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La renovacin historiogrfica en la Argentina: entre el rigorismo metodolgico y la historia de la cultura. Implicaciones polticas en la representacin de la historia.

Gabriel Jansen Universidad Nacional de Salta

IntroduccinEl siguiente informe de lectura, mostrara en base a los textos propuestos, el desarrollo de la llamada renovacin historiogrfica en argentina a partir de la segunda mitad del siglo XX. Dicho informe tratara de contextualizar y comparar las diferentes ideologas de autores como Jos Luis Romero, Halperin Donghi y otros adscriptos a la historia estrictamente metodolgica por un lado y a la historia de la cultura propuesta por algunos otros.Dos posiciones se encontraban, diferenciadas quizs en algunos puntos, hacia el ao 1950, una era la historia que, aun en las instituciones, continuaba anclada en su rigorismo metodolgico tratando de construir una historia nacional propia de los primeras dos dcadas del siglo XX. La segunda, la enmarcada alrededor de la figura de Jos Luis Romero, constructor de una teora de la historia con sus bases en la historia cultura, y en este caso, influenciado por el humanismo, por el historicismo cultural, por figuras como Burckhardt, entre otros.Por el otro lado Halperin Donghi, intentando construir una teora histrica desde la cual dejar atrs viejas dicotomas polticas reactivadas por el peronismo. Pero siguiendo con esta misma lnea los aos 1950- 1951 significan, para Halperin, su viaje a Turin primeramente y en 1953 hacia Francia de donde sacara influencias tanto de Croce como de Fernand Braudel, siendo el primero quien ms influencio al historiador argentino.Siguiendo la lnea introductoria, es necesario preguntarse entonces, bajo qu circunstancias se origina una nueva mirada hacia el pasado argentino?, Qu conexin guardan las corrientes intelectuales a nivel internacional con el surgimiento de la historia social en la Argentina?Estos sern los puntos a realizar y responder en el siguiente informe de lectura teniendo en cuenta los periodos, segn los textos analizados, tratando de dar una respuesta satisfactoria al tema de la renovacin historiogrfica argentina.

DesarrolloComenzando por el anlisis realizado por Devoto, es durante los aos 30 y 40 del siglo XX donde se presenta el origen de la llamada revolucin historiogrfica y luego posterior al ao 1955 un nuevo frente abierto en este caso debido al contacto internacional de las corrientes historiogrficas ligadas a las diversas ciencias sociales.Por una parte, anterior al periodo destacado del 55, Jos Luis Romero comenzara desarrollando una teora de una historia entendida como historia de la cultura, pero para este autor cultura vendra a significar una historia no solamente construida por hechos sino tambin por ideas y pensamientos, en este sentido podemos notar una influencia quizs de algunas teoras de Huizinga o de la historia cultural alemana de Burckhardt.La formacin de Romero como historiador provena de sus caractersticas de humanista y que justamente chocaba con las doctrinas de la precedente Nueva Escuela Histrica, en este sentido Devoto aclara que, ste aunque no negaba ni descartaba la operacin documental como parte inherente a la labor del historiador, no crea que ella debiera ser el centro de su tarea, as como tampoco crea en la estrecha especializacin que pareca signo de la Nueva Escuela[footnoteRef:1]. [1: Devoto, Fernando y Pagano, Nora, Historia de la historiografa argentina. Bs.As. Ed. Sudamericana. 2009, pp 340.]

En 1933 en la primera edicin de La formacin histrica, Romero ya planteaba la distancia que estableca su pensamiento con la lnea de la historiografa erudita y profesional, desde las races de estas en Ranke, hasta las lneas de la Nueva Escuela Historica. Es por esto que la teora de Romero se encontraba influenciada por cierto Historicismo y Eticismo, ya que para el autor la solucin de las problemticas histricas deban ser solucionadas mediante creaciones de ideales ticos para el espritu en su devenir histrico[footnoteRef:2]. [2: Devoto, Fernando y Pagano, Nora, Historia de la historiografa argentina. Bs.As. Ed. Sudamericana. 2009, pp 344.]

