La Profecia Del Dia Del Juicio Final - Scott Marianni

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Scott Mariani

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  • LA PROFECADEL DA DELJUICIO FINAL

    Ben Hope estharto de sufrentica vidacomo rescatadorde vctimas desecuestros y decideretomar susestudios deTeologa. Pero,conocindose,

  • tendra que habersabido que eldestino loconducira por uncamino menostranquilo.Para Ben,la bsqueda de ladesaparecidaarqueloga bblicaZo Bradburypronto se convierteen la misin mspeligrosa en la quese ha vistoinvolucrado jams.Qu antiguosecreto ha

  • descubierto Zo?En el transcurso desu investigacin, deGrecia al sudestede Estados Unidospasando por laciudad santa deJerusaln,descubre que noson nicamente suvida y la de Zo lasque estn enpeligro. Debeluchar por impedirun desastre quepodra provocarnada menos que el

  • fin del mundo, tal ycomo se predice enel Apocalipsis

    Autor: Scott MarianniISBN: 9788498007602

  • Scott Mariani

    La profeca delda del

    Juicio Final

    Traduccin de Virginia SanmartnLpez

  • Ttulo original: The DoomsdayProphecy

    Primera edicin Scott Mariani, 2009Ilustracin de portada: OpalworksDerechos exclusivos de la edicin

    en espaol: 2012, La Factora de Ideas.

    C/Pico Mulhacn, 24 - 26. Pol.Industrial El Alquitn.

    28500 Arganda del Rey. Madrid.ISBN: 978 - 84 - 9800 - 760 - 2

  • Agradecimientos

    OTRA ronda de agradecimientos a miincreble equipo editorial y deproduccin, los hroes olvidados quelogran tender un puente entre la solitariafase del trabajo de un escritor y elmomento mgico en que el libro llega atus manos.

    Gracias a mi agente Broo Doherty:eres una estrella. Tambin a DianaDavey, Tim y Dawn Boswell, y a todosaquellos que de alguna forma se hanimplicado en el desarrollo de esta obra.

  • Para Malcom e Isabelle

  • BIENAVENTURADO el que lee ylos que escuchan las palabras de estaprofeca y guardan lo escrito en ella,pues el tiempo est cerca.

    APOCALIPSIS 1, 3

  • 1ISLA de Corf, GreciaJunio de 2008Primer da

    La cogieron por la noche.Haban descubierto que resida en la

    lujosa isla y la vigilaron a pleno soldurante tres das antes de idear el plan.Se alojaba en una villa de alquiler,aislada y protegida por la sombra de losolivos, situada en lo alto de un

  • acantilado sobre el cristalino mar.Viva sola y eso tendra que haber

    facilitado el secuestro. Sin embargo, lacasa siempre estaba repleta de invitadosa alguna fiesta. Baile y bebidaprcticamente las veinticuatro horas delda. La vigilaban, pero no podanacercarse.

    De modo que el equipo urdi unplan. De principio a fin, hasta el ltimodetalle: entrada, consecucin yextraccin. Tenan que ser sutiles ydiscretos. Eran cuatro: tres hombres yuna mujer. Saban que aquel era elltimo da de ella en la isla. Habareservado un vuelo en el aeropuerto deCorf a la maana siguiente, iba a

  • regresar a casa y all sera muchsimoms difcil atraparla.

    Tena que ser esa noche o nunca.Desde el punto de vista estratgico, erael momento perfecto para quedesapareciera. Nadie la buscara por lamaana.

    Esperaron a que anocheciera, hastaque la fiesta de despedida estuvierabastante avanzada. Haban alquilado unturismo en una agencia local, un cocheanodino, poco llamativo, y habanpagado al contado. Condujeron ensilencio y aparcaron algo apartados dela carretera, para ocultarse en el olivar aunos cien metros de la villa.

    Y desde all vigilaron con sigilo.

  • Como era de esperar, el lugar estabailuminado y el sonido de la msica y lasrisas flotaba sobre los rboles y la cala.La esplndida e imponente casa depiedra blanca tena tres balcones. Enellos bailaban parejas rodeadas deinvitados que beban asomados a lasbarandillas y disfrutaban de la bellezade la noche.

    Ms abajo, el mar brillaba bajo laluna. Era una noche clida y la delicadabrisa que llegaba de la orilla estabaimpregnada de un aroma floral. De vezen cuando, un coche con ms invitadosse paraba frente a la casa.

    Cerca de las once, el grupo puso suplan en marcha. Los dos hombres

  • sentados en la parte delantera sequedaron en el coche y se acomodaronpara lo que podra convertirse en unalarga espera. Ya estaban acostumbrados.El hombre y la mujer de la parte traserase miraron e hicieron un gesto deasentimiento casi imperceptible. Ella seech la brillante y negra melena haciaatrs con los dedos y se la recogi conuna goma. Se mir en el espejoretrovisor para comprobar que sumaquillaje segua perfecto.

    Abrieron las puertas y salieron delcoche. No miraron hacia atrs. Elhombre llevaba una botella de vino; unproducto de la zona, caro. Aparecieronde entre las sombras y se dirigieron a la

  • villa, cruzaron la verja y subieron laescalera que conduca a la terraza y alas puertas de entrada. Los otros dos losobservaban desde el coche.

    Al entrar en la casa, la pareja tuvoque adaptarse al ruido y a lailuminacin. No se dijeron nada, semovieron entre los invitados con airedespreocupado, pero hbilmente. Sabancmo mezclarse. De todas formas, lamayora ya estaba fuera de juego y no sefijaba en ellos, lo cual les resultabaperfecto. Haba botellas vacas portodas partes y mucho humo que no era detabaco.

    La pareja recorri las frescas yblancas habitaciones observando la

  • lujosa decoracin. Localizaronrpidamente a su presa y no la perdieronde vista en ningn momento.

    Ella no sospechaba nada.Era el centro de atencin y pareca

    encantada. Saban que haba estadogastando dinero a manos llenas,despreocupadamente, como lo hacealguien que espera conseguir muchoms. El champn abundaba. Losinvitados se apiaban en la barra libresituada en un rincn de la sala principalpara servirse tanto como pudiesenbeber.

    La pareja la observaba del mismomodo que un cientfico observa una rataen una jaula, sabiendo exactamente lo

  • que va a ocurrirle. Era joven y atractiva,como en las fotografas. Ahora llevabala melena rubia ms larga y el intensobronceado realzaba el brillante yllamativo azul de sus ojos. Llevaba unospantalones de hilo blancos y una blusade seda amarilla que atraan la miradade los hombres.

    La chica se llamaba Zo Bradbury.Saban mucho sobre ella. Tenaveintisis aos y, para su edad, se habalabrado una extraordinaria carrera comoautora, especialista, historiadora yarqueloga bblica y gozaba de muybuena reputacin entre sus colegas.Estaba soltera, aunque siempre larodeaba una multitud de hombres cuya

  • compaa le agradaba. La pareja lopudo comprobar por el modo en quecoqueteaba y bailaba con todos los tiposguapos de la fiesta. Era inglesa, habanacido y crecido en la ciudad de Oxford.Saban cmo se llamaban sus padres.Haban reunido gran cantidad deinformacin sobre ella. Haban indagadoy eran buenos investigadores. Para esoles pagaban.

    El plan era sencillo. En unosminutos, la mujer se apartara un poco yel hombre se acercara al objetivo. Leofrecera una copa, quiz flirteara.Tena poco ms de treinta aos, eraguapo, estaba bronceado y tena lacerteza de que podra acercarse lo

  • suficiente como para poder echarle ladroga en la bebida.

    Era una sustancia qumica de efectoretardado que provocaba exactamente lomismo que tomar demasiado vino,adems de que la vctima durmieradurante horas. Se estaba bebiendo lascopas de un trago, as que nadie le darademasiada importancia cuando laembriaguez la obligara a retirarse a sudormitorio. La fiesta tocara a su fin, lagente se ira y entonces la llevaran alcoche. La lancha motora ya los estabaesperando en el punto de encuentro.

    Tal y como haban previsto, noresult difcil aproximarse a ella. Elchico se present como Rick. Charl,

  • sonri y coquete. Despus le ofreci unMartini. No lo iba a rechazar. Se acerca la barra, sirvi la bebida yrpidamente aadi el contenido delfrasco. Todo muy profesional. Regrescon la copa, sonriendo, y se la dio.

    Salud dijo ella, riendotontamente. Levant el vaso en unbrindis burln y la pulsera de oro quellevaba en la mueca se desliz hasta subronceado antebrazo.

    Y entonces fue cuando el planempez a ir mal.

    No se haban percatado del hombreque se encontraba en un rincn de lahabitacin hasta que, de pronto, empeza avanzar a grandes zancadas y cogi a

  • Zo del brazo. Le pregunt si querabailar. Conocan su cara. Lo habanvisto varias veces cuando vigilaban lavilla. Tena unos cuarenta y cinco aos ylas sienes algo canosas, era delgado eiba bien vestido. Era bastante msmayor que sus otros amigos. No lehaban hecho mucho caso, hasta esemomento.

    Ella acept y dej la copa sin probaren la mesa. Entonces el tipo hizo algoextrao, teniendo en cuenta que parecabastante sobrio. Dio un golpe a la mesacon la rodilla, una especie demovimiento torpe, que pareci hecho apropsito. El vaso se volc y la bebidase derram en el suelo.

  • Solo tenan un frasco de aquellasustancia. Observaron cmo se lallevaba a la terraza, donde todosbailaban al son de un lento jazz bajo lasestrellas.

    As que la pareja hizo lo que lehaban enseado: improvisar. Sucomunicacin se limit a miradas einsignificantes gestos, imperceptiblespara aquellos que no saban por questaban all. En unos segundos, tenan unnuevo plan: continuar esperando ymezclarse con la gente; entrarsigilosamente en alguna de lashabitaciones y permanecer escondidosen la casa hasta que todos los invitadosse marcharan y ella se quedara sola. Era

  • fcil. No tenan prisa. Salierontranquilamente a la concurrida terraza,se apoyaron en la pared y bebieron desus copas.

    Observaron que entre el objetivo yel hombre mayor haba una especie detensin. Los dos bailaron durante un ratoy pareca que l trataba de convencerlade algo. Le susurraba al odo, parecapreocupado pero intentaba disimularlo.

    Nadie se daba cuenta, excepto lapareja. Fuera lo que fuera lo que leestaba diciendo, ella se neg. Durante unsegundo, dio la impresin de que habrauna discusin. Entonces, l se apart. Leacarici el brazo con una especie degesto conciliador, la bes en la mejilla y

  • abandon la fiesta. La pareja observcmo iba hacia su Mercedes y semarchaba.

    Eran las once y treinta y dos.A las doce menos cuarto, la vieron

    mirar el reloj. Y entonces, de pronto,empez a hacer gestos para que losinvitados salieran de la villa. Apag lamsica y el silencio fue instantneo. Lespidi disculpas a todos. Tena que cogerun vuelo por la maana. Gracias a todospor venir. Que pasis una buena noche.Ya nos veremos.

    Todos estaban un pocosorprendidos, pero nadie se molestdemasiado. Seguro que, en una clidanoche de verano, se estaran celebrando

  • muchas ms fiestas por toda la isla.A la pareja no le quedaba ms

    opcin que marcharse con los dems.No haba oportunidad de escabullirse yocultarse, aunque s disimularon sufrustracin. Solo era un fallo tcnico,nada por lo que preocuparse. Volvieronen silencio al punto donde el coche seocultaba bajo los olivos y entraron.

    Y ahora qu? dijo elconductor.

    Esperaremos contest la mujerdesde el asiento de atrs.

    El rubio frunci el ceo.Basta ya de gilipolleces. Dame la

    pistola. Ir yo y coger a esa zorra.Ahora mismo.

  • Estir el brazo y chasque losdedos. El conductor se encogi dehombros y desenfund la 9 mm quellevaba bajo la chaqueta. El rubio lacogi y se dispuso a bajar del coche.

