LA SEGUNDA GENERACIÓN CRISTIANA Y LA CONSERVACIÓN DE LA MEMORIA DE JESÚS: EL SURGIMIENTO DE...

17
CUADERNO DE FORMACIÓN nº 12 NUEVO TESTAMENTO LA SEGUNDA GENERACIÓN CRISTIANA Y LA CONSERVACIÓN DE LA MEMORIA DE JESÚS: EL SURGIMIENTO DE LOS EVANGELIOS

Transcript of LA SEGUNDA GENERACIÓN CRISTIANA Y LA CONSERVACIÓN DE LA MEMORIA DE JESÚS: EL SURGIMIENTO DE...

CUADERNO DE FORMACIÓN nº 12

NUEVO TESTAMENTO

LA SEGUNDA GENERACIÓN CRISTIANA Y LA

CONSERVACIÓN DE LA MEMORIA DE JESÚS:

EL SURGIMIENTO DE LOS EVANGELIOS

comunidad cristiana de la esperanza

2

LA SEGUNDA GENERACIÓN CRISTIANA Y LA CONSERVACIÓN

DE LA MEMORIA DE JESÚS: EL SURGIMIENTO DE LOS

EVANGELIOS

1. LA SEGUNDA GENERACIÓN CRISTIANA (70-110 d.C.)

El estudio de la primera generación, como vimos anteriormente,

es especialmente difícil, ante todo porque los inicios de un

movimiento suelen ser muy creativos y entusiastas, pero también

tanteantes, oscuros y poco institucionalizados. En el caso que nos

ocupa, la segunda generación cristiana hay que añadir, -por lo

que respecta a la tierra de origen, a Palestina- que no tenemos

fuentes directas y los conocimientos debemos extraerlos del

estudio crítico de unos textos de un tiempo posterior. La situación

de la diáspora es diferente, porque contamos con las cartas de

Pablo, pero este hecho, tan positivo en principio, puede inducir a

error en la medida en que se piense que todo se redujo a la obra

de este apóstol y se olvide la existencia de otros misioneros con

estrategias y teologías distintas a la paulina, y que dieron pie a

otro tipo de iglesias.

En la segunda generación se constata la existencia de diversos

tipos de cristianismo diferentes, pero con relaciones entre ellos.

Es el periodo en que aparecen la mayoría de los textos cristianos,

que integrarán posteriormente el canon y que, por tanto, han

tenido una influencia decisiva en la configuración de la “gran

Iglesia”.

Hay que insistir en la pluralidad del movimiento cristiano. En la

segunda generación esta pluralidad no desaparece, pero, de

alguna forma, sí hay unas líneas que, en detrimento de otras, se

van consolidando, en buena medida por la importancia y el éxito

de sus escritos, líneas con su propia pluralidad y evolución

interna, que mantendrán contactos desde muy pronto y que

conocerán, cada una de ellas, desarrollos posteriores.

comunidad cristiana de la esperanza

3

Conviene tener presente una observación: la delimitación

temporal de la segunda generación (del 70 al 110) hay que

tomarla con flexibilidad. Es necesario mirar a lo que antecede,

pero sobre todo, puede ser muy instructivo hacer algunas

referencias a la evolución posterior de las formas de cristianismo

que se van consolidando tras la segunda generación. Así se va

logrando una visión coherente del conjunto. Hay formas de

cristianismo de la tercera generación que se pueden entender

como desarrollos o como reacciones a lo que toma cuerpo en la

segunda generación. Por otra parte, alguna de estas formas que

aparecen claramente más tarde, se vislumbran ya en la segunda

generación.

En torno al año 70 nos encontramos con dos hechos de enorme

importancia que marcan un tiempo nuevo en el proceso formativo

del cristianismo: la guerra judía con la destrucción del Templo en

el año 70 y la desaparición de los testigos directos de Jesús.

