La sabiduría en la obra de Juan Luis...

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Crónicas la ordenación operativa. Como corolario, por el hecho de ser la simplicitas la perfección on- tológica de la persona (perfecta armonía de todas sus perfecciones) y ser inseparable de la participación en el Verbo, se sigue que la plenitud de la vida cristiana es vista por San Ber- nardo como la verdadera y única perfección humana. Este es, en nuestra opinión, el resultado de este trabajo: el hombre ha sido creado se- gún un modelo al que debe adherir voluntariamente, y en el que encontrará su plenitud y fe- licidad. La verdad total del hombre, la ha ya dicho Dios en el Verbo; la verdad cumplida del hombre fue precisada cuando quiso la Encamación del Verbo. Al hombre queda, en el tiem- po que Dios pone a su disposición, pronunciar su propia verdad en su propia historia, dejan- do actuar al Verbo en su alma, y cooperando con su personal voluntad. Con esto llegará a ser semejante y, por lo tanto, simple. Como Dios. Manuel J. DE ELÍA Amenabar 1950 1425 Buenos Aires Argentina [email protected] La sabiduría en la obra de Juan Luis Vives* Comencé a estudiar al filósofo humanista Juan Luis Vives (11540) hace más de diez años, con motivo del trabajo de investigación de la tesis de licenciatura en esta Facultad. Aquel trabajo sobre la filosofía humanista del valenciano, fue una primera aproximación al pensador, a su obra y a los estudios que se habían realizado hasta entonces. Ya en ese primer momento pude comprobar el interés del pensamiento de Vives, estrechamente unido a su vida y a las vicisitudes de su época, sin duda apasionante, que dejaba descubrir una preocu- pación fundamental por lo más profundo del ser humano, por su ser esencial, por las grandes posibilidades de su desarrollo personal y por su destino eterno. Este planteamiento radical, referido a la misma naturaleza humana, a lo que tiene de permanente, aunque expresado en un contexto histórico concreto y como respuesta precisamente a los acontecimientos vitales de los que Vives fue testigo, le confería una gran actualidad en nuestros días, más si cabe por la necesaria referencia a lo humano frente a la deshumanización de nuestra época. Adentrado en el complejo mundo de la filosofía del Renacimiento, por la difícil se- paración entre unas ciencias y otras, y por la aversión de los humanistas a cualquier sistemá- * Texto leído por el autor en el acto de pública defensa de su tesis doctoral en la Facultad Eclesiás- tica de Filosofía de la Universidad de Navarra, el 28 de junio de 2000, ante el tribunal constituido por: Dr. Modesto Santos (presidente); Dr. Juan Luis Lorda, Dr. José Ángel García Cuadrado y Dr. Enrique Moros (vocales); y Dr. Sergio Sánchez-Migallón (secretario). La tesis había sido dirigida por el Dr. Juan Luis Lorda. 504 AHIg 10 (2001)

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la ordenación operativa. Como corolario, por el hecho de ser la simplicitas la perfección on-tológica de la persona (perfecta armonía de todas sus perfecciones) y ser inseparable de la participación en el Verbo, se sigue que la plenitud de la vida cristiana es vista por San Ber­nardo como la verdadera y única perfección humana.

Este es, en nuestra opinión, el resultado de este trabajo: el hombre ha sido creado se­gún un modelo al que debe adherir voluntariamente, y en el que encontrará su plenitud y fe­licidad. La verdad total del hombre, la ha ya dicho Dios en el Verbo; la verdad cumplida del hombre fue precisada cuando quiso la Encamación del Verbo. Al hombre queda, en el tiem­po que Dios pone a su disposición, pronunciar su propia verdad en su propia historia, dejan­do actuar al Verbo en su alma, y cooperando con su personal voluntad. Con esto llegará a ser semejante y, por lo tanto, simple. Como Dios.

