LA TRAICIÓN DE LOS SUEÑOS, POR FRANCISCO DE ASÍS FERNÁNDEZ

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Francisco La traición de los sueños Muestrario de Poesía 55 Biblioteca Digital de Asís Fernández BIBLIOTECA DIGITAL DE AQUILES JULIÁN

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Parte de una tradición poética ilustre y rica, Francisco de Asís Fernández se nutre de un venero poético de primer orden, para producir una poesía llena de fuerza y frescor.

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Francisco

La traición de los sueños

Muestrario de

Poesía 55 Biblioteca Digital

de Asís Fernández

BIBLIOTECA DIGITAL DE

AQUILES JULIÁN

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La traición de los sueños

Francisco de Asís Fernández, Nicaragua

Muestrario de Poesía 54

Editor: Aquiles Julián, República Dominicana. Primera edición: Febrero 2010 Santo Domingo, República Dominicana

Muestrario de Poesía es una colección digital gratuita que se comparte por la Internet y se dedica a promocionar la obra poética de los grandes creadores, difundiéndola y fomentando nuevos lectores para ella. Los derechos de autor de cada libro pertenecen a quienes han escrito los textos publicados o sus herederos, así como a los traductores y quienes calzan con su firma los artículos. Agradecemos la benevolencia de permitirnos reproducir estos textos para promover e interesar a un mayor número de lectores en la riqueza de la obra del autor al que homenajeamos en la edición.

Este e-libro es cortesía de: Sol Poniente interior 144, Apto. 3-B, Altos de Arroyo Hondo III, Santo Domingo, D.N., República Dominicana. Se autoriza la reproducción, siempre y cuando no se altere ni el contenido ni el autor. Si se solicita, se enviarán copias en formato PDF vía email. Para pedirlos, enviar e-mail a [email protected], [email protected]

Coeditores:

Fernando Ruiz Granados México

José Acosta New York, EE.UU. Pedro Camilo

Santo Domingo, RD Aníbal Rosario New York, EE.UU.

Milagros Hernández Chiliberti Venezuela

Eduardo Gautreau de Windt Santo Domingo, RD

Mario Alberto Manuel Vásquez Salta, Argentina

José Alejandro Peña Estados Unidos

Radhamés Reyes-Vásquez Nicaragua / Rep. Dominicana

Marta de Arévalo Uruguay

Henriette Wiese Barcelona, España

César Sánchez Beras Massachusetts, EE.UU.

Félix Villalona Santo Domingo, RD

Ángela Yanet Ferreira Santo Domingo, RD

Cándida Figuereo Santo Domingo, RD José Solórzano

Michoacán, México Francisco A. Chiroleu

Rosario, Argentina

Libros de Regalo

EDITORA DIGITAL GRATUITA

Edición Digital Gratuita distribuida por Internet

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Pasión por las palabras y por la dignidad / Aquiles Julián 6 Una garza blanca enamorada 9 Mis poemas son unas miserables bestezuelas 9 Millares de mujeres jóvenes en el mundo 10 La poesía 11 Y lloro, así como llora un enamorado cuando traiciona 11 Cuando regresé de verme en tus ojos 12 Una lucha para deshojar un jardín de margaritas 13 El mito de Sísifo 14 Los héroes de mi país 14 La disolución de los sueños 15 Un mundo feliz 16 Ayudaría mucho si uno pudiera volar 17 Todo lo que tengo lo cambio por un sueño 18 Rosa de sangre 18 Sólo la belleza nunca me hiere 19 Confesiones de mi ángel 20 Amanece con una luz irreal 21 ¿Cuál Rosa de los Vientos? 22 El poeta y su espejo 23 Con mi otro yo 24 El temor de la muerte 25 Marinero ebrio 25 Borrachera de medianoche 26 Corresponsal de guerra 27 Crimen perfecto 28 Atrapado 28 Monólogo interior I 29 Monólogo interior II 30 Monólogo interior III 31 Monólogo interior IV 32 Monólogo interior V 32 Iluminaciones I 33 Iluminaciones II 34 Lady Elisabeth Brauthigam 35 Una página del diario de Shakira 36 Mi amigo Leonel Vanegas 37 Esta mujer 38

Contenido

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Fieras famélicas muerden la noche estrellada 40 Eva en la palma de su mano 42 Una casa en llamas 43 ¿Quién se acordará de mis orquídeas salvajes en el tumulto de la vida? 44 Las almas son estrellas en el cielo 44 Memorial de la vida 45 A mi manera 46 Los poetas y los marineros 47 Espejo del artista 47 Que no le pase nada a mi pasado 49 Mi amor a la vida 50 Con la traición de los sueños 50 El poeta y el amor 51 El cielo está hecho de mentiras 51 La fábula del inmenso animal 52 Dios escribió algo bueno en renglones torcidos 53 No sé leer la luna de los marineros 53 Crimen y castigo 54 Retablo de la noche 55 En la noche estrellada 55 Nos echaron del paraíso y ahora tenemos la tarea de matar 56 La fábula del sueño del mendigo 57 Palabras de Blanca Castellón en agradecimiento a autoridades 58 Francisco de Asís Fernández: enamorado… / Carlos Tunnermann 60 “Chichí” Fernández: hijo predilecto de Granada / Jorge Arellano 62 Laudatorio de Francisco de Asís Fernández / Carlos Alemán O. 64 Elogio de la poesía / Francisco de Asís Fernández 68 Francisco de Asís Fernández o la eterna…/ Erick Aguirre 73 Francisco de Asís Fernández / biografía 76 http://www.festivaldepoesiadegranada.com/

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Pasión por las palabras y por la dignidad

Por Aquiles Julián

Nicaragua posee una fortísima y prestigiosa tradición poética. Es la tierra de Rubén Darío, el revolucionador de la poesía y la lengua española. E igualmente lo es de Salomón de la Selva, el primer vanguardista latinoamericano. Los nombres de la poesía nicaragüense son sólidos: Joaquín Pasos, José Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra, la grandísima Claribel Alegría, el formidable poeta que es Ernesto Cardenal… todos nombres de primer orden en la poesía y las letras latinoamericanas y de la tradición poética de nuestra lengua.

La fuerza de la poesía y la literatura nicaragüense es proverbial. De ese país que nos dio en Sandino un ejemplo hercúleo de dignidad, coraje y respeto por sí mismo y por su

pueblo; que nos mostró en la dinastía de los Somoza la miopía de la política exterior norteamericana, su miseria, a la vez que las aberraciones a que nuestros pueblos son sometidos; que nos dio ejemplo en la revolución sandinista de la vocación democrática de nuestras colectividades y en los extravíos totalitarios de sus dirigentes las amenazas que se ciernen sobre nuestros pueblos de que sus necesidades de redención, su vocación de progreso y democracia, su anhelo de libertad y soberanía sean aprovechados para imponernos un yugo peor, una tiranía más obtusa, una postración más dura. Nicaragua es una escuela.

A Nicaragua nos une sobre todo Gregorio Urbano Gilbert, el mulato dominicano que enfrentó con un revólver al U.S. Marines Corp cuando desembarcó, soberbio, abusivo, en 1916 en mi país: República Dominicana. Luego, se exilió y en Nicaragua estuvo bajo el mando de aquel hombre de Niquinohomo, César Augusto Sandino, que encarnó el decoro cuando la política del Big Stick también pisoteó la soberanía nicaragüense.

Y nos une esa pasión por la poesía, por el trabajo con la palabra. Ambos países: Nicaragua, República Dominicana, son penosamente pobres; sin embargo, eso no ha sido obstáculo para generar una obra poética de riqueza excepcional, con nombres sólidos. Nicaragua dio un Rubén Darío, el renovador de la poesía y la literatura, el enriquecedor de la lengua hispanoamericana. Y nosotros produjimos en medio de nuestras precariedades a un Pedro Henríquez Ureña, el ensayista excepcional, maestro de maestros.

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Y en Nicaragua escribe Francisco de Asís Fernández.

Es animador y presidente del Festival Internacional de Poesía de Granada, actividad en que los poetas se dan cita para compartir sus versos con la gente común, su audiencia natural; y para intercambiar entre ellos. Y para recibir el merecido homenaje, el reconocimiento oportuno de los lectores, de las instituciones, de los pueblos.

Nos perdimos uno del otro cuando estuvo por acá, con motivo del II Festival Internacional de Poesía de Santo Domingo. Desde antes veníamos coordinando este libro digital.

La antología que me envió la enriquecí con otros textos de él y sobre él, para brindar una muestra aún más amplia de su talento.

Debo mucho a la gran poesía nicaragüense, que admiro, amo y respeto. Autores como Salomón de la Selva, Darío, José Coronel Urtecho, Joaquín Pasos, Pablo Antonio Cuadra, Carlos Martínez Rivas, Ernesto Cardenal, a quien tuve el honor de saludar un día mientras transitaba por una de las Ferias del Libro dominicanas. Muchos, valiosísimos, meritorios escritores se quedan olvidados en los estrechos límites de sus ciudades y países porque somos sociedades paupérrimas en que la lectura no es prioridad y los salarios no dan para libros, ni los hábitos de reflexionar, leer, educarse y cultivar la mente y el espíritu convienen a los que medran y nos saquean.

De ahí que animadores literarios como Francisco de Asís Fernández, que unen a su vocación poética el amor por divulgar, compartir y enriquecer a otros con la luz de la poesía, sean tan importantes para nuestros países. Ellos colocan la vela de manera que alumbre lo más posible, no la esconden bajo la mesa.

Su obra, rica, versátil, humana, es digna continuadora de una tradición poética que nos muestra que la pobreza y el subdesarrollo económico, las precariedades financieras, el atraso en que languidecen nuestros infortunados pueblos, no significan que carezcamos de valores, fortalezas y resultados en los territorios de la imaginación.

El poeta, estremecido por la vida, no sólo canta sus cuitas y júbilos particulares: también se yergue y entona una poesía cívica, doliente, el holocausto de las esperanzas, el desengaño, la estafa de nuestros sueños.

Habla de un país que es Sísifo, siempre en afanes inútiles y esfuerzos perdidos. Habla de la generación traicionada, de desengaños y esperanzas marchitas. ¡Ah, si sabremos nosotros de esos páramos emocionales! Ese hecho: “cuando los héroes se convierten en villanos”, nos quita la venda: fuimos engañados. Tras los discursos, proclamas y promesas se escondían intereses aviesos, planes macabros, intenciones dañinas. Ahora vemos “ese país que se borra”, asistimos a una catástrofe inclemente y no nos queda sino el grito, mantener insomne el

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ojo, la voz trémula, el corazón ardido, sin cejar, sin desistir, sin traicionar también nosotros nuestros sueños. ¿De quién habla: Nicaragua, República Dominicana, cualquier otro triste país de esta Latinoamérica agobiada por demagogos políticos, comediantes con ínfulas de comandantes, tiranos engolados, bandidos desfachatados, agentes encubiertos, corruptos angelicales?

¡Claro que conocemos eso! Y escogemos no contemporizar. Las pandillas políticas quieren uncirnos a sus desvencijadas trampas disfrazadas de propuestas idílicas, pero el compromiso es con el desamparado, con ese al que han reducido a un guiñapo que apenas se arrastra de un día a otro buscando un mendrugo para sobrevivir. El compromiso es con el sueño real: democracia real, no formal; oportunidades reales, no dádivas ni despojos; derechos reales, no esta indefensión que aplasta; justicia real, no impunidad ni afrenta.

Los pueblos, abusados y engañados hasta la saciedad, terminan cínicos. Y uno como persona se irrita al saber que ha sido comparsa en ese Club de los Inocentes del que hablaba Willi Münzenberg y a los que su patrón, Lenín, menos diplomático y poético, calificó de “tontos útiles”.

Han comerciado con nuestras esperanzas, con nuestros anhelos, con nuestros valores y principios. Sin embargo, nuestras esperanzas, anhelos, valores y principios siguen siendo válidos. Y son los que dan sentido, coherencia y propósito a la vida. Lo impropio es dejar que pichones de tiranos, claques de pandilleros, demagogos inmorales, se aprovechen de ellos y nos comprometan en sus desmanes y tropelías.

Recibamos con alegría esta obra y a esta persona. Celebrémoslas a ambas.

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Una garza blanca enamorada En el milagro de la vida una garza blanca enamorada danza sola en una inmensa costa vacía. Baila en los escombros de unos ramilletes de heliotropos y su música le viene de un mar roto, de no encontrar nunca lo que busco siempre, de la luna sobre su pecho, y yo la oigo gemir en lo profundo de la noche. No puedo ver mas allá de la majestad de su camisón de plumas y no puedo confiar en ninguno de mis pensamientos cuando veo que exhala flores y romanzas por su pico. Allí está la danza de esta pájara salvaje entre el mar, el laurel y el lirio, Y siento que soy un carbonero sin sueños y sin tren para partir que ama con rosas de carbón. Veo la danza de la garza, sumergido en una marea de emociones y mi corazón late como un forastero aterrado por la libertad, que reconoce que su alma es inmadura y omisa lejos de la podredumbre y no tiene palabras místicas tatuadas en su cuerpo.

Mis poemas son unas miserables bestezuelas Para Orlando Sobalvarro

Mis poemas son unas miserables bestezuelas que han arruinado mi vida con una cadena perpetua. Me rompen y no puedo recoger mis pedazos. Hacen que mi corazón sea un pozo cavado con martillo, me ponen el viento a mi espalda, me obsequian su ojo sangre y el clavel de sus labios y riman lo que me dan y lo que me quitan. Mis poemas han hecho que mi corazón no sea confiable ni culpable y que mi ambición sea más débil que mi esperanza, que mi razón sea una película velada que está de acuerdo con no estar de acuerdo; que demonios imperfectos derramen sobre mí su sangre falsa y que busque respuestas y solo encuentre preguntas. Sin embargo, también por esas miserables bestezuelas

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no he amado a nadie que no mereciera ser amada y han empujado mi mano para lanzarles rosas, agua de lluvia, letras de molde y corcheas estrujadas. Pero creo que me quitan más de lo que me dan, porque cuando mi cabeza está bien mi corazón está mal y cuando mi corazón está bien me convierto en un viejo actor loco que defiende Camelot con una espada de cartón y me sale la Virgen en bicicleta y no duermo ni de día ni de noche haciendo flores de humo como un adicto a la agonía. Entonces las miserables bestezuelas vienen como manchas de tinta de un espíritu agotado para meterme poemas ásperos en los bolsillos y encuentro que es fácil mentirme a mí mismo y se me borran las casitas de las estrellas en el cielo.

Millares de mujeres jóvenes en el mundo Millares de mujeres jóvenes en el mundo día a día salen al bullicio de las calles para ser felices, para que el aire interior de sus colmenas no las asfixie. Ellas pisan demasiadas mariposas en los tejados y comen frutas de cristal y caballos y bestias y luceros salvajes y hacen un acuerdo con la vida sin saber quien pone el precio. Para sufrir hay que desear. Para no sufrir no hay que desear. Yo las siento salir a esas pájaras felices cuando casi es la mañana. Siento su aroma cuando se desprenden de las angustias, de los llantos e insomnios que hacen la albañilería de sus casas como una piel viva, cuando sueño que una de esas bellezas desinhibidas va a enamorarse de mis versos, que ellas y yo no vamos a quedar en las márgenes opuestas del río, que los ríos de ellas y el mío nos caen del cielo con torbellinos y fluyen del infierno y no llegan al mar, y que nunca es tarde para subvertir la inocencia de este monje florista enamorado que soy para dejarlas entrar a debajo de mi piel por una puerta secreta de urgencias aunque pase el resto de mi vida en duelo y luto de mi, o resucite.

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La poesía

A Gloria Gabuardi

Cuando me hablas y desatas flores de tu boca. Cuando respiras y exhalas jazmines como una ave del paraíso. Cuando ocultas la realidad en la magia de tus manos. Cuando eres un pájaro que canta la misma canción en el espacio. Cuando la luna en el fondo de una botella abre la oscuridad. Cuando la noche es un desierto azul minado de estrellas. Cuando huyo de ti y corro tras de ti. Cuando leo tu piel y es inútil la tristeza. Cuando eres mi amante en un nido de colibrí. Cuando descubro la seducción de tu diadema de diamantes. Cuando la confesión sana mi alma. Cuando mi amor llena la ciudad de señas y secretos. Cuando el éxtasis me venda las heridas y me roba la muerte. Cuando tus ojos desamparan la luz del día. Cuando beso tus pétalos y mi piedad se estremece. Cuando quiero dejar letras de lo que soy para que la gente diga mi nombre junto al tuyo. Cuando tu sombra sitia el desastre de las virtudes. Cuando la riqueza de mi amor pasa un camello por la aguja. Cuando puedo meter el mar en un hueco de arena. Cuando la lluvia asciende y moja las osas del cielo. Cuando me arrebatas la esperanza.

Y lloro, así como llora un enamorado cuando traiciona ¿De dónde viene esta basura que la marea trae a mi playa? Hay que meterla debajo de mis poemas. Yo correteaba ranas y luciérnagas en el jardín para encaramarlas en el cielo de la noche y ahora tengo que gritar para que se despierten mis sueños. Mis sueños permanecen dormidos desde que cambiaron la música y la letra de mis canciones y el descaro y la mentira desentonan mi melodía. Ahora no se si el amor es un pretexto de mi poesía para dejar que se esfume el mundo que soñé. A mi edad es inútil repetir : sueña tanto/tanto sueña. Ahora toco la guitarra para bailar mis tristezas, para leerme el tarot con cuerdas reventadas.

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Ahora solo el amor de las mujeres es mi alimento y mi profesión es buscar y no encontrar. Ahora solo me queda llorar porque el mundo se deshace en mi pañuelo. Y lloro, así como llora un enamorado cuando traiciona, y oigo el gemido y las últimas palabras de mi amante que se duerme para siempre, con una dormilona de seda azul, y ya no entiendo lo que me dice antes de morir.

Cuando regresé de verme en tus ojos

Para Gloria Gabuardi

Cuando regresé de verme en tus ojos habían pasado siglos y Babel ya estaba destruida. Viendo tus ojos creo el sueño de tocar el cielo con las manos, y ahora vivo debajo de esos tejidos que hacen las hojas y las ramas y los frutos de las arboladuras del bosque bajo el cielo. Vivo más allá de la esperanza y más allá de la desesperanza, fuera de la naturaleza del paraíso. Los alimentos de mi vida son el frio, la humedad, el moho, lo insólito, lo onírico, la quimera, lo mágico, lo místico, lo misterioso, lo espiritual, lo ilógico, el tedio, la soledad, la angustia, el silencio, y lo intenso de la inmensidad del cielo. Por eso soy un cobarde que le teme al amor y le tiene pavor a la muerte. El amor y la muerte le quitan y le devuelven el brillo a mis ojos, me sacan el demonio del cuerpo, me hacen regalarte poemas absurdos como los rayos del sol y la Antártida, me abren el olfato para sentir el olor animal de tu piel y me hacen generoso para obsequiarte flores amarillas y un rio sin cauce. Yo te amo y por eso el mundo no desaparece cuando cierro mis ojos.

Pero si yo no te amara el mundo se abrumaría despacito y yo no sería nadie en la soledad del cielo, y no desenterraría las palabras que siembro con aullidos y solo tendría la impureza brutal de este mundo que lanza la poesía como un cadáver al mar para desposar la crueldad con la envidia.

