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La princesa de Babilonia Voltaire Obra reproducida sin responsabilidad editorial

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La princesa deBabilonia

Voltaire

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I

El anciano Belus, rey de Babilonia, se creía elhombre más importante de la tierra, ya quetodos sus cortesanos se lo decían y todos sushistoriadores se lo probaban. Esta ridiculezpodía disculpársele porque, efectivamente, susantecesores habían construido más de treintamil años atrás Babilonia y él la habíaembellecido. Se sabe que su palacio y suparque, situados a algunas parasangas1 deBabilonia, se extendían entre el Éufrates y elTigris, que bañaban estas riberas encantadas.Su vasta mansión de tres mil pasos de frente seelevaba hasta las nubes. Su plataforma estabarodeada por una balaustrada de mármolblanco, de cincuenta pies de altura, quesostenía las estatuas de todos los reyes y todoslos hombres célebres del imperio. Esta

1 parasanga: medida persa de longitud equivale a tres le-guas en Francia

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plataforma, compuesta de dos hileras deladrillos recubiertos por una espesa capa deplomo de una extremidad a la otra, soportabadoce pies de tierra y sobre esta tierra se habíansembrado bosques de olivos, de naranjos, delimoneros, de palmeras, de claveros, decocoteros, de canelos, que formaban avenidasimpenetrables para los rayos del sol.Las aguas del Éufrates, elevadas por medio debombas dentro de cien columnas huecas,llegaban a esos jardines para llenar vastosestanques de mármol y, cayendo luego a otroscanales, iban a formar en el parque cascadas deseis mil pies de largo y cien mil surtidores cuyaaltura apenas podía percibirse, luego volvían alÉufrates, de donde habían partido. Los jardinesde Semiramis, que asombraron al Asia variossiglos después, no eran más que una débilimitación de estas antiguas maravillas: porque,en el tiempo de Semiramis, todo comenzaba adegenerarse, tanto entre los hombres comoentre las mujeres.

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Pero lo más admirable que había en Babilonia,lo que eclipsaba todo el resto, era la hija únicadel rey, llamada Formosanta2 . Con el correr delos siglos, inspirándose en sus retratos yestatuas, Praxíteles esculpió su Afrodita yaquella que fue llamada la Venus de hermosasnalgas. ¡Qué diferencia! ¡Oh cielos, del originala las copias! Y era por eso que Belus se sentíamás orgulloso de su hija que de su reino. Tenía.dieciocho años: necesitaba un marido digno deella, pero, ¿dónde hallarlo? Un antiguo oráculohabía dicho que Formosanta sólo podíapertenecer a aquel que tendiese el arco deNemrod. Este Nemrod, poderoso cazador anteel Señor, había dejado un arco de siete piesbabilónicos de altura, de una madera de ébanomás dura que el hierro del Cáucaso, el que estrabajado en las forjas de Derbent3, y ningúnmortal desde Nemrod, había podido tensar este

2 Formasanta :del latín Formosa: bella3 En Rusia, sobre el Mar Caspio, al pie del Cáucaso

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arco maravilloso.Había sido dicho, además, que el brazo quetendiese este arco debía matar al león másterrible y peligroso que fuese soltado en el circode Babilonia. Aquello no era todo: el quetensase el arco, el vencedor del león, debíaderrotar a todos sus rivales, pero debía sersobre todo muy talentoso, ser el más magníficode los hombres, el más virtuoso, y poseer lacosa más rara que hubiese en todo el universo.Tres reyes se presentaron osando disputar aFormosanta: el faraón de Egipto, el Sha de lasIndias y el gran Khan de los escitas. Belus eligióel día y, en la extremidad de su parque, designóel lugar del combate, en el vasto espaciobordeado por las aguas del Tigris y del Éufratesreunidas. Se levantó alrededor de la liza unanfiteatro de mármol que podía contenerquinientos mil espectadores. Frente alanfiteatro se hallaba el trono del rey, el cualdebía aparecer con Formosanta, acompañadoscon toda la corte, y a derecha e izquierda, entre

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el trono y el anfiteatro, se hallaban otros tronosy otros sitiales para los tres reyes y para todoslos otros soberanos que sintieran curiosidadpor venir a ver esta augusta ceremonia.El rey de Egipto llegó primero, montado sobreel buey Apis, llevando en su mano el sistro deIsis. Lo seguían dos mil sacerdotes vestidos conropajes de lino más blanco que la nieve, dos mileunucos, dos mil magos y dos mil guerreros.El rey de las Indias llegó poco después, en uncarro arrastrado por doce elefantes. Tenía uncortejo aún más numeroso y más brillante queel del faraón de Egipto.El último en aparecer fue el rey de los escitas.No llevaba tras él más que guerreros elegidos,armados de arcos y flechas. Su montura era unsoberbio tigre que él había domado, tan altocomo los más bellos caballos de Persia. Laaltura de este monarca, imponente ymajestuosa, borraba la de sus rivales; susbrazos desnudos, tan nervudos como blancos,parecían tender ya el arco de Nemrod.

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Los tres príncipes se prosternaron primero anteBelus y Formosanta. El rey de Egipto ofreció ala princesa los dos cocodrilos más bellos delNilo, dos hipopótamos, dos cebras, dos ratas deEgipto y dos momias, junto con los libros delgran Hermes, que él creía eran lo más raro queexistía sobre la tierra.El rey de las Indias le ofreció cien elefantes quellevaban cada uno una torre de madera doraday puso a sus pies el veda, escrito por la manodel mismo Xaca4.El rey de los escitas, que no sabía leer niescribir, presentó cien caballos de batallacubiertos por gualdrapas de pieles de zorrosnegros.La princesa bajó los ojos ante sus pretendientesy se inclinó con una gracia tan modesta comonoble. Belus hizo conducir a estos monarcas alos tronos que les habían sido preparados.-¡Ojalá hubiese tres hijas! -les dijo-, así haría

4 Calkya es decir Buda

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felices hoy a seis personas.Luego hizo echar a suerte quién ensayaríaprimero el arco de Nemrod. Se colocaron en uncasco de oro los nombres de los trespretendientes. El del rey de Egipto salióprimero, luego apareció el nombre del rey delas Indias. El rey escita, mirando el arco y a susrivales, no lamentó en absoluto ser el tercero.Mientras se preparaban estas brillantespruebas, veinte mil pajes y veinte mil doncellasdistribuyeron, sin confusión, refrescos a losespectadores entre las filas de asientos. Todo elmundo confesaba que los dioses sólo habíancreado a los reyes para que ofreciesen fiestastodos los días, siempre que éstas fuesendiversas; que la vida es demasiado breve parautilizarla de otra manera, que los procesos, lasintrigas, la guerra, las querellas entre lossacerdotes, que consumen la vida humana, soncosas absurdas y horribles, que el hombre no hanacido sino para la alegría, que no le gustaríantan apasionada y continuamente los placeres si

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no hubiese sido ya conformado para ellos, quela esencia de la naturaleza humana es el goce yque todo el resto es locura. Esta excelente moraljamás ha sido desmentida, a no ser por loshechos.Cuando iban a comenzar aquellas pruebas quedecidirían la suerte de Formosanta, un jovendesconocido montado sobre un unicornio,acompañado de su valet que iba montado de lamisma manera y llevaba sobre su puño un granpájaro, se presenta ante la barrera. Los guardiasse asombraron de ver en semejante compañía auna figura que parecía una divinidad. Era,como después se dijo, el rostro de Adonis sobreel cuerpo de Hércules; era la majestad junto conla gracia. Sus cejas negras y sus rubios cabellos,mezcla de belleza desconocida en Babilonia,encantaron a toda la asamblea: todo elanfiteatro se puso de pie para admirarlo mejor;todas las mujeres de la corte fijaron sobre élmiradas asombradas. La misma Formosanta,que siempre bajaba los ojos, los levantó y

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enrojeció; los tres reyes palidecieron; todos losespectadores comparando a Formosanta con eldesconocido exclamaban:-¡En todo el mundo sólo este joven es tan bellocomo la princesa!Los ujieres, asombrados, le preguntaron si erarey. El extranjero repuso que no tenía esehonor, pero que por curiosidad había venidodesde muy lejos para ver si existían reyes quefueran dignos de Formosanta. Se lo ubicó en laprimera fila del anfiteatro, a él, a su valet, a susdos unicornios y a su pájaro. Saludóprofundamente a Belus, a su hija, a los tresreyes y a la asamblea. Luego ocupó su lugarsonrojándose, sus dos unicornios se acostaron asus pies, su pájaro se posó sobre su espalda, ysu criado, que llevaba una pequeña bolsa, sesentó a su lado.Comenzaron las pruebas. Sacaron de suestuche el arco de Nemrod. El gran maestro deceremonias, seguido de cincuenta pajes yprecedido de veinte trompetas, lo presentó al

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rey de Egipto. Éste lo hizo bendecir por sussacerdotes, y, posándose sobre la cabeza delbuey Apis, no duda sobre que la primeravictoria sea suya. Desciende al medio de laarena, lo intenta, agota sus fuerzas, hacecontorsiones que excitan la risa del anfiteatro yque hacen sonreír hasta a la mismaFormosanta.Su capellán mayor se le acerca:-Que su Majestad-le dice-renuncie a este vanohonor, que sólo pertenece a los músculos y losnervios; triunfaréis en todo el resto. Venceréisal león, puesto que tenéis el sable de Osiris. Laprincesa de Babilonia debe pertenecer alpríncipe que tenga mayor talento, y vos habéisadivinado los enigmas. Ella debe desposar almás virtuoso, vos lo sois, puesto que habéissido educados por los sacerdotes de Egipto. Elmás generoso será quien triunfe, y vos le habéisregalado los más hermosos cocodrilos y las máshermosas ratas que se hallen en el Delta. Vosposeéis el buey Apis y los libros de Hermes,

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que son la cosa más rara del universo. Nadiepuede disputaros a Formosanta.-Tenéis razón-dijo el rey de Egipto y volvió aubicarse sobre el trono.Se colocó luego el arco en las manos del rey delas Indias, quien a causa de eso, tuvo luegoampollas en las manos durante quince días. Yse consoló suponiendo que el rey de los escitasno tendría más suerte que él.Llegando su turno, el escita manipuló a su vezel arco. Unía la fuerza a la destreza; el arcopareció adquirir cierta elasticidad en susmanos, consiguió doblarlo un poco, pero nuncallegó a tensarlo. El anfiteatro, a quien el buenaspecto de este príncipe inspiraba inclinacionesfavorables gimió ante su falta de éxito, y juzgóque la bella princesa no se casaría jamás.Entonces el joven desconocido descendió de unsalto a la arena y dirigiéndose al rey de losescitas dijo:-Que su majestad no se sienta asombrado porno haber logrado un éxito absoluto. Estos arcos

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de ébano se hacen en mi país; existe unamanera determinada de encararlos. Vos tenéismucho mayor mérito por haber logradodoblarlo que el que puedo tener yo en tensarlo.Inmediatamente tomó una flecha, la ajustósobre la cuerda, tendió el arco de Nemrod ehizo volar la flecha mucho más allá de lasbarreras. Un millón de manos aplaudieron esteprodigio. Babilonia resonó con lasexclamaciones y las mujeres decían:-¡Que fortuna que un mancebo tan hermosotenga tanta fuerza!Luego sacó de su bolsillo una plaquita demarfil, escribió sobre esta placa con una agujade oro, ató la placa de marfil al arco, y presentótodo a la princesa con una gracia que encantabaa todos los asistentes. Luego fue modestamentea ubicarse en su lugar, entre su pájaro y suvalet. Babilonia entera se sentía sorprendida,los tres reyes estaban confundidos pero eldesconocido no pareció darse cuenta de ello.Formosanta se sintió aun más sorprendida al

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leer sobre la plaqueta de marfil atada al arcoestos breves versos escritos en lenguaje caldeo:

Si el arco de Nemrod lanza laguerraAviva el de Amor la suavedicha.Vos lo tenéis. Por vos ese diosbrillaY vence Y torna en dueño de latierra.Tres reyes poderosos, rivaleshoy a muertePretenden alto honor: el deagradaros.No sé cuál preferís; más esebravoEl Universo envidiará la suerte.

Este breve madrigal no disgustó a la princesa.Fue criticado por algunos señores de la viejacorte, que dijeron que otrora, en los buenostiempos, se hubiese comparado a Belus con elsol y a Formosanta con la luna, su cuello conuna torre, y su pecho con un celemín de harina.

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Dijeron que el extranjero no tenía imaginación,que se apartaba de las reglas de la verdaderapoesía, pero todas las damas juzgaron que estosversos eran muy galantes. Se sorprendieron deque un hombre que tendía tan bien el arcotuviese tanto ingenio. La dama de honor de laprincesa le dijo:-Señora he aquí mucho talento desperdiciado.¿Para qué le servirán a este mancebo su ingenioy el arco de Belus?-Para ser admirado -repuso Formosanta. -¡Ah! -se dijo entre dientes la dama de lionor-, unmadrigal más y podría ser amado. Mientrastanto Belus, luego de haber consultado a susmagos, declaró que, si bien ninguno de los tresreyes había podido tender el arco de Nemrod,no era ésta razón suficiente para que su hija nose casara, y que ella pertenecería a aquel quelograrse abatir al gran león que expresamentecriaba en su casa de fieras. El rey de Egipto, quehabía sido educado en la sabiduría de su país,halló muy ridículo que un rey se expusiera a las

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fieras para poder cazarlo. Reconocía que laposesión de Formosanta era algo muy valioso,pero pensaba que si el león lo mataba no podríajamás desposar a esta hermosa babilónica. Elrey de las Indias compartió el sentimiento delegipcio. Ambos llegaron a la conclusión de queel rey de Babilonia se burlaba de ellos, quedebían llamar a sus ejércitos para castigarlo,que tenían bastantes súbditos que se sentiríanmuy honrados de morir al servicio de susseñores, sin que esto costara un cabello de sussacrosantas cabezas, que destronarían confacilidad al rey de Babilonia y luego echarían asuerte a la hermosa Formosanta.Habiendo llegado a este acuerdo, los dos reyesenviaron cada uno a su país una orden expresade reunir un ejército de trescientos mil hombrespara raptar a Formosanta.Mientras tanto el rey de los escitas descendiósolo a la arena cimitarra en mano. No se sentíaperdidamente enamorado de los encantos deFormosanta: la gloria había sido hasta ese

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momento su única pasión, ella había sido quienlo había conducido hasta Babilonia. Quería quese viera que si los reyes de India y de Egiptoeran lo bastante prudentes como para nocomprometerse con los leones, él era losuficientemente valeroso como para nodesdeñar este combate, y que repararía elhonor de la corona. Su raro valor no le permitesiquiera servirse de la ayuda de su tigre. Seadelanta sólo, livianamente armado, cubiertocon un casco de acero guarnecido de oro ysombreado por tres penachos de crines blancascomo la nieve.Lanzan el león más enorme que se haya criadojamás en las montañas del Antilíbano contra él.Sus terribles garras parecían capaces dedesgarrar a los tres reyes a la vez, y susenormes fauces, de devorarlos. Sus horriblesrugidos hacían vibrar el anfiteatro. Los dosfieros campeones se precipitan uno contra otroen rápida carrera. El valiente escita hunde suespada en las fauces del león, pero la punta,

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chocando contra uno de esos dientes durísimosque nada puede perforar, se quiebra en astillas,y el monstruo de las selvas, furioso por suherida, imprime ya la marca de sus uñassangrientas en los flancos del monarca.El joven desconocido, conmovido por el peligroque corre un príncipe tan valiente, se lanza a laarena más rápido que un rayo, corta la cabezadel león con la misma destreza de que luegohicieron gala en nuestras calesitas los jóvenescaballeros, diestros en arrancar cabezas demoros, o sortijas.Luego, sacando una cajita, la presenta al reyescita, diciéndole:-Su Majestad hallará en esta cajita un bálsamoverdadero que crece en mi país. Vuestrasgloriosas heridas se curarán en un instante.Sólo el azar os ha impedido triunfar sobre elleón, vuestro valor no es por ellos menosadmirable.El rey escita, más inclinado al reconocimientoque a la envidia, agradeció a su liberador y,

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luego de haberlo abrazado afectuosamente,volvió a su tienda para aplicar el bálsamo sobresus heridas.El desconocido entregó la cabeza del león a sucriado, y éste, luego de haberla lavado en lagran fuente que estaba bajo el anfiteatro, yhaber dejado que manara toda la sangre,tomando un hierro de su bolsita, arrancó loscuarenta dientes del león y colocó en su lugarcuarenta diamantes de igual tamaño.Su señor con su habitual modestia volvió acolocarse en su lugar y entregó la cabeza delleón a su pájaro:-Hermoso pájaro -dijo-, ve a llevar a los pies deFormosanta este humilde homenaje.El pájaro parte, llevando en una de sus garras elterrible trofeo; lo presenta a la princesainclinando humildemente el cuello yprosternándose ante ella. Los cuarentabrillantes deslumbraron todos los ojos. Aún nose conocía esta magnificencia en la soberbiaBabilonia: la esmeralda, el topacio, el zafiro y el

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granate eran considerados como los más bellosaderezos; Belus y su corte se sentían llenos deadmiración. El pájaro que entregaba estehomenaje los sorprendió más aún. Era deltamaño de un águila, pero sus ojos eran tandulces y tiernos como fieros y amenazadoresson los del águila. Su pico era de color rosa yparecía asemejarse en algo a la boca deFormosanta. Su cuello reunía todos los coloresdel arco iris, pero más vivos y brillantes. El oroen sus mil matices chispeaba en su plumaje. Suspatas parecían una mezcla de plata y púrpura,y la cola de los hermosos pájaros que luego seuncieron al carro de Juno no era tan hermosacomo la suya.La atención, la curiosidad, el asombro, eléxtasis de toda la corte se dividían entre loscuarenta diamantes y el pájaro. Se había posadosobre la balaustrada, entre Belus y su hijaFormosanta; ella lo acariciaba, lo halagaba, lobesaba. Él parecía recibir sus caricias con unplacer mezclado con respeto. Cuando la

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princesa le daba besos se los devolvía y luego lamiraba con ojos enternecidos. Recibía de ellabizcochos y pistachos que tomaba con su patapurpúrea y plateada, llevándolos a su pico congracia inexpresable.Belus, que había examinado con atención losdiamantes, juzgaba que una de sus provinciasapenas podría pagar un presente tan rico.Ordenó que se prepararan para el desconocidopresente aún más magníficos que los quehabían destinado a los tres monarcas.-Este mancebo -decía- es sin duda el hijo del reyde la China, o de esa parte del mundo llamadaEuropa, de la que he oído hablar, o del África,que es, según se dice, vecina del reino deEgipto.Envió de inmediato a su gran escudero paraque llevase sus parabienes al desconocido ypara que le preguntase si era soberano dealguno de estos imperios, y por qué, poseyendotan inmensos tesoros, había venido solo con unescudero y un bolso tan pequeño. Mientras que

