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Rodolfo Stavenhagen Mathieu d’Avignon La reconstrucción de la historia de las Américas Entrevista del historiador Mathieu d’Avignon al sociólogo mexicano Rodolfo Stavenhagen, primer Relator Especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos y las libertades fundamentales de las poblaciones indígenas Traducción de Luz Maria Santa Maria México Groupe de recherche sur l’Histoire (GRH-UQAC) Université du Québec à Chicoutimi © 2012

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Rodolfo Stavenhagen

Mathieu d’Avignon

La reconstrucción de la historia de las Américas

Entrevista del historiador Mathieu d’Avignon al sociólogo mexicano

Rodolfo Stavenhagen, primer Relator Especial de la ONU sobre la situación de

los derechos humanos y las libertades fundamentales de las poblaciones

indígenas

Traducción de Luz Maria Santa Maria

México

Groupe de recherche sur l’Histoire (GRH-UQAC)

Université du Québec à Chicoutimi

© 2012

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Rodolfo Stavenhagen y Mathieu d'Avignon © 2012

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INDICE

Introducción o

Entrevista o

Bibliografía o

Premios y distinciones otorgados a Rodolfo Stavenhagen o

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Dedicado a «abuelita»

Guadalupe Ortiz Salas,

Zacateca, itinerante de México.

A mi amigo Paul Benjamín, Innu de Mashteuiatsh.

Ciertamente: «Assi milau»…

Mathieu d’Avignon

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Introducción

Nacido en 1932 en Frankfurt, Alemania, Rodolfo Stavenhagen emigró a México con sus

padres en 1940, huyendo del nazismo, cuando la Segunda Guerra Mundial tomaba ímpetu en

Europa. Durante su infancia y adolescencia se inició en diálogos intelectuales en el seno mismo

de la casa paterna, en donde se juntaban etnólogos, historiadores y artistas, todos ellos

apasionados de la cultura mexicana, algunos fascinados por la colección de arte precolombino de

su padre, hablaban de cultura, política mexicana e internacional, de ciencias humanas y de las

sociedades. Más tarde, después de sus primeros viajes fuera de la Ciudad de México, descubre

una pasión por la historia y el presente de las sociedades campesinas y los pueblos indígenas de

México. Obtuvo una licenciatura en arte de la Universidad de Chicago en 1951, una maestría en

antropología social de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México en 1958 y un

doctorado en sociología de la Universidad de París (Sorbonne) en 1965. Desde la conclusión de

sus estudios universitarios, se convirtió en un sociólogo eminente en México. Su experiencia y

conocimientos, así como sus investigaciones en el campo de las ciencias sociales gozan del

reconocimiento de la comunidad científica internacional por su calidad excepcional. Sus

investigaciones se centran esencialmente en la sociología del mundo agrario y de desarrollo rural,

las minorías étnicas y los pueblos indígenas, los conflictos étnicos y su solución, los derechos

humanos y los movimientos sociales.

Intelectual e investigador prolífico, ha escrito como autor o coautor unos cuarenta libros1

en diversos idiomas. Varios de ellos han sido reeditados varias veces y publicados en inglés,

árabe, español, francés, italiano, etc. A esto se añaden más de trescientos treinta artículos, escritos

como autor o coautor y publicados en revistas científicas internacionales y diarios, así como los

numerosos informes que ha redactado para el Instituto de Investigación de las Naciones Unidas

para el Desarrollo Social (UNRISD), el Alto Comisariato de las Naciones Unidas para los

Derechos Humanos, la Comisión de los Derechos Humanos, la Asamblea General de las

Naciones Unidas y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la

Cultura (UNESCO).

1 El lector encontrará al final del texto de la entrevista una breve bibliografía de las obras escritas de Rodolfo

Stavenhagen. Dado que muchas revistas me fueron de difícil acceso, varias referencias bibliográficas están

incompletas. Pido disculpas al lector. Todas las notas de pie de página son escritas por Mathieu d’Avignon.

Igualmente lo es toda la información incluida en corchetes dentro de los textos y las citas.

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Entre otras obras que han dejado su huella en el campo de las ciencias sociales durante los

últimos cuarenta años, encontramos Les classes sociales dans les sociétés agraires2 y Sept thèses

erronées sur l’Amérique latine ou comment décoloniser les sciences sociales3, publicados en

Paris en 1969 y 1972, Between Underdevelopment and Revolution. A Latin American

Perspective4, editado en Nueva Delhi en 1981, Conflictos étnicos y estado nacional

5, La cuestión

étnica6 y Los pueblos indígenas y sus derechos

7, impresos en México en 2000, 2001 y 2007, así

como la obra colectiva Racism and Public Policy8, codirigida y coescrita con Yusuf Bangura en

2005.

Sociólogo de renombre internacional, impartió clases inicialmente en la Escuela Nacional

de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México entre 1956 y

1976. Fue el primer director del Centro de Estudios Sociológicos del Colegio de México (1973-

1976), donde impartió clases como profesor a partir de 1965. Posteriormente, varios

«interludios» en el extranjero, como él les llama. Ha impartido clases como profesor en la

Universidad Pontificia Católica de Rio de Janeiro, en el Instituto de Estudios de Desarrollo

Económico y Social y el Instituto de Altos Estudios de América Latina de la Universidad de

París, así como en el departamento de Sociología de la Universidad de Ginebra. Además de ser

excepcionalmente activo en el ámbito académico en México y el mundo, ha tenido cargos de lo

más prestigiosos dentro de organizaciones nacionales, panamericanas e internacionales,

principalmente en el campo de la defensa de los derechos humanos: Director General de Culturas

Populares de la Secretaría de Educación Pública en México, Sub-Director General de la

UNESCO a cargo del sector de ciencias sociales y sus aplicaciones, Presidente de la Academia

Mexicana de Derechos Humanos, Presidente de International Alert en Londres, Presidente del

consejo directivo del Fondo Para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el

Caribe, Vice presidente del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, miembro del consejo

de dirección de la Universidad para la Paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU),

2 R. Stavenhagen. Les classes sociales dans les sociétés agraires. Paris, Éditions Anthropos, 1969.

3 R. Stavenhagen. Sept thèses erronées sur l’Amérique latine ou comment décoloniser les sciences humaines. Paris,

Éditions Anthropos, 1972. 4 R. Stavenhagen. Between Underdevelopment and Revolution. A Latin American Perspective. New Delhi, Abhinav,

1981. 5 R. Stavenhagen. Conflictos étnicos y estado nacional. México, Siglo XXI Editores y Universidad nacional

autónoma de México (UNAM), 2000. Disponible en inglés. Ethnic Conflicts and the Nation State. Basingstoke y

New York, Macmillan Press y St. Martin’s Press, 1996. 6 R. Stavenhagen. La cuestión étnica. México, Colegio de México, 2001.

7 R. Stavenhagen. Los pueblos indígenas y sus derechos. México, UNESCO, 2007.

8 Y. Bangura y R. Stavenhagen, dir. Racism and Public Policy. Houndmills y New York, Palgrave Macmillan, 2005.

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coordinador y miembro de la Comisión de Seguimiento y Verificación de los Acuerdos de San

Andrés, etc. Las personas interesadas en la realidad actual de los indígenas de las Américas y

otros lugares y en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas saben que él es una figura

de proa de principios del siglo XXI en los esfuerzos multidisciplinarios que apuntan al

reconocimiento de los derechos por parte de los Estados Nacionales a nivel internacional. Entre

2001 y 2008, trabajó para la ONU como Relator Especial de la situación de los derechos

humanos y las libertades fundamentales de las poblaciones autóctonas.

Oí hablar de él por primera vez durante su mandato de Relator Especial. A lo largo de los

dos últimos años me he familiarizado con sus investigaciones académicas y sus publicaciones

que abordan diversos temas y que rebasan la mayoría de las veces el contexto mexicano, para

abrirse a una cobertura más global de las sociedades latinoamericanas y de la historia de las

Américas. En esta entrevista, él habla de sus orígenes, de su carrera académica, de su carrera

como profesor del Colegio de México, de su papel como Relator Especial, de las condiciones de

vida de los pueblos indígenas, de las relaciones entre los Estados modernos y los pueblos

indígenas de México y otros países de las Américas, y el lugar de los nativos indígenas dentro de

las principales conmemoraciones de los cimientos históricos. Estos son los temas principales

tratados en nuestras conversaciones. Esperemos que un mayor número de investigadores de

Quebec, de Canadá y de otros lugares reconozcan cabalmente, la contribución de los pueblos

indígenas a la historia y al presente de las Américas y que sigan la siguiente recomendación

formulada en uno de sus informes presentados ante la ONU:

Que los centros universitarios y los investigadores de Canadá, en colaboración con sus homólogos en

otras regiones del mundo, se continúen interesando por los temas indígenas y que amplíen su campo de

actividad, reforzando en particular sus capacidades de investigación y de formación que contribuyan a

la promoción de los derechos humanos de los pueblos indígenas 9.

Fue un honor conocerlo, entrevistarlo y escribir éste libro con él. El lector encontrará en esta obra

una transcripción completa de una entrevista realizada en el Colegio de México el 20 de enero y

el 3 de noviembre de 200910

. Puedo decir, con orgullo, que me encontré por unos instantes en su

presencia, en un lugar ideal…

9 R. Stavenhagen. «Recommandation adressée aux milieux universitaires (Recomendación dirigida al medio

académico)», en Rapport du rapporteur spécial sur la situation des droits de l’homme et des libertés fondamentales

des populations autochtones. Additif Mission au Canada [2004]. Commission des droits de l’homme,

E/CN.4/2005/88/Add.3, p. 28. 10

Este proyecto recibió el apoyo financiero del Grupo de Investigación de Historia (GRH) de la Universidad de

Québec en Chincoutimi. Agradezco sinceramente al Sr. Camil Girard, director del GRH, por su apoyo indefectible.

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Mathieu d’Avignon

Quebec, 20 de diciembre de 2009

Rodolfo Stavenhagen y Mathieu d’Avignon, Colegio de México, 20 de enero de 2009.

Fotografía de Mathieu d’Avignon, 2009.

También agradezco a la Sra. Elia Josefa Aguilar-Hernández, secretaria del profesor Stavenhagen en el Colegio de

México, por su cooperación y amabilidad.

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ENTREVISTA

M. D. Señor Stavenhagen, platíqueme un poco de sus orígenes. ¿De dónde viene este apellido

que suena alemán o germánico? ¿Tiene usted ascendencia indígena?

R. S. Comenzaré respondiendo a la segunda pregunta: no, desafortunadamente, no tengo

ascendencia indígena. Pero tengo ascendencia alemana, judío-alemana, del norte de Alemania.

Hay una pequeña ciudad, cerca de la frontera con Dinamarca, que se llama Stavenhagen. Parece

que uno de mis antepasados, por el lado de mi padre, vivió allí en el siglo XVIII. Después, con la

emancipación de los judíos en Alemania, obtuvo el derecho a la ciudadanía de esta ciudad. No sé

exactamente cuándo, tal vez a finales del siglo XVIII. Obtuvo el derecho a portar el nombre de la

ciudad. El apellido de la familia es, así, el de uno de mis antepasados que vivió en esa ciudad.

Más tarde, mis antepasados se establecieron en Hamburgo. De allí, marcharon a Frankfurt. Fue

en esa ciudad donde yo nací. Mi madre venía de Viena, su familia era austriaca. Era la época del

imperio de los Habsburgo en ese momento. Mi abuela materna, a quien conocí, era vienesa. Una

jovencita, a principios del siglo pasado, se instaló en Frankfurt y se casó con un alemán. De allí

proviene mi familia. He encontrado personas en el mundo, algunas, no muchas, en Alemania

sobre todo, que también se apellidan Stavenhagen. Están muy orgullosos de su apellido. Han

organizado una asociación de personas que llevan este apellido. Me encontraron a través de

Internet, gracias a mis publicaciones. Me escribieron para invitarme a visitarlos en Alemania. No

se trata de una rama judía, sino de una rama cristiana. Son descendientes de un señor de la época

del feudalismo alemán que se apellidaba Stavenhagen, esto bastante anterior a que mi familia

tomara este apellido. Estoy en contacto con ellos, es bastante agradable. Algunos de sus

miembros incluso han venido a México para conocer al portador de ese apellido, que emigró. Mi

familia emigró de la Alemania nazi en 1936. Pasamos, como tantos refugiados de esa época, por

varios países de Europa. Nos mudamos primero a Génova, en Italia, donde viví durante dos años,

siendo un niño pequeño, luego a Suiza y a Holanda. Partimos en 1940, el mismo día que el

ejército alemán invadió los Países Bajos. Partimos bajo las bombas alemanas. Me acuerdo muy

bien, tenía siete años. Me acuerdo de las bombas que cayeron cerca del barco en donde nos

encontrábamos. Había que cruzar el Canal de la Mancha y después el Océano Atlántico Norte.

Finalmente, llegamos a México unos días antes de mi octavo cumpleaños. Por lo tanto soy

totalmente mexicano, ¡pero no indígena!

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M. D. ¿Sus padres eran intelectuales? ¿Qué fue lo que lo llevó a convertirse en sociólogo?

R. S. Mis padres no eran intelectuales, pero tenían un gran amor por la cultura y las artes. Mi

padre era comerciante de joyas, como mi abuelo en Alemania. Mi abuelo murió en los años 30.

No lo conocí. Yo era demasiado joven, no me acuerdo de él. Mi padre estudió Psicología en la

Universidad de Frankfurt, pero jamás ejerció dicha profesión. No lo pudo hacer por motivos

económicos, la depresión y la inflación, pero también a causa del nazismo. El amaba el arte. En

México descubrió el arte precolombino, el arte de los indígenas de América antes de la conquista

española. Durante cuarenta años coleccionó obras de arte pre colonial. La gente venía a la casa de

mi familia para admirar los objetos de arte antiguos. Existía realmente un ambiente de cultura, de

discusiones respecto a cuestiones artísticas, respecto a la cultura mexicana y europea. Durante los

años de la guerra, evidentemente, había discusiones sobre política. Había otros refugiados de la

Europa nazi que se encontraban aquí. Mis padres establecieron lazos de amistad con ellos. Se

habló mucho de política y, después de la guerra, del regreso a la democracia. La colección de arte

de mi padre fue afortunada, porque parte de dicha colección se encuentra ahora en museos

nacionales mexicanos, en el Museo de Antropología de Xalapa, Veracruz, y en el Museo

Universitario de Arqueología de Colima. Las instituciones oficiales se han interesado mucho en

ella. Cada pieza de esta colección se encuentra catalogada por el Instituto Nacional de

Antropología e Historia. Parte de esta colección será inscrita como patrimonio de la Universidad

Autónoma de México (UNAM) y se expondrá en el Centro Cultural de la UNAM en Tlatelolco,

en la Ciudad de México. Esto todavía no es un hecho consumado, pero para cuando se publique

este libro, creo que ya será un hecho.

Fue así como me empecé a interesar por las cuestiones culturales. En casa de mis padres

conocí gente muy interesante; eran investigadores en ciencias sociales, sobre todo historiadores y

etnólogos. Decidí en primer lugar, dedicarme a la etnología. Tuve la oportunidad, cuando era

todavía un colegial, de acompañar a amigos de mis padres en viajes al sureste de México. Visité

las comunidades indígenas de Chiapas y Oaxaca. Me fascinaron. Tenía entonces dieciséis o

diecisiete años. Así que decidí estudiar etnología. Después de dos años en la Universidad de

Chicago, donde realicé mis primeros estudios universitarios y tomé cursos con etnólogos

norteamericanos que realizaban investigaciones sobre México y eran muy conocidos, como

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Robert Redfield11

, regresé a México. A mi regreso comencé mi licenciatura en etnología en la

Escuela Nacional de Antropología. Salí a campo como todos los jóvenes. Trabajé con el

gobierno, en el Instituto Nacional Indigenista. Trabajé con los indígenas de los Estados de

Oaxaca y Chiapas. Me interesé principalmente por la problemática del desarrollo social, la

problemática agraria y los temas de las tierras. Comencé a hacer investigaciones y a trabajar en

los institutos universitarios de la Universidad Nacional de México, y para ciertos departamentos

del gobierno que trabajaban con los indígenas. Finalmente, años más tarde, después de haber ido

a Francia para realizar un doctorado en la Universidad de Paris, en sociología esta vez, regresé

aquí para establecerme en el Colegio de México a principios de los años 60. Entonces no se

encontraba en este edificio, sino en una pequeña casa alquilada en el centro de la ciudad. No he

dejado el Colegio desde hace cuarenta años, salvo por algunos interludios en los que fui a trabajar

a otros lados. Pero siempre he regresado aquí.