    La mujer lo detuvo.Discrecin, recuerdas? No nos

    podemos pasar.A la mierda con eso. Yo digo

    queEsperaremos repiti ella, y le

    lanz una mirada de advertencia que locall.

    Fue entonces cuando oyeron la moto.Eran las doce en punto de la noche.

  • 2CERCA de la baha de Galway, costaoeste de IrlandaDos minutos ms tarde, 22.02 p. m.(hora britnica)

    Ben Hope llevaba mucho tiempo en

    la oscura habitacin, lo suficiente comopara que el hielo del whisky se hubieraderretido hasta desaparecer mientrasmiraba por la ventana. El sol se ocultabatras el horizonte atlntico, el cieloestaba veteado de dorado y carmes ylas nubes llegaban del oeste conforme

  • caa la noche.Miraba fijamente cmo las olas

    azotaban las negras rocas, salpicandocon cada latigazo. Tena el rostrosereno, pero su mente iba a todavelocidad y se encontraba inundaba porun dolor que el whisky no poda calmar.Imgenes y recuerdos que era incapaz deapartar y que, en realidad, no queraborrar. Pens en su vida. En las cosasque lamentaba haber hecho en el pasado;en las cosas que no podra volver ahacer, algo que lamentaba todava ms.Pens en el vaco del nico futuro quese imaginaba que tena por delante; en elmodo en que los das solitarios sealargaban en noches solitarias.

  • Quiz no tenga por qu ser as. La botella estaba detrs de l,

    encima de la mesita. El whisky era unescocs de malta excelente, de diezaos. Por la tarde, la botella an estaballena. Ahora, tan solo quedaba un par dededos.

    Junto a la botella haba una Biblia.Era vieja, con encuadernacin de cueroy desgastada por el uso. Era un libro queconoca muy bien.

    Al lado descansaba una pistola. UnaBrowning High Power de 9 mm,bastante usada, limpia y lubricada, contrece cartuchos brillantes en el cargadory uno en la recmara. Llevaba all horas,

  • amartillada y asegurada, con la punta delustroso cobre de la bala alineada con elcan y la parte posterior expuesta alpercutor; lista y a la espera de que ltomara una decisin.

    Esa bala era lo nico que haca falta.En algn lugar de la oscura

    habitacin, son el telfono. Ben no semovi. Dej que sonara hasta quequienquiera que llamara se dio porvencido.

    El tiempo pas. El sol se hundi enel mar. Las olas se oscurecieron cuandola noche invadi sigilosamente el cielo ylo nico que poda ver era su reflejo enla ventana, devolvindole la mirada.

    Otra vez el timbre del telfono.

  • Aun as, no se movi. A los treintasegundos, dej de sonar y lo nico quese escuchaba en la habitacin era ellejano bramido del Atlntico.

    Se apart de la ventana y se dirigi ala mesita. Dej el vaso vaco y alarg lamano hacia la pistola. La cogi y sopesel slido metal. Se qued mirandofijamente el arma durante un buen rato,observando el trmulo reflejo de la lunaen toda su longitud. Quit el seguro.

    Muy lentamente, gir la pistola hacias mismo hasta mirar el can de frente,sujetndola por detrs y con el pulgar enel gatillo. Se la acerc. Sinti el froroce de la boca en la frente. Cerr losojos. Vea perfectamente su rostro, tal y

  • como le gustaba recordarla, sonriendo,llena de vida y belleza y felicidad, llenade amor.Te echo tanto de menos.

    Luego suspir.

    Hoy no, pens. Hoy no es el da. Baj la pistola y se qued all de pie

    durante un rato, con el arma colgando dela mano. Luego volvi a poner el seguro.Dej la pistola en la mesita y sali de lahabitacin.

  • 3CORF00.03 a. m. (hora griega)

    Zo Bradbury senta el viento fro en

    el pelo mientras recorra el sinuosocamino rural en el escter SuzukiBurgman.

    Mientras conduca, se percat deque unos potentes faros de un coche queiba detrs de ella iluminaban el tramo

  • que tena delante. El vehculo le hacaseales con las luces. Se pregunt quinpodra ser. Quiz fuera el ltimorezagado en marcharse de la fiesta.

    Sin embargo, era extrao. No habavisto que saliera ningn coche cuandocerr los postigos y ech la llave al irse.

    Sigui conduciendo, acelerando unpoco ms. Los rboles pasaban a amboslados a toda velocidad. El vientosacuda su pelo y su ropa, las lucesquedaron atrs y desaparecieron delespejo.

    Sonri para s misma. Se alegrabade que Nikos se hubiera llevado todassus cosas, porque eran demasiadas comopara cargarlas en el Burgman y, adems,

  • as poda disfrutar de su ltima vueltaantes de regresar a Oxford por lamaana. El escter de 400 cc era lobastante rpido como para dar algo demiedo; y la emocin y el riesgo eran doscosas que le encantaban. Aceler afondo y su sonrisa se agrand.

    Pero entonces, volvieron a aparecerlas luces en el espejo. El coche se habaaproximado sigilosamente, ahora estabaincluso ms cerca y tena puestas lasluces largas, que la deslumbraban.Redujo un poco la velocidad y se ech aun lado para dejarlo pasar.

    Pero no pas. Se coloc justo detrs,a su misma velocidad. Enfadada, hizo ungesto para que la adelantara. Continu

  • ah, detrs de ella. Escuchaba el motorpor encima del zumbido del escter.

    Bueno, era un gilipollas que tenaganas de echar una carrera. Por ella nohaba problema. Abri a tope elacelerador y empez a tomar las curvasa toda velocidad, inclinando la moto aun lado y al otro. El coche la segua.Aceler ms y aument la distanciaentre ambos. Pero no por mucho tiempo.El coche volvi a aparecer justo detrsy, durante un aterrador instante, pensque iba a embestir contra ella.

    Ahora Zo senta que el corazn lelata muy rpido y, de pronto, la idea decorrer por la oscura y solitariacarretera, con los rboles sucedindose

  • a ambos lados a toda velocidad, no lepareca tan divertida.

    A la derecha, un poco ms adelante,apareci un camino agrcola. Se acordde adnde conduca. Haba paseado porall un par de veces. Al final del caminohaba una verja que siempre estabacerrada con candado, impidiendo eltrnsito, pero entre el poste y la paredde piedra desmoronada haba un huecolo suficientemente grande como para quepasara una moto.

    El escter recorri a trompicones elcamino agrcola, apenas podacontrolarlo. El suelo no era ms quetierra blanda, poco consistente bajo lasruedas. Patin y recuper el control. En

  • el espejo, las luces volvan a acercarse.Qu querrn?

    La verja se aproximaba a toda

    velocidad. Treinta metros. Veinte.Apret los frenos, vacil, pero atravesel hueco. El escter pas por los pelos,araando el plstico. El coche patin, separ detrs de ella y, de repente, lasluces se quedaron nuevamente atrs.

    Grit de alegra. Lo habaconseguido.

    Pero entonces mir por el espejo yvio las siluetas iluminadas por los farosdel coche parado. Siluetas corriendo.Siluetas con pistolas.

    Escuch un fuerte estallido detrs de

  • ella. Not que la mquina vibrababruscamente. La rueda de atrs habareventado.

    Perdi el control de la moto y, derepente, se le escap de entre laspiernas. Not que se caa. Vio que elsuelo se acercaba rpidamente, hastaque choc contra l.

    Eso fue todo lo que Zo Bradburypudo recordar durante mucho tiempo.

  • 4THAMES Ditton, Surrey (Inglaterra)Segundo da

    Las altas verjas doradas estaban

    abiertas y Ben Hope pas con el cochepor el arco de la entrada. El caminoprivado transcurra por un largo tnelarbolado, fresco y verde en el calorvespertino. Al salir de una curva pudover, a travs de los rboles, la finca deestilo georgiano a lo lejos, ms all delcsped esculpido de aspectoaterciopelado. La gravilla cruji bajo

  • las ruedas del Audi Quattro alquilado alaparcarlo junto a los Bentley, Rolls yJaguar.

    Al salir del coche, Ben se arregl lacorbata y se puso la chaqueta del trajeque haba comprado para la ocasin, enel que se haba gastado mucho dinero yque probablemente no se pondra nuncams. Se escuchaba el sonido de una bigband flotando en la brisa. Siguiendo lamsica, ataj por el csped hacia laparte de atrs de la casa. El extensoterreno de la hacienda apareci ante susojos.

    Los invitados se apiaban alrededorde una carpa a rayas situada en lahierba. Charlas y risas. Largas mesas

  • con canaps, camareros con bandejas.Las mujeres llevaban vestidosveraniegos y grandes sombrerosfloreados. El banquete de boda eramucho ms opulento de lo que Ben habaesperado.A Charlie le ha ido bien, pens. Noestaba mal para un londinense con lospies en el suelo y prctico que habaempezado conduciendo camiones deabastecimiento en el Cuerpo deIngenieros. Haba servido desde quedej la escuela. En el regimiento 22 delServicio Especial Areo britnico sehaba quedado en el rango de soldado.Nunca quiso ascender. Su nicaambicin era ser el mejor. Resultaba

  • extrao imaginarlo casndose entre tantariqueza. Ben se pregunt si sera felizrodeado de todo aquello.

    Charlie y su flamante esposa estabanentre las parejas que bailaban sobre elcsped. Ben sonri al reconocerlo. Nopareca haber cambiado demasiado,excepto por el esmoquin. La banda habaempezado a tocar un viejo tema de jazzque recordaba vagamente, Glenn Millero Benny Goodman. Los trombones y lossaxos relucan bajo el sol.

    Ben se mantuvo apartado, se quedde pie escuchando la msica yobservando a la gente, asimilando laescena. Volvieron a su mente losrecuerdos del da de su boda, haca tan

  • solo unos meses. Con un gesto instintivo,se llev la mano a la alianza de oro quellevaba colgada al cuello en una cinta decuero. La toc a travs de la camisa,tratando de contener los demsrecuerdos que bullan en su interior, losmalos, los del da en que todo termin

    Por un instante, volvi a estar all ya presenciar la escena. Parpade paraborrar esas imgenes, luch porarrinconarlas en la oscuridad. Saba quevolveran.

    El baile acab. Hubo aplausos y msrisas. Charlie reconoci a Ben y losalud con la mano. Bes a su esposa yella se march charlando con un grupode amigos hacia la carpa mientras la

  • banda empezaba a tocar otra pieza.Charlie se acerc rpidamente a Ben, semostraba muy emocionado, incapaz dereprimir la amplia sonrisa de su rostro.

    Ests diferente con ese traje dijo Ben.

    No pens que vendra, seor. Mealegro de que haya podido. Lo he estadollamando durante das.

    Recib tu mensaje dijo Ben.Y soy Ben, no seor.

    Me alegro de verte, Ben.Yo tambin me alegro. Le dio

    unas cariosas palmaditas en el hombro.Bueno, cmo te ha ido?

    pregunt Charlie. Cmo te van lascosas?

  • Ha pasado mucho tiempo contest Ben evadiendo la pregunta.

    Cinco aos, ms o menos.Enhorabuena por la boda. Me

    alegro por ti.Gracias. Somos muy felices.Menudo sitio. Tenis una casa

    preciosa.Esto? Charlie recorri el

    horizonte con la mano, la casa y elterreno tan bien cuidado. Estars debroma. Pertenece a los padres deRhonda. Ellos son los que pagan todoesto. Es hija nica, ya sabes. Un pocoexcesivo, pero que quede entre nosotros.Todo por alardear de su dinero. Si fuerapor Rhonda y por m, la habramos

  • celebrado en el registro civil municipaly despus en el bar ms cercano. Sonri afectuosamente. Y t qu,Ben? Diste el paso?

    El paso?Ya sabes, una vida normal,

    matrimonio, hijos, esas cosas.Ah. Ben dud. Qu ms da. No

    tena sentido fingir. Me cas dijoen voz baja.

    A Charlie se le iluminaron los ojos.Genial, fantstico, hombre. Y

    cundo fue?Ben volvi a hacer una pausa.En enero.El recin casado ech un vistazo

    alrededor.

