La Teología de La Iglesia en San Pablo

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LA TEOLOGÍA DE LA IGLESIA EN SAN PABLO HERWIN DANILO ALMEIDA GONZÁLEZ SEMINARIO CONCILIAR SAN CARLOS SECCIÓN DE TEOLOGÍA SAN GIL 2014

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Tesis realizada en el estudio de los escritos Paulinos extrayendo su pensamiento eclesiológico

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LA TEOLOGÍA DE LA IGLESIA EN SAN PABLO

HERWIN DANILO ALMEIDA GONZÁLEZ

SEMINARIO CONCILIAR SAN CARLOS SECCIÓN DE TEOLOGÍA

SAN GIL 2014

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LA TEOLOGÍA DE LA IGLESIA EN SAN PABLO

HERWIN DANILO ALMEIDA GONZÁLEZ

Trabajo presentado como requisito para el segundo parcial Del tratado de Eclesiología

Profesor FEISAL EDUARDO RUEDA BARRAGÁN

Presbítero

SEMINARIO CONCILIAR SAN CARLOS SECCIÓN DE TEOLOGÍA

SAN GIL 2014

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CONTENIDO

Pág.

INTRODUCCIÓN 4 1. PABLO DE TARSO 6

1.1 ¿QUIEN ERA PARA DE TARSO? 6

1.2 LA IDEA MAESTRA DE LA IGLESIA 7

2. IMÁGENES DE LA IGLESIA EN LA TEOLOGÍA PAULINA 9 2.1 LA IGLESIA CUERPO DE CRISTO 9

2.1.1 El Bautismo en la eclesiología paulina 13 2.1.2 La Eucaristía en la eclesiología paulina 14 2.2 LA IGLESIA ESPOSA DE CRISTO 15 2.3 LA IGLESIA TEMPLO DEL ESPIRITU SANTO 18 2.4 LA IGLESIA PUEBLO DE DIOS 19 3. LA MINISTERIALIDAD EN SAN PABLO 22 4. CONCLUSIONES 23 BIBLIOGRAFÍA 25

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INTRODUCCIÓN

«Perseveren en la oración, velando en ella y dando gracias. Recen también por mí, para que Dios abra la puerta a la Buena Noticia y me permita exponer el misterio de Cristo, por el que estoy encarcelado. Recen para que logre explicarlo como es debido.» (Col 4, 1-4). Esta bella oración del Apóstol Pablo sirve de preámbulo para presentar a cabalidad este trabajo bibliográfico destinado al estudio de la eclesiología paulina. Por medio de la presente investigación se hará una breve exposición del pensamiento de Pablo sobre la Iglesia de Dios en Cristo Jesús, Iglesia de la cuál es pilar (junto con los demás apóstoles) en su edificación terrena y prolongación a todas las naciones, gracias a su labor misionera. Pablo de Tarso, judío convertido al cristianismo, que entendió el verdadero significado del Pueblo de Dios, de la alianza que Dios quiso pactar con dicho pueblo, el significado de vivir en la unidad y de permanecer fieles a la alianza. Por ello Pablo es consciente de que la Iglesia naciente; la Iglesia de la nueva alianza en Cristo Jesús, debe ser edificada con principios sólidos, con una fe auténtica en Dios, en su Cristo, que se entregó por la salvación de los hombres pero que no permaneció crucificado sino que Resucitó victorioso. Por las dificultades internas que se presentaban en cada una de las Iglesias locales por él fundadas, Pablo debe escribir algunas cartas para dar solución a dichos conflicto; es necesario hacer mención que varias de ellas fueron escritas por el apóstol en condición de “encarcelado por Cristo”; como lo son: Efesios, Filipenses, Colosenses, Filemón. Lo que nos lleva a comprender que para Pablo la Iglesia era su mayor preocupación y la unidad entre las Iglesias particulares y cada uno de sus miembros era de vital importancia. Al mismo tiempo el apóstol se preocupa incansablemente por el deber de permanecer fieles a las promesas, a la elección del Señor y a sus enseñanzas. Los temas fundamentales tratados con las diversas imágenes son: la unidad, la autoridad y supremacía de Cristo, la fidelidad, la presencia de Dios en medio de la Iglesia y el ser el Pueblo de Dios de la Nueva Alianza en Cristo Jesús. Los creyentes son incorporados a la Iglesia por el Bautismo y unidos en comunión con Cristo a través de su cuerpo y de su Sangre. Cuando San Pablo utiliza la bella comparación de la Iglesia con el cuerpo de Cristo identifica necesariamente como a Éste como la Cabeza; la cabeza es la que une a todo el cuerpo y sin su cabeza el cuerpo no subsiste, por la cabeza el cuerpo permanece radiante y se sostiene en pie.

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Cuando Pablo quiere referirse a la fidelidad utiliza la imagen del binomio esposa- esposo. La esposa debe permanecer fiel y sumisa a su esposo; pero a su vez, el esposo por ser una sola carne con su esposa la ama como a sí mismo. Al comprender Pablo que la Iglesia es el cuerpo mismo de Cristo, entiende que por ser miembros de ese cuerpo cuya cabeza es el mismo Dios, nosotros somos santificados por Él y nos convertimos en moradas donde habita el mismo Dios; es por eso que recurre a la imagen de Templos de Dios o del Espíritu y se esfuerza por enseñar y exhortar a los cristianos para que sus actitudes sean dignas de esa gran misión. Finalmente San Pablo invita a los creyentes a permanecer unidos, ser fieles a la alianza con Dios en Cristo y a ser auténticos templos del Espíritu recordando que, nuestros somos parte del Pueblo de Dios, pueblo que el Señor se escogió desde antiguo en la persona de Abrahán y de Israel; pero este pueblo que no reconoció a Jesús como el mesías se ha quedado inerte y vacío, solo cuando se reconoce la mesianidad de Cristo y se abre los ojos para ver y vivir la Nueva Alianza pactada por Dios en la Sangre derramada del Verbo Encarnado, Muerto en cruz y Resucitado victorioso tendremos la visión de ser el Pueblo de Dios de la Nueva Alianza. . Por eso acerquémonos más a la eclesiología de San Pablo, reconociendo en la Iglesia a ese Pueblo de Dios que aceptó al mesías, que se ha mantenido y se mantiene fiel a Dios, y que debe permanecer unido a Cristo como el cuerpo está unido a su cabeza. Ser cristiano por la gracia bautismal y vivir en comunión a través del cuerpo y la sangre del Señor se convierte en medio esencial para la salvación.

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1. PABLO DE TARSO Al abordar el tema de la Iglesia en la teología paulina retomemos las palabras del Papa Emérito Benedicto XVI en la audiencia general del 02 de julio de 2008 refiriéndose a la persona del Apóstol Pablo: “El apóstol san Pablo, figura excelsa y casi inimitable, pero en cualquier caso estimulante, se nos presenta como un ejemplo de entrega total al Señor y a su Iglesia, así como de gran apertura a la humanidad y a sus culturas1”. Continuemos pues, con una mirada más profunda para responder al interrogante ¿Quién era Pablo? Y así conocer las bases en las que se funda su eclesiología. 1.1 ¿QUIÉN ERA PABLO DE TARSO?

