La Sociología (Rural)

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Título: “De la Sociología (Rural) y su incursión en la agenda del desarrollo”. Nombre: Raul Anthony Olmedo Neri Correo: [email protected] Cuenta Edu.academia Universidad: Departamento de Sociología Rural, Universidad Autónoma Chapingo. Día tras día los campesinos hacen suspirar a los economistas, sudar a los políticos y maldecir a los estrategas, al derrotar sus planes y profecías por todo el mundo. Teodor Shanin Introducción. Es cierto que la Sociología (Rural) ha tenido problemas de conocimiento y reconocimiento en América Latina, especialmente por su campo de estudio y ejecución que en

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Título: “De la Sociología (Rural) y su incursión en la agenda del desarrollo”.

Nombre: Raul Anthony Olmedo Neri

Correo: [email protected]

Cuenta Edu.academia

Universidad: Departamento de Sociología Rural, Universidad Autónoma Chapingo.

Día tras día los campesinos

hacen suspirar a los economistas,

sudar a los políticos y maldecir

a los estrategas, al derrotar

sus planes y profecías

por todo el mundo.

Teodor Shanin

Introducción.

Es cierto que la Sociología (Rural) ha tenido problemas de conocimiento y

reconocimiento en América Latina, especialmente por su campo de estudio y

ejecución que en ocasiones parece ambiguo y en otras se da por el hecho de su

‘relevancia’ dentro de las ciencias sociales. Más de un sociólogo (rural) se ha

enfrentado a la pregunta sobre la utilidad de su carrera o qué es lo que hacen los

egresados de la misma.

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Es por ello que el presente trabajo tiene como propósito fundamental delinear las

características particulares de esta ciencia a la par de una asociación aplicativa en

el seno del estudio sobre el desarrollo de la sociedad rural dentro de México. Lo

anterior se presenta como el campo ad hoc de la Sociología Rural, vista ésta como

una especialización de la Sociología, por lo que en este intento de la explicación-

aplicación se pretende dar, si no las aseveraciones a las preguntas que se

realizan a esta ciencia social, sí las características teórico-prácticas de la misma y

su relevancia en la sociedad actual.

La Sociología ayer y hoy.

La Sociología comienza a vislumbrarse desde los intentos de Comte para

consolidar una ciencia social que estuviera apartada de las especulaciones

filosóficas y metafísicas que, según él, la alejaban de su integración al mundo

científico donde se encontraba la biología, la física, la química y las matemáticas.

Bajo esta tendencia, Comte le asignó el carácter positivo a la Sociología

confiriéndole su cientificidad; este carácter “implicaba una educación del hombre,

para que tomase una actitud positiva respecto al estado de cosas existente”

(Marcuse, 1994, p. 319). En este primer intento, la Sociología positivista así

definida como la ciencia que tenía como objeto a la sociedad se independiza de la

‘teoría social’ de ese momento –que no era otra cosa más que los fundamentos de

la producción material bajo las posturas de la economía política como directrices

para alcanzar la felicidad humana–, pero a la par de esta independencia se da

paso a la delimitación de su campo de estudio y los fines de la misma –razón que

la vuelve hasta cierto punto como una ciencia de acciones e investigaciones

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teleológicas, algo contrario a su origen– ya que “se limitará a los hechos del orden

social existente y, aunque sin rechazar la necesidad de la corrección y el

mejoramiento, excluirá todo impulso que tienda a derrocar o a negar este orden.

Como resultado de esto, el interés conceptual de la sociología positiva será

apologético y justificador” (Marcuse, 1994, p. 332).

Así la Sociología en este periodo se encuentra como una ciencia productora (a

partir de los conceptos que genera) y reproductora (utilizando el estado actual de

las cosas) del statu quo. Es entonces como esta ciencia tiende a justificar el hecho

de facto e inhibe la posibilidad de los individuos en cambiar ese estado de cosas

debido a que ése representa el máximo estadio (el positivista) de la evolución

humana y bajo el cual sólo mediante el orden, el progreso y el amor se alcanzaría

la felicidad humana y de convertirla en el ser supremo (être supréme).