  • Ha venido contigo?Ya no est aqu dijo Ben.Pues es una pena dijo Charlie

    decepcionado. Me habra encantadoconocerla.

    Se ha ido dijo Ben.Charlie frunci el ceo, extraado.Quieres decir que ha estado aqu

    y se ha ido?No. Quiero decir que ha muerto.

    Sali ms bruscamente de lo que Benhaba pretendido. Todava resultabadifcil de decir.

    Charlie palideci. Baj la mirada yse qued callado unos segundos.

    Cundo? dijo en voz baja.Hace cinco meses. Poco despus

  • de casarnos.Por Dios, no s qu decir.No tienes que decir nada.Cmo ests? dijo Charlie con

    torpeza. Me refiero a cmo lo llevas.Ben se encogi de hombros.Tengo das buenos y das malos.

    El fro tacto de la boca de laBrowning en la frente segua reciente ensu memoria.

    Qu pas? pregunt Charlietras otro largo silencio.

    La verdad es que no quiero hablarde eso.

    Charlie pareca apenado.Te traer algo de beber. Joder,

    qu mierda, porque iba a pedirte una

  • cosa, pero ahora no sEst bien. Pide. Qu es?Hablemos en privado. A ver si

    encontramos un sitio tranquilo.Ben lo sigui por el csped hasta la

    carpa, entre la multitud que hablaba ybeba champn.

    Cuntos invitados coment.La mayora son por parte de

    Rhonda dijo Charlie. Yo noconozco a mucha gente, fuera delregimiento. Y Rhonda no quiere a gentedel ejrcito aqu. Puso los ojos enblanco.

    Ese de ah es tu hermano,verdad?

    Charlie lo mir asombrado.

  • Deben de haber pasado unos sieteaos desde que viste a Vince por ltimavez. Y no se parece en nada a m.Cmo demonios lo has reconocido?

    Nunca olvido una cara dijo Bensonriendo.

    De eso no hay duda.Junto a la carpa, un camarero estaba

    sirviendo bebidas de una bandeja deplata que haba en una mesa. Les ofreciuna copa de champn a cada uno.

    Ben neg con la cabeza y seal.La botella.El camarero se qued mirndolo

    durante un segundo, luego dej lascopas, sac una botella fra de lacubitera y se la dio. Ben la cogi con

  • una mano y con la otra, un par de copasde champn de cristal. Se alejaron de lamultitud y el alboroto. Ben not queCharlie no quera que nadie escuchara loque tena que decirle.

    Se sentaron en los escalones de uncenador, no muy lejos del banquete. Bendescorch la botella y llen las doscopas.

    De verdad que no te importa? pregunt Charlie, nervioso. Lo digoporque dadas las circunstancias

    Ben le pas una copa y le dio unlargo trago a la suya.

    Te escucho dijo. Empieza.Charlie asinti. Respir hondo y lo

    solt sin rodeos.

  • Tengo problemas, Ben.Qu tipo de problemas?No pienses mal dijo Charlie,

    captando su mirada. Como ya te hedicho, Rhonda y yo somos felices juntos.Por esa parte, todo es genial.

    Entonces, se trata de dinero?A lo lejos, la banda empez a tocar

    una versin de String of Pearls.Charlie hizo un gesto de resignacin.Y qu otra cosa podra ser?

    Estoy en paro.Has dejado el regimiento?Hace un ao, ms o menos.

    Catorce meses. Rhonda quera que lodejara. Tena miedo de que me mataranen Afganistn o en cualquier otro sitio.

  • No tiene mucho sentido.Bueno, casi ocurre. Ms de una

    vez. As que, mira por dnde, ahoratengo una vida civil. El problema es queno soy til. No s desempear ningntrabajo. He tenido cuatro desde que lodej.

    Suele ocurrir dijo Ben.Resulta difcil adaptarse despus detodo lo que hemos visto y hecho.

    Charlie bebi un buen trago dechampn. Ben cogi la botella y llen lacopa hasta arriba.

    Nos compramos una casa hace untiempo continu Charlie. Una casapequea, pero ya sabes cmo estn losprecios de los inmuebles, y esta no es

  • precisamente la zona ms barata delpas. Incluso una casita de mierda en elcampo vale medio milln hoy en da.Los padres de Rhonda pagaron laentrada de la casa como regalo decompromiso, pero aun as, casi siemprenos retrasamos en los pagos de lahipoteca. Est acabando conmigo. Estoyhasta el cuello. No s qu hacer.

    Y qu pasa con Rhonda? Notrabaja?

    En una organizacin benfica. Nopagan mucho.

    Hay muchos trabajos de oficina enel ejrcito. Por qu no solicitas alguno?

    Charlie neg con la cabeza.Les dara algo si me vuelvo a

  • acercar a ese mundo. Les da miedo queme sienta tentado de volver al servicioactivo. Y sabe Dios que seguramentevolvera. El padre de Rhonda gan todosu dinero vendiendo tonos de llamadapara mviles. Quiere que trabaje con l.Me est presionando mucho. Toda lafamilia. Joder, tonos de llamada. Tehaces una idea?

    Ben sonri.A lo mejor tendras que hacerlo.

    Parece un chollo y lucrativo. Y esseguro, comparado con que te disparen.

    No durara nada dijo Charlie. Creara tensin en el matrimonio. Le dio otro buen trago al champn.

    No te he trado ningn regalo de

  • boda dijo Ben. Si sirve de ayuda, tepuedo dar dinero. Te puedo hacer uncheque hoy mismo.

    Ni hablar. Eso no es lo quequiero.

    Pues considralo un prstamo.Hasta que levantes cabeza.

    No, quiero pedirte otra cosa.Ben asinti con la cabeza.Creo que s lo que es. Quieres

    pedirme que trabajemos juntos.Charlie dio un largo suspiro.Vale, ser sincero contigo. Cmo

    est el negocio del secuestro y rescateahora mismo?

    Mejor que nunca contest Ben. Secuestrar gente y retenerla por un

  • rescate es un sector en crecimiento.Hablo de lo que t hacas,

    finalizar el asunto.Siempre hay demanda de gente

    como yo dijo Ben. Involucrar a lapolica suele ser una mala decisin. Losagentes de seguros de secuestro yrescate y la mayora de negociadoresoficiales son imbciles trajeados. Lagente que est en apuros necesita otraopcin.

    Y t eres esa opcin.Y quieres formar parte de eso?Sabes que sera bueno dijo

    Charlie. Pero no puedo establecermepor mi cuenta. No s nada de eso.Necesitara que alguien me enseara. T

  • eres el mejor maestro que he tenido. Sime metiera en algo as, me gustaratrabajar contigo.

    Por lo que me has dicho, no creoque tu nueva familia lo aprobara.

    Les dira que soy asesor deseguridad. No creo que sea tan peligrosocomo lo que hemos visto en el ejrcito,verdad?

    Ben no dijo nada. Las dos copasestaban vacas, y el sol caa a plomo.Sirvi lo que quedaba de champn ydej la botella en el suelo, provocandoun fuerte sonido por el choque delcristal contra el hormign.

    El problema es que no te puedoayudar dijo. Si pudiera, lo hara.

  • Pero estoy fuera. Retirado. Lo siento.Retirado? En serio?Ben asinti. Se lo haba prometido a

    ella el da que acept casarse con l.Desde finales del ao pasado. Se

    acab para m.Charlie se acomod en los escalones

    del cenador, desanimado.Tienes algn contacto?Ben neg con la cabeza.Nunca los he tenido. Siempre

    trabaj solo. Todo era estrictamente depalabra. Se acab la copa. Ya te lohe dicho. Si se trata de dinero, puedoayudarte.

    No puedo aceptar tu dinero dijoCharlie. Rhonda puede pedir a sus

  • padres que nos echen un cable encualquier momento, y seguramente loharan. Pero para nosotros es nuestraresponsabilidad. Nuestro problema.Necesitamos solucionarlo por nuestracuenta. Yo solo esperaba que

    Lo siento. De verdad que no haymanera.

    Charlie hizo una mueca dedecepcin.

    Pero si te enteras de algo, me lodirs?

    Lo hara, pero no creo que ocurra.Ya te lo he dicho, estoy fuera.

    Charlie volvi a suspirar.Siento haber sacado este tema.

    Hizo una larga pausa, mientras

  • observaba a la gente bailando ydivirtindose a lo lejos. Entonces,qu vas a hacer ahora?

    Vuelvo a Oxford. Me voy paraall en cuanto acabe esto. Ya healquilado un piso.

    Y qu hay en Oxford?La universidad contest Ben.

    Me voy all a estudiar.T? Un estudiante? Y qu vas a

    hacer?Voy a acabar lo que empec antes

    de volverme loco y meterme en elejrcito hace casi veinte aos. Teologa.

    Charlie se qued perplejo.Teologa? Quieres ser

    sacerdote?

  • Ben sonri.Pastor. Hubo un tiempo en que eso

    era lo nico que quera ser. Pareca lavida perfecta.

    Y en su lugar te fuiste a la guerra.Tiene sentido.

    A veces las cosas no salen comopiensas dijo Ben. Simplementeocurri as. Ahora he vuelto al punto departida. Ahora es el momento. Mepermiten volver para acabar misestudios. Un ao para acabar y despuspuedo empezar a pensar en entrar en laIglesia, tal y como lo haba planeadohace aos. Se dio una palmada en lasrodillas. Y eso es todo.

    Charlie lo miraba fijamente,

  • incrdulo.Es una broma. Me ests tomando

    el pelo.Lo digo en serio.Es que no pareces t. Todava

    tengo tu imagen de aquella vez con eltanque, en el desierto. Estbamosatrapados bajo fuego enemigo, solo tequedaban tres cartuchos. Nunca he vistoalgo as. Los tos del ejrcito, tos queno te conocen, siguen comentndolo.

    Bueno, no quiero hablar de eso le cort Ben. Lo que hice en elpasado, lo que fui o quise ser haterminado. Estoy cansado, Charlie.Tengo treinta y ocho aos y lo nico quehe conocido es la violencia y el

  • asesinato. Quiero una vida pacfica.Un alzacuello, una casita en el

    campo y una Biblia en la mano.Ben asinti.Eso es. Tan lejos del pasado

    como pueda.Pues no lo veo.Puede que te sorprenda.Tendra que haber esperado un

    poco dijo Charlie. Se ri. Nospodras haber casado t.

    No se haban dado cuenta de queRhonda se acercaba rpidamente por elcsped. Se levantaron al verla. Era altay esbelta, con el pelo rojizo, como si selo tiera con henna. Llevaba unpendiente en la nariz. Un aspecto

  • bohemio que contrastaba con los taconesaltos y el vestido caro que luca. Eraguapa, pero Ben crey ver una miradaendurecida en sus ojos, llenos dedesconfianza cuando Charlie se lapresent.

    Lo s todo sobre usted dijomirndolo de arriba a abajo. Elcomandante Benedict Hope. El salvaje.Conozco todas las historias. Estoy muyimpresionada.

    No soy el comandante Hope. Soysolo Ben. Olvida esas historias.

    Bueno, Ben, supongo que hasvenido para convencer a mi marido deque se una a algn

    Yo lo invit dijo Charlie.

  • Te acuerdas?Mir a Charlie con vehemencia.No quiero que se meta en nada

    peligroso.Soy la ltima persona que lo

    metera en algo peligroso dijo Ben.Puedes confiar en eso.

    S, claro dijo resoplando. Yahora, te importa que me lleve a mimarido? Por cierto, hay alguien all quequiere conocerte.

    Ben sigui la direccin que indicabasu dedo y su mirada fue a parar a unamujer de un atractivo increble queestaba de pie junto a la carpa. Lossaludaba con coquetera, sonrindoles.

    Es Mandy Latham dijo Rhonda

  • . Sus padres son dueos de la mitadde Shropshire. Una exquisitez de nuevarica, incluso peor que yo. Pasa losinviernos en Verbier, conduce unLamborghini. Me ha estado preguntadoquin era el tipo de ojos azules, alto,rubio y guapsimo que estaba conCharlie.

    Va a ser sacerdote dijo Charlie.Por qu no vas y la sacas a

    bailar? le dijo Rhonda bruscamente aBen.

