La santificación

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  • 1. LA SANTIFICACINQu es? Procurar paz y consuelo a aquellos que, aunque verdaderamente convertidos, no han echadomano de un Cristo completo, y que, en consecuencia, no gozan de la libertad del Evangelio, es elobjeto que nos proponemos al considerar el importante y profundamente interesante tema de lasantificacin. Creemos que un nmero importante de aquellos de quienes buscamos la prosperidadespiritual, sufren considerablemente a razn de ideas defectuosas o errneas sobre estacuestin vital. En algunos casos, la doctrina de la santificacin es tan enteramente malcomprendida que la verdad de la perfecta justificacin del creyente delante de Dios se veseriamente comprometida. Por ejemplo, a menudo hemos odo de algunas personas que hablan de la santificacin comode una obra progresiva, en virtud de la cual nuestra vieja naturaleza se tiene que ir mejorandogradualmente; y tambin hemos odo expresar el pensamiento de que hasta que este proceso noalcance su punto culminante es decir, hasta que la cada y corrupta naturaleza humana nohaya sido santificada por completo, no estamos en condiciones de entrar en el cielo. Ahora bien, por lo que respecta a esta creencia, slo diremos que la Escritura, al igual que laautntica experiencia de todos los creyentes, es enteramente contraria a la misma. La Palabrade Dios no nos dice ni una sola vez que el Espritu Santo tenga por objeto la mejora, ya deforma gradual, ya de cualquier otra forma, de nuestra vieja naturaleza, naturaleza que, al nacer,heredamos del cado Adn. El inspirado apstol declara expresamente que el hombre natural nopercibe las cosas que son del Espritu de Dios, porque para l son locura, y no las puedeentender, porque se han de discernir espiritualmente (1. Corintios 2:14). Este solo pasaje esclaro y concluyente sobre este punto. Si el hombre natural es incapaz de percibir y deconocer las cosas del Espritu de Dios, cmo este hombre natural podra ser santificado porel Espritu Santo? No es evidente que hablar de la santificacin de nuestra naturaleza es ir encontra de la directa enseanza de 1. Corintios 2:14? Podramos citar otros pasajes para demostrar que el objeto de las operaciones del Espritu,no es el de mejorar o santificar la carne, pero no es menester multiplicar las citas. Una cosaenteramente arruinada, jams puede ser santificada. Hagamos lo que queramos con ella, estarruinada; y el Espritu Santo, con toda seguridad, no descendi para santificar una ruina, sinopara conducir al pecador arruinado a Jess. En lugar de cualquier intento por santificar la carne,omos que el deseo de la carne es contra el Espritu y el del Espritu es contra la carne; y stosse oponen entre s, para que no hagis lo que quisiereis (Glatas 5:17). Podramos suponer alEspritu Santo haciendo la guerra contra aquello que debera estar gradualmente mejorando yperfeccionando? Por otra parte, no cesara el combate tan pronto como el proceso demejoramiento hubiese alcanzado su apogeo? Pero acaso vemos que el combate del creyentecese alguna vez entretanto est en el cuerpo?Esto nos conduce a la segunda objecin contra la errnea teora de la santificacin progresivade nuestra naturaleza, esto es, la que se deriva de la autntica experiencia de todos loscreyentes. Lector, es Ud. un verdadero creyente? Si es as, yo le preguntara si alguna vez haobtenido alguna mejora de su vieja naturaleza. Es ella una pizca mejor ahora que al comienzode su carrera cristiana? El creyente, por la gracia, s puede o debera subyugarla msplenamente; pero esta naturaleza no es de ningn modo mejorada. Si no la hace morir, ellaestar tan dispuesta como siempre a aflorar y a manifestarse en toda su vileza. La carne en uncreyente, no es nada mejor que la carne en un incrdulo. Perded de vista esta verdad, ydifcilmente podrais calcular las terribles consecuencias de ello. Si el creyente olvida que el yodebe ser juzgado, pronto aprender, mediante una amarga experiencia, que su vieja naturaleza

