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    LA RATA DE ACERO INOXIDABLEHarry Harrison

    Ttulo original: The stainless steel ratTraduccin: F. Gonzlez Legorburu 1966 Harry Harrison 1967 Editorial Ferma S.A.Av. Jos Antonio 800 - BarcelonaDepsito Legal B-6.319-1967Edicin electrnica de SadracCaptulos I a III editados por diasparBuenos Aires - Marzo de 2001

    I

    Cuando la puerta de la oficina se abri repentinamente, supe que todo habaterminado. Haba sido un buen filn... pero se haba acabado. Mientras entraba el polica,

    me recost en el silln y esboc una alegre sonrisa. Tena la misma expresin sombra y

    el mismo paso pesado que tienen todos... y la misma falta de sentido del humor. Casi

    poda adivinar lo que iba a decir antes de que abriese la boca.

    - James Bolvar diGriz, le arresto bajo la acusacin...

    Estaba esperando la palabra bajo. Pens que eso le daba un toque desenfadado al

    asunto. Mientras la deca, apret el botn de ignicin de la carga de plvora negra situada

    en el techo, en el punto exacto bajo el cual se hallaba, y as se dobl la viga y la caja de

    caudales, de tres toneladas de peso, cay justo sobre su coronilla. Qued bien aplastado,

    s seor. La nube de yeso se pos y todo lo que pude ver de l fue una mano, algo

    retorcida. Se agitaba un poco, y el dedo ndice me apuntaba acusadoramente. Su voz

    sonaba algo ahogada por la caja de caudales, y pareca un tanto preocupada. En

    realidad, se repeta un poco.

    - bajo la acusacin de entrada ilegal, robo, falsificacin...

    Sigui as durante un cierto tiempo. Era una lista impresionante, pero ya la haba odo

    antes. No me molestaba en absoluto mientras llenaba mi maleta con el dinero de los

    cajones. La lista terminaba con una acusacin nueva, y podra haberme jugado un

    montn as de alto de billetes de mil crditos a que sonaba un tanto dolida:

    - Adems, le ser aadido a su expediente la acusacin de ataque a un polica robot, lo

    cual ha sido una tontera, ya que mi cerebro y mi laringe estn acorazados, y en mi

    cavidad ventral...

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    - Todo eso ya lo s, muchacho; pero tu pequeo emisor-receptor est en la punta de tu

    aguzada cabeza, y lo que no quera era que dieses an aviso a tus amigos.

    Una buena patada hizo saltar la puerta de escape de la pared, y me dio acceso a las

    escaleras que bajaban al stano. Mientras pasaba sobre cascotes esparcidos por el suelo

    los dedos del robot trataron de alcanzar mi pierna, pero ya me lo esperaba, por lo que

    fallaron por algunos centmetros. Ya he sido perseguido por los suficientes policas robot

    como para no saber lo indestructibles que son. Puedes volarlos, o derribarlos, y continan

    persiguindote, aunque tengan que arrastrarse impelidos tan solo por un dedo inclume, y

    escupindote durante todo el tiempo moralidad azucarada. Esto es lo que estaba

    haciendo ste. Que si deba abandonar mi vida de crmenes y pagar me deuda con la

    sociedad, y todas esas paparruchadas. Todava poda or los ecos de su voz resonando

    escaleras abajo cuando llegu al stano.

    Ahora, los segundos estaban contados. Tena unos tres minutos antes de que me

    pisaran los talones, e iba a emplear exactamente un minuto y ocho segundos en salir del

    edificio. No era mucha ventaja, y la iba a necesitar toda. Otra puerta disimulada se abra a

    la sala de desetiquetado. Ninguno de los robots me mir mientras la atravesaba. Me

    habra sorprendido si lo hubieran hecho, pues eran todos del tipo sencillo de grado M, con

    poco cerebro y buenos tan slo para trabajos simples y repetitivos. Para esto era para lo

    que los haba alquilado. No sentan ninguna curiosidad sobre el por qu estaban quitando

    las etiquetas de las latas llenas de frutos nitrogenados, o acerca de qu haba al otro lado

    de la cadena sin fin que se llevaba estas latas a travs de un orificio en la pared. Ni tan

    slo miraron cuando abr la Puerta Que Jams Estaba Abierta y que daba al otro lado de

    esa pared. La dej abierta detrs mo, pues ya no era ningn secreto.

    Caminando cerca de la rugiente cadena sin fin, atraves la irregular abertura que yo

    mismo haba practicado en la pared del almacn del gobierno. Tambin haba tenido que

    instalar la cadena sin fin, pues esto y el hacer el hueco eran actos ilegales que tena que

    hacer por m mismo. Otra puerta cerrada se abra al almacn propiamente dicho. La

    cargadora automtica estaba apilando atareadamente latas en la cadena sin fin,

    tomndolas de los montones que llegaban hasta el techo. Esta cargadora ni tan solo tena

    el bastante cerebro como para ser llamada robot, tan slo estaba equipada con una cinta

    programada para que cargase las latas. La contorne y trot a lo largo de la habitacin.

    Tras de m murieron los sonidos de mi actividad ilegal. Me reconfortaba el saber que

    todava segua funcionando a pleno rendimiento.

    Haba sido uno de los negocios ms bonitos que haba montado. Con una pequea

    inversin alquil el almacn contiguo al del gobierno. Un simple agujero en la pared me

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    dio acceso a todo el stock de productos almacenados, productos a utilizar a tan largo

    plazo que yo saba que permaneceran sin ser tocados durante meses o aos en un

    almacn tan grande como este.

    Naturalmente, sin ser tocados hasta que yo llegu.

    Tras la perforacin del agujero y la instalacin de la cadena, el resto fue un negocio

    normal. Alquil los robots para sacar las etiquetas antiguas y sustituirlas por las muy

    atractivas que me haba hecho imprimir Entonces coloqu mis productos en el mercado

    en una forma estrictamente legal. Mi producto era mejor y, gracias a mi imaginativo

    sistema operativo, los costes eran muy bajos, por lo que poda permitirme vender ms

    barato que mis competidores y hacerme todava con unos jugosos beneficios. Los

    mayoristas locales se hablan dado cuenta rpidamente del saldo, y tena pedidos para

    muchos meses por adelantado. Haba sido un buen asunto... y podra haber durado algn

    tiempo ms.

    Ahogu esa lnea de pensamientos antes de que comenzase. Si algo hay que aprender

    en mi tipo de negocios es que, cuando un negocio se acab, se acab! La tentacin de

    continuar un da ms o de ingresar an otro cheque puede ser casi irresistible, lo s muy

    bien; pero tambin s que es la mejor forma de relacionarse con la polica...

    Date la vuelta y vete...

    Y podrs estafar otro da.

    Este es mi lema, y es un buen lema. Me hallo donde me hallo precisamente porque lo

    he seguido al pie de la letra.

    Y el soar despierto no ayuda a escapar de la polica.

    Ech todos estos pensamientos de mi mente al llegar al extremo de la sala. Toda el

    rea deba estar ya repleta de policas, as que tena que moverme deprisa y no cometer

    errores. Una rpida mirada a derecha e izquierda. Nadie a la vista. Dos pasos adelante, y

    apretar el botn del ascensor. Habla puesto un contador en este ascensor de la parte de

    atrs, y saba que se usaba por trmino medio tan slo una vez al mes.

    Lleg en unos tres segundos, vaco, y salt a su interior, apretando al mismo tiempo el

    botn que sealaba: azotea. El viaje pareci durar una eternidad, pero tan solo era una

    apreciacin subjetiva. Segn el contador duraba exactamente catorce segundos. Esta era

    la parte ms peligrosa de la fuga. Me puse rgido mientras el ascensor frenaba. Llevaba

    en la mano m calibre .75 sin retroceso, que podra ac abar con un polica, pero tan slo

    con uno.

    La puerta se abri y me relaj. Nada. Deban tener toda el rea rodeada en el suelo,

    pero no se hablan preocupado en poner policas en la azotea.

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    Al aire libre poda or por primera vez las sirenas... era un sonido maravilloso. Deban

    tener all la mitad de todas las fuerzas de polica, a juzgar por el ruido que hacan.

    Aceptaba esto del mismo modo que un artista acepta los aplausos.

    La pasarela estaba tras la caseta del ascensor, en el sitio donde la habla dejado. Algo

    descolorida por la humedad, pero igual de resistente. Unos pocos segundos para llevarla

    al borde de la baranda y recostara contra el edificio contiguo.

    Tranquilo. Este era el punto crtico en que la velocidad no contaba. Cuidadosamente

    hasta el final de la pasarela, con la maleta apretada contra mi pecho para mantener mi

    centro de gravedad sobre mi mismo. Paso a paso. Una cada de trescientos metros hasta

    el suelo. Si no miras hacia abajo no puedes caerte...

    Pasado. Momento de apresurarse. Con la pasarela tras la barandilla, si no la ven al

    principio, mi pista estar cubierta al menos durante algn tiempo. Diez pasos rpidos y all

    estaba la puerta de la escalera. Se abra con facilidad. Tena que hacerlo, pues por algo

    yo haba puesto aceite en las bisagras, una vez dentro, ech el cerrojo e inspir larga y

    profundamente. An no haba salido, pero la peor parte, en la que corra ms riesgos, ya

    haba pasado. Dos minutos sin interrupciones y jams encontraran a James Bolvar, alias

    Jim el escurridizo, diGriz.

    El rellano de la escalera correspondiente a la azotea era un cubculo mal alumbrado y

    mohoso que jams era visitado. Hacia semanas habla estado revisndolo

    cuidadosamente en busca de micrfonos o cmaras visoras, y no haba hallado nada. El

    polvo pareca inclume, con la excepcin de mis propias pisadas. Tena que aceptar el

    riesgo de suponer que no los habran colocado desde entonces. El riesgo calculado es

    algo que tiene que ser aceptado en mi profesin.

    Adis James diGriz, de noventa y ocho kilos de peso, con una edad aproximada de

    unos cuarenta y cinco aos, obeso y de prominentes mejillas, un tpico hombre de

    negocios cuya foto honra los archivos de la polica de un millar de planetas, lo mismo que

    sus huellas dactilares. Estas fueron lo primero que desapareci. Nada ms fcil, cuando

    las usas son como una segunda piel y sin embargo bastan unas gotas de disolvente para

    que salgan como un par de guantes transparentes.

    La ropa despus, y entonces el cors a la inversa: esa bella panza que me cie la

    cintura y que contiene veinte kilos de plomo mezclado con termita. Un rpido remojn de

    la botella de tinte y mi cabello recuper su original tonalidad marrn, as como mis cejas.

    Los tapones nasales y los rellenos de las mejillas duelen al salir, pero tan solo es un

    segundo. Ms tarde las lentillas de color azul. Este proceso me deja tan desnudo como

    cuando vine al mundo, y siempre siento como si hubiese nacido otra vez. Y, en cierto

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    sentido, es verdad; me haba convertido en un hombre nuevo, con veinte kilos menos,

    diez aos menos y una descripcin totalmente diferente. La maleta contena un traje

    completo y unas gafas de montura oscura que reemplazaban a las lentillas. El dinero

    caba fcilmente en un maletn.