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el escudero se adelantaba hacia el anfiteatropara cumplir su cometido, llegó otro valetsobre un unicornio. Este criado dirigiendo lapalabra al mancebo, le dijo:-Ormar, vuestro padre llega al final de sus días,he venido a advertiros.El desconocido elevó sus ojos al cielo, derramóalgunas lágrimas y sólo respondió con estapalabra: -Partamos.El gran escudero, luego de haber dado losparabienes de Belus al vencedor del león, aldonador de los cuarenta diamantes, al dueñodel hermoso pájaro, preguntó al criado de quéreino era soberano el padre de este joven héroe.El valet respondió:-Su padre es un viejo pastor muy amado en suregión.Durante esta breve conversación el joven yahabía montado sobre el unicornio. Dijo al granescudero:-¡Señor, dignaos ponerme a los pies de Belus yde su hija! Oso suplicarle tener gran cuidado

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del pájaro que le dejo; es tan único como ella.Diciendo estas palabras partió como un rayo;sus dos valets lo siguieron y se perdió de vista.Formosanta no pudo evitar lanzar un fuertegrito. El pájaro volviéndose hacia el anfiteatrodonde su amigo estaba sentado, pareció muyafligido de no volver a verlo. Luego mirandofijamente a la princesa, y frotando suavementesu hermosa mano con su pico, parecióconsagrarse a su servicio.Belus, más asombrado que nunca, al saber queeste joven tan extraordinario era hijo de unpastor, no pudo creerlo. Ordenó que corriesentras él, pero pronto regresaron diciéndole quelos unicornios sobre los cuales los hombresmontaban no podían ser alcanzados, y que, conel galope que llevaban debían hacer cien leguaspor día.II

Todo el mundo pensaba en esta extraña

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aventura, y se agotaba en vanas conjeturas.¿Cómo puede el hijo de un pastor regalarcuarenta grandes diamantes? ¿Por qué montasobre un unicornio? Nadie lo comprendía yFormosanta, acariciando su pájaro estabasumida en un ensueño profundo.La princesa Aldé, su prima segunda, de formascasi tan bellas como Formosanta, le dijo:-Prima mía, no sé si este joven semidiós es elhijo de un pastor, pero me parece que hacumplido todas las condiciones relacionadascon vuestro matrimonio. Tensó el arco deNemrod, venció al león, tiene mucho talentopuesto que improvisó para vos unacomposición muy hermosa. Luego de loscuarenta diamantes que os ha regalado nopodéis negar que sea el más generoso de loshombres. Poseía con su pájaro, lo más raro queexiste en el mundo. Su virtud no tiene igual,puesto que pudiendo quedarse junto a vos,partió sin vacilar apenas supo que su padre sehallaba enfermo. El oráculo ha sido cumplido

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en todos sus puntos excepto en el que exige quevenza a sus rivales. Pero ha hecho más, hasalvado la vida del único competidor quepudiera temer, y en cuanto a batir a los otroscreo que no dudaréis que lo logrará fácilmente.-Todo lo que me decís es bien cierto -repusoFormosanta- pero, ¿es posible que el másgrande de los hombres, y quizá también el másamable, sea el hijo de un pastor?La dama de honor, interviniendo en laconversación, dijo que muy a menudo estapalabra pastor se aplica a los reyes, que se losllamaba pastores porque están siempre listospara esquilar a su rebaño, que sin duda setrataba de una chanza de mal gusto de su valet,que este joven héroe, debía haber venido tanmal acompañado sólo para hacer notar que porsu solo mérito se hallaba sobre el fasto de losreyes y para no deber Formosanta más que a símismo. La princesa sólo respondió dando a supájaro mil tiernos besos.Mientras, se preparaba un gran festín para los

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tres grandes reyes, y para todos los príncipesque habían venido a la fiesta. La hija y lasobrina del rey debían hacer los honores. Sellevaban a los reyes Ì presentes dignos de lamagnificencia de Babilonia. Belus, mientrasaguardaba que el banquete fuera servido,reunió su consejo para tratar el casamiento dela bella Formosanta y he aquí lo que, como granpolítico, dijo:-Soy viejo, no sé ya qué hacer, ni a quién dar ami hija. El que la merecía es un vil pastor, el reyde Egipto y el de Indias son unos cobardes; elrey de los escitas me parece bastanteconveniente, pero no cumplió con ninguna delas condiciones impuestas. Voy a consultarnuevamente el oráculo. Mientras me aguardáis,deliberad y actuaremos siguiendo lo que eloráculo haya dicho; porque un rey debe sóloajustar su conducta a las órdenes expresas delos dioses inmortales.Se dirige entonces a su capilla; el oráculo leresponde en pocas palabras, siguiendo su

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costumbre: -Tu hija sólo se casará cuando hayarecorrido el mundo.Todos los ministros sentían un profundorespeto por los oráculos; todos convenían ofingían convenir que ellos eran losfundamentos de la religión; que la razón debecallar ante ellos, que es gracias a ellos que losreyes reinan sobre los pueblos y los magossobre los reyes; que sin los oráculos no habríani virtud ni reposo sobre la tierra. Finalmente,luego de haber testimoniado a la mayorveneración por ellos, casi todos concluyeronque éste era impertinente, que no había queobedecerle, que nada era más indecente parauna doncella y sobre todo para la hija del granrey de Babilonia, que ir a correr sin saberadónde, que ésa era la verdadera manera de nocasarse o de hacer un casamiento clandestino,vergonzoso y ridículo; en una palabra, que esteoráculo no tenía sentido común.El más joven de los ministros, llamadoOnadaso, que tenía más talento que ellos, dijo

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que sin duda el oráculo se refería a algúnperegrinaje de devoción, y que se ofrecía paraconducir a la princesa. El consejo estuvo deacuerdo con su opinión, pero cada uno quisoservir de escudero. El rey decidió que laprincesa podía alejarse trescientas parasangaspor el camino que va hacia Arabia, a un templocuyo santo tenía la reputación de lograr buenoscasamientos para las doncellas, y que sería eldecano de los del consejo quien la acompañara.Luego de esta decisión se fueron a cenar.III

En medio de los jardines entres dos cascadas, selevantaba un salón oval de trescientos pies dediámetro, cuya cúpula de azur tachonada deestrellas de oro representaba todas lasconstelaciones con los planetas, cada uno en suverdadero lugar; esta cúpula giraba, así como elcielo, por medio de máquinas tan invisiblescomo las que dirigen los movimientos celestes.

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Cien mil antorchas encerradas en cilindros decristal de roca iluminaban el exterior y elinterior del comedor. Un aparador de graderíassoportaba mil jarras o platos de oro, y frente aeste aparador, otras graderías estaban llenas demúsicos. Otros dos anfiteatros estaban llenos,uno de frutos de todas las estaciones, el otro deánforas de cristal en las cuales brillaban todoslos vinos de la tierra.Los convidados ocuparon sus lugares alrededorde una mesa dividida en compartimentos quefiguraban frutas y flores, todos hechos enpiedras preciosas. La hermosa Formosanta fueubicada entre el rey de Indias y el de Egipto. Labella Aldé, junto al rey de Escitia. Había unatreintena de príncipes y cada uno de ellosestaba al lado de una de las más bellas damasdel palacio. El rey de Babilonia, ubicado en elcentro, frente a su hija, parecía dividido entre lapena de no haber podido casarla y el placer detenerla aún consigo. Formosanta le pidiópermiso para colocar su pájaro sobre la mesa, al

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lado de ella. Al rey le pareció muy bien.La música que se hizo oír dio plena libertad acada príncipe para conversar con su vecina. Elfestín pareció tan agradable como magnífico. Sehabía servido ante Formosanta un ragú queagradaba mucho a su padre. La princesa dijoque debía ser llevado a Su Majestad;inmediatamente el pájaro toma la fuente conuna destreza maravillosa y va a presentarla alrey. Nunca hubo mayor asombro en una cena.Belus le prodigó tantas caricias como su hija. Elpájaro emprendió nuevamente el vuelo pararetornar cerca de ella. Desplegaba al volar unacola tan hermosa, sus alas extendidasmostraban colores tan brillantes, el oro de suplumaje echaba un brillo tan deslumbrador queninguna mirada podía apartarse de él. Todoslos concertistas cesaron su música ypermanecieron inmóviles. Nadie comía, nadiehablaba, sólo se oía un murmullo deadmiración. La princesa de Babilonia, lo besódurante la cena sin pensar siquiera que existían

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otros reyes en el mundo. Los de las Indias yEgipto sintieron redoblar su despecho y suindignación, y cada uno de ellos se prometióapurar la marcha de sus trescientos milhombres para vengarse.En cuanto al rey de los escitas, se hallabaocupado en conversar con la hermosa Aldé: sucorazón altivo, desdeñando sin rencor lasdesatenciones de Formosanta, había concebidopor ella más indiferencia que cólera.-Es bella -decía-, lo reconozco, pero me pareceuna de esas mujeres que sólo se ocupan de subelleza, y que piensan que el género humanodebe sentirse muy obligado cuando se dignanaparecer en público. No se adoran ídolos en mipaís. Preferiría una fea complaciente y atentaque esta bella estatua. Vos tenéis, señora, tantosencantos como ella, y por lo menos os dignáisconversar con los extranjeros. Os confieso, conla franqueza de un escita, que os prefiero avuestra prima.Se equivocaba sin embargo sobre el carácter de

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Formosanta; no era tan desdeñosa como loparecía, pero su cumplido fue muy bienrecibido por la princesa Aldé. Su conversacióntornóse muy interesante: estaban muycontentos y ya seguros el uno del otro antes delevantarse de la mesa.Después de cenar fueron a pasear por losbosquecillos. El rey de Escitia y Aldé nodejaron de buscar un retiro solitario; Aldé, queera la franqueza misma, habló de esta maneraal príncipe:-No odio a mi prima aunque sea más hermosaque yo y esté destinada al trono de Babilonia: elhonor de agradaros me sirve de atractivo.Prefiero Escitia con vos, que la corona deBabilonia sin vos, pero esta corona mepertenece por derecho si es que existenderechos en el mundo; porque desciendo de larama del hijo mayor de Nemrod, y Formosantasólo pertenece a la menor. Su abuelo destronóal mío y lo hizo morir.-¡Tal es pues la fuerza de la sangre en la casa de

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Babilonia! -dijo el escita-¿Cómo se llamabavuestro abuelo?-Se llamaba Aldé, como yo. Mi padre llevaba elmismo nombre; fue relegado al fondo delimperio junto con mi madre, y Belus, despuésde que ellos murieron, no temiendo nada demí, quiso educarme junto con su hija, perodecidió que no me desposaría jamás.-Quiero vengar a vuestro padre y a vuestroabuelo y a vos -dijo el rey de los escitas-. Osrespondo que os desposaréis; os raptaré pasadomañana muy temprano, porque debo cenarmañana con el rey de Babilonia y regresaré adefender vuestros derechos con un ejército detrescientos mil hombres.-Consiento en ello -dijo la bella Aldé, y luego dehaberse dado su palabra de honor, sesepararon.Hacía ya largo rato que la incomparableFormosanta se había ido a acostar. Había hechocolocar junto a su cama un pequeño naranjo enun cajón de plata para que su pájaro

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descansase. Sus cortinas se hallaban cerradas,pero no sentía ningún deseo de dormir. Sucorazón y su imaginación estaban demasiadodespiertos. El encantador desconocido sehallaba ante sus ojos, lo veía lanzando unaflechó con el arco de Nemrod, lo contemplabacortando la cabeza del león, recitaba sumadrigal, finalmente lo veía escapar de lamuchedumbre montado sobre su unicornio;entonces estallaba en sollozos y exclamabaentre lágrimas: -No lo veré nunca más, novolverá. -Volverá, señora-le repuso el pájarodesde lo alto de su naranjo-, ¿acaso puedealguien veros y no regresar para contemplaros?-¡Oh, cielos! ¡Poderes eternos! ¡Mi pájaro hablael más puro caldeo! -Diciendo estas palabras,abre las cortinas, le tiende los brazos, se ponede rodillas sobre el lecho.-¿Sois acaso un dios que ha descendido sobre latierra? ¿Sois el gran Orosmade escondido bajoese hermoso plumaje? Si sois dios, devolvedmea ese joven.

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-No soy más que un ave -replicó el otro-, peronací en los tiempos en que todos los animalesaún hablaban, cuando los pájaros, lasserpientes, los asnos, los caballos y los grifosconversaban familiarmente con los hombres.No he querido hablar ante la gente, por temor aque vuestras damas de honor me tomasen porun brujo; sólo quiero descubrirme ante vos.Formosanta, sobrecogida, extraviada,embriagada de tantas maravillas, agitada por lapremura de formular cien preguntas a la vez, lepreguntó primero qué edad tenía.-Veintisiete mil novecientos años y seis meses,señora; tengo la edad de esa pequeñarevolución del cielo que vuestros magos llamanla presesión de los equinoccios y que se cumplealrededor de cada veintiocho mil años de losvuestros. Hay revoluciones infinitamente máslargas: por lo tanto nosotros tenemos seresmucho más ancianos que yo. Hace ya veintidósmil años que aprendí el caldeo en uno de misviajes. Siempre he conservado mucho aprecio

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por la lengua caldea, pero otros animalescompañeros míos han renunciado a hablar envuestras regiones.-¿Y esto a qué se debe, divino pájaro? -¡Ay!, esporque los hombres tomaron finalmente lacostumbre de comernos, en vez de conversar einstruirse con nosotros. ¡Bárbaros! ¿No podíanconvencerse de que, teniendo los mismosórganos que ellos, las mismas necesidades, losmismos deseos, teníamos lo que se llama unalma tanto como ellos, que éramos sushermanos, y que sólo era necesario cocinar ycomerse a los malvados? Hasta tal punto somosvuestros hermanos que el Gran Ser, El sereterno y formador, al hacer un pacto con loshombres nos comprendió expresamente en sutratado. Os prohibió alimentaros con nuestrasangre y a nosotros, alimentamos con lavuestra5.

5 Capítulo IX del Génesis y capítulos 3, 18 y 19 delEclesiastés. (Nota de Voltaire))

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"Las fábulas de vuestro anciano Locmanb6

traducidas a tantas lenguas, serán untestimonio que subsistirá eternamente del felizcomercio que habéis tenido otrora con nosotros.Todos comienzan con estas palabras: En lasépocas en que los animales hablaban. Es ciertoque hay muchas mujeres entre vosotros quesiempre hablan a sus perros, pero éstos handecidido no responder desde que se los obligóa latigazos a participar en la caza y sercómplices del asesinato de nuestros comunes,los ciervos, los gamos, las liebres y las perdices."Aún tenéis antiguos poemas en los cuales loscaballos hablan, y vuestros cocheros les dirigenla palabra todos los días; pero lo hacen tangroseramente y pronunciando palabras taninfames que los caballos, que antaño os amaban

6 Se trata en realidad de 41 fábulas de Esopo traducidasen el siglo XIII al sirio ylidad de 41 fábulas de Esopotraducidas en el siglo XIII al sirio y luego al árabe yatribuidas a Locman el Sabio, soberano legendario delAsia preislámica.

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tanto, os odian hoy en día.

"El país donde habita vuestro encantadordesconocido, el más perfecto de los hombres,sigue siendo el único donde vuestra especiesabe aún amar a la nuestra y hablarle; es laúnica región de la tierra en donde los hombresson justos.-¿Y dónde se halla ese país de mi queridodesconocido? ¿Cuál es el nombre de este héroe?¿Cómo se llama su imperio? Porque tantocreeré que él sea un pastor como que vos seáisun murciélago.-Su país, señora, es el de los gangáridas, pueblovirtuoso e invencible que habita en la orillaoriental del Ganges. El nombre de mi amigo esAmazán. No es rey y no sé si desearía rebajarsea serlo; ama demasiado a sus compatriotas; espastor como ellos. Pero no os imaginéis queesos pastores se asemejan a los vuestros, queapenas cubiertos por harapos andrajososcuidan ovejas infinitamente mejor vestidas que

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ellos; que gimen bajo el fardo de la pobreza yque pagan a un explorador la mitad de losmiserables salarios que reciben de sus amos.Los pastores gangáridas, nacidos todos iguales,son dueños de los rebaños innumerables quecubren sus prados eternamente floridos. Jamásse los mata: es un crimen horrible cerca delGanges matar y comer a un semejante. Su lana,más fina y brillante que la seda más hermosa,es el mayor comercio de Oriente. Por otra parte,la tierra de los gangáridas produce todo lo quepueda halagar los deseos de los hombres. Esosgrandes diamantes que Amazán tuvo el honorde ofreceros, son de una mina que le pertenece.Ese unicornio que le habéis visto montar es lamontura ordinaria de los gangáridas. Es el másbello animal, el más fiero, el más terrible y elmás suave que adorne la tierra. Bastarían ciengangáridas y cien unicornios para disiparinnumerable armadas. Hace alrededor de dossiglos un rey de las Indias fue losuficientemente loco como para querer

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conquistar esta nación: se presentó seguido dediez mil elefantes y de un millón de guerreros.Los unicornios atravesaron los elefantes, comohe visto que se ensartan en un pinche de oro lasalondras que se sirven en vuestra mesa. Losguerreros caían sobre la arena, bajo el sable delos gangáridas como las cosechas de arroz soncortadas por las manos de los pueblos deOriente. Se tomó prisionero al rey con másseiscientos mil hombres. Lo bañaron con lasaguas saludables del Ganges, lo pusieron alrégimen del país, que consiste en alimentarsesólo de vegetales prodigados por la naturalezapara nutrir a todo lo que respira. Los hombresalimentados con carne y abrevados con licoresfuertes tienen la sangre agriada y adusta, quelos vuelve locos de cien maneras diversas. Suprincipal demencia es la de verter sangre de sushermanos y devastar las planicies fértiles parareinar sobre cementerios. Se emplearon seismeses enteros en curar al rey de las Indias desu enfermedad. Cuando los médicos juzgaron

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finalmente que tenía el pulso mas tranquilo y elespíritu más sereno, dieron el certificado alconsejo de gangáridas. Este consejo, luego dehaber pedido su opinión a los unicornios,reenvió humildemente al rey de las Indias, a sutonta corte y a sus imbéciles guerreros a supaís. Esta lección los volvió juiciosos, y, desdeentonces, los hindúes respetan a los gangáridas;como los ignorantes que desean instruirserespetan entre vosotros a los filósofos caldeos, aquienes no pueden igualar.-A propósito, mi querido pájaro -le dijo laprincesa-, ¿existe una religión entre losgangáridas? -¿Si existe una? Señora, nosreunimos para dar gracias a Dios los días deluna llena; los hombres en un gran templo decedro, las mujeres en otro, por temor a lasdistracciones. Todos los pájaros en unbosquecillo y los cuadrúpedos en una bellapradera. Agradecemos a dios por todos losbienes que nos ha otorgado. Tenemos, sobretodo, unos loros que predican maravillas.

