La Primavera Del Significante

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Néstor Córdova

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  • La primavera del significante

    Nstor C. Crdova

    Introduccin: los adl.escentes y los significantes tle su tiempo

    En 1904, el psiclogo norteamericano Stanley Hall publica Adolescencia, libro con el que prese~ta a la consideracin general el estudio de la adolescencia como una fase evolutiva con caractersticas especficas. Ms all de su posicin marcadamente evolu-cionista, el ttulo elegido por Hall constituye el equivalente de un nuevo acto simbli- co de nominacin que impulsa el estudio de la temtica adolescente en EE .. UU. y ms all de sus fronteras. Por ese entonces, la adolescencia y los adolescentes comien-zan a ser con frecuencia creciente motivo de investigacin y debate por parte de inte-lectuales de diversas disciplinas. Casi simultneamente, en 1905, Freud publica Tres Ensayos, trabajo que incluye el caprulo "Las metamorfosis de la pubertadu, ensayo con el que inaugura la indagacin psicoanalrica acerca de los proce~os psquicos que se ponen en juego con el advenimiento de la pubertad.

    En 1914, Walter Benjamn afirma que la juventud se sita en el centro de donde nace lo nuevo (Levi y Schmitt, 1996). A partir1de la dcada del 50, acompaando Jos profundos movimientos sociales de posguerra, el fenmeno se acelera y expande; a la par de la creciente consideracin adulta, los propios adolescentes comienzan a dife-renciarse y crear los signos de una cuitura propia. El contexto social epocal de los aos 50 y 60 es el espacio-tiempo en que la juventud de posguerra toma conciencia de s misma y pone en crisis, des-ordena y cuestiona lo socialmente establecido .

    . Con la creciente difusin de los entonces nuevos medios masivos de comunicacin surgen y se imponen globalmente los primeros conos adolescentes. Nacen expresio~ nes musicales lideradas por el rock que tensan las diferencias generacionales enun-ciando la ruptura del orden sexual vigente. A la vez que corporizan -ante el creciente desconcierto social causado por los vertiginosos cambios en ciernes- el cuestiona-miento a lo establecido y el inquietante acontecer de lo nuevo, los adolescentes portan los significantes de su tiempo.

    Nos interrogamos en este escrito sobre la rdacin significante/adolescencia. Para ello, lniciaremos recorrido con el anlisis de la etimologa e historia de los vocablos adolescente y adolescenc~a, revertiremos la flecha del tiempo para rascrear en la anti-gedad el origen de los sentidos antitticos que porta esta palabra. Sentidos que se vinculan con la inquietante extraeza que genera lo adolescente y que promueven concepciones errneas como adolecer. Concluiremos con un anlisis del lenguaje ado-lescente, que nos lleva a la formulacin de la adolescencia como "la primavera del sig-nificante".

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    La relacin significante/adolescencia. Etimologa e historia

    Desde su progresiva aparicin en el universo simblico de la antigedad, hasta emerger con su forma actual, el trmino adolescencia ha debido recorrer un largo camino. Pese al complejo contexto cultural epocal, signado por cambios vertiginosos que inciden permanentemente en el campo del lenguaje, el significante adolescencia arriba a la actualidad con una notable eficacia simblica; esto es, la capacidad poten-cial de producir nuevos efectos de sentido.

    Los vocablos adolescencia y adolescente tienen su raz latina en el verbo adolescere (Corominas, 1990). Este verbo est compuesto por el prefijo ad- y el sufijo incoativo -scere, que denota el principio de una accin progresiva: comenzar a crecer, estar cre-ciendo. Adolescente deriva de adolescens -entis, participio presente de adolescere y signi-fica esencialmente "el que est creciendo".