Partamos diciendo que “sin lugar a dudas San Pablo encabeza la lista de los hombres más admirables que han engrandecido la historia bimilenaria de la Iglesia de Cristo2”. Ahora bien, merece la pena apreciar algunos rasgos fundamentales de la personalidad de San Pablo los cuales como lo indica el Padre Álvaro Santamaría3 podemos constatar en sus cartas y en los Hechos de los Apóstoles; a saber, Pablo- judío, Pablo- teólogo, Pablo- hombre cristiano y Pablo- Apóstol y pastor. Para conocer más la identidad judía del apóstol es necesario recurrir a sus propias palabras como lo indica en Flp 3, 4-6; es la autodefinición más exacta del mismo apóstol. “Nace y vive judío, según lo más sagrado de su raza, su Ley santa; como todo buen judío, expresa el incomparable orgullo de pertenecer al pueblo escogido por Dios como pregonero de sus designios de amor salvador4”. Sin duda otros textos complementan la identidad judía de San Pablo: Hch 22, 3 ss; 5, 34- 39. De Pablo también cabe mencionar que recibió una gran formación religiosa. Fue un gran conocedor del Plan Divino de Salvación revelado en Cristo Jesús y manifestado en la Iglesia naciente. Su fe en el mismo Jesucristo es lo que lo lleva a desentrañar los misterios revelados. Expresa lo que vive, lo que lleva en su corazón. (Cfr. Flp 3, 8- 16). Por su fe y su experiencia de Cristo, Pablo “continuamente habla de Él; vive para Él, totalmente sumergido en Él, en su plan de salvación; se ha dejado seducir al

1 BENEDICTO XVI. Audiencia general miércoles, 02 de julio de 2008. 2 SANTAMARÍA, Álvaro. Conozcamos la Biblia, II Nuevo Testamento. Bogotá: Kimpres, 1995. p. 42. 3 Ibid., p. 43. 4 Ibid., p. 43.

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máximo por su amor infinito5”. Pablo sin haber pertenecido al grupo de los doce, se enorgullece de haber sido llamado del mismo modo por Cristo (Rm 1, 1). En cuanto a su labor misionera el libro de los Hechos de los Apóstoles después del capítulo 15, 36 hasta el final nos habla de la insuperable trayectoria evangélica del apóstol Pablo. “Se supo enviado y no descansó hasta entregar su mensaje hasta los confines del a tierra6”. 1.2 LA IDEA MAESTRA DE LA IGLESIA A través del estudio de Jean Noël Aletti sobre la “eclesiología de las cartas de Pablo”7 se pueden indicar varias etapas en dicha eclesiología, según la distinción entre proto- (Rom, 1y 2 Cor, Gal, Flp, 1Tes y Flm), deutero- (Ef, Col y 2Tes) y tritopaulinas (Pastorales). En estas primeras cartas (protopaulinas) el modelo eclesiológico empleado sería el de “pueblo de Dios”8, porque el apóstol tenía que situar al grupo cristiano naciente en relación con las promesas y la alianza, y por tanto en relación con el pueblo de Israel. Del mismo modo indica que en las deuteropaulinas “el modelo estaría constituido en la disposición de las meras metáforas de la cabeza y del cuerpo, y atestiguaría una drástica cristologización de la eclesiología paulina”9. Finalmente, en las pastorales “el modelo utilizado sería la oikos theou, tomando sus rasgos de la casa- familia (oikos) de la sociedad de entonces”10. “La Iglesia (Ekklesía) es el acontecimiento con el que y en el que Dios mismo lleva a cabo la realización de la elección mediante la llamada de la fe”11. Es así como Iglesia quiere decir la congregación de los llamados por Dios en Cristo, Jesús, como se evidencia en sus primeras cartas (1Ts 1, 1s; 2Ts 1, 1s; Rm 1, 7; 1Cor 1, 2). El autor citado anteriormente resume la acepción del término Ekklesía diciendo:

“el apóstol ha tomado la esencia del concepto del pensamiento del Antiguo Testamento. La comunidad de Israel es llamada «qahal Yahvéh», es decir, la congregación de los fieles de Dios, de sus llamados y escogidos. Es la honda convicción de los creyentes en Jesucristo integran la auténtica y renovada comunidad de Dios, lo nuevo que él ha creado para pregonar las maravillas de la salvación universal”12.

5 Ibid., p. 43. 6 Ibid., p. 44. 7 ALETTI, Jean Noël. Eclesiología delas cartas de San Pablo. España: Verbo Divino, 2010. p. 23. 8 Citando el autor la tesis de W. Kraus, Das Volk Gottes. 9 Ibid., p. 23. 10 Ibid., p. 23. 11 SANTAMARÍA, Álvaro, Op. cit., p. 46. 12 Ibid., p. 46.

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Cabe advertir que la razón del uso del término Ekklesía en los primeros discípulos para designar a las primeras comunidades, ha sido un tema de discusión entre los exégetas puesto que, a partir de este interrogante deben plantearse dos interrogantes más13: 1. ¿el sustantivo Ekklesía se utilizó en primer lugar para designar una comunidad local, la de Jerusalén y después se extendió para referirse a otras y finalmente al conjunto o suma de las comunidades? Otros autores proponen el escenario inverso al sustantivo Ekklesía (Primero designo al grupo cristiano en general, antes de aplicarse a las diversas comunidades). 2. ¿De qué ambiente procede el vocablo: política y la convocación de asambleas oficiales; o en otras palabras, de las instituciones griegas y romanas? ¿De los escritos bíblicos? ¿Del judío, aunque negativamente, como reacción contra el uso del término sinagoga (synagogé)? Referente a las cuestiones anteriores Aletti advierte que “las opiniones de los exégetas están divididas. Pablo no juega con el término Ekklesía para explicarlo, explicitarlo y explotar sus diversas connotaciones; para expresar cómo ve y piensa la Iglesia, Pablo se basa en el uso de otros vocablos que le sirven de modelos y cuyos rasgos “remodela” para hacer entender a los destinatarios de sus cartas los desafíos de quienes viven en comunidad y entre comunidades14”. Para San Pablo esta “Ekklesía” no es una concepción puramente doctrinal; es más que eso, una realidad concreta en un lugar y tiempo fijos; por ello es muy común encontrar ejemplos como “la Ekklesía que está en Corinto” (1Cor 1, 2) o “Ekklesía de los Tesalonicenses” (1Ts 1, 1). Al leer las cartas deuteropaulinas, gracias a numerosas afirmaciones se entiende que la Iglesia surge del misterio del eterno proyecto salvífico de Dios (Cfr. Himnos de Efesios 1, 3-16 y Colosenses 1, 15- 20. 24- 29). Con su muerte en la cruz y por su sangre la Iglesia ha sido instituida; es comunidad compuesta por judíos y paganos. “La Iglesia es testigo de la voluntad salvífica de Dios que ha irrumpido eficazmente en la historia (Ef 3,10). Edificada, como comunidad histórica, sobre el fundamente de los apóstoles y de los profetas”15. En virtud de su esencia y de su misión la Iglesia es “Templo del Espíritu Santo, en el que todos los hombres tienen acceso al Padre a través del mediador único Cristo (Ef 2, 18)”16.

