La Predicacion Expositiva Small

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“David Helm ha escrito el libro sobre predicación expositiva más

útil y conciso que jamás haya leído”.

Matt Chandler, Pastor principal, The Village Church, Dallas,

Texas;

Presidente, Acts 29 Church Planting Network

“Si estuviera enseñando una clase de predicación y pudiera asignar

a los estudiantes solamente un libro, podría ser este. Es un hallazgo

poco común que introduce en el tema al principiante e instruye al

experimentado. La humildad de David me convence, me reprende,

me instruye y me anima como predicador. Mi oración es que tenga

el mismo efecto en ti”.

Mark Dever, Pastor principal, Capitol Hill Baptist Church,

Washington, D.C.;

Presidente, 9Marks

“Las habilidades de David Helm como predicador y su amplia ex-

periencia como maestro de predicadores hace que cualquier cosa

que diga acerca de este tema sea de gran valor. Pero le leo con la

mayor de las apreciaciones por aquello que aparece con máxima

claridad entre sus compromisos: ‘Permanecer en la línea, nunca ele-

vándose por encima del texto de la Escritura para decir más de lo

que esta dice, y nunca cayendo por debajo del texto reduciendo su

fuerza o plenitud’. Aquí no hay solo habilidad y sabiduría, sino que

también fidelidad, de la cual provienen los tesoros más auténticos

de la predicación”.

Bryan Chapell, Presidente emérito, Covenant Theological

Seminary;

Pastor principal, Grace Presbyterian Church, Peoria, Illinois

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“Helm nos ha dado un resumen forjado con precisión y totalmente

convincente acerca de lo que hay que entender y hacer para predi-

car fielmente la Palabra. Este libro es importante”.

R. Kent Hughes, Pastor principal emérito, College Church,

Wheaton, Illinois

“En este libro compacto, David Helm destila principios y reflexio-

nes claves que han animado a muchos en los talleres de predicación

de Charles Simeon Trust. He visto a hombres implicarse de nuevo

con el duro trabajo de la preparación de predicaciones a medida

que David enseñaba este material. Espero que este libro multiplique

este mismo resultado”.

Paul Rees, Pastor principal, Charlotte Chapel, Edimburgo,

Escocia

“Me encanta ver las respuestas sorprendidas de la gente cuando se

enteran de que la predicación expositiva es la primera de las ‘9

Marcas de una Iglesia Sana’. Esta prioridad es afirmada y explicada

en La predicación expositiva. David Helm plantea un desafío emo-

cionante dejando el mensaje claro y preciso. ¡Espero que a Dios le

plazca usar este libro para ayudarte a predicar fielmente para la sa-

lud de la iglesia y la gloria de Dios!”.

H. B. Charles Jr., Pastor, Shiloh Metropolitan Baptist Church,

Jacksonville, Florida

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LA PREDICACIÓN EXPOSITIVA

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9Marks: Edificando Iglesias Sanas

Editores de la serie: Mark Dever y Jonathan Leeman

La predicación expositiva: Cómo proclamar la Palabra de Dios

hoy, David Helm

La sana doctrina: Cómo crece una iglesia en el amor y en la

santidad de Dios, Bobby Jamieson

La membresía de la iglesia: Cómo sabe el mundo quién representa

a Jesús, Jonathan Leeman

La disciplina en la iglesia: Cómo protege la iglesia el nombre de

Jesús, Jonathan Leeman

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CÓMO PROCLAMAR LA PALABRA

DE DIOS HOY

EDIFICANDO IGLESIAS SANAS

LA PREDICACIÓN EXPOSITIVA

DAVID HELM

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La predicación expositiva: Cómo proclamar la Palabra de Dios hoyCopyright © 2014 por 9Marks para esta versión española

Publicado por 9Marks525 A Street Northeast, Washington, D.C., 20002, Estados Unidos

Publicado por primera vez en inglés en 2014 por Crossway, 1300Crescent Street, Wheaton, Illinois 60187, bajo el título ExpostionalPreaching: How We Speak God’s Word TodayCopyright © 2014 por The Charles Simeon Trust

Con agradecimiento a Crossway por la cesión de los derechos y de lasportadas

Esta edición se ha llevado a cabo con la colaboración de EditorialPeregrino

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puedeser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación, otransmitida en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico,mecánico, fotocopiativo, de grabación u otro, sin el permiso previo delque publica.

Traducción: Jorge Eduardo Peña y Gustavo MorelRevisión: Patricio Ledesma Diseño de la cubierta: Dual Identity Inc. Imagen de la cubierta: Wayne Brezinka para brezinkadesign.com

Las citas están tomadas de la Versión Reina-Valera 1960 © SociedadesBíblicas Unidas, excepto cuando se cite otra. Usada con permiso.

ISBN: 978-1-940009-04-9

Impreso en EE. UU.Printed in USA

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ÍNDICEPrólogo acerca de la serie 9

Introducción: Los huesos viejos 11

1 La contextualización 16El problema de la adhesión ciegaLa predicación impresionistaLa predicación ebriaLa predicación “inspirada”

2 La exégesis 44Lo primero es lo primeroEl día que me di cuentaDa control al contexto bíblicoEscucha la línea melódicaObserva la estructura y el énfasis

3 La reflexión teológica 69Los instintos de JesúsEl desafío del método histórico-críticoLa utilidad de la teología bíblicaEl papel de la teología sistemática

4 Hoy 100La composición de tu audienciaLa organización de tu materialLa aplicación de tu mensaje

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Conclusión: Los huesos secos 129

Apéndice: Preguntas que se hacen los predicadores 131

Agradecimientos especiales 135

Referencias 137

Índice de citas bíblicas 142

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PRÓLOGO ACERCA DE LA SERIE

¿Crees que es tu responsabilidad ayudar a edificar unaiglesia sana? Si eres cristiano, creemos que lo es.

Jesús te ordena hacer discípulos (Mt. 28:18-20). Ju-das te exhorta a edificarte sobre la fe (Jud. 20-21). Pe-dro te llama a utilizar tus dones para servir a los demás(1 P. 4:10). Pablo te dice que sigas la verdad en amorpara que tu iglesia pueda madurar (Ef. 4:13, 15). ¿Vesde dónde lo estamos sacando?

Tanto si eres miembro de la iglesia o líder de ella,los libros de la serie “Edificando Iglesias Sanas” pre-tenden ayudarte a cumplir estos mandamientos bíbli-cos para que así juegues tu papel en la edificación deuna iglesia sana. Dicho de otra manera, esperamos queestos libros te ayuden a crecer en amor por tu iglesia,tal y como Jesús la ama.

9Marks planea producir un libro que sea corto y deagradable lectura acerca de cada una de las que MarkDever ha llamado las nueve características de una igle-sia sana y, un libro más, acerca de la sana doctrina. Per-manece atento para conseguir los libros acerca de lapredicación expositiva, la teología bíblica, el evangelio,

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la conversión, la evangelización, la membresía de laiglesia, la disciplina eclesial, el discipulado y el creci-miento, y el liderazgo de la iglesia.

Las iglesias locales existen para mostrar a las nacio-nes la gloria de Dios. Y esto lo hacemos fijando nues-tros ojos en el evangelio de Jesucristo, confiando en élpara salvación, y amándonos unos a otros con la san-tidad, unidad y amor de Dios. Es nuestra oración queel libro que tienes en tus manos sea de ayuda.

Con esperanza,Mark Dever y Jonathan Leeman

Editores de la serie

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INTRODUCCIÓNLos huesos viejos

El cuerpo del gran hombre descansa en una cripta bajoel suelo de piedra de la King’s College Chapel en Cam-bridge, Inglaterra, justo en el acceso oeste. El lugartiene dos inscripciones: “CS”, y el año en el que estehombre murió (“1836”). Ambas han sido grabadas enel pavimento de piedra y rellenadas con plomo. Si al-guna vez tienes la oportunidad de estar de pie en eselugar —como yo lo hice una vez con asombro— debessaber esto: los huesos viejos bajo tus pies pertenecen auno que trajo de vuelta la Biblia al centro de la vida dela iglesia en Inglaterra.

Fue un triste día de noviembre de 1836, cuando nomenos de 1.500 académicos asistieron al funeral deCharles Simeon. En números sin precedentes paraaquella época, la gente vino a presentar su respeto aeste pastor y predicador.1 Charles Simeon fue un re-galo, un regalo de Dios, para la gente de su generación.

Simeon también es un regalo para nuestra genera-ción. Sus instintos para el evangelio han aguantado laprueba del tiempo y pueden causar una fresca impre-sión en la predicación de nuestros días, pues la predi-

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cación de Simeon tenía mucho de lo que nuestra pre-dicación carece.

