaríamirando por la ventana para vernos salirjuntos. Tenía que hacer un trato conMcQuinn, así que le ofrecí cien dólaresy le invité a cenar.

Page 165: La vecina perfecta   nora roberts

—Le pagaste —dijo Jody con losojos abiertos de par en par—. Es genial.Jamás se me ocurrió pagar a un hombrepara que saliera conmigo, ni siquiera enese periodo de sequía que sufrí en elsegundo año de universidad. ¿Y por quécien dólares? ¿Acaso es la tarifahabitual?

—No lo sé, simplemente me parecióque estaba bien. McQuinn no tienetrabajo estable, así que pensé que levendría bien el dinero y una cenacaliente gratis. La verdad es que lopasamos bien —en sus labios se dibujóuna sonrisa—. Muy bien. Sólo comimosy charlamos… bueno, sobre todo hablé

Page 166: La vecina perfecta   nora roberts

yo porque McQuinn no dice mucho.—McQuinn —repitió Jody—. Sigue

sonando muy misterioso. ¿No sabes sunombre?

—No se me ocurrió preguntárselo.Pero calla, que aún queda lo mejor.Veníamos caminando hacia casa y élparecía mucho más relajado, cuando viel coche de Johnny Wolinsky y me entróel pánico. Pensé que la señora Wolinskyno iba a dejar de intentarencasquetármelo a menos que creyeraque estaba con otro, así que le ofrecíotro trato a McQuinn; cincuenta dólaresmás a cambio de un beso.

Jody apretó los labios unos

Page 167: La vecina perfecta   nora roberts

segundos.—Pensé que eso habría estado

incluido en el precio inicial.—No, ya habíamos detallado las

condiciones y además no había tiempopara negociar. La señora Wolinskyestaba mirando por la ventana, así queMcQuinn me besó allí mismo, en lacalle.

—¡Vaya! —Jody había dejado decomer y la miraba sin parpadear—.¿Cómo fue? ¿Cómo te agarró?

—Más bien tiró de mí hacia sí.—Dios. Me encanta cuando hacen

eso.—Me quedé pegada a él y de

Page 168: La vecina perfecta   nora roberts

puntillas porque es muy alto.—Sí que lo es —murmuró como si

estuviera imaginando la escena—. Ymuy fuerte.

—No puedes hacerte a la idea, Jody.Ese hombre es como una roca.

—Dios mío —dijo cerrando los ojos—. Bueno, estabas pegada a él, ¿yluego?

—Luego se inclinó sobre mí.—Así fue como Chuck y yo

acabamos en mi apartamento en nuestrasexta cita. Ningún tío puede dejar debesarte cuando hace eso.

—Pues McQuinn lo hizo. Se detuvoy me miró fijamente.

Page 169: La vecina perfecta   nora roberts

—Madre mía.—Y luego volvió a besarme otra

vez.—¿Te besó dos veces? —parecía a

punto de echarse a llorar de la emoción.—Fue… ¡increíble! —confesó Cybil

dejando que su amiga le agarrara lamano—. No sabes cómo besa.

—Dios, creo que voy a abrir laventana porque empiezo a tener calor —se levantó a abrir—. Pero sigue.

—Fue como si me devorara. No séqué me pasó… —ni sabía cómodescribirlo—. La cabeza me dabavueltas.

—Explícate mejor, Cyb, porque me

Page 170: La vecina perfecta   nora roberts

tienes en ascuas —le pidió conimpaciencia—. A ver, en una escala deluno al diez, ¿qué puntuación le darías?

—No, Jody, se sale de la escala.Su amiga la miró fijamente.—Eso es un mito.—Te prometo que existe —aseguró

Cybil con total seriedad—. Tengopruebas irrefutables.

—Por el amor de Dios. Tengo quesentarme —lo hizo sin apartar la miradade ella—. Un beso que se sale de laescala. Yo te creo, Cyb. Muchas no loharían, pero yo sí.

—Sabía que podía contar contigo.—Sabes lo que eso significa,

Page 171: La vecina perfecta   nora roberts

¿verdad? Ahora no te valdrá nada, nisiquiera un beso digno de un diez.Siempre buscarás otro que se salga de laescala.

—Ya lo había pensado —afirmóCybil con gesto pensativo—. Creo quese puede vivir perfectamente con besosde siete a diez, incluso después de unaexperiencia como ésta. Una puede ir a laluna, Jody, y visitar brevemente otrosmundos, pero después tiene que volver ala tierra y seguir viviendo.

—Tienes razón —murmuró Jody,visiblemente emocionada—. Y eres muyvaliente.

—Gracias. Claro que —comenzó a

Page 172: La vecina perfecta   nora roberts

decir con una malévola sonrisa en loslabios—… tampoco tiene nada de malollamar de vez en cuando a su puerta.

Page 173: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 9Como no quería parecer ansiosa, Cybilsiguió trabajando el resto de la mañanay no paró hasta las dos, momento en elque se le ocurrió que quizá a su vecinole apeteciera tomarse una taza de cafécon ella o salir a dar un paseo.

Ese hombre tenía que salir de suapartamento más a menudo y aprovechartodo lo que ofrecía la ciudad.

Lo imaginó encerrado en aquellacasa vacía, preocupado por las facturasque no podía pagar porque no teníatrabajo. Pero Cybil estaba segura depoder ayudarlo.

Page 174: La vecina perfecta   nora roberts

Justo en el momento en que se pusoen pie para darse un toque demaquillaje, escuchó las primeras notasdel saxo y sintió un escalofrío.

McQuinn merecía un descanso, teníaque encontrar algo que le demostraraque la vida estaba llena de sorpresas yella quería ayudarlo porque había algoen él, en esa infelicidad que adivinabaen sus ojos, que la atraía enormemente.Sentía la necesidad de hacerdesaparecer esa tristeza de su mirada.

Al menos ya había conseguidohacerle reír y, si lo había conseguidouna vez, podría hacerlo de nuevo.

Deseaba volver a verlo reír, verle

Page 175: La vecina perfecta   nora roberts

sonreír cuando ella hacía o decía algoque lograba traspasar esa coraza decinismo con la que se protegía.

Y si al hacerlo encendía ciertachispa sexual, tampoco estaría nada mal.

Estaba bajando las escaleras cuandosonó el timbre de la puerta del edificio.

—¿Sí?—Busco a McQuinn. ¿Es el 3A?—El suyo es el 3B.—Maldita sea, ¿entonces por qué no

contesta?—Probablemente no lo oiga porque

está tocando.—¿Podrías abrirme, querida? Soy su

agente y tengo un poco de prisa.

Page 176: La vecina perfecta   nora roberts

—Su agente —si tenía una agente,Cybil quería conocerla porque ya se lehabían ocurrido más de una docena depersonas con las que ponerlo encontacto para encontrar trabajo—.Claro. Sube.

Apretó el botón y después abrió lapuerta de su apartamento para verla.

La mujer que salió del ascensor unossegundos después tenía aspecto deprofesional de éxito, pensó Cybil concierta sorpresa.

Era delgada, de rasgos marcados,larga melena rubia y ojos intensamenteazules en los que se reflejaba suimpaciencia.

Page 177: La vecina perfecta   nora roberts

Se movía con la precisión de unabala y llevaba un maletín de piel quedebía de costar más que el alquiler demuchas casas.

¿Cómo era posible que un tipo sintrabajo tuviera una agente que podíapermitirse ese tipo de lujos de diseño?

—¿3A?—Sí, me llamo Cybil.—Amanda Dresher. Gracias, Cybil.

Es que mi cliente no contesta al teléfonoy parece haber olvidado que teníamosuna cita para comer en el Four Seasons.

—¿El Four Seasons? —preguntó,asombrada—. ¿El de Park Avenue?

—¿Hay otro? —dijo Amanda

Page 178: La vecina perfecta   nora roberts

apretando el timbre del 3B—. Miquerido Preston tiene muchísimo talento,pero a veces es imposible.

—Preston —en sólo unos segundosCybil pasó de la confusión a la sorpresa—. Preston McQuinn —dijo mientras lavergüenza y la rabia se iban apoderandode ella—. El autor de Una maraña dealmas.

—El mismo —dijo Mandy conorgullo—. Vamos, McQuinn, abre lamaldita puerta. Cuando me dijo que ibaa quedarse un par de meses en la ciudadpensé que me resultaría más fácil tenerlolocalizado, pero sigue siendo igual dedifícil. Bueno, por fin.

Page 179: La vecina perfecta   nora roberts

Se oyó el cerrojo de la puerta.—¿Qué demonios… Mandy?—Habíamos quedado para comer —

espetó su agente—. Y no contestas alteléfono.

—Se me olvidó lo de la comida y elteléfono no ha sonado.

—¿Has cargado la batería?—No creo —se quedó allí de pie

mirando hacia donde Cybil lo observabacon gesto ofendido—. Pasa, dame sóloun minuto.

—Ya te he dado una hora —antes deentrar se volvió hacia Cybil—. Graciaspor abrirme, querida.

—De nada —dijo Cybil antes de

Page 180: La vecina perfecta   nora roberts

mirar a Presión—. Eres un cretino —ycerró con un portazo.

—¿No tienes nada en lo quesentarse? —protestó Mandy a suespalda.

—No. Sí. Arriba. Maldita sea —murmuró con una sensación deculpabilidad que no le gustaba nada—.Esta planta no la utilizo mucho.

—No hace falta que lo jures. ¿Quiénes la chiquilla de enfrente?

—Nadie. Campbell, CybilCampbell.

—Ya decía yo que me resultabafamiliar. Amigos y vecinos. Conozco asu agente, está como loco con ella. Dice

Page 181: La vecina perfecta   nora roberts

que es la primera cliente libre deneurosis que ha tenido en toda su vida.Por lo visto no se queja nunca, entregalos trabajos en fecha, no exige trato defavor y además le está haciendo ganaruna fortuna.

Lanzó una fría mirada a Preston.—Debe de ser una maravilla tener

un cliente sin neurosis, al que no se leolvide que ha quedado para comer consu agente y que incluso le mande regalosde cumpleaños.

—Lo de la neurosis es irremediable,pero siento lo de la comida.

El enfado dejó paso a lapreocupación.

Page 182: La vecina perfecta   nora roberts

—¿Qué ocurre, Preston? Tienes muymala cara. ¿Vas mal con la obra?

—No, de hecho va mejor de lo queesperaba. Lo que ocurre es que no hedormido mucho.

—¿Otra vez has estado tocando porahí hasta las tantas?

—No.Pensando en la mujer del 3A, dando

vueltas por la casa, muerto de deseo porla mujer del 3A. Una mujer que sin dudaahora lo consideraría un serdespreciable.

—Simplemente he pasado una malanoche.

—Está bien.

Page 183: La vecina perfecta   nora roberts

Lo cierto era que, por mucho que lahiciera enfadar, Preston le importabamucho. Por eso se acercó y le puso unamano en el hombro.

—Me debes una comida, pero porahora me conformo con un café.

—Aún queda algo en la cocina, perolo hice a las seis de la mañana.

—Entonces será mejor que haga otro—se metió en la cocina y, después deponer la cafetera en marcha, echó unvistazo en los armarios porqueconsideraba que preocuparse por elbienestar de Preston era parte de sutrabajo—. Pero bueno, McQuinn, ¿esque estás en huelga de hambre? Aquí no

Page 184: La vecina perfecta   nora roberts

hay más que migas de pan.—Ayer tenía intención de ir a

comprar, pero no me dio tiempo —volvió a mirar a la puerta y a pensar enCybil—. Suelo pedir que me traigan lacena.

—¿Con el teléfono al que nocontestas?

—Te prometo que cargaré la batería,Mandy.

—Eso espero. Si lo hubieras hechoantes, ahora estaríamos sentados en elFour Seasons y bebiendo champán paracelebrarlo. He cerrado el trato, Preston,Una maraña de almas va a convertirseen una película. Ya tienes el productor y

Page 185: La vecina perfecta   nora roberts

el director que querías, también podrásencargarte del guión. Eso sin hablar deuna pequeña cantidad de siete cifras.

—No quiero que estropeen mi obra—fue la primera reacción de Preston.

Mandy soltó un suspiro.—Siempre encuentras el lado

negativo. Haz el guión y así no loestropearán.

—No —dijo negando con la cabeza.Se acercó a la ventana para asimilar

la noticia. En el cine la obra perdería laintimidad que transmitía en el teatro,pero haría que su trabajo llegara amillones de personas.

—No quiero volver a meterme en

Page 186: La vecina perfecta   nora roberts

todo eso, Mandy. Al menos no tan delleno.

Amanda sirvió dos tazas de café yfue junto a él.

—Entonces limítate a supervisar elproyecto.

—Sí, eso estaría mucho mejor. ¿Teencargarías de ello?

—Claro. Y ahora, si dejas de saltarde alegría, podemos hablar del trabajoque tienes entre manos.

La ironía de sus palabras hizo quePreston apretara los labios y la mirara.

—Eres la mejor agente del mundo ysin duda la más paciente.

—Estoy completamente de acuerdo.

Page 187: La vecina perfecta   nora roberts

Espero que estés tan orgulloso como loestoy yo. ¿Vas a llamar a tu familia?

—Dame un par de días parapensarlo.

—Preston, no tardará en salir en laprensa. ¿Quieres que se enteren así?

—No, tienes razón. Los llamaré —por fin sonrió—. En cuanto cargue elteléfono. ¿Qué te parece si me cambiode ropa y salimos a tomar ese champán?

—Muy bien. Pero antes dime unacosa —le pidió cuando él comenzaba asubir las escaleras—. Esa preciosidaddel 3A. ¿Vas a decirme qué hay entrevosotros?

—No sé si hay algo que contar —

Page 188: La vecina perfecta   nora roberts

murmuró.

Page 189: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 10Seguía sin saberlo cuando llamó a supuerta esa misma tarde, pero sabía quedebía hacer algo respecto a lo que habíavisto en sus ojos unas horas antes. Claroque tampoco era asunto suyo si él teníatrabajo o no; él había hecho todo loposible para que no se entrometiera ensu vida…

Hasta la noche anterior, recordó.Había sido una mala idea; no

debería haber accedido a salir con ella ymucho menos debería haberse permitidoel lujo de pasarlo tan bien.

Y de besarla.

Page 190: La vecina perfecta   nora roberts

Cosa que no habría hecho si ella nose lo hubiera pedido.

Cuando abrió la puerta, Preston laesperaba con una disculpa.

—Lo siento —comenzó a decir conimpaciencia—. Pero la verdad es que noera asunto tuyo. Es mejor que dejemosclaras las cosas.

Fue a entrar, pero ella le puso lamano en el pecho.

—No quiero que pases.—Por el amor de Dios. Fuiste tú la

que empezó todo. Puede que yo dejaraque lo hicieras, pero…

—¿Qué es lo que empecé?—Esto —espetó, furioso consigo

Page 191: La vecina perfecta   nora roberts

mismo por no encontrar las palabras quenecesitaba y con ella por mirarlo conesos ojos de perrillo herido.

—Está bien, yo empecé. No deberíahaberte llevado las galletas, fui unadesconsiderada. No debería habermepreocupado porque no tuvieras trabajo,ni debería haberte invitado a cenarporque pensé que no podías permitirtecomer como Dios manda.

—Maldita sea, Cybil.—Tú dejaste que lo creyera. Dejaste

que pensara que eras un pobre músicosin trabajo y seguro que te has reído ami costa. El laureado Preston McQuinn,autor de la magnífica Una maraña de

Page 192: La vecina perfecta   nora roberts

almas. Supongo que hasta te sorprendeque una simple dibujante como yoconozca tu trabajo. ¿Qué va a saber delverdadero arte, de la literatura conmayúsculas, una muchacha que sólo hacetiras cómicas? ¿Por qué no echarte unasrisas a mi costa? Maldito engreídopetulante —la voz le tembló a pesar deque se había prometido que no iba apermitirlo—. Yo sólo intentabaayudarte.

—Nadie te pidió que lo hicieras. Yono quería tu ayuda —Preston se diocuenta de que estaba a punto de echarsea llorar y cuanto más se acercaba alllanto, más furioso se sentía él. Sabía

Page 193: La vecina perfecta   nora roberts

que las mujeres se servían de laslágrimas para destruir a los hombres—.Mi trabajo es sólo asunto mío.

—Tu trabajo se representa enBroadway, así que es público, pero esono tiene nada que ver con que fingierasser un simple saxofonista.

—Yo no fingí nada. Toco el saxoporque me gusta. Tú diste muchas cosaspor hecho.

—Y tú dejaste que lo hiciera.—¿Y qué si lo hice? Me vine aquí

en busca de un poco de tranquilidad,pero de pronto apareciste tú con tusgalletas, luego me seguiste y por tu culpapasé la mitad de la noche en comisaría.

Page 194: La vecina perfecta   nora roberts

Después me pides que salga contigoporque no tienes las agallas suficientespara decirle a una señora de setentaaños que no se meta en tu vida. Y paracolmo me ofreces cincuenta dólares porbesarse.

Una primera lágrima de humillacióncayó por su mejilla y le encogió elestómago a Preston.

—No —le ordenó él—. Noempieces.

—¿Me pides que no llore cuando meestás humillando y haciéndome sentirridícula y avergonzada? —no se molestóen secarse las lágrimas, simplementesiguió mirándolo—. Lo siento mucho,

Page 195: La vecina perfecta   nora roberts

pero yo no funciono así; cuando alguienme hace daño, lloro.

—Tú misma te lo has buscado —tenía que decirlo y necesitaba creer queera así.

—Has relatado los hechos, Preston—le dijo ella cuando ya se disponía ahuir hacia su apartamento—. Pero te hasolvidado de los sentimientos. Te llevélas galletas porque se me ocurrió que tegustaría tener algún amigo en el edificio.Ya te he pedido perdón por seguirte,pero volveré a hacerlo.

—No quiero que…—No he terminado —lo interrumpió

con tal dignidad que Preston se sintió

Page 196: La vecina perfecta   nora roberts

aún más culpable—. Te invité a cenarporque no quería ofender a una mujerencantadora y porque pensé que quizátuvieras hambre. Lo pasé bien contigo ysentí algo cuando me besaste. Pensé quetú también lo habías sentido. Pero sí,tienes toda la razón del mundo —asintiómientras otra lágrimas le caía por lamejilla—. Me lo he buscado yo sólita.Supongo que tú te guardas toda laemoción para el trabajo y no dejasningún sentimiento para tu vida. Losiento mucho por ti y siento habermemetido en tu territorio sagrado. Novolveré a hacerlo.

Antes de que Preston pudiera decir

Page 197: La vecina perfecta   nora roberts

nada, Cybil cerró la puerta y echó loscerrojos. Él se dio media vuelta e hizolo mismo con la puerta de suapartamento.

Ya tenía lo que quería, se dijo a símismo. Soledad. Tranquilidad. Suvecina no volvería a llamar a su puertapara distraerlo con conversaciones ysentimientos que no deseaba. Unossentimientos con los que no sabía quéhacer.

Se quedó allí de pie, agotado yfurioso consigo mismo en mitad de lahabitación vacía.

Page 198: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 11Preston apenas conseguía pegar ojo entoda la noche y las pocas veces queconseguía conciliar el sueño, su mentese llenaba de imágenes en las que seencontraba frente a Cybil, al borde de unprecipicio. Tenía la sensación de queella lo hubiera llevado hasta allí, dondeno tenía otra escapatoria que acercarse aella y cuando lo hacía, el sueño sevolvía tan tremendamente erótico, quecuando por fin conseguía salir de él,estaba excitado, furioso e invadido porsu recuerdo y por su sabor.

No podía comer. Nada le satisfacía

Page 199: La vecina perfecta   nora roberts

porque todo le recordaba a la sencillacena que habían compartido unas nochesantes. Se alimentó tan sólo de café hastaque los nervios y el estómagoempezaron a protestar.

Lo que sí hacía era trabajar. Parecíaque, cuanto más sufrían sus emociones,más se adentraba en la historia y en suspersonajes. Resultaba doloroso arrancaresos sentimientos de su corazón y dejarque los personajes los engulleranansiosamente.

Recordaba lo que Cybil le habíadicho antes de cerrarle la puerta en lacara, que utilizaba todas sus emocionesen el trabajo, pero no sabía cómo

Page 200: La vecina perfecta   nora roberts

introducirlas en su vida. Tenía razón yera mejor así. Había muy pocaspersonas a las que les pudiese confiarsus sentimientos. Sus padres, suhermana, aunque la necesidad que sentíade responder a sus expectativas erademasiado peligrosa. Estaban tambiénDelta y André, los pocos amigos que sepermitía tener y que no esperaban de élmás que lo que él quisiera darles. YMandy, que lo presionaba cuandonecesitaba presión, lo escuchaba cuandonecesitaba hablar y se preocupaba por élcasi más que él mismo.

No quería que ninguna mujer sehiciese hueco en su corazón nunca más.

Page 201: La vecina perfecta   nora roberts

Ya había aprendido la lección conPamela y desde entonces no habíadejado que nadie se acercara a tanvulnerable territorio.

Con sus mentiras y su traición,aquella mujer le había hecho aprendermucho a los veinticinco años. Desdeentonces no creía en el amor, ni perdíael tiempo buscándolo.

Y sin embargo no podía dejar depensar en Cybil.

La había oído salir varias veces enlos últimos tres días. Más de una vez lohabía distraído el sonido de la risa y lasvoces procedentes de su apartamento.Ella no estaba sufriendo. ¿Entonces por

Page 202: La vecina perfecta   nora roberts

qué él sí?Debía de ser el sentimiento de culpa

porque sabía que le había hecho daño,aunque hubiera sido de maneracompletamente involuntaria. Muy a supesar, Preston había quedado fascinadocon ella y no había pretendido hacer quese sintiera estúpida, ni herir sussentimientos. Las lágrimas de una mujereran capaces de destrozarlo por muchoque supiera lo falsas que podían ser.

Pero el llanto de Cybil no le habíaparecido falso, aquellas lágrimas habíansido naturales como gotas de lluvia.

Sabía que no podría resolver elproblema hasta que hubiese arreglado

Page 203: La vecina perfecta   nora roberts

las cosas con ella. Era consciente de queno se había disculpado adecuadamente,así que tendría que volver a hacerloahora que Cybil había tenido tiempo decontrolar un poco esas emociones quedejaba salir con tal libertad.

No había motivo alguno para quefueran enemigos. Ella era la nieta de unhombre al que Preston admiraba yrespetaba y no creía que DanielMacGregor opinase lo mismo de él si seenteraba de que había hecho llorar a supequeña.

Lo cierto era que le importabamucho la opinión de Daniel MacGregor.

Y también la de Cybil, le dijo una

Page 204: La vecina perfecta   nora roberts

vocecita.Por eso de pronto se encontró yendo

hacia la puerta en lugar de trabajar.La había oído salir hacía ya

bastante, así que decidió salir yesperarla en la puerta. Entonces sedisculparía de verdad con ella y podríanvolver a ser buenos vecinos. Ademástenía que devolverle los cien dólaresporque, aunque al principio se habíadivertido con la ocurrencia, ahora hacíaque se sintiera como un sinvergüenza.

Pero estaba seguro de que Cybil notardaría en reírse de lo ocurrido yvolver a ser la chica alegre de siempre.Una mujer como ella no podría seguir

Page 205: La vecina perfecta   nora roberts

enfadada por mucho tiempo.Preston se habría sorprendido de ver

hasta qué punto seguía enfadada Cybil,pues mientras subía en el ascensor, selamentaba de tener que pasar por delantede su puerta para ir a casa porque cadavez que pasaba por el 3B se acordabade lo estúpida que había sido y loestúpida que él le había hecho sentir.

Tenía intención de sacar la llaveantes incluso de salir del ascensor parano tener que entretenerse en eldescansillo, pero iba muy cargada con lacompra y aún estaba buscándola cuandosalió.

Apretó los dientes al verlo y lo miró

Page 206: La vecina perfecta   nora roberts

con toda la frialdad que pudo.—Cybil —Preston nunca la había

visto mirarlo de ese modo, pero lafrialdad de sus ojos lo hizo estremecer—. Déjame que te ayude con esasbolsas.

—No necesito ayuda, gracias —Cybil habría querido tener tres manospara poder encontrar de una vez lasmalditas llaves.