1.1. La guerra judía

Las relaciones de los judíos con los ocupantes romanos se fueron

tensando progresivamente a lo largo del siglo I hasta que

desembocó en la llamada «guerra judía», que comenzó el año 66

cuando Eleazar, hijo del sumo sacerdote Ananías, consiguió

suprimir el sacrificio diario que se ofrecía en el templo por el

emperador. Al mismo tiempo, una muchedumbre enardecida

quemó los palacios de Ananías y del rey Agripa y Berenice, y

aprovechó la ocasión para, según la descripción de Josefo

«quemar los archivos y destruir así los comprobantes de los

préstamos e impedir la devolución de las deudas, ganándose la

simpatía de los deudores y enfrentando a los pobres contra los

ricos». Estas palabras de Josefo subrayan que la sublevación

antirromana tenía también un fuerte componente de

reivindicación social. La reacción de los romanos fue implacable

y sus tropas, primero bajo el mando de Vespasiano y, más tarde

comunidad cristiana de la esperanza

4

de Tito, conquistaron Jerusalén y le prendieron fuego en agosto

del año 70. Un grupo de resistentes huyeron de la ciudad y se

hicieron fuertes en Masada, que era una ciudadela construida

sobre una meseta situada en el desierto de Judea, cerca del Mar

Muerto. Esta meseta tiene 500 metros de altura, y sus escarpadas

laderas son más bien acantilados de más de 50 metros en su

parte más baja. En Masada el rey Herodes había construido un

gran palacio, y allí resistieron aún cuatro años más al asedio

hasta que al final fueron exterminados o, como cuenta de forma

épica y un tanto legendaria Josefo, procedieron a un suicidio

colectivo para no caer en manos enemigas.

Ruinas de Masada. La rampa de la derecha fue levantada por los romanos para el asedio.

La destrucción del templo de Jerusalén supuso el

cuestionamiento radical de la identidad judía, que tenía su

columna vertebral en el templo y en el sistema cultual con todas

sus derivaciones. El judaísmo del siglo I era muy plural y la

tesitura de tener que redefinir su identidad hizo que una de las

sectas, la farisea, fuese prevaleciendo en el tiempo posterior. La

línea farisea era un movimiento laico preocupado, ante todo, por

el estudio de la ley y por extender a la vida cotidiana unos

preceptos de pureza que los sacerdotes restringían al templo. Así

comunidad cristiana de la esperanza

5

que se dio un proceso de unificación en el seno del pueblo, en el

que acabó predominando el judaísmo rabínico, que marcaría toda

la historia posterior. Hay una leyenda, según la cual, Yohanan

ben Zakkai, discípulo de Hillel, uno de los fundadores de la

escuela farisea, se opuso a la guerra y escapó de la ciudad. Se

encontró con Vespasiano y le profetizó que sería el próximo

emperador. En recompensa se le permitió que se instalase en

Yamnia, cerca de la costa, donde creó una academia para reunir

y proseguir las enseñanzas fariseas.

¿Cuál fue la actitud de los discípulos de Jesús en la guerra judía?

Según una antigua tradición, tras la muerte de Santiago, el

hermano del Señor, la comunidad de Jerusalén huyó a Pella, una

ciudad helenística de Transjordania. Esta tradición es recogida

por Eusebio de Cesarea a principios del siglo IV, en su Historia

de la Iglesia. Es una tradición verosímil, pero cuya autenticidad

es muy discutida. En cualquier caso, ¿salieron de Jerusalén todos

los discípulos de Jesús?, ¿regresaron tras la guerra?, ¿no pudo

haber judeocristianos que participaron en la guerra contra los

romanos y corrieron la misma suerte que el resto del pueblo

judío? El evangelio de Marcos puede ofrecer algunas pistas sobre

este asunto, pero lo que más nos interesa subrayar en este

momento es que los acontecimientos del año 70 marcaron el

inicio de una nueva etapa del judaísmo y en el proceso formativo

del cristianismo.

1.2. La desaparición de los testigos directos

La guerra judía coincide en el tiempo con la desaparición de los

testigos directos de Jesús. En un movimiento social la

desaparición de los colaboradores inmediatos del líder que está

en el origen es un momento decisivo y desencadena una serie de

transformaciones sociales. Por testigos directos entendemos un

grupo amplio, con vinculaciones primarias, pero en algunos

comunidad cristiana de la esperanza

6

casos, secundarias o a través de intermediarios relevantes, con

Jesús de Nazaret.