¿Qué es lo que nos falta? ¿Cómo podemos benefi-ciarnos?

Las respuestas son sorprendentemente simples yapuntan al corazón mismo de lo que se conoce como lapredicación expositiva. En gran medida, la convicciónde este gran hombre acerca de la Biblia era la fuentemisma de su influencia. Simeon creía que una explica-ción de la Biblia sencilla y clara es lo que hace que unaiglesia sea sana y feliz. La exposición bíblica lleva a caboel pesado levantamiento que hace falta para edificar unaiglesia. Esta permanente creencia nunca dejó a Simeon.Por cuarenta y cuatro años, y desde un único púlpito deun pueblo universitario, incansablemente se dio a símismo a la primacía de la predicación. Semana tras se-mana, año tras año y década tras década, permanecióen el púlpito y declaró la Palabra de Dios con claridad,simplicidad y poder. Simeon definió su convicción acercade la exposición bíblica de la siguiente manera:

Mi esfuerzo consiste en sacar de la Escritura lo queestá ahí, y no meter lo que pienso que podría estarahí. Tengo un gran celo en esta cabeza; nunca hablarmás o menos de lo que creo que es la mente del Espí-ritu en el pasaje que estoy exponiendo.2

Simeon veía al predicador como alguien que tenía eldeber de aferrarse al texto. Estaba comprometido a

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permanecer en la línea, no elevándose nunca por en-cima del texto de la Escritura para decir más de lo queesta decía y nunca cayendo por debajo del texto redu-ciendo su fuerza o plenitud.

Esta convicción —este maduro control— es frecuen-temente olvidada hoy por aquellos que manejan la Pa-labra de Dios. Francamente, esta es la perdición de mu-chas de nuestras iglesias, incluso de las que son sanasdoctrinalmente. Mucho de lo que pensamos que es pre-dicación bíblica fiel en realidad yerra el blanco a causade una falta de control. Y permíteme ser el primero enadmitir que no siempre he ejercido el dominio para sa-car solo aquello que se encuentra en la Escritura. Mioración es que este pequeño libro, entre otras cosas,pueda ser usado por Dios para ayudar a explorar cómolos maestros y los predicadores de la Biblia pueden re-descubrir esta convicción.

Pero no solo es la convicción de Simeon la que valela pena considerar. Los objetivos de Simeon en la pre-dicación deben ser redescubiertos. Él enmarcó firme-mente sus fines para la exposición bíblica de la si-guiente forma:

Humillar al pecador; exaltar al Salvador; promover la santidad.3

No se puede decir más claro. Estos objetivos deberíanguiarnos hoy. Nuestro mundo —como el de Simeon—

Introducción

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necesita saber desesperadamente lo bajo que ha caídola humanidad, lo alto que Jesucristo ha ascendido, y loque Dios requiere de su pueblo. La mejor y única ma-nera de ayudar a este mundo es proclamar las palabrasde Dios en el poder del Espíritu. ¿Cómo hacemos esto?¿A qué se asemeja?

Las respuestas se encuentran en la predicación ex-positiva. La predicación expositiva es la predicaciónpoderosa que somete correctamente la forma y el én-fasis del sermón a la forma y el énfasis del texto bíblico.De este modo, extrae del texto lo que el Espíritu Santopuso allí —como dijo Simeon— y no pone en el textolo que el predicador piensa que podría estar allí. El pro-ceso es un poco más complejo. El resto de este librotrata acerca de esto.

Comenzaremos pensando acerca de los errores quetantos de nosotros cometemos, errores que resultanparticularmente de nuestros intentos por contextuali-zar. Luego consideraremos los retos y las exigencias dehacer la exégesis de un texto, entender un texto a la luzdel canon entero de la Biblia y, entonces, predicarlo anuestro propio contexto.

Aunque este libro servirá adecuadamente como unaintroducción a la predicación expositiva, una de misesperanzas es que para la persona que ya está predi-cando o enseñando la Biblia, sea una herramienta útilpara examinar lo que está haciendo en el presente. Casitiene la intención de ser una guía de “seguimiento”,una manera de dar al lector la oportunidad de pregun-

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tarse a sí mismo: “Bien, ¿es esto lo que estoy haciendo?¿Estoy realmente sacando solo aquello que está en laEscritura? ¿Lo estoy haciendo de modo que adecuada-mente humille al oyente, exalte al Salvador y promuevala santidad en las vidas de los que están presentes?

Las exigencias y los retos de la predicación exposi-tiva son muchos. Y progresar en nuestra habilidad paramanejar la Palabra de Dios con fidelidad no será fácil.Pero estoy seguro de esto: si los predicadores y los lí-deres de la iglesia de hoy permiten que la simplicidadde la convicción de Simeon y sus objetivos nos hablendesde la tumba, la salud y la felicidad de la iglesia pue-den ser restauradas.

Así que empecemos.

Introducción

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LA CONTEXTUALIZACIÓN

La contextualización es esencial para una buena expo-sición. Y los manuscritos de sermones que tenemos deSan Agustín llevan a algunos a sugerir que él lo hizobastante bien.

Así, cuando Agustín propuso ideas acerca de la socie-dad que fueron tomadas directamente de los clásicospaganos, no deberíamos pensar que estaba haciendoesto en un esfuerzo consciente para impresionar a lospaganos con su cultura o para atraerlos a la iglesia,citando sus autores favoritos. Lo hizo sin pensarlo, aligual que hoy decimos que la tierra es redonda… Pre-sentó gran parte de lo que tenía que decir… como unacuestión de sentido común.1

Me encanta lo que la actitud de Agustín hacia la con-textualización nos enseña acerca de su relación con lapredicación. Su sorprendente habilidad para conectarcon sus oyentes fue el resultado de su interés generalen la vida; no fue un resultado calculado, conseguidoal recolectar referencias culturales con la esperanza de

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terminar siendo relevante. Este capítulo abordará losproblemas que surgen cuando este tipo de contextua-lización se apodera del predicador durante la prepara-ción de su mensaje.

En la introducción, vimos una pequeña muestra delo que debería ser la predicación expositiva. Es un es-fuerzo para sacar de la Escritura lo que está ahí, paranunca meter en un texto lo que el Espíritu Santo nopuso, y para hacer esto desde un texto determinado demanera que adecuadamente humille al oyente, exalteal Salvador, y promueva la santidad en la vida de losque están presentes. Aunque aún no hemos descritocómo un sermón debería hacer todo esto, vale la penatomarse el tiempo para considerar algunas formas co-munes en las que nuestra predicación puede errar elblanco.

EL PROBLEMA DE LA ADHESIÓN CIEGA

¿Qué quiero decir con la contextualización en la pre-dicación?J137

En términos simples, la contextualización en la predi-cación es comunicar el mensaje del evangelio en formasque sean comprensibles o apropiadas en el contexto

La contextualización

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cultural del oyente. En otras palabras, la contextuali-zación tiene que ver con nosotros y el ahora. Está com-prometida con la relevancia y con la aplicación parahoy, motivo por el cual ofreceré un enfoque construc-tivo acerca del tema en el capítulo 4.

Uno de los problemas con la predicación contextua-lizada hoy en día, sin embargo, es que a menudo tieneun énfasis fuera de lugar. Al elevar la contextualizacióna una disciplina estudiada excesivamente centrada enlas ganancias prácticas, algunos predicadores tratan eltexto bíblico de una manera descuidada y poco entu-siasta. Este es el problema de la adhesión ciega. A par-tir de un sano deseo de hacer avanzar la misión de suiglesia, el predicador centra su preparación exclusiva-mente en formas creativas y artísticas que puedan hacersu sermón relevante.

Piensa en ello. Algunos predicadores pasan mástiempo leyendo y meditando en la situación contextual,que en la Palabra de Dios. Nos sumergimos en sermo-near acerca de nuestro mundo o ciudad en un esfuerzopor ser relevantes. Como resultado, nos conformamoscon dar impresiones superficiales del texto. Nos olvi-damos de que el texto bíblico es la palabra relevante,la cual merece nuestros mayores esfuerzos de medita-ción y explicación.

Para decirlo de otra manera, el predicador está des-tinado a errar el blanco de la exposición bíblica,cuando permite que el contexto que está tratando deganar para Cristo controle la Palabra que habla de

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Cristo. Como dije en la introducción, esta es la ruinade muchas de nuestras iglesias. Demasiados de noso-tros inconscientemente creemos que un entendimientobien estudiado de nuestro contexto cultural —en lugarde la Biblia— es la clave para predicar con poder.