13 Cfr. ALETTI, Jean Noël, Op. cit., p. 24. 14 Ibid., Cfr. p. 25. 15 MÜLER, Gerhard Ludwig. Dogmática: Teoría y práctica de la Teología, Barcelona: Herder, 2009. p. 599. 16 Ibid., p. 599.

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2 IMÁGENES DE LA IGLESIA EN LA TEOLOGÍA PAULINA Para comprender la particularidad y visión como Pablo entendía la Iglesia partiremos del estudio de las imágenes que él utiliza para hablar de ésta: cuerpo de Cristo, esposa-de Cristo, Templo del Espíritu Santo y pueblo de Dios; las cuales se refieren a muchos y diversos aspectos de la Iglesia. 2.1 La Iglesia Cuerpo de Cristo Para San Pablo la Iglesia se ha hecho un solo cuerpo y un solo Espíritu con Cristo. “La Iglesia hace suyo a Cristo. Para describir esta relación de la Iglesia con Cristo, Pablo ha encontrado un concepto propio y muy rico. En este aspecto, la Iglesia es para él «el cuerpo de Cristo». Su concepto peculiar de la Iglesia es

”17. Esta idea de la Iglesia como cuerpo de Cristo es desarrollada por San Pablo particularmente en las cartas deuteropaulinas (Col, Ef y 2Tes); en ellas no solo desarrolla esta imagen sino que habla también de Cristo como «cabeza» de este cuerpo. En cuanto al término griego kephalê traduce Cabeza, jefe superior y en el contexto de esta investigación se refiere a “la sumisión de Cristo sobre todas las cosas… y la superioridad rectora del hombre sobre la mujer”18. Debido a las tendencias y el ambiente que amenazaba a la comunidad local, Pablo desarrolla esta idea más claramente en Colosenses y Efesios. En los capítulos iniciales de la carta a los Colosenses, Pablo expone bellamente el himno que canta la primacía de Jesús (1, 15-ss). Él es el único y universal mediador entre la creación y su creador. Todo viene por Cristo; desde la creación hasta la salvación y reconciliación. Dios lo ha puesto como “Cabeza de la Iglesia”, centro de todo el universo, unificador y reconciliador de todo y todos. Por su parte Müller en su dogmática indica que “los escritos deuteropaulinos acentúan esta imagen al entender claramente a Cristo como la cabeza que es origen y el principio vital de la Iglesia, que se sitúa frente a él como el cuerpo frente a su cabeza, con la que al tiempo está inseparablemente unida a él”19.

17 FEINER, Johanes y LÖHRER, Magnus. Mysterium Salutis: Manual de teología como historia de salvación. La Iglesia: Tomo I. Madrid: Ediciones Cristiandad, 1973. p. 164. 18 BALZ, Horst, SCHNEIDER, Gerhard. Diccionario Exegético del Nuevo Testamento. Vol I. Salamanca: Sígueme. 1996. p. 2309. 19 MÜLLER. Gerhard, Op. cit., p. 599.

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Al respecto de la exegesis de este fragmento de la carta a los Colosenses (1, 18a) Jean Noël Aletti nos dice que se trata de un enunciado cristológico pero también eclesiológico; así como que “la relación de Cristo- Iglesia en términos de Cabeza- Cuerpo no se desarrolla enteramente sino que se menciona de pasada”20. En palabras del mismo autor y a modo de resumen “la Iglesia no podía tener como cabeza (kephalê) un ser más eminente y más poderoso que el Hijo amado: todas las cosas fueron creadas por él y para él (v. 16f), y él mismo está por delante de todo (v. 17a), y todas las cosas subsisten en él (v. 17b), y él mismo es la cabeza del cuerpo, de la Iglesia (v. 18a)”21. Por su parte en la carta a los Efesios, San Pablo en la primera parte de este texto expone las profundas meditaciones sobre Jesucristo y la Iglesia (1, 3- 3, 21). Por los calificativos Eligiéndonos, destinándonos a ser santos, dándonos su gracia, dándonos a conocer el misterio de la salvación, etc. Que encontramos en 1, 3-14 podemos decir que en primer lugar encontramos una serie de bendiciones. “Todo cuando Dios nos concede, cuanto hace por el hombre y por el mundo que ha creado, lo realiza a través de Jesucristo”22. En el versículo 10 de este primer capítulo podríamos encontrar la síntesis o tema central de toda la carta: “Cristo da sentido nuevo y pleno a todo”23. En torno a Él, el mundo que había sido degenerado por el pecado es conducido a su fuente que es el Padre. Cristo como cabeza de todo, entrega al Padre una creación regenerada, reunificada. “Jesucristo le da consistencia nueva y definitiva a la obra del Padre”24. En el capítulo 2 San Pablo hace un parangón entre la vida sin Cristo y la vida del que ha abrazado la fe en Cristo. Resalta esta idea «Cristo ha sido nombrado, por encima de todo, cabeza de la Iglesia, que es su cuerpo y plenitud de aquel que llena completamente todas las cosas (Ef 2, 22)». En la doxología que encontramos en 3, 20- 21 escrita en ambiente de Asamblea Litúrgica, “Pablo invita a dar gloria a Dios por cuanto realiza con todo su poder en «la Iglesia y en Cristo». Esta preciosa expresión final nos da a entender que en los planes de Dios decir «en la Iglesia» es lo mismo que decir «en Cristo», puesto que ambos se complementan necesariamente”25. “La Iglesia se ha hecho un solo cuerpo y un solo espíritu con Cristo”26. Y es por medio del bautismo que el creyente entra a formar parte de esta comunidad y una

20 ALETTI. Jean Noël, Op. cit., p. 121. 21 Ibid., p. 121. 22 SANTAMARÍA. Álvaro, Op. cit., p. 105. 23 Ibid., p. 105. 24 Ibid., p. 105. 25 Ibid., p. 107. 26 MÜLLER. Gerhard, Op. cit., p. 599.