—Yo creo que sí, si vas a seguirbuscando en el bolso —dijo intentandosonreír cuando por fin consiguió quitarleuna de las bolsas—. Escucha, ya te hedicho que lo siento. ¿Cuántas vecestengo que disculparme para que quites

Page 207: La vecina perfecta   nora roberts

esa cara de enfado?—Vete al infierno —replicó ella—.

Dame la bolsa —le ordenó una vez tuvola llave en la mano.

—Te la llevaré a la cocina.—He dicho que me des la maldita

bolsa —forcejeó con él y al ver que nopodía, se dio media vuelta—. Muy bien,entonces quédatela.

Abrió la puerta y se disponía acerrarla de golpe cuando él la sujetó.Sus ojos se encontraron y Preston creyóver violencia en los de ella.

—Ni se te pase por la cabeza —leadvirtió—. Yo no soy un atracadordesnutrido.

Page 208: La vecina perfecta   nora roberts

Cybil sabía que de todos modospodría hacerle daño, pero se dio cuentade que eso sería hacerle parecer másimportante de lo que quería que fuera.Así pues, dejó que le llevara la bolsa ala cocina y ella hizo lo mismo con lasuya.

—Gracias. ¿Quieres una propina?—Muy graciosa. Antes dejemos

solucionada otra cosa —dijo al tiempoque se sacaba cien dólares del bolsillo—. Aquí tienes.

Cybil miró el dinero sin el menorinterés.

—No voy a aceptarlo. Eso dinero telo ganaste. De hecho, te debo otros

Page 209: La vecina perfecta   nora roberts

cincuenta, ¿verdad?Preston apretó la mandíbula con

furia al ver que echaba mano de subolso.

—Ya está bien, Cybil. Toma eldinero.

—No.—He dicho que agarres el maldito

dinero —la agarró de la muñeca y se lahizo girar para ponerle el dinero en lamano.

Se quedó atónito al verla convertiren confeti un billete de cien dólares.

—Ya está. Problema resuelto.—Eso ha sido una solemne estupidez

—dijo Preston después de respirar

Page 210: La vecina perfecta   nora roberts

hondo para intentar mantener la calma.—Bueno, ¿para qué cambiar? Ahora

ya puedes marcharte.Su voz sonó tan ecuánime, que

Preston se habría ido de no haber vistoel modo en que le temblaban los dedosmientras guardaba la compra en losarmarios. Aquel simple temblor hizo quetoda su furia desapareciera y sóloquedara la culpa.

—Cybil, lo siento —la vio titubearantes de colocar el siguiente bote—. Seme fue de las manos y no hice nada porpararlo. Pero debería haberlo hecho.

—No tenías por qué mentirme; tehabría dejado en paz si me lo hubieras

Page 211: La vecina perfecta   nora roberts

pedido.—No te mentí, o al menos no

pretendía hacerlo. Es cierto que dejéque creyeras algo que no era cierto.Quiero tranquilidad, la necesito.

—Pues ya la tienes. No soy yo laque se ha colado en tu apartamento a lafuerza.

—No, es cierto —hundió las manosen los bolsillos—. Te he hecho daño yno debería haberlo hecho. Lo sientomucho.

Cybil cerró los ojos al sentir que lapuerta que había prometido mantenercerrada comenzaba a abrirse.

Page 212: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 12—¿Por qué lo hiciste?

—Porque pensé que así temantendría alejada. Porque meresultabas demasiado atrayente para míy porque a una parte de mí le resultódivertido que quisieras ayudarme aencontrar trabajo —vio cómo ellalevantó los hombros con tensión yreaccionó de inmediato—.Compréndelo, Cybil. ¿Cómo no iba adivertirme que me ofrecieras ciendólares por salir contigo? Cien dólarespara no herir los sentimientos de unamujer y para llevar a cenar a un músico

Page 213: La vecina perfecta   nora roberts

en paro. Era… encantador. Eso no esalgo que diga muy a menudo.

—Es humillante —murmuró ella altiempo que comenzaba a sacar las cosasde la segunda bolsa.

—No digas eso —Preston searriesgó a acercarse a ella—. Es todoculpa mía; si te hubiera dicho mi nombredurante la cena, los dos nos habríamosreído de ello, pero en lugar de eso tehice llorar y lo siento muchísimo.

Cybil se quedó de espaldas a él, conla mirada perdida en la bolsa de lacompra. No había esperado que semostrara tan arrepentido, que parecierapreocuparle tanto haberle hecho daño.

Page 214: La vecina perfecta   nora roberts

Pero así era y Cybil no podía fingir queno le importaba.

Así pues, respiró hondo y trató derecuperar el tono distendido y amistosode antes.

—¿Quieres una cerveza?La tensión que Preston había sentido

en los hombros desapareció de golpe.—Sí.—Me lo imaginaba. Nunca te había

oído hablar tanto —se volvió a darle elvaso y la botella de cerveza con unasonrisa en los labios—. Debes de tenermucha sed.

—Gracias.Allí estaba el hoyito de la mejilla.

Page 215: La vecina perfecta   nora roberts

—Pero no tengo galletas.—Siempre puedes hacer más.—Puede ser —siguió colocando las

cosas.Preston, por su parte, volvió a

pensar que era demasiado atrayente.Daba igual que llevase una camisetaenorme y unas zapatillas de deporte.Había estado comprando comida, asíque el perfume que llevaba sin duda selo había puesto para sí misma y no paragustar a nadie. No comprendía por quéllevaba dos aritos de oro en una oreja yun solo pendiente con un pequeñobrillante en la otra.

El caso era que el conjunto resultaba

Page 216: La vecina perfecta   nora roberts

sencillamente fascinante.Cuando se giró a sacar otra cosa de

la bolsa, Preston le agarró la muñeca.—¿Estamos como al principio?—Eso parece.—Entonces debo decirte algo más

—dejó la cerveza sobre la encimera—.Sueño contigo.

Ahora era ella la que tenía la bocaseca.

—¿Qué?—Que sueño contigo —repitió al

tiempo que se acercaba hasta que la dejócon la espalda pegada al frigorífico. Esavez era ella la que no podía huir—.Sueño que estoy contigo, que te acaricio

Page 217: La vecina perfecta   nora roberts

—sin apartar la mirada de sus ojos, lepasó la mano por el pecho—. Y medespierto con tu sabor en los labios.

—Dios mío.—Dijiste que habías sentido algo al

besarme y que creías que yo también lohabía hecho —fue bajando las manoshasta sus caderas sin apartar los ojos delos suyos—. Tenías razón.

Cybil tragó saliva y se dio cuenta deque le temblaban las rodillas.

—¿Sí?—Sí. Y quiero volver a sentirlo.Al ver que se inclinaba hacia ella,

Cybil puso la espalda muy recta.—¡Espera!

Page 218: La vecina perfecta   nora roberts

Su boca había quedado a sólo unosmilímetros de la de ella.

—¿Por qué?La mente se le había quedado en

blanco.—No lo sé.En sus labios apareció una de esas

inusuales sonrisas.—Detenme cuando lo sepas —dijo

antes de posar su boca sobre la de ella.Y todo volvió a ser igual. Cybil

estaba segura de que no sería así, eraimposible volver a sentir las mismasincreíbles sensaciones de la otra vez ysin embargo eso fue lo que ocurrió. Jodytenía razón, después de aquello, ningún

Page 219: La vecina perfecta   nora roberts

otro beso volvería a satisfacerla.Aquella mujer era cálida, dulce,

hermosa, eso y mucho más. Todo lo quehabía llegado a pensar que no necesitabaestaba ahora en sus brazos. Todo lo quedeseaba con una fuerza que jamás habríaimaginado.

Pasó de la boca al cuello, un cuelloque recorrió con sus besos.

—No —aquello era lo último queCybil esperaba oír de sus propios labioscuando lo cierto era que las manos y loslabios de Preston sólo estaban haciendoque deseara más y más. Y sin embargovolvió a decirlo de nuevo—. No.Espera.

Page 220: La vecina perfecta   nora roberts

Preston levantó la mirada.—¿Por qué?—Porque yo… —de su boca escapó

un gemido de placer cuando él siguióacariciándola, despertando cada poro desu piel.

—Te deseo —siguió acariciándolelos pechos suavemente—. Y tú medeseas a mí.

—Sí, pero —Cybil abrió las manosy lo agarró por los hombros para lucharcontra ese deseo que él había adivinadobien—, hay ciertas cosas que no mepermito hacer por impulso y sientomucho decirte que ésta es una de ellas.

Abrió los ojos y se encontró con él

Page 221: La vecina perfecta   nora roberts

observándola desde muy cerca.—Esto no es un juego, Preston.Él enarcó una ceja al ver que había

adivinado sus pensamientos.—¿No? No —decidió de inmediato

porque creía lo que ella decía—. No sete daría bien ese juego, ¿verdad?

—No lo sé, nunca lo he jugado.Preston dio un paso atrás y se

encogió de hombros, parecía haberrecuperado el control por completo,mientras que ella seguía inmersa en unabsoluto torbellino de sensaciones.

Inconscientemente, Cybil se llevólos dedos al cuello con lentitud, dondeél acababa de besarla.

Page 222: La vecina perfecta   nora roberts

—Necesito tiempo antes deentregarme de ese modo. Hacer el amorcon alguien es un regalo que no deberíahacerse sin pensar.

Aquellas palabras le llegaron muyhondo y, por motivos que ella no podríacomprender, hicieron que se sintieramás tranquilo.

—Hay mucha gente que lo hace todoel tiempo sin pensar.

—Yo no —dijo ella, negando con lacabeza.

Sintió el impulso de acariciarle lacara, por eso prefirió meterse las manosen los bolsillos. Sería mejor que no latocara, al menos por el momento.

Page 223: La vecina perfecta   nora roberts

—¿Y se supone que con eso meretiraré satisfecho?

—Sólo pretendo que comprendaspor qué te he dicho no cuando queríadecir sí. Cuando los dos sabemos quepodrías hacerme decir sí.

—Esa sinceridad tuya es muypeligrosa —admitió él con los ojosardiendo de deseo.

—Necesitas saber la verdad —dehecho, Cybil tuvo la sensación de nohaber conocido a nadie antes que lonecesitara más que él—. Además, nosuelo mentir a los hombres con los quetengo la intención de intimar.

Volvió a dar un paso hacia ella y vio

Page 224: La vecina perfecta   nora roberts

cómo le temblaban los labios. Podríahacerle decir sí… saberse poseedor detal poder resultaba muy seductor. Perosabía que si utilizaba dicho poder,estaría poniendo en peligro algo que nisiquiera sabía si existía.

—Necesitas tiempo —concluyó—.¿Tienes idea de cuánto?

El deseo hizo que le temblara la vozal responder a tan difícil pregunta.

—No lo sé, pero te aseguro queserás el primero en saberlo.

—Quizá podríamos quitar un par dedías a ese tiempo —murmuró al tiempoque se permitía caer en la tentación debesarle los labios suavemente.

Page 225: La vecina perfecta   nora roberts

Cybil mantuvo los ojos abiertos conla esperanza de que eso la ayudara a nodejarse llevar, pero la visión se le hizoborrosa.

—Mm, sí, seguro que podemosquitar unos días.

—Mejor una semana —dijo mientrasel beso se iba haciendo más y másintenso—. ¿Qué tal quince días?

Lo último que esperaba hacer en unmomento en el que se veíacompletamente dominado por el deseo,era reírse.

—Será mejor que dejemos esto paramás adelante —dijo.

Cybil se concentró en respirar con

Page 226: La vecina perfecta   nora roberts

normalidad mientras él se volvía aagarrar su cerveza.

—Tengo toda esta… —señaló a sualrededor.

—¿Comida? —añadió él, encantadocon su desconcierto.

—Sí. Tengo toda esta comida, asíque supongo que podría preparar…

Preston esperó unos segundosmientras ella se apretaba las sienes yfruncía el ceño.

—¿La cena?—Eso es. La cena. Es curioso cómo

a veces nos quedamos sin palabras. Voya preparar la cena —respiró hondo—.¿Te apetece quedarte a cenar?

Page 227: La vecina perfecta   nora roberts

Él dio un trago de cerveza y seapoyó en la encimera.

—¿Puedo verte cocinar?—Claro. Puedes sentarte ahí y cortar

la verdura.—Muy bien —la idea le resultó

sorprendentemente atractiva, así que sesentó en un taburete—. ¿Cocinas mucho?

—Sí, bastante. Me gusta muchococinar. Es una especie de aventura; contodos los ingredientes, el calor, eltiempo, la mezcla de olores, texturas ysabores.

—Y… ¿alguna vez cocinas desnuda?Cybil se detuvo en seco cuando se

disponía a lavar un pimiento. Se dio

Page 228: La vecina perfecta   nora roberts

media vuelta riéndose.—McQuinn, acabas de hacer una

broma —dejó el pimiento y le puso lamano sobre la de él—. Estoy muyorgullosa de ti.

—No era ninguna broma. Te lopreguntaba completamente en serio.

Cuando ella se echó a reír, seinclinó y le agarró el rostro entre lasmanos para después darle un sonorobeso en la boca, Preston sonrió de talmodo que ni él mismo se habríareconocido.

—Bueno, ¿lo haces o no?—Nunca si estoy friendo pollo, que

es lo que voy a hacer ahora mismo.

Page 229: La vecina perfecta   nora roberts

—No importa. Tengo muchaimaginación.

Cybil se echó a reír de nuevo.—Me apetece un poco de vino —

dijo mirándolo a los ojos—. ¿Teapetece una copa?

—Claro.Sacó una botella de vino blanco del

frigorífico y después se volvió hacia él,que seguía observándola con ese brillomalévolo en los ojos.

—Tienes que dejar de hacer eso.—¿El qué?—Deja de imaginarme desnuda.

Mejor ve a poner música —le ordenóseñalándole el salón—. Abre una

Page 230: La vecina perfecta   nora roberts

ventana porque tengo mucho calor ydame un par de minutos para que busqueotra cosa de la que hablar que no tenganada que ver con el sexo.

—A ti nunca te cuesta encontrar algode lo que hablar.

—Supongo que eso para ti es uninsulto. Para mí no. Soy una buenaconversadora.

—¿Así es como se dice ahora seruna charlatana?

—Vaya, parece que esta nocherebosas ingenio y sentido del humor —ynada podría haberle gustado más a ella.

—Debe de ser por la compañía —murmuró Preston antes de ponerse a

Page 231: La vecina perfecta   nora roberts

mirar los discos—. Tienes bastante buengusto en cuestión de música.

—¿Acaso esperabas que no fueraasí?

—Desde luego no esperabaencontrar a Aretha Franklin y B.B. King.Claro que también tienes otras cosasmás animadas.

—¿Qué tienes en contra de la músicaanimada?

Por toda respuesta, Preston levantóun disco de David Cassidy.

—Perdona, pero ese disco fue unregalo y resulta que es un clásico.

—¿Un clásico de qué?—Es evidente que no aprecias el

Page 232: La vecina perfecta   nora roberts

valor de la sutil crítica social que haceen I think I love you, o la desesperadamotivación sexual de Doesn’t somebodywant to be wanted, pero estoy dispuestaa analizarlas contigo si quieres.

—No me digas que te sabes lasletras.

—Por supuesto —dijo tratando deno echarse a reír—. De hecho, duranteun periodo de mi vida, formé parte de ungrupo de música.

—Ya —dijo mientras ponía uncompacto de B.B. King.

—Era vocalista y guitarra rítmica.—Tocas la guitarra.—Sí, bueno, la tocaba. Estoy segura

Page 233: La vecina perfecta   nora roberts

de que mi vieja Fender seguirá en casade mis padres junto con los dibujos quehacía cuando quería ser diseñadora demoda y los libros de animales queestuve coleccionando hasta que me dicuenta de que si me hacía veterinaria,tendría que sacrificar a los animalesademás de jugar con ellos. Siempreestaba buscando.

Fascinante, pensó Preston. Esa mujerera absolutamente fascinante.

—¿Buscando?—No conseguía decidir qué quería

ser. Todo lo que probaba me resultabamuy divertido al principio, pero despuésera sólo trabajo. ¿Sabes cortar un

Page 234: La vecina perfecta   nora roberts

pimiento?—No. ¿Y lo que haces ahora no te

parece trabajo, en cierto modo?Cybil suspiró con resignación y

comenzó a cortar el pimiento.—Claro que lo es y no en cierto

modo. Es mucho trabajo, pero siguepareciéndome divertido. ¿Tú disfrutasescribiendo?

—Rara vez.Eso hizo que levantara la mirada

hacia él.—¿Entonces por qué lo haces?—No puedo hacer otra cosa. Es mi

única búsqueda.Cybil asintió.

Page 235: La vecina perfecta   nora roberts

—A mi madre le ocurre lo mismo.Nunca quiso hacer otra cosa que nofuera pintar. A veces cuando la observomientras trabajo, me doy cuenta de lodoloroso que es para ella trasladar allienzo lo que ve en su cabeza, lo quequiere comunicar. Pero cuando termina yestá satisfecha con el trabajo,resplandece de alegría y parece queincluso se sorprendiera de lo que escapaz de hacer. Supongo que debe depasarte algo parecido, ¿no? —al volvera mirarlo lo encontró observándola conevidente curiosidad—. No comprendopor qué te extraña tanto que entiendacosas que están más allá de lo que se ve

Page 236: La vecina perfecta   nora roberts

a simple vista.Preston la agarró de la mano.—Si es así, es porque soy yo el que

no te comprende a ti. Es probable quesiga ofendiéndote hasta que lo consiga.

—Yo soy tremendamente fácil decomprender.

—No, eso era lo que yo creía, peroestaba equivocado. Cybil, tú eres unverdadero laberinto, con infinitosrecovecos y ángulos inesperados.

Al oír aquello, ella sonrió de unmodo que iluminó la habitación.

—Eso es lo más bonito que me hasdicho nunca.

—No soy un hombre muy amable. Lo

Page 237: La vecina perfecta   nora roberts

más inteligente sería que me dieras unapatada en el trasero y me echaras de tucasa.

—Como soy muy inteligente, ya mehabía dado cuenta de que no eres muyamable. Sin embargo… —le puso lamano en la mejilla tiernamente—. Meparece que te has convertido en minueva búsqueda.

—¿Hasta que deje de ser divertido yse convierta en sólo trabajo?

La miró de un modo tan serio, queCybil se dio cuenta de que siempre seapresuraba a pensar lo peor.

—McQuinn, ya eres trabajo y sinembargo sigues sentado en mi cocina —

Page 238: La vecina perfecta   nora roberts

Cybil volvió a sonreír—. ¿Sabes cortarla zanahoria en bastones?

—No tengo la menor idea.—Entonces mira y aprende porque

la próxima vez te tocará a ti —comenzóa cortar y entonces volvió a sentir susojos clavados en ella—. ¿Sigo desnuda?

—¿Quieres estarlo?Se echó a reír y optó por tomar un

trago de vino.

Se tardaba mucho en cocinar hasta lomás sencillo con la distracción de laconversación, las miradas seductoras ylas caricias.

Page 239: La vecina perfecta   nora roberts

Se tardaba mucho en comer unasencilla cena cuando una se estabaenamorando poco a poco del vecino deenfrente.

Cybil reconocía perfectamente lossíntomas… el latido irregular delcorazón, el hormigueo en el estómago.Todo eso unido a sonrisas y suspiros deadolescente eran señal inequívoca deque el amor estaba a la vuelta de laesquina.

Se preguntaba qué pasaría cuandollegara allí.

Se tardaba mucho en despedirse dealguien entre interminables besos en eldescansillo de la escalera.

Page 240: La vecina perfecta   nora roberts

Y más aún en quedarse dormidacuando a una le dolía el cuerpo de deseoy tenía la mente llena de fantasías.

Cuando oyó la suave melodía delsaxo, Cybil sonrió y dejó que la músicala trasportara suavemente hacia elsueño.

Page 241: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 13Con el pelo aún mojado después de laducha, Preston se sentó en la cocina enuno de los taburetes que Cybil habíainsistido en dejarle. Echó un vistazo alperiódico mientras degustaba unoscereales con leche que también le habíadado Cybil después de ver el estado deabandono de los armarios de su cocina.Según le había dicho, hasta un completotorpe de la cocina podía servir unoscereales y un poco de leche fría en uncuenco y cortar un plátano comoacompañamiento.

Preston había decidido no ofenderse,

Page 242: La vecina perfecta   nora roberts

aunque no se consideraba tan torpecomo Cybil creía. Después de todohabía preparado una ensalada él solo,¿no? Mientras, ella había hecho algodelicioso con unas simples chuletas decerdo. Era una cocinera increíble que enpocos días había conseguido que aPreston dejaran de apetecerle lossándwiches de los que a menudo sealimentaba.

A Cybil no parecía molestarle queno hubieran salido a cenar desde aquellaprimera cita, pero Preston imaginabaque no tardaría en hartarse de cocinar yquerría ir a algún restaurante.

Normalmente la gente empezaba a

Page 243: La vecina perfecta   nora roberts

necesitar cambios cuando la novedad seconvertía en rutina y Preston suponíaque ellos dos tenían ya una especie derutina. Durante el día cada uno estaba ensu respectivo lugar, excepto las vecesque Cybil había pasado a verlo y aconvencerlo de que saliera un poco, almercado, a comprar una lámpara osimplemente a dar un paseo.

Echó un vistazo a la rana de bronceque sostenía la tulipa triangular de lalámpara del salón. Aún no comprendíacómo se había dejado convencer paracomprar aquella cosa, o para pagar a laseñora Wolinsky por una butaca de laque quería deshacerse. Cosa

Page 244: La vecina perfecta   nora roberts

comprensible porque, ¿quién querríatener en su salón una butaca reclinableamarilla y verde?

Pues parecía que él y, a pesar de suterrible estética, era sorprendentementecómoda.

Y, por supuesto, si tenía una butaca yuna lámpara, necesitaba una mesa. Laque él tenía ahora era una sólida piezade madera que necesitaba urgentementeuna mano de pintura y que, según Cybil,había sido una verdadera ganga. Cómono, Cybil tenía un amigo que sededicaba a restaurar muebles y con elque no había dudado en ponerlo encontacto.

Page 245: La vecina perfecta   nora roberts

También tenía una amiga florista, loque explicaba que en la cocina dePreston hubiera ahora un jarrón conmargaritas amarillas.

Otra amiga pintaba escenas deNueva York y las vendía en la calle,unos cuadros que, según Cybil animaríanun poco las paredes del apartamento.Preston le había dicho una y mil vecesque no quería animar nada, pero locierto era que ahora tenía dos acuarelasoriginales bastante buenas.

Ya estaba empezando a hablar dealfombras.

Preston no comprendía cómo lohacía. Hablaba y hablaba hasta que de

Page 246: La vecina perfecta   nora roberts

pronto él se descubría sacando lacartera.

También le había hecho ver que siiba a vivir en un lugar, al menos debíaestar limpio. Así había sido como habíaacabado dedicando a limpiar toda unatarde lluviosa de domingo en la quedebería haber estado escribiendo.

Aquel día había estado a punto dellevársela a la cama, pero se habíaquedado sin habla al ver el estado de sudormitorio y el deseo había dejado pasoa un discurso. Según le había dicho,debía tener más respeto por el lugar enel que dormía y trabajaba. No entendíapor qué tenía las cortinas cerradas,

Page 247: La vecina perfecta   nora roberts

¿acaso le gustaban las cuevas? Tambiénle había preguntado si tenía algún tipode convicción religiosa que le impedíalavar la ropa.

Preston la había agarradodesprevenida y la había hecho callar dela mejor de las maneras. Si no hubierantropezado con una montaña de ropasucia de camino a la cama, seguramenteno habrían acabado la tarde en lalavandería.

Tenía que reconocer que todoaquello tenía sus ventajas. Le gustabaestar en un lugar limpio, a pesar de quenormalmente no se fijaba en si estabadesordenado. Le gustaba acostarse en

Page 248: La vecina perfecta   nora roberts

sábanas recién lavadas, aunque habríapreferido que Cybil hubiera estadotambién allí.

Hasta la frustración sexual estabaresultándole provechosa porque noparaba de escribir. Quizá la obrahubiera experimentado un giro, pues dealgún modo había acabado centrándosemás en el personaje femenino, una mujeringenua y entusiasta, llena de vida yoptimismo que se dejaría seducir yacabaría sufriendo por un hombre que notenía ninguna de esas cualidades. Unhombre que no podría evitar arrebatarletodo eso para después dejarladestrozada.