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Una lucha para deshojar un jardín de margaritas ¿El suicidio, el azar , el amor o la locura? Los románticos soñamos mucho y hacemos poco. Soltamos y ponemos a correr la imaginación entre el pecho y la espalda y somos devorados por la soledad en borracheras y delirios. Las penas, las alegrías el miedo, la esperanza giran en nuestro alrededor con belleza entristecida. Nos dan la rosa y el clavel dentro de las paredes ásperas que tiene la soledad. Un romántico no tiene el corazón de un hombre ordinario ni es mordido por una víbora de segunda mano. Los románticos olfateamos el rastro de las migajas de la belleza, estámos atados y amarrados a la belleza como el mundo al crimen. Vivimos el amor como que si lo hubiéramos vivido, vivímos su leyenda como una loba con las fauces llenas de su sangre. No somos seres comunes y corrientes. Queremos conocer el mundo y cambiamos de ciudad sin movernos de sitio, amanecemos con guitarras, cuerdas de violín y mujeres con panderetas, besamos pezones embadurnados de letras con rimas que hablan de rios de un bosque salvaje que junta el amanecer con el miedo de la noche. Esta amaneciendo y el mundo va a cambiar para que todo siga igual, para que volvamos a construir y desbaratar romances y aullemos frente a la luna. Es que tenemos una lucha a muerte en nuestros corazones entre el optimismo y el pesimismo, entre el me quiere y el no me quiere. Una lucha para deshojar un jardín de margaritas. Nosotros buscamos en los basureros los desperdicios del alma y los lavamos y los secamos en los tendederos de los circos y nuestras penas se ven como animales disecados pintados con los colores de los pintores impresionistas. Los poetas románticos hacemos reuniones para contagiarnos el pesimismo, para discutir si somos el ser o la nada, si la nada es el fin de la historia, o si con la muerte llegamos al fin de lo inútil. Todos llegamos a esas reuniones en harapos y con muchas cicatrices. Pero hay quienes llegan ciegos o sordos o con heridas recientes que se hicieron contra los peñascos del mar o en el sol calcinante en los días áridos del desierto o en los refugios de tunantes embriagados de cielo. Y hay quienes llegan y no se hartan de insultar a los que se comen y gastan la belleza que nosotros producimos, a los que no conocen el aire que respiran.

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El mito de Sísifo Mi país se llama Sísifo y tiene 200 años de estar desesperado. Al amanecer pregunto por las estrellas de Sísifo y los astros me responden que desde hace muchos siglos se deshacen en cuarzos desperdiciados en volcanes dormidos y que los despales inmisericordes de su verde cabellera se ven desde el cielo como cicatrices en el cuerpo de la tierra. Mi corazón hace que mi pulso desaparezca. Sísifo tiene dos lados: uno hacia la luz y otro que da a la oscuridad. Entra y sale de prisión. Es prisionero y carcelero. Es un cuerpo despojado de todo. Esta muerto y respira. Avanza en la neblina sin saber para dónde, con una pesada carga que lo sangra y desgarra, con ideas rotas, quebradas, y muertas y con una historia que no tiene milagros. Me dieron un Sísifo con una estrella vacía, con un manantial seco y un jardín mudo, que hace música a la luz de la luna con porras y cacerolas y un balde de sapos y culebras.

Oigo la voz de Sísifo como si yo mi propia voz lamiera al borde de la entrada que es el borde de la salida. Sísifo huele a esperanza perdida. Cuando manda cartas escribe su nombre en la arena del mar y cuando hace examen de conciencia encuentra el esplendor de sus cenizas.

Los héroes de mi país Cuando le presentaron la cara que tenía al salir de la guerra en donde todo lo vivo del país se movía por la inspiración y la vida y la muerte se hacía y se deshacía en versos y canciones, se dio cuenta que todos habíamos sido derrotados. Ahora tiene años de no soñar y lo bello esta debajo de la basura. Cuando por las tardes termina de ver por la ventana dice cosas con mucha tristeza arrancándose el vendaje: “ nací en el infierno y viví una temporada con fuegos artificiales. La vida es del vientre al hielo y solo vi la felicidad espiando por una cerradura. Mi vida es una mentira y es mejor beber hasta morir. La vida después de la guerra es una guerra demasiado larga y ya sólo me queda la ira por compañía. La vida ahora es perfectamente imperfecta.

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Escupo sangre y las mujeres me dan besos babeados y el encanto de los demonios me tiene colgado de un garfio del pasado. Todos mis compañeros de la guerra sentimos que salimos de una película vieja, donde al final nos vemos entrar a un basurero. Mi país es un cadáver con la boca llena de hormigas y no quiero que mis hijos se conviertan en mí. Ahora me canso y tengo hambre y las estrellas en la noche huyen de mí. He aprendido mucho de mis errores pero ya no me aconsejo a mí mismo. Los héroes somos unas vacas viejas buscando curanderas sentimentales para aliviar la cara y el cuerpo y el alma, que nos quedó como saco de boxeo. Los héroes no podemos sustituir la tristeza con nada. Los poetas decían que nos parecíamos a los hijos de Príamo y que llegamos a esta tierra, perra cruel, embarcados en un barco griego que se llamaba el Agamenón o el Medea.

Ahora estamos viejos. Nuestras cabezas son unas cebollas humanas Y siento que nuestras vidas se fueron en el desaguadero.

Mucho trino de canario tiene mi pelo. Mucho vuelo de pájaros aun mueve mis manos. Mucha vela tiene mi pecho que el viento desgarra”.

La disolución de los sueños Una generación traicionada es una rosa vacía. Y ahora que me siento íngrimo como un avión en el cielo estoy a punto de arrepentirme de todo. De esta vida ya no puedo esperar una naranja brillante. Y quiero volver a empezar. Probar de nuevo. Quiero resucitar para no equivocarme. Quiero jugar como nunca y no quiero perder como siempre. Quiero prometerme el futuro sin plantar heliotropos venenosos, para que la noche se despida de mí cuando aparezcan los primeros tímidos rayos del sol y me hagan saber lo que hacen las estrellas cuando no brillan. Quiero volver a la niñez. Quiero volver a intentarlo. Un niño ve el mundo desde el lugar donde nació, oye música y en sus oídos crecen flores extrañas. ¿De qué me sirve un corazón destrozado? Quiero volver a empezar para no hablar con emociones vencidas y con una pobreza que solo alcanza para tener esperanzas y sueños (a mí la tristeza me hizo poeta y tengo que reconocer que un mundo sin sueños es un mundo de pájaros rencos y gritos sin sentido).

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En esta vida siempre me han mentido la ira y el paraíso. Quiero empezar de nuevo para que mi vida no sea un pueblo remoto, una vela que alumbra con mucha sombra los destartalados jardines colgantes de Babilonia. Quiero oler una pequeña y delicada rosa en mis sueños ordinarios y amarrar en un caballo de mar mi saco de miserias. Quiero soñar que el día es luminoso y que la noche es oscura y no tener que llorar cuando los héroes se convierten en villanos. La tierra, el aire, el agua, el fuego, están manchados de sangre. Quiero volver a empezar con los mismos sueños pero con otros compañeros de viaje. A estos, cuando les cortan la cabeza siguen caminando. Saben que para hacer lo que hacen no necesitan pensamientos.

Un mundo feliz Si existiera un Reino mágico solo para nosotros donde no fuéramos prisioneros, un universo inventado con acuarelas y palabras, cosquillas y frutas, y el Sol dándose contra las paredes para iluminarlas; un sistema sideral sin mujeres que lleven en el bolso el hacha y el amor, un planeta en donde el hombre y la mujer se dicen lo que nadie dice con el aroma de las palabras y con guiños nutritivos; un principio del mundo en donde los poetas escribamos poesía sabiendo que vamos a morir pero pensando en que somos eternos; una luna con vida llena de pecados capitales como balcones con flores y niñas bien hormonadas haciendo sombreros con las plumas del cuervo de Poe, con la energía salvaje de la belleza que se escucha a sí misma. Si no hubiera nadie para oscurecer el agua atrapado en las cañerías entre el cielo y el infierno. Si hubiera un Reino del día que no arroje cuerpos a la noche para que la marea de la noche se los trague, un Reino que no te ponga contra las cuerdas del suicida y que a la mujer no le desprenda todas sus flores, yo quisiera volver a nacer allí para tener la luz de las estrellas inclinándose al sol, una realidad detrás de la apariencia, una naranja brillante para poder esperar aunque tenga en contra a la esperanza. Pero entre este mundo y el otro está la enorme basura de la noche y del día, atada como el bien y el mal con el hilo azul de los sueños, y yo toco su piel y puedo sentir su vida.

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Ayudaría mucho si uno pudiera volar A Gloria Gabuardi. Desde la sala de Cuidados Intensivos Ayudaría mucho si uno pudiera volar cuando se empieza un encantamiento, cuando uno cierra los ojos para abrir el mundo. Admiro el sueño de comernos nuestros corazones y aderezar mis ojos con miel y hojarasca, verte como una leñadora que conoce el peligro de mi bosque, verme poeta escribiéndole poemas a todas las mujeres del mundo encíma del agua de tu río y en el aire de tu sombra y tener nuestros cuerpos como un parque de diversiones. Si supieras que el tamaño de mi ansiedad cuando te acercas es del tamaño de mi herida cuando te alejas. Para empezar, en un encantamiento no necesitamos ser las estrellas ni ser un par de extras inservibles llenos de ruido y de furia ni alimentar el cuerpo con amargos, dulces, salados, agrios y picantes, porque basta un agujero en la tierra lleno de corazonadas o una herida punzante para que la ilusión desnuda se vista de encantamientos y de aves migratorias. El encantamiento aparece de repente cuando uno levanta la vista y todo ha desaparecido o después de un desolado canto donde todo ha terminado y solo queda el perfume de una rosa de te con un olor que exacerba la memoria como un rastro de un animal peligroso que tiene que huir para sobrevivir. El encantamiento aparece y te cambia la vida para siempre y perdemos la cabeza creyendo que el amor es lo único imprescindible entre el cielo y la tierra porque en toda la maldita vida hemos estado sin el. Y entonces desaparece la zona oscura de las tinieblas y se estremece la masa animal sometida a la razón. Entonces la noche se vuelve inteligente, no provoca miedos y reconoce a la gente que la habita y el encantamiento entra por la luz de sus ojos. Entonces la noche no tiene estaciones y sólo conoce el clima del peligro, bendice y maldice, ampara y desampara, y no hay nada mejor que una ventana abierta a la noche frente al cielo.

Ayudaría mucho que uno pudiera volar cuando se empieza un encantamiento para que mi noche sea dueña de lo ajeno que tienes y la única maldad que me queda haga su nido en mi muerte con una canción que nunca se borre de tu memoria.

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Todo lo que tengo lo cambio por un sueño A Gioconda Belli

Ya exhausto y vulnerable la suciedad que he recogido en mis 64 años no me hace apto para cambiar el mundo. A esta edad todo lo que propongo tiene que ser defectuoso. Ya toque demasiadas impurezas y llore cuando los sueños se convirtieron en pesadillas. A esta edad uno cumple años de imperfecciones, celebra onomásticos de mentiras y traiciones. Cuando en la noche voy a dormirme nada puro me llevo para alimentar los sueños. La edad corta la vida así como el poeta corta un verso y queda el muñon del alma sangrando en sus pedazos. Quemaduras negras atraviesan la piel cuando no podemos renunciar a nada porque ya no tenemos nada. Viendo este país no podemos ser felices sin sentirnos culpables. Estamos condenados a muerte y abrazamos con un sudor helado como los enfermos que van a morir y no entienden su enfermedad y buscan la manera de perdonarse. Todo lo que tengo lo cambio por un sueño. ¿Pero dónde está ese mundo que no sea este malditamente previsible? ¿En dónde se encuentra la otra orilla que no sea esta de derrotas? Solo tengo una procesión invisible de seres que me amaron que desde el fondo de la escalera suben sus voces y me alcanzan, y me hablan de poesia para completar mi vida. Son fantasmas que cuchichean en medio de la noche, invisibles como una palabra joven, que no quieren que mi país sea un quetzal enjaulado, que no quieren que me acerque al poder para que cuando muera todos olviden mis vicios y solo recuerden mis virtudes.

Rosa de sangre Los humanos seguimos siendo animales y somos los primeros en entrar al edificio en llamas. Es que ya no queremos dejar de lastimarnos. Machos, rudos y arrogantes, tenemos una forma peligrosa de vivir donde no estar desesperados es la idea de la felicidad. Somos indigentes que orinamos las flores en un mundo que ya no tiene verdades.

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Nos estamos desgastando por fuera y por dentro y solo nos resta decirnos: las cenizas a las cenizas. En este botadero de desperdicios me agarro pensando que somos una semilla de rabia convertida en rabia ciega. El hombre es un animal peligroso que espera que los sueños le den sentido a la vida, sabiendo que nunca va a tener suficiente verdad frente a sus ojos. ¿Con cuántas mentiras se hace una verdad? En este mundo todos somos culpables de algo y el mejor testigo de esta rosa de sangre es el que está muerto. Ya nadie recoge estrellas en la noche, nadie se las encuentra caídas en la grama. Tomo la noche y bebo vinos fuertes ahora que las palabras de luto se sacan del océano y la poesia es el refugio donde se esconden las vocales porque las baladas se hacen con notas falladas y versos olvidados, porque somos parte de una partitura que canta el abismo. La gente envejece y olvida, pero a mí me mantiene vivo que mi padre paso cincuenta años de su vida fundiendo palabras y picando imágenes dentro del poeta que fue para heredarme los versos necesarios para vivir y el pálpito de saber qué clase de flores quiero en mi funeral.

Sólo la belleza nunca me hiere Mi última pelea antes de morir quiero que sea con los ángeles. Ellos me extraen la sangre casi hasta la muerte en la belleza de la noche, me ponen hambres desconocidas, me enferman con amores incurables y matan lo que amo. Pido esa pelea porque mi padre hizo que mi boca se me pusiera juglar, casi dulce como el jazmín, y con la timidez de la rosa cuando pierde sus pétalos antes de morir. En esas peleas la rosa mata cuando muere. Los ángeles son rastreadores y cazadores de sueños y encontré que los sueños me desprecian. Sólo la belleza nunca me hiere. Los ángeles no son mi vida ni mi nada, pero son mi todo. Y ya no sé cuál es la verdad y cuál es la ficción. Repaso mi álbum de pedazos disuadidos por la cobardía, asustado como un animal en un bosque en llamas, y siento que he sido parte del cuerpo de la poesia de este rompecabezas. Yo he visto la luz brillante de los ángeles cuya luz cuando cierran los ojos no desaparece,

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he visto ángeles en cuerpos equivocados convencidos de que el defecto de su virtud es la resignación. Ellos reconocen que todos somos extraños en algún momento en este mundo de rameras y ladrones. Mi última pelea antes de morir quiero que sea con los ángeles que van a ser mis compañeros infinitos. Ellos me quitan el corazón y me mantienen con vida. No voy a pelear con esos ángeles desempleados que no son de ninguna parte, con esos ángeles inestables que se le meten en el cuerpo a los gitanos que no tienen otro oficio ni beneficio más que cantar con su violín y confunden dónde empieza todo con el dónde termina todo. Voy a pelear con los ángeles que se despiertan en los sueños de los poetas y cuando abren la boca no se sienten culpables de nada aunque nos dejan en la piel el raspado de sus uñas y la respiración del desamparo. Voy a pelear con los ángeles que no malinterpretan sus imágenes en el espejo ni preguntan cómo se llega al horizonte. El horizonte siempre está en el espejo de los ángeles pero siempre quieren cambiar el pasado y el presente de esta vida de flores de amaranto que se me va apagando como una vela.

Confesiones de mi ángel Al poeta Ernesto Cardenal

Los ángeles se meten en mi pecho y me despiertan de la muerte. Me abren la vida con los pétalos de sus rosas y sus dedos. No son ángeles tímidos que solo ofrecen la misericordia de la muerte, son ángeles primitivos, refinados y toscos, que tienen la belleza del relámpago y la soledad de la locura. Ángeles y demonios luchan dentro de mí para quedarse con mi alma. Sueño y pesadilla me alteran el sentido de la vida. Injertos adueñándose en la profundidad de las heridas del tejido cerrado de la hoja en blanco de los sueños. Me hacen la vida imposible esas manos que salen de la nada en un mundo que se abre al abismo y escriben mis poemas cuando entran y forman parte de mi alma. Estos ángeles, adictos a la albahaca, me hacen buscar el paraíso sin ponerme ideas de lo que es el paraíso, esconden la verdad cuando hablan del paraíso, cuando hablan del alma del hombre en la tierra, y cuando oprimen la verdad me aferran a la rabia. Los hombres, a diferencia de los ángeles, nacemos criaturas salvajes enfermas y los enfermos siempre morimos sin conocer el misterio de la muerte.

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Dice mi ángel que por eso hablamos de miedos que sugieren locuras y comprende que vivamos marcados por las equivocaciones. Mi ángel calla cuando digo: “a veces estoy triste pero no quiero morirme” o cuando pienso que no quiero morirme rodeado de extraños. Así las cosas, mi ángel no sufre penurias en mi alma, que es íntima y melancólica. Le hago muchas preguntas y no siempre espero respuestas. Pero hoy me hizo una confesión que me hizo perder la fe en el hombre. Me dijo que los ángeles no tienen tierra nativa y que su casa es el infinito, que la tierra es la punta de una aguja en un inmenso pajar de estrellas, que el Sol es como un grano de arena comparado con Sirio, Pollux, Arturo, Rigel, Aldebarán, Betelgeuse, y la inmensidad inconmensurable de Antares, que nuestro mundo no cuenta ni sirve para nada en la noche estrellada, que el hombre no es el dueño de la creación ni el centro del universo, que somos como una letra menuda perdida en la Biblioteca de Alejandría, que nuestros mares, cordilleras y continentes, los países y estados, junto al amor y el odio que nos tenemos los seis mil millones de hombres y mujeres, no significan nada en el Universo, que solo somos quinientos cuarenta millones de kilómetros cuadrados, seis mil cuatrillones de toneladas de roca, mil trillones de toneladas de agua, y que ni siquiera nos podemos distinguir desde los anillos de Saturno. Me dijo que estamos solos, terriblemente solos dentro de nuestra soledad, que somos un imperceptible puntito azul en el cielo, que todas nuestras guerras, nuestras grandezas y nuestras miserias, nuestra Historia, nuestro arte, nuestra poesia, nuestras pasiones, nuestra flora y nuestra fauna, nuestras razas y nuestras religiones, estamos en un barco a la deriva que nadie vio partir y nadie lo está esperando.

Y ahora ya solo quiero rezar: “ángel mío de mi guarda, dulce y fiel compañía, no me desampares, ni de noche ni de día”.

Amanece con una luz irreal Son las 4 de la mañana y empieza a amanecer en mi casa de Granada. A esta hora las claves de la nada tratan de decirme todo. El Toro, el Águila, el Cordero, el rostro humano, sus voces interiores rápidas y furiosas como las tormentas, mi océano agitándose y la estrella azul dándole color al mar y yo desnudo, sin vida, en el medio del océano. Aquí en la penumbra vivo más las ausencias y tengo más razones para amar lo que veo solo con los ojos cerrados, para correr hacia adentro de mis años. Y se me llena la boca de miedo a no quedarme solo con mi mundo de adentro.

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Allí están mi madre y mi padre diciéndome los versos con los que voy a reclamar mi lugar en el mundo, tengo una hermana sin los rencores de la edad, la casa del trino y del canario , una respiración sin rasguños, y a mi madre que le pone los overoles azules a mi alma. ¿Por qué mis padres mal interpretaron las señales de su corazón y salieron lastimados? ¿Por qué el capítulo final es una ventisca hostil que invade el claustro de mis Hadas que dejan de tejer? Amanece con una luz irreal en los restos sombríos del naufragio. Si huyo hacia el pasado voy a encontrar cadáveres insepultos que llueven y mojan el cielo de mi boca, y si huyo hacia el futuro, donde Ítaca es una arena movediza y solo duermo con un ojo abierto, voy a ver imágenes que valen mil palabras y símbolos que amé en mi niñez que valen más que mil imágenes. Igual que todos los seres humanos me he pasado la vida imaginando la felicidad y siento que ya no tengo cuerdas nuevas para una música nueva.