2. es tan malvada como siempre, y que siempre ser exactamente la misma hasta el fin. Es difcil concebir cmo aquel que es llevado a esperar una mejora gradual de su naturaleza,puede gozar de un instante de paz; pues si tan slo se considerase a s mismo a la luz de lasanta Palabra de Dios, no puede sino ver que su vieja naturaleza la carne es exactamente lamisma que cuando andaba en las tinieblas morales de su estado de inconversin. Es cierto quesu condicin y su carcter han sufrido un gran cambio a raz de la posesin de una nuevanaturaleza una naturaleza divina (2. Pedro 1:4) y a causa de la morada del Espritu Santoen l para hacer efectivos los deseos de aqulla. Pero no bien la vieja naturaleza acta,encuentra que es tan contraria a Dios como siempre.No dudamos de que la tristeza y el desaliento, de los que muchos cristianos se quejan, tienensu origen, en gran parte, en una concepcin errnea de este punto importante de la santificacin.Ellos buscan lo que jams podrn encontrar. Buscan un fundamento de paz en una naturalezasantificada, en vez de hacerlo en un sacrificio perfecto; en una obra progresiva de santificacin,en vez de buscarlo en una obra cumplida de expiacin. En su opinin, es presuntuoso creer quesus pecados son perdonados entretanto su vieja naturaleza no sea completamente santificada; yal ver que ese objetivo no es alcanzado, no tienen una positiva seguridad de perdn, y son, porconsecuencia, miserables. En una palabra, ellos buscan un fundamento totalmente diferente deaquel que el Seor dijo haber establecido, y, por consecuencia, no tienen absolutamente ningunacertidumbre. Lo nico que parece ofrecerles un rayo de consuelo, es el xito aparente de algnesfuerzo en su lucha por obtener una santidad personal. Si han tenido un da tranquilo, si sonfavorecidos por un tiempo de dulce comunin, si se hallan en una disposicin de calma y dedevocin, estn prestos a exclamar: No ser jams conmovido, porque t, Jehov, con tu favorme afirmaste como monte fuerte (Salmo 30). Pero, ay! estas cosas proveen un pobre fundamento para la paz del alma. Ellas no sonCristo; y hasta tanto no veamos que nuestra posicin delante de Dios es en Cristo, no tendremosuna paz asegurada. Sin duda, el alma que realmente ha echado mano de Cristo, aspira a lasantidad; pero si ha comprendido lo que Cristo es para ella, habr acabado con todopensamiento acerca de una naturaleza santificada. Ella ha hallado en Cristo su todo, y el deseoprimordial de su corazn, es crecer a Su semejanza. sta es la verdadera santificacin prctica.A menudo sucede que ciertas personas, al hablar de la santificacin, tienen pensamientosrectos acerca de ella, aun cuando no se expresen segn la enseanza de la Escritura. Y haymuchos tambin que ven un solo lado de la verdad referente al tema de la santificacin, pero noel otro; y aunque nos pese ofender a alguien por una palabra, es sin embargo siempre muyimportante, al hablar de cualquier punto de la verdad, y particularmente de un punto tan vitalcomo el de la santificacin, hablar conforme a la divina integridad de la Palabra. Procederemos,pues, a citar, para nuestros lectores, algunos de los principales pasajes del Nuevo Testamentoque desarrollan esta doctrina. Estos pasajes nos ensearn dos cosas, a saber:* Primero: Qu es la santificacin* Segundo: Cmo se efecta la santificacin1. Qu es la santificacinEl primer pasaje sobre el cual llamaremos vuestra atencin es 1. Corintios 1:30: Mas por l 3. estis vosotros en Cristo Jess, el cual nos ha sido hecho por Dios sabidura, justificacin,santificacin y redencin. Aqu aprendemos que Cristo nos ha sido hecho estas cuatro cosas.Dios nos ha dado en Cristo un cofrecito precioso, y cuando lo abrimos con la llave de la fe, laprimera joya que brilla ante nuestros ojos es la sabidura; la segunda, la justicia; la tercera, lasantificacin; y la cuarta, la redencin. Todas estas cosas las tenemos