Page 249: La vecina perfecta   nora roberts

Los paralelismos entre lo queescribía y la realidad eran más queevidentes, pero Preston se negaba apreocuparse por ello.

Tomó una cucharada más decereales y fue a la página de la tiracómica a ver qué había inventado Cybilesa vez. La miró, frunció el ceño yvolvió a la primera viñeta para volver aleerla detenidamente.

Cybil estaba ya inmersa en el trabajo,con la ventana abierta para que entrarala cálida brisa primaveral junto con elcaos de la calle.

Page 250: La vecina perfecta   nora roberts

Observó el primer recuadro de latira, todavía en blanco. Sólo tenía quecomenzar a dibujar porque ya tenía lahistoria que arrancaría una sonrisa a loslectores mientras desayunaban.

El huidizo don Misterioso, conocidoya como Quinn, estaba encerrado en sucueva escribiendo La gran novelaamericana. El sexy y malhumoradoautor no sospechaba que, agazapada enla escalera de incendios, Emily tratabade leer su trabajo a través de la pequeñarendija de las cortinas, siemprecerradas, y con la ayuda de unosprismáticos.

Cybil sabía que ella misma estaba

Page 251: La vecina perfecta   nora roberts

haciendo algo parecido, aunque máscivilizado, con continuas preguntas conlas que pretendía averiguar cómo iba laobra de Preston. Como no habíaconseguido demasiado, se conformó conseguir retratando en sus dibujos a suvecino de enfrente.

Por supuesto en las tiras exagerabadespiadadamente tanto sus cualidadespositivas como las negativas. Su cuerpoalto y fuerte, los rasgos marcados de surostro, los ojos fríos. Su grosería, su malhumor y la constante perplejidad quedespertaba en él el mundo de Emily.

«Pobrecito», pensó Cybil, «no sabequé hacer con ella».

Page 252: La vecina perfecta   nora roberts

Al oír el timbre de la puerta, se pusoel lápiz detrás de la oreja y fue a abrirpensando que Jody habría olvidado lallave porque era su hora de bajar atomar café con ella.

Pero tras la puerta encontró algo quela hizo derretir. Tenía el pelo mojado yno llevaba camiseta. La visión deaquellos pectorales hizo que Cybil sehumedeciera los labios con la lengua demanera inconsciente.

Llevaba unos vaqueros gastados, elpecho descubierto y en la cara un gestomaravillosamente serio.

—Hola —consiguió decir mientrasse imaginaba a sí misma mordiéndolo

Page 253: La vecina perfecta   nora roberts

suavemente—. ¿Te has quedado sinjabón en la ducha?

—¿Qué? No, no —había olvidadoque ni siquiera había terminado devestirse—. Quería hacerte un par depreguntas sobre esto —dijo levantandoel periódico.

—Muy bien, pasa —afortunadamente, Jody no tardaría enllegar para impedir que Cybil se lanzaraa sus brazos—. ¿Por qué no te sirves uncafé y subes al estudio? Estoytrabajando.

—No pretendo distraerte, pero…—No te preocupes, nada me distrae

—aseguró con tono alegre, mientras

Page 254: La vecina perfecta   nora roberts

comenzaba a subir las escaleras—. Haybollos de canela si quieres uno.

—No —«maldita sea», pensóPreston, y acabó sirviéndose un café conun bollo.

Nunca antes había subido a suestudio porque no iba a verla cuandosabía que estaba trabajando.

Cometió el error de mirar aldormitorio y ver la enorme camacubierta de cojines de colores. Laimaginó agarrándose al cabecero dehierro blanco mientras él hacía por fintodo lo que deseaba hacer con ella.

En el aire había un seductor aromade vainilla.

Page 255: La vecina perfecta   nora roberts

Tuvo que hacer un verdaderoesfuerzo para apartarse de aquellasfantasías y recordar por qué estaba allí.

—Escucha, Cybil —dijo entrando alestudio—. Dios, ¿cómo puedes trabajarcon tanto ruido?

Ella apenas lo miró.—¿Qué ruido? Ah, eso —siguió

dibujando con otro lápiz, como sihubiera olvidado el que llevaba detrásde la oreja—. Es como música de fondo.La mayor parte del tiempo ni siquiera looigo.

El estudio tenía un agradable aire deprofesionalidad, algo que no se podíadecir de Cybil. Estaba sentada sobre una

Page 256: La vecina perfecta   nora roberts

pierna y recostada en el tablero, los piesdescalzos con las uñas pintadas de rosa,un lápiz detrás de una oreja y un aritodorado en la otra. No, más queprofesional, tenía un aspectoterriblemente sexy.

Se acercó a ella y miró por encimade su hombro con curiosidad. Enseguidase dio cuenta de que si alguien sehubiera atrevido a hacer algo así con élmientras trabajaba, le habría costado lavida, sin embargo a Cybil no parecíamolestarle.

—¿Qué son esas líneas azules?—Es para la perspectiva. Hay

bastante trabajo previo antes de

Page 257: La vecina perfecta   nora roberts

comenzar a dibujar los personajes y aescribir el texto —le explicó consatisfacción—. Después hago unaespecie de boceto, para ver cómo queda,supongo que tú lo llamarías el borrador.

Preston frunció el ceño al ver laprimera viñeta.

—¿Se supone que ése soy yo?—Sí. ¿Por qué no acercas un

taburete? Me estás tapando la luz.—¿Qué hace Emily ahí? —siguió

preguntando, haciendo caso omiso a susugerencia—. Me está espiando. ¿Meestás espiando, Cybil?

—No digas tonterías. La ventana detu despacho no da a ninguna escalera de

Page 258: La vecina perfecta   nora roberts

incendios —se miró al espejo, hizoalgunas caras que Preston observóatónito y siguió dibujando la terceraviñeta.

—¿Y qué me dices de esto? —le diounos golpecitos en el hombro con elperiódico.

—¿Qué pasa con eso? Dios, québien hueles —se volvió a olerlo condeleite—. ¿Qué jabón utilizas?

—¿Vas a hacer que tu personaje sedé una ducha en la cuarta viñeta? —alver que Cybil se paraba a considerar laidea, Preston negó con la cabeza—. No,tiene que haber algún tipo de líneaargumental. Al principio me hizo gracia

Page 259: La vecina perfecta   nora roberts

que me metieras en la historia, pero…Se calló al oír la puerta.—¿Quién es?—Deben de ser Jody y Charlie.

¿Entonces te gusta mi nuevo personaje?—dejó de dibujar y lo miró con unasonrisa—. La verdad es que no lo sabía,como no habías hecho ni el más mínimocomentario. Hay gente que ni siquiera sereconoce, pero estaba seguro de que túsí lo harías en cuanto te vieras. Hola,Jody. Hola, Charlie.

—Hola —no era fácil, ni siquierapara una mujer felizmente casada, noquedarse boquiabierta al ver de repentea un hombre como aquél con el pecho

Page 260: La vecina perfecta   nora roberts

descubierto—. Ah, hola.¿Interrumpimos?

—No, Preston sólo quería hacermealgunas preguntas sobre la tira.

—Me encanta el personaje nuevo.Está volviendo loca a Emily. Estoydeseando ver qué va a pasar —dijoriéndose al tiempo que Charlie le tendíalos brazos a Preston.

—Pa-pá.—Llama papá a todos los hombres

—explicó Jody—. A Chuck no le hacemucha gracia, pero qué le vamos ahacer.

Con gesto ausente, Preston le pasó lamano por la cabeza al pequeño.

Page 261: La vecina perfecta   nora roberts

—Sólo quiero saber cómo funcionaesto —dijo dirigiéndose a Cybil.

—¡Pa-pá! —volvió a decir Charliecon una enorme sonrisa.

—¿Cómo son de reales tus historias?—siguió preguntando Preston, al tiempoque tomaba en brazos al pequeño demanera automática.

Cybil sintió que se le derretía elcorazón.

—Te gustan los niños.—No, normalmente los tiro por la

ventana —respondió con ciertaimpaciencia y después negó con lacabeza al ver la cara de susto de Jody—. Relájate, es una broma. Lo que

Page 262: La vecina perfecta   nora roberts

quiero es que me expliques esto de aquí—dijo señalando la tira que habíaaparecido en el periódico esa mañana.

—Ah, el beso que se sale decualquier escala. En realidad es sólo laprimera parte. Mañana aparecerá lasegunda. Creo que funcionará bastantebien.

—Chuck y yo casi nos morimos dela risa cuando lo hemos leído estamañana —intervino Jody, relajada alver cómo Preston acunaba al pequeñoCharlie en sus brazos.

—Estas dos mujeres de aquí…—Emily y Cari.—Ahora ya sé quiénes son —

Page 263: La vecina perfecta   nora roberts

murmuró Presten mirándolas a ambas—.Están poniendo nota al beso que Quinnle dio a Emily, por el amor de Dios.

—Así es. ¿Chuck se rio con esto? —le preguntó a su amiga—. Tenía dudasde si los hombres lo entenderían o sóloles haría gracia a las mujeres.

—No, no, le ha hecho mucha gracia.—Perdonad que os interrumpa —

dijo Preston con lo que él creía era todoun ejemplo de autocontrol—. Megustaría saber si soléis sentaros adiscutir vuestros encuentros sexualesantes de publicarlos con todo lujo dedetalles para que el público se echeunas risas mientras desayuna.

Page 264: La vecina perfecta   nora roberts

Cybil lo miró con los ojos muyabiertos y llenos de inocencia.

—De verdad, McQuinn, te lo estástomando demasiado en serio. Esto no esmás que una tira cómica.

—¿Entonces eso del beso que sesale de cualquier escala es sólo unaviñeta?

—Claro.Preston la observó detenidamente

antes de volver a hablar.—No me gusta la idea de que,

cuando por fin consiga llevarte a lacama, voy a tener que leer el análisis demi actuación en las cinco viñetas del díasiguiente.

Page 265: La vecina perfecta   nora roberts

—Bueno, me parece que será mejorque me lleve a Charlie a acostar —dijoJody quitándole el pequeño a Prestonpara desaparecer de allí lo más rápidoposible.

—McQuinn —le dijo Cybil una vezestuvieron a solas—, tengo la sensaciónde que cuando eso ocurra, mereceráaparecer en la tira doble de losdomingos.

—¿Es una amenaza o una broma?Al ver que ella respondía con una

carcajada, Preston se acercó a ella ehizo que dejara de reír con unapasionado beso que la dejó sinrespiración.

Page 266: La vecina perfecta   nora roberts

—Dile a tu amiga que se vaya ypodrás averiguarlo.

—No, prefiero que se quede. Si nollega a ser porque sabía que iba a venir,me habría lanzado a tu cuello nada másverte.

—¿Es que pretendes volverme loco?—No, pero es un atractivo añadido

—sentía el corazón golpeándole elpecho como si quisiera escapar—.Tienes que marcharte. Creo que acabode encontrar algo que me distrae deltrabajo… tú.

Como no quería ser el único que sevolviera loco, Preston la levantó deltaburete y volvió a besarla como si le

Page 267: La vecina perfecta   nora roberts

fuera la vida en ello.—Cuando hables de esto, y no tengo

la menor duda de que lo harás, procuraser fiel a la realidad —le dijo mientrasle mordisqueaba el labio inferior.

Fue hacia la puerta del estudio, peroantes de marcharse, se volvió a mirarla.

—Así que mis besos se salen decualquier escala, ¿no? —de pronto sedio cuenta de que no sólo le parecíadivertido, sino también muy gratificante.

Bajó la escalera con una enormesonrisa en los labios y Cybil se quedóallí, completamente incapaz de seguirtrabajando.

—¿Puedo entrar? —preguntó Jody.

Page 268: La vecina perfecta   nora roberts

—Dios mío, Jody, ¿qué voy a hacer?Pensé que lo tenía todo controlado;estaba segura de que no había nada demalo en tener un romance con un tipoincreíblemente guapo e interesante.

—A ver, déjame pensar —Jody sesentó junto a ella y la miró—. No, nohay absolutamente nada de malo. Todolo contrario.

—Y si estoy un poco enamorada deél, será aún mejor, ¿verdad?

—Claro. Sin amor también esdivertido, pero es como comerse todauna tableta de chocolate de una sola vez;se disfruta en el momento, pero luego note sientes del todo bien.

Page 269: La vecina perfecta   nora roberts

—Pero ¿y si en lugar de estar unpoco enamorada, estoy muy, muyenamorada?

—¿Es eso lo que ha pasado? —lepreguntó dejando a un lado el café quese había servido.

—Sí.—Ay, cariño —Jody abrazó a su

amiga con toda la comprensión delmundo—. No te preocupes. Tenía queocurrir tarde o temprano.

—Lo sé, pero yo esperaba que fueramás tarde que temprano.

—Eso nos pasa a todos.—Pero él no querrá que me enamore

de él, no le va a gustar nada —apoyó el

Page 270: La vecina perfecta   nora roberts

rostro en el hombro de Jody y respiróhondo—. A mí tampoco me hace muchagracia, pero me acostumbraré.

—Claro que sí. Pobre Frank —murmuró acariciándole la cabeza—.Nunca tuvo mucho que hacer contigo,¿verdad?

—Lo siento.—Qué le vamos a hacer.—Supongo que no puedo

esconderme de él, ¿no?—Eso es para cobardes.—¿Y si finjo que tengo que salir de

viaje?—Eso es de tontos.Cybil respiró hondo de nuevo.

Page 271: La vecina perfecta   nora roberts

—¿Y qué hay de salir de compras?—Ahora sí estás hablando con

sensatez —enseguida se puso en pie yfue hacia la puerta—. Voy a ver si laseñora Wolinsky puede quedarse un ratocon Charlie.

Page 272: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 14Cybil se compró un sugerente vestidonegro, tan ceñido, que hizo que Jodycerrara los ojos y afirmara:

—Ese pobre hombre está perdido.También se compró unos zapatos de

tacón de aguja y lencería de la que seponen las mujeres cuando esperan quealgún hombre la vea y acabequitándosela apasionadamente.

Además de la ropa, se hizo con todoun arsenal de velas, flores y vino paraacompañar a la cena con la quepretendía despertar los sentidos y elapetito más primitivo de Preston.

Page 273: La vecina perfecta   nora roberts

Cuando llegó a casa estaba tranquilay decidida a crear el ambiente perfecto,así que le pasó una nota a Preston pordebajo de la puerta y se encerró en suapartamento a prepararlo todo.

Repartió las velas y las flores por lacasa y comenzó a preparar la cena paraque sólo quedara darle el toque finaldespués de darse un buen baño. Sacódos copas y puso el vino a enfriar, eligióla música perfecta y finalmente subió asu habitación y observó el vestido y laropa interior de encaje. ¿Cómo sesentiría con aquel provocador conjuntode encaje negro?

Poderosa, se respondió enseguida

Page 274: La vecina perfecta   nora roberts

con un escalofrío.Se preparó la bañera y, mientras

encendía un par de velas y tomaba unsorbo de vino, pensaba que prontocomenzaría a escuchar la música delsaxo, el acompañamiento perfecto parael baño. Sumergida en el agua, seimaginó que eran las manos de Preston yno la espuma lo que la acariciaba.

Casi una hora después elapartamento de Preston seguía ensilencio, pero Cybil siguió con lospreparativos. Se cubrió el cuerpo decrema para asegurarse de que sushábiles manos encontraran una pielsuave y ligeramente perfumada. Sólo

Page 275: La vecina perfecta   nora roberts

quedaba esperar a que Preston leyera lanota y acudiera.

McQuinn, tengo planes. Nosvemos más tarde. Cybil

¿Planes? ¿Había hecho planesdespués de tenerlo hecho un manojo denervios durante todo el día? Prestonleyó la nota una y otra vez, cada vez másfurioso con ella y consigo mismo por nohaber podido dejar de pensar en lavelada que iban a pasar juntos.

Por el amor de Dios, hasta habíasalido a comprarle flores, algo que nohabía hecho por ninguna mujer desde…

Page 276: La vecina perfecta   nora roberts

Estrujó la nota con una mano y semaldijo a sí mismo. ¿Qué otra cosapodía esperar? Las mujeres sólo sepreocupaban por sus propios planes, eraalgo que sabía desde hacía muchotiempo, pero que había cometido elerror de olvidar desde que conocía aCybil. Él era el único culpable.

¿Qué quería decir eso de que lovería más tarde? Estaba claro que queríajugar, pero él no estaba dispuesto aparticipar.

Así pues, entró en el apartamento,agarró el saxo y se fue a Delta’s adeshacerse de la rabia y la frustración.

Page 277: La vecina perfecta   nora roberts

A las siete y media en punto, Cybil sacólos champiñones rellenos del horno yobservó de nuevo la mesa. Todo estabaperfecto. Después de la ensalada deaguacate y tomate y de los champiñones,tenía intención de volverlo loco conunos deliciosos creps de marisco.

Si todo salía según lo previsto,terminarían la cena con una botella dechampán bien frío… En la cama.

Por fin se quitó el delantal y se miróal espejo.

—Muy bien, Cybil, vamos abuscarlo.

Salió a la escalera y apretó el timbrede su casa. Esperó con el corazón en un

Page 278: La vecina perfecta   nora roberts

puño. Nada. Volvió a llamar.—¿Cómo es posible que no estés en

casa? —se preguntó en voz alta—. ¿Esque no has visto la nota? Tienes quehaberla visto. Decía claramente que tevería más tarde.

Volvió a llamar, esa vez conimpaciencia.

—Decía que tenía planes… Ay,Dios mío, no lo has comprendido, pobretonto. Los planes que tengo son contigo.Maldita sea.

Volvió a su apartamento a buscar lallave que se había metido en el sujetadorpara no perder tiempo en buscar elbolso y, unos segundos después, estaba

Page 279: La vecina perfecta   nora roberts

bajando las escaleras tan rápido como lepermitían los tacones.

—¿Problemas con las mujeres, labios deazúcar?

Preston levantó la mirada haciaDelta y negó con la cabeza mientras setomaba un descanso para humedecersela garganta.

—Vamos, que soy yo. Todos losdías de la última semana has venido muytarde y has tocado pensando en algunamujer, pero con calma. De repente hoyllegas temprano y tocas como si tuvierasun serio problema. ¿Es que te has

Page 280: La vecina perfecta   nora roberts

peleado con esa preciosidad?—No. Es que los dos teníamos cosas

que hacer.—Sigue manteniéndote a raya,

¿verdad? —dijo riéndose—. Algunasmujeres preparan el romance con másahínco que otras.

—No es ningún romance.—Quizá sea ése tu problema.

¿Alguna vez le compras flores o le dicesque tiene los ojos muy bonitos?

—No —le había comprado flores yella no había estado ahí para recibirlas—. Es sólo sexo, no un romance.

—Ay, cariño. Con una mujer comoésa, no tendrás lo uno sin lo otro.

Page 281: La vecina perfecta   nora roberts

—Por eso es mejor que me aleje deuna mujer como ésa. Quiero algo mássencillo —se llevó el saxo a los labios—. ¿Ahora vas a dejarme tocar oquieres seguir opinando de mi vidaamorosa?

Delta se dio media vuelta, pero antesde alejarse le dijo:

—Querido, cuando tengas vidaamorosa, te daré todos los consejos quenecesites.

Preston comenzó a tocar, pero nisiquiera la música consiguió apartar sumente de ella. Aun así siguió arrancandonotas de dolor y de frustración delinstrumento…

Page 282: La vecina perfecta   nora roberts

Hasta que la vio aparecer por lapuerta.

Sus ojos llenos de secretos seclavaron en él a través del humo dellocal y la sonrisa que le dedicó mientrasse sentaba hizo que a Prestoncomenzaran a sudarle las manos. La viohumedecerse los labios y acariciarse elborde del escote con un dedo. Se cruzóde piernas muy lentamente.

Preston no podía dejar de mirarla.Estaba claro que lo estaba haciendodeliberadamente; aquellos movimientossin duda pretendían volverlo loco.

Y lo estaban consiguiendo.Escuchó la canción atentamente y,

Page 283: La vecina perfecta   nora roberts

cuando las últimas notas empezaban adesvanecerse en el aire, se levantó, sepasó la mano por la cadera y se diomedia vuelta sobre esos taconesimposiblemente altos. Antes de llegar ala puerta, se volvió a mirarlo y lo invitóa seguirlo con una sonrisa.

Al apartarse la boquilla de loslabios, Preston lanzó una maldición.

—¿Vas a ir o no?Se agachó a guardar el saxo y miró a

su amigo.—¿Te parece que soy tonto, André?—No —respondió el pianista con

una carcajada y siguió tocando—. Desdeluego que no.

Page 284: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 15Cybil lo esperaba en la acera cuandoPreston salió del local. Bajo la luzblanca de la farola, con una mano en lacadera, la cabeza ladeada y una tenuesonrisa en los labios, parecía unaelegante fotografía artística.

Sexo en blanco y negro.Fue hacia ella, observándola

detenidamente. El cabello corto delcolor del whisky, el vestido negroenfundando su cuerpo.

Ninguna joya que distrajera laatención.

Altos tacones de aguja sobre los que

Page 285: La vecina perfecta   nora roberts

se alzaban unas piernas esbeltas yperfectas.

Las únicas notas de color eran susojos verdes y esa boca roja de sirena.Una boca que sonreía ahora consatisfacción femenina.

Estaba aún a tres pasos de distanciacuando sintió su aroma y ya no pudoseguir caminando lentamente.

—Hola, vecino —le dijo con unavoz ronroneante que le hizoestremecerse de deseo.

Preston enarcó una ceja.—¿Cambio de planes, vecina?—Espero que no —fue ella la que

dio el último paso.

Page 286: La vecina perfecta   nora roberts

Deslizó las manos por su espalda yluego volvió a subirlas hasta sushombros para echarle los brazosalrededor del cuello. Su cuerpoencajaba con el de él.

—Tú eras mi único plan, cabeza dechorlito —le dijo con una risillamalévola.

—¿De verdad?—McQuinn —le susurró rozándole

la boca con los labios y mirándolofijamente a los ojos—. ¿No te dije queserías el primero en saberlo?

Preston le puso la mano en la nucasin apartar la boca de sus tentadoreslabios rojos.

Page 287: La vecina perfecta   nora roberts

—¿Puedes correr con esos tacones?Ella se rio de nuevo, pero ahora se

le notaba la respiración entrecortada.—No, pero tenemos toda la noche,

¿no?—Puede que necesitemos aún más

tiempo —dio un paso atrás y le tendióuna mano para que lo acompañara—.¿De dónde has sacado esa arma letal? Elvestido —añadió al ver su gesto deincomprensión.

—Ah, este trapo viejo —dijoriéndose—. Me lo he comprado hoy,pensando en ti. Y cuando me lo hepuesto, pensaba en qué sentiría cuandotú me lo quitases.

Page 288: La vecina perfecta   nora roberts

—Has debido de estar practicando—dijo él cuando consiguió reunirfuerzas para volver a hablar—. Porqueesto se te da muy bien.

—Voy improvisando sobre lamarcha.

—Pues por mí no pares.A Cybil se le pasó por la cabeza que

parecía mentira tener tanto calor en unafresca noche de abril como aquélla.

—Siento no haber sido más clara enla nota. Tenía muchas cosas en la cabeza—se volvió a mirarlo con deleite—. Ytodas relacionadas contigo.

—La verdad es que me puso de muymal humor —admitió sin el menor

Page 289: La vecina perfecta   nora roberts

esfuerzo.—Perdóname, pero debo decir que

me resulta muy halagador. Cuando llaméa tu puerta y vi que no estabas, tuve máso menos la misma reacción. Me habíapasado mucho tiempo preparándomepara ti. Ahora puedes sentirte halagado.

—Debe de haberte costado muchoenfundarte ese vestido.

—Y no sólo eso —se concentró paracontrolar los latidos de su corazón, perocuando se detuvieron frente a la puertadel edificio, volvió a acelerarse—. Hepreparado la cena.

—¿Sí? —no sólo estaba halagado,también estaba increíblemente excitado.

Page 290: La vecina perfecta   nora roberts

Y conmovido.—Una cena magnífica, aunque está

mal que yo lo diga —añadió al tiempoque entraban en el edificio y se dirigíanhacia el ascensor—. Con un deliciosovino blanco y una botella de champánque he pensado que podríamosdisfrutar… en la cama.

Ya dentro del ascensor, Preston seesforzó para no tocarla, pues sabía quesi lo hacía, no saldrían de allí.

