La Tlaxcaltquidad: XIII Jornadas sobre la15 Conferencia magistral del Maestro Israel Cavazos Garza...

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La Tlaxcaltquidad: XIII Jornadas sobre la identidad del noreste

TLAXCALA

GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO DE TLAXCALA Lic. José Antonio Álvarez Lima

PRESIDENTA DEL DIF ESTATAL Verónica Rascón de Álvarez Lima

SECRETARÍA DE FINANZAS C. P. Vicente Mercado Zúñiga

CONSEJO EDITORIAL

Bernardo Lima Glafira Magaña Perales

Emilio Pérez Cruz Cecilia Rascón Córdova Hilda Rodríguez Peña

Ignacio Tapia Echevarri

DISEÑO DE PORTADA: Lic. Thelma Idalia Flores Cortés

DISEÑO DE INTERIORES: Ing. Leoncio Herrera Calvillo

CAPTURA Y FORMATACIÓN

Dirección de Informática de la Secretaría General de Gobierno del Estado de Nuevo León

FOTOGRAFÍA: Alvaro Ríos

RESPONSABLES DEL CUIDADO DE LA EDICIÓN: Monseñor Pedro Gómez Danés Lic. Carlos Jesús Gómez Flores

Lic. Elsa González

Impreso en México/Printed in México ISBN: 968-6751-81-5 © 1998,

Derechos Reservados, Gobierno del Estado de Tlaxcala. Autores.

Nota: El libro cuenta con aparentes faltas ortográficas que se escribieron con el completo conocimiento de ellas.

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Presentación por parte de Monseñor Pedro Gómez Danés. A través de la Historia, consciente o inconscientemente, nuestros antepasados, al celebrar el presente han vuelto los ojos al ayer tratando de recrear los orígenes. Ha más de cincuenta años, recuerdo, siendo niño participaba con otros compañeros de aquello, donde, hombres a caballo, corazas, alabardas, personas y compañeros disfrazados de indios, carretas, banderas y estandartes, en medio del pueblo que hacía vaha, desfilábamos con alegría y a pleno sol regiomontano, celebrando los trescientos cincuenta años de la fundación realizada por don Diego. Pasaron los años y el aspecto cultural no se mostraba en grandes fuegos, sin que por ello, aquí y allá, se hicieran notorias las pequeñas lumbritas que mantenían el calor. Poco a poco los ánimos fueron agrupándose hasta, que en un momento dado surgió el Consejo Cultural de Nuevo León, A. C. El surgimiento de dicho Consejo fue apoyado, aparte de Gobierno, Municipios e Instituciones Educativas, tanto por Arte, A. C, como por Fundaciones culturales surgidas de pujantes empresas regiomontanas, pero me atrevo a decir que dicho Consejo plenamente surgió cuando sus dirigentes, introduciéndose en el meollo de la cultura, tras programar y llevar a cabo la PRIMERA JORNADA SOBRE LA IDENTIDAD DE LA CULTURA NORESTENSE, se abocaron, como tarea, el ir descubriendo el rostro cultural norestense en nuevas jornadas por realizar que, en cada una, mediante el cincel de la investigación y exposición, fueran mostrando nuestra propia identidad regional. Quince años de bregar, casi contra corriente, ahondando el propio rostro y, ayudando a descubrirlo en esa humanidad norestense que todos conformamos y, hay que decirlo, sólo con dos publicaciones de lo realizado que estuviesen al alcance de nuestro pueblo y, especialmente, de los jóvenes que inician sus estudios humanísticos. Es verdad que, desde los inicios, la realidad indígena estaba presente. Entre otras personas, la figura relevante de don Felipe de Jesús García Campuzano avivaba el considerar este factor preponderante, que ya antes de que hubiese "noreste" estaba presente y que, cuando surgiera el Nuevo Reyno de León, no sólo fue fundamental su presencia, sino que, sin quedar sus nombres propios escritos y siendo en mucho sus personas denigradas, hicieron factibe el nacimiento de esta realidad. Ya por 1993 se indagaban las raíces. Fue el momento de, no sin cierta sorpresa general, encontrar otra raíz olvidada, los negros, que más como esclavos que como libres, también con su actividad fueron fortaleciendo nuestro fundamentar y, sin embargo, algo muy importante faltaba. Si hoy nos escuchamos, advertimos con facilidad que los diminutivos no sólo están presentes en nuestra lengua cotidiana, sino que son fundamentales en la expresión para mostrar el rostro de la identidad. Notamos que a los viejos, o al menos a las personas maduras, por tradición les anteponemos el "don", al mencionar su nombre. Notamos que el "por favor" y aún el "por favorcito" están presentes en toda interelación personal que conlleve acción del otro. Y, sobre todo, en ese gran misterio de las antiguas lenguas locales, que murieron con la cultura aborigen, está el interrogante de cómo fue posible que estos modos de comportamiento sean nuestros. Podríamos hablar, apoyados en las similitudes que por investigación hemos encontrado entre los pueblos locales y los mesoamericanos, decir que es posible que en las lenguas locales algo de esto haya estado presente, más, tenemos que advertir que la fuerza de este lenguaje hoy la encontramos fuera de lo local. Por lo mismo, la pregunta de cómo este lenguaje se nos hizo propio, parecía surgir y

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al mismo tiempo ocultarse cuando, al final de cada Jornada sobre la Identidad se reunía el Consejo a planear la siguiente. La realidad tlaxcalteca, en cuanto coadyuvante para la fundación de los Pueblos Misión, desde fines del XVII, todos la afirmaban. Pero la realidad tlaxcalteca como insigne raíz de nuestra propia identidad norestense, no en todos estaba ni al menos afirmada rotundamente. Hoy se muestran las notorias pruebas de esta raíz nuestra, que unida a la aborigen, a la hispana, a la negra, nos formaron y que portamos con todas aquellas que desde el siglo pasado se hicieron presentes, se fundieron en nuestra identidad, dándonos el rostro que con orgullo hoy portamos. Por primera vez, creo, la misma raíz se hace presente desde sus orígenes, cuando al inicio de estas Jornadas sobre la Identidad, el rostro tlaxcalteca se nos muestra en el aporte de palabras y hechos del investigador e insigne pintor don Desiderio Hernández Xochitiotzin, que desde la hermana Tlaxcala nos visita y hace presente su pueblo, parte de nuestra Historia. Con él, Monseñor don Rafael Montejano y Aguiñaga, el Maesro don Armando Fuentes Aguirre, don Octavio Herrera y don David Castañeda Román hacen presentes los hermanos Estados de San Luis Potosí, Coahuila, Tamaulipas y Zacatecas, donde esta raíz también conformó la Historia e Identidad. Con la presencia de ellos se hizo notoria la falta de Tejas, donde también la raíz tlaxcalteca fructificó. En nuestro Estado, aparte del actual Presidente y Coordinador de las Jornadas, que también es Cronista de Bustamante, el Lic. Carlos J. Gómez Flores, otros pueblos de gran calidad tlaxcalteca se hicieron presentes, con la insigne figura del Profesor e Historiador don Israel Cavazos Garza , tanto por Guadalupe como por el Estado en general; de un servidor, como Cronista Diocesano de Linares, en representación de las antiguas Misiones de Purificación, Concepción y las más antiguas de Santa María de los Angeles de Río Blanco, y la de "Gualagüisses" (hoy Gil de Leyva, la comunidad de Escobedo, Aramberri y Hualahuises). Así mismo, tanto señores Cronistas como jóvenes investigadores se hacen presentes para alegrar con sus trabajos estas Jornadas. Tenemos, en justicia que decir que, en mucho y no sin su colaboración sincera y ayuda, estas jornadas fueron posibles con la labor y presencia tanto del señor Licenciado don José Antonio Alvarez Lima, Gobernador de Tlaxcala, como de su distinguida esposa, doña Verónica Rascón de Alvarez, quienes no sólo dieron actividad y presencia a las Jornadas, sino que hicieron posible que hermanos tlaxcaltecas, con sus artesanías manuales y culinarias dieran realce al evento. Con ellos y junto a ellos, el apoyo dado por el señor Gobernador de Nuevo León, don Benjamín Clariond, dignamente representado por el Secretario de Gobierno, el Lic. Juan Francisco Rivera Bedoya. Los presentes escritos, son versión estenográfica de las conferencias dictadas. Siento cosquilieos de hablar de la Tlaxcaltequidad, es verdad, pero mejor debemos escuchar a los conferencistas, y digo esto, escuchar, ya que se ha tratado de conservar al máximo su peculiar forma expresiva. Ohalá que, dado este Décimo Tercer paso en las JORNADAS SOBRE LA IDENTIDAD DE LA CULTURA NORESTENSE, no sólo se pudiesen encontrar y exponer a futuro aquellos rasgos nuestros que aún aguardan ser mostrados, sino se llegara al momento de valorar tantos años de trabajo y, dar a luz la edición de una obra sintetizadora, misma que se pusiera al alcance de nuestro pueblo y, en especial de la juventud estudiosa, para que, como dijera "Catón", pusiéramos los pies en nuestro suelo y en la fuerza telúrica que nos hermana, mostráramos con alegría la dignidad de nuestra identidad al avanzar, en el presente, hacia el mañana.

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Gracias. Ciudad de Nuestra Señora de Monterrey, 1998 Pedro L. Gómez Danés.

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Programa General de Actividades de “La Tlaxcaltequidad” XIII Jornadas sobre la identidad de la Cultura Norestense

Miércoles 6 de agosto de 1997

(San Miguel de Bustamante, N.L.) 10:30 Reunión de invitados en el Centro Cultural Jorge Treviño. 11:00 Sesión Extraordinaria de Cabildo para entregar la Presea XICOTENCATL al Lic. José Alvarez Limas, Gobernador del estado de Tlaxcala, representado por la Lic. Verónica Rascón de Alvarez Lima, Presidenta del Voluntariado del Estado de Tlaxcala, al Lic. Cesáreo Teroba Lara, Presidente Municipal de la ciudad de Tlaxcala, al Mtro. Desiderio Hernández Xochitiotzin y a Don Cayetano Gómez, personaje popular de San Miguel de Bustamante.

• Palabras del Profr. Artemio Hernández, alcalde de Bustamante, N.L. • Palabras del Lic. Cesáreo Teroba, alcalde de la ciudad de Tlaxcala, Tlaxcala. • Mensaje de la Lic. Verónica Rascón de Alvarez Lima, Presidenta del Voluntariado del

Estado de Tlaxcala. 11:45

• Exposición de Acuarelas sobre San Miguel de Bustamante de la artista Cristina Flores de Enriquez. Inaugurada por la Lic. Verónica Rascón de Alvarez Lima, primera dama del Estado de Tlaxcala.

• Presentación de la Banda de Música del Gobierno del Estado de Nuevo León. 12:00 Inauguración del Archivo Histórico de San Miguel de Bustamante, N.L., "Maestro Desiderio Hernández Xochitiotzin". 12:30 Paseo por el Centro Histórico de San Miguel de Bustamante, N.L. 13:00 Comida en la Casa Grande. 14:30 Reunión de alcaldes de la región, y miembros del Patronato de las Grutas de Bustamante, para el proyecto: Circuito Eco-Turístico del Noreste de N.L. 15:30 Presentación de la Banda Musical TRI CITY CHIRISTIAN SCHOOL, de Kansas, Missouri, E.U.A. 16:00

• Develación de la escultura donada por la Presidencia Municipal de Tlaxcala e inauguración del Paseo Xicoténcatl.

• Palabras del maestro Desiderio Hernández Xochitiotzin. • Palabras del Lic. Cesáreo Teroba. • Caminata hacia la Plaza de Armas de la Villa.

17:00 Inicio de las procesiones populares en torno al Señor de Tlaxcala. Se partirá del Templo de San Miguel Arcángel. 20:00 Pirotécnica y celebración religiosa en el Templo de San Miguel.

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Jueves 7 de agosto de 1997 (Monterrey, N.L.) 20:00 Tianguis de artesanías tlaxcaltecas, a cargo de la Coordinación General de Artesanías del Estado de Tlaxcala. Explanada de los Héroes. 20:30 Muestra gastronómica tlaxcalteca. Explanada de los Héroes. 21:00 Presentación de grupos de danza autóctona del Estado de Tlaxcala y de San Miguel de Bustamante en la Explanada de los Héroes. Viernes 8 de agosto de 1997 08:30 Desayuno presidido por el Lic. José Alvarez Lima, Gobernador Constitucional del Estado de Tlaxcala, y el Lic. Juan Francisco Rivera Bedoya, Gobernador en funciones del Estado de Nuevo León con la presencia de miembros del Consejo Cultural de N.L., Historiadores y Cronistas. Patio de Tesorería, Palacio de Gobierno. 09:30 Rueda de prensa presidida por el Lic. José Alvarez y los directores de Turismo de los estados de Tlaxcala y Nuevo León, para promover sitios turísticos de Tlaxcala. 10:00 Apertura de las XIII Jornadas sobre la Identidad de la Cultura Norestense en el Museo Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L., con la presencia del Gobernador del Estado de Tlaxcala, Lic. José Antonio Alvarez Lima.

• Palabras del Lic. Carlos Jesús Gómez Flores, Presidente del C.C.N.L. • Mensaje y declaratoria inaugural del Lic. José A. Alvarez Lima.

10:15 Conferencia magistral del Maestro Desiderio Hernández Xochitiotzin. "La emigración de los tlaxcaltecas, simiente primigenia de la colonización de Aridamérica". 10:45 Conferencia magistral del Maestro Armando Fuentes Aguirre "Catón", sobre la Tlaxcaltequización en Coahuila. 11:15 Conferencia magistral del Maestro Israel Cavazos Garza sobre la presencia tlaxcalteca en el Nuevo Reino de León. 11:45 Ponencia sobre los tlaxcaltecas en Saltillo por el Maestro Carlos Valdéz Dávila, director del Archivo Histórico de Saltillo, Coahuila. 12:15 La tlaxcaltequización en la región sur de Nuevo León. Ponencia presentada por Monseñor Pedro Gómez Danés 12:45 Ponencia sobre la tlaxcaltequización en San Luis Potosí Por Monseñor Rafael Montejano y Aguiñaga. 13:15 Ponencia sobre Rasgos Culturales de los Tlaxcaltecas por parte Del Dr. Tomás Martínez Saldaña. 13:45 Sesión de preguntas y respuestas 14:15 Muestra Gastronómica Tlaxcalteca.

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RECESO 15:00 Las Tribus Nómadas en el Noreste de México y la Huella Tlaxcalteca, por parte del Maestro José Resendez Balderas. 15:15 La tlaxcaltequización en Zacatecas. Caso de Pinos, Zacatecas. Por David Castañeda Román. 15:30 Los Tlaxcaltecas en el Poblamiento del Norte de México. Por el maestro Inocencio Noyola. 15:45 Huellas Tlaxcaltecas en el Norte Por el Maestro Rolando Guerra. 16:00 La Tlaxcaltequización en Tamaulipas Por el historiador Octavio Herrera. 16:15 La Herencia Tlaxcalteca. Realidad y Mitos Por parte de Raúl García Flores. 16:30 La tlaxcaltequización en la Región Citrícola de N.L. Por parte de Agustín Carvajal 16:45 Los Tlaxcaltecas en Hualahuises Por Napoleón Nevarez Pequeño 17:00 Los Tlaxcaltecas en Guadalupe por el Profr. Francisco Arredondo Cano 17:15 Los Tlaxcaltecas en la Misión de Nuestra Señora de Dolores Por el Profr. Jesús Iruegas 17:30 Los Tlaxcaltecas en San Miguel de Aguayo de la Nueva Tlaxcala Por Carlos Jesús Gómez Flores. 17:45 Relatoria Final de las XIII Jornadas sobre la Identidad de la Cultura Norestense a cargo del Maestro José Antonio Olvera, Presidente de la Asociación de Historiadores del Noreste. 18:00 Clausura de las XIII Jornadas sobre la Identidad de la Cultura Norestense, por parte del Lic. José Alvarez Limas, Gobernador Constitucional del Estado de Tlaxcala.

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Intervención de la Licenciada Verónica Rascón de Álvarez Lima, Presidenta del Voluntariado del Estado de Tlaxcala, durante la Sesión

Extraordinaria de Cabildo para entregar la presea "Xicoténcatl".

San Miguel de Bustamante, N.L. Miércoles 6 de agosto de 1997.

Igual que Don Cesáreo Teroba me siento aquí como en mi casa, vengo representando a mi esposo el gobernador José Antonio Álvarez Lima, quien hace unos momentos, me llamó nuevamente para decirme que les comunicara a los miembros del Ayuntamiento, a don Artemio, a su esposa, a todas las personas que nos acompañan a esta ceremonia este día, al joven historiador don Carlos Gómez Flores, y a usted señor Rangel Guerra. Que para él, el no haber podido estar aquí esta mañana es una de las ofuscaciones más grandes que ha tenido, porque soñaba con este momento desde que fue notificado por don Cesáreo de la invitación, así como por el presidente municipal y, por el joven Carlos Gómez que hace un mes le reiteró la invitación y porque él sabe perfectamente bien que muchas comunidades en el norte de México, en Centroamérica, e inclusive en Asia, se fundaron gracias a este grupo de valientes familias tlaxcaltecas que, dejando sus territorios, se venían con toda certeza a coadyuvar en el establecimiento de las fundaciones de las colonias que después llegarían a ser grandes ciudades. Este esfuerzo, este valor surgía de la certeza de que lo que ellos habían ido adquiriendo como bienes tecnológicos para la producción, como bienes culturales, pero sobre todo con la llegada de los franciscanos, como bienes del espíritu, eran bienes que debían ser difundidos en el mundo nuevo. Entonces esa gesta tlaxcalteca se puede considerar una de las más importantes de la historia de México, y desafortunadamente una de las menos conocidas. El hecho de que aquí en Bustamante en manos de ustedes, señores miembros del Ayuntamiento, señoras, esté tan vivo este conocimiento, esté tan celebrado, se tenga tan fresca la memoria, significa que México tiene una fuerza increíble en sus raíces y que son precisamente ellas las que nos van a permitir sobrevivir en este nuevo milenio, gracias a esta fortaleza de sus habitantes, esta memoria histórica que siempre estamos recobrando, que no hemos permitido que el olvido acabe con ella y que ahora vemos que ustedes están distinguiendo a nuestro tlaxcalteca número uno en el área de la cultura y de la sociedad civil, que es el maestro Desiderio, y cuyo nombre honrará a la biblioteca y al Archivo Histórico, nos sentimos muy contentos, nos sentimos felices. Les agradecemos de verdad que al Santo Señor de Tlaxcala lo tengan como el personaje espiritual más importante, que no lo hayan olvidado. Todo esto para nosotros nos hace sentirnos sus hermanos de verdad, a mí que vengo en representación de mi esposo. Espero que también van a ser de las cosas memorables que algún día pueda juntamente con los grandes cronistas de Tlaxcala, dejar en alguna parte para la memoria de las nuevas generaciones, pero sobre todo, que esta presencia que ahora estamos teniendo con gente de la cultura de Tlaxcala, active de una manera real y nos hablen nuestras comunicaciones. Están todos ustedes invitados a visitar Tlaxcala, a reencontrarse con su pasado, les va a gustar mucho, se van a sentir muy orgullosos porque gracias a Dios, Tlaxcala sigue siendo una sociedad igual que la de ustedes, compuesta por gente muy trabajadora, muy noble, digna, que ha conservado

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sus tradiciones; que no ha permitido nunca que la injuria, el tiempo, las malas interpretaciones posteriores acaben con su noble historia; y eso es lo que queremos compartir con ustedes que forman parte de esta maravillosa comunidad. Alguien me decía que era una comunidad muy pobre, pues no sé, yo creo que es una comunidad muy rica, lo vemos por su arquitectura, por su pueblo, por la belleza, por la idea de cómo han conservado todos sus huertas, esas maravillosas nogaleras que vimos a la entrada. Esto habla de un pueblo muy civilizado, muy digno, muy rico, que a lo mejor objetiviza la riqueza no en el dinero, no en el aire acondicionado, en los coches, pero sí en un habitat como éste, lleno de verdores, lleno de casas cómodas, con este noble material que es el adobe y el ladrillo, hoy en día en el mundo es lo que verdaderamente se está reconociendo como lo más valioso de México. La agricultura, la arquitectura, el arte se difunde aquí como en Tlaxcala. Decía don Cesáreo, que este auditorio, es como son todos los auditorios en Tlaxcala. Así se toman las decisiones, democráticamente y por eso es que hemos avanzado. La gente se pregunta ¿por qué todo mundo habla de Tlaxcala? Porque se ha reconocido ese esfuerzo tesonero del pueblo que ha ido poco a poco, a pesar de todo, acumulando eficacia, acumulando nobleza, acumulando esfuerzo, empezó a dar estos frutos tan ricos que queremos también compartir con ustedes. Todos son muy bienvenidos en Tlaxcala en el momento que lo deseen, estamos a sus órdenes personalmente los aquí presentes. Gracias al Licenciado Rangel, al Gobernador, por favor nuestro agradecimiento; gracias a la Señorita Nuevo León y a todo el público hoy por su presencia aquí. Gracias.

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Intervención del Maestro Desiderio Hernández Xochitiotzin, durante la develación de la placa del Archivo Histórico Municipal que lleva su

nombre.

San Miguel de Bustamante, N.L. Miércoles 6 de agosto de 1997.

Voy a tratar de estar sobrio, es muy difícil pero sí es posible la Tlaxcaltequidad ya que ahora suena y resuena más allá de Tlaxcala, cuando fuimos forjando poco a poco esta palabra Tlaxcaltequidad un poco atrevida y, no admitida porque se pensaba en la mexicanidad nada más. No se entendía hasta hace algunos años que esto tomó una resonancia definitiva, una anécdota le da mayor claridad, nos encontrábamos en la ciudad de México con ese movimiento católico para que los tres niños mártires tlaxcaltecas fueran elevados a los altares, y la prensa dijo de uno de estos elementos atrevidos, por qué niños tlaxcaltecas y no niños mexicanos, y el señor Secretario General de la Mitra dijo: Porque ya existía Tlaxcala cuando aún no existía México, por eso son los Niños Mártires Tlaxcaltecas, fue entonces cuando empecé a insistir en que la historia de México tiene hondas raíces en la cultura y en la historia de Tlaxcal, la tlaxcaltequidad empezó a tener mayor conciencia de ser allá en Tlaxcala, poco a poco y sin ninguna mala interpretación, viajamos por muchos pueblos buscando las raíces; confirmando lo que los historiadores habían escrito; para tener la certeza de lo que yo iba a pintar en el mural que se llama "El siglo de oro" Tlaxcalteca, se justificaba. En algunos lugares no pude llegar físicamente, pero en mis cartas sí. Es el caso de aquí de Bustamante, pero puedo decir con toda certeza de que esta población era una entidad que, si no tenía el cien por ciento de etnia, cultura y superviviencia de los tlaxcaltecas, sí era una entidad conocida en esas regiones como pueblo de Tecos, es decir, de tlaxcaltecos. El escudo de armas me atrevo a decir, el antiguo sin los agregados, con todo respeto político, lo registré en mis murales porque la historia debe ser apolítica. Pueblos como estos que fundaron tlaxcaltecas, después se consideraron colonias ya con el nacimiento de lo liberal. Desde esas épocas sentí cariño y curiosidad física por estar acá, se cumplió el Tercer Centenario, el gobierno del estado alquiló o consiguió un avión para que viniéramos a esa fiesta con el gobernador don Tu lio Hernández Gómez; pero un avión más chico y lógicamente mi persona no vino. Pero hace un año sí tuve la fortuna de venir, y también de convivir aquí con el señor presidente. Inclusive allá en Tlaxcala la identificación no se hizo esperar, pero con Carlos ya teníamos antecedentes humanos, físicamente vivos allá en Tlaxcala, testimonios perdurables y, en el fondo, había esa misma preocupación de reconocer o dignificar o dar testimonio o resembrar las semillas de los tlaxcaltecas. Cuánta falta hace que la historia oficial sea justa con Tlaxcala, con la historia de Tlaxcala, con los hijos de Tlaxcala que están regados por muchos estados de la República Mexicana. Ahora cuando Carlos me enseñó el cartel que tiene como título "La Tlaxcaltequidad" me dio un gusto enorme, un gusto personal porque ciertamente esta idea la veo fructificar poco a poco con mayor fuerza, el año pasado hablamos de estos proyectos y me dijo; a ver si traes un autoretrato; y qué bueno que sea la petición así, y ahí está el autoretrato. El autoretrato es un diálogo permanente con

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las gentes de acá, cuando uno se autoretrata, uno dialoga consigo mismo y se pregunta: me retrataré con soberbia, ¿me retrataré como sabio?. Uno tiene la oportunidad de presentar el rostro con el que uno se identifique, lo pensé en esa ocasión y quise pintarlo y creo que ahí está con los ojos cansados pero viendo lejos, muy lejos hacia la historia, que es la memoria de nuestros pueblos, la memoria colectiva que no debemos olvidar: que la debemos cuidar como una flamita que no debe apagarse, que la debemos de heredar como la mayor herencia que podemos dejar a nuestros hijos, a las generaciones siguientes. El autoretrato no conlleva ningún elogio personal, simplemente quiere decir, diálogo y ver lejos, estudio y más estudio, búsqueda sincera, búsqueda con la intención de acercarse a la verdad histórica sin partidismos, sin épocas de exaltación a héroes falsos, sino tratar de decir lo que hay que decir. Llegando al final de mis palabras quiero que sepan que la idea final de esta tlaxcaltequidad, es el hacer notable que los verdaderos héroes de México son los héroes de la cultura, y entre esos héroes de la cultura se encuentran nuestros antepasados que salieron de Tlaxcala hace muchos años a buscar el aliento de nuevas tierras, localizando esa agua que el año pasado por la devoción de vida, tomé. Alguien me dijo: ¿Cuándo va usted a regresar? Yo constesté, yo regreso tomando agua y sin tomar agua, y dije que lo único que me faltaba el año pasado era oír el sonido de las campanas del pueblo, no lo pedí porque sé que cuando repican las campanas fuera del momento oficial no es signo positivo, puede ser signo negativo o de inquietud, por eso ahora que llego a la fiesta ya empecé a oír el sonido de las campanas, en mi corazón y en el corazón de cada uno de ustedes porque es la fiesta mayor de esta comunidad que, como una buena herencia tlaxcalteca, tienen dentro la religiosidad: esa herencia de San Francisco que tiene que ver con la cristología, de ahí el culto mayor al Señor de Tlaxcala. Muchas gracias a todos, absolutamente a todos, y que este espacio se llene de estudiantes; se enriquezca con nuevos datos y, sobre todo, con toda la prudencia necesaria el Gobierno del Estado les dé la mano para desarrollar esos trabajos tan difíciles, tan incomprendidos, porque se hace necesario para lograr valorar la estatura que tenemos nosotros a través del tiempo. Muchas gracias a todos.

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Palabras del C. Gobernador Constitucional del Estado de Tlaxcala, Licenciado José Antonio Álvarez Lima, durante el desayuno con miembros del Consejo Cultural de Nuevo León, historiadores y

cronistas.

Palacio de Gobierno, Monterrey, N.L. Viernes 8 de agosto de 1997.

Señor secretario de gobierno, encargado del despacho del gobierno, señora; señoras y señores: Hace tiempo que inicié mi última campaña política para postularme para la gubernatura de Tlaxcala y salí muy temprano de mi casa y le pregunté a mi esposa qué me aconsejaba que dijera yo en mi primer discurso porque no quería decir ninguna mentira. Entonces ella me dijo que no llevara nada escrito, que dejara que hablara mi corazón, y he seguido esa fórmula y la voy a repetir hoy en esta reunión. No tengo nada escrito y voy a dejar que hable mi corazón. En primer lugar, decir a ustedes que me siento muy orgulloso porque represento a una entidad cultural, a la nación de Tlaxcala, y estoy consciente de la enorme trayectoria histórica que tiene mi patria chica. Nosotros siempre hemos estado conscientes de que gracias a un esfuerzo de muchos siglos, de muchas personas, somos herederos de una cultura que tenemos que emular y que tenemos que recrear todos los días. Nosotros estamos conscientes de que el siglo XVI, y el siglo XVII, fueron siglos donde la cultura tlaxcalteca tuvo la posibilidad de expandirse por las tierras de la Nueva España y ayudar a tareas tan importantes como la civilización,- la evangelización franciscana y la expansión de la agricultura que son las partes o los rostros hermosos de la Colonia. Mis antepasados no participaron como opresores en el lado obscuro e irrecordable de la Colonia, como fueron la explotación, la encomienda y otros eventos muy tristes que vivió nuestra patria en esos años. Pero sí participaron en eventos que dejaron una huella muy importante en el centro y en el norte de México y, en el sur de lo que ahora son los Estados Unidos. Precisamente para tratar de documentar esta experiencia es que hemos fortalecido los recursos para el Archivo de Tlaxcala, hemos establecido contactos con muchos intelectuales de otros lugares para hacer publicaciones, y ahora nos hemos encontrado con el señor Gómez, que como cronista de Bustamante tiene en su sangre esa memoria histórica de Tlaxcala y se ha echado a cuestas el buscar la recreación de este evento, muchas gracias señor Gómez por su esfuerzo y muchas gracias al gobierno de Nuevo León, a la Secretaría de Educación y Cultura y al señor Secretario de Gobierno, y al señor Gobernador, para el cual dejo un saludo muy afectuoso por buscar en las raíces múltiples que tiene esta parte de México, también la raíz tlaxcalteca, muchas gracias a nombre de todo nuestro pueblo.

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Decirles por último que nosotros en Tlaxcala estamos ciertos también de la enorme influencia positiva que Nuevo León ha tenido en la historia de México. Nosotros sabemos muy bien, yo lo sé porque viví aquí, que la cultura de Nuevo León ha mostrado a México varias cosas importantes que no debemos olvidar. Primero, que la única manera digna de ganarse la vida es a través del trabajo; segundo, que todos los seres humanos somos ciudadanos por llamar esta igualdad de alguna manera, y que tenemos derecho a elegir nuestro destino político por nosotros mismos. Tercero, buscar en todas las experiencias educativas del mundo una síntesis que pueda ofrecerse a los mexicanos y que les permita la posibilidad de tener oportunidades educativas iguales en cualquier punto cardinal del planeta. Existen muchas otras enseñanzas que sería largo relatar, pero sería bueno tener presentes esta mañana como una enseñanza de Nuevo León hacia México, el valor del trabajo, el valor de la democracia y el valor de la educación. Muchas gracias por esta recepción tan amable y tan cariñosa, para mi esposa y para mí, Tlaxcala sinceramente es la casa de todos ustedes en más de un sentido. Muchas gracias.

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Rueda de prensa con los medios de comunicación acreditados en Nuevo León. Palacio de Gobierno, Monterrey, N.L.

Pregunta: Señor, ¿nos podría platicar algo sobre este intercambio cultural que se da entre Nuevo León y Tlaxcala? JAAL: Hace más de 400 años un grupo importante de tlaxcaltecas, decidió trasladarse al norte de México para encontrar nuevos horizontes y colaborar con los franciscanos en la evangelización de la Gran Chichimeca, como se llama entonces a esta parte de México. Ellos, originalmente fueron 400 familias, cerca de 5 mil personas, viajaron desde Tlaxcala, desde luego en los medios de comunicación de entonces, que era a través de sus propios pies. En los Estados de Querétaro, San Luis Potosí, Aguascalientes, Zacatecas, Jalisco, Coahuila y Nuevo León, dejaron algunos asentamientos humanos, continuaron algunos hasta Texas y Nuevo México, lo que ahora son esos Estados, recuerden que entonces no existían. Durante tres siglos tuvieron una gran comunicación con nuestros paisanos en Tlaxcala, vinieron muchas personas y ellos establecieron comunidades en donde se difundían el cristianismo franciscano, se difundía la agricultura, cultivo de maíz, de la nuez, entre otros, se difundía una manera de vida comunitaria en donde los propios tlaxcaltecas se daban así su gobierno de manera democrática y creando organización, de lo que ahora podemos llamar la sociedad civil, como fueron las cofradías, las fiscalías, las mayordomías. Los tlaxcaltecas participaron en el establecimiento de esta gran nación que ahora es México, nosotros pensamos que los habitantes de estas regiones tienen un activo, tienen un capital cultural en esas raíces que junto con otras muchas forman la raíz cultural de Nuevo León, de Tamaulipas, de Coahuila, etcétera. Nosotros pensamos que cuando uno sabe de donde viene es más fácil saber a donde va, y junto con muchos otros académicos, intelectuales de estos estados hemos hecho varios esfuerzos. Uno de ellos es el de realizar este evento, el de hacer en él una conferencia de prensa, como ahora con ustedes, una exposición gastronómica, los invitamos a todos ustedes, a una reunión de los cronistas de las ciudades que fueron fundadas por tlaxcaltecas, un concurso para los artistas plásticos a fin de que presenten proyectos para una escultura sobre este fenómeno cultural que sería instalada en Bustamante, que es pueblo de origen tlaxcalteca, y vamos a establecer también un fondo con algunos recursos para propiciar la investigación en los académicos e intelectuales, en los historiadores tan buenos que hay aquí en Nuevo León para que presenten algunos trabajos y puedan estos ser publicados. Tenemos también un convenio con otros Estados de la República donde hay este fenómeno, la idea es buscar antecedentes y elementos que puedan recrear la vida de hoy, porque como bien se sabe, los seres humanos han vivido experiencias en el pasado que pueden ser también muy útiles para la vida de hoy, y por otra parte también ha sido legítimo por parte de los seres humanos el buscar cuál es su origen y aprovechar todos los rasgos culturales.