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"Tal es la patria de mi querido Amazán; esdonde yo vivo, y siento tanta amistad por élcomo amor vos a él inspirado. Si me creéis,partiremos juntos y vos iréis a visitarlo.-Verdaderamente, pájaro mío, cumplís muybien con vuestro oficio -repuso sonriendo laprincesa, que ardía en deseos de emprender elviaje y no osaba decirlo.--Sirvo los deseos de mi amigo -dijo el pájaro-y, después de la felicidad de amaros, el mayores servir a vuestros amores.Formosanta ya ni sabía dónde se hallaba; secreía transportada fuera de la tierra. Todo loque había visto durante aquel día, todo lo queveía, todo lo que oía y especialmente lo quesentía su corazón, la sumía en unembelesamiento que sobrepasaba muy de lejosa aquel que experimentan hoy los afortunadosmusulmanes cuando, separados de sus lazosterrestres, se ven en el noveno cielo en brazosde los huríes, rodeados y penetrados por lagloria y la felicidad celeste.

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IV

Pasó toda la noche hablando de Amazán. Ya nolo llamaba más que su pastor; y es desdeentonces que las palabras pastor y amante sonsiempre empleadas la una por la otra enalgunos países.Ora preguntaba al pájaro si Amazán habíatenido otras amantes. Él le respondía que no yella se sentía en el colmo de la felicidad. Oraquería saber en qué ocupaba su vida; y seenteraba con arrebatos de alegría que laocupaba en hacer el bien, en cultivar las artes,en penetrar los secretos de la naturaleza, enperfeccionar su persona. Ora quería saber si elalma de su pájaro era de la misma naturalezaque la de su amante; por qué había vivido cercade veintiocho mil años, mientras qué su amantesólo tenía dieciocho o diecinueve años. Hacíacien preguntas parecidas, a las cuales el pájarorespondía con una discreción que irritaba su

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curiosidad. Finalmente, el sueño le cerró losojos y entregó a Formosanta a la dulce ilusiónde los sueños enviados por los dioses quesobrepasaban a veces a la misma realidad, yque toda la filosofía de los caldeos apenaspuede explicar.Formosanta no despertó hasta muy tarde. Suhabitación estaba en penumbras cuando supadre entró. El pájaro recibió a Su Majestad conuna respetuosa gentileza, fue delante de él,batió las alas, estiró el cuello y volvió a posarsesobre el naranjo. El rey se sentó sobre el lechode su hija, a quien los sueños habíanembellecido más aún. Su barba frondosa seaproximó a este hermoso rostro y luego dehaberle dado dos besos, le habló con estaspalabras:-Mi querida hija, ayer no pudisteis hallar unmarido, como yo lo esperaba; sin embargonecesitáis uno; la salud de mi reino lo exige. Heconsultado el oráculo, que como sabéis, nomiente jamás, y que dirige toda mi conducta.

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Me ha ordenado haceros recorrer el mundo. Esnecesario que viajéis.-¡Ah!; al país de los gangáridas, sin duda -dijola princesa, y al pronunciar estas palabras, quese le escaparon, se dio cuenta de que decía unatontería.El rey, que no sabía una palabra de geografía, lepreguntó qué entendía ella por gangáridas.Halló ella fácilmente una excusa. El rey le hizosaber que debía realizar un peregrinaje, y quehabía designado a las personas de su comitiva:el decano de sus consejeros de estado, el grancapellán, una dama de honor, un médico, unboticario y su pájaro, como todos los sirvientesnecesarios.Formosanta, que jamás había salido del palaciode su padre, el rey, y que hasta el día deAmazán y los tres reyes había llevado una vidamuy insípida en la etiqueta del fasto y en laapariencia de los placeres, estuvo encantada derealizar un peregrinaje. -¿Quién sabe -decía ellapor lo bajo a su corazón- si los dioses no

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inspirarán a mi querido gangárida el mismodeseo de ir a la misma capilla, y si no tendré lafelicidad de volver a verlo como peregrino?Agradeció tiernamente a su padre, diciéndoleque siempre había sentido una secreta devociónpor el santo a quien la enviaban.Belus ofreció una excelente comida a sushuéspedes; no concurrieron a ella más quehombres. Se trataba de gente muy despareja:reyes, príncipes, ministros, pontífices; todosenvidiosos unos de otros, todos pesando suspalabras, todos embarazados, con sus vecinos yconsigo mismos. La comida fue triste aunque sebebió mucho. Las princesas permanecieron ensus departamentos, ocupadas cada una en supartida. Comieron poco. Formosanta fue luegoa pasear por los jardines con su querido pájaro,quien para divertirla, voló de árbol en árboldesplegando su cola soberbia y su divinoplumaje.El rey de Egipto, que estaba acalorado por elvino, por no decir ebrio, pidió arco y flechas a

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uno de sus pajes. Este príncipe era en verdad elarquero más torpe de todo su reino. Cuandotiraba al blanco el lugar donde uno se hallabamás seguro era en el objetivo hacia el cualapuntaba. Pero el hermoso pájaro, volando tanrápido como la flecha, se expuso él mismo algolpe y cayó sangrante en los brazos deFormosanta. El egipcio, riendo con una risatonta, se retiró a sus tiendas. La princesaatravesó el cielo con sus gritos. Se deshizo enllanto, se golpeó las mejillas y el pecho. Elpájaro agonizante le dijo muy bajo:-Quemadme, y no dejéis de llevar mis cenizashacia la Arabia Feliz, al oriente de la antiguaciudad de Aden o de Edén, y exponerlas al solsobre una pequeña hoguera de clavo y decanela.Luego de haber pronunciado estas palabras,expiró. Formosanta estuvo desvanecida largorato, y sólo volvió en sí para estallar ensollozos. Su padre, compartiendo su dolor yprofiriendo imprecaciones contra el rey de

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Egipto, no dudó que este incidente fuese unpresagio siniestro. Fue rápidamente a consultarel oráculo de su capilla. El oráculo respondió.Mezcla de todo; muerto viviente, infidelidad yconstancia, pérdida y ganancia, calamidad yfelicidad.Ni él ni su consejo pudieron comprender nada,pero por lo menos era satisfactorio habercumplido sus deberes religiosos.Su hija, desconsolada, mientras que élconsultaba el oráculo, hizo rendir al pájaro lashonras fúnebres que él había ordenado, yresolvió llevarlo consigo a Arabia siguiendo losavatares de su vida. Fue quemado dentro deuna tela de lino incombustible junto con elnaranjo donde descansaba; la princesa guardósus cenizas en un pequeño vaso de oro rodeadode carbunclos y de diamantes que se tomaronde las fauces del león. ¡Ojalá hubiese podido, envez de cumplir este funesto deber, quemar envida al detestable rey de Egipto! Aquél era sumayor deseo. En su despecho hizo matar sus

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dos cocodrilos, sus dos hipopótamos, sus doscebras, sus dos ratas, e hizo echar las dosmomias al Éufrates, si hubiese tenido a su bueyApis, no lo habría perdonado tampoco.El rey de Egipto, indignado por esta afrenta,partió inmediatamente para hacer avanzar asus trescientos mil hombres. El rey de lasIndias, viendo partir a su aliado, regresótambién el mismo día, con el firme designio deunir sus trescientos mil hindúes al ejércitoegipcio. El rey de Escitia se marchó durante lanoche con la princesa Aldé, firmementeresuelto a regresar para combatir por ella a lacabeza de trescientos mil escitas, y dedevolverle la herencia de Babilonia, que le eradebida, ya que descendía de la rama de losmayores.Por su parte, la hermosa Formosanta se puso encamino a las tres de la mañana con su caravanade peregrinos, acariciando la esperanza depoder ir a Arabia para ejecutar la últimavoluntad de su pájaro y de que la justicia de los

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dioses inmortales le devolviesen a su queridoAmazán sin el cual no podía vivir.Fue así como al despertar el rey de Babilonia nohalló a nadie.-¡Cómo terminan las grandes fiestas! -se decía-,y qué asombroso vacío dejan en el alma cuandoel bullicio ha pasado. Pero se sintiótransportado de una cólera verdaderamenteregia cuando supo que habían raptado a laprincesa Aldé. Dio orden de que se despertarantodos sus ministros y que se reuniera el consejo;esperando que llegasen, no dejó de consultar asu oráculo, pero sólo logró que le dijese estaspalabras tan célebres desde entonces en todo eluniverso: Cuando no se casa a las jóvenes, ellasse encargan solas de casarse.De inmediato fue dada la orden de enviartrescientos mil hombres contra el rey de losescitas. Y hete aquí que la guerra más terrible seenciende por doquier, y ella tuvo origen en losplaceres de la fiesta más hermosa que haya sidodada jamás en la tierra. Asia iba a ser asolada

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por cuatro armadas de trescientos mil hombrescada una. Puede suponerse que la guerra deTroya que asombró al mundo algunos siglosdespués, sólo era un juego de niños encomparación con ésta, pero también debetenerse en cuenta que en la querella de lostroyanos sólo se trataba de una vieja mujerbastante libertina que se había hecho raptar dosveces, mientras que aquí se trataba de dosdoncellas y un pájaro.El rey de Indias fue a aguardar a su ejércitosobre el gran y magnífico camino que conducíaentonces directamente de Babilonia aCachemira. El rey de los escitas corría con Aldépor la hermosa ruta que llevaba al monteImmaüs7. Todos estos caminos desaparecieronluego debido al mal gobierno. El rey de Egiptose había dirigido hacia el occidente y costeabael pequeño mar Mediterráneo, que losignorantes hebreos han llamado luego el Gran

7 El Himalaya

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Mar.En cuanto a la hermosa Formosanta, seguía elcamino de Bassora, bordeado de altas palmerasque proveen sombra perenne y frutos en todaslas estaciones. El templo al cual se dirigía enperegrinación, se hallaba en la misma Bassora.El santo a quien este templo había sidodedicado era parecido a aquel que luego seadoró en Lampsaco8. No sólo procurabamaridos a las jóvenes, sino que a menudo hacíalas veces de marido. Era el santo más veneradode toda el Asia.A Formosanta no le importaba en absoluto elsanto de Bassora; sólo invocaba a su amadopastor gangárida, a su hermoso Amazán.Esperaba embarcarse en Bassora y desembarcaren la Arabia Feliz para hacer lo que el pájaro lehabía ordenado.La tercera vez que se hizo de noche, apenashabía entrado en el hospedaje donde sus

8 Príapo, dios de los jardines y de las viñas.

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enviados habían preparado todo para ella,cuando supo que el rey de Egipto tambiénentraba en él. Informado del viaje de laprincesa por sus espías, había cambiado deinmediato su itinerario, seguido por unanumerosa escolta. Llega, hace colocar centinelasen todas las puertas, sube a la habitación de lahermosa Formosanta y le dice:-Princesa, es a vos justamente a quien buscaba;me tuviste muy poco en cuenta cuando yoestaba en Babilonia; justo es castigar a lasdesdeñosas y a las caprichosas: tendréis, os loruego, la bondad de cenar conmigo esta noche;no tendréis otro lecho más que el mío, y meconduciré con vos como me plazca.Formosanta se dio cuenta claramente de que noera la más fuerte; sabía que la inteligenciaconsiste en conformarse con la situación y tomóla decisión de librarse del rey de Egiptomediante una inocente estratagema: lo miró dereojo, lo cual siglos después se llamó mirar desoslayo, y he aquí cómo le habló, con una

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modestia, una gracia, una suavidad, unembarazo y una cantidad de encantos quehubiesen enloquecido al más juicioso de loshombres y cegado al más clarividente:-Os confieso, señor, que siempre bajaba misojos ante vos cuando hicisteis al rey mi padre elhonor de visitarlo. Tenía mi corazón, tenía misimplicidad y, demasiado ingenua, temblaba alpensar que mi padre y vuestros rivalespercibieran la preferencia que os otorgaba yque también merecéis. Puedo ahoraabandonarme a mis sentimientos. Juro por elbuey Apis, que es, después de vos, lo que másrespeto en el mundo, que vuestras propuestasme han encantado. Ya he cenado con vos en lodel rey mi padre, cenaré aquí nuevamente sinque él comparta la mesa; todo lo que os pido esque vuestro gran capellán beba con nosotros,ya que en Babilonia me pareció un buencomensal; tengo un excelente vino de Chiraz,quiero que ambos lo degustéis. Con respecto avuestra segunda proposición, es muy incitante,

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pero no es conveniente que una doncella biennacida hable de ella; que os baste saber que osconsidero el más grande de los reyes y el másatractivo de los hombres.Este discurso mareó al rey de Egipto: aceptó debuena gana que el capellán participara en elfestín. -Aún tengo otra gracia que pediros -ledijo la princesa-, es que permitáis que miboticario venga a hablar conmigo: las doncellastienen siempre ciertas pequeñas molestias querequieren ciertos cuidados, como vapores en lacabeza, sobresaltos del corazón, cólicos, ahogos,a los que conviene poner en orden en ciertascircunstancias; en una palabra, tengo urgentenecesidad de mi boticario y espero que no meneguéis esta simple muestra de amor.-Señorita -dijo el rey de Egipto-, aunque unboticario tenga vías precisamente opuestas a lasmías, y los objetos de su arte sean todo locontrario del mío, tengo demasiado mundopara negaros un requerimiento tan justo; voy aordenar que venga a hablaros mientras

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aguardamos la cena; comprendo que debéisestar un poco fatigada del viaje; debéisnecesitar también una mucama, podéis hacervenir la que prefierais, esperaré luego vuestrasórdenes y vuestra comodidad.Se retiró; enseguida se presentaron el boticarioy la mucama llamada Irla. La princesa tenía enésta una confianza absoluta: le ordenó traer seisbotellas de vino de Chiraz para la cena y dehacer beber otras tantas a todos los centinelasque tenían arrestados a sus oficiales; luegorecomendó al boticario que hiciera poner entodas las botellas ciertas drogas de su farmaciaque hacían dormir a la gente veinticuatro horasseguidas y de las cuales siempre se hallabaprovisto. El rey regresó con el gran capellán alcabo de media hora; la comida fue muy alegre,el rey y el capellán vaciaron las seis botellas yconfesaron que no había un vino tan bueno enEgipto: la mucama cuidó de hacérselo beber alos criados que habían servido. En cuanto a laprincesa, tuvo gran cuidado de no beber de él,

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diciendo que su médico la había puesto arégimen. Todos estuvieron pronto dormidos.El capellán del rey de Egipto tenía la máshermosa barba que pudiese llevar un hombrede su clase. Formosanta se la cortó con muchahabilidad; luego, habiéndola hecho coser a unapequeña cinta, la ató a su mentón. Se disfrazócon los vestidos del sacerdote y con todos losornamentos de su dignidad, vistió a sumucama de sacerdotisa de la diosa Isis;finalmente, tomando su urna y sus piedraspreciosas, salió del hospedaje en medio de loscentinelas, que dormían como su señor. Lacriada había cuidado de tener en la puerta doscaballos listos. La princesa no podía llevar conella a ninguno de los oficiales de su cortejo:habrían sido arrestados por los guardias delrey.Formosanta e Irla pasaron a través de lashileras de soldados que, tomando a la princesapor el gran prelado, la llamaban mi

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reverendísimo padre en Dios9 y le pedían subendición. Las dos fugitivas llegaron enveinticuatro horas a Bassora, antes de que elrey se hubiese despertado. Se quitaron entonceslos disfraces, que hubieran podido despertarsospechas. Fletaron lo mas rápidamente unnavío, que las transportó por el estrecho deOrmuz hacia la bella orilla de Edén, en laArabia Feliz. Los jardines de este Edén fuerontan renombrados que luego se hizo de ellos lamorada dé los justos; fueron el modelo de losCampos Elíseos, de los jardines de lasHespérides y de las islas Afortunadas, porqueen estos climas calientes los hombres noimaginaron mayor beatitud que las sombras ylos murmullos de las aguas. Vivir eternamenteen los cielos con el Ser Supremo, o ir a pasearse

9 titulo de los arciprestes y de los generales de las órdenesreligiosas, especial" los jesuitas, uno de los blancos preferidosde los ataques de Voltaire.

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en el jardín, en el paraíso, fue lo mismo para loshombres que siempre hablan sin entenderse yque aún no han podido tener ideas claras niexpresiones justas.Apenas la princesa se halló en esta tierra, suprimer cuidado fue rendir a su amado pájarolas honras fúnebres que él había exigido de ella.Sus hermosas manos levantaron una pequeñapira de clavo y de canela. Cuál no sería suasombro cuando, al expandir las cenizas delpájaro sobre esta hoguera, la vio encendersepor sí misma. Todo se consumió prontamente.Sólo apareció, en el lugar de las cenizas, ungran huevo, del cual vio salir a su pájaro másbrillante de lo que había sido jamás. Fue elmomento más bello que la princesa hubieseexperimentado en toda su vida; sólo había unoque hubiese podido serle querido: lo deseabapero no lo esperaba.-Bien veo -dijo ella al pájaro- que eres el fénixdel cual tanto me han hablado. Estoy a puntode morir de asombro y de alegría. No creía en

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absoluto en la resurrección, pero mi felicidadme ha convencido.-La resurrección, señora -le dijo el fénix-, es lacosa más sencilla del mundo. No es mássorprendente nacer dos veces que una sola.Todo es resurrección en este mundo: las orugasresucitan en mariposas, un carozo colocado enla tierra resucita en el árbol, todos los animalesenterrados en el suelo resucitan en hierbas, enplantas, y nutren a otros animales de los cualespronto son parte de su substancia; todas laspartículas que componían los cuerpos secambian en otras diferentes. Aunque es verdadque soy el único a quien el poderoso Orosmadehaya concedido la gracia de resucitar en supropia naturaleza.Formosanta, que desde el día que había visto aAmazán y al pájaro por primera vez habíapasado sus horas de asombro, le dijo:-Concibo que el gran Ser haya podido formarde vuestras cenizas un fénix muy parecido avos; pero que seáis precisamente la misma

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persona, que tengáis la misma alma, confiesoque no lo comprendo muy claramente. ¿Quéfue de vuestra alma mientras os llevaba en mibolsillo después de vuestra muerte?-¡Oh!, ¡por dios, señora!, ¿acaso no le sería tanfácil al gran Orosmade continuar su acciónsobre una pequeña chispa de mí mismo comoiniciar esta acción? Me había acordado yaanteriormente el sentimiento, la memoria y elpensamiento: me los ha vuelto a conceder; quehaya concebido este favor a un átomo de fuegoelemental escondido en mí, o al conjunto demis órganos, no significa nada en el fondo;tanto los fénix como los hombres ignoraránsiempre cómo sucede la cosa en realidad; perola mayor gracia que el Ser Supremo me hayaacordado ha sido la de hacerme renacer paravos. ¡Quién pudiera pasar los veintiocho milaños que aún me quedan por vivir hasta mipróximo resurrección entre vos y mi queridoAmazán!-Fénix mío -le repuso la princesa-, pensad que