—¿Hay algo más que daba sabersobre tus planes?

—Ya lo irás descubriendo —saliódel ascensor y se dirigió hacia la puertalanzándole una de esas miradas suyas

Page 291: La vecina perfecta   nora roberts

que un hombre no podía dejar de seguir.—¿La llave?Sin apartar los ojos de él, Cybil

deslizó un dedo por el amplio escote delvestido y fingió estar buscando la llave.

—Vaya, no consigo encontrarla —dijo disfrutando del modo en quePreston seguía su mano con la mirada—.Creo que vas a tener que ayudarme.

Preston descubrió algo que podríainteresar a la comunidad médica, sepodía seguir consciente aun sin sangreen la cabeza.

Pasó la mano suavemente por elborde del vestido provocándole unescalofrío. Después coló un dedo por

Page 292: La vecina perfecta   nora roberts

debajo de la tela y le acarició el pecho.Vio cómo ella cerraba los ojos en elmomento en que le rozó el pezón.

—Me parece que eres tú el que haestado practicando —consiguió decirella con la respiración entrecortada.

—Voy improvisando sobre lamarcha.

—No vayas a parar por mí.No tenía intención de hacerlo.—Me parece que la he encontrado

—susurró sacando la llave del escote.—Sabía que podía contar contigo.Introdujo la llave en el cerrojo y

abrió la puerta para que Cybil pudierapasar.

Page 293: La vecina perfecta   nora roberts

—Pídeme que entre.—Entra.Una vez dentro la agarró de las

caderas y siguió caminando hacia laescalera.

—¿Y la cena? —preguntó ella,avanzando de espaldas.

—Puede esperar —Preston descolgóel teléfono al pasar.

—¿El vino?—Después. Mucho después.Cybil comenzó a subir los escalones

con las piernas temblorosas, peroagarrándose a sus hombros.

—Pídeme que te toque.—Tócame —suspiró al sentir que

Page 294: La vecina perfecta   nora roberts

sus manos comenzaban a subir desde lascaderas.

—Pídeme que te bese.—Bésame —gimió cuando su boca

le rozó los pechos—. Bésame más —lepidió al llegar al dormitorio.

—Enseguida —dijo él con unamalévola sonrisa—. Quiero más luz.

—He preparado velas —buscó lascerillas e intentó encender una—. Nopuedo, me tiemblan las manos —admitióriéndose.

—Deja que lo haga yo, pero no temuevas de ahí.

Unos segundos después, lahabitación quedó suavemente iluminada

Page 295: La vecina perfecta   nora roberts

por la luz de decenas de velas y Prestonvolvió a su lado. Cybil lo observaba conlos ojos llenos de deseo y denerviosismo.

—Pídeme que te tome —dijoestrechándola en sus brazos.

—Tómame —obedeció ella sinapartar la mirada de sus ojos.

Sus bocas se unieron con el poder yla pasión que habían creado entreambos. Cybil se aferró a él con lacerteza de que aquello era lo que quería.

—Te deseo —le dijo mientras lecubría el rostro de besos.

Entonces él le dio la vuelta ycomenzó a besarle el cuello. Cybil se

Page 296: La vecina perfecta   nora roberts

sorprendió al ver la imagen de ambos enel espejo, el brillo de deseo queiluminaba el rostro de Preston mientrasexploraba su cuerpo.

—Tenemos toda la noche —lerecordó él—. Mira.

Continuó besándole ymordisqueándole el cuello mientras conlas manos le acariciaba los pechos pordebajo de la seda del vestido. De loslabios de Cybil salió un gemido deplacer al sentir su mano en el centro desu cuerpo.

Preston levantó la mirada y sus ojosse encontraron en el espejo. Cybil lohabía vuelto loco con su aparición en el

Page 297: La vecina perfecta   nora roberts

club y ahora él tenía intención dedevolverle el favor.

—Dime que quieres más.Cybil sentía que los músculos se le

habían quedado flojos, las piernasapenas la sostenían.

—Preston…Él siguió acariciándole los muslos,

haciéndola estremecer.—Dime que quieres más.—Dios —echó la cabeza hacia atrás

y la apoyó en su hombro—. Quiero más.—Yo también.Coló la mano por debajo de sus

medias. Tocarla de aquel modo era unadeliciosa tortura. Su aroma lo estaba

Page 298: La vecina perfecta   nora roberts

matando, el tacto de su piel lo urgía ahacerla suya, pero él hizo un esfuerzopor controlarse. Debía apaciguar suinstinto animal porque cuando sedesatara los devoraría a ambos.

Le mordisqueó el cuello y loshombros mientras le bajaba lacremallera del vestido. No pudocontener un gruñido de excitación al verlo que había debajo de la fina prenda.

Sexo en blanco y negro, pensó denuevo.

Cybil vio cómo cambiaba laexpresión de sus ojos y aparecía enellos un brillo peligroso. Le sorprendiódarse cuenta de que eso era

Page 299: La vecina perfecta   nora roberts

precisamente lo que deseaba ver; elpeligro, el riesgo, la gloria de estarhaciéndole perder ese férreo control queejercía sobre sí mismo.

Saberse poseedora de tal poder laimpulsó a agarrarle las manos con lassuyas y guiarlas por su cuerpo.

—Me lo he comprado hoy —susurrómientras le llevaba las manos a lospechos—. Para que pudierasarrancármelo.

Aquellas palabras bastaron para quese dejara llevar por la pasión. La dio lavuelta y poseyó su bocaapasionadamente mientras la llevabahasta la cama.

Page 300: La vecina perfecta   nora roberts

Quería comérsela viva y no podíaparar. Sintió cómo arqueaba la espaldacuando su mano alcanzó el centro deaquel cuerpo perfecto. Un segundodespués rasgó el encaje y la sedadesesperadamente y pudo explorar suspechos con la boca mientras ella lovolvía loco arrancándole la camiseta yhundiéndole las uñas en la espalda.

Su boca mostraba la misma ansiedadque la de él, sus manos se movían con lamisma impaciencia por quitarle lospantalones y cuando por fin pudoagarrarlo, Preston sintió que todo sucuerpo ardía por dentro.

Rodaron por la cama, jadeando,

Page 301: La vecina perfecta   nora roberts

gimiendo.Cuando se adentró en ella y el calor

de sus cuerpos se fundió en uno, laexplosión de placer fue mayor de lo quejamás habría podido imaginar. Ellaseguía su ritmo con la misma furia,agarrándose al cabecero para arquear laespalda y que él se sumergiera en sucuerpo tanto como fuera posible.Enloquecido de placer, Preston observósu rostro, el deleite que se reflejaba enél y siguió moviéndose hasta hacerlagritar su nombre y sintió que se derretíaen sus brazos. Entonces se dejó llevar yse deshizo dentro de ella.

No le soltó las manos, ni salió de su

Page 302: La vecina perfecta   nora roberts

cuerpo mientras ella seguíaestremeciéndose.

—¿Aún respiramos? —le preguntóella unos minutos después.

—Desde luego tu corazón siguelatiendo —podía verlo en su cuello.

—Bien. ¿Y el tuyo?—Creo que sí.—Bien. Voy a necesitar unas horas,

quizá unos días, para poder volver amoverme.

Aunque tenía los ojos cerrados,Cybil sabía que él la observaba y poreso sonrió.

—Gracias por devolverme el favor,McQuinn.

Page 303: La vecina perfecta   nora roberts

—Era lo menos que podía hacer.—Nunca nadie me había hecho

sentir nada semejante —abrió los ojos—. Nadie me había tocado así.

Nada más decirlo se dio cuenta delerror que había cometido, lo leyó en susojos, en el modo en que se apartó de laintimidad que acababan de compartir.Estaría con ella sólo si se trataba dealgo sencillo, sexy y sin ternura alguna.

Pero ella deseaba algo más.Deseaba el sentimiento y la emoción.

—Tienes unas manos magníficas —dijo volviendo al tono seductor.

—Las tuyas tampoco están nada mal—respondió él al tiempo que se

Page 304: La vecina perfecta   nora roberts

tumbaba de espaldas a su lado. Seodiaba a sí mismo por haberseestremecido al ver esa emoción en susojos.

No iba a permitir que las cosasfueran por esos derroteros porque sabíaque entonces estaría perdido. Hacía yamucho tiempo que había dejado deesperar, de sentir.

Cybil deseaba acurrucarse junto a él,pero suponía que eso también eraterreno prohibido. Debía contentarsecon algo sencillo y sin complicaciones,si no quería que se marchase de su lado.

—Me parece que nos vendría muybien una copita de vino, ¿no te parece?

Page 305: La vecina perfecta   nora roberts

—le preguntó incorporándose en lacama.

—Desde luego —Preston le pasó lamano por la cadera porque sentía lanecesidad de tocarla, de no perder laconexión con ella—. Habías dicho algode una cena.

—McQuinn, te tengo preparado algodelicioso —anunció levantándose de lacama después de darle un rápido beso—. Sólo me queda hacer los creps.

—¿Vas a cocinar?—Sí.Sólo con verla salir de la cama

sintió que volvía a arderle la sangre.—¿Qué haces?

Page 306: La vecina perfecta   nora roberts

Cybil se echó a reír con la bata en lamano.

—Poniéndome una bata. Sueleutilizarse para cubrir la desnudez.

Preston fue hacia ella y le soltó elcinturón que acababa de atarse.

—No te la pongas.—Pensé que querías cenar —dijo

mientras un escalofrío le recorría laespalda.

—Así es y quiero verte cocinar.—Ah —volvió a echarse a reír—.

No voy a cocinar desnuda, esa fantasíatuya no se va a hacer realidad.

—En realidad me preguntaba si notendrías otro conjunto como ése —dijo

Page 307: La vecina perfecta   nora roberts

señalando a lo que quedaba del liguerode encaje que le había arrancado con suspropias manos.

Cybil enarcó una ceja con sorpresa ycuriosidad.

—Ninguna mujer precavidacompraría sólo uno. Tengo otro rojopasión que te cortará la respiración.

En su rostro apareció una sonrisaarrebatadora.

—¿Por qué no te lo pones? Tengomuchísima hambre.

Page 308: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 16Hacer creps en ropa interior tenía susriesgos, pero además de eso, Cybildescubrió lo que era hacer el amorsobre la mesa de la cocina.

Increíble.Y en la alfombra del salón.Increíble.La experiencia de hacerlo bajo la

ducha era algo que sin duda deseabarepetir.

Pasaron la noche entera el uno enbrazos del otro, como si no pudieransaciarse de estar juntos.

Alcanzaron tal conexión sexual, tal

Page 309: La vecina perfecta   nora roberts

armonía, que en cierto momento Cybilllegó a creer que era el corazón dePreston lo que latía en su pecho.

Las velas ya se habían apagado y laluz del amanecer se colaba por lasventanas cuando se quedó dormida ensus brazos, completamente exhausta.

Después despertó sola.Sabía que no debía molestarle que

no se hubiese quedado a dormir conella, que no hubiera despertado a sulado. Sabía que las cosas nunca seríanasí entre ellos.

Lo sabía y lo aceptaba.Nunca habría palabras de amor, ni

desnudarían su alma el uno con el otro.

Page 310: La vecina perfecta   nora roberts

Su intimidad sería sólo física.¿Cómo iba a saber él que Cybil

jamás se había entregado de ese modo aningún hombre? ¿Por qué habría desaber que su pasión estaba motivada porel amor tanto como por el sexo?

Se frotó los ojos con cansancio y selevantó de la cama. Había comenzadoaquella relación sabiendo muy bien enlo que se metía, consciente de laslimitaciones de Preston. Podrían estarjuntos y pasarlo bien siempre y cuandono cruzaran cierta línea.

No pensaba lamentarse por ello.Era una mujer adulta, dueña de sus

propias emociones y responsable de sus

Page 311: La vecina perfecta   nora roberts

acciones. No iba a quejarse por estarviviendo algo tremendamenteemocionante con un hombre increíble.

—¡Maldita sea! —protestó contodas sus fuerzas—. ¡Maldita sea!¡Maldita sea!

Volvió a tumbarse en la cama ydescolgó el teléfono. Tenía que hablarcon alguien y, en asuntos tanimportantes, siempre era el mismoalguien.

—¿Mamá? Mamá, estoy enamorada—dijo antes de romper a llorar.

Los dedos de Preston volaban sobre el

Page 312: La vecina perfecta   nora roberts

teclado. No había dormido más de treshoras y sin embargo tenía la mente claray rebosante de energía. Escribir su obramás famosa había sido una verdaderatortura; cada palabra que la componíahabía salido de él con un profundodolor.

Sin embargo, aquélla manaba de suinterior como salía el champán de unabotella al que se le quitaba el corcho.

Estaba llena de vida y, por primeravez desde hacía más tiempo del quepodía recordar, él también lo estaba.

Podía verlo todo con absolutaclaridad; el escenario, los personajes ylo que había dentro de ellos.

Page 313: La vecina perfecta   nora roberts

Un mundo en tres actos.Los seres que se iban dibujando con

cada palabra que escribía estaban yallenos de energía. Él los conocía, sabíacómo funcionaban sus corazones y cómoacabarían rompiéndose.

El hilo de esperanza que iluminabasus vidas había sido algo inesperado,algo que no había planeado, pero queestaba allí con tal certeza, con tal fuerzaque también él podía sentirlo.

Escribió hasta quedar exhausto,después miró a su alrededor con gestodesorientado. Todo estaba oscuro aexcepción de la luz de una lámpara quehabía encendido hacía horas y la que

Page 314: La vecina perfecta   nora roberts

desprendía la pantalla del ordenador.No tenía la menor idea de la hora

que era, ni siquiera sabía bien en quédía estaba. Tenía el cuello y loshombros rígidos y el estómago vacío.

Se puso en pie y, después de estirarun poco los músculos entumecidos, fuehacia la ventana y abrió las cortinas.

Estaba lloviendo a cántaros. Nisiquiera lo había notado mientrasescribía.

Se preguntó si Cybil estaría tambiénobservando la tormenta, cómo lospeatones corrían a refugiarse en lossoportales de las tiendas. Se preguntóqué pensaría de la escena; seguro que

Page 315: La vecina perfecta   nora roberts

convertiría al hombre que vendíaparaguas en la acera en uno de suscómicos personajes; le daría un nombrey lo convertiría en parte de su mundocon ese magnífico don que poseía.

Ahora también él estaba en esemundo, pensó Preston. Desde que laconocía, no había podido resistir latentación de abrir esa puerta yadentrarse en esa deliciosa y coloridaconfusión.

Pero ella parecía no comprender queése no era su sitio.

Cuando estaba allí, con ella, Prestonllegaba a tener la sensación de poderencajar en aquel mundo, de que

Page 316: La vecina perfecta   nora roberts

realmente la vida podía llegar a ser asíde sencilla y de extraordinaria.

Como una tormenta que caía sobre laciudad. Pero las tormentas siempreacababan.

Esa mañana había estado a punto dedejarse sumergir en ese mundo. Le habíafaltado muy poco para caer en latentación de quedarse a su lado,abrazado a ese cuerpo cálido que sehabía acurrucado a él durante el sueño.

Cybil le había parecido tan… dulce,tan acogedora. Lo que había sentidomientras la veía dormir había sido otrotipo de deseo, el deseo de aferrarse aaquella fantasía y olvidarse de sus

Page 317: La vecina perfecta   nora roberts

problemas.Lo más sabio había sido dejarla

dormir.Bajó a hacer más café y consideró la

idea de echarse una siesta.Pero entonces pensó en ella y supo

que no podría conciliar el sueñomientras siguiera recordando la nocheque habían pasado juntos.

¿Qué estaría haciendo?No debía ir a verla, no tenía derecho

a interrumpir su trabajo sólo porque élhubiese decidido tomarse un descanso.Sólo porque la lluvia le hubiese hechosentirse solo y tenso.

Tuvo que recordarse que a él le

Page 318: La vecina perfecta   nora roberts

gustaba estar solo y necesitaba esatensión para trabajar. Pero lo cierto eraque en aquel momento habría deseadopoder sentarse a ver la tormenta con ellay hacerle el amor lentamente mientras lalluvia golpeaba los cristales y losalejaba de todo excepto de ellosmismos.

Deseaba estar con ella más de lo quele convenía.

El deseo estaba bien, pero lanecesidad era algo muy peligroso y teníala sensación de estar muy cerca decruzar esa fina línea.

Cuando a un hombre se le metía enla cabeza de ese modo una mujer, lo

Page 319: La vecina perfecta   nora roberts

cambiaba; lo transformaba en un servulnerable, dejando al descubiertopartes de sí mismo que debía proteger.

Cybil no era Pamela. No estaba tanciego como para pensar que todas lasmujeres eran tan mentirosas y frías comoella. Si alguna vez había conocido aalguien en las antípodas de la crueldad yel engaño, era sin duda Cybil Campbell.

Pero eso no cambiaba nada.De la necesidad al amor había un

espacio muy pequeño y un hombre comoél, al que ya le habían roto el corazónuna vez, debía tener mucho cuidado conno aventurarse a entrar en tan peligrosoterreno. La experiencia le había

Page 320: La vecina perfecta   nora roberts

enseñado a mantener el control en todomomento y de hecho, no se creía capazde volver a sentir ese tipo de cosas.

Así que no tenía de qué preocuparse,se dijo a sí mismo mientras se bebía elcafé recién hecho con la mirada clavadaen la puerta como si pudiese ver a travésde ella y de la que había al otro lado deldescansillo.

Cybil no le había pedido nada másque pasión, compañía y diversión.

Lo mismo que buscaba él.Ambos eran perfectamente

conscientes de que aquello era algotemporal.

Preston se marcharía de la ciudad en

Page 321: La vecina perfecta   nora roberts

pocas semanas y cada uno seguiría consu vida. Ella con sus innumerablesamigos y él con su soledad.

Dejó la taza sobre la mesa con ungolpe antes siquiera de darse cuenta deque no le gustaba nada la idea.

Quizá pudieran seguir viéndose devez en cuando. Su casa de Connecticutno estaba demasiado lejos de NuevaYork, se podía ir y volver en el mismodía.

Él iba a la ciudad a menudo y nohabía ningún motivo por el que nopudiera ir aún con más frecuencia.

Hasta que ella conociera a otro,pensó de pronto. ¿Por qué iba una mujer

Page 322: La vecina perfecta   nora roberts

como Cybil a esperar mientras élentraba y salía de su vidaintermitentemente?

Pero ¿quién le estaba pidiendo queesperara? Por lo que a él se refería,podía enamorarse de cualquier idiotaque le eligiera alguno de sus amigos.

Sólo esperaba que no sucedieramientras él estuviese allí.

Fue directo a la puerta con laintención de aclarar un par de cosas y laabrió a tiempo de ver cómo Cybil selanzaba a los brazos de un hombre alto yde cabello castaño.

—Sigues siendo la chica más guapade Nueva York —le dijo él—. Dame un

Page 323: La vecina perfecta   nora roberts

beso.Al oír eso, Preston se preguntó qué

tortura sería la más adecuada para aqueltipo.

Page 324: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 17—¡Matthew! ¿Por qué no me dijiste quevenías? ¿Cuándo has llegado? ¿Cuántotiempo te quedas? ¡Dios, no sabescuánto me alegro de verte! Estásempapado. Entra y quítate esa chaqueta.A ver cuándo te compras una nueva, éstaparece que hubiera sobrevivido a unaguerra.

El recién llegado se echó a reír, laestrechó en sus brazos y volvió abesarla.

—Sigues sin callarte ni debajo delagua.

—Hablo mucho cuando estoy

Page 325: La vecina perfecta   nora roberts

contenta. ¿Cuándo vas a…? ah, Preston—Cybil lo miró con los ojos llenos dealegría—. No te había visto.

—Ya me había dado cuenta —iba amatarlo con sus propias manos—. Perono quiero interrumpir el encuentro.

—Es genial, ¿verdad? Matthew, tepresento a Preston McQuinn.

—¿McQuinn? —Matthew se pasó lalengua por los dientes que, sin dudaalguna, ese tipo quería romperle—. Eldramaturgo. Vi una obra suya la últimavez que estuve en Nueva York. Cyb noparó de llorar. Prácticamente tuve quesacarla en brazos del teatro.

—No seas exagerado.

Page 326: La vecina perfecta   nora roberts

—No exagero. Claro que antesllorabas con los anuncios de latelevisión, así que me parece que eresun blanco fácil.

—Eso es ridículo… está sonando elteléfono. Esperad un segundo —entrócorriendo a su casa y dejó a los doshombres observándose mutuamente.

—Yo soy escultor —anuncióMatthew—. Y, puesto que necesito lasmanos para trabajar, te diré que soy elhermano de Cybil antes de saludarteadecuadamente.

—¿Su hermano? —el brillo asesinode su mirada se suavizó, pero nodesapareció del todo—. No os parecéis

Page 327: La vecina perfecta   nora roberts

en nada.—Es cierto. ¿Quiere ver mi carné de

conducir, señor McQuinn?—Era la señora Wolinsky —anunció

Cybil al aparecer de nuevo por la puerta—. Te ha visto entrar, pero no le hadado tiempo a salir para saludarte. Diceque estás más guapo que nunca —Cybille agarró la cara con ambas manos y seechó a reír—. ¿Verdad que es muyguapo?

—No empieces.—Pero si es verdad. Las mujeres se

vuelven locas por ti —después de decireso agarró a Preston de la mano—.Vamos a tomar una copa para

Page 328: La vecina perfecta   nora roberts

celebrarlo.Preston iba a rechazar la invitación,

pero después se encogió de hombros.No tenía nada de malo conocer un pocomás al hermano de Cybil.

—¿Qué tipo de esculturas haces?—Lo que más trabajo es el metal —

respondió Matthew dejando su chaquetasobre el sofá, de donde Cybil la retiróinmediatamente.

—Voy a colgar esto en el baño paraque se seque. Preston, ¿por qué nosirves unas copas de vino?

—Claro.—¿No tiene cerveza? —preguntó

Matthew mientras observaba enarcando

Page 329: La vecina perfecta   nora roberts

una ceja la familiaridad con la quePreston se movía por la cocina de suhermana pequeña.

—Sí —sacó dos botellas y una copade vino para Cybil—. ¿Trabajas en elsur?

—Así es. Encajo mejor en NuevaOrleans que en Nueva Inglaterra.Además allí tengo más oportunidad detrabajar al aire libre. Con el clima deaquí sería imposible. Cyb no me hahablado de ti, ¿cuánto tiempo llevasviviendo en el edificio?

—No mucho.—Entonces os habéis hecho amigos

muy rápido, ¿no?

Page 330: La vecina perfecta   nora roberts

—Supongo.—Preston —dijo Cybil en tono

recriminatorio—. Podrías haber sacadounos vasos.

—Los hombres no necesitan vasopara la cerveza —respondió su hermanocon una risotada.

—Entonces supongo que tampocoquerréis comer algo tan delicado comoun paté con tostaditas de pan de centeno.

—¿Cómo que no? —se apresuró adecirle Matthew mientras ocupaba unode los taburetes de la cocina—. ¿Notenías cuatro de éstos?

—Sí, pero le he dejado uno aPreston —Cyb comenzó a sacar cosas

Page 331: La vecina perfecta   nora roberts

de la nevera—. ¿Qué haces en NuevaYork?

—He venido a ultimar algunas cosaspara la exposición de otoño. Sólo estaréaquí un par de días.

—¿Y vas a quedarte en un hotel enlugar de en casa de tu hermanita?

—Ya sabes que tu régimen de visitasme vuelve loco —respondió lanzándoleuna mirada de complicidad a Preston—.Supongo que ya te habrás dado cuenta deque por esta casa pasa más gente quepor una cafetería. Es horrible —añadiófingiendo un escalofrío.

—Matthew es un solitarioprofesional —explicó Cybil—. Seguro

Page 332: La vecina perfecta   nora roberts

que os llevaríais bien. A Prestontampoco le gusta la gente —le dijo a suhermano.

—Por fin alguien con un poco desentido común.

Quizá el nuevo amigo de su hermanano estuviera tan mal después de todo,pensó Matthew.

—Prefiero una habitación de hotel,la única gente que pasa por allí son losdel servicio de habitaciones y llamanantes de entrar, cosa que no hace lamayoría de tus amigos —le recriminó aCybil en tono humorístico—. Pero tedejaré que cocines para mí.

—Qué bueno eres conmigo.

