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LA RELACIÓN ENTRE LAS CARMELITAS DESCALZAS Y

LA COMPAÑÍA DE JESÚS: MILAGROS Y MARAVILLAS EN

EL SIGLO XVII

Robin Ann Rice

Universidad Autónoma del Estado de Puebla

♣En el siglo XVII, los “milagros” y otros sucesos sobrenaturales abundaron en la Nueva España. Algunos de los casos más notorios involucraron a monjas y partidarias de las Carmelitas Descalzas y sus confesores, guías espirituales y simpatizadores de la Compañía de Jesús. Los milagros eran fundamentales para comprobar la santidad de las devotas carmelitas descalzas y en el siglo XVII, estas pruebas llevaron el sello característico de la Compañía de Jesús. El pueblo clamaba por ejemplos de la presencia de Dios en estas tierras y las autoridades eclesiásticas nutrían estos eventos en un intento de comprobar el éxito de la evangelización y su papel en la continuación triunfante y fecunda de ella por medio de la producción de beatas, venerables y feligresas apasionadas. Su manera de engendrar y demostrar estos logros prodigiosos fue mediante el uso del psicodrama ignaciano para cultivar una manera mágica de vivir la espiritualidad y su subsecuente testimonio escrito que pudiera ser en la forma de autos, sermones, y vidas1o hagiografías que dieron fe y legitimidad escritural.

La Compañía de Jesús y su manera de vivir las enseñanzas psicodramaticas de San Ignacio de Loyola tuvieron una influencia muy específica sobre el tipo de vida espiritual de las religiosas entrenadas y confesadas por ellos. Varias de las más célebres eran de las Carmelitas Descalzas o mujeres laicas con lazos estrechos con esta orden. El propósito de este escrito es de examinar el tipo de espiritualidad ignaciana vivida por la Compañía de Jesús pero especialmente la resonancia de ésta en la proliferación de sucesos milagrosos y sobrenaturales experimentados por las Carmelitas Descalzas en el siglo XVII. Tres de los casos más sonados de estas religiosas portentosas son la monja carmelita angelo-politana, Isabel de la Encarnación; Catarina de San Juan o la China Poblana, también, íntimamente capacitada por la Compañía; y, María de Poblete, fenómeno famoso de México que produjo por décadas la reintegración milagrosa de los “panecitos” de Santa Teresa.

1 De ahora en adelante, usaré el término ‘vida’ para referirme al género hagiográfico de los siglos XVI-XVIII.

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LA COMPAÑÍA DE JESÚS Y SU MODO DE VIVIR LA ESPIRITUALIDAD

Entre las metas de los protagonistas de la Reforma fue la de extirpar de la iglesia el culto a los ídolos y de censurar los fantasmas productos de lo imaginario y considerados ídolos concebidos por los sentidos interiores. Al contrario, la Contrarreforma propaga, quizás, las últimas manifestaciones de la cultura renacentista en cuanto a su actitud hacia lo fantasmal. En efecto, la cultura renacentista fue una cultura de lo fantasmal y estableció que el sentido interior fue dónde sucedían las manifestaciones trans-naturales. Por el otro lado, la Reforma afirmó la naturaleza idólatra e impía de lo fantasmal y abolió cualquier manifestación ideológica del mismo. En pocas palabras, la Reforma tachó las bases medulares del Renacimiento y su mundo interior como espacio de la creación de paisajes fantasmales para la meditación espiritual2.

Durante el Concilio de Trento en la segunda mitad del siglo XVI, la Iglesia Católica también hizo reformas. Una de estas reformas tiene que ver con la Inquisición. Desde el siglo XII, los protagonistas principales de la Inquisición habían sido los dominicos. A partir del Concilio de Trento, la Iglesia Católica asignó el instrumento de la Inquisición a la Compañía de Jesús. Desde aquel momento, los jesuitas estarían entrelazados con la Santa Inquisición3.

Si la Reforma velaba para erradicar cualquier huella de la cultura fantasmal del Renacimiento, las prácticas espirituales de los jesuitas son las últimas reminiscencias de la cultural fantasmal renacentista. En efecto, la metodología didáctica espiritual de San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas, implementaba la educación de la imaginación. En sus Ejercicios espirituales, publicados en 1596, San Ignacio promulgaba la práctica de una especie de arte de la memoria. Por medio de un psicodrama interior, el sujeto es un mero espectador de un teatro que muestra las torturas atroces del Infierno, el sufrimiento humano antes de la encarnación de Cristo y los omnipresentes demonios que atacan desde sus lares en Babilón. Dentro de su propio aparato fantasmal, el fantasma del practicante participa de una manera activa en el desarrollo del escenario. Los Ejercicios se derivan de las destrezas renacentistas de poder manipular a los fantasmas. Los fantasmas están puestos al servicio de la fe para, paradójicamente, lograr las metas de la Contrarreforma4.

La manera jesuita de practicar la espiritualidad se relaciona con la cultivación del pensamiento “mágico”. En la Nueva España, existen dos tipos de magia: una popular y la otra de la elite5. La Compañía de Jesús

2 Couliano, 1987, pp. 193-194. 3 Couliano, 1987, p. 194. 4 Couliano, 1987, pp. 194-195. 5 Cervantes, 1994, p. 36.

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propulsaba un tipo de magia elitista que poco a poco se fue entremez-clando y contaminándose con la magia e idolatrías populares. Además, la religión cristiana fue mezclada con prácticas mágicas. Como recuerda Fernando Cervantes, la línea entre remedios mágicos y ortodoxos era muy delgada. Por ejemplo, en el siglo XVII, pocas personas sospechaban de las prácticas mágicas indígenas6.

