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Artículo 22 de la Decisión 351 de la Comisión del Acuerdo Cartagena.
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Carlos IV, según una de las acuarelas que i lustran e l
i n fo rme d e l re co r r i d o q u e e l o b i sp o Ba l ta sa r Ja i me Ma r t ín e z
C o mp a ñ ó n y Bu j a n d a h i zo e n t re 1 7 8 2 y 1 7 8 5 p o r l a d i ó ce s i s
de Tru j i l lo en e l Vi rre inato del Perú. {La obra del obispo
Mart ínez Com pañón sob re Tr ujil lo de l Perú en el sig lo XVIII,
Ma d r i d , 1 9 7 8 . ) Sa l a d e Pa t r i mo n i o D o cu me n ta l , C e n t ro
C u l tu ra l B i b l i o te ca L u i s Ech a va r r ía V i l l e g a s , U n i ve rs i d a d
Ea í i t , Me d e l i ín .
1. Archivo Histórico de Medeliín t. 47, f 29.
2. Archivo del Cabildo de Rionegro, 1808, voi. 568, fi.
416-419.
3. Biblioteca Nacional, Antiguos manuscritos, Libro i 84,
fi! 47-48.
4.Jura de Pamplona, 16 de octubre de 1808, AGN,
fondo EOR,Peticiones, caja 185, í£ J 9-86.Jurado la Villa
de Purificación, Biblioteca Nacional, fondoAntiguos
Muniscrilos.libro 184,lí' 13-14. Jura de Medeliín, 14 de
octubre de 1808, AHM, t, 74, 11' 15-20.Jura de Antioquia,
AH A, Libros capitulares tkAitlioijuia, lí. 66-70.Jura de
Yoloinbó, AGN, Historia civil, 1.14, íK 915-930. Jura de
Rionegro, 19 de.septiembre de 1808, AHA.doc. 9697.
Jura de Girón, 23 de diciembre de i 808, AGN, Policía,
t ll .f i. 929-944. Jura de Santafé, AGN, fondo EOR , caja
198, E 27 y 33.
L A R E V O L U C I Ó N D E L O S
C A B I L D O S Y LAS M Ú L T I P L E S
A U T O N O M Í A S L O C A L E S E N EL
N U E V O R E I N O DE . G R A N A D A
Ana Catalina Reyes Cárdenas
E l C O N T E X T O I N T ER N A C I O N A L : L A C R IS IS D E L A M O N A R Q U Í A
En 1808; el día del cumpleaños del rey Carlos IV, la mayoría de los súbditos de la peque
ña Villa de Medeliín decidieron no iluminar las calles, ni sus viviendas en honor al rey
como estaba establecido y había sido costumbre durante casi trescientos años.1En el
Rionegro de mediados de 1808 se seguía un juicio contra unos parroquianos que cuan
do departían en una chichería y bajo el efecto del licor vociferaron contra la monarquía
española y tildaron al rey Carlos IV de cabrón.2 A fines de 1809, los hijos de José María
Salazar, jun to con otros jóvenes, montaron un sainete titulado C i e g o p o r s u p r o v e c h o , en
que hacían burla de la prisión de Femando VII y de Carlos IV. A este último lo ridi
culizaban como un ser débil dominado por su esposa, María Luisa de Parma, y por el
poderoso valido Manuel Godoy.3
Estos hechos que acontecían en la lejana provincia de Antioqu ia develan signos de ma
lestar con el gobierno metropolitano y el debilitamiento de los lazos de lealtad y subor
dinación con la monarquía. Y es que aun antes de la invasión francesa, tanto en España
como en América el descontento iba en aumento. Las continuas guerras y derrotas es
pañolas, especia lmente la de Trafalgar, habían producido duros golpes a la economía
del imperio y los efectos de la crisis eran aún más severos para los sectores pobres. Losfracasos militares, la deteriorada economía, unida a las intrigas de la corte, y el rechazo al
enorme poder del primer ministro Manuel Godoy debilitaban la autoridad del rey.
El amenazante expansionismo de Napoleón era evidente en 1808, cuando los ejércitos
del general francés Murat ocuparon el norte de España, con el propósito de dirigirse a
Portugal. En medio de este enrarecido ambiente, el hijo del rey, el príncipe de Asturias, el
18 de marzo 1808, protagonizó el motín de Aranjuez, que tenía como objetivo descabe
zar a Godoy, destronar a Carlos IV, su propio padre, y asumir la corona como Fernando
VII. Las noticias del nuevo rey llegaron a América, y en la Nueva Granada las ciudades,
villas, parroquias y pueblos de indios realizaron solemnes juras de fidelidad al nuevo
soberano. De acuerdo con la riqueza y jerarquía del lugar, se barrieron y alumbraron lascalles, hubo solemnes tedéum, procesiones presididas por el estandarte real, retreta, bai
le, pólvora, toros, gallos y se lanzaron monedas con la esfinge del rey amado.4
Mientras América apenas acababa de entronar a su nuevo soberano, Femando VII en
el mes de mayo de 1808, convocado por Napoleón, viajó a la ciudad de Bayona, en la
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que se encontraban su padre y Godoy, refugiados, Los hechos que suceden tienen un
cariz trágico y cínico, pues ambos, padre e hijo, abdicaron los derechos de la Corona
española en Napoleón , quien procedía a nombrar como rey de España, las Indias y todos
los dominios españoles a su hermano José I Bonaparte. Los vasallos a los dos lados del
Atlántico reaccionaron henchidos de patriotismo hispánico contra el invasor francés y
en defensa del rey prisionero y de la religión católica, amenazada po r la revolución fran
cesa y la masonería.
En la coyuntura, la descolorida y vacilante figura de Fernando VII adquirió la dimensión
heroica del rey deseado y amado víctima de los franceses. En contraste, Manuel Godoy,
el poderoso valido; Carlos IVy su malvada y casquivana esposa, María Luisa de Parma,
aparecieron como los execrables traidores responsables de la tragedia de España. Fran
cia y el término afrancesado para denominar a todo lo que simpatizaba con la revolución
francesa y los cambios que ella portaba se convirtieron en sinónimo ele traición a la mo
narquía y a la religión. De ahí una de las paradojas complejas de este período revolucio
nario que puso fin al antiguo régimen español. España, liberal y revolucionaria, debía
simultáneamente rechazar a la nación portadora de estos principios transformadores.
El carácter revolucionario de los hechos desatados a partir de 1808 sólo se pueden ex
plicar en la medida en que se inscriban en el horizonte de las revoluciones atlánticas que
pusieron fin al antiguo régimen e implantaron la modernidad política. Este movimiento
se inició con la revolución de la colonias británicas de 1776, la revolución francesa de
1789 y la revolución de Haití de 1791. La primera de ellas impactó a las colonias ameri
canas, en tanto fue una revolución enmarcada en la recuperación de los derechos y liber
tades que tradicionalmente las colonias habían tenido frente a la metrópoli. La segunda
de ellas, la francesa, impactó en el mundo, pues su propósito era la inauguración de una
nueva sociedad en la que emergía un nuevo hombre, el individuo como ciudadano y
sujeto de derechos, desligado de la sociedad estamental y corporativa. Una revolución
en que la soberanía ya no pertenecía a las monarquías, sino al pueblo representado por
hombres libres e iguales. La revolución haitiana, a pesar de su fracaso político, fue de particular impacto en la medida en que abolió la esclavitud, igualó a los negros como
ciudadanos y rompió el régimen económico de plantación.
Los hechos de la Nueva Granada entre 1808 y 1819 estuvieron inscritos en esta coyun
tura mundial, entre un mundo antiguo que se desmoronaba y la creación de la modern i
dad a través de cambios revolucionarios. Una dificultad adicional para el tránsito hacia
la modernidad en América fue que ésta implicó una guerra anticolonial, cuyo resulta
do fue el surgimiento de nuevas naciones inexistentes. Estas nuevas naciones debieron
construirse de forma atropellada, sin procesos de larga duración com o los que se habían
dado en Europa. Las élites criollas inscritas en la cultura europea y en los valores hispáni
cos debieron inventar un nacionalismo que les diera legitimidad a sus nuevos Estados.
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Ma p a d e l a P ro v i n c i a d e An t i o q u i a , 1 8 0 9 . Fo n d o P i n e d a ,
Bibl io teca Nacional c ié Colombia, reg. F. Pineda 1036
pieza 19, Bogotá.
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Sollo üol Estallo ordonado por ol Supremo Poiloi Legislativodo Antloqula en 1011. El cuorvo provlono ilol oscudocolonial do Anlioquln; la torro, dd do Modollin; el Icón, doldo Rlonogro, y las monos, dol do Marinllla. Los Inicíaloscorrospondon a: nomodlos Zaragoza, Cácoros, San Bartolomé,Yolombó y Cancán. (Crónica Muimiiml, Modollin, 10G3).
5. Se utilizó la información presentada por Francisco
Silvestre, "Apuntes reservados particulares y generales
del estado actual del Virreinato de Santa Fe" [ 17(Wl, en
Germán Colnienares (eomp.), Rchidonci c ¡ii/ornies tic lo.<
gohminhv Je ln Nnmi (Iniiiiulii, 3 vols, Bogotá, Biblioteca
Banco Popular, 1OT.
6. En los siguientes lóndos del Archivo General de la
Nación se encuentran casos que ilustran estos abusos.Fondo Empleados públicos, tomo 17; fondo Criminal,
180(i; fondo Empleados Públicos; fondo Bolívar, tomo
10; fondo Policía,)'Ibndo Cabildos.
7. Silvestre, 0/i 07.
L a i n e x i s t e n t e p a x c o l o n i a l e n e l R e i n o d e l a N u e v a G r a n a d a
a F I N E S D E L S IG L O X V I I I
No sólo los hechos que ocurrían en la Península tenían insatisfechos a los neogranadi-
nos. En el tardío colonial, la inconformidad de las élites criollas, los indígenas, los libres y
los esclavos era manifiesta no únicamente en el Nuevo Reino de Granada, sino en toda
la América hispánica.
En el Nuevo Reino de Granada, durante el siglo XVIII, el crecimiento demográfico fru
to del mestizaje había generado una amplia población de castas o libres de colores que
representaban el 44% del total de la población.5Los libres, a pesar de su amplio número,
eran considerados despectivamente c a s t a s , rechazadas por sus condición racial y caren
tes de un lugar en una sociedad colonial, concebida como dos repúblicas separadas y di
ferenciadas de blancos e indios. Esta masa de libres — compuesta por mestizos, mulatos,
pardos, zambos y toda la variedad de mezclas posibles fruto de los cruces raciales— era
percibida por la Corona y las élites criollas no sólo como inferior, sino también como una
amenaza contra el orden. Virreyes, visitadores y gobernadores intentaron controlar a los
libres a través de medidas que pretendían reunidos bajo la mirada del Estado y la religión.