Con el devenir del desarrollo sociológico y las diferentes posturas encaminadas al

cambio social a través del individuo capaz de modificar las estructuras que él

mismo producía y reproducía, la Sociología fue resarciendo su ‘comienzo

obscuro’, pasando por corrientes naturales como la de Spencer y otras críticas

como en la Escuela de Frankfurt para llegar a nuevos campos de investigación

como los propuestos por Luhmann, Habermas, Castells y otros. A partir de este

nueva tendencia, la “Sociología se convierte par excellence en una ciencia de la

crisis, que se ocupa ante todo de los aspectos anómicos de la disolución de los

sistemas sociales tradicionales y de la formación de los modernos” (Habermas

1971, citado en Habermas, 1999, p. 19).

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Partimos de una nueva definción de la Sociología, esta vez ya no como una

ciencia específica, sino por el contrario una ciencia que asume un aspecto de

transformación; bajo este nuevo enfoque se dilucidan otros aspectos relacionados

a la sociedad. Las otras ciencias sociales se desarrollaron bajo diferentes

particularidades que las fueron convirtiendo en subsistemas sociales (Habermas,

1999) y que a la vez dejaron cuestiones de investigación que la Sociología hoy

como ciencia asume. Tanto la Ciencia Política como la Economía se han vuelto,

en su afán de desarrollo, en ciencias especializadas que han perdido de vista las

implicaciones de sus acciones dentro del contexto más amplio, esto es la

sociedad.

Por ello, hoy la Sociología se convierte en la ciencia que abarca los subsistemas

sociales dentro del seno de las transformaciones que se permean por una

confluencia de factores directos e indirectos postulados dentro del desarrollo de la

humanidad. Esto implica el análisis crítico del desarrollo de los grupos sociales y

las consecuencias y beneficios que se generan a partir de los mismos (tomando el

plano discursivo, ideológico, económico, político, cultural, etc.).

La Sociología Rural en perspectiva.

Una vez mostrado el panorama actual de la Sociología, es necesario mostrar su

relevancia dentro del caso latinoamericano; surge para este caso específicamente

el problema del desarrollo y el papel del Estado y la sociedad a partir de las

tendencias del sistema económico predominante que influye de lleno en el

contienente de diferentes maneras. Si bien es cierto que el continente constituye

en gran medida el lugar de los países en ‘vías de desarrollo’, también es cierto que

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aún hoy bajo la modernidad existen particularidades que resultan un impedimento

para los gobiernos nacionales y las empresas trasnacionales en el afán de un

crecimiento económico.

Bajo las condiciones de crecimiento y desarrollo –que desde ahora hacemos la

diferenciación conceptual que esto implica debido a que “cuando algo crece se

hace cuantitativamente más grande; cuando se desarrolla, se hace

cualitativamente mejor o, al menos, diferente” (Meadows & al, 1972, p. 22)– en

nuestro continente y a nivel mundial, la Sociología se va encaminando en la crítica

del sistema a partir de las implicaciones que tiene éste sobre los diferentes grupos

sociales que convergen dentro del espacio lationamericano. En este caso, la

ruralidad se convierte en un campo relevante dentro del continente no sólo como

campo de acción, sino como de influencia y determinación de aspectos

económicos, sociales y culturales que se ven en choque con los intereses

capitalistas.

Así, la Sociolgía Rural, vista como una extensión especializada de la Sociología,

entra en el campo de acción dentro del proceso de transformación y resistencia en

los dos niveles sociológicos (el macro y el micro) donde la ruralidad se ve influida.

La Sociología Rural tiene sus primeros inicios en Estados Unidos en 1921 –

aunque existen investigaciones que comienzan a entrever la situación del campo y

sus integrantes desde 1918 en New York con la obra Rural Life– por la

constitución de la sección de Sociología Rural en la American Sociological Society;

“este concepto nació en el ámbito de intereses científicos que gravitaban en torno

a la enseñanza y a la investigación más propias de las llamadas ciencias agrarias,

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y en modo particular de la economía agraria” (Marselli s/f citado en Benvenuti,