Los personajes relacionados con la cultivación y aprobación de los actos de magia y sucesos extraños y sobrenaturales en este estudio, son de la Compañía de Jesús y todos se situaban en la alta jerarquía eclesiástica. Un ejemplo es Jacinto de la Serna que nunca titubeaba ante los hechos heterodoxos. Religioso de la Compañía de Jesús y Calificador del Santo Oficio, él atestiguaba y segundaba actos excepcionales. Además de considerar creíbles los poderes curativos indígenas él abogaba en particular por uno que fue llevado a cabo por un pacto con el diablo. Él mismo relata que curó a su sirvienta indígena con un sorbo de agua con un pedacito de hueso del cuerpo venerable de Gregorio López7. El vacío dejado por los chamanes nativos fue reemplazado por los ermitaños, ascetas y venerables que poblaron la literatura hagiográfica novohispana a partir de los últimos años del siglo XVI8. Los propulsores y redactores de estas hagiografías fueron precisamente miembros, en su gran mayoría, de la Compañía de Jesús y muchos eran calificadores del Santo Oficio.

ISABEL DE LA ENCARNACIÓN

Las hagiografías escritas sobre esta monja de las Carmelitas Descalzas de la Puebla de los Ángeles son, hasta cierto punto, canónicas en cuanto al estilo y contenido. La versión redactada por la importante figura eclesiástica de la Compañía, Miguel Godínez, asiente las bases para la definición exuberante de “venerable” en la Nueva España del siglo XVII. Considerada por Rosalva Loreto de ser uno de los primeros ejemplos de escritura hagiográfica femenina de la Nueva España, la composición de Godínez era la fuente para la más conocida hagiografía de Pedro Salmerón, editada en 1675, intitulada Vida de la venerable madre Isabel de la Encarnación9.En muchos casos, los confesores y guías espirituales de las venerables no eran de su orden religiosa sino eran protagonistas importantes de la Compañía de Jesús y muchas veces ocupaban puestos claves en el Santo Oficio.

La Compañía de Jesús tenía un proyecto pedagógico definido y marcado por los restos efervescentes del Renacimiento italiano. Parte de

6 Cervantes, 1994, p. 59. 7 Cervantes, 1994, p. 59. 8 Cervantes, 1994, p. 61. 9 Loreto, 2006, p. 158.

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este proyecto incluía las actividades de fungir como guías espirituales y confesores de religiosas, y, también, de “estructurar y transmitir esquemas de comportamiento”10 por medio de la escritura de vidas o hagiografías. El padre Godínez tuvo una influencia grande sobre el tipo de vidas que se estaban produciendo en la Puebla de los Ángeles del siglo XVII. El jesuita tenía un prestigio grande en la jerarquía eclesiástica novohispana de sus tiempos. Fue catedrático en el Colegio de San Ildefonso en México y en el Colegio de San Jerónimo de la Puebla de los Ángeles donde también fue rector. Pero, se destaca por dos otros hechos: fue calificador del Santo Oficio de la Inquisición de la Ciudad de México y era tan amigo del virrey obispo Juan de Palafox y Mendoza que firmó “la introducción de la primera edición del libro de Palafox, El varón de los deseos”11.

El más fiel seguidor de San Ignacio de Loyola y sus Ejercicios Espirituales, Godínez se convirtió en experto en el psicodrama jesuítico y la cultivación de experiencias paranormales que se liberaron de las constricciones mentales de los Ejercicios y se plasmaron en fenómeno físico a la vista de testigos. El papel del confesor era medular en la creación de estas escenas fantasmagóricas. Pues, a él “le correspondió transmitir un sistema de signos para organizar la función de los sentidos, preconizando el uso de las referencias sensoriales y afectivas, generando imágenes mentales como vía de elevación y transcendencia”12. Miguel Godínez había escrito su propio tratado: Práctica de la Teología Mística que por su “exaltación espiritual […] excesiva”13 nunca fue impresa en su vida.

La Vida de la venerable madre Isabel de la Encarnación escrita por el licenciado Pedro Salmerón es una calca de la versión de Godínez. Es un texto que glorifica el milagro religioso cotidiano como parte de la existencia mágica que vivían los religiosos de la Nueva España. Los confesores y guías espirituales llegaron a la Nueva España con la pátina de un Renacimiento italiano que estaba echando raíces en España y adulaba las formas ya muy alejadas del fondo. Aterrizaron en “una tierra cargada de tradiciones mágicas14” y “una sociedad sedienta de hechos prodigiosos y a un grupo clerical dispuesto a proporcionárselos a través de una rica literatura”15. Estas dos situaciones ayudaron la inserción en las vidas de milagros que se volvieron hechos habituales.

Uno de los milagros que atribuyeron a la madre Isabel es la erradicación de una plaga de gusanos que había en la huerta del convento.

10 Loreto, 2006, p. 158. 11 Loreto, 2006, pp. 159-160. 12 Loreto, 2006, pp. 164-165. 13 Loreto, 2006, p. 163. 14 Rubial, 1999, p. 72. 15 Rubial, 1999, p. 52.