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Así es que nosotros venimos en esta embajada cultural con mucho interés en despertar esta curiosidad en los habitantes de Monterrey, en Nuevo León, sobre esta parte de sus múltiples raíces culturales que ustedes tienen y que les han servido para construir esta gran ciudad, este gran Estado. Pregunta: ¿Nos podría explicar sobre el fondo cultural? JAAL: Lo vamos a iniciar con un modesto capital de 250 mil pesos, pero conforme vayan llegando los trabajos vamos a buscar financiamiento público y privado para que no se quede ningún trabajo que valga la pena sin publicar. También las universidades han manifestado su interés y solamente estamos esperando que a través de ustedes se dé a conocer ésto para que tengamos, seguramente, algún éxito. Pregunta: ¿Dónde sería manejado ésto, en el Estado de Nuevo León? JAAL:. En el estado de Nuevo León, claro, es para la gente de Nuevo León. Pregunta: ¿Por parte del Colegio de Cronistas o de la Universidad? JAAL: Nosotros vamos a poner el fondo y, a través de la Dirección de Acción Cívica del Gobierno vamos a buscar la participación de otras entidades culturales y educativas. Este es el detonante de algo que esperamos que con el apoyo de ustedes suene muy bien. Pregunta: Su Estado es uno de los favorecidos con el programa recién anunciado por el presidente... JAAL: No, el nuevo programa está destinado a comunidades de niveles de pobreza extrema que no tenemos afortunadamente en Tlaxcala. Pregunta: ¿Usted considera que no se regresa al estatismo, al populismo? JAAL: Yo considero que todo el combate a la pobreza debe estar en manos de los ayuntamientos, no en manos del gobierno federal, ni en manos de los gobiernos estatales. Pregunta: ¿Por qué? JAAL: Porque son las autoridades municipales quienes mejor conocen los niveles de pobreza y a los ciudadanos que los padecen, entonces hay una mayor precisión en el gasto público cuando se hace más cerca de los ciudadanos. Pregunta: Han surgido críticas en el sentido de que es una nueva versión y que va a ser electorero este programa. JAAL: Falta mucho para las elecciones, yo creo que sería un programa electorero muy ineficaz, falta mucho. Pregunta: Falta mucho para las elecciones, pero el PRI perdió mucho terreno, ¿no será que el PRI está preparando terreno? JAAL: Pues eso pregúnteselo al PRI. Pregunta: A usted se lo pregunto, ¿no lo considera así? JAAL: No, no tengo una opinión al respecto porque le he dicho a usted con toda claridad que creo que el gasto público, social debe estar en manos de los ayuntamientos, ése es mi punto de vista.

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Pregunta: ¿Así se aplica en su Estado? JAAL: Así se aplica en mi Estado, exactamente, por eso hablo con esa autoridad moral. Pregunta: Señor, ¿cómo recibe en Nuevo León el cambio que se vio en cuanto al proceso electoral? JAAL: Creo que la democracia divierte y dignifica y yo creo que ustedes han hecho una elección transparente, donde todos los participantes han quedado satisfechos y creo que los que decida el pueblo de Nuevo León para sí mismo es lo que le conviene al pueblo de Nuevo León, nadie mejor que el pueblo de Nuevo León para saber por qué autoridades deben votar. La democracia es el único camino para poder resolver los problemas políticos de México. Pregunta: Señor Gobernador, en días pasados el señor de Tavira señaló que el señor Salinas, y Córdova Montoya, fueron los que ordenaron matar a Colosio. JAAL: Que presenten sus pruebas, yo no soy investigador ni soy fiscal, así que no tendría una opinión que darle, pero si tiene datos que los entregue. Pregunta: Señor, el proceso de actividades culturales está llegando, por ejemplo, ahora que se realizó la visita de ustedes aquí a Monterrey, se están invitando a varios grupos a que lleven su exposición para allá, ¿qué otras actividades culturales están ustedes interesados en llevarse a Nuevo León? JAAL: Nosotros queremos, primero, que haya una investigación seria y múltiple para determinar claramente cómo se llevó a cabo este evento cultural y qué organizaciones sociales se fundaron desde entonces, qué avances en el arte, la ciencia y en la agricultura se dieron por aquí, cómo esa actitud de vida austera y basada en el trabajo influyó en el carácter de la gente de Nuevo León de nuestros días y como los artistas plásticos, los historiadores, los intelectuales pueden recrear todo ésto para buscar a lo que es lógico del ser humano, satisfacer su curiosidad de todas sus raíces culturales, de dónde viene su cultura y ver de qué manera puede mejorar la vida del día de hoy. Este es el propósito, vamos a hacer este concurso, este fondo, la exposición artesanal y gastronómica, que ya les hemos invitado y a propósito de ésto vamos a seguir trabajando muy de cerca con la gente que se interese sobre este asunto. ¿Alguna otra pregunta, señores?, con confianza.

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Palabras pronunciadas por el Licenciado José Antonio Alvarez Lima, para inaugurar el ciclo de conferencias de las XIII Jornadas sobre la

Identidad del Noreste.

Centro Estatal de Culturas Populares Jueves 8 de agosto de 1997

Solamente para agradecer al gobierno del estado de Nuevo León, al señor Gobernador y al señor Secretario de Gobierno, encargado del despacho, y a todos los funcionarios, su hospitalidad, y dar paso al conferencista del día de hoy que va a ser don Desiderio Hernández Xochitiotzin. Es un intelectual muy importante de Tlaxcala que mucho mejor que yo va a disertar sobre estos temas tan importantes. Creo que lo mejor que puedo hacer, ya he hablado demasiado esta mañana, es darle paso a nuestro conferencista para que él nos ilustre sobre el tema tan importante que nos trae aquí a Nuevo León y agradecerle a todos ustedes su preferencia, y a Nuevo León también todo el buen ejemplo de trabajo, de democracia, de dignidad y de alegría que le ha dado a México. Muchas gracias.

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Palabras del Lic. Carlos Jesús Gómez Flores, Presidente del Consejo Cultural de Nuevo León, en la ceremonia de inauguración.

Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.

Viernes 8 de agosto de 1997. Hay elementos sustantivos en la historia de nuestra comunidad norestense que se desconocen, mas no por ello debemos ignorarlos. Las tesis sensibleras que postulan los que se perciben a sí mismos como neo-hispanos o neosefarditas han sido rebasadas por fantasiosas, ya que no es creíble la exterminación total de los grupos tribales y la ausencia entonces de un mestizaje primitivo entre los componentes de estos grupos y los indios madrineros. Si bien no se podría probar en la actualidad el mestizaje primigenio, ni aún con un DNA en pobladores de ínsulas demográficas como San Miguel de Mixquitic o San Miguel de Bustamante, tampoco se puede rebatir el hecho de que a partir de la coexistencia de indios colonizadores y chichimecas surgieron lazos consanguíneos. Lo que tuvo que ocurrir, por ejemplo, entre los miembros del barrio separado de San Antonio de los Alazapas (grupo tribal) y pobladores de San Miguel de Aguayo de la Nueva Tlaxcala, actualmente cabecera del municipio de Bustamante, N.L. y los indios madrineros, llamados así entre otras cosas por permitir el acceso a la civilización occidental de los antiguos pobladores de Aridamérica, fueron indios nobles de la República Tlaxcalteca que propiciaron una expansión cultural de su propia identidad, quizá superior a la expansión hispánica. Aún así, una gran mayoría de los habitantes de esta geografía, descendientes de los fundadores, desconocen que por sus venas corre la simiente tlaxcalteca, aunque su tez o talla física no sea la del hombre promedio de la raza tlaxcalteca; por lo que mi primera reflexión gira en torno a la lamentable carencia de reconocimiento a la presencia o huella tlaxcalteca como factor trascendente en la colonización y culturización en las recientes celebraciones del Cuatricentenario de la ciudad de Monterrey. Y esta omisión, también la debemos subrayar bajo la mística del reconocimiento oficial, ya que en distintas ciudades de Nuevo León se han levantado monumentos que representan a los colonizadores españoles, y no hay uno solo que represente a la tlaxcaltequidad. Seguramente esta tendencia de homenajes escultóricos se repite en otras entidades federativas cuyo poblamiento inicial fue posible gracias a los tlaxcaltecas. Sin embargo, y pese a esta ignorancia generalizada, la presencia tlaxcalteca sigue vigente en la herbolaria, en la cultura del árbol, en las acequias que abrieron con sus manos, en patrones genéticos donde innegablemente las aptitudes innatas para la poesía, la plástica, el gusto y la belleza siguen latentes en las tradiciones religiosas, en las costumbres culinarias y en la alegría del ser. Qué bueno que sea la ciudad de Monterrey, a manera de descargo de conciencia, la plataforma para que estudiosos del universo tlaxcalteca se congreguen y discutan en lenguaje académico un tema que ya resultaba inaplazable. Este encuentro que hoy iniciamos y que da marco a "La Tlaxcaltequidad", XIII Jornadas sobre la Identidad Cultural del Noreste, no se daría sin la confluencia de voluntades como la de los Gobiernos de los Estados de Tlaxcala y Nuevo León; Municipios de Tlaxcala, San Miguel de Bustamante: y fundamentalmente sin el espíritu generoso de hombres y mujeres que arropa los hechos trascendentes. Puedo decir que a partir de este gran esfuerzo compartido, se revitalizará nuestra mexicanidad y se iniciará en el centro del norte del país, el camino de la dignificación del noble, visionario y fecundo pueblo tlaxcalteca.

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Abrevemos del espíritu guerrero de Xicoténcatl, y de la sabiduría sempiterna de Quetzalcóatl; del placer por lo bello de la diosa Xochiquetzal, para decir: ¡Alegrémonos, el rito ha comenzado!

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Conferencia Magistral del Cronista Desiderio Hernández Xochitiotzin, "La emigración de los tlaxcaltecas, simiente de la colonización de

Aridamérica".

Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L. Viernes 8 de agosto de 1997.

Ante todo agradezco a las autoridades de esta entidad, señores gobernadores; a todas las autoridades de este Estado progresista y tan amado por nosotros desde Tlaxcala, de una manera muy especial al poeta Carlos Gómez Flores que fue el contacto para esta circunstancia. Para mi persona no es extraño estar en Monterrey, era más extraño estar en Bustamante. Sin embargo, en ambas entidades, en estos días hemos vivido intensamente emociones, hemos convivido de una manera desbordante y paralelamente las vivencias. Llegamos a Bustamante, tomamos la palabra, según las circunstancias, volvimos al ojo de agua que es tan importante en estos lugares, más que en otros lugares, en estas zonas desérticas el manantial es sagrado. El manantial es vida, el manantial es lucha por sobrevivir por las circunstancias circundantes, por eso fuimos por segunda vez al ojo de agua, allá en Boca de Leones. También convivimos con las autoridades municipales como lo hemos hecho en otras ocasiones y por qué no decirlo, con nuestra religiosidad contemporánea, compartimos con el pueblo una manifestación religiosa con características cristológicas y franciscanas. Y aquí, en Monterrey, qué no decirlo, fuimos a San Luisito, aunque de raíces potosinas también tienen raíces tlaxcaltecas; lógicamente no podría dejar de ir a la Purísima a visitar a la Virgen Chiquita, "la zapaterita"; vivir intensamente estas oportunidades que no se dan todos los días, y luego agradecer de una manera infinita este tercer encuentro titulado "La Tlaxcaltequidad". Se habla de mexicanidad constantemente, aun demagógicamente, pero no se había hablado de tlaxcaltequidad. La historia oficial ha sido muy injusta con nuestra tierra tlaxcalteca. Lógicamente la voz tenía que surgir lo más hermoso es que ha surgido con resonancias en estas regiones. En estas regiones que tienen tantas raíces profundamente tlaxcaltecas. Lo bueno es que esas resonancias no nomás son para la entidad o para las grandes ciudades, son también para aquellas personas que reconocen sus orígenes tlaxcaltecas. Yo siempre he dicho allá en Tlaxcala, en todas las oportunidades, que ser tlaxcalteca es tener una gran dignidad, una dignidad verdadera, no demagógica como eso de los aztecas, porque aztecas nunca hubo, hubo tenochcas, y, de pilón, con todo respeto, imperialistas. Es un contraste tremendo con el concepto democrático a la manera prehispánica de Tlaxcala. Esto lo digo. Quizá a algunos no les parezca bien. Siempre hablo de esto porque es lo que pienso, lo que vivo, lo que es mi experiencia, con el respeto debido a los historiadores de carrera, a los académicos, a los doctores, ellos con su técnica oficial, técnica universitaria. Consultan los documentos de los archivos y consultan los libros, los libros de historia, y, si no me equivoco, aquí quedan las cosas.

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Mi persona ha ido a otros tres aspectos, la historia de todos los pueblos siempre tiene un alto porcentaje de religiosidad, ¿por qué los conceptos liberales han olvidado este aspecto tan importante de lo religioso? Un pueblo sin religión no existe. Nuestros antepasados prehispánicos elementalmente cultos eran religiosos. Nuestros indígenas durante la etapa novohispana, eran religiosos. Los españoles que llegaron, ni se diga, también eran religiosos. Nosotros seguimos siendo religiosos. Por qué entonces la voz oficial de la historia hace a un lado el fenómeno religioso para darnos una historia fragmentada. Por eso es que yo también estudio el mundo religioso, para entendernos mejor en el pasado y en el presente. Otro aspecto muy interesante es la tradición verbal, los historiadores interpretan la historia en cada época, según su criterio político, ideológico, etcétera, de un bando o de otro bando, inclusive dentro del mundo religioso. Pero la tradición, la tradición verbal, la tradición de padres a hijos es la mejor expresión, es la conservación de los grandes acontecimientos de la comunidad. Quizá no sea la gran historia, pero es la historia local: la historia familiar; el acontecimineto de la Plaza de Armas; el crimen famoso; el hombre predilecto; el hombre que se ha sacrificado por los demás; es la memoria viva y justiciera de los pueblos. . Todo esto viene al acercarse uno a la historia, yo no soy historiador. Yo soy un hombre que en un momento dado me comprometí a pintar la historia de Tlaxcala y así empezó todo. ¿Cómo y por qué sucedieron los acontecimientos tantas veces falseados? El hombre habla: camino a los archivos que encontró cerrados para no decir cosas más desagradables. Compró libros o los consultó en las bibliotecas, contradictorios con el mismo principio, por estas pasiones que nos han hundido tanto en nuestra historia. Recurrí a los viejos, a los hombres viejos de los pueblos, y me hablaron con esa verdad con la que les estoy hablando a ustedes, me dijeron: -Ten cuidado de lo que estás oyendo, busca la verdad en estas palabras adornadas por la pasión de los hijos del pueblo. Y así, entre neblinas de historia o entre oscuridades y contradicciones, fui entendiendo cómo caminar. Todos los pueblos han sido apasionados en su momento histórico. Allá en el mundo prehispánico encontré que los texcocanos exaltaron los valores de Texcoco. Los tenoxcas exaltaron los valores de Tenochtitlán; los chalcas igual, los tlaxcaltecas también. en ese descubrimiento mi persona entendió que debía reconocer todos esos testimonios, porque en medio de ese maremagnum, había algunos lineamientos generales; y así lo hice y me fui acercando a la verdad histórica. ¿Por qué lo hice?, no quiero ser un hombre que hable de más. Hacer un mural es hacer una historia para el pueblo de hoy, y, como digo, del mañana y de pasado mañana, hay que tratar de dejar testimonio en el mural, hasta donde sea posible tratando de alcanzar la verdad histórica. Esa responsabilidad que aprendí de mis padres cuando trabajé la artesanía. En una ocasión me dijo mi padre: "los clientes no saben lo que quieren, pero nosotros sí sabemos lo que el cliente quiere, seamos honrados con ellos que han puesto su confianza en nosotros"; mi padre trabajaba la herrería artística, la hojalatería artística y la orfebrería, y recordé esas palabras y por eso mi obra tiene pocas horas de pintura, pero muchas horas de investigación, lo digo con orgullo y con alegría. Muchos han querido refutar mi trabajo plástico y no han encontrado los argumentos, porque han leído las historias,

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y otra vez discúlpenme las historias, oficiales, o escolares o noveladas, y no han ido al fenómeno humano, como mi persona lo ha intentado. He ido al lugar donde se realizó el fenómeno histórico. He subido a la montaña para ver si ciertamente ahí había un teocalli. Para ver desde ahí cómo se veía el paisaje que vieron nuestros antepasados. Me he asomado al Popocatépetl antes de que éste hubiera escandalizando a los capitalinos. Varios me ha dicho: "maestro ¿usted qué opina del volcán?". No se preocupen, no pasa nada. Hace miles de años que está echando humo y por eso se llama Popocatépetl, cerro que humea, ¿de qué nos asustamos?. En uno de mis murales está pintado el Popocatépetl con sus fumarolas, el tema histórico es 1505. En estas circunstancias llegó un momento para mí muy importante, que me permitió regresar a Tlaxcala: el poeta Tlaxcalteca Miguel N. Lira, había sufrido en carne propia como tantos de nosotros, esa leyenda negra que inventaron los liberales después de la independencia: "Los tlaxcaltecas traidores se aliaron con los españoles y traicionaron a México". ¿Cuál México?. Si no existía México, ¡por favor!. Lo que existía era un territorio con tribus autóctonas que estaban constantemente peleando o defendiéndose, como en el caso de Tlaxcala. Por cierto el poeta me dijo lo siguiente: "Desi"..., Mi nombre es Desiderio, entonces, "de-si, haznos un mural". Se refería a un panel. "Posiblemente sea la obra que nos dejes". Y empezó mi trabajo. Empezaron mis dudas; empezaron mis estudios; empezó mi gloria y mi calvario que no ha terminado. Pero entre más se estudia, entre más se asoma uno al pasado crecen las interrogantes. Tratando de ser corto en el tiempo: los tlaxcaltecas vivieron 62 años peleando contra el imperialismo tenochca, encerrados en esa muralla militar para capturarlos como víctimas y llevarlos a su Dios en la piedra del sacrificio. De esos 62 años estudié hasta donde fue posible, sus rasgos característicos. Este descubrimiento me ha dado grandes satisfacciones y por eso estoy contento en Tlaxcala con todas las limitaciones económicas, de gloria, de aplauso y demás. No me quejo porque he recibido enormes homenajes en Tlaxcala,, por las autoridades y el pueblo. Pero no es lo que otros tienen, o lo que los otros han hecho. Que un museo; que van a Londres, que van a Nueva York y que pasean su gloria, no me interesa eso. Lo que me interesa es estar al servicio del pueblo, hoy y después de hoy, dándoles lo que tienen que recibir para todos los tiempos. Precisamente la historia de esos 62 años en los que los tlaxcaltecas fueron autosuficientes en esa tierra, también pobre en sus regiones; peleando por todo el redondel del territorio que más o menos es la entidad actual. Ahí también, éso los hizo concebir un gobierno que es mezcla de paternidad o patriarcalismo, pero también de democracia, un gobierno que se reparte el poder entre los grandes para felicidad de ellos y de todo el pueblo, ahora se llama democracia —con otra disciplina—. En esa época se llamaba señorío. En esos 62 años instituyeron sus dioses, instituyeron sus sociedades, crearon lo que podríamos llamar su nacionalismo. Por eso cuando llega Hernán Cortés, los tlaxcaltecas estaban unidos, era una nación. Pero el talento de Cortés le permitió ver que esa nación era orgullosamente libre. Y pidió permiso para pasar por Tlaxcala, y como había 4 autoridades mandó a 4 embajadores para que dialogaran con los 4 grandes señores.

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Los tlaxcaltecas pelearon porque creían que era una estrategia tenoxca y el primero de septiembre de 1519, en el primer contacto militar, los tlaxcaltecas derribaron el mito de que los intrusos eran dioses. Dieron muerte a hombres y sobre todo a los animales, a la famosa yegua de morón se le separó la cabeza del cuerpo de un solo macanazo. El cadáver fue a los altares para gloria de sus dioses y comunión del pueblo: para perderles el miedo a estos seres y adquirir sus fuerzas. Cortés peleaba con las armas y con la diplomacia, y se había enterado de que los tlaxcaltecas esperaban una alianza divina, y, Cortés siguió bombardeando que él era quien venía a aliarse con ellos, para que se hicieran fuertes y unidos. Por eso es que cuando se realiza la alianza hispano-tlaxcalteca, se realiza también étnicamente, se hacen amigos, se hacen parientes, y ya juntos van a Tenochtitlán, regresan de la Noche Triste y después, retornan a la conquista de esta ciudad. Después de eso vienen las otras conquistas militares y los tlaxcaltecas van al norte, al sur, hasta Guatemala, a El Salvador y a las Filipinas, y llegan hasta Texas. Pero llegan a mediados ya del siglo XVI, los españoles han llegado hasta Zacatecas y han descubierto las minas, pero los indígenas autóctonos de esta región de zacatecas asaltaban los presidios, es decir, las pequeñas colonias militares de los hispanos. Los antepasados eran crueles, se quedaban con las señoras de los españoles y les daban muerte a los españoles. Se llevaban a los niños para integrarlos a su comunidad. El gobierno español acordó comprar a los indios muertos, un precio por cada cabeza de indio muerto, de indio rebelde; surge entonces esa gran figura de Miguel Caldera, mestizo zacatecano, y pide a la colonia 2 mil indios del Valle de Anáhuac, hoy llamado México, y del Valle, hoy llamado Nueva Tlaxcala, para ser indios madrineros y enviarlos a tierras desconocidas. Es así como llegan nuestros antepasados a esta región del noreste en el año de 1591; habiendo salido el 6 de julio de Tlaxcala. Lo importante y lo que quiero hacer hincapié, es que habían pasado 72 años de mestizaje civil, religiosa y militar. Los franciscanos habían enseñado a los tlaxcaltecas la cultura occidental y el cristianismo; los habían enseñado a ser abogados, defensores de sus derechos, conocedores de la cultura occidental. Habían aprendido ya los nuevos valores hispanos, la presencia de los caballos, la presencia de los burros, la presencia de los toros, la presencia de los borregos, las cabras, de los frutos, de la manzana, las naranjas, la caña de azúcar. Los tlaxcaltecas habían conquistado para sí el trigo, habían enriquecido sus elementos nutricionales, pero lo habían enriquecido de tú a tú, no como esclavos, porque los tlaxcaltecas encontraron un respaldo hispano, inclusive la colonia española les otorgó el derecho de ser primos del rey. A un tlaxcalteca no se le podía enjuiciar si no había de por medio una autoridad de España. No podían enjuiciarlo ni la iglesia, ni los militares, ni los civiles. Habían aprendido a gobernar ya con el criterio que hoy tenemos de municipio, el municipio castellano que tiene una gran herencia en Tlaxcala y después en la República. Todo eso se hacía. Muy largo ir detalle por detalle. Los tlaxcaltecas ya eran plenamente mestizos y por eso les llamaron indios madrineros, o indios padrineros, porque tenían el proyecto que al llegar a esas tierras se iban a juntar con los autóctonos, que en algún caso sucedió. Porque los derechos que traían les permitían tener y defender las tierras que ellos habían venido a labrar. Trajeron el arado,

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trajeron el servicio de las aguas, la irrigación, es decir, sus conocimientos indios, prehispánicos y, los nuevos conocimientos hispánicos, fusionados. Y esas 400 familias se repartieron en 4 grupos, según la voluntad hispana, y fundaron las primeras 4 colonias. La línea que corresponde a esta zona es la del señorío de Tizatlán. Llegaron a San Esteban de la Nueva Tlaxcala. Los españoles, particularmente Cortés, inventan la frase, "Nueva España". Los tlaxcaltecas "La nueva Tlaxcala". Aquí cerquita está San Miguel de la Nueva Tlaxcala, hoy Bustamante; a un lado de esta ciudad está Ciudad Guadalupe, colonia de Tlaxcaltecas. Esta esencia que es muy importante, de cómo llegaron, en un trabajo que yo escribí decía que dejaron sus sementeras en jilote, se desprendieron de la Malintzi, para nunca más volver a verla; pero tuvieron el valor de sembrarse en la tierra a donde llegaron; se hicieron hijos de estas tierras. Algunos regresaron, pero los demás no. Muchos murieron bajo esa aventura y los descendientes, de los que viven, muchos están presentes. ¿Qué tan difícil fue reintegrarse a un paisaje diferente?. Entregarse, sembrarse, evolucionar y estar tantos días, hasta que viene la etapa triste y desagradable de los Borbones: cuando inventan las nuevas autoridades, las Intendencias, y luego, cuando llega el liberalismo con las Leyes de Cádiz. Al indio, con el pretexto que todos sean iguales, le quitan sus propiedades y, desaparecen el respeto a las leyes que había otorgado la Corona Española. Para concluir. Quiero decirles que Fray Jerónimo de Mendieta, cronista de la Orden Franciscana, asienta que también vino aquí el cronista civil Diego Muñoz Camargo, y creo que Fray Jerónimo de Mendieta también tuvo algo que ver, y mis conclusiones son las siguientes: ¿Qué intervención tuvieron los franciscanos?. A esas alturas de 1591, en Tlaxcala ya había 11 conventos franciscanos, hoy diríamos 11 universidades de cultura liberales y universidades de cultura relacionados con el campo y las artesanías. El convento grande de Tlaxcala, de Santa María de la Asunción, que se fundó en 1524; cuando salieron los tlaxcaltecas tenía 67 años de trabajo, de integración, de oficios, y abarcaba 5 grandes pueblos, donde los franciscanos tuvieron la suerte de entender la religión del indio y de transferir el culto idolátrico por un elemento cristiano paralelo a las necesidades. A Tláloc lo hicieron a un lado, pero ahí está San Isidro Labrador. Toci, abuela de los dioses prehispánicos, desapareció su culto, pero ahí está Nuestra Señora Santa Ana, y así sería muy largo hablarles de todos y cada uno de estos pueblos y de estas deidades. Porque los franciscanos de los 11 conventos habían trabajado en 65 pueblos, con este sincretismo y con esta minuciosidad. Y antes de que salieran los tlaxcaltecas firmaron las capitulaciones, documento que hoy diríamos contrato de la República de Tlaxcala con el Rey Felipe II, a través del Virrey Don Luis de Velasco. Por eso es que lograron sobrevivir junto con sus costumbres esos años. Finalmente y de una manera sencilla lo que sobrevive de los tlaxcaltecas es, fundamentalmente la cultura y parte de la civilización. Cuando hablo yo de cultura me refiero a la poesía, la literatura, las artes sublimes, la música, la danza; todas ellas manifestaciones del espíritu. Cuando hablo de civilización, me refiero a la calidad de vida. Hoy, viajar en un avión o andar en bicicleta, hacer los frijolitos en una olla express, esa es la civilización. Pero hacerlos con todas las cosas antiguas, esa es cultura.

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Civilización es ir al supermercado y comprarlos en una bolsita de plástico y echarlos en un, para qué digo más, eso no es cultura, eso es civilización: se hace el alimento en dos minutos, pero no saben ni con qué se hace. Cuando visitamos estos pueblos, y mi persona que casi conoce todas las colonias tlaxcaltecas de estas regiones y otras poblaciones, Saltillo ni se diga, siempre ha cantado su grandeza tlaxcalteca. Otras ciudades se hacen de la vista gorda y se olvidan de sus orígenes tlaxcaltecas. Finalmente, quiero agradecerles este trabajo, esta reunión, y sobre todo el nombre de Tlaxcaltequidad, la cultura de Tlaxcala. Tlaxcala es una serie de etnias pero Tlaxcala es cultura: "Lo que sobrevive entre nosotros, en estas tierras, son sus valores espirituales y culturales". Muchas gracias.

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Conferencia Magistral del Maestro Armando Fuentes Aguirre "Catón", sobre la tlaxcaltequización en Coahuila.

Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.

Viernes 8 de agosto de 1997. Muchas gracias. Hace unos días, un sacerdote de esta ciudad me llamó por teléfono a mi casa, la de ustedes, en Saltillo, y me dijo que iba a ir a Tierra Santa, algo debe haberle ocurrido porque yo lo estuve esperando en Saltillo y nunca llegó. Con eso quiero decirles que yo vengo de esta ciudad, Saltillo, que es lo mismo decir que vengo un poco de Tlaxcala, de ahí soy yo también, y confío en que la infinita misericordia de Dios, y el tino de mis antepasados, haya puesto en mis venas algo de la misma sangre que corre por las del maestro Xochitiotzin. Santa es mi tierra, todas lo son, ésta, aquélla, las otras, y si algo tenemos de santidad los hombres es esa, estar hechos de tierra, del suelo. Para aquellos que, en el cielo no creen mucho, nos viene la santidad, otra más no la necesitamos, nos hermana la común maternidad de nuestra tierra, si de ella estamos hechos, de ella debernos hablar. Esta ciudad, la mía, Saltillo, fue fundada, todo lo indica, en el año de 1577. La hicieron primero gente de la Europa, Alberto del Canto. Nuestro padre primero fundador, era de Portugal, nació en la Isla Terceira, pero quizá tenía sangre de Inglaterra, su apellido Canto tiene resonancia del Kent, de los ingleses. Llegaron los europeos, venían del desierto, y se toparon de pronto con un oasis que tenía en el centro un salto de agua pequeñito. De ahí el nombre de mi ciudad, "Saltillo", etimología de a dos por cinco, es cierto, pero díganme ustedes otra mejor. Se enfrentaron a aquellos bravos, bárbaros gallardos, que poblaban las serranías que circundan, como en un magnífico peristilo, mi ciudad. Nombres resonantes conservan esas alturas, Zapaliname se llama la primera: quizá el nombre de alguno de aquellos caudillos de tribus que se acabaron pero no se rindieron. Todavía en 1841 hubo la indiada grande, aquellos belicosos aborígenes irreductibles, que nunca bajaron la cerviz para someterla al yugo de los hombres nuevos, bajaban de vez en cuando de sus riscos y atacaban a la naciente población. La indiada grande del 41 costó la vida de muchos buenos saltillenses, entre ellos mi ancestro, don José María Goribar Aguirre, que murió defendiendo a su ciudad. En armas debían vivir aquellos primeros pobladores y por eso la plaza de la ciudad, cuyo nombre oficial es el de Independencia, se sigue llamando "Plaza de Armas": porque ahí pasaban revista aquellos soldados labradores, que en una mano llevaban la mancera del arado y, en la otra, desenfundada y presta la tizona. Hubo necesidad, entonces, de proponer ejemplo de paz y mansedumbre a aquellos bravos bárbaros gallardos, la idea fue quizá de Francisco de Urdiñola. El 13 de septiembre de 1591 llegaron los tlaxcaltecas a Saltillo. No sé por qué no celebramos esa fecha con encendido amor, pues si nuestros padres estaban ya en Saltillo, entonces llegó la madre nuestra porque es Tlaxcala, nuestra otra mitad, no la más cara ni la más querida, porque amamos por igual nuestra raíz hispánica y nuestra radical esencia indígena, pero sí la que más huella nos dejó en sentimientos y en estilo.