Manuel J. DE ELÍA

Amenabar 1950 1425 Buenos Aires

Argentina [email protected]

La sabiduría en la obra de Juan Luis Vives*

Comencé a estudiar al filósofo humanista Juan Luis Vives (11540) hace más de diez años, con motivo del trabajo de investigación de la tesis de licenciatura en esta Facultad. Aquel trabajo sobre la filosofía humanista del valenciano, fue una primera aproximación al pensador, a su obra y a los estudios que se habían realizado hasta entonces. Ya en ese primer momento pude comprobar el interés del pensamiento de Vives, estrechamente unido a su vida y a las vicisitudes de su época, sin duda apasionante, que dejaba descubrir una preocu­pación fundamental por lo más profundo del ser humano, por su ser esencial, por las grandes posibilidades de su desarrollo personal y por su destino eterno. Este planteamiento radical, referido a la misma naturaleza humana, a lo que tiene de permanente, aunque expresado en un contexto histórico concreto y como respuesta precisamente a los acontecimientos vitales de los que Vives fue testigo, le confería una gran actualidad en nuestros días, más si cabe por la necesaria referencia a lo humano frente a la deshumanización de nuestra época.

Adentrado en el complejo mundo de la filosofía del Renacimiento, por la difícil se­paración entre unas ciencias y otras, y por la aversión de los humanistas a cualquier sistemá-

* Texto leído por el autor en el acto de pública defensa de su tesis doctoral en la Facultad Eclesiás­tica de Filosofía de la Universidad de Navarra, el 28 de junio de 2000, ante el tribunal constituido por: Dr. Modesto Santos (presidente); Dr. Juan Luis Lorda, Dr. José Ángel García Cuadrado y Dr. Enrique Moros (vocales); y Dr. Sergio Sánchez-Migallón (secretario). La tesis había sido dirigida por el Dr. Juan Luis Lorda.

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tica que sonara escolástica, gracias a la guía del Dr. Modesto Santos, director de aquella me­moria de licenciatura, pude confirmar que Vives es el autor que desarrolló con más amplitud la filosofía dentro del grupo de humanistas centroeuropeos entre los que destacan Erasmo de Rotterdam, Tomás Moro, Guillermo Budé y el propio Vives, que acentuó más los aspectos éticos que los formalistas y estéticos propios del humanismo italiano. En aquel primer traba­jo se apuntaron temas que sugerían campos de investigación apasionantes, pero que desbor­daban los límites de la tesis de licenciatura.

Ese estudio inicial fue el punto de partida para una mayor profundización en la vida y obra del valenciano. La coincidencia de la celebración, en 1992, del quinto centenario de su nacimiento, motivó un trato y cambio de impresiones muy enriquecedor con los principa­les investigadores en la obra de Vives. Quisiera recordar con agradecimiento al profesor Io-zef Ijsewinj, de la Universidad de Lovaina, fallecido hace pocos meses, y a los profesores Gilbert Tournoy, de esa misma Universidad, Constaant Matheeussen, de Bruselas, Valerio del Ñero, de Florencia, Charles Fantazzi, de Windsor, Edward George, de Texas, Crombie, de Oxford, Norefla, de Santa Cruz de California, y Noboru Kinoshita, de Nagoya, por sus in­teresantes sugerencias y comentarios, y por su permanente disponibiüdad.

La riqueza del polígrafo humanista, como le describía su amigo Francisco Cranevelt por la diversidad y amplitud de los temas que trató, se ha visto reflejada en la pluralidad de ciencias y de enfoques desde los que ha sido estudiado. Como seftala el primer capítulo de la memoria doctoral que ahora presento, los estudios vivistas a lo largo de este último siglo han sido abun­dantes desde la pedagogía y teoría de la educación, la psicología, filosofía, teoría del derecho y teoría política y social; otros se han centrado en sus escritos más directamente religiosos y, por supuesto, en su tarea como filólogo latino. Abundantes están siendo también, de modo especial en los últimos años, las publicaciones que aparecen desde la crítica bibliográfica y la investiga­ción histórica, esencial para comprender con hondura y en sus justos términos el pensamiento del humanista. Por mi parte, esta mayor profundización en la obra de Vives ha ido cuajando en varias publicaciones, que culminaron con la tesis doctoral en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra, titulada El pensamiento filosófico de Juan Luis Vives.