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comunión con Cristo crucificado y resucitado; y por lo tanto participa también de la comunión con los discípulos. Como ya se ha visto la idea del cuerpo aplicada a la Iglesia, San Pablo la desarrolla a lo largo de algunos de sus escritos pero esto no significa que no se maneje siempre en continuidad en toda su eclesiología. Esta imagen es utilizada por Pablo para describir la relación de la Iglesia con Cristo. En este sentido la Iglesia es «el cuerpo de Cristo». Cabe hacer algunas aclaraciones que se resaltan en la teología paulina y que vienen a desarrollar más claramente esta bella imagen. Cuando se dice la Iglesia es el cuerpo de Cristo; no se trata de compararla solo con él sino que se habla a partir de la realidad. “La Iglesia es Cristo en su cuerpo. Según Pablo, el cuerpo de un hombre es el hombre en su cuerpo, es decir, el cuerpo es el hombre en un determinado aspecto, y no sólo una parte de él. Lo mismo ocurre con Cristo y su cuerpo”27. En el cuerpo de Cristo, la Iglesia, está el mismo Cristo de una determinada manera. En el cuerpo de Cristo está Cristo; de tal manera que la Iglesia se sitúa a un mismo tiempo frente a él y entabla con él una relación. “La Iglesia, como cuerpo suyo, puede separarse de él. Pero, al mismo tiempo, no puede identificarse con él en un sentido pleno. Él y ella no son lo mismo. Pero ella es su cuerpo, o bien Él en su cuerpo”28. En este sentido si se retoma esta inquebrantable relación en la que Cristo se sitúa frente a su cuerpo como sí mismo; aparece la ya mencionada correlación entre Cabeza y Cuerpo. Por la ordenación dispuesta por Dios; Cristo es efectivamente cabeza del cuerpo de la Iglesia; y es por esta misma idea de cabeza que queda claro “que esta ordenación de Cristo a la Iglesia implica una superioridad de Cristo y una subordinación de la Iglesia con respecto a él”29. Esta superioridad mencionada de Cristo sobre su cuerpo, la Iglesia; no es solo la de su señorío sobre ella; sino que por ser Él la cabeza, “es también aquel a partir del cual y en orden al cual el cuerpo «crece»”30. Del mismo modo cabe resaltar que “Cristo es el fundamento imperecedero de la Iglesia y su meta permanente. La Iglesia, en cuanto cuerpo suyo, procede siempre de él y siempre se le parece. Él es el origen y el término de su movimiento interno. Es su «arjé o principio», es decir, su fuerza interior y permanente”31. Desde esta perspectiva; podemos entender al grupo de los creyentes como una única comunidad reunida en una única asamblea: la Iglesia. Por la recepción del bautismo como ya se ha indicado; el creyente entra a formar parte de la comunidad

27 FEINER, Johanes y LÖHRER, Op. cit., p. 165. 28 Ibid., p. 165. 29 Ibid., p. 165. 30 Ibid., p. 165. 31 Ibid., p. 165.

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cristiana y por ende todos los creyentes se unen, esta unión se ve fortalecida por la confesión y por la Eucaristía o cena del Señor; la cual se entiende como comunión puesto que en ella “la comunidad da a conocer, con los dones eucarísticos del pan y el vino, la comunión con el cuerpo y la sangre de Cristo. El Sacramento de la Eucaristía configura a la Iglesia en dirección a lo que es como forma social: el cuerpo único de Cristo (Cfr. 1Cor 10, 17)”32. En esta visión de comunidad de creyentes unidos como un único cuerpo de Cristo quedan eliminadas todas las oposiciones y distinciones entre judíos, y griegos, esclavos y libres como lo indica 1Cor 12, 13.16. Cuando la Iglesia es llamada «Cuerpo de Cristo» no significa solo su relación con Cristo; sino que el concepto de cuerpo incluye otros hechos. Esto se ve explicado claramente en Mysterium Salutis33. En un primer contexto «cuerpo» subraya la realidad de la manifestación y la presencia. Este elemento se muestra representativo cuando se habla del cuerpo de Cristo en la Cruz (Rm 7, 14; Ef 2, 6; Col 1, 22) pero también se alude también a él teniendo ante los ojos el cuerpo de la Iglesia (Rom 12,4; Ef 4, 4; Col 3, 15). El único cuerpo es cuerpo unificador que abarca a todos. En la dogmática de Müller queda entendido el significado de Ekklesia del Señor con el concepto de cuerpo de Cristo y hablando del significado de cuerpo lo expresa en estos términos:

“En primer lugar y en sentido natural, la existencia corporal terrena de Jesús, en segundo lugar la presencia sacramental de la humanidad del Señor exaltado bajos las especies del pan y del vino en la cena del Señor y, por último, la comunión de vida de los fieles con Jesucristo, cabeza de la Iglesia, y la de los creyentes entre sí derivada de aquella (1Cor 10, 16): «Vosotros sois cuerpo de Cristo; y cada uno, miembro de él» (1Cor 12, 27)”34.

Al entender la Iglesia desde su misión en el mundo y para el mundo debemos hablar de su carácter universal. “A partir de Cristo todo el mundo está sometido a las aspiraciones y cuidados de la Iglesia, y en ella es donde vuelve a levantarse (Cf Ef 1, 10; 3, 18)”35. A modo sintético y concreto el Papa Benedicto XVI habla de la doble significación que la teología paulina da al concepto de la Iglesia como «Cuerpo de Cristo», se refiere así:

32 MÜLLER. Gerhard, Op. cit., p. 599. 33 FEINER, Johanes y LÖHRER, Op. cit., p. 166. 34 MÜLLER. Gerhard, Op. cit., p. 599. 35 FEINER, Johanes y LÖHRER, Op. cit., p. 167.

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En esta línea podemos comprender también el original concepto, exclusivamente paulino, de la Iglesia como "Cuerpo de Cristo". Al respecto, conviene tener presente las dos dimensiones de este concepto. Una es de carácter sociológico, según la cual el cuerpo está formado por sus componentes y no existiría sin ellos. Esta interpretación aparece en la carta a los Romanos y en la primera carta a los Corintios, donde san Pablo asume una imagen que ya existía en la sociología romana: dice que un pueblo es como un cuerpo con distintos miembros, cada uno de los cuales tiene su función, pero todos, incluso los más pequeños y aparentemente insignificantes, son necesarios para que el cuerpo pueda vivir y realizar sus funciones. Oportunamente el Apóstol observa que en la Iglesia hay muchas vocaciones: profetas, apóstoles, maestros, personas sencillas, todos llamados a vivir cada día la caridad, todos necesarios para construir la unidad viva de este organismo espiritual. La otra interpretación hace referencia al Cuerpo mismo de Cristo. San Pablo sostiene que la Iglesia no es sólo un organismo, sino que se convierte realmente en cuerpo de Cristo en el sacramento de la Eucaristía, donde todos recibimos su Cuerpo y llegamos a ser realmente su Cuerpo. Así se realiza el misterio esponsal: todos son un solo cuerpo y un solo espíritu en Cristo. De este modo la realidad va mucho más allá de la imaginación sociológica, expresando su verdadera esencia profunda, es decir, la unidad de todos los bautizados en Cristo, a los que el Apóstol considera "uno" en Cristo, conformados al sacramento de su Cuerpo36.