La adhesión ciega a la contextualización altera nues-tra predicación en al menos tres formas, y ninguna deellas es para mejor. En primer lugar, afecta nuestraperspectiva en el estudio (en la preparación de su ser-món, el predicador se preocupa por el mundo en lugarde la Palabra de Dios). Esto lleva a la predicación im-presionista. En segundo lugar, cambia nuestro uso delpúlpito (la Palabra ahora apoya nuestros embriagantesplanes y propósitos, en lugar de los de Dios). Esta es lapredicación ebria. Por último, cambia nuestra com-prensión de la autoridad (la lectura devocional“fresca” y “dirigida por el espíritu” del predicador seconvierte en el aspecto determinante de la verdad). Yollamo a esto la predicación “inspirada”.

Veamos cada una de ellas un poco más de cerca.Creo que vamos a encontrar que parte de lo que pen-samos que es predicación expositiva en realidad yerrael blanco.

LA PREDICACIÓN IMPRESIONISTAAlrededor de 1850, el estilo artístico dominante delmomento era el realismo. Fue un movimiento que pre-tendía representar —lo más fielmente posible— lo queel artista había visto. Claude Monet y Pierre-August

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Renoir fueron dos jóvenes estudiantes entrenados en elrealismo. Se habían hecho amigos y comenzaron a pin-tar juntos, junto con varios otros. Esta generación másjoven tendía a usar colores más brillantes que los usa-dos por sus instructores realistas, y favorecía obras dela vida contemporánea sobre escenas históricas o mi-tológicas, dejando también atrás conscientemente el ro-manticismo de las generaciones anteriores.

El punto de inflexión que ayudó a estos jóvenes pin-tores a iniciar su autoidentificación como grupo llegóen el Salon de Paris (Exhibición de París) de 1863, unacompetición de arte. Tantas de sus obras fueron recha-zadas por los jueces que más tarde se celebró un eventoalternativo: el Salon des Refusés (Exhibición de los re-chazados).3 Durante los diez años siguientes, los jóve-nes artistas solicitaron tener eventos alternativos parasus nuevos estilos de pintura, pero fueron sistemática-mente rechazados.

En 1873, Monet, Renoir, y varios otros formaronuna cooperativa anónima de artistas para mostrar sutrabajo de forma independiente. La primera exhibiciónpública de este nuevo grupo se produjo en abril de1874 en París. Los estilos habían cambiado aun más.Renoir había empezado a experimentar alterando la re-alidad de lo que veía (un alejamiento distinto del rea-lismo). Monet había empezado a pintar con pinceladasmás sueltas. Esto daba una forma general de lo queveía en lugar de una imagen precisa, lo cual era todavíala preferencia de la generación anterior. Por ejemplo,

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su Impresión, sol naciente captura el puerto de Le Ha-vre a la salida del sol. Reconociendo que no era unavista realista del puerto, agregó la palabra “impresión”al título cuando se le preguntó por el nombre de laobra. Este título fue utilizado después por un críticopara ridiculizar a estos artistas, llamándolos los “im-presionistas”.

Una de las innovaciones más atrevidas del grupo fuesu uso de la luz. Por ejemplo, el Baile en el Moulin dela Galette de Renoir (1876) representa una fiesta en unjardín con un baile en el barrio parisino de Montmar-tre. En el cuadro, Renoir pinta con blanco en el sueloo encima de una chaqueta azul para indicar que el solbrillaba allí. La alteración de la luz comienza a exage-rar los detalles y a distorsionar lo que en realidad veíael artista.

El método impresionista toma lo que el ojo ve y lointerpreta, lo exagera, ignora algunas partes, y al finallo distorsiona.

Ahora, piensa en lo que haces cuando te sientas apreparar un sermón. Abres tu Biblia. No tienes muchotiempo. Es probable que tengas una reunión o dos estanoche. Es posible que tengas que guiar a alguna familiao a alguien del personal. Ciertamente tienes las manosllenas de trabajo pastoral. Sin embargo, tienes que de-cir algo el domingo. Así que empiezas a leer tu texto ya anotar cosas en tu ordenador, al igual que un artistainteractúa con un lienzo; trazando conexiones rápidas,llenas de color entre la Palabra y lo que sabes del

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mundo.Buscas cosas que sabes que tendrán una impresión

inmediata sobre tus oyentes. Empiezas a disfrutar deesta diversión momentánea. No es un trabajo difícil.Pronto surge una idea principal. Contextualizas bien,ya que, al igual que tu congregación del domingo, note apasionan mucho las cosas históricas. De hecho, tie-nes este trabajo, en parte, porque fueron impresiona-dos por lo bien que produces mensajes que llaman laatención, desde el antiguo realismo de las escenas bí-blicas, que de otra manera serían inaccesibles. Un es-tudio detallado del texto puede esperar.

El mensaje de esta semana —al igual que el de la se-mana pasada— se concentrará en las impresiones rele-vantes que saques del pasaje. Las aplicaciones parecenemerger como rayos de luz para que puedas esparcirlossobre la congregación a todo color. Miras tu iPhone paraver la hora. Has estado trabajando por quince minutos.

Esta es la predicación impresionista.Sucede a menudo. De hecho, puede ser el problema

más importante que enfrentan los predicadores hoy. Lapredicación impresionista no es controlada por la rea-lidad del texto. Ignora los contornos históricos, litera-rios y teológicos del texto. Pasa rozando —en cuestiónde minutos— muchas de las herramientas exegéticasque requieren tiempo. Mientras que el pintor realistapodría mirar a su objeto diez veces antes de dar unapincelada, el impresionista mira su texto una vez y dadiez pinceladas en el lienzo de la experiencia humana.

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Así es, también, el predicador impresionista.No hay duda de que la predicación impresionista es

más fácil y rápida. Tiene más sentido, dada tu apretadaagenda. Pero necesitas saber que, al final, estás ha-ciendo lo que te da la gana con el texto.

Veamos un ejemplo. Imagina que tienes que prepa-rar un mensaje para tu clase de “padres jóvenes”. De-cides hablar acerca de 1 Samuel 2:12-21. Tómate eltiempo para leerlo ahora:

Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían co-nocimiento de Jehová. Y era costumbre de los sacer-dotes con el pueblo, que cuando alguno ofrecía sacri-ficio, venía el criado del sacerdote mientras se cocíala carne, trayendo en su mano un garfio de tres dien-tes, y lo metía en el perol, en la olla, en el caldero oen la marmita; y todo lo que sacaba el garfio, el sa-cerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían contodo israelita que venía a Silo. Asimismo, antes dequemar la grosura, venía el criado del sacerdote, y de-cía al que sacrificaba: Da carne que asar para el sa-cerdote; porque no tomará de ti carne cocida, sinocruda. Y si el hombre le respondía: Quemen la gro-sura primero, y después toma tanto como quieras; élrespondía: No, sino dámela ahora mismo; de otra ma-nera yo la tomaré por la fuerza. Era, pues, muygrande delante de Jehová el pecado de los jóvenes;porque los hombres menospreciaban las ofrendas deJehová. Y el joven Samuel ministraba en la presencia

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de Jehová, vestido de un efod de lino. Y le hacía sumadre una túnica pequeña y se la traía cada año,cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificioacostumbrado. Y Elí bendijo a Elcana y a su mujer,diciendo: Jehová te dé hijos de esta mujer en lugar delque pidió a Jehová. Y se volvieron a su casa. Y visitóJehová a Ana, y ella concibió, y dio a luz tres hijos ydos hijas. Y el joven Samuel crecía delante de Jehová.

En tu primera lectura del texto, hay tres cosas que des-tacan:

1. El texto te presenta dos grupos de padres e hijos: Elíy sus hijos sin valor, y Ana y su pequeño Samuel,quien sirve a Dios.

2. Estás impresionado con el contraste entre ellos. Lahistoria de Elí es como un manual sobre la malacrianza, mientras que los patrones de Ana obtienenmejores resultados.

3. Llegas a dos puntos rápidos para tu mensaje. En pri-mer lugar, los padres malos permiten a sus hijos co-mer demasiado, mientras que los padres buenos nolo hacen. ¡Qué repulsivo era para los hijos de Elí ati-borrarse de ofrendas de sacrificio! En segundo lugar,los malos padres no aprovechan el entorno de laiglesia para animar a sus hijos hacia la piedad, mien-tras que los buenos padres siempre están presentes

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y disponibles. ¡Qué maravilloso era para Ana tenera Samuel en la iglesia, siempre que las puertas estu-vieran abiertas!

Ya está. Tienes tu guion. Lo más importante, sabes quetu charla va a resonar en los padres jóvenes de tu con-gregación. Después de todo, las noticias en tu ciudadestán informando sobre el problema del acondiciona-miento físico entre los niños locales y la legislación in-minente para abordarlo. No te costará mucho contex-tualizar principios similares que apliquen a su bienestarespiritual también.