En este sentido, fueron sacados de los montes y las selvas en las que vivían arrochelados
y obligados a vivir bajo t o q u e d e c a m p a n a en colonias agrícolas, sitiosy nuevas parroquias.
La intención de la racionalidad borbónica era convertirlos en vasallos católicos, útiles
y económicamente productivos. Otro gran número de ellos se instaló en las ciudades,
dedicado a la vagancia y la mendicidad. Otros se asentaban en las goteras de la ciudad en
c a n c h e r a s , definidas por las autoridades como guaridas de maleantes. Los más exitosos
se constituyeron en u na población urbana pobre, que habitaba los nuevos barrios y ejer
cía pequeños oficios. Esta dinámicapleke urbana, como veremos más adelante, tuvo una
decidida participación en los acontecimientos revolucionarios de 1810.
Sin embargo, la gran mayoría de los libres de colores era población rural pobre y sin tierra
que estaba sometida a la expoliación económica de los hacendados, que los tenían como peones, y al control y abuso de corregidores, capitanes a guerra y curas.6Igualmente, el
monopolio del tabaco y la prohibición del libre cultivo de éste, el monopolio de los licores
y los numerosos impuestos afectaban a los pequeños campesinos, a los mazamorreros y,
en general, a la población. Los recurrentes desórdenes, tumultos, motines, insurrecciones,
quejas y reclamos dan fe de estas tensiones. Nada más lejano al mundo colonial america
no que la supuesta paz colonial. Esta tradición de insubordinación propició en los secto
res populares neogranadinos una experiencia política que si bien es poco reconocida por
la historiografía tradicional, fue útil en el momento de las guerras de independencia.
Los indígenas, si bien habían disminuido de forma considerable, representaban al iniciar
el siglo XIX en el territorio de la Audiencia de Santafé el 17% de la población.7Esta po
blación, debido a su disminución numérica, fue sometida a la usurpación de sus pueblos
de indios y de las tierras de los resguardos para ampliar las grandes haciendas o para ser
ocupadas por los libres sin tierra. La documentación del período evidencia los numero
sos conflictos que se dieron entre los indígenas y los libres y hacendados que invadieron
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8. Véase: Marta Herrera Ángel, Ordenar para contralla:
Ordenamiento espada! y contivlpolítico en las llanuras del Caribe
!'cu los Andes Centrales ncogranadinos, siglo AY///, Bogotá,
Instituto Colombiano de Antropología-Academia
Colombiana de Historia, 2002; Diana Bonnet, Tierra
vcomunidad. Un problema irresuelto. El caso del altiplano
cinidiboyacensc (Virreinato déla Nueva Granada), J750-
1800, Bogotá, instituto Colombiano de Antropología e
Historia-Universidad de los Andes, 2002; AGN, PondosCaciques e Indios.
9. John Leddy Phclan, El pueblo y rey. La revolución
comunera cu Colombia, 17S1. Bogotá, Carlos Valencia,
1980; Mario Aguilera Peña,Los comnneros. Guerra social
y Incluí anticolonial, Bogotá, Universidad Nacional de
Colombia, 1985.
o alquilaron tierras de los resguardos a pesar de las prohibiciones de la Corona. Los visi
tadores y reformadores borbónicos aconsejaron; así mismo, la supresión de los pueblos
indígenas de escasa población, de manera que éstos se transformaran en sitios o nuevas
parroquias de libres. Motines e insurrecciones indígenas a lo largo del siglo XVIII en el
sur del Virreinato dan cuenta de estas tensiones.8
Los criollos que habían bebido el influjo de la Ilustración que llegó de la mano de refor
madores borbónicos y que despertaba un americanismo todavía tibio, también estaban
descontentos con una metrópoli lejana que no facilitaba los ideales de las luces, la cien
cia, el progreso y la felicidad de los pueblos. El Virreinato carecía de caminos, puertos,
nuevas técnicas para la explotación de los minerales, la agricultura era atrasada, no había
escuelas de primeras letras y faltaban universidades. Y lo más grave, el comercio era res
tringido y no se les permitía a los criollos aprovechar las ventajas del floreciente comercio
con las Antillas y Estados Unidos.
Las élites también habían perdido cargos públicos, prestigio y poder en sus localidades.
El centralismo borbónico había desmontado el antiguo pacto colonial establecido con
los Habsburgo, más proclives a la connivencia con las élites criollas. De hecho, el gobier
no Borbón había excluido a los criollos de los cargos más im portantes de la adminis tra
ción colonial. El acceso a los cargos públicos,- con sus salarios y honores, era mu y impor
tante en la Nueva Granada, un virreinato relativamente pobre y cuyas élites contaban
con el apetitoso manjar de los cargos públicos para manten er su estatus.
Todos estos descontentos le dieron forma al movimien to comunero de 1781. La revuelta
logró unir a indígenas, campesinos, libres y sectores de las élites criollas que la apoyaron,
algunos de forma decidida y otros soterradamente.9Además de la situación social de
fines de la Colonia, el contexto internacional influyó para convertir este descontento
en movimientos anticoloniales que condujeron a la independencia y a la formación de
nuevas naciones en la América española.
L O S R E I N O S E N O R F A N D AD
A partir de 1808, tanto en la península como en América fue fundamental resolver el
problema de en quién recaía la soberanía, el poder y la legitimidad ante la situac ión de
v a c a t i o r e g io o “vacío de poder”, producida por la prisión del rey y la abdicación. La res
puesta a esta pregunta la dio en la Península el pueblo bajo, que desde un registro de an
tiguo régimen se levantó en la defensa patriótica del rey Fernando VII, de la monarquía
y de la religión católica. Según la tradición pactista, ante la ausencia del rey, la soberanía
volvía al pueblo, en su acepción de com unidad de vasallos.
El pueblo en armas se tomó inicialmente el poder. En las ciudades y villas, ante esta situa
ción, las élites locales tradicionales, "jefes naturales” de estas comunidades, asumieron
el gobierno y la soberanía en nombre del pueblo, a través de las juntas de gobierno que
se constituyen en 1808. Después de numerosos esfuerzos por evitar la fragmentac ión de
la monarquía en múltiples poderes, se estableció la Jun ta Suprema Central Gubernativa
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10. Camilo Torres y Tenorio,Memorial ilc agravios, Bogotá,l.ibrei'ía Voluntad, 1960.
11. Juan Marcliena Fernández, l.n Conslilución tic Cádiz
y el ocaso <lcl sisieimi colonial español, Sevilla, Universidad
Pablo de Olavide, 2000.
del Reino, como autoridad legítima del amplio imperio español. Esta Junta debía estar
integrada no sólo por diputados de las juntas de gobierno de las distintas provincias es
pañolas; sino por los diputad os de las Américas.
Si bien este gesto de convocar a los americanos a ser parte de la junta debía de hab er sa
tisfecho a las élites criollas, éstas se mostraron bastante contrariadas por el hecho de que
sólo se les hubiera autorizado nombrar nueve diputados en toda América, que excedíacon creces en ter ritorio y población a la península, mientras en esta se autorizaron 36
diputados. Esta discriminación hacia los americanos en la igualdad de representación
recrudeció el. espinoso tema de la discriminación entre peninsulares y criollos, que gra
vitaba en la sociedad colonial. En la Nueva Granada, la confrontación entre chapetones
y criollos se habría de convertir en una de las banderas más efectivas de los criollos para
ganar el apoyo del pueblo en la lucha por la autonomía frente al gobierno peninsular.
En noviembre de 1809, el cabildo de Santafé dio a conocer una representación de este
cuerpo a lajun ta Gubernativa del Reino Español, redactada por el notable abogado don
Camilo Torres y Tenorio. Este documento, conocido posteriormente como el M e m o r i a l
d e a g r a v i o s, contiene el ideario del patriotismo criollo neogranadino y refleja el malestar
por la ausencia de igualdad en la representación de los americanos. Así mismo, critica
a los malos funcionarios peninsulares y reclama los cargos públicos por méritos y con
sueldos para los criollos. Por otro lado, se queja del exceso de impuestos, del atraso de
la educación, la minería, los malos caminos y la ausencia de libertad comercial. En resu
men, todas las causas de la pobreza e infelicidad del Reino.10
1810,U N A Ñ O C R Í T IC O
En 1810, la situación de lapenínsula era caótica. La resistencia militar a los franceses y los
heroicos esfuerzos del pueblo español habían sido inútiles frente al avance de las tropas
napoleónicas. España sucumbía ante Napoleón. Lajunta Central Suprema de Gobier
no, desprestigiada por los continuos fracasos militares, debió refugiarse en Sevilla y fuereemplazada por un nuevo órgano de gobierno, el Consejo de Regencia, tildado como
ilegítimo por algunos sectores españoles y americanos. Lajunta antes de renunciar llevó
a cabo el acto político más importante del periodo: la convocatoria de las cortes, que
debían dotar al reino de una nueva constitución de corte liberal basada en la división
de poderes y el establecimiento de una monarquía constitucional. Con esta nueva pro
pues ta se daba el paso decisivo hacia la revolución liberal española y era un contundente
golpe al antiguo régimen.
Apesar de las revolucionarias proclamas de lajunta Suprema de Gobierno, en que inci
taban a los americanos a que asumieran su destino y a participar a través de sus diputa
dos en la cortes, el número de delegados asignados a los americanos fue notablemente
inferior a los representantes peninsulares. Mientras España contó con 240 rep resentan
tes, América sólo tenía 63." Los americanos protestaron airadamente por esta nueva
discriminación, y gran parte de las élites neogranadinas se negaron a nombra r diputa
dos a las cortes de Cádiz.
5 2 I H I S T O R I A O Ü E H O C ES A . L A IN D E P E N D E N C I A O E C O L O M B I A . 1 7 1 1 0 - 18 3 0
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12. Antonio Villavicencio nació en Quilo, el 9 de enero
de 1775, pero su madre, doñajoaquina Berástegui y
Dávila, era santafereña. Realizó sus primeros estudios en el
Colegio Mavorde Nuestra Señora del Rosario, en Santaféde Bogotá, y allí fue donde estableció duraderos contactos
con la generación granadina de la Independencia. Luego
estudió en el Colegio de Nobles americanos y en la
Marina Real, donde recibió el título de oficial de marina.