    Rhonda empez a decirCharlie.

    Yo no bailo dijo Ben. Sonri aCharlie. Bonita fiesta. Ya nosveremos. Y se march.

  • Entonces, me llamars? legrit Charlie a la espalda.

    Ben no contest. Continucaminando por el csped, dej la copavaca en la mesa de la carpa. Mir lahora en su reloj. Mandy Latham seacerc a l, con un sensual vestidoajustado de seda azul reluciente quecombinaba con sus brillantes ojos.

    Hola dijo tmidamente. SoyMandy. De verdad fuiste el comandantede Charlie en el SAS?1

    No deberas creer todo lo queoyes dijo Ben. Encantado deconocerte, Mandy. Tengo que irme.

    La dej atrs, mirando cmo semarchaba.

  • 5SUMMERTOWN, OxfordAquella tarde

    El catedrtico Tom Bradbury cerr

    tras l la puerta de la entrada, dej suviejo maletn y colg las llaves delcoche en el gancho de roble al lado deljarrn en el recibidor.

    La casa estaba en silencio. Noesperaba que lo estuviera. Zoregresaba aquel da y su presenciasiempre se haca notar por la banda

  • sonora de rock duro que se empeaba enponer a todo volumen en el equipo demsica de la sala de estar.

    Bradbury se pase por la ampliacocina. Las ventanas que daban al patioestaban abiertas y el aroma del jardninundaba la habitacin. Se acord de labotella medio vaca de Pinot Grigio dela noche anterior y abri el frigorfico.Dentro haba una mousse de chocolaterecin hecha, el postre favorito de Zoque su madre siempre le preparabacuando vena a casa.

    Chasque la lengua en seal dedesaprobacin y se sirvi un vaso devino fro. Entre sorbo y sorbo, sali aljardn y vio a su mujer, Jane, arrodillada

  • en el arriate, con una cesta de plantasanuales de colores vivos detrs de ella.

    Has venido temprano le dijomirando hacia arriba y sonriendo.

    Dnde est?An no ha llegado.Ya deca yo que haba mucho

    silencio. Esperaba que ya estuvieraaqu.

    Jane Bradbury clav el desplantadoren el suelo, se levant resoplando y selimpi la tierra.

    Eso parece estar muy rico dijoal ver el vaso.

    Se lo pas y ella le dio un sorbo y serelami.

    Yo no me preocupara le dijo

  • . Ya sabes cmo es. Seguramentehabr hecho una parada para visitar aalgn amigo en Londres.

    Y por qu no puede venirdirectamente aqu? Siempre est conalgn amigo. Casi no la vemos.

    Ya no es una nia, Tom. Tienesveintisis aos.

    Entonces, por qu se comportacomo si lo fuera?

    Llamar. Seguramente volvermaana y la tendremos hasta en la sopa.

    La consientes demasiado ledijo malhumorado. Incluso le haspreparado su postre favorito.

    Su mujer sonri.T la consientes tanto como yo.

  • Bradbury se dio la vuelta y sedirigi a la casa.

    Por lo menos podra decirnosdnde est, coo.

  • 6ISLA de Paxos, GreciaTercer da

    Zo Bradbury se despert con un

    grito ahogado. Lo primero que percibifue la intensa y cegadora luz del sol enla cara. Trat de enfocar, pero veaborroso. Dnde estaba?

    Al cabo de un minuto, la neblina sedispers y lo vio todo ms claro. Estabaen una habitacin. Era la suya? No seacordaba, y eso era lo que le resultaba

  • ms extrao.Estaba tumbada en un colchn sin

    funda, cubierta con una sbana arrugada.Se incorpor en la cama y, de repente,sinti un dolor agudo que le pinchaba enel costado. Hizo una mueca de dolor yse apret las costillas. Pareca como situviera alguna rota. La cabeza estaba apunto de estallarle y tena la boca seca.Se mir las palmas de las manos. Ledolan y las tena llenas de araazos,como si hubiera sufrido una fuerte caday hubiera puesto las manos paraprotegerse.

    Destellos. Luces brillantes. Ruidos.Lugares y gente. Todo estaba en sucabeza, pero mezclado y borroso, eran

  • sombras y ecos. Recordaba vagamentela sensacin de caer. Luego el impactoen la cabeza. Se la frot y not la herida.Se esforz por aclarar las ideas, pero nole vena nada. Parpade y sacudi lacabeza. Nada.

    El pnico empez a apoderarse deella. No poda recordar nada. No sabapor qu estaba all y se dio cuenta,horrorizada, de que ni siquiera sabaquin era. Algo le haba pasado. Unamala cada. Algn tipo de lesin en lacabeza. Rez para que fuera solotemporal.

    Lo nico que saba era que estaba enpeligro. Era el conocimiento instintivode un animal atrapado frente a su

  • depredador.Ese instinto la ayud a centrarse. Lo

    primero, sal de aqu. Ya te preocuparsdel resto despus.

    No haba nadie en la habitacin.Pero cuando la brisa movi las cortinas,vio al hombre que haba sentado fuera,en el balcn.

    De lo primero que se dio cuenta fuede la pistola. Colgaba relajada de sumano, un gran objeto cuadrado que laapuntaba directamente. Estaba sentadode cara a ella, recostado bocarriba enuna tumbona al sol y, en un principio,pens que la estaba mirando fijamente atravs de las oscuras gafas. Pero supecho suba y bajaba lentamente y, al

  • ver que no haba reaccionado cuando sedespert, supuso que estaba dormido. Asus pies haba una botella de ouzo y unvaso vaco. La brisa del mar movaligeramente su pelo rubio.

    Zo logr salir de la cama,apretando los dientes por el dolor que leatravesaba el costado. Puso un pie en elsuelo, despus el otro. Sinti el frescorde las baldosas.

    El hombre no se movi.Se levant lentamente y se apart de

    la cama. La cabeza le daba vueltas y sela cogi para mantener el equilibrio. Vioque iba vestida con unos pantalonesblancos y una blusa amarilla. Notaba laropa mugrienta, como si hubiera

  • dormido con ella durante un par de das.La rodilla derecha de los pantalonesestaba rasgada, y tena una mancha en laparte derecha de la blusa, donde ledola. Supuso que era de la cada.

    Todava tambalendose, cogi unassandalias de tacn que haba junto a lacama. Hacan juego con la blusaamarilla. Seran suyas? No lo saba.Las cogi por las tiras y se dirigisigilosamente hacia la puerta, rezandopara que el hombre de la tumbona no sedespertara.

    Cuando agarr el pomo de la puertay not que al principio se resista, pensque seguramente la puerta estaracerrada con llave. Pero cuando vio que

  • giraba, el corazn le dio un vuelco. Lapuerta se abri sin hacer ruido. Afuerahaba un pasillo y un tramo de escaleraque conduca al piso de abajo. Cruz elpasillo de puntillas y ech un vistazopor el hueco de la escalera desde labarandilla metlica. Voces, en algnlugar lejano de la casa. Escuch a unamujer hablando y la risa de un hombre.

    Ahora el corazn le iba a cien porhora. Empez a descender por laescalera, estremecindose por el dolor acada paso, descalza y silenciosa sobrelas baldosas de cermica. El miedoagudizaba su mente. No tena ni idea dednde estaba, pero saba que tena queescapar.

  • Consigui bajar la escalera sin quela oyeran. Nadie haba salido corriendode la habitacin. Estaba a salvo, por elmomento.

    Al pie de la escalera haba otrapuerta. Estaba abierta y del exteriorentraba una luz brillante. Salicojeando, con los zapatos en una mano yapretndose las costillas con la otra, yse dio cuenta de que estaba en unapequea terraza llena de macetas yflores. Tres escalones ms abajo, habauna playa de guijarros blancos. Laspiedras le pinchaban los pies yquemaban. Se puso los zapatos. Leestaban perfectos, aunque parecan losde una extraa.

  • Baj sigilosamente a la playa y mirhacia atrs, a la casa. Era un bloque depiedra blanca picada con ventanas conpostigos y el techo de tejas rojas. Atravs de la barandilla del balcn delprimer piso, vio el respaldo de latumbona. Detrs de la casa, unaempinada cuesta arbolada suba hacia elacantilado. Era imposible subir por ah.Desesperada, ech un vistazo alrededor.La playa estaba vaca. Haba un largoembarcadero de madera destartaladacon una pequea lancha motoraamarrada que se meca suavemente porlas olas.

    Se dirigi hacia all, acelerando elpaso. Dio un traspi por los finos

  • tacones de siete centmetros. Volvi amirar hacia atrs. Nadie. Estabaconsiguiendo escapar.

    Logr llegar al embarcadero. Lostablones eran slidos y poda corrermejor que sobre las piedras sueltas y laarena. Continu rpidamente, ya sehaba olvidado del dolor en el costado.

    Y entonces fue cuando oy el grito.Vena de la casa. Una voz masculina,fuerte y furiosa. Se sobresalt y se gir.El corazn le dio un vuelco. Era l, elhombre rubio del balcn. Llevaba lapistola en la mano. Baj la escalera asaltos y se dirigi corriendo hacia ella,gritando.

    Despus salieron ms personas de la

  • casa. Una mujer y dos hombres. Lamujer la seal. Todos empezaron acorrer. Ms gritos.

    Estaba en medio del embarcadero,poda llegar hasta la lancha.Conseguira arrancar el motor? Ledispararan? Qu quera esa gente deella? Las piernas le temblaban, haciendoque se tropezara mientras corra.

    Y entonces se cay. Se derrumbsobre la rugosa madera y not que sehaba torcido el tobillo. Se le habaencajado el tacn en un hueco entre lastablas. Tir bruscamente y forceje.Estaba muy atascado. Estir los brazospara intentar quitarse el zapato.

    Se estaban acercando. Los pasos

  • tronaban sobre el embarcadero y, depronto, not la presin de la pistola enla nuca y una fuerte respiracin en laoreja. Levant la mirada y vio la caradel hombre, con el gesto retorcido por laira y ensendole los dientes.

    Llegaron los dems.Qu coo ha pasado? dijo una

    voz.La zorra ha vuelto en s

    contest bruscamente el hombre de lapistola por encima de su hombro.

    Y t qu coo estabas haciendo?pregunt la voz femenina.Durmiendo?

    El hombre la ignor y levant a Zode un tirn. Los cuatro la llevaron a

  • tirones por el embarcadero. La chicadaba patadas y gritaba como unahistrica. Ellos no decan nada. Laarrastraron a trompicones hasta la casa,la volvieron a meter en la habitacin yla echaron en la cama de un empujn. Leataron los tobillos y las rodillasbruscamente con cinta de embalar. Elrubio se meti la pistola en la parte deatrs del cinturn y la cogi de lamueca derecha. La apretaba con unafuerza demoledora. Le subi el brazo deun tirn y se oy un ruido metlico alesposarla al armazn de la cama.Despus el brazo izquierdo.

    Zo se encar.Qu queris de m? Soltadme!

  • Qu queris de m?Despus le pegaron un trozo de cinta

    en la boca, para ahogar los gritos. Lasincontroladas lgrimas le caan por lasmejillas.

    El hombre sac la pistola delcinturn y le puso la boca del arma en lasien. Zo trat de apartarse del frometal, con los ojos apretados.

    Luego el hombre sonri y retir lapistola. Todos se alejaron y laobservaron. Estaba demasiado cansadapara seguir luchando. Le costabarespirar y sinti que iba a desmayarse.

    La mujer tena las manos apoyadasen las caderas, la cabeza inclinada haciaun lado y una ligera sonrisa en los

  • labios.Dejadla un rato dijo. Tengo

    que hacer una llamada. Despuspodemos volver a ponernos manos a laobra con ella.

    Qu queris? intent volver agritar Zo a travs de la mordaza.

    Nadie le contest mientras, uno auno, salan de la habitacin.

    El rubio fue el ltimo en marcharse.Estoy deseando empezar dijo

    sonrindole.