2.1.1 El Bautismo en la eclesiología Paulina Como ya se ha dicho anteriormente el creyente en Cristo es incorporado por el Bautismo a la comunidad, la Iglesia. Pero es necesario conocer el modo en que San Pablo entendía el bautismo y el significado que este tenía para él y para la comunidad de cristianos naciente. Puesto que en sus cartas Pablo se dirige a comunidades de bautizados, en el fervor aún de su iniciación en el seguimiento de Cristo, el bautismo ocupa un lugar primordial, hasta el punto de que influye sobre el pensamiento de Pablo aún en el caso de no mencionarlo expresamente; en otras palabras, el bautismo se convierte en línea clave para entender su pensamiento y por ende su eclesiología. Al dar lectura a los textos más notorios sobre el bautismo en San Pablo como lo son: Gál 2-5; Rom 6-8; 1Cor 6,11; 10-12; Col 2-3; Ef 1-5; Tit 3, 3-7. Es de resaltar

36 BENEDICTO XVI. Audiencia General. Miércoles 15 de octubre de 2008.

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que el apóstol inserta siempre el bautismo en perspectiva del plan salvífico de Dios. “Para él, es la entrada en el misterio de Cristo, prefigurado en el Antiguo Testamento y realizado por la muerte en Cruz y la Resurrección”37. Respecto a la inclusión en la Iglesia, cuerpo de Cristo; del cuál cada uno de los bautizados es miembro; Pablo entiende el bautismo como “la entrada en un pueblo nuevo, que no entraña ya la diferencia entre griegos y judíos, esclavos y libres, un pueblo de familiares e hijos de Dios y ciudadanos de los santos”38. 2.1.2 La Eucaristía en la eclesiología Paulina La Eucaristía es para Pablo la llave de su doctrina sobre la Iglesia, el centro de toda la realidad cristiana de la salvación. Sin embargo, en comparación con el bautismo; del cual habla en repetidas ocasiones como se vio anteriormente, de la Eucaristía nos habla dos veces: 1Cor 10, 1-5. 14- 22; 11, 17, 34 y ello no de modo directo, sino indirecto, tratando de solucionar las dificultades de la comunidad de Corinto, “respecto a la participación en la carne inmolada a los ídolos, y a los abusos de discriminación fraterna que tenían lugar en la comunidad”39. En la primera mención a la Eucaristía ubicada en 1Cor 10, 1-5; el apóstol dedica su enseñanza y reflexión a exhortar sobre el sentido de la cena del Señor y la cena de los ídolos, resaltando la idea del rechazo a la idolatría; puesto que “un cristiano solo puede comulgar del pan y del cáliz del Señor, con el que se da la verdadera koinonía en el mismo Cristo, incompatible con la koinonía idolátrica. «El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?»”40. La referencia directa a la koinonía que encontramos en este pasaje nos deja comprender la importancia que tiene la eucaristía en la vida del creyente y de la Iglesia naciente; participar de la cena del Señor es comulgar, es vivir en esa común unión con Cristo; que como se ha mencionado en la primera imagen eclesiológica es la cabeza del cuerpo, de la Iglesia. Cuando comulgamos formamos un solo cuerpo, al participar todos del mismo pan de Cristo: “«Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan». Los cristianos tienen no sólo una comida propia, sino también una comunidad original de pertenencia. La presencia real de Cristo en el pan y el vino y la comunión con él es el fundamento, la comunión de todos en un solo cuerpo”41.

37 MARTIMORT, A. G. Los signos de la Nueva Alianza. Salamanca: Sígueme. 1967. p. 160. 38 Ibid., p. 160. 39 BOROBIO, Dionisio. Eucaristía. Madrid: BAC. 2000. p. 38. 40 Ibid., p. 39. 41 Ibid., p. 39.

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Otro de los problemas que Pablo tuvo que enfrentar y por los cuales escribió sobre la eucaristía o cena del Señor, lo encontramos reflejado en 1Cor 11, 17- 34 en el que habla sobre la eucaristía y la fraternidad en la justicia. Es importante hacer mención que la comunidad de Corinto se reunía al menos una vez por semana para celebrar la cena del Señor, que se desarrollaba como un ágape, que era precedido por la oración, la enseñanza de los apóstoles, las palabras y gestos sobre el pan y el vino en recuerdo del mismo Señor. Probablemente se realizaba el día primero en la casa de algún cristiano rico. La respuesta de Pablo se da frente al hecho del injusto y discriminador comportamiento de algunos en este encuentro. Los ricos iniciaban el banquete antes, comían y bebían su propia cena hasta saciarse, mientras que los pobres llegaban una vez terminaban sus trabajos. Mientras unos se emborrachaban y quedaban saciados, los otros pasaban hambre y se sentían discriminados injustamente, quedando herida la fraternidad y la comunión. Al respecto San Pablo critica duramente esta actitud puesto que es fiel muestra de división y discriminación, está en contradicción con el mandato y significado de lo que es comer la cena del Señor y en general porque “implica un desprecio a la comunidad entera o Ekklesía de Dios (tes ekklesías tou Theou)”42. A modo de conclusión podemos decir que en Pablo encontramos varios acentos en sus palabras respecto a la eucaristía o cena del Señor, resaltando “la relación de la eucaristía con la edificación del Cuerpo de Cristo de la Iglesia; la incompatibilidad de una comunión con el cuerpo y la sangre de Cristo mientras se está en división con los hermanos”43. Finalmente, “por la participación en el pan y el vino participamos de la misma vida y amor de Cristo, nos comprometemos en el amor a los hermanos y edificamos el mismo Cuerpo de Cristo que es la Iglesia”44. 2.2 LA IGLESIA ESPOSA DE CRISTO Esposa: del hebreo Kallá y el griego nínfe. Esta imagen es utilizada en el Antiguo Testamento (Cf Is 62,5; Os 2, 21) y describe la relación de alianza entre Yahvéh e Israel: Por eso Cristo y la Iglesia mantienen entre sí las relaciones de «Esposa y Esposa» (Ef 5,25). Al respecto de este tema “Cristo, cabeza del cuerpo, aparece como su esposo; el cuerpo, a su vez, como esposa de Cristo (Ef 5, 21ss)”45. En esta figura la Iglesia se presenta ante Cristo con una especie de personalidad. Pero advirtamos que hay una limitación en el sentido de que Cristo se encuentra también dentro de la Iglesia