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A Francisco de Urdiñola, quizá, se le ocurrió la idea de que si se traían indios pacíficos los belicosos mirarían su ejemplo y se someterían a la paz, por eso llegaron a nuestra tierra aquellos indios venidos del corazón de México. 400 venían, afirma una leyenda que todos, sin excepción descendían de Xicoténcatl que tuvo, al decir de la leyenda, lo mismo que Salomón, 500 esposas y 500 concubinas. Alguien ha preguntado ¿qué les daría de comer?, yo más bien, con sana envidia, me pregunto ¿qué comería él?. Al frente del tlaxcalteca saltillense venía don Buenaventura de Paz, dije "don" porque los tlaxcaltecas venían investidos de señorío y dignidad, podían usar el "don" igual que los hidalgos españoles. Qué generosidad la de los padres nuestros venidos de la España. Mientras otros juzgaban que el indio mejor era aquel muerto; mientras otros los redujeron a ghetos, reservaciones o colonias, los españoles, tan deturpados por la leyenda negra, se fundieron con ellos. Del pueblo aborigen tomaron sus esposas, les dieron trato igual. Hubo abusos, es cierto, ¿en qué conquista no los hay?, pero aquí estamos nosotros, testimonio mejor de un pueblo que no hizo desaparecer a su vencido, sino que lo alzó con él en una dignidad de mestizaje, fruto maravilloso del cual nosotros somos hijos. Por eso ni mixtificado indigenismo, ni hispanismo, es no, por eso España y los pueblos originales de esta tierra fundidos en un producto generoso, que es esta patria nuestra, tan antigua y tan nueva. Llegaron los tlaxcaltecas a Saltillo y se les dieron tierras, junto a la villa de los españoles. En Santiago del Saltillo se fundó, sólo calle de por medio, el pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala. Los dividía una acequia que corría por la que hoy es la calle de Allende, de esa hacia el oriente la villa de los Españoles, de esa al lado por donde se pone el sol, el pueblo tlaxcalteca. Por eso el cerro que está al occidente de Saltillo, se llama así, cerro del pueblo, y no como afirma la mala esencia, porque más de la mitad del pueblo haya sido engendrado ahí bajo la tentadora invitación de, "ven mi vida, vamos a ver las lucecitas de Saltillo desde el cerro del pueblo". Llenaron de verdura los tlaxcaltecas a mi ciudad, todavía hoy, en estos días nuestros, si volamos sobre la ciudad veremos del lado que fue de los de Tlaxcala, gran verdor, y del lado de españoles un cuasi desierto. Aquellos padres nuestros tlaxcaltecas eran laboriosos, plantaron aquellas huertas umbrías que todavía en los años de mi niñez eran un deleite. A ellos debemos perones y membrillos de donde se saca la dulcísima pulpa que sirve a las galanas señoras saltilleras para hacer la riquísima cajeta; esa que hace decir que "en Saltillo, el que no es poeta hace cajeta". Por más que se haya perdido la vieja tradición, y ahora las nuevas generaciones confundan los extremos, como aquel muchachil lo que pensaba que Manuel Acuña fue pelotero de béisbol, porque leyó en el pedestal de su estatua la inscripción "al vate Manuel Acuña". Cuánto no les debemos a los tlaxcaltecas; calles aún llevan su nombre, tenemos en mi ciudad la calle de Xicoténcatl, tenemos la calle de Moctezuma y la de Ahuízotl, la de Mixcoac y Penquita, todas esas calles están del lado poniente de Saltillo. Muchas de mis gentes llevan en sí los rasgos tlaxcaltecas. Tengo en mi biblioteca un hermosísimo retrato que pintó en 1891, tres siglos justos después de la llegada de los tlaxcaltecas, el pintor saltillense Antonio Costilla. Él era pintor oficial, los retratos de los alcaldes y los gobernadores los hizo él, pintaba por encargo; pero, me contó aquel, de cuya mano adquirió ese cuadro, que está en mi biblioteca ahora. Una vez Antonio Costilla pintó a la muchacha que era criadita del gobernador Miguel Cárdenas, y, en ese rostro de muchacha joven está la belleza de aquella raza pura bendecida por el contacto con la tierra: ojos grandes, hermosos, de negro color profundo y luminoso, ancha nariz,

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labios carnosos; el rostro redondeado; la mejilla rica y una suave sonrisa que deja en mueca la de la Gioconda. Muchos saltillenses conservan aún esos rasgos, todavía en mi niñez oía la palabra "teco", usada para designar a aquellos que venían de rama tlaxcalteca. Los merenderos de Saltillo, los que están por el rumbo de los panteones, son de gente de Tlaxcala, conservan aún los rasgos y hacen todavía el sabrosísimo pan de pulque, gala y orgullo grande de Saltillo, anticipo de delicias paradisíacas, y nos dejaron el sarape, cuanto más bello cuanto que para nada sirve, en eso está su belleza. El sarape no es tilma ni es quexquemétl, ni jorongo, ni manta, no es para cubrirse del frío, para taparse del sol, para embozarse; el sarape, como todo lo bello, es nada más para lucirlo, para mostrarlo como espléndida joya. El charro se lo ponía sobre el hombro; en las viejas casonas saltilleras estaba desplegado sobre el piano alemán con candelabros; era prenda de lujo. Hay un refrán "Nos veremos en el baratillo sarape de Saltillo", eso quería decir que aún lo de más lujo, aún lo más valioso en este mundo tiene que descender a humilde extremo, en ese refrán el símbolo de lo lujoso y de lo caro es el sarape. Ese sarape que nos enseñaron a hacer nuestros antepasados tlaxcaltecas. Ese sarape que recoge todo el sol y todos los arcoiris del mundo y los hacen quedarse quitecitos en sus pliegues para deleite del corazón y de la vista. No se consiguió el sabio deseo de Urdiñola, el ejemplo de mansedumbre de los tlaxcaltecas no caló en la hirsuta conciencia de aquellos hombres aborígenes que se acabaron, pero libres. Desaparecieron sin dejar huella de su presencia en este mundo; no hay restos de ellos, arqueológicos ni cerámica; apenas, lejos, algunos petroglifos y pinturas rupestres desvalidas. Lo que sí quedó fue Tlaxcala, está en mi ciudad, vive en ella. En una hermosa estatua se simbolizó la presencia de los tlaxcaltecas, está en ese monumento el conquistador de España con su pendón, el tlaxcalteca con el suyo, y en medio, como fusión de amor, un misionero que acaricia con ternura a una pequeña niña que representa aquello que desapareció, los pueblos aborígenes. De toda esa materia estamos hechos: tal es nuestra identidad. Somos de Saltillo, o de Monclova, o de Monterrey, o Bustamante, ahí va la huella que no se borra nunca, porque está hecha de carne que se va renovando cada día en hijos nuevos. Vamos perdiendo cada día nuestra identidad, estamos amenazados de extranjerismo. No se trata de volvernos ínsulas con ancoras puestas en el pasado inerte, no, pero se trata de no perder la raíz, porque aquél que la pierde, con ella también pierde su fronda y no puede dar frutos. Esto que hacemos no es ejercicio vano, la presencia de estos hombres tan sabios, de Xochitiotzin, de Israel Cavazos, de Gómez Danés, de todos los que toman aquí la palabra, no es estéril erudición, ni infecundo ejercicio, es voz de alerta. Es invitación a hacer lo que Anteo, aquel gigante mitológico descalzo, del contacto con la tierra sacaba su poderosa fuerza para aniquilarlos, Hércules debió levantarlo, sostenerlo entre sus membrudos brazos y no dejar que Anteo pusiera sus pies en la tierra, porque si lo dejaba, de la tierra iba a sacar su fuerza nueva, y murió. Es símbolo de la mitología porque no pudo ya tocar su tierra. No muramos nosotros, toquemos con amoroso tacto nuestro suelo, sea telúrica nuestra fuerza; con ella vivifiquemos la sangre de nuestro corazón. Amemos más a México que tanto nos da cada día y al que nosotros, a veces, le regateamos todo. Pongamos los ojos en nosotros mismos, reconozcámonos tlaxcaltecas y españoles, porque al hacerlo nos vamos a reconocer mexicanos. Muchas gracias.

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Conferencia del Maestro Israel Cavazos Garza, sobre la presencia tlaxcalteca en el Nuevo Reino de León.

Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.

Viernes 8 de agosto de 1997. Desiderio Hernández Xochitiotzin, nos ha hablado de esta capitulación celebrada por el Virrey Luis de Velasco con la República de Tlaxcala para que viniesen 400 familias al norte. De sobra son conocidas las referencias de cómo salieron de aquellos 4 barrios de Quiahuixtlán, Tizatlán, Ocotelulco y Tepeticpac, ante la presencia de Gregorio Nacianceno, Gobernador Tlaxcalteca, aquellas gentes. Arrancarlos para situarlos en otro medio, que terrible debió haber sido espectacular aquella salida, no cabe duda, la idea era formar en esta barrera de Mesoamérica formar una cadena de pueblos que ayudara a la colonización del norte. Yo he pensado mucho que si los tlaxcaltecas fueron decisivos para la obra de Hernán Cortés, lo fueron indudablemente para la colonización del Norte y en particular para la del Noreste, sin ellos no hubiera sido posible esta colonización, porque el indio de acá no se domeño en la forma verbal antigua, como el del centro y el del sur ante el español, sino que era indómito y difícil de someter. De suerte que con esta cadena de pueblos, entre los cuales podemos citar a San Miguel de Mixquitiq, Vanegas, Venado, Guadalcazar, Santa María de los Rebozos y San Luis Potosí, convertida más tarde en ciudad, y de la que nos hablará el padre Rafael Montejano y Aguiñaga con maestría extraordinaria. Se formó esta barrera verdaderamente benéfica para este nuevo tipo de colonización, y ya sabemos, nos lo ha dicho Fuentes Aguirre, como San Esteban del Saltillo es el último eslabón de esta cadena que sirviera de barrera en la tarea colonizadora. Es muy importante subrayar el hecho ya referido, sobre los privilegios con que fueron investidos los tlaxcaltecas en esta capitulación: no solamente podrían anteponer el título de "Don" a su nombre sino que podrían montar a caballo, que parece trivial esta referencia, pero montar era para caballeros, de ahí la palabra. También podrían usar armas, ya que estaba estrictamente prohibido que las usaran, podrían también recibir mercedes de tierras como los colonizadores, en fin, muchos privilegios, tantos como los caballeros e hidalgos de casa y solar reconocidos de la vieja prosapia española. Entonces, ya en San Esteban es muy importante, aunque en una rápida mirada, el tiempo así lo exige, ver cómo se bifurcan por esta zona. Quizá y no quizá, sino la primera proyección es un poco hacia occidente, muy cercana a Saltillo, para establecer un pueblo, una misión que era obra de los padres jesuítas, Santa María de las Parras, este pueblo habría de ser de suma importancia para la vida económica y social de lo que ahora llamamos "La Laguna", esta fundación, 18 de febrero de 1598, dentro de pocos meses irá a cumplir Parras 400 años; las viejas haciendas antecedentes de esta fundación están cumpliéndolos ya; la hacienda de San Lorenzo de los Vinos los cumplirá el 19 de agosto próximo, pero estas haciendas no eran más

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que del valle de Santa María de las Parras, pero el pueblo indígena era otro pequeñito encerrado en una sola legua en cuadro. La Fundación de Santa María, del Padre Agustín de Espinosa y de Antón Zapata, redactada en un acta que podemos ver en el Frontis de la Parroquia de Parras, es sumamente interesante. Pero vamos a ver cómo van entrando sumamente temprano hacia diversas regiones de Nuevo León estos colonizadores tlaxcaltecas, verdaderamente admirables, no cabe duda, por el sur de Nuevo León, y de ellos veo en el programa que también nos hablará en detalle Monseñor Gómez Danés, en el sur hay dos misiones muy antiguas, ahora poblaciones florecientes San José de Río Blanco es establecida en 1626, y que muy pronto va a convertirse en la misión de San José de Río Blanco, y más arriba Santa María de los Angeles de Río Blanco, (ahora municipio de Zaragoza y Aramberri en el sur de Nuevo León). Se ve claramente la presencia tlaxcalteca en estos lugares muy temprana en el sur del Nuevo Reino de León. Avanzando en el tiempo y a riesgo de ser pesados en la cronología, el cronista Alonso de León, que concluyó su historia en 1649, nos cuenta cómo el gobernador Martín de Zavala lo comisionó para fundar muy cercana a la Villa de San Juan Bautista de Cadereyta, aquí al oriente de Monterrey, un pueblo. Todos irían a tener el apellido de Tlaxcala, de San Juan de Tlaxcala, y él lo establece en 1648, lamentablemente es una zona región sumamente peligrosa y no logra prevalecer, a los dos años los indios bárbaros dan sobre el pueblo, incendian, matan a muchas mujeres y niños, y el pueblo desaparece. Es la primera huella ya formal de un pueblo pensando en la expansión del Nuevo Reino de León. Y otra vez al sur, aunque un poco más tarde, hay un lugar verdaderamente interesante de estudiar, se llamó San Antonio de los Llanos. Ahora es Hidalgo, Tamaulipas, porque en la colonización del Nuevo Santander, ya en el siglo XVIII, José de Escanden, un tanto abusivo, se metió a la nueva jurisdicción del Nuevo Reino de León, por ese lado, y pasó a ser de la jurisdicción del Nuevo Santander, San Antonio de los Llanos. Yo me quedo profundamente admirado cómo en el Archivo Municipal de la Ciudad de Monterrey, que es a la vez archivo del Nuevo Reino de León, vemos constantemente infinidad de documentos tlaxcaltecas en los que están pidiendo mercedes de tierras hacia esta zona. Ellos son los colonizadores de aquella parte tan peligrosa. Se ve claramente, por medio de estas mercedes, como si fuera un rompecabezas, cómo se van situando las piezas y cómo se va dando el proceso de la ocupación del suelo. Luego, San Antonio de los Llanos, fundación de un apóstol laico, el general Fernando Sánchez de Zamora, cronista también del Nuevo Reino de León; para la protección de ganaderos que van a estar entrando con sus grandes rebaños hacia esta zona. Bueno, ya hacia el norte van a aparecer también pequeños manchones, llamémoslos así en el término poblacional de pueblos tlaxcaltecas. Hay uno mucho más temprano que el de Bustamante, tal vez hacia mil seiscientos setenta y tantos, no he logrado precisar la fecha, en la rivera norte del Río de la Pesquería Grande, que también se va a llamar San Juan de Tlaxcala.

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Se conocen muchísimos datos acerca de este pueblo, de su organización, pero lamentablemente está en una zona sumamente peligrosa en el Río de los Cuanales, indios terribles que difícilmente toleraban la presencia de extraños, y el pueblo desaparece. Este es otro pequeño avance, frustrado si se quiere, pero ahí está. Continuaron otras fundaciones, ustedes estuvieron ayer, -yo no tuve este privilegio-, en San Miguel de Aguayo, hoy Bustamante: ¡qué increíble de que hayan entrado allá los tlaxcaltecas! Es indudable que la penetración fue por el rumbo de Saltillo y cruzando el desierto encontraron esta zona verdaderamente espléndida; muy rica en aguas en la Boca de los Leones, así se llama el puerto de la serranía que comunica hacia Monclova, la puerta que Luis de Carvajal pasó había usado muchos años antes. Y con permiso del Gobernador, Marqués de San Miguel de Aguayo, los tlaxcaltecas se establecen ahí en 1686. La historia es sumamente conocida, entonces no vamos a profundizar en ella, solamente vamos a subrayar el hecho: la extraordinaria importancia de que también fue puesto de protección, frontera para los asaltos de los indios hacia esta zona. No cabe duda que esto fue sumamente benéfico para el Nuevo Reino de León. Poblar en el norte era un suicidio pasando el aeropuerto antiguo hacia Camino a Laredo, era un suicidio ir en la primera mitad del siglo XVII, ir a poblar allá. Entonces, eso era un verdadero servicio al Rey pero además ellos son los descubridores de metales, ellos descubren los yacimientos mineros de esa zona y propician a que entren los españoles a colonizar y a dar lugar a que se pueble lo que se llamó muy pronto, en 1688, San Pedro de Boca de Leones, hoy Villaldama, Nuevo León, pueblo delicioso, ciudad ahora. Irónicamente Villaldama como Villahermosa o Villa Acuña, que por mucho tiempo fueron villas siendo ciudades, nunca me he explicado ésto. La minería propicia también la ocupación de esta población de San Miguel de Aguayo, otro real de Minas extraordinariamente importante, un poco más abajo de San Pedro de Boca de Leones: el de Real y Minas de Santiago de las Sabinas, hoy Sabinas, Hidalgo; ciudad sumamente próspera, también sobre la actual carretera a Laredo. Otro pueblo lo sería el de San Juan de Tlaxcala, también sobre la ribera del río de la Pesquería. Aquél desaparecido, del que hablamos hace un momento, ahora muy cerca del Cerro de Camajac, muy próximo al municipio de Higueras, entre el municipio de Higueras y el de Zuazua, Nuevo León. Abajo de la cabecera municipal actual de Zuazua está un pequeño lugar que se llama Carrizalejo. Hemos visitado el lugar, se ven vestigios de la capilla antigua; de los cimientos de algunas construcciones y, es voz popular que ahí estuvo el asentamiento del pueblo de San Juan de Tlaxcala, también posterior al de San Miguel de Aguayo, del año de 1688 en adelante. Este pueblo desapareció, pero no desapareció en el siglo XVII, todavía lo vemos florecer hacia 1714 y 1715, es decir, que tuvo una existencia de más de 20 ó 25 años. Valdría la pena que investigadores jóvenes se dedicaran, a ver estos papeles que nos hablan de esta riqueza documental que se conserva sobre estos pueblos. Los tlaxcaltecas que ya avanzaron hacia esta zona de San Miguel de Aguayo tienen mucho que ver en la penetración y en la estabilización definitiva de lo que habría de ser Santiago de la Monclova; con diversas fundaciones, las conocemos desde el siglo XVI, desde luego la segunda mitad del XVII, hasta que Alonso de León, el hijo, funda la Villa de Santiago de la Monclova. Pero no lo hubiera podido hacer si los tlaxcaltecas no establecen antes el pueblo de San Francisco. Quienes hayan estado en Monclova ven la cabecera municipal e inmediatamente hacia el norte, el pueblo de San

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Francisco de Tlaxcala. Está como una huella pero, como lo decía Catón, nuestro amigo, hasta con olor a pan y a todas las cosas que nos hablan de la presencia tlaxcalteca. Entonces esto sucede en los años 90 del siglo XVII, ochentas, noventas del XVII, a fines del XVII otra penetración hacia el noreste: Nuestra Señora de los Dolores de la Punta de los Lampazos, Nuevo León. En 1698, Fray Diego de Salazar y otros misioneros andariegos establecen esta misión en ese año y claramente, no claramente sino que históricamente está la presencia de los tlaxcaltecas ahí. Es quizá el único lugar que conserve físicamente la misión más encantadora, la iglesia más preciosa que conserva Nuevo León de este tipo, y en la que un amigo nuestro, Francisco Zertuche ha logrado la hazaña de establecer ahí un museo verdaderamente extraordinario. Además es el único lugar en el que se puede advertir la traza de una misión del siglo XVII al XVIII. Valdría la pena incluso hacer una excursión especial para ver este lugar, ejemplo de este tipo de colonización. Bueno, y a principios del siglo XVIII y temiendo ser exhaustivos o reiterativos en este aspecto, sucede algo verdaderamente extraordinario, los indios mismos, los misioneros, están elevando protestas constantes ante el Virrey, ante el rey. Algunos viajan hasta España para quejarse personalmente porque acá no reciben respuesta alguna. Algunos, Fray Francisco Estevez de Lampazos va a Roma a quejarse del abuso de los encomenderos y, constantemente estos grupos de indios van con sus misioneros a pie hasta la ciudad de México a quejarse ante los virreyes del abuso de los encomenderos. Pero esto no tiene solución. Entonces va a tenerla a principios del siglo XVIII cuando un virrey de la casa de Borbón, de esos de peluca rizada que llegan hasta la cintura, el Duque de Linares, le va a poner remedio al mal. En una junta de guerra y hacienda que convoca en la ciudad de México, los ojos de todos los caballeros se fijan en un personaje que ha de ser fundamental para el Nuevo Reino de León y que se llamó Francisco de Barbadillo Victoria. Él emprende el viaje como comisionado directamente del virrey para acabar con este vicio de las encomiendas. Lo logra en cierta manera, no nos detengamos a analizar el problema, solamente para decir que una solución ésta, y esto lo había sugerido ya la reina Mariana de Austria en alguna de sus cédulas: que se congregue a los indios en pueblos, ya no en manos de un encomendero. Se había intentado y no había sido posible. Francisco de Barbadillo emprende el viaje, él lo califica de molesto, incómodo y dilatado: mes y medio para llegar de la ciudad de México aquí a caballo. Entonces fuese ahora él con dos asistentes logra encontrar aquí con una energía verdaderamente admirable, va hacia donde estaban concentrados los indios, lo que es ahora la sierra de San Carlos, en lo que es Villagran, Tamulipas. Y los trae, repuebla las misiones de Hualahuises y Agualeguas. Obsérvense los nombres indígenas. Establece dos misiones en el Valle del Pilón, ahora Montemorelos, esas misiones se iban a llamar Concepción y Purificación. Para visita Montemorelos, claro, los nombres ya no son los mismos ahora, son Gil de Leyva y Escobedo; son ejemplos de dos misioncitas antiguas verdaderamente interesantes. Entonces con los indios que quedaban, viene y anticipándose 200 años a Lázaro Cárdenas, expropia las tierras de los hacendados antiguos en los aledaños de Monterrey, y aquí, al oriente, funda el pueblo de Nuestra Señora de Guadalupe, a 7 minutos del Centro de Monterrey.

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Conserva todavía su misioncita primitiva, lamentablemente afectada con un templo moderno al lado, pero de extraordinaria riqueza o belleza. Barbadillo opinaba que para pacificar a los indios se requería más de ángeles que de hombres. La obra franciscana era admirable, pero les tenían que enseñar a mover el arado hasta alimentarse a todos. Entonces, esto es verdaderamente conmovedor, esta fundación de Guadalupe es de 1715. Es interesante advertir que las misiones de Purificación y Concepción del Valle del Pilón decayeron y, entonces, los tlaxcaltecas, habitantes de ahí, fueron trasladados a la de Guadalupe, y Guadalupe de misión pasó a ser pueblo, pueblo de la Nueva Tlaxcala de Nuestra Señora de Guadalupe de Horcasitas, por el virrey Horcasitas, primer conde de Revillagigedo, que apoyó esta idea. Mi familia, perdonándome la referencia personal, presumía de que el apellido Cavazos tiene cierto origen, y esto es histórico. De Italia, en la punta de la bota de Italia, hay un lugar que se llama Cavazo Caruco y de ahí pasaron, no sé, pues en el siglo XVI ya vivían en España. Gabriel Cavazos vino con los primeros pobladores de Nuevo León hacia 1630; pero él vivía en Castilla la vieja, de ascendencia italiana. Un poco envanecidos con esto revisamos el Archivo Parroquial de Guadalupe y, oh, sorpresa, muchos no lo admiten, pero Ignacio y Timoteo, sin apellidos, provenientes de las misiones de Purificación y Concepción, gobernadores del pueblo en distintas épocas, (porque los pueblos tenían un gobernador, dos alcaldes, dos regidores, un procurador y un fiscal de la Santa Iglesia), Ignacio y Timoteo, fueron mis ancestros y adoptaron el apellido Cavazos. Yo no sé cuándo, pero a mucha honra. Los pueblos, decíamos, eran repúblicas de "res", cosa en latín, "la cosa" pública; la autoridad estaba compuesta, ya lo dije, por un gobernador, 2 alcaldes, etcétera. Tenían todas las preminencias de los cabildos, ya lo subrayó nuestro amigo Catón en los cabildos antiguos, lo mismo hizo Desiderio. Bueno, el pueblo, los pueblos estaban divididos en barrios para separarlos de cada una de las castas, y entonces los Carimas, los Pelones, los Comepescados estaban en distintos barrios y, no pocas veces, tenían representación en el cabildo como regidores. Un dato sumamente interesante era de que vivían en perfecta comunidad, todo era de todos, es decir, ni siquiera el predio donde estaba su modesto jacal era suyo. Lo fueron a recibir después de la independencia, ya en el reparto de tierras. De suerte que entonces este vivir en comunidad, sembraban las tierras, la cosecha se recogía en un almacén especial, y yo de niño, y esto ya es histórico, conocí en el Centro antiguo de Guadalupe el tapanco que había en cierto lugar, más o menos como el coro de esta capilla y allá almacenaban la cosecha, y cada semana el misionero y el protector, entre comillas "El protector español" nombrado por el Ayuntamiento de Monterrey o en su caso de la villa inmediata a los otros pueblos, repartían cada 8 días la ración conforme al número de cada familia. Entonces este vivir en comunidad los hermanaba mucho más. Eran extremadamente laboriosos, el padre Agustín Morfin en estas visitas que conocemos y que son clásicas, los califica como que aborrecen la ociosidad y que constantemente tiene; ya lo dijo también nuestro amigo "Catón", es un vergel aquel pueblo de San Esteban, así era Guadalupe. Por citar un caso local, perdonen el localismo, pero yo me subí al campanario de la iglesia y no se veían más que las casas de la plaza, lo demás eran nogales y aguacatales, y luego el sistema de riego de las acequias; una acequia por cada fila de manzanas. El gobernador Barbadillo le dio a Guadalupe los ojos de agua de Santa Lucía de Monterrey, y había una acequia por cada fila de manzanas, membrillos, nogales; había infinidad de parras silvestres, duraznos, todas las frutas habidas y por haber. Todo esto se acabó con la industrialización lamentablemente.

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Los tlaxcaltecas fueron misioneros laicos, como pocos puede haber, participaban con el misionero de la obra evangelizadora, los ayudaban a adoctrinar a los indios neófitos, en fin, hacían un papel verdaderamente notable. Entonces, por otra parte, además de su calidad de caballeros hacían campañas de pacificación y, las alegaban después como los propios españoles para recibir mercedes de tierra; "yo fui con el gobernador a pacificar a los indios tales". Bueno, pero qué herencia cultural nos han dejado. Ya se ha hablado aquí ampliamente de ello, pero yo quiero subrayar, a mi vez, algunas de mi propia observación. En el lenguaje, yo le oí a mi madre y a mis tíos y a mis abuelos nahuatlismos que ya han ido desapareciendo lamentablemente en algunos pueblos, Bustamante debe conservarlo con mayor precisión, y entonces, es claro, Saltillo y Bustamante tienen en sus archivos muchos documentos en náhuatl. Mi padre, en paz descanse, me contaba cómo él de niño oyó hablar el náhuatl aquí a unos cuantos kilómetros de Monterrey; todavía había familias que se entendían en la lengua náhuatl. El alcalde Albino Daniel Fuentes, ya Catón se refirió al retrato de una india; al alcalde Albino Daniel Fuentes Moreno, que lo retrató Eligió Fernández, notable retratista, escondió el retrato, porque dijo, "me puso los labios rojos y yo los tengo cenizos"; "yo soy tlaxcalteca". Entonces entre estos nahuatlismos por citar algunos solamente: tlaxcalcuatl, un cierto tipo de cucaracha; el chimal, cuando anda uno despeinado; quequechimal, el que trae plumerío por la cabeza; totache, al padre de la iglesia o al cura que era a la vez médico; totache; el chahuixtle; en fin, tengo recogidas unas 500 palabras usadas en Guadalupe. En el campo de la construcción ellos nos trajeron, (claro el español lo aprendió también allá), el uso del adobe y ciertas modalidades en la techumbre de hojas de caña o de qué se yo. También en las cercas de carrizo que llevan el nombre en náhuatl de tachacual: una cerca de carrizos es el tachacual. En las artesanías, lamentablemente aquí en nuestra región no somos muy ricos, pero los tlaxcaltecas en Aramberri o en Bustamante o en Guadalupe hacían sus sillas de tenasta, cierto arbusto de madera más o menos flexible. La cestería, los chiquihuites y colotes, etcétera; alfarería con sus ollas y otras cosas, pero particularmente en los tejidos a que ya se han referido. Siempre he peleado con los de Saltillo, porque Nuevo León era una tierra extraordinaria, rica, extraordinariamente rica en ganadería y, entonces había mucha lana y aquí se tejían los sarapes que se vendían en la feria de Saltillo y por eso recibieron su nombre. Perdónenme. No se diga en el aspecto de la música, tenían una sensibilidad extraordinaria para la música: el violín; la flauta; el clarinete; el tambor; el redoblante, y otros instrumentos, los tañían con maestría y organizaban o tenían bandas especiales que eran traídas a los desfiles coloniales o a las fiestas religiosas. Acaba de publicar nuestro amigo Nevares Pequeño un libro sobre las alabanzas en Hualahuises. En Guadalupe, también el Jueves Santo las alabanzas en versos, bellísimas, y con unas tonadillas lloronas muy lindas.

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Las danzas, los matachines, no son otra cosa que aunque ahora muy mixtificadas porque los trajes tienen agregados de plástico y otras cosas, pues son de allá. La gastronomía, es inútil hablar porque ahora vamos a tener una muestra, pero aquí en Guadalupe y en todos los pueblos tlaxcaltecas hay maravillas en este sentido. Medicina, habilísimos también no como curanderos y brujos, sino por el conocimiento de la herbolaria. He hallado recetas en los archivos para curar heridas y está la fórmula, que no digo ahora, no la tengo registrada, que eran infalibles para muchas cosas. En el folklore la herencia es riquísima en los coloquios y en las pastoleras; en las representaciones de Semana Santa y otras cosas. No hace mucho, yo lo vi de niño, en las iglesias estaban los indios descendientes de aquellos, hechos regazo, tocando un arpa; llevaban las jaulas llenas de pajarillos el Jueves Santo para que se inundara de cánticos la iglesia y empezaban estas alabanzas y estos cantos tan hermosos. Escultores, no cabe duda, que eran extraordinariamente hábiles. Hualahises, Agualeguas, Villaldama, conservan ejemplos de esculturas hechas por ellos, verdaderamente admirables. En el campo de las devociones es donde quedan muchas más huellas todavía. Una de las más antiguas, indudablemente, es el de la Virgen del Roble, patrona de la Arquidiócesis de Monterrey, que tiene un paralelismo increíble con nuestra señora de Ocotlán; fue aparecida en el hueco de un roble, aquella en el de un ocote: todos los datos coinciden con Nuestra Señora de Ocotlán y la devoción misma en las alabanzas que se conservan en su novena antigua, no se diga. Desiderio ha hablado ahora de la Zapatera, hacia el poniente de la ciudad. Antonia Teresa y su marido, el zapatero, tenían en su jacalito una Purísima en escultura pequeña. El Río de Santa Catarina siempre traidor se desbordó, la india sale devotamente y ¡oh fe de aquellos tiempos!, las aguas turbulentas cesan y la capilla se convierte en un santuario. Luego se levanta una capilla de sillar y ahora una maravilla arquitectónica que ganó el premio nacional de arquitectura; del arquitecto Enrique de la Mora con su obra "La Virgen Purísima de Monterrey". Y claro, ustedes visitaron ayer al señor de Tlaxcala, qué interesante que conserve ese nombre desde el siglo XVIII. El bachiller Nicolás de Saldívar lo había donado al matrimonio de Bernabé y Ana María, quienes se vinieron a vivir al Real de las Sabinas y, quedando viva ella se los dona a su vez a los tlaxcaltecas de Bustamante, y surge este culto interesantísimo que se ve, si ustedes, bueno hay novenas modernas, pero si ustedes tienen la original que escribió. Entonces es un Tláloc moderno, a la vez lo llaman el Señor de la Lluvia porque muchas veces, a mí me consta, aunque esté el sol como está ahora, se viene, no sé de dónde, un nubarrón negro y las señoras que traen vestidos de telas encogibles llegan con el vestido más arriba de la cintura. Otras devociones hay en muchas partes, la Dolorosa de Hualahuises, etcétera. Bueno, pero detengámonos porque el tiempo es terrible, los tlaxcaltecas fueron leales al español, habían jurado fidelidad al rey y lo cumplieron, pero en los casos terribles fueron tan patriotas como cualquier otro. Tengo constancias, otra vez la cita de Guadalupe porque me consta," los realistas pegaron ahí, en el cancel de la iglesia, pegaron sus proclamas y sus bandos condenando al que no siguiera la causa realista; y los tlaxcaltecas las arrancaron y se sumaron al grupo de los insurgentes; Mariano Jiménez estuvo aquí en Monterrey.

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Un dato interesante: no solamente indios tlaxcaltecas vinieron también aquí, podría registrar varios nombres de tlaxcaltecas importantes. Dos solamente, uno a quien le decían "Huamantla", no se le conocía otro nombre, tenemos el testamento y era un personaje sumamente importante a fines del siglo XVIII; otro Sebastián de Villegas Cumplido, nacido en Nativitas, como se dice en Tlaxcala, fundador de Linares, Nuevo León, vino aquí desde el siglo XVII y es un personaje que está esperando un libro. Alcalde mayor del Valle de San Cristóbal, que suele confundirse al valle con San Cristóbal, el pueblo indio. Entonces, estos dos personajes están esperando quien los estudie. Pero Nuevo León está en deuda, por citar sólo el caso que me ha tocado relatar, está en deuda, y todo el noreste de México, desde luego, con Tlaxcala. Yo le rindo, en nombre de Nuevo León, mi homenaje y mi pleitesía. Muchísimas gracias.

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Ponencia del Maestro Carlos Valdez Dávila, "Los tlaxcaltecas en Saltillo".

Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.

Viernes 8 de agosto de 1997. Como les decía, voy a cambiar mi conferencia puesto que no voy a repetir; voy a decir algunas cosas un tanto diferentes, basado en documentación del Archivo Municipal de Saltillo. Soy director del Archivo Municipal de Saltillo, que es un depositorio en donde guardamos varios miles de documentos tlaxcaltecas, es decir, no sobre los tlaxcaltecas, sino tlaxcaltecas, escritos por ellos mismos, entre ellos casi 700 en lengua náhuatl. Se ha hablado mucho y se han mitificado algunas cosas de los tlaxcaltecas, una de ellas es la de las 400 familias. 400 sabemos que es un número totalizador para todos los náhuatls. Pero en realidad las familias que salieron, que son computar izadas, son 235; a Saltillo nos llegaron 87 familias y 57 solteros, perdón, 57 niños. Lo que nos hace ver que la mayor parte de tlaxcaltecas que salen para acá son matrimonios jóvenes, prácticamente recién casados, puesto que muchos de ellos todavía no tienen hijos. El atractivo del norte para los tlaxcaltecas fue muy sencillo, precisamente la mayor parte de los tlaxcaltecas que salen para acá, para Saltillo, para el norte; o sea, no iban a Saltillo, nunca tuvieron la idea de salir a Saltillo. Eran muy sencillos, las capitulaciones que ellos negociaron con el virrey de Velasco por adquirir una serie de privilegios que no tenían en Tlaxcala, a pesar de lo que se pueda decir, los tenían sus caciques y los tenían los nobles, pero no los tenían el pueblo bajo de Tlaxcala, gran parte de los cuales llegan acá, se vienen con esta idea, y precisamente lo podemos asegurar porque los caciques tlaxcaltecas, o sea, los mandatarios de los señoríos, se oponen a que se vengan tlaxcaltecas para acá. Se trataba de una sangría extraordinaria: perder a muchos, digamos centenares de familias, que eran quienes los proveían de impuestos. También se oponen los españoles de esa región, muchos de los cuales tenían entre su mano de obra a los tlaxcaltecas que se vienen para acá, este es un problema que se ha trabajado poco y del que sí tenemos algunas constancias. Los tlaxcaltecas vienen en contra de sus propios caciques, en contra de los españoles, y se tienen que basar precisamente en el mandamiento del virrey Luis de Velasco. Vienen por intereses personales, es evidente, no vienen digamos, por expander la fe, por ampliar la corona, por apoyar al Rey de España para nada, ellos vienen por sus intereses personales y, esto es muy lógico, es normal que lo hagan así, y de hecho aquí tienen muchísimas cosas que los ayudan a desarrollarse. Se ha hablado también de otro de los mitos de los tlaxcaltecas, es el de la democracia, tal vez no sea el punto de vista del maestro Xochitiotzin: en Saltillo tenemos más de 100 actas de las votaciones que se hacían para elegir gobernador de San Esteban de la Nueva Tlaxcala.