M. D. En 1940, a su llegada a México, ¿La gente todavía hablaba de la Revolución de 1910 y de

la guerra civil que le siguió? Si tuviera que resumir en algunas frases los orígenes y las

repercusiones de esta revolución, así como el recuerdo que guardaban los mexicanos de este

evento histórico tan importante, ¿qué diría? Los objetivos que Doroteo Arango (apodado

Francisco o Pancho Villa), Emiliano Zapata, Francisco Indalecio Madero y todos los demás

revolucionarios habían establecido en un principio, ¿se alcanzaron? El lema «Tierra y Libertad»

¿aplica aún en nuestros días para los campesinos mexicanos y los pueblos indígenas?

R. S. En los años 40, México vivía los años post-revolucionarios. Fue un período durante el cual

el discurso oficial era: «La Revolución ha triunfado y se ha institucionalizado. Es la Revolución

que se ha convertido en gobierno.» Ese era el discurso oficial. Había ya en ese momento un

partido en el poder, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que se mantuvo en el poder

hasta el año 2000, permaneciendo, por lo tanto, sesenta años. Yo viví, me crié y fui educado en

un país en el que existía una fuerte identificación, cuando menos en el discurso oficial, con el

movimiento social y político que fue la Revolución Mexicana de principios del siglo pasado. El

11

Entre otras publicaciones importantes, Robert Redfield escribió los siguientes libros después de sus primeros

viajes a México en 1926 y 1930 : Tepoztlan : A Mexican Village. Chicago, The University of Chicago Press, 1930;

The Folk Culture of the Yucatan. Chicago, The University of Chicago Press, 1941; The Primitive World and its

Transformation. Ithaca, Cornell University Press, 1953; y Peasant Society and Culture: An Anthropological

Approach to Civilization. Chicago, University of Chicago Press, 1956.

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gran héroe popular fue Emiliano Zapata, del estado de Morelos, un líder campesino. Cuando

comencé mis primeros estudios en etnología, la cuestión campesina era uno de los temas

importantes de los que se ocupaban los etnólogos y antropólogos en los medios rurales, indígenas

y campesinos de muchos Estados de México. Francisco Madero, quién fue muerto en la contra-

revolución de 1913 era el líder político del movimiento revolucionario democrático que se formó

en 1910-1912 contra la dictadura de Porfirio Díaz. Madero, para los que estudiamos la historia de

México, es el gran héroe del México contemporáneo, el fundador del México moderno. Pancho

Villa es un poco variable: era un líder revolucionario del norte, colega y amigo de Zapata, pero

era también, de acuerdo a ciertos historiadores, un bandido, una especie de lo que actualmente se

concebiría como un terrorista. Las percepciones de los mexicanos respecto a la personalidad de

Pancho Villa son muy variadas. Uno de mis amigos de otra época, de mi juventud, también hijo

de emigrados, Friedrich Katz, se ha convertido en un gran historiador de México. Ahora es

profesor emérito de la Universidad de Chicago. Escribió un libro sobre la vida de Pancho Villa12

que es un clásico. Es un gran conocedor de la vida y el movimiento de Pancho Villa. Es

interesante: hubo, desde el principio, dentro del grupo de los hijos e hijas de los emigrados a

México, mucho interés por la historia reciente de México. Cuando empecé mis estudios de

etnología y antropología, salí a campo a hacer investigaciones. Siempre fue con la idea de

conocer y reconstruir los movimientos sociales, todavía muy vigentes para algunas personas, de

los cuarenta o cincuenta años previos a que yo realizara dichas investigaciones. Tuve la

oportunidad de entrevistar a supervivientes del movimiento de Zapata, gente que estuvo allí, en

los años 50, muy viejos ya, o bien a sus hijos directos o a los hijos de sus hijos, que nos hablaron

de la situación de los campesinos y de las comunidades rurales de la época de la Revolución. Así

que se encontraba muy viva, esta Revolución Mexicana.

Algunos años más tarde, en 1965-1969, dirigí un gran estudio respecto a los temas

agrarios abarcando todo el país, el desarrollo agrícola y la reforma agraria en México, con un

importante equipo de investigadores. Finalmente, obtuvimos un premio nacional por el mejor

libro y la mejor investigación en ese momento Reforma agraria y el desarrollo agrícola en

12

F. Katz. Pancho Villa, his Life and Times. Palo Alto (CA), Stanford University Press, 1998. Disponible en español:

Pancho Villa. México, Ediciones Era, 1998. Katz es también autor de los libros Ancient American Civilizations.

Londres, Weidenfeld and Nicholson, 1972; y The Secret War in Mexico : Europe, the United States, and the Mexican

Revolution. Chicago, University of Chicago Press, 1981. El segundo se encuentra disponible en español: La guerra

secreta en México. México, Ediciones Era, 1982.

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México13

. Visitamos muchos pueblos rurales y de campesinos y buscamos, sobre todo, rastros de

este movimiento revolucionario, particularmente dentro de la organización de la comunidad rural,

es decir, en el uso del suelo, la propiedad de las tierras, la vida en comunidad, las negociaciones

para la recuperación de las tierras de sus padres y abuelos, perdidas durante el siglo XIX. Así,

dicha historia se encontraba muy viva, sobre todo en el ámbito rural. Sin embargo, esto no quiere

decir que todo haya resultado bien. En algunos de mis libros, por ejemplo, Neo latifundismo y

explotación de Emiliano Zapata a Anderson Clayton & Co.14

, que tiene usted allí, y en otros, en

los años 60, mis colegas y yo hemos criticado mucho los resultados de esa revolución.

¿Por qué criticamos esos resultados? Porque, a final de cuentas, los que se han

beneficiado de los cambios políticos que se dieron a principios del siglo XX no fueron los

campesinos y ciertamente no fueron los indígenas, sino que fue una nueva burguesía urbana,

comerciante, una clase media que se desarrolló históricamente después de la Revolución

Mexicana y que se benefició de todo el auge económico, social y político en particular. Esta clase

se estableció en el poder y ha monopolizado el poder político del país hasta la actualidad. Los

pequeños campesinos, aquellos que estudiamos en los años 50 y 60, fueron totalmente

marginados en este proceso. Así, en este momento de las ciencias sociales de México, hemos

criticado mucho en las publicaciones los resultados del movimiento revolucionario, porque no

proporcionó lo que había prometido a los campesinos y aún menos a las poblaciones indígenas.

Desde la perspectiva de la historiografía mexicana, todo mundo hace un corte: «Antes de

la Revolución y después de la Revolución». Antes de la Revolución es un poco como el Antiguo

Régimen, como diríamos en Francia: «Antes de la Revolución Francesa y a continuación, la

modernidad». En México se repite un poco ese discurso: después de la Revolución, es el nuevo

México, el México contemporáneo, que nace. En el siglo XIX, era el México independiente, pero

no era un México desarrollado, sólido, establecido. Había muchas invasiones del exterior, guerras

civiles, dictaduras, revoluciones políticas aquí y allá. Así, al analizar la historiografía, algo que

hacemos mucho aquí en el Colegio de México, en el Centro de Estudios Históricos, nos

encontramos con que casi todos afirman que el México moderno empieza a partir de 1910.

Cuando definimos los períodos históricos, siempre decimos antes y después de 1910. Yo soy de

13

R. Stavenhagen y S. Reyes Osorio, codir. Reforma agraria y el desarrollo agrícola en México. México, Comité

interamericano de desarrollo agrícola, 1970. 14

R. Stavenhagen, F. Paz Sánchez, C. Cárdenas y A. Bonilla. Neolatifundismo y explotación de Emiliano Zapata a

Anderson Clayton & Co. México, Editorial Nuestro Tiempo, 1985. En esta obra colectiva, Rodolfo Stavenhagen

escribió la «Presentación» y el primer capítulo, titulado «Aspectos sociales de la estructura agraria en México». Ibid.,

p. 7-10 y 11-55.

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la generación de después de 1910, el México contemporáneo. Pero eso no quiere decir que no

haya historiadores contemporáneos, sobre todo los jóvenes de hoy, que realizan nuevos estudios

para replantear todo este discurso de la división de períodos de la historia de México. Nos dicen

«El siglo XIX fue mucho más complicado de lo que creemos y, a fin de cuentas, la Revolución de

1910 no cambió tanto las cosas, de todos modos.» Entonces, hacemos una reconstrucción de la

historia de México.

M. D. ¿Tiene hijos? Si los tiene, ¿le han enseñado alguna cosa acerca de la sociedad mexicana

que las investigaciones sociológicas y científicas no le hayan permitido observar?

R. S. Si, tengo una familia mexicana grande. Tengo cuatro hijos, de dos matrimonios. Mis dos

hijas mayores son hoy en día profesionistas en México, muy activas en sus profesiones. Mis dos

hijos más jóvenes, del matrimonio con mi segunda esposa, realizan sus estudios universitarios.

Los cuatro se interesan por los problemas sociales, pero desde otro punto de vista. Ninguno de

mis hijos deseó realizar estudios en sociología, antropología o ciencias sociales, salvo una que

tiene una licenciatura en Historia, especializada en historia de México, pero no trabaja en ese

campo. Los cuatro trabajan en el campo de la comunicación, el cine y la televisión. Mi hija

mayor es la Directora General del Instituto Mexicano de Cinematografía, que es una institución

del gobierno federal. Los otros, los más jóvenes que se encuentran todavía estudiando,

definitivamente quieren trabajar en el campo de la comunicación. Se interesan mucho por los

problemas sociales. Por ejemplo, mi hija mayor acaba de realizar un documental acerca de un

líder revolucionario del Estado de Guerrero, un guerrillero de los años 60, Lucio Cabañas

Barrientos. Entrevistó a supervivientes de ese movimiento de hace casi cuarenta años. Se trata de

un líder contemporáneo que se hizo al monte para luchar contra la injusticia. Esta película, que

realizó con su compañero15

, ya ha ganado varios premios de la crítica internacional, por ser un

documental de la historia mexicana contemporánea. Cabañas era un maestro de escuela, que

decide hacer guerrilla contra la represión. Organizó un movimiento de resistencia entre los

profesores, que fue brutalmente reprimido por los gobiernos federal y local. Entonces decidió

hacer guerrilla. El subcomandante Marcos de Chiapas no ha sido el primero en hacer esto. La

historia de México está llena de este tipo de movimientos. Otro de mis hijos, el más chico, que

15

G. Tort (productor) y M. Stavenhagen (guionista). La guerilla y la esperanza. Lucio Cabañas. México, Instituto

Mexicano de Cinematografía, 2005. Para mayor información sobre del movimiento dirigido por Cabañas, podemos

consultar un libro reciente de Alberto Ulloa Bernemann. Surviving Mexico’s Dirty War : A Political Prisoner’s

Memoir. Philadelphie, Temple University Press, 2007.

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realiza estudios en televisión y cinematografía, también ha ido a realizar un documental en una

región del sur de México, donde había un problema social muy fuerte: los campesinos se oponían

a la construcción de una gran planta hidroeléctrica que el gobierno deseaba instalar en su

territorio. Se organizaron para oponerse a la construcción. El acudió a realizar entrevistas, lo ha

documentado y desea continuar trabajando en esta película. Así, mis hijos se interesan por las

cuestiones sociales, pero no desde el punto de vista de la investigación académica y científica,

sino desde el punto de vista de la información, de la comunicación y de la difusión.

M. D. En entrevistas recientes16

, así como en sus Mémoires17

, en historiador quebequense Marcel

Trudel resume las grandes transformaciones y la evolución dentro del campo de la ciencia en

Quebec después de los años 50. En resumen explica que, en antaño, los primeros historiadores

profesionales tuvieron que enfrentar las críticas y la presión por parte de los círculos

conservadores, que deseaban perpetuar la historia nacional tradicional, una historia nacionalista y

religiosa. Después de que los historiadores profesionales estudiaran la historia de la Nueva-

Francia desde otros ángulos, resurgieron nuevos actores históricos: los indígenas aliados con los

enemigos, los esclavos africanos y indígenas, las mujeres, etc. En 1960, publicó L’esclavage au

Canada français: histoire et conditions de l’esclavage18

y demostró, particularmente, que los más

pudientes de la sociedad franco-canadiense, y también los miembros del clero católico y las

comunidades religiosas masculinas y femeninas fueron propietarios de esclavos en el pasado,

comenzando la destrucción de la imagen del francés y del francés canadiense «generoso» y

«valeroso», al igual que el mito de los orígenes «puros» y «homogéneos» de los quebequenses19

.

Si conoce algo acerca de la historia de Quebec, se podrá imaginar que esta publicación causó un

gran revuelo en los círculos más conservadores. En México, ¿se percibieron como

«alborotadores» o «agentes provocadores» a los primeros historiadores y sociólogos

profesionales del siglo XX? ¿Removieron un orden ya establecido? ¿Sacaron a relucir temas

tabú? Desde el principio de su carrera, ¿han cambiado el trabajo y el rol social del sociólogo en

16

M. Trudel y M. d’Avignon. «Connaître pour le plaisir de connaître». Entretien avec l’historien Marcel Trudel sur

la science historique et le métier d’historien au Québec. Québec, Les Presses de l’Université Laval, 2005, p. 35-57;

«La place des "autres" dans l’histoire du Québec. Entrevue avec Marcel Trudel», M. d’Avignon y C. Girard, dir. A-t-

on oublié que jadis nous étions «frères»? Alliances fondatrices et reconnaissance des peuples autochtones dans

l’histoire du Québec. Québec, Les Presses de l’Université Laval, p. 9-29. 17

M. Trudel. Mémoires d’un autre siècle. Montréal, Boréal, 1987. 18

M. Trudel. L’esclavage au Canada français : histoire et conditions de l’esclavage. Québec, Presses universitaires

Laval, 1960. 19

M. Trudel y M. d’Avignon. «Connaître pour le plaisir de connaître». Entretien avec l’historien Marcel Trudel sur

la science historique et le métier d’historien au Québec. Op. cit., p. 7-8.

Page 16: La reconstrucción de la historia de las Américas · 8 Y. Bangura y R. Stavenhagen, dir. Racism and Public Policy. Houndmills y New York, Palgrave Macmillan, 2005. coordinador y

México? Cuando, a final de los años 70, usted se consideraba como un experto sobre los

problemas actuales que enfrentaba la sociedad mexicana20

, ¿fue usted señalado o criticado por los

mexicanos?

R. S. Si. Las ciencias sociales nacieron en México, como una disciplina científica y académica

reconocida, a principios de los años 30. Obviamente, hubo historiadores, aficionados, amateurs

de estudios históricos desde el siglo XIX. Hubo muy buenos historiadores, pero no se trataba

verdaderamente de académicos con una formación en los métodos y la disciplina de la

investigación de la historia y, más tarde, de la sociología, la antropología y la ciencia política.

Además vinieron numerosos visitantes, provenientes de países europeos, a finales del siglo XIX y

principios del siglo XX, que escribieron libros. Ellos se interesaban principalmente por las

civilizaciones antiguas. Se trataba de gente que deseaba estudiar a los mayas y los aztecas,

descubrir los monumentos y pirámides, etc. Había también algunos investigadores etnógrafos que

visitaban las comunidades campesinas y tomaban nota de todos los detalles para publicarlos en

monografías descriptivas acerca de la vida de los indígenas. Pero no fue sino hasta fines de los

años 30 que las universidades y nuestras instituciones abrieron programas de estudios e

instituciones para la formación en las ciencias sociales. Yo tuve la oportunidad de ingresar a ellas

a principios de los años 50, aproximadamente quince o veinte años después de la fundación de

dichas instituciones. Comencé mis estudios allí y tuve muy buenos profesores, mexicanos y

extranjeros que habían venido a instalarse aquí. Se trataba de muy buenos profesores para

estudiar esa disciplina, nueva en ese momento, la antropología social y cultural. Al mismo

tiempo, algunos abogados y juristas abrieron la sociología como campo y ámbito académico,

pero desde el punto de vista de la ciencia jurídica. No se trató de la sociología empírica anglo-

sajona que no llegó a México sino hasta una decena de años más tarde. Llegué a ser profesor de

la facultad de Ciencias Políticas y Sociales a mediados de los años 50. Era todavía estudiante de

antropología y me invitaron a dar cursos. Era uno de los pocos que realmente tenía algún

conocimiento acerca de los métodos de investigación empírica y estaba algo familiarizado con la

sociología empírica de los Estados Unidos. Mis profesores conocían las ciencias sociales de otros

países y sobre todo la sociología filosófica de los alemanes y la sociología católica que se seguía

en la Universidad de Lovaina, en Bélgica. Por ejemplo, ¡el plan de estudios de sociología en la

20

R. Stavenhagen. Current Problems in Mexico. Institute of Public and Urban Affairs, Occasional Papers, no 6. San

Diego, San Diego State University Press, 1978.