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El padre Salmerón, con la certificación de otras monjas, relata que la plaga de gusanos ponzoñosos estaba impidiendo a las otras religiosas ir a cortar las flores con las cuales adornaban los altares. La prelada normalmente maltrataba a Isabel para probar su obediencia y sumisión y por lo tanto, la mandó a quitar los gusanos cuyas picaduras molestaban por veinte cuatro horas. Con mucho trabajo y por mucho tiempo, Isabel trabajó en la huerta y el padre relata los resultados como: “ha sido cosa maravillosa que desde aquel día hasta hoy, no los hay en la huerta y las religiosas están reconocidas a Nuestro Señor de esta merced que les hizo por intercesión de su sierva”16.

Una vez, su madre, la señora Mariana Piña, le mandó una imagen de Nuestra Señora “en talla, pequeña, milagrosa por haberse hallado en lo interior de un madero que se cortó en su casa”17 pero Isabel quería verificar este aspecto milagroso. Isabel no podía subir o bajar las escaleras por sus constantes enfermedades. Un día, al pie de la escalera, ella suplicó a la Santísima Virgen de comprobarle lo milagroso de la estatua de esta ma-nera: si era milagrosa la permitiera subir y bajar las escaleras sin impedimentos. El hagiógrafo exclama: “Fue cosa notable que al punto se halló con tanto aliento que las subió como si estuviera buena y sana y lo mismo le sucedió por mucho tiempo con lo que salió de la duda”18. El texto está aderezado con milagros muy pedestres como éstos entremezclados con escenas sobrenaturales extraordinarias. Un día, la Virgen Santísima le ordenó comer berzas que podría dañar su precaria salud, pues según el texto, a veces pasaron meses en que no comía o bebía sustancias algunas. Pidió berzas para comer y “las comió entonces y después con tanto aliento que las dejó admiradas y mucho más de que no le hiciesen daño”19. Otro supuesto milagro es cuando se le antojaba una fruta específica de la India. Pero “no se pudo hallar[lo] porque no era tiempo y sólo se hallaban solamente cuando llueve”20. De repente, llegó una señora con la fruta de la India que se le había ocurrido llevarla al convento porque era una “cosa fuera de tiempo” y “la quiso traer para las madres. Quedose admirada y dando gracias a Dios, se la llevó a la enfermera, diciéndole lo que le había pasado y que entendiese que su Divina Majestad se la enviaba, y así la comió, dándole muchas gracias”21.

La vida de la venerable se inmiscuye con milagros más grandes que formaban parte de la identidad religiosa regional y nacional. Un ejemplo de esto es la milagrosa agua de la fuente de San Miguel. Parte de

16 Salmerón, 2013, pp. 142-143. 17 Salmerón, 2013, pp. 234-235. 18 Salmerón, 2013, p. 235. 19 Salmerón, 2013, pp. 235-236. 20 Salmerón, 2013, p. 236. 21 Salmerón, 2013, p. 236.

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la tormenta de los demonios en su contra era de meterse en sus oídos y causarle grandes dolores. Por lo regular, ella echaba agua bendita en sus oídos para aliviarlo y ahuyentar a los demonios. Incluso, las otras religiosas son testigos de que cuando echaba el agua bendita en sus oídos: “hervía y rechinaba de la misma fuerte que cuando entran un hierro ardiendo en el agua”22. El mejor remedio fue el agua de la fuente de San Miguel cuyo origen relata detalladamente en la hagiografía.

Para la gloria y la edificación de Puebla y para animar a los lectores locales, el padre Salmerón repite varias veces que el lugar donde sucedió el milagro de San Miguel es únicamente “cuatro leguas”23 de Puebla. En su intento de entretejer el milagro de San Miguel y la vida de Isabel, Salmerón revela su agenda religiosa de comprobar que la Nueva España era un Nuevo Jerusalén, gracias, en parte, a los esfuerzos de la Compañía. En este caso, las vidas de los venerables están “inmersas en el plan divino y se insertaban en la única historia verdadera y válida, la de la salvación. […] los autores [buscaron] continuos paralelismos con la Iglesia de los primeros tiempos del cristianismo”24. Relacionar a Isabel y a un indígena llamado Diego con los favores especiales del Arcángel San Miguel, los incluye en las fundaciones del Bien y del Mal. Además, Diego se convirtió en un símbolo de “orgullo local tlaxcalteca y en demostración de la capacidad de los indios para vivir la santidad”25. Como certificación del éxito de la evangelización novohispana, “hablaron de Puebla como de otra Jerusalén, exaltaron su fertilidad de producir tan dulces frutos de santidad y la llamaron ‘gloria de América’”26.

El milagro de San Miguel tiene algunos paralelismos con la aparición de la Virgen de Guadalupe. El indígena cristiano, Diego de San

Francisco de Tlaxcala, estaba en una procesión religiosa cuando se le apareció el Arcángel San

Miguel quien le dijo que cavara donde hoy está una fuente, para bus-car el manantial porque sus aguas se-rían benéficas para el

pueblo. Diego no le hizo caso y un día, cayó enfermo. Dos días antes del ocho de mayo cuando la iglesia celebra a Miguel Arcángel, los padres de Diego vieron una luz refulgente y salieron a verla. Cuando entraron a

22 Salmerón, 2013, p. 251. 23 Salmerón, 2013, p. 252. 24 Rubial, 1999, p. 77. 25 Rubial, 1999, p. 82. 26 Rubial, 1999, pp. 77 y 81.

El milagro de San Miguel tiene algunos paralelismos con la aparición de la Virgen de

Guadalupe.