Abrazó la causa patriótica granadina y fue ejecutado en
1816, durante la reconquista española.
Al iniciarse el año de 1810, la agitación política era generalizada en América. Los intentos
por conformar juntas de gobierno tal como las españolas habían sido duramente repri
midos en Chuquisaca, La Paz y Quito. Las autoridades virreinales coloniales se atorni
llaban a sus cargos, mientras las élites y el pueblo desconfiaban de ellas y las tildaban de
afrancesadas e incapaces de defender a América, que parecía destinada también a caer
bajo el yugo del impío Napoleón. Los criollos esperaban ansiosos deponer a las autor idades coloniales y desempeñar u n rol principal en esta coyuntura. Su acción política se
concentró en lograr la conformación de juntas de gobierno. Más que independencia, el
clamor era autonomía de gobierno, libertad comercial y reconocimiento de la igualdad
de derechos con los peninsulares.
A partir de 1810, se vivió en la Nueva Granada una efervescencia política caracterizada
por el surgimiento de numerosas juntas de gobierno autónomas, cuyos objetivos eran
la remoción de las autoridades virreinales, autonomía del gobierno colonial y de Santa-
fé, la capital del virreinato; de las ciudades capitales de provincias o de aquellos centros
con los que tenían, alguna subordinación. Antela ausencia del rey y la cohesión que su
imagen podía proporcionar, la verdadera conformación del virreinato con sus múltiples
poderes locales emergió como realidad política y territorial. Se vivió un período de ex
plosión de soberanías locales y de fragmentación política y territorial del virreinato. El
orden político y las jerarquías territoriales colapsaron. El resultado era claro: 13 juntas
provinciales, 8 juntas de ciudades y villas y 23 nuevas villas; resultado de la transfor
mación de parroquias, sitios.y has ta pueblos de indios que fueron elevados a este nuevo
estatus de las jerarquías territoriales.
E l p r i m e r g r i t o D E A U T O N O M Í A Y L EA L T A D :
l a J u n t a d e G o b ie r n o d e C a r t a g e n a
En 1810 arribó a Cartagena el comisionado regio don Antonio Villavicencio,12criollo
que tenía la misión, por parte del Consejo de Regencia, de obtener el reconocimientode los neogranadinos a este nuevo órgano de poder. Los criollos cartageneros vieron
propicia la oportunidad de canjear el reconocimiento al Consejo Regencia por la auto
rización para conformar una Junta de Gobierno. Antonio Villavicencio, quien sostenía
estrechas relaciones con los criollos de la Nueva Granada y conocía de su desconten
to, apoyó la conformación de la primera Junta de Gobierno en la Audiencia de Santa-
fé, el 22 de mayo de 1809. La junta fue conformada por lo más granado de la sociedad
cartagenera (comerciantes, hacendados, militares de alto rango y abogados). Si bien la
Junta inicialmente reconoció al Consejo de Regencia y nombró al antiguo gobernador,
Francisco Montes, como presidente de ella, en menos de un mes lo depuso y comenzó
a dar los pasos necesarios para concretar la autonomía de gobierno y el derecho al libre
comercio. La autonomía no sólo era frente al gobierno de la península, lejano y ocupado
en la guerra contra Napoleón, sino fundamentalmente de la capital virreinal, Santafé,
con la que sostenía antiguas rivalidades políticas y comerciales. El establecimiento de un
gobierno favorable a los criollos en Cartagena era necesario para garantizar la existencia
de la juntas en otros lugares del virreinato, sin que éstas fueran amenazadas por el regi
miento fijo, tal como había ocurrido en 1809, con lajunta de Quito.
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Antonio Vlllovlconclo, uno do loo dos comisionados roglosenviados por ol Consojo do Rogoncla al Nuovo Reino doGranada a comienzos de 1810. Óleo sobro tola do autordesconocido, 60 x 47,0 em, do le primera mitad dol siglo
XIX. Cologlo Mayor de Nuestra Sofiora dol Rosarlo, Bogotá, rog. E-4/091.
13. 'Acta de la Villa del Socorro 11dejulio de 1810", en
Inés Quintero Montiel y A. Martínez Garníca (cds.),Acias
ilc fiirinnciiíii <lcjimias y ileelnmeioiics ¡le iiiile/ieiii/eiiciu ( I S09-
I í122). lienles niiJiciicins tic Quilo, Gimáis r Stinltifi, vol. 1,
líucaramanga, Universidad Industrial de Santander, 2008.
14. liste corregimiento era de reciente creación, 1795.
Su erección tiene ijue ver con los reoi'deramicutos
territoriales borbónicos en la zona de Tunja.
IÄ. ‘Acta del Cabildo de Pamplona, 31de julio de 1810",
enHo/clln ¡le Hisloriuy Aiiliff'icihulcs, Academia de Historia.
A b a i q E L M A L G O BIE RN O , F U E R A L OS M AL O S c o r r e g i d o r e s
El 10 de julio, en la revoltosa villa del Socorro, las élites y el pueblo se insubordinaron
contra el corregidor español Jo sé Francisco Valdés, quien se refugió en el convento de
los capuchinos, apoyado y protegido po r éstos. El pueblo enfurecido arrojó piedras y
palos contra el corregidor y el convento. Finalmente, Valdés renunció y el tumulto se
encargó de ponerle los grillos y encarcelarlo. El 11 de julio se nombró la Junta de Go
bierno integrada sólo por miembros de la élite, a pesar de la destacada participación del pueblo en los hechos. En el acta de constitución de la junta de Gobierno se reconoció
“que la provincia del Socorro, siempre fiel a su legítimo soberano y constante adicta a la
causa nacional, ha sufrido po r espacio de un año al corregidor José Baldes Posada, que
con actividad de celo sin igual ha querido sostener entre nosotros las máximas de terror
y espanto, dignas del infame favorito Godoy”.13
Los hechos del Socorro ponen en evidencia cómo para los actores de esta época se en
trecruzan los acontecimientos europeos y los locales y sus repuestas en muchos casos
estuvieron determinadas por estos últimos. Igualmente, como en casi todas las locali
dades de la Nueva Granada, se observa la participación de la plebe en los hechos revolu
cionarios. También es importante resaltar el apoyo del clero a uno u otro bando, hecho
que intensificó los odios entre patriotas y chapetones e involucró al pueblo, que veía en
sus frailes y sacerdotes, líderes naturales. El enfrentamiento, que adquirió un cariz de
intransigente, justificó, en nombre de la defensa de la religión, la persecución al oponente
del bando contrario.
Al norte del virreinato, en el corregimiento de Pamplona,14el 29 de junio de 1810, la
fecha de San Pedro, patrón de la principal cofradía de la ciudad, se presentó un m otín
contra el corregidor de la ciudad, don juán Bastus y Falla. Desde su posesión en 1807,
Bastus, soberbio y engreído, había hecho alarde de su superioridad frente al resto de re
gidores del cabildo; luego, impuso un estilo autoritario al que las élites y los vecinos no
estaban acostumbrados.
Las élites convocaron a las gentes del pueblo, que participaron de forma decisiva en los
hechos de ese día. Com o incitadora del tumulto y de los hechos que llevaron a la desti
tución del corregidor y la formación de una Junta Provincial, aparece una mujer, doña
Águeda Gallardo de Villamizar, matrona de la élite, emparentada con miembros impor
tantes de la ciudad y cuyo hermano era el síndico procurador del cabildo.
Después del motín del 29 de junio de 1810, temiendo las represalias contra las élites por
par te del corregidor Bastus, el 4 de julio doña Águeda le arrebató en público el bastón de
mando; entonces, el cabildo procedió a su destitución y a "reasumir provisionalmente
la autoridad provincial”. El 31 de julio se estableció laju nta de Gobierno de Pamplona
“en nom bre del pueblo todo, reasumiendo la autoridad que residía en nuestro legítimo
soberano, el señor don Fernando VII".15
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V i s ta ( l o l í i oc o i i o , d i bu j o ü p l um a y t i n ta r j r i s t í o J os oph
Brown (s in ( Irma 10 x 27,4 cm ). un j iuj lñr . que on 103*1
r oc or r i ú ( au p r ov i nc i as nor onenta i os ( l o l a Nuev a Gr anada. B i b l i o tec a do l l l m v er s i t y r . o l l n t j n , l . ondnu; , r eo M S A Dl )
302/6 , ( P ub l i c ada on : M a l c o l m Dc n¡ » . Ü t r a ín S ónc ho/ y
A ída M ar t ínez hpos y costumüios de fu Nueva Granada
la cofccción de ¡untura:; formadas en Colombia por Joseph
Brown cnlio IHL*b y IfM l v W d ia r io do su pm ns io n n
Girón, fSS-S. Bc i f lntá. t í )09) .
16. listo argumentación legal del cabildo so basa en
lo expuesto ampliamente por el sindico pnxiuatloi
yol doctor Joaquín Caiccdoy Cuero. Clr. “Discurso
do sindico y arenga do ( \nccdo y Cuero', on de
liidepeinleneui de S,minino <le( «ih. S de julio de I $ 10
(compiladory lransmptoi) |oige lomas Ui ¡be Ángel,
Cali. Instituto ( olomhiano do <ullura Hispánica, I W ,
I A i / t i di‘ liidcjH'iidiiuiii de ( iih, ( ali, instituto
Colombiano de Cultu ra I l ispanica, I ‘•>92,
L a J u n t a S u p r e m a d e S a l v a c ió n d e C a í ,i
La formación en Cali de una Junta Suprema de Salvación Pública, el 3 de julio, se justificó, de manera explícita, en la ilegitimidad del Consejo de Regencia. La principal razón
que se esgrimió para la creación de esta junta fue la defensa de la estricta observancia
y preservación de las leyes de Castilla.1'’Los firmantes del acta utilizaron argumentos
jurídicos propios del ordenamiento estatal del Antiguo Régimen monárquico, y en ella
se hizo evidente su temor a ser gobernados por los franceses y sometidos al dominio de
José Bonaparte, "que las noticias de la península recibidas en el último correo manifies
tan de modo indubitable, sino la absoluta pérdida de España, el próximo riesgo de ser
esclavizada por el tirano Napoleón”.1' En el documento, conocido con el inapropiado
nombre de Acto d e In d e p e n d e n c i a d e C a l i, a diferencia de otras actas, no aparecen quejas
sobre el mal gobierno colonial ni sobre la desigualdad en la representación ante los orga
nismos de poder peninsular, ni se expresa sentimiento alguno contra la discriminación
sufrida por los criollos.
