La red

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L A R E D POR: ANDRES URREGO

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Camila quiere vengar la muerte de Alex, y no puede hacerlo. Y la decisión no tiene que ver con ética o buena moral. Involucrarse en un proyecto cultural en su barrio, la llevará a cuestionar una vida llena de lujos y facilidades, donde se hace lo que sea por tener más. Considerada la primera novela de negocios del país, la obra narra y explica de forma clara y concisa, como debe diseñarse el modelo de negocios de una empresa cultural, utilizando la narrativa de ficción para ello.

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L A R E D

POR: ANDRES URREGO

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El viento pega contra mi cara.

Siento perdida la nariz.

Un bosque de pino iluminado por la luz de la luna nos cubre por el lado derecho. Las

luces de la ciudad se ven a lo lejos por el izquierdo.

Alex acelera el motor de la BMW. Lo hace como queriendo soltar la luna que nos sigue

sin esfuerzo. Abrazo su cintura al sentir la potencia, y apoyo la cabeza contra su espalda. Te

amo, me digo agarrándolo con fuerza sabiendo que no me va a escuchar.

Un silbido fuerte que sale de su casco, llama mí atención. Con el brazo extendido señala

hacia las luces rojas y azules que titilan al frente nuestro. Sin esperar a que me lo diga,

como si todo estuviera ensayado, meto mi mano en su chaqueta, saco la pistola para pasarla

a uno de los bolsillos de la mía, y la moto va disminuyendo la velocidad siguiendo la

indicación del militar.

- Buenas noches, saluda uno de los soldados. Somos del ejército nacional.

Documentos por favor.

Alex entrega lo que le piden. Abre los brazos, separa las piernas, y ríe al sentir la requisa

del militar cuando le recorre el cuerpo, y yo río también al verlo como se mueve tratando de

evitar las manos del hombre, cuando una voz gruesa, como de fantasma, me habla por la

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espalda pidiendo mis documentos. Aunque es amable, no evita que se me enfríe el alma al

sentirla.

- ¿Cuál es tu edad? Pregunta mientras los observa.

- Diecisiete, contesto aparentando tranquilidad.

Revisan, verifican por el radio los documentos, y todo está en orden. - Pueden continuar,

dice el superior.

El encendido eléctrico de la moto suena poniendo en marcha el motor. Lo abrazo con

fuerza, y me despido de los soldados con el corazón apunto de estallar. Ellos me

corresponden y me dicen todo bien con las manos.

Continuamos el viaje hacía la finca de un amigo de Alex para celebrar nuestros dos años

de noviazgo. Aunque feliz, me preocupa que es de un hombre de no muy buena reputación,

pues lo anda buscando la ley, pero Alex me dijo que estuviera tranquila que el lugar era

seguro, y que él no me iba a arriesgar a que me pasara algo.

Tra. Ta. Ta, suenan disparos a nuestra espalda.

Alex trata de aclarar la vista de los retrovisores, acelera la moto.

El Traqueteo continúa

¿Qué pasa? Pregunto con desespero sin encontrar respuesta. Solo veo la cabeza de Alex

voltear de un lado para el otro tratando de indagar por la identidad de los intrusos.

Avanzamos en zig zag a lo que da el aparato. La lluvia ha comenzado a caer sobre el

visor del casco, y me da miedo de muerte al pensar que nos vamos a caer, pues no veo bien,

y el piso debe de estar como jabón. Los disparos siguen sonando, y los siento cada vez más

cerca a pesar de lo endemoniados que vamos.

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Saco el arma de la chaqueta, y respondo sin mirar. Me sacude cuando lo hago.

La moto se desvía de la vía principal huyendo de la muerte. Disparo de nuevo, y Alex

grita con desespero: ¡No dispares! Pero ya es tarde pues he presionado el último tiro, y éste

nos hace perder el equilibrio.

Vuelo como en cámara lenta por el aire después de hacerlo. Caigo al suelo, ruedo por el

pavimento, y una piedra me detiene con un golpe seco en las costillas. Trato de levantarme

pero estoy sin aire. Trato de sacarme el casco de la cabeza pero la fuerza no me da.

El ruido de las motos está encima, y retumba fuerte. Yo sigo en el suelo, y con dificultad

veo el cuerpo de Alex tirado boca abajo a pocos metros de mí, y me arrastro para llegar

hasta él, pero la pierna de un fulano me frena parándose sobre mí espalda. Pierdo el poco

aire que llevaba. Los ojos quedan sobre Alex, y veo cuando lo voltean, le quitan el casco,

conversan entre ellos, y...

El ruido de una podadora me despierta sudando a mares.

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Llego a la licorera del mall al final de la tarde. Voy con los ojos hinchados pues desde la

muerte de Alex, no duermo bien. Todavía despierto a media noche con el eco de las balas

encima, llena de terror y espanto, así que prefiero no dormir y quedarme esperando a que la

luz del amanecer aparezca de nuevo, y el cansancio me termine de arrullar.

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Parqueo la camioneta Pathfinder al lado de las motos de mis amigos. Son BMW igual a

la que tenía Alex el día de su muerte. Mauro y Alambre me saludan con la cabeza, y piden

una cerveza a la dueña del lugar. Prefiero té frío, grito agradecida.

Me siento a su lado para parchar. Los veo entretenidos armando un cigarro de

marihuana. Alambre tiene la mirada perdida y dice: Los de allá mataron a Alex.

Mauro arruga la cara. - Callate. No seas imprudente. ¿No ves que la nena todavía esta

de luto?

- ¿De qué habla éste man? pregunto

- No le ponga atención, está loco, me dice. Voltea la cara y se dirige a Alambre:

Termina rápido para que nos vamos.

Se fuman el cigarro casi de una aspirada. Se despiden afanados, encienden las motos y

justo cuando se van a ir, me atravieso en su camino, y les digo:

- ¿Qué saben de la muerte de Alex? Díganme, por favor.

Mauro se acelera. - Ya le dije que no le pare bolas. Éste man no sabe que lo que dice.

Las motos se pierden con rapidez cuando quiero decirle que un comentario de esos no lo

hace un loco. Mi cabeza queda hecha un nudo tratando de entender lo acabo de escuchar.

¿Cómo así que saben quiénes mataron a Alex? Y aparte de la ley, ¿Quién más quiere saber

lo que pasó?

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Es otro día cualquiera, estoy en el parqueadero del mall, que es donde nos encontramos

todos los de la barra a parchar. Luchy, mi amiga de toda la vida, está sentada en una de las

bancas escuchando el punk que sale del Mazda Cinco último modelo que le regaló su padre.

Los demás toman cerveza, fuman y se ríen de las bobadas que Gonzo hace para llamar su

atención.

Una canción de I.R.A., una de las bandas que más le gustaba a Alex, retumba poderosa

en el equipo del vehículo. “…Eso es todo lo que ustedes se merecen. Un tomate bien

podrido en la cabeza…” Canta Luchy acompañando a la vocalista de la banda. Me siento a

su lado, miro hacia el frente, y le digo que los muchachos ya saben quiénes mataron a Alex.

Ella me mira y permanece callada escuchando la canción.

No me habla desde que Alex murió. Ni siquiera el pésame me ha dado. No he podido

saber las razones. Hoy son un recuerdo las largas horas que pasábamos hablando bobadas

hasta entrada la madrugada consiguiendo novio, marido, y criando hijos cuando nos

quedábamos a dormir en alguna de nuestras casas. La cantaleta de nuestras madres porque

no dejábamos dormir sabiendo que tenían que madrugar a trabajar, se pierde hoy en la

cabeza. La miro, pienso en ello, y me da duro. Alguna vez le reclamé sobre el asunto, pero

su respuesta se quedo en el aire.

- ¿Has visto a Mauricio o Alambre? Le pregunto.

Contesta no con la cabeza. -Creo que ellos saben quienes mataron a Alex, le repito.

¿Sabes algo?

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- No. ¿Por qué? ¿Los vas a enfrentar? Habla para mi sorpresa en tono de burla.

- De pronto, pero eso no te importa.

- No me hable así que yo no soy su mujercita, contesta y se levanta parándose al

frente mio en posición de pelea.

No me dejo intimidar y la encaro. Siento el olor a fresa de su chicle. Lo mastica

acelerada, mirándome con los ojos abiertos. Muy abiertos. Entonces, me dice abriendo los

brazos. Pestilencia suena en el fondo con Sed de Poder (“…Explotas y utilizas, gentes

inocentes. Rompes y violas para poder calmar. Tu sed de poder. Sed de poder…”). Los

demás están a nuestro alrededor atentos a lo que vaya a pasar.

Parecemos un par de vaqueros dispuestos al duelo. Tengo la cabeza nublada. La boca

del estomago a punto de estallar con la mezcla de miedo, rabia y excitación. En el fondo

quiero golpearla, acabar con aquello, pero en el último segundo, cuando ya me iba para

encima, sonrío de manera despectiva, me volteo y me voy. No voy a pelear con una

amiga…con mi mejor amiga…

- Cobarde, me reta mientras Sueños Ajenos, de la banda Eztridentes suena diciendo:

“…Llevan veneno los sueños ajenos…van consumiendo tu vida pendejo…”

Camino hacia el carro con la sensación de que me ataque por la espalda. La escucho

gritar como una loca que me devuelva.

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Recuerdo cuando éramos niños e inocentes pasando el día juntos jugando a las muñecas,

montando en cicla, nadando en el club, o yendo de camping el fin de semana en la finca de

nuestros abuelos. Pienso en Alex, y en Toño: en donde sea que estén, están juntos.

Los cinco fuimos al mismo colegio. Alex, Toño y Mauro terminaron antes que nosotras,

y se dedicaron al negocio de los cobros. Nos llevaban tres años de estudio cuando lo

hicieron.

Su vida al margen de la ley, es fácil de contar. Comenzaron de buscapleitos, chicos

rudos en las fiestas de los amigos. Eran unos malos fingidos, mal hechos, pero terminaron

creyéndose el cuento a medida que crecieron hasta que como a los quince o diez y seis, la

fama de malos los superó, y un vecino que vio en la mafia una oportunidad de hacerse más

rico, los enganchó para sus intereses.

La cosa es que el tipo éste tenía un buen plante, y se dedicó a prestar billete cobrando

altos intereses al más necesitado, en especial a gente de estrato alto que lo utilizaban para

para mantener su posición, en un gota a gota que los ahogaba con facilidad de no cumplir

con sus obligaciones; fue ahí cuando Toñito y los muchachos se aliaron con él, y se

volvieron una especie de chepitos, para cobrar letras, intereses, obligando al deudor a

hacerlo por las buenas o a las malas(dudo que con la vida como lo insinúan algunos),

sacando una buena tajada de porcentaje del pago para repartirse entre ellos.

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En un cobro de esos fue donde perdió la vida mi hermano. Los estaban esperando. Del

tiroteo que se armó, Mauro logró escaparse sin rasguño, a Alex le dieron un tiro en una

pierna, y a Toño, lo mandaron fuera de éste mundo con la cara destrozada según el informe

que entregó la fiscalía. Le faltaba poco según él, para salirse del negocio, terminar la

universidad, y poner su propio almacén de tenis de marca en el local que mis abuelos tienen

en un centro comercial. Eso fue lo que le prometió a mamá después de tanto insistirle en

que dejara ese estilo de vida que no le era propio, ni del ejemplo de su familia.

Para resumir, después de la muerte de Toño fue que Alex llegó a mi vida.

Con la disculpa de protegerme de no sé que, comenzó a llenarme con detalles y palabras

que me fueron enamorando de manera lenta. Al principio, lo vi como algo normal de parte

del mejor amigo de mi hermano, pero luego las cosas cambiaron de color, y él comenzó a

insistir en que yo era su novia, que no quería que se me acercara nadie, que nos íbamos a

casar apenas cumpliera diez y ocho, y todo eso. Yo le contestaba que no era novia de nadie,

que él no era mi dueño, y que yo prefería morir soltera antes de tener un man jodiéndome

para toda la vida.

Me tragué esas palabras una a una.

Sin darme cuenta, mi corazón terminó latiendo con fuerza cada que lo veía, lo sentía, y

lo hizo más fuerte cuando no lo vio, y extrañado, no lo escuchó.

Me recogió una tarde en el colegio. Me llevo a comer algo. Después de hacerlo, apunto

de irnos, sacó del bolsillo de la chaqueta una caja pequeña. La puso sobre sus manos y me

dijo: Ábrela. Con esto formalizamos nuestra relación.

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Llego al mall caminando, pues no es muy lejos de mi casa. Casi sin aire lo hago, pero

quería mover el cuerpo después de días de tanta quietud. Entro a la licorera, consigo un

café, y voy hacia las mesas de afuera, las que quedan junto a los parqueaderos, que es

donde parchamos todos para estar alejados del mundo.

La sed venganza que nació después de escuchar al Alambre, ha crecido dentro de mí.

Cada vez es más frecuente despertarme con la imagen de los ojos de los asesinos

suplicando clemencia, misericordia, cuando estoy a punto de matarlos. Las ojeras dan

cuenta de eso.

Una Toyota FJ Cruiser de modelo reciente, ingresa al parqueadero. Es la de la familia de

Gonzo, y en ella va con Naty, otra de mis mejores amigas. Se bajan, ingresan a la licorera,

salen cada uno con una botella de cerveza en la mano.

¿Están trapeando contigo? dice Naty, con su caracterizada sinceridad.

¡Gracias!, le contesto fingida, y les pregunto por Mauro y el Alambre.

Estábamos con ellos, responde Gonzo.

¿Dónde? Y miro hacia al parqueadero del mall.

En el parque que hay detrás de la casa comunal. Están haciendo ejercicio, me indica

mientras camina hacia el carro a colocar música.

La respuesta me pone ansiosa.- Necesito hablar urgente con ellos. ¿Me llevas?

- De una. Me tomo la pola y la subimos.

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Me paro a su lado con el fin de afanarlo. Naty pregunta: -¿Qué fue lo que pasó con

Luchy?

- Solo amagues, le digo criticando la velocidad del chisme. Nada más.

- Pero si son amigas de toda la vida…no te pongas en eso.

- Ella no tiene porqué abrirme los ojos, y hablarme mal, añado.

- No le prestes atención. Son cosas de momento, dice, y sonrío agradecida por sus

palabras.

La canción sigue sonando. Gonzo mueve la cabeza de arriba a abajo al ritmo de la

batería, simulando tocar la guitarra. - Eso si que le gustaba a Alex, ¿Te acuerdas?

- Como si fuera ayer, contesto mirando nostálgica hacia el cielo.

Gonzo continúa moviendo la cabeza al ritmo de la música.

Tengo la sensación de afán dentro del cuerpo, y me quiero ir ya. Sigo el ritmo de la

canción para calmar las ganas que tengo de arrancarle el cuello, machacarlo contra el piso

por la paciencia que mantiene para todo en la vida.

Me mira de reojo sonriendo sarcástico. - ¿Mucho afán?

- Sí.

- Entonces espera. Hay que tener paciencia en la vida, y bla.bla.bla… escucho pues

estoy al borde de un ataque de rabia, y lo quiero matar. Naty se da cuenta de la

situación, y se ríe también.

- No jodan. Respétenme. ¿ se están burlando de mí?

- Para nada, responden irónicos en coro, y les miento la madre porque no se merecen

más.

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Llegamos al parque.

No hay nada que saber Cami, dice Mauro. Fue un comentario suelto.

Si, nena Fue de locura ¿Me entiende? Lo apoya Alambre a su lado.

Grito ante lo estúpido de la respuesta. - No me vengan con pendejadas que yo no soy

ninguna boba. ¿Quién mató a Alex?

Ésta vez es la voz de Luchy la que responde. - Ya te dijeron que no saben nada. Y no los

grites, perra. Así que a volar.

¡No te metas que éste no es tu problema! la amenazo.

¡Calma! ¡Calma! grita Mauro. No hay nada que decir, Cami. Ya te lo expliqué.

Sus palabras se pierden en el viento pues mis ojos están sobre Luchy.

Pierdo el control, y me lanzo sobre ella. Me sorprende agarrando mi cabello, y

lanzándome contra el suelo. Caigo, y un golpe seco me saca una luz blanca, opaca, y la

sangre recorre mi cara. Doy un grito de rabia, y ella aprovecha su posición para terminar

sentada sobre mi pecho. Estoy ahogada, sin aire, quiero golpearla hasta matarla, pero no

soy capaz de mover ni un dedo. Me tiene sujeta por los brazos. Perra, perra, dice furibunda.