    Cuando me ergu, pareca ciertamente como si me hubieran quitado diez aos. Estaba

    tan acostumbrado a usar aquel peso que ya no lo notaba... hasta ahora que me lo haba

    quitado. Me senta ligero.

    La termita destruira todas las evidencias. Hice un montn con todo y encend la

    mecha. Prendi con un rugido y todo: botellas, ropas, maleta, zapatos, pesas, etc., ardi

    con un brillo alegre. La polica hallara un punto requemado en el suelo, y el microanlisis

    tal vez les hiciese hallar algunas molculas en las paredes, pero esto sera todo lo que

    hallaran. El resplandor de la termita ardiendo proyect sombras danzantes a mi alrededor

    mientras bajaba tres pisos hasta el centsimodoceavo.

    La suerte segua acompandome; no haba nadie en el piso cuando abr la puerta. Un

    minuto ms tarde el ascensor rpido me dejaba, junto con un puado de otros hombres

    de negocios, en el amplio vestbulo.

    Tan solo haba una puerta abierta a la calle, y haba una cmara porttil de TV

    enfocada hacia ella. No se haca el menor intento de detener a la gente que sala o

    entraba al edificio, y la mayor parte de ella ni siquiera se daba cuenta de la cmara y del

    pequeo grupo de policas reunidos a su alrededor. Camin hacia ella a un paso

    mesurado. Unos nervios templados sirven de mucho en este tipo de negocios.

    Por un instante estuve de lleno en el campo de aquel fro ojo de cristal, luego pas de

    largo. No ocurri nada, as que no era sospechoso. Aquella cmara deba de estar

    conectada en directo con la computadora central en la Jefatura de Polica y, si mi

    descripcin se hubiera parecido lo suficiente a la que constaba en su memoria, aquellos

    robots hubieran recibido inmediatamente la notificacin y habra sido detenido antes de

    poder dar un solo paso ms. No se puede superar a la combinacin computadora-robot

    porque piensan y actan en cuestin de microsegundos, pero se les puede eludir

    previendo anticipadamente las cosas. Yo lo haba hecho una vez ms.

    Un taxi me llev hasta unas diez manzanas de distancia. Esper a que se perdiera de

    vista y tom otro. Hasta que no me hall en el tercer taxi no me sent lo suficientemente

    seguro como para ir a la terminal del espaciopuerto. Los sonidos de las sirenas se hacan

    ms y ms lejanos, y tan solo ocasionalmente algn coche de la polica pasaba raudo en

    sentido contrario.

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    Estaban haciendo una montaa de un pequeo crimen, pero eso es lo usual en los

    mundos supercivilizados. El crimen es ya algo tan raro, que la polica enloquece cuando

    tropiezan con uno. Hasta cierto punto no poda culparles por ello, el poner multas de

    trfico debe de ser un trabajo tremendamente aburrido. En realidad, creo que deberan

    agradecerme el que ponga un poco de excitacin en sus aburridas vidas.

    II

    Fue un bello paseo hasta el espaciopuerto, pues naturalmente se hallaba situado bien

    lejos de la ciudad. Tuve tiempo de arrellanarme en el asiento y contemplar el paisaje

    mientras pona en orden mis pensamientos. Hasta lo tuve para filosofar un poco. Uno de

    los motivos era que poda gozar de nuevo del placer de fumar un buen cigarro. En mi otra

    personalidad tan solo fumaba cigarrillos, y nunca he violado las costumbres de una

    personalidad, ni an en los momentos del ms estricto aislamiento. Los cigarros estaban

    todava en la cigarrera de bolsillo en que los habla metido haca seis meses. Di una larga

    chupada y lanc el humo contra el centelleante paisaje. Era bueno acabar un trabajo,

    tanto como el estar realizndolo. Nunca poda decidir qu era lo que ms me gustaba.

    Supongo que era porque cada cosa tena su tiempo de ser.

    Mi vida es tan diferente de las de la absoluta mayora de la gente que forma nuestra

    sociedad, que dudo que aunque quisiera pudiera explicrsela. Viven en una enorme y rica

    unin de mundos que casi ha olvidado el significado de la palabra crimen. Existen unos

    pocos descontentos y algunos, an menos, socialmente mal ajustados. Los pocos que

    an nacen, a pesar de los siglos de control gentico, son pronto atrapados, y su

    aberracin es rpidamente rectificada. Algunos no hacen patente su debilidad hasta que

    llegan a adultos: son los que intentan realizar crmenes mezquinos, como escalos,

    descuidos en almacenes y as... Los llevan a cabo durante una o dos semanas, o durante

    uno o dos meses, segn su nivel de inteligencia natural. Pero al fin, con la misma

    seguridad con que se da la degradacin de las sustancias radioactivas, la polica alarga

    su brazo y los atrapa.

    Esto es casi todo el crimen que se da en nuestra sociedad, organizada y aburguesada.

    Digamos que el noventa y nueve por ciento. Es el restante y vital uno por ciento el que da

    trabajo a los departamentos de polica. Ese uno por ciento soy yo y unos pocos como yo,

    un puado de hombres esparcidos por toda la Galaxia. Tericamente no podemos existir

    y, si existimos, no podernos operar. Pero lo hacemos. Somos las ratas del artesonado de

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    la humanidad... operamos ms all de sus barreras y de sus reglas. La sociedad tena

    ms ratas cuando las reglas eran ms flexibles, tal como los edificios de madera

    contenan ms ratas que los de cemento que los sustituyeron, pero a pesar de eso an

    tenan ratas. Ahora que la sociedad es toda de cemento armado y acero inoxidable hay

    menos rendijas entre las junturas y una rata tiene que ser inteligente para descubriras.

    Una rata de acero inoxidable est en su elemento en este ambiente.

    El ser un rata de acero inoxidable es algo solitario pero envanecedor... y es la

    experiencia ms formidable que se pueda dar en la Galaxia si es que uno puede realizar

    impunemente su tarea. Los socilogos no pueden ponerse de acuerdo sobre el motivo de

    nuestra existencia, y hasta algunos parecen dudar de ella. La teora ms comnmente

    aceptada dice que somos vctimas de una enfermedad psicolgica retardada que no

    muestra seales en la infancia, cuando podra ser detectada y corregida, y que tan solo se

    manifiesta ms tarde, en la vida adulta. Naturalmente he pensado mucho sobre este

    tema, y no estoy en lo ms mnimo de acuerdo con esta explicacin.

    Hace algunos aos escrib un librito sobre este tema, bajo seudnimo, por supuesto,

    que fue bastante bien recibido. Mi teora es que esta aberracin es ms bien filosfica y

    no psicolgica. Llega un cierto momento en que algunos nos damos cuenta de que uno

    tiene que vivir fuera de las reglas de la sociedad o morir de absoluto aburrimiento. No hay

    ni futuro ni libertad en la vida as circunscrita, y la nica otra vida posible es un rechace

    completo de las normas. Ya no hay lugar para el soldado de fortuna o para el caballero

    aventurero que puede vivir a un mismo tiempo dentro y fuera de la sociedad. Hoy en da

    es o todo o nada. Y, para preservar mi propia cordura, yo escog el nada.

    El taxi lleg al espaciopuerto justo cuando me encontraba en esta lnea de

    pensamiento negativo, por lo que me alegr el poderla abandonan La soledad es lo nico

    a lo que se le tiene que tener miedo en este tipo de negocios, pues ella y la

    autocompasin pueden destruirte si se apoderan de ti. La accin siempre me ha ayudado

    en estos casos, la excitacin del peligro y de la huida aclaran siempre la mente. Cuando

    pagu el taxi estaf al conductor ante sus propias narices, sustrayendo uno de los billetes

    en el mismo momento en que se lo entregaba. Estaba tan ciego como una pared de

    cemento. Su credulidad me hizo ronronear de placer. La propina que le di compensaba

    con creces la prdida, ya que tan solo hago estas pequeeces para romper la monotona.

    Haba un cobrador robot tras la ventanilla de venta de billetes. Tena un tercer ojo en la

    frente, lo que equivala a una cmara. Chasqueaba dbilmente mientras adquir mi billete,

    registrando mi rostro y destino. Era una precaucin normal por parte de la polica, y me

    hubiera sorprendido el que no la hubiesen tomado. Mi destino se hallaba dentro del

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    sistema, por lo que dudaba de que mi fotografa fuera a parar a otro lugar que a los

    archivos. No estaba dando un salto interestelar esta vez, como era mi costumbre tras un

    trabajo grande. No era necesario. Tras. un trabajo en un planeta solitario o en un sistema

    pequeo, es imposible el seguir en l, pero Beta Cygnis tiene un sistema de casi veinte

    planetas, todos ellos con climas terrificados. Este planeta, el III, estaba ahora demasiado

    caliente, pero el resto del sistema era terreno virgen. Haba un alto nivel de rivalidad

    econmica dentro de l, y saba que sus departamentos de polica no cooperaban

    demasiado bien. Esto les iba a costar caro. Mi billete era para Moriy, planeta XVIII,

    extenso y esencialmente agrcola.

    Haba algunas pequeas tiendas en el espaciopuerto. Las visit cuidadosamente, y

    adquir una maleta nueva con un vestuario completo y otros artculos esenciales de viaje.

    Reserv el sastre para lo ltimo. Me seleccion un par de trajes de viaje y un faldelln de

    ceremonias, que me llev al cuarto probador. Como por puro accidente, logr colgar uno

    de los trajes sobre la cmara oculta en la pared, e hice con los pies sonidos parecidos a

    los que hace alguien que se est desnudando, mientras me ocupaba del billete que

    acababa de adquirir. Una de las puntas de mi cortacigarros era un perforador, con el que

    alter los orificios codificados que indicaban mi destino. Ahora me diriga al planeta X, en

    lugar de al XVIII, y con esta alteracin haba perdido casi doscientos crditos. Este es el

    secreto para alterar billetes y otros documentos similares: no traten de elevar el valor

    facial... es muy probable que esto sea descubierto. Pero si bajan el valor facial, aunque

    sean sorprendidos, la gente estar segura de que todo se debe a un error mecnico. No

    hay ni la menor duda en ello, porque para qu iba alguien a hacer una alteracin en la

    que perdiese dinero?

    Antes de que la polica pudiese sospechar, ya haba sacado el traje de delante del

    visor, y me lo prob empleando en ello todo el tiempo necesario. Ya lo tena casi todo

    dispuesto, y an me quedaba una hora, ms o menos, antes de que la nave partiese.

    Emple prudentemente el tiempo en ir a una lavandera automtica para lavar y planchar

    toda mi ropa nueva. No hay nada que atraiga ms la atencin de un aduanero que una

    maleta llena de ropa sin usar.