en Cristo. De la mismamanera que tenemos una, tenemos todas. Y cmo obtenemos todas estas cosas? Por la fe.Pero por qu el apstol menciona la redencin a lo ltimo? Porque ella comprende la liberacinfinal del cuerpo del creyente, del poder de la mortalidad, cuando la voz del arcngel y la trompetade Dios lo levantar de la tumba, o lo transformar, en un abrir y cerrar de ojos. Acaso esteacto ser progresivo? Claro que no. Tendr lugar en un abrir y cerrar de ojos. Ahora el cuerpose encuentra en un determinado estado, y en un momento estar en otro. En el brevsimo lapsode tiempo, expresado por el rpido movimiento del prpado, el cuerpo pasar de la corrupcin ala incorrupcin, de la deshonra a la gloria, de la debilidad a la fuerza. Qu cambio! Serinmediato, completo, eterno y divino.Pero qu tenemos que aprender del hecho de que la santificacin se halle agrupada con laredencin? Aprendemos que lo que la redencin ser para el cuerpo luego, la santificacin loes para el alma ahora. En una palabra, la santificacin, segn el sentido en el cual es empleadoaqu el trmino, es una obra inmediata, completa, eterna y divina. La una es ms progresiva quela otra. La una es tan inmediata como la otra. La una es tan completa e independiente delhombre como la otra. No hay duda de que cuando el cuerpo haya sufrido este glorioso cambio,habr alturas de gloria para recorrer, profundidades de gloria para penetrar y vastos campos degloria para explorar. Todas estas cosas nos ocuparn durante la eternidad. Pero la obra que noshar aptos para gozar de semejantes escenas ser cumplida en un momento. As es en cuanto ala santificacin: los resultados prcticos de la misma debern desarrollarse continuamente; peroel hecho mismo, tal como es mencionado en este pasaje, es llevado a cabo en un santiamn.Qu inmenso alivio sera para miles de almas fervorosas, que estn en la ansiedad y elcombate, si pudieran verdaderamente echar mano de Cristo como su santificacin! Cuntoscristianos se esfuerzan intilmente por lograr una santificacin propia! Ellos vinieron a Cristo parala justicia, despus de haber hecho muchos esfuerzos intiles para obtener una justicia propia. Yahora buscan la santificacin de una manera totalmente diferente. Han obtenido la justicia sinlas obras, y se imaginan que deben obtener la santificacin por las obras. Han obtenido lajusticia por la fe, y se imaginan que deben arribar a la santificacin por propios esfuerzos. Es ascomo pierden su paz. No ven que obtenemos la santificacin precisamente de la misma maneraque obtenemos la justicia, puesto que Cristo nos ha sido hecho tanto lo uno como lo otro. Acaso obtenemos a Cristo por nuestros esfuerzos? No, sino por la fe. Al que no obra, dicela Escritura (Romanos 4:5). Esto se aplica a todo lo que obtenemos en Cristo. No estamosautorizados por ningn concepto a distinguir de 1. Corintios 1:30 la santificacin, para ponerlasobre otra base totalmente diferente de todas las otras bendiciones que despliega este pasaje.No tenemos ni sabidura, ni justicia, ni santificacin, ni redencin en nosotros mismos; nipodramos procurarlas por mucho que podamos hacer; pero Dios ha hecho que Cristo sea todoesto para nosotros. Al darnos a Cristo, nos ha dado todo lo que est en Cristo. La plenitud deCristo es para nosotros, y Cristo es la plenitud de Dios. Adems, en Hechos 26:18 se habla de los gentiles convertidos para que reciban remisinremisin de pecados, y herencia entre los que son santificados mediante la fe (V.M.). Aqu, la fees el instrumento por el cual se dice que somos santificados, porque ella nos pone en relacincon Cristo. Tan pronto como el pecador cree en el Seor Jess, queda ligado a l. Es hecho unocon Cristo, completo en l y acepto en l. sta es la verdadera santificacin y la verdaderajustificacin. No es un proceso; no es una obra gradual ni progresiva. La Palabra es muyexplcita. Ella dice: Los que son santificados mediante la fe en m. No dice los que sernsantificados ni los que estn siendo santificados. Si tal fuese la doctrina, la Palabra loexpresara de esa forma. 