Gonzo y Mauro tratan de zafarla para quitarla de encima, pero solo logran moverla un

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poco. Lo justo como para que yo haga un último esfuerzo, y logre soltarme. Me recupero,

y ahora estoy encima de ella. Le pongo ambas manos sobre el cuello y la aprieto con

fuerza. Su cara está roja a punto de estallar. ¿Quién es la perra? Le grito golpeándola contra

el suelo una y otra vez. Gonzo trata de separarme y no me dejo apretándola más duro.

Alambre le ayuda, y me logran zafar de allí lanzando patadas al aire.

- ¡Suéltame que la voy a matar! Suéltame, repito pero estoy sin aire y la voz se va

cayendo con el poco aliento que llevo encima.

Lloro sentada en el suelo. Lo hago de rabia, tristeza. De arrepentimiento al ver a lo que

hemos llegado. La busco con mis ojos. Mauro le acaricia la cabeza como si fuera una bebe.

Tiene la cara y la camisa ensangrentada. Las noches de risa, de consejos, aparecen en mi

cabeza para castigarme.

Gonzo me distrae, y me dice: vamos para que la cosa se enfríe. Suspiro sollozando, me

levanto del piso, y me dirijo hacia Luchy con las lágrimas sobre mi cara. Quiero abrazarla

y ofrecerle Perdón,

- No te quiero volver a ver. Te odio, me dice apoyada en Mauro.

Gonzo me abraza sacándome del lugar con el corazón vuelto nada, con los ojos de mis

amigos y del mundo encima. Subo al carro odiando a la violencia, a los asesino de Alex, a

Alex, a mi misma…

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Pasamos por la casa comunal y veo mucha gente al frente de ella. Algunos son de mi

edad, otros parecen de menos, otros un poco mayores, y hacen fila para entrar en ella.

- ¿Que pasa? Pregunto de mala gana a Gonzo quién seguro no sabe nada.

- Una reunión de empresarios o algo así, contesta para mi sorpresa.

- ¿Cómo qué de empresarios? Parece más para un concierto de reggaetón.

Él sonríe, y yo volteo la cabeza para leer la pancarta que cuelga sobre nosotros, y saber

de que se trata el asunto. Un concurso de iniciativas de emprendimiento cultural que

organiza la alcaldía, y la Universidad de Negocios para los jóvenes de la ciudad. Están en

inscripciones y el cupo es limitado.

- ¿Sabías que a mi me hubiera gustado ser presentadora de T.V? ¿Haber estudiado

comunicación, y tener mi propio canal?

- No, ¿Cómo así?

- Si. Ese era uno de mis sueños.

- ¿Cómo que era? Todavía puedes cumplirlo.

- Si, pero primero tengo que acabar el colegio.

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Veo la puerta de mi casa cuando termino de hablar. - Cami, me dice antes de

bajarse. Maneje la cosa suave. La pelea con Luchy te puede meter en problemas sin

necesidad. Lo escucho y pienso en los amigos que Alex utilizaba en los cobros que

no podían hacer.

Una corriente de aire frío sale de la casa cuando abro la puerta. Me tiro sobre uno de los

abullonados sillones que tiene la sala, y miro con nostalgia a mi familia: Toño, mi madre y

yo sonreímos en el día de mis quince. Sonreímos el día de mi primera comunión.

Sonreímos con la vela de mi primer año. Sonríen mientras lloro con el agua suspendida en

el aire el día de mi bautizo. Mi padre aparece en ella, y en ninguna más; sonrío con mis

amigas de niñez.

La miro con detenimiento, y pienso en Luchy. Quiero hablar con ella. Abrazarla. Besarla

y decirle que me perdone pues la amo ya que es mi mejor amiga. También quiero saber

quienes mataron a Alex y el no hacerlo me produce ira. Quiero cobrar el amor que me

robaron. La posibilidad de vivir una vida diferente, mejor.

De manera repentina la puerta principal se abre. La figura cansada de mi madre aparece

después de quince horas de trabajo. Es vicepresidente de mercadeo de una multinacional

que tiene sede en Alemania, y que es la que la pone a viajar como loca por todas las

sucursales que tiene en Latinoamérica robándole el tiempo de su familia. Sorprendida me

mira y pregunta que paso.

- No te importa, respondo fuerte.

- Respetáme no tienes porque responderme así.

- Entonces no te metas, le grito, y me voy hacia el cuarto para esconder mi dolor.

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Estoy sentada en un muro a las afueras de la casa comunal mirando a los muchachos

parchar en las bancas del parque. Con envidia de la buena, si es que ésta existe, los oigo

hablar, y reír animados felices de la vida.

El ruido del motor de un grupo de motos, me distrae. Son tres, y suben hacia el parque

con los pilotos y sus pasajeros ocultos entre los cascos. Sus ojos no dicen nada bueno

cuando los veo pasar. Paran donde los muchachos hacen ejercicio y saludan efusivos.

Lo observo cuando una voz me sobresalta por la espalda. - ¿Vienes para la conferencia?

- ¡No!, contesto con cara de no que sé lo que dice, sin dejarlo terminar.

- Hay espacio suficiente, insiste.

- ¡No gracias!, le repito mirándolo como si fuera un estorbo.

Vuelvo a ubicar a los muchachos, quienes ahora hablan serios con los recién llegados.

Me pregunto sobre que lo harán pues la cosa me parece extraña, cuando los ojos de todos se

vuelven hacia mí. Alguno me señala con la cabeza, y me volteo de inmediato. Tengo el

corazón agitado.

El hombre desconocido aparece de nuevo con una sonrisa sospechosa. Ato cabos, me

levanto asustada, y huyo bajando las escalas. Alcanzo a escuchar cuando se encienden los

motores de las motos. El hombre sigue detrás diciendo que lo espere, que me tiene que

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decir algo, y las escalas se me hacen largas, eternas, y corro tratando de alcanzar la calle

para alejarme del lugar como pueda.

Casi me atropellan cuando llego a la vía.

Mauro, quién va de parrillero en una de ellas, por nada me recibe en sus brazos. Lo

enfrento muerta del susto con lo primero que se me viene a la cabeza.

- ¿Cuando vamos hablar sobre lo de Alex? Doy un suspiro profundo.

- ¿Vas a seguir con lo mismo? Te dije que no tengo nada que decir. Dice: ¡Vamos!

que esta vieja está loca. Y sale endemoniado con los otros detrás.

La moto de Gonzo que va de última, se apaga al arrancar. Se baja, mira algo hacia el

motor, y dice con disimulo. - Tranquila Cami, estoy averiguando la vuelta, pero no se

caliente más con ese man.

Para mi sorpresa el desconocido sigue en las escalas. Seguro escuchó todo y me da rabia

pues no sé quién es. Sobre mi cabeza la pancarta del evento se mueve con el viento. Las

palabras de Gonzo me dejan preocupada. Son de angustia…Estoy averiguando…de

miedo…No se caliente… de muerte.

El sonido de las motos escucho de nuevo. Dos vienen hacia mí. Lo hacen despacio. En

una de ellas va un parrillero desconocido quién pareciera tenerme en la mira. Sus ojos no

me sueltan, y un halo de frío me mueve la nuca. Volteo la cara hacia el desconocido, quién

me dice algo con desespero. No lo escucho bien, pero corro hacia él.

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Mi BlackBerry ya no suena como lo hacía antes. El directorio de números aunque largo,

poco lo utilizo, y el de contactos del MSN se ha reducido a la mínima expresión, pues mis

amigos me han borrado de sus listas. Navego en el internet del teléfono pensando que

hacer, pues me comprometí a presentar un proyecto de cultura para dentro de un mes, y me

falta todo por hacer. En eso quedó mi entrada a la charla con el desconocido para “salvar mi

vida”, quién resultó ser un profesor de la universidad de Negocios, una donde la mayoría de

mis amigas desea estudiar, o estudia aunque no tenga muy claro para qué. Leo y trato de

entender en la red los términos de referencia del concurso, que son la guía para poderlo

presentar.

Algo novedoso, innovador relacionado con temas culturales o artísticos, dice que debo

de proponer, para acceder a recursos técnicos y económicos que me apoyen para sacar

adelante la iniciativa. Me siento perdida cuando avanzo. Me quiero morir, no sé por donde

empezar, ya que lo que único que he hecho en mi vida relacionado con el tema, son unas

clases de pintura, y otras de ballet, a las que ingresé metida a la fuerza por mi madre quién

seguro quiso cumplir su sueño frustrado conmigo. ¡Ah!, y si lo de querer ser presentadora

cabe…

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No he vuelto por mall después de la bronca con Luchy. No se caliente más con ese

man...aparece amenazante en mi cabeza, y más bien decido no ir y salir para otro lado, o

quedarme en la casa peleando con los demonios del odio y la venganza que aparecen

cuando mi mente no tiene nada para hacer.

Las pesadillas me siguen despertando en la madrugada. Sudo con el corazón agitado y

grito al sentir que voy a morir. Debo controlar eso, o voy a terminar de manicomio con un

delirio de paranoia...Y hablando de paranoia, según me enteré, el otro día los de las motos

no iban por mí. Pasaban recorriendo el barrio buscando un teléfono celular que se les había

caído. Mi cabeza esta loca de pensar en lo mismo...

Sigo leyendo la guía del proyecto que aparece en la pantalla del BlackBerry. Pide

describir el equipo de trabajo, definir el concepto y el modelo de negocios que garantice la

sostenibilidad de éste en el tiempo. Hago cara de ¡!Hmmmm!!! ¿Qué es esto?

Me preocupo al leer: equipo de trabajo.

¿De donde lo voy a sacar? ¿Y de cuando ahora dizque trabajamos en equipo? Recuerdo

la charla que nos dieron en el colegio a cerca de que lo poco buenos que éramos para eso.

De lo individualista que es nuestra sociedad, una donde el interés particular supera al

general, cuando la cosa debería ser al revés.

Rebusco en mi cabeza con quienes podría ejecutarlo. No encuentro a nadie. Como el

listado del MSN estoy sola. Ojala pudiera convencer a Luchy, a Naty, y a las demás, para

que trabajemos juntas, pero la veo difícil ante tanto problema que ha habido.

Las demás preguntas me dejan fuera del aire: que el concepto, que el modelo, me hacen

pensar que necesito ayuda antes de dejar todo tirado. ¿Quién me metió en esto? Me critico.

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Estoy arrepentida de haber aceptado presentarme en él, pero le di mi palabra al profe que le

cumpliría, y la tengo que respetar.

Abro el Gmail para enviar un correo. Coloco: ¡AYUDA! En el asunto, y le escribo al

hombre de la universidad un carretazo tan teso explicando mi situación, que hasta yo quedo

preocupada cuando la leo otra vez.

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Espero al hombre desconocido quién ya no lo es, en la cafetería de la Universidad de

Negocios, a las diez. Es profesor de algo y me va a ayudar. Por equipo no se preocupe, me

respondió al correo casi de inmediato para mi sorpresa.

Estoy sentada entonces en la cafetería escuchando la algarabía de gritos, risas y voces

que preguntan por exámenes y trabajos académicos. Hablan de moda, de tecnología, del

último modelo, de lo que pasó en el reality, del cuerpo perfecto, y me siento aburrida de ver

aquel campo de verano americano hecho a la perfección en un país tercermundista, y por

primera vez en mucho tiempo, me cuestiono que estoy haciendo de mi vida.

Me he tenido que esconder tras el BlackBerry tecleándole a nadie en más de una

oportunidad, huyendo de las caras de amigas del colegio, de la familia, de la calle, que

pasan cuchicheando con rostros de terror cuando me ven. Si supieran que muchas de ellas

están allí por lo préstamos que hace el señor para el que trabajaba Alex…

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Laura, Lina, Mateo y Santiago, presenta el profesor en un salón de clase, y ellos se

presentan así mismos hablando de su vida, gustos, sueños e ideales. Yo hago lo mismo

contando mi historia, la del parche, la de mis amigas, la de Alex, y las lágrimas aparecen, se

me corta la voz, y me quedo sin aire cuando hablo de él.

El profe se me acerca, me abraza, y me dice tranquila, todo está bien, y me consuela

como si fuera un papá pues estoy llorando hecha un temblor.

Doy un suspiro largo, profundo, y veo ojos vidriosos en los demás.

- La verdad es que no era de mi interés participar en este proyecto, sigo. Fue por

casualidad que la vida me puso acá. Pero anoche, antes de acostarme, después de

enviar el correo de ¡ayuda! Al profesor, la mente se me iluminó, y pensé en lo

bueno que sería ayudar a peladas de combos delincuenciales para salir de ellos, y

evitar que se pierdan en la vida.

El profe habla como en reflexión. - Camila, mira como con lo que estas diciendo, das los

parámetros para definir el concepto de negocio que tanto te preocupa. Éste debe responder

a la pregunta de: ¿Qué hace el proyecto? ¿Cuál es la razón de su existencia? Y debe

definirse en torno a la necesidad de mercado que se quiere satisfacer, la oportunidad de

negocio que se quiere aprovechar, o como en tú caso, a la solución que se quiere dar al

problema social o cultural. ¿Me entiendes?

Le digo que no mucho muerta de la pena. - Te explico. Una empresa de confecciones

más que ropa, puede ofrecer belleza. Una de muebles, comodidad, o una de tecnología,

calidad de vida. Ese es su concepto. Pensémosle al del proyecto entre todos.

Sin ningún orden establecido, dicen: disminuir la violencia, la pobreza, que no dejen los

estudios, que se desarmen, que se quieran a si mismos, para definir el concepto. Mateo, a

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quién el profe asignó como secretario, apunta la lluvia de ideas de lo que todos dicen en

una lista que ha hecho infinita, pues anota todo sin ninguna discriminación.

Hace rato estamos callados. Estoy cansada tratando de buscar la forma de despedirme y

salir de allí, pero no sé como hacerlo. Estoy a punto de hablar, cuando como si fuera un

milagro, la voz de Laura aparece gritando: ¡Cambio radical de vida! ¡Ofrece un cambio

radical de vida!

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Hoy me desperté sintiéndome como un trapo sucio. Frustrada, con un sentimiento de

zozobra en el alma. Alex no me dejo dormir en toda la noche llamándome a vengar su

muerte. Intenté hacerlo pero cuando tenía al asesino a tiro, listo para mandarlo al infierno,

se me escapó esfumándose de la pesadilla. No quiero soñar más con él. Estoy cansada de

hacerlo y lo quiero sacar de mi vida. De mis sueños, aclaro. De mis pesadillas, quiero decir,

pues a pesar de todo, aún lo amo.

Ayer tuve otro desafortunado encuentro con los muchachos cuando llegué al mall

después de la reunión en la universidad. Aunque no hubo roces, ni palabras, ni pelea, me

hicieron sentir como mosca en leche cuando al ver que me acercaba en el carro, se

montaron a los suyos, y se fueron ignorándome por completo.

Decidí no parquear, y me fui para el club.

Lo hice porque ya era de noche, y me espanta escuchar el silencio de la casa.

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Llegué y fui directo al comedor. Pedí un sánduche de jamón y queso, un jugo de fresa, y

esperé el servicio observando a la mamá de Mauro, de Naty, y a otras, jugar cualquier juego

de mesa en máxima concentración. Dedican horas a ello. Con él, disculpan la ausencia de

sus casas, de la vida de sus hijos, como mamá disculpa la suya con su trabajo diciendo que

es para que vivamos mejor, y yo no veo que lo hagamos pues nos pasamos de pelea en

pelea como si fuéramos un par de desconocidas. Pensé en aquello del concepto de negocio,

y de cómo éste se relaciona con saber quién es uno.

No tuve respuesta para mí. Nunca me había preocupado por eso. Y es que a mi edad,

¿Quién lo hace?

Es sábado, y los alaridos de mi mamá me tienen de los pelos de punta. Reclama que

debería de estar haciendo algo productivo, útil, pues ella no sabe lo del proyecto, y yo le

digo que no me da la gana de hacerlo, y que si quiere me eche de la casa.

- Respéteme, dice. No se le olvide quién soy.

Le contesto: ¿Y a mi quién me respeta? ¿Usted con tanto grito?

- El respeto se gana. No se reclama. Y te voy a dar un consejo, me dice. Ponte hacer

algo y no busques lo que no tiene que buscar. Deja a los muertos tranquilos. No

vayas a terminar como Toño o el mismo Alex por estar metida en asuntos que no te

interesan, y me voy sorprendida huyendo hacia la cocina para hablar con Edith la

empleada de toda la vida, quién sabe más de mi vida que ella misma.