Fruto de este último estudio me he confirmado en la impresión de que, bajo la rica diversidad de facetas en los estudios sobre su vida y su obra —obligadamente parciales, a menudo poco enlazadas entre sí, cuando no contrapuestas, que daban a su pensamiento un carácter difuso y aparentemente superficial—, existe una fisonomía común en la obra del valenciano, una clave que podría sintetizar su pensamiento. El Profesor Antonio Fontán, al que agradezco la atención que me ha prestado a lo largo de estos años, ofreció unas coorde­nadas que han sido claves para este trabajo. En primer lugar, al señalar la voluntad de Vives de mantenerse siempre fiel al «proyecto vital que se había trazado como vocación y como destino: trabajar al servicio de los hombres, tratando de enseñarles una sabiduría que les guiara en la vida personal y colectiva» 1 , como señalaba en su trabajo «Juan Luis Vives, un español fuera de España», y también que «las ideas motrices de su obra son que la virtud es enseñable y que la verdadera cultura sólo es la que conduce a la virtud como meta» 2 . Esto fi-

1. A. FONTÁN, Juan Luis Vives, un español fuera de España, en «Revista de Occidente» 145 (1975) 42. 2. Ibidem.

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j aba la intención últ ima de la vida y obra del valenciano en ese binomio —sabiduría y vir­tud—, con referencia, además, a aquella constante del Renacimiento que era lograr un ideal de vida, un modelo, que recogiera y aunara todas sus expectativas y esperanzas. En segundo lugar, al indicar el Dr. Fontán una breve obra de Vives —su Introducción a la Sabiduría (1524)— como emblemática para el humanista, aquella que recogía el sentido más hondo del humanismo que el filósofo supo dar a su pensamiento. La sabiduría se presentaba así como un concepto que podía ser clave en la obra de Vives.

Como observa la introducción de esta memoria doctoral, el empeño renacentista por presentar el modelo de mujer y de hombre al que hay que aspirar, como plenitud de la máxi­ma perfección que es posible alcanzar, no es algo ajeno a nuestro tiempo. El profesor Juan Luis Lorda, que ha dirigido esta tesis, ha señalado que a veces nuestra civilización duda de que haya un modo de vivir digno del hombre que se pueda mostrar como modelo, y por eso se ve incapaz de educar, de mostrar a los más jóvenes lo que deben hacer con su vida, pero reconoce de hecho que existen acciones bellas y nobles, y acciones feas e innobles, que con­firman la existencia de la dignidad humana y de un ideal de vida lograda 3.

Cuando la dignidad de la persona humana parece perderse en la complejidad de la sociedad actual, no es un mero ejercicio de erudición histórica volver la mirada hacia aque­llos que, como Juan Luis Vives, intentaron señalar el ideal de lo humano y mostrar el cami­no para lograrlo, y que encamaron el más pleno sentido del Humanismo en un momento crucial: el umbral de la Edad Moderna, tan coincidente en muchos aspectos con este umbral del Tercer Milenio. Con palabras del profesor Alejandro Llano, maestro desde mis primeros pasos en la Universidad de Valencia, «el centro de gravedad del entramado social debe ga­nar hondura, no dejarse capturar del todo por la maquinaria tecnoestructural y acercarse a las personas humanas que son los sujetos básicos de la vida civil» 4 , esta aproximación a lo hu­mano facilitará la obtención de la nueva savia ética, modelo de conducta, que necesita nues­tra sociedad. Gusta, por esto, recordar cómo el Romano Pontífice viene señalando, desde el inicio de su pontificado, que los problemas que atenazan a nuestro tiempo reclaman solucio­nes por parte de expertos en humanidad porque el hombre singular, cada ser humano en lo que tiene de más esencial, de más profundo, es «el camino de la Iglesia» 5.