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checar a su hijo enfermo, después de un tiempo, se despertó y estaba sano y narró lo siguiente. El Glorioso Arcángel San Miguel lo transportó “(sin que él supiese el modo) a una quebrada pequeña […] y que al tiempo que pasaba el Santo Arcángel por aquellos riscos y breñas, se abrían a un lado y a otro, […] aunque era de noche, estaba todo aquel espacio más claro que a medio día”27. Con una vara de oro en las manos, el Arcángel le señaló una piedra y le ordenó quitarla. Encontró debajo una “fuente de agua clara con la cual era Nuestro Señor servido que se obrasen de allí adelante grandes prodigios y maravillas”28. Luego, San Miguel le ordenó levantar solo una “gran piedra que cubría la fuente que era de ocho varas en contorno y muchos hombres no la pudieron rodear”29 y si no lo hiciera, lo castigaría de nuevo como la vez pasada lo había castigado por su desobediencia. Se quedó curado Diego y todos se dieron testimonio a los poderes milagrosos del agua de la fuente y “gente de todas fuertes y estado y muchas personas grave […] acudieron a la fuente en romería”30.

El licenciado declara que Isabel de la Encarnación tuvo el don de la profecía, concedido a ella por Nuestro Señor y da muchos ejemplos. Una vez, la monja sabía que otra religiosa estaba atormentada por una terrible tentación. Cuando llegó la religiosa a platicar de otras cosas con Isabel, ella le dijo: “Hermana, bien sé que la tribulación que la trajo a verme es ésta. Haga tal diligencia y se le quitará”31. La religiosa se quedó maravillada con sus poderes. En otra ocasión, se bilocó a espiar y a regañar a un allegado de la infancia porque estaba “en peligro de perder su alma”32 por los pecados que estaba cometiendo. Un día, el amigo llegó al convento para hablar con Isabel y ella le recordó de estos graves pecados que estaba cometiendo. El visitante estaba tan asustado por la revelación de sus pecados secretos que cambió de ahí en adelante su comportamiento. El padre Salmerón expresó que le daba pena que Isabel “desde su celda le eran manifiestas las cosas que [él] pudiera hacer en [su] retrete”33. En otro episodio, una religiosa estaba subiendo las escaleras para darle de comer a Isabel postrada en su cama. La religiosa “tropezó en la escalera y estuvo de pique de caer y rodar por ella. Díjole, así como entró, sonriéndole: ‘¿Qué es hermana, queríala derribar el demonio?’ Ella se quedó admirada y le dijo: ‘¿Quién se lo dijo porque nadie lo vio?’ Respondióle: ‘Yo lo vi’”34. Entre sus poderes de profecía era de saber los

27 Salmerón, 2013, p. 254. 28 Salmerón, 2013, p. 254. 29 Salmerón, 2013, p. 255. 30 Salmerón, 2013, p. 255. 31 Salmerón, 2013, p. 256. 32 Salmerón, 2013, p. 257. 33 Salmerón, 2013, p. 258. 34 Salmerón, 2013, p. 258.

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hechos históricos que habrían de suceder en México después de su muerte y también de predecir las muertes de las personas.

En efecto, los milagros formaban parte de la vida cotidiana. Frecuentemente, es difícil de distinguir entre lo que llama el hagiógrafo “profecía” y la simple superstición o coincidencia. Además, relacionar el milagro del Arcángel San Miguel con Isabel creaba un eslabón entre la santa monja que tenía el poder de hacer milagros, el indio Diego de Tlaxcala y la aparición del San Miguel en el Monte Gargano.

CATARINA DE SAN JUAN

La China Poblana no profesó como Carmelita Descalza pero tuvo vín-culos cercanos con la orden gracias a sus amos, el capitán Miguel de Sosa y doña Margarita de Chaves. Cuando la hindú llegó a la Puebla de los Ángeles en 1619, entró como esclava en la casa de esta pareja a pesar de la insistencia de su hagiógrafo, Alonso Ramos, en que la consideraban como una hija o una ahijada. Pues, cuando muere el capitán en 1625, dejó en su testamento: Mando que Catarina de San Joan, mi esclava china, sea libre con cargo de que se entre en el convento de las Carmelitas Descalzas y que se le den de mis bienes cien pesos para su menester en el dicho convento. Y si no quisiere entrar en el dicho convento, digo, que también la dejo libre con cargo de que sea dos años

esclava de Margarita de Chávez, mi mujer35.

No es la única vez que expresa interés por las Carmelitas. El capitán y su esposa eran bienhechores de esta orden. La relación entre Catarina y los altos funcionarios de la Compañía de Jesús que fungieron como guías espirituales y confesores seguramente surgió por medio de las Carmelitas. El capitán “hizo a su costa en la huerta la ermita de la ‘Calle de la amargura’, adornándola de altares y lienzos”36. Además, después de la

35 Ramos, 1689, I, f. 35. 36 Gómez de la Parra, 1992, p. 239.

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muerte de su esposo, Margarita siguió ayudando a la orden y, por fin, el 26 de julio de 1626, ella profesó como carmelita descalza37.

Catarina no habría podido profesar como carmelita aunque quisiera por su raza y su clase social pues las órdenes religiosas como las Carmelitas Descalzas del siglo XVII, se poblaron de españolas o criollas y de cierto abolengo. Sin embargo, los vínculos eran más que claros. Por medio de los amos, seguramente llamó la atención a los miembros de la Compañía de Jesús. A pesar de tener problemas de alcoholismo y en 1689 documentan que había “perdido el juicio y [era] ‘dado a la locura con furia’”, el padre Alonso Ramos, autor de los tres partes de su hagiografía llamadas: Los prodigios de la omnipotencia y milagros de la gracia en la vida de la venerable sierva de Dios Catarina de San Juan, gozaba de ciertos privilegios porque era rector del Colegio del Espíritu Santo de la Puebla de los Ángeles, que contaba con mucho prestigio38. A pesar de su supuesta locura, en el mismo 1689, había publicado la primera parte de la vida de Catarina de San Juan tal como haría en 1690 con la segunda parte y 1692 con la tercera parte.