Para las élites del Valle del Cauca, el punto nodal era la legitimidad del Consejo de Re
gencia, al que habían aceptado a regañadientes. Señalaron que es te cuerpo no estaba
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18. “Discurso de Don Antonio Camacho, síndico
procurador de la Ciudad de Santiago de Cali",op. cit., p. 69.
19. Orlando Fals Borda,Historia doble de la Costa, 4 tomos,
Bogotá, Carlos Valencia, 1980, tomo l: Mompaxy Loba.
20. £n 1809, Mompox seguía contribuyendo a Cartagena
con la suma de 500 mil pesos anuales, mucho más que
lo que para ese momento se recaudaba, entre todas las
provincias del centro del país.
21. Jorge Conde Calderón, Espacio, sociedad vconflictos cu
la provincia de Cartagena, 1740-1 S Í S, Barranquilla, Fondo
de Publicaciones de la Universidad del Atlántico, 1999,
p. 111.
2 2 . Ilmi, p. 1 1 2 .
23. Aliñe Hclg, "Raíces de la ¡»visibilidad del afrocaribeen la imagen de la nación colombiana. Independencia
y sociedad, 1800 1821", en Gonzalo Sánchez y María
Emma Wills (comps.),vVI«$«j. inciuoña y nación. Misión de
los museos nacionales para los ciudadanos del futuro, Bogotá,
Instituto Colombiano de Antropología e Historia-Museo
Nacional de Colombia, 2000, pp. 221 -251.
contemplado en el ordenamiento jurídico español y que, por lo tanto, sólo podía ser
reconocido de forma provisional como solución a una “nación sin cabeza” y en aras
de “conservar la unidad de la nación, la íntima alianza de aquellos y estos domin ios”.18
Este reconocimiento, según los juntistas, cesaría en el momento en que los franceses se
apoderaran totalmente de España y en “ese desgraciado caso [en que] seamos nosotros
libres y árbitros para elegir la forma de gobierno más conveniente para nuestros usos,costumbres y carácter”.
L a l u c h a p o r l a a u t o n o m ía e n M o m p o x
En la calurosa villa de Mompox, perteneciente a la provincia de Cartagena y principal
puerto fluvial sobre el río Magdalena, la más impor tante vía navegable del virreinato, la
participación popular en los hechos de 1810 fue notoria y tuvo su origen en la moviliza
ción contra un funcionario peninsular.
La posición de Mompox en los hechos de la independencia estuvo determinada en sus
diversas fases por la rivalidad constante que ma ntenía con Cartagena. En 1774, Mom
pox había logrado independizarse de ella legalmente y erigirse en provincia, aunque la
duración de ésta fue efímera.19Cartagena resultaba una pesada carga para todas las ciu
dades del virreinato, pues éstas debían pon er situados monetarios para el sostenimiento
de la ciudad como plaza fuerte, y Mompox era la que más dinero aportaba para el soste
nimiento del regimiento fijo y construcción de obras defensivas.20
En septiembre de 1809, el cabildo de la villa de Mompox impidió la posesión del dele
gado de la Real Hacienda enviado por el gobernador de Cartagena, el teniente coronel
Vicente Talledo. El cabildo decidió no citar a sesiones y de esta manera hacer imposible
la posesión de este funcionario. Según los argumentos del cabildo, el rechazo a Talledo
se justificaba por su participación en la represión de la Jun ta de Quito; además, agregaba
que el teniente Talledo había “chocado e insultado a las autoridades civiles de la villa, llegando su temeraria arrogancia hasta el extremo de amenazarlas con sus soldados, como
a todo el pueblo”.21
El conflicto del cabildo con Talledo se agudizó a partir de 1810, cuando el teniente co
ronel advirtió al virrey en Santafé sobre "conatos de revolución” en Mompox y aseguró
“haber descubierto la trama de los traidores”. Señalaba como conspiradores contra el
orden a miembros liberales destacados de las élites momposinas, entre ellos, Pantaleón
Ribón y Vicente Celedonio Gutiérrez de Piñeres.22
A fines de junio de ese año, una multitud enfurecida y amenazante, dirigida po r el zam
bo José Luis Muñoz y por el negro Luis Gonzaga Galván, obligó a Talledo a esconder
se.23Finalmente, éste fue remitido por los momposinos a Cartagena como traidor, para
que allí fuera juzgado. El 5 de agosto de 1810, la junta de gobierno de M ompox declaró
la independencia absolutEKÍe España, de cualquier otra potencia extranjera y también de
Cartagena. Con este hecho, Mompox se convirtió en el primer centro urbano indepen
diente de España en el Virreinato del Nuevo Reino de Granada.
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E l G R IT O D E F I D E L ID A D A F E R N A N D O Vil: 20 DE JUL IO DE 1810 EN Sa NT AE É
La constitución de una Junta de Gobierno en la capital del virreinato tenía garantizad
el éxito en la medida en que el regimiento fijo en Cartagena estaba controlado por la Ju
ta de Gobierno de Cartagena, y esto les daba un parte de tranquilidad a los promotor
de la formación de la Junta . Igualmente, ya era claro que el comisionado regio, Anton
Villavicencio, no desautorizaría sus acciones y respaldaba la creación de juntas. La exp
riencia de Cartagena, Pamplona, Mompox y Socorro evidenciaba la necesidad de recrrir al pueblo para validar la acción de las élites criollas y amedrantar a las autoridad
peninsulares coloniales.
En 1810, en Santafé, como en otros lugares del Nuevo Reino, el detonante fue el inten
de intervención po r parte del virrey y, sobre todo, de la Real Audiencia en los asuntos d
cabildo, en el que las élites criollas querían mantener el control. Haciendo gala de su fa
de tacto para el momento político que se vivía, al iniciar el año, el virrey Amar y Borbó
sirviéndose de una prerrogativa que los virreyes no habían utilizado durante años, nom
bró a seis españoles como miembros del cabildo de Santafé.24Esta decisión contrar
notablemente a las élites santafereñas.
Acta do Indopondoncla do lo Provincia de Cartagena,proclamado ol 11 do novlombre de 1811. Colección CasaMusoo Quinta do Bolívar, rog. 06-434, Bogotá.
24. El cabildo presentó sus protestas por estas medidas,
solicitó al Virrey que justificara estos nombramientos, así
como los nombramientos de los oidores Frías y Dierna.
También solicitaban que la elección de regidor se hiciera
por votación popular. "Comunicación del Cabildo do
Santafé, Enero 18 i 0", en llolclin Je Historia y AnligiicJoJcs,
vol. XU , i T. 473-474, i 954, pp. 210-216.
25. “Comunicación del Cabildo de Santafé. Eneai 1810",
op. di., pp. 2 i 0-2 i6.
26. Ilml.
27. "informe del oidor do la Real Audiencia Joaquín
Carrión y Moreno al Consejo de Regencia, Agosto 31do
1810", en l’roeeso histórico vi 20 Je julio IS10, Bogotá, Raneo
de la República, i 960, pp. 199-209.
28." Informo a Su majestad do oidorjoaquín Carrión
Moreno. 28 de agosto do 18 i 0", Archivo del Congreso
de Diputados Españoles, Serie General, Legajo 22, citado
porj.iiro Ciiitiérav y Armando Martínez,l.n msioii ¡Id
Nuevo Rano Je (¡nniiiJn cu los Corles Je G iJiz. IS10-1SI 3,
líogotá, Academia Colombiana de Historia-Universidad
Industrial do Santander, 2008, pp. 2-8.
Los nombramientos aumentaron la tensión política, pero la estocada final que rompió
convivencia en el cabildo entre chapetones y criollos se produjo cuando el virrey nom
bró como alférez real al español Bernardo Gutiérrez, en lugar del criollo Luis Caiced
Posteriormente, el cabildo, en comunicación al Consejo de Indias, solicitó que se dep
siera al virrey por esta actuación y se refirió a Gutiérrez en los siguientes términos:
[...] Igual conducta observó en el nombramiento del alférez real que recayó
en don Bernardo Gutiérrez procesado por escandaloso, ladrón, ocultador
de libros y suplantador. Por más que procuró el ayuntamiento instruir al vi
rrey de sus derechos y de los crímenes del nuevo alférez real, sus instancias
fueron desatendidas. Y así: Suplica a V M. que se separen de sus dest inos al
Virrey don Antonio Amar, al oidor decano, al fiscal don Diego Frías, al asesor del Virreinato Anselmo Bierna, a los seis regidores intrusos, al alférez
real don Bernardo Gutiérrez y al regidor don Ramón de la Infiesta.25
Manifestaba, así mismo, el cabildo su rechazo a la compra de cargos públicos, que só
había llevado a la corrupción, y solicitaba: “Que si V. M. lo tiene a bien, se sirva mand
que la elección de regidores se haga en lo sucesivo a voluntad del pueblo, cesando la v
nalidad de estos oficios, cuyo abuso produjo grandes males”.2Í
Para finales de febrero de 1810, ya era conocido por la Audiencia y los funcionarios c
loniales que el Consejo de Regencia había designado como nuevo virrey para la Nue
Granada al teniente general don Xavier Venegas.27Esta decisión debilitaba y hacía aú
más insostenible la posición del virrey Amar y Borbón; los criollos, conocedores de es
designación, intentaron contar con el apoyo de Amar y Borbón para instalar un Jun
en Santafé. A cambio lo halagaban prometiéndole que lo mantendrían en el pod er y
nombrarían presidente.28
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29. Aunque nació en la parroquia de Charalá, jurisdicción
do la villa del Socorro, so estableen) como importante
comerciante en Santafé. Sus antepasados fueron
encomenderos de los pueblos de Guano, Glchira y
Chara li Contrajo matrimonio con una descendientede las principales familias santafereftas, doña Catalina
Sánchez de Tejada. Fue diputado del consulado do
Sant.ift.
30. "La revolución dol 20 do julio de 1810, referida por un
testigo ocular", enProceso histórico Jel 20 Je julio Je ISIO ,
Bogotá, Banco do la República, 1960, p. 165.
3 i . "Carta de José Acevedo y Gómez al Comisionado
Regio, Carlos Montúlav. 5 do agosto de i S10", enM ili» Je
Historia y A ttttffkJtiJcí, val. XX, n”. 231, 1993, p. 235.