    Se sostiene en trabajos sobre etimologa e historia de las palabras (Fernndez Lpez, s/f; Valentini, 2003; Soca 2002/2007) que adolescencia proviene de la raz ori-ginaria al-r, que significara (acrecentar, elevar, o "mover hacia arriba, levantar, alzar".) perteneciente a la protolengua indoeuropea, muy anterior a la aparicin de la lengua latina.

    Con el transcurrir del tiempo al-r deriv en la voz latina a/ere (nutrir, alimentar, criar) para dar lugar despus a alescere (crecer, aumentar de tamao). Posteriormente alescere, con la unin del prefijo ad-, dio origen a la forma verbal adolecere: crecer, desarrollarse. Finalmente, el participio presente de adolescere, adolescens -entfr (el que est creciendo) en el siglo XIII se transform en los trminos del idioma francs ado-lescens y adolescence.

    Del francs arrib al espaol transformndose respectivamente en adolescente y adolescencia. Siguiendo su peregrinacin lingstica, el vocablo adolescere, tras varios siglos, lleg al idioma ingls como adolescence, al portugus como adolescencia y al ita-liano como adolescenza.

    En los dos ltimos siglos, el trmino adolescencia se fue extendiendo y adquiriendo una vigorosa presencia en las distintjs lenguas de la cultura occidental, coincidiendo con la notoria emergencia de "lo addlescente" en la escena social.

    Lo adolescente y las inquietantes figuras de la alteridad

    El crecimiento implcito en el significante adolescente es un puro devenir, con sus sentidos ele cambio, transformacin, acontecer y transcurrir. Crecer es un proceso de subjetivacin, que conlleva una fantasa inconsciente agresiva. (Winnicott, 1986). Lo adolescente arriba a la posmodenidad con su bello mascarn de proa, portando el admirado fuego sagrado de cada nueva generacin junto con la inquietante extraeza de la alteridad.

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    Durante la antigua Roma, en los templos religiosos se realizaban rituales funerarios consistentes en cremaciones o se quemaban inciensos dedicados a los dioses. El cre-ciente tamao de las llamas se elevaba, el ascenso hacia el cielo del humo y olores de inciensos simbolizaban el camino a la morada de los dioses en las alturas. El "crecer" de las llamas y el arder eran signos de lo sagrado que correspondan a una misma voz: adolecere, derivada de adoleo (trmino relacionado antigu~me9te con ad-oleo y luego ad-olezco que signific, primero, "quemar" y tambin "ler" a humo o a inciensos, lenguaje de los rituales religiosos (Valentni, 2003). Ms adelante, este uso probable-mente ces en el lenguaje cotidiano y subsisti slo con el significado "crecer"

    . La homonimia de adolescencia y la polisemia resultante permitieron coexistir signi-ficados que dieron lugar en la antigedad a ironas, eufemismos y juegos de palabras (de las Brozas Snchez [ 1597], citado en Snchez Salor y Chaparro Gmez, 1995) din estos dos significados diversos y enlazados.

    El crecer adolescente y el arder de las cremaciones funerarias eran sentidos antitti-cos expresados por una misma voz: adolescere, expresin oculta de la ambivalencia de los antiguos ante el sagrado acontecimiento adolescente.

    Estos sentidos arriban a la actualidad por va de la palabra, enunciado portador y . vehculo de transmisin de historias, mitos y experiencias generacionales.

    El significante adolescencia, desde un tiempo inmemorial, connota para el mundo adulto, adems de su significacin vital, el amit.nazante sentido de anunciar el adveni-miento inexorable del recambio generacional. Los adolescentes al crecer, agitan los espectros de las tres figuras de la alteridad en su versin ms radical: el extranjero, la muerte y la sexualidad.