La tradición posterior aumentó considerablemente el papel

desempeñado por el grupo de los Doce, cuya existencia bien

puede remontarse al mismo Jesús. Pero su importancia como los

grandes misioneros y como los testigos privilegiados es, en buena

medida, una construcción posterior. En los Hechos apócrifos

aparecen dispersándose para llevar el evangelio a las diversas

partes del mundo. En la obra lucana (Lucas-Hechos), los Doce

son los únicos que propiamente pueden ser llamados “apóstoles”,

porque son un grupo reducido que garantiza la vinculación del

tiempo de Jesús con el tiempo de la Iglesia: han estado con él

“todo el tiempo que el Señor Jesús convivió con nosotros” y son

“testigos de la resurrección” (Hch 1,21-22). El prestigio de cada

uno de los Doce fue, sin duda, muy grande en la comunidad

primitiva y en la tradición posterior, pero probablemente no

jugaron, desde un punto de vista histórico y personal, un papel

tan exclusivo ni tan preponderante como se ha solido pensar. En

realidad, los testigos directos constituían el amplio grupo de

discípulos y simpatizantes de Jesús que, en la primera generación

y con diferentes funciones, guardaron y elaboraron las

tradiciones de Jesús. Hay tradiciones cuya transmisión tiene un

doble control: por una parte, el grupo como tal, pues se trata de

una memoria social y compartida, y por otra, la autoridad que se

reconoce a algunos discípulos que habían estado especialmente

cerca de Jesús. Es precisamente en torno al 70 cuando van

desapareciendo estos testigos inmediatos, visuales y auriculares,

de Jesús.

Es en esas fechas aproximadamente cuando encontramos una

generación cristiana especialmente interesada en reivindicar las

tradiciones de Jesús, en recuperar la memoria social que

fundamenta la identidad propia del grupo cristiano al que

comunidad cristiana de la esperanza

7

pertenecían. El año 70 se destruye el templo de Jerusalén y se

cumplen cuarenta años de la muerte del líder carismático. Pocas

veces se puede datar con tanta precisión el momento en que un

movimiento social se encuentra ante disyuntivas decisivas.

2. LOS EVANGELIOS

No es posible encuadrar los evangelios en ningún género literario

en uso en la cultura de entonces o de ahora. Aunque en cierta

manera son documentos de historia no son una “historia” de

Jesús. Tampoco son biografías o hagiografías o simples memorias

de gestas y acontecimientos pasados, aunque tenga un poco de

todo ello. Son algo completamente distinto y nuevo, que crean y

agotan su propio género literario.

Los relatos fueron compuestos desde una perspectiva de fe desde

la que los autores escriben. Se escriben para ser leídos y

proclamados en las liturgias y asambleas de creyentes, para ser

anunciados a personas de todos los pueblos.

Esta nueva forma de transmitir la buena noticia cristiana tuvo

gran fortuna en los primeros siglos de la Iglesia. Además de los

cuatro evangelios canónicos surgieron otros escritos que también

recibieron este nombre. Son los evangelios “apócrifos”, llamados

así porque su enseñanza se consideraba secreta y se mantenía

oculta; la mayoría de ellos se compusieron a partir del siglo II, son

muy dispares entre sí, y mientras algunos tratan de llenar

lagunas sobre la vida de Jesús, otros intentan defender las

posturas de algunos grupos cristianos. Las diferencias entre los

evangelios apócrifos y los evangelios canónicos son también

notables, tanto por la época en que fueron escritos, como por su

contenido y finalidad. Los evangelios canónicos están más

enraizados en la tradición apostólica y tienen un destino más

universal.

comunidad cristiana de la esperanza

8

No obstante, también entre los evangelios canónicos existen

diferencias. Los tres primeros (Mateo, Marcos, Lucas) parecen

haber contado con una tradición común, se les llama sinópticos,

porque pueden ser leídos en paralelo (“syn”=juntamente;

“opsis”=visión), como versiones diversas de una misma tradición.

Sin embargo, el evangelio de Juan, tanto por su forma como por

sus contenidos, difiere notablemente de los otros tres.

Aunque puede resultar difícil definir con precisión qué es un

evangelio, tal vez sea más sencillo caracterizar estos escritos a

través de algunos de sus rasgos más significativos:

No son pura invención de sus autores, sino que están

vinculados a una tradición anterior, que ha sido

transmitida por los discípulos de Jesús en el seno de

las comunidades cristianas.