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A los errores exactos, como era por elección anual, verdad, se va uno con la finta creyendo que había democracia, o sea, que porque había una votación existía una democracia. Esto está completamente fuera de la realidad, o sea, votaban entre los nobles, y votaban por un noble: no podía haber un gobernador, ni un mandatario tlaxcalteca, que no fuera noble aquí en Saltillo. De hecho estas actas nos muestran 11 votos, 12 votos, 17 votos verdad, pero no había una votación de los 500 jefes de familia del pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala. Entonces hay una cierta democratización por el cabildo, esa es otra cosa, el cabildo tlaxcalteca es una entidad extraordinariamente activa, muy movible y muy aguerrida, y el cabildo sí es el que asegura que la democracia vaya progresando muy lentamente; o sea, mientras se fueron enriqueciendo algunos de los macehuales, (algunas de las personas que habían venido nada más con lo que traían puesto) se fueron enriqueciendo por su habilidad, por su capacidad productiva, por el número de hijos que tenían, que era una gran riqueza tener hijos. Entonces vamos viendo que de 1591, digamos al primer siglo, empiezan a cambiar las clases sociales entre los tlaxcaltecas, de tal manera que van creciendo algunos macehuales que se van enriqueciendo, y entonces empiezan a ocupar cargos públicos, pero 120, 130 años después de haber llegado los tlaxcaltecas a Saltillo; o sea, inicialmente nada más son los caciques que venían como tales de Tizatlán los que ocupan este cargo. De todas maneras el cabildo fue un manejo maravilloso en Saltillo, en los tlaxcaltecas, y eso es demostrable porque hay documentos. El cabildo tlaxcalteca fue un cabildo luchador, un cabildo de empuje, un cabildo de contraste, verdad, y precisamente se muestra en toda una serie de conflictos que tienen no solamente con los españoles de Saltillo que son conflictos interminables, sino que a veces los tienen con los mismos franciscanos y los llegan a tener con los curas. Voy a poner un ejemplo muy sencillo, un Cura párroco de Saltillo, el padre Pedro de la Selva ocupa un predio con agua, que es lo más importante, como decía el maestro Israel, el agua ocupa un predio muy importante para los tlaxcaltecas, y duran los tlaxcaltecas 15 años peleando contra el Cura Párroco para recuperar su tierra. ¿Qué hicieron?, bueno, lucharon por medio del Virrey; por medio de Guadalajara, de la Audiencia de Guadalajara; por medio del obispo, etcétera. La solución llegó cuando los tlaxcaltecas hicieron que el Obispo de Guadalajara lanzara una "ex-comunión mayor reservada" al cura de Saltillo si no regresaba la tierra y, el agua a los tlaxcaltecas; pero esto ocupó 15 años de lucha de los tlaxcaltecas en que tuvieron comisiones y comisiones y muchísimo dinero gastado para recuperar la tierra del cura-párroco de Saltillo. Esto les puede mostrar a ustedes que no fue fácil para ellos su estancia acá en el norte, ni mucho menos gratuito. Que lucharon siempre por conservar sus privilegios y por desarrollarlos. Tenemos una de las cosas más interesantes de esta colonia de Tizatlán de Saltillo, es su demografía, como decía el maestro Israel. Tienen ellos, además de una gran producción, muchos remedios para enfermedades y tenían sus propios curanderos. La situación demográfica es muy grande, sin embargo había una mortandad infantil extraordinaria también. Actualmente estoy trabajando en el Fondo Testamentario, en donde se puede recurrir a cada uno de los tlaxcaltecas que van empezando y, encuentra uno, un documento como este: "hago mi testamento en favor de mis tres hijos de los nueve que tuve", o bien "de mis 4 hijos de los 13 que Dios me dio".

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Podemos encontrar una gran, digamos, explosión demográfica; sin embargo, con una gran mortandad infantil, o sea, había los dos aspectos. Sin embargo los tlaxcaltecas seguían teniendo hijos tenían más que los españoles. Eso es evidente comparando ciertamente, en donde se puede ver el número de hijos de ambos. Entonces la demografía hizo que en este lugar tan pequeño, que era una parte del Valle de Saltillo, la que se les había encomendado a los tlaxcaltecas, que fueran expulsados de allá grupos de tlaxcaltecas que ya no cabían, que ya no tenían tierra, y, en ese sentido empiezan a fundar nuevas colonias. En Saltillo nacen 14 colonias que perseveran, porque hubo como unas 19, o sea, alrededor de 5 ó 7 que fracasaron. Pero 14 que sí. Por ejemplo, Bustamante, (que dicen que ayer lo conocieron). La gente de Bustamante es hermana absolutamente de la gente de Saltillo. O sea, de ahí salió la colonia para acá; sin embargo, ya no todos eran tizatlaneros, con el tiempo vemos cómo llega gente de Tepeticpac y de algunos otros de los señoríos, de Chiautempan, etcétera, y empiezan a engrosar también las colonias que se van fundando. En este sentido podemos ver cómo el panteón de los tlaxcaltecas, o sea, sus santos, Pero su santoral va creciendo, inicialmente San Sebastián, Santo Tomás, o sea Tomás, Sebastián; Esteban, Ana, Margarita, etcétera, son los nombres más socorridos. Posteriormente empieza a haber muchos más nombres que corresponden con todo el santoral de Tlaxcala. Es increíble, pero muchísima gente de aquí empieza a tener nombres de los santos tlaxcaltecas; por ejemplo, hay muchos Natividades, no estoy seguro de que vengan de Nativitas, sin embargo, alguna cosa tiene que haberlos hecho bautizar a estos niños con ese nombre; en otros nombres, como en los testamento que estoy por publicar, se pueden encontrar estos centenares de nombres del panteón tlaxcalteca. Las ampliaciones de los tlaxcaltecas no fueron así gratuitas: "vamos a ampliar la corona", "vamos a ayudarle al Rey de España"; eso lo dijeron porque eran bastante capaces, muy inteligentes para negociar; sin embargo, lo hacen por sus intereses y lo vemos en misiones concretas. Por ejemplo, vamos a poner el ejemplo de la Misión de Nadadores. Es una población que está muy cerca del Bolsón de Mapimí donde más atacaban los indios nómadas. El Cura de Nadadores estaba desesperado porque no avanzaba su misión. Llega a Saltillo y por medio de un escrito de él mismo, que lo tenemos en el archivo, trata de convencer a los tlaxcaltecas saltillenses de que se vayan a Nadadores. Aceptan a cambio de una lista de sus peticiones adquieren un par de bueyes para cada uno; piden azadones; piden 50 pesos para cada uno; piden que las capitulaciones de Saltillo se vayan a Nadadores, etcétera, y todo se les concede. Vemos la gran capacidad de negociar de los tlaxcaltecas que siempre tuvieron para salir adelante con sus intereses. Esta es una colonia muy perdida de la que les estoy hablando, la de Nadadores, es de 1735, muy tardía con respecto a las primeras, o sea, esto quiere decir que los tlaxcaltecas siempre tenían sus capitulaciones en la mano y, de hecho las llevan a todas partes; las traen hasta Bustamante y las llevan a Monclova también; a Río Grande: eran grandes negociadores. También eran muy buenos litigantes, el ejemplo que puse de 15 años de lucha por un predio nos muestra su capacidad y su perseverancia. Hay muchos otros ejemplos como éste en los que pelean

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con los españoles de Saltillo por predios a veces minúsculos. Hay un pleito que también dura alrededor de 14 años por un español que puso su casa, digamos uno de los cuartos de la casa dentro del pueblo tlaxcalteca; y querían quitarle esa casa porque la raya, la guardarraya pasaba por ahí. O sea eran muy peleoneros para sus asuntos. En este Fondo exactamente, tenemos cerca de 700 documentos en lengua náhuatl, algunos de ellos los han traducido gente de Tlaxcala; ya vino para acá el maestro Luis Reyes García que se supone, o se dice, es el mejor nahuatlato que hay en el mundo. Él nos empezó a hacer las primeras traducciones. Pero para completar nuestro catálogo testamentario, recurrimos también a algunos muchachos nahuatlatos que estudian en Saltillo; nahuatlatos de Veracruz; nahuatlatos del Valle de México y nahuatlatos del Norte de Guerrero. Con ellos hemos recogido los 700 documentos y cuando menos podemos decirle a la gente, más o menos, lo que está ahí; o sea, quién es la testadora; quién está testando; quién es el escribano; qué es lo que se testa. Hay algunas cosas impresionantes. Tenemos, en 1683, por ejemplo, un testamento en náhuatl de una anciana que primero empieza a contar su vida y dice, "yo he vivido de esta manera, he tenido 4 esposos, con los primeros tres tuve tales y tales hijos, con el último no he tenido porque ya éramos viejos". Después, empieza a dar consejos, "a mis nietos fulano quiero que le hagan esto y a mi nieta quiero que la eduquen así"... después, viene la revista de todas sus posesiones. Esta señora que no hablaba español, que nada más hablaba su lengua originaria, deja tierras impresionantes, o sea, deja a sus hijos una tierra en el pueblo de Nadadores; deja a su otro hijo tierras en Monclova; deja también una tierra en Chihuahua. Es impresionante, digamos, cómo esta gente había llegado a acumular bienes, y digamos a mantenerlos de esta manera. Quiero decirles nada más que la lengua tlaxcalteca no se usó aquí en Saltillo como una lengua indígena, sino como una lengua franca, o sea, era la lengua que se hablaba en el mercado, la misma que se hablaba en Saltillo y, la lengua que se hablaba en la iglesia. Tenemos algunos sermones que se predicaron. Por supuesto, aparece en varios escritos en las iglesias, tanto en Parras como en Saltillo. También una cosa curiosa es que siempre se dice que los jesuítas hablaban lenguas, que los franciscanos hablaban lenguas, pero también los sacerdotes diocesanos hablaban lenguas. Esos documentos náhuatls en Saltillo son escritos por sacerdotes diocesanos. Y digo que era la lengua franca porque precisamente para el comercio era una lengua indispensable. No solamente para cuestión religiosa o para meterse con el pueblo. La hablaban en las misiones: los jesuítas en Parras hablaban en náhuatl; los misioneros de Saltillo; de Monclova, hablaban en náhuatl. Pero los ricos de Saltillo también hablaban náhuatl, don Ambrosio de Zepeda, español toledano, aparentemente de origen judío, hablaba en náhuatl perfectamente y en él se movía. Además hablaba varias lenguas, las más de las lenguas de los indios del norte. ¿Por qué?, porque él tenía su encomienda de indios del norte. Una de las cosas curiosas, y con ésta termino, porque los tres antecesores acabaron con mi plática. Los tlaxcaltecas fueron también grandes educadores. Tenemos el ejemplo de algunos educadores de los primeros años del siglo XVII, maravillosos, en los que se nos dice, y eso lo dice un fraile franciscano: que eran los que educaban a los españoles de Saltillo; los que les enseñaban la lengua

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castellana; la gramática castellana; les enseñaban cantos. Pero lo asombroso es que estos tlaxcaltecas enseñaban latín a quienes se estaban preparando para ser sacerdotes. Todo esto se encuentra en un documento que me gustaría mandarles a Tlaxcala en el que se inscribe por ejemplo que: "fulano de tal, un tlaxcalteca, preparó a tal y tal sacerdotes, un carmelita, un franciscano, para que aprendieran el latín suficiente para ordenarse". Entonces tenemos tlaxcaltecas también plurilingües. No solamente manejaban su lengua, el castellano también, eran maestros de castellano, y además de la lengua latina. Solamente es uno de los aspectos; que quería decir; que se encuentra en el archivo, del cual soy orgullosamente director, continuamente estamos revisando nuestra documentación en la que todavía hay mucho de los tlaxcaltecas que no se ha mencionado. Que definitivamente no solamente nos sentimos contentos de tener esta ascendencia, como decía Catón, de ambos grupos de españoles y tlaxcaltecas; sino que pensamos que en Saltillo somos un pueblo mestizo, no hay ninguna duda, y además un pueblo con una cultura también mestiza. Muchas gracias.

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Ponencia de Monasñor Pedro Gómez Danés, “La tlaxcaltequización en la región Sur de Nuevo León”.

Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.

Viernes 8 de Agosto de 1997. Al sur de Nuevo León, pensemos que lo más esencial para los españoles y aún para los obispos de Guadalajara, era no solamente el cimentar el cristianismo, sino sobre todo el crecimiento de las poblaciones y que fueran estables. El obispo Fray Ruíz Colmenero en 1648 descubre o le hacen descubrir el paso por Río Blanco para llegar a los llanos que luego van a ser San Antonio de los Llanos, cuando un poquito después también se descubre el paso por medio del Río Pilón para llegar al Valle de San Mateo del Pilón, los indios de Venado y los indios de Mixquitic estaban ahí presentes, al grado de que ya para 1684 podemos encontrar que hay quien vivía en San Antonio de los Llanos y diga que lleva 20 años viviendo ahí: familias tlaxcaltecas. O sea, los tlaxcaltecas no sólo llegan mucho antes que a Bustamante, y mucho antes que a la Punta de Lampazos, a lo que van a ser Santa María de los Angeles, hoy Arramberri, y lo que va a ser San Antonio de los Llanos que nos quitaran los Tamaulipas en 1750. Pero van a continuar avanzando poco a poco. Pensamos que de Saltillo, aun cuando había una prohibición de fundación o de que salieron familias para fundar por mucho tiempo, muchos tlaxcaltecas en cuanto que eran gente de progreso y buscaban un mejoramiento material para sí mismos y para sus hijos, pudieron haber ingresado en el Nuevo Reino de León. El primer cronista citado por don Eugenio del Hoyo, nos habla que cuando matan, allá por 1616, a quienes fundan un ingenio de azúcar lo hacen en un sitio y el habla antes de 1660, en un sitio en donde habitan tlaxcaltecas, y ese va a ser lo más probablemente entre Apodaca y Zuazua, siguiendo las márgenes del riachuelo que se va a juntar al Santa Catarina y el Río San Juan. En 1700 empieza toda una invasión, gracias a Dios, de los tlaxcaltecas. Los tlaxcaltecas van a ser traídos ya oficialmente por don Francisco de Vitoria y Barbadillo, cuando junto con Fray Juan de Lozada se logra pacificar el sur del estado, y van a "refundarse", (como dicen los historiadores), o mejor dicho, a aumentar la población de San Antonio de los Llanos y de lo que va a ser San Pablo de Labradores, hoy Galeana, donde no hemos encontrado ningún nombre tlaxcalteca en los archivos parroquiales desde 1714, del primer libro, hasta 1750. Pero sí los encontramos en Guadalupe donde llegan en 1716; los encontramos profusamente en las misiones de la Inmaculada Concepción de los Nazas y, la Purificación de la Virgen María, fundaciones de Barbadillo a fines de 1715, principios de 1716, que están ampliamente ya datadas por don Israel Cavazos. De los tlaxcaltecas de estas misiones, tenemos dos datos muy importantes: a través de las investigaciones en los archivos parroquiales he logrado la publicación de "Las Misiones de Purificación y Concepción", encontrar las familias que aquí llegaron.

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Lo segundo, encontré gracias a Carlos Manuel Valdez, en el Archivo de Saltillo, una nota que mandan los 4 gobernadores de Purificación a Saltillo, avisando que ellos son en 1734 los descendientes de los que habitaron San Juan del Carrizal, porque éstos fueron trasladados hacia esa misión en dicha fecha. Dentro de San Juan del Carrizal, donde se nos diera, de San Juan pasan a ser los habitantes de Purificación y Concepción. En 1756 y de acuerdo con las notas oficiales que hay en el Archivo de la Nación, se ha logrado entrever, y lo asegura Montemayor, que en paz descanse, don Andrés, que los tlaxcaltecas fueron sacados de estas misiones para transportarlos hacia Guadalupe, lo cual va a constituir una mentira histórica. Los tlaxcaltecas no solamente permanecieron, continuaron bautizándose, continuaron casándose, continuaron muriendo y todavía viven sus hijos en lo que hoy es Gil de Leyva junto a Montemorelos, y lo que hoy es el pueblito de Escobedo. Características muy importantes de la tlaxcaltequidad que tenemos: hemos notado cómo en el estado, a través de la historia, los municipios de Bustamante, y lo que es Hualahuises, no solamente tienen una cultura muy particular en lo religioso, muy viva, también son profundamente políticos, o sea, tienen una gran actividad comunal, hemos encontrado que en Nuevo León, por desgracia, muchos historiadores han afirmado que tenemos una gran influencia sefardí o judía, porque hablan mucho de las tortillas de harina. Las tortillas de harina no pueden ser judías, son tlaxcaltecas, llevan mucha grasa de animal, de marrano, y llevan sobre todo el ser tortillas, cosa que los judíos en España jamás conocieron. El asado de puerco no puede ser judío ni es hispánico por el contenido de chile, posiblemente los hispanos tenían un alimento muy similar, pero sin los condimentos debidos para que perdurara el asado a través de meses y fuera un alimento de subsistencia: es mestizaje tlaxcalteca. Pensemos en las relaciones, las formas de pedir a la novia, las formas de comportarse los hijos con el padre, las formas de asociarse las casas de los hijos junto a la casa del padre, mientras que las hijas van a formar parte de otra casa, es cultura náhuatl, no es cultura hispánica, es cultura en la cual está el mestizaje presente y que se fue adoptando por nosotros mismos. Las construcciones de los templos, ya le he mostrado a don Desiderio una fotografía del templo que construyó en 1765 Fray Juan Jurado Caballero, del cual mucho se ha hablado bien y mal, era muy ladino, digamos, pero él levantó el templo y lo levantó trayendo maestros de obra del Centro de México, esta es una muestra de un templo con toda la configuración tlaxcalteca. Uno de los más antiguos templos en el estado, cuando todavía no teníamos ni siquiera aquí una capilla muy firme en Monterrey; según dicen los historiadores. La iglesia de Santa María de los Angeles de Río Blanco, en Arramberri, es otro prototipo no solamente franciscano sino también tlaxcalteca. Y eso es muy importante para todo lo que va a ser la influencia tlaxcalteca, pero lo más importante para nosotros al encontrarnos hoy, es otro problema; en la región en donde no hubo tlaxcaltecas, lo que comprendería actualmente los municipios de Los Aldama, Los Herrera, Doctor Coss y China, hay todavía un matriarcado presente. El matriarcado se logra descubrir por 1765 por Fray Juan Jurado Caballero, en la Misión de Purificación cuando estas tribus son traídas de la Misión de la Divina Pastora, cerca de lo que es hoy Méndez, Tamaulipas, hacia acá por los pleitos de los misioneros y los indios con los hispanos que les

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quieren quitar su tierra, y ahí se logra asentar en los libros de bautismo el matriarcado que imperaba en las tribus norestenses aborígenes. Tezozomoc y otros historiadores de 1500 tratan de esconder un poco que dentro de las tribus náhuatl, los herederos, de los Tlatoani, que mal llamamos emperadores, siempre eran los sobrinos, hijos de la hermana, lo cual nos va a indicar que hay una cultura matrilineal, no solamente en las tribus del centro de lo que es hoy Estados Unidos, en las tierras que nos robaron, sino también en todo lo que va a ser Mesoamérica, el noreste de Mesoamérica, y América Central. Esta cultura matrilocal se da muy fuertemente en Tehuantepec, es cierto, pero la matrilineal se va dando en toda nuestra cultura, donde a fin de cuentas la última palabra la va a tener la madre, ¿por qué?, porque ella es portadora de todas las cosas y ella va dando la cultura más que el padre que tiene que trabajar. En cuanto al problema de la inmensidad, los pueblos que se formaron con el auxilio y padrinazgo de los tlaxcaltecas fueron pueblos libres, cuando se constituye el estado de Nuevo León se roban las misiones de Purificación y Concepción, cuando debió de haberse constituido otro municipio aparte; pero no solamente era un municipio aparte, era un estado aparte, porque jamás dependieron del gobernador. Hoy se habla mucho, dentro de la federación, del municipio libre, y nunca se ha estudiado realmente lo que fue el municipio en nuestras comunidades que fueron libres y que muy poco dependían de las influencias hispánicas sino que brotaban de su propia cultura, y tenemos que volver los ojos a la historia, y aunque no queramos, continuará siendo maestra para afrontar los problemas de hoy. O sea, no constituyeron nunca parte de otra comunidad intermedia, era lo que hoy constituyen los estados confederados, por lo mismo, una actividad cotidiana que unía a autoridades y comunidad entera, cimentados con una cultura propia y dentro de una dirección política de progreso como bien común, estas comunidades o pueblos misión constituyen hoy un paradigma olvidado. Es verdad que hoy en la educación oficial se da mayor énfasis a la nacional, al mismo tiempo que se reduce la historia local, sin darse cuenta que con ello, al contemplar lo general, se pierde la identidad particular, misma que fortifica la identidad general, la nacional; y al mismo tiempo incorpora a la persona, a los grupos humanos, a su rostro común, a su rostro propio. Hablamos mucho de unidad, pero estamos confundiendo unidad con univocidad que es diversa; univocidad para que todo mundo se entere, cómo andan Los Legionarios o los del Opus Dei, igualitos todos, con el mismo traje, el mismo corte, las mismas uñas, el mismo maletín, o cómo andan los de las sectas, con la misma corbatita: son sectas a fin de cuentas. Esto es univocidad, todos son ¡guales y todos deben de parecer iguales. La unidad se da en la unión de los diversos como en la familia: en la familia hay unidad porque hay padre y hay madre y hay hijos, y es lo que no hemos visto hoy en México y es un problema nacional, que también tenemos que volver los ojos hacia atrás para encontrarnos con la historia, buscar qué es la unidad a partir de los legados que nos han dado los pueblos aborígenes, que son nuestra raíz, y que también nos han dado nuestra propia identidad, el rostro que hoy tenemos. Por otro lado, nos encontramos en un momento histórico en el cual regresar los ojos a los tlaxcaltecas no solamente es encontrarnos con nosotros mismos y encontrar nuestra dignidad propia, nuestra identidad, sino que al mismo tiempo es fortalecernos para poder entablar relaciones de todo tipo; como económicas, comerciales, diplomáticas, con otros pueblos en un sentido de igualdad, mientras que nosotros continuamos con estos mitos y estas falsedades que nos ha legado, por 150 años un

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liberalismo, y que nos ha quitado toda nuestra historia y toda nuestra realidad, nuestra identidad propia y verdadera. No tendríamos realmente un fortalecimiento de personas para enfrentarnos hacia afuera: o corremos para besar los pies de cualquier mamarracho que llega o, lo que es peor, caemos en manos de un pueblo que ni siquiera tiene cultura como la tenemos nosotros, que solamente tiene economía y esto sería fatídico. La historia y estas Jornadas de Identidad Cultural son importantísimas, no solamente en nuestra región, sino en todo el país: encontrarnos con nosotros mismos, encontrarnos con nuestra verdad, pobre o rica, no nos debe importar, pero nuestra verdad, lo que nos da nuestra identidad que siempre va a ser rica porque ló vamos descubriendo, y en ese mismo momento enfrentarnos al hoy y progresar. Lo demás se los entregaré para que sea publicado después. Gracias.

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Ponencia de Monseñor Rafael Montejano y Aguiñaga, "La tlaxcaltequización en San Luis Potosí."

Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.

Viernes 8 de agosto de 1997. Como advierte Gurría Lacroix, "ella no nació en territorio mexicano y no era pues ciudadana mexicana"; hay que tener en cuenta que los mexicas eran odiados por el resto de los pueblos mesoamericanos, por lo que no debe extrañarnos, concluye este autor, la actitud de tlaxcaltecas, zempoaltecas y demás señoríos que se unieron a los españoles en contra del imperio azteca, y a estos, tampoco les cabe la denominación de "traidores". Las segundas víctimas: los tlaxcaltecas. Estos, lograda la fundación de lo que sería la antigua República de Tlaxcallan, pudieron mantener su libertad, su autosuficiencia, sin ser tributarios del imperio mexica, a pesar de las continuas contiendas y de las Guerras Floridas, la prosperidad de Tlaxcala no decayó. Aprendieron a ser, con ciertas limitaciones, autosuficientes como agricultores, artesanos, artistas y buenos astrónomos. Se aliaron a Cortés, como es sabido, después de las crueles batallas del 2 al 5 de septiembre de 1519. Para la expansión de la cultura novohispana en Aridamérica, una vez alcanzada la paz chichimeca, se escogió a los tlaxcaltecas, precisamente a tres cuartos del siglo de la conquista de Tenochtitlán, no sólo por haber sido eficaces aliados de los españoles sino también por otras muy singulares razones. Su organización cívica y política. Su larga experiencia como guerreros en las Guerras Floridas. Su tradicional apego a la libertad. Su estructura social y su rápida asimilación de la naciente cultura mestiza novohispana. La república de*Tlaxcala, con sus 4 señoríos, estaba rodeada por el imperio azteca pero no sujeta a él; los representantes de cada señorío eran autónomos y de común acuerdo trataban todos los asuntos que les atañían, especialmente la paz, guerra, comunicaciones y relaciones con otros pueblos. Tenían una formación única de organización política mientras los demás constituían monarquías absolutistas. Jamás se rompió la armonía entre los cuatro tecutlatos o senadores. Eran religiosos al estilo mesoamericano, recibieron la herencia de sus antepasados chichimecas y las que adoptaron de los olmecas, toltecas, mexicas y otras etnias. Profesaban un sincretismo religioso y por lo mismo llegaron a los sacrificios y a la antropofagia. Destacaron por la corrección y elegancia con que discurrían y por la calidad de su literatura, cultivaron la poesía, la música, la danza, el teatro, la arquitectura, la pintura y la cerámica. De todo esto dejaron pruebas, como por ejemplo los textos que recopilaron Garibay y León Portilla. Practicaron una justicia muy estricta, con la muerte castigaban la embriaguez, los robos y el adulterio.

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En consecuencia, la grandeza de Tlaxcala estaba cimentada en la familia; la eduación hogareña se completaba con el Calmecac, colegio para nobles y con el Telpochcalli para los plebeyos. Acompañaron a Cortés y a sus capitanes en la conquista y la colonización de muchas tierras, desde lo que hoy es el Distrito Federal hasta la América Central. Gracias a sus hazañas se les concedieron importantes privilegios; uno de ellos, en 1525, la extensión del obispado de Yucatán hasta Tlaxcala donde se estableció la sede. En la Nueva España se dio el mismo fenómeno que se había dado en el imperio romano. Ese fue un imperio militarista que al contrario del griego no creó pero sí unlversalizó; aprovechó las culturas anteriores y las difundió, inclusive el sincretismo religioso. El imperio mexica igualmente asimiladas las culturas olmeca, tolteca y otras, universalizó y difundió en América española la cultura mexica. El idioma, primer medio de comunicación, se hablaba en toda Mesoamérica; gracias a esto la Malintzi pudo servir de intérprete y de nexo de unión. Por los caminos de su imperio pudieron transitar, como en las grandes vías romanas, miles de indios guerreros. Aun en mesoamérica marginal, como lo recuerda el viajero inglés Shilton, cuando por 1570 viajó de Panuco a los valles y estepas. Excepto algunos señoríos insúbitos como el de Tlaxcala, lograron unidad política y comunicación; especialmente en el comercio y entre las colonias náhuatl en varios señoríos que recolectaban los tributos, como se ve en los códices, particularmente el Mendocino. Aculturar a Aridamérica poblada por seminómadas dispersos en grupúsculos, exigía un esfuerzo inimaginable. Los aculturadores, los misioneros y los maestros labradores, eran pocos. Si a los niños se les podría adoctrinar en las escuelas a los adultos era sumamente difícil, como en buena parte lo describen el doctor Powel, Torquemada y Arlegui. Powel recogió mucha documentación, en buena parte la conservamos en el Archivo Histórico del Estado, y ahí podemos ver que entre las numerosas certificaciones de los regalos de paz como víveres, ropa, instrumentos y un sinfín de baratijas, se incluyen juegos de bolos y de barras y cartillas, para enseñar a los muchachos indios a leer. Para la gran masa de adultos bárbaros no había más remedio que la enseñanza objetiva clásica y cotidiana: que vieran como los tlaxcaltecas, chicos y grandes, hombres y mujeres, se asentaban y organizaban en pueblos; cómo vestían, cómo preparaban sus alimentos, cómo construían sus viviendas, cómo se divertían, cómo trabajaban la tierra y cultivaban sus animales cómo organizaban sus prácticas religiosas y cómo trasplantaban el recién nacido folklor novohispano a la Aridamérica bárbara. Ellos fueron los que apenas en 1592 trajeron la tauromaquia o el correr los toros, junto con los Encuentros de "Moros y Cristianos" a alegrías. En las corridas de toros, al estilo siglo XVI, los guachichiles, salteadores y guerreros, encontraron una magnífica canalización de sus ímpetus bárbaros. Las 400 familias tlaxcaltecas traídas para acá, pertenecían a la tercera o cuarta generación novohispana, ya habían asimilado lo esencial y básico de la nueva cultura. Ya conocían y explotaban los nuevos cultivos y frutos como la caña de azúcar, el trigo y, desde 1525, los molinos de harina. Bernal Díaz, en su primer viaje, trajo las primeras semillas de naranja. En cuanto a los animales domésticos estaban las gallinas, cerdos, chivos, reses, caballos o muías, y el burro que liberó al indio de su condición de tameme o bestias de carga, y toda la herramienta imaginaria en ese entonces en

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Europa. Pero lo que más importaba era el testimonio vivo y constante de la vivencia oganizada, creadora y cristiana de estos colonizadores: por acá los dividieron. Descubrí una relación de los que en agosto de 1591 llegaron a Venado y a Charcas: eran de los 4 barrios de Tlaxcala. En seguida, en septiembre y octubre, Urdiñola asentó en el Saltillo a los que le tocaron, según lo describe Alessio Robles. Acá los recibieron mejor que en San Miguel Mexquitic en donde se instalaron en noviembre. Pero a los que fueron a Venado, Charcas, San Luis y Mexquitic, les dieron tierras malas y centros mineros. Acá se formó una frontera ecuménica de tal manera que los tlaxcaltecas no estuvieron solos. Después de los dos barrios Santiago para los guachichiles, y Tlaxcala para los tlaxcaltecas, se fundaron inmediatamente Nuestra Señora de los Remedios, San Miguel, San Francisquito, la Santísima Trinidad, San Sebastián, y un poco más tarde, San Juan de Guadalupe o Tierra Blanca. En esta forma los tlaxcaltecas quedaron circunvalados por otras etnias y más todavía por los negros, los mestizos y los mulatos. Por eso, como nos dice el Primo Feliciano Velázquez, el plan de la colonización tlaxcalteca en San Luis Potosí no se logró sino en parte. Viviendo con indios cristianos y sumisos no volvieron ya los feroces guachichiles de la provincia de Mexquitic a sus antiguas correrías, a sus asaltos y emboscadas con que tanto daño causaron: Pero cosa singular, no se unieron por el matrimonio a las familias tlaxcaltecas sino que se mantuvieron en aislamiento, o se revolvieron con las otras etnias. Muy pronto se extinguieron los de San Luis y Mexquitic. Los del Venado llevaron una vida miserable que se agravó cuando los tumultos de 1767 y les quitaron sus privilegios y tierras. Vida rayana en la esclavitud bajo la presión de advenedizos que disfrutaron las tierras o las arrendaban en condiciones en que los indígenas no alcanzaban provecho. Además, como nunca se deslindaron sus tierras, los tlaxcaltecas mismos, jamás supieron hasta dónde llegaban sus propiedades. En cambio, los que llegaron a Saltillo como asentuales o nobles, y como lo acabamos de escuchar, eran todos excelentes horticultores, escultores y músicos, sabedores que en Tizatlán se labran y tallan todavía los famosos bastones que se venden en Apizaco. Según el doctor González, la mayor parte de las esculturas de madera que se veneraban en los templos de la región, procedían de manos de los artífices tlaxcaltecas. Sin embargo, ellos llevaron a Saltillo y Aridamérica un trasunto de la vida de su metrópoli: el pintoresco traje de los mexicas y la reverencial y dulce lengua náhuatl, con las alteraciones de su patria. Llevaron los magueyes y sus demás danzas típicas. Aportaron su laboriosidad, su indiscutible valor y, sobre todo/ su amor al árbol y a las flores. En Aridamérica, los tlaxcaltecas, por estar en la gran Chichimeca pudieron ser factores de cambio: puede decirse que transformaron totalmente esta nueva tierra. Sin embargo, creo que lo más valioso que trajeron, más que la agricultura, que la horticultura, o que las artesanías, fue el imponderable bagaje de la nueva cultura mexica y novohispana, que trajeron, más que en los 200 carros, en su propio corazón y en su propia alma. Gracias.