1971, p. 1066). Es hasta 1957 cuando comienza a verse este concepto dentro del

espectro europeo y sobre todo de las formas en que ésta nueva especialización de

la Sociología podía ayudar a la ruralidad norteamericana y europea; aquí entramos

en la utilidad tanto de la Sociología como de su especilización –y en este sentido

debemos mencionar que la especialización al ser una rama del todo es por

inferencia una parte que conoce a éste y más allá, en este caso el mundo en la

que se engloba; “un sociólogo rural es ante todo un buen sociólogo” (FAO 1965

citado en Benvenuti, 1971)–. La formación en Sociología Rural, en contraposición

con las otras especialidades de la Sociología, se enfoca no sólo en el

conocimiento y la utilización de las herramientas metodológicas de la Sociología,

sino que se relaciona con una serie de enfoques que implican en una formación

más amplia respecto a las necesidades de abordaje de la propia ruralidad, vista

como un campo de trabajo tan complejo que más allá de ser la contraposición de

la Ciudad, con la cual tiene relación de dependencia mutua, subordinación y

transformación, es una zona que se identifica por oposición tanto estuctural como

económica, histórica y política de la modernidad establecida a través de la

industrialización y su desarrollo como signo de modernidad, progreso y bienestar.

Así el sociólogo rural no sólo conlleva la formación teórica-metodológica que le

aporta la Sociología general, sino que adquiere los conocimientos prácticos en

relación a las actividades rurales de producción (agropecuaria), organización

(cooperativismo, cuestión agraria), identificación (histórica, étnica) y movilización

(reinvidicación cultural). Todo con el fin de entender, comprehender y proponer

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soluciones que permitan a este sector desarrollarse a la par de los conflictos e

intereses externos de la ruralidad.

Aplicación sociológica en el nivel macro.

América Latina ha tenido una historia peculiar especialmente en el siglo XX, donde

los movimientos insurgentes, muchas veces combatidos con contrarrevoluciones

ajenas venidas de Estados Unidos y del bloque que en su momento defendió y

que actualmente es el expandido y ejecutado, marcaron de una manera peculiar la

construcción del Estado y de su sociedad (como antecedentes a las dictaduras o

golpes de Estado llevado a lo largo del continente). No obstante es a partir de

finales de los setentas y principios de los ochenta cuando los diferentes países

latinos se ven forzados a una serie de préstamos ante organismos internacionales

(Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial) y privados (los tres bancos con

los cuales el contiente tiene mayor deuda son el Citibank, el Chase Manhattan y el

Bank of America) que piden garantías de pago ante el préstamo solicitado que se

ven reflejado en cortes al gasto público, eliminación de tarifas arancelarias y

reformas económicas con el fin de abrirse a la economía mundial y en este

aspecto ser integrados a la globalización (Mariña, 1979; Bauman, 2010; Olmedo

Neri, 2014).

Estos préstamos se dan en un marco de la decadencia de modelos desarrollo

como el de sustitución de importaciones y el estabilizador macroeconómico para

dar paso a las reformas de corte neoliberal que comienzan a vislumbrarse en toda

la década denominada como la ‘perdida’ (los años ochenta). “La deuda obedece a

razones de necesidad económica, pero también está subordinada a la capacidad

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política de los gobiernos, o a la presión que los grupos económicos interesados

puedan ejercer efectivamente” (Labarca, 1979, p. 109), cuyo caso fue una

capacidad política de oposición nula a los intereses usureros. Bajo esta tendencia

los países latinoamericanos fueron integrados al sistema globalizador aunado a

que en algunos de ellos comenzaron a preverse gobiernos políticamente

congruentes con el sistema neoliberal que permearon en un constante ingreso de

empresas y de discursos bajo los cuales se pregonaba el desarrollo y crecimiento

económico como elementos insoslayables del bienestar social.

Bajo este discurso y esta situación, la ruralidad comienza a ser transformada e

influida por las relaciones capitalistas ya no nacionales, sino internacionales por un

lado, y la reestructuración de las actividades grupales a través del discurso y

aplicación de la sostenibilidad o sustentabilidad que viene desde los países

desarrollados. Este tipo de acciones tanto en el plano de ejecución como en el

discursivo-teórico son los campos donde la Sociología Rural en particular y la

Sociología en general tienen su función práctica.