32. Al grito de “¡sí!” eligieron a jóse Miguel Poy y su
hermanojuan flautista Poy a José Acevedo y Gómez y
al canónigo Andrés Rosillo, su pariente; a Camilo Tonos
y a su tío Tomás Tenorio! a Antonio Baraya (militar),
a los hermanos Antonioy Francisco Morales, a José
Santamaría, a N lanuel Hornardo Álvaroz, a Joaquín
Camacho, a Luis ( laicodo y Flores, a José Ortega Mesa, a
Frutos Joaquín Gutiérrez, y a Pedro Groot. Esto proceso
siguió hasta conformar 3S vocales.
A partir de mayo, las élites santafereñas concentraron sus esfuerzos en polarizar las ren
cillas de la política local y ahondar el enfrentamiento entre chapetones y criollos con l
esperanza de destituir al virrey Amar y Borbón y nombra r una Junta de Gobierno d
criollos. La anunciada llegada del comisario regio, don Antonio Villavicencio, a Santafé
con cuyo apoyo contaban los criollos santafereños, era sin duda la ocasión propicia par
promover un motín que removiera las autoridades coloniales. Villavicencio era antigu
compañero y allegado al comerciante José Acevedo y Gómez,29a quien la historia posteriormente ha llamado el "tribuno del pueblo”, po r su papel protagónico en los hecho
del 20 de julio de 1810.
El día 20 de julio, nna comisión presidida por joaquín Camacho se dirigió a la residenci
del virrey con el fin de presionarlo a conformar la Junta. Éste les hizo saber su negativa
entonces, los criollos decidieron crear hechos que permitieran la instalación de la Junta
Ya que el virrey se mostraba firme en su negativa, optaron por convocar al pueblo, pue
los hechos de Cartagenay El Socorro habían evidenciado que la movilización del puebl
era un factor determinante para enfrentar a las autoridades coloniales. El 20 de julio, dí
de mercado, un observador de los acontecimientos anotó lo siguiente:
El viernes 20 del corriente comenzó en la calle Real a divulgarse la espe
cie de que el español don José Llórente había dicho iniquidades contra
los criollos con motivo de habérsele ido a prestar unos adornos, entre
otros u n florero, para el recibimiento de Villavicencio. La voz se fue espar-
ciendo, y tuvo la fortuna electrizar a varios patricios, y particularmente a
Francisco Morales, en términos que, no pudiendo contenerse, le dije a
Caldas, que pasaba po r el frente de la puerta de Llórente, que no le hiciese
atención alguna a éste, porque era un pobre sastrezuelo y había dicho mil
cosas contra los criollos. Llórente que estaba en la puerta, lo negó, y con
este motivo levantó Morales la voz y se comenzó a agregar gente.30
En la calle, el motín se inició y Llórente, perseguido por el pueblo, debió protegerse enuna casa. Los chisperos, habitantes de los barrios, fueron quienes movilizaron a lo
moradores de los barrios aledaños a la plaza, al grito de "¡cabildo abierto!”. Entre ello
circulaban sastres, pulperos, vendedores de la plaza, chicheras, vagos y mendigos. En
la organización de estas gentes desempeñó u n papel protagónico el criollo José Marí
Carbonell, hijo de un comerciante español, sobrino político de Manuel Bernardo Ál
varezy quien se desempeñaba como escribano de la Expedición Botánica. Como dirí
posteriormente José Acevedo y Gómez, quien arengó al pueblo ese día, “la menor chisp
bastó para prender el fuego tan activo que en diez y ocho horas consumió el edificio de
ant iguo gobierno".31
Al caer la tarde, se inició un cabildo abierto en el que la "plebe" exigía, seguramente ins
truida por los dirigentes criollos, la conformación de una Junta. Al grito de "¡Junta, Jun
ta!", Acevedo y Gómez, desde el balcón de la casa capitular, proclamaba los nombres
de los posibles miembros de la nueva Junta, y el pueblo mediante gritos manifestaba su
aprobación o su rechazo del nominado.32A pesar de la activa participación del pueblo
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33. Las parroquias erigidas en villas fueron Zipaquirá,
Ubalé, Chocontá, Mesa dejuan Díaz, Guaduas, Cáqueza,
Tumerqué, Tocaima, Tensa, Sogamoso y Chiquinquirá.
en la jornada, ninguno de sus representantes hizo parte de la Junta, pues los miembros
de ésta pertenecían a las élites tradicionales; eran abogados o clérigos o habían ocupado
cargos en la burocracia colonial.
La r e v o l u c i ó n d e l o s c a b i l d o s , como puede denominarse esta primera acción política, fue
fundamentalm ente un movimiento de las élites. Los orígenes sociales de los miembrosdel cabildo (abogados, comerciantes, hacendados y clérigos) revelan el carácte r de una
revolución adelantada por las élites criollas, quienes, en términos modernos , controla
ron la agenda política en su momento. El anhelado bot ín de los cargos burocráticos que
daba ahora en manos de los criollos y las juntas procedieron a hacer nombramientos de
un g ran núm ero de funcionarios con sus respectivos sueldos.
Entre los meses de julio de 1810 y febrero de 1811 se constituyeron juntas de gobierno
en Neiva, Tunja, Santa Marta, Popayán, Quibdó, Antioquia, Pore, Nóvita, Honda, San
Juan de Girón, en las parroquias de Sogamoso, Timaná, Purificación, San Antonio de
Toro de Simití y Villa de Leyva. En febrero de 1811 se estableció la Junta de las Ciudades
Confederadas del Valle de Cauca, integrada por representantes de los cabildos de Cali,
Caloto, Buga, Cartago, Anserma, Toro y Cali. Si bien esta alianza tenía como objetivo
protegerse contra Popayán, que en este momento era controlado por Miguel Tacón, go
berna dor peninsula r que defendía el Consejo de Regencia, también expresaba el deseo
de élites locales de esta poblaciones por conformar un nuevo eje político y económico
independien te de Popayán, al que estaba sometida la región.
Si bien, Santafé invitaba a la conformación de una sola Jun ta Suprema de Gobierno del
Reino de la Nueva Granada para conservar la unidad, en el resto del reino se vivía una
explosión de múltiples soberanías. Ciudades y villas constituían'juntas de gobierno a lo
ancho de todo el territorio. Las parroquias se desmembraban de la ciudad y villa a la que
per tenecían para adherirse a la junta de gobierno que les garantizara nuevas ventajas o el
deseado titulo de villa.
En pocos días, el mapa del virreinato cambió. Entre 1810 y 1811 se crearon 23 nuevas
villas. La mayor audacia fue la de Santafé, que para poderle dar consistencia al nuevo
estado de Cundinamarca, al finalizar 1810 tomó la decisión de erigir en villas a 11 pa
rroquias y de darle al pueblo de indios de Bogotá este mismo título. Pero aún más grave
fue el hecho de que algunas de estas parroquias no estaban bajo la jurisdicción de San
tafé, sino que pertenecían al corregimiento de Tunja, lo que propició graves conflictos,
incluso armados, entre 1810 y 1816.33Num erosos conflictos se propagaban por toda la
geografía del Reino. Ejemplo de esto fueron los que se dieron entre Cartage na y Santafé;
entre Cartagena y la villa de Mompox, entre Girón y Pamplona y entre la vieja ciudad
de Girón y las parroquias de Piedecuesta y Bucaramanga, así como los de Cartagena
contra Tolú, San Benito Abad y Sincelejo; Tunja contra Sogamoso, Villa de Leyva, Chi
quinquirá y Muzo; el Socorro contra San Gil y Vélez; Neiva contra Garzón y la Villa de
Purificación; San Martín y Sanjuan de los Llanos contra Santafé de Bogotá y Mariquita,
tratando de preservarse como provincia, contra los proyectos anexionistas de Santafé.
José M anuel Restrepo, con lucidez, resumió los conflictos de la siguiente manera:
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lolocln do Santa Bárbara on Montpox, una do las principólospoblnclonoo on tiempos do la Indopondoncla. Acuarola sobropapal do 25,0 x 17,2 cm, pintado por ol diplomático InplósEdward Walliouoo Mark hacia 10 5̂. Colección Banco do laRopúbllca, Bogotá, roo. 047.
34. Jostí Manuel Restrepo,Historia de la revolución de la
Re/itílilica de Colombia en la America meridional. Medellin,
Universidad de Antioquia, Universidad Nacional de
Colombia sede Medellin, Universidad del Rosario,
Universidad de Medellin, 2009. p. 177.
la anarquía laceraba las provincias haciendo rápidos progresos. No
hubo ciudad rival con su cabecera, o que tuviese algunas razones para
figurar, que no pretendiera hacerse independiente y soberana para cons
tituir la un ión federativa o para agregarse a otra provincia. La de Tunja
fue despedazada por facciones, de las cuales unas querían junta en su
capital, otras unirse a Santa Fe, y otras corno Sogamoso, erigirse en pro
vincia, Co n la misma pretensión se separó M ompox de Cartagena yjirónde Pamplona, estableciendo su Junta, a cuyo frente puso al eclesiástico
doctor Eloy Valenzuela, bajo el título modes to de capellán: Analema no
quiso depender de Mariquita, Novita del Citará; y otros lugares de sus
respectivas provincias, Donde quiera que hubo un demagogo o aristó
crata ambiciosos, que deseaba figurar, se vieron aparecer juntas indepen
dientes y soberanas, aun en ciudades y parroquias miserables como las
de Nare, las que pretendían elevarse al rango de provincias. Podía temer
se justamente que la disolución social llegara hasta las familias. Se nece
sitaban actos vigorosos de parte de las juntas provinciales para contener
los progresos del mal, y no tardaron en ejecutarlos.3'1
Si bien tradicionalmente estos conflictos se han leído como el enfrentamiento en tre pro
vincias centralistas y federalistas, lo que habría que concluir es que lo que se dio en tre el
per íodo 1810-1816 fue la emergencia del múltiples poderes locales con proyectos polí
ticos propios. El apoyo al band o federalista o centralista no se definió por convicciones
ideológicas, sobre la conveniencia de uno u otro modelo de organización del nuevo Esta
do, sino por la facción que garantizara la preservación de los intereses de las élites locales
y los proyectos de desarrollo de la localidad. A partir de ese abigarrado rompecabezas de
poderes locales, las élites criollas patriotas tuvieron que empezar a constru ir el mapa del
nuevo Estado y la unidad de la nueva nación.