¿Cuál Rosa de los Vientos? Todos los días mi amor a Nicaragua es el milagro de los siete días de la creación, pero también la derrota que me muestra me hace la vida peor de lo que es. Las roturas de la tierra, las erosiones del suelo, el hambre en las travesías, las maldades y las omisiones. Dios hizo al hombre y a la mujer y algo se salva porque también hizo que el amor sea duro de matar. Porque nada es más efímero que el hombre y la mujer nada se repite más que el hombre y la mujer. y nada es más mentira que el hombre y la mujer. Aquí están las calas en la arqueología de la ansiedad de la carne, aquí está el ímpetu de la piel. La farsa es la realidad y el mundo es desechable, se usa y se desmorona como la vida de los artistas de cine. La vida es una leona que ruge para esquivar los dolores. Aquí faenan el golpe y el porrazo para que los paraísos tengan remordimientos y el cielo sea una tarima derrumbada. Tengo urgencia de encontrar la ruta del polen y las mariposas, el lado dulce del índice de la soledad, los nuevos equilibrios entre los plurales y los singulares.

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No quiero extraviarme cuando salga de mi corazón y me encuentre con la fuerza de cinco mil millones de desconocidos preguntándose angustiados qué hacen en el mundo con una agenda borrada con un diálogo de sordos con un hoy ensarrado con el perfume de la rosa de los vientos en asociación ilícita para delinquir. Quiero una carta de navegación, una brújula y un compás, para imaginar la distancia entre las estrellas y las separaciones entre el tú, el yo y el nosotros, para toparme con los güiriseros de la memoria del amor. Ya nadie tiene motivos para confiar en la realidad pero yo quiero ver en lo obscuro y descubrir cuál es la proa y cuál es la popa para saber dónde queda la izquierda y dónde la derecha. Siento que ni mi corazón ni mi patria pueden ser mi refugio porque ya me han traicionado demasiado. Siento que hay más de cuatro puntos cardinales y no sé cuál es la llave para entrar y la llave para salir. Siento que ya me cansé de que los poetas seamos los mendigos sentados en un saco de oro y que no podamos leer la cartografía para abrirlo. Siento que no podemos seguir con la borrachera de la vida que se vive antes de la muerte.

El poeta y su espejo A mi nieta recién nacida Andrea Camila

Hay una persona que vive en mi espejo que se ha hecho con los momentos de mirarme, y parece contener, por su edad, el costado perverso de mis sueños. Hace años era diferente. Y el tiempo lo ha hecho otro. Ahora da la impresión de haber renunciado a mucho y no se le ve la belleza que le dio la juventud. Parece que en el mundo que vive hace frio y comienza a llover. El hombre que me sale en el espejo es reservado y reflexivo y solo algunas veces repite mis palabras como en un eco sordo. Me entristece que sus grandes pasiones le hayan arrugado la piel y lo hayan ensombrecido con soledad, pensamientos de tristeza, patas de gallina en los ojos y profundas ojeras. Me dan miedo sus miradas de resignación y reproche y su rechazo profundo a ser cómplice de la dicha y la mentira. Su tono esta hecho de pensamientos y no oye mi guitarra,

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y cada día se parece más a mi padre. Tiene la cara de mi padre ya invadida por la tristeza. No está de acuerdo con la disipación de mis trabajos y mis días y me quiere más fiel a mi casa y a mis sueños. El compara su mundo lleno de reflexiones con el mío, que no tiene sosiego ni en la alegría ni en la tristeza, ni en la verdad ni en la mentira, ni en la prosa ni en la poesía, y me ve como un venado joven suelto en los riscos en un paisaje de piedras y espinas. Cuando se pasa su mano como un rastrillo sobre su pelo pareciera que se quiere arrancar de raíz su parecido conmigo y que ya no quiere tener más mi imagen mundana apareciendo inesperadamente para perturbar la riqueza de su soledad en su recinto de clausura.

Con mi otro yo

Hay unos pasadizos secretos entre ese desconocido del espejo y el perro rabioso que habita mi corazón y mis arrugas. Arrinconado, me hipnotiza y me despierta desgarrado por el llanto. Qué esconde su tristeza muda cuando pregunta: ¿Bailaste músicas imaginarias y no existió la felicidad de tu niñez? ¿Qué sabes de la separación de tus padres y del naufragio de tu familia? ¿Quién de los dos tiene el lado tierno y quién el lado que sale de la boca del dragón? Los peores demonios vienen en la falta de orgullo en la soledad frente al espejo. Te quitan la sangre del cuerpo, te mienten, te engañan, te traicionan, y hacen que tu corazón sea ese perro rabioso que se gana la vida abriendo muertos sin saber adónde encaja, y atraviesa el maldito infierno para averiguar que la poesía prohíbe que un día se parezca a otro.

Este nuevo día me descubre que para poner a ese desconocido adentro del espejo, sustituyeron el vidrio con ladrillos de agua transparente construidos con los ripios sobrantes de los inmensos aguaceros del diluvio y los deshechos de lágrimas de las tragedias familiares.

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El temor de la muerte

Del temor a envejecer pasé al temor de la muerte. De todo lo que gané en la vida pasé al miedo incontrolable de perderlo todo. A esta edad los arrepentimientos son pesadillas y fantasmas, que llegan a la memoria y empeoran las noches, acosan y castigan. Son una casa encendida con cuartos de memorias clausuradas que se apagan y se vuelven a encender uno por uno, con grandes zonas de tinieblas avanzando incontrolables. Yo quise ser lo que fui y no sé si es muy tarde para ser lo que quiero ser. Siempre me persigue la llama para que arda, para que en mi vuelo me crezcan plumas blancas en el cuello y la espalda y el sol me calcine y me derribe, para que la poesía me extraiga la virtud y me arroje íngrimo al desierto humano. Pero ahora mi miedo animal es a la muerte, a que ya no existan mi desesperación y mi abandono, a que lo natural sea que mi yo sea mi nada y me crezcan las uñas y el pelo en la soledad de la tierra y mi cuerpo vuelva a ser un puñado de polvo; miedo a que las agallas y locuras marchitas de mi vida estén en ese puñado de polvo y nadie las perciba en ese paisaje de la naturaleza de los pájaros, o en los labios pálidos de una mujer indefensa.

Marinero ebrio

Hay canciones y perfumes que me cambian de nombre, la ciudad donde vivo y los vigores y angustias de vivir. Me ponen como un marinero ebrio en la tempestad con el mar lleno de ballenas entre pecho y espalda, con Odiseo sin ardides masticando sirenas bellas y marginales y recitando exámetros para aferrar la lucidez. Canciones de cuna y de ebriedades. Perfumes de mujeres y de flores. El cielo se abre y el mar se parte. Y uno embrocado, de la boca de los versos a la hoguera con la rabia de las visiones y los sueños posponiendo la basura, lo obvio, la sobriedad, y la prosa hedionda de despertar por la mañana.

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Borrachera de medianoche Un tanto animal y un tanto poeta el desperdicio de mi vida me sofoca, igual que tocar una página blanca con las manos limpias. Quisiera dormirme como un caballo que no sabe dónde duerme para no ver las sombras que veo en la penumbra. ¿Las veo con mis ojos o están dentro de mi? ¿Qué me reclaman, qué quieren de mi mundo? Me tocan como un mendigo toca a mi puerta y yo toco sus manos con miseria. Las veo y se me hunden los ojos y la incertidumbre me sale por la boca. Dejo las luces encendidas toda la noche para no verlas venir con las manos vacías extendidas. Lo que drago en mi memoria me hiere con filos usados. Son las costas rocosas por donde pasé siendo príncipe y mendigo, intentando salvarme de Hiroshimas, Julietas y Ofelias. Sueño imaginaciones y pesadillas y no logro domar las bestias salvajes de mi memoria. Ella aparece como un viento violento, como un insecto tierno sobre las nubes metido en mis sueños. Allí veo que mis amores solo se comparan a los de las películas, pero sin el crayón oscuro sobre la cara del rencor, sin la cara del suicida lanzada a la oscuridad. La atmósfera de las películas de mi vida tiene piel de fauno, incienso, pétalos, fuentes de Trevi, un músico desquiciado traveseando las cuerdas de los ángeles y un capitán Lamparilla arrollado en el cruce de las vías del ferrocarril. Pero ahora soy un cimarrón arisco en odres viejos y le tengo miedo a la soledad y a una vejez miserable. Ahora soy un modelo viejo del 45 descontinuado que no quiere deshacerse de mucha basura, ni siquiera de los malos amigos miserables, ni de las musas ineptas, ni de los poetastros racionales y encantadores desnudos de virtudes. Todos ellos son mejores que nada en este país que tiene más fusiles que palomas.

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Corresponsal de guerra A la memoria de mi gran amigo, el poeta Alvaro Urtecho.

Lo que yo afirmo con mi poesía lo confirmo con mi llanto. Yo soy un corresponsal de guerra que hago en poesía los reportajes de mis heridas. En esta guerra solo si te rompen el corazón puedes entregar un pedazo creíble de ti o el secreto de una agonía personal escondido en el canto de un pájaro oculto. Esta guerra ha hecho en mi cuerpo un mapa de tatuajes: este tatuaje de rosas secas habla de mis carencias; este otro, de un parque de flores tronchadas, dibuja los abandonos y las promesas incumplidas; estos nombres que sangran, cuentan de soledades y serpientes que durmieron conmigo con el veneno que asfixió mi esperanza; aquí en éste, yo soy el cazador y esta mujer es mi presa, y no se si me gusta la cacería o me gusta la presa; en esta, estoy con una gata salvaje que baila músicas imaginarias y toca las teclas del clavicordio y las cuatro cuerdas del violín que la convierten en carne mística de mi instinto animal, me hace un perro rabioso ladrándole a la luna y una lombriz buscando su anzuelo. Aquí en éste aparezco nadando con ángeles y tiburones. Y aquí hay un texto sobre mi espalda que dice que hay mil millones de soñadores en el mundo y que pueden irse todos ellos al infierno porque yo sueño con la vida después de la muerte, con la iluminación de mi casa en el firmamento, aunque no se si desde ese lado luminoso se pueda ver el lado oscuro de la vida. Yo soy un corresponsal de guerra que tiene ya una fatigada felicidad sin ambiciones, la estrella oscura y efímera de cualquier hombre que padece la angustia de necesitar una razón, que persigue zurcir la verdad con la mentira en mi ropa vieja y que sabe que la belleza y el amor son flores carnívoras que se deshacen, juntan sus pedazos, se reproducen, mueren y vuelven a nacer.

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Crimen perfecto Pon tu mano cerca de mi corazón que es capaz de cometer un crimen perfecto, que es capaz de mirar hacia atrás y desear otro pasado, haber sido sin ser y soportar lo que viene, que es capaz de olvidar lo que amó. La culpa de mis tropiezos y mis traspiés la tiene mi corazón que olvida. Alma andrajosa la mía que deshace, en lo intimo de la noche, todo lo que amó, sin poner fin a mi vida. En un mundo toco el piano y en otro rompo las cuerdas. Mi rosa es vagabunda pero es mi carcelera. Cuando alzo los puños es cuando me doy por vencido. Muchas islas abandonadas son mi agonía y ya no tengo la ansiedad de perder ni la inspiración de ganar. ¿Cómo puedo creer en mi corazón si es capaz de olvidar pedazos de vida tan grandes, el dulce tono que tuvo la voz de mi juventud, el fraseo y el temperamento de sus versos? ¿Cómo puede olvidar la edad de cuando gastaba la vida Y pagaba con versos? Francisco de Asís era un pájaro expresivo con el corazón descuadernado, con una hermosa cara de tristeza y otra de alegría. El olvido es un crimen perfecto pero hace que las paredes de la vida se derrumben y que el mago se quede sin pájaro oculto. El olvido es una miserable cuerda de violín que perturba mi sueño y no logra despertarme. El olvido es un crimen perfecto que hace que mi amor no haga par con mi amor propio y deja huellas imborrables para perseguir al asesino.

Atrapado Mi imagen al revés reflejada en el agua y el alma separada de mi cuerpo. El cuerpo le pertenece al espacio infinito y el alma está prendida en el agua. Mi alma cautiva está hundida en su interior en un pozo de luz que le teme al vacío y al encendido rojo, azul y dorado del sol.

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Estoy reflejado en el agua como una escultura liberándose de la piedra. En el espacio abierto me siento ficticio y fugaz como el poder pero mi alma adentro dice la verdad porque no aprendí a obedecer ni a desobedecer. Afuera, el lunes uno empaca sus cosas hermosas y el martes, te matan. Afuera, con tristeza y miedo viene uno de lejos solo para perder y a mi edad ya no me atrevo a rebelarme. Adentro escribo para sobrevivir. Cuando escribo toco cada parte de mi vida con la yema de los dedos. Eclipsado por la guerra me refugio en mi letra y entro al escondite de mi letra buscando mudar de piel.

Monólogo interior I Nadie es mi alma y está estropeada por la virtud. Me metí en una novela equivocada y quise cosas que no eran para mí. Me vi en el espejo cuando mi rostro perdió el sentido y miré el sentido cuando mi rostro perdió el espejo. Me siento viejo y estafado por las rosas inquietas de mis pensamientos. Ya tengo el veneno de la vejez y el rostro me lo veo cenizo, inexplicable y misterioso. Hubo una tormenta en la tierra y hay un olor fresco en el cielo y solo mis pensamientos arañan y torturan a las mariposas. ¿Lo que deseamos es lo que debemos ser? ¿Lo que debemos ser es lo que somos? La vida es un lecho de rosas sangre. Total: la poesía que viví no me hizo escalar el Kilimanjaro ni me arrojó a los lugares secretos del mundo. Me perdí a mí y quiero perder la religión que ve los atardeceres con los ojos cerrados. Realmente Dios trabaja de manera misteriosa y hace maravillas: te oculta todo o te revela todo frente a tus ojos: aquí, los humanos se transforman en animales,

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allá, ves que entre el hombre y el tigre vive el dragón, allí, en medio de la noche, entre brumas y misterios, nos acariciamos como lo hacen los caballos y las yeguas: topándonos con las cabezas y mordiéndonos el cuello, acullá, nos deshacemos de las mosquitas muertas que hablan de cuerpos desnudos con palabras vestidas porque queremos pezones púrpuras y sexo ardiente y sucio, aquí , me rebelo cuando el matrimonio domestica lo salvaje, y allá , por fin, nos damos cuenta que el corazón es sencillo y que repararlo es lo complicado .

Monólogo interior II II

¿Quién elige su vida? ¿Y quién elige su muerte? Hay días que cuando despierto en el lado oscuro del mundo siento que estoy corriendo irreflexivo hacia la muerte, que mi Ángel no podrá detener una mano asesina, un accidente, un montaje de la casualidad trágica. Entonces quiero construir una colina para desviar el viento. Pero yo soy varios y cada uno de mis yo quiere una vida diferente. Héroe y víctima no puedo hacer algo bueno sin hacer algo malo, me salen voces hondas y quebradas entonando espirituales mestizos y rituales mágicos tan antiguos como el canto íngrimo del gallo y la raíz de la mandrágora. ¿El hombre contiene al poeta o el poeta contiene al hombre? El soñador siente nostalgias de la vida que no ha vivido, tiene jardines en la mente, frunce los labios y sopla los pétalos. ¿Será que cuando muera mi alma verá pasar mi cuerpo como al cadáver de su peor enemigo? Una vez tuve una visión desde la cima de mi vida y ví, como en una película, promesas y sueños rotos, de un hombre que se enorgullece de sus debilidades, que ha pasado su vida buscando personas favoritas, que ha estirado la verdad y pintarrajeado los cuentos. Vi en la película de mi vida versiones peores de mí dándole un mejor significado al mundo.

Cuando leo las líneas de mis manos, las que tengo desde que nací. Cuando leo las líneas de mis manos y malinterpreto las como se llaman en el cielo. Cuando leo las líneas de mis manos y solo encuentro eclipses

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pienso, artesano santero de instintos, que si la vida te sale con barbas es San José, y si la vida te sale sin barbas es la Virgen María. La vida siempre te enseña los dientes.

Monólogo interior III ¿Quién soy y para qué estoy en el mundo? ¿Cómo voy a llenar los claros y las obscuridades del caos de mi alma? ¿Cuándo en el aire de las mujeres esta el rumor de mi nombre? Es cierto que el sol le da vida al mundo pero ¿cuándo es que la luna esta cerca de mis manos? ¿Qué son para mí el amor, el destino, la poesía, la muerte? Cuando recito oraciones invocando respuestas sobrenaturales, es porque arrastro una vida fracasada? ¿El éxito en el mundo es el fracaso espiritual? ¿Esta sentada mi vida sobre mis excusas? ¿He justificado a mi espíritu y lo he consentido hasta convertirlo en un impostor? Nunca reprendí a mi espíritu para que mi vida solo eligiera la libertad. Entonces ¿qué impulso he omitido para lograr la felicidad? Yo quiero llegar hasta donde me lleven los pájaros de mis pensamientos y quiero llegar a la muerte sin ninguna aridez en el corazón, quiero ser yo quien elija entre el impulso y la conciencia, quiero tener virtudes rusticas preferidas entre las vaqueras brillantes y triviales, y quiero cometer los errores de las criaturas salvajes. La libertad es para asomarse al abismo, para darle belleza al mundo que iluminan las mujeres. Cuando el sol se desliza debajo del horizonte el poeta con una sola mirada ve el mundo de afuera y el mundo de adentro, con una sola mirada puede sustituir la realidad y meter la magia en el mundo. ¿Tanta imperfección en el alma produce tanta belleza? Si todo hombre tiene en su corazón la crueldad y la envidia del tirano por qué el poeta que vive entre serpientes nunca aprende a morder como serpiente?

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Monólogo interior IV Estoy en la cima de un peñasco oyendo el rumor del mar. En el horizonte, en donde la tierra se encuentra con el cielo. ¿Cómo era mi letra cuando era niño? Ahora estoy como los árboles que pierden sus hojas preparándose para el invierno. Es como una fuerza que se adormece. La vida intensa del cielo la hacen el sol y la luna, las estrellas y los planetas, el trueno y los relámpagos, el viento y la lluvia. La vida intensa de la tierra la hacen el agua y el fuego, los metales, las maderas y los suelos. La vida intensa del hombre y la mujer la hacen las pasiones truncas, los pensamientos y las desilusiones. El cielo, la tierra y los hombres odiamos lo que somos. ¿Qué nos mantiene vivos? Qué mantiene la muerte? Si yo fuera un hombre listo, y no lo soy, bromearía sobre el infinito. ¿Cuáles son los niveles de verdad que resiste el hombre? ¿Cuáles son las mentiras que amamos? ¿El honor y el deber tienen algo que ver con la esencia de la vida? ¿Qué tienen que ver el honor y el deber con la poesía? Aquí está el cadáver que justifica la historia. En los poemas de este cadáver he visto crecer la cizaña junto a la rosa porque cuantos más fracasos vivo más florece mi imaginación, escribo más preguntas que respuestas, me asustan más el trueno y el relámpago, más que el exilio, la pobreza y los animales salvajes.

Monólogo interior V La tristeza no tiene fin. La tristeza mira por los ojos y habla por los labios, ve sin disfraz el mundo que se realiza con lágrimas. El dolor interior debe salir a la superficie para que crezca como un tallo íntimo, aunque la flor cuando se abre siempre queda presa del tallo y con un pétalo ve el amor y con otro la tristeza. La soledad te hace respirar igual que la tristeza. En la soledad se tienen pensamientos primitivos y salvajes

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como los sacrificios humanos. La soledad tiene el poder y la fuerza de una bailarina de Degas y doma los acordes robustos de un piano tocado por el alma. En la soledad observo el cielo y busco las estrellas, doy pasos con los ojos vendados frente al precipicio, soy un mortal equivocado en el lecho del río con anguilas y cangrejos saliéndome de los ojos. Siento que la vida que me queda no me deja tiempo para nada: ni para las mujeres inteligentes y divertidas que sustituyen la verdad, ni para el impulso de la naturaleza, ni para experimentar cosas que solo se sueñan. Tengo que confesar que en mi corazón ya no encuentro verdades evidentes. Con el rostro bañado en lágrimas tengo que aceptar que he malgastado mi vida creyendo en las ideas. Ahora empiezo a desaferrarme de las ilusiones, a entender por qué mi vida no alteró el orden de la naturaleza. ¿Es despreciable el mundo? Solo los jóvenes y los enamorados cambian el mundo. En la soledad observo el cielo y busco las estrellas, los astros te enseñan la virtud de la maldad, la maldad de la virtud y que la libertad aterra. ¿Saben de libertad los moralistas? Me angustia pensar que lo único que tiene sentido en el mundo es el movimiento de los astros.