  • 7OXFORDEl mismo da

    Ben emergi lentamente de un

    tenebroso sueo repleto de pesadillas y,poco a poco, consigui centrarse. Ya seacordaba. Estaba en su nuevo piso.Oxford no le resultaba una ciudadextraa. En realidad, lo extrao eravolver a vivir all despus de tantosaos. No regresara a Irlanda hastadiciembre.

  • Luchando por deshacerse de eseletargo paralizador que le invitaba aarrastrarse bajo la colcha, sac laspiernas de la cama de una patada. Sepuso la parte de arriba del chndal,cruz la sala de estar pasando porencima del equipaje a medio deshacerque estaba esparcido por todas partes yse dirigi a la cocina. El piso estaba enun apartado bloque de apartamentos enla tranquila zona norte de la ciudad.Pareca moderno y compacto, muydiferente de la laberntica y vieja casajunto al mar que tena en Irlanda, con elsuelo de piedra y chimeneas con muchacorriente de aire.

    Escuch el canto de los pjaros y el

  • lejano sonido del trfico mientras sepreparaba el caf. No tena leche, niazcar, ni nada para comer. No encendila radio. No le interesaba nada quepudiera estar pasando en el mundo. Sesent un rato en la mesita de la cocina,con el caf entre las manos y la mente enblanco, tratando de no pensar en nada.Sobre todo, tratando de no pensar en lasdos botellas de Laphroaig de diez aosque tena en la maleta. Sera muy fcil irhasta all y abrir una. Demasiado fcil.Saba perfectamente que acudira en uninstante de debilidad, cuando volvieranlos demonios. Pero no era el momento.

    A las ocho menos tres, volvi a lasala de estar y encontr la bolsa de tela

  • de Tesco que haba dejado en uno de lossillones la noche anterior. Cogi labolsa, cruz la habitacin transportandola pesada carga y vaci el contenidoencima de su escritorio. Los libros seesparcieron por su superficie.

    Haba unos veinte libros de teologaen aquel montn, y se haba propuestoleerlos todos en los prximos das. Unapila de hebreo y latn que estudiarminuciosamente. Miles de pginas defilosofa abstrusa. Aristteles. Spinoza.Wittgenstein. Un arsenal de ensayos einterpretaciones de la Sagrada Escritura.Supona un montn de trabajo, y saboretal perspectiva. Aquello le mantendra lamente ocupada y lo pondra a punto para

  • cuando empezaran las clases en octubre.Diecinueve aos eran muchos querecuperar.

    Trabaj durante seis horas seguidas,se estir, se levant y se dirigi alpequeo cuarto de bao. Despus de unaducha rpida, se puso unos pantalonesvaqueros y una camisa de algodnblanca y se comi un bocadillo de atnrancio que haba comprado en unagasolinera de la M40 el da anterior. Enalgn momento despus de las dos, salidel piso y recorri la media hora decamino hasta el centro de la ciudad enveinte minutos. Se dirigi directamente ala Bodleian, la biblioteca msimponente y antigua de la universidad,

  • justo al lado del centro.El sol pegaba fuerte. Mientras

    andaba, se quit la chaqueta y se la echal hombro.

    Fue en ese momento, paseando porla antigua ciudad bajo el cielodespejado, cuando se dio cuenta.Qu sensacin es esta?

    Se par. Era algo muy extrao.

    Soy una persona normal. Soy unestudiante que va a empezar sus clasesen la universidad y se dirige a labiblioteca. Eso es todo lo que soy.

    De pronto, durante un nico y

    maravilloso segundo, todo pareca

  • posible. Que pudiera vivir la vidasencilla con la que haba soado, lejosde la violencia y la monstruosidad quelo haba rodeado durante lo que parecauna eternidad. Que pudiera volver a serfeliz algn da, que el dolor llegara a sufin.

    Era solo una muestra de esafelicidad, una simple muestra denormalidad y libertad y la promesa devolver a tener una especie de vida.Saba que le quedaban ms das malospor delante, das en los que ni siquieraquerra seguir viviendo. Pero all, en esemomento, por primera vez en meses,senta el sol en la cara y agradeca estarvivo. Quiz lo peor de la pena ya haba

  • pasado. Quiz lo estuviera superando.Quiz se fuera a poner bien.Es lo que ella querra, pens. Recordsu rostro y sinti la punzada de laprdida y la culpabilidad. Queraalargar el brazo y tocarla. Entonces ellale sonri, provocndole que quisierallorar, pero l tambin sonri.Ay, Leigh. Siento muchsimo lo quepas.Ya lo s, le escuch contestar a lo lejos.

    Continu sonriendo con tristeza paras mismo mientras recorra los pasillosabovedados de la Bodleian. Las salas delectura principales olan a cuero viejo ymadera bruida. Se acerc al mostradory le mostr el carn a la bibliotecaria.

  • Veinte aos antes, en ese mostradorhaba mujeres con fama de sargentos ymiradas intimidantes que asustaban a lamayora de los estudiantes. Y se habaestado preguntando, por diversin, si selas volvera a encontrar all, mscanosas, ms gordas e incluso mstemibles.

    La bibliotecaria le dirigi unasonrisa. Tena unos veintiocho oveintinueve aos y la melena rubia yrizada recogida en una cola de caballo,con algunos mechones sueltos que lecaan enmarcndole el rostro. Su cara,bonita, sencilla y natural. Mir dosveces su nombre en el carn y volvi asonrer. Ben le pidi el libro que estaba

  • buscando y ella le dijo en voz baja quehabra que sacarlo de las entraas de labiblioteca.

    Ben le dio las gracias y se pas lasiguiente media hora hojeando revistasen una cabina de la sala de lectura queestaba enfrente del mostrador. Se diocuenta de que, de vez en cuando, labibliotecaria lo miraba. Y entonces otrode los empleados le trajo el libro quehaba ido a leer y no la volvi a ver.

    Ya era casi de noche cuando salide la biblioteca. El calor y el sudor delas animadas calles del centrocontrastaban con el fro silencio de lassalas de lectura de la Bodleian. Aspirprofundamente el aroma de la antigua

  • ciudad.Bueno, ya he vuelto, se dijo en

    voz baja.

  • 8GRECIACuarto da

    Esta lnea es segura? Tengo que

    hablar contigo.Es segura. Por qu no has

    informado antes, Kaplan?Hemos tenido un problema.Una pausa.La chica?Eso me temo.La habis matado, verdad?

  • Tenais rdenes estrictas de cogerlaviva.

    Est viva.Entonces, qu pasa?Est viva, pero no nos sirve.Me ests diciendo que la habis

    cagado.La tenamos, vale? La tenamos a

    tiro de piedra, pero fue complicadoatraparla. Iba en moto. La perseguimosunos cinco kilmetros, desde la villahasta la montaa. Esas carreteras estnllenas de curvas y vegetacin. Tratamosde interceptarla, pero le entr pnico.Sali de la carretera, por donde nopodamos seguirla. Dej a Ross y aParker en el coche y me llev a Hudson

  • conmigo. Fuimos tras ella a pie.Y se escap.No, la cogimos. No lleg muy

    lejos antes de caerse de la moto.Qu daos ha sufrido?No ha habido daos externos

    graves. Algunos cortes y araazos. Perosufri un traumatismo en la cabeza, y esees el problema. Estuvo inconscientedurante un tiempo, casi treinta horas.Volvi en s ayer. Pero tiene algn tipode amnesia postraumtica. No puederesponder a nuestro interrogatorioporque su memoria se ha borrado.

    Ests segura de que tenis a lapersona correcta?

    Cien por cien.

  • Cul es el nivel de gravedad?No se puede saber. La amnesia

    podra ser a corto plazo.Ser mejor que tengas razn. T

    sabes lo serio que es esto?Est controlado.Dicho as no lo parece, Kaplan. Si

    no recupera la memoria pronto, tendrsque traerla, aqu tenemos el equipoadecuado.

    Hay otro pequeo problema.Quieres decir que an hay ms?Todas sus cosas han desaparecido

    de la villa. Fuimos para recogerlo todo.Ya no hay nada. Ni equipaje, ni papeles.Nada. No pensaba marcharse hasta porla maana. Eso significa que tenemos

  • que cambiar el plan. Ya no puedeparecer un accidente.

    Buen trabajo, Kaplan.Una cosa ms. Haba alguien en la

    fiesta, un amigo, creo. Ya lo habamosvisto por all y no nos llam la atencin.Pero en la fiesta derram la bebida justodespus de que Hudson echara la droga.Pareci deliberado.

    Entonces saba algo. Quin es?Un tipo de la zona, por lo que

    sabemos. Uno de sus muchos amigos.Seguramente casado, as que fue muydiscreto. La villa tiene un garaje anexo ysiempre aparcaba all su Mercedes,donde no podamos verlo. Ahoracreemos que l se llev las cosas en el

  • coche, ms temprano. Y estamosbastante seguros de que iba a reunirsecon l cuando la cogimos.

    Entonces l podra saberlo todo.Probablemente. Pero no podamos

    haberlo sabido.Tenis alguna informacin sobre

    l?Estamos en ello.Debis solucionar esta situacin

    rpidamente. Vamos justos de tiempo.La gente empezar a echarla de menos.

    Lo encontraremos.Ms os vale. Y cuando lo hagis,

    conteneos. Puede que todava quede unaoportunidad de arreglar este desastre. Sise queda en agua de borrajas, estis

  • muertos, entendido?

  • 9OXFORDSexto da

    Despus de dos das de estudio

    ininterrumpidos, Ben se sinti preparadopara volver a tomar el aire. La luz delsol entraba por la ventana y not lallamada del exterior. En Irlanda, seesforzaba por correr quince kilmetroscada da.

    Se puso una camiseta y unospantalones de deporte y se dirigi con

  • bro al centro, donde se abri paso entrelos clientes de Cornmarket de camino asu antigua facultad, Christ Church. Alcruzar la entrada principal, no pudoevitar quedarse mirando el enorme patioprincipal. Respir profundamente.

    Cruz el patio, observando a sualrededor los antiguos y majestuososedificios de arenisca que atrapaban elcolor dorado del sol. Los viejosrecuerdos lo inundaron. En el centro delpatio, rodeada de un csped muy biencuidado y encaramada en unaornamentada fuente de piedra, estaba laconocida estatua de Mercurio, elmensajero alado. Pas a su lado, subial trote algunos escalones hasta el lado

  • opuesto del patio y se dirigi a unaentrada abovedada. Oculta tras laentrada, estaba la catedral ms pequeade Inglaterra, que haca las veces decapilla de la facultad. Ben no tenaprevisto entrar, pero en ese momento sesinti atrado por aquel lugar. Cruzrpidamente la puerta.

    Al fondo de la nave se estabacelebrando una misa matinal. Ben noreconoca al sacerdote, pero estabaseguro de que tarde o temprano, duranteel curso, lo conocera. Lea el Evangeliode san Mateo con voz dulce y solemne.El eco de sus palabras recorra lasparedes y columnas del siglo XIII y seelevaba hasta el techo, magnficamente

  • ornamentado. La pequea congregacinse agrupaba en la parte de delante,escuchando atentamente.

    Ben anduvo en silencio por elbrillante suelo de mosaico, se sentcerca de la entrada y observ y escuchdesde lejos. Trat de imaginarse all, depie en el plpito, con el alzacuello y elgesto serio, celebrando la misa. Ese erael futuro que haba planeado all. Sesupona que se iba a preparar para eso,para algo que haba formado parte de suvida, a intervalos, desde que podarecordar.

    En aquel momento, all sentado,pareca difcil de imaginar. Lo habadeseado con todas sus fuerzas; haba

  • soado con aquello tantas veces. Peroestaba realmente a su alcance conseguirque ocurriera?

    Se qued unos minutos ms en lacatedral, baado por la tenue ycoloreada luz que se filtraba por lasvidrieras, con la cabeza inclinada,dejando que la serenidad de aquellaatmsfera penetrara en lo ms profundode l. Luego, se levant con muchocuidado, procurando no hacer ruido, ysali al patio iluminado por el sol.