La inmensa hagiografía de Catarina, es el texto más voluminoso publicado en la Nueva España, también contiene milagros, unos muy insignificantes pero otros espectaculares que incluyen bilocaciones y otros actos portentosos. La venerable tenía el poder de multiplicar milagro-samente objetos comunes como chocolate y candelas. Cuando sus amos vieron cómo se multiplicaba mágicamente la cantidad de chocolate, decidieron hacerle una prueba con las candelas que ella repartía a los miembros de la casa: “Contaron las que eran necesarias para toda la familia en una semana y se las entregaron contadas sin que ella lo entendiese”39. Con mucha liberalidad, ella suministraba las velas. Los amos revisaron la despensa y vieron que aún había una gran cantidad de ellas. Cuando le preguntaron cómo habían sobrado tantas candelas pese su bondad, ella dijo que había visto a la Santísima Virgen bendiciéndolas. El hagiógrafo compara sus proezas con las de San Agustín y con la multiplicación de los panes y peces por Jesús Cristo.

El jesuita narra milagros gigantescos y fantásticos con datos muy precisos. Además de inmiscuir a la China Poblana con los protagonistas más importantes de la Compañía de Jesús en la Nueva España, también, está asociada con la salvaguarda de armadas españolas por medio de bilocaciones con la Virgen María y visiones extraordinarias. El padre refiere que en agosto de 1678, ella tenía una visión que la flota española tendría problemas en las aguas por Puerto Rico. Catarina estaba descuidada y se

37 Gómez de la Parra, 1992, p. 240. 38 Ramos, M., 2004, I, pp. 13-14. 39 Ramos, 1689, I, f. 30.

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le había olvidado rezar por ellos. Llegó la Virgen y dijo: “¿Cómo no ruegas por la flota? […] Vamos a socorrerla”40.De repente, se encontró en las aguas del huracán y vio a muchos navíos. Catarina se encontró luchando con la tormenta diabólica que pudo vencer por poderes especiales después del cual se halló de nuevo en su cama. Mandó a decir misas y llegaron “en el Puerto de la Nueva Vera Cruz todos los navíos desde el día de Santa Teresa hasta el 24 de mismo mes de octubre”41. Prueba del milagro es que Catarina escuchó a su casero, el capitán don Hipólito del Castillo y Altra decir ocho días antes de Santa Teresa que “ya no se esperaba flota”42. Sin querer ostentarse, la China dijo “de aquí a ocho días vendrá y Vd. lo verá”43. Después, la venerable dijo a su confesor que “sería muy feliz su vuelta a España si escogiesen por patrona de su viaje a Nuestra Señora de la Soledad”44. Así fue y llegaron todos los navíos de la armada salvos a España.

Por alguna razón, Dios dio a la venerable, visiones y la capacidad de estar presente, a veces en persona, y a veces en espíritu, en eventos importantes en todo el mundo. Dios le manifestaba muchos sucesos como si:

estuviera dentro de la esfera de su vista, asistiendo a las elecciones de los pontífices, obispos, virreyes y gobernadores, disposiciones y muertes. Hacíala presente a las batallas y motines de todas las cuatro partes del mundo y en sus reinos y ciudades particulares. Veía los naufragios de los navegantes, las idas y venidas de las flotas, los despachos de galeones, los incendios, las disensiones, las conversiones de los infieles, los martirios y persecuciones de la Iglesia45.

En otra ocasión, Catarina quiso ver a Carlos II y Dios “la llevaba repetidas veces a su corte y real palacio”46. Pero, la hindú se queja de la “desatención de las guardias y descortesías de los criados de escalera abajo con los vasallos pobres o de las […] promesas vanas de los porteros”47 y nunca pudo hablar con él.

A finales de 1672 e inicios de 1673, Catarina reveló información al confesor de unas batallas que había presenciado. Tiempo después, llega-ron las noticias sobre “la nueva de la batalla que tuvieron las Provincias unidas en Flandes contra Francia”48. El padre Ramos “se reconoció [que] era la misma en que se había hallado Catarina y que el haber quedado

40 Ramos, 1690, II, f. 115. 41 Ramos, 1690, II, ff. 115-116. 42 Ramos, 1690, II, f. 116. 43 Ramos, 1690, II, f. 116. 44 Ramos, 1690, II, f. 116. 45 Ramos, 1690, II, f. 117. 46 Ramos, 1690, II, f. 118. 47 Ramos, 1690, II, f. 118. 48 Ramos, 1690, II, f. 122.

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victorioso el ejército que gobernaba y capitaneaba el señor Conde de Monterrey contra el Príncipe Conde, caudillo de las numerosas tropas francesas”49. El confesor relata otras proezas como su intercesión en la defensa de los puertos de la Nueva España y su presagio de la muerte del señor Virrey duque de Veraguas. Un día dijo al padre “¿Quién se muere en Tepeaca?”50 como pronóstico de la muerte de la Marquesa de Mancera, Virreina de la Nueva España.