Hablamos de la gente de su barrio. De los combos, de la vida de las peladas que están

metidas en ellos. Ella hace historia, y habla sobre los desplazados del campo que huyen de

la violencia, y sobre los que llegaron buscando una vida nueva en una ciudad que no se los

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permitió; me cuenta sobre los que trabajan como mulas todo el día dejando a sus hijos, sus

casas solas para llevar comida y pagar arriendo. Añade sobre las madres abandonadas por

maridos drogadictos, encerrados en la cárcel, o irresponsables que las dejan porque se

cansan de ellas, y se van con la primera que pasa por el frente de sus narices.

Hay mucho pelado perdido sin control, añade. Con ganas de tener dinero rápido, de ser

el más malo, de tener moto, celular, mujeres, y droga. Esos son los que llaman la atención

de las niñas que en la mayoría de los casos, ni siquiera saben lo que quieren en la vida. Se

queda en silencio, y mira por la ventana de la cocina. Yo me comparo con lo que ella dice,

pienso en los del parche, y la diferencia de sus vidas, no es mucha para mí.

12

Estamos reunidos en uno de los salones de la sede comunal para continuar con la

formulación del proyecto. Hoy comenzamos por diseñar el modelo de negocios, y de lo

primero que hay que se habla, es sobre el segmento de mercado.

Laura, la sicóloga de profesión, entrega a todos una copia de un artículo que sobre

violencia juvenil, publicó el periódico El Colombiano, un diario local: Niñas que Cambian

las Muñecas por las Armas. Lo leo y me llama la atención pues veo la historia de Edith

reflejada en él, y en cierta manera la mía. Narra sobre las niñas que hacen parte de los

combos delincuenciales de la ciudad, y como andan de arriba para abajo con pillos,

sicarios, cargando armas y droga pues por ser mujeres y menores de edad, la policía no las

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puede requisar. Sostiene el artículo desde la visión de antropólogos, escritores,

historiadores y policías, que son así por baja autoestima, por necesidades de aceptación y

admiración insatisfechas, y por dinero y padres ausentes, entre otras.

- Creo que el artículo nos puede ayudar a sustentar el proyecto. Demuestra que hay un

problema real, y puede ser utilizado como fuente de información confiable, habla el

profe comentando lo leído.

- Es cierto, aporta Santiago quién será el responsable de los aspectos de mercadeo del

modelo de negocios. Tengo el informe de un estudio realizado por la secretaría de

juventud de la ciudad, y las conclusiones no son muy diferentes. Ambos nos pueden

ser útiles para definir el perfil sico y demográfico de los beneficiarios del proyecto.

Pongo mis ojos en donde dice segmento de mercado.

Leo a la carrera: Cerca de 172.000 mujeres en el rango de los 10-19 años tiene la ciudad;

93.000 están entre los 12 y los 17 y van al colegio. Con toda seguridad no estoy incluida

ahí, pienso

Santi dice que ese es el mercado potencial en la ciudad. Que sería bueno segmentarlo, o

sea ponerlo más pequeño, y que para ello, el propone que el campo de acción del proyecto,

sea el barrio Terranova, el más peligroso, y con mayor presencia de combos en la ciudad, y

comienza a dar datos y cifras para sustentar lo dicho.

Pido la palabra y hablo con temor. - No estoy de acuerdo con la posición de Santiago,

inicio. Escoger un solo barrio sería discriminar a otras personas que pueden tener el mismo

problema. Lo de los combos no es exclusivo de personas de estratos bajos. Con lo que he

leído e investigado, el parche mio no es ajeno a lo que dice el artículo. Puede que cambie en

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algunas cosas el modo de operación. Opino que el proyecto debe servir de apoyo para

peladas que tienen baja autoestima, falta de identidad, aceptación, y eso no tiene clase

social, termino diciendo, y trago con fuerza pues en el fondo me siento identificada con

ellas. Esas son las que quiero ayudar sin importar de donde vienen, continúo. De acuerdo

con los documentos de estudio que me enviaron, ese es un perfil de tipo sicográfico, y es el

que me interesa.

Cejas arqueadas, dedos que juegan con las barbillas, lapiceros que giran al golpe con la

mesa, veo después de mi intervención. Un silencio prolongado queda en la sala. El profe

toma de manera firme y jovial la palabra.

- Camila, éste es tu proyecto. Tú eliges a quién quieres ayudar. Nosotros te apoyamos

en lo que necesites.

13

Pienso en el proyecto, en lo que voy a ofrecer, pues me lo quiero ganar.

Enciendo el computador, entro a internet, y navego sin buscar algo en particular.

Ingreso a la página www.reverbnation.com/eztridentes y le doy play al banner de música.

Necesito que algo que me acompañe. Reyes de Papel suena en el fondo. En Facebook

escribo mi correo, la clave, y entro para ver que hay por ahí. Los mensajes de Lina, Laura,

Santiago y el profe solicitando mi amistad, aparecen en la pantalla. Los confirmo a todos.

Son mis amigos ahora. Los únicos que tengo.

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El otro día en la casa comunal, Lina y Mateo se quedaron conmigo para definir la

propuesta de valor. Son buena gente. Para mi sorpresa, ella vive cerca de mi casa, y ambos

son artistas de profesión. Ella escribe libros para niños, y él hace parte de un grupo de

música fusión, y son los que me deben de ayudar a definir la parte cultural.

- En lo único en que he pensado es en talleres de pintura o de baile, pero creo que no

me terminan convenciendo, les dije. Quiero hacer algo que genere más… ¿Impacto?

Los dos sonríen al escuchar mis términos tan técnicos. - ¿Cómo quieren que hable

pegado a ustedes todo el día?

- Por eso es tan importante fijarse en la vida con quién se anda. Aunque soy de por

acá, dijo refiriéndose al barrio, también me tocó difícil, inició hablando Lina. Fui a

la universidad departamental en contra de mis padres, mi familia, y mis amigos,

pues mi sueño siempre ha estado en la literatura. Eso casi mata a mi papá quién

quiso que fuera ingeniera de sistemas de la de Negocios, para algún día manejar su

empresa de desarrollo de software. He sido sola. He vivido sola. Pero siempre, he

sido fiel a mis ideales. Eso es lo importante.

- Tú no sabes lo que me ha tocado vivir, le dije. Ha sido duro.

- Seguro, Cami, intervino Mateo. Pero siempre hay alguien a quién le toca más duro.

Mi caso es uno de ellos. Yo me crie en el campo, entre guerrilleros. Y ser parte de

ellos o la muerte, era mi opción. Pero escuché a tiempo a un tío quién fue el que me

animó para que fuera músico, y ayudó para que me viniera a la ciudad, para poder

conseguir una beca y estudiar en la departamental, y cumplir mis sueños. Así fue

como llegué al barrio. A un barrio de guerra de verdad. Y nunca sentí la tentación

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de entrar a las filas de ningún combo. Primero estaba mi sueño, y ahí voy

cumpliéndolo.

Escucharlos fue como oír la voz de Alex cuando me decía que cuando cumpliera los

diez y ocho, nos íbamos a casar e irnos para el exterior. Estaba cansado de llevar esa vida.

Pero los sueños, se han ido con él. Las lágrimas salieron por montones.

- Tranquilízate, dijo Lina. Aprovecha la oportunidad que te da la vida. Aprovéchala,

repite. No la dejes ir que quién sabe si volverán...

Pienso en aquellas palabras cuando el ruido de las motos me saca del recuerdo.

Se han parqueado al frente de la casa de Mauro. Eztridentes suena en el Mac. Déspota,

marca el banner. “...Oye déspota cabrón de donde sacas tu poder…de lo que andas

escondido o de lo poco que tenes…” canto en la mente tratando de mirar a través de la

ventana, para ver a quiénes están allí. No lo logro hacer, a pesar de que la cortina es casi

transparente.

Con un grito ahogado, me alejo de la ventana evitando la tentación de mirar. Me puede

la promesa que hice de no averiguar más por Alex. Recorro la casa repitiendo en mi mente

no mirar… Rendida y con desespero, entro en mi cuarto, me tiro sobre la cama, y golpeo

con fuerza y rabia, la almohada.

Los ojos de Gonzo, saben que los miro a través de la ventana.

Lo noto cuando aspira su cigarro, y me envía un guiño de ojo a la distancia.

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14

Chateo en mi Macbook con un amigo a quién no veo hace tiempo, en un salón de la casa

comunal. Su papá fue ascendido a un alto cargo directivo en la empresa que trabaja, y

tuvieron que dejar la ciudad. Nos escribimos sin decirnos nada en particular. El IPHONE

(el BlackBerry no lo dejé en la casa) no ha hecho sino sonar. Es mi madre llamando desde

cualquier lugar del mundo. No le quiero contestar.

Como es domingo y la casa está sola, decidí venirme para acá para evitar los

pensamientos que me salen cuando siento el silencio y vacío del hogar.

Una mente desocupada es muy peligrosa, me acordé que dijo Laura en tono de llamado

de atención en una de las reuniones del equipo. Nuestra sociedad no lee, no estudia, no

investiga, continuó. Prefiere mantener la cabeza llena de tiempo libre para llenarla de

cuanta basura se encuentra. He ahí parte de nuestro atraso, sostuvo, y yo como que me

arrugaba de la pena al escucharla. Puso el ejemplo de cómo no se aprovechaban los

espacios que tiene la ciudad para acceder al conocimiento.

Camino por la sede, y veo mil papeles y avisos pegados en la cartelera. Dan cuenta de la

actividad académica, artística y cultural de la zona. Concierto de Eztridentes y Atrofia en el

parque central el próximo sábado desde las 4 p.m. Al siguiente, el parcero del popular No.

8 le dará al stand up comedy. Cursos de matemáticas, de lectura, de croché, de culinaria,

todo gratis y sin público, me digo con ironía cuando leo todo aquello.

Estoy pensando en la propuesta de valor que pide la guía. Algo diferente, novedoso,

único, creativo, como dice el profe, y las palabras de mente ociosa de Laura me dan una

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luz, pero no logro ponerla en palabras concretas y eso me ofusca. Miro hacia el techo, y me

pregunto cómo tener mi propia propuesta de valor. La mía, la de mi vida. ¿Cómo puedo

diferenciarme de los demás siendo única, real, sin ser lo que otros quieren que una sea?

Otra vez, no tengo respuesta.

Mateo entra a la biblioteca y yo estoy tirada en suelo buscando información. Levanto

mis brazos cuando lo veo como diciendo adiós, y lo llamo de un grito.

- ¡Hooola!, me saluda sorprendido cuando se acerca. ¿Qué haces por acá?

- Dándole al proyecto, respondo señalando el computador con la cara.

- ¿Y eso?

- Quiero trabajarle a la propuesta de valor. Me tiene preocupada.

Se sienta a mi lado. - Yo vine a lo mismo, y saca el portátil de su morral.

Hemos navegado por ahí unas mil páginas de internet buscando información. Hay cosas

interesantes, pero no veo una que llame mi atención. Hemos buscado por proyectos de

empresarismo social, empresarismo cultural, y lo que vemos no dejar de ser lo mismo, y le

digo que quiero una cosa brutal salida de lo normal, y él me apoya con el dedo gordo

levantado, diciendo que muy bien.

- Fomentar la identidad, la autoestima es lo que quiero, le sostengo. ¿Qué más

propuesta de valor que esa?

- Si Cami, pero no es decir por decirlo. Hay que definir cómo se va a hacer.

- Pues a través del arte o la cultura como herramienta de inclusión social, hablo

enfatizando mis palabras. Como aparece aquí, y le muestro lo que encontré sobre el

tema.

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Le parece interesante lo que ve, pero me dice que no es suficiente. - La respuesta debe

de ser más concreta. Más específica. Tenemos que encontrar un método, un programa que

garantice resultados. Algo que apoye lo que dices, y que se haya probado con éxito.

- No lo vamos a encontrar, digo.

- Ten fe. Voy a enviar un correo a todos para presentarles nuestro avance, y

esperemos que mentes más frescas encuentren la solución.

Sonrío cuando dice: mentes más frescas.

Él agrega que cuando uno lleva mucho tiempo haciendo lo mismo, tiende a caer en los

mismos errores sin darse cuenta. Es como en la vida…termina abriendo los ojos.

Sé a que se refiere.

Yo soy un ejemplo de ello.

Días, meses, años dando vueltas sobre lo mismo, llevando el mismo estilo de vida, las

mismas quejas, y nada ha cambiado.

15

Hoy no me quiero mover. Quiero dedicarme a la televisión, pero el plan oro que

tenemos en Direct TV no sirve para nada. Edith entra a la habitación cuando estoy pasando

canales. Me dice buenos días, me ordena que me levante, o me tira agua fría. La amenaza

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me hace reír, pero ella insiste diciendo que una niña como yo debería estar haciendo algo

productivo en la vida, y yo le contesto que ya parece mi mamá.

- Madrastra, tal vez dice. Y se levanta ya, ordena, y yo me envuelvo en las cobijas

buscando calor.

- Qué bueno que fueras mi mamá, agrego.

Ella interrumpe. - No diga esas cosas Camilita. Dele gracias a Dios que la tiene viva, y

ella hace un esfuerzo muy grande por tenerla bien.

- ¿Bien? Y, ¿Cómo en qué?

- No sea desagradecida. Más bien levántese que no voy a discutir eso con usted.

Entra y sale del baño con una jarra de agua. - No se le ocurra Edith que tenemos

problemas, le digo con la risa nerviosa.

- Pues los vamos a tener, me dice desafiante. Cuento hasta tres y voy en dos…

Sus ojos se ponen serios. Con una mano jala la cobija mientras yo no dejo que lo haga

pues sé que la cosa va de verdad, al ver que levanta el vaso, y lo tiene listo para mí. Corro

gruñendo y ofendida con lo que acaba de hacer, y me encierro en el baño. La escucho decir:

- Una niña tan linda como usted y perdida en una pieza jugando al vago. Aproveche

el tiempo y avance en ese proyecto que me contó. Con él, podría orientar a muchas

personas que no tienen quién les ayude, y quedo pensativa con lo que dice, sentida

conmigo misma, y seguro no me escucha llorar pues he abierto la ducha para que el

sonido del agua oculte mi pena.

Estoy en la biblioteca de la casa, y le trabajo a la propuesta de valor con las palabras de

Edith aún en la cabeza. En tres días tiene que estar lista para continuar con el diseño del

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modelo de negocios, avisa el profe en un correo que acaba de llegar. Santiago responde

diciendo listo, y adjunta un link con un informe de la revista Anagrama, para tener en

cuenta: La generación interactiva en Colombia: adolescentes frente a la Internet, el celular

y los videojuegos.

Tanta lectura me tiene cansada. Mantener durante tanto tiempo la mente desocupada,

llenándola de basura como dijo Laura, evita que me concentre fácil. He querido dejar tirado

el proyecto varias veces, despreocuparme del asunto, pero… “…no lee, no estudia, no

investiga…” me remueve por dentro, y me digo que no quiero ser mediocre. Digito

www.reverbnation.com/eztridentes para tener algo de ruido en el fondo, y Silicón, suena de

una. “...Silicón, silicón, para elevar el ego y sentirte mejor…Silicón, silicón, es la excusa

perfecta para entrar al montón…” Le doy clic al link al escucharla.

16

Casi lo cierro al pensar que me había equivocado de dirección.

Ya lo había hecho la primera vez confundida cuando apareció un personaje de comic

para explicar los resultados.

Dice llamarse Tic-Er, y explica los detalles de la investigación. Una que buscaba indagar

sobre el uso de las nuevas TIC en jóvenes entre los 10 y 18 años de todo el país, y de todos

los estratos. Le doy pausa a la presentación, y voy corriendo hacia la cocina para

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prepararme un jugo, algo de comer, pues la exposición es como si estuviéramos en cine, y

eso me gusta. Le doy una palmada en la nalga a Edith antes de salir. Ella sonríe.

Tic-Er habla pausado y explica lo que encontró en el estudio.

Habla de telefonía celular, y aprendo que el teléfono es mucho más que prestigio y

respeto. No solo es utilizado para hacer y recibir llamadas, para enviar mensajes de texto,

sino para escuchar música, hacer fotos, grabar videos, y jugar en la mayoría de las veces.

El 88% de los pelados dice tener uno, y eso es mucha gente para mí.

Tic-Er habla sobre internet. Sentado en un computador desde la biblioteca de una casa,

dice que el 36% de los jóvenes del país, accede a la red desde su hogar. Desde lo que

parece ser una sala informática, informa que casi el 50% los hace desde otro sitio. Envía un

mensaje desde la plataforma del Facebook anotando que el 57% de los jóvenes entra para

estar en las redes sociales, y el 54% para revisar el correo. Consultas e investigaciones

escribe en la barra de búsqueda del google, y el resultado dice que el 44% de los

encuestados la utiliza para eso. Se disfraza de director de cine, e informa que el 42% de los

usuarios descarga películas y música; y para terminar vestido de atleta, en la línea de salida,

grita que el 44% de la gente, accede a juegos.