Iluminaciones I

¿Quiénes habitan mis sueños? ¿Qué mares? ¿Qué riberas? ¿Se entremezclan a mi edad los sueños con los desperdicios de la memoria? ¿Quiénes habitan esos subterráneos húmedos, las brumas densas, las nubes y calles fangosas, los bosques sombríos, mi niñez como un Stradivarius entre un violentísimo huracán que no cesa de azotar? Se me sueltan caballos desbocados en los aguaceros y con la misma fuerza las dudas terribles sobre el amor que me tuvieron. En una iluminación oigo a mi abuela María Luisa hablando mal de mi padre y oigo el llanto secreto de mi madre,

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en otra veo a un niño rogándole a una muchacha de la servidumbre para que se desnude los pechos, en otra veo a mi Comadre Mercedes y a la Aidita cambiándome el pijama y las sábanas en la madrugada cuando me hacía pipi en la cama, y en una oscuridad oigo crepitar la imaginación de un niño en el cuarto de chunches y juguetes viejos. Como si fueran voces de una poesía de madera devorada por el comején. ¿En estas cavernas yace el corazón que tuve en mi niñez? Fueron un hogar íntimo inmenso con protecciones y desamparos. Estos muebles emanan olores encerrados y mohos antiguos. Aquí está la armazón en donde coloqué la tela de mi cielo. Me acuesto en mi cama antigua de bronce y nácar, abro los roperos a como se abrían los brazos de mi abuela Blanca Berta y el viento silba y la lluvia cae fuerte entre las filas de heliotropos y las murallas de los árboles. Veo mi niñez enmudecida y radiante que me dice que toda verdad está en los sueños y en las fantasías y en la simplicidad rústica de los místicos. Gracias a mi niñez oigo las voces de los pájaros, en mis manos no se marchita la belleza, no me entume el veneno de las serpientes y las tigras sensuales arrullan mis sueños.

Iluminaciones II

Cuando los sueños nuevos perecen y aún una rosa abierta se mece frente a tu puerta con la fuerza de una imagen primordial, pienso que la rosa tuvo una mejor vida que la mía.

La rosa es frágil como mis emociones y a mi el amor y la agonía me dieron la verdad de su boca, alegrías perversas en los ojos y júbilos del desorden.

(Mi vida a cambio de un instante de la vida de una rosa).

Yo quiero exhumar mis rosas rojas y los largos inviernos llenos de mujeres con vestidos de tirantes con aberturas en las piernas que llegan donde quise vellos ligeros para posar la palma de mi mano, hombros, brazos y pechos descubiertos

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con piernas que se extendieron desnudas hasta el rosado animal indómito de su entrepierna.

Todas ellas están en mis manantiales subterráneos y para verlas hay que creer en las hadas y creer en el poder sin culpas y el amor sin dudas y en la locura de querer hermanar la sensatez con los sentimientos.

La caligrafía de la memoria se parece a la esgrima: pone apariciones, roba imágenes y toca el corazón. Para encontrar las iluminaciones hay que destrozar la realidad y arrebatarse la memoria, hay que ponerse el traje de fatiga del impulso y el instinto y entender que a esta edad todo mundo disfraza sus olores. Hay que saber descansar en los brazos del Dragón antes de que se marchiten las rosas. Para encontrar las iluminaciones en los manantiales subterráneos hay que convertirse en la presa y en el predador

Lady Elisabeth Brauthigam A Lisandro Chávez Alfaro

Lady Elisabeth Brauthigam fue malditamente hermosa como las aguas de un río fluyendo sin obstáculos ni fatigas. Era experta en demoliciones humanas y no le tenía miedo a nadie. El amor odia la libertad -decía- y solo confió en sus instintos, en sus labios y sus caderas. Blufileña de 1909 se montó en los vagones de la historia y en los sueños de tener ferrocarril, carreteras, canal interoceánico, aeropuertos internacionales y tiendas con el glamour de Nueva Orleáns. Anduvo en los mismos vagones de verdades y mentiras del General Emiliano Chamorro y de mi tío abuelo Ernesto Fernández, que fue Intendente de la Costa en la época de los conservadores, anduvo en el vagón de los generales Carlos Pasos y Luis Beltrán Sandoval en la Guerra Constitucionalista y contra Sandino en la Montaña de la mano del Poeta Manolo Cuadra y en el vagón de páginas blancas y bellas de las novelas de Lisandro Chávez, y nunca supo que sus vagones no tenían rieles porque eran vagones pintados por Marc Chagall en el cielo de telas de la June Beer, porque estaban montados en lunas de Valencia o se escapaban como los peces de las profundidades de la Laguna de Perlas.

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Lady Elisabeth Brauthigam era un pájaro acuático que volaba y nadaba con soltura. Ella tenía el poder de dibujar lluvias, vientos y nieves sobre la arena, adivinar el final de las frases de sus amantes y de jurar que las amantes siempre duermen con pistolas bajo las almohadas. Lady Elisabeth Brauthigam fue una Emperatriz de mosquitos y lagartos en el pantano del amor y la poesía. “Hay que comerse lo que uno mata y yo me comí a todos los hombres que maté –me dijo una vez -. Lady Elisabeth Brauthigam fue una negra endemoniadamente hermosa que murió en Granada a los 96 años con la distinción y el silencio del río Escondido y con la majestad de las murallas de corales de los Callos altaneros del Caribe nicaragüense. ¿Cómo eran los sentidos en su memoria? ¿Cómo eran a sus 96 el gusto, el olfato y el tacto de sus hombres? ¿Cómo eran las imágenes de sus espejos? ¿y aquel trago de aguardiente, con naranja, agua de rosas y menta que se tomaba antes de hacer el amor? Lady Elisabeth Brauthigam tenía secretos tan profundos como el mar y se murió por la alegría de cumplir sus primeros 96.

Una Página del Diario de Shakira Otra vez me desvela la obsesión del poeta. Otra vez siento que me pide que me desnude bajo las malditas estrellas. Otra vez quiere verme como un ángel que tiene una corona hecha con capullos de rosas y girasoles. Otra vez siento sus manos errantes sobre mis senos y mis palabras. Otra vez me siento obligada a leer sus poemas y entrar en esa selva de sentimientos humanos. Otra vez siento que tengo que cumplirle a mi amante secreto. Otra vez temo que mi fantasía degenere en demencia.

Árabe y esbelta, como un demonio, soy el arca y la lira de este poeta nicaragüense que cree que mi charral indómito de pelos está hecho de serpientes y que todas ellas cantan con mi voz; que cree que mi cuerpo es una montaña rusa de emociones montada en anillos, pulseras, collares y panderetas gitanas. Yo soy la chaquira y la lentejuela de un poeta templado por mi voz y por la zarabanda de mi cuerpo que se suelta como un vendaval de alto voltaje con sapos, culebras y maldiciones

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encima del jardín de su paloma; y otra vez soy su arca y su lira cuando mete en mi cuerpo todos los animales salvajes de una imaginación que no conoce la virtud ni el pudor y quema Roma sobre las rosas puntiagudas de mis pezones.

Siento que con este amor secreto he sido tocada por un ángel y que nunca tuve alas tan bellas. Siento que nunca había vivido con tantas mentiras y creyendo tanto en alguien hasta que parece verdad.

El alma de este poeta no siempre tiene el valor del León pero se me impone su pensamiento en el campo de batalla para que le baile y le cante ritos salvajes dominados por el imperio de mi naturaleza, para que me desnude y sea yo una celebración de la carne y se me caigan como trapos las vergüenzas, sudores y recatos empapados con mis perfumes húmedos y el éxtasis de la brama de mi baile.

Me angustia pensar que solo de él espero toda mi dicha. Este jodido poeta se comunica conmigo desde sus sueños mientras frota con poemas su pene iracundo y oye las canciones que mi voz modula o cuando me imagina como una ninfómana empedernida encarnada en una encantadora de serpientes que emerge de las mil y una noches de sus sueños y delirios.

Mi amigo Leonel Vanegas A los pintores Alejandro Aróstegui Orlando Sobalvarro Róger Pérez de la Rocha

¿Reveló el pincel los secretos de su corazón? Sus últimos cuadros son los de un demonio en el último piso del infierno, cuando los terribles pensamientos invaden la mente. Tenía dificultades con la felicidad y pensaba que estaba alucinando. Siempre estuvo esperando algo frente al paisaje y ahí se sentía como un hijo succionando la vida desde adentro. Pero era un intrépido albatros y le gustaba la orilla del mar o se echaba unas paladas de tierra encima para sentirse como un gusano saliendo de una manzana. Vanegas tiene unos paisajes de cuando los pájaros nadaban en el mar como los peces, y de cuando la tierra era una bola de fuego en el espacio.

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A veces se sentía como un gigante que podía montar pájaros en el cielo, pero siempre supo que toda alegría necesita una tristeza para caminar de la mano. La pintura de Vanegas tiene la ley de la gravedad de la poesía que eleva las manzanas al cielo. Le ofreció a la pintura la ruina de su vida. Oía voces y recibía mensajes en sus sueños y hacía pinturas para atraparlos . Para Vanegas Marte era la estrella roja brillante que aparece sobre el cielo de Nicaragua, que se levanta en el Oriente cuando comienza a oscurecer y sube toda la noche hasta ponerse en Occidente perversa y excitante con alguna versión de la verdad. Vanegas era como el mundo que nunca sabe lo que necesita. Sus espíritus venían desde abajo y por ellos veía esos racimos humanos que afloran en la noche y a través de ellos tocaba los pensamientos que se agitan detrás de rostros inexplicables. Cuando íbamos a Granada y al Diriá en los tejados veíamos beatas y palomas y me oía de mis amores complicados: que vienen cuando las odio y huyen cuando las amo. Vanegas pintaba sus propias plumas para volar y pintaba : de los ojos a la mano y de la mano a la tela.

Una vez pintó una Visagra roja y las aletas de hierro se transformaron en alas de mariposa. ¿Con cuál color ocultaba sus temores? ¿Contra cuál color chocaron sus amores? Vanegas tiró su vida desde aviones y precipicios derramando rones en pezones que saben a cerveza, bailando al ritmo de un corazón que se murmuraba con demonios, en una frontera de soledad que nunca alcanzó la libertad.

Esta mujer ¿Quiénes ha sido esta mujer que ahora reconozco mía desde siempre? Todas sus vidas anteriores me pertenecieron y ahora me ama con la furia animal del mar solitario. Ostentosa y vulgar me abrió su corazón como un lirio; extraña y misteriosa me habla en éxtasis y sus palabras tienen poder de profecías. Su belleza y su crueldad

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la transformaron en una rosa del infierno y el mundo debajo de su piel es recóndito e infernal. Ella invoca la espiritualidad desde las llamas. En la profundidad secreta de sus fantasías están el azufre y el magma subyugados por la música y los cadáveres de sus amantes en otras reencarnaciones. Sus sueños son primitivos y amanece con la sangre del jabalí en su boca. Ella asesina la belleza para ser impar en el mundo. Se somete al martirio de la pasión para redimir las impurezas y su hechizo jamás se sacia. Es una animala entera en todas las formas feroces y el solo sonido de su nombre me devasta como una despiadada exigencia. Ella despierta las infinitas riquezas que tienen los vándalos de mi alma. Con ella padezco la libertad del espíritu y la servidumbre del cuerpo. Cuando me hace el amor y me desaliña, cuando como un géyser me broto dentro de ella y todo yo soy un fluido inmemorial, su cuerpo arroja música como un volcán en acordes primitivos y yo soy su acústica y su ladera por donde ella desliza los torrentes de su perversidad. Su fortaleza humana se apoya únicamente en el instinto y arde como un puñado de astillas. Es una amapola azul y un ave asustada.

Yo puedo oler lilas y sus malvas en su pelo, en su cabeza de intuiciones, viento y desiertos. Es una ninfa de la calle, un corazón codicioso, un incendio espiritual, una vagabunda triste, y el miedo de perderla me puede convertir en asesino.

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Fieras famélicas muerden la noche estrellada

A mis amigos los Poetas Ronald Puerto y Álvaro Rivas. A su pasión por la poesía.

Cuando en mi mente escribo repetidas veces las mismas letras invisibles sobre la inconsciente borrosa vida de los sueños, la poesía transforma los sueños en hechos espirituales, los transcribe de la fantasía al tormento de la obsesión. El poeta pone los sueños en símbolos de letras así como se pone una ciudad en el mapa del mundo. El poeta en el sueño de sus símbolos se encarna en el alma; espiritualiza la materia y materializa el espíritu: fieras famélicas muerden la noche estrellada, la beatitud se endemonia y los demonios son ángeles espirituales: es el ángel que se transforma en Luzbel es el ser creado que se transforma en el creador, es la invasión de la poesía que desarticula las defensas de la razón, se acaba la historia y se niega la luz, se desencarna la carne y se densa la sombra, la irrealidad es indestructible, la alteración es inalterable. La poesía es una confesión de los sueños, un presagio del pasado. ¿Quién puede someter a gritos un sueño y sobrevivir en la encarnada alteración de la realidad? Cuando el hombre reproduce sus fascinaciones, cuando el hombre recrea el mundo de su caos y pervierte el desorden de los sueños, el sueño es el refugio frente a la intemperie o frente a la agresiva enfermedad humana de la multitud, o frente a las bajezas del hombre y sus virtudes. Los sueños siempre están descubiertos pero escondidos, siempre están presentes pero ausentes. Soñar les hace bien a los ángeles y a los hombres. Un soñador llega a donde se encuentran encimados los pedazos de tierra de la memoria, un soñador llega sin mapa, sin brújula, sin barco, sin naufragio,

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y descubre su Cabo de Hornos, su Estrecho Dudoso, la desembocadura espiritual del Siquia, del Mico y del Rama, su basura y su desperdicio, la boca del volcán que te arrastra y te saca del infierno como una estatua de la libertad incendiándose, hecha de roja viva lava precolombina. El soñador es un conquistador aventurero que descubre el Cocibolca, el Océano Indico, el Peyote y el Pamir, territorios fósiles o vivos, debajo del mar o encima del cielo, poblados de hombres y mujeres convertidos en lagartijas, dinosaurios, cormoranes y delfines, que hablan idiomas desfigurados y reptan y vuelan en un cielo hecho de musgo, de sarro y de ángeles tuertos. Yo he vivido en esos territorios con mujeres mas bellas que la Venus de Boticcelli y las vírgenes de Fra Angélico, mujeres atrevidas, desvergonzadas, con el infinito impudor de la sensualidad; mujeres que me han zarandeado mi desmesura, el cataclismo de la piel y de la entraña y del chorro viril, mujeres que me han hecho voltear los ojos hacia afuera y hacia adentro; yo he domado en una misma cama, la fiera sexual de la Lucrecia Borgia, de la María Antonieta de Austria, de la Jean Harlow, de la Shakira y de la Catherin Zeta Jones y he desguazado almohadas de plumas de ganso para volcarlas, como un rumor de ángel, sobre sus cuerpos desnudos y sus pezones erectos, o para vestirlas con el plumaje tornasolado de una pavo real; he hecho perversas a las santas y santas a las perversas, les he mordido la carne ámbar de su entrepierna y me he comido su carne humana sazonada con la perversidad y la lascivia de su espíritu. Yo soy la lujuria y la gula de la mujer del prójimo. Soy la maldad del pensamiento, de la palabra y la obra. Yo me he sentado al banquete de los siete pecados capitales y he sufrido porque mi arcángela de la poesía me los ha transformado en Virtudes Teologales.

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Eva en la palma de su mano a Gioconda Belli Mi nombre es Eva y soy la última mujer sobre la faz de la tierra. Destruí el mundo y todavía no se me acaban las mentiras. Las bombas de fósforos que iluminaron la tierra fueron el pálido reflejo de mi lujuria. Huelo a sangre y no sé si me gusta la sangre. Soy adicta al riesgo desde que me regalaron el dolor. No quise perderme de nada en la vida, atrapé estrellas con la raíz de la mandrágora y quedé prisionera sin poder salir del laberinto. Tengo recuerdos que no desaparecen y ansiedad de vivir para ampliar la memoria. Puse lirios y flores azules en las tumbas de mis hombres y la carga de mis penas las soporté en silencio. No debería haberme sorprendido por la muerte de todos porque todos ellos salieron de mis pensamientos, igual que los caballos, los pájaros, los leopardos y las frutas. Aparecieron al mismo tiempo que mis instintos llamados por fantasmas obsesivos, y con rasgos parecidos a mis gestos antiguos. Ahora me despierto bañada en lágrimas en el rocío de la mañana y sospecho de la realidad más que de los sueños. Estoy viva y de repente estoy como muerta y revivo. El mundo que hice me da miedo. La basura se ocupa de la basura y me ha convertido en el preludio de la nada. Ahora estoy presa en el cuerpo de una cualquiera y la poesía y la ebriedad me pertenecen. Así como hice que el Quijote pertenezca a los Molinos de Viento, Sade al Manicomio de Charenton y el Dante a Beatriz, yo le pertenezco al Paraíso, a los sonidos y olores del Paraíso, a la belleza marrón de la serpiente. Mi corazón todavía es primitivo y late al ritmo de los ideogramas que hice en las cuevas de Altamira.

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Anoche me desperté bruscamente con una sensación extraña sintiendo que la luna se convirtió en un mal presagio sin el don de la vida y que ya no habrá hombres que vivan sin curarse de mí, que ya no podré fingir que duermo con mis ojos insomnes para inventar el sueño de que un amor me cierra los ojos. La verdad es que enterré muy rápido a mis muertos porque nunca tuve compasión del amor de los vivos. Se me acabaron los engaños: el Paraíso nunca estuvo en la tierra. Se me acabó el Edén donde sueño que existe el Paraíso y que con los últimos dátiles y rosas que quedan en el mundo cierro mis ojos y pienso que dentro de mis ojos, está.

Una casa en llamas ¿Por qué se mete en los sueños y me arrebata lo íntimo? Como un océano brutal que puede llevarte en un instante, mi niñez, como si estuviera acechándome por las ventanas, es la única vida que me queda. La belleza de esos años es una casa en llamas en donde no puedes salvar a nadie. Acaba y comienza de nuevo. Es un lugar en donde ya no siento miedo o tristeza. Es un árbol que siempre tiene los brazos abiertos para las aves. Pero desde mi niñez para hoy mi corazón se ha convertido en una extraña planta en harapos, y solo canciones antiguas y rimas íntimas hacen que mi corazón viva como mi niñez: con el fuego carmesí de la existencia espiritual, como una llama de fuego en la masa obscura de la noche, como los caracoles repitiendo el infinito del mar.

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¿Quién se acordará de mis orquídeas salvajes en el tumulto de la vida? Siempre pensé que tenía más tiempo pero siento que estoy al final de la vida. Alguna vez soñé que cuando fuera mayor sería rudo, impúdico y tierno con las mujeres, y que borracho de poesía, de hijos y de viajes me codearía con la dicha. Es que la juventud tiene ideas espirituales que son las energías del Universo. ¿Pero alguna vez fuimos tan jóvenes? Brutal y breve es la vida del hombre que desde la niñez teme a lo desconocido, que tiene un rostro singular entre la multitud, que busca en el desorden la esperanza, que aspira lo eterno del Cielo y no se quiere morir, aunque no valga la pena vivir si uno no se siente vivo.

Las almas son estrellas en el cielo... Hace muchísimos años los Dragones gobernaban la tierra. Ahora sus almas son estrellas en el cielo. Así hablarán mis hijos de mí cuando muera, cuando me hayan convertido en una estrella en el amasijo de su memoria, cuando la oscuridad usurpe el lugar de la claridad y vagos espectros emerjan de las tinieblas del recuerdo. La muerte me acecha pero aguarda. Viene como de un espejo espeso. La siento como un ciego toca la vida con su piel y todos los otros sentidos se magnifican. Es una Diosa sola. Su soledad la fortalece. ¿Cuál es la virtud de su espíritu miserable en el esplendor de la vida ?