Su contenido (sobre todo el de los evangelios sinópticos)

está organizado según un esquema común, cuyas

raíces se encuentran en la predicación cristiana

primitiva. Dicho esquema tiene como centro el relato de

la muerte y resurrección de Jesús.

Aunque su forma externa es la de una narración

histórica, en realidad su intención más profunda es de

tipo pastoral. Los evangelios no son sólo la narración

de unos acontecimientos históricos, sino la

proclamación del gran acontecimiento de la salvación.

Finalmente, los evangelios son, ante todo, un

testimonio de fe. Quienes los escribieron querían

comunicar una experiencia que había cambiado

radicalmente sus vidas.

Durante el periodo de formación de los evangelios las

comunidades cristianas tuvieron que mantener una doble

fidelidad. Por un lado, la fidelidad a los recuerdos acerca de

Jesús, y por otro, la fidelidad a las nuevas situaciones históricas

comunidad cristiana de la esperanza

9

que planteaban nuevos problemas y necesitaban una respuesta

adecuada.

Los recuerdos sobre Jesús eran el más preciado tesoro de

aquellas comunidades y constituían una tradición sagrada que

debía transmitirse con fidelidad. Su custodia estaba confiada a

los apóstoles, que habían sido testigos de la vida de Jesús, y a los

ministros de la palabra. Unos y otros formaban una cadena que

garantizaba la veracidad y exactitud de aquella tradición. Pero, al

mismo tiempo, las palabras y las acciones de Jesús, recordadas

en la predicación, en la catequesis y en las celebraciones

litúrgicas, se convirtieron en una tradición viva, y se fueron

enriqueciendo a medida que respondían a estas nuevas

situaciones.

2.1. El primer evangelio: MARCOS como reinterpretación posterior

de la guerra

El giro desastroso de los acontecimientos del 70, suscitó

importantes preguntas sobre las esperanzas anteriores de los

seguidores del movimiento de Jesús. Un modo de afrontar estos

problemas consistió en recontar la historia de Jesús a la luz de la

nueva situación. El primero en hacer este esfuerzo fue el

evangelio de Marcos.

Autor, contexto y fecha

Casi la totalidad de los especialistas contemporáneos considera

que Marcos fue el primero de los evangelios escritos y la fuente

principal de Mateo y Lucas. Una antigua tradición atribuida a

Papías (ca. 130 d.C.) sostiene que el evangelio de Marcos procede

de Juan Marcos, que viajó con Pedro a Roma, donde puso por

escrito sus recuerdos sobre Jesús. Esta tradición situaría la

redacción de Marcos en algún momento anterior al año 64 d.C.,

que es la fecha en la que tradicionalmente se fija la muerte de

Pedro.

comunidad cristiana de la esperanza

10

Parece que este evangelio se escribió para unos destinatarios

grecoparlantes, que conocían poco o nada de la cultura y la

lengua judía, como se puede inferir por la explicación de palabras

arameas y la relativa frecuencia de palabras y locuciones

latinizadas. En consecuencia, el contexto romano es totalmente

posible; algunos autores han querido ver en la procesión triunfal

de Tito con el botín del templo el motivo posible para su redacción.

Pero también Antioquía es una probable candidata, puesto que

contaba con una sólida comunidad del movimiento de Jesús y en

el libro de Hechos se nos dice que Juan Marcos residía allí.

FECHA

ca. 70-75 d.C.

AUTOR

Desconocido

LUGAR

Roma, Antioquía o Alejandría

ATRIBUCIÓN

Juan Marcos, discípulo de Pedro

DESTINATARIOS

Y OCASIÓN

Seguidores grecoparlantes del movimiento de Jesús en el periodo posterior a la primera revuelta judía. Trata del modo en que han de entenderse el mesianismo y las enseñanzas de Jesús a la luz del fracaso de la revuelta y del incumplimiento de las expectativas apocalípticas mantenidas con respecto a la guerra.

comunidad cristiana de la esperanza

11

Antioquía también tenía una visión clara de la guerra y, tras ella,

hubo represalias amenazadoras contra los judíos antioquenos.