Cambia la escena, y Tic-Er aparece conduciendo un carro de carreras, disparando un

arma en una guerra galáctica, saltando en un castillo encantado, y explica lo del uso del

video juego. Mira hacia arriba, y trepa como cual escalador sorteando obstáculos para

llegar hasta la cúspide, y levantar el trofeo que tiene impreso el número 73, haciendo

referencia al porcentaje de pelados que los juega en computador, celular, o en una consola.

Hay un futuro promisorio en éste área, resalta como para que yo lo escuche.

La presentación me deja fascinada.

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La idea de aprovechar al máximo las tecnologías de información y comunicación, TIC,

me abre un panorama que no tenía contemplado con anterioridad. Incluso la posibilidad de

llegarle a más gente se amplia si aprovechamos las herramientas.

Emocionada, con ganas de gritar de la emoción, bajo al primer piso y entro a la cocina.

Edith está distraída preparando un postre. Me acerco con lentitud caminando en puntas, y

me lanzo encima agarrándola a besos agradecida por haberme levantado.

17

Llevo días durmiendo como un angelito. O por lo menos como dicen que duerme uno,

pues no los conozco. Hoy me levanté animada, por lo que decidí salir a la calle para tomar

aire fresco, y alejarme del silencio de la casa.

Aunque las cosas en general han cambiado, las peleas con mi madre continúan durante

lo poco que nos vemos. Ahora anda preocupada queriendo saber en que estoy metida. Pero

no lo va a saber, pues ni siquiera Edith le va a responder, ya que me dio su palabra de no

hacerlo, y yo le creo. Entonces para no quedarse atrás, para llevarse el punto que siempre

disputa, se inventa unas respuestas que dan cuenta de lo retorcida que es su mente. Yo me

relajo y me quedo callada pues no le quiero contestar, y ahí si que se vuelve armar la gorda

a punto de gritos que seguro se deben de escuchar por toda la unidad.

Y es que el proyecto me tiene agarrada de pies y manos. Veo, hablo, como, siento,

pensando en él. Me quiero ganar el concurso, se ha vuelto una obsesión, y para eso tenemos

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que presentar una cosa muy brutal, más elaborada pues el tema es caliente, y eso nos puede

ayudar, pero también sacar del camino, como han dicho mis compañeros de equipo cuando

insisten en que la propuesta de valor debe ser diferente. Cómo debo de ser yo, me digo a mi

misma cada que escucho esas palabras.

Voy hacia la charcutería del mall, no sin antes mirar si hay alguno de los muchachos por

ahí, pues aunque me siento más tranquila, no los quiero enfrentar. Todavía tengo las

secuelas de mi pelea con Luchy. No las físicas. Las del alma.

- Hola Cami, me dice la dueña arreglándose el delantal. Estas muy perdida.

- Haciendo cosas. Le contesto, y le pido me sirva una Coca Cola Zero...

Se sienta a mi lado cuando la sirve- No quiero ser metida, me dice mirando para todos

lados. Pero… ¿Cuál es el problema que tienes con los muchachos?

- Ninguno, respondo, y doy un trago a la gaseosa para pasar el taco. ¿Por qué? Indago

con la botella todavía en la boca.

- No quiero se metida como te digo. Pero estaba detrás del mostrador cuando los escuché

hablar a cerca de lo cansona que estabas averiguando sobre no sé que cosas de Alex.

Comentaron lo de la pelea que tuviste con Luchy. Que ya te estabas pasando, y que

había que hacer algo rápido antes de que metieras las patas. Unos desconocidos que

estaban los acompañaban.

Salgo de la tienda intranquila.

Casi puedo sentir los ojos de alguien vigilando mis pasos mientras regreso. Miro de un

lado para el otro caminando rápido, como si tuviera afán, y todo el que veo, me parece

sospechoso. Lo dicho por la dueña de la charcutería es una alerta grave, delicada, y los

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temores del día de la casa comunal, vuelven a salir. El… No se caliente...No se

caliente…llega como si pudiera escucharlo de nuevo, y es tan real, que ahora entiendo

porque me dijeron fresca cuando pregunté si los de las motos iban por mí. Seguro fue para

enfriar la cosa. Para no prevenirme, ni adelantarme al asunto. Me conocen.

18

En el piso hay una hoja de papel doblada con lo que parece ser un mensaje escrito a

mano. La noto cuando abro la puerta y no me gusta para nada lo que siento al verla. Hasta

las palabras con las que vengo se desvanecen con el susto que me da.

Me late el corazón con fuerza cuando me agacho a recogerla. Antes de abrirla doy una

última mirada hacia afuera tratando de atrapar al mensajero pero como es de esperar, no lo

veo. Cierro la puerta, y abro la nota. La leo, y todo se vuelve enredo, caos, y confusión.

Tengo la cara fría. Lo más seguro es que me veo pálida, y no sé que hacer, entonces me voy

para la sala a rodearme de Toño, mi mamá, mi papá, y sus sonrisas que se perdieron hace

tiempo pero que perduran colgadas en la pared.

Me siento sobre el sofá rojo de la colección pop que recién compró mi madre, con los

pies estirados sobre la mesa de centro. Las bailarinas de cristal traído de Alemania parecen

burlarse de mí. Volteo la vista buscando tranquilidad, y cierro lo ojos para lograrlo. La

nota, las palabras de la señora de la charcutería, el comentario de mamá diciendo… ponte

hacer algo y no busques lo que no tienes que buscar. Deja a los muertos tranquilos…

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aparecen llevándome de la venganza a la justicia, de la ira a la paz, del odio al amor, a la

armonía, a la ayuda, a la recuperación…

El letargo del cansancio, del estrés, de pensar con los ojos cerrados me adormece. He

sentido el viaje por el túnel del sueño un par de veces y creo que me voy a quedar dormida.

No los quiero abrir. No quiero pensar. Quiero volar.

Descansar…descansar…soñar…soñar…todo está bien…bien…b-i-e-n…

Sobresaltada, sudando, con el corazón a punto de estallar, me despierto. Un sueño de

terror, persecución y muerte que no quiso detenerse me obligó a hacerlo. No quiero volver

a lo mismo. No quiero tener más sueños, ni pesadillas en mi cabeza atormentando mi vida.

Me levanto de la silla aburrida, pesada, y con sed. Me dirijo hacia la cocina para buscar

algo de tomar, y pienso que todavía no tengo hambre. Desde que fui al mall en la mañana

no he probado bocado. No es que sea difícil para la comida. Solo cuando estoy asustada,

ansiosa o llena de problemas. Los cinco kilos de menos que marca la pesa del baño de

mamá puede dar fe de lo que digo desde que murió Alex.

Enciendo el computador para hacer tiempo, y quemar el pensamiento en otra cosa.

Mientras termina el proceso y aparece el escritorio, me desvisto para ponerme la cómoda y

fresca, y el cuadro de papel cae al suelo. Amago con recogerlo pero la pereza me puede, y

lo desprecio con una patada que lo manda a caer debajo del escritorio donde está el

Macbook que trajo mamá en uno de esos viajes a la USA.

Navego por internet buscando información sobre video juegos, páginas, canales de video

y sonido que según Santi me puedan contextualizar mejor, y no me logro concentrar.

Mañana me reúno con él y no tengo que presentarle. Que pena. Que creerá. Que soy una

buena para nada sin ningún tipo de capacidad para hacer algo productivo en la vida. Tomo

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notas peleando con los ojos buscando en cada página números, datos, información que

logre asombrar a Santiago, que me asombre a mi, para hacer un proyecto que valga la pena

y ayudar a otras a salir del mal.

19

Estoy con los audífonos a medio volumen, cuando escucho su voz sobre mi espalda

decir: ¿Aún despierta? Como si la respuesta no fuera más que obvia. Me hago la

desentendida, no le contesto, y continúo navegando en el millón de ventanas de páginas

abiertas que muestran videos, voces, links, comics, blogs, escritas en español, ingles,

francés, hechas por jóvenes y niños de todo el mundo, que he visto y revisado durante toda

la noche.

Se coloca a mi espalda seguro queriendo saber en que estoy metida. Yo le tapo

cubriendo la pantalla, y abro la ventana donde aparece Eztridentes interpretando Nuestra

Tele.

- ¿Es lo único que haces? ¿Escuchar música y ver videos de rock?

- Si pensar eso te hace feliz, sí.

- ¿No puedes ser un poco menos agresiva conmigo? ¿Qué es lo que te he hecho para

que me tengas tanto odio y rencor?

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No tengo respuesta para darle. ¿Me puedes dejar sola, por favor? Digo sin ganas de

pelea.

- Contéstame, por favor. Es lo menos que merezco. ¿No crees?

Continúo en silencio. Casi puedo percibir la tristeza que la embarga, pero prefiero seguir

así.

El cuadro de papel blanco que está debajo del escritorio, parece querer salir. Me pongo

tensa al pensar que ella lo puede ver y recoger del suelo.

- Siempre he pensado que no tenemos nada para conversar, inicio. En realidad nunca

he visto que tengas ese interés.

La veo desmoronar con mi comentario. Toma aire y trata de decirme algo, pero la fuerza

de mis palabras, la desvanecen. Arremete de nuevo.

- Contigo no se puede. Siempre estás a la defensiva. Nunca...bla.bla.bla, y yo no

escucho nada, pues no lo quiero hacer.

Sus palabras me molestan. Son ruido para mí.

- ¿Por qué no te vas a mirar si Hans, tu jefe supremo te escribió?

- Camila, respétame. No tienes porque hablarme así. No te lo permito.

- Pero si es verdad. ¿Qué hay de extraño? Que silencio que Hans en la línea…que no

puedo por el informe para Hans… que el internet para ver si Hans… ¿No ha sido así

siempre?

- No seas injusta, interrumpe. Lo hago para que vivamos mejor. Para que incluso te

quedes tirada sobre una cama viendo como desperdicias tu vida…

- ¡LARGATE! ¡LARGATE! Interrumpo con los ojos encharcados.

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Ella se retira diciendo algo que no puedo escuchar. Hay tanto grito que…

Recojo el papel del suelo y lo leo de nuevo: Tengo noticias, Yo la busco, leo con

dificultad la nota firmada por G. El cuerpo se me enfría, pero esta vez, no es de miedo.

20

Escucho ruidos por toda la casa que avisan que mi madre se ha levantado, y empieza su

rutina para ir al trabajo. Es otra noche que pasa sin que pueda pegar el ojo, y la culpa esta

vez es del maldito mensaje que dejó el bobo de Gonzo por debajo de la puerta. Me

estremezco al imaginar si hubiera sido otra persona la que lee primero la nota.

Intento cerrar los ojos pero la luz deprimente, pecadora que produce el amanecer, me da

nostalgia, y entro casi en depresión. Me levanto, entro al baño, y el zombi de mi propia

imagen me espanta al verme. Vas de mal en peor, le digo mirándome directo a los ojos, y

las bolsas negras que cuelgan de ellos se quieren reventar. Subo a la pesa antes de salir, y

el número que veo me deja mal parada.

Quiero bajar a la cocina para preparar algo, y aún siento los pasos de mamá en la casa.

Prefiero esperar a que se vaya por lo que enciendo el televisor, e inicio el rally de búsqueda

de canales, y ninguno me logra atrapar. Me distraigo entonces pensando en la alarma de

bajo peso que emitió la báscula electrónica, la cual pareciera conocerme mejor, y me digo

que tengo anorexia según la presentación que sobre el tema nos dieron alguna vez en el

colegio. No anorexia de la nerviosa, que es la que se hace para bajar de peso de manera

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propia poniendo en riesgo la vida, sino la que da el exceso de preocupación y estrés, y que

lleva al mismo final.

La casa ha quedado en silencio después de cerrar el garaje. Un silencio aburridor,

aturdidor que me desespera revolviendo mis entrañas. Gonzo ya sabe quién mato a Alex, es

lo primero que me viene a la cabeza. La sensación de odio, muerte, venganza me inquieta,

trato de no pensar más, y voy hacia el computador para distraerme navegando en internet.

Un mensaje de Santi con asunto urgente, me pone alerta.

A las 9 en la universidad, escribió, y el reloj del Mac me dice que faltan veinte minutos.

Me quito lo que llevo puesto como puedo. Me quiero bañar, pero el tiempo no me da.

Abro el ropero. Miro desesperada que ponerme. Escojo una camisa tipo polo marca Lacoste

azul clara, después de mucho mirarla. Bajo casi arrebatado un jean Levis de color blanco, el

cual debo de ajustar con rapidez para que no se me caiga apenas me lo pongo. Amarro los

tenis Nike, y oculto el cabello despeinado tras una gorra negra que era de Alex, y que dice

RAMONES en el frente.

Faltan cinco minutos para la cita cuando salgo de la casa. Acelero el carro violando las

normas de tránsito de la ciudad. Tarareo en la cabeza la nota de Gonzo con un sonsonete

improvisado, medio rap que no me quito de encima. De lo distraída que voy, casi paso en

rojo el semáforo que hay en el cruce de la avenida 43, una principal que divide la ciudad, y

que de haberlo hecho, hubiera causado un accidente de graves consecuencia.

El ruido de un golpe contra el vidrio de la ventana me deja sin aire. Con las piernas

temblando, lista para acelerar, veo a dos personas con casco sobre la moto que está a mi

lado. El piloto dice algo, pero no lo logro escuchar. Se levanta el visor, y el susto me puede

más al ver la cara de Mauro aparecer detrás de él. Dice que baje la ventana. Con temor lo

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voy a hacer, pero el semáforo cambia a verde, y acelero el motor para arrancar, a lo que el

carro pueda dar.

21

Voy tarde, agitada, con el alma fría, a la cita. Veo a Santiago sentado en una de las

mesas de estudio. Escribe algo concentrado en el portátil.

Me saluda con la cabeza apenas me ve, me invita a sentar, y me pide un segundo con la

mano. Le digo fresco, y aprovecho el tiempo para respirar profundo, y relajarme un poco.

- ¿Pasa algo? Pregunta con cara de intriga.

- No, nada. Solo que estoy un poco cansada.

Detiene lo que hace. Me observa entre las cejas. - ¿Un poco? Esa cara no es de un poco.

- Bueno, tal vez mucho, pero no quiero hablar de eso.

Alza los brazos y dice: - ¡Perdón!

- Tranquilo, y sonrío con timidez.

- Si necesitas algo…

- Gracias.

En silencio lo veo escribir sobre el teclado, mover el mouse, dar clic aquí y allá de

manera rápida, y me pide le dé un minuto más. Subo y bajo los hombros para responder,

pero quiero que empecemos ya.

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Los demás compañeros del proyecto han llegado. Avanzamos y hacemos un inventario

de lo que llevamos: El concepto, el segmento, la propuesta de valor. Lina y Laura comentan

sobre el correo que les envió Mateo la vez que trabajamos juntos, aquel que hablaba sobre

el programa de fortalecimiento de la autoestima y la identidad, y dicen que comparten la

opinión de que siendo interesante, aún le falta algo.

- Estuve investigando, y con base en lo que enviaron Mateo y Camila, creo que he

encontrado el programa que sustenta lo que el proyecto pretende ofrecer. Es el

programa de Viviendo en Valores de la Unicef, inicia Laura.

- ¿Y de que trata? Cuestiona Santiago interesado en el tema.

- Es un programa que ofrece la posibilidad de que niños y jóvenes adultos, tengan

cambios radicales en su vida explorando y desarrollando valores como: la paz, el

respeto, el amor, la cooperación, la alegría, la honestidad, la humildad, la

responsabilidad, la tolerancia, la libertad y la unidad, interviene Lina feliz como si

fuera toda una experta en el tema.

- Y se puede ejecutar a través de la promoción de las manifestaciones artísticas, añade

Laura. La página del programa incluye la metodología y demás.

- Es el propio para soportar el proyecto, dice Santi. El aval de la Unicef es suficiente.

La alegría que veo me contagia de inmediato. Fortalecer el autoestima y la identidad de

jóvenes entre los 16 y 20 años, utilizando la metodología del programa de Viviendo en

Valores promovido por la Unicef, queda escrito en la guía como parte de la propuesta de

valor.

Voy añadir algo, pero me da pena y mejor guardo silencio.

Page 45: La red

22

Con la vista pérdida miro hacia el aire pensando en mi idea.

¿Qué te parece lo que oyes? dice Santiago quién parece no caber en la ropa, sacándome

del letargo. Hago si con un movimiento lento de cabeza, lo hago con algo en la mente, y no

quiero que suene loco o descabellado.