4. Sin duda, el creyente crece en el conocimiento de esta santificacin, en la conciencia de supoder y de su valor, de su influencia y de sus resultados prcticos; y la experimenta y la gozacada vez ms. A medida que la verdad esparce su divina luz en su alma, entra msprofundamente en la inteligencia de estas palabras: ser santificado, es decir, ser puestoaparte para Cristo, en medio de este mundo malo. Todo esto es verdadero, hermosamenteverdadero; pero cuanto ms vemos la verdad, ms claramente comprendemos que lasantificacin no es propiamente una obra progresiva, cumplida en nosotros por el Espritu Santo;sino que es el resultado de nuestra unin con Cristo por la fe; unin en virtud de la cual venimosa ser participantes de todo lo que l es. Es una obra inmediata, completa y eterna. Yo s quecuanto hace Dios es lo que para siempre ser; nada se le puede aadir, ni nada se le puedequitar (Eclesiasts 3:14; V.M.). Ya sea que justifique o que santifique, para siempre ser. Unsello de eternidad es puesto a cada una de las obras de Sus manos. Nada se le puede aadir,y, bendito sea su Nombre, nada se le puede quitar. Hay pasajes que presentan el tema bajo otro aspecto, y que requiere tambin serconsiderado con ms detalle. Me refiero al resultado prctico en el creyente de su santificacinen Cristo. En 1. Tesalonicenses 5:23, el apstol ora as por los santos a quienes se dirige: Y elmismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espritu, alma y cuerpo, seaguardado irreprensible para la venida de nuestro Seor Jesucristo. Aqu la palabra se aplica auna santificacin que admite grados. Los tesalonicenses, al igual que todos los creyentes, tenanuna perfecta santificacin en Cristo; mas en cuanto a su gozo y a su manifestacin prctica, ellano estaba cumplida sino en parte, y el apstol ora para que ellos sean santificados por completo. En este pasaje, es digno de notar que no se dice nada de la carne. Nuestra naturaleza caday corrupta es siempre tratada como una cosa arruinada para siempre. Ella ha sido pesada en labalanza y hallada ligera. Ha sido medida por la regla divina y no ha alcanzado la medida. Se leaplic una plomada perfecta, y fue hallada torcida. Dios la hizo a un lado. Su fin ha llegadodelante de l (Gnesis 6:3; V.M.). La conden y le dio muerte (Romanos 8:3). Nuestro viejohombre ha sido crucificado, muerto y sepultado (Romanos 6:8). Presentar las pruebas llevara unvolumen. Iramos a imaginar, pues, un instante que Dios el Espritu Santo haya descendido delcielo con el objeto de exhumar una naturaleza condenada, crucificada y sepultada, a fin desantificarla? Basta mencionar tal idea para que sea abandonada para siempre por todo hombreque se someta a la autoridad de la Escritura. Cuanto ms atentamente estudiemos la Ley, losProfetas, los Salmos y el Nuevo Testamento, tanto ms claramente veremos que la carne esenteramente incorregible. Ella es absolutamente inservible. El Espritu Santo no la santifica, sinoque da al creyente el poder para mortificarla. Se nos habla de despojar el viejo hombre(Colosenses 3:9). Este precepto jams nos habra sido dado, si el Espritu Santo hubiese tenidopor objeto santificar este viejo hombre.Esperamos que nadie nos imputar el menor deseo de rebajar el nivel de la santidadpersonal, ni de debilitar las santas aspiraciones del alma al progreso en esa pureza que todocristiano debiera desear ardientemente. Que Dios no lo permita! Si hay algo que tenemos sobretodo en el corazn, es el deseo de promover, tanto en nosotros como en nuestros hermanos, esaplena pureza personal, ese tono elevado de santidad prctica, esa entera separacin de coraznrespecto de todo mal moral bajo toda forma posible. Por eso suspiramos, por eso oramos y eneso deseamos crecer da a da. Pero, al mismo tiempo, estamos plenamente convencidos de que una verdadera santidadprctica, jams puede estar