Page 333: La vecina perfecta   nora roberts

—¿Has probado el pastel de pollode Cyb, McQuinn?

—La verdad es que no.—Entonces mira cómo la convenzo

para que nos prepare uno.

Estaba resultando ser una noche muyagradable, pensó Preston mientras veíael cariño y la complicidad que habíaentre Cybil y su hermano.

Recordaba un tiempo en el que élhabía tenido lo mismo con su hermana.Pero eso había sido antes de Pamela.

Después había seguido habiendocariño, pero también cierta tensión que

Page 334: La vecina perfecta   nora roberts

nunca antes había existido entre ellos.Pero la tensión era algo que los

Campbell no parecían ni conocer.Cybil y Matthew no paraban de

contar anécdotas el uno del otro, algunasde ellas algo embarazosas, pero ambosse lo tomaban con un sentido del humorenvidiable.

Una vez en su apartamento, sepreguntó si podría incluir alguna de esasanécdotas en el segundo acto de la obra,sin duda supondrían cierta distensióncómica.

Puesto que Cybil aún se quedaríabastante tiempo charlando con suhermano, Preston decidió que la mejor

Page 335: La vecina perfecta   nora roberts

manera de pasar el resto de la nochesería trabajando.

Page 336: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 18—Me gusta tu amigo.

Matthew estiró cómodamente laspiernas y tomó un sorbo del coñac queCybil había abierto en su honor.

—Me alegro porque a mí también.—Aunque es un poco serio para ti.—Bueno, está bien conocer a

alguien diferente de vez en cuando.—¿Es eso lo que es? —le preguntó

Matthew en tono más serio, en cuantoCybil se sentó a su lado en el sofá—.Nos ha faltado tiempo para besaros encuanto he subido a llamar por teléfono.

—¿Estabas espiándonos? —le

Page 337: La vecina perfecta   nora roberts

preguntó ella con una sonrisa.—No. Simplemente dio la

casualidad de que miré hacia abajo en elmomento justo. Como además más deuna vez lo he visto mirarte como sifueras más deliciosa que tu pastel depollo, que por cierto estaba increíble,sólo he tenido que sumar dos y dos.

—Siempre has sido muy listo,Matthew. Supongo que será mejor que telo diga sin rodeos, puesto que estás tanentrometido, Preston y yo estamosjuntos.

—Te acuestas con él.Cybil abrió los ojos de par en par

con deliberada exageración.

Page 338: La vecina perfecta   nora roberts

—Por Dios, no, sólo vamos a sercompañeros de canasta. Somosconscientes de que es un compromisomuy serio, pero podremos hacerlefrente.

—Tú también eres muy lista,hermanita —protestó.

—Así es como me gano la vida.—Y supongo que McQuinn es el

malhumorado Quinn de Emily.—No pude resistirme.Después de sólo unos segundos de

silencio, Matthew se volvió a mirarlafijamente.

—Emily cree haberse enamorado deél.

Page 339: La vecina perfecta   nora roberts

Cybil también hizo una breve pausaantes de negar con la cabeza.

—Emily es como un personaje decómic que hace más o menos lo que yole digo. Pero no soy yo.

—Sin embargo tiene mucho de ti.—Sí, por eso me gusta tanto —

bromeó.Pero Matthew siguió frunciendo el

ceño.—Escucha, Cyb, no quiero meterme

en tu vida, pero sigo siendo tu hermanomayor.

—Y lo haces muy bien, Matthew —se acercó a darle un beso en la mejilla—. No tienes por qué preocuparte;

Page 340: La vecina perfecta   nora roberts

Preston no se está aprovechando de tuhermanita —le quitó la copa de coñac yle dio un sorbo antes de devolvérsela—.En realidad fui yo la que se aprovechóde él. Le hice galletas y desde entonceses mi esclavo sexual.

—Vale, hermanita, no quiero losdetalles —Matthew se levantó del sofácon evidente incomodidad.

—Vaya, yo estaba deseandocompartirlos contigo, especialmente losvídeos caseros.

—Calla, Cybil —había conseguidoruborizarlo—. Sé que eres una mujeradulta y atractiva a pesar de esa nariz.

—Tengo una nariz muy bonita —

Page 341: La vecina perfecta   nora roberts

aseguró Cybil.—Nos hemos esforzado mucho en

hacerte creer eso y parece que hassuperado tal deformidad.

Cybil no pudo por menos de echarsea reír.

—Lo único que quiero decirte esque tengas cuidado —concluyó con másseriedad.

Cybil fue junto a él y le dio otrobeso en la mejilla.

—Te quiero mucho, hermanito. Apesar de ese molesto tic que tienes.

—Yo no tengo ningún tic.—Nos hemos esforzado mucho en

hacerte creer eso —ambos se echaron a

Page 342: La vecina perfecta   nora roberts

reír al unísono y se dieron un fuerteabrazo—. Me alegro mucho de que estésaquí. ¿No puedes quedarte unos díasmás?

—Le he prometido a los abuelos queiría a verlos a Hyannis. ¿Por qué novienes conmigo? Se alegrarán mucho deverte. Además así nos daremos apoyomutuo cuando el abuelo empiece con esode que ya es hora de que formemos unafamilia.

—La verdad es que últimamente mellama mucho —consideró la idea detomarse unos días libres—. Tengovarias tiras preparadas por adelantado,así que supongo que podría hacerlo.

Page 343: La vecina perfecta   nora roberts

Pero pasado mañana tengo una reunión ala que no puedo faltar.

—Ven después —la observódetenidamente mientras ella barajaba lasposibilidades—. Puedes decirle a tucompañero de cartas que venga contigo.Podemos echar unas partidas de canasta.

—No es mala idea —murmuró—. Selo preguntaré. En cualquier caso, yo voy.

—Estupendo —y esperaba que fueratambién Preston, sería divertido ver sipasaba las pruebas de DanielMacGregor.

Era más de medianoche cuando Matthew

Page 344: La vecina perfecta   nora roberts

se marchó al hotel, por lo que Cybilpensó que lo más sensato sería meterseen la cama, apagar la luz y dormir unpoco, ya que la noche anterior apenas lohabía hecho.

Así que cruzó el descansillo y llamóa la puerta de Preston.

Ya pensaba que se había ido a lacama o al club cuando oyó que se abríael cerrojo.

—Hola.Preston miró hacia su casa.—¿Y tu hermano?—Se ha ido al hotel. He abierto una

botella de coñac y me preguntaba si teapetecía…

Page 345: La vecina perfecta   nora roberts

No pudo terminar la frase porquePreston la agarró de la mano, tiró de ellahacia el interior de la casa y comenzó abesarla apasionadamente en cuanto hubocerrado la puerta a su espalda.

—Supongo que no quieres coñac —consiguió decir Cybil con la vozentrecortada, mientras él le besaba elcuello y le desabrochaba la camisa.

Preston no había podido controlar lanecesidad que se había apoderado de élnada más verla al otro lado de la puerta.No podía dejar de besarla y sabía queno podría aguantar mucho más antes deposeerla por completo.

Ella se entregó a la pasión con igual

Page 346: La vecina perfecta   nora roberts

desenfreno. Echó la cabeza hacia atrásen un gesto de abandono cuando sintióque su boca bajaba y bajaba, dejando asu paso un sinfín de escalofríos deplacer. No era posible sentir algosemejante, ése fue el último pensamientocoherente de Cybil antes de que lalengua de Preston le hiciera perder elaliento y la cabeza.

Oyó el grito de éxtasis que salió desus propios labios cuando, con laespalda apoyada en la puerta, se abrió aél y al placer que él le daba. Se deshizoen su boca, pero él continuó hasta que sucuerpo empezó a estremecerse de nuevo.

Preston la oyó gruñir cuando

Page 347: La vecina perfecta   nora roberts

comenzó a subir por su anatomía,recorriendo su piel con la lengua,saboreando su erótico sabor. La llevó ala butaca y, con los ojos clavados en lossuyos, la sentó encima de sí,adentrándose en el húmedo calor de sucuerpo.

Sus gemidos se convirtieron en unosolo. Ahora era ella la que marcaba elritmo y lo hacía con auténtica maestría,arrastrándolo al borde del delirio.Preston tuvo que aferrarse a unpensamiento para no perder el controlpor completo y conseguir esperarlahasta que llegó el momento de liberarsejuntos, de derretirse el uno en el otro y

Page 348: La vecina perfecta   nora roberts

dejarse llevar por el placer másabsoluto, un instante en el que no supodónde terminaba su cuerpo y comenzabael de ella.

Al sentir su rostro apoyado en elhombro y su respiración rozándole elcuello recordó lo que le había dicho,que nadie la había tocado antes como él.

Nadie le había hecho sentir a él loque ella le hacía sentir. Pero, a pesar delo hábil que era con las palabras porescrito, no tenía la menor idea de cómodecirle algo así.

—He estado toda la noche pensandoen esto —eso era algo que podía decirsin correr el menor riesgo.

Page 349: La vecina perfecta   nora roberts

—Y pensar que he estado a punto deirme a la cama —dijo ella con unsuspiro de satisfacción—. Sabía queesta butaca era perfecta para ti.

Ambos se echaron a reír, peroentonces Cybil le agarró el rostro conambas manos y lo miró a los ojos.

—Preston —fue todo lo que dijoantes de besarlo.

Aquel cálido beso le estremeció elalma y le hizo desear algo en lo que noquería creer. Sintió que estaba cruzandola delgada línea que separaba el deseode la necesidad y que se acercabaaterradoramente al amor.

Cybil suspiró al apoyar la mejilla

Page 350: La vecina perfecta   nora roberts

sobre la suya.—Estás helada.—Un poco —cerró los ojos y se

recordó que no siempre se podía tenertodo lo que se deseaba—. Y muerta desed. ¿Quieres agua?

—Sí, yo la traeré.—No te preocupes —se levantó

suavemente—. ¿Tienes una bata?Preston trató de sonreír para no

pensar en la sensación de pérdida que lohabía invadido al notar que sus cuerposdejaban de estar en contacto.

—¿A qué viene esa obsesión con lasbatas?

—Olvídalo —optó por ponerse la

Page 351: La vecina perfecta   nora roberts

camisa de Preston, que había quedadoen el suelo—. Le has caído muy bien aMatthew —comentó al tiempo que iba ala cocina.

—Él a mí también —no podía dejarde mirarla mientras ella servía los vasosde agua para después volver a su lado yacomodarse en su regazo como un gato.

—¿Qué te parecería hacer unviajecito? —le dijo entonces.

—¿Un viaje?—Sí. Matthew va a ir a Hyannis a

visitar a nuestros abuelos, losMacGregor, y se me ha ocurrido quepodríamos acompañarlo. El abuelosiempre se queja de que nunca vamos a

Page 352: La vecina perfecta   nora roberts

verlos. Es un lugar maravilloso; la casaes… no sé ni cómo describirla, pero séque te gustará. Y ellos también sonestupendos. ¿Qué me dices, McQuinn?

—Parece una reunión familiar —leresultó extraño, pero lo cierto era que nole gustaba nada la idea de estar sin ellani siquiera un par de días.

—Al abuelo le encanta que vayagente. Tiene más de noventa años, perorebosa energía por los cuatro costados.

—Lo sé. Es un hombre fascinante. Ytu abuela también —la vio fruncir elceño y enseguida se lo explicó—. Losconozco. Son amigos de mis padres.

—¿Sí? No lo sabía. Ya te he dicho

Page 353: La vecina perfecta   nora roberts

lo complicada que es mi familia,¿verdad? Los MacGregor, los Grandeau,los Campbell.

—No empieces, por favor, que mepitan los oídos.

Cybil se echó a reír y le dio un besoen cada oreja.

—Bueno, pues si los conoces a ellosy a Matthew, no te sentirás entredesconocidos. Ven conmigo —fuebajando de la oreja al cuello—. Serádivertido.

—También sería divertidoquedarnos en esa butaca.

—En el castillo MacGregor haymultitud de habitaciones —le dijo con

Page 354: La vecina perfecta   nora roberts

voz tentadora—. Y muchas de ellastienen… cama.

—¿Cuándo nos vamos?—¿De verdad? —preguntó,

entusiasmada—. Pasado mañana.Podemos alquilar un coche.

—Yo tengo coche.—Ah —lo miró a los ojos con

curiosidad.—Espero que te gusten los coches

familiares.—Claro, siempre es bueno tener un

vehículo fuerte y fiable —dijo sindemasiada convicción.

—Entonces supongo que noaprobarás que tenga un Porsche.

Page 355: La vecina perfecta   nora roberts

—¿Un Porsche? No me digas que esdescapotable.

—Por supuesto.—¡Dios! ¿Me dejarás conducir?—Claro, cuando se hiele el infierno.—Oye, que conduzco muy bien.—No lo dudo —decidió que era más

inteligente distraerla que intentarconvencerla, así que le quitó el vaso dela mano y comenzó a acariciarle laespalda—. ¿Qué crees que podríamoshacer si reclináramos el respaldo de labutaca?

—Mm… se me ocurren un par decosas increíbles —estiró el cuello paraque él pudiera besárselo cómodamente

Page 356: La vecina perfecta   nora roberts

—. ¿Sabes que mi abuelo es elpropietario del edificio?

—Claro, fue él el que me ofrecióeste apartamento cuando se enteró deque estaba buscando casa en la ciudad.

—¿Él mismo te lo alquiló? —losmovimientos de su lengua consiguieronque abandonara una idea que le habíapasado fugazmente por la cabeza—.¿Cuándo…? ¡Dios, qué bien lo haces!

—Gracias. Pero te voy a enseñarotra cosa que hago aún mejor.

Page 357: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 19La casa de los MacGregor se alzaba conarrogancia junto a un magníficoacantilado sobre el mar. Sus torres y lapiedra gris de sus muros eran unsímbolo del orgullo del clan; un edificiofuerte y sólido construido para perduraren el tiempo.

A Cybil le gustó que la casaejerciera el mismo efecto sobre Prestonque siempre le había causado a ella. Poreso detuvo el coche cuando él se lopidió.

—Parece sacada de un cuento,¿verdad? —le preguntó mientras la

Page 358: La vecina perfecta   nora roberts

observaba a través de la densa cortinade lluvia.

—La había visto en fotos, pero esmucho más impresionante en la realidad.

—En días como éste tengo lasensación de estar en Escocia.

—¿Conoces Escocia?—Sí, he ido un par de veces. ¿Tú

no? —Preston negó con la cabeza—.Puede deberías ir, allí están tus raíces.Te sorprenderá ver cuánto tiran de ticuando respires el aire de las tierrasaltas o veas los lagos de las tierrasbajas.

—Puede que me vengan bien unasvacaciones después de terminar la obra

Page 359: La vecina perfecta   nora roberts

—comentó mientras ella volvía a ponerel coche en marcha.

Unos segundos después llegaronfrente a la casa y Cybil le dio las llavesdel coche y salió corriendo a refugiarseen el porche, donde meneó la cabezacomo un perro mojado y se echó a reír.

Durante varios segundos Preston sequedó inmóvil. No podía hacer otra cosaque mirarla, disfrutar de la visión de eserostro lleno de alegría. Quiso pensar queera deseo lo que sentía dentro de sí,pero el deseo rara vez hacía que se leformara un nudo de miedo en elestómago.

Si no podía dejar de sentirlo, lo

Page 360: La vecina perfecta   nora roberts

negaría. Salió del coche, dejó que lalluvia le golpeara las mejillas mientrascaminaba hacia ella. Al llegar a su lado,la estrechó en sus brazos y la besó conviolenta pasión.

Cybil sintió la desesperación en suboca y la furia con la que su cuerpo seapretaba contra ella.

—Preston —susurró.El suave sonido de su voz le hizo

volver a la realidad.—Ahora que vamos a estar rodeados

de familia —comenzó a decirle mientrasle apartaba el pelo de la cara de manerainconsciente—, puede que no puedahacer esto tanto como me gustaría.

Page 361: La vecina perfecta   nora roberts

—Bueno —consiguió decir ella,casi sin aliento—. Con ese beso tendráspara un rato.

Lo agarró de la mano y lo llevó alinterior de la casa.

Anna MacGregor no tardó en acudira recibirlos y lo hizo con la mismacalidez que se respiraba nada más entrara la casa. Los escudos y espadas queadornaban las paredes recordaban queaquél había sido el hogar de un guerrero,pero también había flores cuyo olor semezclaba con el agradable aroma de lamadera.

Después de fundirse en un abrazocon Cybil, Anna le tendió una mano a

Page 362: La vecina perfecta   nora roberts

Preston.—Supongo que no te acordarás de

mí porque no creo que hubierascumplido aún los dieciséis años laúltima vez que te vi.

—Claro que me acuerdo de usted,señora MacGregor —dijo estrechándolela mano—. Fue en el baile de primaverade Newport y fue usted muy amable conun adolescente que estaba deseandomarcharse de allí.

—Vaya, me siento muy halagada.Pero pasad y entrad en calor.

—¿Dónde están Matthew y elabuelo?

Anna se echó a reír.

Page 363: La vecina perfecta   nora roberts

—El pobre Matthew estáarreglándole a tu abuelo el motor de ladepuradora de la piscina. Ya sabes quecuando se le mete algo en la cabeza, esinútil tratar de convencerlo de locontrario —les explicó mientras losconducía a la que denominó comohabitación del trono, un nombre quehacía justicia al lugar—. Voy a prepararun té y a avisarlos de que estáis aquípara que no crea que pretendoacapararos.

—No, abuela. Siéntate con Preston yyo iré a decírselo y a preparar el té —insistió Cybil.

—Gracias, querida —Anna le dio

Page 364: La vecina perfecta   nora roberts

unas palmaditas en la mano a su nieta yse sentó junto al fuego, frente a suinvitado—. Preston, Daniel y yo vimostu obra en Boston hace unos meses. Essobrecogedora. Tu familia debe de estarmuy orgullosa de ti.

—Creo que más bien estánsorprendidos.

—Es más o menos lo mismo. No sépor qué suele sorprendernos quenuestros hijos o hermanos tengan talento,es como si pensáramos, ¿cómo hepodido no darme cuenta durante tantosaños?

—Usted conoce a mi familia, así quesabrá que la obra tiene mucho que ver

Page 365: La vecina perfecta   nora roberts

con ellos.—Sí, lo sé. ¿Qué tal está tu

hermana?—Bien. Los niños la ayudan a

centrarse.—¿Y tú, Preston? ¿Qué es lo que te

centra a ti, el trabajo?—Supongo que sí.—Lo siento, no pretendía curiosear,

eso suelo dejárselo a mi marido. Es sóloque recuerdo el modo en que aqueladolescente del baile cuidaba de suhermana.

—Sí —Preston sonrió con tristeza—. Pero debería haberlo hecho mejor,quizá así no la habría hecho sufrir tanto.

Page 366: La vecina perfecta   nora roberts

—No fuiste tú el que la hizo sufrir—le recordó Anna—. De verdad que noquería hacerte pensar en esas cosas.Mejor cuéntame en qué estás trabajando,si no es un secreto.

—Es una historia de amorambientada en Nueva York. Al menoseso es lo que ha ido surgiendo hasta elmomento.

Al ver el modo en que miró a Cybilal verla aparecer, Anna se dio cuenta delo que había hecho surgir aquellahistoria de amor de la ficción.

—¿Aún no le has ofrecido un whiskya nuestro invitado? —preguntó Danielcon esa voz grave que no había perdido

Page 367: La vecina perfecta   nora roberts

poder a pesar del paso de los años—.Vaya manera de recibir al hombre quenos ha traído a mi nieta preferida.

—Cuando querías que te arreglara lapiscina, yo era tu nieto preferido —bromeó Matthew.

—Pero ahora que ya estáarreglada… —respondió el anciano conuna sonora carcajada.

—Me alegro de verlo, señorMacGregor.

Preston cruzó la habitación con unamano extendida, pero eso no erasuficiente para Daniel MacGregor, queestrechó al joven en un abrazo que apunto estuvo de dejarlo sin respiración.

Page 368: La vecina perfecta   nora roberts

—Estás en forma McQuinn, pero unbuen whisky hace sentir aún mejor acualquier escocés.

—Tú tendrás que conformarte conuna gota en el té, Daniel —le advirtióAnna mientras se acercaba a agarrar labotella.

—¡Qué mujer! —protestóMacGregor con un gesto casi infantil—.Bueno, siéntate, muchacho y cuéntamequé tal van las cosas entre Cybil y tú.

Una señal de alarma sonó en lamente de Preston.

—¿Cómo?—Son vecinos, ¿no?—Ah, sí, sí —respondió con alivio.

Page 369: La vecina perfecta   nora roberts

—Es hermosa como una flor,¿verdad?

—Abuelo —Cybil acudió en suayuda de inmediato—. No empieces,McQuinn no lleva aquí ni diez minutos.

—¿Que no empiece qué? —lepreguntó el anciano con fingidainocencia—. ¿Acaso no eres hermosa?

—Por supuesto que lo soy —bromeóella acercándose a darle un beso a suabuelo—. Compórtate y quizá te dé unpoco de mi whisky.

—Ésa es mi niña —dijo Daniel conorgullo—. Y es una magnífica cocinera.Cybil, espero que estés siendo unabuena vecina y le prepares alguna buena

Page 370: La vecina perfecta   nora roberts

comida de vez en cuando.—El otro día nos hizo su famoso

pastel de pollo —intervino Matthew.—Ah, ¿entonces ya has probado las

delicias de nuestra pequeña Cybil?—¿Qué? —Preston estuvo a punto

de atragantarse con la galleta que lehabía ofrecido Cybil.

—Su comida —explicó Daniel,satisfecho de cómo parecía estardesarrollándose su plan—. Una mujerque cocina como ella debería tener unafamilia a la que alimentar.

—Abuelo —volvió a protestarCybil.

—Lo único que digo es que

Page 371: La vecina perfecta   nora roberts

cualquier hombre aprecia un buen platocaliente preparado con cariño, ¿nocrees, muchacho?

Preston tuvo la sensación de estarpisando terreno peligroso.

—Desde luego.—¡Ahí lo tienes! Un hombre que

hace honor a su nombre… Aunque a tuedad ya deberías empezar a pensar unpoco en el futuro. A tu edad hay quepensar en cosas como perpetuar elnombre de la familia.

Cybil le dio un codazo a Matthew alver el gesto de angustia de Preston.

—Haz algo, hermanito —le suplicóen un susurro.

Page 372: La vecina perfecta   nora roberts

—Me debes una —le dijo antes deofrecerse como blanco—. Abuelo, aúnno te he hablado de la mujer que heconocido.

—¿Una mujer? —preguntó Daniel deinmediato—. ¿Qué mujer es ésa? Penséque estabas muy ocupado con tusjuguetes de hierro para prestar atencióna las mujeres.

—Claro que les presto atención —Matthew sonrió con picardía—. Peroésta es algo especial.

—Debe de serlo para que ledediques más de un vistazo.

—Desde luego que lo es. Se llamaLulu —se le ocurrió de pronto—. Lulu

Page 373: La vecina perfecta   nora roberts

LaRue, aunque creo que es su nombreartístico. Es bailarina.

—¿Qué clase de bailarina? —preguntó con desconfianza.

—De estriptis, ¿de qué va a ser sino? No sabes el tatuaje que tiene en…

—¿Bailarinas de estriptis contatuajes? ¡Por el amor de Dios, MatthewCampbell! ¿Es que quieres matar a tumadre? Anna, ¿estás escuchando lo quedice?

—Matthew, deja de tomarle el peloa tu abuelo.

—Sí, señora —respondióobedientemente—. Pero no sé por quéno puedo estar con una bailarina de

Page 374: La vecina perfecta   nora roberts

estriptis si me gusta.

Page 375: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 20Mucho más tarde, cuando la lluvia habíapasado y Preston llevaba ya más de unahora en el dormitorio de Cybil,aprovechando una magnífica cama condosel, ella suspiró con satisfacción.

Había sido un día casi perfecto,tanto que se permitió el lujo deacurrucarse junto al hombre que amaba yfingir que él sentía lo mismo por ella.

—Dime una cosa —murmuróPreston, que estaba demasiado relajadocomo para preocuparse por lo agradableque le resultaba estar allí, abrazado aCybil y disfrutar de la calidez de su

Page 376: La vecina perfecta   nora roberts

desnudez—. ¿A qué venía todo eso queme ha dicho tu abuelo durante el té?