Además, Tito pasó, de regreso a Roma, por Cesarea de Filipo,

Berytus y Antioquía con el botín del templo y los prisioneros. Con

su extensa comunidad judía y sus estrechas relaciones con

Jerusalén podemos imaginarnos que también en Alejandría se

observó el mayor interés el curso de la guerra.

Aunque no podemos estar seguros de la ciudad en que se escribió

Marcos, su contexto depende claramente de la guerra. La

principal cuestión que plantean los especialistas es si escribió

justo antes de la destrucción de Jerusalén o un poco después.

Los argumentos basados en los testimonios internos del evangelio

pueden apoyar uno u otro punto de vista, pero se inclinan a favor

Relieves del arco de Tito, situado en la Via Sacra, Roma, 79-81 d.C.

comunidad cristiana de la esperanza

12

de una fecha posterior a la destrucción; por tanto, entre los años

70 y 75 d.C.

La ocasión para su redacción surge de las preocupaciones sobre

las enseñanzas de Jesús y su identidad mesiánica a la luz del

fracaso de la revuelta. Parece que algunos seguidores del

movimiento de Jesús, al igual que otros judíos, interpretaron la

revuelta como un signo de que estaba a punto de llegar el reino

escatológico. Para los seguidores del movimiento de Jesús

también implicaba el momento de su retorno. Cuando fracasó la

revuelta y Jerusalén fue destruida, se plantearon ciertas

cuestiones, las mismas que se hicieron los demás judíos. Podría

haberse dado perfectamente el caso de que la frustración de sus

expectativas escatológicas en el retorno inminente de Jesús

hubiera nutrido también los ataques contra la autenticidad

mesiánica de Jesús y la fe de sus seguidores. Sin embargo, el

evangelio de Marcos no se escribió para responder directamente

a los de fuera, sino, más bien, para reforzar la fe de los que

pertenecían a la comunidad de Jesús, en respuesta a las críticas

implícitas o a sus propias ideas erróneas. Por esta razón, muchos

de los temas y motivos del evangelio tratan de la oposición a Jesús

o de la errónea interpretación de sus seguidores.

Organización y temas

En ocasiones se ha dicho que el evangelio de Marcos es un «relato

de la pasión con una extensa introducción», puesto que una

tercera parte del texto está dedicada a la última semana de la vida

de Jesús. Aunque ciertamente representa el primer intento

conocido por hacer un relato de la vida y la muerte de Jesús, no

es realmente una “biografía” en el sentido estricto del término. El

relato está fuertemente tejido con ironía dramática y con veladas

alusiones a las imágenes alegóricas a la muerte de Jesús. En

muchos casos, estos recursos literarios tienen el objeto de indicar

aspectos que están relacionados con las circunstancias de los

comunidad cristiana de la esperanza

13

destinatarios, bien reafirmando o corrigiendo algo. En

consecuencia, es necesario ser cautos a la hora de considerar

ciertos acontecimientos o episodios como realidades históricas de

la época de Jesús.

Con un vocabulario más bien pobre y un estilo sencillo, lleno de

repeticiones y esquematismos, el autor manifiesta

paradójicamente unas dotes extraordinarias de narrador y

compositor. Sus páginas respiran viveza y realismo, y la sucesión

de cada relato responde a un plan bien preciso, bien concebido y

perfectamente logrado. Es un autor que, aunque escribe con poca

elegancia, sabe componer bien.

Hay un elemento dramático que es altamente característico de

Marcos. Gira en torno a un conjunto de temas que tratan del

secreto y la interpretación errónea que se van desplegando a lo

largo del relato. El Jesús de Marcos, oculta habitualmente su

verdadera identidad o el sentido de sus enseñanzas a todos

excepto a sus seguidores más cercanos. Es lo que se ha

denominado «secreto mesiánico» marcano. Muchas personas,

incluida su propia familia, malinterpretan sus palabras y sus

milagros; piensan que está loco o poseído. Incluso los discípulos

que tratan de comprender, una y otra vez no logran entender las

cosas claramente. Pero los discípulos, a su vez, representan a los

seguidores posteriores del movimiento de Jesús que tienen

dificultades para entender las cosas tras la guerra. De este modo,

podemos también imaginarnos cómo podrían haber entendido

estos relatos los destinatarios y cómo reaccionarían.