Das tu charla. Lo siguiente que descubres es que sevan a poner en marcha nuevos programas de niños apartir de este sermón. Se planifican retiros de fin de se-mana dedicados a cómo ser buenos padres. Es genial,porque la gente está hablando acerca de la crianza cris-tiana.

Esta clase de predicación impresionista está ha-ciendo crecer iglesias. No es de extrañar que no pase-mos tiempo trabajando en los sermones. No hace falta.Podemos hacer esto rápidamente y funciona. Es predi-cación casi improvisada.

Una vez más, entonces, perdemos la riqueza de laPalabra de Dios. Perdemos de vista el mensaje principaldel texto. Si lo leemos un par de veces más, podemosdarnos cuenta de que la principal preocupación de 1Samuel 2:12-21 no es la crianza en absoluto. Es la san-tidad de Dios. Así es, el pasaje es acerca de Dios y de

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cómo el mal liderazgo del pueblo de Dios es una burlade Dios mismo. El problema en el texto es que Dios noestá siendo adorado apropiadamente. Y si seguimos ca-vando en el libro, nos daremos cuenta de que hay untema de reemplazo aquí dentro de la familia de Dios.El texto presenta a Samuel precisamente en este punto,porque es la alternativa a los hijos de Elí para dirigir laadoración a Dios, de acuerdo con la Palabra de Dios.Dios no puede hacer su obra porque su Palabra ha sidodestruida. Aun así, cuando la situación parece no tenersolución, Dios levanta a otro hombre y sacerdote paraliderar.

¿Significa esto que no podemos predicar acerca dela educación de los hijos a partir de este texto? No ne-cesariamente. Pero sí significa que no debemos perderel mensaje principal del pasaje. Las posibles aplicacio-nes nunca deben eclipsar el mensaje principal del texto.Aunque podemos decir cosas ciertas basadas en estetexto de la Biblia acerca de la crianza, deberíamos ha-cerlo de una manera que se someta respetuosamente alénfasis del texto. Esta es la diferencia. Este es el reto.Leemos estas historias y terminamos perdiendo lo queel Espíritu está enfatizando, mientras que reducimos laPalabra de Dios a nada más que principios para vivirpiadosamente. En el ejemplo de 1 Samuel, terminamosomitiendo por completo a Cristo como el reemplazode un sacerdocio fracasado. Perdimos a Jesús por el im-presionismo. Y en su lugar tenemos padres que estánmás comprometidos con el moralismo que con el men-

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saje cristiano.Es importante indicar que la predicación impresio-

nista no es el problema. Es un resultado natural de laadhesión ciega a la contextualización y de cómo tal ad-hesión monopoliza nuestro tiempo. Necesitamos recor-dar la convicción que controló a Charles Simeon en elestudio: sacar de la Escritura lo que está allí. Es fácildejar que un enfoque impresionista domine tu estudioy preparación para la predicación. Especialmente, sieres intrínsecamente cool —a la moda—, o estás inten-tando serlo, este enfoque puede convertirse en la coca-ína que esnifas en privado. Y si has tenido un poco deéxito así, puede que empieces a creer que eres un ex-positor. Pero como veremos en los próximos capítulos,la exposición bíblica requiere un enfoque diferente enel estudio.

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LA PREDICACIÓN EBRIASalgamos del estudio y pensemos en cómo usamos laBiblia en el púlpito. El poeta escocés Andrew Lang unavez propinó un golpe humorístico contra los políticosde sus días con una frase ingeniosa, acusándoles por sumanipulación de las estadísticas.4 Con una leve altera-ción del lenguaje, la ocurrencia bien podría decirse encontra de muchos maestros de la Biblia en la actuali-dad: “Algunos predicadores usan la Biblia de la maneraque un borracho usa una farola… más para apoyo quepara iluminación”.

Este es el predicador ebrio. Supongo que no te tengoque decir que no deberías ser uno de ellos. No obs-tante, el hecho es que muchos de nosotros lo hemossido y simplemente no lo sabíamos.

Me explico. Aquellas semanas en las que hemos es-tado en el púlpito, apoyándonos en la Biblia para darsoporte a lo que queríamos decir, en lugar de decir so-lamente lo que Dios quiso que la Biblia dijera, hemossido como un hombre bebido que se apoya en una fa-rola (usándola más para apoyo, que para iluminación).Una mejor postura para el predicador es quedarse justodebajo del texto bíblico. Porque es la Biblia —y no no-sotros los que predicamos— la Palabra del Espíritu (cf.He. 3:7; Jn. 6:63).

Con décadas de ministerio pastoral a mis espaldas,puedo pensar en miles de ocasiones en las que he sidoel predicador ebrio. He ido a la Biblia para apuntalaraquello que pensaba que era necesario decir. La Escri-

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tura se convirtió en una herramienta útil para mí. Meayudó a lograr lo que tenía en mente. En ocasiones,perdí de vista el hecho de que soy yo el que se suponeque tiene que ser la herramienta (alguien a quien Diosusa para sus propósitos divinos). Debo proclamar laluz que él quiere derramar desde un texto en particu-lar.

Lo que me sucedió en el pasado puede sucederle acualquiera de nosotros. Hay una amplia variedad demaneras en las que podemos usar la Biblia como unborracho usa una farola. Tal vez tengas posturas doc-trinales muy fuertes, las cuales se convierten en el men-saje central de cada pasaje que predicas, sin importarlo que el texto esté diciendo. Quizá saques conclusionespolíticas, sociales o terapéuticas, sin importar lo que elEspíritu tenía en mente en el texto. En esencia, nuestratendencia a la predicación ebria por encima de la pre-dicación expositiva, deriva de una cosa: imponemosnuestras más profundas pasiones, planes y perspectivassobre el texto bíblico. Cuando hacemos esto, la Bibliase convierte en poco más que un apoyo para lo quequeremos decir.

Permíteme darte un ejemplo personal de cuán rá-pido puede suceder esto. Hace varios años, estaba pre-dicando acerca de 2 Corintios. Cuando llegué a los ca-pítulos 8 y 9, decidí pasarlos por alto (continuando apartir del capítulo 10). Mi razón para hacer tal cosaera simple. Quería reservar los capítulos 8 y 9 para unfuturo próximo en la vida de nuestra iglesia. Esos ca-

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pítulos tratan acerca del dinero, ¿verdad? Así quepensé: “Los ancianos vendrán a mí en algún momentoy me pedirán que predique un sermón acerca de la ma-yordomía”. En ese momento, nuestra iglesia iba bienfinancieramente. Tenía sentido guardar ese texto parauna época en la que necesitáramos un estímulo finan-ciero que nos mantuviera solventes. Así que salté loscapítulos 8 y 9 (algo raro tratándose de mí, por ser unrígido predicador secuencial).

Ciertamente, el momento llegó. Fui a 2 Corintios 8y 9 para preparar un sermón acerca de la importanciade dar con generosidad. Ahora bien, es importante quesepas que, aun antes de empezar con mi estudio, ya te-nía una idea muy clara de lo que iba decir desde el púl-pito. Iba a centrar todos mis comentarios en los tresversículos que resaltan al dador alegre:

Pero esto digo: El que siembra escasamente, tambiénsegará escasamente; y el que siembra generosamente,generosamente también segará. Cada uno dé comopropuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesi-dad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso esDios para hacer que abunde en vosotros toda gracia,a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todolo suficiente, abundéis para toda buena obra; comoestá escrito: Repartió, dio a los pobres; su justicia per-manece para siempre. (2 Co. 9:6-9)

Primero, empezaría con la actitud que Dios quiere que

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tengamos hacia el dinero. El versículo 6 dice que dargenerosamente significa cosechar generosamente. ¡Megustaba comenzar con la actitud porque conectaba miintroducción con la aplicación de “dar”! Después detodo, el versículo 7 dice que Dios ama al dador alegre.La motivación para dar —Dios te dará de vuelta—, se-ría mi segundo punto. El versículo 8 dice: “Y poderosoes Dios para hacer que abunde en vosotros toda gra-cia”. Finalmente, citaría una porción de los Salmos quemuestra el incentivo divino para la generosidad, puesel verso 9 parece indicar que Dios mismo distribuyó li-bremente. Mi esquema de tres puntos sería así:

1. 2 Corintios 9:6-7: Da a Dios (esta es la actitud queél quiere de nosotros).

2. 2 Corintios 9:8: Obtén buenas cosas de Dios (estoapela a nuestra motivación).

3. 2 Corintios 9:9: El dar es una manera de imitar aDios (el Antiguo Testamento nos lo dice).

Aunque no había escuchado al texto por muchotiempo, sabía que tenía un sermón que sería fácil deoír. Estaba encaminado a dar un mensaje muy prácticoy conmovedor. Sabía lo que nuestra gente necesitaba yla Biblia respaldaba mi mensaje.