Alonso Ramos mezcla los sucesos históricos más importantes de estos años con los poderes milagrosos de la China. De nuevo, una mujer estrechamente relacionada con las Carmelitas Descalzas y un confesor de la Compañía de Jesús se reúnen para crear una historia fantástica de milagros y sufrimientos. Lo más sorprendente es la lista de autoridades eclesiásticas que aprueban la obra. Dos personas que sancionaron a Sor Juana Inés de la Cruz por sus escritos intelectuales, sorprendentemente ratificaron volúmenes de Los prodigios de la omnipotencia y milagros de la gracia en la vida de la venerable sierva de Dios Catarina de San Juan, el padre Núñez de Miranda y el arzobispo Aguiar y Seijas. La primera parte (1689) está dedicada al obispo Manuel Fernández de Santa Cruz, amigo de Sor Juana, la supuesta Sor Filotea y responsable de la publicación en 1690 de la polémica Carta atenagórica. Aprueban el primer tomo, personas graves como fray Agustín Dorantes, maestro en santa teología y calificador del Santo Oficio en la Inquisición de México; Antonio Núñez de Miranda, calificador del Santo Oficio en la Inquisición de esta Nueva España; el Presidente de la Real Audiencia, el conde de Galve, Virrey de la Nueva España; el doctor José Gómez de la Parra; y Francisco de Ávila, calificador del Santo Oficio, entre otros importantes personajes eclesiásticos.

El segundo volumen, publicado en 1690, también cuenta con licencias y aprobaciones de ilustres y poderosos líderes de la iglesia. El arzobispo, Francisco Aguiar y Seijas, problemático persecutor de Sor Juana, otorga su licencia para la impresión de la obra. Curiosamente, cuando el tercer volumen es editado en 1692, en España, uno de los primeros volúmenes ya está en la Índice de libros prohibidos por la Inquisición51. No obstante, la tercera parte también goza de una lista de personas dignas que otorgan sus aprobaciones y licencias. Además de contar de nuevo con la aprobación del arzobispo de México, Aguiar y Seijas, Alonso de Quiróz, confesor del conde de Galve, Virrey de la Nueva España y Capitán General de esta Nueva España lo aprueba y comenta en su “Parecer” de “no reconocer cosa alguna que desdiga de la puridad de la fe, ni opuesta a las buenas costumbres”52.

49 Ramos, 1690, II, f. 122. 50 Ramos, 1690, II, f. 129. 51 Myers, 2003, pp. 45-46. 52 Ramos, 1692, “Parecer”.

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LOS “PANECITOS” DE SANTA TERESA

En este milagro, otra vez una mujer estrechamente relacionada con las Carmelitas Descalzas es involucrada en supuestos hechos maravillosos con el beneplácito y la aprobación de la Compañía de Jesús. María de Poblete era de una familia distinguida en la Ciudad de México, pues sus hermanos Miguel y Juan habían tenido carreras eclesiásticas exitosas y su marido, Juan Pérez de Ribera se había superado en la “ciudad letrada” y era escribano público53. Se sabe que por el año 1648, María y su marido Juan Pérez vivían con Juan de Poblete, deán de la catedral de México. Juan Pérez era “tullido” y el “milagro” empezó en un intento de María, su esposa, de curarlo.

La tradición de los “panecitos” de Santa Teresa inició en la Puebla de los Ángeles en el primer convento de Carmelitas Descalzas establecido en América54:

En la primera mitad el siglo XVII, las monjas carmelitas de Puebla propagaron una muy curiosa devoción a Santa Teresa: hacían unos panecitos a los cuales, con una especie de “sello”, les imprimieron la imagen de la Santa. Los bendecían el día de su fiesta (15 de octubre) y luego los repartían por toda la Nueva España55.

Dada la popularidad de los panecitos, la costumbre se extendió a otros conventos para que diera abasto la oferta con la demanda. Una prima de María de Poblete, sor Andrea de la Santísima Trinidad, del monasterio de Regina Coeli en la Ciudad de México, mandaba los polvos bendecidos que quedaban de los “panecitos quebrados” a María para que los administrara a su marido enfermo56. En 1648, María disolvió los polvos en un recipiente de agua y milagrosamente, después de un tiempo, los polvos se reintegraron para formar un panecito completo. Después de este día tan

53 Tenorio, 2001, pp. 12-13. 54 El 5 de julio de 1602, llegó de Roma el breve de Clemente VIII, que “concedió facultad para fundar el convento de descalzas carmelitas […] [a]peáronse en la Puebla en una [casa] que alquilaron junto a la iglesia de San Marcos”, Fray Agustín de la Madre de Dios, 1646, p. 312. 55 Tenorio, 2001, p. 11. 56 Rubial, 2001, p. 55.

Dada la popularidad de los panecitos, la

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especial, el 17 de noviembre de 1648, el milagro se repetía de forma más y más espectacular durante más de 30 años57.

