La unión con Cristo en la oración

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LA UNIÓN CON CRISTO EN LA ORACIÓN CUARTA MEDITACIÓN SOBRE SANTA TERESA DE JESÚS 1.- LAS APARICIONES DE CRISTO A SANTA TERESA La experiencia que la santa tuvo de Jesucristo resucitado marcará para siempre su vida personal y la espiritualidad que luego nos propuso. Si se convirtió meditando sobre la pasión del Señor ante una imagen de Cristo atado a la columna escupido y azotado, ahora, cuando se le muestra glorificado tras la resurrección, la visión le llena de profunda alegría. Pero Jesús, según cuenta ella misma a su confesor en el Libro de su Vida, se le va mostrando poco a poco, porque “tanta gloria junta…no la pudiera sufrir”. De ello deduce que, si es tanta la belleza y majestad que se le muestra ahora, en las condiciones de una vida terrena, qué no será la experiencia del Jesús glorificado cuando lo vea en la visión beatífica, tras la muerte: “Parecíame andar siempre a mi lado Jesucristo, y como no era visión imaginaria, no veía en qué forma; mas estar siempre al lado derecho, sentíalo muy claro, y que era testigo de todo lo que yo hacía, y que ninguna vez que me recogiese un poco o no estuviese muy divertida podía ignorar que estaba cabe mí (27,1)”. “Parecerá a vuestra merced que no era menester mucho esfuerzo para ver unas manos y rostro tan hermoso. Sonlo tanto los cuerpos glorificados, que la gloria que traen consigo ver cosa tan sobrenatural hermosura desatina; y así me hacía tanto temor, que toda me turbaba y alborotaba, aunque después quedaba con certidumbre y seguridad y con tales efectos, que presto se perdía el temor... Un día de San Pablo, estando en misa, se me representó toda esta Humanidad sacratísima como se pinta resucitado, con tanta hermosura y majestad como particularmente escribí a vuestra merced cuando mucho me lo mandó…Sólo digo que, cuando otra cosa no hubiese para deleitar la vista en el cielo sino la gran hermosura de los cuerpos glorificados, es grandísima gloria, en especial ver la Humanidad de Jesucristo, Señor nuestro, aun acá que se muestra Su Majestad conforme a lo que puede sufrir nuestra miseria; ¿qué será adonde del todo se goza tal bien?” (Vida 28, 3) Esta visión, y otras que la siguieron, trasformará por completo la vida de Teresa. Viendo la humanidad de Jesús resucitado, comprenderá la gloria inefable de la divinidad. La alegría que

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La unión de Teresa de Jesús con Cristo en la oración

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  • LA UNIN CON CRISTO EN LA ORACIN CUARTA MEDITACIN SOBRE SANTA TERESA DE JESS

    1.- LAS APARICIONES DE CRISTO A SANTA TERESA La experiencia que la santa tuvo de Jesucristo resucitado marcar para siempre su vida

    personal y la espiritualidad que luego nos propuso. Si se convirti meditando sobre la pasin

    del Seor ante una imagen de Cristo atado a la columna escupido y azotado, ahora, cuando

    se le muestra glorificado tras la resurreccin, la visin le llena de profunda alegra. Pero

    Jess, segn cuenta ella misma a su confesor en el Libro de su Vida, se le va mostrando poco a

    poco, porque tanta gloria juntano la pudiera sufrir. De ello deduce que, si es tanta la

    belleza y majestad que se le muestra ahora, en las condiciones de una vida terrena, qu no

    ser la experiencia del Jess glorificado cuando lo vea en la visin beatfica, tras la muerte:

    Parecame andar siempre a mi lado Jesucristo, y como no era visin imaginaria, no vea en

    qu forma; mas estar siempre al lado derecho, sentalo muy claro, y que era testigo de todo

    lo que yo haca, y que ninguna vez que me recogiese un poco o no estuviese muy divertida

    poda ignorar que estaba cabe m (27,1). Parecer a vuestra merced que no era menester

    mucho esfuerzo para ver unas manos y rostro tan hermoso. Sonlo tanto los cuerpos

    glorificados, que la gloria que traen consigo ver cosa tan sobrenatural hermosura desatina; y

    as me haca tanto temor, que toda me turbaba y alborotaba, aunque despus quedaba con

    certidumbre y seguridad y con tales efectos, que presto se perda el temor...