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las primeras palabras que me dijisteis enBabilonia y que jamás olvidaré, me hicieronconcebir la esperanza de volver a ver a esequerido pastor que idolatro: es absolutamentenecesario que vayamos juntos a la tierra de losgangáridas, y que lo lleve de regreso aBabilonia.-Ése es mi designio --dijo el fénix-. No hay unmomento que perder, hay que ir a buscar aAmazán por el camino más corto, es decir porlos aires. En la Arabia Feliz hay dos grifos,íntimos amigos míos, que viven sólo acincuenta millas de aquí: les enviaré unmensaje por medio de las palomas mensajeras;llegarán antes de la noche. Dispondremos deltiempo necesario para haceros preparar uncómodo y pequeño canapé con cajones dondepondremos vuestras provisiones de alimentos.Os sentiréis muy cómoda en este carruajeacompañada por vuestra doncella. Los dosgrifos son los más vigorosos de su especie; cadauno de ellos sostendrá uno de los brazos del

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canapé entre sus garras; pero lo repito una vezmás: cada instante es valioso.Fue de inmediato con Formosanta a encargar elcanapé de un tapicero que él conocía. En cuatrohoras estuvo terminado. En sus cajones secolocaron pancitos reales, bizcochos mejoresque los de Babilonia, limones poncíes, ananás,cocos, pistachos y vino de Edén, que está tanpor sobre encima del vino de Chiraz como el deChiraz lo está sobre el Surenne.El canapé era tan ligero como confortable ysólido. Los dos grifos llegaron a Edén en elmomento exacto. Formosanta y Irla se ubicaronen el carruaje; los dos grifos lo levantaron comosi fuera una pluma. El fénix ora volaba cerca,ora se posaba sobre el respaldo. Los dos grifossinglaron hacia el Ganges con la rapidez de unaflecha que hiende el aire. Sólo se descansabadurante la noche el tiempo necesario paracomer y para hacer beber un trago a los doscocheros.Llegaron finalmente a la tierra de los

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gangáridas. El corazón de la princesa palpitabade esperanza, de amor y de alegría. El fénixhizo detener el carruaje delante de la casa deAmazán: pidió hablarle; pero ya hacía treshoras que había partido, sin que se supiesehacia dónde había ido.No hay palabras, ni siquiera en la mismalengua de los gangáridas, que puedan expresarla desesperación que abrumó a Formosanta.-¡Ay!, esto es lo que temía -dijo el fénix-; las treshoras que pasasteis en el hospedaje del caminoa Bassora con ese malhadado rey de Egipto oshan robado quizá para siempre la felicidad devuestra vida: mucho me temo que hayamosperdido a Amazán sin remedio.Entonces preguntó a los criados si podíasaludar a su señora madre. Respondieron quesu marido había muerto la víspera anterior yque no veía a nadie. El fénix, que tenía créditoen la casa, hizo entrar a la princesa de Babiloniaen un salón cuyas paredes estaban revestidasde madera de naranjo y fileteadas de marfil.

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Los subpastores y las subpastoras vestidos conlargos trajes blancos ceñidos por aderezos coloraurora les sirvieron en cien cuencos de simpleporcelana cien manjares deliciosos, entre loscuales no se veía ningún cadáver disfrazado:había arroz, harinas, sagú, sémola, fideos,macarrones, tortillas, huevos cocidos en leche,quesos cremosos, pastelería de toda especie,verduras, frutos de un perfume y un gustodesconocidos en los otros climas; había unaprofusión de licores refrescantes, superiores alos mejores vinos.Mientras la princesa comía, acostada sobre unlecho de rosas, cuatro pavos reales, o pavones,felizmente mudos, la abanicaban con sus alasbrillantes; doscientos pájaros y cien pastores ycien pastoras, cantaban a dos voces; losruiseñores, los canarios, las currucas, lospinzones cantaban el acompañamiento con laspastoras, los pastores hacían las voces de tenory las bajas: en todo estaba la hermosura y lasimple naturaleza. La princesa confesó que si

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bien en Babilonia había más magnificencia, lanaturaleza era mil veces más agradable en elpaís de los gangáridas; pero, mientras que leofrecían esta música consoladora y voluptuosa,ella derramaba lágrimas y decía a la joven Irla,su acompañante:-Estos pastores y estas pastoras, estosruiseñores y estos canarios hacen el amor y yoestoy separada del héroe gangárida, dignoobjeto de mis muy tiernos y muy impacientesdeseos.Mientras ella hacía esta colación, mientras loadmiraba todo y lloraba, el fénix decía a lamadre de Amazán:-Señora, no podéis dispensaros de ver a laprincesa de Babilonia; vos sabéis...-Todo lo sé -dijo ella-, hasta su aventura en unhospedaje sobre el camino de Bassora; un mirlome lo contó todo esta mañana, y este cruelmirlo es la causa de que mi hijo presa de ladesesperación, se haya vuelto loco y hayaabandonado la casa paterna. -¿Por lo tanto no

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sabéis que la princesa me ha resucitado?-No, querido hijo, sabía por el mirlo que habíaismuerto y estaba inconsolable. Me sentía tanafligida por esta pérdida, por la muerte de mimarido y por la precipitada partida de mi hijoque había decidido no ver a nadie. Pero puestoque la princesa de Babilonia me hace el honorde venir a verme, hacedla entrar lo más rápidoposible; tengo cosas de suma trascendencia quedecirle y quiero que vos estéis presente.Se dirigió inmediatamente al otro salón pararecibir a la princesa. No caminaba ya conmucha ` facilidad: era una dama de alrededorde trescientos años; pero tenía aún bellos rasgosy bien se veía que a los doscientos treinta odoscientos cuarenta años había sidoencantadora. Recibió a Formosanta con unarespetuosa nobleza, mezclada con un aire deinterés y de dolor que hizo a la princesa la másviva impresión.Formosanta comenzó por presentarle suscondolencias por la muerte de su marido

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-¡Ay! -dijo la viuda-, os halláis afectada por sumuerte más de lo que creéis.-Me siento dolida, sin duda -dijo Formosanta-;era el padre de... -al decir estas palabras se echóa llorar-. Sólo vine por él, a través de grandespeligros. Dejé por él a mi padre y la corte másbrillante del universo; fui raptada por el rey deEgipto, a quien detesto. Al escaparme de esteraptor, atravesé los aires para venir a ver al queamo; llego y él huye de mí... -el llanto y lossollozos no la dejaron proseguir.La madre le dijo entonces:-Señora, cuando el rey de Egipto os raptaba,cuando cenabais con él en una posada deBassora, cuando vuestras hermosas manos leservían vino de Chiraz, ¿recordáis haber vistoun mirlo que revoloteaba por la habitación?-Verdaderamente, sí, despertáis mi memoria;no le había prestado atención, pero poniendoorden en mis ideas, recuerdo muy bien que enel momento en el que el rey de Egipto selevantaba de la mesa para darme un beso, el

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mirlo se voló por la ventana dando un granchillido y no volvió a aparecer más.-Ay, señora -respondió la madre de Amazán-,he ahí justamente la causa de nuestrasdesdichas; mi hijo había enviado justamente aeste mirlo para informarle de vuestra salud yde todo lo que sucedía en Babilonia; esperabaregresar pronto a ponerse a vuestros pies yconsagraros la vida. No podéis saber hasta quépunto os adora. Todos los gangáridas sonamantes, fieles, pero mi hijo es el másapasionado y constante de todos. El mirlo oshalló en una posada; bebías alegremente con elrey de Egipto y un desagradable sacerdote, osvio finalmente dar un tierno beso a estemonarca que había matado al fénix y haciaquien mi hijo siente un invencible horror. Elmirlo, viendo esto, fue presa de una justaindignación; se voló maldiciendo vuestrosfunestos amores; hoy regresó y me contó todo;pero ¡en qué momentos, oh cielo!, en elmomento en que mi hijo lloraba conmigo la

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muerte de su padre y la del fénix, en elmomento en que sabía que es vuestro primosegundo.-¡Oh cielos! ¡Mi primo!, señora, ¿es posible?,¿por qué ventura?, ¿cómo?, ¿a tal extremollegaría mi felicidad?, ¿y al mismo tiempo seríatan desgraciada por haberlo ofendido?-Mi hijo es vuestro primo, os lo digo - replicó lamadre- y pronto os voy a dar la prueba; pero alvolveros parienta mía me arrancáis a mi hijo;no podrá sobrevivir al dolor que le ha causadoel beso que disteis al rey de Egipto.-¡Ah!, tía mía-exclamó la bella Formosanta-, osjuró por él y por el poderoso Orosmade queeste beso funesto, lejos de ser criminal, era laprueba más fuerte de amor que pudiese dar avuestro hijo. Desobedecía por él a mi padre. Ibapor él del Éufrates al Ganges. Al caer en manosdel indigno faraón de Egipto, sólo podíaescapar engañándolo. Doy fe por las cenizas yel alma del fénix, que se hallaban entonces enmi bolsillo; él puede hacerme justicia; pero,

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¿cómo vuestro hijo, nacido a las orillas delGanges, puede ser mi primo, si mi familia reinasobre las orillas del Éufrates desde hace tantossiglos?-Sabéis -le dijo la venerable gangárida quevuestro tío abuelo Aldé era rey de Babilonia yque fue destronado por el padre de Belus.-Sí, señora.-Sabéis que su hijo Aldé había tenido de sumatrimonio a la princesa Aldé, educada envuestra corte. Es este príncipe quien, siendoperseguido por vuestro padre, vino a refugiarseen nuestra feliz comarca, bajo otro nombre: élfue quien me desposó, tuve con él al jovenpríncipe Aldé-Almazán, el más hermoso, elmás fuerte, el más valiente, el más virtuoso delos mortales y hoy el más loco. Fue a las fiestasde Babilonia atraído por la fama de vuestrabelleza; desde entonces os idolatra, y quizá yono vuelva a verlo jamás.Entonces hizo desplegar ante la princesa todoslos títulos de la casa de los Aldé; Formosanta

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apenas se dignó mirarlos.-¡Ah, señora! -exclamó- ¿Acaso se examina loque se desea? Bastante os cree mi corazón.Pero, ¿dónde está Aldé-Almazán?, ¿dónde estámi pariente, mi amante, mi rey?, ¿dónde estámi vida?, ¿qué camino tomó? Iría a buscarlopor todos los mundos que el Eterno ha formadoy de los cuales él es el más bello ornamento. Iríaa la estrella Canopus, a Sheat10, a Aldebarán.Iría a convencerlo de mi amor y mi inocencia.El fénix testificó que la princesa no había dado,por amor, un beso al rey de Egipto, crimen queel mirlo le imputaba; pero había quedesengañar a Àmazán y traerlo de regreso.Envía sus pájaros por todos los caminos, poneen campaña a sus unicornios; se le informafinalmente que Amazán ha tomado el camino elque conduce a China.-Y bien, vamos a China-exclamaba la princesa-,el viaje no es largo, espero traeros de regreso a

10 En la constelación de Pegaso

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vuestro hijo, en quince días a más tardar.Ante estas palabras, ¡qué de lágrimas deternura vertieron la madre gangárida y laprincesa de Babilonia, qué de abrazos, qué deefusiones del corazón!El fénix pidió inmediatamente una carrozaarrastrada por seis unicornios. La madre lesproveyó doscientos caballeros y regaló a laprincesa, su sobrina, algunos millares de losmás bellos diamantes del país. El fénix, afligidopor el mal que la indiscreción del mirlo habíaprovocado, hizo que se ordenara a todos losmirlos irse del país, y es así como desdeentonces no se encuentra ni uno sobre lasorillas de Ganges.V

Los unicornios, en menos de ocho días,llevaron a Formosanta, a Irla y al fénix aCambalu11, capital de la China. Era una ciudad

11 Pekín

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más grande que Babilonia y de unamagnificencia totalmente diferente. Los nuevosobjetos, las nuevas costumbres, habríandivertido a Formosanta si hubiese podidointeresarse en otra cosa que no fuera Amazán.Apenas el emperador de la China supo que laprincesa de Babilonia estaba ante una de laspuertas de la ciudad, envió cuatro milmandarines en traje de ceremonia; todos seprosternaron ante ella y le presentaron cadauno sus cumplidos escritos en letras de oro enuna hoja de seda púrpura. Formosanta les dijoque si ella supiese cuatro mil lenguas, nodejaría de responder inmediatamente a cadamandarín, pero que sabiendo solamente una,les rogaba que aceptaran que se sirviese de ellaspara agradecerles a todos en general. Lacondujeron respetuosamente ante elemperador.Era el monarca más justo de la tierra, el más

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cortés y el más sabio. Fue él12 el primero encultivar un terreno con sus manos imperialespara que la agricultura se tornase digna derespeto ante los ojos de su pueblo. Fue elprimero en establecer premios a la virtud. Lasleyes, como en todos lados por otra parte, sehabían limitado vergonzosamente hastaentonces a castigar los crímenes. Esteemperador acababa de echar de sus estados aun grupo de bonzos extranjeros que habíanvenido del extremo de occidente, con el deseoinsensato de obligar a toda la China a pensarcomo ellos y que, con el pretexto de anunciarverdades, habían adquirido ya riquezas yhonores. Les había dicho, al echarlos, estaspalabras registradas exactamente en los analesdel imperio:-Podríais hacer aquí tanto mal como habéishecho en otras partes; habéis venido a predicardogmas de intolerancia en la nación más

12 Se trata de Young-Tching que reinó desde 1722 y echó a losjesuitas (los bom) de China, en 1724.

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tolerante de la tierra. Os envío de regreso parano estar obligado a castigaras: Seréis vueltos aconducir honorablemente hasta mis fronteras;se os suministrará todo para que podáisregresar a los límites del hemisferio de dondehabéis partido. Id en paz si podéis estar en paz,y no regreséis más.La princesa de Babilonia se enteró con alegríade este razonamiento y de este discurso: sesentía así más segura de ser bien recibida en lacorte, porque estaba bien lejos de sostenerdogmas intolerantes. El emperador de la China,cenando con ella, tuvo la cortesía de eliminartoda molesta etiqueta; ella le presentó al fénix,quien fue muy acariciado por el emperador y seposó sobre un sillón. Formosanta, al finalizar lacomida, le confió ingenuamente el objeto de suviaje y le rogó que hiciera buscar en Cambalú albello Amazán, cuya aventura le narró, sinocultarle para nada la fatal pasión que en sucorazón ardía por este joven héroe.-¿A quién le habláis de esto? --dijo el

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emperador de la China- Me ha dado el placerde venir a mi corte; me ha encantado esteamable Amazán; es cierto que se hallaprofundamente afligido; pero sus gracias sólose tornan así más conmovedoras; ninguno demis favoritos tiene más talento que él, ningúnmandarían de toga tiene conocimientos másamplios; ningún mandarín que ciña espadaparece más marcial ni más heroico; su extremajuventud da mayor valor a todos sus talentos, siyo fuese tan infeliz, tan abandonado por Tien yChagti13 como para querer ser un conquistador,pediría a Amazán que se pusiese a la cabeza demis ejércitos, y me sentiría seguro de triunfarsobre el universo entero. Es realmentelamentable que su pena turbe algunas veces suinteligencia.-¡Ah, señor! -dijo Formosanta con aire excitado

13 Es decir, el Dios del Universo. el principio de todas las co-sas.

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y con un tono de dolor, de emoción y dereproche-, ¿por qué no me habéis hecho cenarcon él? Me hacéis morir; ordenad que lerueguen venir enseguida. -Señora, ha partidoesta mañana y no ha dicho hacia qué comarcadirigía sus pasos.Formosanta se volvió hacia el fénix:-Y bien -dijo-, oh fénix, ¿habéis visto alguna vezuna doncella más desgraciada que yo? Pero,señor -continuó-, ¿cómo, por qué ha podidoabandonar una corte tan refinada como lavuestra, en la cual uno quisiera pasar toda lavida?-He aquí, señora, lo que ha sucedido. Unaprincesa de sangre real, de las más dignas deamor, se apasionó por él y le dio cita en su casaal mediodía; él partió apenas despuntó el día ydejo esta esquela, que á costó muchas lágrimasa mi parienta:"Hermosa princesa del linaje de China,merecéis un corazón que no haya sido jamásmás que vuestro; he jurado a los dioses

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inmortales no amara nadie más que aFormosanta, princesa de Babilonia, y enseñarlecómo se pueden vencer las pasiones durantelos viajes; ella tuvo la desgracia de sucumbirante el indigno rey de Egipto, soy el másdesgraciado de los hombres; he perdido a mipadre y al fénix, y la esperanza de ser amadopor Formosanta; he dejado a mi madre . en laaflicción, a mi patria, ya no podía vivir ni unmomento en los lugares donde supe queFormosanta amaba a otro que no era yo hejurado recorrer la tierra v serle fiel. Vos medespreciarías y los dioses me castigarían, siviolase mi juramento; buscad un amante, señor,y sedle tan fiel como yo."--Ah, dadme esa carta asombrosa ---dijo lahermosa Formosanta-, ella será mi consuelo;soy feliz en mi infortunio. Amazán me ama;Amazán renuncia por mí a la posesión deprincesas de la China; él es el único en toda latierra capaz de obtener tal victoria; me da unmaravilloso ejemplo; el fénix sabe bien que no

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lo necesito; es muy cruel ser privado de unamante por un beso inocente dado por purafidelidad. Pero, finalmente, ¿adónde ha ido?¿Qué camino ha tomado? Dignaos decírmelo yparto.El emperador de la China le respondió quecreía, de acuerdo con los relatos que le habíanhecho, que su amante había tomado el caminoque llevaba a Escitia. Inmediatamente seengancharon los unicornios y la princesa,después de los más tiernos adioses, se fue conel fénix, su mucama y todo su cortejo.Apenas estuvo en Escitia14, vio hasta qué puntolos hombres y los gobiernos difieren y diferiránsiempre que llegue el tiempo en que algúnpueblo más iluminado que los otros comuniquesu luz de uno a otro, después de mil siglos detinieblas, y se encuentren en los climas bárbarosalmas heroicas que tengan la fuerza y laperseverancia de cambiar los brutos en

14 Siberia

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hombres. No había ciudades en Escitia y por lotanto tampoco artes agradables. No se veíanmás que vastas praderas y naciones enterasbajo las carpas y sobre los carros. Su aparienciacausaba terror. Formosanta preguntó en quécarpa o en qué carreta se albergaba el rey. Se ledijo que hacía ocho días se había puesto enmarcha a la cabeza de trescientos mil hombresde caballería para ir al encuentro del rey deBabilonia, cuya sobrina, la hermosa princesaAldé había raptado.-¡Raptó a mi prima! -exclamó Formosanta-; noesperaba esta nueva aventura. ¡Qué! Mi prima,que demasiado feliz debía sentirse al estar enmi corte, se ha vuelto reina y yo aún no me hecasado -se hizo conducir inmediatamente a lascarpas de la reina.Su inesperada reunión en climas lejanos y lascosas singulares que mutuamente tenían paracontarse, dieron a su entrevista un encanto queles hizo olvidar que nunca se habían querido;se volvieron a ver con entusiasmo; una dulce