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Conferencia del Dr. Tomás Martínez Saldaña, "Los rasgos culturales de los colonizadores tlaxcaltecas y sus descendientes en la Región

Norestense de México."

Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L. Viernes 8 de agosto de 1997.

Presentación En el Norte de México existen pueblos agrícolas cuyo origen ha sido tlaxcalteca. Dato que pasa desapercibido hoy en día para la inmensa mayoría de los habitantes y, de los estadistas modernos del norte del país. Esta tlaxcalidad se volvió ¡rrelevante para la historia y para la economía contemporánea; así como el saber que de ahí nació el brote informativo de la nacionalidad mexicana. Pero sus orígenes son muy modestos, surgidos de los pueblos agrícolas cuya tradición era mesoamericana, y por supuesto, poco o nada aportaban al producto interno bruto y al desarrollo regional, en términos monetarios. Dicho desprecio y descuido no es original, existe desde el siglo pasado de tal forma que, la historia regional, del Norte de México, es irreconocible delante de la realidad agrícola. Si esta historia la contara un agricultor jamás la ubicaríamos cómo nos ha llegado. La historia norteña ha sido también la herencia del saber de un pueblo agrícola y pastoril, cuyo derrotero, éxitos y fracasos, han pasado desapercibidos, pero su impacto cultural en la economía regional ha sido trascendental. Esta sabiduría propia, nativa, nacida de la centenaria práctica agroganadera de los pueblos, conformó un acervo técnico que por su versatilidad y por su adaptabilidad, y su rentabilidad, permitió la sobrevivencia de una cultura material que venció al desierto, y enriqueció a un grupo que pudo trascender a la economía industrial. Este pueblo conformó el ejemplo clásico de lo que el reconocido antropólogo Eric Wolf ha denominado como la historia de los pueblos sin historia, en el entendido que la historia se escribe con signos monetarios. La herencia cultural, y el conocimiento técnico de estos pueblos campesinos, acrisolaron la mexicanidad durante cuatrocientos años mediante la forja de la agricultura y la ganadería en los eriazos norteños y, se constituyeron en el sostén de la transformación de la economía moderna a través del apoyo y el sustento, al capitalismo mercantil europeo, primero mediante el aprovisionamiento de los productos necesarios para la acumulación y la reproducción del capital circulante de la época y con la vinculación productiva y laboral, después, a la región metropolitana de la Cd. de Monterrey, en su proceso de consolidación, como centro comercial, mercantil e industrial. De este proceso se han narrado las epopeyas de las conquistas del Nuevo Reino de León y han quedado escritos los anales de sus capitanes, de los virreyes y de la aristocracia de sus gentiles hombres. Pero de los humildes soldados, pastores y campesinos, que pavimentaron el camino de la epopeya, y que produjeron los alimentos, defendieron el proceso y aseguraron su continuidad, no existe rastro, sus usos y costumbres han venido pasando sin dejar huella en la historia oficial. La herencia tlaxcalteca norteña Esta herencia agropecuaria se reconoce en los descendientes vivos y contemporáneos de los tlaxcaltecas del siglo XVI. Quienes fueron colonizadores, campesinos y soldados y se convirtieron en héroes ignorados. Quienes a pesar de su importancia por el rol que jugaron en la colonización, en la estructura colonial, en la guerra de Independencia y en la conformación de la nacionalidad mexicana,

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poca presencia han tenido en la historia escrita y menos en la historia oficial. Aparecen en la literatura especializada como una leyenda, o una novedosa novela al margen de la historia nacional y, se le ha tocado de una manera muy tangencial por pocos investigadores, de tal manera que es muy difícil encontrar en la historiografía contemporánea rastros de este aporte. La revisión histórica decimonónica del siglo pasado y la revisión oficial revolucionaria fulminó una condena a la herencia colonial Ibérica, la que incluyó también el rechazo al aporte agrícola y cultural tlaxcalteca. Con ésta condena oficial los pueblos tlaxcaltecas norteños recibieron una carga infame de pueblos traidores y renegados, carga convertida en una leyenda negra, que lo menos que hizo fue poner en duda la existencia del proceso colonizador. Nada más lejos de la verdad histórica. Los tlaxcaltecas del norte fueron los primeros mexicanos que convirtieron su tlaxcaltequidad en mexicanidad. Nos toca ahora dilucidar el proceso y convertir esa leyenda negra en una epopeya épica nacional. Este hecho trascendente y evocador se perdió en la leyenda en una nebulosa y difusa fábula. Ante ello y con los instrumentos y con los avances de la Etnobotánica, de la Etnografía, de la Agronomía, Antropología social, así como de la Historia Social, se ha empezado a rescatar la herencia de los tlaxcaltecas colonizadores. Los que ofrecieron su capacidad agrícola y su adaptabilidad ecológica al poder español primero, y luego al estado mexicano, al convertirse como comunidad de agricultores y hortelanos que proveyeron de alimentos al norte; como comuneros defendieron sus pueblos, cabildos y cofradías; y como soldados colonizadores y defensores de la Nueva Vizcaya y de la Nueva Galicia. Fueron experimentados y valientes; colonizaron allende sus fronteras comunales más allá del Bolsón de Mapimí, del Tunal Grande y de la Gran Chichimeca, alcanzando sus correrías hasta la Luisiana y el Nuevo México. Labrando la expansión del capitalismo mercantil en el dominio colonial por doscientos años, y fundando la nacionalidad mexicana en todos los ámbitos de la región a partir de 1800. La influencia del pueblo tlaxcalteca, colonizador de regiones enteras del Nuevo Mundo y allende los mares, dejó pocos elementos propios, porque sus aportes se mezclaron con los procesos de la colonización que implicó la fundación de pueblos, de presidios y misiones; relatados en las anuas jesuíticas, en los reportes militares de los capitanes de guerra y en los teatros americanos de los juglares y escribanos de la Colonia. En este devenir, todos los aportes tlaxcaltecas fueron identificados con las ordenanzas Reales y con las realizaciones de un colonizador español. Pero su aporte agrícola, su armazón social, así como sus instituciones, fueron acciones distintivas que han sobrevivido a la destrucción y desmoronamiento del Imperio Español; así como a la desaparición de las misiones, de los presidios, a revoluciones y repartos agrarios, generando pueblos mestizos y modificando costumbres y hábitos de muchas gentes en Nuevo León, en Coahuila y en otras regiones del México moderno. Además, se ha logrado llegar a la justipreciación de la presencia agrícola y cultural tlaxcalteca, gracias al apoyo de la teoría sociológica y de la praxis histórica de la Antropología y la Agronomía, que ha encontrado el camino de la forja del conocimiento de lo que fue la colonización agrícola del Septentrión de la Nueva España; ocurrida en las postrimetrías del siglo XVI, en la aurora del siglo XVII y al inicio de la época colonial. Este proceso colonizador fue básico y sustantivo para la expansión española ya que se constituyó en el soporte material de la llamada "Ruta de la plata" primero, y en su defensor después; y probó ser un aporte sustantivo para lo que fue la conformación étnica del futuro del país. Los cuatrocientos años de tlaxcaltequidad Gracias al rescate surgido del Cuarto Centenario del inicio de la Colonización Agrícola Tlaxcalteca, iniciado en junio de 1591, en diversas partes de ese antiguo Septentrión novohispano, se ha venido conmemorando dicha hazaña. Gracias a esa remembranza se ha venido revalorando la cultura y rescatando la tradición y la riqueza botánica de los herederos culturales de los colonos, habitantes

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actuales del campo y de la ciudad en el Norte mexicano; pueblos usufructuarios de la tradición cultural, religiosa, así como agropecuaria, surgidos en el proceso de adaptación. El orgullo de este proceso es que el rescate ha sido una apropiación de la propia historia por parte de los herederos mismos en el norte del país, así como el reconocimiento de los nativos de la Tlaxcala contemporánea, que, si no reconocen la herencia de sus hermanos de sangre en el norte, no conocen su propia capacidad creativa. De esta forma se han venido celebrando calladamente esta odisea de la expansión agrícola en las nuevas tierras del norte realizada por sus ancestros. Se han remosado iglesias, capillas, camposantos, avenidas, pueblos enteros; monumentos y calles; otros más exitosos editaron memoriales y documentos que recordaban el proceso. Así en el Archivo Histórico de la ciudad de Saltillo, Coahuila, heredera del Antiguo San Esteban de la Nueva Tlaxcala, inclusive se editó por un año, un periódico conmemorativo de la fundación con documentos de la época. Hay que notar que la labor entusiasta de maestros rurales, de profesores de secundarias, de profesionales, religiosos, de académicos y gente del pueblo, los ha convertido en sus propios historiadores y cronistas locales, y han producido frutos, puesto que han logrado dar realce al aniversario y con su paciente trabajo conformaron un cuerpo narrativo y temático, quizá más anecdótico que etnográfico, pero fuente primaria y acuciosa de lo que es la herencia cultural y agrícola mesoamericana en la historiografía local, y regional, de la colonización agrícola tlaxcalteca del Norte Mexicano. De esta manera ha comenzado a tomar forma el orgullo de los ancestros por el prestigio de la herencia recibida, y revalorado el reconocimiento de la literatura regional. Este rescate no se ha reducido a los descendientes tlaxcaltecas contemporáneos, también el tema ha sido tratado por los políticos e ideólogos quienes han descubierto este filón, canalizándolo en la pelea partidaria y constituyendo justificaciones para una ideología localista. Los mismos académicos hemos entrado en este proceso al conformar un análisis histórico de la así llamada diáspora tlaxcalteca. Buscándole un parangón en la literatura con el fin de darle su real dimensión, juzgándola como una hazaña y epopeya campesina de altura mundial; soporte y cimiento de la nacionalidad mexicana en estos lares. A pesar de los avances que se han logrado en la recolección de esta enorme y difusa riqueza, gracias al trabajo arduo de cronistas anónimos y de los estudiosos del tema, nos falta mucho camino por recorrer. Por desgracia no todos los pueblos herederos de esta colonización generaron sus propios intelectuales orgánicos, unos han perdido su riqueza material, a otros se les privó de su legado de manuscritos y archivos, y los más, sufrieron el saqueo de sus tierras y heredades. Esta es la razón de porqué el análisis es fragmentado, anecdótico y disperso, por eso y para intentar la hazaña de entender la colonización en su conjunto. Así pues habrá que repetir esa hazaña, una vez más, recopilando lo que hasta ahora conocemos y hemos logrado conjuntar, conjugándolo con las hipótesis de trabajo y analizando su proceso mediante las comparaciones regionales. Un paso de este proceso consistirá en difundir lo conocido, así como enriquecer la síntesis ya lograda con los aportes de otros investigadores, especialistas, así como del mismo público interesado. Muchos desearían mejor conocer la tradición de sus ancestros, a ellos podemos ofrecerles lo que ya existe y lo que ¡es interesa conocer. Gracias a ellos se constituye un gran público lector, soporte de este proceso y de este trabajo por recrear la cultura norteña heredera de la colonización tlaxcalteca. Uno de los aportes obtenidos hasta el momento ha sido la espontánea y amplia acogida recibida por los "informantes": campesinos y productores, ciudadanos comunes descendientes de los tlaxcaltecas ubicados en muchos pueblos del Norte y Occidente del país. Ellos han venido guardando muy en su

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hogar historias vivas, recuerdos, parafernalia, imágenes, tradiciones, costumbres, libros y panfletos. Pero habrá que fundar un centro o una coordinación de este proceso, hasta el momento he tenido la suerte de estar en la dinámica de la acción de los aniversarios y de compartir los eventos con los mismos descendientes de los protagonistas; aporte fundamental porque ha dado nuevas pistas, ha corregido hipótesis, y nos ha animado a seguir en la búsqueda de este proceso vivo y latente en la abigarrada cultura nacional. Pero es iluso el pensar que una persona puede continuar en el seguimiento de estas acciones. Hoy en día vengo a poner en sus manos mi aporte para que lo continúen, conformando un nuevo grupo, una nueva cofradía que tome en sus manos la herencia y el rescate. No todos los que emprendimos esta aventura académica han visto su fin; el camino ha sido largo, además de pesado y sinuoso, con altas y bajas. En este andar han quedado hombres valiosos quienes con su trabajo, dedicación y amor al México rural, señalaron otras rutas, veredas y caminos por recorrer con el fin de rescatar la herencia tlaxcalteca. Hombres tales como el doctor, ingeniero y maestro don Efraín Hernández Xolocotzi, tlaxcalteca de raza y nacimiento; quien estudió, conoció e impulsó, hasta donde pudo, el estudio de la agricultura tlaxcalteca, no sólo en su tierra natal sino en todo el país. El mismo nos diseñó las hipótesis básicas y señaló el papel preponderante que la agricultura mesoamericana jugó en el proceso colonizador colonial en el Norte Mexicano. El trabajo de investigación fue iniciado por el Maestro Efraín Hernández Xolcotzi quien tuvo la oportunidad de conducirnos por su estado natal, Tlaxcala, mostrándonos sus campesinos y sus secretos agrícolas. De esta forma se estableció la metodología de trabajo, a seguir en el estudio, al quedar enfatizado el doble sentido que la investigación debía tomar para comprender el éxito colonizador del pueblo tlaxcalteca, en el ámbito cultural y en el arsenal botánico, agronómico y técnico: dando así una dirección específica a las hipótesis de trabajo y la recolección de datos de campo y de gabinete. Es importante señalar que el rescate de la herencia tlaxcalteca ha venido de la tradición agrícola realizada por maestros rurales y profesores de normales, de universidades y de instituciones oficiales, además de eclesiásticos e historiadores, archivistas y aficionados a quienes me he unido. Entre todos se han sumado esfuerzos a la hazaña de nuestros antepasados tlaxcaltecas y buscamos conformar una élite académica y bravia emuladora de aquellos mexicanos que han hecho y seguirán forjando patria, en la oscuridad de un laboratorio, de un gabinete, a la vera de los campos o en las faldas de los cerros, sin un lauro reconocido ni una nota de agradecimiento, tan sólo con el orgullo de rescatar y defender la agricultura y la herencia tlaxcalteca en los pueblos olvidados por la política gubernamental; seguidos de los entusiastas lugareños y, de algún iluso discípulo o de un cansado alumno. La tradición reconocida hasta ahora en una primera instancia se debe a los eventos conmemorativos que se han venido realizando por los vecinos de Venado, S.L.P., así como a los de San Miguel de Mezquitic, hoy Miguel Carmona, S.L.P, a los eventos de San Luis Colotlán, Jal., así como a los de San Esteban de la Nueva Tlaxcala en el Barrio de Abajo y en las calles de Salazar, en Saltillo, Coahuila, donde el Ing. José del Bosque Celestino, heredero de la tradición tlaxcalteca saltilíense, ofreció su herencia iconográfica, su saber familiar, a este acervo; así como el lie. Carlos Valdés, verdadero saltillense y erudito amanuense del archivo histórico de la ciudad de Saltillo. En Hualahuises, N.L., el ing. Francisco González, aportó su apoyo, reconociéndose heredero de los tlaxcaltecas y profesor apasionado de la tecnología agrícola. De la misma manera el Dr. Francisco Rodríguez investigador de Botánica de la Universidad Antonio Narro permitió que conociéramos los aportes de su trabajo en Lampazos, N.L., y en Candela, N.L., las cuales llegaran a celebrar su tercer centenario. Ahora, al unirme a este esfuerzo me encuentro que el camino no se termina, Bustamante nos brió sus tesoros y para el 18 de febrero de 1998 se cerrará el ciclo de los colonizadores

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fundadores, al conmemorarse los cuatrocientos años de la llegada de los Tlaxcaltecas a Santa María de las Parras, Coah. Todo lo anterior nos permite poner al alcance de la cultura norestense los aportes hasta donde hemos llegado, esperando que este rescate no sea sólo un aporte bibliográfico, sino un aporte social a la comunidad neolonesa. La tradición tlaxcalteca modernizada. Muchos de estos herederos campesinos, agricultores, comerciantes y pueblo en general viven en los pueblos del norte, en los estados de Nuevo León, en Coahuila, Zacatecas, San Luis y Jalisco, así como en los dos lados de la frontera. Algunos todavía se reconocen como tlaxcaltecas y se enorgullecen de compartir entre ellos los valores, creencias y tradiciones de sus ancestros, así como los tlaxcaltecas modernos, a pesar de la lejanía geográfica y del aislamiento histórico en que han vivido. Pero no sólo hay que notar el orgullo de una ancestría, en esa herencia existen enormes potenciales y riquezas que, hoy en día, pueden ser explotadas y ofrecer no sólo orgullo a sus poseedores, sino recursos materiales. No pensemos que la herencia tlaxcalteca se reduce al habla y la tradición lingüística, ni a los bailes tradicionales, danzas y coloquios, ni a las fiestas religiosas. Ni siquiera la herencia se limita a los rasgos fenotípicos, porque estos ya no son compartidos. Estos elementos son los más comunes, pero hay otros más vivos y más importantes que no se reconocen y menos se aprovechan. Este es el caso de la herencia mesoamericana traída por los tlaxcaltecas en el siglo* XVI, la herencia botánica reconocida ahora en la herbolaria y en la farmacopea tlaxcalteca, así como en las fuentes de germoplasma de fruta, de verdura y de sistemas agrícolas. Herencia que sigue viva en los pueblos agrícolas y en los barrios populares, en los curanderos y hasta en la magia blanca que podemos encontrar en Linares, en la Petaca, N.L., y en los mercados de las grandes ciudades. Además, la riqueza culinárea se sigue disfrutando en los pueblos y en las ciudades, y por cierto no se reduce sólo al cabrito a las brasas; la tradición de dulces, panes y postres, todavía nos deleita, así como la tecnología de la deshidratación de productos. Estos sistemas productivos pueden ser modernizados y tecnificados, y pueden ser la base para una economía de escala, como lo han sido los dulces de Linares. Pero no sólo hablo de productos terminados, existe una riqueza botánica y una capacidad genética que han que explorar detenidamente en las plantas, en las cactáceas, en los arbustos, en los diversos árboles frutales, guardados, mejorados y manejados por cuatrocientos años. Dicha riqueza también está en los humildes borregos y en las cabras, herederos directos de aquellos traídos de España hace cuatrocientos años. Allí es donde tenemos que buscar los aportes que la herencia tlaxcalteca nos ha legado a nosotros y a la economía actual. Un caso patético que hemos perdido: los tlaxcaltecas, gracias a su tecnología y a su capacidad de selección, por centurias lograron domesticar la nuez pecanera y, los que han disfrutado de su producción comercial no hemos sido nosotros. Dígase lo mismo de las uvas de Parras, las cuales salvaron en el siglo pasado de la filoxera a la producción de vino de Europa; lo cual se logró fundamentalmente al llevar sarmientos de Parras a Francia e injertarlos a los viñedos franceses. Este milagro técnico se debió al potencial que los tlaxcaltecas tenían en sus parras al conservar el vigor genético de la parra americana, y a las mezclas que los tlaxcaltecas realizaron de las uvas europeas con las nativas, donde surgió un vigor genético propio de las parras americanas. Una pregunta obvia: ¿quién ha rescatado o siquiera estudiado la capacidad genética de nuestras parras y de los nogales silvestres existentes hoy en día en esta zona; dónde están los herbarios y las colecciones botánicas para su estudio y su reproducción?. Estos son recursos que tienen valor no sólo científico, sino comercial. La reproducción vía clonación ha facilitado la venta de estos recursos genéticos, y en México ni siquiera los tenemos registrados, menos aprovechados.

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Pero no se acaba ni se agota allí la riqueza desconocida de la tradición tlaxcalteca norteña. Un ejemplo más de los recursos inexplotados lo conforma la tradición artesanal de manufactura y uso de los sarapes, rebosos, mantas; cuyos diseños tradicionales tlaxcaltecas pueden ser adaptados a la tecnología moderna y generar nuevos estilos de vestir mediante nuevas mezclas textiles de lana, de seda, de algodón y de toda la gama de fibras derivadas del petróleo. Hay un ejemplo exitoso en la ciudad de Parras, Coah., en la confección de mezclilla: ¿no se podrá repetir este ejemplo?. Recordemos que los sarapes mexicanos y en especial los que fabricaban en el norte fueron parte del bagaje cultural del norteño y, llegaron en su comercio hasta las Filipinas en el siglo XVIII, y a toda frontera americana en el siglo pasado. Creo que con la tecnología actual y con un poco de ingenio, los estilos y diseños tlaxcaltecas pueden repetir dicha hazaña. Los tlaxcaltecas en el noreste fueron grandes criadores de caballos, productores de cajetas, hates y dulces de fruta y leche que se recuerden en toda la historia colonial en el norte de la Nueva España. Esas tradiciones son todavía un acerbo que espera que se les reutilice en el mercado moderno de consumo de los pueblos, que verían con agrado el regreso de sus productos tradicionales ahora en formato moderno. Pero la herencia más importante está por descubrirse, me refiero al germoplasma, perdido y olvidado en los huertos tlaxcaltecas, en los corrales de las casas y en los jardines de las iglesias, así como en las plazas de los pueblos. Los árboles frutales tlaxcaltecas representan una riqueza botánica por explorar y explotar. Esos árboles muchos son herederos de los que trajeron los frailes franciscanos al Convento de Huejotzingo a mediados del siglo XVI, y fueron transportados al norte por los tlaxcaltecas. Dichos árboles guardan su germoplasma y esperan que la fitotecnia permita desarrollar su gran potencial. La combinación de la herencia tlaxcalteca repartida en todo el norte será además un detonador del rescate frutícola del norte de México que espera que alguien reconozca su potencial financiero. Desarrollo que además de rescatar la tradición tlaxcalteca generará desarrollo ecológico equilibrado y permitirá mantener el equilibrio necesario entre la ciudad y el campo en los pueblos y ciudades del norte del país. Elemento que los tlaxcaltecas manejaron con maestría y que ha venido siendo destruido por el desarrollo inmoviliario depredador. En este tenor, habrá que recordar que en el siglo XVI al XVIII los tlaxcaltecas acompañaron a la conformación económica de la Nueva España comerciando, produciendo conjuntamente con la Corona Española, con la Iglesia y con grandes comerciantes de la época, un sistema basado en la explotación de la plata y que permitió la conformación de un sistema imperial comercial donde Saltillo y los recursos Norestenses fueron parte, al introducir alimentos, sarapes y vino a la cadena comercial, y recibiendo productos de sistemas comerciales tan lejanos como China y la India a través de los mercados del Galeón de Manila y de las Ferias Novohispanas; donde se incluían dos ferias donde los tlaxcaltecas participaban de una manera importante la de Saltillo y la Santa Fe y Taos en el Nuevo México. Una pregunta surge hoy en día, cuál sería el impedimento para repetir las ferias tlaxcaltecas que se realizaban tanto en la Plaza de la Nueva España en San Esteban de la Nueva Tlaxcala como en San Miguel de los Tlaxcaltecas en Santa Fe, y en Taos en el Nuevo México. La Nao de China era un filón de riquezas que con visión puede repetirse, que implicaba un sistema de vinculación de productos que durante la colonia permitió el comercio suntuario de los productos de ultramar y parte de él, se logró en el norte de la Nueva España, en parte a los laboriosos artesanos y arriesgados arrieros y jinetes tlaxcaltecas, quienes además, fungieron como colonizadores y productores de las vituallas en la ruta del Galeón de Manila. Además, gracias a las prerrogativas de libertad de comercio qué la Corona Española les ofreció, facilitaron las plazas comerciales para instalar ferias anuales. Una pregunta obvia surge hoy en día

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conforme a la demanda de los pueblos indígenas mexicanos de autonomía. ¿Por qué no reclamar los derechos tlaxcaltecas otorgados por la Corona a perpetuidad, de libertad de comercio, de rescate de edificios, de derechos comunales, de manejo de aguas y exención de impuestos ahora que se busca dar importancia a las regiones étnicas, así como a las nacionalidades y a las etnias? Derechos que por cierto fueron suprimidos por las 1821, no canceló, ley que ya fue modificada para dar derechos. Si se otorgó este derecho constitucional de ser distinto a pueblos indígenas modernos, por qué no se les da a aquellos pueblos que desde el origen mismo de la nacionalidad mexicana se reconocieron diferentes para crear una economía y una estructura social. Así por qué no se puede reconocer las estructuras políticas de los cabildos indígenas norteños, desconocidos por los gobiernos locales en 1830 al arrebatarse el control de sus tierras y aguas y destituyendo los cabildos indígenas norteños. Por qué no rescatamos los sistemas comunales de manejo de bienes como fueron las cofradías civiles suprimidas por don Benito Juárez, en el año de 1857, además ya la ley de 1992 permiten su existencia y el rescate de derechos comunales de las tierras manejadas por corporaciones civiles. Esto es una nueva oportunidad para que las cofradías tlaxcaltecas norteñas vuelvan a tener existencia en las regiones que todavía mantienen sisteas agrícolas y estructuras agrarias herederas de los tlaxcaltecas: como serían Bustamante y Parras. ¿Por qué entonces no se rescata esta tlaxcaltequidad?, reconstituyendo los grupos de los barrios, las comunidades basadas en los derechos agrarios y en el usufructo de recursos naturales, que la reforma constitucional del artículo 27, hecha en 1992, ya reconoce; derechos que inclusive el legislador constituyente de 1917 regresó al campesino mediante el modelo ejidal y que sólo recientemente se reconoce a los grupos étnicos; solicitando ante la nueva estructura política del país el rescate de esta jurisprudencia, de estos recursos que permitieron la sobrevivencia a una cultura que dio a luz la actual sociedad norteña. No olvidemos que argumentos de este tipo permiten el rescate de tierras en litigio como las huicholas, las huaves, las tepehuanas. En la misma ciudad de México en la delegación Magdalena Contreras se acaba de ganar un litigio de usufructo de tierras que duró más de trescientos años. Antes de terminar hay que señalar que los tlaxcaltecas del norte de México ya no son tlaxcaltecas; en el sentido moderno, no lo pueden ser ni física ni moralmente. Son simplemente los herederos de una herencia genética y cultural del siglo XVI, amplia, dispersa y omnipresente, ya que la mayoría de los actuales habitantes de los pueblos de la Diáspora tlaxcalteca apenas si logran reconocer una vinculación genealógica, o una herencia fenotípica tlaxcalteca, con los colonizadores que en 1591 se dispersaron en Cuicillo y, llegaron a San Esteban de la Nueva Tlaxcala, y de allí, se multiplicaron y colonizaron Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y Texas después de una o diez generaciones. Si a estos campesinos, rancheros, citadinos, los comparamos con los actuales residentes en el estado de Tlaxcala, aparece una diferencia de cuatrocientos años surgida de las mezclas raciales y étnicas, con lo que sufrieron una transformación fenotípica en el proceso de adaptación al nuevo ambiente norteño. Esta transformación implicó la mezcla con razas de recolectores cazadores, con hispanos, con moriscos y con otros grupos de colonizadores como los tarascos y los otomíes. Además habrá que añadir al proceso de transformación el cambio en los hábitos culinarios que se caracterizaron por el consumo de leche y carne, por la recolección de piñón, nuez y tuna, además de la tradición hervívora traída de Mesoamérica. Por supuesto que se reconoce que hay un tronco común basado en una herencia que nació de una cultura madre que fue el patrón cultural en el apogeo de la Tlaxcala colonial al final del siglo XVI. Esta herencia y este vigor facilitó la formación de pueblos y de culturas en diversos ámbitos del país, así como fuera del mismo. Gracias a esta herencia nacieron pueblos que se reconocen herederos tlaxcaltecas en Jalisco y San Luis Potosí. Y de esta simiente, esta herencia, continuó propagándose a Nuevo León, a Texas, así como a Tamaulipas, a Durango y al Nuevo México.

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Esta herencia tlaxcalteca doscientos años después se transformó en una base de recursos económicos y de aprovechamientos ganaderos y agrícolas, así como en el origen de lealtades políticas que ayudaron a la conformación de la nacionalidad mexicana en el siglo pasado, y abrió caminos a la diversidad cultural del país. De esta forma en el norte mexicano, el tlaxcalteca fronterizo, desarrolló las estrategias de la cultura de la frontera, se volvió soldado, artesano, así como hombre de a caballo, además de convertirse en un hortelano de oasis, en un agricultor de secano y un cultivador de sistemas de riego en la estepa y en el eriazo; se desenvolvió como pastor en zonas desoladas de rebaños de cabras y ovejas. Así, a pesar de los años y cambios transcurridos, reconocemos patrones comunes, riquezas compartidas que nos toca evaluar, rescatar y conservar para la posteridad. Esa es la lección que aprendemos los estudiosos de este proceso y, la obligación ética surgida, nos conduce a seguir reconociendo el proceso, entendiendo e interpretando los datos históricos y sociales, y conformando una metodología de trabajo, para el rescate y la conservación de la tradición cultural de la que nos sentimos admirados y respetuosos. Además de la obligación que este conocimiento de la herencia tlaxcalteca nos impone de estimular y generar este orgullo de pertenencia a los herederos tlaxcaltecas, a cuatrocientos años de haberse desprendido de la fuente de vida cultural y social, surgida de la herencia de la Tlaxcala madre.

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Conferencia del historiador Octavio Herrera sobre "La tlaxcaltequización en Tamaulipas".

Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.

Viernes 8 de agosto de 1997. Tamaulipas es un poblamiento tardío. Entonces una buena parte de su región central perteneció a la jurisdicción del Nuevo Reino de León, y es aquí donde va a ocurrir la presencia de estos indios tlaxcaltecas, sobre todo porque hacia la parte sur del Nuevo Reino de León existió un acceso que comunicaba el altiplano central con los agostaderos de la costa del seno mexicano, y este acceso fue la vía de una ruta de colonización promovida desde el Nuevo Reino de León hasta 1666, que va a dar lugar a las fundaciones en la cuenca alta del Río Blanco, lo que hoy es Zaragoza y Aramberri, Nuevo León. también se va a establecer el pueblo de San Antonio de los Llanos, este pueblo se ubica en donde actualmente se encuentra el municipio de Hidalgo, Tamaulipas, y era el acceso más meridional para introducirse, para salir del Nuevo Reino de León en la segunda mitad del siglo XVII, pero bueno, aquí esta es una frontera de colonización que no logra madurar por diversas circunstancias, pero' principalmente por el enfrentamiento entre la colonización del Nuevo Reino basada en una relación con los indígenas chichimecas locales, sobre un enfrentamiento, digamos, vinculado con esta esclavitud o sometimiento en congregas a los chichimecas, se hicieron polarizar las relaciones entre los novohispanos de esta parte de la Nueva España y los Chichimecas. Entonces es ahí donde se va a pensar, esa guerra constante va a hacer permanecer la costa del seno mexicano despoblada hasta el siglo XVIII, y es ahí donde va a intervenir la idea de incorporar a los tlaxcaltecas en un rol mucho más activo. Similar al que ya habían venido utilizando desde fines del siglo XVI, como ya se ha mencionado aquí, tanto en San Luis Potosí, en Coahuila, lo que va a ser Coahuila y en el Nuevo Reino de León. Pues bien, esta esclavitud y este sistema de congregas que polariza la relación indígena, colonia en el Nuevo Reino de León origina que después de muchos reclamos en el siglo XVII, a lo largo del siglo XVII origina que a principios del siglo XVIII el virreinato ordene la reforma del reino, del Nuevo Reino. Y en qué se va a basar, bueno, se tratará de desmantelar el sistema de congregas y con ello establecer un nuevo patrón de relación indígena donde intervienen los tlaxcaltecas muy importantemente. Es aquí donde se nos dibuja la presencia del licenciado Francisco Barbadillo y Victoria, seguramente ha sido señalado por algunos de los otros autores, pero bueno, quiero hacer algunas puntualizaciones de la importancia, el modelo instrumentado por Barbadillo en sus famosas instrucciones y ordenanzas que se basaban, era la estrategia para desmantelar el sistema de congregas y, de hecho, constituían un extracto de las Leyes de Indias en donde expresaba explícitamente los mandamientos de la Corona Española acerca del trato a los indios. Estaba basado en el espíritu de la religión católica que debían adecuarse en lo que fue la conquista de los naturales del Nuevo Mundo, o sea, toda la estructura filosófica que se instrumentó estará impregnada en estas instrucciones de Barbadillo y Victoria.