Entonces, algo interesante sucedió. Antes de que lle-gara el domingo, y antes de subir al púlpito para pre-dicar, comencé a estudiar el trasfondo de aquellos ca-pítulos. Lo que descubrí hizo tambalear el fundamento

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de todo lo que había planeado decir. De 1 Corintios16:1-4 y Hechos 11:27-30, aprendí que mis versículosestaban relacionados con una hambruna y la necesidadde ciertas iglesias. Mi texto de dar con alegría no tra-taba acerca de dar con regularidad para el presupuestode la iglesia local. Era sobre una colecta para aliviaruna hambruna en unas iglesias llenas de judíos cristia-nos, en una parte diferente del mundo.

Por si esto no fuera suficientemente malo, encontréotras cosas también. De 2 Corintios 11:5 y 12:11,aprendí que la disputa principal de la carta era acercade la aparente debilidad del ministerio de Pablo, encomparación con los superapóstoles, quienes poseíanel tipo de poder que la congregación de Corinto res-petaba. Pablo no tenía habilidades para hablar (11:6),llegó con humildad (11:7), siempre tenía necesidad(11:9), y no tenía recursos financieros (12:14-15). Esteera el contexto de los capítulos dedicados a las ofren-das. Entonces, se me encendió la luz. ¡Esta ofrenda erauna prueba! Si los corintios daban generosamente, sedemostraría que se identificaban con la “debilidad” yque estaban dispuestos a suplir las necesidades deaquellos que eran débiles. Sin embargo, si daban esca-samente para el fondo que aliviaría la hambruna, estoprobaría que estaban alineados solamente con aque-llos que lo tenían todo. ¡De repente me di cuenta deque estaba en un peligro real de entender mal todo ellibro!

Entonces, todo encajó. Cuando miré el salmo citado

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en 2 Corintios 9:9 —el salmo que pensaba que nos en-señaba que dar generosamente significa imitar a Dios—encontré que lo que demuestra es que somos como el“hombre justo”. El mensaje de Pablo no era que loscorintios debían dar generosamente para imitar a Dios.En lugar de eso, dar generosamente es el distintivo co-mún de aquellos que siguen a Dios.

En ese momento supe que tenía un problema. Aun-que había diseñado un gran guion —basado en la Bi-blia— que lograría mi objetivo de mostrar la insufi-ciencia de nuestro presupuesto, simplemente me estabaapoyando en la Biblia al igual que un borracho usa unafarola (más para apoyo que para iluminación).

Las únicas preguntas restantes que debía responderantes de subir al púlpito esa semana eran: ¿Quién seráel rey? ¿Yo o el texto bíblico? ¿Reinaría yo sobre él estasemana, o él me gobernaría? ¿Me apoyaría en la Bibliapara mis propósitos y planes, o me sometería a ella,permitiendo que la iluminación del Espíritu Santo hi-ciera su obra con mi gente?

En el análisis final, la convicción que permitió aCharles Simeon ejercer un control maduro en el púl-pito, ganó ese día. “Tengo un gran celo en esta cabeza;nunca hablar más o menos de lo que creo que es lamente del Espíritu en el pasaje que estoy exponiendo”.5

Desde mi experiencia personal, puedo decir que mispropias luchas con la predicación ebria siempre estánconectadas a una adhesión ciega a la contextualización.Y esto es lo que he aprendido: las necesidades de mi

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congregación, tal y como las percibe mi entendimientocontextualizado, nunca deberían convertirse en el po-der que controla lo que digo en el púlpito. No somoslibres para hacer lo que queramos con la Biblia. Ella essoberana. Ella debe ganar. Siempre.

Nuestro papel como predicadores y maestros de laBiblia es ponernos debajo de la luz iluminadora de laspalabras que hace mucho fueron escritas por el EspírituSanto. Nuestro trabajo es decir hoy lo que Dios dijouna vez y nada más. Porque al hacer esto, él sigue ha-blando.

LA PREDICACIÓN “INSPIRADA”Hemos visto dos consecuencias negativas que la adhe-sión ciega a la contextualización tiene para la exposi-ción bíblica. En primer lugar, exploramos el impactoque este enfoque tiene en el predicador en su estudio.Este método de preparación puede conducir a la pre-dicación impresionista. En segundo lugar, vimos cómola contextualización ciega puede influenciar el uso dela Biblia por parte del predicador en el púlpito. Las pre-siones semanales para ser relevantes pueden dar lugara la predicación ebria.

Ahora quiero llevar al predicador fuera de su estu-dio y fuera de su púlpito y ver cómo lee su Biblia enprivado. Porque incluso aquí, las estrategias de lecturacontemporáneas que adoptan las personas para sus“momentos de tranquilidad” pueden afectar la procla-mación pública de la Palabra de Dios. De hecho, si

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combinas estas estrategias privadas de lectura con unaadhesión ciega a la contextualización, obtienes lo quellamo la predicación “inspirada”.

Permíteme que lo explique. Por su autoría divina,la Biblia es y siempre será la autoritativa e inspiradaPalabra de Dios. Sin embargo, tristemente —y a estoquiero llegar— los predicadores cada vez más conside-ran su lectura subjetiva del texto como inspirada. Cadavez más, a los maestros de la Biblia se les dice que cual-quier cosa que conmueva su espíritu en lecturas bíbli-cas privadas debe ser lo que el Espíritu de Dios quiereque sea predicado en público.

Un ejemplo de este tipo de estrategia de lectura—conocida como Lectio Divina— tiene una larga his-toria. Esta práctica tradicional benedictina de inter-pretación bíblica tenía el objetivo de promover la co-munión con Dios y —en menor medida— la familia-rización con la Biblia. Esta estrategia favorece una vi-sión de los textos bíblicos como “la Palabra Viva”,más que como palabras escritas que deben ser estu-diadas. Las formas tradicionales de esta práctica in-cluyen cuatro pasos para la lectura privada de la Bi-blia: leer, meditar, orar y contemplar. Empiezas cal-mando tu corazón con una simple lectura del texto.Entonces meditas, tal vez en una sola palabra o frasedel texto y, al hacerlo, evitas intencionadamente loque podría considerarse un enfoque “analítico”. Enesencia, el objetivo aquí es esperar la iluminación delEspíritu para llegar a un significado. Esperas a que Je-

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sús venga y te hable. Una vez que se da la palabra, tepones a orar. Después de todo, la oración es un diá-logo con Dios. Dios habla a través de su Palabra y lapersona habla a través de la oración. Al final, estaoración se convierte en una oración contemplativa, ynos da la habilidad de comprender verdades teológi-cas más profundas.

Este método suena maravillosamente piadoso. Dehecho, parece tener una sólida justificación bíblica:“Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu;porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundode Dios” (1 Co. 2:10). Dejando de lado por un mo-mento lo que realmente Pablo estaba diciendo en estepasaje, la Lectio Divina aboga por un método que esespiritual, en oposición a algo sistemáticamente estu-dioso. Sustituye la investigación por la intuición. Pre-fiere el ánimo y la emoción a un estudio metódico y ra-zonado. Equipara tu espíritu al Espíritu Santo.

¡Y a la adhesión ciega a la contextualización esto leencanta! Lo que la gente hoy en día más desea es una“palabra fresca” de Dios, algo de su Espíritu que nutranuestras pobres vidas espirituales.

Aunque históricamente la Lectio Divina es unaforma de interpretación católica romana, ha tenidocierto resurgimiento en los últimos años, particular-mente entre los protestantes evangélicos. E inclusodonde no se practica por su nombre, se parece muchoa la forma en cómo muchos predicadores jóvenes sonenseñados. Se les dice que lean la Biblia con devo-

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ción, en silencio, esperando que el Espíritu Santo ha-ble. Pues puedes estar seguro de que lo que Diosponga en nuestros corazones de un texto en la tran-quilidad del momento, él lo utilizará también en lasvidas de otros. Entonces, “¡Predícalo! Debe ser ins-pirado”.

Tomemos como ejemplo uno de esos maravillososversos de calendario de cocina, Filipenses 4:13: “Todolo puedo en Cristo que me fortalece”.

¿Cómo abordamos este texto? Comenzamos a le-erlo personalmente, como si Pablo lo hubiera escritodirectamente a nosotros. Luego leemos “todo” como“cualquier cosa”. Creemos que, por supuesto, estetexto se refiere a cualquier cosa. Cuando nos enfrenta-mos a todo tipo de obstáculos, Dios nos da la fuerzapara vencer. ¿Necesito un ascenso en el trabajo? Diosme da la fuerza. ¿Necesitamos un lanzamiento de trespuntos en los últimos veinte segundos para ganar elpartido? Dios da la fuerza. ¡Qué inspiración! Es unverso perfecto para cualquiera de esos momentos enlos que necesitamos tener éxito. Y dado que hemos en-tendido el texto de forma devocional, es tentador subiral púlpito y predicarlo de esa manera.

