La prudencia extrema del perfeccionista

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Psicología La prudencia extrema del perfeccionista El camino elegido por los perfeccionistas para blindarse de cualquier peligro es la excesiva prudencia. La prudencia extrema es la señal que garantiza el control de todo lo que acontece a su alrededor y sobre todo, en caso de darse algún fracaso, tener el justificante previo de haber sido muy prudente durante todo el proceso. Son muy variadas las situaciones en que pueden presentarse estas conductas de excesiva prudencia. En la relación con los demás, los perfeccionistas no se dejan conocer por temor a ser traicionados y/o descubiertos en algún defecto que provoque su rechazo, aunque en realidad no saben de qué se esconden realmente. Por ello, los perfeccionistas suelen aparecer ante los demás como arrogantes, soberbios y prepotentes, fruto de su comportamiento frío y distante. Un perfeccionista sólo confiará en otra persona si es digna de su total confianza. El exceso de prudencia aparece también con suma frecuencia en el trabajo. En general, los perfeccionistas son autosuficientes y no suelen pedir ayuda. Tienen muchas dificultades para delegar, porque temen que las demás personas no lo harán del todo bien. Otra de las consecuencias de su excesiva prudencia es la que establecen en relación con temas de dinero. Tienen mucho miedo a ser engañados económicamente, lo que les lleva a escatimar grandemente en el gasto: no gastan en nada que no sea realmente una necesidad, comparan precios frenéticamente para comprar el producto más barato, se niegan a dejar ver la cantidad gastada por miedo a que piensen que se les ha engañado o para no dar la imagen de tener mucho dinero, no prestan dinero a sus amigos y si lo hacen están continuamente pendientes de que les sea devuelto, aprovechan al máximo los bienes materiales, haciendo que duren el mayor tiempo posible y se sienten realmente heridos si algún producto les es vendido en mal estado o no funciona. Para ellos ahorrar es una virtud, aunque ello suponga el sacrificar placeres inmediatos, con la falsa percepción de que a largo plazo serán satisfechos (pero ahora no se lo pueden permitir). El remedio para el exceso de prudencia es ser más imprudentes o si se quiere menos precavidos. El perfeccionista deberá aprender que no es necesario confiar totalmente en una persona para poder relacionarse con ella. Es evidente que se asume un cierto riesgo con esta actitud, pero también es verdad que los peligros que vaticina el perfeccionista rara vez aparecen. Por

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El camino elegido por los perfeccionistas para blindarse de cualquier peligro es la excesiva prudencia. La prudencia extrema es la señal que garantiza el control de todo lo que acontece a su alrededor y sobre todo, en caso de darse algún fracaso, tener el justificante previo de haber sido muy prudente durante todo el proceso.

Son muy variadas las situaciones en que pueden presentarse estas conductas de excesiva prudencia. En la relación con los demás, los perfeccionistas no se dejan conocer por temor a ser traicionados y/o descubiertos en algún defecto que provoque su rechazo, aunque en realidad no saben de qué se esconden realmente. Por ello, los perfeccionistas suelen aparecer ante los demás como arrogantes, soberbios y prepotentes, fruto de su comportamiento frío y distante. Un perfeccionista sólo confiará en otra persona si es digna de su total confianza.

El exceso de prudencia aparece también con suma frecuencia en el trabajo. En general, los perfeccionistas son autosuficientes y no suelen pedir ayuda. Tienen muchas dificultades para delegar, porque temen que las demás personas no lo harán del todo bien.

Otra de las consecuencias de su excesiva prudencia es la que establecen en relación con temas de dinero. Tienen mucho miedo a ser engañados económicamente, lo que les lleva a escatimar grandemente en el gasto: no gastan en nada que no sea realmente una necesidad, comparan precios frenéticamente para comprar el producto más barato, se niegan a dejar ver la cantidad gastada por miedo a que piensen que se les ha engañado o para no dar la imagen de tener mucho dinero, no prestan dinero a sus amigos y si lo hacen están continuamente pendientes de que les sea devuelto, aprovechan al máximo los bienes materiales, haciendo que duren el mayor tiempo posible y se sienten realmente heridos si algún producto les es vendido en mal estado o no funciona. Para ellos ahorrar es una virtud, aunque ello suponga el sacrificar placeres inmediatos, con la falsa percepción de que a largo plazo serán satisfechos (pero ahora no se lo pueden permitir).

El remedio para el exceso de prudencia es ser más imprudentes o si se quiere menos precavidos. El perfeccionista deberá aprender que no es necesario confiar totalmente en una persona para poder relacionarse con ella.

Es evidente que se asume un cierto riesgo con esta actitud, pero también es verdad que los peligros que vaticina el perfeccionista rara vez aparecen. Por esta vía, el perfeccionista será capaz de sacar a la luz los propios sentimientos, ciertas sensaciones espontáneas y algunas emociones que guarda en lo más profundo de su persona; de ese modo se irá comprobando cómo empieza a sentirse más próximo a la gente y más aceptado.

Fuente: El síndrome del perfeccionista: El anancástico. Manuel Álvarez Romero y Domingo