fundada sobre una base legal, y de ah que insistamos en llamar laatencin de nuestros lectores respecto de 1. Corintios 1:30. Es de temer que muchos que, enalguna medida, han abandonado el terreno legal en lo que concierne a la justicia, se quedenatrs todava en lo que concierne a la santificacin. Creemos que sta es la trampa y el errorde miles de cristianos, y es nuestro ardiente deseo verlo corregido. El pasaje que tenemos antenosotros, si slo fuese recibido en el corazn por la fe, corregira totalmente este grave engao. Todos los cristianos inteligentes estn de acuerdo en cuanto a la verdad fundamental de la 5. justicia sin las obras. Todos admiten plena y perfectamente que no podemos, mediante ningnesfuerzo, lograr una justicia propia delante de Dios; pero no todos ven tan claramente que, en laPalabra, la justificacin y la santificacin se hallan precisamente sobre el mismo fundamento. Nopodemos operar ms nuestra santificacin de lo que podemos operar nuestra justificacin. Spodemos intentar hacerlo, pero veremos tarde o temprano que nuestros esfuerzos soncompletamente vanos. Podemos hacer votos, tomar resoluciones, trabajar y combatir; podemosacariciar la esperanza de que maana seremos mejor que hoy; pero, al fin de cuentas, seremosconstreidos a ver, a sentir y a reconocer que, en el asunto de la santificacin, somos tancompletamente dbiles (Romanos 5:6) como lo demostramos ser en el asunto de lajustificacin.Oh, qu precioso alivio para el alma sufriente que, tras buscar la satisfaccin o el reposo a lolargo del camino de la santidad personal, descubre, tras aos de luchas intiles, que eso mismotras lo cual suspira, se halla guardado y a su disposicin en Cristo, a saber, una santificacincompleta que ha de gozarse por la fe! Tal cristiano puede haber luchado con sus hbitos, consus malos deseos, con su carcter, con sus pasiones; puede haber estado haciendo los mslaboriosos esfuerzos por para subyugar la carne y para crecer en santidad interior, pero, ay, hafracasado![1] l descubre, con profundo dolor, que no es santo, y sin embargo lee que sinsantidad nadie ver al Seor (Hebreos 12). No, obsrvese bien, sin una cierta medida, o ciertogrado alcanzado de santidad, sino sin la santidad misma, la que todo cristiano posee desde elmomento que cree, ya sea que lo sepa o no. En la palabra salvacin est tan bien comprendidala perfecta santificacin, como la sabidura, la justicia y la redencin. l no ha obtenido a Cristopor sus esfuerzos, sino por la fe; y cuando ech mano de Cristo, recibi todo lo que est enCristo.As pues, mirando a Cristo, permaneciendo en l, por la fe, l encuentra el poder paraobtener la victoria sobre sus concupiscencias, sus pasiones, su carcter, sus hbitos, suscircunstancias y las influencias que le rodean. Es menester que mire a Jess para todo. l no esms capaz de someter una sola concupiscencia, que de borrar todo el catlogo de sus pecadoso de producir una perfecta justicia o de resucitar un muerto. Cristo es todo y en todos. Lasalvacin es una cadena de oro que se extiende de eternidad a eternidad, y cada eslabn deesta cadena, es Cristo. Es Cristo desde el comienzo hasta el fin.Todo esto es simple para la fe. La posicin del creyente est en Cristo, y si l est en Cristopara una cosa, lo est para todas. Yo no estoy en Cristo para la justicia, y fuera de Cristo para lasantificacin. Si soy deudor a Cristo para la justicia, lo soy igualmente para la santificacin. Nosoy deudor al legalismo, ni para lo uno ni para lo otro. Tengo lo uno y lo otro por gracia, pormedio de la fe, y todo eso en Cristo. S, todo absolutamente todo en Cristo. Desde elmomento que el pecador viene a Cristo, y cree en l, es sacado completamente del viejo terrenode la naturaleza; pierde su vieja posicin legal con todas sus pertenencias, y es consideradocomo en Cristo. Ya no est ms en la carne, sino en el Espritu (Romanos 8:9). Dios no le vems que en Cristo y como a Cristo. Viene a ser uno con Cristo para