En la dinámica de producción capitalista neoliberal implantado y expandido en las

economías latinoamericanas se dio de manera particular un guerra contra natura

que “se expresa por supuesto en una guerra malthusiana contra los pobres, pues

así el dominio aspira a ser total y global; supone a la vez la guerra Norte-Sur,

hasta ahora aparentemente pacífica, pero es la base sustentadora de una

verdadera Cuarta Guerra Mundial (ya que la Tercera fue la Guerra Fría)” (Torres

Carral, 2006, p. 98). Es extrema por la función que ejerce sobre las áreas

naturales y zonas rurales que son lugares donde se concentra la pobreza y donde

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hay que ‘activar la economía’; es así como desde el punto de vista práctico se

generan ‘alternativas’ de producción agrícola y pecuaria que tienden a secularizar

a la ruralidad a partir de la distorsión de los integrantes de la misma y su proceso

de transformación y modernización a través de la tecnificación y redirección de los

procesos productivos hacia la producción para la venta y no para el consumo

(elemento característico de las zonas rurales y peculiares en los grupos bajo la

categoría de ‘campesinado’). Estos procesos sin embargo, tienen el problema de

sólo enfocarse en el ámbito económico, dejando de lado toda la percepción

histórico-cultural de los diferentes grupos. Un caso que comienza a reproducirse

en las comunidades rurales es la cada vez más conformación de organizaciones

sociales (SSS, Cooperativas, Asociaciones Civiles, etc) –esto no implica que

dichas organizaciones realmente generen capital social– que ofrecen servicios

ecoturísticos o de turismo rural para la gente de la ciudad, es decir, son servicios

que de manera económica generan ingresos para los integrantes de las

comunidades, sin embargo esto reviste una mercantilización no sólo de la

naturaleza sino de su cultura y por ende, de su forma de vivir. Se le ha conferido a

la ruralidad como un espacio que debe saber vender su rusticidad, su retraso

como una forma de recuerdo sobre lo que en algún momento los habitantes de la

ciudad tuvieron.

Desde el punto de vista teórico, bajo la producción capitalista, el proceso de

acumulación de capital se introduce en el sector rural y el natural a través de la

extracción de recursos naturales para su tranformación industrial, no obstante en

este proceso de extracción y producción se vislubra un desequilibrio que se

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encuentra dentro del campo de la destrucción natural debido a un desfase entre

los ciclos naturales y el ciclo de acumulación (dinerario, productivo y mercantil); los

primeros son más lentos que los segundos y por ende se establece una relación

de depredación más que de complementariedad. “En suma, la esencia de un

paradigma rural prevaleciente hasta ahora radica, en última instancia, en el

saqueo de recursos de todo tipo y en la destrucción de su potencial productivo”

(Torres Carral, 2012, p. 62).

Así el propio sistema de producción, alentado por una relación de consumismo

exacerbado en fin de conseguir la felicidad humana a través de la satisfacción

material (Baudrillard, 2009), se basa en un proceso de destrucción y subordinación

de la naturaleza al capital –ya no al hombre porque éste ha quedado alienado por

el propio capital– a través de la incursión del segundo en la producción agrícola y

con ello en la ruralidad.

Aplicación sociológica a nivel micro

“El deterioro de los Recursos Naturales es tal vez uno de los aspectos mas

preocupantes de la evolución del campo latinoamericano en las últimas dos

décadas” (sic) (Piñeiro, 2003, p. 31). Esta forma de deterioro, como lo hemos

analizado en el apatado anterior, se establece a partir de un proceso de

subordinación de distintos sectores hacia el capital y el sistema capitalista en

general. No obstante es necesario mencionar cuál ha sido (y cuál es) el papel de

los integrantes de la ruralidad como grupo (el campesinado) en el cual se puede

definir como la opisición al propio rumbo de la modernidad, es decir, la ciudad y

con ella la industrialización; empero esta urbanización y en especial la industria

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confiere el “reflejo de una industrialización perniciosa que tiene como elementos la

existencia de la economía de guerra permanente, (…). Esta industria es inorgánica

y extensiva por convicción, aunque intensiva por conveniencia” (Torres Carral,

2003, p. 140)

Si la ruralidad se ha vinculado a lo rústico, a lo tosco, al retraso en diferentes

campos, lo cierto es que ha sido a partir de la aparente resistencia para ser

modernizados a través del modo de desarrollo, en este caso capitalista, entendido

como “una combinación paticular de la moderinidad, definida por características

generales, universales, con una forma particular de movilización de recursos

sociales, políticos y culturales para elevar a efecto la trasformación de una

sociedad” (Touraine, 1989, p. 6). Es interesante la definción sobre el ‘modo de

desarrollo’ debido a que en el caso latinoamericano y particularmente en el

mexicano se ha conferido de manera sectorial la movilización de los recursos para

la transformación de la sociedad, es decir, se ha movilizado a partir de un solo eje