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facultad de la Universidad Nacional de México era una copia de los estudios de la Universidad

Católica de Lovaina! La influencia alemana: Max Weber, Ferdinand Tönnies y los historiadores

alemanes; los conocíamos pero se trataba de teoría pura, ya no estaba basada en estudios de

campo. Esto se logra por medio de la difusión de la etnología británica, de la antropología

cultural y de la sociología empírica estadounidenses que tuvieron cierta influencia sobre los

miembros de mi generación de estudiantes, es decir, en los años 50 y principios de los 60. Desde

el punto de vista del desarrollo de estas disciplinas, sí hubo una ruptura en esos años. Mi

generación formó parte de la ruptura con esa orientación demasiado teórica y demasiado

filosófica, demasiado jurista, de los mayores que eran nuestros profesores, nuestros maestros,

quienes habían establecido las instituciones a las que pertenecíamos. Nuestra generación quería

cambiar esto. Dicho cambio representaba también una crítica a la manera en que se utilizaban las

ciencias sociales con fines políticos aquí, en el país. Esto fue muy interesante: me opuse, junto

con algunos de mis compañeros, al uso de las ciencias sociales para fines políticos desde los años

50, cuando comencé a estudiar Antropología.

¿Cuáles eran estos fines políticos? Se trataba de la integración de los indígenas a la

nacionalidad. En ese momento, se constituyó como una ideología de la Revolución: construir un

país moderno, como ya se mencionó cuando se habló de la Revolución Mexicana. La existencia

de comunidades indígenas se percibía como una especie de obstáculo tradicionalista para la

construcción de una nación moderna. El gobierno del partido oficial, que se hacía llamar

revolucionario y que permaneció durante tanto tiempo en el poder, el Partido «Revolucionario»

«Institucional», lo cual podría parecer una contradicción, tenía los siguientes objetivos: asimilar e

integrar a los indígenas a la nacionalidad y llevar a las comunidades indígenas el progreso, la

modernidad, la economía de mercado, etc. Nuestros profesores eran también nuestros jefes en las

instituciones gubernamentales. Se trataba de etnólogos y antropólogos, como el Sr. Alfonso Caso

el arqueólogo. El era jurista de profesión, pero se interesaba mucho por las culturas antiguas. Fue

el primer director del Instituto Nacional Indigenista, al que yo llegué cuando era un joven

estudiante para realizar mis primeros trabajos en etnología. El era el gran jefe y favorecía la teoría

de la integración de los indígenas. Su segundo de a bordo, un hombre formidable, el Sr. Gonzalo

Aguirre Beltrán, era médico de profesión y tenía un profundo por los asuntos culturales e

indígenas. Realizó estudios de antropología en los Estados Unidos, se convirtió en un gran

investigador y ha publicado numerosos libros a lo largo de cincuenta años. También fue director

del Instituto Nacional Indigenista. Su teoría era que la antropología debería estar al servicio de

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los fines del Estado, progresista y modernizador. Era justamente esta visión la que nosotros, la

generación siguiente, criticamos desde nuestros primeros trabajos. ¡Y aún continúa así! Se trata

de una crítica institucional del Estado Mexicano y sus instituciones en relación a la política rural,

la política respecto a los campesinos y los pueblos indígenas. Ahora, cincuenta años más tarde, se

produjo un nuevo viraje, un cambio, porque el gobierno reconoce oficialmente, inclusive en la

Constitución Federal, modificada en 2001, apenas hace ocho años, el derecho de los pueblos

indígenas a su cultura, su autodeterminación, su autonomía, etc. Esto fue, en parte, el resultado de

esa crítica de largo tiempo, pero también fue, por supuesto, el resultado del movimiento indígena

que estalló en Chiapas en 1994. Los zapatistas, los nuevos zapatistas no son aquellos de 1910,

sino sus herederos chiapanecos de finales del siglo XX, transformaron la sociedad mexicana por

medio de este movimiento. Acabamos de celebrar el decimoquinto aniversario del movimiento

Indígena de Chiapas, que obligó al Congreso a realizar una reforma constitucional en 2001. Hubo

una pequeña modificación en 1992, en la ocasión del quinto centenario del llamado

descubrimiento de América, que reconocía por primera vez a México como un país pluricultural.

Pero esto era todo. Nueve años más tarde, después del movimiento zapatista, después de las

críticas cada vez más pronunciadas que hicimos respecto a esa visión poco definida de un país

que no desea reconocer sus raíces indígenas, aún siendo un país mestizo, pero que no quiere

reconocer que, para ser mestizo, debe cuando menos reconocer las dos raíces que componen al

mestizaje. Finalmente, ahora México se reconoce jurídica, legal, oficial y constitucionalmente

como un país multicultural y adopta una posición que asegura que el Estado tenga la obligación

de promover y preservar las características multiculturales de su sociedad. En la realidad, aún no

estamos en ese punto ya que hay una gran reticencia y resistencia dentro del Estado en sí, así

como dentro de la cultura de la sociedad dominante, que no desean reconocer este

multiculturalismo. Es la etapa en la que estamos en México.

M. D. En varias ocasiones he preguntado a gente de México acerca de la Malitzin21

, llamada la

Malinche y bautizada como Marina, la amante de Hernán Cortés, quien le dio un hijo, Martín

Cortés, para saber lo que piensan de ella, de su relación con Hernán Cortés y respecto a su papel

en la historia de México. He llegado a pensar en lo paradójico de que la sociedad mexicana se

considere globalmente como una sociedad mestiza mientras que la Malitzin siga siendo percibida

21

Para más información, se puede consultar, en particular, H. Krüger. Malinche : o el adios a los mitos. México,

Cultura, 1944; y A. Lanyon. Malinche l’indienne : l’autre conquête du Mexique. Paris, Payot, 2001.

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por muchos mexicanos como una traidora, que la primera «Mexicana» que dio origen al primer

mestizaje se considere como tal, mientras que ahora se predica un mestizaje global.

R. S. Si, es contradictorio. Era la etapa del nacionalismo tan celebrado, el nacionalismo

revolucionario, de la época del dominio del Partido Revolucionario Institucional, en donde el

Estado se definía a sí mismo como un Estado revolucionario. Existía una retórica nacionalista

muy difundida. Sin embargo, al mismo tiempo estábamos aceptando la inversión de los Estados

Unidos, habiendo una creciente dependencia con la economía estadounidense y, por otra parte, se

hablaba en contra de los españoles, quienes habían venido a dominar México y habían

conquistado a las grandes sociedades indígenas. La figura de la Malinche se sitúa en ese preciso

momento de la historia. Dentro de ese discurso nacionalista, patriota, como le llamamos, se le

considera como una traidora a su pueblo, porque fungió como intérprete. Ella no podría haber

hecho otra cosa; fue, de hecho, una esclava dada a Cortés, que era su amante y la madre del

primer mestizo mexicano. Pero actualmente ha cambiado este discurso, porque las feministas,

sobre todo, han recuperado la figura de la Malinche y afirman: «No, ella ciertamente no era una

traidora, se trataba de una mujer que podía dominar las dos culturas. A final de cuentas, todos

intentamos dominar las dos culturas.» Las chicanas de Estados Unidos a menudo plantean este

argumento, como las chicanas mexicanas, mestizas e indígenas, quienes ven a Doña Marina

como una especie de heroína de su causa, adelantada a su tiempo. Tiene usted razón, porque en el

lenguaje popular se habla de malinchismo, es decir, «ser un traidor a su país». Y esto viene de

Doña Malinche. Somos un país muy contradictorio. Glorificamos a las grandes culturas antiguas

y discriminamos al indígena actual. Decimos: «Somos un país mestizo y somos todos

mexicanos», ¡pero la pobre Malinche, quien fue la primera en practicar el mestizaje es insultada

como traidora a su país! Y, en ese momento, ¡México ni siquiera existía! Es interesante. A las

personas que estudian esos asuntos en el mundo post colonial y post moderno les encanta esa

historia. Hay un artículo en el que hablo de esto, “The Return of the Native22

”, una conferencia

que di en el Instituto de América Latina de la Universidad de Londres en 2002.

M. D. Pero, a pesar del mestizaje, indígenas pertenecientes a diversas naciones están presentes en

la Ciudad de México, principalmente en el Zócalo, en el centro histórico, ¿no?

22

The Return of the Native : The Indigenous Challenge in Latin America. Institute of Latin American Studies,

Occasional Papers, no 27. Londres, University of London Press y Institute of Latin American Studies, 2002.

Page 20: La reconstrucción de la historia de las Américas · 8 Y. Bangura y R. Stavenhagen, dir. Racism and Public Policy. Houndmills y New York, Palgrave Macmillan, 2005. coordinador y

R. S. Los pueblos indígenas de México se encuentran bien representados en la Ciudad de México

y sus lenguas se hablan en algunas partes. Actualmente el gobierno de la ciudad ha reconocido y

se ha concientizado respecto a este hecho: existe una política de apoyo y promoción cultural de

las lenguas, las costumbres y las tradiciones de las poblaciones indígenas de la Ciudad. Esto no

resulta fácil, ya que la mayor parte de los habitantes de México no los recuerdan ya y no se

consideran como poblaciones indígenas. Además, es importante notar que existen movimientos

indígenas importantes a nivel regional y nacional pero, sobre todo, a nivel local.

Además de estar físicamente presentes en el Zócalo y, un poco a lo largo de México, los indígenas se encuentran

representados por los artistas de la calle, a dos pasos del prestigioso Museo de Bellas Artes. La historia antigua y

reciente de México, que consiste en una lucha perpetua para algunos, se encuentra en cada esquina…. Sin título

[«Guerreros»]. Artista: Nick. Fotografía de Mathieu d’Avignon, noviembre de 2009.

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«Rex "Reh"». Artista: Be Ty Moon, 09.

Fotografías de Mathieu d’Avignon, México, noviembre de 2009.

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M. D. En 1973, publicó usted Sept thèses erronées sur l’Amérique latine ou comment décoloniser

les sciences humaines23

. El título de la obra y su contenido anuncian una nueva era dentro del

campo de las ciencias humanas a escala panamericana. Pero sabemos que toma mucho tiempo

para cambiar la mentalidad y las ideologías. ¿Los puntos que usted deconstruyó e invalidó en esa

obra han sido difundidos al día de hoy?

R. S. Si. Y me sorprende que un texto que escribí en muy poco tiempo para un periódico

mexicano, El Día, el artículo «Siete tesis equivocadas sobre América Latina» escrito en 196524

haya tenido tanta difusión. Imagínese, hace 45 años. Este artículo sigue siendo muy citado. Ha

sido traducido a muchos idiomas. Se encuentra todavía en circulación, porque de vez en cuando

me envían la referencia de una nueva publicación que lo contiene, por ejemplo, colecciones de

capítulos de antropología o cuestiones sociales. Las más recientes ediciones fueron hechas en

Brasil, en donde se publicó nuevamente después de diez años y en Haití. En México se vuelve a

publicar a veces, aquí y allá, en recopilaciones de artículos o escritos para estudiantes

universitarios. Además, me han invitado a dar varias conferencias en instituciones en donde me

preguntan: « ¿Y qué opina usted ahora respecto a lo que escribió en ese artículo? » En Bolivia,

por ejemplo, me invitaron a un seminario acerca de las Siete tesis equivocadas sobre América

Latina, veinte años después. Veinte años después era ya bastante tiempo. Ahora, veinticinco años

adicionales más tarde, ¡todavía sigue siendo mencionado de vez en cuando! Creo que este es el

texto escrito por mí que ha tenido mayor influencia que cualquier otro. Era un texto relativamente

corto, que escribí muy rápidamente. Estábamos en medio de un gran debate nacional e

internacional acerca de América Latina: « ¿Qué se espera para el futuro? ¿Hacia dónde vamos?

¿Cuáles son los grandes puntos de referencia? ¿Cómo entender lo que sucede en América

Latina?», etc. Yo acababa de obtener mi doctorado en la Sorbonne, en París y eran los años

23

Las siete tesis equivocadas son las siguientes: «Los países latinoamericanos son sociedades duales»; «El progreso

en América Latina se realizaría mediante la difusión de los productos del industrialismo a las zonas atrasadas,

arcaicas y tradicionales»; «La existencia de zonas rurales atrasadas, tradicionales y arcaicas es un obstáculo para la

formación del mercado interno y para el desarrollo del capitalismo nacional y progresista»; « La burguesía nacional

tiene interés en romper el poder y el dominio de la oligarquía terrateniente»; «El desarrollo en América Latina es

creación y obra de una clase media nacionalista, progresista, emprendedora y dinámica, y el objetivo de la política

social y económica de nuestros gobiernos debe ser estimular la "movilidad social" y el desarrollo de esta clase.»; «La

integración nacional en América Latina es producto del mestizaje»; «El progreso en América Latina sólo se realizará

mediante una alianza entre los obreros y los campesinos, alianza que impone la identidad de intereses de estas dos

clases.». R. Stavenhagen. Sept thèses erronées sur l’Amérique latine ou comment décoloniser les sciences humaines.

Op. cit., p. 11-30. 24

R. Stavenhagen. «Siete tesis equivocadas sobre América Latina», El Día (México, 25 de junio de 1965),

[¿páginas?].

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posteriores a la Revolución Cubana, que tuvo una gran influencia sobre los países

Latinoamericanos. Acabamos de celebrar su cincuenta aniversario, pero, a principios de los años

60, la Revolución Cubana era una novedad en América Latina. Fue en este contexto en el que

escribí las Siete Tesis. Y sigo creyendo que son erróneas, ¡sí!

M. D. ¿Y difundidas?

R. S. Y difundidas, ¡oh si!

M. D. Cuando publicó las Siete Tesis y reconoció a los pueblos indígenas como cabales actores

de la sociedad mexicana, ¿Esto causó perturbación?

R. S. Si. Esto vino a perturbar precisamente esa visión oficial que veía a las comunidades

indígenas como una especie de vestigio de un pasado muerto que debía desaparecer. No

solamente no existía ese pasado, sino que, por norma, los indígenas no debían ser ya lo que eran

debido a que, en un país moderno y progresista que construía su futuro, todos debían integrarse a

esa visión del Estado moderno en donde no había lugar para los indígenas. Esta era todavía, a fin

de cuentas, la ideología oficial cuando yo era estudiante. Algunos de mis profesores, que leyeron

el artículo, me increparon: « ¿Pero qué es esto que dices? ¡Son tonterías! » Yo contestaba «Ese

es su punto de vista, yo tengo el mío.» Fue sobre esta línea que después publiqué otras

investigaciones académicas respecto a los temas agrarios y campesinos y la problemática de las

poblaciones indígenas.

Después me fui a París para hacer mi doctorado. Mi tesis fue Les classes sociales dans les

sociétés agraires25

, publicada por Anthropos, en Paris, a finales de los años 70. Este libro se

subió en línea recientemente por la Universidad de Quebec en Chicoutimi, en la biblioteca virtual

de los Clásicos de las Ciencias Sociales. Tengo varios textos allí26

. Me siento muy honrado de

haber sido escogido para formar parte de esa biblioteca. El profesor a cargo, Jean-Marie

Tremblay, sociólogo del cégep (Facultad de Enseñanza General y Profesional) de Chicoutimi, me

envía de vez en cuando algún mensaje para decirme: «Va muy bien. Los libros circulan. Tenemos

25

R. Stavenhagen. Les classes sociales dans les sociétés agraires. Op. cit. 26

En esta biblioteca virtual se puede encontrar Les classes sociales dans les sociétés agraires y las Siete tesis

equivocadas sobre América Latina[…], y dos artículos escritos por R. Stavenhagen : «Classes sociales et

stratification», L’homme et la société, no 8 (avril-juin 1968), p. 201-211; y «Structures agraires et sous-

développement en Afrique et en Amérique latine», L’homme et la société, nos

33-34 (juillet-décembre 1974), p. 37-

53.