    La aduana pas sin problemas y, cuando la nave estuvo medio llena, sub a bordo,

    sentndome cerca de la azafata. Flirte con ella hasta que se march, despus de

    clasificarme en la categora de Macho, impetuoso, molesto. Una solterona que se sentaba

    a mi lado tambin me clasific en el mismo cajn y se puso a mirar por la ventanilla,

    dndome ostentosamente la espalda. Me adormil contento, porque si hay algo me mejor

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    que no ser apercibido es el ser apercibido y clasificado en una categora. Tu descripcin

    se mezcla con la de todos los otros de esa categora, y all acaba todo.

    Cuando me despert casi estbamos en el planeta X, por lo que segu adormilado en el

    asiento hasta que aterrizarnos, y luego me fum un cigarro mientras mi equipaje pasaba

    por la aduana. Mi maletn lleno de dinero no levant sospechas, ya que previsoramente

    falsifiqu meses antes seis documentos que me acreditaban como mensajero bancario.

    En este sistema el Crdito Interplanetario era casi inexistente, as que los aduaneros

    estaban acostumbrados a ver pasar, en uno y otro sentido, montones de dinero lquido.

    Confund la pista un poco ms, casi por hbito, y acab hallndome en una gran ciudad

    industrial llamada Brouggh, situada a un millar de kilmetros del lugar en el que habla

    tomado tierra. Usando una documentacin totalmente distinta, tom alojamiento en un

    hotel tranquilo de los suburbios.

    Normalmente, tras un trabajo grande como el ltimo, descanso durante uno o dos

    meses, pero en esta ocasin no tena deseos de descansar Mientras llevaba a cabo

    pequeas compras por la ciudad con el fin de reconstruir la personalidad de James diGriz,

    tena al mismo tiempo los ojos muy abiertos en busca de nuevas oportunidades para

    negocios. El primer da que sal hall una que pareca ideal... y que cada da se me

    apareca como mejor.

    Una de las razones por las que he estado durante tanto tiempo fuera del alcance de la

    ley es porque nunca me repito. He imaginado algunos de los ms impresionantes

    negocios, los he puesto en marcha una vez y luego los he abandonado para siempre.

    Casi lo nico que tenan en comn es que todos me daban dinero. Casi lo nico a lo que,

    hasta hoy, no haba llegado es al asalto a mano armada. Era ya tiempo de corregir esto.

    Mientras estaba reconstruyendo la obesa personalidad del escurridizo Jim, iba

    planeando los detalles de la operacin. Casi al mismo tiempo que tuve a punto los

    guantes con las huellas dactilares acab de planificar todo el negocio. Era simple, tal y

    como tienen que serlo todos los asuntos buenos, ya que, cuantos menos detalles hayan,

    menos cosas habrn que puedan ir mal.

    Iba a atracar Moralo, los ms grandes almacenes de la ciudad. Cada tarde,

    exactamente a la misma hora, un camin blindado se llevaba los ingresos del da al

    banco. Era un bocado apetitoso: una gigantesca suma en inidentificables billetes de

    pequeo valor facial. El nico problema que se presentaba, al menos para m, era cmo

    un solo hombre podra copar con el enorme peso y volumen de todo aquel dinero. Cuando

    tuve una respuesta para esto, la operacin estuvo a punto.

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    Claro est que todos estos preparativos tan solo fueron hechos en mi mente hasta que

    la personalidad de James diGriz estuvo de nuevo a punto. El da en que me coloqu otra

    vez aquella panza lastrada not como si estuviera de nuevo de uniforme. Encend mi

    primer cigarrillo casi con satisfaccin, luego me puse al trabajo. Un da o dos para algunas

    compras y unos pocos robos sencillos, y ya estaba listo. Program el trabajo para el da

    siguiente a primeras horas de la tarde.

    La clave de la operacin era un amplio camin-tractor que haba comprado, y al que

    haba efectuado algunas alteraciones en el interior Lo aparqu en un callejn, pero no

    importaba, ya que tan solo era usado por la maana temprano. Era un simple paseo hasta

    los almacenes, a los que llegu casi al mismo tiempo en que apareca el camin blindado

    Me recost contra la pared del gigantesco edificio mientras los guardias sacaban el

    dinero. Mi dinero.

    Para alguien con algo de imaginacin supongo que aquello hubiera sido una visin

    atemorizadora: Por lo menos cinco guardias armados situados alrededor de la entrada,

    dos ms en el interior del vehculo, as como el conductor y su ayudante. Como

    precaucin adicional, cerca de la curva se hallaban tres rugientes monociclos, que

    acompaaran al camin para protegerlo por el camino. Oh, muy impresionante! Tuve

    que ocultar una sonrisa tras mi cigarrillo cuando pens en lo que iba a ocurrirles a esas

    elaboradas precauciones.

    Haba estado contando las carretadas de dinero a medida que salan por la puerta.

    Siempre haba quince, ni menos ni ms; esta costumbre me facilitaba el conocer el

    momento en que deba empezar a actuar. En el instante en que la catorceava era cargada

    en el camin blindado, apareca en la entrada de los almacenes la quinceava. El chofer

    del camin haba estado contando igual que yo, por lo que baj de la cabina y se dirigi

    hacia la puerta trasera para cerrarla con llave cuando hubiera terminado la carga.

    Estbamos perfectamente sincronizados mientras nos cruzamos andando: en el

    momento en que l llegaba a la puerta trasera, yo llegu a la cabina, sub a ella con

    tranquilidad y silenciosamente, y cerr la puerta tras de mi. El ayudante del conductor tuvo

    tan solo el tiempo justo para abrir la boca y desorbitar los ojos antes de que yo le colocase

    una bomba anestsica en el regazo; se derrumb inmediatamente. Yo, naturalmente,

    llevaba los adecuados filtros nasales. Mientras con la mano izquierda pona en marcha el

    motor, con la derecha lanzaba una bomba ms grande por la ventanilla que una la cabina

    con la parte trasera. Se oyeron unos confortantes golpes cuando los guardianes se

    derrumbaron sobre los sacos de dinero.

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    Todo esto me haba llevado seis segundos. Los guardianes situados en la escalinata se

    estaban empezando a dar cuenta de que algo iba mal. Les hice un alegre saludo con la

    mano a travs de la ventanilla y aceler el camin blindado, sacndolo de la cuna. Uno de

    ellos trat de correr para lanzarse a travs de la puerta abierta, pero ya era demasiado

    tarde. Todo haba pasado tan rpidamente que ninguno de ellos habla pensado en

    disparar. Ya haba yo previsto el que habra pocos balazos. La sedentaria vida de esos

    planetas atrofia los reflejos.

    Los conductores de los monociclos se despertaron mucho ms rpidamente, me

    perseguan antes de que el camin hubiera recorrido treinta metros. Moder la marcha

    hasta que me alcanzaron y luego apret el acelerador, manteniendo la velocidad exacta y

    suficiente para que no me pasasen.

    Claro que sus sirenas estaban aullando y que hacan funcionar sus armas, era tal como

    yo lo haba planeado. Bajamos por la calle como corredores de cohetes, y el trfico se

    disolvi delante nuestro. No tenan tiempo para pensar y darse cuenta de que lo que

    estaban haciendo era asegurar que el camino quedara libre para mi huida. La situacin

    era realmente humorstica, y me temo que solt una carcajada mientras conduca el

    camin por las estrechas esquinas.

    Por supuesto que se habra dado la alarma, y que ms adelante se deban estar

    bloqueando las carreteras... pero esos ochocientos metros pasaron rpidos a la velocidad

    a la que bamos. Fue cuestin de segundos hasta que vi ante m la boca del callejn.

    Dirig el camin hacia ella, apretando al mismo tiempo el botn del transmisor de onda

    corta que llevaba en el bolsillo.

    Se encendieron mis bombas de humo a todo lo largo del callejn. Como se puede

    suponer, eran de fabricacin casera, como casi todo mi equipo, pero no obstante

    producan una nube adecuadamente densa en aquel estrecho callejn. Llev el camin un

    poco hacia la derecha, hasta que el parachoques rozaba la pared, y reduje un poco la

    velocidad para as poder guiar por el tacto. Naturalmente, los conductores de los

    monociclos no podan hacer esto, ya que solo tenan la eleccin de detenerse o de

    lanzarse de cabeza a la oscuridad. Espero que tomaran la decisin correcta y que

    ninguno de ellos resultase herido.

    Se supona que el mismo impulso radial que haba prendido las bombas de humo deba

    de haber abierto la puerta trasera del camin situado all delante y bajado la rampa. Haba

    funcionado estupendamente cuando hice la prueba, por lo que tan solo me quedaba

    esperar que ocurriera lo mismo en la prctica. Trat de estimar la distancia que haba

    recorrido en el callejn contando el tiempo y la velocidad, pero me equivoqu un poco, las

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    ruedas frontales del camin golpearon la rampa con un estampido destructor y el camin

    blindado rebot, ms que rod, al interior del otro camin ms grande. Me magull un

    poco y me qued justo el sentido suficiente para pisar el freno antes de que atravesase la

    cabina con el blindado.

    El humo de las bombas lo converta todo en una medianoche, lo cual, unido a mi

    cabeza atontada por el golpe, casi arruin todo el asunto. Pasaron valiosos segundos

    mientras me recostaba contra la pared del camin tratando de volverme a orientar. No s

    cuanto tiempo me llev, pero cuando al fin trastabill por la puerta de atrs ya poda or

    las voces de los guardianes atravesando el humo. Oyeron la retorcida rampa crujir

    mientras la cerraba, por lo que tuve que tirar un par de bombas ms para calmarlos.

    Cuando sub a la cabina del camin tractor el humo comenzaba a disiparse. Encend el

    motor, poniendo en marcha el vehculo. Unos metros ms all, al salir del callejn, irrump

    a la luz del da. La bocacalle daba a una va principal, y a unos metros por delante vi

    pasar dos coches de la polica echando chispas. Cuando mi camin sali a la calle, me

    fij cuidadosamente en todos los testigos. Ninguno de ellos demostraba el ms mnimo

    inters por el camin o por el callejn. Aparentemente, toda la conmocin estaba an

    limitada al otro extremo del mismo. Di gas al motor y tom la calle, alejndome de la

    tienda que acababa de robar.

    Claro que tan solo recorr unas pocas manzanas en esa direccin, para doblar luego

    por una travesa. En la siguiente esquina dobl de nuevo y regres hacia Moralo, el lugar

    de mi reciente crimen. El aire fro que entraba por la ventanilla hizo que pronto me sintiera

    mejor, y hasta llegu a silbar una alegre cancioncilla mientras maniobraba el enorme

    camin por entre las calles.