    Una sustraccin de sentido: adolecer

    Por estos inquietantes sentid~s, que desde la antigedad se asocian al acontecer de lo nuevo en crecimiento, la palabra adolescencia ha sido objeto de manipulaciones lin-gsticas que dieron lugar a verdaderas "sustracciones etimolgicas" (Valentini, 2003). Estas manipulaciones generaron una falsa relacin del trmino adolescencia con ddole-cer, muy extendida en mbitos culturales y cientficos: "La deriva etimolgica se ha dado histricamente a travs del verbo castellinb que ha venido a signifi-car, ~arecer, faltar algo y que se lo hace de,rivar de dolesco: afligir, dolerse, caer enfermo" (Valentini, 2003: 286).

    Esta muy difundida y errnea definicin constituye una mal-versacin lingstica que tiende a negativizar los sentidos de la voz adolescencia y contribuye al malenten-dido, a desmentir el potencial transformador y creativo de los adolescentes.

    El signiflcado 'adolecer' pone en juego una concepcin ideolgica con consecuen-cias fcticas en los mbitos legislativo, judicial, de la salud. La interpretacin de ado-lescencia como derivada de adolecer es el fundamento de ciertas ideologas de corte

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    discriminatorio y teoras evolucionistas dogmticas, que consideran a los nios y ado-lescentes como seres inacabados, imperfectos, a medio camino respecto a un ideal de perfeccin y completud, al cual se arribara en la adultez, segn un programa de desa-rrollo predeterminado, seccionado en rgidas erapas cronolgicas.

    Esta idea genera criterios clnicos y pedaggicos adaptativos, que apuntarn a com-pletar esas carencias (Valen ti ni, 2003), vigilar y disciplinar para corregir cualquier des-vo del desarrollo, que podra ser considerado anormal, inmoral o patolgico. Posicin en las antpodas de ideas psicoanalticas como las de Winnicott ( 1986) con su confianza en el potencial creativo del crecer adolescente. Lo que en trminos peda-ggicos y teraputicos, significa esencialmente generar las condiciones para "la puesta en juego" de esa potencialidad.

    Cierto pensamiento intenta sectorizar el universo y a los sujetos en sistemas cerra-dos para amoldarlos a sus leyes. Dado que no puede admitir el desorden como condi-cin para los procesos saludables, intentar mutilarlo o segregarlo como anmalo, atpico o perturbador.

    Es ms tranquilizador calificar el desorden que la adolescencia promueve, como dolencia, sufrimiento o carencia, que pensarlo como una condicin necesaria, facilita-dora de los procesos de subjetivacin de una generacin an vulnerable, intentando arribar y ha,cerse un lugar en el mundo adulto.

    Adolescencia: la primavera del significante

    La adolescencia es la novedad radical que arriba al contexto familiar y social en una oleada generacional, que revuelve las aguas del litoral (literal) adulto, para dejar su marca significante en la roca del tiempo.

    Grassi (2009) sostiene que los procesos puberal y adolescente se ponen en juego en lo que denomina el "entretiempo. de la sexuacin". Afirma que la adolescencia es urgencia de rransformar y crear, es puesta en desorden del cuerpo, de la identidad infantil, del orden familiar y la posic~n generacional.

    En esta direccin aportaremos qt~ la urgencia de transformar(se) y crear(se), y el imprescindible empuje a la puesta en desorden de s y del contexto, se verifican tam-bin en el campo del lenguaje.

    Al adolescente le urge poner en desorden el lenguaje, tanto como el cuerpo infan-til, constituido a partir del encuentro originante con el deseo y sexualidad inconscien-tes del Otro materno. Operacin de implante de los significantes de la sexualidad y deseo inconsciente parental que inaugura y pone a trabajar los procesos de sexualiza-cin y sexuacin.

    En respuesta al silencioso embate de la pulsin y las vertiginosas transformaciones en lo real del cuerpo, los adolescentes necesitan recurrir a significantes propios, a veces indicos para apalabrar e inscribir ese ntimo acontecimiento y subjetivarlo.

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    Con esta finalidad, trabajan para descordenar las convenciones del lenguaje adulto y des-alienarse de los significantes parentales del tiempo de la infancia, que no dan respuesta, ni les permiten expresar sus ntimas, inditas e inexplicables vivencias.