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ilusión ocupó el lugar de la verdadera ternura;se abrazaron llorando y hubo entre ellascordialidad y franqueza dado que la entrevistano se realizaba en un palacio.Aldé reconoció al fénix y a la confidente Irla;dio pieles de cibelina a su prima, quien a su vezle dio diamantes. Se habló de la guerra que losdos reyes emprendían, se lamentó la condiciónde los hombres, a quien los monarcas envían aldegüello por diferencias que dos justos podríanconciliar en una hora, pero sobre todo se hablódel hermoso extranjero vencedor de los leones,dador de los diamantes más grandes deluniverso, compositor de madrigales, poseedordel fénix, transformado en el más desdichadode los hombres por el informe de un mirlo.-Es mi querido hermano -decía Aldé. -Es miamante -exclamó Formosanta-, sin duda lohabéis visto; quizás aún se halla aquí, porque,prima mía, él sabe que es vuestro hermano: noos habrá dejado tan bruscamente como dejó alrey de la China. -¡Sí que lo he visto, grandes

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dioses! -replicó Aldé-. Pasó cuatro días enterosconmigo. ¡Ah, prima mía, cuán digno delástima es mi hermano! Un falso informe lo havuelto completamente loco, corre por el mundosin saber adónde va. Figuraos que ha llevadosu demencia hasta rechazar los favores de lamás hermosa escita de toda Escitia. Partió ayerdespués de haberle escrito una carta que la hadesesperado. En cuanto a él, ha sido a la tierrade los cimerios.-¡Alabado sea Dios! -exclamó Formosanta-, ¡unrechazo más a mi favor! Mi felicidad hasobrepasado todos mis temores. Haced que meden esa carta encantadora así parto, así lo sigo,con las manos llenas de sus sacrificios. Adiós,prima mía; Amazán está en la tierra de loscimerios, hacia allí vuelo.A Aldé le pareció que la princesa su primaestaba aún más loca que su hermano Amazán.Pero como ella misma había sentido los efectosde esta epidemia, como había dejado lasdelicias y la magnificencia de Babilonia por el

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rey de los escitas, como las mujeres siempre seinteresan en las locuras que el amor causa, seenterneció verdaderamente por Formosanta, ledeseó un feliz viaje, y le prometió ayudarla ensu pasión si alguna vez tenía la felicidad de vera su hermanoVI

Muy pronto la princesa de Babilonia y el fénixllegaron al imperio de los cimerios15, muchomenos poblado, en verdad, que la China, perodos veces más extenso; antiguamente eraparecido a Escitia, habiéndose vuelto desdehacía algún tiempo tan floreciente como losreinos que se jactaban de instruir a los demásEstados.Después de algunos días de marcha llegaron auna gran ciudad que la emperatriz reinante

15 Rusia

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hacía embellecer16; pero ella no se hallaba allí:viajaba entonces desde las fronteras de Europaa las del Asia para conocer sus Estados con suspropios ojos, para juzgar sus males y llevarlesremedio, para acrecentar las ventajas, parabrindar instrucción.Uno de los principales oficiales de esta antiguacapital, informado de la llegada de la babilónicay el fénix, se apuró a ofrecer su homenaje a laprincesa y a hacerle los honores de su país,seguro de que su señora, que era la más cortésy magnífica que las reinas, le estaría agradecidopor haber recibido a una tan gran dama conlos mismos miramientos que ella mismahabría prodigado.Se alojó a Formosanta en el palacio, del cualse alejó a una cantidad de gente inoportuna;se le ofrecieron fiestas ingeniosas. El señorcimerìo, que era un gran naturalista,

16 Se refiere a Moscú y a Catalina II que reinó de 1762 a1796.

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conversó mucho con el fénix durante eltiempo que la princesa permanecía retiradaen sus aposentos. El fénix le confesó quehabía viajado otrora al país de los cimeriosy que ya no lo reconocía.-¿Cómo cambios tan prodigiosos –decía- -pueden haberse operado en un tiempo tancorto? No hace trescientos años que vi lanaturaleza salvaje en todo horror; yencuentro ahora aquí las artes, el esplendor,la gloria y la cortesía.-Un solo hombre17 comenzó esta obra --re-puso el cimerio-y una mujer la perfeccionó;una mujer ha sido mejor legisladora que laIsis de los egipcios y la Ceres de los griegos.La mayoría de los legisladores han tenidoun genio despótico y estrecho que limitósus miras al país que gobernaron; cada unomiró a su pueblo como si fuese el único enla tierra o como si debiera ser el enemigo

17 Pedro el Grande ( 1672-1730_

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del resto de la tierra. Formaroninstituciones sólo para ese pueblo,introdujeron costumbres sólo para élestablecieron una religión para el solo. Esasí como los egipcios, tan famosos por susmontones de piedras se embrutecieron y sedeshonraron por sus bárbarassupersticiones. Creen a las otras nacionesprofanas no se comunican con ellas: yexceptuada la corte, que se eleva a vecessobre los prejuicios vulgares, no hay un soloegipcio que quiera comer en el mismo platodel que haya comido un extranjero. Sussacerdotes son crueles y absurdos. Mejorsería no tener leyes y sólo escuchar a laNaturaleza que grabó en nuestros corazoneslos principios de lo justo y de lo injusto, quesometer la sociedad a leyes sociales.«Nuestra emperatriz abraza proyectosenteramente opuestos: considera que suvasto Estado sobre el cual todos losmeridianos vienen a unirse, debe

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corresponder a todos los pueblos quehabitan bajo estos diversos meridianos. Laprimera de sus leyes fue la tolerancia detodas las religiones y la compasión portodos los errores. Su poderoso geniocomprendió que si los cultos son diferentes,la moral es en todos lados la misma; pormedio de este principio ella unió su nacióna todas las naciones del mundo y loscimerios mirarán al escandinavo y al chinocomo hermanos suyos. He hecho más: quisoque esta preciosa tolerancia, el primer lazoentre los hombres, se estableciera entre susvecinos18; así mereció el titulo de madre dela patria, y tendrá el de benefactora de lahumanidad si persevera.

18 Catalina II había impuesto a Polonia la elección de

Stanislav Poniatowski (1764).bajo pretexto deponer fin alas disensiones religiosas que al lireinaban, la emperatriz rusa intervenía constantemente enPolonia.

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«Antes de ella, hombres por desgraciapoderosos enviaban sus tropas de asesinosa asolar las poblaciones desconocidas y aregar con su sangre las heredades de suspadres; se llamaban a estos asesinos héroes;sus pillajes eran considerados gloriosos.Nuestra soberana tiene otra gloria: hacemarchar a sus ejércitos para llevar la paz, paraimpedir a los hombres que se perjudiquen, paraobligarlos a soportarse unos a otros; y susestandartes han sido los de la concordiapública.El fénix, encantado con todo lo que este señor leinformaba, le dijo:-Señor, hace veintisiete mil novecientos años ysiete meses que estoy sobre el mundo; nunca hevisto nada comparable a lo que me hacéissaber.Le pidió noticias sobre su amigo Amazán; elcimerio le contó las mismas cosas que le habíandicho a la princesa en territorio de los chinos yde los escitas: Amazán huía de todas las cortes

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que visitaba apenas una dama le daba una citaen la que temía sucumbir. El fénix comunicóenseguida a Formosanta esta nueva muestra defidelidad que Amazán le daba, tanto másasombrosa por cuanto él no podía suponer quesu princesa la supiese jamás.Había partido hacia Escandinavia. Fue en estosclimas donde espectáculos nuevos asombraronsus ojos. Aquí la realeza y la libertad subsistíanjuntas19 gracias a un acuerdo que pareceimposible en otros estados; los labradorestomaban parte en la legislación tanto como losgrandes del reino, y un joven príncipe hacíaconcebir las mayores esperanzas de ser dignode dirigir una nación libre. Más allá se daba unfenómeno de lo más extraño: el único rey

19 En Suecia. Después de la capitulación del rey ante elpoder parlamentario (17191720), Suecia había entrado en loque se llamó la era de la libertad que duró hasta la revoluciónde 1722, fecha en la que Gustavo 111 restauró el poder real.

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despótico sobre la tierra, gracias a un contratoformal con su pueblo, era al mismo tiempo elmás joven y el más justo de los reyes.En el país de los sármatos Amazán vio a unfilósofo en el trono: podía llamárselo el rey de laanarquía porque era el jefe de cien milpequeños reyes de los cuales uno solo podíacon una palabra anular las resoluciones detodos los otros. No le costaba más a Eolocontener todos los vientos que se combaten sincesar, que a este monarca conciliar los ánimos:era un piloto rodeado de una tempestadconstante; y sin embargo, el navío nonaufragaba, porque el príncipe era un excelentepiloto.Recorriendo todos estos países tan diferentesde su patria, Amazán rechazabaconstantemente todos los buenos partidos quese le presentaban, siempre desesperado por elbeso que Formosanta habíale dado al rey deEgipto, siempre firme en su inconcebible reso-lución de dar a Formosanta el ejemplo de una

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fidelidad única e inquebrantable.La princesa y el fénix seguían por todos ladossu huella, y sólo se les escapaba por un día odos, sin que el uno se cansase de correr, sin quela otra dejase un momento de seguirlo.Atravesaron así toda la Germania; admiraronlos progresos que la razón y la filosofíalograban en el Norte; todos los príncipes eraninstruidos allí, todos autorizaban la libertad depensamiento; su educación no había sidoconfiada a quienes tuviesen interés enengañarlos o que estuviesen ellos mismos en elengaño: se los había educado en elconocimiento de la moral universal, y en eldesprecio de las supersticiones; se habíadesterrado de todos aquellos Estados unacostumbre insensata, que enervaba ydespoblaba varios países meridionales: estacostumbre era enterrar vivos en vastoscalabozos a un número infinito de personas deambos sexos, eternamente separadas unas deotras, y hacerles jurar no tener jamás

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comunicación entre ellas. Este exceso dedemencia, acreditado durante siglos, habíadevastado la tierra tanto como las guerras máscrueles.Los príncipes del Norte habían comprendidofinalmente que, si se quiere tener un haras, nose deben separar los caballos más fuertes de lasyeguas. Habían destruido también errores nomenos extravagantes y no en estos vastospaíses, mientras en otras partes se creía todavíaque los hombres pueden ser gobernados sólocuando son imbéciles.VII

Amazán llegó al país de los bátavos20; sucorazón experimentó una dulce satisfacción alhallar allí alguna tenue semejanza con el felizpaís de los gangáridas: la libertad, la igualdad,la limpieza, la abundancia, la tolerancia; perolas damas del país eran tan frías que ninguna se

20 Holanda

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le insinuó como habían hecho en todos los otrospaíses; no fue necesario que se resistiera. Sihubiera querido conquistar a estas señoras, lashabría subyugado a todas, una después de otra,sin ser amado por ninguna; pero estaba bienlejos de pensar en hacer conquistas.Formosanta estuvo a punto de atraparlo en estanación insípida: fue cuestión de segundos.Amazán había oído hablar tan elogiosamenteentre los bátavos de cierta isla llamada Albión,que había decidido embarcarse, él y susunicornios, en una nave que, gracias á unviento favorable del norte, lo condujo en cuatrohoras a la orilla de esta tierra más célebre queTiro y que la isla de Atlántida.La hermosa Formosanta, que lo había seguidopor las riberas orillas del Duina, del Vístula, delElba, del Véser, llega finalmente a ladesembocadura del Rin, que entonces llevabasus rápidas aguas al mar Germánico.Se entera de que su querido amante ha bogadohacia las costas de Albión, cree ver su navío;

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lanza gritos de alegría que sorprenden a todaslas damas bátavas, que no podían imaginar queun mancebo pudiese provocar tanta alegría; encuanto al fénix, no le prestaron mucha atenciónporque juzgaron que sus plumas no podríanvenderse tan bien como la de los patos y losánsares de sus pantanos. La princesa deBabilonia fletó dos navíos para que la llevarancon toda su gente a esa bienaventurada isla deAlbión donde iba a poseer el único objeto detodos sus deseos, el alma de su vida, el dios desu corazón.Un funesto viento de Occidente se levantó re-pentinamente en el mismo momento en que elfiel y desventurado Amazán ponía pie en tierrade Albión: los navíos de la princesa de Babiloniano pudieron zarpar. Una congoja de corazón, unamargo dolor, una profunda melancolía seapoderaron de Formosanta: se metió en camacon su dolor, esperando que el viento cambiara;pero sopló ocho días enteros con una violenciadesesperante. La princesa, durante ese siglo de

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ocho días, se hacía leer novelas por Irla: no esque los bátavos supiesen escribirlas; pero, comoeran los comerciantes del universo, vendían lainteligencia de las otras naciones, así como susproductos. La princesa hizo comprar en lo deMarc-Michel Rey21 todos los cuentos que habíansido escritos entre los ausonios y los velches22 ycuya venta había sido prohibida juiciosamenteen estos países para enriquecer a los bátavos;esperaba hallar en estas historias algunaaventura que se asemejase a la suya y calmasesu dolor. Irla leía, el fénix daba su opinión, y laprincesa no hallaba nada en la paysanneparvenue ni en el Sopha, ni en los QuatreFacardins23, que tuviese la menor relación consus aventuras; interrumpía constantemente lalectura para preguntar de qué lado venía el vien-to.

21 Librería de Ámsterdam22 En Italia y en Francia23 Novelas de la época

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VIII

Mientras tanto Amazán estaba ya en camino ala capital de Albión, en su carroza tirada porseis unicornios, y soñaba con su princesa. Vioun coche caído en una zanja; los criados sehabían alejado para buscar ayuda; el dueño delcoche permanecía tranquilamente en suvehículo, sin mostrar la menor impaciencia ydivirtiéndose en fumar porque en esa época sefumaba: se llamaba milord What-then, lo quesignifica aproximadamente Ya mí que en lalengua a la cual traduzco estas memorias.Amazán se precipitó en su dirección para ayu-darlo; enderezó solo el coche, hasta tal punto sufuerza era superior a la de los otros hombres.Milord Y a mi qué se contentó con decir: "Heaquí un hombre bien vigoroso". Los rústicos,que habían acudido de la vecindad, montaronen cólera porque se los había hecho irinútilmente y se la tomaron con el extranjero: lo

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amenazaron llamándolo perro extranjero yquisieron golpearlo.Amazán tomó a dos en cada mano y los arrojó aveinte pasos; los otros lo respetaron, losaludaron, le pidieron dinero del que jamáshabían visto en su vida.Milord Y a mi qué le dijo:-Os estimo; venid a beber conmigo a mi casa decampo, que sólo se halla a tres millas.Subió en el vehículo de Amazán, porque elsuyo había quedado maltrecho luego del golpe.Luego de un cuarto de hora de silencio, miróun instante a Amazán y le dijo: How dye do;literalmente. ¿Cómo hace usted hacer?, y en lalengua del traductor ¿Cómo está usted?, lo cualno quiere decir absolutamente nada en ningúnidioma; luego agregó: "Tiene usted seis lindosunicornios" y siguió fumando.El viajero le dijo que ponía sus unicornios a suservicio; que venía con ellos del país de losgangáridas; aprovechó la ocasión para hablarlede la princesa de

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Babilonia y del beso fatal que le había dado alrey de Egipto; a todo lo cual el otro no replicóabsolutamente nada, preocupándole bien pocoque hubiese en el mundo un rey de Egipto yuna princesa de Babilonia. Estuvo nuevamenteun cuarto de hora sin hablar, después de lo cualvolvió a preguntar a su compañero cómo hacíahacer y si se comía buen roast-beef en el país delos gangáridas. El viajero le respondió con suhabitual cortesía que no se comía a loshermanos en las orillas del Ganges. Le explicóluego el sistema que fue, después de muchossiglos, el de Pitágoras, Porfirio, Jámblico24.Después de lo cual el milord se durmió ycontinuó durmiendo de un tirón hasta quellegó a su casa.Tenía una mujer joven y encantadora, a quienla naturaleza había dado un alma tan viva ysensible como indiferente era la de su marido.