Para encuadrar la investigación, me ha parecido necesario recordar los sucesos bio­gráficos que forjaron el pensamiento de Vives, su modelo de conducta y, por esto, su ideal de sabio, de sabiduría. Un patrón que fue primero el suyo propio, pues lo que deseaba en pri­mer lugar era encamar ese ideal de sabio en su propia vida. También era necesaria una pano­rámica de sus obras, para valorar inicialmente cuáles debían ser las que fueran objeto de un estudio más sistemático a fin de lograr el objetivo del trabajo de investigación. Ya esta pri­mera aproximación puso de relieve que en Vives concurrían diversas escuelas, que habían enfocado el concepto de sabiduría desde puntos de vista distintos. Esto condujo a un estudio de la evolución del concepto de sabiduría, necesariamente somero por la extensión histórica que abarca, desde los primeros pensadores de la Grecia clásica, hasta sus maestros inmedia-

3. Cfr. J.L. LORD A, Moral. El Arte de Vivir, Libros MC, Madrid 1993, pp. 29-30. 4. A. LLANO, Humanismo cívico, Ariel, Barcelona 1999, p. 10. 5. JUAN PABLO II, Ene. Redemptor hominis, n. 14.

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tos. Aunque comentaristas actuales han subrayado el vaivén entre quienes le otorgan un sen­tido exclusivamente especulativo y los que la contemplan desde un prisma puramente prác­tico, me parece que esta visión es a veces exagerada, pues en pocos ese acento divergente excluía el otro, complementario. N o obstante, como queda reflejado en estas páginas, en Vi­ves adquirió un sentido expresamente integrador y equilibrado.

Indagando la formación del ideal de sabio, de sabiduría, en la obra del humanista, se descubren dos publicaciones de la primera época —una de ellas es uno de los primerísimos escritos del valenciano— que permitían señalar su intención original en la búsqueda del sa­bio, y el fundamento antropológico del que partía. Se trata del diálogo que se recoge en la Praelectio in Sapientem, escrita en 1514, y la espléndida Fábula de homine, de 1518. Junto a ellas, era ineludible hacer referencia a los comentarios a La Ciudad de Dios de San Agus­tín, tarea ingente que realizó Vives en el periodo comprendido entre 1521 y 1523, que dio solidez teológica a su pensamiento y de la que asumió algunas de las tesis más clásicas del agustinismo. Pero, sin duda, el escrito que permite hacerse una idea cabal de la sabiduría en Vives, como modelo de conducta e ideal de vida, es la Introductio ad Sapientiam, de 1524. En efecto, la Introducción a la Sabiduría, que refleja también la experiencia anterior del hu­manista en la tarea docente y educativa, es, como ha vuelto a escribir el pasado mes de mayo el profesor Fontán, «un texto muy significativo. Es, entre otras cosas —señala—, un manual de urbanidad y una guía práctica de trato social. Pero con una firme base antropológica cris­tiana. No faltan banalidades —concluye—, pero posee una armonía y un orden sistemático» 6

sin duda intencional. Si, como quedó reflejado en estudios anteriores, la intención educativa es definitoria en la filosofía de Vives, cobra especial relieve este escrito dirigido a la forma­ción de los jóvenes, en cuyo contenido puso tanto empeño el filósofo valenciano. Es signifi­cativo el objeto de la Introductio que señala en la carta a Cranevelt del 7 de marzo de 1525: «no trato de filosofar para alardear de talento, ni por pura vanidad, sino para adaptar nuestra vida a las exigencias de la sabiduría e impulsar a la vez y atraer a los otros a nuestra imita­ción». Refleja, pues, en síntesis, el ideal de sabiduría y el sentido que tiene este término en la obra de Juan Luis Vives. Es notable la influencia que este pequeño texto tuvo en su tiem­po y en los siglos inmediatos.