Pero es a partir de 1943 cuando Romero comienza a delinear lo que sera su trabajo como historiador, y a considerar a la historia y a la historiografa como factores fundamentales en los periodos de crisis y transformacin para lograr volver a mirarnos hacia el pasado y as construir un posible futuro.Fue as en este periodo, que tomo en cuenta algunos puntos de la historia de Mitre ya que d l le interesaba la gran confianza que tena el ex presidente argentino sobre la utilidad pedaggica de la historia, su capacidad para el desarrollo de las ideologas y la interaccin en su relato de elementos reales e ideales que subyacen en el en un afn por reconocer y presentar el pasado en su complejidad.Hay que comprender como aclara Devoto, que el desarrollo historiogrfico de Romero se define por su ambiente intelectual durante el 30 y el 43 que lo llevaron sucesivamente a oponerse a la cultura fascista y luego ser tildado como un antiperonista.Producto de esto, a la llegada del Peronismo en 1946, Romero seria desplazado como tantos otros del plano universitario. A partir de este suceso el historiador se dedicara al anlisis cultural no oficial de la Argentina peronista, y en eso tuvo especial importancia sus primeros contactos con el historia Fernand Braudel, que genero los primeros lazos externos de prestigio para un grupo renovador que siempre reposar sobre ellos para contrabalancear, primero su total ausencia de los mbitos acadmicos oficiales argentinos, y luego de 1955, sus disputas en el plano institucional con la Nueva Escuela[footnoteRef:3]. [3: Devoto, Fernando y Pagano, Nora, Historia de la historiografa argentina. Bs.As. Ed. Sudamericana. 2009, pp 357.]

Hacia finales del gobierno peronista se configur un grupo renovador en la Argentina en torno a la revista Imago Mundi (1953-1955), dirigida por Jos Luis Romero. Historiador medievalista, Romero elabor desde su revista un programa de historia cultural cercano a Huizinga y, en menor medida, a los primeros Annales. A partir de este segundo periodo, que es el que se abre desde 1955, en la revista Imago Mundi Romero definira lo que para l era la historia de la cultura, de su utilizacin y de su metodologa en el anlisis histrico. El propsito principal de esta nueva metodologa era generar un tipo de historia superadora de la visin tradicional de la Nueva Escuela Histrica por ejemplo, aqu Romero consideraba que la historia no solo era una historia de hechos. El mismo Romero en sus reflexiones sobre la historia de la cultura, aclara que la historia de la cultura parte como de un supuesto evidente de la idea de que la vida histrica es esencialmente compleja e irreductible a sus elementos simples[footnoteRef:4]. Desde esta perspectiva Romero utilizara estos conceptos para diferenciar historia erudita de historia de la cultura. [4: Romero, Jos Luis, La vida histrica: compilado por Luis Alberto Romero. Buenos Aires. Siglo XXI Ed. 2008, pp 122.]