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El silencio es su música desdeñosa y arrogante. Pronto tendré la mano seca de un viejo y soñaré que la muerte es una alucinación, que cada vez que regrese al sueño de la vida tendré una mejor manera de encontrarla, y que nervioso con la brutalidad obsesiva de la vida ordenaré lo ordenado y desordenaré el desorden del cuerpo espiritual de mi lascivia. Pero mis hijos sabrán leer en la luz de las estrellas que no supe gobernar mi corazón, que escribí para los Ángeles y terminé con el pecho destrozado.

Memorial de la vida Cuantas me amaron, ganaron. Porque vieron el mundo con mis ojos. Tocaron con su piel y besaron las impurezas de un infierno terrenal de delicias. Vieron la noche como una madrugada y el fuego se escurrió como el hielo dentro de su boca. -,. Se perdieron conmigo en el mundo pero salvaron los desperdicios del alma. La luz resplandeciente del amor puso orden en el caos de sus vidas, amaron las estrellas y no le temieron a la noche. La mujer sobre su hombre en la noche es inseparable como un gusano en un cadáver fétido y piensa que las estrellas son paredes del palacio del cielo, y tímidas y ágiles como las cabras trepan sobre su hombre buscando el secreto de la inmortalidad, y ven a través de la corteza de las cosas materiales, y los asuntos del amor los escriben con una caligrafía presuntuosa. Con todas ellas actué el papel estelar de mi propia vida. Ahora, persistente y turbio, espío la vida que viví. Si me regresara sobre mis pasos sobre el balcón de la naturaleza, si la duda humana no se hubiera metido en lo sobrenatural del pensamiento, con un solo beso que me devolvieran sanaría mi alma; un beso áspero de un amor con herrumbre.

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A mi manera Amé tanto en la vida y voy a desaparecer. Estúpido y joven vi las auras de las bellezas, pude leer murmullos en el cielo y viví un estado alterado de la conciencia. Como el espíritu del mundo viví suspenso en el rocío, en el aire, en los rayos del sol y de la luna. Viví la fantasía de lo que podía vivir sustituyendo la realidad, ligero y frívolo, con la profundidad de un charco sobre el asfalto, con un traje puesto, otro lavándose, y otro en el armario. Con el corazón de un animal y colores fuertes cubriendo mi cuerpo gocé perlas y concubinas, alimenté un temperamento para el amor y fui prisionero de la morbosidad de la tristeza. La mujer piensa que el hombre nunca sabe nada del corazón aunque lo vea arder en montañas de llamas rojas y flameantes y congelar su aliento con el sonido seco de la lagrima. El mundo sobrenatural de la pasión es más real y atemorizante: burla a la muerte y vence a lo invencible. El amor y la pasión van juntos: la pasión destruye, y el amor lo pone a uno en su lugar, sin resentimientos, en el suplicio de la esperanza. No sé si la guerra que viví fue para aferrarme a lo que amé o para destruirlo. Pero la diversión de la vida acaba gruñendo y gimiendo. La naturaleza siempre dice la verdad:

al ser humano le gusta su propia basura y ve lo negro de la noche con el color de los ojos de la amante Amé tanto en la vida y voy a desaparecer.

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Los poetas y los marineros

Al Poeta Luis Rocha Urtecho

Escondidos en la locura los poetas, como los marineros, toman la forma de tigres alojan espíritus de antepasados muertos, intermedian entre el cielo y la tierra, pelean batallas en sus sueños, y entre la perversidad y la incertidumbre sus almas encarnadas, con preguntas confusas, son una vela quemándose por los dos extremos. Eso soñé que pensaba cuando moría con este cuerpo, cuando me preparaba para volver como alma perdida sin ninguna deuda ni espiritual ni humana para que me vieran transparente y oír a unos lo que sienten y a otros lo que ven. Los poetas, como los marineros, arrojados a la soledad, siempre tenemos cosas que contar. La historia de nuestras vidas adquiere vida propia, llenamos de agua las cuencas de las manos para revelar las verdades ocultas. Los poetas y los marineros alojados en la hermosura de nuevos mitos aman a todas y a todo al mismo tiempo, y, como los adultos, solo pueden elegir entre lo malo y lo peor. Cada quien pone el titulo de su vida con fantasías y nostalgias, y con versos de un lenguaje olvidado. Los poetas y los marineros sueñan despiertos

tratando de alcanzar algo y solo encuentran la sombra. Son perdedores exquisitos. Beben pesares y tribulaciones hasta emborracharse, su magia puede inventar una vida sin techo y sin piso, toda su vida es inesperada; son carnes que aman su alma. Conocen el ritmo de la danza sutil del cuerpo que hace que los sentidos invadan el espíritu, y saben que los caminos son para las travesías y no para llegar a algún destino.

Espejo del artista Me voy a ir de este mundo igual que mis poemas, de la mano de la fantasía, como los pájaros que dibujan en el aire

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extraños presagios que después borran con su canto. Quienes no me conocen dirán que viví en el lecho del mar, en una torre encajada en el espíritu, en un balcón apoyado en la desesperación de la soledad, en un arca de madera y oro con compartimentos sagrados, en un sagrario de madera y piedra dentro de paredes interiores con incrustaciones de oro, refugiado en el exilio, que me extirparon los ojos para solo ver con los ojos de la poesía, que mi ambición por el amor fue más grande que mi talento. Pero solo fui un personaje ordinario, un vagabundo, llorando en un charco de humedad, un amante que sabe que en el amor uno entierra lo mejor de uno para reducir la guerra a dos. A estas alturas tengo dudas sobre la vida del texto que me ha tocado representar. Mi boca dice y mi cuerpo narra cuando los sueños alcanzan la inconsciencia. Los sueños son amantes ocasionales: la luz entraba a torrentes (larvas escarabajos y orugas) un nuevo Edén poblado de criaturas mágicas cuando al final de la noche, un desolado lugar, perdido entre la niebla. Ahora sé que para vivir en este mundo hace falta intuir la verdad: oír canciones tocados por instrumentos que suenan como el mar, estrofas sobre el vuelo de los pájaros en el cielo. Porque, al contrario, viví una casa desnuda turbado por las tempestades o apaciguado para despertar lo sórdido que aparece para trastornar la vida, para que uno busque la poesía en las montañas, en las costas

en las canteras, en la vida que habitan los espíritus dentro de los espejos, en los árboles de corales envueltos en las profundidades submarinas para pintar pájaros y flores, y al hombre que sabe lo que le hace falta pero nunca sabe dónde encontrarlo y solo es un sombrero impresionista a punto de florecer que quiere acercar la ilusión a la realidad para saber de qué están hechos los terrores privados y el sol tenue que ilumina los valles de la memoria. Como en el alba queda el ropón ensangrentado de la novia dejo primaveras y cabras, campanas, voces y lirios, existencias egoístas y visiones que no son de fiar. Me da miedo envejecer y me mato por aferrarme a la vida, porque mi vida, como el espejo, dice y desdice, escribe y borra, construye y destruye, afirma y niega.

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Que no le pase nada a mi pasado

Al Poeta Julio Valle Castillo Como un niño le arranca las alas a la mariposa se le van quitando los brillos a los años. Los viajes al mar no tienen regreso y no puedo volver a vivir lo que no me di cuenta que viví. Pero en la noche oigo el trastorno del pasado, se me viene desde cuando el mar confinaba al hombre en la tierra y el hombre saboreaba la sangre del jabalí en la boca del puma. Eran los salvajes excesos de mis veinte. Rudo, ruidoso, reservado y milagrosamente espiritual me apropiaba de momentos sensuales de vidas propias y ajenas. Cubierto del polvo de grandes batallas trashumantes en el terror de la noche de una vida rustica vivida en tabucos y guaridas de músicos ambulantes, damas prestidigitadoras, celestinas y rameras, me sitiaba la depresión que derrumbaba todas mis defensas, y al alba pedía convertirme en un pájaro para huir y me transformaba en una criatura con alas para huir. Que no le pase nada a mi pasado porque es un tesoro que tengo. El pasado que es como el mar que no se traga lo que no le gusta y lo saca para afuera. El pasado que hace volar caballos indómitos en el interior de un ropero. El pasado donde están las primeras mujeres oliendo a patio de granja, aquellas a quienes por primera vez pude leer su corazón y su rostro quejumbroso, esas primeras mujeres que le enseñan a los hombres el alfabeto de cómo hacerlas felices, que fueron madrinas y nodrizas de mis dedos frenéticos; mujeres que adoran a los hombres vulnerables

que tienen una luna femenina cuando lloran; mujeres con belleza vital alimentada por demonios; mujeres que ponían la mano en la roca para ir a lo profundo de la corteza terrenal; mujeres solo comparables con Emperatrices, Reinas, domadoras de fieras que fueron quemadas en la hoguera, que no conocieron el arte de la sumisión para orquestar su fin, y tenían en los ojos, como un ventarrón, la herencia humana de ideas, ideales, y experiencias.

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Mi amor a la vida Mi amor por la vida es una rosa gigante con penas vivas y penas muertas, con la vanidad de la flor, desnuda y sensual, y la ingenuidad humana que tiene vacas olvidadas en el cielo. Mi amor a la vida tiene la majestad celestial de una mariposa encantada que le tiene miedo a la inestabilidad de la vida, que sabe que el amor es una venganza sin pasado, sin futuro, y se pierde en sus pensamientos, que se posa en una roca ígnea de piedra y acero y camina entre las opacidades del alba y siente que la ciudad bulle con los vivos y con los muertos. Mi amor a la vida que ha vivido muchas vidas en esta vida es un libro que tiene las páginas pegadas unas a otras por los amores que me arrancaron el cerebro, que me dejaron expresiones deprimidas y gestos reprimidos. La fábula y la fama de mi amor a la vida tienen las aristas y el fulgor de los asteroides que son escombros cósmicos que sobraron de la construcción de los planetas. La flora y la fauna de mi amor a la vida son más fuertes que el hielo que permaneció sólido por más de 100 millones de años, pueden vivir el deshielo y las inundaciones, pueden sobrevivir invadidas por el misterio del diluvio con el castigo y el perdón, y siempre quedan intimidadas cuando desentierran mi alma.

Con la traición de los sueños En toda mi vida solo conocí la humillación del amor. Y de mi solo quedan paredes derruidas azotadas por el viento, por el sol y por la traición de los sueños. Pero siempre hay jugos terrenales en el cuerpo, un Dinosaurio que vuela con la agitación de sus cuatro alas, y mujeres que se pintan con lilas y morados los estambres de sus ojos. ¿Pero cómo era cuando estaba muchacho? ¿Cómo era antes de ser un ángel derribado? Siempre me vi como a alguien más y no como a mi mismo, atado a la oscuridad de un mundo de deidades familiares. Hay un yo que conocí en el lago abierto de Granada sumergido bajo el agua entre helechos y bromelias,

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mangles rojos y blancos, cuentas y lentejuelas, caoba, cedro y ceibas de un bosque húmedo. Dentro de mí está lo que tengo derecho a desear. Desde esa gruesa masa rocosa de mi vida pude esparcir manojos de hierbas y sortilegios, y amasijos de leñas y piedras ennegrecidas. De mis fondeaderos salieron y arribaron barcos cargados con oro, plata y perlas. Nadie pudo romper el milagro de la poesía: ni gatilleros, ni tramposos, ni vagabundas. Y para agitar el agua turbia me quedo quieto en la piel aterciopelada de los pétalos que forman el remolino de las rosas.

El poeta y el amor

En el abanico de Gloria. El amor me disminuye. Es imperfecto y efímero como el Paraíso Terrenal. El poeta es un ciego sin bastón que se alivia con el llanto lastimoso cuando se asoma en su soledad al abismo del amor. El poeta se oculta tras la dignidad, se entrena para ignorar el dolor y sus poemas lo cambian de piel y de sueños terribles. El amor es una locura temporal que hace crecer las rosas y le miente a la mentira pero le tiene aversión a la dicha. Entre la esperanza y el horror para el poeta hay cardos marinos y aguaceros radiantes cuando el cuerpo deja de ser enemigo del espíritu. El poeta enamorado vive de sueños y muere de realidades. Encuentra la muerte brutal y melancólica precipitadamente, con la rudeza de la muerte natural y el modo antiguo de las flores.

El cielo está hecho de mentiras El cielo está hecho de mentiras, repite la magia de un viejo actor de cine mudo cuando transforma rumores en poesía. Llueve arriba cuando aquí estoy desollado por el llanto. En el vasto mundo lleno de aventuras hay que obedecer a la mentira

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para encontrar a tientas el camino del regreso. Pero para ir de ida, uno va hablando solo con amigos que no existen, disparando a todo lo que se mueve, viendo la verdura mojada por el rocío, la moral del crimen, hambre y pestilencia. De la tela de los sueños está hecha la mentira del cielo. Es la tela que viste y desviste a la vida: los harapos en los que quedan los sueños. Allá arriba están los trapos rotos de mi vida de mendigo que me han hecho vulnerable y que no logro entender, esos trapos que en forma de nubes se parecen a mi cuando van oliendo jabones buscando el perfume de carnes y encajes, para hacerme difícil poner en palabras lo que digo con el cuerpo. Aquí en la tierra esta lo que vivo y en el cielo lo que quiero vivir. Si uno renuncia a los sueños renuncia al cielo y renunciar al cielo es renunciar a la mentira.

La fábula del inmenso animal Había una vez un inmenso animal que medía 130.000 kilómetros cuadrados con las canillas de trapo y la cara al revés ¿queres queres que te lo cuente otra vez? Había una vez, después del diluvio, cinco millones de hombres y mujeres que querían salvar los rastros de sus sentimientos interiores y solo oían voces desencajándose de cortezas primitivas con el sarro inmaterial que sustituye el brillo de los ojos, cuárzos y coágulos espirituales, fetos de flores, canillas trapo y la cara al revés ¿queres queres que te lo cuente otra vez? Por todos lados los rastros de la descomposición. Con 200 años de rosas en el estupor de la tortura ya a nadie le extraña su muerte. Somos ese animal corriendo detrás de ese país que se borra. Somos cinco millones de muertos en el tribunal de la angustia recitando una poesía sin camisa en el hielo de la calle con versos que ya no hablan de sentimientos sino de resentimientos. Ya no quedan votos de fe para tantos culpables. Todos murmuramos en las esquinas y en los rincones y estamos cansados de tener tanto miedo. Este inmenso animal nos da lo que nos quita y todos nos comemos la carroña de sus alas y ya no nos limpiamos ni las babas ni los desperdicios. Ya no vamos más allá de nuestro miedo, ya solo podemos contar con nuestro propio desprecio. Había una vez un animal inmenso que paso doscientos años ahorrando lagrimas para gastarlas de una sola vez en el próximo diluvio,

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que se movía sin moverse y cambiaba para que todo siguiera igual ¿queres queres que te lo cuente otra vez?

Dios escribió algo bueno en renglones torcidos Dios escribió algo bueno en renglones torcidos, no se harta de oírnos y hace que nos sintamos débiles e insignificantes. Nos puso pólvora en la sien para que vivamos con sentimientos de pánico. Nos hizo animales salvajes con manos dulces y ásperas, asesinos que dejamos una rosa blanca en la almohada de la víctima , con amor para la belleza de las utopías y con dolor para tratar con el mundo. Dios pone flores en el paisaje y al hombre lo pone en el medio de la nada. Dios hace fantasías inmensas para que no alcancen en el mundo, escribe letras extrañas para que abramos la noche, para que sin salir del laberinto y sin movernos de sitio pongamos el futuro como un escombro de la memoria. Dios nos hizo como un pajarito triste acurrucado en el vacío que siente dolor por la traición de los sueños. Nos puso saliendo de la guerra y sin saber cómo llegar a mañana y creyendo que cada página era la última. Escribió millones de páginas idénticas con la misma basura reciclada, con los mismos errores, con las mismas torpezas y borrones, repitiendo el milagro interminable del dolor sobre la tierra, del llanto incontenible, de la imagen del mal en el espejo turbio del bien. Dios escribió el milagro de que nunca habría dos seres idénticos, el milagro del nacimiento de la vida y el milagro del nacimiento de la muerte, el milagro del relámpago interior que hace la infinita intensidad de los grandes amores, los grandes odios y rencores y la impureza brutal de la avaricia. Es triste, dolorosamente triste: la perfección del Universo no se compadece de la imperfección de los hombres.

No sé leer la luna de los marineros Mis pensamientos no saben leer la luna de los marineros. Me llamo Francisco de Asís y no he cometido ningún crimen pero mi cuerpo suda con el olor del miedo. Tengo dedos rotos, corazón roto, y pongo canciones para preguntarme si hay algún corazón disponible para cambiar el mío

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que sólo conoce la rutina del condenado a muerte, el pecado de la pereza y la virtud del ocio que se paga con soledad. Puedo oír la invasión de mis pensamientos, la confusión de los códigos, las sospechas, el estruendo de las mentiras, la guerra espiritual entre mis héroes y mis villanos, entre mis veteranos de guerras que repudian antiguas verdades. Puedo oír la invasión de mis pensamientos que me dicen que mi país es un lugar peligroso y sin pudor donde la noche se queda oscura sin el resplandor de un corazón, que me hace sentir una bala golpeándome en el pecho y me hace sonar peor de lo que soy. La niebla es muy densa y mis pensamientos no distinguen la verdad. Mi país tiene doscientos años de estar muriendo y todos sentimos la emoción del momento de su muerte, sin la experiencia del actor que se ha muerto muchas veces y ya sabe cómo morir. Mi país se está muriendo y sobrevive gracias a la niebla. Se puede oír el mar en la tormenta apareciendo con flores. Ya se puede sentir el olor de las uñas, de las aves y las bestias, y mis pensamientos no pueden leer la luna de los marineros.

Crimen y castigo A Gloria

Me queda lejos el mundo y tu beso me viene desde la costa más lejana de tu mundo, viene navegando como un fotógrafo de paisajes en el agitado mar de la ansiedad, viene con los tesoros resucitados de los barcos de mis naufragios, viene con la perla y el coral y la ruina de la lluvia, viene con la urgencia de la agonía para llegar a mis labios antes de morir para dejarme marcas de dientes y picotazos de ave, viene con el abuso del poder de la espina contra la rosa, viene hacia mi huyendo de amores inservibles en un tren que pita con aromas; tu beso me viene con auges y caídas y quemaduras en sus bordes, me viene sin querer hablar enseñándome lo que sabe, respirando dentro de una ballena, abriéndose como una guanábana, sabiendo que sabe sin saber que su latido es un crimen que va a tener que pagar en la eternidad de mis versos.

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Retablo de la noche A mi amigo Miguel d´Escoto

Ahora baja la noche a tejer y destejer incertidumbres y soledades, baja con ruidos dentro de mí hasta la nobleza de los árboles y todo lo calla en el secreto sobrenatural de lo sagrado de la muerte. Baja con la Nebulosa de la Hormiga, con la Nebulosa del Ojo de Gato, con la Nebulosa del Cisne que es un burbujeante océano de hidrogeno con pequeñas cantidades de oxigeno y azufre; se teje como una cordillera de colores y sombras y luceros en la imagen de la noche estrellada como una cuna estelar, se hila en la Constelación de la Serpiente como una ventana abierta en medio de la noche estrellada para que entren racimos de jóvenes estrellas íntimas y solas en un verso que se apodera de mi vida como una tormenta, en un verso que me hace perder la belleza de la impaciencia. La noche desdeña el realismo porque ama la magia que puede inventar un jardín de piedras crueles, silencios, acantilados duros, celos, malicias, inundaciones y huracanes para que el poeta lea poesía en voz alta y ponga rosas mendigas en el pelo de su amada y los versos lo dejen sin tiempo para ordenar las ideas. La noche se come las palabras para que la belleza nos vuelva ciegos y podamos verlo todo sin que se nos corrompan el alma y el verso cuando viajamos al primitivo humus de los instintos. La guerra espiritual de los viejos hechiceros es para que la lucidez de la poesía sea un don y no una desgracia y podamos reconocer el rastro de los pájaros en la miel y nos gusten los momentos de calma antes de la tormenta, es para que los sueños no continúen convirtiéndose en baratijas y la realidad no abra su puerta para dejarnos morir afuera de la poesía con arañas y serpientes en una desolada y mugrienta calle de esta ciudad que es la tierra de mis antepasados.