Intento hablar, pero la pena no me deja. Al fin y al cabo, ¿Quién soy? No tengo sus

cartones, sus profesiones. Los miro con la voz ahogada en la garganta. Me acomodo en la

silla porque quiero hablar. Muevo los pies, las manos, carraspeo la voz…

- ¿Puedo decir algo?, inicio con la cara roja y las manos sudando. Me miran atentos. –

Puede ser una bobada, continúo.

- Si te parece una bobada, anota Mateo abriendo los ojos de manera graciosa, es

mejor que no digas nada.

- Esteee…no lo creo, apunto con la cara caliente.

Para mi sorpresa hablo como si tuviera todo preparado. Les cuento que después de

recibir el informe que envió Santiago, estuve navegando por la página del ministerio de

cultura, y pille un banner que informa sobre el programa de cultura digital; un programa

que promueve la creación de contenidos culturales y artísticos utilizando las TIC para ello.

Aclaro que las TIC son tecnologías de información y comunicación. Programas de radio, de

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video, de música, blogs, periódicos barriales, magazines, video juegos, y muchos más,

todos digitales, on line, son algunos de los ejemplos que se mencionan allí.

Toman nota de lo que digo. – Me pregunto si podríamos ampararnos en él para hacer

algo.

- ¿Has pensado en algo en particular? Cuestiona Santiago

- Se me ocurre una serie de dibujos animados, video juegos, que se yo, algo que

permita llegar a la gente de una manera más...eeeh…creativa? Entretenida?

- Y con contenido social, me apoya Lina quién se ve feliz con la idea. Yo podría

escribir el guion.

- Y yo, la banda sonora, aporta Mateo.

- Y yo, la temática social, se une Laura.

- Y yo… ¿Qué hago? Digo con una sonrisa fingida.

- Que tal ¿La directora? La directora del proyecto, dice el profe seguido del aplauso

de todos.

- Y para que me tengan en cuenta, interrumpe Santi, yo hago el nuevo plan de

mercadeo, ya que aparece un nuevo tipo de cliente en la escena: Patrocinadores.

- Claro, y definir el perfil de ellos, como otro público objetivo, interpela Laura.

- Así es, la apoya Santiago. En los proyectos sociales, culturales y artísticos, pueden

aparecer varios tipos de clientes: Los beneficiarios (la comunidad que se beneficia),

los que patrocinan (ponen el billete), y los utilizan los productos o servicios que se

ofrezcan(consumidores), y todos ellos con necesidades, intereses diferentes que hay

que identificar.

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Vuelvo a casa feliz con el avance de hoy. Imagino como podrían ser los personajes del

seriado, y ya tengo uno en mi cabeza que empiezo a construir.

Paso por las afueras del mall y los veo a todos reunidos en la licorera. Tienen las caras

serias, amargadas. Freno el carro observarlos mejor. Los ojos se me encharcan al no poder

estar con ellos. Estoy segura de que Luchy me vio cuando me pierdo en el recodo.

23

Decidimos montar en bus porque era más fácil para los dos. Nunca lo había hecho, y la

experiencia me parecía emocionante. Me sorprende el mercado persa que se ve dentro del

vehículo. Dulces, libros, medicinas y hasta concierto de Rap ofrecen, y me quedo corta de

monedas para dar, por lo que al rapero le doy un billete que lo sorprende.

Un enredo musical escuchamos salir de los vehículos que están parqueados alrededor

del parque, cuando nos bajamos del transporte. Rock, vallenato, salsa, suena como si fuera

una sola canción a todo volumen. El sitio está de gente a reventar, están dispersas, y hablan,

ríen, cantan, beben.

- ¿Cómo terminaste metida en el proyecto? Pregunta Santi apenas nos sentamos, con

las gaseosas en la mano.

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- De manera literal, contesto, por huirle a la muerte. Bebo de la botella, y le cuento en

detalle lo demás. Después vino todo lo de las niñas con baja autoestima, las TIC, y

los que hemos construido con el equipo de trabajo, termino por decir.

Habla en tono de reflexión. - Mira éste lugar. Jóvenes que huyen de la falta de atención

de sus familias, de la soledad, de ellos mismos. Enfermos buscan compañía y terminan

siendo títeres de lo que un grupo les diga. Viven con la presión de la moda, de lo último en

tecnología, de consumir de manera desmedida así tengan que empeñar a la mamá. No

tienen identidad.

- Ni autoestima, anoto empezando a entender por qué estoy allí.

- Así es.

Permanecemos callados, observando y reflexionando con la música del carro de turno a

todo volumen.

- Mi vida no se aleja de la de ellos, apunto. Y estoy segura que la de mis amigos

tampoco. Somos hijos de padres que copan su tiempo en el trabajo con la disculpa

de ofrecernos una vida mejor y para tapar el vacío, nos llenan de cosas: carros,

celulares, ropa, club. Por eso terminamos buscando compañía entre quienes están

igual o peor que nosotros.

- Puede ser pero la cuestión es que si lo reconoces, debes salir de allí. Reconocer, y

salir. He tenido problemas. No he sido un ángel de la guarda. Tuve mis enredos con

la droga y el licor, pero supe escuchar a alguien en el momento antes de perderme.

- ¿Tú?

- Sí, yo. ¿Por qué te sorprende?

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- No tienes cara de…

- Pero es así, corta diciendo. Nunca se saben las penas de los demás. Por eso lo mejor

es estar con los ojos y oídos bien abiertos para no caer en la trampa de la ceguera y

la sordera social.

- ¿Ceguera y sordera social?

- Sí, es la que le da a uno cuando está tan absorbido por un grupo, que se pierde la

capacidad de autonomía, de ser tú, por no quedar mal con él.

- Y por lo tanto la capacidad de identidad, y autoestima, añado.

- Podría ser…

- Humm!!! Entonces yo tengo eso. Ceguera y sordera social. Podría ser un buen

concepto de negocio. ¿No lo crees?

Suelta la carcajada y dice: ¿Por qué no?

24

Es tarde, y me quiere acompañar hasta la casa. Apenada le digo que no, que tranquilo,

pero él insiste, y termino accediendo después de convencerlo de que paremos en el trayecto

para comprar un par de sanduches, y comérnoslos en mi casa.

Vamos en el taxi que casi no logramos parar, y pasamos por la casa comunal. El parque

donde hacen ejercicio los muchachos aparece casi de inmediato, y lo invito a que nos

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bajemos, y nos comamos la comida en el lugar. Un picnic nocturno, le digo, y el accede sin

reproche. Buscamos el mejor lugar para compartir la cena. En el fondo, un muro de

cemento al lado de zona de juegos, nos sirve de mesa.

Hablamos sobre la ceguera y la sordera social. Me gusta le término le digo, y le

pregunto qué de donde salió. Me responde que de acá, y señala las cienes con los dedos de

ambas manos. La respuesta nos produce una risa que por el frío, parece de traba.

- Alguna vez ¿Has consumido droga? Aprovecha seguro para preguntar.

- Nunca, le respondo. No me interesa.

- ¿Y el colegio?

- Qué…

- Cuando lo piensas terminar…

Me pongo de pie para sacudir el frío, y elaborar mejor mi respuesta. Estoy ello cuando el

sonido de unas motos me llama la atención. Un escalofrío me recorre el cuello al identificar

las de Mauro, Alambre y Gonzo que vienen con otros desconocidos. Seguro Santi logra

sospechar algo.

- ¿Qué pasa?

- Es mejor que nos escondamos. Vienen los muchachos y no están solos. Escondamos

detrás de aquellos arbustos. Rápido, lo apresuro.

- ¿Por qué? ¿Qué pasa? Pregunta de nuevo, y ya parecemos culebras arrastrándonos

por el suelo hasta llegar al lugar convenido.

- No te preocupes, pero mantente quieto y en silencio.

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Asomo la cabeza para analizar la situación. Los ojos de Alambre parecen chocar con los

míos por lo que me oculto con rapidez. Santi insiste en qué pasa, pero la voz de Alambre

discutiendo con Gonzo me hace permanecer en silencio.

- Si vez que no hay nadie…, se apresura a responder Gonzo. Seguro fue un animal.

Un perro tal vez. Vamos.

Lo abraza y vuelven al grupo que ya se encuentra sentado en el muro donde todavía está

la bolsa con el par de sanduches servidos. Gonzo voltea la cabeza y parece mirarme.

El rocío del césped nos tiene con la ropa mojada. Tiritamos de frío, y el humo de la

bareta casi nos pone a volar. Cerca de una hora escuchando malos chistes, historias y risas

ensordecedoras nos tienen al borde de la desesperación.

La voz de Gonzo aparece por nuestra espalda. – Que no hay nadie hermano. Deje la

paranoia. Guarde eso.

- Los escucho respirar. Pille, dice y hace silencio. Oiga bien. A lo que se mueva le

caliento éste fierro, amenaza con la voz enredada.

La cara de Santi es de terror. Estoy que me orino de la risa, pues así me da cuando tengo

susto, y mejor me tapo la boca con la mano y aprisiono la cara contra el suelo.

El IPHONE suena en modo de timbre una vez y vibrador. Las luces que la acompañan

se logran ver en el bolsillo de atrás de lo que era el pantalón blanco de Santi. Hay máxima

tensión. Alguien viene hacia nosotros, y estoy a punto de gritarle a Santi que corra, cuando

un par de piernas envueltas en un bluyín, me ahogando el grito.

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25

Su nombre es Luciana y tiene boquiabiertos a los muchachos del proyecto. Ha hecho

parte de algunos equipos de trabajo de los estudios de animación que han comenzado a

inundar a la ciudad, con eso de que nuestro futuro está en las industrias creativas. La invitó

el profe, es productora audiovisual, y ha dicho que por animadores no nos preocupemos que

en la ciudad hay hasta tirar para arriba. Lo importante es que ofrezcamos buenas historias,

insistió.

La discusión del modelo de negocios utilizando un cuadro para ello, facilitó las cosas.

Utilizamos el método de Slywotski, uno súper fácil de usar, que nos tomó seis días en

construir. Que el mercado objetivo, que el modelo de ingresos, que los puntos de control

estratégico y el alcance, definimos durante la semana. La nueva propuesta de valor, la de la

creación de contenidos culturales digitales, los dibujos animados y todo eso, se incluyó

dentro de los puntos de control estratégico.

El profe insiste en que debemos de buscar aliados estratégicos, pues hay cosas que no

tenemos como ofrecer, y los necesitamos. Propone que con base en el modelo definido para

el proyecto, preparemos una presentación ejecutiva (yo no sé qué es), y para salir a

conseguirlos.

- Apoyarnos en las fortalezas de los otros para mejorar nuestras debilidades, es algo

que debemos de considerar incluso para nuestra vida personal, anota Laura de

manera asertiva.

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Mateo prepara un listado con los aliados potenciales: Estudios de animación, fondos de

inversión, entidades públicas y privadas que apoyan el cine, colegios, universidades,

algunos de los definidos. De inmediato nos ponemos en la tarea de contactarlos y hacer una

agenda de trabajo. La universidad de Negocios nos sirve de respaldo.

Aunque duermo bien y el proyecto me mantiene ocupada, en el silencio de la soledad

continúo alimentando los sentimientos de odio y venganza hacia los asesinos de Alex. Sin

embargo me siento plácida, tranquila, porque ya no pesa sobre mí la oscuridad de la

incertidumbre que da el no saber quién lo hizo. En mis sueños he hecho justicia. He

calmado la ira que me puede llevar a actuar de manera primaria y reactiva.

La noche del parque con Santi, la del picnic nocturno, cuando el par de bluyines se puso

frente mí, escuché la voz de Gonzo. - Quédense quietos. Ésta gente está muy loca y es

mejor evitar.

De manera rápida y simulando orinar, me contó que estaban reunidos con la gente del

jefe mayor, o sea la del man de los préstamos, porque al hombre lo habían cogido preso, y

querían saber quién lo delató, pues según su fuente de información, el sapo estaba entre

nosotros. Mauro les juraba que no tenían nada que ver, pero ellos insistían en que sí, y que

se iban a ir hasta las últimas para encontrarlo.

En esa estábamos cuando lo llamaron. Imprudente le pregunté por la nota antes de irse.

- En esta semana hablamos, fresca.

- Solo dime, ¿Sabes quién mato a Alex? El silencio lo delató.- Dímelo por favor,

supliqué.

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Amago con retirarse. Las motos de sus amigos estaban encendidas. - No preguntes

cómo, ni cuando, ni con quién lo averigüe. Solo confía en lo que te voy a decir, y

prométeme que no vas hacer nada hasta que hablemos.

Casi muero al escuchar el nombre. Una sensación de mareo, de vómito, sentí cuando mi

hermano quedó incluido en la noticia. Quise reaccionar, pero Gonzo ya iba lejos, y Santi

me sujetaba con toda su fuerza.

Me preguntó que si estaba bien. Contesté con dificultad que sí, pero mis ojos decían lo

contrario. - Me quiero ir para la casa, pedí.

Creo que ni siquiera me despedí de él cuando me bajé del carro. Salí como un zombi

hacia la casa, entré, subí a mi habitación, y casi la acabo de la rabia que tenía. No puede ser,

no puede ser, me repetía incansable, aturdida al conocer la verdad sobre la muerte de Alex

y mi hermano. Lloré hasta que el cansancio me pudo. Hasta que el día había entrado en su

monótono círculo, y el calor de la tarde me venció con un sueño pesado y oscuro.

26

La pesadilla no pudo ser peor.

La imagen de un Mauro frío, calculador, sobresale dando la orden de fuego contra Alex

y Toño. Las balas de los verdugos salen en cámara lenta como si estuvieran en una carrera,

y se engrandecen a medida que avanzan, en un primer plano que resulta aterrador. Cuando

van a dar en el blanco, justo antes de impactar, la cara agigantada de Mauro, una cara que

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parece no tener cuerpo, se llena de rotos, por donde el tipo se desangra gritando hasta la

muerte.

La pesadilla ha calmado mi ansiedad. Es extraño sentirlo así. Cuando más alterada e

inquieta debería de estar, mi reacción se vuelve contraria. Es como si un halo de frialdad

me cubriera para permitir planear los detalles de la venganza, de manera mejor.

Como si fuera una espía de tiempo completo, sigo a Mauro tomando atenta nota de sus

movimientos. Una lista de horarios, sitios, compañías, voy elaborando con holgada

paciencia. Un mapa mal hecho he perfilado para planear mi retirada sin generar sospecha

entre mis amigos. Busco el momento en que se encuentre solo, sin respaldo para atacarlo

pues la vuelta la voy a ser sola. No quiero intermediarios, ni nadie que tenga la más mínima

sospecha de que he sido yo la ejecutora.

No he querido contestar las llamadas que me entran del profe y el equipo de trabajo.

Están desesperados porque no aparezco, y el tiempo de presentar el proyecto se acerca. Su

presión me hace tomar una decisión que debería de ser obvia desde el principio, y es la de

seguir a Mauro solo en las noches.

Acaricio la pistola que cargaba mi hermano para momentos especiales, ultimando

detalles. Apunto a la nada, simulando disparar.

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27

- Yo no soy empresaria. Ni siquiera he terminado el bachillerato, alego con Santiago

sobre quién debería de presentar el proyecto ante los aliados.

- Entonces, ¿Quién lo hace? grita desesperado pues el tiempo se acaba. Es tu idea.

Nosotros solo participamos en la formulación del proyecto.

Cambia de tono. – Camila, nadie más que tú lo siente propio. Tu misma me has dicho

que te has enamorado de él. ¿Quién mejor para presentarlo y conseguir los aliados

estratégicos?

Un silencio molesto, ensordecedor aturde la sala. Miro al grupo, a Santi, y sus ojos están

sobre mí esperando a que dé una respuesta. Miro de nuevo a Santiago. Lo veo pequeño.

Pequeño, e insignificante. Lo veo como si fuera una cucaracha, y me dan ganas de

aplastarlo porque lo odio.

Laura se acerca. - ¿Quieres dar una vuelta? Un poco de aire te caería bien.

Accedo y salgo del salón abrazada por ella. Antes de salir volteo la cabeza, busco a

Santi con mis ojos, y le hago cara de: Te odio.

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Al ver que no aparecía y el poco tiempo que falta para la entrega del proyecto, el equipo

decidió organizar la presentación en el campus universitario. Una serie de charlas

explicándolo en detalle voy a dictar para los invitados especiales, todos ellos con el perfil

de aliados estratégicos, y de quienes se espera firmen el acuerdo de alianza que se pondrá

en la salida del auditorio principal. La Universidad de Negocios, se encuentra de primera en

la lista.