42 Ibid., p. 40. 43 Ibid., p. 41. 44 Ibid., p. 41. 45 FEINER, Johanes y LÖHRER, Op. cit., p. 166.

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como se entiende en Ef 5, 28b: «el que ama a su mujer, a sí mismo se ama». “En la Iglesia, que es su esposa, Cristo vuelve a amarse también a sí mismo”46. Esta relación de esposo y esposa, es decir, Cristo- Iglesia insinúa otro punto de vista a saber “La relación Cristo-Iglesia es también una relación de amor. Y éste es el amor proveniente de Cristo. En efecto, la Iglesia es esposa de Cristo al entregarse a aquel que la ha amado, respondiendo con su amor obediente a los continuos cuidados y preocupaciones de aquél (Ef 5, 25ss)”47. Pero en un tercer momento hay que advertir que esta relación Cristo- Iglesia, expresa también al mismo tiempo una presencia de la Iglesia ante Cristo. “Él se la ha llevado consigo como esposa suya, y de tal manera que ella aparece ahora ante su rostro «resplandeciente», debido al brillo de su aspecto”48. Este mismo amor de Cristo y su propio amor la conducen siempre hacia Él en toda pureza y la orientan hacia Él en toda santidad; y del mismo modo ella recibe de parte de Él su amor fiel, su cuidado y su preocupación. De parte de Cristo que es su esposo; la Iglesia, esposa recibe protección, sustento y cariño día a día. Advirtamos también como lo indica Mysterium Salutis que “la relación, que comporta un «estar ante Él», es también un «estar con Él». Pero ese «estar con Él» no es más que la respuesta al hecho de que Él «está con ella»”49. Pero en este sentido; como ya se ha advertido a través de la imagen de «Cuerpo de Cristo», “la Iglesia sumisa y obediente a Cristo es la que vive en Él, está en Él y se esconde en Él”50. En rasgos generales San Pablo hace la descripción de la relación esposo- esposa en orden a la relación Cristo- Iglesia en Ef 5, 22- 33. De la exégesis de este texto (vista en clave de relaciones cristianas marido- mujer) y en unión con lo que se ha dicho anteriormente, podemos concluir que el matrimonio (esposo- esposa) debe imitar la relación de Cristo con su Iglesia. “Así como Cristo es la cabeza de la Iglesia, así también el marido lo debe ser de su mujer”51. Pero cabe destacar que Cristo en su calidad de cabeza es fuente de vida, fundamento y fin del crecimiento de la misma Iglesia; cosa que no lo es el marido en relación con su mujer. En respuesta a la doble petición de Pablo dirigida en primer lugar a las esposas: Estad sumisas y en segundo lugar a los esposos: Amad a vuestras esposas; Cristo es presentado aquí como modelo por excelencia de ese amor «como Cristo amo a su Iglesia y se entregó por ella». Esta expresión paulina va mucho más allá; puesto que la actuación de Cristo por su Iglesia tiene que constituir la base del amor del

46 Ibid., p. 166. 47 Ibid., p. 166. 48 Ibid., p. 166. 49 Ibid., p. 166. 50 Ibid., p. 166. 51 ZERWICK, Max. Carta a los Efesios. Madrid: Herder. 1967. p. 159.

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marido por su mujer: “Cristo se ha entregado a su Iglesia en amor, y el matrimonio es como la reproducción de la relación de Cristo con su Iglesia, por esto precisamente deben los maridos amar a sus mujeres, y por su parte comunicar este amor en una entrega dispuesta al sacrificio”52. Al leer los versículos 28 al 30 de esta carta a los Efesios podemos entender la insistencia del apóstol para que los maridos amen incansablemente a sus esposas; que el marido cultive a su mujer, como cada uno se preocupa por su propio bienestar y su propia salud, evitando por tanto el dolor, el sufrimiento, curando las posibles heridas que se puedan presentar y eliminando de la relación toda incomodidad. San Pablo en los versículos ya mencionados utiliza dos verbos esenciales «alimentar y cuidar» que entendidos en lenguaje eclesiológico y en la relación que es objeto de nuestro estudio (Cristo- Iglesia) presentan a Cristo como ideal de este cultivo: «lo mismo que Cristo». Cabe hacernos la pregunta sobre ¿Qué es lo que quiere hacer entender San Pablo con este alimentar? En respuesta a este interrogante Zerwick53 hace la deducción basado en 4, 16 «… Del cual todo el cuerpo recibe unidad y cohesión» y advierte que en dicha obra de unificación está presente Cristo para actuar y procurar únicamente que el cuerpo crezca y llegue a su madurez en el amor. Cuando se habla de «alimentar» se puede hacer alusión al hecho de que “Cristo alimenta a este cuerpo consigo mismo, con su Carne y Sangre eucarísticas, expresión visible y tangible de una vida en Cristo, que nos vitaliza y nos mantiene a todos, «pues somos miembros de su cuerpo»”54. En el desarrollo de estas orientaciones en el ámbito familiar; prosigue San Pablo en los versículos 31- 32 refiriéndose al matrimonio entre el hombre y la mujer y para ello hace referencia a Gn 2, 24, pero no lo entiende en el sentido ordinario como el matrimonio natural, sino que va más allá para expresar un profundo misterio «Gran misterio es éste» y añade la razón por la que considera tan grande dicho misterio: «lo digo respecto a Cristo y a su Iglesia». Cabe recordar que para Pablo, Adán es figura de Cristo, el segundo Adán. Y lo que vale para el primer Adán, en Cristo encuentra su culmen y cumplimiento. Así entiende San Pablo el texto de Génesis: “Cristo y su matrimonio con la Iglesia, y por eso lo presenta verdaderamente como un misterio «grande»”55. El texto también trata de la realidad matrimonial humana, aunque dependiente o basado en aquel fundamental matrimonio entre Cristo y su Iglesia.

52 Ibid., p. 162. 53 Ibid., p. 164. 54 Ibid., p. 165. 55 Ibid., p. 165.

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2.3 LA IGLESIA TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO Como ya hemos visto, la Iglesia es cuerpo de Cristo, y por esta razón está llena del Espíritu Santo, “en este sentido, la Iglesia es también, y de manera especial, templo (edificación, casa) del Espíritu Santo, casa espiritual hecha de piedras vivas y sacerdocio Santo (1Pe 2, 5)”56. Encontramos textos relativos a ser templos del Espíritu Santo en 2 Cor 6, 14; 1 Cor 6, 19-20; Ef 2, 19-22. Ser templo expresa la visibilidad de Dios, algo relativo a la sacramentalidad, a ser signo visible de algo invisible. Aparece una doble idea: la unidad y la santidad. La unidad en el sentido de haber sido edificados en el mismo fundamento, en un solo edificio, una misma casa, un mismo lugar de origen o haciendo referencia al estudio sobre la «Iglesia Cuerpo de Cristo». En segundo lugar, ser templos del Espíritu Santo, supone la santidad de la comunidad cristiana, contrapuesto a profano y de signo distinto y separado al resto de las realidades institucionales humanas. Al hacer exégesis al texto de 1Cor 6, 19, Jean- Noël Aletti indica que el Apóstol “recordando que el cuerpo del creyente es «templo del Espíritu Santo» (v. 19); aplica así a cada creyente lo que ha dicho de la Iglesia en 1 Cor 3,17, a saber, que es « [el] templo de Dios». La santificación se extiende a toda la persona: a la inteligencia, al espíritu, pero también al cuerpo”57. Estas imágenes utilizadas aquí por Pablo de los miembros y del templo, son complementarias para expresar la unión del creyente con Cristo y con el Espíritu Santo. La Iglesia es Santa porque está llamada y formada por Dios mismo, es un don de Dios que no depende de sus integrantes, y que debemos entenderla como la tarea de la comunidad, la invitación de Jesús, "sed santos como vuestro Padre Dios es santo" (Mt 5, 48). Las personas están convocadas por Dios para ser Santos, elegidos por Dios y llamados al compromiso por la fe, haciendo posible la eficacia sacramental. De nuevo, la Iglesia Templo del Espíritu Santo indica que la Iglesia está habitada por Dios, que es un misterio para nuestra fe, objeto y sujeto de la fe. Ahora bien, al ser la Iglesia Templo donde habita el mismo Dios, el Espíritu Santo cumple una función esencial; porque es “principio vital que todo lo penetra, el que desempaña todas las funciones, servicios, ministerios y carismas a través de los cuales edifica la Iglesia como cuerpo de Cristo (Rom 8, 12; 12, 11; 15, 16; 1Cor 6,11; 2Cor 1,22)”58. Ser templos del Espíritu Santo tendrá una expresión visible de esa presencia de Dios en la Iglesia a través de los carismas. La palabra en griego es «xaris», significa gracia, don o regalo. Son expresión visible de Dios que se manifiesta a los cristianos