    El adolescente, para apropiarse de los recursos del lenguaje, debe recurrir a su crea- . tividad no exenta de hostilidad para transgredir los cdigos preestablecidos y explorar nuevas palabras y nuevos sentidos. .~ ,.

    Durante el entretiempo de la sexuacin se ponen de mniftesto novedosas y crpti-cas formas de expresin grupal, de apariencias meramente oposicionistas e "insignifo cantes" en el nivel del enunciado, pero frecuentemente de una gran densidad expresiva en el plano de la enunciacin.

    El adolescente no cuenta an con un "discurso apropiado" (an no se ha apropiado de un discurso), est en proceso de desasimiento y desalienacin del Otro parental, debe entonces crear recursos expresivos en la grupalidad, para representar cienos esta-dos emocionales que devienen del encuentro cara a cara con lo real inaccesible al len-guaje: "bol, estoy re heavy".

    Tampoco encuentra muy a menudo en el adulto la escucha que le otorgue legitimi-dad y sentido a esos estados para poder figurarlos y ligarlos.

    El recurso de la accin es bastante frecuente en el proceso de subjetivacin, cuando el adolescente no puede decir en palabras ni expresar con el cuerpo. La actuacin como intento de poner el cuerpo donde falta !~_palabra y la escucha precisa, es pensa-ble como un intento de inscripcin subjetivante y puesta en escena dirigida al Otro parental.

    Los adolescentes, para ser tales, deben establecer una novedosa relacin con las palabras, desacralizarlas poniendo al descubierto su vaciamiento y empobrecimiento, devolvindoles un novedoso valor significante, desamarrndolas de la rigidez del sig-nificado convenido.

    Desordenan el lenguaje, escandalizando a los adultos, al exhibir crudamente la arbitrariedad de la relacin significante/significado. U na operacin caracterstica "en" la adolescencia es la manipulacin de las slabas y fonemas, creando apcopes y acortamientos a veces originales, que configuran lo que se denomina metaplasmos: alteraciones de la escritura o pronunciacin de las palabras sin modificacin del significado: "Na, bol" ..

    El fruto inmediato de este trabajo de puesta; en desorden del lenguaje es el juego de crear.tin de frases no convencionales, la adjud'icacin de nuevas significaciones a los viejos trminos, la utilizacin de neologismos ... Siendo coherentes con este tema, podramos dis-torsionar. el lenguaje una vez ms y ficcionar que los adolescentes crean sus propios "maternas", con los que intentan formular y transmitir aquello no expre-sable por medio de las palabras a su alcance.

    Como los poetas, juegan con las palabras y las frases, las desordenan y vuelven a ordenar, generando nuevos sentidos de caractersticas insondables para los adultos. Se trata de un momento del trabajo creativo de puesta en desorden y apropiacin de un

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    lenguaje al que han permanecido sujetados y alienados. Es un modo de intentar trans-cribir en lo simblico la ntima experiencia con lo real de un cuerpo, cuya imagen es alterada por las vertiginosas transformaciones. El desafo a las reglas gramaticales y la alteracin de los cdigos del lenguaje adulto les confiere a ciertas expresiones un carcter potico, a veces dramtico.

    cela adolescencia es la primavera del significante", sus delicadas y bellas floraciones caern con el tiempo, probablemente, tambin el carcter incondicional del grupo y las primeras experiencias amorosas, exploraciones en y desde el otro, que dejarn sus poticas e indelebles escrituras en el cuerpo, decisivas para su subjetivacin. .

    El fruto ser el cavado de un nfimo lugar propio en el orden simblico, habiendo previamente jugado con l y desafiado sus leyes. Apropiarse del lenguaje le permitir intentar m~terializar sus deseos y decir algo en nombre propio, dejando la impronta de su paso en el lenguaje adulto.