La presentación en power point, es la base de lo que voy a decir.

- No vas a repetir lo que dice en las diapositivas porque se ve horroroso, me previene

el profe dando indicaciones. Prepara un discurso con base en ellas, pero que sea

tuyo, propio de lo que conoces y quieres con el proyecto.

Santiago, a quién todavía quiero aplastar y ahorcar, insiste en el manejo del tiempo.

- Recuerda que solo tienes veinte minutos para hacer la presentación. Veinte.

Y añade:

- Mantén las cifras estadísticas, las fuentes de información bien memorizadas. La

seguridad con que las digas será la clave para convencerlos.

Amplía:

- La mirada sobre el público. Manos sueltas para que te puedas expresar…Bla-bla-

bla, sigue diciendo, y ya estoy hasta la coronilla con tanta indicación, no entiendo

nada, y me quiero ir.

Me reúno ahora con Luciana, Lina y Mateo para hablar sobre el tema cultural y

artístico. Me piden que resalte que el arte, la música y los medios audiovisuales, son muy

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eficaces para programas que tengan que ver con el fortalecimiento sico social de las

personas.

- Ahí mencionas lo del seriado, dice Luciana. Habla sobre Mimi. Cuenta la sinopsis

de lo que será el proyecto y enfatiza que sería lo primero en realizar. Preséntala

como si fuera tu hija.

La escucho hablar y me pongo feliz pues la historia fue mi idea.

Laura se une al grupo, soporta lo anterior. – Tienes que ser tú durante la presentación.

No finjas, no pretendas ser diferente de lo que tú eres.

Estoy lista para ir a mi casa, y el profe me explica de manera rápida el presupuesto del

proyecto. Son números que no entiendo, y están explicados en un flujo de caja.

- Menciona el valor total. El de los $500 millones. Si alguien pregunta por los

detalles, me das la palabra.

28

Desbordada de la felicidad llego a la casa. Saludo a Edith de un beso, y le pido que me

prepare algo de comer. Subo por el Mac que se encuentra en mi habitación. Lo llevo a la

biblioteca. Abro la presentación desde mi USB en forma de Hello Kitty, y comienzo a

ensayar.

Como una oradora de experiencia, me desplazo por la biblioteca con la presentación en

el SONY de 42 pulgadas que hay colgado de la pared. La recorro de un lado para el otro

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siguiendo en detalle el guion que me entregaron para no perderme, y tomo el tiempo

cuando termino de hablar. Estoy pasada unos minutos, y me empiezo a preocupar. Más

concreto. Menos carreta, insiste Santiago en mi cabeza.

Es el séptimo u octavo ensayo, no lo sé, y veo a mi madre observándome parada en la

puerta del lugar. Estoy sorprendida, no alcanzo a reaccionar, y no sé si lo que siento es

pena, susto o felicidad, y solo veo que me mira a los ojos, y yo veo a los de ella, ninguna

sin parpadear, modular o moverse.

- ¿Qué haces? Rompe el silencio en tono suave, dulce como cuando yo era pequeña

desarmando todo lo que llevo por dentro.

- Preparo una charla que daré en los próximos días.

Me coge del brazo, me lleva a una silla.- Cuéntame más.

- ¿Desde dónde? Respondo con mirada irónica.

- Desde el principio, me dice ella en el mismo tono, y reímos.

Hace tiempo que no lo hacíamos juntas. Reír. Por eso de manera sorpresiva nos vemos

hablando sin gritar, pelear, y la pongo al tanto de mi vida, del proyecto.

- Todo parece cambiar, me dice. Sigue tras tus sueños. No te detengas.

- Sí, contesto con la mirada perdida y la cabeza puesta en Mauro. En esas estoy.

- Me parece muy bien.

- El proyecto es algo especial para mí. Quiero ayudar a personas que sufren, o han

sufrido lo mismo que yo, le digo pensando en acabar con Mauro.

Su cara es de tristeza ahora. De reflexión.

- Vivías, querrás decir, sugiere convencida. No quise…

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Voy hacia ella interrumpiendo sus palabras. Le doy un abrazo y me siento en sus

piernas.

- Pesas mucho, dice.

- No tanto. Ja. Ja. Ja. Estoy baja de peso.

- Pronto lo recuperaras. Yo te ayudaré. Espérate y veras.

Hay un momento de silencio. - Cami, ¿Qué opinas sobre cambiar de casa? De irnos a

vivir a otra parte, a otro país, tal vez…

De pronto mis planes se ven en peligro. La miro con asombro- ¿Cómo para dónde?

¿Qué has pensado?

- Vivir en Brasil o en Miami. Es posible que trasladen mi cargo hacia uno de estos

sitios. Además quiero que vivamos en un lugar donde nadie nos ubique. Donde

vivamos solas y rehagamos nuestra vida.

- Pero, ¿Por qué fuera del país? Quiero ejecutar el proyecto aquí. Sacarlo adelante, y

sacar adelante a los beneficiarios de él.

- Pero hija, eso lo puede hacer otra persona. La universidad tal vez... En otro sitio

puedes rehacer tu vida, terminar el estudio, hacer una carrera…

- No mamá, interrumpo. Seguro que sí. Pero quiero estar acá para liderar el proyecto.

Es mi opción.

Me abraza, y sus ojos están encharcados. Apoya su cabeza contra mi pecho. -

Perdóname, hija. Perdóname. No quería todo llegara hasta acá…

La correspondo. La abrazo con fuerza. La beso en la mejilla, y ahora somos dos las que

lloran.

Page 61: La red

29

- Debes prepararte para el cambio. La primera beneficiaria del proyecto eres tú, me

aconsejó Laura cuando salimos a caminar el otro día. La rabia, el temor que sientes,

no son más que el reflejo de tus miedos, complejos, e inseguridades, recuerdo

sentada esperando me indiquen cuando ingresar.

Me visto informal para cada presentación. Siempre Jean y tenis. Prefiero la comodidad

para mostrarme como soy.

Entro aturdida después de escuchar mi nombre cada vez que el profe me presenta. Los

no más de diez invitados que se encuentran sentados en el pequeño auditorio, me saludan

subiendo y bajando sus cabezas, como si fuera hacia un sensei oriental. El equipo de trabajo

me apoya expectante unas filas más arriba, presto a socorrerme ante cualquier eventualidad.

Se ven nerviosos. No más que yo.

Lina me está deseando suerte con sus manos cuando el profe, quién hace las veces de

maestro de ceremonias, me presenta como la líder del proyecto. Es una persona

emprendedora, inteligente, y muy capaz, dice para mi sorpresa.

Santiago, quién maneja el equipo de cómputo, el video beam y va a pasar las

diapositivas, modula tranquila, te va a ir muy bien, y estira el dedo en señal de éxitos.

Lo miro agradecida, me digo tan lindo, lo quiero abrazar, pero el profe dice

comencemos, y no hay reversa pues el título del proyecto está sobre la pantalla.

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Proyecto Piloto de Empresarismo Cultural Orientado a Fortalecer Sico Socialmente a

Jóvenes de Entre los 15 y 19 años que Tengan Niveles de Identidad y Autoestima Baja, a

través del Montaje y Puesta en Marcha de un Estudio Audiovisual Dedicado a la

Producción de Dibujos Animados, utilizando las Tecnologías de Información y

Comunicación (TIC), para ello.

Creo que se me fueron los veinte minutos leyendo el título. Mi voz es gangosa y

temblorosa. Pienso en mi madre, en Toño, en Alex, en mis amigos, cuando hago la

exposición.

Hablo durante diez y ocho minutos, y lo he dicho todo.

Los invitados aplauden cuando digo muchas gracias por su atención, y presento a mis

compañeros pues el reconocimiento es para ellos. Los veo con las manos arriba haciendo

señas de muy bien, y tienen la cara feliz. Yo estoy igual.

El profe sube al escenario, me da un pequeño abrazo, besa mi mejilla, y pregunta que si

hay alguna inquietud.

Alguien levanta el brazo, e indaga por el valor del premio del concurso.

- $ 100 millones, responde de inmediato.

30

El mercado objetivo, los beneficiarios y los clientes, defino de manera separada, a otro

grupo de aliados potenciales.

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Describo a los primeros, que son los que verán los dibujos, y digo que el potencial en el

país, son jóvenes entre los 15 y 19 años (4.7 millones a 2010, DANE), que usan internet

(84%, enter.co, 2.011), que ven series de televisión por ese medio (50%, enter.co, 2011) y

que se estima, son cerca de 2 millones de personas.

A ellos son los que se les ofrecerá la posibilidad de generar reflexiones personales en

torno a la autoestima y la identidad, a través del entretenimiento, el cual termina siendo la

necesidad básica a satisfacer.

Para hablar de beneficiarios, defino de manera rápida autoestima e identidad, y digo que

sin ser de libro, la primera se refiere a la capacidad que tiene todo ser humano de

respetarse, quererse y confiar en sí mismo (Maslow, 1943), y el eco de la definición socava

en mi cabeza alertándome que no la tengo, que está por el suelo, pero que sin ser mal de

muchos, ni consuelo de tontos, Luchy, Naty, Gonzo, y lo demás, tampoco es que se

encuentren mejor.

Expongo la segunda, y no quedo mejor parada.

Explico que se refiere al concepto claro, nítido que se tiene de uno mismo (Diccionario

básico de Psicología). La conclusión de que si en la primera estoy mal, en ésta no estoy

mejor parada, llega mientras hablo tratando de convencer a quienes me miran, que

necesitamos de su ayuda para sacar el proyecto adelante. Vamos bien, me hace señas Lina

desde su puesto.

Presento las cifras que potencializan lo anterior. Son alarmantes, y se manifiestan en el

incremento de los casos de depresión, agresividad, ansiedad y violencia, entre la población

juvenil (63% de los jóvenes, UNICEF, 2009).

Page 64: La red

El suicidio (1.864 casos en 2010, El tiempo) el uso de drogas (12.3% de los jóvenes,

min educación, 2012) y alcohol (40% de los jóvenes, min educación, 2012), la

participación en grupos delincuenciales (3.600 jóvenes, 140 bandas, Alcaldía Medellín,

2010) Sexo (76%, min salud, 2010) y los embarazos no planeados (20% de la población

femenina, El espectador, 2012) algunos de los casos más complejos a considerar.

Repetir el discurso una y otras vez en cada presentación, me deja sin aire con un halo de

reflexión. - Éste no es un problema exclusivo de las clases sociales menos favorecidas,

comento fuera del guion en una de las charlas. Es de todas. Lo digo por experiencia propia,

y hay que hacer algo. Tenemos que fortalecer a los jóvenes a través de programas de

prevención y atención que conlleven a que nos queramos más, nos respetemos y por lo

menos, sepamos quienes somos. Este programa es para ellos, para nosotros.

Con el discurso anterior dejo claro el problema social que atendería el proyecto, y añado

que los padres de familia, también pueden hacer parte de este grupo.

Retomo la exposición presentando la diapositiva de clientes. Informo pegada al guion,

que son quienes terminan pagando, y que serán aquellas empresas que quieran vincularse

como patrocinadores, a cambio de ganar imagen corporativa, reducción de impuestos, e

incluso mejorar ingresos, pues el acceso al seriado podría hacerse mediante la adquisición

de claves que se consiguen por el consumo de productos.

Agrego que en el país la publicidad on line manejó cifras cercanas a los 126 mil

millones de pesos en 2011, creciendo a una tasa del 49.5% (Publicidad y mercadeo, PyM,

2012), lo que demuestra el potencial que tiene como medio de comunicación, y la vía que

sería para llegarle a un nicho de mercado específico, y aclaro que ahí se encuentra la

oportunidad de negocio para quienes pauten en el seriado que producirá el proyecto.

Page 65: La red

31

Caigo como una piedra en el sillón de la sala apenas llego a la casa.

Cierro los ojos, y como nunca antes lo había hecho, disfruto del momento de soledad, de

silencio que ofrece. Todo parece estar saliendo bien, me digo. Pienso en mamá, en cómo

sin proponérnoslo, se han ido arreglando las cosas entre nosotras. Seguro que de haberlo

hecho, de haber tenido la más mínima intención, no hubiéramos llegado a nada.

Todavía tengo en mi mente los ojos abiertos, las caras de asombro y vivacidad de los

invitados a la presentación. Sin embargo sigo nerviosa porque no sé cómo nos ha ido con la

recolección de firmas para para respaldar el proyecto, y tenerlas es de vital importancia.

Una leve sonrisa con cara de satisfacción hago al recordar la forma como pude hablar ante

ellos. No conocía mi capacidad de oradora, y es otro descubrimiento que hago de mi vida

que demuestra lo poco que me conozco, y me digo que soy de lo peor por no haber pensado

antes en esas cosas.

Pero la tranquilidad no está llamada a perdurar.

Como si fuera un fantasma entrometido, cizañoso y malévolo, la figura de Mauro

irrumpe invasora en mis sueños de gloria, éxito y felicidad. Sobresaltada, al borde de la

ansiedad, me recrimino el haberme olvidado de su existencia, y de la tarea que tengo con él.

Sigue siendo mi más íntimo secreto. El más profundo de todos pues ni siquiera con Gonzo

lo he comentado.

Page 66: La red

Subo al segundo piso. - Debo apresurarme y salir de eso rápido, converso en voz alta.

Entro en mi habitación, busco el arma que tengo pegada a una de las tablas de la cama

con cinta de enmascarar. La empuño, y siento el peso de la pistola que es mucho para mí,

cuando apunto al aire y la sostengo con una sola mano. Trato de ubicar un lugar a donde

pueda ir a practicar tiro al blanco, pues nunca he disparado un aparato de estos, y pienso en

la finca que la familia tiene a las afueras de la ciudad, y en lo buena idea que es para

hacerlo.

Debo de iniciar también, un plan de ejercicios pues tiene más estado físico un tísico que

yo, sigo pensando, y que tal que me tocara correr huyéndole a la muerte. Aunque

pensándolo bien no le temo a ella. Tampoco como para… ¿inmolarme? …Creo que se dice,

pero de tener que hacerlo, estoy dispuesta a morir por el amor de Alex, y el de mi hermano

con tal de vengar sus muertes.

No dejo de sentir la corriente de frío que me baja hacia la boca del estómago cuando

pienso en ello.

El Mac está encendido, y veo los puntos verdes de mis amigos en el chat del Facebook.

El computador suena tirin avisando un mensaje. Es del profe.

- Hola Camila, ¿Estás ahí?

No contesto y me hago la desentendida.

Tirin, suena de nuevo. - Te quería decir que todo va muy bien. Felicitaciones. Chao.

Contesto seguro que sí, pensando en Mauro, y me desconecto con rapidez.

Page 67: La red

32

Camila, ¿Por qué faltas tanto al colegio? Me preguntó una vez la Teacher Ángela, la

directora de grupo, y yo le contesté que era que la migraña se había apoderado de mí, y me

estaba matando. Incluso mi madre está buscando a un neurólogo para ver que tengo en la

cabeza, pero con la viajadera que tiene por el nuevo trabajo, no ha sido fácil conseguir la

cita, terminé diciéndole logrando que no me preguntara más. Estaba en decimo cuando eso.

Por esos días mi fama recorría el colegio. Mi nombre se cuchicheaba por los corredores

cuando pasaba, y me señalaban como la novia del man con moto, la del man grande en la

universidad, la que va a fiestas entre semana, y yo me sentía inmensa, grande, poderosa, y

las veía a todas como si fueran angelitos de kínder llenos de gracia e ingenuidad.

Íbamos a cuanta fiesta de farándula nos invitaban. Digo de farándula porque eso parecía.

Pintores, músicos, actores, modelos, ricos desocupados sin compromiso de la sociedad

citadina, fueron algunas de nuestras compañías durante mucho tiempo. Lo que no sabía era

que todos ellos, por lo menos muchos, la mayoría, estaban metidos en el negocio de una u

otra manera.

Fiestas en lugares lujosos, en bares y discotecas de moda se convirtieron en mí segundo

hogar pues yo solo quería estar con Alex y nadie más, bueno no tenía a nadie más. Y

después no era capaz de levantarme así el despertador retumbara en mi cabeza como si

tuviera migraña.

Page 68: La red

Mamá se enteró de que no había vuelto al colegio después de un largo viaje de negocios.

Fue para darme una sorpresa, y la sorprendida fue ella cuando le dijeron que no estaba allí

por lo de la migraña que me tenía en la cama ya por casi veinte días. Casi se enloquece al

escuchar la noticia, y casi me enloquece a mí cuando llegó a la casa llena de gritos.

- Eres una sinvergüenza. Quién sabe en qué más estarás metida con ese zángano que

seguro va a terminar como tu hermano, gritaba desaforada por toda la casa tratando

de llamar mi atención. No sirves para nada.