La tesis expone las diversas materias de las que trata el valenciano en la Introducción a la Sabiduría, primero de manera pormenorizada, agrupándolas bajo unos mismos temas, para repasar esa composición de argumentos de fondo y detalles prácticos, que hacen tan pe­culiar esta obra, en la que los diversos argumentos y circunstancias se concatenan, de manera entrelazada, con ese fácil movimiento de uno a otro tan característico del humanismo precien-tífico. Para realizar esta investigación, el autor de la tesis ha tenido acceso a un trabajo aun in­édito, del profesor Ismael Roca Meliá de la Universidad de Valencia, que ha comparado las primeras ediciones de la obra del humanista, la edición príncipe de 1524, reproducida en la compilación de Basilea de 1555, que es de donde la tomó Gregorio Mayans y la que se ha di­fundido de modo mayoritario; y la de Burgos de 1544, que reproduce una edición posterior a la de 1524, en la que Vives realizó correcciones y adiciones, algunas significativas respecto a la idea de fondo que quería transmitir, y que quedan señaladas en las notas a pie de página.

6. Carta dirigida al autor de la tesis, fechada en Madrid el 21 de mayo de 2000.

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Se puede alegar el carácter excesivamente elemental de los principios que afirma Vi­ves en la Introducción a la Sabiduría, no ajeno a la formación inicial del público juvenil al que iba dirigido. Pero, con el conocimiento general de la obra del valenciano, se veía que en la Introducción se encontraba como en germen, todo el desarrollo concreto del pensamiento antropológico, metafísico y ético del humanista. No obstante, era necesario comprobar si los principios allí expuestos, que daban un perfil propio al concepto de sabiduría en Vives, se mantenían en las obras posteriores que, a partir del giro de intereses que supuso la estancia en Inglaterra y el contacto con los humanistas ingleses, precisamente el afio de la publica­ción de la Introducción, 1524, trataban con más hondura problemas concretos de más cala­do. Recoge así la tesis el estudio del De Officio Mariti, de 1528, complementario al De ins-titutione feminae christianae, sobre la educación de la mujer y su posición en la sociedad de su tiempo. También del De concordia et discordia in humano genere, de 1529, donde refle­xiona Vives sobre la paz y la discordia, en un momento de gran inestabilidad política de unas consecuencias penosas para las naciones europeas, desgarradas por las continuas gue­rras, ante el que reacciona el humanista con toda la fortaleza del pacífico que se alza ante lo intolerable. Del breve De vita etmoribus eruditi, de 1531, colofón de una de sus obras enci­clopédicas, De Disciplinis, en el que comenta cómo ha de ser la vida del sabio, del docto viro, en relación consigo mismo y con los demás en el ámbito propio de su estudio y de la docencia. Del interesante De anima et vita, de 1538, al que la tesis se refiere en los diversos apartados en los que habla de las emociones y de la condición pasible del ser humano. Por último se estudia el De veritate fidei christianae, obra postuma publicada en 1540, en la que Vives quiso tratar del fundamento de toda religión, la relación del ser humano con su Crea­dor, y de su fin trascendente en Dios, único que satisfará la exigencia de felicidad que se en­cuentra en lo más profundo y más elevado del alma humana, en el que ha sido calificado como «el relato más maduro y brillante de la naturaleza humana jamás escrito por Vives» 7 .

Todo este estudio, pormenorizado primero y comparativo después, ha permitido dar así una visión sistemática de la sabiduría en Vives en su relación con el ser humano, la ver­dad, la virtud, la sociedad y la plenitud de su destino trascendente. Por esto ofrece la tesis una síntesis que ha querido superar el carácter vitalista, dialógico, intuitivo y a veces prolijo de la obra del valenciano, intentando paliar la fragmentación de la que, quizá, la propia tesis se ha visto algo influenciada y que parecía necesario mitigar, también como resumen de la labor de investigación llevada a cabo.