(el económico) con la idea de que los demás funcionarán a partir de una especie

de reacción en cadena. He allí su fracaso. Lo cierto es que si un modelo intenta la

movilización de los recursos, éstos no pueden funcionar en la concentración de

dirección de uno de ellos, más bien es necesario hablar de un proceso integrador

en el cual el eje de movilización sea sin duda alguna el bienestar social (que es el

objetivo y no la movilización del recuso social como lo es el capital social, que es

diferente al capital humano).

El campesinado, desde la perspectiva de la Sociología Rural, se ha consolidado

como un punto medular que ha sufrido cambios importantes tanto en la teoría

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como en la práctica (a pesar que los estudios sobre el campesinado tengan razón

desde Rusia en el siglo XIX con Chayanov y otros); ya sea en lo político, lo

cultural, lo social e incluso lo económico, el campesinado se presenta como un

agente, obstáculo o medio tanto positivo como negativo referente a acciones de

mayor alcance como lo es el propio sistema (Alavi, 1974). A pesar de esto, los

propios procesos externos que penetran en el campo “destruyen las

características específicas de la cultura campesina y el acercamiento y la

homogeneidad relativos a las aldeas” (Shanin, 1979, p. 13); estas características

se fundan primeramente en un lo que se ha denominado economía familiar, es

decir aquella producción agrícola para fines principalmente de autoconsumo sin

dejar de lado que aquel excedente serviría para la venta y la posterior obtención

de aquellos elementos que la familia no podría producir; aunado a esto se

encuentra una situación mayoritaria de autonomía dentro de la producción familiar.

Lo anterior constituía una relación que fue en sus inicios entendida como un

aislamiento entre las unidades campesinas que llevó a su asociación que realizó

Marx en el análisis de las unidades campesinas francesas que en su momento

sería lo constituyente de la nación “una parcela, un campesino y su familia, al lado

otra parcela, otro campesino y otra familia (…). De este modo, la gran masa de la

nación francesa está formada por simple adición de magnitudes homólogas, así

como las papas en un saco forman un costal de papas” (Marx, 1979, p. 208).

No obstante en el caso latinoamericano en general y el mexicano en el particular,

se encuentran diferencias que median más allá de los propios procesos de

integración familiar, debido a que estas estructuras se han visto modificadas por la

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integración a niveles estructural-funcionalistas más amplios que intentan dar

sobrevivencia al sistema globalizador del capitalismo actual. Bajo esta medida,

han aparecido diferentes elementos que han modificado la vida del campesino y

de la campesina: en primera instancia nos encontramos con una ruptura de la

unidad familiar campesina como consecuencia de las carencias que conlleva la

vida en la ruralidad y que han hecho de la migración un factor cada vez más

presente tanto a nivel nacional (de jornaleros agrícolas) como al internacional (por

la brecha de bienestar entre países desarrollados y en vías de desarrollo que

implican la búsqueda de una calidad de vida cualitativa y cuantitativamente

diferente a la que el campo les ofrece); en segundo lugar, por consecuencia ha

sido la modificación en las relaciones de género y de distribución del trabajo en la

unidad familiar campesina que han dado un nuevo papel a la mujer en cuestiones

de acción (movilización organizacional) y representación (cuestión agraria); en

tercer lugar nos encontramos con una característica sui generis del caso

latinoamericano y es el relacionado con la concentración mayoritaria de los grupos

étnicos en la ruralidad continental –esto como un proceso de desplazamiento de la

clase étnica como consecuencia de la invasión española–; lo anterior nos lleva al

cuarto elemento, éste es la cohesión de la ruralidad a partir de una cultura

diferente a la que establece las relaciones de modificación externas; y en quinto

lugar, el inicio de movimientos alternativos que pugnan por un cambio en la

calidad de vida partiendo de lo que son y de lo que tienen para poder organizarse

en torno a lo que pretenden a partir de lo que tienen en términos sociales,

políticos, económico y ambientales, es decir ellos y ellas están creando su propio

modo de desarrollo. Un ejemplo claro son la implementación del movimiento

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cooperativista en pro de la consolidación de un mercado de Economía Social y

Solidaria, la construcción de un modelo de Desarrollo compatible que tenga una

relación de complementariedad entre la naturaleza y la sociedad (y que es factible

por la visión que se tiene de la Tierra y el papel de la Humanidad), y el caso de la

Educación Campesina que intenta de alguna manera resarcir el rezago educativo

a través del diálogo y el aprendizaje a nivel horizontal para generar propuestas

alternativas que permitan mejorar su calidad de vida.