Para concluir de alguna manera con la visin histrica de Romero, cabe remarcar que el autor remarcaba tres puntos esenciales a la hora del trabajo histrico, ellos eran: la idea de que la historia de la cultura no refiere a un campo temtico sino a un modo de preguntar sobre el pasado, la distincin neta entre ella y la filosofa de la historia, que se encontrara tanto en la necesidad de la primera de tener unido el conocimiento emprico con la bsqueda del sentido como en la imposibilidad de proyectar ese sentido inseparable entre pasado y presente. Estos puntos se encuentran dentro de su ideologa de la reflexin de la historia cultural, por lo cual el anlisis de este texto es de suma importancia para comprender una visin renovadora de la historiografa tradicional.Dentro de este segundo periodo de renovacin historiogrfica, aparece tambin otro nombre, otro historiador que forma parte del periodo estudiado en este informe de lectura, que ser a la vez un colaborador de la revista Imago Mundi. Me refiero a Tulio Halperin Donghi.Halperin Donghi comenzara desde el seno de su familia con la tradicin intelectual, pronto en sus primeros escritos tambin mostraba una delimitacin entre la revista en la cual colaboraba y su pensamiento propiamente dicho. La necesidad de bsqueda de una nueva corriente que abandone la postura conflictiva de la corriente revisionista y la falta de sentido de la Nueva Escuela para ese entonces, fue planteada por Tulio Halpern Donghi.Encontramos a un historiador influenciado desde su misma lnea familiar por la corriente historiogrfica de Benedeto Croce fundamentalmente, y posterior a 1953 entrara en contacto, como lo haba hecho Romero, con Fernand Braudel, aunque como se denota en su texto Aos de aprendizaje, posteriormente reclinara del modo particular de anlisis histrico del historiador Francs.Es particular tambin contemplar algunas de las crticas que dira Donghi hacia el pasado argentino y hacia los diferentes intentos de renovacin de la historia argentina. En este sentido para Dongui, la historiografa argentina segua encerrada sobre s misma, viva, si es que puede decirse que viva, de la gran herencia del romanticismo liberal, sobre la cual se haban construido los esquemas aplicables a la historia argentina, a mediados del siglo XIX. La Nueva Escuela con Emilio Ravignani por otra parte, haba rechazado la imagen heredada de la poca de Rosas, como periodo de lucha cerrada entre la libertad y la tirana. Pero no supo con qu reemplazarlas. Los revisionistas no revisan los esquemas heredados; invierten tan slo los signos valorativos que tradicionalmente marcaban a cada uno de los trminos en ellos contrapuestos.En cierta medida, Halpern apela a la renovacin historiogrfica que no descuide los nuevos avances obtenidos en el exterior para aplicarlo a la problemtica nacional, evitando caer en las divisiones partidarias y a favor de un objeto de estudio de alcance supranacional propenso a las comparaciones que facilite un estudio integral.Sin embargo como aclara Devoto, la historia erudita llena de ambiciones, era para Halperin un modo de tomar distancia de la historiografa acadmica argentina y del ensayismo, pero tambin de la propuesta de la historia de la cultura defendida no solo por Romero sino por casi todo aquel mundo de la Argentina[footnoteRef:5], y en este sentido se entiende cuando pgina arriba, aclaraba que aunque colaborador de la revista Imago Mundi en cuanto al planteo historiogrfico ya marcaba diferencias con la teora de Romero. [5: Devoto, Fernando y Pagano, Nora, Historia de la historiografa argentina. Bs.As. Ed. Sudamericana. 2009, pp 371.]

De todos modos, el contacto con Braudel posibilito a Halperin hacia una representacin imaginativa de la historia argentina aunque termine prefiriendo como se dijo ms arriba la visin crociana asertiva de la historia. Con esto se puede entender el porqu de que Halperin haya denegado la invitacin de Braudel a permanecer en Francia ya que intentaba mantenerse independiente y no atarse a ninguna doctrina dogmtica.A partir de aqu, luego de la cada del peronismo, y desde 1959 hasta 1966, Fernando Devoto habla del ltimo periodo de la renovacin historiogrfica ampliada en este caso por el ingreso de la Historia Social en 1957, una ctedra que tendra como responsable a Romero. En el mismo anlisis, Devoto aclara que esto se dio particularmente por una voluntad de actualizacin de la historiografa argentina bajo el signo de la heterogeneidad. Es a partir de aqu donde tendr gran importancia el aporte que pueda hacer los Annales y su conexin con Romero.As mismo en el anlisis que realizan tanto Devoto y Pagano como Halperin Donghi, creo que ambos constatan que durante la revolucin historiografa argentina, hubo un cambio de perspectiva que se orient particularmente hacia la apertura del anlisis histrico en correspondencia con otras disciplinas de las ciencias sociales.Ambos autores plantean que durante el ao 1960 la historia se encontrara relacionado con otras disciplinas lo que se tradujo en la aparicin de nuevos campos de investigacin y nuevos temas de estudio, en este sentido Halperin nos dice:Hacia 1960, el ncleo de esas relaciones se daba con la economa y la sociologa, y de ellas derivaban los historiadores una leccin de confianza, no slo, como tambin se ha indicado, en el sostn que esa etapa mundial de ascenso sin precedentes ofreca para su empresa de conocimiento, sino en la inexpugnable validez de sus representaciones de la realidad socioeconmica, cuya firmeza de lneas repeta la de esa realidad misma[footnoteRef:6]. [6: Halperin Donghi (1986); Un cuarto de siglo de Historiografa Argentina (1960-1985); en Desarrollo Econmico, Buenos Aires, vol, 25, nm. 100, enero-marzo, pp 515.]