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muchas reacciones positivas, sobre todo de los países africanos francoparlantes.» Es estupendo:

allí donde la gente no tiene acceso a las grandes bibliotecas o no tiene el dinero para comprar los

libros, que de todas maneras ya no se encuentran en ediciones en papel, los pueden consultar en

Internet. En París a veces voy a los libreros para ver si, por casualidad, puedo encontrar alguno de

mis viejos libros. Han desaparecido del mercado. Afortunadamente, ahora circulan por Internet.

Estoy muy contento.

M. D. En sus primeras publicaciones, me viene a la mente en particular Siete Tesis27

, los

indígenas con su pasado y su presente, sus particularidades culturales, sus condiciones de vida

difíciles, sus numerosas luchas actuales y del pasado son siempre considerados como actores

cabales de la sociedad mexicana. ¿Desde cuándo, exactamente, se interesó usted en el pasado y el

presente de los pueblos indígenas de México y otros lugares? Usted ya ha respondido a esto, en

parte, en una pregunta anterior, ¿Quisiera usted añadir algo sobre este tema?

R. S. Mi interés por los pueblos indígenas comenzó muy temprano. Como mencioné

anteriormente, mi primer contacto con ellos fue a la edad de dieciséis o diecisiete años. En ese

momento por supuesto que los emigrados venidos de otros lugares que vivíamos en la Ciudad de

México sabíamos que se trataba de un país de indígenas. Viajábamos un poco hacia las afueras de

la ciudad y encontrábamos pueblos de indígenas, en donde se hablaban las lenguas indígenas, en

todos los alrededores de la ciudad. Estos pueblos han desaparecido casi todos. Está claro. En

cuanto al tema de la investigación como tal, se debe a que tuve la oportunidad de acompañar a

unos etnólogos en un viaje de exploración al sureste de México. Visité a los indios lacandones,

descendientes de los mayas, que vivían en la selva y que ya habían sido visitados por el etnólogo

francés Jacques Soustelle28

. En ese momento todavía existía en esa zona bosque primario, y

también este ha casi desaparecido. En esa época era incluso difícil encontrarlos en la selva, era

una especie de Pequeña Amazonia, donde había algunas comunidades, prácticamente aisladas del

resto del país. Tuve la oportunidad de visitarlas con los etnólogos. Esto despertó en mí una

vocación, diría yo. Fue por esto, como le comentaba, que decidí estudiar antropología. Siendo

estudiante en la universidad, yo ya sabía lo que quería hacer. En la Escuela Nacional de

27

R. Stavenhagen. Siete tesis equivocadas sobre América Latina[…]. Op. cit., p. 14 y ss. 28

Entre los numerosos estudios de Jacques Soustelle acerca de México encontramos, entre otros: La famille otomi-

parne du Mexique central. Paris, Institut d’ethnologie, 1937; La vie quotidienne des Aztèques à la veille de la

conquête espagnole. Paris, Hachette, 1955; L’art du Mexique ancien. Paris, Arthaud, 1966; L’Univers des Aztèques.

Paris, Hermann, 1979; Les Maya. Paris, Flammarion, 1982; y Les quatre soleils: souvenirs et réflexions d’un

ethnologue au Mexique. Paris, Presses Pocket, 1983.

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Antropología tuve mis primeras experiencias de trabajo con las comunidades indígenas en

muchos lugares del país. Esto fue al principio de mi carrera y mi interés continúa desde entonces.

M. D. ¿Ha cambiado la relación cotidiana entre los mexicanos y los pueblos indígenas de México

desde la época de su infancia?

R. S. Si, y mucho, debido precisamente a esos cambios que he mencionado. Los pueblos

indígenas, los pueblos indígenas, como les llamamos aquí, tienen ahora una presencia política,

una identidad lo suficientemente fuerte como para ser reconocida constitucionalmente. Si usted

ve la televisión mexicana, siempre encontrará algún programa acerca de los indígenas. La gente

ha tomado conciencia del hecho de que México es un país en el que los indígenas tienen algo que

decir, que tienen voz propia y que deben ser escuchados. Sin embargo, todavía quedan muchos

problemas por resolver, ya que se quejan mucho de la discriminación, la marginación y la

exclusión social a las que se enfrentan. Esto aún continúa porque es muy difícil cambiar el

sistema. ¡Pero allí están! Existen muchos libros, aún para el público en general, respecto a la

situación de los indígenas, publicados sobre todo después del movimiento zapatista de Chiapas

hace quince años. Ha cambiado mucho, sí.

M. D. En una entrevista reciente, Marcel Trudel explica la aparición tardía de los indígenas en la

historia de Quebec debida a un racismo generalizado que, hasta principios de la década de los

años 50, significaba que se les representaba la mayoría del tiempo como ciudadanos de segunda

clase, servían para que destacaran los europeos en general y los franceses en particular o

simplemente se les hacía a un lado. Yo le hice las siguientes preguntas: ¿Cómo fueron recibidas

las primeras investigaciones acerca de las naciones amerindias en Quebec en los años 50 y cómo

son recibidas las investigaciones actuales29

? Le hago a usted las mismas preguntas: ¿Cómo son

recibidos en México los estudios científicos acerca de las naciones amerindias antiguas y

recientes?

R. S. Generalmente son muy bien recibidas por el público lector, el público académico e

inclusive la clase política en México. Es interesante: México siempre ha estado muy orgulloso de

sus raíces indígenas. Parte de esta historia de la identidad mexicana tiene sus raíces en el pasado

29

M. Trudel y M. d’Avignon. «La place des "autres" dans l’histoire du Québec. Entrevue avec l’historien Marcel

Trudel», M. d’Avignon y C. Girard, dir. A-t-on oublié que jadis nous étions «frères»? Alliances fondatrices et

reconnaissance des peuples autochtones dans l’histoire du Québec. Op. cit., p. 15-17.

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indígena. Había dos grandes civilizaciones en el país. Hay que saber que en este país existió la

civilización azteca y la civilización maya, que son reconocidas actualmente… Siempre han sido

estudiadas a fondo por los investigadores. Inclusive la UNESCO las reconoce entre las más

destacadas de las civilizaciones antiguas. Por lo tanto, México extrae de ellas gran parte de su

identidad. Sin embargo y he aquí lo interesante, al mismo tiempo que están muy orgullosos de su

pasado y se identifican con estas grandes civilizaciones, desprecian a los indígenas actuales,

descendientes directos de estas grandes civilizaciones.

M. D. ¿Los que no son mestizos?

R. S. Sí, los que no son mestizos. Pero precisamente el mito del mestizaje es parte de la historia y

de la identidad de los mexicanos, ya que este mito nos dice: «Efectivamente, hay una parte de

nosotros que es indígena, pero también hay una parte de nosotros que es europea, española y

católica.» Se trata de los conquistadores que llegaron a principios del siglo XVI. ¡Tres siglos de

vida colonial, después de todo, dejan su huella! No se olvidan fácilmente. La mayoría de los

mestizos que se reconocen como descendientes biológicos o culturales de esta mezcla se

identifican culturalmente con la civilización occidental y católica, a fin de cuentas: «El indígena,

sí, es una parte de nuestros genes, una parte de nuestras raíces, más no nosotros» Esto es parte del

mito del mestizaje: ¡tomamos de él lo que nos conviene! Comemos tortillas. Usamos palabras en

náhuatl en nuestro lenguaje cotidiano. Admiramos los restos de las grandes pirámides y de los

grandes monumentos arqueológicos. Visitamos el Museo Nacional de Antropología, etc. Este

museo es un símbolo de la nacionalidad mexicana. El gobierno lo inauguró en 1964. Hay una

inscripción que dice: «Mexicanos, identifíquense con las grandes civilizaciones que son nuestros

ancestros30

.» Todo esto está en el museo. Pero precisamente este es el problema, ¡está en el

museo! Fuera del museo, todos somos modernos, occidentales, católicos, españoles, orgullosos

de la «madre patria». Aun seguimos llamándola madre patria como ustedes, así como los

francoparlantes de Quebec llaman a Francia la madre patria. En México hay mucho de esto. Pero

a fin de cuentas la gente, sobre todo las generaciones más jóvenes que han tenido la oportunidad

de vivir los cambios de las últimas décadas, se reconocen cada vez más como verdaderos

mestizos, es decir, reconocen que una parte de su identidad es indígena y respetan dicha

30

La inscripción es la siguiente: «El pueblo mexicano levanta este monumento en honor de las admirables culturas

que florecieron durante la era precolombina en regiones que son, ahora, territorio de la República. Frente a los

testimonios de aquellas culturas el México de hoy rinde homenaje al México indígena en cuyo ejemplo reconoce

características de su originalidad nacional.»

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identidad. Allí puede usted distinguir las clases sociales. Eso es seguro. Las clases de nivel alto

no quieren saber nada al respecto, salvo algunas personas que son muy abiertas y hacen un

esfuerzo. Pero generalmente las clases económicamente superiores, sobre todo en el entorno

urbano, rechazan todo lo que tenga que ver con la herencia indígena. Pero la clase media y la

clase popular se identifican ampliamente con esta herencia.

M. D. En Quebec y en otros lugares de Canadá, frecuentemente observo que la gente, inclusive

los historiadores, utilizan a menudo el término genérico y anónimo de «Indígenas» para referirse

a los Amérindiens, los montagnais-innus, los algonquins-anishnabegs, los micmacs, los

mohawks, los cris, etc. En un viaje a México en 2007, me enteré que para muchos mexicanos la

palabra «Indio» conserva una connotación peyorativa y puede ser un insulto. Cuando se habla de

los indígenas, ¿los mexicanos los reconocen como naciones o pueblos indígenas o, al contrario,

los ven como «indios» anónimos? ¿La situación es la misma en otros lugares de las Américas?

R. S. Como mencionaba, existen algunas variantes. Depende de con quién hable usted, ya que

existe una estructura social bastante jerarquizada y bastante rígida en las esferas superiores,

ocupadas por los descendientes de europeos, aquellos que se identifican con la civilización

europea, principalmente con la española. Mientras que las clases populares, el pueblo, se

identifica mucho más con un verdadero mestizaje y no niega sus raíces indígenas. Aún vemos

esto en las relaciones sociales. Existen investigaciones, estudios empíricos realizados por los

investigadores de las universidades y centros de estudio, que demuestran que existe racismo en

México. Este racismo está muy arraigado. Existe la discriminación cultural. Pero al mismo

tiempo, reconocemos el mestizaje. Después de todo, el gran héroe de la historia mexicana es el

presidente Benito Juárez31

, que defendió al país, la nación y la unidad nacional frente a la

invasión francesa del siglo XIX. Era un indígena de raza pura de un pueblito zapoteca de la

sierra, en Oaxaca para quien la lengua española era un idioma extranjero que él fue a aprender a

la escuela de los sacerdotes en la ciudad más cercana. Ningún otro país de América Latina tuvo

algo igual y México lo reconoce. Desde este punto de vista, yo creo que la situación es un poco

31

Benito Juárez fue presidente durante dos períodos en los años 1850-1870. Existen numerosas biografías de este

personaje: Roeder, R. Juárez and his Mexico. New York, Viking Press, 1947, 2 vol.; Cadenhead, I. E. Jr. Benito

Juárez y su época: ensayo histórico sobre su importancia. México, Colegio de México, 1975; y Hernández Gómez,

T. El otro Juárez. Tlaxcala, Universidad Autónoma de Tlaxcala, 1986. Para tener una mejor idea de las reformas de

la época de Juárez, se pueden consultar: Leyes de reforma. Gobiernos de Ignacio Comofort y Benito Juárez, 1856-

1863. México, Empresas Editoriales, 1947; igual que Scholes, W. V. Política mexicana durante el régimen de

Juárez, 1855-1872. México, Fondo de Cultura Económica, 1972.

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diferente aquí respecto a lo que se puede encontrar en otros países, precisamente a causa de los

movimientos sociales, de la reforma del siglo XIX, del liberalismo contra el conservadurismo, de

la lucha contra los invasores, primero los estadounidenses y después los franceses, más tarde la

Revolución Mexicana, etc. México está consciente de que no podemos olvidar e ignorar la

influencia y la importancia de los indígenas, los autóctonos, los indios, importa poco cómo les

llamemos, sobre la historia, la sociedad y la cultura mexicanas. Por ejemplo, uno de mis colegas

en los años 80, el antropólogo Guillermo Bonfil Batalla escribió un libro titulado México

profundo. Una civilización negada32

, para verdaderamente restablecer a la cultura indígena en

México y en el mexicano. Este libro, que todavía tiene una amplia circulación y que ha sido

reeditado varias veces, ha tenido un gran éxito. Se trata de una obra especializada en

antropología, pero que ha tenido un gran éxito popular ya que la gente lo lee y se identifica con

ella: « ¡Ah! ¡Sí, es cierto! Se nos ha relegado, marginado, discriminado. No nos reconocemos.

¡Pero finalmente, estamos aquí!» Este movimiento se ha politizado en los últimos veinte años:

exigen un verdadero reconocimiento.

M. D. En el mismo viaje, me enteré por la Sra. Laura E. Villasana Anta, entonces directora de

Cáritas Hermanos Indígenas y Migrantes (CHIMAC, México) y que trabaja con la organización

civil Pro-Derechos Humanos de México como Directora General, que las condiciones de vida de

las mujeres amerindias en particular son, la mayoría de las veces, difíciles y deplorables33

. En

general ¿Cómo se comportan las mujeres amerindias de México y las Américas?

R. S. Han adquirido una conciencia. Existe un proceso que Paolo Freire, de Brasil, denominó,

hace ya varios años, proceso de concientización en cuestiones de género, de la discriminación de

la mujer y sobre todo la mujer indígena, que era la más discriminada entre las más

discriminadas34

. Actualmente existe un movimiento de reivindicación bastante fuerte. También

hay un reconocimiento dentro de los círculos académicos, políticos y sociales como, por ejemplo,

la Iglesia Católica, donde es muy fuerte. Dentro de los propios movimientos sociales, que son

32

G. Bonfil Batalla. México profundo. Una civilización negada. México, Secretaría de Educación Publica, 1984. 33

En noviembre de 2007, participé en un ciclo de conferencias en Brasil y en México, organizado por el Sr. Camil

Girard, director del GRH de la Universidad de Quebec en Chicoutimi. Nos reunimos con la Sra. Laura E. Villasana

Anta en México, durante el Coloquio Internacional sobre Experiencias de Trabajo Social (21-22 de noviembre de

2007), organizado por la profesora Noemi Ehrenfeld Lenkiewicz de la Universidad Autónoma Metropolitana de

Iztapalapa. 34

Entre los estudios de Paolo Friere, de gran éxito, se encuentran los siguientes libros: Education for Critical

Consciousness. New York, Seabury Press, 1973; Pedagogía del oprimido. Madrid, Siglo XXI, 1991; La educación

como práctica de la libertad. Buenos Aires, Siglo XXI, 2009.

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generalmente movimientos predominantemente masculinos, como en muchos países, las mujeres

y las mujeres indígenas en particular, tienen un papel cada vez más importante35

. Dentro de los

movimientos populares de resistencia dentro de los pueblos, por ejemplo, contra la represión o el

desarrollo mal entendido, las mujeres indígenas son verdaderamente vanguardistas. Estamos

viendo un desarrollo muy marcado de la conciencia de las mujeres indígenas. Es un fenómeno

nuevo en México.

35

Jocelyn Olcotte dedicó una importante obra a la participación de las mujeres en los recientes movimientos

revolucionarios en México: Revolutionary Women in Post-Revolutionary Mexico. Durham, Duke University Press,

2005.

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Principios de noviembre de 2009. Familias indígenas marginadas de Chiapas acamparon en el Zócalo de la Ciudad

de México. Pedían limosna, pero también vendían textiles y artesanías a los transeúntes. Fotografías de Mathieu

d’Avignon, 2009.

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M. D. En otros lugares de las Américas, ¿También son activistas las mujeres indígenas?

R. S. Si, también en las Américas. Me he encontrado con mujeres indígenas formidables en

Ecuador, Chile, Bolivia, Colombia, etc. Estas mujeres son verdaderamente la vanguardia de las

luchas sociales.

En México, como en otros lugares de las Américas, las mujeres, sean autóctonas o no, continúan luchando por el

reconocimiento pleno de sus derechos contra la discriminación y la violencia conyugal y familiar. Cartel de la

semana de sensibilización Mujeres con sentidos lucha con derechos. Fotografía de Mathieu d’Avignon, México,

enero de 2009.