    Habra sido estupendo el pasar por delante de Moralo y ver lo que ocurra, pero esto

    solo hubiera sido buscar problemas. El tiempo segua siendo importante. Haba planeado

    cuidadosamente una ruta que evitaba toda la congestin del trfico y ahora la estaba

    siguiendo escrupulosamente. Fue solo cuestin de minutos el llegar hasta el

    aparcamiento de carga situado en la parte de atrs del gran almacn. All habla un poco

    de inquietud a causa del robo, pero se difuminaba entre el bullicio normal de la carga y la

    descarga. Aqu y all, un grupo de conductores de camin o de capataces estaban

    discutiendo sobre el acontecimiento, pero como los robots no cotillean, el trabajo normal

    continuaba. Los hombres estaban, naturalmente, tan excitados, que no se prest ninguna

    atencin a mi camin cuando lo llev al aparcamiento, junto a los otros. Apagu el motor y

    me recost en el asiento, con un suspiro de satisfaccin.

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    La primera parte estaba completa. No obstante, quedaba la segunda, que era igual de

    importante. Rebusqu en mi panza entre el equipo que siempre llevo en los trabajos...

    para una emergencia como esta. Normalmente no confo en los estimulantes, pero an

    estaba atontado por los golpes. Dos centmetros cbicos de Linoten en mi cbito anterior

    me aclararon rpidamente la cabeza. Volva a caminar con paso seguro cuando me dirig

    a la parte de atrs del camin.

    El ayudante del conductor y los guardas todava estaban inconscientes, y continuaran

    as por lo menos durante diez horas. Los dispuse en una alineada fila en la parte

    delantera, donde no me molestaran, y me dispuse al trabajo.

    El camin blindado casi llenaba la caja del camin, tal como haba supuesto; por tanto,

    haba asido las cajas a las paredes. Eran unas estupendas y fuertes cajas de embalaje

    con el nombre de Moralo bien visible en todas sus caras. Era un pequeo robo a su

    almacn que pasara desapercibido, Las baj y las mont para llenarlas. Pronto estaba

    sudando, y me tuve que quitar la camisa mientras comenzaba a meter el dinero en los

    embalajes.

    Casi me llev dos horas introducido y cerrar las cajas. Cada diez minutos o as daba

    una ojeada a travs de la mirilla de la puerta: tan solo se vea la actividad normal. Sin

    duda la polica deba tener la ciudad sitiada y deba de estar registrndola, casa por casa,

    en busca del camin. Estaba casi seguro de que el ltimo sitio en el que se les ocurrira

    mirar sera en la parte de atrs del almacn robado.

    El almacn en el que me haba provisto de los embalajes tambin me haba

    proporcionado un buen surtido de albaranes de envo. Pegu uno a cada una de las

    cajas, dirigindolas a diferentes lugares de recogida. Como es natural las puse a portes

    pagados, y ya estuve dispuesto para finalizar la operacin.

    Por entonces ya casi se haba hecho oscuro, pero saba que el departamento de

    envos estara ocupado casi toda la noche. Encend de nuevo el motor y me dirig

    lentamente, en marcha atrs, al muelle de envos. Haba un rea relativamente tranquila

    all donde se encontraban el sector de carga y el de descarga. Detuve el camin lo ms

    cerca que pude de la lnea divisoria. No abr la puerta de atrs hasta que todos los

    trabajadores se hallaron mirando en otra direccin. An el ms estpido de ellos se

    hubiera sentido curioso ante el hecho de que un camin descargase cajas de envo de la

    firma. Tras apilarlas en la plataforma les ech una lona por encima, todo lo cual apenas

    me llev unos pocos minutos. Tan solo cuando hube cerrado las puertas del camin volv

    a destaparas, y me sent sobre una de ellas para fumar un cigarrillo.

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    Antes de haberlo terminado, pas un robot del departamento de envos lo

    suficientemente cerca como para poderlo llamar.

    - Ven aqu. Al M-19, que estaba cargando esto, se le quem una banda de freno, as

    que ocpate t.

    Sus ojos brillaron con la luz del deber. Algunos de los tipos M superiores se toman su

    trabajo muy a conciencia. Tuve que apartarme rpidamente cuando por las puertas

    situadas a mis espaldas aparecieron los camiones y las cargadoras M. Se oy un ajetreo

    de carga y seleccin y mi botn desapareci por la plataforma. Encend otro cigarrillo y

    mir durante un rato mientras las cajas eran codificadas, marcadas y cargadas en los

    camiones de envo o en las cintas transportadoras locales.

    Todo lo que me quedaba por hacer era deshacerme del camin en alguna calle perdida

    y cambiar de personalidad.

    Mientras estaba entrando en el camin, me di cuenta por primera vez de que algo

    andaba mal. Claro que me haba estado fijando en la puerta... pero no lo bastante. Haban

    estado entrando y saliendo camiones, pero, de pronto, me golpe como un martillo piln

    en el plexo solar el hecho de que eran siempre los mismos los que iban en una y otra

    direccin. Uno grande, rojo, de grandes distancias, estaba ahora mismo saliendo. O el

    eco de su tubo de escape rugir calle abajo... y luego morir con un lento gruido. Cuando

    se volvi a or no fue alejndose, sino que el camin apareci por la otra puerta. Haba

    coches de la polica esperando tras la valla. Esperndome a m.

    III

    Por primera vez en mi carrera sent el pavor del hombre acorralado. Esta era la primera

    vez en que la polica estaba tras mis huellas sin haberlo yo previsto. Se haba perdido el

    dinero, eso ya era seguro, pero eso ya no me importaba. Lo que queran ahora era

    atraparme.

    Piensa primero, luego acta. Por el momento an estaba seguro. Naturalmente me

    estaban rodeando, pero lentamente, pues no saban en qu parte del gigantesco

    aparcamiento me hallaba. Cmo me haban encontrado? Este era el punto

    verdaderamente importante. La polica local estaba acostumbrada a un mundo casi sin

    crmenes, por lo que no podan haber dado con m rastro con tanta rapidez. En realidad,

    no haba dejado ningn rastro, por lo que quienquiera que hubiese preparado esta trampa

    lo haba hecho tan solo con lgica y raciocinio.

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    Sin pensarlo, unas palabras saltaron a mi mente: El Cuerpo Especial.

    Nunca se escriba nada acerca de l, tan solo se podan or un millar de palabras

    susurradas en un millar de mundos a lo largo de la Galaxia. El Cuerpo Especial, la rama

    de la Liga que se ocupaba de los problemas que los planetas por s solos no podan

    resolver. Se supona que el Cuerpo haba acabado con los restos de los Merodeadores de

    Haskell tras la paz, que haba eliminado del juego a los ilegales comerciantes T & Z, y que

    finalmente haban cazado a Inskipp. Y ahora iban a por m.

    Estaban all afuera, esperando a que tratase de abrir brecha. Estaban pensando en

    todos los caminos, igual que yo, y los estaban bloqueando. Tena que pensar rpido y

    bien.

    Tan solo haba dos caminos hacia afuera: a travs de las puertas o a travs de la

    tienda. Las puertas estaban demasiado bien cubiertas para abrir brecha, y tal vez en la

    tienda hubiese otras posibilidades de escape. Tendra que hacerlo por all. En el momento

    en que llegaba a esta conclusin, me di cuenta de que otras personas tambin habran

    llegado a ella, y que ya deban estarse dirigiendo a cubrir esas salidas. Este pensamiento

    me dio miedo... y tambin me enfad. La sola idea de que alguien pudiera ganarme

    pensando ya me era odiosa. De acuerdo, podan tratar de atraparme... pero les iba a

    costar. Todava me quedaban unos cuantos trucos en la manga.

    Primero, una pequea pista falsa: Puse en marcha el camin, en primera, y lo apunt a

    la puerta. Cuando estaba en lnea recta ator el volante y salt por el lado opuesto de la

    cabina, volviendo al hangar de mercancas. Una vez estuve dentro apresur el paso. Tras

    de mi pude or algunos disparos, un fuerte golpe y muchos chillidos. Esto ya estaba mejor.

    Las cerraduras nocturnas estaban conectadas en las puertas que llevaban a la tienda

    propiamente dicha. Era una alarma de tipo antiguo, que poda desconectar en escasos

    segundos. Mis ganzas abrieron la puerta y le di una patada, echndome para atrs. No

    se oyeron timbres de alarma, pero saba que, en alguna parte del edificio, un indicador

    sealaba que haba sido abierta una puerta. Fui hasta la puerta ms alejada del lado

    opuesto del edificio corriendo tanto como poda. Esta vez me asegur de que la alarma

    estuviera desconectada antes de atravesar la puerta. La cerr tras de mi.

    El trabajo ms complicado del mundo es correr y no hacer ruido. Mis pulmones ardan

    cuando estaba llegando a la entrada de empleados. Unas pocas veces vi luces de

    linternas delante mo y tuve que esconderme tras los mostradores, pero logr pasar sin

    ser visto, aunque ms por suerte que por otra cosa. Ante la puerta por la que habra

    querido salir se hallaban dos hombres de uniforme. Permaneciendo tan pegado como

    pude a la pared me acerqu a unos siete metros de ellos antes de tirarles una granada de

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    gas. Por un segundo estuve seguro de que llevaban puestas mscaras antigs y de que

    todo haba terminado... luego se derrumbaron. Uno de ellos estaba bloqueando la puerta,

    por lo que lo apart rodando con el pie y la abr unos centmetros.

    El reflector no poda haber estado a ms de diez metros de la puerta: cuando se

    encendi not ms dolor que luz. Me tir al suelo en el mismo instante en que se

    encenda, y los balazos de la pistola ametralladora perforaron una hilera de agujeros a lo

    ancho de la puerta. Mis odos estaban sordos por el estrpito de las balas explosivas y

    casi no pude or el ruido de los pasos a la carrera. Ya tena mi calibre .75 en la mano, y

    coloqu todo un cargador a travs de la puerta, apuntando alto para no herir a nadie. No

    los detendra, pero los hara ir ms despacio.

    Devolvieron el fuego, deba de haber un pelotn entero all afuera. De la pared de atrs

    saltaron esquirlas de plstico, y los proyectiles silbaron por el corredor. Era una buena

    cobertura, as saba que nadie me saldra por la espalda. Permaneciendo lo ms plano

    que pude, rept en la direccin opuesta, fuera de la lnea de tiro. Dobl dos esquinas

    antes de estar lo suficientemente lejos de las armas como para poderme arriesgar a

    ponerme en pie. Mis rodillas temblaban y mi visin estaba an oscurecida por grandes

    manchas de color. El reflector haba hecho un buen trabajo, casi no poda ver a la dbil

    luz.

    Segu movindome lentamente, tratando alejarme lo ms posible de los disparos. El

    pelotn del exterior haba disparado en cuanto yo haba abierto la puerta, lo que

    significaba que tenan rdenes de disparar contra quienquiera que tratase de abandonar

    el edificio. Una bella trampa. Los policas de dentro seguiran buscando hasta dar

    conmigo. Si trataba de salir me asaran. Comenzaba a sentirme como tina rata en una

    ratonera.