    Un da de San Pablo, estando en misa, se me represent toda esta Humanidad sacratsima

    como se pinta resucitado, con tanta hermosura y majestad como particularmente escrib a

    vuestra merced cuando mucho me lo mandSlo digo que, cuando otra cosa no hubiese

    para deleitar la vista en el cielo sino la gran hermosura de los cuerpos glorificados, es

    grandsima gloria, en especial ver la Humanidad de Jesucristo, Seor nuestro, aun ac que se

    muestra Su Majestad conforme a lo que puede sufrir nuestra miseria; qu ser adonde del

    todo se goza tal bien? (Vida 28, 3)

    Esta visin, y otras que la siguieron, trasformar por completo la vida de Teresa. Viendo la

    humanidad de Jess resucitado, comprender la gloria inefable de la divinidad. La alegra que

  • le produjeron los encuentros con Cristo, la continuar despus en sus largos ratos de oracin y

    nos la dejar como modelo del trato del alma con l.

    2.- EL TRATO DE AMISTAD CON CRISTO Para Santa Teresa de Jess, la oracin es un encuentro personal con Cristo, trato de amistad

    con l, que transforma la vida. Nos lo dice en el Libro de su Vida: Procuraba lo ms que poda

    traer a Jesucristo dentro de m presente, y sta era mi manera de oracin (Vida 4,8)1.

    Buscaba a Cristo dentro de s, presente en su interior por la fe y la gracia del bautismo. Pero,

    sobre todo, presente en ella por la eucarista. Nos dice en el mismo libro de su vida: Y as

    siempre tornaba a mi costumbre de holgarme con el Seor, en especial cuando comulgaba

    (Vida 22,4). Holgarse con el Seor es el gozo y la emocin que produce el encuentro con un

    amigo entraable. Cristo entra en Teresa y ella entra con l en el interior de su alma.

    3.- LA CONDICIN HUMANA DE DIOS

    Cristo-Hombre, o la condicin humana de Dios, fue un autntico hallazgo para Santa Teresa.

    Jesucristo, en su condicin humana, era para Santa Teresa una presencia ms real que las cosas

    de este mundo. Con una cierta irona, responda a las personas que queran haber vivido en

    tiempos de Jess que qu ms les daba, siendo as que ahora lo tenan verdaderamente

    presente en la eucarista2.

    Teresa de Jess puede tratar a Jess como a un amigo, aunque es Seor. Sola decir: Vea

    que, aunque era Dios, era hombre. Por eso puede tratar con esa intimidad con l, ya que, con

    la encarnacin del Hijo de Dios, las distancias se han superado. El Seor se ha hecho hombre,

    en consecuencia podr afirmar: En todo se puede tratar y hablar con Vos como quisiramos

    (V 37, 6). El nos escucha y nos comprende.

    4.- AMAR ES CRUCIFICARSE CON CRISTO.

    Con este amigo al lado, Teresa es capaz de todo. Qu ms queremos deca- que un buen

    amigo al lado. Sabindose acompaada por tan buen amigo, es capaz de entregarse a los

    dems y de sufrir junto a l. Con tan buen amigo presente, con tan buen capitn que se puso

  • en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir. Es ayuda y da esfuerzo; nunca falta, es amigo

    verdadero (V 22, 6).

    La cruz de cada uno, en el ejercicio de la oracin o en el compromiso de la caridad es la cruz de

    l. Sufrindola, se le ayuda en su Pasin. Esto es la amistad: compartir, hacer nuestro el

    sufrimiento del amigo. Por eso deca a sus monjas: abrazaos con la cruz que vuestro Esposo

    llev sobre s y entended que sta ha de ser vuestra empresalo dems es cosa accesoria (2 M

    1,7).

    Para Santa Teresa, amar es servir, es crucificarse, hacindose esclavo de los otros, como ensea

    en su libro Camino de Perfeccin. La cruz es el costo del amor. Cristo crucificado es el hombre

    del amor, de un amor hasta el extremo que se pierde a s mismo en servicio a los hermanos. La

    existencia de Cristo, como la existencia de quienes quieran vivir en comunin con l, es una

    existencia para amar y servir, es una existencia crucificada.

    La comunin con Cristo es, pues, comunin en la cruz. Hay que crucificarse, entrar en el

    misterio de la muerte a s mismo para poder gozarle en la resurreccin al final de la vida. Vivir

    aqu segn la existencia terrena de Jess desemboca en la participacin de su gloria. Ah est el

    final de una vida de oracin.

    1 De aqu en adelante hago un resumen de la exposicin de Maximiliano Herriz, en el captulo 3 del libro La oracin, historia de amistad. Editorial de Espiritualidad. Madrid 2003. 2 o.c. La oracin, historia de amistad. p.110, en nota.