56 MÜLLER. Gerhard, Op. cit., p. 600. 57 ALETTI. Jean Noël, Op. cit., p. 53. 58 MÜLLER. Gerhard, Op. cit., p. 600.

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por los carismas, resultado de esa gracia de Dios. Esos carismas son entendidos en San Pablo como algo cotidiano, más que algo extraordinario. Todos ellos son del cuerpo de Cristo, y corresponde hacer a la comunidad un discernimiento sobre los carismas, a fin de evitar la desunión por su causa (Cfr. 1Cor 12, 4-11). Estos dones o carismas son concedidos a la comunidad como testimonio visible de la presencia del Espíritu. Los carismas del Espíritu sirven para edificar la comunidad. San Pablo menciona cuales son los mejores para la comunidad, poniendo el amor al frente de todos ellos. Los carismas mejores son universales, para la comunidad y todos pueden participar de ese don del Espíritu Santo. Son además esenciales a la Iglesia, puesto que sin ella no sobreviviría. Por la presencia del Espíritu Santo se deriva asimismo la constitución de la Iglesia “Pablo no la concibe como una organización jurídica profana, sino como la materialización y manifestación externa, sustentada en y por el Espíritu, de la esencia de la Iglesia en cuanto comunión con Dios en la gracia de Cristo, una esencia que sólo puede ser captada por la fe”59. Ahora bien, una vez se dé nuevamente la edificación de la Iglesia en el evangelio de Cristo, ésta es constituida por Dios con su Palabra que tiene poder y que salva. Esto se realiza a la vez a través del Bautismo, por el cual el creyente entra a formar parte de la comunidad visible de la Iglesia. El bautismo como ya se ha indicado, “es signo eficaz de la comunión con el cuerpo de Cristo y de la participación en la relación filial de Jesús con el Padre y el Espíritu (Rom 6, 1- 11; 1Cor 12, 13)”60. Por medio de la última cena; el evangelio alcanza su condensación última, en la que se consuma el memorial del sacrificio de Cristo en la cruz y se constituye el nuevo pueblo de la alianza como comunidad de fe (1Cor 11, 26). 2.4 LA IGLESIA PUEBLO DE DIOS La expresión «Pueblo de Dios» referida a la Iglesia aparece solo 2 veces en los escritos paulinos y referidos a citas del AT: Rom 9, 25s y 2Cor 6,16. Al hacer lectura a los textos citados por el apóstol (Os 2, 25 y Ez 37, 27) en perspectiva cristológica y por ende eclesiológica, podemos entender que según San Pablo “el pueblo de Dios continúa, porque la Palabra de Dios es fiel; Dios se comprometió y es coherente con este compromiso. Pero como Israel no ha respondido, Dios se ha elegido otro pueblo, el cristiano, formado por gentiles que han aceptado a Jesucristo y son justificados por Dios”61.

59 Ibid., p. 600. 60 Ibid., p. 600. 61 SANTAMARÍA. Álvaro, Op. cit., p 92.

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Al formular la pregunta si para Pablo la Iglesia es el pueblo de Dios, es necesario examinar su relación con el pueblo de Israel; ¿la Iglesia le sustituye o no? J. Noël Aletti62 advierte que el primer grupo de discípulos debió de considerarse como una rama mesiánica del judaísmo de entonces, incluso como un Israel fiel o el resto Santo. Pero como lo advierte dicho autor; el surgimiento de comunidades netamente convertidas del paganismo no fue fácil, y más cuando se admitió que no tenían que hacerse circuncidar y convertirse en judíos. La problemática surgía porque al no ser judíos no podían ir a celebrar las grandes fiestas al Templo de Jerusalén y al no ser paganos ya no podían sacrificara los ídolos. Los cristianos a los que Pablo se dirige no son judíos; pero aun así declara que son hijos de Dios, herederos, descendientes de Abrahán, hermanos, justos y santos. Esto indica que a pesar de la problemática arriba mencionada, Pablo trata a todos por igual, como miembros de una misma comunidad, les atribuye los mismos privilegios; lo que hace deducir que “1) son miembros del pueblo de Dios, que, a partir de ahora, incluye a no circuncisos; 2) y este grupo, formado por discípulos de Cristo de origen judío y no judío, es el (verdadero, nuevo) pueblo de Dios”63. San Pablo cuando distingue la Iglesia del pueblo de Dios veterotestamentario, habla, por ejemplo, de «la Iglesia de Dios y en Cristo Jesús» como queda claro en 1Tes 2,14 y Gál 1, 22; en ambos lugares “la Iglesia es el pueblo de Dios reunido, un pueblo que ahora está en este o aquel sitio en Dios Padre y en el Señor Jesucristo o en Cristo”64. Hay que entender que, cuando Pablo habla de la Iglesia como Iglesia de Dios, en primer lugar la concibe como “la Iglesia en cuanto pueblo de Dios «en Cristo», manteniendo una continuidad con el pueblo de Dios, es decir, con Israel. La Iglesia mira hacia atrás. Comienza allí donde comienza el pueblo de Dios veterotestamentario”65. Esta continuidad del pueblo debe entenderse desde el principio como “Israel dentro de Israel”66. Y su continuación es la Iglesia formada por judíos y paganos. Israel en lo que es: “su raíz, su linaje de Abrahán (Rom 4, 11ss), según no la carne sino el Espíritu y la promesa (1Cor 10, 18; Rom 9, 27ss); Israel cuya madre no es la Jerusalén terrestre sino la de arriba, la libre (Gál 4, 26); en resumen, el Israel de Dios (Gál 6, 16), la circuncisión (Flp 3, 3), tal es la iglesia como continuación del pueblo de Dios veterotestamentario”67. La Iglesia de Dios en Cristo Jesús debe ser entendida como el pueblo de Dios de los últimos tiempos, el pueblo de Dios, con el que Dios concluirá su nueva alianza, se volverá a congregar y después saldrá de su insignificancia para ser el pueblo peculiar este pueblo según San Pablo, se ha realizado en la Iglesia, “con la cual

62 ALETTI. Jean Noël, Op. cit., p. 88. 63 Ibid., p. 89. 64 FEINER, Johanes y LÖHRER, Op. cit., p. 161. 65 Ibid., p. 161. 66 Ibid., p. 161. 67 Ibid., p. 161.