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C ó d i g o d e se ñ a l e s ma r i n a s d i se ñ a d o p o r e l te n i e n te d e n a v i o
Leonardo Sta g g , 1 8 2 5 . A rch i vo G e n e ra l d e l a N a c i ó n , G u e r ra y Ma r i n a , to mo 4 3 4 , fo l i o s 5 8 2 -6 5 0 , Bo g o tá .
|. José Manuel Restrepo,Historia de la revolución de la
República de Colombia en la America meridional, Medellín,
Universidad de Antioquia, 2009,2 vols.
2. Ibiii, tomo 1, p. 965.
3. Daniel Florencio O’Leary, Aíc/iior/twdel general O 'Leary
(1879-87), Venezuela, Ministerio de la Defensa, 19S1,
32 vols.
4. Aífred Hasbrouck, Foreign Legionciríes in theLibcmtion oj
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5. Vicente Lecuna, Crónica razonada de las guerras de
Bolívar. Formada sobre documentos, sin utilizar consejas ni
versiones impropias, New York, Colonial Press, 1950.
6. Eric T. D. Lambert, Voluntarios británicos e irlandeses en
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7. Luis Cuervo Márquez,Participación de la Gran Bretaña
y de ios Estados Unidos Legión Británica, Bogotá, Selecta,
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8. Guillermo Plazas Olarte, “La legión británica en
la independencia de Colombia",Revista de las fuerzas
annadas,vo\. l,nrt2, 1960,pp.2S7-293.
9. David A. G. Waddell, Gran Bretaña y la independencia de
Venezuela y Colombia, Caracas, Dirección de Información
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10. Sergio Elias Ortiz,Franceses en la Independencia de la
Gran Colombia, Bogotá, ABC, 1971.
11. Matthew Brown, Adventuring tlmnigh Spanish Colonies.
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12. Clement Thibaud,Repúblicas en armas. Los ejércitos
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13. Alberto Flores Malagón, "Las fuerzas mercenarias en
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o española ( 16J l); Diccionario de autoridades (1732),
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identidad, Barcelona, Ariel, 1997, p. 57.
LA P A R T I C I P A C I Ó N E X T R A N J E R A
E N L A I N D E P E N D E N C I A
D E L A N U E V A G R A N A D A ,
1 8 1 0 - 1 8 3 0
Rodrigo de). García Estrada
L a participación extranjera en la independencia de la Nueva Granada suscitó el interés
de los primeros historiadores nacionales, cronistas, viajeros y personajes de la vida públi
ca. José Manuel Restrepo, en su obra H i s t o r i a d e ¡a r e v o l u c ió n d e la R e p ú b l i c a d e C o lo m b i a
e n l a A m é r i c a M e r id i o n a l ,' señala el temprano llamado a militares de otras naciones por
los primeros gobiernos republicanos, al tiempo que señaló la frustración de Simón Bolívar ante los escasos resultados de los “auxilios de oficiales y soldados extranjeros”, por lo
que las nuevas naciones surgieron por su propio esfuerzo y voluntad.2
En cambio, el general irlandés Daniel Florencio O'Leary, edecán de Bolívar, en sus M e -
m o r i a s resaltó el aporte de a lgunos extranjeros a los triunfos militares de los patriotas.3
Otros autores como Alfred Hasbrouck,4Vicente Lecuna/'’Eric Lambert,6Luis Cuervo
Márquez,7Guillermo Plazas Olarte,s David Waddell9y Sergio Elias Ortiz10concluyeron
que la Independencia no habría sido posible sin el profesionalismo y la experiencia de los
extranjeros. Estudios más recientes, como los de Mathew Brown,11Clement Thibaud12y
Alberto Flórez Malagón,13han puesto el relieve en sus facetas como mercenarios o aven
tureros, así como en las relaciones entre éstos y los diferentes grupos sociales y étnicos, altiempo que han sostenido su contribución a la profesionalización del ejército libertador
o han señalando su tem prana deserción, dejando en entredicho su valentía y patriotismo.
Los e x t r a n j e r o s e n u n p e r ío d o d e t ra n s i c i ó n
Uno de los legados menos plausibles de la cultura hispánica fue, sin duda, su mentalidad
poco abierta a la presencia de súbditos de otras naciones o civilizaciones, producto de
la prolongada guerra de reconquista sostenida por los reinos ibéricos contra el dominio
musulmán y por haber sido la cuna de la contrarreforma. Dichas cruzadas en defensa
de la religión católica y los propios intereses comerciales explica la política adoptada en
las Leyes de Indias, encaminada a conservar el monopolio comercial e impedir la inmi
gración de súbditos de otras naciones a las colonias americanas. Este tipo de prevencio
nes tenían su correlato en los significados dados por los españoles al vocablo e x t r a n j e r o ,
como alguien de condición extraña, de otra tierra, diferente, desconocido y pertenecien
te a otro reino. El D ic c i o n a r io d e a u to r id a d e s , de 1732, califica las costumbres extranje
ras como debilitadoras de las propias, como algo no conveniente y carente de razón.14
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15. Archivo Histórico de Rionegro, legajo 9, doc. 17,11'.
32 y ss.
i 6. Inés Pinto Escobar,L i rebellón tld común, Tunja,
Universidad Pedagógicay Tecnológica de Colombia,
1976,p. ISO.
17. AHM, Colonia, Actas del Cabildo, tomo 75, ffi 156r
y I56v.
18.11'iiL fl'. I57ry 157v.
19. AH Marini lla, Colonia, Cabildo, tomo 9 i , Doc. 22, s.í
20. IM
2 i. Magnus Mdrner,Amiliuim r /michinos. Los emignmles
en ¡ l¡.<¡)iim>iiiiiirkn, Madrid, Mapfre, 1992, p. 38.
Esta mirada explica que por Real Cédula de 25 de abril de 1736 se exigiera a todos los
gobernadores y cabildos americanos celar por que "ningún extranjero se avecinde ni Co-
mercie sin expresa real licencia en sus respectivas provincias". La misma fue ratificada en
1751 por el virrey neogranadino José Alfonso Pizarro, cuando exigió a los extranjeros
residentes en su jurisdicción salir en el término de dos meses hacia Cartagena y regresar
a sus países de origen, exceptuando aquellos "empleados en oficios mecánicos útiles a la
República1’.15Así que, a pesar de las prohibiciones, algunos extranjeros lograron ingresar a las colonias españolas y asentarse con éxito, ya que se admitía como residentes a
médicos y expertos en minería. Por lo tanto, no es de extrañar que los comuneros de la
Nueva Granada en 1782 exigieran a las autoridades virreinales impedir a toda costa el
establecimiento de extranjeros, pedían su pronta expulsión, y al que no, se le diera trato
de "espía en guerra viva”.16
Este tipo de discursos se radicalizó a partir de 1808 con la invasión francesa y la ab
dicación del rey en favor de Napoleón Bonaparte. En dicho momento, los cabildos
neogranadinos realizaron actos de desagravio a la Corona española, entronizaron a
Fernando VII y rechazaron la cautividad a que fue sometido éste por el emperador
francés. Se difun dían noticias d e los ultrajes infligidos po r los soldados franceses en
Españ a contra la Iglesia, se hablaba de la sangre de sacerdotes y monjas derramada, así
com o otros sacrilegios cometidos contra los sagrarios y templos. Con ahínco se decía
que Francia se había ensañado contra España, el más firme baluarte de la Iglesia ca
tólica.17De m anera que la lealtad por el rey y por la religión era lo mismo y justificaba
un a “guerra santa”.18
En medio de este contexto de lealtad al rey, cuya contrapartida era un discurso antifran
cés, el 28 de febrero de 1810, el virrey Antonio A ma ry Borbón informó a sus subalternos
que la provincia de los Llanos habla sido invadida "por unos al parecer extranjeros”, quie
nes prendieron al corregidor del Meta, se apoderaron de las armas y luego, en la ciudad
de Fore, tomaron más fusiles y municiones, y echaron un bando en el que proclamaron
aNapoleón Bonaparte.19Pronto se supo que los supuestos "extranjeros" eran en realidadunos 35 reos prófugos del Socorro y Tunja, perseguidos po r la justicia y acusados de
promover la sublevación con tra el dominio español. Los mismos fueron alcanzados por
milicianos de Pore que mataron a uno, hirieron a cinco y capturaron a otros seis, mien
tras que los demás huyeron por la espesura del monte.20
Resulta evidente que el consuetudinario miedo a los extranjeros, sumado a los rumores
sobre la inminente llegada de espías de Napoleón o de una invasión francesa, llevó a la
población a ver extranjeros donde no los había. De esta manera, los “extranjeros” fue
ron equiparados con los “insurgentes”, por cuanto carecían de lealtad con el monarca
español. Los primeros por ser vasallos de otro soberano y los segundos por proclamar
la reasunción de la soberanía por el pueblo. Por o tro lado, en la Independencia se dio un
proceso de diferenciación entre españoles peninsulares y americanos, que el historiadorsueco Magnus Morner plan tea de la siguiente manera: “La hostilidad tradicional entre
los ibéricos y los criollos empeoró durante las guerras de independencia y el resultado
fue que se consideraron a los nacidos españoles como 'extranjeros”.21
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En su s me mo r i a s (3 2 vo l ú me n e s) , e l g e n e ra l i r l a n d é s D a n i e l
Fl o re n c i o O ' L e a ry B u rke , e d e cá n d e Bo l ívar , re sa l tó e l
a p o r te e x t ra n j e ro a l o s t r i u n fo s m i l i ta re s d e l o s p a t r i o ta s .
R e t ra to e n m i n i a tu ra c. 1 8 3 5 . C o l e cc i ó n Mu se o N a c i o n a l d e
C o l o mb i a , Bo g o tá , re g . 2 7 1 4 . Fo to g ra f ía : © Mu se o N a c i o n a l
de Colombia.
22. Oitiz, op. cit. pp. 96 y ss.
23. Beatriz Patino Millán, “Comerciantes extranjeros en
Antioquia. i 760-1810”, en Mcmoiiiis Jc lX I! CongresoColombiano de Historia, Popayán, 4 al 8 de agosto de 2003,
pp. 10 y ss.; Ann Twinam, Minaos, comerciantes v¡obradores.
Los mices del espíritu empresarial en Antioijuio: 1763-1S10,
Mcdeliín, FAES, 1985, p. 206; Enrique Echavarría,
"Extranjeros en Antioquia”,Progreso, tercera época, n”'. 38
y 39,1942, p. I I 90.