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M. D. Si le pidiéramos que escribiera un libro acerca de las tesis equivocadas o los prejuicios

respecto a los pueblos indígenas que circulan en las Américas y otros lugares del mundo ¿Cuáles

serían las que deconstruiría?

R. S. Existen todavía muchos prejuicios respecto a los pueblos indígenas dentro de la sociedad

hegemónica dominante. Aún tenemos viejos prejuicios raciales que dicen: « ¡Ahí está! Los

indígenas son incapaces de esto y de lo otro. ¡Son biológicamente incapaces!» Bueno, no es muy

aceptable hablar de razas biológicas, ¡pero ahora hablamos de razas culturales! Por lo tanto, hace

falta «modernizarlos» culturalmente. Sigue siendo el mismo discurso oficial. Es la educación.

Pero, ¿qué tipo de educación? Se trata de la educación occidental que impusimos a los indígenas

para «modernizarlos». Es parecido a lo que se intentó hacer durante generaciones con los

autóctonos de Canadá, con las escuelas residenciales36

. En México hicimos exactamente lo

mismo. Muy recientemente nos hemos dicho: « ¡Ah! Pero después de todo, los indígenas tienen

un saber propio, tradiciones, conocimientos, espiritualidad y una conexión con la tierra, justo lo

que nos falta en esta sociedad urbanizada y globalizada. Así que debemos respetar todo esto.»

Ahora existe una especie de contra-valor, que a veces es demasiado ideal o romántico, según se

antoje: «Todo lo autóctono es bueno. Así que hace falta salvaguardar este saber y aprender de

él», como el Budismo Zen, al que se acude para escuchar la sabiduría de los ancianos a través de

la voz de los indígenas. Ni uno ni otro son realmente el reflejo de la realidad. Pero discriminación

sigue existiendo. Creo que hace falta deconstruir una visión enfocada en lo racial, una visión

desdeñosa hacia los indígenas que sigue existiendo y, por último, una visión folklorista más

reciente: «Los indígenas son buenos, porque son bellos tantos colores en los mercados, las

textiles, etc.»

M. D. Y los turistas los quieren ver.

R. S. Si, el ecoturismo. Soñamos con vivir algunos días entre los indígenas. En la actualidad a

menudo hablamos de proyectos de desarrollo estratégico; es la política del gobierno actual del

Partido Acción Nacional (PAN) en relación a los indígenas. Se trata, o cuando menos eso

pretende el gobierno, de continuar desintegrando a las comunidades indígenas. ¡Esto continúa

36

Para obtener más información acerca del sistema de escuelas residenciales e industriales creadas para «civilizar» a

los pueblos autóctonos de Canadá, consultar el libro imprescindible y bien documentado de John S. Milloy, A

National Crime. The Canadian Government and the Residential School System, 1879 to 1986. Winnipeg, Manitoba

University Press, 2003.

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después de ciento cincuenta años! Lo notable es que todavía haya indígenas en México, a pesar

de todas las políticas a las que han sido sujetos a lo largo de ciento cincuenta años. Hemos hecho

todo lo posible para acabar con los indígenas. Y precisamente el hecho que es notable es que

todavía estén aquí como pueblo con identidad, comunidades y cultura. Lo que hubiera sido de

esperarse es que hubieran desaparecido por completo después de todas esas políticas. También

hace falta decirlo. Vemos ahora, con la crisis económica que nos afecta a todos, que el modelo

basado en la globalización, el TLC, que tratamos de imponer para «modernizar» a los indígenas

es todavía una tesis equivocada. A final de cuentas, no ha cambiado mucho, porque el país no ha

cambiado realmente desde hace treinta o cuarenta años. Siguen siendo las mismas políticas, pero

se redactan con un lenguaje más a la moda. También es preciso tratar de reconstruir en este

ámbito.

M. D. Antes de proceder a mi pregunta, voy a compartir con usted una reflexión. En 2006-2007

yo enseñaba Historia de Canadá en la Universidad de Ottawa. Preparando un seminario llamado

Distorting Mirrors : Evolving Representations of Amerindian Peoples in Canada (Espejos que

Distorisionan: Evolución de las Representaciones de los Pueblos Indígenas en Canadá), me

encontré con que, dentro de la historiografía reciente de Quebec y Canadá, especialmente aquella

de los años 1960-1980, varios investigadores denunciaban o hacían notar el etnocentrismo de los

franceses en la época de las primeras exploraciones y durante la época colonial francesa (los

siglos XVI, XVII y XVIII) que relegaba de varias maneras a los indígenas a un estatus inferior. Y

esto sin ocuparse, en contrapartida, de los discursos inversos, a veces igualmente etnocéntricos.

En cierta época, lo que era políticamente correcto se transparentaba en varios estudios

denominados como históricos o científicos. Más tarde, corrigiendo los trabajos de los estudiantes

y dialogando con ellos, observé que ellos también compartían la opinión de los franceses y más

tarde de los británicos, reflejando frecuentemente un sentimiento de superioridad en sus escritos.

En una ocasión plantee la pregunta: « ¿Por su parte, podrían o pueden tener los indígenas su

propio discurso etnocéntrico? ». Los estudiantes se sorprendieron… Mediante la deconstrucción

de la tesis de que todas las sociedades de América Latina eran dualistas, desgajadas entre lo

«arcaico» y lo «moderno», entre la «tradición» y el «progreso», el «desarrollo» y el

«subdesarrollo», «feudalismo» y «capitalismo37

», demuestra usted que existe una cierta parte de

la dualidad, pero que esta parte es en realidad el resultado de un proceso histórico. Usted escribe:

37

R. Stavenhagen. Sept thèses erronées sur l’Amérique latine […]. Op. cit., p. 11 y ss.

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En cuanto al proceso histórico se refiere, cabe señalar que la conquista de América tuvo desde el

principio características comerciales. Esencialmente, se realizó por medio de una serie de empresas

mercantiles en las que intervenían grandes capitales privados y en que hubo participación estatal. Es

cierto que en algunas regiones, mediante encomiendas y mercedes, se crearon verdaderos feudos y, por

supuesto, las poblaciones indígenas conquistadas fueron sometidas a las más brutales formas de

opresión y explotación por parte de los españoles38

.

Con mi pregunta no busco de ninguna manera acusarlo de mostrar subjetividad en esta cita.

También sé que no se puede explicar todo en un solo artículo o libro y que se trata de un enfoque

sociológico y no histórico. Tampoco pretendo negar el carácter brutal de la conquista española en

las Américas. He leído con mucha emoción, pero también con cierta perspectiva la inquietante

narración de Bartolome de Las Casas, la Brevisima relación de la destrucción de las Indias39

,

escrita en 1542. Usted sabe que él calcula que los españoles masacraron a alrededor de 15

millones de indígenas a lo largo de las cuatro décadas posteriores a los primeros viajes de

Cristóbal Colón.

Cuando nos fijamos en la evolución demográfica de México después de la época de

contacto, nos damos fácilmente cuenta de la importancia del despoblamiento amerindio: no fue

sino hasta mediados del siglo XX que la población total de México rebasó los veinticinco

millones de habitantes, ¡que es el equivalente a la población amerindia total a finales de la década

de 152040

! Cuando leo los estudios y libros acerca de la historia de México y visito sus museos y

oigo hablar del pasado colonial del país, tengo la impresión de que la conquista española de

1519-1521 continúa «obsesionando» a los mexicanos. A mi parecer, no siempre se especifica que

el despoblamiento de los indígenas no sólo fue el resultado de las masacres de los conquistadores

más brutales, sino también de la ola de epidemias y pandemias que azotaron a los pueblos

indígenas desde los primeros encuentros, por lo que la importancia dada a la conquista puede

ocultar otra realidad histórica que se ha pasado por alto o ignorado: ¿No eran los propios aztecas,

en muchos aspectos, conquistadores? Por ejemplo: las poblaciones autóctonas subyugadas por los

aztecas durante la prehistoria, ¿no eran ya oprimidos y víctimas de la violencia? En pocas

palabras: en tiempos prehistóricos, el estado y los más ricos ¿colaboraban para subyugar y reducir

a la esclavitud a las poblaciones más débiles desde el punto de vista militar y demográfico?

38

Ibid., p. 14. 39

Se puede leer B. de Las Casas. Brevisima relación de la destrucción de las Indias. Alicante, Universidad de

Alicante-Servicio de publicaciónes, 2006. 40

P. Beaucage. «Évolution historique de la population du Mexique», Imaginaires mexicains. Voyages dans le temps

et l’espace. Québec y Montréal, Musée de la civilisation y Fides, 1998, p. 167.

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¿Sabemos si los pueblos indígenas vasallos o enemigos de los aztecas participaron en el saqueo y

la destrucción de Tenochtitlán en 1519-1521?

R. S. ¡Yo no soy historiador! No he estudiado este tema a profundidad. Pero obviamente no

podemos ni debemos idealizar a las sociedades autóctonas que existían en el continente

americano antes de su llamado descubrimiento y conquista. Se trataba de sociedades muy

estructuradas, centralizadas y jerárquicas, como los aztecas en México y los incas en Perú, que

luchaban las unas contra las otras, que explotaban la mano de obra y sometían a otros pueblos a la

esclavitud. Es bien sabido en México que cuando Hernán Cortés vino a descubrir y a ocupar el

territorio, jamás lo hubiera podido lograr sin la ayuda de los aliados que conoció y que pudo

reclutar hasta cierto punto. Se pudo aliar con ellos. Durante el corto viaje a través del país desde

Veracruz a Tenochtitlán, pudo emprender la guerra gracias a la ayuda de los Tlaxcaltecas41

, un

pueblo vecino de Tenochtitlán, enemigo de los aztecas y de Tenochtitlán. Y así sucesivamente.

Cortés era verdaderamente un fino estratega. Inmediatamente comprendió la situación y se

benefició de las divisiones internas. No se trataba de un país unido, no existía una identidad

autóctona unida contra la gente que venía del extranjero. Todo esto llegó después. Los indígenas

se han lamentado desde hace mucho tiempo por haber jugado mal sus cartas, mientras que los

españoles jugaron muy bien las suyas. Esto fue lo que hizo Francisco Pizarro en Perú en 1531-

1534 para conquistar el imperio Inca. Desde este punto de vista, tanto Cortés como Pizarro

aprendieron mucho de la diplomacia y la estrategia política de los países europeos, de las

dinastías y monarquías de Europa. Nicolás Maquiavelo42

ya lo había dicho, era la base de las

relaciones políticas de los principados y las monarquías de Europa. ¡Entonces trajeron todo

aquello a América, y estalló! Obviamente quedan vestigios de todo esto dentro del discurso, la

tradición y la memoria colectiva. Todo esto existe. Vemos, por ejemplo, divisiones internas entre

los grupos indígenas dentro de las organizaciones indígenas que han surgido en los últimos años

para luchar por la justicia y la democracia y contra la represión, el Estado unipartista, etc. Y aún

hay más, lo he constatado al platicar con jóvenes profesionistas que pertenecen, por ejemplo, a

grupos indígenas de Michoacán o del sudeste, como los de Veracruz, indígenas a los que no gusta

41

Inicialmente, los Tlaxcaltecas lucharon contra los españoles, creyendo que eran aliados de Tenochtitlán. Más tarde,

después de algunos combates y discusiones, se dieron cuenta de que podían aliarse con los recién llegados en contra

de los aztecas y prestaron juramento de lealtad a Carlos I, rey de España. M. A. Burkholder y L. L. Johnson.

Colonial Latin America. New York y Oxford, Oxford University Press, 2004, p. 47. 42

Se puede leer N. Maquiavelo. El principe. México, S. A. Editorial Porrua, 2002; y Del arte de la guerra. Madrid,

Tecnos, 2008.

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el papel hegemónico ejercido por los indígenas que hablan náhuatl, que provienen del centro del

país. El náhuatl es la lengua que hablaban los aztecas. Así, si el náhuatl se continúa hablando un

poco a lo largo de todo el país, se trata de una consecuencia de la expansión de los aztecas

durante el período pre colonial, pero también debido a que los españoles llevaban consigo, para

ayudarles en la conquista de la región del sureste, soldados que hablaban el náhuatl, a los

mexicas, como se les conocía en esa época – el nombre de México viene de ellos. Por supuesto

que existen estas diferencias. Y es por esto que a veces es difícil encontrar organizaciones de

lucha indígena que estén lo suficientemente unificadas como para continuar con sus actividades

durante un determinado período de tiempo. El gobierno conoce esta situación. Después del inicio

del levantamiento de los zapatistas en el sureste, la política del Estado mexicano fue la de causar

división entre las organizaciones y comunidades indígenas, de dar apoyo a algunos para que no se

unieran a los zapatistas o de eliminar a los que simpatizaban con ellos, retirándoles los programas

de apoyo, por ejemplo. Y esto ha dado resultado hasta ahora, ha funcionado muy bien.

M. D. En su artículo “Indigenous Movements and Politics in Mexico and Latin America”

(“Movimientos y Políticas Indígenas en México y América Latina”) publicado en el 2000, usted

observa que en las últimas dos décadas del siglo XX muchos países de las Américas que

contaban con poblaciones indígenas más o menos numerosas habían enmendado sus

constituciones para proporcionar un mayor reconocimiento a los derechos de los pueblos

indígenas: Guatemala, Bolivia, Perú, Ecuador, Brasil entre otros y México en 1992. A

continuación denuncia usted el status quo, de que a pesar de la enmienda al artículo 4 de la

Constitución Mexicana, se impide la mejora de las condiciones de vida de los indígenas de

México y el reconocimiento pleno de sus derechos: “These changes have not had any practical

effect. By 1998 no secondary legislation deriving from the new article 4 of the Constitution had

been enacted43

.” (“Estos cambios no han tenido ningún efecto práctico. Para 1998 no se había

promulgado ninguna legislación subordinada derivada del nuevo artículo 4 de la Constitución”).

Veintiséis años más tarde, ¿han cambiado las relaciones entre los pueblos indígenas y el gobierno

de México? ¿Sí o no y por qué?

43

R. Stavenhagen. “Indigenous Movements and Politics in Mexico and Latin America”, C. Cook y J. D. Lindau, dir.

Aboriginal Rights and Self-Government. The Canadian and Mexican Experience in North American Perspective.

Montréal y Kingston, McGill-Queen’s University Press, 2000, p. 76.

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R. S. Sí, yo creo que ha habido cambios, pero son demasiado lentos y demasiado fragmentarios

debido a que no existe una estrategia gubernamental que responda plenamente a las normas

establecidas en la Constitución, no a la modificación de la ley de 1992, sino a la de 2001. Ya no

se trata del artículo 4, porque la ley de 1992 ha sido eliminada de la Constitución. Ahora, en la

nueva versión se trata del artículo 2, que va mucho más allá: no sólo establece los derechos de los

pueblos indígenas sino también las obligaciones del Estado para que dichos derechos se puedan

cumplir. A pesar de esto, no se ha llevado a cabo porque, como explicaba al hablar del artículo 4

anterior, aún no existen legislaciones subordinadas o legislaciones reglamentarias. ¡Aún no

existen legislaciones reglamentarias basadas en la Constitución de 2001! Han pasado ocho años

desde que tenemos esa nueva Constitución y no ha habido forma real de instaurar las

legislaciones a nivel local. Bueno, ha habido ciertos cambios en algunos Estados de la República,

pero no a nivel federal. Por ejemplo, para cada uno de los párrafos del nuevo artículo 2 de la

Constitución de 2001 debería haber legislaciones específicas, legislación reglamentaria. La

Constitución no puede decirlo todo. Ella establece los grandes principios, como en el caso de

ustedes. No se tiene ni siquiera eso. Los indígenas no tienen un verdadero empowerment

(empoderamiento), no tienen el poder y la unión suficientes para forzar la cuestión en el

Congreso. El Congreso se encuentra dividido en pequeños fragmentos de partidos políticos, en

los que la causa indígena no se encuentra adecuadamente representada. Se ha convertido en un

problema jurídico y hasta político, pero no llega a ser un problema electoral, porque de momento

realmente no se habla de estos asuntos. Se hablaba del tema hace siete u ocho años, pero al día de

hoy, ha desaparecido del radar político.