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Como base fundamental se estipuló que se fijaría el castigo para quien incurriera en la práctica de la esclavitud y las congregas con perdimiento de sus bienes aplicados al fisco y presidio y azotes en caso de que se violaran esas disposiciones, no se permitiría convencer a los naturales chichimecas para trabajar obligadamente con los encomenderos del Nuevo Reino de León, ni tampoco que les aplicaran el famoso lazo corredizo por el pescuezo, dicho textualmente. Ni la existencia de cárceles particulares. La piedra angular y aquí es donde intervienen muy importantemente en este modelo de pueblos de indios y tlaxcaltecas, la piedra angular de Barbadillo y Victoria para eliminar las congregas fue el establecimiento de los pueblos de indios que fueron tres: Guadalupe, situado en las cercanías a Monterrey, al pie del Cerro de la Silla, y los de Concepción y Purificación, situados en el Valle del Pilón. Más tarde y de acuerdo a este patrón se repoblaron las misiones y pueblos de San Cristóbal de los Hualahuises, de Agualeguas y, de San Antonio de los Llanos, o sea, lo que va a ser Tamaulipas. Según Fray Vicente de Santamaría esos pueblos quedaron situados en los lugares más pingues y provistos de lo necesario para la vida, cercenándolos a las haciendas a que pertenecían, no obstante los reclamos y protestas que hacían los dueños, o sea, los hacenderos. A los pueblos se les dotó de una propiedad de 4 leguas en cuadro, aboliéndose el derecho de los propietarios españoles, según lo estipulaban para estos casos las Leyes de Indias. Se dispuso también que el Real erario erogara los gastos para la compra de aperos y el mantenimiento de los pueblos por un año, librándose el apoyo con la caja de San Luis Potosí. Aquí nuevamente otra vinculación regional, San Luis se transformará años más tarde en la intendencia de las provincias internas de oriente las aglutinará. Los pueblos serían mixtos, formados por los tlaxcaltecas y los chichimecas, los tlaxcaltecas tendrían el apoyo del rey, según las capitulaciones que desde el siglo XVII disfrutaban, y serían en calidad de indios madrinas, y reclutados en los pueblos fundamentalmente de San Esteban de Venado, en el altiplano potosino. Los chichimecas provendrían de las congregas y de los que bajarán de los montes y serranías, calculándose que al fundar los nuevos pueblos Barbadillo agrupó alrededor de 4 mil 500 indios del Nuevo Reino de León. La administración de los pueblos estaría sujeta directamente al virrey a través de un protector general que devengaría un sueldo de mil quinientos pesos anuales, con título formal. La responsabilidad del protector era hacer cumplir las instrucciones y ordenanzas visitar los pueblos y procurar su fomento; lo mismo que apoyar el quehacer de los misioneros encargados de la atención religiosa de la comunidad indígena. La aplicación de justicia sería competencia del protector y en última instancia del virrey, en caso de alzamiento el gobernador de la provincia del Nuevo Reino, como responsable de las armas, tomaría cartas en el asunto en conformidad con las leyes en materia de guerra, notificando enseguida al protector de los hechos sucedidos para evitar abusos. Cuando los indios huyeran del pueblo, el protector los mandaría á seguir con otros indios, y aunque estos no llevaran las armas no serían en son de guerra, evitando enseñar en estas tareas a los tlaxcaltecas, para evitar que estos se malavistaran con los naturales. Entre las reglas, a observar por los chichimecas dentro de los pueblos, estaba la prohibición de ir a comer tunas, debido a los males que ello implicaba; en cambio tendrían permiso para ir a recoger sal y capturar ganado mesteño con la debida licencia del protector. Ningún indio tendría el título de capitán, estando prohibido el uso del arco y la flecha, los tatuajes, la celebración de los famosos mitotes peyoteros y, la salida de la provincia sin el permiso del protector.

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Los tlaxcaltecas por su parte, y como una continuidad de sus antiguas canonjías, estaban autorizados a usar caballo y portar armas; pero no tendrían que alejarse de la provincia sin licencia. Los pueblos de indios constituirían su propio gobierno integrado por un gobernador y varios oficiales. El gobernador sería invariablemente un tlaxcalteca, durante un año en el cargo, con posibilidad de reelección, pero susceptible de ser separado de su cargo por el protector, en caso de ameritarse. Los alcaldes y justicias se nombrarían entre los tlaxcaltecas y chichimecas, estando autorizados a portar sus insignias fuera de su jurisdicción. Cito, pues, en esto se ha reconocido particular gusto y vanidad por ello y ningún prejuicio. Un escribano tlaxcalteca completaba el cuadro de funcionarios del pueblo de indios, con el importante encargo de manejar los papeles de la comunidad, las ventas y testamentos, y la administración de la escuela; con ejercicio vitalicio del puesto y libre de cargas y tensiones comunes a los demás. El escribano tlaxcalteca utilizaría un libro de aperos para el registro de los bienes de comunidad; el gobernador reconocería cada año las mojoneras del pueblo, y en caso de una invasión el asunto se ventilaría en los tribunales de la corte de México; sería prohibido vender, enajenar o arrendar las tierras y aguas del pueblo. La siembra de maíz era la prioridad de los pueblos de indios, cuya cosecha repartiría el misionero equitativamente, estando todos los miembros de la comunidad obligados a participar en su cultivo. Los excedentes se venderían a fin de renovar los aperos de trabajo y para la adquisición de ornamentos religiosos o bien para adquirir vestimenta de los indios que se hallaren más desnudos, con los productos de la cosecha se mantendría un hospital dentro del pueblo. Dichas transacciones las controlaría el misionero, procurando hacer las ventas claras, para evitar que los indios interpretaran algún fraude contra sus intereses. Barbadillo y Victoria recomendó que los tlaxcaltecas apoyaran las labores de siembra de los chichimecas para evitar su huida, por gobierno y economía, ni encargando paciencia al misionero para conservarlos dentro del pueblo. Llegando el caso de que algún chichimeca quisiera sembrar lo propio, se le apoyaría con la esperanza que este ejemplo motivara a sus restantes compañeros. Por su parte, los tlaxcaltecas si dispondrían de sus propias tierras y aguas sin mezclarse con los chichimecas en las ganancias y distribución de su cosecha, trabajando en común o en particular y con sus propios aperos de labranza, además se obligarían a sembrar una milpa de comunidad a fin de mantener a los indios de su nación que estuvieran impedidos, cuyos excedentes se utilizarían como más conviniera. En materia de contrato de trabajo, las instrucciones y ordenanzas de Barbadillo y Victoria exigían que todos los indios matriculados en los pueblos podrían engancharse con algún patrón español, quien se obligaba, so pena de castigo, a dar seguridades para la utilización de esta fuerza de trabajo, pues según lo manifestó Barbadillo, existe en el Nuevo Reino de León la costumbre envilecida de no pagar a los indios su trabajo. De ahí que el misionero y el propio gobernador estarían atentos al trato de los indios contratados, la regulación del trabajo hecho por los indios fuera del pueblo sería reglamentada muy de cerca, pues había casos en que un indio salía por largas temporadas sin licencia del misionero y el protector, exigiendo a su regreso, el derecho a la cosecha de comunidad, los bribones.

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Por tanto, se les traería amarrados y se les darían 12 azotes multándose con 6 pesos a los españoles que los contrataran sin la autorización debida. Los indios principales tendrían limitaciones para dejar sus cargos e irse a trabajar afuera. El gobernador de los indios por ningún concepto lo haría. Las ordenanzas marcaron que los sueldos serían de dos reales al día con comida y de tres reales sin alimentos. El trabajo doméstico de las indias, en las casas de los españoles, sería remunerado por un real. El trabajo por deuda se impidió con la prohibición expresa de otorgar préstamos a los indios por más de cinco pesos. Según las ordenanzas dictadas por Barbadillo y Victoria, ningún indio podía ser escoltero ni aun los tlaxcaltecas; no obstante, cuando ocurría algún robo de los bienes de comunidad, se autorizaba a los indios a salir en campaña para recuperarlos, pero con la autorización del gobernador del pueblo. Todos los indios estaban obligados al trabajo debiendo aplicar sus sueldos y productos en el mantenimiento de sus familias. Servir al misionero era otra importante obligación, recibiendo a cambio, no pagar las subvenciones por los servicios religiosos. Las disposiciones de Barbadillo estipularon que los gobernadores del Nuevo Reino de León brindarían los auxilios solicitados por los protectores de los indios, dando cuenta al virrey de este apoyo, divulgarían las instrucciones y ordenanzas para que nadie alegara su desconocimiento, teniendo la responsabilidad de aplicarlas. Un notario en Monterrey recordaría a los nuevos gobernadores estas disposiciones con pena de privación de oficio, multa económica o presidio, en caso de no acatarlas. Además, varían las causas judiciales presentadas por los protectores de indios. Los pueblos oganizados por Barbadillo y Victoria tendría una amplia plaza, un espacio para casas reales, donde viviría un gobernador de los indios, se dotaría de un lugar, o se dotó un lugar para hospital del pueblo, así como los solares particulares para los indios que serían de 30 varas cuadradas para los tlaxcaltecas y de 20 varas para los chichimecas. Con su correspondiente ramal de la asequia madre que se sacara para regar los solares del pueblo. No se permitirían las permutas de solares sin causa justificada, ni tampoco se podía vender ningún bien del pueblo, o sacar cualquier cosa, sin el permiso del protector. En las piezas se dispondrían de algunas reses para ser consumidas, pero sólo en caso de existir esa herencia. Aunque hasta hoy en día aun no tenemos una comprensión a fondo, e interpretativo de la evolución histórica de los pueblos indios establecidos por Francisco Barbadillo y Victoria, aunque existen excelentes citas y algunos trabajos introductorios, algunas noticias nos indican que permanecieron a pesar de la fuerte oposición de los colonos, y de hacendados. Así es que, de acuerdo a información que estaba en 1799 por el gobernador de esa provincia, indica que los pueblos de Purificación y Concepción, situados en lo que hoy es el Valle de Montemorelos, aproximadamente a 70 kilómetros de Monterrey, al hablar de sus indios decía: "Han sido más inquietos y pacíficos que los de la sierra madre y en la actualidad lo están todos, pues los principales de conversión son ya muy viejos y acostumbrados al sosiego que les proporciona la misión". Más tarde, al secularizarse los pueblos se convirtieron en congregaciones agrícolas en el Valle de Montemorelos, por lo que respecta al pueblo de Guadalupe, después de su secularización, alrededor de 1830 pasó a convertirse en una villa y finalmente en nuestros días forma parte de la trama conurbada de esta hermosa ciudad de Monterrey.

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Para finalizar quise señalar, es inevitable en este momento citar este modelo de pueblos de indios porque será utilizado más tarde en el Nuevo Santander. Cuando se establece el Nuevo Santander, por el Conde de Sierra Gorda, a mediados del siglo XVIII, va a quedar compuesto el mosaico regional del noreste mexicano. Ya está el Nuevo Reino de León, fundado a fines del siglo XVI ya queda definida Coahuila, definida, a fines del siglo XVII, principios del siglo XVIII y, finalmente, el Nuevo Santander en el siglo, mediados del siglo XVIII. Con esto se compone el modelo regional del noreste y, Texas a principios del XVIII; Texas porque forma parte de una misma unidad cultural e histórica. Pues bien, y ya para finalizar, porque ya viene el verdugo sobre mí. Quiero citar que este pueblo de San Antonio de los Llanos se ubicaba, insisto, en lo que hoy es parte occidental y centro de Tamaulipas, era el acceso más meridonial al Nuevo Reino que José de Escandón se lo incorpora al fundar el Nuevo Santander. San Antonio de los Llanos también tuvo el modelo de pueblos de indios de Barbadillo y Victoria, y en 1740 el gobernador del Nuevo Reino, José Antonio Fernández de Jáuregui decía que era misión y pueblo de indios compuesto por 21 vecinos de las naciones tlaxcaltecas y guachichiles. ¿Qué va a pasar después?, cuando se establece el Nuevo Santander a partir de 1748, aquí no se usó en primera instancia el modelo de pueblo de indios, como había sido en el Nuevo Reino, sino se trató de utilizar el modelo de Misiones, a través del exitoso plan que tenían desarrollado en Texas, sobre todo el colegio de Propaganda Fide de Guadalupe de Zacatecas; lo trataron de instrumentar en el Nuevo Santander, pero fracasa hacia 1776, porque los franciscanos de Guadalupe no se entienden con José de Escandón. Esto motiva la caída de José de Escandón del poder y la salida de los franciscanos zacatecanos del Nuevo Santander, pero hay dos gobernadores en Tamaulipas, uno, Vicente González de Santianés en 1773, y al año siguiente el hijo de José de Escandón, Manuel Ignacio de Escandón, que tratan de reproducir el modelo de Pueblos de Indios con la utilización de los tlaxcaltecas, y se alcanza a instrumentar en cierta medida, pero que, al final de cuentas, viene siendo el patrón y el modelo de Barbadillo y Victoria, que reforma el Nuevo Reino a principios del siglo XVIII. Entonces, este modelo de Pueblo de Indios es una aportación importantísima del último período de la historia y de la cultura de los indios tlaxcaltecas en el noreste de México. Para el caso del Nuevo Reino de León, afortunadamente tenemos esta constancia escrita, este magnífico documento de las ordenanzas e instrucciones del famoso Juez de la Audiencia y de la Corte de México, don Francisco de Barbadillo y Victoria, y, para Tamaulipas, que aunque tardíamente se incorpora a la composición política de la Nueva España, tendrá los resabios, las resonancias de esta cultura, de esta milenaria cultura mexicana que va a tener sus rebrotes coloniales, y que vendrán a ser un eslabón más de la apasionante historia del noreste de México. Muchas gracias.

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Conferencia del Maestro José Reséndiz Balderas, I "Las tribus nómadas en el noreste de México y la huella de Tlaxcala".

Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.

Viernes 8 de agosto de 1997. A todos, esperamos que la estancia de los que no son de aquí de Monterrey sea bastante placentera, y sobre todo que tengan mucha voluntad para aguantar estos calores tan tremendos. A la vez doy las gracias por la oportunidad que me brindan de conversar con ustedes un poco sobre este trabajo que hemos realizado y que está basado fundamentalmente en fuentes del Archivo General del Estado de Nuevo León, donde hemos consultado de manera muy especial el periódico oficial, incluidos los que son estadística general, municipal, y un gran número de fuentes primarias, así como también de fuentes secundarias. Eso para editar las citas en el transcurso de la plática. En realidad mi trabajo versa sobre el problema de las tribus que, digamos tribus nómadas o tribus rebeldes, más que el proceso de tlaxcaltequizaicón que se da en esta parte, que en realidad yo no he visto, sino que mi trabajo se centra fundamentalmente en este fenómeno que se da como consecuencia de la política colonizadora española de mediados del siglo XVI. Por eso titulamos, es mi trabajo, como la efusión de las tribus nómadas en el norte de México, ese fenómeno se gesta, como ya se puede concluir de las diferentes exposiciones que se dieron en el transcurso de la mañana, a mediados del siglo XVI cuando se inicia la política de colonización española hacia el norte de México, hacia lo que es el mundo chichimeca. Desde entonces, a mediados del siglo XVI hasta finales del siglo XIX, este fenómeno social, el fenómeno de la existencia y de las tribus nómadas, esto se convierten una fuerza social que debe ser considerada en el diseño de la política económica, social, cultural, etcétera, del gobierno mexicano que enmarque la parte norte de nuestro país, porque es una fuerza social que tiene una repercusión muy fuerte, no solamente en el norte de México, sino que llega a convertirse en una preocupación nacional. Decimos que este fenómeno se gesta como consecuencia de la colonización española, ya que los españoles encuentran esta parte del norte de México poblado por un gran número de indios que se diferencian grandemente de la población indígena que encuentran hacia el centro de nuestro país. Indios que vivían de una manera nómada y que fue habitando constantemente el pedazo de tierra y las aguas que les servían de subsistencia. Cuando llegan los españoles, en su política colonizadora y que tenían como objetivo la castellanización de esta población o la integración a la economía española, la población indígena, en su mayor parte, rechaza este objetivo español, se rebela contra esta política en su gran mayoría y se replegan hacia el norte de México, hacia una distancia bastante considerable de la margen izquierda del Río Bravo. Ello va a constituir desde entonces un problema social persistente, pero van a vivir de manera tranquila en una distancia señalada bastante al norte de nuestro país, muy lejos de la margen izquierda del Río Bravo, ahí van a permanecer sin constituir ningún elemento inquietante para las poblaciones norteñas de México, ya que habían encontrado en aquellos lugares tierras y aguas que les permitían subsistir tranquilamente.

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Esas tierras y aguas que les habían sido despojadas violentamente, como consecuencia de la colonización, ahora se encontraban en aquella parte y van a vivir de una manera más o menos tranquila, pero al darse el fenómeno de la colonización del norte por parte de los Estados Unidos hacia el sur, y más que todo de los colonos anglo norteamericanos, esa población indígena va a ser replegada ahora hacia el sur y hacia el este del Río Misisipi de manera particular. Desde entonces, a partir de ese momento, esta población indígena ahora aprisionada entre dos barreras de dos políticas, de dos gobiernos diferentes, pero que tenían un objetivo común, la eliminación o el exterminio de la población indígena, ese era el objetivo esencial, el indio no servía vivo, había que eliminarlo. A partir de ese momento, muy pronto, dice en este caso Gastón García Cantú que ha estudiado mucho el problema de las intervenciones norteamericanas a México, de un libro que se llama precisamente "Las intervenciones norteamericanas", de editorial Lira, él nos dice que en un término de 100 años el espacio de movilidad del indio lo constituyen dos fronteras atizonadas por dos fuegos, la de los presidios o la de los puestos militares implementados por Andrew Jackson y la de los presidios militares puestos en práctica por los españoles. De tal manera que esta población indígena se ve aprisionada entre dos políticas que cada vez le reducen su movilidad libre, cada vez le constriñen más su habitat, y esto lo va a obligar en ciertos momentos a tener que romper las barreras que le imponen a su libertad, y las barreras las va a romper por la parte más débil y la constituye precisamente la del lado mexicano. De ahí que el indio vaya a traspasar esta barrera y la va a atacar, a cometer una serie de depredaciones en las poblaciones norteñas, ciertas temporadas de manera natural, por ejemplo cuando baja el caudal del Río Bravo en la época de invierno, es una coyuntura natural que le permite al indio cruzar la frontera mexicana de manera más fácil, pero también van a estar las coyunturas históricas como el caso de la sublevación de los téjanos, la guerra de secesión de los Estados Unidos, las dos intervenciones extranjeras que padeció nuestro país, la norteamericana y la francesa. Estas coyunturas históricas son también factores muy favorables para incrementar las incursiones de las tribus nómadas. Las actividades de las tribus nómadas se caracterizan fundamentalmente por la destrucción de sembradíos, el rapto de mujeres y de niños, el incendio de rancherías, destrucciones de haciendas, asesinatos de peones, en fin. Es un comportamiento violento, que les permite, además, vuelvo a insistir, obtener lo necesario para subsistir, pero es necesario e importante remarcar que el comportamiento de estos indios de ninguna manera se debe a su carácter salvaje o bárbaro, sino que es una respuesta a la aplicación de una política que le había despojado violentamente de lo que constituía su habitat. El indio se sentía ahora perseguido, aprisionado, se sentía herido de muerte y se comportaba como la bestia salvaje que tira zarpazos a diestra y siniestra contra sus enemigos, cuando se siente herido de muerte, tratando de evitar su final. Este era el indio de este momento. Insistimos, es todo un problema bastante serio, un problema social, pero aparte de esa coyuntura es necesario considerar que nuestro país, especialmente el país independiente, hablamos ya de principios del siglo XIX, es un país que está viviendo una situación bastante crítica y difícil, con una inestabilidad política bastante profunda. Una estabilidad y una política y un aspecto económico bastante difícil. México, para principios del siglo XIX, está ya como país independiente articulándose de manera económica a un mercado internacional cuyo centro hegemónico es Inglaterra que está viviendo su revolución industrial, y México tiene serios problemas de articulación económica, desde el punto de vista de la competitividad. Pero esto era debido a que México carecía de un mercado interno eficiente que le permitiera dar respuestas satisfactorias a aquella coyuntura internacional desde el

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punto de vista económico, y ese atraso radicaba fundamentalmente, aunque no de manera exclusiva, en la ausencia de una infraestructura del transporte eficiente donde no había caminos prácticamente en buen estado, los ferrocarriles brillaban por su ausencia, era un México incomunicado, un México parcelado, un México que dadas sus condiciones de parcelamiento era propio para la existencia de grupos económicos o caudillos regionales que difícilmente acataban la normatividad de un gobierno federal que trataba de imponer una política nacional. Pero por otro lado, era un gobierno federal que carecía de la fuerza política y económica para imponerse, y entre esos caudillos económicos está Santiago Vidaurri, aquí, en Nuevo León, y hemos de señalar que Santiago Vidaurri constituye, en esta parte, el primer intento de aplicar una política sistemática asistida con un paquete financiero más o menos considerable para atacar este problema de las tribus nómadas. Santiago Vidaurri es uno de los gobernadores más sobresalientes que ha tenido Nuevo León, algún estudioso, un investigador de la Facultad de Filosofía y Letras lo comparaba como un Porfirio Díaz adelantado. Vidaurri gobierna de 1855 a 1864, él va a diseñar toda una política para atacar este problema de las tribus nómadas que va desde lo que es el fomentar la construcción de colonias por nacionales, extranjeros, por negros, por indios, hasta lo que es la formación de una coalición de estados del noreste de México, un frente común constituido especialmente por los estados de Chihuahua, Zacatecas, Nuevo León, San Luis Potosí, Coahuila, Durango, para que conjuntamente instrumenten una política que pudiera hacer frente a este problema de las tribus nómadas. Cabe señalar que el gran problema que va a tener Vidaurri es la falta de recursos financieros y el celo del gobierno federal porque podía convertirse en un caudillo o en un gobernante de una dimensión política nacional que pudiera enfrentar, en cualquier momento, al gobierno federal con cierta posibilidad de derrotarlo como sucedió en el año de 1856. Vidaurri va a gobernar a 1864, pero termina en 1864 y su gran pecado es haberse integrado a lo que es el gobierno, a las fuerzas de intervención francesa, ese fue el gran pecado de Vidaurri. Debido a la ausencia, a la falta de tiempo y las presiones, hay mucho que decir. Pero lo dejamos aquí. Gracias.

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Conferencia del Profr. Francisco Arredondo Cano, “Los tlaxcaltecas en Guadalupe”.

Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.

Viernes 8 de agosto de 1997 De las cuatrocientas familias que salieron de Tlaxcala en 1591 a solicitud del Virrey Don Luis de Velasco, para ayudar a los españoles a fundar pueblos y misiones por el norte del país, algunas de ellas se ubicaron en Nuevo León, por el sur en el nacimiento del Río Blanco en el municipio de Zaragoza, en Aramberri, por Hualahuises, y en el Valle del Pilón las misiones: Purificación y Concepción. En 1627 los hermanos de Don Diego y Don Juan de Solís fundaron, respectivamente, las haciendas San Marcos en la ribera norte del Río Santa Catarina en lo que es ahora la colonia Arboledas y la Santa Cruz en el área del ahora Centro de Guadalupe. Don Juan vendió en 1658 su hacienda al Capitán Nicolás Ochoa de Elejalde, quien le cambió el nombre de Santa Cruz por el de San Agustín y la hace progresar. Este hombre no se apega a las leyes de Encomienda dando mal trato y esclavizando a los indios que capturaba. Por tal motivo, en febrero de 1915, Don Francisco de Barbadillo y Victoria le expropió la hacienda y fundó la Misión y Pueblo de Nuestra Señora de Guadalupe con indios chichimecas, otorgándoseles los títulos de sus tierras el 4 de enero de 1716 considerada fecha de fundación. Es en esta fundación cuando aparecen los primeros vestigios de Tlaxcaltecas en Guadalupe, pues Barbadillo, como otros españoles conquistadores, se hacían acompañar por estos indios para fundar misiones y pueblos; además al formarse el Cabildo de la Misión, se supone que debieron ser Tlaxcaltecas, pues eran los que tenían sabiduría y estaban capacitados para ello. Por los 1750s los indios tlaxcaltecas del Valle del Pilón, ahora Montemorelos, tuvieron dificultades por las tierras con los indios Guajolotes y Cometunas, que habían sido sometidos y bajados de la sierra; por orden del Virrey Francisco de Güemez y Horcasitas se acordó congregar a los Tlaxcaltecas en la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe, donde podían formar un nuevo pueblo y tener un curato para la práctica de su espiritualidad religiosa. Llegaron en octubre de 1756 cambiando el nombre de la Misión por el de Pueblo de la Nueva Tlaxcala de Nuestra Señora de Guadalupe de Horcasitas, esto último por el apellido del Virrey Juan Francisco de Güemez y Horcasitas quien en 1755 había sido suplido por Don Agustín de Ahumada y Villalón. Desde los primeros meses de 1715 se veneraba en la Misión de Guadalupe el Señor de la Expiración. Este Cristo es semejante a los de La Capilla de Saltillo y al Señor de Tlaxcala de San Miguel de Aguayo de Bustamante; los tres son obras de los tlaxcaltecas. Trajeron a Guadalupe su cultura consistente en: arraigo familiar, autoridad y organización en grupos de barrios, Consejos de ancianos, creencia en la Virgen de Guadalupe, creencias religiosas de la muerte. En alimentos: además de la tortilla, atoles: de pinole, arroz con leche, maizena, etc. Tés: de zacate de limón, poleo, yerbabuena, etc., el garbanzo, la miel de abeja, fermentos, etc. Artesanías: muebles de

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madera y tenasa, tejidos, textil de palma y detule, plumería, colores, y textil de lana. Para uso casero: el jabonsillo y la lejía a base de ceniza en agua. Hierbas medicinales. Danzas con matlachines. Cánticos religiosos como las pastorelas. La talla de piedra, cantera, barro. Adobe para construcción de jacales. Los jacales hechos con paredes de carrizo enjarrado, con horcones, soleras, latas y carrizos güilotes, techados con hoja de caña, utilizando para atar, la pita suavizada en la lumbre para sacar tiras a manera de hilos. Sus instrumentos musicales originales, cuando salieron de su tierra hacia el norte, eran pitos de barro, flautas de carrizo, concha de tortuga, caracol de mar, semillas cascabeleras en los tobillos e instrumentos de percusión. Después fueron buenos músicos, formaban bandas y pequeñas orquestas tocando instrumentos de cuerdas como el violín; de aire: el clarinete y la flauta; y de percusión como la tambora y el redoblante. Guadalupe tomó categoría de Villa el 4 de marzo de 1825, sin embargo se le seguía diciendo Pueblo, hasta por la década de 1940 y a los habitantes se les llamaba tecos. Por los años de 1930s comencé a conocer Guadalupe, con poco más de 3,000 habitantes. Pude identificar las familias con rasgos de indio y otras con facciones españoladas. El panorama de aquellos años era: que los descendientes de españoles vivían al lado norte y oriente del poblado, los Treviño, los González, los Flores, algunos Garza y otros; ellos eran agricultores los dueños de las labores. Por el lado sur y al poniente habitaban los descendientes de los Tlaxcaltecas, ellos trabajaban en la Maestranza, también había agricultores como: Don Bernardino Salinas Reyes, él y su hermano Juan eran mayordomos en la Fundidora. (Maestranza se le decía a la fundidora). Predominaban los descendientes de generaciones mestizas, que habitaban por ambos rumbos y por el centro del pueblo, dedicados al comercio, oficios y menesteres varios. Es de suponerse que cuando los Tlaxcaltecas llegaron, escogieron para radicar, el lado sur y poniente de la Misión, porque en lo que ahora es la colonia Paraíso y el Realito había un bonito paraje de nogales y las tierras tuvieron que ser buenas para la agricultura, pues era la entrada de las acequias que corrían de poniente a oriente con agua del Río Santa Lucía, además tenían por el sur el Río de la Silla y al poniente el Río Santa Catarina, y era por el poniente que iniciaba el declive natural por donde corría el agua de lluvias. Eran grandes deportistas, se distinguían en atletismo y béisbol. Los hermanos Bernardino y Juan B. Salinas Reyes, de quienes ya hablamos, fueron pioneros del béisbol en Guadalupe. Marín Paz, casi indio puro, ganó la carrera de 5 mil metros en 1934 con tiempo de 17'25" en los eventos atléticos del 5 de febrero que organiza el Partido Revolucionario Institucional desde 1920 con la participación de los más distinguidos atletas de la República. Manuel Salinas ganó la carrera de 5,000 metros en Linares, N.L. en enero de 1945 y Ezequiel de Luna, "El cantarito", la de 1,500 metros. Eran aficionados a la pesca, ellos mismos tejían las redes para pescar, no sólo lo hacían en los Ríos de la Silla y Santa Catarina, sino que buscaban otros ríos más caudalosos como el San Juan. Tuve oportunidad de jugar béisbol con muchos de ellos como: Feliciano López, Paz Bernal, Simón Martínez, Armando Ramos, Vicente y Guadalupe Paz, Baltazar Rodríguez, Manuel Salinas y su hermano Lalo, Jesús Rodríguez Rubio y otros más. Recuerdo también a los señores Adolfo Reyes, Pablo Meléndez, la familia Escalona, Don Raymundo Tanguma, comerciante que le gustaba que le dijeran el indio, Don Francisco Salazar, a Juan Torres, a Don Valentín Ramos y a los hermanos Juan y Andrés Martínez, entre otros.

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Al crecer la industria de Monterrey, gente de otras entidades vinieron en busca de trabajo, encontrando en Guadalupe el lugar ideal para vivir por su cercanía a sus fuentes de trabajo, empezaron por ocupar las tierras no cultivables por las faldas del Cerro, siguiendo luego con las labores, formando colonias hasta convertir Guadalupe en la gran ciudad que ahora es, se acabaron las labores, los cañaverales, las moliendas, las acequias, las nogaleras, los aguacatales. Los 4,391 habitantes de 1940 se convirtieron en 159,930 en 1970; 534,782 en 1990; encontrándonos actualmente muy cerca del millón. Guadalupe fue declarada ciudad el 28 de abril de 1971. Muchos descendientes de Tlaxcaltecas han pasado a mejor vida, algunos de los más jóvenes han ido a radicar a colonias circunvecinas. Ahora todos nos parecemos, unos un poquito más blancos, otros un poco más morenos, solo los que conocimos a los pobladores del pequeño pueblo podemos identificar hijos de algunos de ellos, como a Lalo Salinas Flores "La negra" gran pitcher de softbol a nivel nacional y Adolfo Reyes Moreno, próspero concesionario del transporte entre otros. Vemos también algunos viejos que se defienden con sus noventa años o más sobre sus espaldas como: Paz Bernal, Esteban Salas, Feliciano López y Antonio Sena. Debo aclarar que jamás escuché que alguien hiciera referencia o distinción de que fuera descendiente de tlaxcalteca o de español. Los guadalupenses siempre nos vimos como iguales, respetando a cada quien su vida. Se acabaron los hombres puro nervio, sin gota de grasa, delgados, fibrosos, trigueños, lampiños y de pelo lacio que conocimos por los años treintas y cuarentas de este siglo. De los tiempos idos solo nos quedan como mudos testigos del pasado el Templo del Señor de la Expiración de los 1750s, el Palacio Municipal y el Monumento a la Cruz por el poniente, edificados al principiar el 1900. No sé por qué añoro tanto el pueblo de los años de mi infancia. Es como si a un niño le quitan algo que ama entrañablemente ofreciéndole aquello que le dicen es mejor. No, no es lo mismo. Cd. Guadalupe, N.L., 8 de agosto de 1997. Profr. Francisco Arredondo Cano.

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Conferencia del Profesor José Sánchez Hernández “Los rasgos vigentes de los tlaxcaltecas”

Centro Estatal de Culturas Populares. Monterrey, N.L.