Por otro lado como afirma Devoto, si esto no fue mucho ms all de esto, fue porque entre 1960 y 1970 en Argentina no exista el contexto institucional y acadmico en donde se pudiera difundir las conexiones con disciplinas externas. Esto se debe particularmente tambin a que posterior a los aos 1965, si este aspecto emergia como una apertura de las temticas dentro del circulo acadmico, a la vez en Argentina se ve crecer un clima de radicalizacin cultural y poltica que estaba en abierta contraposicin con aquella[footnoteRef:7]. [7: Devoto, Fernando y Pagano, Nora, Historia de la historiografa argentina. Bs.As. Ed. Sudamericana. 2009, pp 432.]

Comprendiendo una relacin entre Devoto y Donghi, este ltimo tambin agrega que esto se debi a:La cautela de nuestros editores, aguzada primero por su razonable alarma ante las posibles reacciones de un estado que reprima enrgicamente los crmenes de opinin que proclamaba estar descubriendo en los rincones ms impensados, y luego por una coyuntura econmica que reduca vertiginosamente su mercado, contribuye a que permanezcan hasta hoy inditas las tesis de quienes, concluidos sus estudios en el extranjero, se incorporaban de una manera u otra a la actividad histrica en la Argentina[footnoteRef:8]. [8: Halperin Donghi (1986); Un cuarto de siglo de Historiografa Argentina (1960-1985); en Desarrollo Econmico, Buenos Aires, vol, 25, nm. 100, enero-marzo, pp 518.]

Por ultimo cabe aclarar que estos fenmenos de crisis a los cuales hacen alusin los autores no solo se estaban generando en la Argentina, es obvio que en cada lugar del mundo dichos fenmenos se dan con sus respectivas particularidades, pero esto se dio como algo general si tomamos en cuenta los aos 60 y 70 en el continente europeo, y en este sentido Devoto arguye que esto dio lugar a cambios dentro de la orientacin de la nueva historiografa naciente y en anlisis con la relacin que se comenzaban a tejer con las ciencias sociales.

Conclusin

El desarrollo del informe de lectura deja entrever que el desarrollo del proceso llamado renovacin historiogrfica estuvo influenciado no solamente por las corrientes historiografas europeas sino tambin por el mismo contexto poltico acaecido en el pas Argentino.Si tomamos en cuenta esto, podremos comprender porque en un periodo anterior al peronismo, como destaca Devoto, ya se presentan las primeras teoras y textos nacidos de la mano de Jos Luis Romero intentan a su vez luchar contra la tradicional forma de estudiar la historia en el mbito institucional. As todo, el periodo posperonista vera tambin ingresar dentro de los mbitos acadmicos a la denominada Historia Social que tendr tambin grandes representantes y figuras y que en este sentido estaran influenciados por la corriente de Annales ayudando a comprender la ntima relacin de la historia con las ciencias sociales.Si bien para Devoto como para Halperin Donghi el periodo de la renovacin reavivo el inters por un estudio de campos que hasta ese entonces no haban ingresado en el anlisis histrico, esto tambin tuvo su revs en un periodo posterior marcado por el mbito intelectual internacional y por la misma crisis que afrontaba el pas.

Bibliografa

Halperin Donghi, T. (1986); UN CUARTO DE SIGLO DE HISTORIOGRAFA ARGENTINA (1960-1985), en Desarrollo Econmico, V 26, N100. Devoto Fernando y Pagano Nora (2009); Captulo 6 LA RENOVACIN HISTORIOGRFICA, Buenos Aires. Ed. Sudamericana, pp. 339-433 Romero Jos L. (2008); REFLEXIONES SOBRE LA HISTORIA DE LA CULTURA; Buenos Aires. Ed. Siglo Veintiuno, pp. 121 a 130 Halperin Donghi, T, (2008); AOS DE APRENDIZAJE II, Buenos Aires. Ed. Siglo Veintiuno, pp. 237-261