Así pues, el tema central y dominante del evangelio es el de la

identidad de Jesús. Son muchos personajes los que se interesan

por esta cuestión: los demonios, los discípulos, el pueblo,

Herodes, el sumo sacerdote, Pilato o el centurión entre otros.

Muchas son también las ocasiones en que se plantea: milagros,

revelaciones divinas, palabras de Jesús o en la muerte de Jesús.

comunidad cristiana de la esperanza

14

Pasando por sombras y luces, la respuesta se hace esperar, pero

termina siendo precisa y clara en la confesión del centurión que

lo ve morir: «verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.» (Mc

15,39). Para Marcos, como para la primitiva comunidad cristiana,

el título «Hijo de Dios», era el más adecuado para expresar tanto

el origen divino de Jesús como su vinculación a Dios y su

verdadera humanidad.

Es necesario hacer un inciso en este momento para recordar el

contexto sociopolítico que dicho título tenía en la sociedad donde

se escribe el evangelio de Marcos:

«El desafío de la propuesta del evangelio de Marcos frente al

evangelio imperial no podía ser más provocativo para el poder, y

más entusiasmante para los pobres que inundaban todas las

regiones del imperio romano. Evangelio, del griego euangélion,

“buen anuncio”, “buena nueva”. La buena nueva para los pobres

no podía venir del poder. Debía venir de abajo, de los pobres, de

los empobrecidos, de los marginados. Ese campesino galileo es

llamado Cristo e Hijo de Dios. Son dos títulos de suma importancia

los que el evangelio les adjudica a Jesús. Por un lado, el de Cristo,

del griego Christós que significa “ungido”. Jesús es el ungido por

excelencia, es decir, el “Mesías”, del hebreo mashiá. Con esto, el

grupo cristiano se separa definitivamente de los otros grupos que

formaban el tronco judaico, pero sobre todo se separa del grupo

sacerdotal y farisaico. Pero más importante es el otro título, el de

Hijo de Dios, porque de esa manera se enfrenta al máximo poder

existente en ese entonces, el poder imperial. Efectivamente, el Hijo

de Dios era el emperador. Marcos recupera ese título para el

campesino galileo. “Cayo Octavio nació el 23 de septiembre del año

63 a.e.c. y se convirtió en hijo adoptivo y heredero legítimo de Julio

César, asesinado el 15 de marzo del 44 a.e.c. Luego de la

deificación de César por el Senado de Roma el 1º de enero del 42

a.e.c., Octavio se convirtió inmediatamente en divi filius, hijo de un

comunidad cristiana de la esperanza

15

divino”. Octavio, el fundador del imperio romano, es proclamado

hijo de Dios. El poeta Virgilio se encargará de fundamentar la

naturaleza divina del emperador en la Eneida y en la Cuarta

Égloga. Mientras en la primera de estas obras narra la historia de

la estirpe divina de los emperadores romanos, en la segunda

celebra el “nuevo orden” que comienza con el imperio. En la

moneda que le presentaron a Jesús cuando tramposamente lo

interrogan sobre la licitud del pago del tributo al César se leía:

Ti(berius) Caesar Divi Aug(usti) F(illius) Augustus cuya traducción

es: “Tiberio Augusto, César, hijo del divino Augusto”. De modo que

el poder del emperador se encontraba legitimado religiosamente.

Había una teología imperial que sostenía la naturaleza divina de

quien detentaba el poder. El título de augusto que recibía tenía

carácter divino.

Marcos inicia su evangelio: “Principio –arjé- del evangelio de

Jesucristo, Hijo de Dios”. El Génesis inicia la obra de creación del

mundo de la misma manera: “En el principio” –en arjé-. No es

casual. Se trata de una nueva creación. Jesús crea un mundo

nuevo, una nueva sociedad. Mujeres y hombres nuevos. Con Jesús

comienza el mundo nuevo y no con Octavio como proclamaba

Virgilio en la célebre cuarta égloga. Jesús, el Cristo, es decir, el

Ungido, el Mesías, es el que trae el evangelio, no el emperador,

como hemos visto. Por otra parte, Jesús es el verdadero “Hijo de

Dios”, no el emperador romano. Menester es captar esta categoría

aplicada a Jesús, el Cristo, en todas sus dimensiones, es decir, en

su dimensión político-religiosa. En primer lugar, su sentido político.