En la noche estrellada Mi mujer y yo muchas noches salimos a pescar estrellas. Las pescamos en el fondo del cielo con unos versos largos y tensos que las hacen bajar hasta las palmas de las manos de Gloria para que ella las convierta en sombras ahumadas para acentuar la forma de sus ojos, el dulce luminoso de sus ojos.

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Nosotros no le tememos al vacío del cielo ni a la inmensidad del horizonte. Le tememos a la pequeñez de mi país con la tristeza de sus versos. Una cosa lleva a la otra: Dios puso demasiadas estrellas en el fondo del cielo y pareciera que no soportan la libertad. En el cielo resultan indefensas y sin mundo mejor. Por eso sus tristezas, igual que las nuestras, se esconden en la luna llena.

Nos echaron del paraíso y ahora tenemos la tarea de matar

Nos echaron del Paraíso y ahora tenemos la tarea de matar. Somos criaturas primitivas arruinándose la vida, robándole sangre a un cadáver. Se vive como un barco insignificante en medio del océano siendo un transeúnte desconocido. Fuimos elegidos para yacer en el fondo de la alegría con un cisma en el corazón borrando el cielo con fantasmas. Desde que nos echaron del Paraíso el mar llueve sobre el cielo, la tierra se hunde en el mar y se disuelve en un adiós lejano. Este maldito mundo se agrandó como los pájaros, como los trenes gigantes y las ramas de corales y vivimos tapando angustias con helechos de canciones. Nos robaron el paraíso y la tierra se pobló de comadrejas. Si la felicidad pasa por el prójimo, si solo se puede llegar a Dios a través del prójimo, de quién soy prójimo si tengo tantos prójimos sin dicha? Yo seré la grama de la tumba de mi prójimo y la muerte será la puerta estrecha por donde se otorguen los dones de la vida. Aquí sólo crece la ilusión de los suicidas. Esta extraña realidad es un animal rabioso escondido en los rincones de un montón de nada. Oigo el escándalo de mis pensamientos y la música de guitarras secuestradas en esta colonia humana de serpientes. La tierra, el aire, el agua y el fuego se marchitan en gavetas, cajas y cobertizos, pero en una ceremonia desesperada por la vida

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continúo con el magín lleno de versos, aunque siga mi corazón loco de hierro y arcilla como una oveja devorada.

La fábula del sueño del mendigo Yo no quiero una tienda de tabacos Virginia ni otra vida que no desafíe el delirio. Lo que yo necesito es tener otro pasado: una vida de marinero en la mar virgen con una estrella purpura que me hable todos los días. Loras, tucanes, oropéndolas en el Mombacho y en la cordillera de Amerrisque. No quiero tener inmensos vacíos en mi maldito corazón que siempre esta en el lugar equivocado en el momento equivocado. Hay que mirar para atrás para que el futuro pueda alterarse. Una vida como la de mi niñez es la que esperaba pero ahora los ángeles que se me aparecen son de papel y el mundo es una ruina humana con el telón sobre la nuca. Dios lo ve todo porque Dios está en todas partes, pero no vio cuando mi vida tomo el atajo por Nicaragua, un país que aparece y desaparece ante los ojos de todos. Tengo un país sin aura que no puede retener la felicidad por un instante. Amo a una patria bella y tonta como a una bailarina de porcelana que tiene la boca abierta y abultada por el estupor. Y siento que otros la quieren con pasiones rusticas y como si fuera una perra de nadie. Con grasa y sangre la quieren. En el suelo la quieren para que todo le duela. No la ven que la vida se le sale por los ojos. Anoche soñé un sueño, soñé que yo no quería una tienda de tabaco Virginia, soñé que mi patria y yo éramos mendigos y que pedíamos estrellas en las calles para comer y vestirnos, soñé que la gente nos ponía en la mano estrellas quebradas, pedazos de sueños traicionados, mentiras reparadas, palabras rencas con muletas y vendajes, discursos con cachivaches, y que en la madrugada nos habíamos puesto a contar nuestra fortuna y que se la habíamos llevado a un relojero para repararla y que el relojero no las había devuelto hecha un reloj con otro pasado, y que andrajosos mi patria y yo nos habíamos despertado sin frio.

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Palabras de agradecimiento de Blanca Castellón, por el nombramiento de Francisco

de Asís Fernández como Hijo Dilecto de la ciudad de Granada, Nicaragua.

Sr. Vicepresidente de la República, Lic. Jaime Morales Carazo, presidente honorario del Festival Internacional de Poesía de Granada. Sra. Alcaldesa de Granada, Lic. Rosalía Castrillo. Sres. miembros del Concejo de Granada. Su Excelencia monseñor Bernardo Hombach, Obispo de Granada. Sr. René Núñez, Presidente de la Asamblea Nacional. Poeta Francisco de Asís Fernández, Hijo Dilecto de Granada y Presidente del Festival Internacional de Poesía de Granada. Sr. Carlos Tünnermann Bernheim, Presidente del Centro Nicaragüense de Escritores. Amigos de la junta directiva de la Fundación Festival Internacional de Poesía de Granada. Señores y Señoras. Amigos todos:

La cosecha de hombres y mujeres ilustres de esta ciudad, hermana siamesa del Ave Fénix, parece no tener fin. En cambio da la impresión de haber sido abonada con la voluntad divina , que desde siglos pasados ha estado enviando a seres humanos de la estirpe de los Cuadras , Cardenales , pasos , Urtechos y Arellanos a realzar con sus obras la elocuencia y belleza de el Cocibolca y el Mombacho.

Uno de los ilustres ciudadanos contemporáneos es Francisco de Asís Fernández Arellano, quien mantiene sobre los pilares de su hacer poético, cultural e intensamente humano la tradición de los que a su vez ponen de pie nuestro orgullo patrio.

Reconocer a Francisco de Asís Fernández, “Chichí”, como hijo dilecto de Granada precisamente en este mes mayo , (el mes símbolo de la fertilidad, de la lluvia, de la creación), de hecho el mes que Dios le destino para nacer, es un acierto de nuestra estimada alcaldesa, que agradezco inmensamente en nombre del Festival Internacional del Poesía.

“En Mayo las palabras caen en los surcos./ En Mayo comienzan a conjugarse los verbos”, escribió nuestro gran poeta Pablo Antonio Cuadra. Si yo tuviera que darle el nombre de un mes a Chichí , lo nombraría mayo, lo llamaría lluvia que hace crecer milagros. Porque la creación y realización del Festival Internacional de Poesía de Granada, es un milagro.

Verdaderamente milagroso que aquella idea lucia, que por años salpicó conversaciones y largas noches de bohemia entre poetas, haya saltado más allá

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de la lengua, los sueños y la imaginación, y se haya arraigado en el original diseño humano de Chichí, hasta convertirse ahora en la mayor puesta en escena de la poesía universal en América. Era un sueño latente que sólo la pasión, entrega, talento y energía vital de nuestro homenajeado, pudo hacer estallar en milagro.

Para un país tan pobre como el nuestro donde el precio de los libros es prohibitivo y las bibliotecas muy limitadas, tener la oportunidad de escuchar de viva voz a los poetas más reconocidos del mundo, es una bendición que sin lugar a dudas va teniendo un impacto de insondables dimensiones en la cultura de nuestro pueblo.

Por iniciativa de este Hijo Dilecto de Granada estamos construyendo una tradición inédita de convergencia que trasciende los círculos políticos, religiosos y meramente poéticos. Este evento sin precedentes en nuestro país es la convocatoria de mayor concentración de fe en la belleza, en la palabra, en el porvenir. Aquí se conjuga el verbo vivir con todas las variantes posibles de la magia de la poesía.

En nombre de todos y cada uno de los miembros de la junta directiva y organizadores del Festival, queremos decirles que nos sentimos inmensamente honrados y satisfechos por este reconocimiento a Francisco de Asís Fernández. Los que hemos estado cerca de Chichí por muchos años, damos testimonio de su devoción absoluta por esta ciudad, que ha sido musa, madre, árbol de la vida, hermana, amada amante de sus versos, pasión de su memoria, de sus actos, de sus hechos, de sus inquietudes, de sus desvelos y sus goces.

El inicio de este siglo XXI estará marcado para siempre por las huellas de este hombre que parece haber llegado a la tierra para cantar la gloria de la ciudad que lo escuchó balbucear su primera orquídea infantil que devino en salvaje. Claro que le ha sido encontradizo dar gloria a su ciudad natal, pues él mismo tiene su provisión de Gloria permanente, al lado de esa Gloria que es médula espinal de sus proyectos, su Gloria Gabuardi, con todos sus latidos al unísono del corazón exuberante de Chichí.

Creo que los de aquí y allá y del más allá, el día de hoy y gracias a la decisión de la Alcaldía de Granada, conformamos una cadena de espíritus felices. Desde aquí diviso rostros complacidos y siento como una gran sonrisa celeste, una soberbia insinuación de brisa. Enrique Fernández Morales y sus compañeros de eternidades, saben que hay quien cuida su sueño:

“En fin mi sueño: el sueño que fue dueño de mí, y fue luz y aurora y fue tormento, dónde estará. ¡Ay, quién prestará aliento! ¡Qué ser lo arrastrará en su desempeño! ¡Ay, quién cuidará mi sueño!”.

Una vez más Quico: duerme tranquilo, que tu hijo Francisco le ha dado aliento a tu sueño y lo lleva con su luz y su aurora por el planeta entero, en traje de verso,

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en traje de Matruska con sus múltiples y sorprendentes yos, “transformados en energía eterna”, en friso de la poesía, del amor y de la muerte.

Tu Granada novia del agua y tu volcán de almohada, entresacan ahora perfumes y asombros de toda especie de las mejores plumas de la tierra, que han girado la ruta de su tinta hacia esta pequeña ciudad encantada, la ciudad-espejo del artista que es tu hijo.

¿Acaso, Quico, no oyes en el canto de tu hijo, en sus pasos y en su hacer, tu eco? Muchas gracias.

Francisco de Asís Fernández: enamorado del amor, de la poesía y de

Granada

Por Carlos Tünnermann Bernheim

Mucho me complace, en mi calidad de Presidente del Centro Nicaragüense de Escritores, la decisión del Honorable Concejo Municipal de Granada de declarar “Hijo Dilecto” de esta hermosa e histórica ciudad al poeta Francisco de Asís Fernández, miembro de nuestro Centro y Académico de la Academia Nicaragüense de la Lengua.

Estimo más que justa esta declaratoria, desde luego que quienes conocemos y apreciamos a Chichí, sabemos que es granadino hasta los tuétanos y poeta de altas calidades, que no contento con pulsar su propia lira ha tenido la feliz y exitosa iniciativa de traer a esta ciudad, cada año, en Festivales Internacionales, a más de un centenar de portaliras, que hacen de Granada un destino cultural y la transforman, en esos días, en la capital mundial de la poesía.

Este Hijo Dilecto de Granada es una figura representativa de los grupos de poetas que surgieron en la década de los años sesenta. Francisco de Asís Fernández, formó parte del grupo literario "Estandarte de bandoleros", que agitó a los jóvenes granadinos de entonces con sus creaciones poéticas, narrativas, teatrales y hasta políticas. Posteriormente, fue un animador del célebre Grupo Praxis, de tan relevante influencia en nuestras artes plásticas contemporáneas. Ha viajado y vivido en España, Estados Unidos, México y Puerto Rico. Poeta y narrador, ha incursionado también en el ensayo y el teatro. Su primer libro de poemas se publicó en México, en 1968, bajo el título "A principios de cuentas". Le siguieron "La sangre constante" (1974) y "En el cambio de estaciones" (1981). En 1985 publicó una antología de la Poesía

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política de Nicaragua. En 1986, la Editorial Nueva Nicaragua reunió su producción poética de veinte años (1962-1986) bajo el título "Pasión de la memoria". "Poesía plástica, festiva, dice su editor, donde la imaginación, la exaltación de la carne y sus placeres, el amor familiar, la confesión y la embriaguez no ahogan la reflexión, la denuncia de la realidad político-social. Poemario en verso y prosa. Inventario de corrientes literarias y técnicas". Para celebrar sus primeros cincuenta años "de devota fascinación por la vida", Francisco de Asís publicó, como parte de la Colección Cultural del Banco Nicaragüense, los nueve extraordinarios poemas que integran su "Friso de la poesía, el amor y la muerte", uno de los libros de poesía más bellamente editados en los últimos años, todo él ilustrado por el Maestro Orlando Sobalvarro, donde nos revela su Ars poética, su Ars amandi y su Ars moriendi. En 1998, el Centro Nicaragüense de Escritores le editó el poemario "Árbol de la vida", con una introducción de Gioconda Belli, en la cual ésta afirma que "El Árbol de la Vida de Francisco es un ceibo sólido y florido, donde cada poema, cada verso constituye una tonalidad del verdor que nutre y se nutre de la ingeniería precisa de un ramaje que, si bien parece obedecer al misterio y maravilla del órden propio de la naturaleza, denota en su precisión la presencia del poeta como Dios invisible del bosque donde se alza este árbol magnífico"… "Yo le rindo mi sombrero alado de margaritas inventadas a este poeta nicaragüense que se llama Francisco de Asís Fernández, volador granadino desde las altas torres de Xalteva y La Merced; espíritu de la poesía que se pasea en coche por las empedradas calles del paisaje literario de nuestro país, y que reparte, sin arrepentimientos, su amistad, su sonrisa, su alegría para los amigos y el amor feroz, imperecedero por la poesía, el único y verdadero bálsamo contra todos nuestros infortunios".

En el año 2001, el Fondo Editorial CIRA, reunió toda la poesía de Francisco de Asís en el libro "Celebración de la Inocencia". Al valorar la obra de Chichí Fernández, el poeta Fanor Téllez nos dice que su ars poética está "signada por una constante voluntad de cambios formales y visiones, procurando para el lector el reencuentro con un De Asís vario y unitario en la inconfundible modulación de su voz y sello personal, o lo que es lo mismo, con su rostro escritural y su espíritu libre y experimentador".

La prestigiosa colección de poesía “Visor”, incluyó en su serie “Orquídeas salvajes” (2007), una antología de poesías de Francisco de Asís.

En enero de 2005, el Centro Nicaragüense de Escritores editó su libro de poemas “Espejo del Artista”, cuya dedicatoria incorpora a esta ciudad de Granada, a la que Chichí designa como “Infierno y Cielo de mi imaginación”. En las solapas de este libro, su colega académico, Julio Valle Castillo escribió: “Poesía frondosa, verbalista, verso de ancha respiración, formas en libertad. Irracionalista en muchos aspectos, que ubican su poesía dentro de la actual postmodernidad, pero con sus mismas obsesiones y constantes temáticas, Granada, los abuelos por los cuatro costados, la madre, el padre, la infancia, el paisaje mítico, el amor, el cuerpo, los siete pecados capitales que transforma en siete virtudes teologales y el paraíso, el purgatorio y el infierno por donde entra y sale ileso. Narciso frente al espejo y en esa búsqueda escribe y reescribe, canta y se desencanta, retorna y torna, recomienza, crea y recrea el mundo, lo quiere

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transformar y se hunde en si mismo”.

Del poema “Para que yo naciera sobre la imaginación y el llanto”, reproducimos unos versos de Chichí, con los cuales concluyo mi intervención:

“Nací como un soñador de Granada, Nicaragua, que nunca se cansa de soñar. Nací para que lascivas muchachas nicaragüenses, adornadas con guirnaldas, duerman conmigo bajo las estrellas haciendo el amor con los ojos, para que el amor sea una lucha contra la muerte, para que el truco de la vida sea saber ver la magia”.

¡Felicitaciones, Chichí!; ¡Felicitaciones Gloria!

Granada, 3 de mayo de 2008.

“Chichí” Fernández: Hijo predilecto de Granada

Por Jorge Eduardo Arellano

Mi compañero de grupo literario entre 1962 y 1964, colega de la Academia Nicaraguense de la Lengua y pariente próximo (su abuelo materno fue primo hermano de mi padre), Francisco de Asís Fernández Arellano, será declarado hoy hijo predilecto de Granada. Dos grandes méritos tiene a su favor “Chichí” (hipocorístico de Asís, con el cual se le identifica “en todo el orbe cristiano y musulmán” –diría un granadino) para recibir este reconocimiento.

El primero, es claro, corresponde a la iniciativa de convocar –y mantenerlo sobre su liderazgo con inusitado éxito- el Festival Internacional de poesía en Granada, que en sus cuatro ediciones ha convertido a nuestra ciudad –durante una semana de febrero- en la capital de la poesía del mundo, proyectando una imagen positiva del país. Imagen naturalmente, que no se le debe solo a él, sino a un esfuerzo conjunto de gobiernos, empresa privada y sociedad civil; de los y las poetas que lo apoyan, y las ciudadanas y ciudadanos comprometidos con la promoción cultural y el desarrollo turístico.

Por su lado, el segundo mérito es igualmente importante: su obra en verso, la cual ha tenido de sujeto a un yo, capaz de ejercer –con una energía controlada, sostenida y lúcida- una pasión poética: la única prueba que justifica su existencia. “El que carece de pasión carece de razón”, decía el ensayista español José Bergamín, aunque pueda tener razones, es decir, intereses profanos o prosaicos. Y si esos intereses “Chichí” –como “El Buscón” de Quevedo- ha sido promotor – como todo hombre menesteroso lo que ha predominado en su talante es su talento. Mejor dicho: la intuición e inteligencia, el optimismo y la

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gracia juveniles de su inagotable creación escritural.

De ahí que haya reflexionado, como pocos en el Istmo centroamericano, sobre la poesía y la gratuidad, definiéndola como producto del matrimonio entre la imaginación, la sensibilidad y la cultura; como la armonía entre la lírica del espíritu y las bajezas del alma. “En el Universo de la poesía –puntualiza- viven ángeles y demonios, y todos ellos deben expresarse, por lo que el lenguaje de la poesía debe contener la riqueza y la complejidad del cielo y del infierno”. Y termina con un aforismo: “En la poesía el dolor del alma siempre es una criatura verbal del orgullo y la razón”.

He ahí la estética que articula su obra, apreciable en Celebración de la inocencia / Poesía reunida: 1962-2000 (2001). Esta antología ofrece selecciones de sus poemarios A principios de cuentas (1968), síntesis y liquidación de su gozosa adolescencia, no exento de prospecciones metafísicas; La sangre constante (1974), signado por el testimonio político y la militancia correspondiente; En el cambio de estaciones (1981), donde amplía –no sin panegerismo panfletario- la línea anterior; Pasión de la memoria (1986), glorificación del Sexo y reflexión sobre el deterioro y la presencia de los fantasmas familiares; Friso de la poesía, el amor y la muerte (1997), uno de los grandes poemas extensos de nuestra literatura; y Árbol de la vida (1998), prologado por Gioconda Belli, en el que propone la belleza como razón vital.

A esta media docena de títulos debe sumarse Espejo del artista (2005), cuyos poemas enriquecen su obra interior e irradian una luz transmitida de uno a otro libro –sostiene su prologuista Edwin Yllescas, con quien comparto las especificidades que observa: “los placeres y roñerías del hombre y la mujer, la vida cumplida de la manera que se pudo, el escarnio de la pasión como Eros, y menos que Eros, el sarcasmo de los Sueños Grandes y los Sueños Pequeños; la muerte como nada y menos que nada; el rostro de la esperanza y la desesperanza, del afecto y el desafecto, de la negación y la afirmación, de la maldad y la virtud igualmente malignas; las verrugas de la voluntad inseparables de sus flaquezas; la fascinación y la repugnancia en un solo átomo; la mordacidad, la risa y la sorna”. Es decir: el contenido de un sentimiento nuevo y renovador en la poesía de Nicaragua a partir de Darío y Salomón de la Selva.