Como ha quedado reflejado, la reflexión de Juan Luis Vives sobre la sabiduría se fun­damenta en la naturaleza esencial del ser humano. Concepto este de naturaleza al que llega por la descripción de las operaciones a través de las facultades que reconoce en los seres humanos, y que resulta de interés en estos momentos, en los que es un concepto puesto en entredicho, cuando no negado. Como no puede existir bondad alguna donde falte el conocimiento de lo que se debe hacer, afirma Vives que el ser humano puede lograr, por el juicio de la razón, el grado de certeza que le es necesario. Virtud y sabiduría se identifican así, en este ámbito de la acción. La influencia de las pasiones es decisiva, pues la visión del hombre en Vives no es aje­na a su realidad de naturaleza caída. Pero, para el humanista, el estudio y la práctica de los bue-

7. C G . NOREÑA, Juan Luis Vives y las emociones, Ayuntamiento de Valencia, Valencia 1992 , p. 122.

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nos hábitos, junto con el auxilio de la gracia, son los medios que el espirito humano tiene para alcanzar la sabiduría práctica, la virtud. Reitera Vives en sus obras la responsabilidad social del sabio, el objetivo que ha de dar sentido a su estadio y, por eso, a toda su vida: la enseñanza de la virtud y del camino de la sabiduría, que es el camino de la paz personal, interior, y de la paz social. En fin, la plenitud de la sabiduría se alcanzará en la bienaventuranza eterna. Perfección máxima a la que el ser humano está llamado y que Vives descubre también a partir de las pro­piedades mismas de la naturaleza humana. El conocimiento y amor a Dios son, en último ex­tremo, el escalón más alto y la perfección de la verdadera sabiduría.

Concluye así esta tesis que para Juan Luis Vives la sabiduría es una ciencia que se ha de convertir en hábito de conducta ética, en virtud, porque sólo así se logra la más plena re­alización humana. Conocimiento y virtud conforman de este modo la verdadera sabiduría como ideal de vida lograda. Esta es la clave intencional que auna la obra de Vives y que pue­de servir de elemento hermenéutico para la interpretación de sus escritos.

Ángel GÓMEZ-HORTIGÜELA AMJLLO

Cronista Carreres n° 11-29" E-46003 Valencia

angelgh @ falcon-es.com

El Seminario Episcopal de Oporto (1804-1949)*

El tema

Esta Tesis Doctoral acerca del seminario Episcopal de Oporto se enmarca en la misma línea de interés que otras investigaciones históricas sobre los seminarios portugueses apareci­das en las ultimas décadas. Entre ellas destaca el estudio magnífico de José Augusto Ferreira sobre la historia del seminario de Braga y las escuelas que le precedieron desde el siglo VI; se destaca la fundación del seminario conciliar, en el siglo XVI, después del Concilio de Trente y su desarrollo histórico hasta el primer tercio del siglo XX. Con semejante calidad se presenta el estudio más reciente acerca del seminario de Évora. Los dos tomos pubücados con las actas del Congreso del IV centenario del seminario metropolitano, celebrado en 1993, suponen una inestimable contribución al estudio de la sociedad civil y religiosa de esa archidiócesis hasta los tiempos actuales. También cabe señalar la monografía histórica sobre el seminario de La-mego realizada por Manuel Goncalves da Costa, un estudio que pretende hacer memoria de los personajes que más influyeron en la vida de la institución. De menor relevancia, aunque de

* Texto leído en el acto de pública defensa de la tesis doctoral titulada: O Seminario Episcopal do Porto 1804-1949, presentada en la Universidad de Navarra (Facultad de Teología), el 21 de noviembre de 2000. El tribunal estuvo compuesto por: Prof. Dr. Josep Ignasi Saranyana (presidente), Prof. Dr. En­rique de la Lama, Prof. Dr. César Izquierdo, Prof. Dr. Carlos A.M. Azevedo (vocales) y Prof. Dr. Mi­guel Lluch, que actuó como secretario.

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