- No me molestes. No te metas en mi vida. Déjame en paz, fue lo único que respondí

pues no la quería ver, oír.

Y es que además no tenía más para decir. En mis adentros criticaba los veinte días, los

años que me había dejado sola con la disculpa de un trabajo que no tenía sentido para mí.

Hubiera preferido tener menos cosas en la vida pero a ella cerca, ya que mi padre no

apareció ni para dejar el rastro.

Recordaba aquello después de explicar el tema de la propuesta de valor, o de los puntos

de control estratégico del proyecto y hablar de la sinopsis de lo que será el seriado Mimi:

Mimi tiene 17 años y no se encuentra en la vida. Hija de padres ausentes, pues su vida es el

trabajo, Mimi se deja atrapar por las redes del amor de Pepe, un vago bueno para nada que

no sabe qué hacer en la vida pues lo tiene todo, y terminan metidos en cuanto lío tiene la

vida por la falta de carácter que los caracteriza. Una historia donde la falta de autoestima y

la falta de identidad, los lleva a caer en lo peor de la presión social puede ofrecer a un par

de jóvenes inexpertos. Recuerdo mi historia mientras escucho a Luciana aclarar aspectos

importantes del seriado, que aunque la gente no lo sabe, se basa en mi vida personal, pero

Page 69: La red

en ficción. Habla ella porque fue su idea y la expone mejor, enfatizando a los asistentes,

que la creación de contenidos propios, en sí misma, es una oferta de valor diferente y

creativa.

Tomo la palabra de nuevo, y explico que para los beneficiarios, el programa de

fortalecimiento sico social, se hará bajo la oferta de talleres artísticos en escritura creativa,

animación música soportados en la metodología del programa de Viviendo en Valores de

la UNICEF, la cual ha sido exitosa, diseñado por expertos en las diferentes manifestaciones

del arte y por psicólogos que acompañaran a los muchachos de manera personal.

Para los patrocinadores, sponsors. Para aquellos que ponen el dinero, digo animada, La

posibilidad de construir país volviendo vivos y activos sus programas de responsabilidad

social (eso me indicó el profe que dijera), y la posibilidad de acercarse a sus clientes de una

manera diferente, pues sus productos y mensajes pueden aparecer dentro de la serie como

parte de la obra, sería lo principal a resaltar.

33

- El modelo de negocios de Slywotski es fácil de explicar y se acomoda perfecto a la

presentación de un proyecto, me ha insistido el profe casi siempre antes de salir al

público. Es lógico. Primero hablas de mercado y sus necesidades, segundo como

pretendes abordarlas y satisfacerlas, tercero defines la forma como esperas recibir

Page 70: La red

los ingresos y capturar valor del mercado, el modelo de utilidad, y por último que

harás para lograrlo. Cuáles son tus alcances y competencias.

- Pero es que yo no sé de finanzas, le insisto cuando le pido que se encargue de

exponer el modelo de utilidad. Sea lógico o no, no lo sé hacer.

Y es que la vida parece ser nada sin dinero. O sino que lo diga Alex, Toño, Mauro si no

es así.

La ambición por tener más. Por querer lo que otros habían construido con años de

esfuerzo, lucha y sacrificio de la noche a la mañana, es lo que los impulsa a meterse en el

negocio, mencionó en alguna ocasión Laura la psicóloga, analizando la situación. Dinero

rápido.

- Nuestra ciudad, nuestro país, los latinos en general, somos de los mayores

compradores de rifas, loterías, chances o cualquier instrumento que permita

enriquecernos ya. Somos inmediatistas, reflexionó la doctora en esa reunión

haciendo una explicación del tema de conformación de combos, y de cómo eso se

suma al problema de la baja autoestima y la falta de identidad.

- Todo pareciera indicar que se mejora a punto de cosas materiales, innecesarias o

excesivas, la apoya el profe en el análisis.

- Así es, apoyó ella. Los vacíos del alma se cubren con joyas, moda, lo último en

tecnología, algo que te permita brillar entre los demás para que no vean la vacante

que hay dentro de ti…

Page 71: La red

Escucharlos aquella vez me hizo morir. Reflexioné sobre mi vida, y me llené de terror.

Pensé en mamá. En un día cualquiera con ella, ninguno en especial. Su imagen visitando

con Toño y conmigo el centro comercial, llegó como por arte de magia.

Entrábamos y salíamos de los almacenes apresurados como si todo se fuera a acabar.

Ropa, juegos, aparatos, comida, registraba la VISA como si ésta tuviera que gastarse como

fuera, y salíamos con las manos llenas de paquetes de cuanto artículo veíamos exhibido en

las vitrinas. Todavía hay algunos colgados sin estrenar, o guardados sin usar que dan fe de

lo que digo.

Pero siempre había que salir rápido del lugar. No había tiempo para conversar de lo

nuestro, de solucionar problemas, o de reírnos de la vida. Un reloj de tiempo avanzaba en

contra nuestra pues siempre había un carro de la empresa esperándola para salir hacia su

próximo viaje por Suramérica, una reunión de negocios inaplazable con unos socios

extranjeros durante el fin de semana, o debía terminar el informe mensual para enviarle a

Hans en Alemania que no podía esperar. Eso nos dejó sin madre, ni amiga. Toño tuvo más

valor y salió a buscar su futuro con sus amigos, y pronto se alejó de nosotras porque no

teníamos nada que compartir con él.

Creo que por eso el odio al hablar de dinero. Por eso el profe, o Santi terminan

explicando el modelo de utilidad del proyecto diciendo que los recursos financieros

provendrán de la venta de pauta, patrocinio del seriado, de los talleres artísticos, de la venta

de suvenires y merchandising de la serie, y de la posibilidad de que una distribuidora o una

programadora la compre y la exhiba por el mundo, pagando regalías por ello.

La cara de los asistentes se agranda al ver el potencial financiero de la iniciativa al

escuchar que el tema de cine, y el desarrollo audiovisual del país, cuenta con apoyo

Page 72: La red

gubernamental: la ley del cine, los programas del ministerio de cultura en torno al

emprendimiento cultural y artístico, el C3masd es uno de ellos en alianza con el ministerio

de las TIC, y Proexport, abriendo mercado internacional con productos que sean

innovadores y de creación de contenido propio y realizando ruedas de negocios con las

grandes casas mundiales.

34

Alex y Toño van a descansar en paz, pienso cuando miro a Mauro a los ojos. Los

alumbra el punto rojo de un cigarro que aspira como si se lo fueran a quitar. Como si

supiera que es el último de su vida.

Entono en mi mente el coro de la Canción Clon de Eztridentes: “…Misma etiqueta,

mismos lugares, igual peinado, mismos lunares…”, y pienso en lo predecible que es el ser

humano. No salimos del mismo parche, de la misma esquina, del mismo bar, del mismo

parque…

Así le cogí la vuelta a Mauro.

Siguiendo su rutina. Su eterna, y monótona rutina.

Y hoy no era la excepción. No me podía fallar.

Como todos los jueves, después de la farra, antes de volver a la casa, Mauro sube al

parque a darse un toque de vuelo que lo ayude a dormir tranquilo. Seguro las penas y el

diablo le espantan el sueño, me digo cada que lo veo enclavado echando humo en el mismo

Page 73: La red

lugar. Lo espero sentada sobre una banca con las rodillas encogidas a la altura del pecho,

encubierta en una chaqueta negra impermeable que Toño tenía sin estrenar, y tiemblo de

frio. De frio y miedo pues estoy a la espera de que la rata acabe su placer para ponerlo a

viajar al otro mundo.

“...Como voy a orar a su dios, si mi salvación no figura en su lista...” tarareo la letra de

Estoy Puto. La tarareo una y otra vez como disco rayado llevando el ritmo con la cabeza,

con los ojos sobre él, y con la mano izquierda sobre la Smith and wesson que Toño

mantenía camuflada en la casa. “Como puedo olvidar al matón…” continúo y pienso que la

muerte de Alex y de Toño va a quedar saldada dentro de muy pronto.

Todas las noches de insomnio, de pesadillas interminables tratando de saber quién era el

asesino del amor de mi vida, y el bastardo estaba justo a mi lado. Con razón evitaba hablar

sobre el asunto cuando lo enfrentaba pidiéndole información sobre los asesinos. Si fue él

quien ordenó el cheque de pago. El autor intelectual. ¿Qué iba a responder? Ilusa yo.

Y ni hablar de la sorpresa que me dio al saber que en la muerte de Toño también había

participado. Por eso salió ileso de la emboscada el día del cobro. Lo sabía todo. Lo odio, lo

odio con todo mi corazón. Quiero matarlo.

Una fuerza de prudencia me frena porque quiero salir y enfrentarlo de una vez por todas.

No lo hago pues sé que debo de actuar con frialdad y cinismo. Tomo aire profundo para

bajar las pulsaciones. Acaricio el arma y la sopeso para no enredarme en el momento de

sacarla.

Ha terminado su cigarro. Tira la colilla contra el piso y la apaga con la punta de la suela

de los Adidas que lleva puestos. Se dirige lento hacia la moto. Voltea la cabeza como si

estuviera examinando el lugar, y veo que me mira sin ninguna prevención. Siento los

Page 74: La red

latidos del corazón cuando lo hace. Continúa su camino hacia el aparato, y yo me levanto

de la banca con paso acelerado dispuesta a recortarle el camino. Escucho mi respiración y

el roce de los tenis contra el gramado y corro en puntas para no hacer más ruido.

El encendido eléctrico de la moto escucho cuando llego a un tronco seco que hay más

delante de donde tiene parqueada la moto. Estoy escondida detrás de él, pues quiero

sorprenderlo cuando pase por mi lado sin darle oportunidad de reacción. Arranca suave,

despacio como si el tiempo fuera todo suyo. Me lleno de ansiedad pues quiero que pase ya,

y asomo la cabeza para saber a dónde va. Está cerca.

Frena en seco para evitar el atropello y cae sin poder responder al suelo.

Me observa aturdido pero todavía no logra ubicar quién soy

Tira el arma hijo de puta, le digo de un grito y el sigue sin saber que pasa.

¿Qué pasó? Me pregunta. ¿Camila? Lo hace de nuevo arrugando la cara. ¿Qué

haces acá? Pregunta lento pues la lengua no le da para más.

Vengo a cobrar la muerte de Alex y Toño, contesto sin rodeos.

¿De que hablas? ¿Estás loca? Pregunta arrastrándose tratando de huir.

Ya sé que fuiste el que dio la orden para matarlos. Te vas a morir ya hijo de puta.

Tengo el arma con ambas manos sobre su cara lista para disparar. Le reclamo llorando,

gritando el haber dispuesto de la vida de las personas que más amaba.

- ¿Cómo les pudiste hacer eso, Mauro? Eran tus amigos. Tus mejores amigos. De

toda la vida.

- Calmada Cami me dice, no vas a cometer un error, dice arrastrándose de espalda

mientras lo sigo con el arma. Déjame te explico, suplica.

Page 75: La red

- No me tienes que explicar nada, canalla. Lo tengo muy claro. Te pudo el ser un

segundón. Las ganas de poder, de ser el líder de todos, termino diciendo con el arma

cargada, lista para hacer el disparo.

35

Adornado con bombas, serpentinas y grafitis de mensajes que dan la bienvenida a los

visitantes, el bloque de desarrollo artístico y cultural de la universidad recibe a los que

atendieron la convocatoria que invitaba a jóvenes a participar en el proyecto como artistas

de la animación. Es otra estrategia diseñada por ellos para atraer aliados, en éste caso para

el tema de la ilustración, principal apoyo para la generación de contenidos.

Parada en la puerta del camerino que da hacia el auditorio, miro al gentío que se

acomoda, saluda, conversa, ríe, a la espera de que inicie el evento que aparte de la

presentación del proyecto, tendrá actividad artística y cultural. Por eso estoy rodeada de

músicos, bailarines, actores de teatro, poetas, de los demás miembros del equipo, todos

como salchichas esperando nuestro momento para salir y hacer nuestra presentación.

Con un concierto de rap en el fondo, la voz de Laura me sorprende por la espalda.

- Hola. ¿Cómo te sientes hoy?

- Bien, gracias.

- Te veo con otra actitud. Te veo… como diferente.

Page 76: La red

- ¿Diferente?

- Sí, Diferente. Luces… ¿Liviana?

La miro con la cara pálida. - ¿Cómo así que Liviana?

- Cómo si tú hubieras quitado un peso de encima, insiste.

- Je. Je. Je..., respondo nerviosa. Peso de encima…

Santiago llega acelerado e interrumpe.

- Cami, atenta que ya entras. Recuerda que solo tienes veinte minutos. Resalta el tema

del seriado y la importancia de contar con personas que tengan experiencia en

animación, dice hablando a mil.

- Estoy lista, respondo mirando hacia el escenario.

- A propósito… estás muy linda hoy.

- ¿Perdón?

- Estás muy linda, repite hablando lento.

Me pongo roja. Laura me mira con una sonrisa que se sale de su cara.

- A eso me refiero cuando digo que hoy estás diferente.

Prefiero no contestar y escucho mi nombre en la voz del presentador, que está vez no es

el profe.

Salgo al escenario con Mauro en la mente y los ojos de los asistentes esperando lo mejor

de mí. Salgo y empiezo a hablar como si fuera una recién aparecida, toda fluida y sin

enredarme en lo más mínimo. Domino en escenario mirando a todo el mundo como si fuera

la más canchera y experimentada del mundo.

Page 77: La red

Presento la sinopsis del seriado cuando los ojos de Luchy me ponen en alerta. Está

sentada en medio del auditorio acompañada de Alambre y otros que no identifico. Gonzo,

está con Naty, y pienso en Mauro y la noche anterior, y tengo susto.

Estoy por terminar y he perdido el hilo de conferencia. Lo que antes era fluidez y

claridad, ahora es nudo y enredo cuando hablo de derechos de autor, propiedad intelectual,

edición, como parte del control estratégico del proyecto. Recalco a cerca de la importancia

de la creatividad, estoy improvisando, y no sé porque diablos hablo de paz, convivencia,

unión, con ellos atentos a lo que digo.

Hablo de amor, perdón, mientras trato de lograr que Santiago me mire, pero está

encarretado hablando con uno de los raperos en el camerino, y sigo hablando con el cuerpo

dirigido hacia ellos, como si solo le hablara a ellos, pues me he volteado buscando su

atención.

Tengo la cara fría. De un frío intenso que parece quemarme las mejillas. Seguro la

sangre ha dejado de fluir pues veo todo blanco, en un blanco opaco que me impide observar

mejor. Siento que voy a desfallecer y busco apoyarme contra la mesa principal, contra una

silla que me ayude a contener, pero ya estoy en el suelo cuando lo voy a hacer.

Me lleva en sus brazos cuando abro los ojos.

- Tranquila, me dice.

Miro alrededor y veo a Lina, Mateo y Laura acompañándolo.

- Estoy bien, estoy bien, logro decir con dificultad.

- Me alegra mucho, pero vamos para la enfermería.

Page 78: La red

36

Estoy organizando mi nueva pieza, pues nos acabamos de trastear para la finca a las

afuera de la ciudad, y cuelgo en la pared los cuadros de las fotos de Alex, Toño y mi mamá.

Fue lo máximo que logró ante la presión que tenía de que nos fuéramos a otro país a

rehacer nuestras vidas. Yo sigo sostenida en que no tengo porque irme, y el proyecto

continúa siendo mi argumento de presión. Pero la conozco y sé que no se va a rendir, y

terminará convenciéndome algún día.

- Mamá, rompo lo calladas que estanos ¿Sabes dónde están Toño y Alex?

Ella abre sus ojos y el color de la cara se pierde por completo. Me responde con la voz

perdida.

- A que te refieres con… ¿Dónde están?

- Tú sabe a qué me refiero…

- No. No entiendo tu pregunta, responde escondiendo los ojos. ¿Por qué más bien no

terminas de arreglar tu cuarto?

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- Ya lo hice. Solo quiero saber si tú sabes dónde podrían estar...

- No. No lo sé, pero no te preocupes que a donde estén, deben de estar mejor que acá.

- ¿Estás segura?

- Segura. Y no te preocupes por ellos. Preocúpate por ti. Por tu presente. Disfrútalo.

Vives tan poco el hoy pensando en el ayer, que no alcanzas a construir el mañana,

termina diciendo en tono de profe de filosofía de colegio.

- Eh, perdón Sor Juana Inés de la Cruz.

Caemos a su cama extradoble en madera de comino y nos reímos hasta que nos duele el

estómago. La abrazo, le doy un beso.