Resulta mucho más apreciable este aporte personal de “Chichí” en su reciente antología Orquídeas salvajes (2007), con texto en la contra cubierta también de Gioconda Belli, lanzada en Madrid por Visor de Jesús Sánchez, la colección de poesía más prestigiosa en lengua española. Como era de esperarse, se presentó en el IV Festival, siendo uno de sus eventos especiales con el “Homenaje a la Poesía Iberoamericana” que me fue asignado como Director de la Academia Nicaraguense de la Lengua. El mismo es una de las vigorosas figuras actuales de esa Poesía. Sus Orquídeas salvajes son la prueba más contundente. He aquí algunos de sus versos memorables, escogidos al azar, de aliento whitmaniano experimentado en el ars amandi, conscientes de la transitoriedad del ser humano por el mundo: “Amé tanto y voy a desaparecer”. “Mi amor por la vida es una rosa gigante /con penas vivas y penas muertas”. “Yo quiero llegar hasta donde me lleven los pájaros de mis pensamientos/ y quiero llegar a la muerte sin ninguna aridez en el corazón”.

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Todo un derroche de fantasía mesurada es Orquídeas salvajes. Un libro de poemas unitarios y abierto, como Leaves of Grass de Whitman, fiel a la estirpe granadina de su autor, a su niñez que trasmuta en mañana luminosa, al poder redentor de la poesía que no excluye a los seres menos agraciados; “todos somos sapos encantados cantándole a la luna”. Un poemario maduro y celebratorio, reflexivo y devoto de la fascinación por la vida, que tampoco excluye la siguiente convicción realista: “En esta tierra etérea del desencanto / toda verdad es Quimera; / el sueño encuentra puñal en la cuenca de la mano; la política es estéril: / seca el pozo dulce de la fecundidad / de las plumas y de los animales, / destroza entre sus dedos la mística / del amor del hombre y la mujer, / hace tiranos y ladrones”.

Laudatorio de Francisco de Asís Fernández

Por Carlos Alemán Ocampo

¿De qué tamaño es el mundo? Me pregunto cada cierto ciclo, de estos ciclos que te hacen sentir que la vida se emancipó del torbellino y crujió en ascendentes pasos. En cada ocasión se revitalizan. Atrás quedan amores, recuerdos y rencores. Por delante brota de una fuente inagotable la poesía con nuevas pasiones, fe y confianza de estar vivo. El tamaño del mundo es del tamaño de la poesía. Todo pasa. Solo la poesía queda. Un viento de espíritus pasa muy lejos desde mi ventana y de vez en cuando reposan en ella. Emprenden la marcha al paraíso, atienden al llamado del Canto de Guerra de las Cosas, porque la última y perenne piedra es la poesía. Pasó Roma y pasaron sus legiones, pero sobrevivió Catulo y Propercio. Y todavía se puede decir al compás de Safo desde Lesbos:

la dulce joven bella, por quien tú tantas veces tiernos suspiros dabas, hoy a tus brazos viene; no envidies a los dioses, si tu ventura entiendes.

Prosas Profanas son, en este siglo XXI, una presencia que arrebata las mentes, inquieta sensaciones y provoca vida perdurable. Los poderes bajo los que se escribieron estos poemas pasaron y sobrevivió la poesía. El mundo es de ese tamaño: las dimensiones de la poesía. La poesía vive la época y el canto la evoca. Todo lo demás fue comparsa que permitió la marcha triunfante con claros clarines de la poesía. Francisco de Asís Fernández es hijo de un tiempo lejano que no

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envejece. Francisco es hijo de una generación que tuvo poesía, música, revoluciones, aunque se desgarre el alma y se lastime frente al tiempo:

Desapareció mi juventud y ahora tengo miedo de creer. Desaparecieron mis amantes y los pañuelos de seda, ¿Y a mis sesenta años me pregunto qué soy por dentro? ¿El hijo poeta de un matrimonio destrozado? ¿O parte de un sueño del tamaño de las montañas nicaragüenses, De un generación que será como una huella en la arena con un testamento de muertos, tiranos y ladrones? (Veo fotografías de mi vida. 2005).

Sólo los poetas son capaces de autodestruirse y de renacer en la poesía que nunca será cenizas, sino cimientos para regenerar el mundo. Francisco no ha legado un arte completamente nuevo, sino una visión nueva del mundo amatorio, y a la vez, del mundo poético. Lo inició desde joven y sin turbarse lo ha continuado en la madurez. Edwin Illescas uno de los poetas más ilustrados de nuestra generación, le confiesa: “en tus nuevos poemas la vida personal del adulto se trasmuta en signo cifra de un mundo de purezas e impurezas. De esplendores y obscuridades. De brasas y carbones. De hastíos y pavos reales “que se mueren en la tarde”. De sombras y luces reducidas a la ceniza intrascendente del hombre. Mundo derruido que, paradójicamente, es recuperado por tu poesía para darle su vida eterna. La vida eterna del poema. Por eso mismo, se trata de una escritura que encierra y trasciende el mundo que la origina. Y puede que a pocos y hasta muchos no les interese lo que dice el poema. Puede que prefieran la maravillosa levedad de la forma o el lenguaje. Y hasta puede que piensen: una cosa no es posible sin la otra. Ningún mundo es posible sin un lenguaje que lo transmita. En estos nuevos poemas tuyos hay ambas cosas. El mundo que borroso me parece entrever está sustentado (alimentado), se sustenta (toma su alimento) de un lenguaje espontáneo, directo, desenfadado, vivo, que sólo vive en vos”.

La poesía corre su propio camino y Francisco la ha llevado de la mano vestida de colores, desde los espacios siderales hasta los más profundos espacios de la intimidad sustantiva. Es el hombre revelado, desbordante de luces manifiestas a través de colores y sensaciones. Sentimientos agitados en cada verso.

En su última poesía lo invade una ola de reflexiones pesimistas:

“Siento que mis mejores años me abandonaron Así como un avión deja el aeropuerto para irse a una orilla lejana donde se desvanecen las ideas y las ilusiones” (Cuando la poesía desciende hasta mis manos)

A pesar del pesimismo, a contramarcha la solemnidad se impone en las actitudes de Francisco y el ser desbordado de la poesía después de llenar ríos, lagos y mares con la suya se trajo la poesía del mundo a su

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mano y organizó el evento de mayor trascendencia como jamás de había visto en Centroamérica: el Festival Internacional de la Poesía en su Granada de la infancia y sus primeros amores. Con cuerenta países participando casi doscientos poetas en atrios, escalinatas, escuelas, calles y bocacalles, pueblos aledaños, cada rincón del departamento de Granada lleno de la poesía universal en el sentido más simple geográfico del término. Todos los continentes representados y todos los poetas nicaragüenses participando en recitales que parecen manifestaciones, y recitales con más gente que cualquier manifestación política. Y la gente sentada de pie o reclinada contra los muros, religiosa y poéticamente escucha y con entusiasmo se aplaude a la palabra dicha en cualquier idioma, con el sonido y la música de idiomas lejanos y cercanos. Cada recital como que fuera un auto sacramental. Casi lo es si no fuera porque con frecuencia el motivo del canto es precisamente y exactamente dirigido a lo profano.

El parto de Francisco de Asís Fernández Arellano pudo darse en cualquier rincón de este universo mundo, sin embargo fue en San José de Costa Rica, durante el exilio de su padre, amigo y devoto de una monjita de María Auxiliadora, a quien se le ocurrió envolver al recién nacido en una bandera de Nicaragua. Me refiero a la ahora beata Sor María Romero. Francisco posee el don del permanente retorno a la infancia: Para el niño que soy Quiero una antigua canción de cuna, Manos de bálsamo que curan y tejen desagravios…

Ningún poeta nicaragüense ha tratado tan profunda y constantemente el tema de la muerte. La muerte como idea transversal atraviesa todo la poesía de Francisco. La niñez y la muerte marchan de la mano:

Es que los muertos jamás se van para siempre. Viven en una aparición escapada de la memoria En el río incontenible de aguas amnióticas, Y en las fotografías en blanco de soledad y negro de tristezas.

En su vida de lucha se ha dado a plenitud: desde jugarse el físico hasta teorizar en diferentes posiciones políticas. Nada le es desconocido. Todo le ha importado y siempre lo ha dicho con una perenne inquietud de patria y de destino, con la que podremos estar o no de acuerdo. Desde el altar de la poesía que acunó su infancia se integró a un grupo de muchachos poetas: Los Bandoleros de Granada en 1962. En la misma ciudad que fue capital de la Vanguardia, bajo el impulso juvenil y el empuje de su padre Enrique Fernández. Su casa era una casa de poetas, a todos los grandes poetas nicaragüenses de mediados del siglo XX, Francisco los conoció en su casa. Y luego él, se casó con la poeta: Gloría Gabuardi y lleno su casa de arte y fue a su vez una casa de la poesía.

Su obra publicada es la presencia de su paso atento, militante, tanto de

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la política como de la poesía. Una primera etapa se inicia con su libro de poemas A principio de cuentas, (1968). Editado en México con ilustraciones de José Luis Cuevas. La sangre constante, (1974). Y una tercera, anunciando la entrada a su madurez, con un título anatémico: En el cambio de estaciones,(1981). Una cuarta en Pasión de la memoria (1993). Es la plenitud de la poesía, la suya y la de su generación; de ahí en adelante se convierte en una especie de emblema, por su fidelidad a la poesía, de la poesía generacional y se convierte en el poeta por excelencia de nuestra generación, la generación más abundante de poetas: la de los sesenta. La Generación que cambió el mundo y su sentido de la estética. Francisco contribuyó a crear esa nueva concepción del mundo y sus encantos. Del mundo y sus angustias. Todo fue nuevo desde entonces. Algunos sucumbieron. Otros se adormecieron. Pero Francisco tomó la bandera y la mantiene en alto. Enhiesta, como se dice en los discursos patrióticos escolares. Friso de la poesía, Árbol de la vida, Celebración de la inocencia tres libros plenos y más poemas publicados en revistas, suplementos, o páginas electrónicas. La poesía viva. Francisco vive por la poesía, de la poesía, en función de la poesía, como actitud vital y razón existencial de ser. Ser poeta en Francisco es el ser ante todo.

Toda la obra de Francisco de Asís Fernández está marcada por la sensualidad, aun cuando se refiere a la infancia y a la muerte.

Jorge Eduardo Arellano, su compañero de armas como “bandolero” granadino escribió un artículo: “CHICHÍ: Aristósofo del binomio cuerpo-alma”

“No he conocido a nadie, entre mis coetáneos, que haya recibido el hipocorístico más fiel a su personalidad, a su inocencia de niño: Chichí. Hipocorístico, o sea abreviación afectuosa de nombre propio, en este caso de Asís, derivado de la pronunciación infantil- que lo identifica no sólo entre sus numerosos amigos, sino también en un ámbito mayor, casi a nivel nacional. E incluso ha repercutido en el orbe cristiano y musulmán, proyectando uno de los vocablos más representativos de la lengua nicaragüense y su raíz nahua.

Pero el niño de hoy, vástago único de mi prima en segundo grado Rosita Arellano, era en los primeros años 60 -cuando compartimos la catapultante aventura de la rebeldía estética, bajo la dirección de su padre- el vivo ejemplo del artista adolescente. Entonces lo retraté como el poeta de los chico-bien y el chico-bien de los poetas, recitando en la radio y en el parque, dibujando desnudos y perfiles actuando en teatro y noticieros cinematográficos, zapateando mejor que un andaluz en las fiestas de la diz que aristocracia, planeando comedias musicales, arreglando la biblioteca paterna, leyendo a Leon Bloy y a Stanislawsky, hablando de arte en las galerías y salones de Managua.

Todo es recuerdos y presencia de una vida intensa, con una poesía vital para el siglo XXI, manantial de agua clara, pero de escarpada

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montaña, porque para beber de su luz es necesario estar atentos. La poesía de Francisco es de constantes referencias intelectuales: paso a paso, letra a letra. Para leerlo es necesario tener el ojo limpio y la mente amplia para atrapar cada partícula de su pensamiento. Se pasea desde la palma infinita de las rutas astrales, hasta las aventuras del deseo irracional del regreso a Ítaca. De la Galaxia a la mitología, desde los amores profundos a las angustias existenciales, desde las calles de Granada a las calles del mundo. Todo es uno. Todo es un constante escudriñar de los motivos de las voces interiores. El verso exacto construido a punto de átomos: la luz de la poesía. Bienvenido a la Academia Nicaragüense de la Lengua, Francisco de Asís. Bienvenido con tu Elogio de la Poesía, que es el canto constante de nuestras raíces y de nuestro intelecto. En nosotros: los hombres y mujeres de la generación de los sesenta que ahora construimos el siglo XXI y no paramos de crecer.

Elogio de la Poesía

Por Francisco de Asís Fernández

En la memoria del extraordinario poeta y y artista Enrique Fernández Morales.

La palabra es de la boca a la libertad. Por eso los que trabajan con la palabra trabajan la Libertad, los que trabajan con la palabra hacen criaturas verbales que tienen vida eterna. Por eso los que trabajan con la palabra son prisioneros de una Pasión en su Vida que solo busca la libertad. Viven con libertad bajo palabra y para cumplir con la palabra sometida a la libertad. Y su mundo esta hecho de palabras.

El mundo de la palabra es el más sólido de los mundos. Todo el Universo mundo depende de las palabras. Esta Babel que compartimos tiene sus cimientos en la palabra. Y los conceptos corresponden a las palabras y adquieren sus significados por las palabras. La Historia del Hombre es la Historia de la palabra. La Historia de la Libertad es la Historia de la palabra. La Historia del origen de las especies, la Historia de las guerras, la Historia de la comprensión y de la incomprensión, la Historia del amor y del desamor, la Historia del Firmamento y del Romance de la Vía Láctea se hizo con palabras y con el sistema del lenguaje, con el Sistema

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Universal de las palabras.

Y también La Poesía esta hecha con palabras, y la Historia del hombre en la vida terrestre está hecha con palabras.

Los poetas queremos transformar el mundo y cambiar la vida, y solo dormimos en nidos de papel y en ellos separamos y mezclamos la virtud y la perversión del ser humano, lo racional y lo irracional, lo intuitivo y lo intelectual, lo espiritual y lo corporal, lo Apolíneo y lo Dionisiaco, el lenguaje y lo que queremos expresar, las pesadillas y los sueños, la plenitud y la abstinencia, las ficciones y el borrador de vida que vivimos, las obsesiones y el drama, el algo y la nada, las coincidencias y el destino, el humor y la lástima, lo insólito y el vacío y la mudez, dos seres idénticos contemplándose: uno que viene de la fantasía de la literatura y el otro que viene de la realidad, lo obvio y lo enigmático, la imagen y el contenido, ideas, sueños y pensamientos, la perversión y la perversidad, los modelos de vida que construimos en la niñez y los estropicios del alma, la paz de un solo salvaje y el gran teatro del mundo.

Por ese prodigio de la imaginación que desde niño vi en la poesía, nunca tuve otros héroes en mi vida más que los poetas. Y a mis héroes me los encontraba en mi casa todos los días. A Rubén Darío, a Salomón de la Selva, a Azarías Pallais, a Carlos Bravo, a Joaquín Pasos a Pablo Antonio Cuadra, a José Coronel, a Luis Alberto Cabrales, a Francisco Pérez Estrada, a mi padre el poeta Enrique Fernández, a Carlos Martínez Rivas, a Ernesto Mejía Sánchez, a Ernesto Cardenal, a Fernando Silva, me los encontraba todos los días en mi vida, así como los hombres primitivos hablaban y caminaban entre sus héroes y sus Dioses. Y una vez que fui con mi Colegio a una excursión a Ciudad Darío, mi padre me pidió que le trajera un puñado de tierra original del Patio de la casa donde nació Rubén Darío para ponerla Santificada en una urna encima de un altar junto a una bandera de Nicaragua y una fotografía de nuestro más grande héroe de la palabra, de nuestro más grande héroe del verso, de nuestro más grande héroe de la poesía que estaba entronizado en mi casa y vivía con nosotros

Mis héroes eran los poetas y el lenguaje de la pintura era el ángel tutelar de la poesía.

Mis héroes no tenían necesidad de salir en las películas pero estaban llenos de fantasías y entraron y salieron en la pantalla de mi vida desde siempre y para siempre. Mis héroes viven su propia vida y en sus obras dejan de ser sus sombras, le temen más a la muerte que a la vida, porque saben que el amor es más fuerte que la muerte. Son magos que producen conejos y cometas. Para los poetas las Islas de Granada parecen animales verdes reposando. Para los poetas la vida eterna es la soledad y la contemplación

Los Poetas viven con el Corazón, los sueños y las pesadillas: Con esas

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sucias bestezuelas que maltratan a los hombres.

Son como los niños que hablan con sus juguetes y como los juguetes que se encariñan con sus dueños. La belleza de las palabras es lo primero que descubre el hombre y el poeta encuentra cómo transformarlas hasta que pide misericordia, porque la vida, entonces, empieza a girar como si fuera un error sobre su propio eje donde termina y empieza la verdad de la mentira. Toda la verdad del mundo esta hecha con palabras. Las Historias de la verdad y de la mentira están hechas con palabras y los arqueólogos de las palabras hacen calas en el lenguaje para saber como vivían y pensaban en todos los pasados el hombre y la mujer cuando se decían la verdad y cuando se decían la mentira.

Yo no tuve el trabajo de inventar a mis héroes. Mis Héroes ya vienen en la historia sagrada y pagana de la literatura nacional y no tuve que inventar a los héroes de mis héroes, que después fueron también los míos, porque esos héroes ya vienen en la Historia de la Literatura Universal.

La Historia Universal esta poblada de Héroes de la literatura, de Héroes literarios capaces de todo lo imaginable; han poblado al mundo y le han dado personalidad y carácter a las geografías nacionales y a las Historias nacionales de Europa, Asia, África, América y Oceanía

Los grandes amantes y las grandes amantes, los grandes traidores y las grandes traidoras, las sabandijas de la Historia, la abnegación y las perversidades vienen en el relato oral que sobrevivió al paraíso terrenal, y que fue salvado por los más fuertes en el proceso natural de selección de las especies y rescatado del Diluvio Universal y distribuido en el mundo después de la Babel de los sueños del hombre de alcanzar el cielo y la perfección. El relato oral vive ahora impreso en el nido de papel en donde duermen y sueñan los poetas. Porque hay que reconocer, también, que los poetas dormimos en un nido de papel porque somos los seres mas desamparados, más desprotegidos del orbe cristiano, musulmán, ateo y chiíta. Somos los eternos damnificados de los terremotos y tempestades que provocan las pasiones de la realidad y las ficciones.

En la infinita diversidad del mundo de la naturaleza, en donde Dios nunca hizo dos seres idénticos, Dios hizo al poeta, Torre de Dios, Pararrayos Celeste, sensitivo y viviente y lo hizo con votos de pobreza e indefensión, al margen del poder, y lo hizo como el gran antihéroe de la sociedad. Mis Héroes son los antihéroes para los hombres del poder y de los Bancos, salvo honrosas excepciones entre la gente del poder y de los Bancos. Mis Héroes, que hacen la poesía, que es el producto que tiene la mejor calidad entre los productos exportables de Nicaragua, son vistos siempre como unos marginales y como unos antihéroes dentro de la tragedia inenarrable de la Historia de Nicaragua. Los Responsables de la tragedia, quienes han desbaratado y, malversado el

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país hasta llevarlo a la bancarrota moral y económica hacen de lado siempre al poeta para no darse cuenta de lo humano de su pensamiento, para no darse cuenta de la calidad de solidaridad humana que necesita un ser humano para vivir, del horizonte de sus reflexiones, de las injusticias que se cometen con el acaparamiento irracional de la riqueza. El poeta para vivir necesita la justicia social, y la justa distribución de la riqueza, necesita inversión en la educación, en la salud, en la vivienda, en la cultura, en la Democracia.