24 Filósofo griego (ca. 283-333 a. J.C.): enseñó a Alejandro yretuvo algunas ideas de Pitágoras y Profirio; como ellos, fuevegetariano

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Varios señores albionenses habían venido esedía a cenar con ella. Había allí toda clase decaracteres porque no habiendo estado el paísgobernado casi nunca sino por extranjeros, lasfamilias que vinieron con estos príncipeshabían traído cada una de ellas costumbresdiferentes. Amazán se halló en compañía depersonas muy amables.La dueña de casa no tenía nada de esaapariencia falsa y torpe, de esa rigidez, de esefalso pudor que se reprochaba por entonces alos jóvenes de Albión. No escondía, tras unporte desdeñoso y un silencio afectado, laesterilidad de sus ideas y el embarazohumillante de no tener nada que decir: ningunamujer era más entusiasta. Recibió a Amazáncon la cortesía y la gracia que le eran naturales.La extrema belleza de este joven extranjero y larepentina comparación que hizo entre él y sumarido, la impresionaron vivamente alcomienzo.Sirvieron la comida. Ella hizo sentar a Amazán

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a su lado y le hizo comer puddings de todasclases, habiendo sabido por él que losgangáridas no se alimentaban con nada quehubiese recibido de los dioses el don celeste dela vida. Su belleza, su fuerza, las costumbres delos gangáridas, el progreso de las artes, lareligión y el gobierno, fueron el tema de unaconversación tan agradable como instructiva,que duró hasta la noche y durante la cualmilord Y a mi qué bebió mucho y no dijo unasola palabra.Después de la cena, mientras milady servía el téy devoraba con los ojos al mancebo, ésteconversó con un miembro del parlamento:porque, como todos saben, por ese entonceshabía un parlamento y se llamabaWittenagemot25 lo cual significa la asamblea de lagente inteligente. Amazán se informaba de laconstitución, las costumbres, las leyes, losconocimientos, los usos, las artes que tornaban

25 El Wittene-Gemet, parlamento anglosajón

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a este país tan recomendable; el señor lehablaba en estos términos:-Durante mucho tiempo anduvimos comple-tamente desnudos, a pesar de que el país no escálido. Durante mucho tiempo fuimos tratadoscomo esclavos por gente que venía de laantigua tierra de Saturno26 regada por las aguasdel Tíber; pero nosotros mismos nos hicimosmales mucho mayores que aquellos quedebimos enjugar de nuestros primerosconquistadores. Uno de nuestros reyes27 llevósu bajeza hasta declararse súbdito de unprelado que habitaba también en las orillas delTíber y a quien se llamaba el Viejo de las sietemontañas: hasta tal punto el destino de estassiete montañas fue durante mucho tiempodominar una gran parte de Europa, habitadaentonces por brutos.«Después de esos tiempos de envilecimiento,

26 Los romanos.27 Juan sin Tierra, que dio en feudo Inglaterra e Irlanda en 1213

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vinieron siglos de ferocidad y de anarquía.Nuestra tierra, más tempestuosa que los maresque la rodean, fue saqueada y ensangrentadapor nuestras discordias.Varias cabezas coronadas perecieron en elúltimo suplicio. Más de cien príncipes desangre real terminaron sus días en el cadalso; searrancó el corazón de todos sus seguidores y seazotaron sus mejillas. Era el verdugo a quiencorrespondía escribir la historia de nuestra isla,puesto que era él quien había terminado contodos los grandes debates.«No hace mucho tiempo que, para colmo dehorror, algunas personas que llevaban unmanto negro y otras que usaban una camisablanca encima de su chaqueta28, al ser mordidaspor perros rabiosos, comunicaron su rabia a lanación entera. Todos los ciudadanos fueron oasesinados o degollados, o verdugos o

28 Los puritanos opuestos a los sacerdotes anglicanos que

vestían sobrepellices

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ajusticiados, o depredadores o esclavos, en elnombre del cielo y buscando al Señor.«¿Quién creería que de este abismoescalofriante, de este caso de disensiones,atrocidades, ignorancia y fanatismo, resultófinalmente el más perfecto gobierno que puedaexistir hoy en el mundo? Un rey honrado y ricotodopoderoso para hacer el bien, impotentepara hacer el mal, se halla a la cabeza de unanación libre, guerrera, comerciante yesclarecida. Los grandes por un lado y losrepresentantes de las ciudades por el otro,comparten la legislación con el monarca.«Se había visto, por una singular fatalidad, aldesorden, a las guerras civiles, a la anarquía y ala pobreza, desolar el país cuando los reyesdetentaban el poder arbitrario. La tranquilidad,la riqueza, la felicidad pública sólo reinaronentre nosotros cuando los reyes reconocieronque no eran absolutos. Todo se hallabasubvertido cuando se disputaba sobre cosasininteligibles; todo estuvo en orden cuando se

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las desdeñó. Nuestras flotas victoriosas llevannuestra gloria por todos los mares y las leyesaseguran nuestras fortunas: un juez jamáspuede aplicarlas arbitrariamente; nunca searresta a nadie sin motivo. Castigaríamos comoasesinos a los jueces que osaran enviar a lamuerte un ciudadano sin manifestar lostestimonios que lo acusan y la ley que locondena.«Es cierto que siempre hay entre nosotros dospartidos29 que se combaten con la pluma y conintrigas; pero también es cierto que siempre seunen cuando se trata de tomar las armas paradefender la patria y la libertad. Estos dospartidos velan el uno por el otro; se impidenmutuamente violar el depósito sagrado de lasleyes; se odian, pero aman al Estado: sonamantes celosos que sirven a porfía a la mismaquerida.«El mismo poder espiritual que nos ha hecho

29 Los whigs y !os tories.

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conocer y sostener los derechos de la naturalezahumana ha llevado a las ciencias al más altogrado que puedan alcanzar entre los hombres.Vuestros egipcios, que son considerados tangrandes como mecánicos; vuestros hindúes, aquienes se cree tan grandes filósofos; vuestrosbabilonios que se jactan de haber observado losastros durante cuatrocientos treinta mil años;los griegos que ha escrito tantas frases y tanpocas cosas, no saben nada con precisión encomparación con nuestros más pequeñosescolares, que han estudiado los descubri-mientos de nuestros grandes maestros. Hemosarrancado más secretos a la naturaleza en ellapso de cien años que los que el génerohumano había descubierto en la multitud de lossiglos.«He aquí en realidad el estado en que nos ha-llamos. No os he escondido el bien, ni el mal, ninuestros oprobios, ni nuestra gloria; y no heexagerado nada.Amazán, ante este discurso, se sintió invadido

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por el penetrante deseo de instruirse en lasciencias sublimes de las cuales se le hablaba; ysi su pasión por la princesa de Babilonia, surespeto filial por su madre, a la cual habíadejado abandonada no hubiesen hablado confuerza a su corazón desgarrado, habría queridopasar su vida en la isla de Albión; pero aquelmalhadado beso dado por su princesa al rey deEgipto no daba suficiente libertad a su ánimopara estudiar las altas ciencias.-Os confieso --dijo- que habiéndome impuestola ley de recorrer el mundo huyendo de mímismo, siento bastante curiosidad por ver esaantigua tierra de Saturno, ese pueblo del Tíbery de las siete montañas a quien habéisobedecido otrora; debe ser, sin duda, el primerpueblo de la tierra.-Os aconsejo emprender ese viaje-le repuso elalbionense-, por poco que améis la pintura y lamúsica. Nosotros mismos vamos muy amenudo a llevar nuestro aburrimiento hacia lassiete montañas. Pero os sentiréis muy

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asombrado al ver a los descendientes denuestros vencedores.Esta conversación fue larga. A pesar de que elhermoso Amazán tenía el cerebro un pocoafectado hablaba con tanto encanto, su voz eratan conmovedora, su porte tan noble y tansuave, que la dueña de casa no pudo evitar a suvez conversar con él a solas. Al hablarle leestrechó tiernamente la mano mirándolo conojos húmedos y brillantes que llevaban el deseoa todos los resortes de la vida. Lo hizo quedarsea comer y a dormir. Cada instante, cadapalabra, cada mirada, inflamaron su pasión.Apenas todos se hubieron retirado, le escribióuna esquelita, sin dudar que él vendría ahacerle la corte a su lecho, mientras que milordY a mi qué dormía en el suyo. NuevamenteAmazán tuvo el coraje de resistir; hasta talpunto un grano de locura produce efectosmilagrosos en un alma fuerte y profundamenteherida.Amazán, siguiendo su costumbre, escribió a la

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dama una respuesta respetuosa en la cual leinformaba de la santidad de su juramento y lafuerte obligación en la que se hallaba deenseñar a la princesa de Babilonia a dominarsus pasiones; después de lo cual hizo uncir susunicornios y volvió a partir hacia la Batavia,dejando a todos los huéspedes maravillados deél, y a la dueña de casa desesperada. En elexceso de su dolor, leyó al día siguiente.-Ésas son -dijo, encogiéndose de hombros-necedades bien aburridas. Y se fue a unacacería de zorro con algunos borrachos de lavecindad. Amazán ya bogaba sobre el mar,provisto de un mapa geográfico que le habíaobsequiado el sabio albionense que habíaconversado con él en la casa de milord Y a uníqué Veía con sorpresa gran parte de la tierrasobre una hoja de papel.Sus ojos y su imaginación se perdían en esepequeño espacio; miraba el Rin. el Danubio, losApees del Tirol, llamados entonces de otramanera, y todos los países por donde debía

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pasar antes de llegar a la ciudad de las sietemontañas; pero sus miradas se dirigían sobretodo al país de los gangáridas, a Babilonia,donde había visto a su querida princesa y alfatal país de Bassora, donde ella había dado unbeso al rey de Egipto. Suspiraba, derramabalágrimas, pero estaba de acuerdo en que elalbionense, que le había regalado un universoen pequeño, no se había equivocado al decirleque la gente era más instruida en las orillas delTámesis que en las del Nilo, del Éufrates y delGanges.Mientras él regresaba a Batavia, Formosantavolaba hacia Albión con sus dos navíos quesinglaban a toda vela; el de Amazán y el de laprincesa se cruzaron, casi se tocaron: los dosamantes estaban cerca el uno del otro y nopodían sospecharlo. ¡Ah, si lo hubiesen sabido!Pero el imperioso destino no lo permitió

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IX

Apenas Amazán desembarcó sobre el terrenoparejo y fangoso de Batavia, partió como unrelámpago hacia la ciudad de las sietemontañas. Debió atravesar la parte meridionalde la Germania. Cada cuatro millas se hallabaun príncipe y una princesa, damas de honor ypordioseros. Estaba asombrado de lascoqueterías que estas señoras y estas damas dehonor le hacían en todos lados con la buena fegermánica, y sólo les respondía con modestasnegativas. Después de haber atravesado losAlpes, se embarcó en el mar de Dalmacia ydesembarcó en una ciudad30 que no se parecíaen absoluto a las que había visto hastaentonces. El mar formaba sus calles; las casasestaban edificadas sobre el agua. Las pocas

30 "Venecia.

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plazas públicas que adornaban esta ciudadestaban llenas de hombres y mujeres que teníanun doble rostro, aquel que la naturaleza leshabía dado y un rostro de cartón mal pintadoque se aplicaban sobre el otro; de tal maneraque la nación parecía compuesta por espectros.Los extranjeros que llegaban a esta comarcacomenzaban por comprarse un rostro, así comoen otras partes uno se provee de gorros y dezapatos.Amazán desdeñó esta moda que iba contra lanaturaleza: se presentó tal como era. Había enla ciudad doce mil mujerzuelas inscriptas en elgran libro de la república: mujerzuelas útiles alEstado, encargadas del comercio más ventajosoy más agradable que haya enriquecido nuncauna nación. Los comerciantes comunesenviaban a gran costo y a grandes riesgos sustelas a Oriente; estas hermosas negociantesrealizaban sin ningún riesgo un tráfico quesiempre volvía a renacer de sus propiosatractivos. Vinieron todas a presentarse al bello

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Ámazán y le ofrecieron elegir. Huyó lo máspronto que pudo pronunciando el nombre de laincomparable princesa de Babilonia y jurandopor los dioses inmortales que era más hermosaque las doce mil mujerzuelas venecianas.-Sublime bribona -gritaba en sus arrebatos-, osenseñaré a ser fiel.Finalmente las ondas amarillentas del Tíber,pantanos apestados, habitantes macilentos,descarnados y raros, cubiertos con viejosmantos agujereados que dejaban ver la piel secay curtida, se presentaron ante sus ojos y leanunciaron que se hallaba ante la puerta de laciudad de las siete montañas, esa ciudad dehéroes y legisladores que había conquistado ycivilizado una gran parte del globo.Se había imaginado que vería en la puertatriunfal quinientos batallones comandados porhéroes, y en el senado una asamblea desemidioses dando sus leyes a la tierra. Halló,por todo ejército, una treintena de pillos quemontaban guardia bajo una sombrilla, por

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miedo al sol. Al entrar a un templo que lepareció muy hermoso, pero menos que el deBabilonia, se sintió bastante sorprendido al oíruna música ejecutaba por hombres que teníanvoces de mujer.-Sí que es un país gracioso esta tierra deSaturno -dijo-. He visto una ciudad dondenadie tenía rostro; he aquí donde los hombresno tienen ni voz ni barba.Se le dijo que estos cantores ya no eranhombres; que se los había despojado de suvirilidad a fin de que cantasen másagradablemente las alabanzas de unaprodigiosa cantidad de gente de mérito.Amazán no comprendió nada de lo que ledecían. Estos señores le pidieron que cantara;cantó una canción gangárida con su graciahabitual.Su voz era un contralto muy bello.-Ah, señor -le dijeron-, qué hermosa voz desoprano tendríais. Ah, si...-¿Cómo, si? ¿Qué pretendéis decir? -Ah,

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monseñor...-¿Y bien?-¡Si no tuvierais barba!Entonces le explicaron de buena gana, congestos sumamente cómicos, según sucostumbre de qué se trataba. Amazán quedómuy confundido.-He viajado -dijo- y jamás he oído hablar de talfantasía.Cuando se hubo cantado bastante, el Viejo delas siete montañas fue con gran cortejo a lapuerta del templo; cortó el aire en cuatro con elpulgar levantado, dos dedos extendidos y otrosdos plegados, diciendo estas palabras en unidioma que ya no se hablaba: A la ciudad y aluniverso31 . El gangárida no podía comprenderque dos dedos pudiesen llegar tan lejos.Pronto vio desfilar toda la corte del dueño delmundo: estaba compuesta de gravespersonajes, algunos con trajes rojos, otros

31 Urbi et orbi (Nota de Voltaire.

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violetas; casi todos miraban al bello Amazáncon ojos tiernos y se decían el uno al otro: ¡SanMartino, che bel ragazzo! ¡San Pancratio que belfanciullo!32

Los ardientes33, cuyo oficio era mostrar a losextranjeros las curiosidades de la ciudad, seapresuraron a hacerle ver casas en ruinasdonde un mozo de mulas no hubiese queridopasar la noche pero que habían sido otroradignos monumentos de la grandeza de unpueblo real. Y vio también cuadros dedoscientos años, y estatuas de más de veintesiglos que le parecieron obras maestras.-¿Hacéis vosotros aún obras semejantes? -No,vuestra Excelencia -le respondió uno de losardientes-, pero despreciamos al resto de latierra, porque conservamos estas rarezas.

32 ¡Por San Martín, qué hermosos mancebo! ¡Por SanPancracio qué hermoso niño!33 Los miembros de la congregación de San Antonio queoriginariamente cuidaban el mal de los ardientes o fuego deSan Antonio

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Somos como ropavejeros; ponemos nuestragloria en los viejos trajes que aún quedan ennuestras tiendas.Amazán quiso ver el palacio del príncipe; lollevaron a él. Vio a los hombres de violeta quecontaban el dinero de las rentas del Estado: yade una tierra situada sobre el Danubio, ya deotra sobre el Loria, o sobre el Guadalquivir, osobre el Vístula.-¡Oh!, ¡oh! --dijo Amazán después de haberconsultado su mapa geográfico-, ¿vuestro señorposee pues toda Europa, como esos héroesantiguos de las siete montañas?-Debe poseer el universo entero por derechodivino ----le respondió el violeta- y aun huboun tiempo en que sus predecesores se acercarona la monarquía universal; pero sus sucesorestienen la bondad de contentarse hoy con algúndinero que los reyes, sus vasallos, le hacenpagar en forma de tributo.-¿Vuestro señor es pues efectivamente el rey delos reyes? ¿Es éste pues su título? -dijo

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Amazán.-No, Excelencia, su título es servidor de losservidores; es por su origen pescador y portero34

y es por eso que los emblemas de su dignidadson las redes y las llaves; pero siempre daórdenes a todos los reyes. No hace mucho queenvió ciento un mandatos a un rey del país delos celtas y el rey obedeció35.-¿Vuestro pescador -dijo Amazán- envió acasocinco o seis mil hombres para hacer ejecutar susciento y una voluntades?-En absoluto, Vuestra Excelencia; nuestro santodueño no es lo suficientemente rico paraasalariar a diez mil soldados; pero tiene decuatro a cinco mil profetas divinosdistribuidos en los otros países. Estos

34 Como San Pedro que fue pescador y es portero del paraí-

so.

35 Alusión a la bula Unigenirus que condenabaciento una proposiciones consideradas jansenistas.

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profetas de todos los colores son, como esjusto, alimentados a expensas de los pueblos;anuncian de parte de los cielos que mi señorpuede con sus llaves abrir y cerrar todas lascerraduras, y sobre todo las de las cajasfuertes. Un prelado normando36, que teníaante el rey del que os hablo el cargo deconfidente de sus pensamientos, loconvenció de que debió obedecer sin réplicalos ciento un pensamientos de mi señor:porque debéis saber que una de lasprerrogativas del Viejo de las siete montañas esla de tener siempre razón, sea que se dignehablar, sea que se digne escribir.-¡Caramba! -dijo Amazán-, he aquí unhombre bien singular. Me agradaría cenarcon él. -Vuestra Excelencia, aunque fuerasrey, no podrías cenar en su mesa; todo lo queél podría hacer por vos sería hacer servir una

36 Se refiere a Le 'fellier, jesuita confesor del rey apartir de 1709, que hizo destruir l'rot-Royal-des-Champs

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a su lado, más pequeña y más baja que lasuya. Pero, si queréis tener el honor dehablarle os pediré audiencia con él,mediando una buena mancia37 que tendréis labondad de darme.-Con sumo gusto -respondió el gangárida. Elvioleta se inclinó.-Os introduciré mañana -dijo-. Haréis tresgenuflexiones y besaréis el pie del Viejo delas siete montañas.Ante estas palabras Amazán estalló en talescarcajadas que estuvo a punto de ahogarse;salió sujetándose las costillas y rió hasta laslágrimas durante todo el camino hasta quellegó a su hospedaje, donde siguió; riendoaún largo tiempo.Durante su cena se presentaron veintehombres sin barba y veinte violines que leofrecieron un concierto. Fue cortejado

37 Literalmente, un buen regalo.

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durante el resto del día por los señores másimportantes de la ciudad: le hicieronproposiciones aún más extrañas que la debesar los pies del Viejo de las siete montañas.Como era sumamente cortés, creyó alcomienzo que estos señores lo tomaban poruna dama, y les advirtió de su error con lamás circunspecta honestidad. Pero, siendoapremiado un poco vivamente por dos o tresde los violetas más destacados, los tiró porlas ventanas sin creer que estuvieraofreciéndole un gran sacrificio a la hermosaFormosanta. Abandonó lo más prontoposible esta ciudad de los dueños delmundo, donde había que besar a un viejo enel dedo del pie, como si su mejilla estuvieseen el pie, y donde sólo se abordaba a losmancebos con ceremonias aún másestrafalarias.

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X

De provincia en provincia, siempre rechazandoarrumacos de toda especie, siempre fiel a laprincesa de Babilonia, siempre en cólera contrael rey de Egipto, este modelo de constanciallegó a la nueva capital de los galos. Estaciudad había pasado, como tantas otras, portodos los grados de la barbarie, de laignorancia, de la estupidez y de la miseria. Suprimer nombre había sido barro y .fango38,luego había tomado el de Isis, por el culto deIsis que había legado hasta ella. Su primersenado había sido una compañía debarqueros39. Había sido durante largo tiempoesclava de los héroes depredadores de las siete

38 Se refiere a Lutecia, cuyo nombre proviene de lutum, barroque sucedió a Lyon como capital de la Galia y luego tomó elnombre de París, al que una falsa etimología de derivaba de Isis

39 Bajo el reinado de Tiberio la corporación de nautas(barqueros) levantó un altar a Júpiter cerca de donde hoyse halla la cabecera del Notre-Dame.

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montañas, y después de algunos siglos, otrosbandidos, llegados de la orilla ulterior del Rin,se habían apropiado de su pequeño terreno.El tiempo, que todo lo cambia, había hecho deella una ciudad de la cual una mitad era muynoble y muy agradable, la otra un poco groseray ridícula: era el emblema de sus habitantes.Había dentro de su recinto por lo menos cienmil personas que no tenían otra cosa que hacermás que jugar y divertirse. Este pueblo deociosos juzgaba las artes que los otroscultivaban. No sabían nada de lo que sucedíaen la corte; aunque sólo se hallaba a cuatrocortas millas de allí; parecía que estuviese aseiscientas millas por lo menos.El placer de la buena sociedad, la alegría, lafrivolidad, eran para ellos lo importante y suúnica preocupación; se los gobernaba como aniños a quienes se prodiga juguetes paraimpedirles llorar. Si se les hablaba de loshorrores que había, dos siglos antes, desoladosu patria, y de aquellos tiempos espantosos en

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que la mitad de la nación había masacrado a laotra por sofismas40 decían que efectivamenteaquello no estaba bien y luego se echaban areír y a cantar vaudevilles.Cuanto más corteses, divertidos y amableseran los ociosos, más se observaba un tristecontraste entre ellos y los grupos de ocupados.Había, entre estos ocupados, o que pretendíanserlo, una tropa de sombríos fanáticos41, mitadabsurdos, mitad pillos, cuyo solo aspectoentristecía la tierra,a la que habrían desquiciado, si hubiesenpodido, para darse un poco de crédito; pero lanación de los ociosos, cantando y bailando, loshacía retornar a sus cavernas, así como lospájaros nos obligan a los autillos a zumbillarseen los agujeros de las ruinas.