    Gir a la izquierda y se dirigi alprado en crecimiento que haba detrsde Christ Church. Corri durante mediahora por el camino de sirga que habajunto al ro, sintiendo cmo le quemaban

  • los msculos de las pantorrillas.Despus, satisfecho de no haber dejadoque su forma fsica se deteriorarademasiado, corri de vuelta al colegio.

    Estaba tan inmerso en suspensamientos mientras cruzaba deregreso al patio principal, que noadvirti que alguien se acercaba.

    Esperaba encontrarme contigo dijo una voz.

    Ben se dio la vuelta y comprob quese aproximaba la figura alta y canosacon traje de tweed del catedrtico TomBradbury. No haba visto a aquelhombre desde su entrevista seis semanasantes con el comit de admisiones de lafacultad.

  • Profesor Bradbury, cmo est?Este sonri.Llmame Tom. Creo que ya nos

    conocemos lo suficiente.Tom Bradbury y el padre de Ben,

    Alistair Hope, haban estudiado juntosen Cambridge. La amistad entre unferviente alumno de teologa y unestudiante de derecho podra resultarextraa, pero haba durado muchos aosy acab cuando el padre de Ben muri.Ocurri el ao que Ben dej susestudios e ingres en el ejrcito.Guardaba muy pocos recuerdos deaquella poca, pero siempre habarecordado a Tom Bradbury, aunqueperdiera el contacto con l tantos aos

  • atrs. En su poca de estudianteadolescente, lo consideraba su to. Supresencia siempre haba sido agradabley tranquilizadora, perfumada con elaroma a tabaco de pipa impregnado ensu ropa. Sus seminarios haban sido losms animados de todas las clases queBen recordaba. Su especialidad era elAntiguo Testamento, una escritura tanantigua, densa y complicada queresultaba difcil darle vida. Pero elcatedrtico Bradbury era capaz dehacerlo, y los estudiantes lo adoraban.

    Quiero hablar contigo dijo elcatedrtico. Ests libre maana a lahora de comer?

    Tengo una cita con Descartes

  • dijo Ben sonriendo. Pero comercontigo suena mucho ms apetecible.

    Sabia eleccin dijo Bradbury. No es precisamente mi filsofofavorito, todo sea dicho. Haba pensadoque podras venir a casa.

    Sigues viviendo enSummertown?

    Bradbury asinti. Concretaron lahora, el catedrtico sonri dbilmente yse march hacia el patio de Canterbury.Ben lo observ mientras se alejaba.Bradbury era un hombre ntegro yenrgico de sesenta y tres aos.Normalmente, era jovial y estaba llenode vida. Pero aquel da lo notabadiferente. Le faltaba algo. Pareca mayor

  • y cansado, apagado. Estara enfermo?De ser as, por qu invitar a alguien acomer al da siguiente?

    Algo no iba bien.

  • 10

    GRECIA Era una navaja Buck, y al hombre

    rubio le encantaba afilarla. Mientraspermaneca sentado en el balcn, sinnada ms que hacer que absorber el sol,beber ouzo y vigilar a la zorra, sepasaba el rato pasando la piedra deaceite por el filo. Tena la navaja tanafilada que si la hubiera dejado con elfilo hacia arriba y un billete encima todauna noche, al volver por la maana, elbillete estara cortado por la mitad

  • nicamente debido a su propio peso.Sac la navaja del bolsillo y la

    abri con una mano mientras seacercaba lentamente a la cama. Zovolvi la mirada y, al verlo, emiti ungrito de terror ahogado por la mordaza.Tena los brazos atados al colchn, queagarraba y araaba luchando porliberarse.

    l se apoy en el borde de la cama,inclinado sobre ella y mostrndole elfilo muy de cerca. Poda oler el miedoque desprenda.

    Parece afilada, verdad?Pas el pulgar suavemente por la

    hoja, cortndose la primera capa depiel.

  • Ni te imaginas lo afilada que est.Aunque quiz lo compruebes muypronto.

    Apret la cara de la hoja contra sumejilla, y ella se gir gimiendo. Lagarganta le palpitaba.

    Ahora voy a quitarte la mordaza, yno vas a volver a gritar. Vas a hablarconmigo. Me lo vas a contar todo.Porque si no lo haces, te voy a sacar unojo. Saldr disparado, as.

    La mujer morena estaba observandodesde el otro lado de la habitacin.Tena los brazos cruzados y el rostrotenso. Quera intervenir, pero secontuvo.

    El hombre le quit la mordaza de un

  • tirn y Zo respir con rpidasboqueadas. Trag fuerte y gimi demiedo cuando le acarici la sien con elfro acero del filo y traz una lneaalrededor del ojo.

    No me acuerdo dijolastimosamente.

    S, s que te acuerdas. No nosmientas.

    Lo juro, no me acuerdo.Un empujoncito con el filo dijo

    l. Es lo nico que tengo que hacerpara ver cmo sale disparado esteprecioso ojito azul. Has visto algunavez un globo ocular reventado? Es comoun huevo crudo. Sonri, dej quesintiera un poco ms el tacto de la

  • navaja sobre su piel y despus la apart.Zo estaba temblando de miedo.No s qu deciros dijo

    sollozando. No lo s.Cleaver dijo l. Te acuerdas

    del seor Cleaver, verdad? Teacuerdas de lo que le hiciste?

    La chica neg violentamente con lacabeza.

    Dnde est? dijo l.Dnde est qu?Dnde est? le grit a la cara.No lo s, joder contest

    gritando. No s qu coo queris dem! La desesperacin se reflejaba ensu mirada y tena el pelo pegado a lasmejillas por las lgrimas. Tenis que

  • creerme! No s nada! Habis cogido ala persona equivocada! Empez agritar ms fuerte. Soltadme! suplic. Soltadme, no se lo contar anadie. Lo prometo.

    La mujer se acerc y cogi alhombre por el hombro.

    Tenemos que hablar.l se puso tenso, sin dejar de mirar a

    la chica de la cama. Despus suspir, segir y sigui a la mujer fuera de lahabitacin.

    Salieron al pasillo. La mujer cerrla puerta, as que Zo Bradbury no pudoescuchar nada.

    Esto no funciona.Est fingiendo, Kaplan susurr

  • furioso.No creo que t puedas saberlo.Dame media hora a solas con esa

    zorra. Se lo sacar todo.Cmo? Arrancndole los ojos?T djame.No hemos sido precisamente

    agradables con ella. Por qu crees quet puedes conseguir que hable?

    Lo har. Dame ms tiempo.La mujer se mordi el labio, neg

    con la cabeza.No se puede quedar aqu. No

    disponemos del equipo necesario.Antes de llevrtela, dame diez

    minutos con ella.Negativo.

  • Cinco minutos. Har que hable,creme.

    Ests disfrutando demasiado conesto, Hudson.

    Estoy haciendo mi trabajo.Y si la matas? Estaramos todos

    muertos.No la matar. S lo que tengo que

    hacer, Kaplan.Ella resopl.De verdad? Escchame. Quiero

    que guardes esa navaja. Si la vuelvo aver, te meter una bala en la cabeza. Teha quedado claro?

    El hombre se qued callado,mirndola fija y hoscamente.

    Ellos harn que hable dijo ella

  • . Tienen otros mtodos.

  • 11

    HOLYWELL Music Room, Oxford Aquella nocheBen se recost en el duro asiento y

    observ el goteo de pblico entrando enla sala. La acstica amplificabacualquier sonido y la gente procurabahablar en voz baja. Se haba sentado enla ltima fila y el lugar se estaballenando poco a poco, pero no esperabaque el concierto fuera a atraer a una granmultitud.

  • Le haba echado un vistazo al folletounos das antes y se alegraba de haberido. No era muy aficionado a losconciertos, pero la idea de pasar unahora escuchando cuartetos para cuerdade Bartk le atraa. Era el tipo demsica crispante que incomodaba einquietaba a la gente, pero que a l legustaba. Era temperamental y siniestra,introspectiva, un poco disonante,colmada de una tensin que, de algnmodo, lo relajaba.

    La Holywell Music Room estabaoculta en una tortuosa calle lateral nomuy lejos de la biblioteca Bodleian. Noera un lugar grande ni opulento, sino unasencilla sala blanca con un humilde

  • escenario al fondo y una capacidad paraunas cien personas. La iluminacin eraaustera y daba la impresin de que lashileras escalonadas de asientos sehaban diseado para la mayorincomodidad posible. En el programa sedeca que era la sala de conciertos msantigua de Europa y que Hndel habatocado all en su poca. Tambin ofrecaun poco de informacin sobre elcompositor y la msica, y dedicaba unbreve prrafo a cada miembro delcuarteto. Todos eran estudiantes demsica de posgrado que daban clase yactuaban para abrirse camino en launiversidad.

    En el sencillo escenario haba cuatro

  • sillas de plstico y cuatro atriles. Estabaprevisto que los msicos salieran enunos segundos, aunque quiz tardaran unpoco, esperando que llegara ms gente.Pero la cosa no prometa.

    Ms que verla, Ben sinti queentraba en la sala. Se dio la vuelta y loprimero que percibi fue su sonrisa alreconocerlo. La bibliotecaria de laBodleian. La melena rubia le caa sobrelos hombros y llevaba una chaqueta finaque abrazaba su figura. Dej elprograma sobre sus rodillas cuando vioque se acercaba.

    Ests solo? dijo en voz baja. Te importa que me siente aqu?

    Ben haba dejado su chaqueta

  • doblada sobre el respaldo del asiento deal lado. La cogi y la puso en el suelo.

    No hay problema.Ella se sent, sin dejar de sonrer.

    Llevaba un bolso pequeo que dej a sulado.

    No esperaba verte aqu susurr. Me llamo Lucy, por cierto.

    Ben.En tu carn de la biblioteca pone

    Benedict.Simplemente Ben.Se quit la chaqueta y Ben se dio

    cuenta de que llevaba la misma blusablanca y almidonada que cuando la viopor primera vez.

    Trabajando hasta ltima hora?

  • Ella puso los ojos en blanco.Para qu hablar.Ben estaba a punto de contestar

    cuando los msicos salieron alescenario con los instrumentos. Seescuch una especie de aplauso porparte del reducido pblico cuando losdos violinistas, el violonchelista y elintrprete de viola se acomodaron en susasientos. Levantaron los arcos yasintieron. A continuacin, empezaron atocar.

    En el momento en que la msicacrispada inund la sala, Ben se percatdel perfume de Lucy. De vez en cuando,ella se mova en el asiento y Ben notabael suave roce de la rodilla de Lucy en la

  • suya. Se pregunt distrado por quhaba querido sentarse a su lado cuandola sala estaba medio vaca. Parecabastante agradable. A l no le importabala compaa.

    Estaba atardeciendo cuando salieronde la Holywell y comenzaron a caminarpor la estrecha calle.

    Me ha gustado dijo Lucy.Ha sido relajante contest l.Eso crees? Es bastante intenso.Por eso lo encuentro relajante.Te apetece tomar algo? dijo

    ella.Por qu no?El Turf estaba justo al lado, un pub

    que Ben recordaba de haca aos.

  • Cruzaron la carretera y se dirigieronhacia el sonido de la msica y las risas.El interior era tradicional, con techosbajos, vigas al descubierto y una barrade madera picada que pareca tener unosdos siglos de antigedad. El local estabarepleto de gente. Un contingente deturistas italianos ocupaba varias mesas yhaca demasiado ruido. Ben pidi unescocs doble y una copa de vinoblanco, y los dos se llevaron las bebidasa un tranquilo rincn de la terrazarodeado de viejas paredes de piedra yplantas trepadoras. El ambiente estabacargado del aroma a madreselva.

    Ben sac sus cigarrillos.Te importa?

  • Yo tambin fumar dijo ella.Ben le ofreci fuego y brindaron. Le

    pareca un poco extrao encontrarse allcon ella, pero al mismo tiempo era unapersona con la que resultaba cmodoestar.

    Un concierto genial dijo ella.Una pena lo del pblico.

    Creo que Bartk es un gustoadquirido.

    Si hubiera sido los grandes xitosde Chopin, o algo barroco con muchosadornos, la sala se habra llenado hastalos topes. Sonri. As que, Ben,eres un posgraduado o qu?