Viernes 8 de agosto de 1997. Muy buenas tardes. En primer lugar quiero agradecer esta importantísima oportunidad que me dan, que es mi primera oportunidad de dar a conocer la investigación que se está realizando sobre los rasgos culturales que aún prevalecen en el estado de Nuevo León. Que se iniciaron hace 400 años y como flechas han pasado por todos los infortunios y ha llegado y van a llegar al año dos mil. Entre ellos, para no cansar tanto, quisiera nombrarles algunos. Los rasgos culturales que existen en nuestra ciudad, en nuestra sociedad, como herencia tlaxcalteca, podemos nombrar las tradiciones, las pastorelas, la danza de los matachines, el viacrucis en Semana Santa, el festejo a la Virgen de Guadalupe el día 12 de diciembre; artesanías, las canastas que vemos en la parte de fuera, los chiquehuites que todavía salen en la actualidad podemos buscarlos, como decían hace un rato los compañeros cronistas e historiadores, maestros para mí, se encuentran en Zaragoza, Aramberri. Madera, la artesanía que decía el maestro que me antecedió, las sillas de cruceta, todavía vigentes actualmente, algunas de estas actividades se han convertido en altos emporios como son los tejidos que provienen, nosotros decimos viene del Saltillo, que funda una fábrica en Villa de Santiago. De Villa de Santiago pasa a la Fama, Nuevo León, por ahí me encuentro a personas que nos platican cómo fueron a emigrar de la Villa de Santiago a la Fama, Nuevo León, la mayoría de los habitantes de la Fama son procedentes de villa de Santiago por esta actividad, lo textil. Otra actividad que nuestros Tlaxcaltecas, antiguos antecesores, ya manejaban, la lechuguilla que se vino a establecer aquí en las zonas áridas del estado de Nuevo León, las técnicas para hilar. En la arquitectura que esta, posiblemente estamos en una casa hecha con técnicas tlaxcaltecas, sobre todo el adobe, los techos de zacate; eran grandes talladores de piedra como ya lo dijo el maestro, eran grandes arquitectos para llevar las aguas a sus plantas por medio de las acequias. Tenemos un acueducto ya en extinción, también en la Fama, Nuevo León, en arte, música, el violín, la tambora, líricos populares también. Todos estos, uno de ellos, me voy a referir a uno que es al teatro, ya desde 1538 los Tlaxcaltecas ya hacían teatro, aquí en Nuevo León nos encontramos con las-pastorelas, unas pastorelas en la cual la gente, por el solo traslado desde su lugar de origen al lugar donde se va a realizar el evento, y por la comida realizan una pastorela de 12 horas, empieza a las 7 de la tarde y termina a las y 7 de la mañana, y los cánticos, no se repite ninguno de ellos, son los cánticos que rezan toda la noche, se baila con los bastones de mando que tenemos en Tlaxcala y sin embargo esas tradiciones se nos están acabando. Yo ayer platicaba con uno de los historiadores que andan por aquí, me decía, no es necesario rescatar esas tradiciones, es una obligación rescatarlas, vamos a poner un poquito de nuestra experiencia personal y nuestro tiempo para que estas tradiciones renazcan, aquí en mi poder traigo

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un cuaderno en donde están todos los rezos de esa pastorela y es incansable, es algo precioso estarlos viendo y ver cómo ellos veneran a la Virgen, veneran al Niño Dios. Pero no como nosotros lo hacemos, en 12 horas continuas, sin descanso. Podemos tomarnos toda la tarde, hacia el adobe que vemos nosotros aquí en Monterrey, aquí en el Barrio antiguo, hay infinidad de casas de adobe, podemos ver otros instrumentos, otros rasgos tradicionales, y hace rato le decía a uno de los compañeros, por acá también nos hizo mención el maestro de que los Tlaxcaltecas eran grandes atletas, y me acordé de Tlahuicole, un gran guerrero que con un pie y una mano amarrada tuvo el valor de morir, pero morir como querían morir ellos, peleando. Después de varios personajes él murió. El profesor cronista de Cd. Guadalupe nos decía que Marín de la Paz era un gran atleta, y por aquí tengo los vestigios que dentro de las 400 familias venía la nieta de Don Vicente Xicoténcatl (Antonia de la Paz), llegó a Saltillo a la edad de 12 años y se trasladó a Monterrey a la edad de 16 años, pero ya como cofundadora, porque era esposa de Don Diego Maldonado, que ya traía consigo a un hijo de ambos, esta referencia la podemos encontrar en el libro de Nuevo León, a los datos estadísticos podemos decir si las personas que llegaron a Monterrey eran 30 las que llegaron conformando las 12 familias que fundaron la ciudad de Monterrey, eran 28 españoles y con ellos venían dos Tlaxcaltecas conformando el grupo humano que hizo posible la fundación del Nuevo Reino de León en 1596. Muchas gracias.

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Conferencia del Cronista David Castañeda Román, "La tlaxcaltequización en Zacatecas".

Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.

Viernes 8 de agosto de 1997. Hemos estado escuchando una gran cantidad de documentos, o hemos estado escuchando grandes fundamentos de lo que fueron los tlaxcaltecas. Yo soy de Pinos, Zacatecas, a mí me tocó que los tlaxcaltecas nos controlaran, nos humanizaran, nos cultivaran positivamente. Pinos es una región de Zacatecas donde es un pueblo pequeño, pero lo hemos dividido en tres barrios principalmente, el Barrio de la Cuadrilla, el Barrio de los Arquitos y el Barrio de Tlaxcalita. En ese barrio de Tlaxcalita nadie nos va a quitar ese pedacito que nosotros tenemos ahí, porque es uno de los barrios, yo pienso, que más organizados de todos los demás, es un barrio muy cultural, muy tradicional, muy unido en cada uno de ellos. Posiblemente lo hagamos así o lo hicimos así porque cuando llegaron los españoles nos pidieron que los indios estuviéramos separados de los españoles al llegar ellos, y nos dividía un arroyo, hicieron esto, del arroyo hacia arriba los indios, del arroyo hacia abajo la casa de los grandes españoles, así fue más o menos. Posiblemente sea una de las causas motivo por la cual nosotros nos sentimos tan grandes formar este Barrio de lo que es Tlaxcalita. También contamos con uno de los mejores templos ahí dedicado a la Purísima Concepción del Barrio de Tlaxcalita. Voy a ser breve en mis comentarios sobre lo que es Pinos, Zacatecas. Su situación geográfica, dice, tomando como referencia la torre de su parroquia a una altura de 2 mil 419 metros sobre el nivel del mar, sus coordenadas latitud norte 20, 22 grados, 17 minutos, 54 segundos, longitud oeste del meridiano de Greenwich a 101 grados 54 minutos y 23 segundos. El municipio se encuentra en la Sierra de Pinos con el Cerro de la Gallina, con una altura de 3 mil 3 metros sobre el nivel del mar, una de las partes más altas del estado de Zacatecas. Lo habitan 296 comunidades con categorías de rancherías, pequeñas propiedades, comunidades y ejidos, cuya extensión es de 3 mil 40 kilómetros, su clima es extremoso, una precipitación pluvial aproximadamente de 450 mililitros por año. Suelo calizo, flora formada principalmente por xerofitas, su fauna la integran coyotes, zorras, conejos, víboras de cascabel, y también se encuentra en nuestra región el águila real, emblema de nuestro escudo nacional, y otros animales más. La población, la distribución geográfica la población del Municipio de Pinos, en 1990, ascendió a 59 mil 550 habitantes que representa el 4.7 por ciento total del estado de Zacatecas, de esta población el 49.9 son hombres y el 50.1 por ciento son mujeres. La población del municipio se encuentra dispersa en 296 comunidades, de las cuales sólo la cabecera municipal tiene más de 3 mil 278 habitantes, y en ella reside el 5.5 por ciento de la población, el resto de las localidades tiene una población menor a 56 mil 273 habitantes, tomando en cuenta las comunidades forma un total de 59 mil 550 habitantes.

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La edad promedio en este municipio es de 16 años, la ocupación principal y su productividad en el Municipio de Pinos muestra que los mayores porcentajes de concentración es en la actividad agropecuaria en un 60.5 por ciento, los ayudantes y similares representan un 6.2 por ciento de la población ocupada. Trabajadores de la educación 2.7 por ciento, comercio y dependencias con un 2.9 por ciento, es bueno mencionar que en la cabecera municipal se encuentran gambusinos con una actividad de pepenadores del mineral de oro principalmente. Los mineros viejos, son los únicos que desempeñan esta actividad pero tienen una capacidad enorme, ellos van a los terreros y únicamente seleccionan la piedra que tiene oro, sabemos que el oro principalmente se da en vetas cuartíferas y ellos conocen el cuarto lechoso que es donde ellos seleccionan este tipo de oro. Después es muy sencillo. Se van a sus casas y utilizan una herramienta muy primitiva todavía, lo que son las mentadas taunas. La tauna es una piedra encima de otra piedra, ellos colocan adentro de las taunas los pequeños pedacitos de piedra que contiene el mineral y le dan vuelta, manualmente se le está dando vuelta. Trituran también el mineral que lo hacen un tipo de polvo, después ellos utilizan el azogue, que viene siendo el mercurio. Después el mercurio tiene la capacidad de adherir a las pequeñas partículas de oro, después ellos lo embeben en una tela, esa tela la llevan a fundir, el azogue o el mercurio se transforma en ahídrido o en humo y se queda ya fundida la pepita del oro. Si no se tenía esto antes, ¿cómo lo hacían?, ellos utilizaban lo que nosotros allá comúnmente conocemos como las buñigas o el excremento de la vaca. ¿Qué era lo que hacían?, en un tepetate buscaban el lugar, un tepetate duro, después colocaban la buñiga y ahí iba o ahí se colocaba el oro, ya en la tela y el azogue que era el mercurio lo depositaban ahí, y ahí esperaban, depende del clima, para allá es muy frío, ahí puede durar hasta un día ese excremento de vaca, de res, produce una temperatura fuerte, lo que hace que el oro se transforme y así es como sacan el oro. En la actualidad los señores grandes todavía se les aprecia esta actividad que desarrollan como pepenadores en los terreros de las antiguas minas que tenemos por ahí. Podemos estar mencionando más, pero tenemos el tiempo un poco reducido. Los datos históricos de la ciudad de Pinos, desde los tiempos prehispánicos, nos indican que fue habitada por la tribu huachichil, hace aproximadamente 500 años, era una de las tribus más grandes por ocupar una gran extensión del terreno, llamado por los españoles El gran tunal. Esto formaba parte de la nación chichimeca, la palabra huachichil quiere decir cabeza colorada, se pintaban además la cabeza, la cara y otras partes del cuerpo con almagre rojo, usaban también unos gorros picudos rojos para tener un parecido con el gorrión que era su pájaro mitológico. Esta tribu huachichil era tremenda y no aceptábamos a los españoles, nosotros no los aceptamos y llegan ahí los tlaxcaltecas, nos empiezan a trabajar y es como nosotros vamos cediendo un poco. Estábamos en la Sierra de Pinos, si ustedes van ahorita se van a reír porque en Pinos no existe ningún pino, es un cerro pelón, pero en aquellos entonces era una tierra grande que únicamente la conocían los mentados huachichiles, ellos sabían por dónde entrar y por dónde salir. Contando también las tribus confederadas a los chichimecas, eran nómadas cazadores, recolectores de frutas y semillas, a la llegada de los españoles, los huachichiles y sus aliados lucharon durante 50 años para que Pinos y su región no decayeran en poder de los soldados españoles, se unieron con las demás tribus y formaron una poderosa guerra de guerrillas que se encargó de hostigar a las tropas españolas, asaltando el transporte de mercancía de México al mineral de Zacatecas, el arroyo de la plata o el camino de la plata. El que nosotros más o menos conocemos o hemos tenido algo

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sobre él, apoderándose de los caballos, telas, alimentos, herramientas, etcétera, matando a los españoles y secuestrando a las mujeres. Desde 1550 Pinos fue explorado por capitanes españoles que apresaban indios guachichiles y vendiéndolos como esclavos, también pasaban frailes misioneros predicando la doctrina cristiana, como Fray Antonio de Segovia, otros personajes importantes fueron el General Víctor Rosales y el General español Francisco Javier Mina que tomó Pinos el 17 de julio de 1817. La fundación de Pinos con exactitud no existe, los historiadores que se han dedicado a examinar documentos de la época y de la región, como el investigador Powel, asegura que Pinos se fundó el 24 de febrero de 1588, al parecer los frailes franciscanos edificaron una misión con una ermita primitiva, con familias españolas, posiblemente gente del capital mestizo, Miguel Calderas, fue ya quien intervino para nuestro apaciguamiento ahí. Uno de los primeros documentos que mencionaba la existencia de Pinos es la denuncia de una mina de oro y plata, con fecha del 18 de octubre de 1593, para entonces era alcaldía mayor, perteneciente al gobierno de Guadalajara, capital de la Nueva Galicia. El Virrey Don Luis de Velasco desconoce al alcalde y toma posesión el 12 de febrero de 1594, con le nombre de Real de Minas de Nuestra Señora de la Concepción del Cuzco. En 1603 el Rey de España envió a un oidor, al señor licenciado Gaspar de la Fuente el cual confirmó que la tierra de Pinos pertenecía a la Nueva Galicia y sugirió cambiar el pueblo cerca del Nigromante con el nombre de la Nueva Toledo, lo que no prosperó. El primer alcalde fue el capitán Lorenzo de Padilla y Dávila, y el primer cura don Juan de Ortega. Durante 1594, época de la colonia, se menciona el primer minero descubridor de metales que fue el capitán Juan López Pallares, otro fundador y descubridor fue Rodrigo de Vargas, el capitán Pedro Narvaez Carvajal, Alonso, Rodríguez, etcétera. Durante este período intervinieron más de veinte capitanes en la pacificación de estas tierras, destacando el vizcaíno Gabriel Ortiz, que fue alcalde; Juan Ramos de la Vega, originario de Segovia; y el capitán Miguel Caldera, zacatecano, hijo de español y de una india guachichil, quien trabajó para que su raza viviera en paz. Más tarde la lucha de la independencia, donde la Corona Española siente que sus colonias se descartan en el año de 1800, modifica sus acciones para retener sus dominios llamando a los colonos americanos a formar un congreso, pidiendo que se destinaran diputados, tocándole a Zacatecas mandar al doctor Miguel Gordoa a la corte de Cádiz, Miguel Gordoa también es nacido en Pinos, Zacatecas. En lo político Pinos ya no era alcaldía mayor ni pertenecía a Guadalajara, le nombraron subdelegación de tierra de Pinos y formaba parte de la intendencia de Zacatecas, más adelante el gobierno español mandaba a San Luis Potosí al teniente coronel Félix Calleja para formar el regimiento donde quedaban encuadradas las haciendas de la subdelegación de Pinos, acentuando las diferencias entre los pinenses y los militares. El pueblo de Pinos estaba en la mente de Calleja, por dos naturales de este lugar que tomaron parte en los tumultos de San Luis Potosí, en el año de 1767, fueron Joaquín Vera y Pedro Hermenegildo, los cuales fueron azotados y mandados a la prisión de San Juan de Ulúa.

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Al dar el grito de independencia, el intendente de Zacatecas ordenó vigilar estrechamente a los trabajadores de veinte fábricas de mezcal, para nuestra región el mezcal es una de las fuentes económicas que tenemos muy grande, muy amplia, y a los de las minas que ya optaban por la insurrección, recibiendo el comunicado del capitán Andrés López Portillo, subdelegado en Pinos y que pasara a cuchillo a todos los revoltosos y se diera una recompensa a los denunciantes. Después de 1821, Pinos sufrió los estragos de la post-guerra de independencia, en la constitución de la primera república federal en 1824, Pinos pasa a ser municipio del estado de Zacatecas y cabecera municipal del partido político, para representar con diputados locales y federales a sus respectivos congregas. En 1860 Pinos logra su mejor época de minería, en este año permite la tala de árboles para que sirvieran para fundir el oro y la plata, quedando los cerros desérticos. Por eso la gente que llega a Pinos se ríe, que bueno, se llama Pinos, pero no hay ningún pino, los únicos que tenemos ahí son en el jardín, al frente tenemos el cerro de la Gallina, con una altura de 3 mil metros sobre el nivel del mar, pero no encontramos ningún pino, tal es el caso, de que aquí lo estamos mencionando, que en esta época de gobierno se dio permiso para talar los pinos que sirvieron como combustible para fundir el oro y la plata quedando un lugar desértico, y ese es el motivo y la causa por la cual tenemos el nombre de Pinos. Después de la muerte de Madero y para derrocar a Huerta del poder, el 25 de mayo de 1914, en Pinos se libra una batalla entre los revolucionarios, comandados por el general José Isabel Robles, y los federales, comandados por el coronel José Gil Sotomayor, combate que duró seis horas, triunfando los revolucionarios. Pinos también tiene sitios muy importantes, la capilla de la Veracruz, en el archivo parroquial sobre el edificio de lo que fue la capilla de esta real tierra de Pinos, son muy escasas y escuetas las noticias que se pueden obtener para demostrar su actividad. En el libro de entierros de 1697 a 1705, folio 3, en una partida correspondiente al 25 de noviembre de 1697, se hace constar el traslado de restos de personas sepultadas en esta capilla, la cual supuestamente sirvió de iglesia mientras concluían las actividades de construcción de la parroquia. Si no puede presentarse prueba en contrario, podemos afirmar que la capilla es la sala que alberga la biblioteca Tomasa Reyes, dependiente de la SEP, antes de la biblioteca pública fue escuela, cuartel, caballeriza, y en 1982 biblioteca pública. Otro de los templos que tenemos ahí es el templo parroquial, es probable que la obra del actual templo parroquial haya comenzado en el año de 1667, la administración del cura fue Enrique de Medrano y termina en el año de 1705 con lo más necesario, con esplendor churrigueresco en la fuente de la sacristía, y su fachada se iniciaba con tres naves, una terminada y las otras dos inconclusas, no están terminadas. Este templo iba a ser formado por tres naves, únicamente tiene una, las otras cuando ustedes vayan a Pinos, van a ver unos arcos inmensos nada más, iba a ser impresionante en ese entonces. El templo de San Francisco también es otro, se construyó el primitivo, vamos a decir, barroco mexicano, en el siglo XVII con una sola nave, ni cruces, ni cúpula. Sitio importante también es el templo de la Purísima Concepción de Tlaxcalita, cronológicamente atendiendo a los datos existentes sobre los templos de Pinos, el de Tlaxcalita fue el primero en ser

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levantado, naturalmente que no es el presente sino una ermita primitiva dedicada a la atención espiritual de los tlaxcaltecas. El templo actual se edificó, cuando menos en su mayoría, durante el siglo XVIII, donde hay una inscripción en el relieve, en el cubo de la torre antigua, en el lado poniente a la altura de la primera comiza que indica claramente su construcción, la fecha delineada es el 15 de septiembre de 1758.

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Ponencia del Profesor Jesús Iruegas, "Los tlaxcaltecas en la misión de Nuestra Señora de los Dolores".

Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.

Viernes 8 de agosto de 1997. Yo soy cronista del municipio de Lampazos, Nuevo León, donde allá por el año de 1698, con la fundación de la misión de Nuestra Señora de los Dolores se inicia el avance de lo que muchos de nosotros podemos llamar la civilización del noreste, ya 10 años antes los indios tlaxcaltecas vivían en esa región, en la hermosa región de Villaldama, Bustamante y Lampazos. Una región que para nosotros, los que tenérnosla oportunidad de caminar día a día y respetar, pero con mucho cariño y respeto a nuestras raíces y los pobladores de aquellos municipios, hemos visto como un municipio como Bustamante ha podido conservar mucho de la cultura tlaxcalteca. Por eso, 10 años después, al tratar la cultura tlaxcalteca en la misión de Nuestra Señora de los Dolores, hoy Lampazos de Naranjo, encontramos que los indios de aquella región nuestra que conocemos como tierra brava, donde los grupos de chichimecas convertidos en grupos de indios pisas, borrados, de indios que según los que han estudiado la historia, eran como una barbarie más fuerte que en cualquier región del noreste del Nuevo Reino de León. En la misión de Nuestra Señora de los Dolores, no podemos decir que tuvimos la oportunidad de tener el avance de la cultura de los indios que en esta ocasión nos ha tocado tomar ejemplo. Nosotros, en Lampazos, actualmente y desde aquella época, nuestras bardas son de piedra, nosotros en Lampazos, a pesar de haber recibido tan linda devoción, como nos dejaron los tlaxcaltecas en todo el Nuevo Reino de León, nosotros no tenemos una devoción como la que tiene Bustamante, en un día de Tlaxcala, como la tiene Villa Aldama en un 3 de mayo. Para nosotros, en Lampazos, es más fácil reunimos un 15 de septiembre que poder reunimos en un día de San Juan Bautista, que es el patrono de nuestro pueblo. Por eso cuando el cronista de Bustamante me decía hablar de la cultura en la misión de Nuestra Señora de los Dolores, la cultura la recibimos nosotros, nosotros tenemos oportunidad de caminar por esa carretera a Colombia, y hace no mucho tiempo la caminábamos en un tren que nosotros le llamábamos "La marranita" y nos daba tiempo de poder voltear a Bustamante. Ver sus arboledas, ver esa vereda llena de esperanza para llegar a sus grutas, ver, como decía un gran maestro, don Celso Flores de Zamora, de Bustamante, cómo los habitantes se han pulido para llegar a ser hoy uno de los municipios con una cultura y un trabajo que más se ha distinguido. Bustamante, para nosotros, representa la cultura de este pueblo, por eso en esta ocasión y viendo y caminando, conociendo de cómo la alfarería y la escultura de los indios tlaxcaltecas todavía, en nuestros días, la tenemos en el Nuevo Reino de León; hay que recordar ese hermoso cristo de la iglesia de Villa Aldama; hay que recordar con veneración este otro cristo que, en la iglesia de Guadalupe, nos hace recordar una hermosa leyenda de cómo llegó a ser venerado, ellos son verdaderos escultores, sus piezas de escultura fueron vendidas en Monterrey en aquellos años y eran bien recibidas.

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Ellos nos dejaron la tortilla y los tamales, nos dejaron la alfarería, su música, ellos nos dejaron sus danzas, y anoche tuvimos la oportunidad de volver a recordarlas. Por toda esa cultura, nosotros, los de Lampazos, los que caminamos de Villa Aldama y cruzamos ese camino, hoy quiero recordar lo que un maestro mío en la Normal me decía: "Rodolfo Canales es uno de los grandes maestros de Bustamante", como es posible que Bustamante, el pueblo de San Antonio de Tlaxcala, el pueblo que vio nacer la cultura de un gran pueblo de México, tenga que llevar el nombre de un personaje que por ser presidente de México, en Nuevo León lo recordamos con uno de los grandes municipios. Bustamante fue un presidente de México que tuvo la oportunidad de perseguir a Morelos y a Hidalgo, Bustamante fue un presidente que tuvo que luchar en contra de Vicente Guerrero, Bustamante luchó en contra de aquellos, dieron su mejor sangre por darnos independencia. Por eso pensamos los que caminamos por esa carretera de Colombia, y al voltear a la izquierda, yendo de Monterrey a Lampazos, vemos cómo la cultura de Bustamante es recordada y nos lleva al origen de San Miguel de Aguayo, porque, y hoy viene lo que también me platicaban mis maestros como Celso Flores Zamora, por qué no pedirle hoy en una época de cambio, por qué no pensar en que un colegio de cronistas, y pedir que a Bustamante podamos cambiarle el nombre por San Antonio de Tlaxcala, y sería muy hermoso que en los cincuenta y uno dijera San Antonio de Tlaxcala, Nuevo León. Muchas gracias.

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Conferencia del Historiador Raúl García Flores, "La herencia tlaxcalteca. I Realidades y mitos".

Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.

Viernes 8 de agosto de 1997. De antemano quiero informar que el contenido de este texto va a chocar un poco con lo que se ha expuesto en otras ponencias hasta este momento, mi intención no es molestar, ni causar una polémica artificial, en realidad lo que trato de hacer es consecuente con mi ignorancia. Esta conferencia trata sobre lo que no sé, de lo que no tengo pruebas. Todos los presentes estaremos de acuerdo en que la presencia tlaxcalteca en el noreste es un tema que requiere atención académica, investigación y difusión. Uno de los aspectos que más nos puede llamar la atención en regiones y localidades que recibieron emigrantes y colonos es la difusión y reproducción de rasgos culturales tlaxcaltecas. El tratamiento de este aspecto por desgracia ha sido llevado en algunas ocasiones con demasiada ligereza, y sobre todo falta de pruebas casi siempre que hablamos del aporte tlaxcalteca, de la cultura norestense, y por supuesto de Nuevo León, aparecen lugares comunes, bien intencionados, pero que no siempre resisten a la crítica. Dícese por ejemplo, que a la inculturación tlaxcalteca debemos la alfarería, los textiles tradicionales, ciertas pautas culinarias, entre ellas la elaboración del pan, el uso de voces derivadas del náhuatl, la danza ritual, la música, artesanías, y hay hasta quien afirma que la organización en barrios o en las relaciones familiares. Desgraciadamente apenas conozco estudios que con un mínimo de rigor metodológico describan la cultura tradicional norestense, no hablemos ya de que comprueben o refuten las atribuciones antes dichas, es el gran problema que tenemos en Nuevo León, en el noreste, pero en Nuevo León en lo particular. Casi no tenemos investigaciones regionales serias, por ejemplo, si, para el caso de la alfarería, no conozco una sola monografía que compare morfológicamente nuestras vasijas con las del resto del país, con la alfarería de la época prehispánica colonial o contemporánea. Si bien no tenemos muchas noticias sobre alfarería en el siglo XVII o XVIII, es poco creíble que no se desarrollará esta artesanía entre los colonos e indios navoríos que antecedieron a las familias tlaxcaltecas. Quiero recordar aquí, como ya se ha estado repitiendo, que la afluencia masiva de colonos emigrantes tlaxcaltecas ocurrió a fines del siglo XVII y principios del XVIII. Otro ejemplo es el uso del náhuatl, otro rasgo que antecedió a la masiva emigración de tlaxcaltecas a Nuevo León. A lo largo de todo el siglo XVII descubrimos autos judiciales, documentación civil, militar y religiosa con el uso del náhuatl como lengua franca entre los indios chichimecas de Nuevo León. Entonces se les llama ladinos en mexicano, es la palabra que se usa en los documentos coloniales, ladino en mexicano, no podemos negar que la cercanía de San Esteban del Saltillo pudo incidir en la adopción de dicha lengua, pero también es cierto que el náhuatl era la segunda lengua oficial novohispana por medio de la cual se estableció comunicación con decenas de grupos étnicos, zapotecas, chontales, totonacas, en fin.

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Lengua en la cual se redactaban e imprimían bandos y proclamas, idioma obligatorio para los curas doctrineros. En otras palabras, formaba parte del programa político de estado, queda por último el hecho de que hubo familias nahuatlatlas, no tlaxcaltecas, que se asentaron en el noreste durante la colonización. Para poder resolver esta duda de si la influencia del náhuatl en el noreste deriva de la presencia tlaxcalteca, es necesario que nos apoyen lingüistas, especialistas en la lingüística histórica que conozcan los procesos dinámicos y la variedad dialecto del náhuatl, de otra manera nos vamos a quedar con la duda. Otro tema del que quiero hablar, la alimentación, y aquí me siento un poco cohibido porque sé comer pero ignoro el arte culinario. No sé si tengamos pruebas y testimonios para hablar con certeza sobre el asado o el mole como alimento tlaxcaltecas, no lo sabemos, es necesario una vez más, repito, revisar investigaciones para no proceder con ligereza. Empíricamente viví un año en Totolac, municipio panadero si lo hay en Tlaxcala, sostengo que entre el pan de Tlaxcala y el de Bustamante apenas si hay similitud, pero independientemente de esas apreciaciones subjetivas, repito, es necesaria la investigación y recordar que desde fechas tempranas en Nuevo León, indios naborios y chichimecas sembraban y segaban el trigo, y que muchas indias chichimecas trabajaban en la cocina de las haciendas en donde de perdido, de vista, vieron cómo se elaboraba, vieron elaborar el pan. Quizá de lo que pueda hablar con un poquito más de seguridad es de la música y de la danza tradicional, toda vez que es de lo que vivo y he realizado investigaciones de campo tanto en el noreste como en Tlaxcala, en la música. * Entre las tradiciones de origen colonial que podemos encontrar en Tlaxcala está el denominado, mal denominado, conjunto de música azteca, dotado de chirimía, tarólas y huehues, la ejecución de un jarabe compuesto de varios sons característicos, el jarabe tlaxcalteca y varios sones de boda de la familia de xochipitzáhuatl. Pues bien, de todas estas tradiciones referidas ninguna cuenta con un equivalente en el noreste. Forzadamente podríamos encontrar parecido entre la música de chirimía y nuestros tamborileros, pero en realidad ni el repertorio, ni la dotación, ni el contexto los asemejan, el mundo de las danzas rituales no sale mejor librado, lo más característico en la tradición artística tlaxcalteca contemporánea son las danzas de carnaval, las contradanzas de carnaval o de los moros y cristianos de rancio abolengo. Algo que ver con las danzas del noreste, no, la inmensa mayoría de las danzas del noreste se vinculan con lo que románticamente se asocia con los indios que se cristianizaron. Danzas de matachines, de a pie, comanches, indios, de palmas, extensa gama de expresiones emparentadas entre sí pero que no tienen parangón en Tlaxcala. Compartimos dos danzas, es cierto, aquí son denominadas juegos, el juego del torito que en Tlaxcala conocido como danza de toriteros o vaqueros, que podemos encontrar en los municipios de Huamantla, San Pablo del Monte, Atlangatepec, Tetla, aquí en el sur de Nuevo León se practica y en algunas colonias del área metropolitana de Monterrey. Y el juego o danza de cintas o garrocha, yo creo que todos lo hemos visto, es un poste en el cual se baila y se van encerando las cintas, pero aun en esos casos difícilmente podemos asegurar una

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relación, estas danzas las encontramos en muchas partes de Latinoamérica y es harto probable que tengan un origen hispánico, y en el caso de la danza de cintas, un antecedente también prehispánico. Tengo la impresión subjetiva y sujeta a toda crítica, que el mayor aporte tlaxcalteca a nuestra cultura es de tipo político, la organización comunitaria de tipo republicano de esa etnia, que esa etnia gozaba, debió resultar en el noreste ejemplar y subversiva en la época de la colonia. Ejemplar, porque mostró a muchos indios, mestizos, mulatos, la forma en que un colectivo puede organizarse, defender sus derechos, promover y desarrollar servicios públicos como la limpia de acequias, las fiestas patronales o las escuelas de primeras letras. Por sus propios medios, sin la indispensable presencia del terrateniente, el funcionario nombrado por el rey o el rico comerciante. Pero el ejemplo republicano tlaxcalteca fue también subversivo, porque mostró que era posible una forma de organización en la que todos podían votar y ser elegidos, nos comentaban que en Saltillo el caso no fue así, en Nuevo León, sí, en los pueblos tlaxcaltecas de Nuevo León todos podían votar, todos podían ser electos. En que existía un fondo de dinero manejado por un cabildo propio, y que podía administrarse el presupuesto sin necesidad de funcionarios casi desconocidos y de dudosa honestidad. Imaginemos el impacto que produjo un pueblo de indios de este tipo, tlaxcaltecas, en la masa de jornaleros, de artesanos pobres, de indios de encomienda, de esclavos, de colonos desarraigados. Creo que este fue el aporte más importante. Baste lo dicho para simplificar mi primera afirmación. No cuento con elementos para atacar o defender la tesis de la difusión cultural tlaxcalteca, me limito a señalar que existen muy pocas investigaciones al respecto, además, si vamos a hablar de tlaxcaltecas en el noreste es menester remitirnos a la historia colonial. Paso al segundo punto de esta ponencia. El problema de los números, el problema de la población. A nadie se le ocurriría negar el hecho de que hubo presencia tlaxcalteca en el noreste colonial, sin embargo, creo que valdría la pena considerar algunos aspectos para proseguir la difusión: Primero, la masa de población tlaxcalteca, es decir, ¿cuántos eran en números?, y su presencia relativa en cada región o localidad el hecho de que hubiera muchos tlaxcaltecas en Guadalupe Bustamante no resuelven nuestras dudas sobre el impacto que tuvieron en toda la región, necesitamos conocer números. Segundo punto, la dinámica demográfica, cultural, social y económica del sector tlaxcalteca, los pueblos no se quedan quietos, cambian, se incrementan o bajan su número, reciben influencias e influyen a otros, no se ha estudiado al pueblo tlaxcalteca en su proceso dinámico, no esperemos encontrar al tlaxcalteca en el noreste igual a como vivía en Tizatlán, tuvo que cambiar. ¿Cómo fue ese cambio?, no se ha estudiado. Tercer punto, el impacto que causó su presencia en cada región o localidad repito, distinguir en cada espacio su presencia, su no presencia, su influencia. Veamos primero el aspecto de la masa de población tlaxcalteca. Bueno, esto es algo que se comentó ya, de que fue .hasta finales del siglo XVII, principios del XVIII cuando se dejó venir el mayor número de familias de origen tlaxcalteca al Nuevo Reino de León, y que un programa de estado promovido por el licenciado Francisco Barbadillo y Victoria. Pero también vale la pena recordar que este movimiento se generó casi 100 años después de que ya se había fundado esta provincia.