Antes de entrar en los detalles sobre la degradación del milagro a una escuálida demostración prosaica que hacía María de Poblete a regañadientes ante los espectadores ya sospechosos del milagro, es interesante de notar que el Fray Agustín de la Madre de Dios, historiógrafo de los Carmelitas Descalzos en México, incluyó este milagro y otros más relacionados con los panecitos como parte oficial de la historia de la orden en la Nueva España. Por ejemplo, relata el padre que en la Puebla de los Ángeles había una mujer muy enferma: “se la había apostemado el pecho y hecho de él unos tumores tan enconosos y malos que abrían disformes bocas por do echaba mucha podre, siendo horrendo espectáculo a la vista tan venenosa y grave pudrición”58. Estaba moribunda y cuando una vecina le trajo un panecito y lo puso debajo de su almohada, ni siquiera podía hablar para pedir el auxilio a Santa Teresa. No importó porque a media-noche se despertó la desahuciada y “halló puesto el panecito encima de los pechos y así estaba sana, habiéndose resuelto toda la podredumbre, quitándose la hinchazón y quedado los pechos tan enteros, tan llenos y tan blancos como si no hubiera tenido la referida dolencia”.59Otro milagro que relata es cuando el doctor don Pedro de Agúndez y Ledesma, maese escuela y provisor de la santa iglesia de Michoacán cuenta que se había incendiado una casa que más de 50 personas no podían apagar. El religioso echó un panecito y el fuego se apagó “cual si fuera el panecito rocío soberano”60.

En un inicio, personajes importantísimos dieron fe al milagro de María de Poblete. Curiosamente, varias de las personas involucradas en la cultivación o aprobación de los milagros de Isabel de la Encarnación y de Catarina de San Juan también promocionaron el milagro de los panecitos: Juan de Palafox y Mendoza, el padre Antonio Núñez de Miranda, Diego de Malpartida, Fray Payo de Ribera, Ignacio de Hoyos de Santillán, entre otros. Después de un tiempo, el milagro se fue degradando y María de Poblete empezó a descuidar su técnica. En un inicio, no estaba bajo un escrutinio estricto y el milagro se llevaba a cabo de esta manera. Primero, María sacaba “un jarro de pico de barro colorado mediano que llaman de Jocotitlán, el cual estaba vacío sin tener cosa alguna dentro”61. Enfrente de muchos testigos, “sacó agua de una tinaja grande con un jarro de plata de pico y le echó en el de barro […] de un vaso de vidrio tomó con las manos unos polvos blancos que dijo ser molidos de panecitos de la gloriosa señora

57 Tenorio, 2001, p. 14. 58 Fray Agustín de la Madre de Dios, 1646, p. 437. 59 Fray Agustín de la Madre de Dios, 1646, p. 437. 60 Fray Agustín de la Madre de Dios, 1646, p. 437. 61 Fray Agustín de la Madre de Dios, 1646, p. 436.

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santa Teresa de Jesús […] para que los echase en el agua que bebiese el dicho Juan Pérez de Rivera durante su enfermedad”62. El día en que el escribano del número de la ciudad de México, Miguel Pérez de Lozano, dio fe y testimonio al milagro, él mismo relata que “se tapó el dicho jarro con un pliego de papel blanco que se ató encima de la boca y pico con un torzal que se anudó”63 y el escribano cambia a primera persona y relata: “lo cerré y sellé con oblea y lo rubriqué con los dichos testigos”64. Pusieron el jarro en la ventana y el día siguiente sin notar alteraciones para indicar que alguien lo hubiera abierto, el escribano “cortó con unas tijeras el torzal”65. Vio dos panecitos que sacó María “y los puso en un plato de plata, el uno entero con la imagen y estampa de la gloriosa señora santa Teresa de Jesús y el otro en tres pedazos con una cruz encima”66. Éste es el milagro que certificó y que abasteció la fe y maravilló al pueblo por mucho tiempo.

Juan Pérez de Rivera no se salvó por haber tomado el polvo de los panecitos, pues, se murió en 1653, unos años después de la primera certificación del milagro. Sin embargo, María seguía haciendo su milagro por 30 años más en el oratorio de su casa sin aparentemente levantar sospechas. Podría ser por prestigio pero lo más probable es que necesitaba las limosnas que dejaron los fieles y curiosos cuando acudieron a su casa. Era notable que la mujer estuviera fastidiada y molesta por el trabajo que le costaba producir vez tras vez los panes sin que nadie se diera cuenta de sus artimañas. Por esto, con el paso de los muchos años de efectuar el fenómeno se volvió más y más burdo y tosco.

En 1648 vamos a suponer que María tuviera 25 años, pues por 1680, estaría rayando los 60 años que para aquella época la habrían calificado como anciana y aún más durante el proceso que “se alargó de 1681 a 1686”.67 Claramente, estaba de malas y harta de tener que ganar su pan de cada día por medio de una charlatanería ya bajo la lupa de todo el mundo, pues el fray Joseph declaró que “la señora Poblete se había visto forzada a ello por ‘la necesidad, esperando que algunas personas piadosas y devotas de la Santa le den algunas limosnas, porque de lo que éste ha visto y le ha oído a la susodicha la tiene por muy pobre’”68. Una testigo declaró que “’mostraba estar siempre de mala condición y de poco agrado con las personas que iban y le pedían que echasse dichos panecillos’”69. El dominico fray Francisco Sánchez la denunció más o menos en 1678 porque cuando se produjeron los panes, María siempre estaba sola en el

62 Fray Agustín de la Madre de Dios, 1646, p. 436. 63 Fray Agustín de la Madre de Dios, 1646, p. 436. 64 Fray Agustín de la Madre de Dios, 1646, p. 436. 65 Fray Agustín de la Madre de Dios, 1646, p. 437. 66 Fray Agustín de la Madre de Dios, 1646, p. 437. 67 Tenorio, 2001, p. 93. 68 Tenorio, 2001, p. 115. 69 Tenorio, 2001, p. 106.