Cybil levantó la cabeza paramirarlo.

—No te avisé porque tenía laestúpida esperanza de que no fueranecesario. La culpa es mía —seincorporó del todo para poder hablarlede frente—. ¿Sabes que tienes unos ojosincreíbles, McQuinn? Son casitraslúcidos.

—¿Lo dices en serio o sólo intentascambiar de tema?

—Las dos cosas —era evidente queiba a tener que hablar de ello, así que selevantó de la cama y se puso la bata a

Page 377: La vecina perfecta   nora roberts

pesar del gesto de desaprobación dePreston—. Está bien, McQuinn, tú eresescocés.

—Soy la tercera generación deMcQuinns de Rhode Island.

—Eso para mi abuelo carece deimportancia —continuó sin atreverse amirarlo—. Espero que comprendas quelo hace con buena intención. Mi abuelome quiere mucho y no te habría elegidosi no le gustarás realmente.

Preston sintió que se le cerraba laboca del estómago.

—¿Elegirme para qué?—No me di cuenta hasta que me

dijiste que había sido él el que te había

Page 378: La vecina perfecta   nora roberts

ofrecido el apartamento.—¿De qué, Cybil?Respiró hondo para tomar fuerzas y

se dispuso a hablar con claridad.—Preston, mi abuelo te ha elegido

para mí —dijo rápidamente—. Sólo lohace porque me quiere mucho y piensaque lo mejor que podría pasarme esencontrar un buen hombre con el quecasarme y formar una familia. Y pareceque ha decidido que tú eres ese hombre.

—¿Y cómo demonios ha llegado aesa conclusión?

—No te ofendas, McQuinn —le dijocon voz más fría—. Más bien deberíastomártelo como un cumplido. Es

Page 379: La vecina perfecta   nora roberts

evidente que debe de tener muy buenaopinión de ti si te considera adecuadopara ser mi marido y el padre de losmuchos nietos que espera que le déalgún día.

—Pensé que no querías casarte.—No he dicho que quiera hacerlo,

lo que he dicho es que es lo que élquiere para mí —lo miró con la cabezabien alta—. Es insultante que estés tanhorrorizado.

—Supongo que a ti te resultadivertido que tu abuelo te escoja unhombre.

—Creo que es encantador —replicó,absurdamente herida por su actitud—.

Page 380: La vecina perfecta   nora roberts

Tranquilo, McQuinn, no estoy eligiendoel vestido de boda ni buscando damasde honor. Soy perfectamente capaz debuscar marido yo sola, si es que algúndía decido que es eso lo que quiero.Pero por el momento ya te he dicho queno es así.

Meneó la cabeza con desesperacióny a falta de otra cosa que hacer con lasmanos, abrió un bote de crema ycomenzó a ponérsela en las manos.

—Ahora estoy cansada y me gustaríaacostarme. Como tú no te dignas adormir conmigo después del sexo, creoque deberías marcharte.

¿Estaba simplemente enfadada o

Page 381: La vecina perfecta   nora roberts

había algo más en el brillo de sus ojos?—¿Por qué estás tan furiosa?—¿Que por qué estoy furiosa? —

repitió, sin saber si gritar o llorar—.¿Cómo es posible que me haga esapregunta un hombre que describe tanbien las emociones de sus personajes?Estoy furiosa porque estés ahí sentado,en la cama en la que acabamos de hacerel amor, y te ofenda que alguien que mequiere piense que entre nosotros puedahaber algo más que sexo.

—Ya hay algo más que sexo —sintióque también él empezaba a perder losnervios, así que se puso en pie y seenfundó los vaqueros.

Page 382: La vecina perfecta   nora roberts

—¿De verdad?La frialdad de su voz hizo que se

sintiera culpable.—Cybil, tú me importas y lo sabes.—Te resulto divertida. Que no es lo

mismo.Estaba claro que había algo más que

el enfado. Había vuelto a hacerle dañosin siquiera darse cuenta.

—Cybil, me importas mucho —insistió, agarrándola del brazo.

—Está bien —respondió con máscalma—. Olvídalo.

Preston deseaba olvidarlo y nocomplicar las cosas, pero la sonrisa quevio en su rostro antes de que se volviera

Page 383: La vecina perfecta   nora roberts

a mirar por la ventana no se parecía ennada a las sonrisas que solían iluminarlos ojos de Cybil, unos ojos que ahoraestaban llenos de dolor.

—Cybil, no puedo darte más queeso.

—No te he pedido nada más.Empieza a hacer frío, deberíamos ponerotro tronco en la chimenea.

—Yo lo haré.Durante varios minutos no se oyó

nada más en la habitación que el crepitardel fuego.

Quizá fue por el hecho de que ellano se lo hubiera pedido, pero el caso fueque Preston sintió la necesidad de

Page 384: La vecina perfecta   nora roberts

contárselo.—Cybil, ven a sentarte.—Prefiero quedarme aquí y ver las

estrellas. En Nueva York siempre lasecho de menos.

Se acercó a ella y sintió su tensión alponerle las manos en los hombros.

—Me gustaría que te sentaras y meescucharas.

—Está bien —dijo antes deacomodarse en una de las butacas quehabía frente a la chimenea—. Teescucho.

Él ocupó la otra y la miró a los ojosantes de comenzar a hablar.

—Yo siempre quise escribir, desde

Page 385: La vecina perfecta   nora roberts

niño. No me decanté por las novelascomo habría querido mi padre, siempretuve claro que quería escribir teatro ydesde el momento que empecé a hacerloviví inmerso en ese mundo. Al contrarioque a ti, me resulta difícil relacionarmecon la gente, incluso a veces con mipropia familia, aunque los quieromucho.

—Por supuesto, pero te gusta estarsolo —dijo ella—. Lo comprendoporque a mi padre y a Matthew lesocurre lo mismo.

—Yo quiero mucho a mis padres y ami hermana aunque a veces noconsigamos entendernos. Estoy seguro

Page 386: La vecina perfecta   nora roberts

de que a veces les he hecho daño, peroeso no quiere decir que no los quiera.

—Todos hacemos daño a la genteque queremos sin darnos cuenta.

—Mi hermana, Jenna, siempre hasido muy abierta. Es una mujerencantadora. Aún no había cumplido losveintiún años cuando se casó con mimejor amigo de la universidad. Yomismo los presenté —aún le dolíarecordarlo, pues aquél había sido elprimer paso de un doloroso camino—.Eran muy felices juntos. Su hijo Jacobnació al año de que se casaran y un añodespués mi hermana volvió a quedarseembarazada —esa vez fue él el que se

Page 387: La vecina perfecta   nora roberts

acercó a la ventana, pero no vio lasestrellas—. En esa misma época yoestaba preparando el estreno de miprimera obra. Para mí era muyimportante que saliera bien y poderdemostrar que tenía talento, que noestaba allí sólo por ser el hijo de mipadre.

—Lo comprendo —afirmó Cybil.Preston la miró con agradecimiento.

Seguramente ella había pasado por algoparecido, teniendo en cuenta la familiade la que procedía.

—Afortunadamente la compañía queiba a representar la obra era estupenda.La actriz que hacía el personaje

Page 388: La vecina perfecta   nora roberts

protagonista era increíble, la mujer máshermosa que había visto en mi vida. Yoquedé completamente fascinado con ella—se volvió a mirarla—. Acababa decumplir veinticinco años y me enamorélocamente de ella. Cada minuto quepasaba con ella era como un regalo delcielo, sólo con verla recitar las palabrasque yo había escrito me olvidaba detodo lo demás —aún le dolía pensar entodo lo que había abandonado por ella—. Nos hicimos amantes una tarde dedomingo, en su cama, después se echó allorar en mis brazos y me dijo que meamaba. En ese momento lo habría dadotodo por ella.

Page 389: La vecina perfecta   nora roberts

Cybil no pudo evitar pensar lomaravilloso que debía de ser que unhombre como él la amara de ese modo.No habló porque veía en sus ojos quehabía algo más, algo que aún le causabamucho dolor.

—Durante semanas todo mi mundogiró a su alrededor. La obra obtuvobuenas críticas en su estreno, pero yosólo podía pensar en que había sido lamanera de conocerla a ella. Eso era loúnico que me importaba.

—Está bien que el amor sea lo másimportante.

—¿Tú crees? —preguntó concinismo—. Bueno, eso ya no importa —

Page 390: La vecina perfecta   nora roberts

hizo una pausa antes de continuar—. Yono dejaba de hacerle regalos, queríaverla feliz. Tenía todo el dinero quepudiera necesitar y me parecía biengastarlo en ella, comprarle joyas eincluso extenderle algún cheque.

Cybil empezó a comprender dedónde procedía tanto dolor y deseóacercarse a él y abrazarlo. Pero en susojos había algo más que tristeza, habíauna profunda amargura.

—Tenía mucho talento y yo quiseayudarla a convertirse en una actrizimportante. Utilicé mis contactos, o másbien los de mi padre, para impulsar sucarrera.

Page 391: La vecina perfecta   nora roberts

—Porque la amabas. Es lógico quehicieras por ella lo que ni siquierahabías querido hacer por ti mismo.

—¿Y eso está bien? No —serespondió de inmediato—. No está bienutilizar a nadie, pero yo lo hice. Prontocomenzó a hablar de matrimonio, demanera muy sutil y con enormeromanticismo. Yo le dije queesperáramos un poco, que debía prestaratención a su carrera y, una vez que sehubiera establecido, nos mudaríamosjuntos a Nueva York. Pero un díaapareció en mi casa llorando y me dijoque estaba embarazada. Me suplicó queno la abandonara, que no podría vivir

Page 392: La vecina perfecta   nora roberts

sin mí. Estaba asustada, creía que yo laodiaría.

—Tú jamás harías algo así —adivinó Cybil.

—¿Cómo iba a odiarla? La idea detener un hijo me asustaba, pero no meimportaba casarme y empezar una nuevavida con ella. El dinero no suponíaningún problema porque yo acababa derecibir una parte de mi herencia. Así quele sequé las lágrimas y le dije que todoiba a salir bien. Que sería maravilloso;viviríamos en Newport hasta quenaciera el niño y luego nos iríamos lostres a Nueva York como habíamosplaneado y seríamos muy felices. Nos

Page 393: La vecina perfecta   nora roberts

despedimos entre besos y lágrimas; ellatenía que volver a su apartamento paradarle la buena noticia a su familia ydespués de la obra iríamos a decírselo amis padres. En cuanto se marchó empecéa hacer planes, me imaginaba con elbebé que habíamos concebido juntos.

—Tú querías ese niño —dijo Cybilrecordando el modo en que habíaacunado a Charlie.

—Sí —la miró fijamente a los ojos—. La quería a ella y la vida que habíaimaginado a su lado. Aún estabafantaseando con todo aquello cuandoapareció mi hermana. Al igual quePamela, estaba llorando y muy alterada.

Page 394: La vecina perfecta   nora roberts

También como Pamela, estabaembarazada, pero de bastantes meses,por eso me preocupó que estuviera ental estado. Se abrazó a mí y entresollozos consiguió decirme que habíaencontrado a su marido en la cama conotra mujer, en su propia cama.

—Dios mío, Preston, qué horror —se levantó y fue hacia él para consolarlo—. Debió de ser terrible para ella ypara toda la familia… —de pronto levinieron a la cabeza las escenas que élhabía creado en Una maraña dealmas—. Dios mío, no puedo creerlo.

Preston se alejó del cariño que ellale ofrecía.

Page 395: La vecina perfecta   nora roberts

—Sí, Pamela era la Leanna de Unamaraña de almas. Una mujer bella,inteligente y fría, una mujer capaz decasarse conmigo para darle dinero yposición al hijo que le había hecho otro,mi mejor amigo, el marido de mihermana.

—Debió de hacerte mucho daño. Losiento, Preston.

—Me hizo daño, pero aprendí lalección. No se puede confiar en el amor.Mi hermana lo hizo y estuvo a punto dedestrozarle la vida; si no hubiera tenidoa Jacob y al bebé que llevaba dentro, nocreo que hubiera podido superarlo.

—Pero tú no tenías nada de eso.

Page 396: La vecina perfecta   nora roberts

—Tenía mi trabajo. Pamela mesuplicó que la perdonara y estuve apunto de hacerlo. Era tan buena actriz.

—No, lo que ocurre es que laamabas. Por eso querías creer en ella.

—Es lo mismo. El caso es quedurante la discusión por fin la vi comorealmente era. Pero permití que siguierainterpretando mi obra —sonrió conamargura—. El espectáculo debecontinuar.

—¿Cómo pudiste soportarlo?—Sólo tuve que recordar todo el

tiempo que era lo mejor para la obra yeso era más importante que ninguna otracosa. ¿Crees que fui muy frío?

Page 397: La vecina perfecta   nora roberts

—No —le puso las manos en lasmejillas y se dio cuenta de que el dolorseguía ahí, aunque él parecía no saberlo—. Creo que fuiste muy valiente —seabrazó a él y suspiró cuando por fin él laabrazó también—. Ella no merecía quele entregaras tu corazón, Preston. Nientonces ni ahora.

—Ahora no es más que un personajede una obra de teatro. Pero nunca másvolveré a darle nada parecido a nadie.No podría hacerlo.

—Si acabas creyendo eso, estarásdejando que ella te quite mucho más delo que crees —lo miró con los ojosllenos de lágrimas—. Estarás dejando

Page 398: La vecina perfecta   nora roberts

que gane.—Nadie ganó. Mi hermana, mi

amigo y yo perdimos mucho; ella sóloganó unas cuantas audiciones —murmuró mientras le secaba una lágrimade la mejilla—. No llores. No te lo hecontado para hacerte llorar, sólo queríaque supieras quién soy.

—Ya sé quién eres y no puedo evitarque me duela verte sufrir.

—Cybil, si llevas el corazón a florde piel, alguien acabará rompiéndotelo.

Cybil cerró los ojos, pero no le dijoque ya había ocurrido.

Page 399: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 21Daniel decidió que había llegado elmomento de tener una pequeñaconversación con el joven PrestonMcQuinn. No fue difícil hacerlo acudir asu despacho mientras Cybil estabaocupada con Anna en otra parte de lacasa y Matthew… bueno, Matthewestaría en algún lugar buscandoinspiración para uno de sus juguetes.

Las esculturas de su nieto siempredespertaban en Daniel desconcierto yorgullo.

—Siéntate, muchacho —le dijomientras sacaba de la estantería una

Page 400: La vecina perfecta   nora roberts

copia de Guerra y paz en cuyo interiorguardaba un magnífico puro—. ¿Quieresuno?

Preston levantó una ceja consorpresa.

—No, gracias. Interesante literatura.—A Anna no le gusta que fume —

admitió mientras ponía en marcha unpequeño ventilador que solía tener en elcajón del escritorio—. Pero con losaños su sentido del olfato no ha hechomás que agudizarse.

—¿Y si entrase en este momento?—Querido McQuinn, no se puede

vivir siempre preocupado por lo quepuede pasar —pero, por si acaso,

Page 401: La vecina perfecta   nora roberts

acercó un poco más el ventilador—. Meha dicho un pajarito que en Hollywoodestán mostrando cierto interés por tuobra.

—Tiene usted muy buen oído paralos pájaros.

—No puedo quejarme. Cuéntame,¿cuánto tiempo tienes pensado quedarteen Nueva York?

—Por lo menos otro mes. Supongoque para entonces habrán acabado lasobras en mi casa.

—Una casa magnífica, por lo quetengo entendida, cerca del mar, igual queésta.

—Pero no puede ni compararse con

Page 402: La vecina perfecta   nora roberts

esta maravilla.—Aún eres joven. Lo importante es

que tienes tu propio lugar, un sitio en elque estar tranquilo.

Preston no sabía adonde se dirigía laconversación, por lo que no podía evitarcierta inquietud.

—Es razonable necesitar privacidad—continuó diciendo el viejo MacGregor—. Pero si la soledad y la privacidad seconvierten en aislamiento, ya no es tansaludable, ¿no te parece?

—No veo que aquí tengan muchosvecinos cerca —replicó mirando haciala ventana.

La sonrisa de Daniel se abrió paso

Page 403: La vecina perfecta   nora roberts

entre la barba.—No, pero eso no quiere decir que

estemos aislados. No sé si sabes queCybil también creció junto al mar, enuna casa de la costa de Maine en la quesu padre protegía su tranquilidad comoun lobo.

—Eso he oído.—El padre de Cybil es un buen

hombre y su madre una gran mujer.Ambos están muy orgullosos de sushijos.

Completamente perdido, Preston selimitó a darle la razón.

—No lo dudo.—¿Cómo vas a dudarlo? Lo has

Page 404: La vecina perfecta   nora roberts

visto con tus propios ojos. Cybil es unajoven encantadora, con un corazóngrande como la luna y cálido como elsol. Tiene una luz especial. ¿No teparece?

—Creo que es una mujer única.—Desde luego. Es una muchacha

incapaz del más mínimo engaño —continuó diciendo—. A menudo deja delado sus propios sentimientos parapreocuparse de los de los demás. Peroeso no quiere decir que se arrastre antenadie, por sus venas corre sangreescocesa. Si la acorralan, responde confiereza, pero se hará daño a sí mismaantes de hacérselo a otro. Eso me

Page 405: La vecina perfecta   nora roberts

preocupa.Aunque no estaba oyendo nada que

no hubiese comprobado por sí mismo,aquellas palabras hicieron que Prestonse sintiese incómodo.

—No creo que deba preocuparsepor Cybil.

—Es lógico que un abuelo sepreocupe por los suyos. Cybil quiere unlugar en el que depositar todo el amorque lleva dentro. El hombre al queentregue su corazón será muyafortunado.

—Estoy de acuerdo.—Tú te has fijado en ella, McQuinn.

Eso no necesito que me lo diga ningún

Page 406: La vecina perfecta   nora roberts

pajarito.Había hecho algo más que fijarse,

pensó Preston para sí.—Como bien ha dicho, es una mujer

encantadora.—Y tú eres un soltero de treinta

años. ¿Cuáles son tus intenciones?Vaya, pensó Preston, eso era no

andarse con rodeos.—No tengo ninguna intención en

particular.—Pues ya es hora de que las tengas

—espetó dando un puñetazo en la mesa—. No pareces tonto, ni ciego. ¿O sí quelo eres?

—No.

Page 407: La vecina perfecta   nora roberts

—¿Entonces qué te pasa? Cybil esexactamente lo que necesitas para poneralgo de luz en tu vida, para no acabarmetido en una cueva como un oso. Y sino creyera que eres lo mejor para ella,no dejaría ni que te acercaras, eso te lopuedo asegurar.

—En realidad fue usted el que mepuso cerca de ella, señor MacGregor —y Preston estaba furioso por ello. Sesentía atrapado—. Me puso en la puertade su casa y me hizo creer que me estabahaciendo un favor.

—Muchacho, te hice el mayor favorde tu vida y deberías darme las graciaspor ello, en lugar de mirarme con tanta

Page 408: La vecina perfecta   nora roberts

furia.—No sé cómo llevará el resto de su

familia que se meta en sus vidas, pero loque sí sé es que yo ni quiero ni necesitoque lo haga.

—Si no lo necesitabas —replicóDaniel con la misma furia con la quePreston se había levantado de la silla—,¿por qué sigues lamentándote por algoque perdiste hace mucho, y que jamástuviste, en lugar de aprovechar lo quetienes delante de las narices?

—Eso es problema mío —respondiócon tremenda frialdad.

—Desde luego que es un problema—replicó Daniel—. Llevo más de

Page 409: La vecina perfecta   nora roberts

noventa años en este mundo y despuésde mucho observar, veo a la gente talcomo es. Y tú, McQuinn, eres o muyjoven o muy testarudo para no dartecuenta de que sois perfectos el uno parael otro. Os complementáis.

—Se equivoca.—¡Ja! Cybil no te habría invitado a

venir a esta casa si no estuvieraenamorada y tú no habrías aceptado amenos que sintieras ya lo mismo porella.

Daniel vio con satisfacción cómoPreston se quedaba pálido. Era de ésosa los que les daba miedo el amor.

—El amor no tiene nada que ver con

Page 410: La vecina perfecta   nora roberts

lo que hay entre Cybil y yo —consiguiódecir a pesar del enorme nudo que se lehabía formado en el estómago—. Y si lehago daño, que seguramente lo haré —matizó—, parte de la culpa será suya.

Salió de allí dejando a Daniel asolas con su puro. Sin duda le dabarabia que su querida Cybil fuera a sufriry, sí, en parte sería culpa suya, perosabía que cuando el testarudo de Prestonabriera los ojos la haría muy feliz…¿Quién sería entonces el responsable deque estuvieran juntos sino DanielMacGregor?

Se terminó el puro con una sonrisaen los labios.

Page 411: La vecina perfecta   nora roberts

Cybil lamentaba que la visita a Hyannishubiera puesto a Preston de mal humor.Un humor que no había cambiado deltodo ni siquiera una semana después devolver a Nueva York.

Admitía que era una personacomplicada, pero ahora que sabía por loque había pasado, comprendía que nopudiera ser de otro modo. Un hombre tansensible y con tanto corazón tardaría untiempo en volver a confiar en alguien, envolver a sentir.

Cybil esperaría.No podía evitar que le doliera cada

vez que se apartaba de ella demasiado

Page 412: La vecina perfecta   nora roberts

rápido, o cuando se refugiaba en sutrabajo, en la música o en los largospaseos que había empezado a dar a lashoras más intempestivas. Paseos durantelos que le había dejado muy claro queprefería estar solo, que no queríacompartirlos con ella.

Trató de convencerse de que eltrabajo le estaba dando problemas,aunque ya nunca hablaba de la obra conella. Suponía que él no la creía capaz decomprender el dolor, la alegría y lafrustración de su trabajo o las partes desu ser que acababa acaparando porcompleto. Eso también le dolía, pero seesforzó en aceptarlo.

Page 413: La vecina perfecta   nora roberts

Siempre le había resultado más fácilmentirse a sí misma que a los demás.

Por su parte, el cómic había dado unnuevo giro y cada vez le exigía mástiempo y más energía. La reunión quehabía tenido justo antes de irse aHyannis había sido muy importante, perono había hablado a nadie de ella. Ni a sufamilia, ni a sus amigos, ni a su amante.

Seguramente por superstición nohabía querido contárselo a nadie para noestropearlo antes de que fuera real.

Ahora ya lo era.Al salir del taxi que la había dejado

frente a su edificio, se llevó la mano alpecho y sintió cómo el corazón latía

Page 414: La vecina perfecta   nora roberts

desbocado. Ahora era real y se moría deganas de contárselo a todo el mundo.

Quizá diera una fiesta paracelebrarlo. Una gran fiesta con música,alegría y mucho ruido.

Tenía que llamar a sus padres, atoda su familia y tenía que encontrar aJody para gritar juntas. Pero antes debíadecírselo a Preston.

Llamó a su puerta con ambas manos.Sabía que estaría trabajando, pero nopodía esperar. Seguro que él locomprendía.

Tenían que celebrarlo juntos, beberchampán en mirad de la tarde,emborracharse y hacer el amor como

Page 415: La vecina perfecta   nora roberts

locos.Cuando por fin abrió la puerta, los

ojos de Cybil brillaban como el sol.—¡Hola! Acabo de volver. No te

vas a creer lo que tengo que contarte.Preston estaba sin afeitar, con el

pelo enmarañado y molesto de que, consólo verla, su mente se alejara deltrabajo que tenía entre manos.

—Estoy trabajando, Cybil.—Lo sé y lo siento, pero si no se lo

cuento a alguien, voy a explotar —letocó el rostro con las manos—. Creoque te vendría bien tomarte un descanso.

—Estoy en medio de algo —comenzó a decir, pero ella ya había

Page 416: La vecina perfecta   nora roberts

pasado hasta el salón.—Seguro que no has comido nada en

todo el día. ¿Quieres que te prepare unsándwich y así…?

—No quiero que me prepares nada—oyó la tensión de su propia voz, perono se molestó en suavizarla,simplemente se limitó a servirse otrocafé—. No tengo tiempo, Cybil, quieroseguir trabajando.

—Pero tienes que comer algo —looyó subir las escaleras y fue tras él—.Está bien, olvídate del sándwich, tengoque contarte dónde he pasado el día.Dios, McQuinn, esto parece una tumba—se acercó de manera instintiva a abrir

Page 417: La vecina perfecta   nora roberts

las cortinas para que entrara un poco deluz.