    Todas las luces de los almacenes se encendieron y me quede parado, helado. Estaba

    cerca de la pared de una gran sala dedicada a artculos para granjas. Al otro lado de la

    habitacin se hallaban tres soldados. Nos divisamos al mismo tiempo, y me zambull

    hacia la puerta mientras a todo mi alrededor rebotaban las balas. Los militares estaban

    tambin en ello, lo que significaba que se lo haban tomado muy en serio. Al otro lado de

    la puerta haba un grupo de ascensores... y escaleras subiendo hacia lo alto. Me met en

    el ascensor de un salto y hund el botn del stano, logrando apenas salir antes que se

    cerraran las puertas. Las escaleras estaban en la direccin de los soldados que me

    perseguan, por lo que me pareci que corra hacia sus bocas de fuego. Deb de alcanzar

    las escaleras un instante antes de su llegada. Sub por ellas y llegu hasta el primer

    descansillo antes de que ellos estuvieran abajo. La suerte todava me acompaaba. No

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    me haban visto, y estaran seguros de que haba ido hacia abajo. Me desplom contra la

    pared, oyendo los gritos y los silbatos mientras dirigan su bsqueda hacia el stano.

    Pero en el grupo haba uno listo. Mientras los otros estaban siguiendo la pista falsa, lo

    o comenzar a subir lentamente las escaleras. No me quedaba ninguna granada de gas,

    todo lo que poda hacer era subir por delante de l, tratando de no hacer ningn ruido.

    Vena lenta y pausadamente, y yo me mantuve por delante de l. De esta manera

    subimos cuatro pisos, yo en calcetines, con los zapatos entrelazados alrededor de mi

    cuello, y l con sus pesadas botas raspando suavemente contra el metal de los

    escalones.

    Cuando inici la subida al quinto piso me detuve, con el pie a mitad de un escaln.

    Alguien estaba bajando... alguien que usaba el mismo tipo de botas militares. Hall la

    puerta al pasillo, la abr y me deslic por ella. Ante mi se extenda un largo corredor,

    flanqueado por algn tipo de oficinas. Comenc a correr a lo largo de l, tratando de

    alcanzar una esquina antes de que aquella puerta se abriese y las balas explosivas me

    partiesen en dos. El pasillo pareca interminable, y de repente me di cuenta de que nunca

    conseguira llegar al final a tiempo.

    Era una rata buscando un agujero... y no haba ninguno. Las puertas estaban cerradas,

    todas. Las iba probando mientras corra, sabiendo que no lo iba a lograr. Aquella puerta

    de la escalera se estaba abriendo tras de m, y el arma se estaba levantando. No me

    atrev a darme la vuelta y mirar, pero lo poda sentir. Cuando la puerta se abri bajo mi

    mano casi cal a travs de ella antes de darme cuenta de lo que habla sucedido. La cerr

    tras de mi y me recost contra ella en la oscuridad, jadeando como un animal agotado.

    Entonces se encendi la luz y vi al hombre sentado tras el escritorio, sonrindome.

    Existe un lmite para la cantidad de emociones que puede absorber un ser humano, y

    yo haba sobrepasado el mo. No me importaba si me daba un balazo o me ofreca un

    cigarrillo... haba llegado basta el final de mi camino. No hizo ninguna de las dos cosas; en

    lugar de eso, me ofreci un cigarro.

    - Coja uno de estos, diGriz. Creo que son su marca.

    El cuerpo es un esclavo del hbito. An cuando la muerte est a unos centmetros,

    responde a las costumbres establecidas. Mis dedos se movieron por s mismos y tomaron

    el cigarro, mis labios lo apretaron y mis pulmones lo sorbieron hasta darle vida. Y, durante

    todo esto, mis ojos vigilaban al hombre tras el escritorio, esperando la muerte.

    Se debi de notar. Me seal una silla y tuvo buen cuidado de tener las dos manos a la

    vista sobre la mesa. Yo todava tena mi arma apuntada contra l.

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    - Sintese, diGriz, y aparte ese can. Si quisiera matarle, lo podra haber hecho ms

    fcilmente que guindolo hasta esta habitacin - sus cejas se arquearon sorprendidas

    cuando vio la expresin de mi rostro -. No me dir que crey llegar hasta aqu por

    casualidad?

    Hasta ese mismo momento as lo habla credo, y esta falta de un razonamiento

    inteligente por mi parte me produjo una oleada de vergenza que me devolvi a la

    realidad. Me haban sobrepasado mental y fsicamente, y lo menos que poda hacer era

    rendirme a la evidencia. Lanc el arma sobre la mesa y me derrumb sobre la silla

    ofrecida. Barri la pistola hacia un cajn con rpida eficiencia y se relaj l tambin un

    poco.

    - Me tuvo preocupado por un momento por la forma en que se qued ah delante, con

    los ojos locos y agitando esa pieza de artillera de campo.

    - Quin es usted?

    Sonri ante lo abrupto de mi tono.

    - Bueno, no importa quien soy. Lo que importa es la organizacin a la que represento.

    - El Cuerpo?

    - Exactamente. El Cuerpo Especial. No crey que se trataba de la polica local,

    verdad? Ellos tienen rdenes de dispararle a primera vista. Fue tan slo despus de que

    les dije cmo hallarle cuando dejaron que el Cuerpo interviniese. Tengo algunos de mis

    hombres en el edificio, son los que lo han trado hasta aqu. El resto son todos nativos,

    con dedos nerviosos en los gatillos.

    No era muy halageo, pero era verdad. Me haban llevado de un lado para otro como

    a un robot de clase M, con cada movimiento programado por adelantado. El viejo tras el

    escritorio... pues ahora me daba cuenta de que deba de tener unos sesenta y cinco aos,

    haba demostrado ser superior a m. El juego haba terminado.

    - De acuerdo, seor Detective. Me tiene usted atrapado, as que el recrearse en mi

    desgracia no tiene sentido. Qu sigue ahora en el programa? Reorientacin

    psicolgica, lobotoma... o simplemente el pelotn de ejecucin?

    - Me temo que nada de eso. Estoy aqu para ofrecerle un empleo en el Cuerpo.

    Todo el asunto era tan ridculo que casi me ca de la silla en el ataque de risa que

    sigui a estas palabras. Yo, James diGriz, el ladrn interplanetario trabajando como

    polica. Era demasiado cmico.

    El otro permaneci paciente, esperando hasta que hube terminado.

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    - Admito que tiene su lado cmico - dijo -, pero slo a simple vista. Si se para a

    pensarlo, tendr que admitir que no hay nadie ms cualificado para atrapar a un ladrn

    que otro ladrn.

    Haba bastante de verdad en eso, pero no iba a comprar mi libertad convirtindome en

    un cimbel.

    - Una oferta interesante, pero no pienso salir de esto volvindome traidor. Sabe?, an

    entre los ladrones existe un cdigo de honor.

    Esto lo enfad. Era ms alto de lo que pareca sentado, y el puo que agit ante mi

    rostro era tan grande como un zapato.

    - Pero qu clase de estupideces est diciendo? Suena como una frase de una

    pelcula de gngsters de la televisin. Nunca se ha encontrado con otro ladrn en su

    vida, y no lo har nunca! Y si lo hiciera, lo delatara alegremente si con ello pudiese sacar

    usted algn provecho. La esencia misma de su vida es el individualismo... eso y la

    emocin de hacer cosas que otros no pueden hacer. Bueno, eso ya se acab, y lo mejor

    es que se convenza a usted mismo de ello. Ya no puede seguir siendo el play-boy

    interplanetario que sola ser... pero puede llevar a cabo un trabajo que va a necesitar de

    cada onza de su habilidad y talentos especiales. Ha matado alguna vez a un hombre?

    - No... no que yo sepa.

    - Bueno, no lo ha hecho. Le digo esto por si as va a dormir mejor por las noches. No es

    usted un homicida, mir eso en su ficha antes de venir a buscarle. Es por eso por lo que

    s que entrar en el Cuerpo, y que sentir un gran placer en capturar al otro tipo de

    criminal que est enfermo, y no que simplemente realiza una protesta social. El hombre

    que puede asesinar y disfrutar con ello.

    Era demasiado convincente, y tena todas las respuestas. Tan slo quedaba un

    argumento, y lo lanc en un ltimo intento defensivo.

    - Y qu hay con el Cuerpo? Si se enteran que est usted empleando a criminales

    semireformados para hacer trabajos sucios, nos fusilarn a los dos al romper el alba.

    Esta vez era su turno de rerse. No vea qu era lo que le pareca tan cmico, as que

    lo ignor hasta que hubo terminado.

    - En primer lugar, muchacho, yo soy el Cuerpo, por lo menos su cabeza. Y cul cree

    que es mi nombre? Harold Peters Inskipp ese es mi nombre!

    - No ser el Inskipp que...?

    - El mismo, Inskipp el Inatrapable. El hombre que desvalij el Pharsydion II en pleno

    vuelo y que realiz todas esas otras operaciones sobre las que estoy seguro de que ley

    en su malgastada juventud. Fui reclutado en la misma manera que usted.

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    Me tena atrapado. Debi ver mis ojos saltones, porque se prepar para hacerme mate.

    - Y quienes se cree que son el resto de nuestros agentes? No me refiero a los

    graduados de limpia mirada salidos de nuestras escuelas tcnicas, como la escuadra que

    tengo abajo, sino los agentes especiales. Los hombres que planean las operaciones, que

    realizan el trabajo de campo preliminar y que se preocupan de que todo vaya sobre

    ruedas. Son ladrones, todos ladrones. Contra mejores eran por s solos, mejor es el

    trabajo que realizan para el Cuerpo. Este es un Universo grande y camorrista, y le

    sorprenderan algunos de los problemas que aparecen. Los nicos que podemos reclutar

    para hacer los trabajos son los que ya son expertos en ellos. Le interesa?

    Haba pasado todo tan rpido y no haba tenido tiempo para pensar, por lo que

    posiblemente iba a seguir arguyendo durante una hora. Pero en lo ms recndito de mi

    mente ya haba llegado a una decisin. Lo iba a hacer. No poda decir que no.

    Y, adems, estaba comenzando a notar como un calorcillo. La raza humana es

    gregaria, esto era algo que sabia bien, aunque durante aos lo hubiese estado negando.

    Sent el comienzo de una sensacin agradable en el pensamiento. Por lo menos sera

    el fin de la soledad. La amistad me compensara por lo que haba perdido.

    IV

    Nunca haba estado ms equivocado.

    La gente con quien me encontr era aburrida hasta el mximo; se limitaban a tratarme

    como a otra rueda del engranaje que giraba al comps del resto. Ciertamente que estaba

    dentro del engranaje, y segua maravillndome de que me hubiera metido en este jaleo.

    No sorprendindome exactamente, dado que la memoria se conservaba an totalmente

    vvida. Fui transportado con el resto de las ruedecillas, sus dientes entrelazados con los

    mos.

    Terminamos en un planeta menor, esto era evidente. Pero no tena ni la ms ligera idea

    de qu planetas estaban prximos o incluso en qu sistema solar estbamos. Todo era

    del mayor secreto y misterio, ya que este lugar era, evidentemente, el cuartel general

    supersecreto y base principal tambin de la Escuela de los Cuerpos.