Pero Dios hizo al poeta como un perdedor exquisito. Y al político y al banquero como dos ganadores empedernidos. Al perdedor le dio la palabra, a los ganadores los números. En los informes financieros los números están en negro y las palabras aparecen en rojo, se enturbian o desaparecen. Pero la verdad la decía José Coronel Urtecho cuando hablaba de que la poesía nicaragüense es el único producto que hacemos los nicaragüenses verdaderamente competitivo en el exterior, que la poesía es nuestro producto de mejor calidad. La verdad es que las letras nicaragüenses están en negro y los números nicaragüenses en rojo.

Los nicaragüenses, ciertamente, nos merecemos la poesía. Yo confío en cuerpo y alma en la poesía y confío en el cuerpo y en el alma de la poesía. Confío en el mundo interior y en el mundo exterior de la poesía.

Confío en lo que la Poesía le revela al ser humano y confío en lo que contiene la Poesía que hace que el hombre se rebele. Confío en la Rebeldía de la Poesía, así como confío en la vida.

A mi me enseño mi padre que la verdadera fortaleza espiritual de la palabra se da en la poesía y que la fortaleza espiritual de la poesía

edime al hombre. A mi me enseño mi padre que la poesía esta en todas partes y que la gratuidad de la poesía es una bendición en los ojos del poeta que todo lo ve con los ojos de la poesía, y que no hay temas ajenos a la poesía. Mi padre hizo más mi alma que mi cuerpo y me hizo poeta. A mí mi padre me enseño que los poetas no estuvieron en la construcción de Babel, que los poetas no están en la traición, ni en el robo ni en el crimen, que la naturaleza de la poesía esta en el reino espiritual porque la poesía eleva al hombre a la categoría de Torre de Dios y Pararrayos Celeste. La poesía le da al hombre una nueva especie de jardín donde florecen la inocencia y la libertad para que el poeta habite el mundo con pasión y apetito insaciable.

La palabra es de la letra a la libertad. La palabra es de la imprenta a la libertad y el conocimiento de la letra y de la palabra han hecho libres al hombre y a la mujer. Yo creo en la palabra y creo en la libertad. Creo en la democracia. Creo que la poesía enaltece al ser humano, y le da el sentido de la belleza al mundo. Creo que con la poesía el hombre deja el testimonio de su vida y de su tiempo con la hondura humana de su alma. También pasa que el poeta altera la realidad y vive una realidad

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alterada y vive lo que no viven los demás. Pasa que siempre encuentra la piedra bruta del dolor y para cantar su miseria baja, como el minero, a la profundidad de su espíritu para encontrar la palabra que relata su tragedia.

La palabra es de la letra a la Libertad y cada poeta logra su propio lenguaje y su propio mundo y llega a la poesía, cada vez, a través de una experiencia única, individual, irrepetible, intransferible y solo consolado por la lluvia. Para encontrar mi propio lenguaje busqué la idea y el sonido y la química de las palabras, y la encontré en la alquimia de la carne y el espíritu, en la alquimia de la gratuidad de la poesía que rechaza que la poesía sea un instrumento. Encontré que la poesía debe ser producto del matrimonio entre la sensibilidad, la imaginación y la cultura, encontré que la poesía es la voluptuosidad de los sentidos en el reconocimiento de la pureza y de la impureza, que la poesía, como el amor, es el banquete de los sentidos, que la poesía logra la magia de la transformación de los pecados capitales en virtudes teologales, encontré que la armonía entre la lírica del espíritu y las bajezas del alma comunica a los sueños con la razón, que en el universo de la poesía viven Ángeles y demonios y que todos ellos deben expresarse, que el lenguaje de la poesía debe contener la riqueza y la complejidad del cielo y del infierno, que el don de la vida en la poesía se da por el don de la palabra, que en la poesía los sueños son mensajes secretos entre el alma y la razón, que la sensualidad de la palabra es para el poeta, lo que el cuerpo del amante es para la amante, que el lenguaje de la poesía debe tener la agresividad y la armonía de la naturaleza, que en la poesía el dolor del alma siempre es una criatura verbal del orgullo de la razón.

Este es mi ELOGIO DE LA POESÍA, este es mi ELOGIO DE LA POESÍA NICARAGÜENSE., este es mi Elogio a las enseñanzas de mi padre.

Para terminar quiero tener el privilegio de leerles uno de mis últimos poemas, en donde cuento, o más bien descubro en mi mismo, lo que la poesía me ha hecho vivir y lo que la poesía me ha negado:

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Francisco de Asís Fernández o la eterna celebración de la poesía El alma del Festival Internacional de Poesía de Granada, es también el alma de un poeta de larga trayectoria

Por Erick Aguirre | [email protected]

A Francisco de Asís Fernández (1945), presidente del Festival Internacional de Poesía de Granada, puede vérsele ahora como un hombre emprendedor, capaz de movilizar a una legión de poetas hacia uno de los destinos turísticos más bellos de Nicaragua. Suya es la empresa cultural que constituye este Festival, del cual es alma y nervio junto a su esposa, la también poeta Gloria Gabuardi. Desde que trabajó en televisión y publicidad en los años sesenta y setenta, y ya residiendo en el extranjero, cuando se involucró activamente en los movimientos de apoyo internacional a la revolución sandinista, había en él una veta visible de promotor cultural, que ahora es más que obvia en el papel que juega en este masivo evento poético que llega a su quinta edición anual.

Pero su nombre está ligado no sólo a una larga tradición de promoción del arte y la poesía en Nicaragua, heredada de su padre, el poeta y teatrista Enrique Fernández Morales, sino también al ejercicio directo y a la profesión pasional de la poesía. Sus inicios como poeta, que se remontan a los albores de la década sesenta del siglo veinte, lo revelaron como un poeta de impetuosa e inocente rebeldía juvenil, que si bien fue vista como un tanto frívola, también fue saludada por la crítica, incluso por uno de los escritores más cáusticos y agudos de su propia generación, como lo fue Beltrán Morales. Esa primera poesía suya, contenida sobre todo en sus libros primerizos, “En el cambio de estaciones” (1962) y “A principio de cuentas” (1968), era una especie de celebración de la juventud, y destilaba cierta despreocupación o desfachatez ante las gravedades de la vida. Por eso era, como bien lo apunta la crítica de la época, tan fresca y hasta cierto punto inocente. “Es un poeta básicamente conversacional que, con objetividad fotográfica, narra su adolescencia”, apunta Morales en una reseña crítica de 1973, para luego agregar que, pese a ser y parecer poemas frívolos de adolescencia, tienen la virtud de estar decorosamente escritos, y que especialmente su poema “Ars poética de los viejos nicaragüenses”, incluido en su primer libro, refleja “un intento lúcido de juzgar –poética y políticamente- a los que nos han precedido en el oficio de pensar y escribir”.

Francisco de Asis Fernández.

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Con todo, Morales apreciaba en su mejor dimensión las “sanas y permanentes” influencias --en esa poesía inicial de Fernández-- de los poetas Carlos Martínez Rivas, Ernesto Cardenal y Ernesto Mejía Sánchez. En el primero por la notable adjetivación reiterativa de algunos versos (“la fermentada frágil carroña de la hiena”); en el segundo por los giros coloquiales o conversacionales y la temática amorosa-juvenil que recuerda los “Epigramas” del poeta trapense; y en el tercero por la impecabilidad en la factura del poema en prosa titulado “Nota de vida”, que según Morales bien pudo firmarlo el autor de “La impureza”. Se recuerdan mucho algunos poemas de esos libros juveniles de Fernández, como “Biografía de Honey” y “Mi primo Chale”, así como otros que hablan de chicas bellas y enamoramientos juveniles; encuentros y desencuentros felices, paseos en motocicleta por Granada, juegos de boliche y de béisbol, conversaciones alegres con las muchachas “sobre el twist, el rock and roll, el amor y la próxima fiesta”. Pero luego la poesía de Fernández empezó a asumir cierta gravedad política; sobre todo en “La sangre constante” (1974), “Pasión de la memoria” (1986) y en el post-revolucionario “Friso” (1997). Muy probablemente las circunstancias de la lucha contra la dictadura de los Somoza y el advenimiento de la revolución sandinista afectaron todo y a todos, incluido por supuesto al poeta Fernández, quien se dispuso a ofrendar con buen ánimo sus dones líricos a las causa política, en un esfuerzo que ahora probablemente considere inocuo. Fueron probablemente las mismas razones por las que emprendió el trabajo (literariamente generoso, por cierto, y raro entre nosotros) de compilar una “Antología de la poesía política nicaragüense”, que tuvo dos ediciones, una en México, en 1978, y otra en Managua, en 1986; esta última con un tiraje de tres mil ejemplares que fueron ampliamente distribuidos en Nicaragua. Se ha subrayado ya que las palabras “celebración” e “inocencia” tienen especial connotación en la elipsis del trabajo poético de Fernández a través del tiempo, pero de sus últimos libros se derivan también otras ideas o sentidos un poco más graves, o diríamos existenciales. Algo que denota la profunda reflexión que, en determinado momento, este autor ha realizado respecto a su propia obra, sin menoscabo del tono fresco y siempre celebrativo que le imprime a sus poemas. En su vida, Francisco de Asís “Chichí” Fernández, de alguna manera ha sido eso que algunos llaman “hombre de mundo”, y eso lo ha llevado a conocer a autores y artistas reconocidos en el mundo; una virtud diplomática que hoy se ve notablemente ampliada con la realización anual del Festival de Poesía de Granada. Esa misma mundanidad quizás lo haya hecho recurrir en cierta tradición de acompañar sus volúmenes poéticos con la obra de pintores muy reconocidos como el mexicano José Luis Cuevas, el nicaragüense Orlando Sobalvarro o el también escritor cubano Fayad Jamís, quien ilustró uno de sus primeros libros de poesía.

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En el libro “Celebración de la inocencia” (2001) reunió toda su obra poética escrita y publicada hasta finalizado el siglo veinte. Si lo hizo porque consideraba que en ese punto estaba llegando a una especie de “parteaguas” en su poesía o por la significación de la fecha (final del siglo), o por ambas cosas, es algo que “Chichí” nos explicará con mayor amplitud en una entrevista que publicaremos próximamente en este suplemento.

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Francisco de Asís Fernández / biografía Francisco de Asís Fernández Arellano. 3 de mayo de 1945 en Granada,

Nicaragua. Ha realizado estudios de teatro en la Universidad Central de Madrid y en el Teatro de Madrid, (TEM), España, (1964-1967) y Cursos de Literatura y Teatro en San Juan de Puerto Rico. Vida laboral del poeta: Director de T.V. Producciones A.S.T.R.A (Programas de Televisión realizados en el canal 2 de televisión de Nicaragua), 1967-1968; Co Fundador del Grupo Praxis (Segunda Época) Grupo de Intelectuales y artistas plásticos, 1979-1973; Profesor de la Universidad Nacional Autónoma de

Nicaragua, 1973-1974; Ejecutivo de Publicidad y Promociones. (PUBLISA), Managua, Nicaragua. 1973-1974; Co- Director del programa de televisión Nos Importa El Futuro. (Programa de entrevistas y debates políticos, canal 2 de T.V), 1971-1972; Funda en México el 1er Comité de Solidaridad con la lucha del Pueblo de Nicaragua contra la dictadura de Somoza. Integran Ese Comité principales intelectuales mexicanos, entre ellos: Carlos Pellicer, Efraín Huerta, Telma Nava, Jaime Labastida, Juan Bañuelos, Oscar Oliva, Heraclio Zepeda, Sergio Mondragón, Adalberto Santana, Juan de la Cabada, Andrés García Salgado, José Eduardo Steinlesguer, 1974; Representa a Nicaragua en el Comité de Solidaridad Latinoamericana integrado por los más prestigiados intelectuales y políticos de América Latina residentes en México:

Rodolfo Puiggros (Argentina), Francisco Juliao (Brasil), Mario Guzmán Galarza (Bolivia), Gabriel García Márquez (Colombia), Pedro Vuskovic (Chile), Agustín Cueva (Ecuador), Mario Salazar Valiente (El Salvador), José Luis Balcárcel (Guatemala), Gerard Pierre – Charles – Haití Pablo González Casanova (México), Francisco de Asís Fernández (Nicaragua), Jorge Turner (Panamá), Genaro Carnero Checa (Perú), José Luis González (Puerto Rico) Carlos Quijano (Uruguay), 1975; Profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México, México, D.F., 1975; Coordinador de Publicaciones de Cuadernos Punto de Partida. Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, México, D.F.; 1975-1976; Director del Departamento de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes. México. (Dirección de Promoción Nacional), 1976-1978; Coordinador de los Talleres Literarios y los Premios Nacionales de Literatura y Ensayo del Instituto Nacional de Bellas Artes y los Gobiernos Estatales de la República Mexicana, 1976-1978; Miembro de la Dirección Superior del Ministerio del Interior de la República de Nicaragua, 1979-1980; Presidente de la Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura, (ASTC) (Por elección directa), 1980- 1982; Director fundador del Instituto de Estudio del Sandinismo, (IES), 1980- 1982; Diseño y

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montaje del museo de las Fuerzas Armadas de Nicaragua, Managua, Nicaragua, 1980- 1982; 1982 – 1984 Presidente del Comité Nicaragüense de Solidaridad con los Pueblos, 1982-1984; Los Ministros de Turismo de Centroamérica y Panamá, lo nombran Secretario General de la Secretaria de Integración Turística Centroamericana. Organismo de Integración regional de Centroamérica y Panamá. Obtiene el apoyo de los Vice-Presidentes de Centroamérica y Panamá, y de sus Ministros de Relaciones Exteriores y de Economía para que el Turismo fuera incluido en el Plan Especial de Cooperación de la ONU para Centroamérica, y se realizan los estudios necesarios para la integración del Destino turístico Centroamericano. 1980- 1982; Funda y coordina el grupo político disidente del FSLN “Sandinistas por el Proyecto Nacional”, 1990; Asesor Cultural de la Presidencia de la República de Nicaragua, 1997; Director General de Capacitación, Patrimonio Turístico y Delegaciones Departamentales del Instituto Nicaraguense de Turismo1998-2000; De 2003 – A la fecha Director General de Capacitación y Patrimonio Turístico del Instituto Nicaragüense de Turismo. Conduce el Programa Turismo y Municipio, Ha representado a Nicaragua en numerosos foros y congresos internacionales, Presidente del Primer Festival Internacional de Poesía de Granada, 2005, en Homenaje al Poeta “Joaquín Pasos”; Presidente de la Junta Directiva del Festival Internacional de Poesía. Publicaciones: “A Principio de Cuentas”. Poesía. Editorial Finisterre, México, D.F. (Ilustraciones de José Luis Cuevas), 1968K; “La Sangre Constante”. Poesía. Ediciones del Centro Universitario de la UNAN. Managua, Nicaragua. (Ilustraciones de Rafael Rivera Rosas), 1974; “La Canción de Espacio”. Noveleta. Revista Encuentro. Universidad Centroamericana (UCA). Managua, Nicaragua.). “Introducción a la Armazón Teórica de la Guerra Popular Prolongada”. Ensayo. Editorial Pueblo. Nuevo, México, D.F, 1977; “En el cambio de Estaciones”. Poesía. Editorial UNAN, León, Nicaragua. (Ilustraciones de Fayad Jamis), 1962; “Pasión de la Memoria”. Poesía. Colección Letras Nicaragüenses. Editorial Nueva Nicaragua, Managua, Nicaragua, 1986; “Poesía Política Nicaragüense”. Antología. Selección y Prologo. Editorial Ministerio de Cultura de Nicaragua, 1986; “FSLN, Del Vanguardismo al Acuerdo Nacional”. Documentos, Artículos. Libro colectivo. Ediciones de la Fundación Friederich Ebert, 1994; “FRISO de la Poesía, El Amor y la Muerte”, - Poesía. Edición del Fondo Cultural del Banco Nicaragüense. (Ilustraciones de Orlando Sobalvarro), 1997; “Árbol de la Vida”, Poesía. Ediciones del Centro Nicaragüense de Escritores, Managua, Nicaragua. (Ilustraciones de José Luis Cuevas), 1998; “Celebración de la Inocencia”- Poesía Reunida- Editorial CIRA (Ilustraciones de José Luis Cuevas), 2001; “ESPEJO DEL ARTISTA” LIBRO DE POEMAS, EDICIONES DEL CENTRO NICARAGUENSE DE ESCRITORES. (Ilustraciones de Orlando Sobalvarro), 2005

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Muestrario de Poesía

30. El adivinador de hojas y otros poemas / Odysseas Elytis 31. Las ventajas de aprender y otros poemas / Kenneth Rexroth 32. Nunca de ti, ciudad y otros poemas / Czeslaw Milosz 33. El barco en llamas y otros poemas / Jaroslav Seifert 34. Uno escribe en el viento y otros poemas / Gonzalo Rojas 35. El animal que llora y otros poemas / Antonio Gamoneda 36. Los andamios del mundo y otros poemas / Ledo Ivo 37. Dominican Style y otros poemas / Alexis Gómez Rosa 38. Poesía francesa actual / Muestra de 40 autores 39. Número equivocado y otros poemas / Wislawa Szymborska 40. Desde la república de la conciencia y otros poemas / Seamus Heaney 41. La tierra giró para acercarnos y otros poemas / Eugenio Montejo 42. Secreto de familia y otros poemas / Blanca Varela 43. Tal vez no era pensar y otros poemas / Idea Vilariño 44. Bajo la alta luz inmerso y otros poemas / Mariano Brull 45. Las ocupaciones nocturnas / Jorge Enrique Adoum 46. La gruta de las palabras y otros poemas / Vladimir Holan 47. La vida nada más, la sola vida y otros poemas / Gastón Baquero 48. El futuro empezó ayer / Luis Cardoza y Aragón 49. Los errores necesarios y otros poemas / Joaquín Giannuzzi 50. Jardín de Piedra / Fernando Ruiz Granados 51. Hablar desde la inseguridad / Rafael Cadenas 52. El hombre acorralado y otros poemas / Luis Alfredo Torres 53. Territorios Extraños /José Acosta 54. Cuadernos de Voronezh / Osip Mandelstam 55. La traición de los sueños / Francisco de Asís Fernández

1. La eternidad y un día y otros poemas / Roberto Sosa 2. El verbo nos ampare y otros poemas / Hugo Lindo 3. Canto de guerra de las cosas y otros poemas / Joaquín Pasos 4. Habitante del milagro y otros poemas / Eduardo Carranza 5. Propiedad del recuerdo y otros poemas / Franklin Mieses Burgos 6. Poesía vertical (selección) / Roberto Juarroz 7. Para vivir mañana y otros poemas / Washington Delgado. 8. Haikus / Matsuo Basho 9. La última tarde en esta tierra y otros poemas / Mahmud Darwish 10. Elegía sin nombre y otros poemas / Emilio Ballagas 11. Carta del exiliado y otros poemas / Ezra Pound 12. Unidos por las manos y otros poemas / Carlos Drummond de Andrade 13. Oda a nadie y otros poemas / Hans Magnus Enzersberger 14. Entender el rugido del tigre / Aimé Césaire 15. Poesía árabe / Antología de 16 poetas árabes contemporáneos 16. Voy a nombrar las cosas y otros poemas / Eliseo Diego 17. Muero de sed ante la fuente y otros poemas / Tom Raworth 18. Estoy de pie en un sueño y otros poemas / Ana Istarú 19. Señal de identidad y otros poemas / Norberto James Rawlings 20. Puedo sentirla viniendo de lejos / Derek Walcott 21. Epístola a los poetas que vendrán / Manuel Scorza 22. Antología de Spoon River / Edgar Lee Masters 23. Beso para la Mujer de Lot y otros poemas / Carlos Martínez Rivas 24. Antología esencial / Joseph Brodsky 25. El hombre al margen y otros poemas / Heberto Padilla 26. Réquiem y otros poemas / Ana Ajmátova 27. La novia mecánica y otros poemas / Jerome Rothenberg 28. La lengua de las cosas y otros poemas / José Emilio Pacheco 29. La tierra baldía y otros poemas / T.S. Eliot

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Colección

Muestrario de Poesía

2010