Todos y cada uno de estos elementos deben ser comprehendidos tanto en su

singularidad como en su relación con los otros, esto debe ser pertinente para la

Sociología Rural (y por ende la Sociología) no sólo en la investigación y

descripción de los mismos, sino en la aportación teórico-metodológica que permita

que estos movimientos y elementos se integren de una manera tal que el

desarrollo social se vea reflejado no sólo en la reivindicación de su identidad, sino

en la transformación de la misma en beneficio de sí mismas.

Conclusión.

A lo largo del presente trabajo se delinearon dos aspectos: el primero fue la

relevancia de la Sociología como una ciencia que tiene un campo de estudio

delimitado y a la vez abarcador de subsistemas y problemas que afectan a la

sociedad en general; bajo esta línea dilucidamos a la Sociología Rural como una

especialización de la Sociología que tiene un papel más que relevante en el

desarrollo de los grupos sociales inmersos en la ruralidad y su relación con los

diferentes elementos que se relacionan con este campo de estudio. En segundo

lugar, realizamos un ejercicio de aplicación de la Sociología Rural, la cual como

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hemos mencionado tiene ante todo el antecedente teórico-práctico de la

Sociología, a través de un análisis a nivel macro-sociológico (las relaciones que

superan las estructuras sociales mínimas como lo es el sistema económico y el

proceso de integración entre los países) y micro-sociológico (que se encarga del

estudio de las estructuras básicas sociales como la familia, el trabajo, la religión,

etc) de un tema central, el Desarrollo y crecimiento de la ruralidad y de sus

integrantes.

Por otro lado, el presente trabajo dio un panorama sobre el papel de la ruralidad

en el caso latinoamericano en general y el mexicano en particular, esbozando

algunas de las características que estos casos presentan a partir del estudio de la

teoría del campesinado y a su vez caracterizando los elementos propios de la

ruralidad continental y los procesos alternativos que se están llevando a cabo en

ella y de los cuales deben ser apoyados con la investigación sociológica.

Así, consideramos que se ha dado un panorama general del papel de la

Sociología y la Sociología Rural a partir de los elementos que estudia, los retos

que presenta y las tendencias que se están dando en un campo de estudio que se

ve modificado tanto externa como internamente. Otro punto que cabe resaltar y

que se mencionó de manera implícita es la continua crítica no sólo a la práctica,

sino al discurso que se nos presenta como verdadero y eficaz y el cual tiene a

veces la intención represora que en un principio la Sociología positivista proponía;

“el lenguaje es también un medio en que se reproduce el dominio y el poder social.

Sirve a la legitimación de relaciones de poder organizado. Y en la medida en que

las legitimiaciones no declaran la relación de poder que ellas posibilitan, en la

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medida en que tal relación de poder no hace sino expresarse en tales

legitimiaciones, el lenguaje es también ideológico” (Habermas, 2009, p. 257). La

lucha ideológica se presenta como una constante que es medular en la

construcción teórica sociológica, el devenir crítico sólo se consolida de esa

manera y permite de manera consecuente un diálogo continuo entre lo teorizado

desde diferentes puntos de vista, todo en pro del desarrollo de una ciencia que

poco a poco se consolida en el terreno práctico del continente.

Finalizaremos que la ruralidad, al igual que la urbanidad se entremezclan, cruzan y

en este vaivén de encuentros y conflictos se modifican para complejizar los

paradigmas; hoy se habla de rururbanización o de nueva ruralidad y nueva

urbanidad y lo menester de este tipo de avances (o retrocesos) es que siempre

estén en análisis y debate. Tal vez las ciencias sociales aún no tienen a su

‘gigante’ sobre el cual elevarse, pero a la par del desarrollo de las

transformaciones sociales, un punto único de vista y de interpretación parece, para

nuestro caso, ciertamente difícil debido a propio debate que la sociedad y su futuro

conllevan.

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