siempre. Como l es, assomos nosotros en este mundo (1. Juan 4). He aqu la posicin absoluta, asegurada y eternadel ms dbil niito en la familia de Dios. No hay sino una sola y misma posicin para todo hijode Dios, para todo miembro de Cristo. Su conocimiento, su experiencia, su fuerza, sus dones, suinteligencia pueden variar, pero su posicin es una. Todo lo que poseen de justicia o desantificacin, ellos lo deben a lo que son en Cristo; por consiguiente, si no tienen unasantificacin perfecta, tampoco tienen una justicia perfecta. Pero 1. Corintios 1:30 nos enseapositivamente que Cristo ha sido hecho lo uno y lo otro a todos los creyentes. No dice quetenemos la justicia y una medida de santificacin. Tendramos, en tal caso, tanta autoridadbblica para poner la palabra medida delante de justicia como delante de santificacin. ElEspritu de Dios no la ha puesto delante de una ni de otra. Ambas son perfectas, y son nuestrasen Cristo. Dios jams hace algo a medias. No hay tal cosa como una semijustificacin; no, noexiste nada parecido; tampoco hay nada semejante a una semisantificacin. La idea de unmiembro de la familia de Dios, o del Cuerpo de Cristo, que fuese completamente justificado, perosolo santificado a medias, es a la vez contraria a la Escritura, y extremadamente ofensiva a 6. todos los sentimientos de la naturaleza divina.Es bastante probable que los conceptos errneos que generalmente se tienen acerca de lasantificacin, se deban, en gran parte, al hbito de confundir dos cosas que son esencialmentediferentes, a saber: la posicin y la marcha del creyente o, como a veces se dice, posicin ycondicin. La posicin del creyente es perfecta, eterna, inmutable, divina, por cuanto es el donde Dios en Cristo. Su andar es imperfecto, vacilante y caracterizado por la debilidad personal. Suposicin es absoluta e inalterable. Su condicin prctica puede presentar diversasimperfecciones, entretanto est en su cuerpo, y rodeado de diversas influencias contrarias queafectan diariamente su condicin moral. Si, pues, su posicin es medida por su marcha, suposicin por su condicin, lo que es a los ojos de Dios por lo que es a los ojos de los hombres, elresultado ser necesariamente falso. Si yo razono segn lo que soy en m mismo, en lugar derazonar segn lo que soy en Cristo, deber necesariamente llegar a una falsa conclusin. Deberamos prestar mucha atencin a esto. Somos muy propensos a razonar partiendo denosotros mismos hacia Dios, cuando debera ser al revs: tomando a Dios como punto departida para recibir de l nuestros argumentos. Deberamos recordar estas palabras del Seor:Como son ms altos los cielos que la tierra, as son mis caminos ms altos que vuestroscaminos, y mis pensamientos ms que vuestros pensamientos (Isaas 55:9). Dios no puede pensar en su pueblo, hablar de su pueblo ni actuar hacia los suyos sino slosegn lo que ellos son en Cristo. l les ha dado esta posicin. Ha hecho de ellos lo que son.Hechura suya somos. Por eso, hablar de los suyos como justificados a medias, sera arrojardeshonra sobre Dios; y hablar de los suyos como santificados a medias, sera exactamente lomismo.Este curso de pensamientos nos conduce a otra importantsima prueba derivada de lasautoritativas y concluyentes pginas de la inspiracin: se trata de 1. Corintios 6:11. En losversculos precedentes, el apstol pint un horroroso cuadro de la humanidad cada, y les dijoabiertamente a los santos de Corinto que ellos haban sido parecidos a este retrato. Y esto eraisalgunos. He ah un trato franco. No haba palabras lisonjeras; ello no era recubrir la pared conlodo suelto; no se ve ningn intento por ocultar una parte de la verdad en cuanto a la entera eirreparable ruina de la naturaleza humana. Y esto erais algunos; mas ya habis sido lavados, yahabis sido santificados, ya habis sido justificados en el nombre del Seor Jess, y por elEspritu de nuestro Dios.Qu notable contraste entre los dos lados del mas del apstol! Por un lado, todos