Es interesante: a lo largo de mi vida, durante, durante estos cincuenta años de vida

profesional, la problemática de los pueblos indígenas ha pasado por varias etapas. Al principio de

mi carrera, era muy frecuente ver a los indígenas en la posición peticionaria. Se pide al «patrón»:

el patrón de la gran propiedad del siglo XIX y el «patrón» alto funcionario del gobierno. Llegaba

un funcionario y los indígenas le decían: «A ver. Nos falta esto y aquello, nos falta agua,

maestros, médicos, medicinas, más atención, dinero para nuestras obras, etc. Usted tiene que

ayudarnos, Señor Gobierno.» ¡Todavía se escucha a los indígenas decir «el señor Gobierno»! En

el lenguaje popular todavía escuchamos esta expresión ya que, evidentemente, la gente de los

pueblos no entiende toda la complejidad de una organización de Estado, un presupuesto estatal,

etc. Así, ellos piden. Ellos tienen necesidades y presentan sus peticiones. Después, cuando se

dieron los cambios a la legislación, se descubrió de golpe que se podía acudir a los tribunales

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para exigir los derechos: « ¡Está escrito en la Constitución, nosotros tenemos el derecho a tal

cosa! Si no nos lo quieren dar, acudiremos a los tribunales. Si se da una injusticia, no

protestaremos con pancartas, acudiremos al tribunal para exigir, por ejemplo, que el gobierno

clausure la obra o el proyecto que va en contra de nuestros derechos.» Es la etapa de la

judiciarización de los indígenas por el lado de la ley. Después de esta, vino la etapa de la

politización. Se dan cuenta de que la única manera de conseguir lo que buscan es organizarse

políticamente. Pero, por desgracia, el sistema político es muy corrupto. De hecho, los partidos

políticos no sirven para nada, porque no cuentan con verdaderos programas. Se trata únicamente

de una lucha por el poder y la representación dentro de las estructuras estatales. A fin de cuentas,

es una lucha política. Ahora los indígenas están tratando de aprender activamente cómo hacer

política en un país como México.

M. D. Además de impartir clases en el Colegio de México, usted fue el primer Relator Especial

de la Organización de las Naciones Unidas respecto a la situación de los derechos humanos y las

libertades fundamentales de las poblaciones autóctonas de 2001 a 2008. Para aquellos que no han

oído hablar de su mandato como Relator Especial y de la necesidad de que la comunidad

internacional conozca mejor y proteja a los pueblos indígenas, ¿cómo lo resumiría usted?

R. S. El mandato de Relator Especial de las Naciones Unidas fue creado por la Comisión de

Derechos Humanos de la ONU, que actualmente se conoce como Consejo de Derechos Humanos.

Se trata de un sistema denominado de procedimientos especiales, creado por la comisión para

invitar a especialistas a ayudarla a entender mejor la situación de los derechos humanos en el

mundo. Los miembros de esta comisión son diplomáticos, representantes de sus países y de sus

gobiernos que sesionan cada año durante un período determinado en Ginebra, en el Palacio de las

Naciones, para debatir y aprobar resoluciones en materia de derechos humanos alrededor del

mundo. No siempre tienen medios propios para realizar ellos mismos las investigaciones de

campo y redactar informes especializados. Así es que, desde hace algunas décadas, comenzaron a

designar procedimientos especiales, a especialistas como relatores especiales. El nombramiento

es por un período corto, ya sea por un año, ya sea por tres años o más (el mandato de tres años es

renovable, ese fue mi caso), para realizar informes acerca de determinados temas que interesan al

Consejo de Derechos Humanos.

Mi mandato fue aprobado inicialmente por la Comisión y más tarde por el Consejo

Económico y Social de la ONU en 2001. Me nombraron para este puesto por un período de tres

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años, que se prolongó por tres años más. Fue en ese momento, en 2006-2007, que la Comisión se

reestructuró y se convirtió en el Consejo de Derechos Humanos. Así, me pidieron que me

quedara un año más en lo que estuvieran listos para nombrar a mi sucesor, que ya se encuentra en

su puesto, S. James Anaya. Fue por esto que no dejé mi puesto en 2007, como debería haber

sucedido. Me quedé un año más. Visité varios países y entregué informes hasta 2008. Existen

otros relatores que trabajan en otros temas especializados y también relatores por país. Se designa

a un relator para los países que tienen problemas de derechos humanos con el fin de informar al

consejo. En mi caso, el mandato era nuevo y fui el primer Relator Especial de los derechos

humanos y las libertades fundamentales de los pueblos indígenas.

M. D. El 13 de septiembre de 2007 se reunió en Nueva York la Asamblea General de las

Naciones Unidas para adoptar la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los

pueblos indígenas. De los 192 miembros, los ciento cincuenta y ocho presentes votaron: 144

miembros votaron a favor de la adopción de la declaración, once se abstuvieron de votar44

y

cuatro votaron en su contra. Los Estados Unidos de Norteamérica, Canadá, Australia y Nueva

Zelanda votaron en contra de la adopción de este documento de una importancia y un alcance

histórico sin precedentes. ¿Cómo explicaría usted este rechazo? ¿Cuáles son las consecuencias

inmediatas y a futuro de esta decisión? Con o sin el apoyo de estos países ¿de todas maneras se

ha dado un gran paso en materia de reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas por

parte de la comunidad internacional, particularmente en lo que respecta al derecho de la libre

autodeterminación? ¿Verdaderamente están dispuestos los Estados que ratificaron esta

declaración a conciliar los derechos indígenas tradicionales y consuetudinarios con los derechos

nacionales e internacionales?

R. S. He aquí preguntas que ameritan varias respuestas en diferentes niveles. Es una verdadera

pena que esos cuatro gobiernos, de Estados que son miembros, hayan votado en contra de la

adopción de la declaración. En lo que respecta a Canadá, los representantes y los delegados de

ese país habían trabajado muy positivamente desde hacía años con las organizaciones indígenas

en la adopción de una declaración de este tipo. Pero, a final de cuentas, estos Estados declararon

ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, que no estaban conformes con la versión final

de la declaración, tal y como había sido negociada y aprobada por los otros Estados miembros.

44

Estos países son Azerbaiyán, Rusia, Colombia, Nigeria, Kenia, Georgia, Bangladesh, Bhutan, Burundi, Samoa y

Ucrania.

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Ellos consideraban que, en ciertos casos, iba en contra de la legislación nacional de esos cuatro

países y tal vez de otros, por una parte y, por otra parte, que había principios y derechos incluidos

en la declaración que serían muy difíciles de aplicar y a los que se debería de dar cierta

interpretación. Y esto no se había hecho cuando se trabajaba en el borrador o en el proyecto de la

declaración. Fue por eso que sus gobiernos no quisieron tomar el compromiso de aprobar una

declaración que, para ellos, sería difícil o imposible de aplicar dentro de sus países. Este fue el

argumento oficial. Sin embargo, después de la votación, algunos de estos países han cambiado su

posición.

Australia cambió de gobierno poco después de esa votación. Ahora se trata de un

gobierno laborista que reconoce la importancia de esta declaración. Presentó su firma en abril de

2009. En cuanto a Canadá, sé que los partidos de oposición que se reunieron en la Cámara de los

Comunes el 8 de abril de 2008 solicitaron de manera unánime al gobierno conservador el apoyo

de la declaración45

. Yo creo que hasta ahora el gobierno no lo ha hecho, pero la Cámara de los

Comunes ha decidido que Canadá debería apoyarla. Espero que esto se haga en algún momento.

En Estados Unidos, el gobierno de Obama ha hecho saber que vería con gran beneplácito la

posibilidad de adoptarla. Algunos colaboradores del Presidente Obama han declarado esto a

representantes de organizaciones autóctonas que acudieron a Washington para establecer

contacto y emprender el diálogo con la nueva administración. Yo creo que funcionará. Así, no

queda más que Nueva Zelanda. También en Nueva Zelanda las organizaciones autóctonas de los

maorís han estado muy activas para intentar cambiar la posición de su gobierno. Posiblemente

habrá ahora tres voces más para apoyar esta declaración.

Obviamente fue una gran victoria para las organizaciones autóctonas de todo el mundo

tener esta declaración, ya que han trabajado en esto desde hace una veintena de años. Ha sido una

negociación muy larga para una declaración en cuestiones de derechos humanos, una de las más

largas de las que yo tengo conocimiento. A final de cuentas esta declaración existe y, en mi

opinión, termina un ciclo y comienza otro. Ahora se trata de entender como aplicarla a nivel

internacional y nacional. Huelga decir que esto plantea enormes problemas: la interpretación de

los conceptos, la aplicabilidad de la declaración, su relación con la legislación vigente, etc. ¿Qué

significa el derecho a la autodeterminación para los pueblos indígenas? ¿Quiénes son los pueblos

45

Esta moción fue aprobada el 8 de abril de 2008. Se puede leer la carta conjunta al Primer Ministro de Canadá,

firmada por unos cuarenta indígenas y quebequenses: «Lettre à Stephen Harper. Le Canada doit signer la Déclaration

sur les peuples autochtones», Le Devoir (15 septembre 2009), p. A7.

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indígenas? Hay países en donde esto está muy claro, como Canadá, en donde se sabe muy bien

quién es un indígena, un inuk, un métis, porque existen leyes y listas de miembros desde hace

mucho tiempo. En otros países, como México, es mucho más difícil porque existe una mezcla

cultural y lingüística pero, sobre todo, porque no existe un estatus legal. No ha existido desde la

independencia de México, hace casi doscientos años. No existe una figura legal que defina

«pueblos indígenas». En las constituciones del siglo XIX ni siquiera se habla de los pueblos

indígenas. Se decía: «Todos son iguales, todos son mexicanos.» En realidad, no fue así. Ese es el

problema. Hoy lo sabemos. Es por eso que se han hecho cambios recientemente en México. Es

apenas en los últimos años que las reformas constitucionales hablan de pueblos indígenas, de sus

derechos, de México como un país multicultural, pluricultural, pluriétnico, etc., lo que nunca

había sido el caso. Habiendo dicho esto, lo cierto es que México firmó la declaración en 2007. La

diplomacia trabajó activamente para su aprobación. Pero hasta ahora no ha sucedido nada desde

el punto de vista legal ni de ningún otro en lo que se refiere a la aplicación de esa misma

declaración dentro de la legislación mexicana. Es un proceso muy largo legal, político, social,

económico, cultural, en el campo de la educación, de la comunicación, de la jurisdicción, del

acceso a las leyes y la administración de la justicia. Se deberán tomar en consideración las tierras

y la cuestión agraria, etc. Lo que queda por hacer es enorme.

M. D. Usted visitó Guatemala y Filipinas en 2002 y México y Chile en 2003, Colombia y Canadá

en 2004, Sudáfrica y Nueva Zelanda en 2005, Ecuador y Kenia en 2006 y Bolivia en 2007 a título

de Relator Especial de la ONU. En el informe de su visita a Canadá podemos leer:

Los indicadores económicos, sociales y humanos del bienestar, de la calidad de vida y del desarrollo

de los canadienses son consistentemente más bajos en el caso de los indígenas. En lo que respecta a la

pobreza, la mortalidad infantil, el desempleo, la morbilidad, el suicidio, los arrestos por crimen, los

niños bajo asistencia social, las mujeres víctimas de abuso y la prostitución infantil, las tasas son

mucho más elevadas entre los indígenas que en cualquier otro grupo de la sociedad canadiense,

mientras que el grado de instrucción, las normas sanitarias, las condiciones de vivienda, el ingreso

familiar, las perspectivas económicas y el acceso a los servicios sociales son en general menos

favorables. Canadá está comprometido a subsanar esta diferencia46

.

Cuando recordamos que el gobierno conservador de Stephen Harper se rehusó a firmar la

declaración de 2007, ¿qué podemos esperar para el futuro? En comparación con otros países

americanos y de otros lados, ¿es el actual gobierno canadiense una triste o afortunada figura en

términos del respeto de los derechos fundamentales y particulares de los pueblos indígenas? O, si

46

R. Stavenhagen. Rapport du rapporteur spécial sur la situation des droits de l’homme et des libertés

fondamentales des populations autochtones. Additif Mission au Canada [2004]. Op. cit., p. 2.

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así lo prefiere, ¿qué observó usted durante sus viajes a Canadá en 2003-2004 y al analizar la

situación actual de los pueblos indígenas de Canadá?

R. S. Es obvio que una visita de una docena de días es muy poco para conocer verdaderamente, a

fondo, toda la problemática de los pueblos indígenas del país entero. Tuve el privilegio de visitar,

a toda prisa, desafortunadamente, algunos pueblos y de platicar con la gente. Fui a Nunavut, en

Terranova, a Manitoba, en Winnipeg, a la costa oeste, a Vancouver, etc. Fue verdaderamente

muy importante. Conseguí una gran cantidad de material y documentación que me fue dada por

las organizaciones autóctonas y los gobiernos a nivel federal, provincial y municipal; por ejemplo

en el caso de Winnipeg. Las autoridades colaboraron: personas de diversos ministerios de

Educación, del Ministerio de Asuntos Indígenas y del Norte de Canadá, los gobiernos

provinciales como el de Quebec, todos proporcionaron gran cantidad de información.

Desafortunadamente, la presión de las Naciones Unidas es tal, que tuvimos muy poco tiempo

para escribir un informe. Además, el informe debía ser muy limitado, de otro modo, la

administración de la ONU no lo imprimiría ni lo distribuiría. Para los miembros del Consejo de

Derechos Humanos, a quienes se destinan los informes de los relatores especiales, el informe

debe tener como máximo una veintena de páginas. ¿Qué podemos decir en veinte páginas, con el

material que había recibido y en tan poco tiempo? ¡Hubiera podido escribir un libro de quinientas

páginas, fácilmente! Toda esta documentación podría ponerse a disposición de los investigadores.

Pero mencioné los grandes problemas en mi informe sobre Canadá. Creo que el gobierno

canadiense lo tomó en cuenta, de acuerdo con lo que me fue dicho por los representantes de

Canadá en las Naciones Unidas. Ellos consideraron que el informe era equilibrado y que no decía

nada que no supieran. Por supuesto, el gobierno de Canadá, en ese momento, estaba muy

involucrado en reducir esa diferencia de la que se habla tanto. Inclusive tomaron algunas

decisiones, como la cuestión de las escuelas residenciales, que me habían planteado muchas

personas como un problema no resuelto. Poco después de mi visita, obtuvo la atención del

gobierno. Firmaron un acuerdo con la principal organización de pueblos indígenas, la Asamblea

de las Primeras Naciones de Canadá, sobre compensaciones y actividades respecto a las escuelas

residenciales.

Obviamente que hay otros temas que son mucho más difíciles de resolver: el alcance de

tratados anteriores y los acuerdos, además de las reivindicaciones territoriales actuales,

particulares y generales. Lo que el gobierno siempre ha querido hacer, y creo que el gobierno

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actual continúa con esa política, es llegar a un acuerdo con los indígenas para hacerlos firmar y

renunciar, de una vez por todas, a toda reclamación futura a cambio de lo cual obtendrían una

compensación bastante substancial en términos monetarios. Es la política del gobierno

canadiense. Existen comunidades y grupos indígenas que se encuentran tentados a aceptarlo.

Muchos han aceptado y firmado: «Bueno, se acabó.» Pero hay otros que dicen: «Jamás

renunciaremos a nuestros derechos históricos y ancestrales, han sido reconocidos por los

tribunales y el artículo 35 de la Constitución de 198247

. Los documentos oficiales hablan de los

derechos existentes, ancestrales o resultantes de tratados. Las comunidades autóctonas tienen

derechos ancestrales que no pueden extinguirse. Jamás firmaremos con el gobierno, si eso

significa que nuestros derechos se extingan.» Este es el gran problema actual. Obviamente, los

procesos son largos y costosos. Es muy difícil para los pueblos indígenas el mantener la lucha,

los litigios y los conflictos con el gobierno. El gobierno dispone de todo el tiempo, el poder y el

dinero. Puede continuar con esto por mucho tiempo. Y también están en juego intereses

económicos muy fuertes relacionados con los territorios indígenas, sobre todo cuando existen

intereses mineros o forestales que desean controlar los recursos naturales de los pueblos

indígenas. He aquí el gran problema. Y considero que la oposición del gobierno de Harper a la

declaración de 2007 también está relacionada con los intereses económicos de la región que

representa el Primer Ministro Harper, la provincia de Alberta. Por lo tanto, es muy difícil que los

indígenas de Canadá resuelvan en el corto plazo esta problemática histórica.