E l e l e m e n t o e x t r a n j e r o e n l a P r i m e r a R e p ú b l i c a
Paradójicamente, la mayoría de extranjeros que se vieron comprometidos en esta etapa
del proceso de independencia era de origen francés; dos de ellos, Luis Francisco de Rieux
y Luis Girardot, llegaron a fines del siglo XVIII. El primero era médico y el 20 de julio
de 1810 participó de los sucesos en Santafé, se unió al ejército republicano, desempeñó
diversas comisiones y en 1815 formó parte de la junta de oficiales encargada de la defen
sa de Cartagena.22 El segundo llegó en 1782, fue comerciante, propietario de esclavos,
haciendas y minas, y prestó su apoyo a la Junta de Gobierno creada a la caída del virrey
Amar y Borbón. Fue capitán del Batallón Patriotas de la Defensa, estableció la línea de
defensa en Honda y en 1816 huyó con las fuerzas patrióticas que se replegaron en los Lla
nos de Casanare. Murió en las riberas del Orinoco, a manos de criminales que le robaron
una cantidad de oro que llevaba consigo, y tres de sus hijos (Atanasio, Pedro y Miguel)
perdieron la vida en las batallas del Bárbula, Juanambú y La Cruz, respectivamente.23
r; -|nfu- } ¡ ' TV/* GRANADA 1810-1 «30 I " 9
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A N°,----WH8 BILL OP THE VALUE OK
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. t M M U ilM W M 'U . ,f e c ^ g % 5 < 3 g » 0 í ¿ 0 g > Q O O D Í
Vaio lirmado en la Isla Amolla ol 10 de agosto do 11117por Grogor MacGrogor, ol occocóc quo on 1814 ayudó alos pntrlotaa on In dolonon do Cnrtngonn, uscnpi) a llulllcon ayuda do Aury y on 1010 organizó dos InlmiiUiosasoxpodlclonos con lo Idoa do ocupar Rloliacha y l’ortohclo[Revisto Crorltmciai Historia No. 4G, Bogolít, octubro do
1093).
[Pógíno antorlorj. Grogor MacGrogor, óloo catira tula imitadopoi Julián Rublono, Eugenio Montoya y Constancio f r a n c o
hacia 1006, 07 x 54 cm. Colocclón Historia, Musoo Nacionaldo Colombia, Gogotó, rog. 273. Fotogrolfo: © Musito
Nocional do Colombia. / Juan Camilo Sogura.
24. Ernesto Restrepo Tirado, Historia de la provincia de
Sania Mal la, Sevilla, Imprenta y Librería de Eulogio de las
Horas, 1929, p. 350.
25. Ortiz, o/i. c//., pp. 103-1 OS.
26. ftní.pp. 115 y ss.
27. Josií María Espinosa,Memorias de un alianderado,
Medellín, Bedout, 1970, p. 69.
28 José Hilario López, Memorias, Medellín, Bcdout, 1969,
pp 28-29.
29. Pilar Moreno de Angel Jim ' Marín Córdovit, 2J ed,,
Bogotd, Instituto Colombiano de Cultura, 1979, p. 50;
Roberto Botero Saldarriaga,General Josc1María Ciin/owi,
Bogotá, Tipografía Renacimiento, 1927, p. 26.
30. Archivo Histórico Casa de la Convención de
Rionegro, sección I, Fondo Gobierno, vol. 26,11188r.-93r.
3 i. Moreno de Ángel,o/i. cil., p. 52
32. ihid., pp.58yss.
33. l-lórez Malagón, ap.cii„p. 103.
34. Antonio Cacua l’rada,El corsario Lilis Amy, Bogotá,
Academia Colombiana de Historia, 2001.
Aparte de estos dos, fueron más los que llegaron en medio de los movimientos auto
nomistas, cuando las autoridades alertaban frente a la posible presencia de agentes del
gobierno francés. En este grupo se incluye a Pedro Labatut, Luis Bernardo Chatillon,
Carlos Alejandro Bobin, Antonio Bailly, Manuel de Serviez, Honorato Dufour, Jean
Castellux, Anton io Reynal Sasmajous, Luis Perú de Lacroix, Luis Aury, Charles Laumi-
net, Guillermo Eduardo Coutin y Luis Ducoudray. Casi todos llegaron por Venezuela,
donde combatieron al lado de Francisco de Miranda y Simón Bolívar, y luego de serderrotados en 1812 se refugiaron en la Nueva Granada. Otros llegaron de las Antillas
en 1813, donde fueron contratados para organizar la defensa de Cartagena. Integraron
este gt'upo los norteamericanos Alejandro Macaulay y Antonio Bailly, el escocés Gregor
MacGregor, el alemán José de Schambourg, el holandés Carlos Ludovico y el italiano
Carlos Castelli.
La suerte del grupo de europeos que prestó sus servicios militares a las primeras repú
blicas neogranadinas fue variopinta. Pedro Labatut, al mando de 500 hombres ocupó
la ciudad de Santa M arta el 6 de enero de 1813 y organizó un gobierno que obligó a los
samarlos a jurar la constitución cartagenera;2“1pero, a los dos meses, fue derrotado por
los indios de Mamatoco y fue desterrado por sus jefes, sin recompensa alguna.25Luis
Bernardo Chatillon intentó recaptu rar a Santa Marta en 1813, pero murió junto a 300
de sus suballernos.26José de Schambourg fue expulsado por emborracharse en La Plata
y amenazar de m uerte a Antonio N ariño. Por su parte, Carlos Alejandro Bobin, quien se
enroló en Santafé baj o el mando de Nariño, estuvo en Calibío y en Juanambú, batalla en
la que fue tomado prisionero por haberse quedado dormido y fue fusilado en Pasto, en
1813. Según José María Espinosa, “no tanto por haber servido a la causa de la indepen
dencia, cuanto por ser francés”.27
Manuel de Serviez llegó en 1813 a Cartagena, estuvo en la campaña de las sabanas de
Corozal y Tolú, y en Cartago comandó el ejército del sur, del cual hacía parte el después
general y presidente colombiano José Hilario López.28En Antioquia fue instructo r de
oficiales y cadetes, dentro de los cuales uno de sus primeros aprendices fue José M aríaCórdova,29Estuvo a cargo de la compra de instrumentos musicales, uniformes y otros
utensilios para la banda de músicos y la tropa, aparte de dirigir la maestranza. Visita
ba regularmente el hospital militar, proponía soluciones a sus problemas y le enseñó al
médico a curar la sífilis.30 Después fue llamado a Santafé y Tunja, donde se le nombró
comandante de caballería, bajo el mando de Bolívar.31Triunfó en el río Palo y encabezó
a los patriotas en su ocupación de Popayán (el 7 de julio de 1815), pero ante el avance
de la reconquista española, se retiró con sus tropas hacia los Llanos Orientales, junto a
Santander, Córdova, unos pocos oficiales y 56 infantes. Un año después, en un pequeño
bohío frente a la isla de Achaguas (Venezuela), al parecer por robarle una botella de oro,
fue asesinado.32
Mención aparte merecen los corsarios franceses, llamados a unirse a la causa mediante
concesiones otorgadas por el gobierno de Cartagena para capturar barcos españoles y
com partirlas ganancias.33En esta categoría se encuentra el francés Luis Aury,34 quien en
1811 armó una embarcación al servicio de dicha ciudad y en 1813 se presentó con varias
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7/21/2019 La Revolucion de los Cabildos.pdf
http://slidepdf.com/reader/full/la-revolucion-de-los-cabildospdf 22/25
35. Giorgio Antci, Los fnroi'.<crmiilcs. Historio cic Agustín
Calozzi, I793-1S22, Bogotá, Planeta, 1993, pp. 223 y ss.
36. Ortiz, op. ciL pp. 181y ss; 223-226.
37. Restrepo, tomo I ,op. ciL pp. 171y ss.
38. Antci, op. ciL pp. 179 y ss.
39. Javier Ocampo López, “HI proceso politico, military
social de la Independencia”, en Nuevo historio tic Colombia,
vol. 2, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 39 y 55.
presas. El gobierno cartagenero le confirió el grado de " t e n i e n t e de navio” y le confió el
mando de la escuadra naval de la República, con el título de "comodoro”. Aury estuvo
en la Heroica hasta 1815 y fue testigo de los hechos que llevaron a su pérdida a m a n o s
del pacificador Morillo.35Con Aury vinieron: Charles Lauminet, quien durante el sitio
de 1815 logró escapar con su goleta y estuvo en la expedición de los Cayos; Guillermo
Eduardo Coutin, edecán del comodoro y capitán de u n barco mercante del comercio deCartagena; Luis Ducoudray, quien desde 1814 tomó servicio en la defensa de Cartagena
y de allí escapó a los Cayos; Luis Perú de Lacroix, un espía de Napoleón en Inglaterra,
que fue mayor general y secretario privado de Aury.36En 1816 los franceses que sobre
vivieron a la reconquista española se refugiaron en las Antillas y asistieron a la junta de
oficiales en los Cayos, donde se opusieron a que Bolívar ocupara la jefatura única del
ejército libertador y escogieron el partido equivocado.
Aparte de los franceses, en este período, apoyaron la causa republicana otros extranjeros,
como Alejandro Macaulay, un norteamericano que llegó a Popayán en 1812 y contribuyó
a salvar al gobierno y a los habitantes de esta ciudad cuando los patianos la tenían
rodeada. Después acompañó a José María Cabal en su expedición contra la ciudad de
Pasto y aunque salió victorioso en Catambuco, sus tropas fueron rodeadas y acribilladas
por los pastusos, mientras que Macaulay fue apresado y pasado por las armas el 26 de
enero de 1813, al lado de 16 milicianos.37Por otro lado, el escocés Gregor MacGregor
llegó en 1812, se unió al ejército en Tunja, fue adiestrador de reclutas y jefe del ejército
del norte, al frente del cual tomó Pamplona y Cúcuta. En 1814 tomó parte en la defensa
de Cartagena y logró escapar en la flotilla del comodoro Aury hacia Haití.3SEn 1819
MacGregor organizó y reclutó dos expediciones, con las cuales intentó ocupar Riohacha
y Portobelo, pero fue derrotado y hecho prisionero, junto con su tropa.