Proclamar a Jesús de Nazaret, un campesino de la oscura región

de Galilea, como el verdadero Hijo de Dios, tenía un claro sentido

antiimperial. Marcos escribe su evangelio para mostrar que

efectivamente ese campesino es el verdadero Hijo de Dios.»1

1 La teología antiimperial de Marcos y la globalización, Rubén Dri

comunidad cristiana de la esperanza

16

Pero, ¿por qué esa demora en presentarnos a Jesús como Hijo de

Dios, y por qué las repetidas órdenes de silencio sobre aquellos

que parecían entrever el misterio? ¿Por qué quiere Jesús

mantener oculto que él es el Mesías, el Santo de Dios? No es

cuestión de ignorancia, sino que se trata de una técnica literaria

característica de Marcos, mediante la cual desvela y esconde a la

vez el misterio de la persona de Jesús. El evangelista es

consciente de estar ante una realidad que jamás podrá ser

convenientemente expresada en conceptos. Más aun, sabe que

algunos cristianos podían tener una visión equivocada de Jesús.

Por eso, a toda afirmación sobre su identidad debe seguir siempre

la apertura, la búsqueda, el esfuerzo por una comprensión mejor.

El cristiano nunca puede contentarse con fórmulas fijas, nunca

puede dejar de plantearse la pregunta: tú ¿quién eres?

Junto a la presentación de Jesús, hay un segundo tema que

destaca en el evangelio de Marcos. Es el tema del discipulado. La

misma estructura del relato lo pone de manifiesto. Los relatos de

la vocación (Mc 1,16-20), elección (Mc 3,13-19) y misión (Mc 6,7-

13) de los discípulos ocupan una posición privilegiada al iniciar,

tras un breve sumario, las tres secciones de la primera parte del

evangelio (Mc 1,16-8,30). También en la segunda parte del

evangelio (Mc 8,31-16,8), sigue teniendo el grupo restringido de

discípulos una importancia singular: son los destinatarios únicos

de la enseñanza en la que Jesús muestra las consecuencias de

su caminar hacia la cruz; ellos lo acompañan durante toda su

actividad en el templo; su presencia junto a Jesús se prolonga

hasta que éste es apresado. Después lo abandonarán, pero el

abandono no es la última palabra. Jesús mismo hará superar su

huida anunciando personalmente (Mc 14,28) y repitiendo por

medio del ángel pascual (Mc 16,7) su reencuentro en Galilea. Los

discípulos son, por tanto, un constante punto de referencia para

el evangelista, pues constituyen un grupo expresamente llamado

y escogido por Jesús para una tarea específica: acompañarlo y

comunidad cristiana de la esperanza

17

ser enviados a predicar (Mc 3,14-15). La comunicación con Jesús

tiende a la comunión en el misterio de su persona, siendo esa

comunión el fundamento esencial e imprescindible de la

predicación.

Cristología y discipulado, como temas dominantes del evangelio

de Marcos, se entrecruzan de continuo y se esclarecen

recíprocamente, haciendo de este evangelio una obra siempre

actual, dramática e inquietante. La buena nueva de Jesús como

Mesías e Hijo de Dios no es una doctrina científica o una mera

especulación intelectual a base de nociones y de títulos. Es la

comunicación de un hecho que quiere ser el fundamento de una

comunión de vida: el discipulado. El discipulado, por su parte, es

el lugar privilegiado para la revelación de la identidad de Jesús.

En la unión personal con él es donde Jesús desvela el misterio de

su ser.

El evangelio terminaba originalmente en Mc 16,8. Los versículos

9 al 20, son un apéndice añadido posteriormente por otro autor

o autores, probablemente hacia la mitad del siglo II. La actitud de

silencio de las mujeres ante la resurrección de Jesús y la omisión

de cualquier relato sobre las apariciones de Jesús resucitado,

parecían dejar insatisfechos a los lectores primitivos. Por ello, este

apéndice resume brevemente las apariciones de Jesús que se

registran en los otros evangelios y alude a ciertos acontecimientos

que se registran en el libro de Hechos, como la ascensión de

Jesús. A pesar de ser un añadido, forma parte desde los primeros

siglos del texto tradicional del evangelio de Marcos.