47

El artículo 35 de la Ley Constitucional de 1982 se ocupa específicamente de los derechos de los pueblos

autóctonos de Canadá: «1) Los derechos existentes — ancestrales o resultantes de tratados — de los pueblos

autóctonos de Canadá son reconocidos y confirmados. 2) Bajo esta ley, los « pueblos autóctonos de Canadá »

incluyen principalmente a los Indígenas, los inuit y los métis de Canadá. 3) Se entiende que aquí se incluyen los

derechos resultantes de tratados que se mencionan en el párrafo 1, los derechos existentes resultantes de acuerdos

vigentes o que puedan realizarse respecto a reivindicaciones territoriales. 4) Independientemente de cualquier otra

disposición de la presente ley, los derechos — ancestrales o resultantes de tratados— incluidos en el párrafo 1 se

garantizan de igual manera para las personas de ambos sexos. 35.1 Los gobiernos federal y provincial están

comprometidos al principio de que, antes de que se pueda realizar cualquier modificación a la categoría 24 del

artículo 91 de la Ley Constitucional de 1867, al articulo 25 de la presente ley o a la presente sección, el Primer

Ministro de Canadá : a) Convocará una conferencia constitucional que reúna a los primeros ministros provinciales y

a él mismo y que incluya en su agenda al tema del proyecto de modificación ; b) Invitará a los representantes de los

pueblos autóctonos de Canadá a participar en los trabajos relativos a este tema. La Loi constitutionnelle de 1982

modifiée par la Proclamation de 1983 modifiant la Constitution (TR/84-102). Ottawa, Ministro de Abastecimiento y

Servicios de Canadá, 1986, p. 10.

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M. D. En Quebec y en Canadá48

, como en otros lugares de las Américas, las naciones amerindias

enfrentan, en su mayor parte, condiciones de vida difíciles y tienen problemas socioeconómicos

ya sea desconocidos o ignorados por los gobiernos y por la población en general: alcoholismo y

abuso de sustancias, violencia conyugal, suicidio, deserción escolar, esperanza de vida media

menor al promedio nacional, etc. En una entrevista reciente, plantee la siguiente pregunta a

Ghislain Picard, Innu de Betsiamites-Pessamit y jefe regional de la Asamblea de las Primeras

Naciones de Quebec y Labrador:

La historia de las relaciones franco-amerindias a lo largo de las primeras décadas del siglo XVII se

caracteriza por el deseo inicial de aliarse, convivir y compartir con el fin de sobrevivir. En las

siguientes décadas y siglos, encontramos que se concretiza el cambio en la relación de poder entre los

pueblos indígenas y las potencias europeas, en principio fuertemente propiciado por los europeos.

Después de décadas de colaboración, de negociaciones de igual a igual y de mestizaje, seguidas por

décadas y siglos a lo largo de los cuales se marginó a los indígenas, nos encontramos hoy con un

gobierno federal y gobiernos provinciales relativamente prósperos y con comunidades autóctonas que

existen bajo condiciones de vida difíciles y en ciertos casos, bajo condiciones de vida inaceptables.

¿Qué pueden hacer los consejos comunales y las asociaciones que agrupan a los pueblos indígenas de

Quebec y de Canadá para mejorar la situación de los grupos más desfavorecidos? ¿Son conscientes de

la realidad autóctona los políticos y los gobiernos provinciales y el gobierno federal, así como el

conjunto de los quebequenses49

?

He aquí lo que él respondió (únicamente cito el principio de su respuesta):

No, por la sencilla razón de que ellos no la viven. Voy a hacer un paréntesis para buscar un extracto de

la última película de Richard Desjardins y Robert Monderie, Le peuple invisible50

(El Pueblo Invisible).

Se entrevista a dos personas mayores de Quebec y sus respuestas no son sorprendentes: «Los

indígenas, a final de cuentas, lo tienen todo. Tienen camionetas 4x4. No pagan impuestos. Tienen todo

tipo de ventajas que nosotros no tenemos.» Entonces Richard Desjardins les hace la siguiente

pregunta: «Sí, pero ¿cambiaría usted de lugar con ellos?» El reflejo inmediato fue responder con un

seco: « ¡No!» Yo considero que eso es lo que se vive actualmente a nivel de Quebec. Es que la crítica

es gratuita, muy fácil de hacer. A menudo se presenta de la siguiente manera: «Es buena cosa ser

autóctono, porque no pagas tal cosa, no pagas tal otra cosa, todo es gratuito.» Pero cuando se trata de

tomar el lugar de un autóctono, a nadie le interesa. Esto es lo que realmente marca la brecha entre

nuestras comunidades y la mayoría quebequense o canadiense51

.

Ahora le haré dos preguntas similares, pero que se abren a una perspectiva más global,

panamericana. Para empezar, ¿qué deben hacer las naciones amerindias y los gobiernos

nacionales para mejorar las condiciones de vida de las naciones autóctonas? ¿Las sociedades

48

El lector interesado en aprender más acerca de las condiciones de vida de los pueblos amerindios de Canadá de

finales del siglo XIX a los años 60 puede consultar el libro de Hugh Shewell, "Enough to Keep Them Alive". Indian

Welfare in Canada, 1873-1965. Toronto, University of Toronto Press, 2004. 49

G. Picard y M. d’Avignon. «A-t-on oublié que jadis nous étions "frères"? Entrevue avec Ghislain Picard, chef

régional de l’Assemblée des Premières Nations du Québec et du Labrador», M. d’Avignon y C. Girard, dir. A-t-on

oublié que jadis nous étions «frères»? Alliances fondatrices et reconnaissance des peuples autochtones dans

l’histoire du Québec. Op. cit., p. 174. 50

R. Desjardins y R. Monderie. Le peuple invisible, Office national du film du Canada, 2007. 51

G. Picard y M. d’Avignon. Op. cit., p. 174-175.

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americanas, en general, están conscientes de las dificultades y desigualdades que sufren los

pueblos indígenas en la actualidad?

R. S. Yo pienso que en los países que tiene economías pudientes y ricas, como Canadá, los

Estados Unidos de América, los países escandinavos, por ejemplo, tienen los medios. Podrían

ayudar a las comunidades indígenas dentro de sus países, si realmente desearan hacerlo. Tienen el

conocimiento técnico y económico, pero les falta la voluntad política. Es lo que siempre vemos

en esos países. Es increíble que después de años y años de crecimiento, de desarrollo de sistemas

de seguridad social para todos, de servicios públicos y de acceso a los servicios públicos, todavía

haya indicadores socioeconómicos del desarrollo humano que sean inferiores para las

poblaciones indígenas en relación al resto de la población. He visto esto en todos lados: entre los

maorís de Nueva Zelanda, en los países pobres también. En ni opinión, lo único que falta en los

países ricos es la voluntad política. En los países pobres, ya no es usual hablar del «tercer

mundo», ahora se habla de países en desarrollo, la situación es más difícil porque en ellos la

diferencia es mucho más grande que en los países ricos y mucho más grande entre las

poblaciones autóctonas y el resto de la población. Los promedios nacionales son siempre

superiores a los indicadores de los pueblos indígenas, donde sea que se encuentren, ya sea en el

Amazonas, en el bosque del sur de los mapuches en Chile, en el interior de África, en el sureste

asiático – hablo de regiones que he visitado y sobre las cuales tengo mucha información –, por

ejemplo, no he visitado Filipinas, Nepal, Cambodia e India, pero he recibido mucha información

acerca de ellos. En estos casos, muchas veces no se trata únicamente de falta de voluntad política,

sino también la falta de capacidad de las estructuras institucionales, de las instituciones públicas,

para hacer que los proyectos funcionen verdaderamente y se logren los cambios para los pueblos

indígenas.

Más que eso: no nos podemos quedar únicamente con este término de voluntad política.

¿Qué significa esto, entonces? Escuchamos los discursos de los políticos en los que siempre nos

dicen que tienen todo el interés en ayudar a sus hermanos los pobres, los indígenas, etc., y a fin

de cuentas el resultado no se da jamás o es muy pobre. Pero hay mucho más. Hay un historial de

exclusión social de los indígenas, el concepto de policía de la sociedad dominante, la sociedad de

los blancos, de los inmigrantes, como en la América Latina criolla, los criollos y mestizos, en la

América Latina mestiza, que se formó en los primeros siglos de la colonización, pero que creó

castas, sistemas de castas y de clases en donde los aborígenes, los indígenas, los autóctonos, los

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pueblos originales, las Primeras Naciones, los indígenas, etc., como sea que queramos llamarlos,

siempre han permanecido en la parte más baja de la escala y la estructura social. Han

permanecido allí porque continúa funcionando, en cierto modo, la explotación y la opresión del

colonialismo, que no terminó con la independencia política y ha continuado como una especie de

colonialidad interna o colonialismo dentro del país52

. Este modo de explotación reproduce las

estructuras asimétricas de explotación y opresión, contiene aspectos muy fuertes de

discriminación y de racismo étnico y cultural. No se trata únicamente de racismo biológico, es un

racismo contra los que no son «los nuestros», aquellos que siempre han sido inferiores: la mano

de obra esclava, feudal o servil a quien se le puede explotar para el bienestar de los que se

encuentran arriba en la jerarquía. Así es el sistema. ¡Y el sistema continúa! Por lo tanto, no se

trata únicamente de la voluntad política como algo individual, como si un político pudiera decir:

«Ahora yo voy a cambiarlo todo.» Obviamente es importante que existan hombres y mujeres

políticos que deseen resolver estos problemas y que estén en posición de poder hacerlo. Pero la

cuestión es otra. Desde el punto de vista estructural, nos encontramos con la exclusión de los

pueblos indígenas porque desde un principio ni siquiera se les consideraba como seres humanos,

siempre se les ha considerado como salvajes, primitivos, bárbaros y por lo tanto, fuera de la

civilización, la civilización cristiana y europea. Y todo esto ha continuado hasta el presente.

Además, son gente cuyo Estado no está dispuesto a aceptar su diferencia cultural. Todavía hoy

observamos una parte de este racismo con los inmigrantes en Europa. No se si sucede de la

misma manera en Canadá. Si alguien viene de un país que no sea europeo, si viene del tercer

mundo – otra vez este término –, el resultado es siempre el mismo: la exclusión social de aquellos

que no son herederos de la civilización europea, con su concepto de modernidad y de

universalidad, su propia universalidad, que rechaza las diferencias de los no occidentales.

Siempre se ha considerado a los indígenas como no occidentales dentro de este concepto que

tenían de sí mismas las elites gobernantes, dominantes, autodenominadas superiores, es decir:

«Todo aquello que no entre dentro de nuestro modelo cultural, nuestro modelo religioso y nuestro

modelo lingüístico no es aceptable. Por lo tanto el objetivo es eliminar, liquidar, posiblemente

por vía el genocidio, o bien asimilarlos contra su voluntad, para que pasen a formar parte de las

clases pobres de la gente que será incorporada al sistema económico, pero que jamás tendrá los

mismos derechos que nosotros que estamos on top of it all (en lo más alto).» Es un sistema que se

52

Una reflexión más profunda de Rodolfo Stavenhagen sobre el concepto del colonialismo interno se encuentra en

las Sept thèses erronées sur l’Amérique latine […]. Op. cit.

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manifiesta de varias maneras: por medio de las leyes, la educación, los medios de comunicación,

las políticas culturales, las políticas de reclutamiento de las empresas, etc. Así, tenemos la

discriminación, el racismo, la exclusión social, la explotación económica, la opresión política:

«Tú no puedes participar en la política si no aceptas las reglas del juego y dejas de ser indígena.»

Es por esto que un acontecimiento político, como la elección de un presidente aymara en Bolivia,

Juan Evo Morales Ayma, en diciembre de 2005, sacudió al sistema mundial, porque fue la

primera vez la gente de abajo se rebelara. A veces se resisten, gritan, hablan y protestan, pero

finalmente se les puede controlar. En este caso utilizaron al sistema para establecer

democráticamente un poder político al tener y conservar la mayoría demográfica y electoral.

Dijeron: «Ya está, vamos a cambiar al país.» No sé si van a llegar a su objetivo, pero cuando

menos están trabajando en esa dirección.

M. D. En esa misma entrevista, el Sr. Picard explica que la política de creación de reservas en

Canadá durante el siglo XIX condujo a la exclusión de los indígenas y a su marginación de los

mercados internacionales en pleno auge. Después de eso, se lamenta: «teníamos también

sociedades en pleno desarrollo. Los que más perdieron fueron los pueblos indígenas, porque

fueron relegados a las reservas, lejos de todo ese progreso y todo ese desarrollo53

». En su libro,

Los Pueblos indígenas y sus Derechos, publicado en 2007, elabora una lista de los principios que

deberían guiar cualquier proyecto de desarrollo dentro del contexto de los pueblos indígenas, en

particular54

. ¿Cómo procedió para elaborar esa lista? Al leerla, me da la impresión de una cierta

necesidad de recordar que, aún dentro de los pueblos y las comunidades indígenas, subsisten

desigualdades escandalosas y una discriminación «en el propio anterior», especialmente en contra

de las mujeres autóctonas. Otro tema y pregunta: ¿los propios indígenas tienen prejuicios en

contra de los alóctonos y ante las sociedades industrializadas?

R. S. Estos principios son en cierta manera la destilación que realicé de muchos años de

experiencia de trabajo en campo, de participación en organizaciones no gubernamentales (ONG),

en organizaciones internacionales, en el análisis de proyectos de desarrollo y de políticas

gubernamentales. Sin duda existen muchos otros principios que podrían agregarse, pero me

parece que los que menciono serían los más importantes para reorientar las políticas públicas con

53

Ibid., p. 176. 54

R. Stavenhagen. Los pueblos indígenas y sus derechos. México, UNESCO, 2007, p. 158-160.

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respecto a los pueblos indígenas. Deberíamos de tomar en consideración estos principios cuando

hablamos de un desarrollo diferente, de un «desarrollo con identidad», como está de moda

llamarlo actualmente. Inclusive la declaración de 2007 habla de un «desarrollo con identidad», lo

cual no me resulta muy claro. Identidad, ¿qué quiere decir eso exactamente? Cada uno tiene su

identidad y desea que su desarrollo sea acorde a su identidad. Entonces, tendríamos miles de

proyectos diferentes de desarrollo en el marco de las identidades específicas de las miles de

comunidades y de pueblos indígenas. Pero esto está muy bien, porque precisamente lo que no

queremos es la imposición de un modelo «universal», desarrollado por los técnicos de la

Universidad de Harvard, de las Naciones Unidas, del Banco Mundial, etc., y que dicen: «Helo

aquí, esto es válido en todo el mundo.» Hemos visto que eso no es el caso. No solamente no es

aplicable ni válido en todos los lugares, sino que causa problemas, tensiones y conflictos enormes

que no hemos sido capaces de resolver. Por ejemplo, hace tres semanas [en octubre de 2009],

participé en una comisión internacional de derechos humanos de la Federación Internacional de

lDerechos Humanos, que es una ONG internacional muy importante en este campo, que me

invitó a formar parte de una misión a Perú. En abril de 2009 se produjeron en Perú

enfrentamientos violentos entre la policía y algunas comunidades indígenas de la región el

Amazonas. Hubo muertos, desaparecidos, etc. Esto es muy grave. Hablamos de una masacre

genocida. No fue un Darfour pero, de todos modos, fue muy serio para Perú. ¿Por qué sucedió?

Porque las comunidades indígenas de la región amazónica habían recibido del gobierno, desde

hace mucho tiempo, decretos que les reconocían ciertos territorios tradicionales que siempre

habían sido suyos. Pero ahora se encuentran bajo presión territorial, debida a la expansión de la

población que crece desde la montaña y la costa del Pacífico hacia el interior. Se construyen

carreteras, hay una colonización y actividades económicas, comerciales y forestales dentro de los

territorios que los indígenas consideran como suyos, y con razón. Recibieron formalmente el

reconocimiento de este derecho. Al mismo tiempo, el gobierno actual de Perú realiza

negociaciones con los Estados Unidos de América, en el marco del tratado de libre comercio, el

Free Trade Agreement, con el fin de otorgar concesiones para la exploración petrolera a las

grandes compañías petroleras del mundo. Así, entonces, ellas llegan allí para explotar las

concesiones que les ha otorgado el gobierno, sin haber llegado a ningún acuerdo con los

indígenas, inclusive sin la pregunta previa: « ¿Están ustedes de acuerdo?» Con razón, los

indígenas no están de acuerdo. No se les pidió su opinión, se les impusieron estas concesiones a

compañías petroleras internacionales, lo cual inclusive va en contra de la ley que les «dio» los

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territorios. Esto crea conflictos. El gobierno les dice: «Ni modo, tenemos necesidad de esto. Se

trata de una necesidad nacional, del desarrollo nacional para toda la sociedad peruana. Es esencial

que explotemos este comercio. Sólo las grandes compañías petroleras extranjeras pueden

hacerlo.» El resultado es la violencia, la represión, gente que muere, ejecuciones, la

criminalización de las actividades o acciones de los indígenas para protegerse, y protestar, etc.

