Ciclo A

Comenzamos hoy saludando como lo hace san Pablo en su 2ª carta a los corintos, 2ª lectura de hoy, Y que hacemos al comenzar siempre en la misa:

Es una gran fiesta, porque el misterio de la Trinidad es “la cumbre de todos

los misterios de nuestra fe”.

Entre las oraciones con que podemos dirigirnos a la Santísima Trinidad, la más grandiosa es:

Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.

Automático

Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos

AMÉN

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En el mundo hay muchas clases de dioses. Para muchos es sólo la materia; para otros las leyes y la utilidad. Hay quienes adoran al sol. Para todos ellos su dios está lejano, en cuanto que no puede haber una relación de unión interior.

Dios mismo nos ha revelado algo sublime sobre su íntima esencia: que, siendo un solo Dios, son tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Por lo menos podemos llegar a entender que Dios es tan grande y sublime que nuestra inteligencia no puede comprender lo que es Dios.

Y lo que sabemos es porque Él nos lo ha revelado.

San Agustín, una de las mayores inteligencias humanas, pensaba que podría entender el misterio.

Cuenta la historia que un día, paseando por la playa, encontró un niño que pretendía meter todo el agua del mar en un agujero que había hecho en la arena. San Agustín le dijo que eso era imposible. Y el niño le respondió que más difícil era descifrar el misterio de la Santísima Trinidad. Y desapareció.

Además de admitir lo que nos dice Dios, nos ha dado razones para que podamos entrever un poco el por qué de este misterio:

Lo mismo que una persona, al crecer en edad, desea crecer en conocimientos, así Dios, a través de la historia, nos iba revelando algo más de su ser interno.

Los israelitas tenían un gran peligro de adorar a dioses falsos, hechos “por la mano humana”, ya que estaban rodeados por pueblos que adoraban a personas o animales hechos por ellos mismos.

Y así lo hicieron cuando les faltó Moisés, el único que se relacionaba con Dios.

Por eso en el Ant. Testamento interesaba recalcar que Dios es Único y está por encima de los humanos.

Pero al mismo tiempo que se revelaba como sublime y todopoderoso, también viene a hablar a los humanos por medio de personas escogidas, como eran los profetas.

Dios va mostrando sus entrañas de misericordia salvando al pueblo que ha escogido con amor.

Hoy la 1ª lectura nos dice que Moisés le pidió a Dios poder contemplar algo de su gloria (o de su ser). Entonces pasó Dios enseñándole que “Dios es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad”. Por eso Moisés le pidió perdón por los pecados del pueblo.

Dios no sólo es capaz de hablar con los humanos, permaneciendo a distancia, hablándonos desde las alturas.

Dios mismo se hace hombre

y habita entre nosotros

El evangelio nos habla de este amor: Jn 3,16.18

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

especial-mente por medio de los milagros.

Jesús hablaba de su Padre celestial, como de Alguien diferente, con quien hablaba y siempre cumplía su voluntad. Pero formaban una plena unidad.

También hablaba del Espíritu Santo, como Alguien a quien iba a enviar.

Pero ese Alguien iba a realizar obras que sólo Dios puede realizar, como así fue, de una manera especial, el día de Pentecostés.

Y lo más importante que Jesús nos revela sobre la esencia de Dios es que

Y ahora viene el misterio de la Santísima Trinidad:

Si Dios es amor, no se puede concebir a Dios como un ser solitario, sin compañía. El amor esencialmente supone uno que ama y otro que es amado.

Aunque no entendamos el cómo, vemos en Dios a una persona que ama a otra persona. Y lo hace con un amor tan grande, infinito, que ese amor es una tercera persona.

Es un misterio para adorar, pero sobre todo para amar. Como lo sentían los santos.

Hemos sido hechos “a imagen y semejanza de Dios”. Imperfectos, pero perfeccionables.

Por lo tanto, cuanto más vayamos progresando en el verdadero amor, seremos más perfectos y mucho más felices.

Pidamos hoy que apreciemos y sintamos más ese amor infinito que une a la Santísima Trinidad, y que tiene su morada dentro de cada uno de nosotros.

Mientras estamos en esta vida, nuestra percep-ción del amor de Dios es sobre todo a través de Jesús, Dios hecho hombre, que murió en la cruz por nosotros, y resucitó para la gloria.

Pero cuando se termine esta vida y estemos en la Iglesia eterna del cielo, esa Iglesia será trinitaria, donde Dios-Amor, la Trinidad, será el centro y fin de nuestros anhelos y felicidad.

Y bendecimos al Espíritu Santo, que vive en nuestro corazón

y nos da el aliento de vivir en la paz y en la alegría cristiana.

porque su amor no tiene fin.

Automático

del uno al otro confín.

Grande es Dios en la creación del universo;

en las estrellas y el sol del firmamento.

Santo es Dios santificador de lo creado;

Santo el Espíritu de Dios

Alabemos al Señor, porque su amor no tiene fin.

Alabemos al Señor

del uno al otro confín.

AMÉN