El problema es que al cavar un poco más vemos quePablo no está hablando de “cualquier cosa”. Solo conleer unos pocos versos anteriores o posteriores, nos da-mos cuenta de que este versículo es parte de las pala-bras de Pablo sobre el sufrimiento en la cárcel. Está ha-blando de la supervivencia. No está hablando de as-

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censos y tiros ganadores, sino de soportar las dificul-tades para que el evangelio pueda avanzar (cf. Fil.1:12). No se necesita mucho para deshacer nuestra casiinspirada lectura devocional. Solo hacen falta dos otres versos.

Este tipo de predicación “inspirada” es un juegopeligroso. Es completamente subjetiva. Cuando dete-nemos el trabajo duro de entender las palabras que elEspíritu nos ha dado y trabajamos exclusivamente enla “mente del Espíritu”, nos convertimos en la auto-ridad final sobre el significado. Empezamos a estable-cer “verdades” y “consejos” que no pueden ser niprobados ni apoyados bíblicamente. Podemos hacerlopor buenas razones, como nuestro sentido de la saludmoral de nuestra gente o como un genuino deseo derenovar el mundo en el que vivimos. Pero, no obs-tante, comenzamos a funcionar fuera de la doctrinaortodoxa. Confundimos “así dice el Señor” con “asíme ha dicho”. Pedimos a nuestras congregaciones queconfíen en nosotros en vez de confiar en la Palabra.

Ahora, tú y yo probablemente no estamos deacuerdo con esta teoría cuando se trata de la Biblia.Sin embargo —inconscientemente— a menudo traba-jamos como si lo estuviéramos.

¿A qué se parece esto? Muchos predicadores —par-ticularmente jóvenes predicadores— van al texto enprimer lugar para su propia edificación o crecimientoespiritual. Esta práctica no es inherentemente mala, yla predicación devocional no es algo inherentemente

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malo. Todos deberíamos ser espiritualmente conven-cidos y conformados por y a la imagen de Cristo enel texto. El problema es que somos fácilmente tenta-dos a saltar de cómo el Espíritu ejerce una impresióndel texto en nosotros a cómo el Espíritu obra en nues-tra congregación. De esta manera, estamos ante algomuy similar a la predicación impresionista, pero ves-tido con piedad en vez de practicidad.

Solo para evitar confusiones, no estoy diciendo queel Espíritu no tenga ningún papel en la predicaciónexpositiva. Afirmar esto sería un error terrible. Si bienes cierto que las personas se convierten y maduran através de la predicación expositiva, la palabra delevangelio debe estar unida a la obra del Espíritu, paraque pueda haber convicción de pecado, regeneración,arrepentimiento, fe y perseverancia a largo plazo. Opara decirlo de otra manera: “Ni el que planta esalgo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento”(1 Co. 3:7).

Resulta que esta “reciente” colaboración entre unalectura devocional de la Biblia y la predicación —y es-pecialmente su apelación al deseo de la contextualiza-ción de ser espiritual— no es tan nueva como podría-mos pensar. Una de sus versiones se desarrolló entre fi-guras teológicas como Karl Barth y el movimiento neo-ortodoxo en la primera parte del siglo XX. La alta crí-tica alemana había “probado” que el texto de la Bibliahabía sido corrompido, o al menos eso se pensaba. Ydebido a que el texto había sido corrompido, los lec-

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tores de la Biblia no podían determinar la intención ori-ginal del autor de una forma auténtica. Barth y el mo-vimiento neo-ortodoxo tuvieron en general un altoconcepto de las Escrituras, pero admitieron ciertospuntos de la alta crítica con respecto a la inspiraciónverbal. Así, en una iglesia neo-ortodoxa, la noción deresponder a la Biblia diciendo: “Esta es la Palabra delSeñor”, ya no era sostenible. Más bien, el lector debíadecir algo más parecido a: “Escucha hasta que la Pala-bra de Dios hable”. La suposición era que lo único quenos queda es el Espíritu, por tanto, más nos valdría es-cuchar a alguien que lo haya oído.

Solo una generación más tarde, algunos dentro delevangelicalismo ya se están moviendo más allá de Barthhacia la predicación inspirada o guiada por el espíritu.Pero, ¿somos confiables? Sin duda el Espíritu Santo esdigno de confianza y puede —milagrosamente— im-plantar su intención en nosotros intuitivamente. Pero,¿nos absuelve esta posibilidad de hacer el duro trabajode la exégesis? ¿Por qué el Espíritu se habría molestadoen inspirar las Escrituras en primer lugar? ¿No es po-sible que el Espíritu obre tanto a través de la investiga-ción como de la meditación? Al adoptar un enfoquetan subjetivo de la interpretación como la predicación“inspirada”, ¿no estamos en riesgo de ignorar lo queDios quiso decir con su Palabra favoreciendo lo quenosotros queremos predicar? ¿Estamos conformándo-nos al espíritu de este siglo —del que somos parte ne-cesariamente— en lugar de a la profundidad de su Pa-

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labra?RECAPITULANDO ANTES DE CONTINUARLa adhesión ciega a la contextualización es un pro-blema muy real para los predicadores. Nos tienta abuscar la relevancia sin crítica ni control, y esto da lu-gar a la mayor de las superficialidades cuando se tra-baja el texto. En este capítulo hemos visto este pro-blema desde tres ángulos. En primer lugar, exploramoslo que ocurre en el estudio del predicador cuando elcontexto cultural dirige el sermón, en lugar de ser unafuente de información. Terminamos desplazando el re-alismo del texto bíblico por algo impresionista, en elmejor de los casos. En segundo lugar, una adhesiónciega a la contextualización a menudo nos hace errarel blanco de un uso adecuado de la Biblia en el púlpito.Muchos de nosotros sufrimos de una adicción a serprácticos y a la noción de que podemos predeterminarlo que nuestra gente necesita oír. Cuando hacemos esto,bebemos del grifo de la predicación ebria. En tercer lu-gar, una adhesión ciega está conectada cada vez más ala práctica devocional privada del predicador. Los pre-dicadores quieren algo “fresco” y “espiritual”. Y luegonosotros hacemos pasar nuestros propios sentimientosespirituales o frescos como si fuesen el mensaje de Dios.Como resultado, la predicación “inspirada” desplazaa la predicación expositiva.

Es acertado preguntar: ¿hay alguna forma sencillade expresar cuándo nuestra tendencia hacia la contex-tualización termina yendo mal? Creo que sí.

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El lado derecho de esta ilustración muestra la res-ponsabilidad del predicador con el contenido de la Pa-labra de Dios: interpretar correctamente. Esta es unaparte esencial de nuestro trabajo. Todos queremos serfieles. La Biblia nos da las palabras del Dios vivo. Ellado izquierdo nos apunta en otra dirección en la quetenemos responsabilidad: hacerlo entendible. Esto tam-bién es esencial. ¿Quién de nosotros no quiere ser fruc-tífero? El predicador se encuentra entre estas dos tareascada semana. Ambas lo presionan, cada una exigiendosu tiempo y atención. Y muy a menudo, el predicadorteme que no sea posible tener un compromiso total conuna sin dejar a la otra atrás.

Como resultado, el predicador empieza a conversarconsigo mismo de esta manera: “Si me muevo en la di-rección de dedicar mi tiempo de preparación para in-terpretar correctamente, temo que pueda terminarsiendo demasiado cerebral, demasiado intelectual, yperdería el impacto vital de hacerlo entendible. Des-pués de todo, no puedo darme el lujo de ser conocidocomo un pastor de la Palabra si eso significa perder miidentidad como predicador lleno del Espíritu. ¿Notengo la responsabilidad de hablar al corazón, no solo

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a la mente? Mis mensajes deben mostrar credibilidada nivel de la calle. Estoy cansado de los predicadoresque solo piensan acerca de la conversión espiritual.Quiero decir, la ortodoxia es importante, pero si la con-textualización no me guía en mi trabajo, nunca alcan-zaré la ortopraxis. Sé que hablo de un texto pero, alfin y al cabo, estoy aquí para provocar un impactohoy”.

Cada vez que este argumento surge en el corazón yen la mente de aquellos llamados a predicar —esta sen-sación de que interpretar bien y hacerlo entendible sonsocios imposibles— puedes estar seguro de que la ad-hesión ciega a la contextualización está al acecho conla predicación impresionista, la ebria, y la “inspirada”,listas para tomar la iniciativa.