tenemosla degradacin del estado moral del hombre, y, por el otro, la perfeccin absoluta de la posicindel creyente delante de Dios. En verdad se trata de un maravilloso contraste; y recurdese queel alma pasa en un santiamn de un lado de este mas al otro. Y esto erais algunos; mas yahabis sido ahora una cosa totalmente diferente. Tan pronto como ellos recibieron el evangeliode Pablo, fueron lavados, santificados y justificados. Fueron hechos aptos para el cielo, y si nolo hubiesen sido, ello habra sido una tacha sobre la obra divina.Est todo limpio, dijiste t Seor;Alguna sospecha abrigar el corazn?Palabra fiel la tuya, de seguro es,Y una obra cumplida, no menos tambin. 7. Esto es divinamente cierto. El creyente menos experimentado est todo limpio, no como unacosa que ha logrado, sino como un resultado necesario de estar en Cristo. Estamos en elverdadero (1. Juan 5). Alguno podra estar en Cristo, y al mismo tiempo no estar sinosantificado a medias? Seguramente que no. El cristiano fiel crecer, sin duda, en el conocimientoy la experiencia de lo que es realmente la santificacin. Conocer siempre mejor su poderprctico, el efecto moral sobre sus hbitos, sus pensamientos, sus sentimientos, sus afectos ysus asociaciones; en una palabra, comprender y desplegar la poderosa influencia de lasantificacin divina sobre toda su marcha, su conducta y su carcter. Pero, junto con esto, l fuetan plenamente santificado a los ojos de Dios desde el momento que qued unido a Cristo por lafe, como lo ser cuando haya de exponerse a los rayos de la presencia divina, y reflejar estagloria que emana del trono de Dios y del Cordero. l est en Cristo ahora, y estar en Cristodespus. Su esfera y sus circunstancias sern diferentes. Sus pies se posarn sobre las callesde oro puro del santuario celestial, en lugar de estar sobre las ridas arenas del desierto. Estaren un cuerpo de gloria en vez de estar en un cuerpo de humillacin; pero en cuanto a suposicin, a su aceptacin, a su plenitud en Cristo, a su justificacin y a su santificacin, todo hasido perfectamente cumplido y determinado desde el momento que crey en el Nombre delunignito Hijo de Dios; tan firmemente determinado como siempre, por cuanto es Dios quien lohizo, y como Dios poda hacerlo. Todo esto es lo que parece desprenderse de formaincontestable y necesaria de 1. Corintios 6:11. Es de suprema importancia comprender claramente la diferencia que existe entre una verdady su aplicacin prctica o su resultado. Esta distincin es continuamente mantenida en la Palabrade Dios. Ya habis sido santificados. He aqu la verdad absoluta, en cuanto al creyente,considerado en Cristo; mientras que la aplicacin prctica de esta verdad en el creyente, y susresultados en el creyente, la encontramos en pasajes tales como stos: Cristo am a la iglesia,y se entreg a s mismo por ella, para santificarla, habindola purificado en el lavamiento delagua por la palabra (Efesios 5:25-26). Y el mismo Dios de paz os santifique por completo (1.Tesalonicenses 5:23).2. Cmo se efecta la santificacinPero cmo tiene lugar esta aplicacin, y cmo se obtiene este resultado? Por el EsprituSanto, por medio de la Palabra escrita. Por eso se dice: Santifcalos en tu verdad; tu palabra esverdad (Juan 17:17). Y tambin: Dios os ha escogido desde el principio para salvacin,mediante la santificacin por el Espritu y la fe en la verdad (2. Tesalonicenses 2:13). Asimismoen Pedro: Elegidos segn la presciencia de Dios Padre en santificacin del Espritu ( 1. Pedro1:2). El Espritu Santo lleva a cabo la santificacin prctica del creyente sobre la base de la obracumplida de Cristo, y el modo en que lo hace es aplicando al corazn y a la conciencia la verdadtal como es en Jess. l desarrolla la verdad en cuanto a nuestra posicin perfecta delante deDios en Cristo; y, dando energa al nuevo hombre en nosotros, nos hace capaces de rechazartodo lo que sera incompatible con esta posicin perfecta. Un hombre que ha sido