Esta situación se repite en Perú, Brasil, Argentina, con los mapuches en Chile, aquí en México e

incluso en Panamá, en donde también existe un problema muy serio con las poblaciones

autóctonas, por no hablar de lo que sucede en otras partes del mundo. Tenemos los mismos

problemas.

Respecto a los prejuicios, mi respuesta es que existe un racismo y un contra racismo. Si

los explotadores y los opresores siempre han sido los blancos, los mestizos, los criollos, etc.,

entonces la gente tiene prejuicios respecto a ellos. Observamos esto muy claramente en la

actualidad en Bolivia, por ejemplo, en donde los blancos tienen un gran temor del racismo contra

ellos, expresado por los miembros de las sociedades indígenas, sobre todo de las comunidades de

La Sierra, en las Cordilleras, en donde las organizaciones son muy duras, muy centralistas y

verdaderamente arraigadas en la sociedad y en la naturaleza. Así que, efectivamente, existen

prejuicios recíprocos. Inclusive existen a veces odios muy antiguos entre estos dos grandes

grupos. En Guatemala se tiene la misma situación: hay indígenas y ladinos, como se les conoce

en ese país. Los ladinos actualmente tiene miedo de los indígenas y los indígenas siempre han

tenido miedo de los ladinos, era la gente que los explotaba.

M. D. ¿Qué ha aprendido acerca de los pueblos indígenas de las Américas y de otros lugares

durante su mandato como Relator Especial? ¿Qué recuerdos guarda usted de los numerosos

contactos que realizó entre 2001 y 2008 con los pueblos indígenas del mundo entero?

R. S. Obviamente, cuando empecé mi trabajo como relator yo ya tenía cierta idea, ya conocía

algunas partes del mundo, especialmente México y otros países de América Latina. He

encontrado situaciones muy similares en otros lugares, de las que ignoraba su existencia. Ya

sospechaba que existían, pero allí pude hacer observaciones en el campo y aprender de la gente al

hablar con ella. Lo primero que descubrí fue el dolor acumulado de generaciones en gente que

siempre ha vivido en la marginación, excluida, a quien se ha negado su identidad, su cultura, etc.

La gente resiente eso. A veces es casi un delirio de persecución. Se sienten perseguidos porque,

de hecho, lo han sido durante mucho tiempo. Asimismo, algo de lo que me he percatado, pero en

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contrapartida, es su capacidad para superar todo esto. En primer lugar, su gran capacidad para

resistir, sobre todo entre las mujeres. Es increíble, las mujeres que luchan y resisten, que quieren

mantener su identidad, que ven a sus hombres desaparecer porque deben ir a buscar trabajo a

otros lados. Se les pierde de vista, a veces para siempre. Y las mujeres permanecen, aunque cada

vez menos, porque ellas también deben viajar y emigrar. Ahora ellas también tienen necesidad de

hacerlo. De aquí viene la voluntad de resistir y de recuperar la esencia misma de su identidad,

pero no únicamente como identidad individual: «Me encantaría poder comprarme los artículos de

última moda.» Lo que busca la globalización es eso, obviamente, es la sociedad de consumo. Se

hace publicidad con el fin de que la única aspiración que tengan los jóvenes indígenas, hombres y

mujeres, sea la de poder comprar los más recientes artículos de consumo que estén de moda. Si

no se resiste, el sistema no cambia. Lo que muchos de ellos, ellas sobre todo, desearían tener no

son los artículos de consumo, por agradables que sean, lo que quieren es recuperar su propia

identidad cultural, su comunidad, el sentido de pertenencia a esta comunidad y no únicamente a

una gran nación o sociedad conectada por Internet. Sobre todo, desean una comunidad donde

haya los niños, donde puedan crecer, donde los ancestros aún se encuentren física y

espiritualmente. Un problema crucial es esta falta de comunidad dentro del mundo moderno que

les es impuesta. Considero que los indígenas a los que pude conocer alrededor del mundo

oponene una fuerte resistencia. Sin embargo, algunos grupos humanos ya no pueden luchar tanto

por recuperar, mantener y proteger una herencia comunitaria, colectiva y ancestral. Los pueblos

indígenas tienen, tal vez marginalmente, esa pequeña posibilidad de hacerlo. Lo percibo

intensamente cuando hablo con ellos, especialmente con las mujeres.

M. D. ¿Se trata también de la búsqueda del reconocimiento de su dignidad humana, dado que han

sido explotados, excluidos y oprimidos durante tanto tiempo?

R. S. Definitivamente, es parte de todo esto, la dignidad humana, la lucha por los derechos

humanos, porque se trata del lenguaje de moda: droits de l’homme, human rights, etc. Al llegar a

ciertos pueblos, siendo relator de las Naciones Unidas, se me había identificado con éstos: «Soy

un relator de la ONU para los derechos humanos.» Una vez llegué a un pequeño pueblo en el

norte de las Filipinas, muy alto en la montaña, muy lejano, después de horas de viaje y había un

gran cartel que decía: «Welcome Human Rights (Bienvenidos Derechos Humanos)»: ¡en plena

montaña! ¡Me recordó que debo mantenerme humilde! Nos da una idea de la situación allí. Uno

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se presenta como: «Soy el pequeño funcionario, el relator que viene» ¡y para ellos es «Welcome

Human Rights»! Para ellos, esto debe presagiar un cambio que podría ayudar a modificar su vida.

Obviamente es una gran responsabilidad la que me han dado. A pesar de lo que mencioné

anteriormente respecto a los indígenas, no encontré contra racismo al hablar con ellos. Tal vez

fue porque hablaban conmigo. No hablaron en contra de los blancos, los criollos, los mestizos y

los ladinos como grupos humanos. Están seguros y saben muy bien que son las instituciones y los

grupos gobernantes los que toman las decisiones respecto a ellos, quienes los han puesto en la

posición en la que se encuentran. No son "el resto" de la población porque tienen un determinado

color de piel o hablan otro idioma. Cuando se les deja vivir integrados, lo hacen muy bien.

Siempre dicen lo siguiente: «Deseo vivir con mis vecinos y con las otras poblaciones.» En

México, por ejemplo, al hablar con muchas de las organizaciones, he encontrado a lo largo de los

años que ya existen alianzas entre las organizaciones autóctonas y las organizaciones de afro

descendientes, de mexicanos de origen africano. Los hay incluso en México y, a veces, lo

ignoramos. Encontramos la misma situación en Perú y en Bolivia, y los afro-americanos que

viven allí también reclaman sus derechos. Los indígenas les dicen: «De acuerdo, ustedes llegaron

aquí hace mucho tiempo como esclavos, ustedes también estuvieron al servicio de los blancos

que nos explotaron. Vengan, lucharemos juntos.» Veo algo de esto en todas partes.

M. D. Antes y durante los Juegos Olímpicos de Pékin-Beijing en 2008, se llevaron a cabo

numerosas manifestaciones en el mundo y en el propio Tibet denunciando la ocupación china y la

situación de los derechos humanos en Tibet. ¿Se han convertido los tibetanos en un pueblo

autóctono minoritario en el territorio tibetano?

R. S. Desconozco todos los detalles pero, por supuesto, que los tibetanos son un pueblo indígena

en el Tíbet. Siempre han estado allí. Es su país: pertenecen a ese país y ese país les pertenece. Sin

embargo, dicho esto, existe una larga historia de relaciones con el Imperio Chino. Este imperio,

como todos los imperios que crecieron y realizaron sus conquistas, considera que después de

siglos, el Tíbet forma parte del imperio y que nada podrá cambiarlo. La lucha por la

independencia, desde el punto de vista de la real politik, es totalmente imposible en este

momento. Yo creo que muchos tibetanos lo saben. Piden especialmente un régimen de

autonomía, que igualmente les ha sido negado, aun cuando se hable oficialmente de «Tíbet región

autónoma». En realidad no existe una verdadera autonomía. Faltan negociaciones entre los chinos

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y los tibetanos. Mientras tanto, desafortunadamente, los Chinos adoptaron una política de

migración con objeto de desequilibrar el balance demográfico, y es posible que en la actualidad

exista en el Tíbet un número mayor de colonos hans, de la etnia China de han, que llegaron para

desplazar a los tibetanos indígenas. Desafortunadamente, esta es la situación. También hay

mucha discriminación en contra de los tibetanos dentro de China. Yo considero que es un

problema muy grave. Diría: «Sí, los tibetanos son un pueblo indígena.» Pero imagínese que

cuando he hablado o hecho referencia a China ocasionalmente y, en particular en uno de mis

informes, los delegados Chinos del Consejo de Derechos Humanos siempre han replicado: «¿Por

qué habla de China el relator? Nosotros no tenemos pueblos indígenas en China, eso no existe.

No aceptamos el concepto de pueblos indígenas. Todos nosotros somos indígenas. Por otra parte,

los han siempre estuvieron presentes desde hace miles de años. Tenemos minorías culturales, sí,

los tibetanos y unos cincuenta grupos o nacionalidades minoritarias. Nuestra constitución

reconoce a las nacionalidades minoritarias y contamos con políticas respecto a ellas. Pero no

reconocemos el concepto de pueblos indígenas, diferentes a las minorías.» Por lo tanto, ¡jamás he

sido invitado a visitar China como relator!

A diferencia de lo anterior, en Japón existe un pueblo, llamado los ainu, que nunca habían

sido reconocidos por el gobierno japonés como un pueblo autóctono. Pero finalmente los han

reconocido como tales hace dos años a través de un acuerdo de la Dieta, el Parlamento Japonés,

reconoció a los ainu como un pueblo autóctono de Japón. Esto se llevó a cabo cuando se realizó

la votación de la declaración en la ONU en 2007. Japón reconoció en resumidas cuentas que

también este pueblo tenía el derecho a ser considerado como un pueblo indígena.

M. D. Sé que antes, como ahora, las naciones amerindias e indígenas suelen ser muy acogedoras

y generosas y utilizan este don para demostrar su respeto o su agradecimiento a sus invitados de

honor. Como académico, se le ha distinguido con doctorados honoris causa y prestigiosos

premios. ¿Ha recibido usted señales de reconocimiento equivalentes de uno o más pueblos

indígenas a lo largo de su mandato como Relator Especial o al final de él?

R. S. Sí. A lo largo de mis visitas y mis viajes he recibido regalos de las comunidades, objetos

materiales muy significativos para ellos y, por lo tanto, muy significativos para mí. También he

sido nombrado por una tribu del bosque Mau, en Kenia, miembro honorario anciano de la

comunidad por un grupo de cazadores-recolectores. Me dijeron: «Ahora usted ha sido nombrado

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como tal, que es un gran honor.» Yo respondí: «Sí, lo sé.» Luego agregaron: «También tiene

usted responsabilidades, debe velar por nosotros.» Pero, ¿cómo voy a lograr eso desde México

hasta el bosque Mau? He recibido símbolos de reconocimiento de varios grupos, como éste, y

estoy muy agradecido.

M. D. En 2008, los quebequenses celebraron el 400 aniversario de la fundación de Quebec. Me di

cuenta de que los indígenas no tuvieron realmente el lugar que les corresponde en estas

celebraciones y que los discursos realizados no tomaron realmente en cuenta la realidad histórica

pasada y presente. Muchos de los discursos daban a entender que los franceses habían sido los

primeros en poblar la América del noreste, en construir casas y pueblos, caminos, etc. En

resumen, a pesar de los avances en las investigaciones históricas y la creciente afirmación de la

identidad amerindia en Quebec en la última mitad de siglo, se continúa perpetuando una visión

etnocéntrica de la historia. En 2019-2021, durante la conmemoración de la fundación de México,

¿cree usted que los mexicanos reconocerán la importancia de las aportaciones de los pueblos

indígenas a la historia y al presente de la sociedad mexicana? El papel de los dos últimos

emperadores aztecas, Moctezuma y Cuauhtémoc, de la intérprete Malitzin y de Hernán Cortés

¿serán conmemorados como se debe? ¿Qué celebrarán los mexicanos: seguramente no la

conquista española como tal, sino más bien el encuentro de culturas, un pasado y un presente

compartidos, una identidad mestiza y las múltiples identidades? ¿Cantarán «México-Tenochtitlán

subsiste»?

R. S. En realidad no puedo contestar esas preguntas. Se trataría de suposiciones puramente

hipotéticas. Pero, por lo demás, es cierto que cuando hablamos de los preparativos del centenario

de la Revolución y del bicentenario de la Independencia, que se festejarán en el 2010, es muy

escasa, muy poca la atención que se les otorga a los pueblos indígenas de México en este

contexto. La comisión a cargo de la organización de estas festividades me invitó a formar parte

de un consejo. Varias veces, durante nuestras reuniones, yo plantee la siguiente pregunta: «Pero

¿qué harán ustedes para incluir a los pueblos indígenas de México en esta celebración?» Se ha

hecho muy poco. No podemos negar el hecho de que, en la retórica nacional, siempre ha habido y

todavía continúa habiendo la idea de un México como país principalmente mestizo en donde la

contribución indígena pertenece al pasado con las grandes culturas, esa herencia y ese patrimonio

de la humanidad, las pirámides, los templos, los museos, etc, he escrito mucho acerca de este

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tema a lo largo del tiempo. En cuanto a los pueblos indígenas de hoy en día, se deben de integrar

y formar parte de esta gran nación mestiza mexicana. En cierto modo es la visión dominante que

todavía existe, aun si la constitución de 2001 reconoce formalmente en el artículo 2 que México

es un país pluricultural y que los pueblos indígenas también contribuyen a hacer del país lo que

es hoy en día. Esta constitución reconoce el multiculturalismo. En innegable la existencia del

patrimonio intangible y no material de los pueblos indígenas: las tradiciones, las culturas, los

nombres y los nombres de los lugares, las cosmo visiones, etc. Se debe mantener este patrimonio,

celebrado y considerado como una parte integral de la sociedad nacional mexicana actual. Pero

esto es a nivel del discurso retórico. Lo que las personas piensan en general, lo que aprendemos

en las escuelas, lo que se habla en los medios de comunicación, etc., finalmente es muy poco.

M. D. Señor Stavenhagen, danke, danke schön, y muchas gracias.

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Application de la Résolution 60/251 de l’Assemblée générale du 15 mars 2006 intitulée «Conseil des droits de

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Documentos audiovisuales citados en esta publicación

DESJARDINS, R. y R. MONDERIE. Le peuple invisible, ONF, 2007.

TORT, G. (productor) y M. STAVENHAGEN (guionista). La guerilla y la esperanza. Lucio Cabañas. México,

Instituto mexicano de Cinematografia, 2005.

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Premios y distinciones otorgados a Rodolfo Stavenhagen

2009 Distinçao direitos Humanos para os Povos Indígenas, Ao Mérito Académico,

Universidade de Sao Paulo, Brasil

2006 Doctorado Honoris Causa. Universidad de Tromso, Noruega

2004 Premio Bartolomé de las Casas, España

2003 Premio Martin Diskin, Asociación de Estudios Latinoamericanos, EUA

2000 Reconocimiento de la Universidad de San Carlos, Guatemala, por trabajo pionero

en antropología jurídica en América Latina

1997 Premio Nacional de Ciencias y Artes otorgado por el gobierno de México

1994 Premio Boutros Boutros-Ghali, Fundación para el Apoyo a las Naciones Unidas,

Japón

1991-1993 Becas Fulbright, Guggenheim y Heintz, de los EUA, para trabajos

en materia de derechos humanos y conflictos étnicos

1993 Cátedra Raoul Wallenberg en Derechos Humanos, Universidad de Rutgers, EUA

1987 Regents’ Distinguished Lecturer, Universidad de California, Riverside, EUA

1982 Miembro Honorario del Instituto de Estudios Sociales, La Haya, Países Bajos

1980 Nombrado “académico sobresaliente” por la Universidad Nacional Autónoma de

México (UNAM)

1973 Premio Sourasky en Ciencias Sociales, Secretaría de Educación Pública, México

1970 Premio especial de economía Banamex, Banco Nacional de México por la obra

sobre reforma agraria y desarrollo agrícola en México.

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