Por supuesto, los dos compromisos de interpretarbien y hacerlo entendible no son socios imposibles.Charles Simeon y todo predicador expositivo sólidoque conozco han encontrado una forma de mantenerambas cosas. Espero que los tres capítulos siguientes temuestren un enfoque para preparar sermones que tepermita unirte a ellos en la labor fiel y fructífera de laexposición bíblica.

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Concluimos el capítulo 1 diciendo que es posible “in-terpretar correctamente el texto” y “hacerlo entendi-ble”. No tenemos que elegir entre una cosa o la otra.Se pueden hacer ambas, y bien hechas.

Pero, ¿cómo? ¿Cómo podemos preparar mensajesque sean a la vez fieles al texto y fructíferos para hoy?¿Y cómo lo hacemos evitando nuestra tendencia haciauna adhesión ciega a la contextualización?

Hay una manera, y los buenos expositores parecenponerla en práctica. Los tres capítulos siguientes expo-nen un proceso de tres partes —una mentalidad de tra-bajo— que sigue este curso: (1) la exégesis; (2) la refle-xión teológica; y (3) las implicaciones para hoy.

LO PRIMERO ES LO PRIMEROToda predicación debe comenzar con la exégesis. Paradecirlo de otra manera: la contextualización, la refle-xión teológica, y los temas de actualidad hay que man-tenerlos a raya (deberíamos estar comprometidos conun proceso de preparación que mantiene primero loprimero). Con esto quiero decir que un predicador fiel

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inicia el proceso de preparación del sermón prestandoatención a la audiencia original del texto bíblico y a lospropósitos del texto para aquellos lectores. Esta pri-mera audiencia se convierte en la primera preocupa-ción del predicador de tres maneras. De una u otraforma, el expositor:

1. Da al contexto bíblico —en lugar de a su propiocontexto— el control sobre el significado deltexto.

2. Escucha atentamente hasta que sabe cómo eltexto encaja en el mensaje general del libro.

3. Observa la estructura y el énfasis del texto.

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¿Te diste cuenta de que nada en la lista anterior serefiere a la contextualización? La contextualización esimportante —como veremos en el capítulo 4— pero losbuenos expositores bíblicos se entrenan para mante-nerse a distancia de ese paso hasta una fase posteriordel proceso.

La contextualización es una buena pareja de baile,pero nunca deberíamos permitirle llevar la iniciativa.Ponla antes de los pasos exegéticos en tu secuencia depreparación, y los problemas surgirán rápidamente. Elproblema es que demasiados de nosotros relegamos laexégesis en nuestra preparación, y vestimos el mensajecon un corto vestido rojo de contextualización centrán-donos en la cultura y en nuestra habilidad para conec-tar con ella. Es como si quisiéramos agarrar la contex-tualización y hacerla dar vueltas en círculos, para mos-trar sus largas piernas y tacones altos.

Para muchos de nosotros, entonces, nuestro mayordesafío será reorientar lo que debe tener el primer lu-gar. El primer paso hacia la predicación expositiva estratar la contextualización como a tu pareja de baile.La diriges en el baile de la exposición. De la otra formasimplemente no va a funcionar. Todavía recuerdodónde estaba sentado el día en el que entendí esta reo-rientación mental.

EL DÍA QUE ME DI CUENTAYo tenía veintinueve años cuando Steve Bickley —pas-tor y amigo— me presentó a Dick Lucas. Lucas ya se

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ha retirado como rector de St. Helen’s BishopsgateChurch en Londres. Bickley hizo posible que Lucas pu-diera pasar un día con los que estábamos en el equipopastoral de College Church con Kent Hughes. Ese fueel día en el que me di cuenta —en el que todos nos di-mos cuenta— de verdad.

Dios usó rápidamente a Lucas para desafiar nuestroenfoque convencional de la preparación del sermón.En dos horas que pasaron muy rápido, nos situó en elmundo de un pasaje muy familiar: 1 Corintios 13.Cuando terminó de poner a prueba nuestro conoci-miento, nuestra preparación para la predicación habíaencontrado una nueva dirección. Había puesto nues-tros pies en un camino mejor, el cual todavía me guíaen el día de hoy.

Primeramente, Lucas nos pidió que mantuviéramoslo primero en primer lugar. Esto era más difícil de loque me imaginaba. Siempre había oído que 1 Corintios13 era “el capítulo del amor”. Solamente había sidoexpuesto a este texto en las bodas. En esas ocasiones,el enfoque del predicador al texto —debido a la con-textualización— era gobernado por el feliz evento quetenía lugar ante nosotros. Los días de boda se rigen porlos temas de ánimo y celebración, y las homilías quehabía oído acerca del texto estaban envueltas con estossentimientos. Para decirlo de otra manera, la audienciaque estaba en frente del predicador gobernaba el mo-mento. No importaba la audiencia para la cual se es-cribió la carta originalmente.

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En segundo lugar, Lucas nos condujo a un períodode observación. Nos pidió que suspendiéramos el juiciopor un momento en cuanto a lo que significaba el textoo cómo se podría aplicar para hoy, y en su lugar queconsideráramos el capítulo en su contexto literario in-mediato. Cuando lo hicimos, vimos que 1 Corintios 13está ubicado entre dos capítulos que tratan acerca delos dones espirituales y, en particular, acerca de la rela-ción entre los dones y la madurez espiritual (12:1, 4,9, 28, 30, 31; 14:1, 37).

En tercer lugar, Lucas nos pidió buscar los términospara los dones y la madurez espiritual en textos previosde la carta. Quiso que escucháramos atentamente hastaque supiéramos cómo nuestro texto encajaba en elmensaje general del libro. Eso nos llevó al 1:4-7, dondePablo dice que los corintios son un grupo de personascon dones. De hecho, no les faltaba ningún don en ab-soluto. Pero en el 3:1, Pablo arremete contra esta con-gregación increíblemente llena de dones por ser espiri-tualmente inmadura. Incluso les llama bebés espiritua-les (vv. 1-2).

Empezamos a ver con claridad que algunos en Co-rinto se habían confundido en cuanto a la relación queexiste entre los dones y la madurez. Habían empezadoa pensar que ciertos dones —“lenguas” en este caso—les daban ventaja en madurez espiritual. Nuestras men-tes comenzaron a acelerarse. ¿Qué estaba diciendo Pa-blo realmente sobre el amor en el capítulo 13? ¿Los es-taba reprendiendo por su falta de amor? ¿Fue la pri-

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mera intención del Espíritu para el “capítulo del amor”corregir en vez de animar (en la apariencia de senti-mentalismo)?

En cuarto lugar, Lucas nos mostró cómo el contextode todo el libro estaba vinculado con el vocabulario delcapítulo 13. Piensa en el capítulo 13: “[el amor] no seenvanece”. ¿Aparece este lenguaje previamente en lacarta? Así es, y el uso previo de Pablo no es halagador:“Y vosotros estáis envanecidos” (5:2).

Lucas entonces se detuvo y nos permitió que asimi-láramos todo. Nos dimos cuenta de que este capítulohabría caído en la congregación de Corinto como unabomba. ¡Pablo estaba hablando acerca del amor preci-samente porque era lo que a los corintios les faltaba!Podrían haber sido un grupo con dones, pero todavíaeran bebés. Pablo quería que crecieran, que fuesencomo él, un “hombre” caracterizado por el amor, locual para él era madurez.

Habíamos llegado a Corinto —con la primera au-diencia— e irónicamente nos encontrábamos mejorpreparados para predicar un mensaje relevante para lagente de Chicago.

En mi caso, caí en la cuenta justo allí en ese mo-mento. Pude ver los componentes necesarios para cual-quier predicador que tenga que hacer exégesis. Diosusó ese día poderosamente para reordenar nuestro en-foque de la preparación del sermón. Fue una experien-cia que nos cambió. Nuestro apetito por la Palabra deDios fue renovado y adquirimos un nuevo compromiso

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para lo que exigiría llegar a ser expositores del textosagrado.

Cuando la audiencia original o primera se convierteen tu primera preocupación, ves las cosas de un mododiferente. Permíteme ilustrar esto con un telescopio.Los telescopios nos permiten ver lejos en el cielo. Gali-leo los hizo famosos usando uno para ver cráteres enla luna, así como los millones o incluso billones de es-trellas suspendidas en la galaxia de la Vía Láctea. Laidea detrás de la invención es simple. Tomas dos lentes—una mayor que la otra— y las conectas con un cilin-dro deslizable. La lente más grande es curva, con la ca-pacidad de magnificar la imagen. La lente más pequeñaes simplemente un ocular que permite ver cosas distan-tes más de cerca. Mantén un telescopio de la maneracorrecta y descubrirás cosas increíbles. Pero agarra eltelescopio incorrectamente y el objeto a la vista de re-pente aparece distorsionado, pequeño y desenfocado.Se pierde la belleza y la forma del objeto.