    Esta parte me gustaba. Era la nica cosa que evitaba que explotase. Tan aburridos

    como eran los individuos que enseaban los cursos, el material era algo que poda ser

    aprovechado por m. Comenc a darme cuenta cun simples haban sido mis

    operaciones. Con los utensilios y tcnicas que me estaban proporcionando yo haba

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    podido ser un bribn diez veces mayor de lo que haba sido. El apartar la idea firmemente

    me serva durante un rato, pero me asaltaba de nuevo y me susurraba ideas deshonestas

    en mis odos durante los perodos de depresin y nostalgia.

    Las cosas iban de aburridamente malas a peores. La mitad de mi tiempo lo pasaba

    trabajando en los archivos, aprendiendo de los incontables sucesos y nuevos fracasos de

    los Cuerpos. Yo consideraba el estallido, aunque al mismo tiempo no poda evitar el

    preguntarme si esto no era parte de un perodo de prueba... para ver si posea suficiente

    constancia para seguir. Me tragu el carcter, ahogu mis bostezos, y observ

    cuidadosamente a mi alrededor. Si no poda reventar por fuera... podra reventar por

    dentro. Tendra que haber alguna cosa que sirviera para terminar este perodo de trabajos

    forzados.

    No fue fcil... pero lo encontr. Cuando hube terminado de seguir todos los rastros ya

    haba llegado de sobra la hora de dormir. Pero no importaba. En cierto modo incluso lo

    hizo ms intensamente.

    Cuando se trataba de descerrajar una cerradura o reventar una caja de caudales yo no

    admito maestro. La puerta de las habitaciones privadas dc Inskipp tena un viejo seguro

    de tambor, pasado de moda, que fue ms fcil de abrir que mis dientes.

    Deb haber pasado aquella puerta sin un solo ruido. Silencioso como era, y sin

    embargo Inskipp me oy. Se encendi la luz y all estaba, sentado en la cama,

    apuntndome con una sin retroceso calibre .75, a mi esternn.

    - Usted debera tener ms sensatez que esa, diGriz - refunfu -. Entrar arrastrndose

    en mi habitacin por la noche! Podra haberle matado de un tiro.

    - No lo habra hecho - le dije, mientras guardaba el can de nuevo debajo de la

    almohada -. Un hombre con un caudal de curiosidad tan grande como el suyo siempre

    hablar primero y disparar despus. Y adems..., nada de este caminar de gato por la

    oscuridad habra sido necesario si su puerta estuviera abierta y pudiera comunicarme por

    ella.

    Inskipp bostez y se sirvi un vaso de agua de una unidad distribuidora, de encima de

    la cama.

    - Simplemente porque yo encabece los Cuerpos Especiales no quiere decir que yo sea

    los Cuerpos Especiales - dijo, mientras se beba el agua -. Alguna vez tengo que dormir.

    Mi puerta est abierta solamente para las llamadas de urgencia, no para cada uno de los

    agentes que necesitan que le echen una mano.

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    - Quiere decir que estoy en la categora de los que necesitan que les echen una

    mano? - pregunt con tanta dulzura como pude.

    - Pngase usted mismo en cualquier categora que condenadamente le guste ms -

    gru, y se dej caer de nuevo dentro de la cama -. Y de paso pngase fuera, en el

    vestbulo, y vame maana durante las horas de trabajo.

    Realmente estaba a mi merced. Tena mucho sueo. Y muy pronto iba a estar

    totalmente despierto.

    - Sabe usted lo que es esto? - le pregunt, poniendo un reluciente modelo bajo su

    larga nariz roja. Un ojo se abri lentamente.

    - Nave de guerra grande, parece como de las lneas Empire. Ahora, por ltima vez...

    Vyase! - replic.

    - Una conjetura muy buena para estas altas horas de la noche - le dije ansiosamente -.

    Es una nave de guerra del ltimo Imperio de la clase Warlord. Indudablemente una de las

    mquinas de destruccin ms eficientes jams fabricadas. Ms de media milla de

    pantallas defensivas y armamento, que podra convertir cualquier flota hoy existente en

    finas cenizas radiactivas...

    - Salvo por el hecho de que la ltima fue desguazada para chatarra hace ms de mil

    aos - susurr.

    Me inclin y acerqu mis labios a su odo. De forma que no hubiera posibilidad de un

    mal entendido. Habl suave, pero claro.

    - Cierto, cierto - dije -. Pero no estara usted un poco interesado si yo le dijera que hoy

    se est construyendo una?

    Oh, fue hermoso de observar. Las mantas salieron despedidas en una direccin e

    Inskipp en otra. Con un solo movimiento de accin concertada dej la posicin horizontal

    y reclinada y permaneci de pie tensamente vertical contra la pared. Examinando el

    modelo de la nave de guerra bajo la luz. Aparentemente no crea en los pantalones de

    pijama y me fue penoso al ver aquella barriga de ganso saliendo por encima de aquellas

    delgadas zancas. Pero si las piernas eran delgadas, la voz estaba ms que llena para

    colmar la diferencia.

    - Habla, estalla, diGriz! Habla! - rugi - Qu es esta tontera acerca de naves de

    guerra? Quin la est construyendo?

    Haba sacado mi lima para las uas y estaba raspando un pellejito, mantenindolo

    extendido de forma que pudiera verse antes de contestar. Con el rabillo del ojo pude ver

    cmo se pona encendido en torno al rostro... pero sigui silencioso. Sabore mi pequeo

    momento de poder.

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    - Ponga a diGriz a cargo de la habitacin de archivos durante una temporada; usted

    dijo, de esa forma aprender el mecanismo. Revolver en archivos polvorientos de hace un

    siglo ser precisamente lo que necesita un espritu libre como el de Slippery Jim diGriz. Al

    mismo tiempo pondr en orden los archivos. Hace tiempo que necesitaban una

    reorganizacin.

    Inskipp abri la boca, produjo un sonido ahogado, luego la cerr. Indudablemente se

    daba cuenta de que cualquier interrupcin servira solamente para alargar mi explicacin,

    no para acortarla. Sonre y asent a su decisin, luego continu.

    - De forma que pens que me tendra seguro fuera del paso. Doblegando mi espritu a

    guisa de darme un poco de los antecedentes de las actividades de los Cuerpos. En ese

    sentido su plan fall. En su lugar ocurri algo diferente. Husme en los archivos y los

    encontr de lo ms interesante. Especialmente la organizacin C & M: el Clasificador y

    Memoria. Ese edificio lleno de maquinaria que recibe y selecciona noticias e informes de

    todos los planetas de la galaxia, los pone en ndices en todas las categoras que puedan

    ser posiblemente clasificados, luego los archiva. Una gran mquina para trabajar con ella.

    La tuve buscando informacin sobre naves espaciales para m, algo en lo que siempre

    estuve interesado.

    - Debera de estarlo - interrumpi Inskipp bruscamente -. Rob bastantes en sus

    tiempos.

    La dirig una mirada molesta y prosegu... lentamente:

    - No voy a molestarle con todos los detalles, ya que usted parece impaciente, pero por

    fin descubr este plano.

    Me lo arranc de los dedos antes de que terminara de sacarlo de mi cartera.

    - Cul es su intencin? - murmur mientras recorra con los ojos el impreso azul -.

    Esto es una nave pesada de carga y pasajeros. No tiene ms de nave de guerra Warlord

    que lo que yo tengo.

    Es difcil el curvar uno de los labios de satisfaccin y hablar al mismo tiempo, pero lo

    consegu.

    - Naturalmente. Usted no esperara archivar planes de naves de guerra con el Registro

    de la Liga, no es verdad? Pero, como dije, conozco algo ms que un poco acerca de

    naves. Me pareci que sta era un tanto demasiado grande para el uso a que estaba

    destinada. Hay suficientes naves viejas como quemadoras de energa; uno no tiene que

    construirlas nuevas para hacer eso. Esto me hizo comenzar a pensar y busqu una lista

    completa de naves de ese tamao que hubieran sido construidas en el pasado. Ya puede

    imaginarse mi sorpresa cuando, despus de tres minutos de rechinar, C & M solamente

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    present seis. Una fue construida como intento de autosostenimiento de una colonia en la

    segunda galaxia. Segn toda la informacin que tenemos an est en camino. Las otras

    cinco todas eran colonizadoras de la clase D, construidas durante la Expansin, cuando

    eran trasladadas grandes multitudes. Demasiado grande para ser prctica ahora.

    An segua mi curiosidad, puesto que no tena idea para lo que una nave de este

    tamao podra ser utilizada. De forma que cambi la palanca del tiempo de la C & M y

    dej que eligiera en toda la historia del espacio para ver si podra encontrar algo con que

    comparar. Ciertamente lo hizo. Justo en la Edad de Oro de la expansin del Imperio, la

    nave gigante de guerra Warlord. La mquina incluso encontr una copia del plano para

    m.

    Inskipp lo cogi de nuevo y comenz a comparar las dos copias. Me inclin por encima

    de su hombre y le indiqu las partes interesantes.

    - Fjese..., si la pantalla de la sala de mquina se cambia un poco para incluir esta

    bodega de carga, hay mucho sitio para los bultos necesarios. Esta superestructura...

    evidentemente slo aadida en los planos... se desplaza y las torrecillas ocupan su lugar.

    Los cascos son idnticos. Un cambio aqu, una desviacin all, y el pesado carguero se

    vuelve en un rpido navo de guerra. Estos cambios pueden hacerse durante la

    construccin, despus de archivados los planos. Para cuando alguno de la Liga

    descubriese lo que se estaba construyendo, la nave estara terminada y botada.

    Naturalmente, todo esto podra ser una coincidencia. Los planes de una nave de

    construccin reciente que concuerden en seis lugares con aquellos de una nave

    construida hace un millar de aos. Pero si usted piensa eso, le apuesto cien a uno a que

    est equivocado, cualquiera que sea la cantidad que usted seale.

    Aquella noche no iba a ganar apuestas a ningn primo. Inskipp haba llevado una

    juventud tan de golfo como yo mismo, y no necesitaba ninguna ayuda para descubrir

    algn asunto sucio. Mientras se pona la ropa me dirigi preguntas:

    - Y el nombre de este planeta amante de la paz que est construyendo este mal

    recuerdo del pasado?

    - Cittanuvo. Segundo planeta de una estrella B en Corona Borealis. No hay ms

    planetas colonizados en el sistema.

    - Nunca lo o nombrar - dijo Inskipp mientras cogamos el ascensor privado para su

    oficina -. Lo cual puede ser una buena o mala seal. No sera la primera vez que los

    problemas vinieran de algn lugar apartado del que nunca haba conocido su existencia.

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    Con menosprecio automtico para los dems de los verdaderamente delicados, oprimi

    el botn de llamada de su despacho. Muy pronto, empleados de ojos soolientos y

    ayudantes estaban trayendo registros y archivos. Los repasamos juntos.