40 Se refiere a las guerras de religión.

41 Los monjes Y lagente de la iglesia.

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Otros ocupados42, en menor número, eran losconservadores de las antiguas costumbresbárbaras contra las cuales la naturalezahorrorizada reclamaba a viva voz; sóloconsultaban sus registros roídos por losgusanos. Si veían una costumbre insensata yhorrible, la miraban como ley sagrada. Es poresta costumbre cobarde de no osar pensar porsí mismos y de extraer las ideas de losdesechos de los tiempos en que no se pensaba,que, en la ciudad de los placeres, había aúncostumbres atroces. Es por esta razón que nohabía ninguna proporción entre los delitos ylas penas. Se hacía a veces sufrir mil muertes aun inocente para hacerle confesar un delitoque no había cometido.Se castigaba el atolondramiento de unmancebo43 como se habría castigado un

42 Los funcionarios de la justicia43 Alusión al caballero de La Barre, ejecutado en 1766 pordiversas manifestaciones antirreligiosas. Había sido detenidopor no descubrirse al paso del Santo Sacramento

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envenenamiento o un parricidio. Los ociososlanzaban gritos agudos y al día siguiente ya nopensaban más en ello, y sólo hablaban demodas nuevas.Este pueblo había visto transcurrir un siglodurante el cual las bellas artes se elevaron a ungrado de perfección que no se habría jamásosado esperar; los extranjeros venían entonces,como a Babilonia, a admirar los grandesmonumentos de la arquitectura, los prodigiosde los jardines, los sublimes esfuerzos de lapintura y de la escultura. Se sentíanencantados por una música que iba al alma sinaturdir los oídos.La verdadera poesía, es decir aquella que esnatural y armoniosa, la que halaga al corazóntanto como al espíritu, sólo fue conocida por lanación durante este siglo bienaventurado.Nuevos géneros de elocuencia desplegaronbellezas sublimes. Los teatros, sobre todo,resonaron con obras de arte como ningúnpueblo pudo alcanzar jamás. Finalmente, el

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buen gusto se expandió en todas lasprofesiones, hasta tal punto que incluso entrelos druidas hubo buenos escritores.Tantos laureles, que habían levantado su copahasta las nubes, pronto se secaron en unatierra agotada. Sólo quedaron unos pocoscuyas hojas eran de un verde pálido ymoribundo. La decadencia fue producida porla facilidad en el hacer y por la pereza de hacerlas cosas bien, por la saciedad de la belleza ypor el gusto por lo extravagante. La vanidadprotegió a los artistas que volvían a traer lostiempos de la barbarie; y esta misma vanidad,al perseguir a los verdaderos talentos, losobligó a abandonar la patria; los insectoshicieron desaparecer a las abejas.Ya casi sin artes verdaderas, ya casi sin genio,el mérito consistía en razonar a tontas y locassobre el mérito del siglo anterior: elembadurnador de paredes de una tabernacriticaba sabiamente los cuadros de losgrandes pintores; los borroneadores de papel

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desfiguraban las obras de los grandesescritores. La ignorancia y el mal gusto teníanotros borroneadores a sus expensas; serepetían las mismas cosas en cien volúmenesbajo diferentes títulos. Todo era o diccionarioo folletín. Un druida gacetillero escribía dosveces por semana los anales oscuros dealgunos energúmenos ignorados por la nación,y sobre los prodigios operados en los desvanespor pequeños mendigos y pequeñasmendigas44; otros ex druidas, vestidos denegro45, a punto de morir de cólera y dehambre, se quejaban en cien escritos porqueno se les permitía más engañar a los hombresy porque se dejaba ese derecho a chicosvestidos de gris. Algunos archidruidasimprimían libelos difamatorios.Amazán no sabía nada de todo esto y, aun

44 Los convulsionarios.45 Los jesuitas, echados de Francia en 1764. Los chi-

vos vestidos de gris son los laicos.

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cuando lo hubiese sabido, no se habríamolestado en absoluto, ya que tenía la mentepuesta en la princesa de Babilonia, en el rey deEgipto, y en su juramento inviolable dedesdeñar todas las coqueterías de las damas,cualquiera fuese el país adonde la penacondujese sus pasos.El populacho ligero, ignorante, que siemprelleva hasta el exceso esa curiosidad que esnatural al género humano, se afanó durantelargo tiempo alrededor de sus unicornios; lasmujeres, más sensatas, forzaron las puertas desu hotel para contemplarlo a él.Al comienzo testimonió a su huésped algúndeseo de ir a la corte, pero los ociosos debuena sociedad, que se hallaban por azar allí,le dijeron que ya no estaba de moda, que lostiempos habían cambiado mucho y que losplaceres sólo se encontraban en la ciudad. Lamisma noche fue invitado a cenar por unadama cuya inteligencia y talento eranconocidos fuera de su patria, y que había

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viajado por algunos países a través de loscuales Amazán había pasado. Le agradó amuchos esta dama y la buena sociedad reunidaen su casa. La libertad era decorosa, la alegríano era estridente, la ciencia nada tenía deengorroso, ni el ingenio de áspero. Se diocuenta de que el término buena sociedad no esun término vano, aunque a menudo seausurpado. Al día siguiente cenó en unacompañia no menos amable, pero muchomenos voluptuosa. Cuando más se sintió élsatisfecho con sus comensales más se sintió lagente contenta con él. Amazán sentía que sualma se ablandaba y se disolvía así como lasespecias de su país se fundían suavemente afuego moderado exhalando deliciososperfumes.Después de cenar, lo llevaron a presenciar unencantador espectáculo, condenado por losdruidas porque les quitaba el auditorio del queeran más celosos. Este espectáculo estabacompuesto por versos agradables, por cantos

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deliciosos, por danzas que expresaban losmovimientos del alma y por engañosasperspectivas que encantaban los ojos. Estaespecie de placer, que reunía tantos géneros,sólo era conocido bajo un nombre extranjero: sellamaba ópera, lo que significaba antaño en lalengua de las siete montañas trabajo, cuidado,ocupación, industria, empresa, tarea, negocio.Este negocio le encantó. Una joven sobre todolo sedujo a causa de su voz melodiosa y losatractivos que la adornaban: esta joven denegocios le fue presentada después delespectáculo por sus nuevos amigos. Él leobsequió un puñado de diamantes. Ella sesintió tan agradecida que no pudo dejarlo elresto del día. Cenó con ella y, durante lacomida, olvidó su sobriedad: y, después de lacomida, olvidó su juramento de ser siempreinsensible a la belleza, e inexorable ante lastiernas coqueterías. ¡Qué ejemplo de debilidadhumana!La princesa de Babilonia llegaba en esos mo-

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mentos con el fénix, su mucama Irla y susdoscientos caballeros gangáridas montadossobre sus unicornios. Hubo que esperar largotiempo antes de que abriesen las puertas.Preguntó primero si el más hermoso de loshombres, el más valiente, el más talentoso y elmás fiel se hallaba aún en esa ciudad. Losmagistrados se dieron cuenta de que hablabade Amazán. Se hizo conducir a su hotel; entró,con el corazón palpitante de amor: toda sualma se hallaba anegada de la inexpresablefelicidad de volver a ver finalmente en suamante el modelo de la constancia. Nada lepudo impedir penetrar en su dormitorio; lascortinas estaban descorridas: vio al belloAmazán durmiendo entre los brazos de unalinda morena. Ambos tenían mucha necesidadde reposo.Formosanta lanzó un grito de dolor que resonóen toda la casa, pero que no pudo despertar nia su primo ni a la joven de negocios. Cayódesmayada en los brazos de Irla. Apenas

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recobró el sentido, salió de esta fatal habitacióncon un sentimiento de dolor mezclado conrabia. Irla se informó sobre quién era esta jovenque pasaba tan dulces horas con el belloAmazán. Se le dijo que era una joven denegocios muy complaciente, que juntaba a sustalentos el de cantar con bastante gracia.-¡Oh, justos cielos, poderoso Orosmade! -exclamaba la princesa de Babilonia bañada enlágrimas- ¡Por quién soy traicionada, y acambio de quién! He aquí pues que el que harechazado por mí tantas princesas meabandona por una comedianta de las Galias.No, no podré sobrevivir a esta afrenta.-¡Señora-le dijo Irla-, así son los jóvenes deuno a otro extremo del mundo: aunqueestuviesen enamorados de una bellezadescendida del cielo, le serían, en ciertosmomentos, infieles por una sirvienta detaberna.-Ya está decidido -dijo la princesa-, no lovolveré a ver en toda mi vida. Partamos en

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este mismo instante, y que se aten misunicornios.El fénix la conjuró a esperar por lo menos queAmazán se despertara, y que tuviera laoportunidad de hablarle.No lo merece-dijo la princesa-; me ofenderíaiscruelmente: creería que os he pedido que lereprochéis su conducta, y queréisreconciliarme con él. Si me amáis, noagregues esta injuria a la injuria que me hahecho.El fénix, que después de todo debía su vida ala hija del rey de Babilonia, no pudodesobedecerla. Ella volvió a partir con todosu acompañamiento.-¿Adónde vamos, señora? -le preguntó Irla.No lo sé-repuso la princesa-; tomaremos elprimer camino que encontremos; con tal dehuir para siempre de Amazán, estoy contenta.El fénix, que era más juicioso queFormosanta, puesto que no albergaba unapasión, la consolaba durante el camino; le

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advertía suavemente que era triste castigarsepor las faltas de los otros, que Amazán lehabía dado pruebas bastante manifiestas ybastante numerosas de fidelidad como paraque ella pudiera perdonarle haber flaqueadoun momento; que él era un justo a quien lagracia de Orosmade había faltado; que enadelante sólo se mostraría más constante en elamor y en la virtud; que el deseo de expiar sufalta lo colocaría por encima de si mismo; queella sólo se sentiría más feliz; que variasgrandes princesas antes que ella habíanperdonado desvíos semejantes y habían sidofelices; le citaba ejemplos y hasta tal puntoera buen narrador que el corazón deFormosanta se fue calmando y apaciguando;hubiese querido no partir tan rápido , pero noosaba volver sobre sus pasos; combatiendoentre el deseo de perdonar y, el de mostrar sucólera, entre su amor y su vanidad, dejabacorrer a sus unicornios; recorría el mundo,siguiendo la predicción del oráculo a su

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padre.Ámazán, al despertar, se entera de la llegaday la partida de Formosanta y del fénix; seentera de la desesperación y la indignaciónde la princesa; le dicen que ha jurado noperdonarlo jamás.-Ya no me queda -exclama- más que seguirlay matarme a sus pies.Sus amigos, los ociosos de la buena sociedad,acudieron al escándalo de esta aventura;todos le hicieron ver que le valíainfinitamente más permanecer con ellos; quenada era comparable a la dulce vida quellevaban en medio de las artes y de unavoluptuosidad tranquila y delicada; que variosextranjeros e incluso reyes habían preferidoeste reposo, tan agradablemente ocupado ytan encantador, a su patria y a su trono; quepor otra parte su carruaje estaba roto y que untalabartero le estaba haciendo uno a la nuevamoda; que el mejor sastre le había cortado yauna docena de trajes al nuevo estilo; que las

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damas más ingeniosas y más amables de laciudad, en casa de quienes se representabanmuy bien las comedias, se habían reservadocada una un día para agasajarlo con fiestas. Lajoven de negocios, mientras tanto, bebíachocolate en su tocador, reía, cantaba, y hacíatales arrumacos al bello Amazán, que éstefinalmente cayó en la cuenta de que ella notenía más cerebro que un pájaro.Como la sinceridad, la cordialidad, la fran-queza, así como la magnanimidad y el valorcomponían el carácter de este gran príncipe,había contado sus desventuras y sus viajes asus amigos; sabían que era primo segundo dela princesa; estaban informados del besofunesto dado por ella al rey de Egipto.-Se perdona-le dijeron-esas pequeñas tra-vesuras entre parientes; si no, habría que pasarla vida en eternas querellas.Nada quebrantó su designio de correr en posde Formosanta, pero, al no estar listo sucarruaje, se vio obligado a pasar tres días con

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los ociosos en medio de fiestas y placeres.Finalmente se despidió de ellos abrazándolos,obligándolos a aceptar los diamantes mejorengarzados de su país y recomendándoles sersiempre ligeros y frívolos, puesto que así eranmás amables y más felices.-Los germanos-decía- son los viejos de Europa;los pobladores de Albión son los hombreshechos y derechos; los habitantes de Galia sonlos niños, y me gusta jugar con ellos.XI

No resultó difícil a sus guías seguir el rastro dela princesa; no se hablaba más que de ella y desu gran pájaro. Todos los habitantes se hallabanaún sumidos en el entusiasmo de laadmiración. Los pueblos de Damasco y de laMarca de Ancona experimentaron luego unasorpresa menos deliciosa cuando vieron volar

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una casa por el aire46; las orilla del Loria, delDordoña, del Garrona, del Gironda, resonabanaún de aclamaciones.Cuando Amazán estuvo al pie de los Pirineos,los magistrados y los druidas del país lehicieron bailar a pesar suyo al son de lapandereta, pero apenas hubo atravesado losPirineos, no vio más júbilo ni alegría. Si escuchóalgunas canciones de tarde en tarde, eran todasde tono triste: los habitantes caminabangravemente con cuentas enhebradas y un puñalen su cintura. La nación, vestida de negro,parecía estar de duelo. Si los criados deAmazán interrogaban a los pasantes, éstos lesrespondían por medio de señales; si se entrabaa un hospedaje, el dueño de casa hacía saber ala gente en tres palabras que no había nada enla casa, y que se podía enviar a buscar aalgunas millas las cosas que necesitaran con

46La Santa Casa transportada, según la leyenda, deNazareth a Italia,

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urgencia.Cuando se preguntaba a estos taciturnos sihabían visto pasar a la princesa de Babilonia,respondían más locuazmente:-La hemos visto, no es tan bella: sólo es bella latez morena; ella ostenta una gargantaalabastrina que es la cosa más agradable delmundo, y que es casi desconocida en nuestrasregiones.Amazán avanzaba hacia la provincia regadapor el Betis. No habían transcurrido más dedoce mil años desde que este país había sidodescubierto por los tirios, hacia la misma épocaen que descubrieron la gran isla de Atlántida,que se sumergió algunos años después. Lostirios cultivaron la Béltica, que los naturales delpaís dejaban yerma, pretendiendo que nodebían preocuparse por nada, y quecorrespondía a los galos vecinos suyos venir acultivar sus tierras. Los tirios habían llevadoconsigo a los palestinos, que desde esa épocaandaban por todas partes, por poco que fuese el

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dinero que pudiesen ganar. Estos palestinos,prestando al cincuenta por ciento, habíanatraído para sí casi todas las riquezas del país.Eso hizo creer a los pueblos de Bética que lospalestinos eran brujos, y todos aquellosacusados de magia eran quemados sinmisericordia por una sociedad de druidas aquienes se llamaba los investigadores, o losantropokaios47. Estos sacerdotes los vestíanprimero con un hábito provisto de una capuchaque les tapaba la cabeza48, se adueñaban de susbienes, y recitaban devotamente las propiasoraciones de los palestinos mientras loscocinaban a fuego lento por l 'amor de Dios49.Laprincesa de Babilonia se había detenido en la

47 Los inquisidores (del latin incluirere, buscar) y quemadores dehombres (del griego anthropos-chaiò).

48 Antes de 1786, existían por lo menos tres continua-ciones del cándido. En 1756, el ex capuchino Maubert deGouvest había publicado una versión aumentada de LaPucelle. No se conocen continuaciones de Llnenu.49 Quien tuvo conversaciones filosóficas o literarias con Voltaire

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ciudad que luego se llamó Sevilla. Su intenciónera embarcarse en el Betis y regresar aBabilonia por Tiro, para volver a ver al reyBelus, su padre, y olvidar, si podía, a su infielamante, o bien pedirlo en casamiento. Hizovenir a su casa a dos palestinos que seocupaban de todos los negocios de la corte.Debían proporcionarle tres navíos. El fénix hizocon ellos todos los arreglos necesarios yconvino un precio luego de haber discutido unpoco.La hospedera era muy devota, y su marido, nomenos devoto, era familiar, es decir espía de losdruidas investigadores antropokaios: no dejóde advertirles que en su casa había una bruja ydos palestinos que hacían un pacto con eldiablo, disfrazado de gran pájaro dorado. Losinvestigadores, sabiendo que la dama tenía unaprodigiosa cantidad de diamantes, la juzgaronbruja de inmediato y esperaron que llegara lanoche para encerrar los doscientos caballeros ylos unicornios, que dormían en vastos establos,

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porque los investigadores son cobardes.Después de haber asegurado bien las puertas,se apoderaron de la princesa y de Irla; pero nopudieron apresar al fénix, que se voló a todo loque daban sus alas: sospechaba que hallaría aAmazán en el camino que va de Galia aSevilla.Lo halló en la frontera de Bética, y lo informóde la desgracia de la princesa. Amazán nopudo hablar: estaba demasiado sobrecogido,demasiado furioso. Se arma de una coraza deacero damasquinada en oro, una lanza de docepies, dos jabalinas y una espada tajante,llamada la, fulminante, que podía hendir deun sólo golpe árboles, rocas y druidas; cubresu hermosa cabeza con un casco de orobordeado de plumas de garza y de avestruz.Era la antigua armadura de Magog, que suhermana Aldé le había regalado en su viaje aEscitia; los pocos servidores que loacompañaban montan, como él, cada uno ensu unicornio.