    Estudiante universitario.Esperando para empezar mi ltimo ao

  • en Christ Church.Ella pareci sorprendida.Ya lo s dijo l al observar su

    mirada. Soy viejo.No eres viejo.

    Me siento viejo, pens. Y cansado. Me tom un descanso le explic

    . Hice dos aos de la licenciatura deteologa, hace tiempo. Hace demasiadotiempo. Ahora me dejan volver paraacabarla.

    Un cambio en tu carreraprofesional?

    Sin duda.A qu te dedicabas antes?Se qued pensando durante un

  • momento. Incluso pens en decirle laverdad. Despus decidi que no.

    Era profesional independiente,una especie de asesor por cuenta propia.Mediador. Cosas de especialista.Viajaba mucho.

    No tena ningn sentido, era lacontestacin ms imprecisa que podapensar, pero ella pareci satisfecha conla respuesta.

    A m tambin me vendra bien uncambio dijo ella.

    No te gusta trabajar en labiblioteca?

    Est bien, pero yo quiero pintar.Soy artista. Solo trabajo en la Bodleianunas pocas horas a la semana, para

  • pagar las facturas. Yo me dedicara alarte a tiempo completo si pudiera vivirde eso. Pero la cosa est difcil.

    Un negocio complicado dijo l. Espero que lo consigas. Qu clasede arte haces?

    Lucy solt una risilla.Bueno, no te interesara.S, me interesa.Meti la mano en el bolso y sac una

    tarjeta de visita. En una cara ponaLucy Wilde, pintora, un nmero detelfono y la direccin de una pginaweb. Ben le dio la vuelta. En la parte deatrs de la tarjeta haba impreso undiseo abstracto, geomtrico y biendefinido, un estilo que le recordaba a

  • Kandinsky.Es tuyo?Ella asinti.Me gusta. Eres muy buena. Espero

    que te vaya bien. Hizo el gesto dedevolverle la tarjeta.

    Qudatela le dijo. l sonri yguard la tarjeta en un bolsillo.

    Se hizo un silencio entre los dosdurante unos segundos. Ben le diovueltas al vaso encima de la mesa, luegoech un vistazo al reloj.

    Creo que tendra que irme. Sebebi el ltimo trago.

    Dnde vives? le pregunt ella.En la zona norte, en la calle

    Woodstock. Y t?

  • En Jericho.Me ofrecera a llevarte dijo l

    , pero voy andando.Yo tambin. Pero vas por el

    mismo camino que yo hasta Saint Giles.Vienes conmigo?

    l asinti. Ella sonri y se fueronjuntos. No hablaron mucho mientrasrecorran la estrecha calle. El eco de suspasos retumbaba en las viejas paredespicadas de los edificios universitariosmientras caminaban hacia el centro de laciudad. La gente haba salido enavalancha del New Theatre y lospuestos de kebab estaban atareadsimos,perfumando el clido aire nocturno conel aroma de la carne asada. Pasada la

  • facultad de Saint John, vena la ampliaSaint Giles. Las calles all estaban mstranquilas y las farolas arrojaban unatenue luz color mbar.

    Lucy se par.Yo sigo por ah dijo sealando

    a una calle lateral. Ya nos veremos.En la biblioteca.

    Supongo. Se dio la vuelta paramarcharse.

    Ben.Qu?Lucy habl con voz vacilante.Estaba pensando si te gustara

    venir conmigo a ver una pelculamaana por la noche.

    l no dijo nada.

  • Es una pelcula sobre Goya dijo ella con voz nerviosa. El artista.

    Ya s quin es Goya. Lamentla brusquedad con que lo solt.

    No s si es buena, pero pens quequiz te gustara Su voz se fueapagando. Se movi de un lado a otro,baj la mirada, rebusc en el bolso.

    l dud.Lo siento, Lucy. No creo que

    pueda. Tengo cosas que hacer.Y otra noche? A tomar algo?No creo dijo l.Lucy pareca confusa.Vale, lo entiendo. Entonces ya nos

    veremos.Se dio la vuelta y Ben observ cmo

  • se marchaba. Lucy no mir atrs. lcontinu subiendo la calle.

    A unos cien metros, redujo el paso.Se par. Se qued de pie bajo la luzcolor mbar y neg con la cabeza.Menudo gilipollas, le dijo su vozinterior. Haba manejado muy mal lasituacin. Estpido, torpe e insensible.Resultaba obvio que ella no era el tipode mujer que le pide una cita a unhombre todos los das. Le habasupuesto un esfuerzo pedrselo y l lahaba pisoteado como a un insecto. Lucyse mereca algo mejor. Tena que volvery explicarle la situacin. Que a l legustaba, pero no la vera mucho. Queseguramente no volvera a sentirse

  • atrado por nadie nunca, al menosdurante mucho tiempo, quiz nunca ms.Que no era nada personal, quesimplemente se trataba de l y susproblemas. Que lo senta.

    Se dio la vuelta y se dirigi agrandes zancadas hacia la calleempedrada por donde haba vistoalejarse a Lucy. Era estrecha y estabamuy poco iluminada; los altos edificiosa ambos lados proyectaban largassombras negras en los adoquines. Pocoms que un largo callejn. No habanadie.

    Solo Lucy y tres tipos.Estaban a treinta metros. La tenan

    aprisionada contra la pared. Uno

  • enfrente sujetndola por el cuello. Losotros dos, situados uno a cada lado paraque no escapara. Ella forcejeaba y dabapatadas. Uno de ellos tena el bolsoagarrado y Lucy tiraba de la correa paraque no se lo quitara. Al final lo solt yBen oy una risa por encima del dbilgrito de ella.

    Se aproxim con sigilo, fundido conla oscuridad. Los tres estabandemasiado ocupados con Lucy comopara darse cuenta de que se estabaacercando, aunque ni siquiera unsoldado profesional lo habra odo. Dosde ellos eran blancos y el tercero, el quele haba arrancado el bolso, era asitico.El que la retena del cuello pareca el

  • ms competente. Llevaba la cabezaafeitada y un pendiente de aro en lanariz, transmita seguridad. Sin duda erael jefe. El otro blanco era de menorestatura, fornido, ms bien gordo. Eransolo unos cros, tendran entre diecisietey veinte aos, los tres con el mismo tipode ropa deportiva.

    Solo unos cros, pero crospeligrosos. Algo brill bajo la plidaluz mbar. El jefe se haba metido lamano en la chaqueta y haba sacado uncuchillo. Un cuchillo de cocina, con elmango de plstico negro, de unos veintecentmetros de acero serrado. Loblandi frente al rostro de Lucy. Elladej escapar un grito ahogado y l le

  • gru que se estuviera quieta y cerrarala puta boca.

    Ben apret los puos al ver elcuchillo. Se arrim un poco ms, sinhacer el ms mnimo ruido. Seguan sinverlo.

    El asitico estaba revolviendo elbolso, buscando el monedero, mientrassu amigo el gordo intentaba quitarle elreloj a Lucy asindola del brazo. Ellalos miraba aterrorizada.

    Ben sali de la oscuridad. Sequedaron de piedra, mirndolofijamente. Lucy exclam su nombre.

    En su cabeza bullan cientos demaneras de deshacerse de ellos. Tressegundos y los tendra a los tres

  • destrozados en el suelo. En cuanto alcuchillo, era grande y amenazador encomparacin con la vctima, pero el jefeno tena ni idea de cmo usarlo. Almenos contra alguien que haba sidoentrenado para arrebatrselo yclavrselo en el crneo antes de quepudiera siquiera abrir la boca.

    Eran cros peligrosos, pero nodejaban de ser unos cros.

    Abre el monedero le dijo alasitico. El chico mir el monedero ydespus a Ben. Parpade.

    Venga, brelo dijo Ben, sindejar de mirar al jefe. Su voz sonabafirme y suave.

    El chico del cuchillo tena el ceo

  • fruncido y Ben observ su gesto deconfusin. Saba lo que estabapensando. Tres contra uno, pero algo ibamuy mal en el equilibrio de fuerzas. Suconfianza se estaba consumiendorpidamente y el desafo en su mirada seestaba transformando en miedo al lucharpor encontrar las palabras. El cuchillovacilaba en una de sus manos, afloj unpoco la otra y Lucy se libr de l.

    El asitico hizo lo que le habandicho. El monedero era de piel marrn,bastante gastado. Desenganch el cierrey lo abri.

    Cunto dinero hay? preguntBen.

    El chico meti los dedos en el

  • monedero y sac un billete de veinte.No es un gran botn, chicos dijo

    Ben. Tocis a menos de siete libras.Luego os daris cuenta de que la tarjetade dbito no sirve porque la cuenta yaest en nmeros rojos. Y el crdito de laotra se ha agotado. As que os iris acasa con siete libras. Es duro, chicos.Una gran noche de trabajo, algo de loque podris presumir delante devuestros amigos.

    El chico del cuchillo consigui sacarla voz.

    Que te jodan dijo. Pero no pudodisimular el temblor en la garganta.

    Ben no le hizo caso.Vale, hagamos un trato.

  • Se meti la mano en el bolsillotrasero de los vaqueros, sac su carteray la abri. Dentro haba un fajo debilletes de cincuenta, recin sacados delcajero automtico. Los cont con calma,tomndose su tiempo, notando susmiradas. Cogi seis billetes y volvi aguardarse la cartera.

    Trescientos. Cien para cada uno.Es mejor que siete. Y mucho ms de loque os merecis. Se los ofreci.Son vuestros.

    El chico del cuchillo dio un pasopara cogerlos.

    Ben retir el dinero.Es un trato. Eso significa que

    quiero algo de vosotros a cambio.

  • Cuatro cosas. Una, dejad que ella sevaya. Dos, devolvedle el bolso. Tres,pon el cuchillo en el suelo. Cuatro, osiris y no quiero volver a veros nuncams.

    Se quedaron pensativos.Si no aceptis el trato, por m bien

    dijo Ben. Lo nico es que estarismuertos en treinta segundos porque no seme ocurre otra opcin. Vosotros diris.

    El asitico estaba empezando atemblar violentamente. Al chico delcuchillo se le salan los ojos de lasrbitas. Intercambiaron miradasnerviosas.

    Os estoy ofreciendo una manerade salir de aqu dijo Ben. Os estoy

  • dando dinero por vuestras vidas, para notener que mataros.

    El jefe se agach y solt el cuchillo.La hoja tintine al chocar con losadoquines. El asitico devolvi el bolsoa Lucy y, a continuacin, los tres seapartaron rpidamente de ella, queestaba temblando, plida. Corri al ladode Ben, que le pas un brazo por loshombros.

    Dio una patada al cuchillo y lomand a la otra punta del callejn.

    Buena eleccin. Un gran momento.No sabis la suerte que habis tenidoesta noche. Les ofreci el dinero. Aljefe le temblaba la mano cuando fue acogerlo. Y entonces, los tres pusieron

  • distancia de por medio, echando acorrer como demonios.

    Ests bien? le pregunt Ben aLucy.

    Ella lo mir, con los ojoshumedecidos.

    No me lo puedo creer. Cmo lohas hecho?

    Te acompaar a casa dijo.

  • 12

    SPTIMO da Los Bradbury vivan en una gran

    casa adosada de estilo victoriano a lasafueras de la arbolada zona residencialde Summertown. Ben lleg a las doce ymedia con una botella de vino y unasflores para Jane Bradbury. Haca muchotiempo que no la vea. No habacambiado mucho fsicamente, ahoratena alguna que otra mecha gris entre elcabello moreno, pero Ben pudo ver unaespecie de fragilidad en su delgado

  • cuerpo que no haba visto antes.Recordaba que era una mujer tranquila,un poco a la sombra de su entusiastamarido. Pero aquel da estaba inclusoms callada de como la recordaba.

    Comieron en el patio trasero de lacasa. El jardn tampoco era muydiferente al de hace casi veinte aos.Los rosales de Tom Bradbury eran msgrandes y coloridos de lo que Benrecordaba, y los altos muros de piedradel fondo del jardn ahora estabancubiertos de hiedra.