    La modestia me impeda que fuera el primero que hablase, pero tuve que esperar poco

    antes de que Inskipp llegara a la misma conclusin que yo haba llegado. Extendi un

    plano plegadizo a lo largo de la habitacin y lo mir ceudamente a la dura luz del alba.

    - Cuanto ms miro este asunto - dijo -, ms sucio lo veo. Ese planeta parece no tener

    motivo posible de utilidad para una nave de guerra. Pero estn construyendo una... eso lo

    jurara sobre un montn de billetes de mil crditos tan grande como este edificio, y sin

    embargo, qu harn con ella cuando la tengan construida? Tienen una cultura de

    expansin, no hay parados, un exceso de metales pesados y mercados abiertos para todo

    lo que producen. No hay enemigos hereditarios, ni pendencias o cosas semejantes. Si no

    fuera por este asunto de la nave de guerra, lo habra llamado el planeta ideal de la Liga.

    Tengo que saber ms sobre esto.

    - Ya he llamado al aeropuerto espacial... en su nombre, naturalmente - le dije -. Ped

    una nave correo rpida. Partir dentro de una hora.

    - No est pasndose un poco de la raya, diGriz? - dijo. La voz tan fra como un

    tmpano -. Todava soy yo quien da las rdenes y quien le dir cundo est usted

    preparado para un cargo independiente.

    Yo era todo dulzura y mieles, ya que de su decisin dependa todo.

    - Slo trataba de ayudar, jefe, preparar las cosas para el caso de que usted deseara

    ms informacin. Y esto no es realmente una operacin, simplemente un reconocimiento.

    Puedo hacerlo tan bien como cualquiera de los funcionarios experimentados. Y podra

    proporcionarme la experiencia que necesito, de forma que algn da tambin yo pueda

    estar calificado para unirme a las filas...

    - Muy bien - dijo -. Deje de embrollarlo mientras yo pueda an respirar. Largo de aqu.

    Descubra lo que ocurre. Luego vuelva. Nada ms... y eso es una orden.

    Por la forma en que lo dijo, comprend que crea que haba pocas posibilidades de que

    esto sucediera as. Y tena razn.

    Una rpida parada en las secciones de suministros y registro me proporcion todo lo

    que necesitaba. El sol apenas luca sobre el horizonte cuando la saeta de plata de mi

    nave parta sobre el gris campo, y despus se lanzaba al espacio.

    El viaje me llev tan slo unos pocos das, ms tiempo que el necesario para

    memorizar todo lo que necesitaba saber sobre Cittanuvo. Y cuanto ms saba menos

    poda comprender su necesidad de una nave de guerra. No cuadraba. Cittanuvo era una

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    colonizacin secundaria del sistema Cellini, y ya yo antes haba pasado por estas

    colonizaciones. Todas ellas estaban unidas por una dbil alianza y muchas disputas entre

    s, pero sin llegar a ms. Si no otra cosa, por lo menos compartan el horror universal de

    la guerra.

    Sin embargo, estaban construyendo secretamente una nave de guerra.

    Dado que solamente segua mi pista con esta lnea de ideas, las apart a un lado y me

    dediqu a problemas de ajedrez tridimensional. Esto me ocup el tiempo hasta que

    Cittanuvo brill dentro de la pantalla de proa.

    Uno de mis lemas ms efectivos siempre ha sido: El secreto debe de ser siempre

    evidente. Lo que los prestidigitadores llaman informacin falsa. Deja a la gente ver muy

    claramente lo que uno desea que vean, luego no se darn cuenta de lo que est

    escondido. Esta es la razn por la que aterric a medioda, sobre el mayor campo del

    planeta, despus de una aproximacin muy espectacular. Siempre estoy vestido para mi

    papel, y fuera de la nave, antes de que los tirantes de aterrizaje dejen de vibrar.

    Abrochando la gorra de pieles en torno a los hombres con el corchete de platino, baj la

    rampa. El pequeo y robusto robot M-3 avanz ruidosamente detrs de m con mi

    equipaje. Dirigindome directamente a la salida principal, no prest atencin a la

    precipitada actividad en torno al edificio de la aduana.

    Solamente cuando un uniformado suboficial de alguna cosa me alcanz corriendo,

    prest atencin al campo.

    Antes de que l pudiera hablar lo hice yo, con el pie en la puerta.

    - Es un hermoso planeta el que tienen ustedes aqu. Delicioso clima! Un lugar ideal

    para una casa de campo. Gente amistosa, siempre deseosa de ayudar a los extranjeros y

    todo lo que imagino. As es como me gusta. Me hace sentirme agradecido. Mucho gusto

    en conocerle. Soy el Gran Duque Sant Angelo - al llegar a este punto le estrech la mano

    calurosamente y dej que se deslizase en la palma de su mano un billete de cien crditos.

    - Ahora - aad -, me pregunto si pedir a los agentes de aduanas que registren mi

    equipaje aqu. No perdamos el tiempo. No es verdad? La nave est abierta y pueden

    comprobar todo lo que quieran.

    Mis ademanes, ropas, joyas, la forma fcil en que distribua el dinero y el lujoso lustre

    de mi equipaje slo podan significar una cosa. Haba poco que mereciera la pena de

    sacar o meter de contrabando en Cittanuvo. Ciertamente nada que pudiera interesar a

    una persona rica. El funcionario murmur algo con una sonrisa, habl unas pocas

    palabras por su telfono, y el trabajo estuvo listo.

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    Una pequea partida de aduaneros pegaron etiquetas sobre mis maletas, atisbaron

    una o dos para cubrir el expediente, y me indicaron que pasara. Estrech manos a todo el

    mundo - un apretn de manos apresurado, naturalmente - y luego prosegu mi camino.

    Llamaron un taxi, me sugirieron un hotel. Hice un gesto de asentimiento mientras me

    reclinaba en el vehculo y el robot cargaba las maletas.

    La nave no contena nada comprometedor. Todo lo que pudiera necesitar para mi

    trabajo lo tena en el equipaje. Algunas cosas totalmente letales o explosivas, y muy

    embarazosas si fueran descubiertas dentro de mis maletas. En la seguridad de la suite de

    mi hotel realic un cambio de ropas y de personalidad, despus que el robot hubiera

    inspeccionado las habitaciones en busca de clulas.

    Estos robots de los Cuerpos eran instrumentos muy tiles. Tenan el aspecto y

    actuaban como un torpe M-3 todo el tiempo. Pero eran cualquier cosa menos eso. El

    cerebro era tan bueno como el de cualquier otro robot que pudiera haber conocido,

    adems de que el rechoncho cuerpo estaba atiborrado de ingenios y mquinas de uso

    variado.

    Dio vueltas lentamente por la habitacin, trasladando mis maletas y extendiendo mis

    avos. Y todo el tiempo fue siguiendo una ruta cuidadosa que cubra hasta la ltima

    pulgada de la suite. Cuando hubo terminado se detuvo, declarando que todo estaba bien.

    - Comprobadas todas las habitaciones. Resultados negativos excepto una clula ptica

    en esa pared.

    - Deberas de sealarla de esa forma? - le pregunt al robot -. Puede hacer que la

    gente sospeche, ya sabes.

    - Imposible - respondi el robot con mecnica seguridad -. Me frot contra ella y ahora

    est inutilizada.

    Con esta seguridad, me quit mi llamativo traje y me puse el uniforme negro

    medianoche de un almirante de la Flota de la Gran Liga. Vena completo con

    condecoraciones, galones de oro, y todos los documentos necesarios. Yo mismo lo

    consider un poco espectacular, pero era lo justo para hacer la impresin correcta en

    Cittanuvo.

    Como en otros muchos planetas, ste era sensible a los uniformes. Los chicos de

    recados, los barrenderos, los empleados... todos tenan uniformes caractersticos. Les

    prestaban mucho prestigio, y mi vestimenta negra puntuara tan alto como el uniforme que

    ms lo hiciera de la galaxia.

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    Una amplia capa ocultara el uniforme mientras sala del hotel, pero el casco incrustado

    de oro y el portafolios de los documentos eran un problema. Nunca haba explorado todas

    las posibilidades del falso robot M-3 y quiz pudiera ser de alguna ayuda.

    - T, pequeo y rechoncho - lo llam -. Tienes departamentos ocultos o cajones

    dentro de tu armazn? Si es as, veamos.

    Durante un segundo pens que el robot haba explotado. El cacharro tena ms

    cajones en l que una batera de registradores de caja.

    Grandes, pequeos, planos, delgados, salieron disparados por todas partes. Uno

    contena una pistola y dos ms estaban llenos de granadas el resto estaban vacos. Puse

    el casco en uno y la cartera de los documentos en otro, e hice restallar mis dedos. Los

    cajones se deslizaron cerrndose y la cubierta de metal qued tan suave como siempre.

    Me puse una gorra deportiva de fantasa, la coloqu fuertemente abrochada y estuve

    listo para defenderme por s solo. Pistolas, gas, agujas envenenadas, todas estas cosas

    habituales. En ltimo extremo hubiera volado todo. El M-3 baj en el montacargas. Yo

    utilic unas escaleras de atrs y nos encontramos en la calle.

    Dado que todava haba luz del da no cog un heli, sino que alquil un vehculo de

    suelo. Hicimos un trayecto pausado para salir de la ciudad al campo y llegar a casa del

    presidente Ferraro despus de oscurecido.

    Como corresponda a un alto magistrado de un planeta rico, el lugar era una mansin.

    Pero las precauciones de seguridad eran ridculas, por no decir otra cosa. Pas yo y un

    robot de trescientos cincuenta kilos a travs de los guardas y alarmas sin producir la ms

    mnima alteracin. El presidente Ferraro, soltero, estaba cenando. Esto me proporcion

    suficiente tiempo sin ser molestado para registrar su estudio.

    No haba absolutamente nada. Esto es, nada que tuviera relacin con naves de guerra.

    Si estuviera interesado en chantaje, tendra pruebas suficientes en la mano para

    mantenerme durante toda la vida. Sin embargo, yo estaba buscando algo ms importante

    que corrupcin poltica.

    Cuando Ferraro entr en su estudio despus de cenar, la habitacin estaba a oscuras.

    Lo o murmurar alguna cosa sobre los sirvientes y buscar a tientas la llave. Antes de que

    la hubiera encontrado, el robot cerr la puerta y encendi las luces. Yo estaba sentado

    detrs de su mesa, con todos sus documentos personales delante de m... con una pistola

    como pisapapeles... y con un gesto tan ceudo como pude ofrecerle en el rostro. Antes de

    que pudiera reponerse de la sorpresa le lanc una orden.

    - Acrquese y sintese. Rpido!

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    El robot lo empuj a travs de la habitacin al mismo tiempo, de forma que no le qued

    ms remedio que obedecer. Cuando vio los papeles encima de la mesa sus ojos

    parecieron salrsele de las rbitas y se limit a susurrar algo. Antes de que pudiera

    recuperarse arroj una gruesa carpeta delante de l.