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Amazán, abrazando a su querido fénix, no ledijo más que estas tristes palabras:-Soy culpable; si no me hubiese acostado conuna joven de negocios en la ciudad de losociosos, la hermosa princesa de Babilonia nose hallaría en este espantoso estado;ataquemos a los antropokaios.Pronto entra en Sevilla: quince mil alguacilesguardaban las puertas del recinto dondedoscientos gangáridas y sus unicorniosestaban encerrados sin tener qué comer; todoestaba preparado para el sacrificio de laprincesa de Babilonia, de su mucama Irla, y delos dos ricos palestinos.El gran antropokaio, rodeado de su pequeñosantropokaios, estaba ya en su tribunalsagrado; un gentío de sevillanos, llevandocuentas enhebradas en sus cinturas, juntabansus manos sin decir una palabra; mientras,traían a la bella princesa, a Irla y a los dospalestinos con las manos atadas detrás de laespalda y vestidos con un hábito

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encapuchado.El fénix entra, por un tragaluz, a la prisióndonde los gangáridas comenzaban ya aderribar las puertas. El invencible Amazán lasrompía desde afuera. Salen completamentearmados, todos sobre sus unicornios; Amazánse coloca al frente. No le costó mucho derribara los alguaciles, a los familiares, a lossacerdotes antropokaios; cada unicornioatravesaba doce a la vez. La fulminante deAmazán cortaba en dos a todos los quehallaba; el pueblo huía con sus mantos negrosy sus gorgueras sucias, siempre teniendo ensus manos las cuentas benditas por amor deDios.Amazán toma con la mano al graninvestigador en su tribunal y lo tira sobre lahoguera que estaba preparada a cuarentapasos; arroja también a ella, uno tras otro, a losdemás pequeños investigadores. Se prosternaluego ante los pies de Formosanta.-¡Ah, cuán amable sois -dice ella-; cuánto os

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adoraría si no me hubierais sido infiel con unajoven de negocios!Mientras Amazán hacía las paces con laprincesa, mientras los gangáridas apilabansobre la hoguera los cuerpos de todos losantropokaios, y las llamas se elevaban hastalas nubes, Amazán vio a lo lejos cómo todo unejército venía hacia él. Un viejo monarcas50,con su corona avanzaba en un carro tirado pormulas enganchadas con cuerdas; otros ciencarros los seguían. Estaban acompañados porgraves personajes de manto negro ygorgueras, montados sobre caballos muyhermosos; una multitud de gente a pie losseguía con la cabeza descubierta, y ensilencio.Al principio Amazán hizo formar alrededorde él a sus gangáridas, y se adelantó, lanza en

50Larcher, elenista francés (1726-1812) había encontra-

do herrores en la Philosophie de là historie de VoltairePhilosophie de l'histoire de Voltaire.

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ristre. Apenas el rey lo percibió, se quitó lacorona, descendió de su carro, abrazó elestribo de Amazán y le dijo:-Hombre enviado por Dios, sois el vengadordel género humano, el liberador de mi patria,mi protector. Estos monstruos sagrados, delos cuales habéis purgado la tierra, eran misseñores en nombre del Viejo de las sietemontañas; estaba obligado a soportar mipoder criminal. Mi pueblo me habríaabandonado si hubiese querido tan sólomoderar sus abominables atrocidades. Desdehoy respiro, reino, y os lo debo.Luego besó respetuosamente la mano deFormosanta, y le suplicó que quisiese subircon Amazán, Irla, y el fénix, a su carrozatirada por ocho mulas. Los dos palestinos,banqueros de la corte, prosternados aún entierra de terror y de agradecimiento, sepusieron de pie, y a la tropa de unicorniossiguió el rey de Béltica a su palacio.Como la dignidad del rey de un pueblo grave

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exigía que sus mulas fuesen al paso, Amazány Formosanta tuvieron tiempo de contarle susaventuras. Conversó también con el fénix; loadmiró y lo besó cien veces. Comprendióhasta qué punto los pueblos de Occidente,que comían animales y sólo comprendían supropia lengua, eran ignorantes, brutales ybárbaros; qué únicamente los gangáridashabían conservado la naturaleza y ladignidad que los más bárbaros de losmortales eran estos investigadoresantropokaios, de los que Amazán acaba depurgar el mundo. No cesaba de ser bendecidoy de agradecerle. La hermosa Formosantaolvidaba ya la aventura de la joven denegocios y sólo tenía el alma llena del valordel héroe que le había salvado la vida.Amazán, sabedor de la inocencia del besodado al rey de Egipto, y de la resurrección delfénix, disfrutaba una alegría pura y se hallabaembriagado por el más violento amor.Se cenó en el palacio, y bastante mal. Los co-

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cineros de Bética eran los peores de Europa.Amazán aconsejó hacer llamar a los galos.Los músicos del rey ejecutaron durante lacomida esa célebre melodía que se llamó conel correr de los siglos Las locuras de España.Después de la comida se habló de negocios.El rey preguntó al hermoso Amazán, a lahermosa Formosanta y al hermoso fénix, quépensaban hacer. -En cuanto a mí -dijoAmazán-, mi intención es regresar aBabilonia, cuyo presunto heredero soy, ypedir a mi tío Belus mi prima hermana, laincomparable Formosanta, a menos que ellaprefiera vivir conmigo entre los gangáridas.-Mi intención -dijo la princesa- es por ciertono separarme nunca de mi primo segundo.Pero creo que conviene que regrese junto alrey mi padre, tanto más que él me diopermiso para ir en peregrinaje a Bassora y yohe recorrido el mundo.-En cuanto a mí -dijo el fénix-, seguiré pordoquier a estos dos tiernos y generosos

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amantes.-Tenéis razón-dijo el rey-, pero el regreso aBabilonia no es tan fácil como pensáis. Todoslos días tengo noticias de ese país a través delos navíos tirios, y por medio de mis banquerospalestinos, que mantienen correspondencia contodos los pueblos de la tierra. Todo está enarmas contra el Éufrates y el Nilo. El rey deEscitia a la cabeza de trescientos mil guerrerosde a caballos, pide que le dé la herencia de sumujer. El rey de Egipto y el rey de las Indiasasolan también las orillas del Tigris y delÉufrates, cada uno al frente de trescientos milhombres, para vengar la burla de la que hansido objeto. Mientras que el rey de Egipto sehalla fuera de su país, su enemigo, el rey deEtiopía, saquea Egipto con tres mil hombres yel rey de Babilonia no tiene más que seiscientosmil hombres en pie para defenderse.-Os confieso-continuó el rey- que cuando oigohablar de esos prodigiosos ejércitos que Orientevomita de su seno, y de su asombrosa

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magnificencia, cuando los comparo connuestros pequeños cuerpos de veinte a treintamil soldados, que resultan tan difíciles de vestiry de alimentar, me siento tentado de creer queOriente ha sido hecho mucho antes queOccidente. Parece que hubiésemos salidoanteayer del caos, y ayer de la barbarie.-Sire -dijo Amazán-, los recién llegados ganan aveces a los que han comenzado primero lacarrera. Se piensa en mi país que el hombre esoriginario de la India, pero no tengo ningunacerteza. -Y vos -dijo el rey de Bética al fénix-,¿qué pensáis de esto?-Sire -respondió el fénix -, aún soy muy jovenpara estar instruido sobre la antigüedad. No hevivido más que unos veintisiete mil años: peromi padre, que había vivido cinco veces estaedad, me decía que había aprendido de supadre que las comarcas de Oriente habían sidosiempre más pobladas y más ricas que las otras.Sabía por sus antepasados que las generacionesde todos los animales habían comenzado a

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orillas del Ganges. En cuanto a mí, no caigo enla vanidad de compartir esta opinión. Nopuedo creer que los zorros de Albión, lasmarmotas de los Alpes, y los lobos de Galiaprovengan de mi país, del mismo modo que nocreo que los pinos y los robles de vuestrascomarcas desciendan de las palmeras y loscocoteros de la India.-Pero, ¿de dónde provenimos, pues? –dijo elrey.-Nada sé --dijo el fénix-, quisiera saber tan sólodónde podrán ir la hermosa princesa deBabilonia y mi amigo.-Mucho dudo --continuó el rey-que con susdoscientos unicornios se encuentren en estadode atravesar tantos ejércitos de trescientos milhombres cada uno.-¿Por qué no? -dijo Amazán.El rey de Bética sintió lo sublime del ¿por quéno?, pero creyó que lo sublime no bastabacontra ejércitos innumerables.-Os aconsejo -dijo- ir a buscar al rey de Miopía;

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estoy en relación con este príncipe negro pormedio de mis palestinos. Os daré carta para él.Puesto lue es enemigo del rey de Egipto, sesentirá feliz de verse fortalecido por medio devuestra alianza. Os puedo ayudar con dos milhombres muy sobrios y muy valientes; sólodepende de vosotros contratar otros tantosentre los pueblos que viven, o mejor dicho quesaltan, al pie de los Pirineos, y a quienes sellama vascos o vascongados. Enviad a uno devuestros guerreros montados sobre ununicornio con algunos diamantes: no hayvasco que abandone su castel, es decir la chozade su padre, para serviros. Son infatigables,valientes y alegres, os sentiréis muy sat-isfechos con ellos. Mientras esperamos queellos leguen, os agasajaremos con fiestas y ospreparemos barcos. No puedo agradeceros endemasía el favor que ne habéis hecho.Amazán disfrutaba de la felicidad de haberreencontrado a Formosanta, y de gustar en pazde todos os encantos del amor reconciliado,

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que valen casi pomo los del amor naciente.Pronto una tropa orgullosa y alegre de vascoslegó bailando al son del tamboril; la otra tropaorgullosa y seria, de béticos se hallaba lista. Elviejo rey atezado abrazó tiernamente a losjóvenes amantes; lizo cargar sus navíos conarmas, lechos, juegos de ajedrez, vestidosnegros, golillas, cebollas, ovejas, pollos, harinay mucho ajo, deseándoles una feliz travesía,amor constante y muchas victorias.La flota abordó la orilla, donde se dice quetantos años después la fenicia Dido, hermanade Pigmalión, esposa de Siqueo, después dehaber abandonado la ciudad de Tiro, vino afundar la soberbia ciudad de Cartago cortandoun cuero de buey en tiras, según el testimoniode los más graves autores de la antigüedad,quienes jamás han contado fábulas, y segúnlos profesores que han escrito para niños,aunque después de todo no haya habido jamásnadie en Tiro que se haya llamado Pigmalión,o Dido, o Siqueo, ya que son nombres

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totalmente griegos y, finalmente, aunque nohaya habido rey en Tiro en esa época.La soberbia Cartago no era más que un puertode mar; sólo había allí algunos númidas quehacían secar los pescados al sol. CostearonBizancio y Sirtes, las orillas fértiles dondeestuvieron después de Cirene y la granQuersoneso.Finalmente llegaron a la primeradesembocadura del sagrado río Nilo. Es en laextremidad de esta tierra fértil donde el puertode Canopus recibía ya las naves de todas lasnaciones comerciantes, sin que se supiera si eldios Canopus había fundado el puerto, o si loshabitantes habían fabricado al dios; ni si laestrella Canopus había dado su nombre a laciudad, o si la ciudad había dado el suyo a laestrella. Todo lo que se sabía, es que tanto laciudad como la estrella eran sumamenteantiguas, que es todo lo que se puede saber delorigen de las cosas, cualquiera sea sunaturaleza.

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Fue allí donde el rey de Etiopía, habiendoasolado todo Egipto, vio desembarcar alinvencible Amazán y a la adorable Formosanta.Tomó al uno por el dios de las batallas, y a laotra por la diosa de la belleza. Amazán lepresentó la carta de recomendación de España.El rey de Etiopía ofreció fiestas admirables,siguiendo la indispensable costumbre de lostiempos heroicos; luego se habló de ir aexterminar a los trescientos mil hombres delrey de Egipto, los trescientos mil del emperadorde las Indias., y los trescientos mil del gran kande los escitas, que asediaban la inmensa,orgullosa, y voluptuosa ciudad de Babilonia.Los dos mil españoles que Amazán había traídocon él dijeron que no necesitaban al rey deEtiopía para socorrer a Babilonia; que erasuficiente que su rey les mandase ir a liberarla;que bastaba con ellos para esta expedición.Los vascos dijeron que ya habían hecho otraspor el estilo; que vencerían solos a todos losegipcios, los indios y los escitas, y que sólo

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marcharían junto con los españoles si éstos ibana la retaguardia.Los doscientos gangáridas se echaron a reír delas pretensiones de sus aliados, y sostuvieronque con cien unicornios solamente harían huira todos los reyes de la tierra. La hermosaFormosanta los apaciguó con su prudencia ysus encantadores discursos. Amazán presentóal monarca negro sus gangáridas, susunicornios, los españoles, los vascos y elhermoso pájaro.Todo estuvo prontamente listo para marcharpor Menfis, y por Heliópolis, y por Arsínoe, porPetra, por Artemisa, por Sora, por Apame, parair a atacar a los tres reyes y para hacer esaguerra memorable ante la cual todas las guerrasque los hombres han hecho después no hansido más que riñas de gallos y codornices.Todos sabemos cómo el rey de Etiopía se ena-moró de la hermosa Formosanta, y cómo lasorprendió en el lecho, cuando un dulce sueñoabatía sus largas pestañas. Se recuerda que

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Amazán, testigo de este espectáculo, creyó veral día y a la noche acostados juntos. No seignora que Amazán, indignado por la afrenta,lanzó repentinamente su fulminante, y cortó lacabeza perversa del negro insolente, y echó atodos los etíopes de Egipto. ¿No están escritosestos prodigios en el libro de las crónicas deEgipto? La fama no ha publicado con sus cienbocas las victorias que obtuvo sobre los tresreyes con sus españoles, sus vascos y susunicornios. Devolvió la hermosa Formosanta asu padre; liberó todo el cortejo de su señora,que el rey de Egipto había reducido a laesclavitud. El gran kan de los escitas se declaróvasallo, y su casamiento con la princesa Aldéfue confirmado. El invencible y el generosoAmazán, reconocido como heredero del reinode Babilonia, entró triunfante en la ciudad, conel fénix, en presencia de cien reyes tributarios.La fiesta de su casamiento sobrepasó en todo ala que el rey Belus había dado. Se sirvió en lamesa el buey Apis asado.

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El rey de Egipto y el de Indias sirvieron debeber a los dos esposos, y las bodas fueroncelebradas por quinientos grandes poetas deBabilonia.¡Oh musas!, a quienes se invoca siempre al co-mienzo de la obra, sólo os imploro al final. Esen vano que me se reprocha dar gracias sinhaber dicho benedícite. ¡Musas!, no seréismenos por estos mis protectoras. Impedid quelos continuadores temerarios estropeen pormedio de sus fábulas las verdades que heenseñado a los mortales en este fiel relato, asícomo han osado falsificar Cándido, el Ingenuoy las castas aventuras de la casta Juana, que unex capuchino ha desfigurado por medio deversos dignos de los capuchinos, en edicionesbátavas51 . Que no hagan este daño a mitipógrafo, cargado de una numerosa familia yque apenas tiene con qué comprar los tipos, elpapel y la tinta.

51 Sobre el acoplamiento de los chivos y las mujeres en la provincia deMendés cf. con LEssm sur les nioeurs. cap. 7.

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¡Oh Musas! Imponed silencio al detestableCogé 52profesor de charlatanería en el colegiode Mazarin, quien no se sintió satisfecho conlos discursos morales de Belisario y delemperador Justiniano, y que escribiómalvados libelos difamatorios contra estos dosgrandes hombres.Colocad una mordaza al pedante Larcher53,que sin saber una palabra del babilonioantiguo, sin haber viajado como yo por lasorillas del Éufrates y del Tigris, tuvo laFormosanta, hija del mayor rey del mundo, yla princesa Aldé, y todas las mujeres de esacorte respetable, se acostaban por dinero contodos los palafreneros del Asia en el grantemplo de Babilonia, obedeciendo a sus

52 El abate de Châteauneuf muerto en 1708, era el pa-drino de Voltaire. El abate Gédoyn (1667-1744) es traduci-do sobre todo como traductor."Sobre la pederastia entre los persas cf Philosoplue de ! 'histo-rie, cap. 11.53 Sobre la pederastia entre los persas Cf. philosophie del`historie, cap11

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principios religiosos. Este libertino de colegio,enemigo vuestro y del pudor, acusa a lasbellas egipcias de Mendés54 de haber amadosólo a los chicos, proponiéndose en secreto,ante este ejemplo, darse una vuelta por Egiptopara poder disfrutar finalmente algunaaventura.Como no sabe más sobre lo actual que sobre loantiguo, insinúa, con la esperanza de acercarsea alguna vieja, que nuestra incomparableNinon, a la edad de ochenta años, se acostócon el abate Gédoyn, de la Academia Francesay de la Academia de Inscripciones y BellasLetras. Nunca oyó hablar del abate deCháteauneuf, a quien toma por el abateGédoyn55. Conoce tan bien a Ninon como a las

54 Elie Fréron (1718-1776) célebre con sus disputascon los filósofos, fue un crítico bastante talentoso.

55 Lugar donde se hallaba una prisión.56 Comedia de Voltaire donde se ataca violentamente a Fré-

ron.

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jóvenes de Babilonia.Musas, hijas del cielo, vuestro amigo Larcherva más allá: se deshace en elogios sobre lapederastia; osa decir que todos los chiquillosde mi país están sujetos a esta infamia. Creesalvarse aumentando el número de losculpables56.Nobles y castas Musas, que detestáis por igualal pedantismo y la pederastia, protegedmecontra el maestro Larcher.Y vos, maestro Aliboron, llamado Fréron57,antes supuestamente jesuita, vos cuyo Parnasose halla ya en Bicétre58 tanto como en lataberna de la esquina, vos a quien todos losteatros de Europa han hecho justicia con lahonesta comedia l`Écossaise59, vos, digno hijo

57 El abate Desfontaine fue acusado de un crimenvergonzoso y encarcelado en Bicëtre. A pesar que voltairelo hizo salir, el abate lo siguió atacando en sus escritos.

58Un desollinador que, como el amor, lleva una venda.59 Comedia de Voltaire donde se ataca violentamente a Freón

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del sacerdote Desfontaines60 que nacisteis desus amores con uno de esos hermosos niñosque llevan un hierro y una venda como el hijode Venus61 y que como él se lanzan al aire,aunque no vayan nunca más allá de lo alto delas chimeneas; mi querido Aliboron, por quiensiempre he experimentado tanta ternura, y quehabéis hecho reír un mes seguido para laépoca de aquella Écossaise, os recomiendo ami princesa de Babilonia: hablad mal de ella afin de se la lea.No os olvidaré aquí, gacetillero eclesiástico62,ilustre orador de los convulsionarios, padre dela Iglesia, fundada por el abate Bécherand ypor Abraham Chaumeix63 ; no dejéis de decir

60 El abate Desfontaine fue acusado de un crimen vergonzoso yencarcelado en Bicêtre,. A pesar de que Voltaire lo hizo salir, elabate lo siguió atacando con sus escritos.61 Un desollinador que como el amor lleva una venda62 sin duda el autor anónimo de la Gazette Eclessiastique63El abate Bécherand fue el primero que tuvo convulsiones en1731. Abraham Chaumeix (1730-1790)escribió contra los enci-clopedistas

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en vuestras hojas, tan piadosas comoelocuentes y sensatas, que La princesa deBabilonia es herética, deísta y atea. Tratadsobre todo de comprometer a ese tal Riballier64

para que haga condenar a La princesa deBabilonia por la Sorbona; daréis con esto ungran placer a mi librero, a quien he dado estacorta historia en carácter de primicia.

64 Doctor se la Sorbona