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oratorio y los demás esperaban afuera. Además, para el dominico, era raro que los polvos que había echado, se quedaran en el fondo del jarro y los nuevos panes parecieran no proceder de ellos. El día que fray Francisco notó esta irregularidad seguramente se lo comentó a María dado que el día siguiente cuando él regresó con otros testigos, la mujer estaba enfadada con el dominico y le dijo que su pan no se materializaría “porque era de Santa Rosa”70. Cuando el fray resistió su negativa, la mujer consultó con su hermano, “el deán, [y] aceptó echar el panecito”71. Esta vez, para inspeccionar bien el procedimiento dado su escepticismo, los testigos “permanecieron dentro del oratorio rezando y revisando los jarros de cuando en cuando. Nunca salieron los panecitos. Según doña María, la santa estaba ‘abuchornada’: ‘es una bellaca y nos hace muchas burlas’”72, “’el día no está bueno’, ‘las harinas no están buenas’” y por esto, comentó a su hermano, el deán, que era ‘menester azotar a la Santa’”73, e incluso, varias veces, usaba como pretexto que la Santa no estaba porque le gustaba ausentarse.

Los testigos en el proceso en su contra tenían que proceder con mucha cautela dada la importancia de los que ya habían dado fe anteriormente al milagro. Pero varios de los asistentes comentaban que su maniobra milagrosa consistía en esconder los nuevos panes en “’la faltriquera o seno’”74 y toscamente, a veces haciendo ruido con los panes escondidos, daba su espalda a los espectadores para taparles la vista, y echaba los panes milagrosos en el jarro y que salieron con “suciedades y abugeritos”75 y que los jarros estaban “’bien asquerosos’”76. También, la culparon de irreverente y sucia en su trato de los objetos sagrados. Por ejemplo, el mismo denunciante dominicano notó que machecaba los panes como si fueran cualquier cosa y muchas veces se cayeron por todos lados pedazos de los panecitos bendecidos y que María era insolente y que actuaban como si no fuera “necesaria la oración, ni rezar cosa alguna, y aun yo llegué a sospechar que la oración era estorbo e impedimento de este milagro”77. Incluso, “una vez que estaban varios religiosos carmelitas rezando en el oratorio mientras salían los panecitos, salió doña María a regañarlos, diciéndoles que la Santa ‘no quería tanto rezo’”78.

El proceso en su contra nunca prosperó y en 1686 María de Poblete murió después de casi 40 años de hacer su milagro. Desde 1677,

70 Tenorio, 2001, p. 77. 71 Tenorio, 2001, p. 77. 72 Tenorio, 2001, p. 78. 73Tenorio, 2001, p. 90. 74 Tenorio, 2001, p.79. 75 Tenorio, 2001, p.87. 76 Tenorio, 2001, p. 119. 77 Tenorio, 2001, p. 82. 78 Tenorio, 2001, p. 109.

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fray Payo de Rivera había emitido un auto “elaborado a instancia explícita de los carmelitas […] con miras a aumentar la devoción de los fieles a la santa [y que] fue impreso para darle mayor difusión al hecho”79. Pero detrás de esta decisión había una agenda política eclesiástica. Desde 1653, “las religiosas carmelitas […] habían solicitado […] la independencia del ordinario y la sujeción a la orden del Carmen”80. Pese el permiso de la Corona, tanto el arzobispo Mateo Sagade Bugueiro como el arzobispo fray Payo consiguieron “que la orden real fuera derogada”81. Este acto causó problemas con los carmelitas y resultó en “la prohibición temporal de sus visitas a los monasterios femeninos de su orden y de la dirección espiritual de las monjas de san José”82, dejando aún más abierta la puerta para la Compañía de Jesús de estrechar sus relaciones y aumentar su influencia sobre la monjas carmelitas. Los jesuitas participaron activamente en la promoción del milagro de los panecitos pero no en la denuncia cuando el oratorio de María de Poblete se convirtió en un circo.

CONCLUSIONES

La Compañía de Jesús fue juez y parte de demostraciones exuberantes de fervor religioso en la Nueva España. Los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola se fundaron en el psicodrama del sujeto y los jesuitas se volvieron verdaderos expertos en producir estas habilidades en sus seguidores. Por los problemas de independizarse del ordinario y sujetarse a la orden del Carmen, las monjas carmelitas y otras religiosas estre-chamente relacionadas con ellas, tuvieron por confesores y guías espirituales a la Compañía. Ellos influyeron en el tipo de santidad que vivieron y produjeron como describe Dolores Bravo:

la actitud religiosa del hombre novohispano, la que permite que el prodigio y lo maravilloso formen toda una estructura mental y moral de valores que anulan, en buena medida, las fronteras entre lo fáctico y lo imaginario […] El reconocimiento de lo maravilloso en lo cotidiano es natural83.

En efecto, Isabel de la Encarnación, Catarina de San Juan y María de Poblete y otras mujeres relacionadas con las Carmelitas Descalzas se moldearon por esta mentalidad propiciada por los tejedores de milagros y portentos: los jesuitas. Como apéndices de la Inquisición, su manera de ver el mundo propiciaba manifestaciones excesivas de religiosidad pero, a

79 Rubial, 2001, p. 62. 80 Rubial, 2001, p. 64. 81 Rubial, 2001, p. 64. 82 Rubial, 2001, p. 64. 83 Bravo, 1997, p. 131.

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la vez, crearon los instrumentos que pudieran sancionar a estas mismas expresiones. En el caso de los milagros examinados aquí, propagaron con los documentos de la ciudad letrada el permiso y el ambiente para su admiración e imitación.

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