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Son muy pocas las fuentes que nos permiten hablar sobre la población colonial del reino, aun así podemos saber algunas cosas si analizamos los archivos parroquiales, creo que esa es la fuente que debemos atacar con más energía para poder hablar sobre la población tlaxcalteca, los archivos parroquiales. Un estudio que debe hacerse con mucha seriedad, mucho rigor metodológico, puesto que vamos a tener que usar la resbaladiza estadística, y en que debemos tener cuidado al usar el llamado método agregativo, es decir, no ponernos a contar uno, dos, tres, cuatro, cinco, diez nacimiento tlaxcaltecas, porque es movedizo el ambiente en que vamos a descubrir ¿por qué?, porque como ya mencionó muy acertadamente Inocencio, los tlaxcaltecas no fueron el único grupo indígena que se presentó en el noreste, no nada más fue el único, fue minoritario, por lo menos en el Nuevo Reino de León, por lo menos aquí. La presencia ñañu-otomí fue enorme, la presencia purépecha fue enorme, la presencia pame, la presencia de indios desarraigados, indios que ya no sabían a qué pueblo pertenecían, pero seguían siendo tratados como indios. El área que más hemos estudiado en análisis de archivos parroquiales, el oriente de Nuevo león, Linares, Montemorelos, Hualahuices, nos permiten descubrir que en esas tres jurisdicciones, si no tomamos en cuenta las misiones y pueblos de indios de hualahuices ni de Purificación y Concepción donde se concentraban los indios, en el resto de la población probablemente hasta una cuarta parte era de indios. Entonces ninguno era tlaxcalteca. Los tlaxcaltecas tendían a aislarse del resto de la población y a concentrarse en núcleos previos de los que ya mencionamos, Guadalupe y San Miguel de Aguayo, no podía ser de otra manera, los pueblos tlaxcaltecas garantizaban los privilegios de ese sector, a un tlaxcalteca que se le hubiera ocurrido irse de colono por la brava a una villa, a una hacienda o a un rancho, no iba a contar ni con tierras, ni con fondos de comunidad ni iba a contar con el apoyo de otras familias tlaxcaltecas, iba a perder su capacidad de participar en los gobiernos. En fin, iba a perder esa relativa autonomía de que gozaba en los pueblos de indios. El hecho de que hayan vivido juntos, tlaxcaltecas, otomíes, purépechas, muchos mulatos, mestizos, españoles pobres, llevó a una situación, el mestizaje tan profundo que al final ya cada quien no sabía a qué grupo pertenecía. Me permito leer el fragmento de un texto datado en 1677, en Saltillo, para que la reducción de dichos guachichiles, policía y buenas costumbres de ellos en cuya conformidad los asentaron y poblaron al linde de nuestro pueblo, se entiende San Esteban de Tlaxcala, y con ocasión de estar juntos y congregándonos nos hemos ligado de tal suerte que con el tiempo se perdía el nombre de dichos guachichiles por habernos vuelto todos los tlaxcaltecas. Procesos similares de confusión de etnias hemos detectado en misiones como Purificación, Concepción y hualahuices, repito, ya hemos estudiado en sus archivos parroquiales, cuantitativa y cualitativamente, por lo menos hasta el siglo XVIII. Durante el siglo XVIII, esto es muy interesante, por favor, el número de naturales, el número de indios nativos del noreste, decían las cuentas, superaba con mucho a los tlaxcaltecas, los tlaxcaltecas tenían sus privilegios pero los indios chichimecas también, en qué cantidad los superaban, en hualahuices, en 1794, frente a 349 chichimecas había nada más 41 tlaxcaltecas.

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Sin embargo, en la época de la independencia, a principios del siglo XIX, se invierte la situación, y al ver los padrones, el número de tlaxcaltecas se dispara y parece que no hubiera indios chichimecas, todos eran tlaxcaltecas, revisa uno los padrones tlaxcaltecas, familia siguiente tlaxcaltecas, familias nacianceno tlaxcalteca, familia tal tlaxcalteca, todos son tlaxcaltecas, tal vez porque en Nuevo León la guerra de independencia se asimiló como una guerra con fuerte participación indígena chichimeca. Sin embargo, al momento en que se disuelven los pueblos de indios de pronto, como resulta que legalmente los propietarios de las tierras eran los chichimecas, y los tlaxcaltecas sólo eran madrinas y se estaba discutiendo la posibilidad de que a los tlaxcaltecas no se les dotara de tierras, al final también se les dotó, se las repartió el pueblo. Mientras la discusión se centraba en esto, el padrón nos indica que todos otra vez eran chichimecas, ¿qué es lo que sucede?, que tenemos que comprender que el mestizaje fue tan profundo que así como puede afirmarse que todos somos tlaxcaltecas, también podremos decir que todos somos chichimecas y que todos tenemos algo de mulatos y todos tenemos algo de español, es un mestizaje muy profundo, y para principios del siglo XIX la identidad ya se hallaba muy borrada, la identidad étnica. Del mismo modo, último punto, quisiera que viéramos la dinámica interna de estos pueblos mixtos tlaxcaltecas y chichimecas como un problema a investigar. De una cosa sí podemos estar seguros, no era un mundo idílico, "pueblo chico infierno grande", todos los que hemos vivido en pueblos sabemos lo que significa eso, todo el tiempo hubo una disputa entre los sectores de la población, podemos imaginar que los chichimecas se quejaban de los tlaxcaltecas, los tlaxcaltecas de los chichimecas y de pronto tlaxcaltecas y chichimecas se unían para pelearse con los mestizos, o con los mulatos o con los españoles. Un ejemplo neolonés que nos puede mostrar hasta dónde este conflicto podía llegar, Bustamante, en 1826 cuando se inicia el proceso de disolución del pueblo de San Miguel de Aguayo, los chichimecas que vivían ahí pegan el grito en el cielo y dicen, no queremos saber nada de vivir con los tlaxcaltecas, empiezan a lanzar toda su documentación para poder irse a donde les permitieran, toda esa información la podemos encontrar en los expedientes del Congreso del Estado o del fondo congreso del Archivo General del estado. El Congreso y el gobernador les permiten a chichimecas irse porque los tlaxcaltecas habían llegado a tal punto en que estaban vendiendo sus tierras, sus casas y sus instrumentos de labores, hay que investigar más, no sé cuántos se habrán ido, pero el hecho es que más de la mitad de los chichimecas que vivían en San Miguel Aguayo, los antiguos pobladores de San Antonio, se van a Villa Aldama. Debemos estar en guardia contra todo extremo, podemos decir, no, es que los indios chichimecas y tlaxcaltecas jamás se entendieron, no es cierto, como en toda relación humana las alianzas, amistades, suspicacias y peleas se suceden y combinan por diferente motivo y sin razón. Concluyo este segundo punto. Es muy poco lo que sabemos sobre la población tlaxcalteca y su dinámica socio-cultural en el noreste, y sobre todo en Nuevo León. Su impacto se ha magnificado no por investigaciones serias, sino por conseguir explicaciones que a veces son demasiado simplistas. Termino, pareciera que mi meta en este momento ha sido afirmar que el aporte cultural tlaxcalteca en el noreste fue mínimo, y no es ese el propósito, lo que propongo es que se realicen investigaciones

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serias sobre nuestra historia y nuestra cultura, que nos permitan sustentar afirmaciones basadas en pruebas objetivas, no en creencias, en leyendas, en supuestos de orgullo localista. Creo que el pueblo tlaxcalteca tiene un lugar de honor, y lo peor que podemos hacer es inventarle leyendas, las leyendas caen y el aporte tlaxcalteca debe parecer muy firme. Muchas gracias.

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Conferencia del Cronista Carlos Jesús Gómez Flores, "San Miguel de Bustamante: Ecos de Tizatlán".

Centro Estatal de Culturas Populares, Monterrey, N.L.

Viernes 8 de agosto de 1997. Todos procedemos de alguna parte. De algún lugar con rasgos y heredades particulares. El perfil étnico contemporáneo de los pobladores del noreste de México, aunque enriquecido con movimientos migratorios recientes, es espejo también de aquel grupo de 345 parejas y 56 solteros o viudos que partieron desde la capilla consagrada a nuestra Señora de las Nieves en San Juan Tutulac un 6 de julio de 1951. Se considera convencional mente que fueron 400 familias, (que era la cantidad pactada por el virrey y los principales de Tlaxcala) las que emigraron en 1951. Sin embargo y de acuerdo al censo levantado por el oficial Agustín de Hinojosa Villavicencio quien tuvo la tarea de escoltar a los tlaxcaltecas hacia el norte, los expedicionarios se componían por la primera cantidad aquí citada de migrantes que hipotéticamente se casarían con chichimecas. Era una estrategia que había nacido de la visión de un hombre mestizo, el Capitán zacatecano Miguel de Caldera, quien sabía de la trascendencia del hecho histórico. Miguel de Caldera fue nombrado Justicia Mayor de toda la frontera chichimeca en marzo de 1590 por el virrey Luis de Velasco II, dados sus logros en materia de paz con los guachichiles. Caldera era hijo de padre español y madre guachichil o zacateca. Su tesis partía de que se podía obtener la paz por parte de los chichimecas si en vez de atacarlos con armas, se le proveía de víveres y vestimenta, estrategia llamada "paz por adquisición" que se fortalecía en paralelo con la doctrina cristiana impartida por misioneros franciscanos y por el ejemplo de vida de los tlaxcaltecas. Cuatro señoríos comprendían la nación tlaxcalteca, y en cada uno de ellos, la valentía y la aspiración a un mejor destino se sembró en sus hombres y mujeres. El tercero de los señoríos era el de Tizatlán, formado a partir del de Ocotelulco. Tizatlán, comunidad de guerreros, cuna del sabio Xicoténcatl el viejo del aguerrido Xicoténcatl Axayacatzin. Tizatlán, lugar de la tierra blanca, semillero de artistas, particularmente de poetas, envío a las jornadas expansionistas a 246 de sus hijos en treinta carretas de Pedro Gentil: siendo de ellos 103 hombres, 85 mujeres y 58 menores de edad. Al frente de este contingente se blandía el pendón colonial del Señorío de Tizatlán y encabezando la marcha epopéyica el Capitán Buenaventura de la Paz. Este hombre era un aristócrata tlaxcalteca que llevó el liderazgo de las familias de su señorío hasta el punto de partida para la emigración. De acuerdo a la crónica de las 400 familias tlaxcaltecas 1591-1991 escrita por Desiderio Hernández Xochitiotzin; el Capitán don Buenaventura de la Paz Xicoténcatl marchó al frente de 246 personas portando el pendón colonial del Señorío de Tizatlán. Todos ellos fundaron San Esteban de la Nueva Tlaxcala, junto a la Villa de Santiago del Saltillo, el mismo año del movimiento migratorio. Hubo de transcurrir casi una centuria para que los descendientes de esta comunidad hicieran posible la salvaguarda de los intereses mineros de la corona en el inhóspito norte del Nuevo Reino de León beneficiándose, de facto, hasta el 12 de octubre de 1690 con la repartición de tierras y aguas en torno al pueblo de indios que había sido fundado de forma en 1686, con el nombre de San Miguel de Aguayo de la Nueva Tlaxcala. Aunque la autoridad virreinal había concedido el permiso de la fundación el 16 de septiembre de 1686, fue cuatro años después cuando el Capitán Diego de Villarreal fue comisionado para ejecutar la fundación dando posesión de las tierras a los tlaxcaltecas Melchor Cázarez, José Felipe, Santiago y Silvestre Salvador representantes de un grupo de familias.

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Una fundación que tuvo como causa directa la ambición de pobladores tlaxcaltecas de San Esteban de la Nueva Tlaxcala arropados por su Capitán Protector Francisco de Barbarigo, bajo el dudoso capelo de la catequización de los naturales de la región. El Capitán Francisco de Barbarigo (de origen italiano), gestionó el permiso de exploración motivado por Agustín de la Cruz, Bernabé González y Juan Francisco de Luna, quienes eran tlaxcaltecas de San Esteban de la Nueva Tlaxcala y seguramente habían sido soldados auxiliares que al internarse en la región combatiendo tribus de la sierra se habían percatado de su potencial minero. Barbarigo y sus socios tlaxcaltecas localizaron posteriormente ricas vetas minerales, mismas que luego registrarían como propias. Este objetivo era muy ajeno al de cristianizar a las tribus nativas. De los tlaxcaltecas el que merece mención especial es Agustín de la Cruz ya que auxilió al Capitán Alonso de León (hijo) como batidor e intérprete en la tercera expedición a Texas, y también a la restauración de Candela, población que pertenece actualmente a Coahuila. San Miguel, como colonia se distinguió de otras por la poca presencia española en su fundación y por la inadecuada e injusta merced de tierras y aguas que le otorgaron originalmente. La expansión tlaxcalteca tenía carácter corporativo y sin duda alguna, las prerrogativas logradas a partir de las capitulaciones firmadas por el Virrey Luis de Velazco en 1591, le habían brindado a esta etnia de indios sureños una posición envidiable en las colonizaciones de las inexploradas fronteras del norte de la Nueva España. Sin embargo no fue bajo esta óptica de derechos que se fundó San Miguel, ya que solamente les concedieron a sus colonizadores tlaxcaltecas una legua cuadrada de tierras, contra cinco ofrecidas a los tlaxcaltecas que fundaron poblaciones a finales del siglo XVI. A pesar de los múltiples reclamos al respecto, los sanmiguelinos hicieron de aquel espacio geográfico del semidesierto un verdadero vergel. A la par de culturizar a los nativos y de enseñarles técnicas de irrigación y conocimientos sobre la fruticultura y herbolaria, se posicionaron como la vanguardia para enfrentar los ataques contra los habitantes criollos del Real de Minas de San Pedro Boca de Leones. San Miguel de Aguayo era un puesto paramilitar fronterizo, ya que los merodeadores tobosos tenían que pasar por ahí para llegar al pueblo minero de San Pedro y a otros mas hacia el sur. Era una "barrera" entre los criollos y las tribus atacantes y sus residentes resistían sin apoyo español la furia de los indios tobosos e indios que huían del sistema de congregas de las misiones vecinas. A pesar de que formaban parte de una jurisdicción "españolizada" estaban facultados para tener sus propios cabildos y gobernadores como en todos los demás casos de fundaciones poblacionales similares. Desde esa perspectiva tenían el derecho de protesta, mismo que ejercieron pues la codicia que despertaban las tierras que los madrineros habían transformado de yermas a prósperas, propició una serie de problemas que sortearon los lugareños con prudencia y rabia, ya que más de una vez algún intruso llevó su ganado a pastar en terrenos en los que aún no habían levantado la cosecha, como clara acción ofensiva en pos de la enajenación de sus propiedades. Por señalar una de estas injusticias, en un documento del Archivo Histórico de San Miguel de Bustamante fechado el día 30 del mes de junio de 1704 en el que se inscribe una petición al Gobernador y Capitán General del Nuevo Reino de León, Francisco Báez Treviño por parte de Gobernador y Cabildo indígenas de San Miguel de Aguayo en donde se acusa al Capitán Juan Méndez Tovar de pretender posesionarse de sus tierras, cito: "habiéndose mantenido en ellas haciendo contradicho el pueblo su vecindad, por el perjuicio que ocasiona y daño que nos hacen sus cabras y manadas a nuestras cementeras que nos la tienen asolada" Dicha petición la hicieron Antonio de la Cruz y Felipe Santiago. Para una mejor percepción del crecimiento y desarrollo poblacional de esta comuna madrinera consideremos algunos datos estadísticos. Los tlaxcaltecas fundadores del antiguo San Miguel, estaban vinculados consanguíneamente con los 246 hombres y mujeres que provinieron del Señorío de Tizatlán. A finales del siglo XVII algunos de ellos ya se habían unido a naturales de la Gran Chichimeca por lo que no sería difícil para esta comunidad culturizar a los Alazapas que habitaban la región y producir nuevos mestizajes. Inclusive se puede suponer, que dentro del grupo de

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tlaxcaltecas de esta sexta generación había algunos que emigraron de lo que ahora es la región de Parras de la Fuente, Coahuila, e inclusive de San Luis de Colotlán, en el norte del actual Estado de Jalisco del pueblo de Tacuitapa o de Tlaxcalilla del actual Estado'de San Luis Potosí; dado que los apellidos Corona y Cazares no eran propios de los apellidos castellanos que adoptaron los primeros emigrantes de Tizatlán, y considerando que estos dos apellidos pertenecieron a fundadores tlaxcaltecas de San Miguel de Aguayo, y que aún el segundo apellido sigue prevaleciendo en la población. Se puede inferir que con la bandera de la religión católica y a nombre de la Corona Española, estos audaces americocristianos tuvieron en aquellos tiempos de transición, una posición envidiable y fueron fundadores de sitios a los que ninguna otra raza de migrantes podría accesar. Sobre el caso de Bustamante se puede puntualizar que las características fenotípicas de sus habitantes, son tlaxcaltecas. Consideremos ahora estadísticas más contemporáneas. En el año 1835 había una población de 335 familias del mismo origen; para 1986 ya casi culminado el siglo XX la población estaba integrada por 2600 habitantes conformadas en 484 familias cuyas raíces estaban en el mismo municipio: que se traduce en una población completamente definida e identificada con el lugar. En 1997 Bustamante, N. L. cuenta con 4500 habitantes conformados en un millar de familias. Su comunidad se integra con descendientes de tlaxcaltecas aunque hay familias emparentadas con nativos de los municipios vecinos. En la década de los años cincuenta se disparó la población a 7000 habitantes gracias al boom de los cultivos algodoneros de Anáhuac y a la producción de la Mina del Refugio y de las Minas Viejas; pero prácticamente fue una población flotante que emigró al culminar la corta bonanza regional. Sin embargo en las duras y en las maduras, los bustamentenses han sido celosos de conservar sus costumbres ancestrales. En el transcurso de los siglos la masa social fue transformándose, pero la huella tlaxcalteca siempre estuvo presente. Ocurrieron los mestizajes entre esos indios madrineros e indios norteños particularmente alazapas. Con los alazapas se conformó un barrio separado o misión. Esta tribu también hizo posible la consolidación de Santa María de la Punta de los Lampazos. De acuerdo a una petición que hizo el alazapa Ignacio de Ayala fue en marzo de 1708 que abandonaron la misión quejándose de que a pesar de haberle informado a Agustín de la Cruz la localización de las minas que ahora explotaban, no tenían ni las aguas ni las tierras necesarias para el cultivo. Ocurrió la emancipación del pueblo con respecto a San Pedro Boca de Leones y el nacimiento de la Villa de San Miguel de Bustamante en 1832 pero los ecos de Tizatlán siguen presentes en múltiples manifestaciones. Mencionaré algunas de ellas. El sistema de irrigación de la villa, que se nutre a partir del Ojo de Agua de "San Lorenzo" y que nace de la Sierra de Gomas, y luego alimenta al Río Tlaxcala, se bifurca a través de las acequias Madre, Iglesia y de Llanos y Valdéz, que proveen las necesidades de agua para las siembras en el pueblo y para las inmensas nogaleras que allí se imponen a la vista. Estas acequias fueron diseñadas y construidas por manos tlaxcaltecas y sus descendientes han sabido cuidarlas, respetando el sistema de distribución de las aguas que ha prevalecido, y que en los últimos tiempos es aprovechada en su mayoría por un puñado de regantes. El connotado especialista Ing. Héctor Flores Salgado estima que en la región ya existían nogales y parras silvestres antes de la llegada de los colonizadores. Con la presencia de los tlaxcaltecas se introdujo el cultivo del aguacate (del tipo Tepeyanco), tejocote y desde luego el maíz. Hay crónicas en las que se informa sobre el cultivo de la vid y el duraznero. Este último árbol muy esencial en la

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cultura agrícola madre de esta población. De acuerdo al acta de Ayuntamiento del 28 de febrero de 1821 donde se hacen apuntes sobre la población se anota que: "Propaga abundante nogalería y muy elevados, que le dan una vista muy alegre, a más de la fruta que produce; higuerales de diversas clases melocotones lo mismo membrillo, granada; se da muy buena pera de San Juan y bergamoto, aguacates, naranjos, fruta de guía se da buena y de buen gusto." Es un hecho que la gran arborización que presenta la villa entre la que destacan 60,000 nogales fue producto del sacrificio, planeación y terquedad de los tlaxcaltecas. En Bustamante y de acuerdo al ya citado Ing. Flores Salgado se plantó el primer huerto de nogales en el mundo. Además es un regalo para los sentidos caminar por las viejas huertas del poblado y contemplar nogales que acusan siglos de vida. Resulta natural que una de las actividades productivas más importantes en el municipio ha sido la producción de nueces y el desarrollo de nuevas variedades, como la "Bustamante" famosa por la calidad de sus frutos. A cestería es una artesanía típica tlaxcalteca. Aún en San Miguel de Bustamante y con material de palmito, los pobladores tejen esta fibra vegetal para confeccionar sombreros, tapetes, cestos y un sin fin de objetos, algunos de los cuales decoran con dibujos quizá ingenuos, pero bellos. El palmito se obtiene de la planta del mismo nombre que crece sobre los desfiladeros en la Sierra de Gomas y en la Sierra Morena. Después de cocerse al fuego y de secarse al sol se hacen "pitas" de este material que luego se van trenzando. La trenza se elabora con 5 pitas entrelazadas de palmito que de acuerdo a Jesús Jiménez, introdujo como manufactura en el pueblo Don Julio Santos, en la década de los años cincuentas. Esta actividad productiva es de carácter familiar y representó de los años 40's a los 60's una fuente secundaria de ingreso muy representativa para la población. Las trenzas de palmito se vendían a través de intermediarios en el Valle de Texas, Estados Unidos de Norteamérica, para elaborar sombreros. Actualmente el sanmiguelino promedio sabe trenzar palmito y algunas familias continúan elaborando productos de cestería. El popular pan y repostería que se elabora en la población y que ahora se vende bajo una marca, "pan de Bustamante", que algunos vivales han aprovechado para producir fuera de villa con una calidad inferior al pan que se hace dentro del pueblo, denota que a las fuerzas mercantilistas no se les escapó el prestigio que ha tenido este producto por generaciones. Afortunadamente y además del pan que se produce en las casas, hay mas de 10 panaderías que ofrecen su producto a viajeros. Aún hay quienes, como la Señorita Dolores Casso, propietaria de "La Superior" y sus hermanas elaboran de manera artesanal el pan cocido con leña. Ellas gustosamente abren las puertas de su taller por la calle Escobedo para que propios y extraños constaten la buena factura de sus semitas, empanadas, chorreadas y hojarascas. Sin la menor duda esta manifestación de cultura popular proviene de los tlaxcaltecas quienes sumaron al maíz ancestral, los sabores del trigo endulzados con aguamiel de caña o piloncillo y decorados con corazones de nuez. En poblaciones hermanas del Estado de Coahuila se confecciona panadería semejante pero nunca con el sello característico de la panadería bustamantense. Por siglos, los pobladores de San Miguel han disfrutado de mezcal de agave. Bebida que tiene influencia de tlaxcaltecas novohispanos y que se sigue elaborando en "La Guadalupana" bajo procesos tradicionales: cocer con calentamiento de tierra los agaves de maguey, y luego obtener su jugo con molienda de tracción animal para después de reposado en barricas de madera pasar por

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alambique y producir así un destilado digno de exportación. La planta de maguey - claro esta - fue traída a estas tierras por los tlaxcaltecas fundadores. La práctica del curanderismo, y de la brujería también están presentes en San Miguel de Bustamante. El mundo esotérico enmarcado entre el chamanismo y los trabajos "negros" sigue enseñoreándose en los lugareños. La influencia de los sobrenatural, que ni la misma doctrina cristiana socavó del espíritu de los tlaxcaltecas, se ha perfilado en las temidas brujas que aún se dice, tienen presencia en el valle que se ha bautizado con su nombre. A algunas de ellas, "confabuladas" con mujeres de San Pedro Boca de Leones, la Santa Inquisición les inició procesos que fueron muy sonados en la época de la Colonia. Todavía y muy cercano al Templo de San Miguel, el famoso "Momo" sigue practicando la brujería, así como también, este hombre es muy ducho en labores de molienda. Algo que llama la atención a los visitantes del pueblo, es la veneración que se tiene por EL SEÑOR DE TLAXCALA porque en primera instancia les resulta extraño el nombre del santocristo que vino a desplazar como Santo Patrono a San Miguel. Sería algo similar a ir de visita a algún poblado del estado de Tlaxcala y encontrar que allí se venera al Señor de Nuevo León. Pero esta imagen confeccionada de pasta de maíz con estructura de esta misma planta, desde 1715 ha sido figura central de la mística religiosa de toda la región, aunque la imagen data por lo menos de un siglo anterior al de su legado por parte de Ana María, india ladina que a su vez recibió la responsabilidad de cuidarla como una heredad y compromiso de su esposo Bernabé García. Hay un documento techado el 26 de abril de 1688 en el que el Bachiller Nicolás de Saldívar Cura del Real de Ramos entregó a Bernabé García la imagen del Santo Cristo. Esta imagen pasó a ser de su viuda la india Ana María, quien la legó al pueblo de San Miguel de Aguayo un 19 de diciembre de 1715. La ciudad de Tlaxcala fue tan importante para el virreinato que se constituyó como la primer sede de un arzobispado. Además fue cuna de la fiesta brava en América, lo que hizo naturalmente que los tlaxcaltecas se convirtieran en expertos en la cría de toros de lidia. Esta manifestación de origen español, llegó a ser parte de la cultura mexicana. En nuestros días hay una huella precisa de esta costumbre en San Miguel de Bustamante, pues en sus cercanía se ubican dos de las ganaderías de toros de lidia mas importantes del país "Golondrinas" y "La Playita". Los ecos de aquella comunidad culturizadora resuenan todavía. Aún muchas familias conservan los apellidos castellanos que las familias Tizatlecas de las Gran Tlaxcallan tenían al momento de la diáspora. Apellidos como Hernández, Molina, Sánchez, Ramírez, Torres, Muñoz, Gutiérrez, Ramos, García, Rodríguez, y Bautista. Y de los fundadores de San Miguel de Aguayo de la Nueva Tlaxcala predomina el apellido Cazares. La valiente comunidad de tlaxcaltecas fundadores merece ser dignificada por su aportación para consolidar una cultura mestiza. Aquellos hombres dotados de experiencia para localizar minas, construir templos y viviendas, para confeccionar imágenes religiosas y sobre todo para instalarse como agentes de cambio entre la población autóctona que habitaba Aridamérica, merecen un sitial de honor entre la sociedad norestense del país. Al amadrinar grupos tribales resumían en su habencia miles de años y grandes conocimientos sobre la herbolaria, los sistemas de irrigación, y sobre la destreza para las artes.

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Qué bueno que los ecos de Tizatlán continúan escuchándose y viviéndose en San Miguel de Bustamante donde siempre ha existido el orgullo por las raíces tlaxcaltecas. Y qué bueno que los nuevoleoneses están emprendiendo el camino del reencuentro con ese pueblo todo luz que fue tan fundamental para la construcción de los cimientos de la patria mexicana.

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Relatoria Final de las XIII Jornadas sobre la Identidad Cultural del Noreste por el Maestro José Antonio OIvera, Presidente de la

Asociación de Historiadores del Noreste.

Centro Estatal de Culturas Populares. Monterrey, N.L. Viernes 8 de agosto de 1997.

Lo que es la posibilidad clara, crónica, la historia oral y el relato, sin embargo no soy quién para evaluar un perfil u otro. Lo que sí puedo concluir es que los trabajos fueron hechos con pasión, con encono y con mucha pasión, con mucho enfoque, con mucho amor al tema. En los siete trabajos que nos tocó ver en la mañana, si, expuestos en forma magistral y con pasión por el tema a tratar, destacaron varios elementos que resultan relevantes para comprender y abordar esto que llamamos "Cultura Norestense". En primer lugar, se destacaron los puntos de la región que reúne el mayor número de vestigios tlaxcaltecas, dándosele mucha importancia a Bustamante, al centro-sur de Nuevo León sin olvidar a Saltillo. Los hemos relacionado con la vida y trayectoria de los grupos y la cultura tlaxcalteca. Despierta enorme interés y, sobre todo, polémica y discusión, tal como se dijo hoy en la tarde. Es un tema que en cierto grupo de historiadores se trata de manera peyorativa, sin profundidad y, sobre todo, con mucho prejuicio, siendo vistos los tlaxcaltecas, muchas veces, como enemigos de la patria. Además, hay que indagar más en su mundo interno, su singularidad y su vida cotidiana, hay que luchar contra la satanización, se dijo en la mañana, de la historia Tlaxcalteca. Obviamente la que ha hecho sobre todo la historia, parte de la historia oficial, se hizo un recorrido sobre el espacio socioeconómico de los tlaxcaltecas durante el período colonial, en relación con los demás grupos étnicos, se destacó que a diferencia de los demás grupos indígenas, los tlaxcaltecas contaban con una gran capacidad negociadora que les permitió recibir una serie de privilegios, entre comillas, que iban desde el acceso a la tierra y el agua hasta montar a caballo y usar armas. Estas prerrogativas las van a presumir hasta finales del virreinato que es cuando comienzan a ser desplazados por otros grupos, como se dijo hoy en la tarde, mestizos, indígenas y sobre todo españoles, para finalmente, en el siglo XIX, perder esa mayoría de privilegios o de prerrogativas que habían adquirido durante el paternalismo colonial, por llamarle de alguna manera. Hay que darle más difusión e importancia al papel que desempeñó la inmigración tlaxcalteca en la conformación demográfica del gran norte oriental. Existen demasiados vestigios que permiten afirmar que a esta etnia le debemos una buena parte de nuestra cultura actual; por encima, se remarcó muchas veces, incluso, de la que nos otorgó la cultura hispana, sajona y otras más. La cultura tlaxcalteca contaba con un gran soporte educativo y una diversidad artística que acuñó en el periodo pre y post cortesiano, se dijo con muchos ejemplos. Los tlaxcaltecas fueron los verdaderos colonizadores del seno mexicano, todas sus costumbres y la identidad cultural la arraigaron en los pueblos que fundan bajo la dirigencia española, en ese sentido

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se destacó el papel de las 400 familias que inicialmente pulularon por todo el norte del seno mexicano. Si bien hay que ponderar a la cultura tlaxcalteca, tampoco debemos cegarnos en cuanto al papel que jugaron en su alianza con el estado español, por lo menos, en las primeras décadas del dominio blanco los tlaxcaltecas fueron la plataforma de despegue de la expansión española. Por último, en cuanto a los rasgos culturales que se señalaron, que son una lista muy amplia, mencionaré algunos, se decía en el caso de Saltillo y otros lugares que dieron nombres a calles y lugares, a espacios públicos. Se hablaba de que existen 500 vocablos modificados; se hablaba de una incipiente artesanía; se hablaba de una gastronomía diversa y por lo tal desde tortillas hasta tamales; de devociones y rituales en ese sentido se habló de Tlaxcala, obviamente, y de Bustamante y de otros espacios del noreste. Costumbres que también se manejaron en los rasgos familiares en el cortejo, y sobre todo en el papel que juega la madre en sectores familiares muy amplios del estado de Nuevo León. Se habló también del impacto tlaxcalteca en la horticultura y la herbolaria en general, otros ejemplos que se dieron fueron muy diversos. Podemos decir entonces que cualquier celebración que hagamos de la identidad norestense, debe partir de la base del papel que nos ha legado la cultura Tlaxcalteca. Gracias.

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Palabras pronunciadas por el Licenciado José Antonio Álvarez "Lima, previas al ofrecimiento de la muestra gastronómica y artesanal del Estado de Tlaxcala en el Patio del Nogal del Museo Estatal de las

Culturas Populares. Muy buenas tardes, paisanos, si les puedo decir así, porque después de escuchar a las personas que presentaron sus trabajos hoy por la mañana, aquí en este bello recinto, es indudable que la presencia de Tlaxcala en el noreste de México fue muy importante y es muy importante. Hoy hemos pasado un día inolvidable mi esposa y yo, mi familia, muy agradecidos con las autoridades de Nuevo León, muy agradecidos con las autoridades de Bustamante, muy agradecidos con los intelectuales: académicos, profesores, y sacerdotes que nos hicieron favor de presentar una serie de trabajos muy interesantes que van a ser publicados por el gobierno del Estado de Nuevo León y el gobierno del estado de Tlaxcala a través de un fondo editorial que ya establecimos. Nos sentimos realmente muy emocionados. Para nosotros como tlaxcaltecas y como mexicanos es un orgullo estar aquí con ustedes, porque sabemos que Nuevo León es una tierra de trabajo, es una tierra de democracia, es una tierra de alegría en donde nuestros paisanos encontraron un ámbito muy propicio para su desarrollo. Aquí, en Coahuila, en San Luis Potosí, en Aguascalientes, en Zacatecas, en Jalisco, en Texas, en Nuevo México —entonces eran parte de la colonia española y después de México Independiente— se desarrollaron muchos pueblos tlaxcaltecas que se integraron a la cultura de los chichimecas en un principio y posteriormente a la cultura mestiza y criolla de esta gran zona de México. Nosotros vamos a presentar una muestra artesanal de lo que se hace en nuestra tierra, que es la de ustedes también por muchas razones, vamos a dejar esta muestra durante un mes aquí, el señor director quería que así fuera, así va a ser. Hay también una muestra gastronómica en donde van a encontrar muchas cosas parecidas que aquí ya se han ido modificando con algunos ingredientes locales, pero que tienen su razón de ser en Tlaxcala. Muchas gracias por estar con nosotros, la herencia Tlaxcalteca, junto con otras herencias que ustedes tienen aquí en esta parte de México, es un activo que no les va a costar nada y que si descubren les va a producir mucha satisfacción porque en esta tierra, se han hecho cosas muy importantes desde hace muchos años. Muchas gracias a todos ustedes, muchas gracias señor Secretario, Gobernador en funciones, muchas gracias señora, muchas gracias señor Presidente Municipal, muchas gracias don Carlos, que es el director de Acción Cívica, don Carlos Gómez, y es el culpable en buena medida de que estemos nosotros por aquí y se haya llevado a cabo este evento. Estoy muy emocionado, ya no tengo nada que agregar más que invitarles a que vean la exposición, a que prueben los platillos y, sobre todo, a que vayan a Tlaxcala porque es un lugar muy bello y van a encontrar ahí alguna parte de sus raíces que los enriquecerá más y les dará la certidumbre de que si saben de dónde vienen pueden tener mayor claridad hacia a dónde van.

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Muchas gracias.

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