—Deja eso. Maldita sea, Cybil.Se quedó paralizada unos segundos,

después bajó la mano muy despacio.Preston estaba ya sentado al ordenador,inmerso en su trabajo y dándole laespalda. No le importaba nada de lo queella tuviera que contarle.

—Te resulta muy fácil actuar comosi no estuviera aquí —murmuró.

A Preston no se le escapó el tonodolido de su voz, pero se negaba asentirse culpable.

—No es fácil, pero en este momentonecesito hacerlo.

Page 418: La vecina perfecta   nora roberts

—Sí, ya sé que estás trabajando yque no comprendes cómo puedo tener ladesfachatez de interrumpirte en tu grantarea de genio, algo que jamás podríaentender.

Levantó la mirada hacia ella conirritación.

—Tú puedes trabajar rodeada degente, yo no.

—También te resulta muy fácilobviarme aunque no tengas que trabajar.

Se alejó de la mesa y giró la sillahacia ella.

—No estoy de humor para discutir.—Por supuesto, lo más importante

es tu estado de ánimo. Si estás de humor

Page 419: La vecina perfecta   nora roberts

para estar conmigo o para estar solo,para hablar o para estar callado, paratocarme o para alejarte de mí.

Había algo en su voz que desató elpánico dentro de él.

—Si no te gustaba, deberías haberlodicho.

—Tienes toda la razón del mundo.Te lo digo ahora, Preston, no me gustaque me trates como si fuera una molestiaque puedes echar a un lado fácilmente yluego volver a utilizar cuando tengas unmomento libre. No me gusta que no tepreocupe lo más mínimo si tengo algoque contarte.

—¿Quieres que deje de trabajar para

Page 420: La vecina perfecta   nora roberts

que puedas contarme que has pasado eldía de compras y comiendo con algunode tus amigos?

Cybil abrió la boca, pero volvió acerrarla sin llegar a decir nada.

—Lo siento —dijo él, furiosoconsigo mismo, y se puso en pie—.Estoy llegando al final y ando un pocotenso —se pasó las manos por el pelo,ella seguía sin moverse mirándolo conojos heridos—. Vamos abajo.

—No, tengo que irme —no queríaecharse a llorar delante de él—. Tengoque hacer unas llamadas y me duelemucho la cabeza —dijo llevándose unamano a la sien—. Creo voy a tomarme

Page 421: La vecina perfecta   nora roberts

una aspirina y a echarme un rato.Sólo dio un paso hacia la escalera

antes de que él la agarrara del brazo.—Cybil…—No me encuentro bien, Preston.

Me voy a casa.Se soltó de él y bajó las escaleras a

toda prisa. Preston cerró los ojos al oírel portazo que dio al salir.

—Estúpido cretino —murmuróapretándose los párpados con los dedos.

Comenzó a dar vueltas por lahabitación. Era cierto que se encerrabapara trabajar, pero eso no tenía nada demalo, no tenía que justificar suscostumbres ante nadie. Pero tampoco

Page 422: La vecina perfecta   nora roberts

tenía por qué hacerle daño a ella.Maldita sea. Había irrumpido en su

casa en el peor momento posible,cuando las palabras estaban fluyendo desu mente como un manantial. Pero no lahabía ignorado, ni la había tratado comouna molestia. ¿Cómo podría hacer algoasí si no conseguía dejar de pensar enella ni un instante?

Aunque lo cierto era que habíaintentado deliberadamente no hacerlecaso, llevaba haciéndolo desde aquellaconversación que había mantenido conDaniel MacGregor.

Porque ese maldito anciano teníarazón.

Page 423: La vecina perfecta   nora roberts

Se había enamorado de ella.Tenía la esperanza de que si no

pensaba en ello y se esforzaba enarrinconar sus sentimientos, acabaríanpor desaparecer.

En cuanto a su comportamiento delos últimos días, tendría que hacer algopara compensar a Cybil porque ella nohabía hecho nada para merecerlo, nadaexcepto existir, excepto darle todo loque estaba en su mano. Y él lo habíaaceptado.

Sabía que no podría seguirtrabajando, así que bajó al salón.Consideró la idea de llamar a su puertay pedirle disculpas, pero enseguida

Page 424: La vecina perfecta   nora roberts

pensó que ahora querría estar sola. Lomejor era salir a dar un paseo.

No había pensado comprarle floreshasta que vio el quiosco y, en elmomento en que tuvo el ramo detulipanes amarillos en la mano, se sintiómejor.

Siguió caminando sin poder quitarsesus palabras de la cabeza. ¿Cuántasveces la habría dejado de lado,preocupándose tan sólo por sus propiosdeseos y sin pensar en los de ella?MacGregor también había estado en locierto en eso; Cybil siempre ponía lossentimientos de los demás por delantede los suyos propios.

Page 425: La vecina perfecta   nora roberts

Jamás había conocido a una personamás generosa y más alegre, dos cosasque él había dejado de ser hacíatiempo… excepto cuando estaba conella.

Había aparecido en su casa con ungesto radiante. Estaba tan acostumbradoa verla contenta, que no se había paradoa pensar que pudiera tratarse de algoespecial.

Tenía que cambiar su modo deactuar con ella. Podía hacerlo. A partirde ese momento le daría todo lo que ellale había dado a él. Quizá así, cuandollegase el momento de separarse,pudieran hacerlo como amigos.

Page 426: La vecina perfecta   nora roberts

Al pensar aquello se dio cuenta deque ya no podía imaginar su vida sinella.

Pasó caminando el resto de la tardey cuando volvió a casa y llamó a supuerta, el sol ya estaba ocultándoseentre los edificios. Se sentía mástranquilo.

—¿Has podido descansar? —lepreguntó en cuanto abrió la puerta.

—Sí —se había refugiado en elsueño como un conejo que se escondíaen su madriguera para huir del enemigo—. Gracias.

—¿Te apetece compañía? —le dioel ramo de flores y vio la sorpresa

Page 427: La vecina perfecta   nora roberts

reflejada en su rostro.—Claro… pasa. Son preciosos.Algo había estado haciendo muy mal

si el mero hecho de que le regalaraflores lograba sorprenderla tanto.

—Siento mucho lo de antes.Eso quería decir que le había

comprado las flores para disculparse,pensó Cybil, decepcionada de que no lohubiera hecho simplemente porque sí.Pero se volvió a mirarlo con unasonrisa.

—No importa. Supongo que es loque pasa por meterse en la cueva deloso.

—Claro que importa y lo siento

Page 428: La vecina perfecta   nora roberts

mucho.—Está bien.—¿Está bien? La mayoría de las

mujeres me harían ponerme de rodillas.—Yo no ganaría nada con que te

pusieras de rodillas. ¿Has visto quésuerte tienes?

Preston le agarró la mano cuando sedisponía a colocar los tulipanes en unjarrón y se la llevó a los labios.

—Sí que tengo suerte, sí —porsegunda vez, vio la sorpresa reflejada ensus ojos.

De pronto se dio cuenta de quenunca había mostrado la menor ternurahacia ella. ¿Cómo había podido ser tan

Page 429: La vecina perfecta   nora roberts

estúpido?—Estaba pensando que, si te

encuentras mejor, quizá te apetezca salira cenar.

—¿A un restaurante?—Si quieres. Pero si no estás de

ánimo, podemos cenar aquítranquilamente. Lo que prefieras —añadió agarrándole la cara con ambasmanos para darle un beso en la frente.

—¿Quién eres y qué haces en elcuerpo de Preston?

Se echó a reír y siguió besándola, enlas mejillas, una y otra vez.

—Dime qué quieres, Cybil.Quería que la acariciara y la mirara

Page 430: La vecina perfecta   nora roberts

como estaba haciéndolo.—Yo… puedo preparar algo

sencillo.—Si no te apetece salir, yo me

encargo de la cena.—¿Tú? Está bien, voy a llamar a la

policía.Preston la estrechó en sus brazos con

fuerza.—No pretendo cocinar, no

sobreviviríamos —le acarició el pelo—. Pediré algo por teléfono.

—Ah, está bien —estabaabrazándola, pensó Cybil, anonadada.La abrazaba sin ánimo de nada más,como si eso le bastara.

Page 431: La vecina perfecta   nora roberts

—Estás muy tensa —le dijopasándole las manos por los hombros—.¿Por qué no subes a darte un baño biencaliente que te relaje? Después puedesponerte una de esas batas que tanto tegustan y cenaremos tranquilamente.

—Estoy bien. Puedo… —dejó dehablar cuando sintió sus labiosrozándole la boca con una suavidad quele aflojó las rodillas.

—Sube —le dijo con una sonrisacuando ella lo miró, confusa—. Yo meencargo de todo.

—Está bien… El número de lapizzería está junto al teléfono.

—No te preocupes por nada. Sube y

Page 432: La vecina perfecta   nora roberts

relájate. Y tómate todo el tiempo quenecesites.

Él también iba a necesitarlo paraasegurarse de que todo estaba perfectocuando ella bajara. Si las flores lahabían dejado boquiabierta, no podríaarticular palabra cuando viera lo queestaba planeando.

Fue al teléfono y marcó el númeroque figuraba en la memoria junto alnombre de Jody. Después de presentarsele preguntó a la vecina cuál era elrestaurante preferido de Cybil.

—No, me refiero a algo máselegante —le dijo cuando Jody le dio elnombre de la cafetería de la esquina—.

Page 433: La vecina perfecta   nora roberts

Algo francés y sofisticado.Tuvo que sonreír al oír la

exclamación de sorpresa al otro lado dela línea. Escribió el nombre del local.

—Supongo que no tendrás el númerode teléfono… ¿Sí? Perfecto. A ver sitambién puedes con esto, ¿cuál es elpostre al que Cybil no podría resistirsejamás? Muchas gracias… No, no esnada especial, sólo una cena tranquila.Gracias por tu ayuda.

Volvió a reírse al ver que Jody nodejaba de hacerle preguntas.

—Escucha, los dos sabemos que telo contará todo mañana por la mañanacuando bajes a tomar café.

Page 434: La vecina perfecta   nora roberts

Colgó para llamar al restaurante yencargar la cena. Después de eso sepuso manos a la obra con los demáspreparativos.

Page 435: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 22Cybil hizo lo que Preston le habíasugerido y se tomó su tiempo, lonecesitaba para ajustarse al nuevocomportamiento de Preston. Quizá fuerauna parte de él que nunca antes le habíamostrado.

¿Cómo podría haber imaginado quetenía tanta ternura dentro? Una ternuraque hacía que le resultara aún másdifícil controlar sus propiossentimientos.

Lo amaba cuando se comportabacuando era descuidado y gruñón, cuandoera divertido e interesante y cuando

Page 436: La vecina perfecta   nora roberts

estaba excitado y ansioso. ¿Cuánto máspodría amarlo siendo tierno y cariñoso?

Sabía que se estaba esforzando parapedirle disculpas por haberle hechodaño, sin ni siquiera saber realmente loque había hecho. Pero lo que importabaera que estuviera intentando hacer lascosas bien.

¿Cómo podría haberlo rechazado?Una cena tranquila en casa les haría

muy bien a los dos. A él no le gustabanlas multitudes y, en aquel momento,tampoco ella tenía energías para salir yver gente. Así pues, comerían una pizzaviendo la tele, hablarían de cosas sinimportancia y harían el amor en el sofá.

Page 437: La vecina perfecta   nora roberts

Todo volvería a ser sencillo porqueera lo mejor para ambos.

Mucho más tranquila, se puso labata, se pasó las manos por el pelo, yacasi seco, y bajó las escaleras.

Lo primero que sintió fue la música,una melodía seductora que no le extrañóoír sabiendo como sabía que Preston eraun gran melómano. Pero entonces vio elbrillo de las velas, decenas y decenas deellas repartidas por todo el salón.

Allí estaba él, en medio de la tenueluz, esperándola.

Se había cambiado de ropa y sehabía afeitado la barba de varios días.Le tendió una mano que Cybil aceptó,

Page 438: La vecina perfecta   nora roberts

fascinada por el modo en que la luziluminaba sus ojos azules.

—¿Te sientes mejor?—Mucho mejor. ¿Qué está pasando

aquí?—Vamos a cenar.—Te has tomado muchas molestias

para tomar —vio cómo se llevaba sumano a los labios y le mordisqueaba losnudillos de un modo que le impedíahablar con normalidad—… pizza —consiguió decir.

—Me gusta el efecto de la luz de lasvelas en tus ojos, en tus enormes yexóticos ojos —susurró antes deacercarse a darle un beso sobre los

Page 439: La vecina perfecta   nora roberts

párpados—. Y en tu piel —le besó lamejilla—. Esa piel tan suave. Temohaberte dejado algún moretón porque aveces se me olvida lo suave y delicadaque es.

—¿Qué? —tenía la sensación deestar realmente flotando.

—He sido muy poco cuidadosocontigo, Cybil. Pero esta noche voy atener más cuidado —volvió a levantarlelas manos y se las besó una y mil veces—. Tengo algo para ti —le dijomostrándole una cajita atada con un lazorosa.

—No necesito regalos. No losquiero.

Page 440: La vecina perfecta   nora roberts

Preston frunció el ceño sincomprender, pero enseguida se diocuenta de que aquello le había hechopensar en Pamela.

—No es porque los necesites, esporque me acordé de ti —le puso lacajita en las manos para que la abriera—. Mira lo que es antes de decir nadamás. Por favor.

Cybil aceptó la cajita.—Bueno, ¿a quién no le gustan los

regalos? —dejó de hablar al ver lospendientes que había dentro. Eran dostiras de piedrecitas negras con forma depez, como si los acabaran de pescar. Seechó a reír al ver cómo se movían en el

Page 441: La vecina perfecta   nora roberts

aire—. Son ridículos.—Lo sé.—Me encantan.—Me lo imaginaba.Se los puso y lo miró con alegría.—¿Qué te parecen?—Que te van de maravilla.—Muchas gracias. Es un detalle

precioso —dijo sólo un segundo antesde lanzarse en sus brazos y besarloapasionadamente.

—Ay, Dios, no hagas eso —lesuplicó Preston al ver que comenzaba abajársele la sangre de la cabeza.

—Perdón. Es que es demasiado parauna sola noche… flores, velas y

Page 442: La vecina perfecta   nora roberts

pececitos —pero respiró hondo y seapartó de él—. Te dejo libre.

—Gracias —le pasó el dedo por lamejilla, por donde había empezado acaer una lágrima—. ¿Champán?

—¿Champán? —repitió, nuevamentesorprendida. ¿Qué demonios le ocurría?De pronto parecía relajado, feliz,romántico—… ¡Has terminado la obra!Preston, es eso, ¿verdad?

—No, aún no, aunque queda muypoco.

—¿Entonces por qué todo esto?Preston le dio una copa y levantó la

suya para brindar.—Por ti, sólo eso.

Page 443: La vecina perfecta   nora roberts

El hormigueo que Cybil sintió en elestómago no se debía al champán, sinoal modo en que él la miraba.

—No sé qué decir.—Eso sí que es un hecho sin

precedentes.—¿Así que todo esto es una treta

para hacerme callar? —Se echó a reírcon relajación y disfrutó del champán—.Eres muy listo, ¿verdad?

—Aún no has visto nada —le quitóla copa de las manos y la estrechó en susbrazos, pero en lugar de besarla, apoyóla mejilla contra la suya y comenzó amoverse al ritmo de la música—. Nuncahemos bailado juntos.

Page 444: La vecina perfecta   nora roberts

—No —Cybil cerró los ojos y sedejó llevar—. Preston —susurró variosminutos después al sentir que élcomenzaba a besarle el cuello y loshombros.

—Debe de ser la cena.—¿Qué?—El timbre, debe de ser la cena.—Ah —ni siquiera lo había oído.—Espero no decepcionarte —le dijo

mientras se dirigía a la puerta—. No espizza.

—No te preocupes, me da igual unacosa que otra —¿cómo iba a comer contodas esas mariposas revoloteándole enel estómago?

Page 445: La vecina perfecta   nora roberts

Abrió los ojos de par en par al verentrar dos camareros de esmoquin quedistribuyeron la comida sobre la mesaque Preston había preparado ya con susmejores platos. Diez minutos después sehabían marchado y ella aún no habíarecuperado el habla.

—¿Tienes hambre?—Yo… es maravilloso.—Ven a sentarte —la llevó de la

mano hasta la mesa y después se inclinóa darle un beso en la nuca.

Debió de comer algo, pero no habríapodido recordar qué era exactamente nicómo sabía porque sólo veía a Preston.Sólo recordaría el modo en que la había

Page 446: La vecina perfecta   nora roberts

mirado, cómo le había mordisqueado losnudillos y cómo la había estrechado ensus brazos al bailar. Cómo le habíasonreído al ayudarla a levantarse de lamesa y cómo la había llevado en brazosal dormitorio.

De pronto Cybil le parecía tandelicada, tan vulnerable. Aunque lohubiese deseado, no podría haberlatratado de otro modo que con ternura. Ladejó sobre la cama suavemente,encendió las velas como había hecho enotra ocasión, pero cuando volvió a sulado y la acarició, lo hizo con suavidad.

Le dio más de lo que se creía capazde dar y recibió de ella una recompensa

Page 447: La vecina perfecta   nora roberts

que no habría imaginado posible. Cadavez que se estremecía, Preston no sesentía victorioso, sólo sentía ternura.

—Eres preciosa, Cybil —susurrómientras cubría su cuerpo de besos—.¿Cuántas veces he olvidado decírtelo? Ydemostrártelo —añadió mirándola a losojos.

—Preston…—No, déjame que lo haga. Deja que

vea cómo disfrutas mientras te tococomo debería haberlo hecho muchoantes.

Cybil sintió que se hundía en un marcálido y oscuro. Estaba indefensa, sólopodía aferrarse a él, a sus manos, a sus

Page 448: La vecina perfecta   nora roberts

labios. La primera oleada la arrastródejándola temblorosa de tanto placer.

Preston siguió explorando cadarincón de su cuerpo, deteniéndose enaquéllos que hacían que se le acelerarala respiración.

Finalmente se sumergió en ella consu nombre en los labios y gimió condeleite cuando sus piernas lo rodearon.

Se movió dentro de su cuerpomientras sus bocas se fundían igual quelo hacían sus cuerpos, bebiéndose losgemidos del otro hasta que ambos sedeshicieron en un largo clímax.

Preston seguía allí cuando despertó,abrazándola igual que lo había hecho

Page 449: La vecina perfecta   nora roberts

mientras dormían.

—Definitivamente, es la noche másromántica de la era moderna —declaróJody después de oír el relato de losucedido con Preston.

—Nunca nadie había sido tan atentoconmigo —murmuró Cybil, todavíaflotando—. Y no me refiero a… yasabes.

—Pero el ya sabes fue excelente,¿verdad?

—Espectacular, mejor que nada quehayas leído en ninguna novelaromántica. Fue como si estrechara mi

Page 450: La vecina perfecta   nora roberts

alma en sus brazos y luego me ladevolviera llena de amor.

—Dios, qué bonito, Cyb. Tú sí quedeberías de escribir una novelaromántica.

—Estoy tan enamorada, Jody. Yo nopensé que se pudiera amar así, que mepudiera caber tanto amor dentro.

Su amiga soltó un largo suspiro.—¿Cuándo vas a decírselo?—No puedo —dijo con tristeza—.

No tengo valor para decirle algo que séque no quiere oír.

—Pero si está loco por ti.—Sé que siente algo por mí y quizá

si espero un poco más, si se da cuenta

Page 451: La vecina perfecta   nora roberts

de que puede confiar en mí y de quenunca voy a defraudarle, se permitasentir algo más.

—Pero ten cuidado no defraudarte ati misma, Cyb.

—Tiene motivos para ser tan cauto,Jody. No puedo contártelo porque esalgo muy personal.

—Lo comprendo.—Gracias por escucharme. Ahora

tengo que irme, tengo un millón de cosasque hacer. ¿Necesitas algo?

—La verdad es que sí me gustaríapedirte una cosa.

—Adelante, lo añadiré a la lista deencargos de la señora Wolinsky y del

Page 452: La vecina perfecta   nora roberts

señor Puebles.—Pero no le digas a nadie lo que me

has comprado, ¿de acuerdo?—Claro —respondió mientras

buscaba la lista con gesto ausente—.Sólo tienes que apuntarlo aquí.

Una vez hechas las compras de susvecinos y las suyas propias, Cybil fuedirectamente a casa de Jody, pues sabíaque estaría impaciente, pero parecía quesu amiga había salido. Cargada debolsas, Cybil se subió en el ascensorpara llegar al tercer piso y sonrió comouna tonta al ver que Preston la esperaba

Page 453: La vecina perfecta   nora roberts

junto a su puerta.—Hola, vecina —la saludó después

de quitarle las bolsas y de darle un beso—. ¿Qué llevas aquí, ladrillos?

—No, uvas para el señor Puebles,un millón de cosas para la señoraWolinsky, unas manzanas para que túcomas algo sano mientras trabajas…¡Ah! Y amoniaco para limpiar lasuciedad que estás dejando que seacumule en tus ventanas —explicódetalladamente mientras buscaba suesquiva llave.

—Manzanas y amoniaco, ¿qué máspuede pedir un hombre?

—Tarta de queso de la mejor tienda

Page 454: La vecina perfecta   nora roberts

del barrio. Es irresistible.—Tendrá que esperar —la rodeó

con sus brazos y la hizo bailar unospasos—. He terminado la obra.

—¿De verdad? Es maravilloso.Enhorabuena.

—Nunca había trabajado tan rápido.Aunque quedan cosas por repasar, peroestá todo ahí y en gran parte es gracias ati.

—¿A mí?—Hay mucho de ti en esa obra. Una

vez dejé de luchar contra ello, comenzóa salir de manera imparable.

—Estoy sin habla. ¿Qué has escritosobre mí? ¿Cómo es mi personaje? ¿Qué

Page 455: La vecina perfecta   nora roberts

hace? ¿Puedo leerlo?—Vaya, y eso que estabas sin habla

—dijo riéndose—. Podrás leerlo encuanto le dé unos últimos toques. Ahoravamos a cenar a la cafetería paracelebrarlo.

—¿Quieres celebrar que hasacabado la obra con unos espagueti concarne?

—Exacto —y no le importabaparecer un sentimental—. Al lugar alque llevaste a un pobre músico en paro.

—¿Has puesto eso en la obra?—No te preocupes, te gustará.—Dios, me encanta verte tan feliz.—Así es como me siento

Page 456: La vecina perfecta   nora roberts

últimamente. Venga, vámonos.—Espera, tengo que colocar la

compra y arreglarme un poco.—Tú arregla lo que creas que

necesita arreglo y yo mientras colocaréla compra.

—Muy bien. Pero pon cada cosa ensu lugar, no te limites a tirarlo todo enun armario.

—Date prisa —dijo comenzando asacar las cosas de las bolsas.

Había estado una hora esperando aque llegara, impaciente por contárselo,por encontrar el modo de decirle quedurante las últimas semanas, todo habíacambiado. Por mucho que hubiera

Page 457: La vecina perfecta   nora roberts

luchado contra ello y lo hubiera negado,no había podido evitar que cambiara.Por primera vez desde hacía muchotiempo, demasiado, era feliz.

Y no era sólo por la obra, era porCybil.

Ella le hacía feliz.Esa felicidad se había reflejado en

su trabajo. En la obra había un poso deesperanza que él no había previsto en unprincipio. Algo irresistible que habíaaparecido en su vida al mismo tiempoque lo había hecho Cybil con susgalletas y su risa.

Lo que sentía por ella, lo que ella lehabía hecho sentir con su alegría y su

Page 458: La vecina perfecta   nora roberts

generosidad, hacía que se sintieracompleto. Cybil lo había rescatado. Lasúltimas palabras de la obra lo decíantodo.

«El amor lo cura todo».Con un poco de tiempo y de

esfuerzo, tendría la oportunidad de vivircon ella algo que había dejado de creerque fuera posible.

Metió la mano en la segunda bolsa ysacó una caja que hizo que todo esemundo de felicidad se derrumbara degolpe.

—Antes de irnos tengo que llamar aJody para ver si ha vuelto ya —anuncióCybil mientras bajaba corriendo. Se

Page 459: La vecina perfecta   nora roberts

había puesto los graciosos pendientesque él le había regalado.

—¿Qué demonios es esto, Cybil? —Tiró la prueba de embarazo sobre laencimera de la cocina con furia—.¿Estás embarazada?