lavado,santificado y justificado, no debera entregarse ms a nada que sea contrario a la santidad, nidebera dar ms rienda suelta a su temperamento, a sus pasiones y a sus concupiscencias. les separado para Dios, y debera limpiarse de toda contaminacin de carne y de espritu (2.Corintios 7:1). Posee el santo y feliz privilegio de aspirar a la santidad personal ms elevada. Sucorazn y sus hbitos debieran ser trados y mantenidos bajo el poder de esta gran verdad, asaber: que l ya ha sido lavado, santificado y justificado. sta es la verdadera santificacin prctica. No es una tentativa de mejorar nuestra viejanaturaleza. No es un vano esfuerzo por reconstruir una ruina irreparable. No; es simplemente el 8. Espritu Santo que, mediante la poderosa aplicacin de la verdad, hace al nuevo hombrecapaz de vivir, de moverse y de tener su existencia en esa esfera a la cual pertenece. Aqu,indudablemente, habr progreso. Tendr lugar un crecimiento en el poder moral de esta preciosaverdad, un crecimiento en capacidad espiritual para someter y tener en sujecin todo lo atinentea la naturaleza, un creciente poder de separacin del mal que nos rodea, una creciente aptitudpara ese cielo al cual pertenecemos, y hacia el cual marchamos, una creciente capacidad degozarnos en sus santos ejercicios. Todo esto tendr lugar mediante el misericordioso ministeriodel Espritu Santo, quien se sirve de la Palabra de Dios para desplegar ante nuestras almas laverdad, en cuanto a nuestra posicin en Cristo, y a la marcha que condice con esa posicin.Pero comprndase bien que la obra del Espritu Santo en la santificacin prctica, da a da,reposa sobre el hecho de que los creyentes son santificados mediante la ofrenda del cuerpo deJesucristo hecha una vez para siempre (Hebreos 10:10). El Espritu Santo tiene por objetoconducirnos al conocimiento, la experiencia y la manifestacin prctica de lo que era verdad denosotros en Cristo desde el mismo momento que cremos. En esta obra hay progreso; pero encuanto a nuestra posicin en Cristo, ella es eternamente cumplida.Santifcalos en tu verdad; tu palabra es verdad (Juan 17:17). Y tambin: Y el mismo Dios depaz os santifique por completo (1. Tesalonicenses 5:23). En estos pasajes, tenemos el granlado prctico de la cuestin. Aqu vemos presentada la santificacin, no meramente como algoque es absoluta y eternamente verdadero de nosotros en Cristo, sino tambin como algo que secumple en nosotros, da a da, hora tras hora, por el Espritu Santo, mediante la Palabra.Considerado desde este punto de vista, la santificacin es, obviamente, algo progresivo. Yodebera estar ms avanzado en santidad personal el prximo ao que el presente. Debera, porla gracia, progresar cada da en santidad prctica. Pero permitidme pregutaros qu esesto? Qu es esto sino el cumplimiento, en m, de lo que fue verdadero de m, en Cristo, desdeel momento que cre? La base sobre la cual el Espritu Santo cumpli la obra subjetiva en elcreyente, es la verdad objetiva de la perfeccin eterna de ste en Cristo. Asimismo leemos: Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie ver al Seor(Hebreos 12:14). Aqu la santificacin nos es presentada como algo que hay que seguir, algoque hay que alcanzar con activo empeo, algo que todo verdadero creyente suspirar porcultivar. Que el Seor nos introduzca en el poder de estas verdades! Quiera l que no permanezcanalojadas en la regin de nuestro intelecto como doctrinas y dogmas, sino que entren ypermanezcan en el corazn, como realidades influyentes, poderosas y sagradas! Dios quieraque conozcamos el poder santificante de la verdad (Juan 17:17); el poder santificante de la fe(Hechos 26:18); el poder santificante del Nombre de Jess (1. Corintios 1:30; 6:11); el podersantificante del Espritu Santo (1. Pedro 1:2); la gracia santificante del Padre (Judas 1)! Y ahora, a Dios el Padre, al Hijo y al Espritu Santo, sean gloria y majestad, imperio ypotencia, ahora y por todos los siglos. Amn!C. H. M.