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Dios ha sellado la nueva alianza en la sangre de Jesucristo y continuamente en el banquete del Señor (1Cor 11, 25)”68. Cuando Pablo habla de la Iglesia como «Iglesia de Dios» entiende al pueblo llamado y elegido por Dios, que él ha congregado y dispuesto para sí, es el nuevo pueblo que Dios reivindica, el pueblo de aquel que traerá la salvación y el juicio, el pueblo de Dios de los últimos tiempos. Al respecto Müller en su dogmática habla en los siguientes términos: “La Iglesia una y única de Cristo es el pueblo de la alianza escatológica de Dios. Está sellada con la sangre de Cristo, en la que ha sido instituida la alianza nueva (1Cor 11, 26)”69.

68 Ibid., p. 162. 69 MÜLLER. Gerhard, Op. cit., p. 600.

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3 LA MINISTERIALIDAD EN SAN PABLO Una vez hemos conocido y estudiado las imágenes con las cuales San Pablo identifica a la Iglesia, nos resta hablar en cuanto a su estructura visible, de los ministerios o el ministerio que el apóstol ha recibido del Señor, como medio de evangelización pero a su vez de organización eclesial. Al respecto Müller70 recuerda que Pablo sabe que su ministerio no viene de él sino del Señor, y que este a la vez está al servicio del evangelio y de la Iglesia. Su ministerio es un servicio constante a la palabra de la reconciliación. Actúa en nombre de Cristo (2Cor 5, 20). Tanto “el apostolado de Pablo y el de los demás apóstoles está directamente vinculado a la aparición del resucitado y no puede ser transferido a los titulares de ministerios de las comunidades postapostólicas”71. Dentro de este ministerio apostólico hay que ubicar el servicio a la comunidad y a la predicación, es así como surgieron en torno a Pablo algunos ministerios vinculados a las comunidades locales: episcopos y diáconos (Flp 1,1), presidentes, directores, maestros (1Tes 5, 12; Gál 6,6; 1Cor 16,16). En la lectura de las cartas deuteropaulinas se advierte que “las funciones originarias de los apóstoles y los profetas fueron luego ejercidas por los evangelistas, pastores y maestros (Ef 4,11). Su tarea consistía en «perfeccionar al pueblo Santo por la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo» (Ef 4,12)”72. Cabe advertir, que la acción propia del Espíritu Santo que actúa en cada uno de los cristianos desde su bautismo, no se limita solo al apostolado. Todos y cada uno de los cristianos colaboran, con sus carismas y sus servicios, en la edificación de la Iglesia. Por eso debe entenderse que “es el Espíritu quien lleva a cabo la edificación del cuerpo en la pluralidad de sus miembros (Rom 12- 14; 1Cor 12, Ef 4, 4-6)”73.

70 Ibid., p. 600. 71 Ibid., p. 600. 72 Ibid., p. 600. 73 Ibid., p. 601.

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4 CONCLUSIONES

Mediante el desarrollo de esta investigación, en la cual se estudió la eclesiología paulina, se ha logrado descubrir el gran valor que la Iglesia tenía para San Pablo. Es interesante resaltar a modo de conclusión que Pablo fue un verdadero judío, un judío que cumplió a plenitud la ley y la enseñanza de los profetas, que fue llamado por el mismo Señor en el camino de Damasco pero sobre todo, que creyó en Jesucristo, lo descubrió como su Mesías y fue consciente de la Nueva Alianza trazada por su sangre derramada en la Cruz. San Pablo fue un hombre que tuve la experiencia del Resucitado y no como un simple concepto sino como un estilo único de vida, que se configuró al máximo con Cristo y por ello quiso ser su testigo fiel, prolongando su evangelio a todas las naciones. Considerado el “apóstol de los gentiles” no hizo distinción entre judío o pagano, entre esclavo o libre, entre rico o pobre; para él todos los creyentes en Cristo por el bautismo son incorporados a la Iglesia de Dios en Cristo Jesús y por la Eucaristía entran a formar parte de su mismo cuerpo, la Iglesia. Pablo siendo consciente de la necesidad de vivir la unidad como hermanos en Cristo utiliza la bella imagen del “cuerpo” para entender el misterio de Cristo y de su Iglesia. Es el mismo Señor como cabeza del cuerpo, que es la Iglesia es que la dirige, la orienta y la sostiene. El cuerpo no puede vivir sin su cabeza y por ende cada uno de los miembros de ese cuerpo debe estar sujeto a ella. Como se advirtió anteriormente por el bautismo el creyente en Cristo es incorporado en a su cuerpo; teniendo en él una función específica según la diversidad de dones y carismas que inspira el Espíritu Santo. Por la participación en la “cena del Señor” el cristiano vive la comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo que se inmoló en la cruz por la salvación del a humanidad; pero a su vez, acepta y comparte la Nueva Alianza trazada con el signo indeleble de la muerte en cruz y llevada a plenitud por la gloriosa Resurrección. Haciendo alusión al significado e importancia de la alianza entre Dios y los hombres y la fidelidad a esa alianza, San Pablo recurre a la hermosa imagen de la relación entre “esposo- esposa”; en la que Cristo haciendo las veces del esposo ama sin medida alguna a su esposa, la Iglesia y se mantiene fiel su pacto de amor. El apóstol exhorta a todos los miembros de la Iglesia a permanecer fieles a esa alianza y a ese amor con el que Cristo se entregó por entero y con el que ha amado incansablemente a su esposa. El único deber que tiene la esposa respecto a su esposo es permanecer fiel e incondicionalmente a ese amor. Al ser miembros del cuerpo de Cristo, cuya cabeza es el mismo Cristo; somos santificados por su presencia como parte integral y vital de ese mismo cuerpo. Es

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por esto que el Apóstol recurre a la imagen de ser “templo del Espíritu Santo”, haciendo alusión a la morado o lugar donde habita Dios; que como es sabido en el Antiguo Testamento era el templo cómo lugar de culto o en otro momento anterior, la tienda donde se guardaban las tablas de la alianza y que hacía las veces de morada de Dios entre los hombres. Es por esto que el Apóstol da una nueva significación de la “morada” o “templo”; puesto que al ser miembros del cuerpo de Cristo por el bautismo, al participar de la comunión con su cuerpo y con su sangre, somos santificados por Él puesto que Él habita en nuestros corazones. El cuerpo físico que todos poseemos, debe ser respetado con la dignidad debida por ser morada de Dios y Templo del Espíritu Santo. Finalmente, debemos concluir que la Iglesia es el Pueblo de Dios; en continuidad con la alianza de Israel; la Iglesia se plenifica y se consolida como Pueblo de Dios por la “Nueva Alianza” trazada por el sacrificio del Hijo de Dios en la cruz y por su gloriosa Resurrección. San Pablo entendió la Iglesia como el Pueblo de Dios en Cristo Jesús; que acepto la Nueva alianza, no como el pueblo de las promesas a Abrahán que desconoció a Cristo como su Mesías. San Pablo abnegado defensor de la Fe en Jesucristo, amante de la Iglesia, judío convertido al cristianismo, eje fundamental en la edificación de la Iglesia de Cristo naciente debe ser para nosotros modelo de amor por la Iglesia, de evangelización, de unidad en el Señor y ejemplo de fidelidad y de santificación en el cuerpo de Cristo.

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BIBLIOGRAFÍA

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