—Yo…—Crees que estás embarazada y no

me lo has dicho. ¿A qué esperabas paradecírmelo? ¿Pensabas elegir el momentoy el lugar perfecto para dármelo yaconsumado?

El rubor de felicidad de sus mejillasdesapareció en sólo un instante.

—¿Es eso lo que crees, Preston?—¿Qué debo creer? Llegas aquí con

Page 460: La vecina perfecta   nora roberts

toda la tranquilidad del mundo y ahoraencuentro esto —dio un golpecito con lacaja en la encimera—. Y tú eres la quejamás miente ni engaña, pues ya medirás qué es esto.

—Ahora ya soy como Pamela,¿verdad? —Toda la alegría de sucorazón se convirtió en ceniza, fría yseca ceniza—. Un ser calculador ytaimado.

—Estoy hablando de ti y de mí, denadie más —tenía que calmarse, peroaquella traición estaba destrozándolopor dentro cuando por fin habíadecidido volver a confiar—. Exijo unaexplicación.

Page 461: La vecina perfecta   nora roberts

—Pues aquí la tienes. He compradomanzanas para ti, uvas para el IB y unaprueba de embarazo para Jody. Chuck yella tienen la esperanza de estaresperando un hermanito para Charlie.

—¿Jody?—Exacto —cada palabra que salía

de su boca le quemaba la garganta—.No estoy embarazada, así que ya puedesrelajarte.

—Lo siento.—Yo también. No sabes cuánto —

agarró la cajita y la observó con tristeza—. Jody estaba tan emocionada cuandome pidió que se lo comprara… Paraalguna gente el hecho de ir a tener un

Page 462: La vecina perfecta   nora roberts

hijo supone una enorme alegría, para tisin embargo es una amenaza, un malrecuerdo de otro tiempo.

—Siento haber reaccionado así,Cybil. He sido un estúpido.

—¿Qué habrías hecho si hubierasido mío, Preston? ¿Si te hubiera dichoque estaba embarazada? ¿Habrías creídoque lo había hecho adrede paraatraparte, para destrozarte la vida? ¿Oque era de otro hombre y que me estabariendo de ti?

—No, no habría pensado eso —lasimple idea le horrorizaba—. No seasridícula. Jamás habría pensado eso.

—¿Qué tiene de ridículo? Pamela lo

Page 463: La vecina perfecta   nora roberts

hizo, ¿por qué no iba a hacerlo yo? Erestú el que espera que me comporte comoella, el que no acaba de cerrarle lapuerta a su recuerdo.

—Tienes razón, Cybil…Dio un paso atrás cuando él fue a

agarrarla.—Siempre he sido sincera contigo.

No tenías derecho a tratarme así y yo nodebería habértelo permitido. Pero estose ha acabado. Quiero que te vayas.

—No, antes tenemos que solucionaresto.

—Ya está solucionado. No te culpode nada; yo soy tan responsable como tú.Te he dado demasiado sin esperar nada

Page 464: La vecina perfecta   nora roberts

a cambio. Tú me dijiste que no podíasdarme más y yo cometí el error deaceptarlo, pero ya no. Quiero alguienque me respete, que confíe en mí y nopienso conformarme con menos.Márchate por favor —fue hacia la puertay la abrió de par en par.

En sus ojos había furia, pero tambiénlágrimas de dolor.

—Me he equivocado, Cybil. Losiento mucho.

—Yo también —iba a cerrar ya,pero entonces respiró hondo y dijo algomás—: Hay algo en lo que no he sidosincera contigo, pero voy a serlo ahoramismo. Estoy enamorada de ti, Preston.

Page 465: La vecina perfecta   nora roberts

Eso es lo peor de todo.Preston dijo su nombre e intentó

acercarse, pero ella cerró la puerta yechó todos los cerrojos. Por mucho quela llamó y golpeó la puerta con lospuños, Cybil no abrió. La llamó porteléfono desde su apartamento y volvió ala puerta, pero no hubo respuesta.

Le suplicó que abriera mientrassentía cómo se le escapaba de las manostodo lo que había llegado a amar desdeque la conocía. Pero ella estaba en eldormitorio y no podía oírlo mientraslloraba desconsoladamente.

Page 466: La vecina perfecta   nora roberts

Capítulo 23—Voy a salir a verla —decidió GrantCampbell mientras observaba a su hijadesde la ventana de la cocina de la casaque había construido junto con suesposa.

—No, Grant. Déjala sola un rato —le recomendó Gennie, que se habíaacercado a ponerle la mano en elhombro—. Entrará cuando estépreparada para hacerlo.

—No soporto ver la tristeza que esecretino ha puesto en sus ojos.

—Tiene que sufrir antes de empezara superarlo, pero sabe que estamos aquí

Page 467: La vecina perfecta   nora roberts

—le puso los brazos alrededor de lacintura y apoyó la cabeza en su hombro.

—Era más fácil cuando se caían y sehacían algún rasguño.

—Entonces no te parecía tan fácil.Siempre sufres tú más que ellos.

—Sólo quiero hacer que deje desufrir y luego arrancarle el corazón a esesinvergüenza —añadió con una tristerisa.

—Yo también.Así fue como Cybil los encontró al

entrar a la cocina. El uno en brazos delotro, sonriendo.

Eso era exactamente lo que ellaanhelaba, esa intimidad, ese cariño. Y

Page 468: La vecina perfecta   nora roberts

había estado dispuesta a darlo.—¿Sabéis cuántas veces en mi vida

he entrado aquí y os he visto así? —lespreguntó uniéndose al abrazo—. Esmaravilloso.

—Tienes el pelo mojado —le dijoGrant.

—Deja de preocuparte, papá.—Puede que lo haga… cuando

cumplas los cincuenta. ¿Quieres un café?—No. Creo que voy a darme un

baño caliente y a meterme en la camacon un libro, a ver si sigue funcionandocomo cuando era adolescente y tenía undesengaño amoroso.

Gennie acompañó a su hija al

Page 469: La vecina perfecta   nora roberts

dormitorio en el que había crecido ydejaron a Grant protestando en lacocina.

—Cariño, ya no eres unaadolescente y esto no es un simpledesengaño.

Los ojos volvieron a llenársele delágrimas al oír aquello.

—Mamá… —se dejó abrazar por sumadre—. Quiero odiarlo, así podríaquererlo un poco menos. Pero es que esmaravilloso… y horrible. Es comopapá.

—Qué Dios te ayude —susurró sumadre riéndose suavemente.

—Siempre me acuerdo de cómo os

Page 470: La vecina perfecta   nora roberts

conocisteis papá y tú. De cuando se teestropeó el coche en mitad de latormenta y acabaste en el faro en el queél vivía como un ermitaño. Sé que sesintió invadido por ti y aun así, no pudoevitar enamorarse —se acercó a laventana y perdió la mirada en el mar—.Preston es tan solitario, está siempre taninmerso en su trabajo. Tiene un humortan cambiante que nunca se sabe cómova a estar, pero luego es tan sensible ytiene tanto miedo a confiar. Y cuando tetoca te das cuenta de todo lo que es, detodo lo que lleva dentro aunque le cuestemostrarlo.

—Dios mío, sí que es como tu

Page 471: La vecina perfecta   nora roberts

padre. Cybil, tienes que hacer lo que seamejor para ti, pero si lo quieres tanto,deberías intentar solucionar las cosascon él.

—Cree que soy frívola —siguióprotestando con una energía que alegróprofundamente a su madre—. Y que mitrabajo es menos importante que el suyo.No confía en mí. Cree que puedepedirme que lo deje sólo y al minutosiguiente venir a besarme como si nopudiera parar.

Se dio media vuelta y encontró a sumadre sonriendo.

—¿Qué?—¿Cómo encontraste otro? Pensé

Page 472: La vecina perfecta   nora roberts

que yo tenía al único que había.—En realidad lo encontró el abuelo.Gennie enarcó ambas cejas.—Claro —se limitó a decir.Pero Cybil lo comprendió y, por

primera vez en muchas horas, sonrió.

Preston retiró la boquilla del saxo desus labios con tremenda frustración. Nisiquiera podía dejar de pensar en ellamientras tocaba; la música no servía denada con Cybil.

Había pasado el día entero con lamirada perdida en la pantalla delordenador o llamando a su puerta hasta

Page 473: La vecina perfecta   nora roberts

que había descubierto que ya no estabadentro.

Se había marchado. Seguramentefuera lo más inteligente que había hechodesde que se habían conocido;abandonarlo. Finalmente, Preston habíadecidido irse también para que ella nolo encontrara allí al volver. No podíaseguir viviendo a pocos metros de lamujer a la que amaba y a la que nopodría tener por culpa de su granestupidez.

Después de despedirse de André,bajó del escenario y fue a decir adiós aDelta, pero su amiga no era tan fácil deesquivar e insistió en que se tomara una

Page 474: La vecina perfecta   nora roberts

copa de despedida con ella.—Parece que la música no te ayuda

con esta mujer —adivinó con lainteligencia de siempre.

—No —admitió Preston levantandosu vaso—. Se ha acabado.

—¿Por qué?—Porque así lo ha decidido ella. Lo

he estropeado todo y debo aceptar sudecisión.

—Si lo has estropeado, arréglalo.—Le he hecho daño y tiene derecho

a apartarme de su lado.—Cariño, cuando se quiere a

alguien hay que ir y pedir perdón derodillas. ¿La quieres tanto como para

Page 475: La vecina perfecta   nora roberts

hacer eso?Preston observó el whisky antes de

dar un trago que le quemó la garganta.—No sabía que pudiera amar tanto a

alguien —confesó.—Labios de azúcar, vete de aquí y

haz lo que debes —le ordenóacompañando sus palabras con un beso.

Preston se marchó, convencido deque Delta se equivocaba; había cosasque no se podían arreglar por mucho queuno lo deseara. Cada vez que cerrabalos ojos, veía el rostro de Cybildesfigurado por el dolor. No teníaderecho alguno a pedirle que loperdonara.

Page 476: La vecina perfecta   nora roberts

No se dio cuenta de que habíaechado a correr hasta que llegó a lapuerta de Jody y comenzó a golpearla.

—¿Estás loco? —le preguntó Jodycuando por fin abrió, con los ojos mediocerrados de sueño—. Es más demedianoche.

—¿Dónde está? ¿Dónde ha ido?—Como te dije después de que le

rompieras el corazón, vuelve a tuagujero si no quieres que despierte aChuck y a un par de vecinos más. Aquítodos queremos mucho a Cybil.

—Yo también, Jody.—¿Y por eso la hiciste llorar hasta

que se le secaron los ojos?

Page 477: La vecina perfecta   nora roberts

—Dime dónde está, te lo suplico.—¿Por qué habría de decírtelo?—Porque quiero arrastrarme a

pedirle que me perdone y darle laoportunidad de darme una patada siquiere hacerlo. Por el amor de Dios,dime dónde está. Necesito verla.

Jody se secó una lágrima.—¿De verdad la quieres?—Tanto, que dejaré que me aparte

de su lado para siempre si eso es lo quequiere. Pero antes tengo que verla.

¿Qué podría haber hecho una mujerromántica como ella sino ayudarlo?

—Está en casa de sus padres, enMaine. Pero si vuelves a hacerle daño,

Page 478: La vecina perfecta   nora roberts

te mataré con mis propias manos.—Y yo te dejaré. Muchas gracias,

Jody. Ah… ¿estás…?—Sí, estoy… Salgo de cuentas el

día de San Valentín, ¿no es perfecto?—Desde luego. Felicidades.Salió de allí con la dirección de los

padres de Cybil en la mano mientrasJody deseaba buena suerte a su amiga ensilencio.

—Ese maldito entrometido —protestóGrant Campbell por enésima vez desdeque Gennie le había contado laintervención de Daniel MacGregor.

Page 479: La vecina perfecta   nora roberts

—Sabes muy bien que lo hizoporque quiere mucho a Cybil —lerecordó su mujer, que sabía que enrealidad Grant adoraba al viejoMacGregor.

—Pues no le salió bien, ¿no teparece?

Gennie comenzó a hablar, pero justoen ese momento se oyó un coche que seacercaba por la vieja carretera.

—No estoy tan segura de eso —murmuró entonces y se puso en pie enmitad del jardín para ver quién era.

—Dile a quien sea que se vaya y novuelva más.

—Creo que tendrá que ser Cybil la

Page 480: La vecina perfecta   nora roberts

que lo decida.—¿Qué? ¿Es que crees que es él?

Por fin podré darle una patada en eltrasero.

—Compórtate —le pidió con unbeso.

Preston vio a los padres de la mujerque amaba de pie en el césped y sepreguntó quién de los dos lo mataríaantes.

Gennie comprendió nada más verlopor qué su hija se había enamorado tanlocamente de aquel hombre.

—Señora Campbell, señorCampbell —los saludó Preston encuanto estuvo lo bastante cerca—. Soy

Page 481: La vecina perfecta   nora roberts

Preston McQuinn. Necesito a Cybil…Necesito ver a Cybil —se apresuró acorregir.

—¿Cuánto años tiene, McQuinn?Preston frunció el ceño ante la

inesperada pregunta del señorCampbell.

—Treinta.—Pues si quieres llegar a los treinta

y uno, vuelve a subirte en ese coche ylárgate de aquí.

—Antes tengo que ver a Cybil.Después podrá echarme de una patada siquiere. O al menos intentarlo.

—No vas a acercarte a ella.—¡Ya está bien! —intervino Gennie

Page 482: La vecina perfecta   nora roberts

situándose entre ambos—. Está en elacantilado, detrás del faro.

—Maldita sea, Gennie.—Muchas gracias —le dijo

poniéndole la mano sobre la suya—. Novolveré a hacerle daño —les dijo aambos—. Se lo prometo —añadió antesde salir corriendo.

—¿Por qué demonios has hecho eso?Gennie se volvió hacia su marido y

le tomó el rostro entre las manos.—Porque me recuerda a alguien y

creo que nuestra hija va a ser muy felizcon él. Parece que Daniel tenía razón.

—Lo sé —admitió por fin Grant—.Pero será mejor que no se lo digamos

Page 483: La vecina perfecta   nora roberts

inmediatamente, hagámosle sufrir unpoco.

La encontró sentada en una roca,dibujando mientras el viento ledespeinaba el cabello y la imagen lecortó la respiración. Mientras conducíano había dejado de preguntarse quésentiría al verla, ahora sabía que, poruna vez, su imaginación se habíaquedado corta.

Pronunció su nombre, peroenseguida se dio cuenta de que eraimposible que lo oyera con ese viento ydesde lejos. Quizá sí lo oyó, o quizá

Page 484: La vecina perfecta   nora roberts

sintió su presencia, porque justoentonces levantó la mirada hacia él.

Después, como si su presencia no leimportara, siguió dibujando. Preston seacercó.

—Estás muy lejos de casa,McQuinn.

—Cybil —susurró con voz ronca.—Si hubiera tenido algo más que

decirte, te lo habría dicho en NuevaYork —«¡vete!», gritó en su interior.«Vete antes de que vuelvan laslágrimas».

—Tengo algo que decirte.Cybil le dedicó una rápida mirada

de desinterés sin decir nada.

Page 485: La vecina perfecta   nora roberts

—Por favor. Escúchame y sidespués quieres que me vaya, me iré.

—Está bien —volvió a bajar lamirada al bloc de dibujo—. Pero si note importa, seguiré trabajando.

—Como quieras —no sabía pordónde empezar—. Mi agente se encontrócon el tuyo el otro día.

—Qué mundo tan pequeño.Preston no se dejó acobardar por su

frialdad.—Le contó lo de la serie de

televisión que van a hacer basándose entu cómic. Es un gran proyecto.

—Eso dicen.—No me lo dijiste.

Page 486: La vecina perfecta   nora roberts

—A ti no te importa mi trabajo —lededicó otra rápida mirada.

—Eso no es cierto, pero comprendoque pienses que es así. Sé que era eso loque querías contarme aquel día queviniste a mi apartamento tanentusiasmada y yo te estropeé elmomento. Yo —hizo una pausa paramirar al mar, dándole la espalda—…Estaba distraído con la obra y, sobretodo, con lo que sentía por ti. Con lo queno quería sentir por ti.

Cybil apretó tanto el lápiz que lerompió la punta.

—Si eso es lo que has venido adecirme, ya lo has hecho. Ahora ya

Page 487: La vecina perfecta   nora roberts

puedes marcharte.—No, no es eso, pero quiero pedirte

disculpas y decirte que me alegro por ti.—¡Bieeeen!Parecía que, después de todo, Cybil

sí podía ser cruel cuando alguien lomerecía.

—Todo lo que me dijiste la nocheque me echaste de tu casa es cierto. Dejéque algo que pasó hace mucho tiempome afectara más de la cuenta y lo utilicépara apartarme de lo mejor que me hapasado en toda la vida.

Cybil no pudo seguir mirando elbloc por más tiempo y levantó la vistahacia él.

Page 488: La vecina perfecta   nora roberts

Preston vio la compasión en sus ojosy se sintió con fuerzas para continuar.

—Yo amaba a Pamela, pero lo quesentía por ella no es ni la sombra de loque siento por ti. Lo que siento cuandopienso en ti o cuando te miro meabruma, es tan fuerte que me duele y almismo tiempo me llena de esperanza.

Cybil trató de decir algo, pero letemblaban los labios y el corazón estabaa punto de escapársele del pecho.

—¿De esperanza de qué? —consiguió decir.

—De que se obre un milagro. Sé quete hice daño y no tengo excusa parahacer lo que hice —hablaba con rapidez

Page 489: La vecina perfecta   nora roberts

por miedo a que le dijera que no hacíafalta que continuara, que ya erademasiado tarde—. Te ataqué cuandopensé que podrías estar embarazadaporque estaba enfadado conmigo mismoporque una parte de mí pensó que sitenía un hijo contigo, podría quedarme atu lado. No tendría que perderte.

Cybil lo miró con los ojos abiertosde par en par.

—Sabía que tú no querías casarte,pero pensé que si estabas embarazada,no te importaría hacerlo.

—¿Que no me importaría? —fuetodo lo que pudo decir. Se puso en piemientras se preguntaba cómo era posible

Page 490: La vecina perfecta   nora roberts

que las cosas hubieran cambiado tanto.—No es excusa, pero tienes derecho

a saber que nunca pensé que quisierasengañarme. Cybil, yo nunca he conocidoa nadie menos calculador que tú; eres lamujer más generosa y alegre del mundo.Conocerte ha llenado mi vida defelicidad en un momento en el que creíahaber olvidado cómo ser feliz.

—Preston —comenzó a decir conlos ojos llenos de lágrimas.

—Déjame terminar —le pidió altiempo que le tomaba ambas manos entrelas suyas—. Te quiero con todo micorazón. Dijiste que me querías y túnunca mientes.

Page 491: La vecina perfecta   nora roberts

—No —al mirarlo vio el cansancioque había en sus ojos y la tensión quearrugaba su rostro, una tensión quedeseaba hacer desaparecer con caricias—. Yo no miento.

—Te necesito mucho más de lo quepuedas necesitarme tú a mí porque séque podrás olvidarme y seguir con tuvida. Eres una mujer fuerte y llena deenergía; nada te detendrá para llegardonde desees. Me olvidarás y mirecuerdo no te impedirá ser feliz. Peroyo… —continuó con desesperación—.Jamás podré olvidarte. Nunca dejaré deamarte y de lamentar todos los erroresque he cometido contigo. Si me pides

Page 492: La vecina perfecta   nora roberts

que me vaya, me iré —bajó la cabezahasta apoyar la frente en la de ella—.Pero por favor, no me lo pidas.

—¿De verdad crees eso? —lepreguntó con voz tranquila—.¿Realmente crees que podría olvidarte?Quizá pudiera hacerlo, pero ¿para quéintentarlo siquiera? ¿Por qué iba apedirte que te fueras si lo que más deseoen el mundo es que te quedes a mi lado?

Cybil sintió cómo el aire salía desus pulmones con alivio y todo sucuerpo se estremecía al oír aquellaspalabras.

—Yo también te necesito —añadiódejando que él la estrechara en sus

Page 493: La vecina perfecta   nora roberts

brazos.—Dios, Cybil —se apartó sólo lo

necesario para mirarla a los ojos—.Pensé que te había perdido. No puedo…

La besó en la boca, pretendíahacerlo suavemente, pero la emoción seapoderó de él con la misma fuerza conla que el mar golpeaba el acantiladosobre el que se encontraban. Cuando sesepararon, ella tenía los ojos llenos delágrimas.

—No llores.—Vas a tener que acostumbrarte a

verme llorar. Los Campbell somos muysentimentales.

—No es eso lo que me ha parecido

Page 494: La vecina perfecta   nora roberts

tu padre. Creo que quiere hacermepedacitos.

—Te perdonará en cuanto vea lofeliz que me haces —aseguró con unadeliciosa carcajada—. Mis padres tevan a adorar, Preston. Primero porqueyo te quiero y segundo por ser comoeres.

—¿Grosero y malhumorado?—Sí —volvió a echarse a reír

mientras comenzaban a caminar cogidosde la mano—. Aquí es donde seconocieron mis padres. Mi padre vivíacomo un ermitaño en el faro y aparecióuna mujer que lo distrajo de su trabajo—lo miró de reojo antes de añadir—.

Page 495: La vecina perfecta   nora roberts

Mi padre es grosero y malhumorado.—Debe de ser un hombre encantador

y muy sensible —dijo él riéndose, altiempo que se llevaba su mano a loslabios para besarla—. Cybil, ¿querrásvenir a Newport conmigo a conocer a mifamilia?

—Claro —sintió su intensa miradasobre ella y lo miró de frente—. ¿Qué?

Preston se detuvo para hablar.—Sé que no quieres casarte ni vivir

en una casa en mitad del campo y noespero que… aunque te encantaría micasa —aseguró en mitad del discurso—.No espero que cambies tu vida por mí,pero si más adelante, en algún momento,

Page 496: La vecina perfecta   nora roberts

decides que quieres casarte conmigo yque formemos una familia, ¿me lo dirás?

El corazón le dio un vuelco dentrodel pecho, pero se limitó a decir:

—Serás el primero en saberlo.Preston se dijo así mismo que debía

sentirse satisfecho con eso y siguiócaminando.

—Muy bien.Sólo un segundo después, fue ella la

que se detuvo.—Preston.—¿Sí?—Quiero casarme contigo y que

formemos una familia juntos —anunciócon una sonrisa que le habría iluminado

Page 497: La vecina perfecta   nora roberts

el alma a cualquiera—. Ya ves, eres elprimero en saberlo.

No pudo esperar a estrecharla en susbrazos y besarla de nuevo.

—¿Por qué has tenido que hacermeesperar tanto tiempo?

Cybil se echó a reír mientras dejabaque él la levantara del suelo y se pusieraa dar vueltas de alegría.

Page 498: La vecina perfecta   nora roberts

NORA ROBERTS. Seudónimo deEleanor Wilder. También escribe con elpseudónimo de J. D. Robb. EleanorMari Robertson Smith Wilder nació el10 de Octubre de 1950 en Silver-Spring,condado de Montgomery, estado deMaryland. En su familia, el amor por laliteratura siempre estuvo presente. En

Page 499: La vecina perfecta   nora roberts

1979, durante un temporal de nieve quela dejó aislada una semana junto a sushijos, decidió coger una de las muchashistorias que bullían en su cabeza ycomenzó a escribirla… Así nació suprimer libro: Fuego irlandés. Estáclasificada como una de las mejoresescritoras de novela romántica delmundo. Ha recibido varios premiosRITA y es miembro de Mistery Writersof America y del Crime League ofAmerica. Todas las novelas que publicaencabezan sistemáticamente las listas delos libros más vendidos en EstadosUnidos, Gran Bretaña y Alemania.Como señaló la revista Kirkus Reviews,

Page 500: La vecina perfecta   nora roberts

«la novela romántica con Suspenseromántico no morirá mientras NoraRoberts, su autora megaventas, sigaescribiendo». Doscientos ochentamillones de ejemplares impresos detoda su obra en el mundo avalan sumaestría.

Nora es la única chica de unafamilia con 4 hijos varones, y en casaNora sólo ha tenido niños, por esodescribe hábilmente el carácter de losprotagonistas masculinos de sus novelas.Actualmente, Nora Roberts reside enMaryland en compañía de su segundomarido.