    - Soy el almirante Thar, Flota de la Gran Liga. Estas son mis credenciales. Mejor hara

    comprobndolas. - Dado que eran tan buenas como las de un almirante de verdad, no me

    preocupaba lo ms mnimo. Ferraro los gir tan cuidadosamente como pudo en su estado

    de nimo sobresaltado, e incluso comprob los sellos bajo los UV. Le di tiempo para que

    se tranquilizara un poco y l lo utiliz para resoplar con furia.

    - Cules eran sus intenciones al entrar en mis habitaciones privadas y robar...?

    - Usted est metido en un aprieto - le dije en un tono de voz tan sombro como pude

    mostrar.

    Ante mis palabras, el rostro curtido de Ferraro se volvi de un gris sucio. Me aprovech

    de la ventaja.

    - Le arresto por conspiracin, exaccin, robo y cualesquiera otros cargos que puedan

    resultar despus de un cuidadoso examen de estos documentos. Sujtalo. - Esta ltima

    orden iba dirigida directamente al robot, que estaba bien metido en su papel. Avanz

    ruidosamente y cerr su mano en torno a la mueca de Ferraro, a la manera de unas

    esposas. El apenas se dio cuenta.

    - Lo puedo explicar - dijo con desesperacin -. Todo puede ser explicado. No hay

    necesidad de hacer tales cargos. Yo no s qu papeles tiene usted ah, de forma que no

    intentar decir que todo son falsificaciones. Usted sabe que tengo muchos enemigos. Si la

    Liga supiera las dificultades a que hay que hacer frente en un planeta como ste...

    - Todo eso es intil - le interrump, cortndole con un gesto de la mano -. Todas esas

    cuestiones sern respondidas ante un jurado a su debido tiempo. Slo hay una pregunta

    que quiero que me responda ahora. Por qu est usted construyendo una nave de

    guerra?

    El hombre era un gran actor. Sus ojos se dilataron, su mandbula qued colgando, y se

    hundi en la silla como si hubiera sido golpeado ligeramente con un martillo. Cuando pudo

    hablar sus palabras eran totalmente innecesarias; ya haba dado todas las muestras de

    una inocencia injuriada.

    - Qu nave de guerra?

    - La nave de guerra tipo Warlord que est siendo construida en el astillero espacial de

    Cenerentola. Oculta tras estos planos - se los arroj a travs de la mesa, y le indiqu una

    esquina -. Estas iniciales de ah son suyas, autorizando la construccin.

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    Ferraro an conservaba el aspecto confundido mientras manoseaba los papeles,

    examinaba las iniciales y haca cosas semejantes. Dej que tuviera tiempo suficiente.

    Finalmente los pos, sacudiendo la cabeza.

    - No s nada sobre ninguna nave de guerra, estos son los planos de un nuevo carguero

    de lnea. Aqullas son mis iniciales, recuerdo haberlas puesto all.

    Dado que ya lo tena donde deseaba tenerlo, le hice mi pregunta con sumo cuidado

    ahora:

    - Niega cualquier conocimiento de la nave de guerra Warlord que est siendo

    construida a partir de estos planos modificados?

    - stos son los planos de una nave de carga y pasajeros, y eso es todo lo que s.

    Sus palabras tenan la ingenua inocencia de un recin nacido. Me inclin hacia atrs

    con un suspiro de alivio y encend un cigarro.

    - No le interesara saber algo sobre ese robot que le est sujetando? - le dije. El baj

    la vista, como si se diera cuenta por primera vez de que el robot le haba estado

    sosteniendo la mueca durante la entrevista -. No es un robot ordinario. Tiene cierto

    nmero de aparatos en la punta de los dedos. Termopares, galvanmetros, cosas como

    esas. Mientras que usted estaba hablando registraba la temperatura de su piel, la presin

    sangunea, la cantidad de sudor, etc. En otras palabras, es un detector de mentiras rpido

    y eficiente. Oiremos ahora lo que dice de sus mentiras.

    Ferraro apart la mano del robot como si hubiera sido una serpiente venenosa. Yo solt

    un anillo de humo y dije al robot:

    - Informa. Ha dicho ese hombre alguna mentira?

    - Muchas - contest el robot -. Exactamente el setenta y cuatro por ciento de todas las

    declaraciones que hizo eran falsas.

    - Muy bien - asent, corriendo el ltimo cerrojo de mi trampa -. Eso significa que sabe

    todo lo que se refiere a la nave de guerra.

    - El sujeto no tiene conocimiento de la nave de guerra - repuso el robot framente -.

    Todas sus declaraciones concernientes a la construccin de la nave eran ciertas.

    Ahora me toc a m la voz de dar boqueadas y abrir los ojos, mientras Ferraro se

    restableca. l no tena idea de que yo no estuviera interesado en sus otros trucos, pero

    debo confesar que haba recibido un golpe bajo. Me cost trabajo, pero lo consegu, el

    volver mi mente al trabajo y considerar las pruebas.

    Si el presidente Ferraro no tena noticias de la nave de guerra, tena que haber sido

    engaado por la apariencia. Pero si l no era responsable... quin lo era? Alguna

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    pandilla de militares que tena intencin de derribarle y apoderarse del poder? No saba lo

    suficiente de aquel planeta, de forma que reclut a Ferraro a mis filas.

    Esto fue fcil... incluso sin el temor de exponer los documentos que haba encontrado

    en su archivo. Utilizando su declaracin como un aguijn podra haberle hecho saltar a

    travs de aros. No era necesario. Tan pronto como le mostr los diferentes planos y le

    expliqu las posibilidades lo comprendi. Si no otra cosa, al menos estaba tan deseoso

    como yo de descubrir quin estaba utilizando su administracin como tapadera. Por tcito

    acuerdo los documentos fueron olvidados.

    Convinimos en que el prximo paso lgico seran los astilleros espaciales de

    Cenerentola. Tena la intencin de husmear silenciosamente primero, tratando de

    protegerse de sus adversarios polticos. Le di a entender que la Liga, y en particular la

    Armada de la Liga, deseaban parar la construccin de la nave de guerra. Despus de eso,

    l podra seguir con su politiqueo. Una vez comprendido este punto, llam a su coche y a

    su cuerpo de guardia y organizamos un desfile hasta los astilleros. Fue un trayecto de

    cuatro horas y durante el camino fuimos haciendo planes.

    El gerente del astillero del espacio se llamaba Rocca, y estaba durmiendo felizmente

    cuando llegamos. Pero no durante mucho rato. El desfile de uniformes y pistolas en mitad

    de la noche le atemoriz en tal grado que apenas poda caminar. Me imagino que estaba

    tan abarrotado de pequeos delitos como Ferraro. Ningn hombre inocente podra

    parecer tan aterrorizado. Aprovechndome de la situacin, site a mi detector de mentiras

    sobre l y comenc a largarle preguntas.

    Aun incluso antes de que obtuviera todas las respuestas comenc a darme cuenta de

    la situacin. Ellos tambin estaban un poco atemorizados. El gerente del astillero espacial

    que estaba construyendo la nave no tena la menor idea de su naturaleza.

    Cualquiera con menos amor propio que yo (o que hubiera llevado una vida ms

    honesta en su juventud) podra haber dudado de su propio razonamiento en aquel

    momento. Yo, no. La nave segua parecindose a una nave de guerra en seis cosas. Y

    conociendo la naturaleza humana de la forma que yo la conoca, eso era ms

    coincidencia que lo que era lgico. La navaja de Occam siempre indica el camino. Si hay

    posibilidades, elige la ms simple. En este caso eleg el natural instinto ahorrativo del

    hombre como opuesto a la ciega casualidad o accidente. Sin embargo, puse la teora a

    prueba.

    Mirando de nuevo a los dos planos originales, me llam la atencin la enorme

    superestructura. A fin de convertir la nave en una nave de guerra, eso habra sido una de

    las primeras cosas que habra que cambiar.

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    - Rocca! - ladr, en lo que confiaba era un autntico gesto de viejo lobo del espacio -.

    Mire a estos planes, a esta amplia entrada frontal de aqu. Ha sido construido esto en la

    nave?

    l neg con la cabeza inmediatamente y dijo:

    - No, los planos fueron cambiados. Tuvimos que ajustar no s qu mquina de rechazo

    de meteoros para trabajar dentro del anillo de restos planetarios.

    Con un gesto rpido mir en mi cartera y extraje un plano.

    - Se parece en algo su nuevo aparato a ste? - le pregunt, arrojndoselo por encima

    de la mesa.

    Se frot la barba mientras lo miraba.

    - Bueno - replic dudando -. No puedo asegurarlo. Despus de todo, estos detalles no

    son de mi departamento, yo slo soy responsable del montaje final, no de detalles

    separados. Pero esto ciertamente se parece a lo que instalaron. Cosas muy grandes.

    Gran nmero de conducciones de fuerza...

    Ahora ya no tena la menor duda, ciertamente se trataba de una nave de guerra. Me

    estaba mentalmente estirando para darme unos golpes en la espalda cuando percib el

    significado de sus palabras.

    - Instalado! - grit -. Dijo usted instalado?

    Rocca se apart, asustado por mis rugidos, y se mordi las uas.

    - S... - dijo -, no hace mucho tiempo. Recuerdo que hubo algn problema...

    - Y qu ms? - le interrump, mientras un sudor fro comenzaba a correr ahora a lo

    largo de la espalda -. Los mandos, los controles... Estn instalados tambin?

    - Eh? S - repuso, - Cmo lo saba? La programacin normal fue cambiada,

    ocasionando muchos problemas innecesarios.

    El sudor fro se haba convertido ahora en un ro de miedo. Comenzaba a tener la

    sensacin de que haba llegado tarde en todo. Para la fecha original calculada de

    terminacin todava faltaba un ao. Pero no haba ninguna razn real que no hubiera

    podido cambiarse tambin.

    - Coches! Caones! - rug -. Al astillero espacial! Si esa nave est a punto de ser

    acabada, estamos en un gran, gran aprieto!

    Todos los aburridos guardias lo pasaron estupendamente con las sirenas, luces,

    aceleradores sobre el suelo y todo eso. Perforbamos un ruidoso agujero a travs de la

    noche hasta el astillero espacial y a travs de la entrada.

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    Todo ello fue intil, llegamos demasiado tarde. Un vigilante uniformado nos hizo seas

    frenticamente y toda la escolta se detuvo con una sacudida.

    La nave se haba ido.

    Rocca no poda creerlo, ni tampoco el presidente. Caminaron lentamente de un lado

    para el otro por las vacas pistas donde haba sido construida. Yo me limit a hundirme en

    el asiento de atrs del coche, convirtiendo en trozos mi cigarro y maldiciendo mi propia

    tontera. Habla perdido de vista un hecho evidente, al ser arrastrado por la idea de un

    gobierno de un planeta que construa una nave de guerra. El gobierno estaba

    comprometido con seguridad... pero solamente como tapadera. Ninguna mente poltica

    comprometida de un planeta pequeo podra haber soado un esquema tan importante

    como ste. Me ola a una rata,... una rata de acero inoxidable. Alguien que