- Te quiero, le digo.

- ¿Te quiero? ¿Apenas? Si yo te amo.

- Ahí le vamos trabajando, le digo para dejarla sentida y me quedo en silencio

mirando hacia el techo esperando su reacción.

- Mentiras mamá. Te amo, corrijo al verla entristecer y me monto encima de ella a

comérmela a besos.

Nuestra relación ha dado un giro impresionante. Pareciera como si nunca en la vida nos

hubiésemos distanciado, como si siempre hubiésemos sido las mejores amigas, toda

confianza, y armonía absoluta. Y es que apelando a sus palabras, el presente dice que lo

somos.

Y hablando de presente, les cuento que he vuelto a hablar con los muchachos después

del día del desmayo en el escenario, cuando se acercaron a la enfermería a preguntar por mí

salud. Casi recaigo en otro patatus pues el pulso se me aceleró al límite al verlos a todos

Page 80: La red

alrededor mío. Mauro y la noche anterior me llego a la cabeza en especial cuando Luchy se

acercó.

- ¿Quieres algo? Fue la primera en hablar en un tono de voz que todavía recuerdo por

lo dulce y delicado.

- No le preguntes eso, traele algo, arremetió Alambre en su estilo brusco para hablar.

- No se preocupen, dije yo. Estoy Bien, añadí inquieta tratando de aclarar mi mente

para entender lo que estaba pasando.

- ¿Bien? Se burló Naty. Si parecías un fantasma blanco y transparente dictando la

conferencia, agregó produciendo la risa de todos.

Tomé un trago largo de la aromática que me ofreció Laura. Los muchachos del equipo

seguían a mi lado dándome aliento.

- Súper lo de tú proyecto, anotó Luchy.

- Siii, la apoyó Naty. Muuyyy…Novedoso. Nos gustaría apoyarte. ¿Qué podemos

hacer?

37

Vi a Laura, a Santi y a Mateo abrir los ojos de una manera casi imperceptible al

escuchar la pregunta.

Page 81: La red

Un juego de miradas buscando respuesta se dio de manera sutil y delicada. El ambiente

se puso tenso y me sentí encerrada, atrapada, con la obligación de responder. La cabeza me

seguía doliendo.

Aclaré la voz y los miré.

- El proyecto es para quien quiera participar en él, irrumpí incómoda con la situación

dirigiendo la cabeza hacia el equipo de trabajo. Pero tienen que inscribirse.

- Ya lo hicimos, habló Gonzo.

- Entonces los tendremos en cuenta en el momento de la selección, intervino Santi en

tono seco pero cordial, como tratando de asumir la situación.

Un silencio de culpables e inocentes, de acusados y redimidos quedó en el aire. Yo seguí

luchando por reponerme del desmayo, pero la confusión acabó por hundirme más, y no

ayudó mucho a que lo hiciera con rapidez.

Bebí de la aromática por hacer algo, por moverme y no estar quieta, cuando vi venir a

Luchy en actitud decidida hacia mí. El sonido del suspiro seguro se escuchó por todas

partes cuando se sentó a mi lado.

La miré con recelo, y confieso que la vi nerviosa. Con el tipo de nervios que le da a una

cuando quiere arreglar con el novio, o un problema con su mejor amiga, y como que se

atreve y no, y trata de darle largas al asunto pero en el fondo sabe que lo tiene que hacer, y

el tiempo se vuelve tu peor enemigo porque cuando te das cuenta, has dicho el inicio de lo

que quieres decir, y todo se vuelve opaco y enredado.

- Hola, me dijo mirando hacia abajo.

- Hola, respondí yo de la misma forma.

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- No vinimos de pelea, continuó. De verdad queremos ayudarte con el proyecto.

Fingí sonreír al escucharla pues sí que menos entendí lo que pasaba, y la nerviosa fui yo.

La cara de todos mirándola, mirándome, mirándonos pareció congelar el tiempo.

Seguro esperaban lo peor, una pelea tal vez, o por lo menos un enfrentamiento de gritos

de insulto y humillación que nunca llegó porque al verle los ojos aguados, mi alma pasó de

la compasión a la ilusión, a la alegría. Era mi amiga la que estaba allí queriendo arreglar

las cosas así no hubiera una palabra de perdón de por medio. Así era ella. Seca, fría, sin

adornos para hablar y yo la entendía.

No tuve más remedio que bajar la guardia y cambiar de actitud. Al fin y al cabo eran mis

amigos, mis hermanos los que estaban allí dispuestos a voltear la página de la historia, y no

podía ser menos ante lo que pasaba, así que dije adiós al orgullo, al rencor y al odio y le di

la bienvenida al perdón, a la humildad y a la sencillez.

Cambié de actitud.

Abrí mis brazos para recibirlos, y cayeron encima como si fuera la última Coca Cola en

el desierto, y vi lágrimas de alegría, risas, escuché palabras de ánimo y mensajes de mejores

amigos que nunca se volverían a dejar.

Laura y Luciana que llegaban desentendidas del asunto, contaban con emoción de

sorpresa que ya había equipo de trabajo, que la acogida de la gente había sido muy buena, y

que había sido el lugar donde más rápido se conformaron los grupos. Miraron a los

muchachos agradeciendo que se hubieran inscrito para participar en él.

Luciana preguntó que pasa al verme cuál cristo bajado de la cruz rodeada de gente,

blanca como un papel y todavía recuperando mis fuerzas. Santiago abrió los ojos, subió las

cejas como cuando uno se las tira de mucho, y le dijo que nada, que estábamos terminando

Page 83: La red

el viacrucis, lo que nos hizo reír a todos quebrando lo azaroso que estaba el ambiente hasta

aquel momento.

Salimos del lugar como una familia feliz.

Luchy, Naty y yo lo hicimos abrazadas sonriendo prometiéndonos un futuro de mejores

amigas para toda la vida, que ya nada nos iba a separar, y que debíamos recuperar el tiempo

perdido aunque sabíamos que no se podía hacer.

Los muchachos nos seguían de cerca haciendo algarabía celebrando el reencuentro. Yo

no cabía dentro de mí al verlos, y la emoción me llenó la boca del estómago. Quise correr,

gritar, explotar de alegría, desbordarme toda. La vida parecía cambiar y mejorar: la relación

con mi mamá, un proyecto de ensueño para ayudar a otros, ahora mis amigos.

Tragué duro al ver a Mauro sentado en la moto como si estuviera esperándonos.

38

Dejo el recuerdo del reencuentro con mis amigos, y continúo en la habitación

organizando mis cosas cuando ella entra.

- Mamá. ¿Qué sabes de Toño y Alex? la cojo a quemarropa.

- Como así que ¿Qué sabes? Me pregunta volteando la cara.

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- ¿Te ves con ellos? ¿Cómo están?

- ¿Te encuentras bien? Dice.

- Muy bien. Solo quiero saber por ellos.

Es que ella piensa que no sé la verdad. La verdad que me contó Mauro cuando le

apuntaba con el arma en la mitad de las cejas la noche que lo esperé en el parque, y que no

disparé de una porque soy una gallina, porque no soy una asesina, o porque en el fondo

esperaba a que algo de último momento le salvara la vida al canalla.

- Yo no fui reina, sollozó sin parar pidiendo clemencia. No cometas un error, dijo al

ver que la vida se le iba.

- No seas mentiroso hijo de puta que lo sé todo, le dije llorando. Todo, y la vas a

pagar desgraciado. ¿Cómo pudiste hacerlo si eran tus mejores amigos? Grité con el

dolor en la garganta.

Sus ojos se abrieron más de lo normal. Se pusieron vidriosos, perdidos, y la cara se

llenó de pánico y terror.

- Ellos no están muertos Cami, fulminó para mi sorpresa. No están muertos, y se puso

a llorar como un niño chiquito.

- ¿Qué dices? ¿Me crees estúpida? Le dije entre dientes muerta de la ira golpeando su

cara con el arma. Yo misma vi cuando…

- Están vivos te digo, interrumpió. Es increíble pero lo juro por lo más sagrado.

Pregúntale a tu madre ella lo sabe.

Me cogí la cabeza confundida. Un nudo de pensamientos fue y vino enredando cualquier

viso de lógica de lo que estaba escuchando. ¿A qué te refieres con que están vivos? ¿Cómo

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que mi madre lo sabe? Le pregunté sin ningún raciocinio, divagando, esperando cualquier

cosa de respuesta.

Están vivos, retomó con tono entregado.

Contó que todo era parte de un plan ideado por mi mamá quién los convenció de que se

retiraran de la vida de malosos que habían decidido llevar, y de la cual no era fácil salir. Un

día fueron al ejército a donde un general amigo de ella para que los asesorara con la

situación, y después de validar que no tenían pendientes con la justicia, y para quién

trabajaban, les sugirió que lo mejor era salir del país. No es una tarea fácil, argumentó el

hombre, dado la red de contactos que manejan. Por eso lo mejor y lo más prudente,

continuó, es que se pierdan fingiendo sus muertes en emboscadas planeadas por ellos.

- En una de ellas fue donde “cayo” Toño, reforzó resaltando la palabra con sus

manos. Estaba sentada con el arma sobre el piso cuando lo dijo.

- ¿Y Alex?

- Era el segundo en entregarse. Los hombres del retén militar del día que ibas con él,

eran los encargados de hacerlo. Por eso no te mataron. Aunque no contaban con la

caída de la moto. Casi se enredan los planes ahí pues tu madre se puso como una

fiera, pues le habían prometido que no les harían daño.

- Pero ellos disparaban, anoté en reclamo.

- Eran balas de salva. Lo mismo que las balas de la pistola de Alex.

- Hijos de puta, grite todavía sin saber si creer o no.

- Aunque no creo que ella diga algo, pregúntale a tu madre por el asunto.

- ¿Dónde están ahora?

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- No lo sé. Nadie lo sabe. Solo el gobierno pues hacen parte de un programa de

testigos. Pueden estar acá, allá, nadie sabe pues nunca volverán.

- Ya entiendo porque mi madre quiere que nos vamos del país, comenté para mí en

voz alta. ¿Y que hay contigo y los demás?

- Estamos en fila. Pero todo está frenado pues al hombre lo cogieron preso y no

sabemos qué pasará con nosotros.

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Me tiembla el corazón cuando veo el lugar. Casi quiere salirse de la emoción, del susto.

Del susto porque vamos a presentar el proyecto ante el jurado del concurso, y de la

emoción porque somos uno de los cinco escogidos para el premio final. Fotógrafos,

cámaras, micrófonos, luces en el cielo, todo dispuesto como si fueran unos premios Oscar o

algo parecido para la presentación del proyecto.

Subo las escalas del teatro municipal agarrando con fuerza la mano de mi madre

atravesando el tumulto de gente. Voy con la vista hacia el suelo con la disculpa de no

tropezar, pero lo que hago es huir apenada de los comentarios que hacen sobre mí. Nada

malo, aclaro. Lo que pasa es que no estoy acostumbrada a recibir tanto elogio y admiración.

Entramos al salón. Una joven nos recibe sonriente e indica el lugar de nuestros puestos.

Todavía cogidas de la mano, logro ubicar a mis compañeros de equipo. Laura, Lina, Mateo,

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Santiago y el profe levantan sus brazos casi al tiempo al verme. Están sentados en la

segunda fila justo detrás del puesto que me asignaron.

Los últimos días fueron de duro trabajo preparando la última presentación. Me he

reunido con todos los involucrados del proyecto, en especial con mis amigos a quienes

terminaron aceptando para ser parte de ellos, y las cosas entre nosotros no pueden estar

mejor. A Alex y a Toño los he aprendido a conocer más que cuando los tenía a mi lado.

Donde estarán pienso a diario, y busco sus ojos escondidos tras cualquier puerta, columna o

esquina llena de gente. Le he insistido a mi madre que me diga dónde están, pero ella me

tilda de loca y no termina diciendo nada. Incluso algunas veces llena de desespero he

querido tirar al charco a Mauro para confrontarla, pero él me pidió que no lo hiciera, y voy

a cumplir mi palabra aunque sé que me va a costar.

El otro día la vi conversando por celular de manera animada con alguien. Me acerqué de

manera sigilosa por detrás, y logré escuchar cuando le decía que muy pronto nos íbamos a

reunir, que estuviera tranquilo. La sorprendo preguntándole que si era con Toño con quién

hablaba, pero no le pudo la risa, y sale sin contestar.

- Dímelo por favor mamá. No me hagas sufrir, terminé diciendo sin mucha presión.

Escucho mi nombre en boca del presentador oficial, y salgo de los sueños a exponer el

modelo de negocios del proyecto. Hablo y hablo, y parece que el tiempo no avanzara, y bla.

Bla. Bla, digo lo que he repetido un millón de veces ahora ante los miembros del jurado.

Veo sus ojos seguirme con atención, y los del público también, y sé que tengo a la gente

metida en el cuento de un seriado de dibujos animados cuando explicando los puntos de

control estratégico, refuerzo diciendo que el nivel de protección es alto, pues la idea es

tener nuestro propio canal de video en internet, y que eso nos permitirá mantener el control

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en la cadena de valor pues somos los dueños de los derechos de autor y las licencias que se

puedan vender.

Estoy sobre el final de la charla, hablo sobre el alcance del modelo, scope según el libro

de Slywotski, y menciono que los productos y servicios que vamos a hacer in house: la

creación del contenido, el seriado y el merchandising. Lo demás va vía outsourcing: La

producción, post producción, pues no tenemos equipos para realizarla, y refuerzo lo del

canal de video sosteniendo que para ello necesitamos un ancho de banda muy bueno, y una

CPU con buena capacidad de almacenaje. Añado que queremos salir al extranjero con

nuestros propios productos para licenciarlos, y veo a Santiago quién se encuentra metido

entre la gente asentir con la cabeza cada que termino de decir algo. Los demás compañeros

se turnan la comida de uñas, la cogida del pelo, la alzada de brazos y el envío de señales

que dicen que voy muy bien con el dedo gordo, cada que los miro.

Un aguacero de aplausos y gritos despiden mi exposición que es la última, y el

presentador dice que el jurado debe de salir a deliberar. Lo hecho, hecho está, me digo

mientras bajo del escenario.

Escucho mi nombre desde la parte alta del auditorio, y veo la figura de Luchy

levantando los brazos y aplaudiendo con las manos arriba. Le envío un beso a ella y a los

demás antes de encontrarme y recibir el saludo de parte de mis compañeros de equipo,

quienes se abrazan entre ellos llenos de felicidad.

- Te fue muy bien, me dice Laura. Te felicito.

- Vamos a ganar. Estoy segura, complementa Lina con la cara radiante de alegría

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El profe me separa del grupo. - El solo hecho de estar aquí te hace ganadora Cami, me

anima. Mira todo lo que has logrado durante la etapa de formulación del proyecto. Mira

cómo han cambiado las relaciones con tu mamá, con tus amigos, contigo misma. Ese es el

verdadero premio de todo esto, termina por decir y me da un abrazo que casi me pone a

llorar.

- Tienes razón. Ese sí que es un buen premio.

El bullicio apenas deja oír el nombre de nuestro grupo cuando aparecen los resultados en

boca del maestro de ceremonias. Nos abrazamos todos con lágrimas en los ojos, y saltamos

en círculo coreando: ganamos, ganamos. Al grupo se han unido propios y extraños

apoyando y celebrando nuestra elección, y yo trato de salir del meollo para buscar a mi

madre, y celebrar con ella, pero la multitud me impide hacerlo. ¡Mamá! grito por encima

de ellos levantando los brazos tratando de agarrarla. ¡Camila! Responde ella haciendo lo

mismo, y con dificultad pasamos por entre el enjambre de gente y nos abrazamos con toda

la fuerza.

- Te felicito mi amor, me dice llena de regocijo. Te felicito. Lo lograste.

- Sí, sí, le digo comiéndomela a besos. Estoy feliz mamá. Feliz.

- Ya diste un gran paso con el proyecto. Ahora a trabajar duro por él.

- Seguro que sí, culmino con los ojos puestos sobre los de ella.

Me pongo seria y la miro. No tan seria como para dañar el momento. Le pongo las

manos sobre los hombros. - Mamá. ¿Y Toño?

La veo tragar entero. Intenta voltear la cabeza para evadirme pero las palmas de mis

manos le impiden hacerlo. Abre la boca de manera nerviosa para hablar. Quiere decir algo

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pero las palabras parecen esconderse. Hace un esfuerzo por hacerlo, pero es como si la

lengua se le hubiera paralizado. Me mira con ojos de mamá. Pronuncia algo, pero la

algarabía de mis amigos quienes han llegado para celebrar, no me deja escuchar sus

palabras.