    Despus de la comida, se sentaron acharlar y a beber vino durante un rato,mientras el westie de los Bradbury, unpequeo y robusto terrier blanco, todo

  • msculo y pelo, corra de all para acpor el csped, oliendo la hierba paraseguir el rastro de algo.

    Este perro es igual al que tenaisla ltima vez que vine dijo Ben,pero no es el mismo, verdad?

    Aquel era Sherry dijo JaneBradbury. Este es Whisky, el hijo deSherry.

    Al or su nombre, el perro dej loque estaba haciendo y ech a correrhacia ellos. Lleg hasta Ben, se sentsobre las patas traseras y le ofreci lapata.

    Nuestra hija Zo le ense a hacereso dijo Bradbury. En realidad elperro es suyo, pero nosotros lo

  • cuidamos casi siempre, porque no suelevenir mucho.

    Cmo est Zo? pregunt Ben.Era una simple pregunta, pero

    pareci provocar un extrao efecto. Elcatedrtico se removi incmodo en susilla y se mir las manos. Su mujerpalideci perceptiblemente, su rostro setens y se puso rgida. Busc la miradade su marido, una mirada intencionada,como si le estuviera animando a quedijera algo.

    Qu sucede? pregunt Ben.Bradbury le acarici la mano a su

    mujer. Ella se recost en la silla. Elcatedrtico se volvi hacia Ben. Por unmomento, pareci que iba a hablar, pero

  • estir el brazo para coger la botella quehaba en la mesa y rellen los tresvasos. Dej la botella, cogi su vaso ydio un trago.

    Me da la impresin de que esto noes una simple reunin social dijo Ben. Queris hablarme de algo enconcreto.

    Bradbury se llev la servilleta a lacomisura de los labios. Su mujer selevant nerviosa.

    Traer ms vino.Bradbury meti la mano en el

    bolsillo de atrs de su chaqueta detweed, sac una vieja pipa de brezo yempez a llenarla con tabaco de unapetaca de plstico.

  • Ben esper pacientemente a quehablara.

    Bradbury frunci el ceo mientrasencenda la pipa.

    Estamos muy contentos devolverte a ver dijo envuelto en unaaromtica nube de humo. Jane y yo tehabramos invitado a comer incluso encircunstancias normales.

    Entonces me habis invitado poruna razn concreta dijo Ben. Pasaalgo.

    Jane Bradbury regres con otrabotella de vino, que coloc en la mesa.Por sus caras, pareca que tenan muchoque contarle y que la tarde iba a serlarga.

  • El catedrtico y su mujerintercambiaron una mirada.

    Ya s que hace mucho tiempo queno estamos en contacto dijo Bradbury. Pero tu padre y yo ramos buenosamigos. Muy buenos amigos. Yconsideramos que t tambin lo eres.

    Os lo agradezco dijo Ben.As que sentimos que podemos

    confiar en ti continu Bradbury. Yconfiamos en ti.

    Por supuesto. Ben se inclinhacia delante.

    Necesitamos tu ayuda. Bradbury dud, luego continu. Setrata de lo siguiente. Cuando temarchaste de Oxford, hace tantos aos,

  • nos llegaron rumores. Decan que habasestado dando tumbos durante unatemporada y que luego te uniste alejrcito. Por lo visto te iba bien. Eransolo rumores, nada en particular. Yentonces, hace seis semanas, cuando miscolegas y yo te entrevistamos comoestudiante que retoma sus estudios, noscontaste un poco sobre tu carreraprofesional durante ese intervalo detiempo. Ya s que no quisiste entrar endetalles, pero dijiste lo suficiente comopara que me hiciera una idea. Entendque eres un hombre con una serie dehabilidades muy especficas y muchaexperiencia. Buscas a gentedesaparecida.

  • Era asesor de respuesta antesituaciones crticas dijo Ben.Trabajaba por cuenta propia ayudando alocalizar vctimas de secuestro. Enespecial, nios. Pero eso es todo. Comoya os dije en la entrevista, estoyretirado.

    En especial, nios repitiBradbury con tristeza.

    Jane Bradbury se volvi a levantar.Entr en la casa por la puertaacristalada y volvi al cabo de unossegundos con una foto enmarcada. Dejel marco de plata en la mesa y lo empujhacia Ben.

    Te acuerdas de ella? Era solouna nia la ltima vez que la viste.

  • Ben rememor aquellos das.Parecan muy lejanos. Haban pasadomuchas cosas desde entonces. Seacordaba de una chispita que correteabapor el csped perseguida por un alegreperro, de la luz del sol en su pelo y detodo un mundo de felicidad en susonrisilla mellada.

    Tena unos cinco o seis aos.Casi siete dijo Bradbury.As que ahora tiene unos

    veinticinco o veintisis. Ben cogi lafoto. El marco de plata estaba fro altacto. Lo volvi hacia l. La chica de lafoto era extraordinariamente guapa, tenauna larga melena rubia y una ampliasonrisa. Era una sencilla y alegre foto de

  • ella abrazando a su perrito.Bradbury asinti.Cumple veintisis en marzo.Ben dej la fotografa.Qu ocurre? Zo tiene algn

    problema? Dnde est?Ese es el problema. Se supone

    que tendra que estar aqu. Pero no est.Ya he tomado demasiado vino

    dijo Jane Bradbury de repente. Voy ahacer caf.

    Ben observ cmo se marchaba. Susmovimientos eran muy rgidos, como siestuviera bajo una enorme tensin.Frunci el ceo.

    Cul es el problema?Bradbury juguete incmodamente

  • con la pipa. Mir por encima de suhombro. Lo que fuera a decir,obviamente prefera decirlo sin que sumujer estuviera presente.

    Siempre la hemos queridomuchsimo, ya lo sabes.

    De eso no me cabe duda dijoBen, sin estar muy seguro de adndequera llegar.

    Me resulta muy difcil hablar deesto. Son cosas personales.

    Somos amigos dijo Benmirndolo a los ojos.

    Bradbury sonri levemente.Cuando Jane y yo nos casamos,

    nos cost mucho tener un hijo. No eraculpa de nadie. Hizo una mueca.

  • Fue por mi culpa. Esto es muyembarazoso. Los detalles son

    Los detalles no importan.Contina.

    Despus de seis aosintentndolo, Jane por fin se quedembarazada. Fue un nio.

    Ben frunci el ceo. Los Bradburyno tenan ningn hijo.

    Ya te puedes imaginar qu ocurricontinu Bradbury. Se llamabaTristan. No lleg a su primercumpleaos. Muerte sbita del lactante.Cosas que pasan, como se suele decir.Fue devastador.

    Lo siento dijo Bensinceramente. Tuvo que ser muy duro.

  • Ya ha pasado mucho tiempo dijo Bradbury. Pero todava siguepresente. As que intentamos tener otro,pero volvi a ser difcil. Ya estbamosa punto de abandonar y considerando laopcin de adoptar, cuando Jane sequed embarazada. Fue como unmilagro. Nueve meses despus, tuvimosa la niita perfecta.

    Lo recuerdo muy bien dijo Ben. Era preciosa y alegre.

    Y lo sigue siendo contestBradbury. Pero durante muchos aos,estuvimos aterrorizados por la idea deperderla. Era algo irracional, sin duda.Su salud siempre ha sido excelente. Peroese tipo de cosas deja huella. Admito

  • que la mimamos. Y me temo que, quiz,no la educamos del todo bien.

    Qu est haciendo ahora?Empez siendo una estudiante

    brillante. No tuvo que poner muchoempeo. Aprob sus estudios sinproblema. Arqueologa. Matrcula dehonor en el Magdaleniense. Estabapreparada para una carrera profesionalbrillante. La arqueologa bblica es uncampo de estudio muy importante. Setrata de una ciencia relativamente nuevay Zo ha sido una de sus pioneras.Form parte del equipo que encontresos ostraca en Tnez el ao pasado.

    Ben asinti. Ostrakon, trminogriego que significa concha. En su

  • forma plural, era el nombre que dabanlos arquelogos a los fragmentos debarro que una vez se utilizaron comomaterial de escritura barato. Los ostracafueron de uso generalizado en la pocaantigua para dejar constancia decontratos, cuentas, registros de ventas,as como manuscritos y escriturasreligiosas.

    He ledo mucho sobre esehallazgo dijo. No tena ni idea deque conociera a la persona responsable.

    Fue un momento maravilloso paraella contest Bradbury. De hecho,lo que descubri su equipo fue el mayoralijo de ostraca intactos desde laexcavacin de 1910 en Israel. Estaban

  • enterrados bajo las ruinas de un antiguotemplo. Un hallazgo extraordinario.

    Es una chica inteligente dijoBen.

    Es excepcional. Pero eso no es lonico que ha hecho. Ha escrito artculosy es coautora de un libro sobre la vidadel sabio griego Papas. Incluso la hanentrevistado en televisin un par deveces, en un canal de arqueologa.

    Se te ve muy orgulloso de ella.El catedrtico sonri. A

    continuacin, su rostro volvi aoscurecerse. Hundi la barbilla en elpecho. Toquete la pipa. Se habaapagado.

    Profesionalmente,

  • intelectualmente, es maravillosa. Pero suvida privada, y nuestra relacinpersonal con ella, es un desastre. Bradbury levant las manos y las dejcaer sobre los muslos. Un gesto deimpotencia. Qu puedo decir? Es unainconsciente. Lo ha sido desde losquince aos. No la podamos controlar.Ha cometido delitos menores un par deveces. Robos en tiendas, alguna cartera.Encontramos las cosas robadas en suhabitacin. Para ella se trataba solo deun juego. Tenamos la esperanza de quealgn da dejara esa locura, pero no lohizo. Bebida. Fiestas. Todo tipo decomportamientos imprudentes. Han sidotodo peleas y dificultades. Le gustadiscutir, es agresiva, tremendamente

  • testaruda, siempre tiene que hacer lascosas a su manera. Lo ms mnimoprovoca una pelea. Mir a Ben conlos ojos enrojecidos. Y s que esculpa nuestra. Se lo hemos consentidotodo, porque nos sentamos muyafortunados por haber tenido unasegunda oportunidad de ser padres.

    Ben no haba dejado de beber vinomientras Bradbury hablaba. Volvi allenar su vaso.

    Hablemos claro, Tom. Me hasdicho que estabas preocupado porque noestaba aqu. Ha desaparecido?

    Bradbury asinti.Hace casi una semana.Y creis que se ha metido en

  • problemas?No sabemos qu pensar.Una semana no es mucho tiempo,

    dadas las circunstancias. T mismo lohas dicho, es una inconsciente.Aparecer.

    Ojal pudiera creerlo.Me ests contando esto por mi

    anterior ocupacin.S.Entonces, escuchars mi opinin

    profesional.Bradbury se encogi de hombros.S.La gente deserta de vez en cuando

    dijo Ben. Ahora bien, si alguiendesaparece y hay pruebas evidentes de

  • que le ha ocurrido algo, hay mtodospara traerlos de vuelta. Pero tienes quedistinguir entre un caso justificado dealguien desaparecido y alguien que no esms que un poco rebelde, se pelea consus padres, le gusta pasrselo bien y hadesaparecido del mapa durante un breveperiodo de tiempo.

    Ya lo haba hecho antes, lo dedesaparecer del mapa, como t dices dijo Bradbury. Somos realistas.Podemos aceptar muchas cosas.Aceptamos que es libre y que le gustadivertirse. Sexualmente, me refiero. Se sonroj avergonzado. Pero estavez es diferente. Esta vez es muy raro ytenemos un horrible presentimiento.

  • Y qu hace que esta vez seadiferente?

    El dinero. Es decir, de dndeviene ese dinero?

    Qu dinero?Lo siento. Volver atrs. Zo

    estaba trabajando en una campaa deexcavacin en Turqua. Se supona queiba a durar hasta finales de agosto. Peroentonces, lo siguiente que supimos fueque se haba marchado antes de loprevisto y que estaba en Corf. Alltenemos algunos amigos. Se qued conellos durante un tiempo. Bradburyhizo una pausa. Y luego, de repen