D e L A R E C O N Q U I S T A A L A B A T A L L A D E B O Y A C Á
La expedición pacificadora de Pablo Morillo llegó a Santa Marta a mediados de 1815, endiciembre se tomó Cartagena, y al año siguiente, Santafé. Bajo este régimen se ejecutó
a muchos precursores de la Independencia, se desterró a otros y se aplicó a la población
impuestos de guerra y expropiaciones. Tal accionar fortaleció un imaginario social
antiespañol, facilitó a los patriotas el respaldo popular y propició las condiciones para
reorganizar el ejército libertador. Bolívar y su estado mayor buscaron entonces la ayuda
internacional y para ello comisionaron a Luis López Méndez para realizar gestiones en
Gran Bretaña, con el fin de obtener oficiales y soldados, armas, municiones y dinero.
La misión de López fue exitosa, a juzgar por las expediciones militares que llegaron por
puertosvenezolanosentrelSrZylSl^conquienesseform ólallamadaL egiónBritánica.39
Según Mathew Brown, en Europa fueron reclutados 6.808 individuos, en su mayoría
irlandeses (48%), ingleses (20%), franceses (6,5%) y alemanes (6,5%), mientras que el
porcentaje restante (19%) estaba formado por escoceses, españoles, norteamericanos,
italianos, holandeses y de otros países. Brown señala que la mayor parte de esos irlande
ses procedían de cuatro regiones pobres (Leinster, Munster, Ulstery Connaught), per
tenecían a los sectores populares (muchos de ellos eran artesanos y jornaleros, aunque
1 8 2 | H I S T O R I A Q UE NO C E S A . LA I N D E P E N D E N C I A D E C O L O M B I A . 1 7 8 0 - 1 8 3 0
7/21/2019 La Revolucion de los Cabildos.pdf
http://slidepdf.com/reader/full/la-revolucion-de-los-cabildospdf 23/25
40. Brown, op. cit, pp. 25,27 y 40.
41. Flórez Malagón, o¡\ til., p. 100; Thibaud, op. di, p. 384;
Broun o/i til., p. 63.
42. Brown, op. til., p. 40.
43. Ihibaud, c>/>.di., p. 393.
■W. Flórez. Malagiín, o¡i. dl., p. 102.
45. Lambert, vol. 3, <>/>.di, p. 455.
46. O ' Loar/, tomo 27, op. cil„ p. 572.
4?. Guillermo Hernández, de Alba (camp.), Gimo nució
/uRcpúblicn ilc Colombiu, Bogotá, Imprenta Nacional,
1965, p. 90; Manuel Antonio López, Rccucnlos históricos
iId corond Miniiicl Antonio Upe :, iim lunk tkl Btiiilo MmvrCcncml Jjhcrlinlor. Colombio y l’cni, I $ IV-IS20, Bogotá,
Imprenta Nacional, I955,pp. 12-16.
48. Ortiz, op.cii, p. 124.
49. Brown, d/ui/.,p.6l.
había algunos comerciantes y abogados) y en su mayoría eran inexpertos en asuntos
militares, lo que contradice un planteamiento que ha hecho carrera, según el cual la ma
yoría de legionarios habían participado en la batalla de Waterloo.40
Al parecer, aquellos extranjeros vinieron como aventureros o mercenarios, atraídos pol
las posibilidades de enriquecimiento fácil en América, por los imaginarios sobre las mi
nas de Potosí y la leyenda de El Dorado, así como por las ofertas laborales, los ascensosmilitares y otras promesas hechas por los emisarios criollos. A su arribo, muchos de ellos
vieron frustradas sus expectativas de lucro y padecieron la escasez de raciones, la penu
ria y las enfermedades, por lo que regresaron a sus países. Según Brown, casi la mitad
(3.633) murieron en el viaje y fueron arrojados por la borda, desertaron o regresaron a
sus casas antes de tocar el suelo continental, o en cuestión de días o semanas.'" Y de los
4.356 que combatieron, m uy pocos lo hicieron en el Pantano de Vargas, Boyacá, Pichin
cha o Ayaeucho. A lo sumo, estuvieron en territorio granadino 1.278 europeos, de los
cuales 544 irlandeses se rebelaron y desertaron en Riohacha, y otros 100 murieron en
el páramo de Pisba, así que la cantidad de extranjeros que asistieron a la liberación de la
Nueva Granada ronda el medio millar.'12
No obstante su reducido número, según Clément Tliibaud, el conjunto de militares que
formó parte de aquellas expediciones estaba acostumbrado a la guerra regular y le per
mitió al Libertador profesionalizar el ejército patriota. Además, los europeos sirvieron a
Bolívar como modelo para los soldados, de quienes aprendieron maniobras, tácticas y
actitudes como la obediencia y el acatamiento de una jerarquía, bajo el control soberano
del Congreso, Así, se pudo adiestrar a unas guerrillas acostumbradas a la guerra irregu
lar y librar al ejército patriota del molde militar español, para convertirlo en un ejército
de infantería según el modelo inglés.43
Para Flórez Malagón, los británicos bajo el mando del coronel James Rooke, en 1819,
'combatieron más intensamente desde su llegada a América, especialmente en las ba
tallas del Pantano de Vargas y del Puente de Boyacá”.44Y según Lambert, un núcleo pequeño de oficiales extranjeros, portadores de experiencia y seguridad en el campo de
batalla, disuadieron el nerviosismo en los soldados criollos y transmitieron la confianza
en su victoria, evitando su retirada o deserción.45Por ello, según O’Leary, conseguido
el triunfo en el Pantano de Vargas, “reconoció Bolívar los méritos contraídos por aque
llos valientes extranjeros y les confirió la ‘Cruz de los Libertadores’ distinción que bien
merecieron”.46 Por lo tanto, no se puede negar la presencia extranjera en la liberación de
la Nueva Granada, ni olvidar que algunos europeos murieron en el campo de batalla,
como el teniente Casely, el subteniente MacM unup y el capitán Johnson, o producto de
sus heridas, como sucedió con el cororieljames Rooke.47
Por lo demás, los extranjeros hicieron propuestas, aconsejaron a los gobiernos e introdu jeron innovaciones para llevar a cabo mejoras en diversos frentes de los asuntos públicos.
Por ejemplo, Alejandro Bobin inventó y produjo una especie de bocina para oír a gran
des distancias.48 El coronel Joseph Gilmore produjo un prospecto para el diseño de un
nuevo rifle.49El capitán James Fraser tradujo el manual de táctica de infantería del ejér-
l . A P A R T I C I P A C I O N E X T R A N J E R A E N L A I N D E P E N D E N C I A D E LA N U E V A G R A N A D A . 1 B I ü - 1 G 3 0 | 1 8 . 1
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El autor en tr aje de viaje de l país, g r abado c íe R . Cooper
par a e l l i b r o de Char l es S tuar t Coc hr ane , Journa l o f a
Residence and Trave ls in Co lom bia Du r ing de Years 1823
and 1824, v o l . 1 , Londr es , 1825 . B i b l i o tec a Lu i s Á nge l
A r ango, B ogotá , S a l a de L i b r os Rar os y M anus c r i t os .
50. Thibaud,op. di, p. 393.
51. Joaquín Vitoria de la Hoz,Federico Tomás Adlerereutz
(Í793 '1SS2). Vicisitudes militares, económicas)1sociales ile un
conde succo en América, Monografías de Administración,
n". 85, Bogotá, Universidad de los Andes/Facultad de
Administración, 2005.
52. M.,p.7l.
53- Enrique Otero D Costa, “A los caballeros e homes
buenos", en Enrique Ortega Ricaurte (comp.),^5«»w/()de
Cordova. Proceso contra el primer comandante Ruperto hland,
Bogotá, Kelly, 1979, p. 10.
cito británico, que llegó a ser el primero publicado en Colombia, en el cual se detallan
los diferentes tipos de maniobras que puede ejecutar un batallón, según los reglamentos
ingleses.50
C o n c l u s io n e s
La presencia extranjera en las campañas libertadoras se caracterizó por dos etapas di
ferenciadas: la primera, durante la Primera República (1810-1816), cuando a pesar de
todas las prohibiciones, u n grupo de oficiales franceses y de otras nacionalidades co
mandó las tropas, aunque sus triunfos fueron pocos, inestables y de escasa duración.
Muchos de ellos murieron en el campo de batalla y los sobrevivientes se refugiaron en
los llanos de Venezuela o en las Antillas, en 1816. Con excepción de los franceses, que
se opusieron a la jefatura de Bolívar, algunos regresaron con el ejército que triunfó en
Boyacá. La segunda etapa, en tre 1817 y 1830, se identifica por que el mayor número de
extranjeros que se unieron al ejército libertador procedía de las islas británicas y de otras
naciones europeas. Su principal rol fue el de instructores y comandantes, dieron ejemplo
y confianza a las tropas, ayudaron a disciplinar a los cadetes — que luego fueron genera
les de la República— y los adiestraron en el manejo de las armas de fuego y en la lucha
cuerpo a cuerpo.
Algunos sacrificaron sus vidas en el campo de batalla y otros sobrevivieron para ver el
nacimiento de la República de Colombia; además, se caracterizaron por su lealtad a
Bolívar y a su proyecto grancolombiano. Por este motivo, muchos fueron funcionarios
públicos, caso de Daniel Florencio O'Leary, John D'Evereuxy Belford Wilson, quienes
prestaron servicios en el ramo diplomático. El sueco Federico Adlercreutz, por ejemplo,
fue comandante militar de Santa M arta y gobernador de Mompox.51 Cargos similares
desempeñaron otros en el Caribe colombiano.- Luis Brion (curazoleño), José Sarda
(español), Salterio Chittyyjohn Illingroth (ingleses), Luis Francisco de Rieuxyjulio
Reimboldt (franceses), Federico Rasch (alemán) yjerónico Carbono (italiano).32Noobstante, su bolivarianismo les costó la expulsión de la Nueva Granada, ya que se vieron
comprometidos en los conflictos entre Bolívarylos constitucionalistas (1828 a 1830),y
en particular p or el papel de los veteranos extranjeros en el asesinato del general Córdo-
va.53Todo esto les mereció la animadversión de muchos granadinos, en particular de los
santanderistas. En adelante, la mayoría de extranjeros fueron retirados del servicio mili
tar, otros se autoexiliaron o fueron expulsados de la República. Este rechazo a la presen
cia extranjeray la act itud xenofóbica del sector dominante de la Iglesia ayudan a explicar
el fracaso de las políticas de inmigración colombiana du rante el siglo X I X .
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