El mismo principio se puede aplicar a tu proceso depreparación del sermón. Si quieres ser un buen exposi-tor bíblico, necesitas disciplinarte para poner primerotu vista en los oyentes originales. Esto evitará que dis-

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torsiones la forma de tu texto y te ayudará a ver lo queel Espíritu Santo pretende para tu congregación.

Dicho esto, hay cosas que el ojo no puede llegar apercibir. No creo que pueda hacer el trabajo exegéticopor mi cuenta. Por ello, antes de sentarme a estudiarla Biblia, siempre oro. Aunque hay medios ordinariosde estudio, necesito la ayuda extraordinaria del Espí-ritu en el proceso. Y aunque voy a compartir algunascosas prácticas que puedes hacer en tu estudio en laspáginas siguientes, debes entender que estás a la mer-ced del Espíritu Santo a la hora de entender el texto.

1. DA CONTROL AL CONTEXTO BÍBLICOAl llegar al trabajo práctico, he encontrado útil pensaracerca del contexto de dos maneras diferentes: el con-texto literario y el contexto histórico. Se trata de dosideas relacionadas y que a menudo se solapan, perovale la pena entender la diferencia. El contexto histó-rico se refiere a las circunstancias o a la situación queimpulsó el texto. Esto puede exigirte tener que entenderculturas antiguas. Puede que necesites fortalecer tucomprensión de la historia bíblica. O quizás tendrásque estudiar un libro entero en un esfuerzo por recons-truir la situación que enfrentaba la primera audiencia.

El contexto literario, por otro lado, es simplementeel texto alrededor de tu texto. Considera la estrategiade redacción o edición del autor y plantea la preguntade por qué ha organizado su libro como lo ha hecho.Los versículos o capítulos que preceden o siguen a un

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texto dan un flujo o una forma que nos ayuda a enten-der el significado del texto.1

Veamos un ejemplo de cómo el significado de untexto debería ser controlado por su contexto en lugardel nuestro. En 2 Corintios 6:14-15 leemos:

No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; por-que ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injus-ticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Yqué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el cre-yente con el incrédulo?

Hubo un día en el que prediqué un mensaje basado eneste texto con la intención de ayudar a mi gente a pen-sar acerca de los asuntos relacionados con el matrimo-nio o la elección de socios en los negocios. De hecho,este es el verso que da lugar a cosas como las páginasamarillas cristianas.

El problema es que si cavamos un poco más pro-fundo en el contexto histórico, veremos que el escritorno nos está hablando directamente a nosotros. Pablohabía estado argumentando en contra de la afinidad delos corintios para proteger a maestros populares y or-gullosos que llevaban a cabo su ministerio de una ma-nera que evitaba la persecución a toda costa. Estos “su-perapóstoles” habían llevado a la gente lejos del evan-gelio y lejos de Pablo. ¡Y Pablo los quería de vuelta!Los quería unidos en un mismo yugo con él. Hablandohistóricamente, por tanto, nuestro enfoque de este

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texto debería ser controlado por la preocupación dePablo en cuanto a nuestra unión con los falsos maes-tros. No tiene nada que ver en primer lugar con quiénte casas o con quién te asocias en los negocios.

El contexto literario de estos versos confirma esto.En los versículos anteriores, Pablo dice a los corintiosque su corazón ha estado abierto a ellos, inclusocuando sus corazones han estado cerrados. Él suplica:“Ensanchaos también vosotros” (6:13), un llama-miento a estar estrechamente unidos bajo un mismoyugo junto a él. Y él vuelve a esta súplica en los versosque siguen a nuestro pasaje: “Admitidnos” (7:2).

Conocer los contextos históricos y literarios puedecambiar todo para ti. Los buenos expositores bíblicospermiten que estos contextos controlen el significadodel texto. Por tanto, lo primero que deberías hacer escomenzar a leer los versículos y los capítulos que estána ambos lados de tu texto. Empieza a preguntarte a timismo una serie diferente de preguntas. ¿Por qué estáeste pasaje aquí en este lugar? ¿Cómo encaja mi pasajedentro de una sección más amplia? ¿Cuál es la situa-ción que enfrenta la primera audiencia o —depen-diendo del género— los primeros lectores?

2. ESCUCHA LA LÍNEA MELÓDICAAl inicio de este capítulo mencioné que hay tres formasprácticas de mantener lo primero en primer lugar. Ha-biendo examinado la primera —dar control al contextobíblico—, veamos la segunda: escuchar atentamente el

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texto hasta que sepamos cómo encaja en el mensaje ge-neral del libro.

Los mejores predicadores son normalmente los me-jores oyentes. Empiezan su estudio con oídos atentospara escuchar. Si este es nuestro papel, entonces másvale que aprendamos a hacer exégesis con nuestros oí-dos, ¡además de con nuestra mente! Todo buen expo-sitor que conozco hace exégesis escuchando las cosasúnicas que Dios dice en el libro que está exponiendo.Hace años, Dick Lucas representó el principio de estaforma:

Una línea melódica es una breve secuencia de notasque forman una porción distintiva de una canción.Puede ser parte de la melodía principal que se repitey varía. Los libros de la Biblia funcionan de la mismamanera. Cada libro tiene una línea melódica, unaesencia que informa acerca de lo que trata el libro. Ycada pasaje en el libro, entonces, servirá a esa líneamelódica de algún modo. Así, en la predicación, po-dríamos preguntarnos: ¿cuál es la esencia de mi libro?

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¿Y de qué forma mi pasaje en particular está infor-mando al libro y cómo este está informando al pa-saje?

La ventaja para los predicadores es esta: si sabemos dequé trata el libro entero, podemos manejar mejor cadapasaje individual. También hay un segundo beneficioimportante. Si usamos la línea melódica en nuestra pre-dicación, nuestra gente aprenderá gradualmente de quétrata el libro, incluso si no recuerdan sermones indivi-duales.

Entonces, ¿cómo encontramos la línea melódica deun libro?

Déjame decirte cómo lo hice cuando estudiaba enla secundaria. En varias ocasiones, tenía que leer un ex-tenso libro o novela. Inevitablemente, mis profesoresme informaban cuando se acercaba un examen. Ypuesto que la biblioteca de la escuela no tenía las guíasde estudio CliffsNotes, averigüé cómo encontrar elmensaje principal de un libro rápidamente. En primerlugar, buscaba un párrafo en alguna parte de la intro-ducción que ofreciera algún tipo de tesis o declaraciónde propósito. Después leía el primer capítulo y el úl-timo. Finalmente, regresaba al índice y —basándomeen lo que había leído— trataba de buscar las conexio-nes entre los títulos de los capítulos.

Usé intuitivamente diferentes estrategias para en-contrar la esencia de un libro: leer el libro de principioa fin, leer y releer el principio y el final, buscar pala-

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bras, conceptos y frases importantes que se repiten, ycazar declaraciones de propósito.

Estas mismas herramientas pueden ayudarte a en-contrar la línea melódica de un libro de la Biblia. Des-cubrí el beneficio de agregar este elemento a mi prepa-ración del sermón hace unos años. Quise predicar através del breve libro de Judas. Terminé predicandoocho mensajes, y disfruté de cada minuto. No obstante,conseguir la línea melódica requirió un verdadero es-fuerzo.

De principio a finMucho antes de comenzar la serie de Judas, incorporéla carta a mi plan privado de lectura simplemente le-yéndola de principio a fin (¡no es difícil para un librode tan solo veinticinco versículos!). Sugeriría hacer estopara cualquier libro que vayas a predicar. De hecho,siempre es bueno leerlo completo de una vez. El libroempezará a hacerse familiar. Llegar a conocerlo en suspropios términos —escuchándolo con atención— ge-nerará grandes dividendos cuando lo prediques.

La lectura del principio y el finalUn compositor a menudo comenzará y terminará unapieza musical con una línea melódica, incluso si la des-arrolla a lo largo de la pieza. Lo mismo es cierto paralos libros de la Biblia. Cuando supe que iba a predicarsobre Judas, pasé tiempo leyendo y releyendo solo elprincipio y el final del libro. Un único sonido empezó

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a surgir: ser guardados. En el versículo 1 Judas dice queél escribe a los que están “guardados en Jesucristo”. Yen el versículo 24, se refiere “a aquel que es poderosopara guardaros sin caída”. En ese momento de mi pre-paración, me sentí listo para hacer una hipótesis pro-visional acerca del tema de Judas (somos guardadospor Dios para Cristo).

Palabras, conceptos y frases repetidasEn este punto de la fase exegética, estaba listo paraprobar mi declaración provisional sintonizando mioído con el contenido de la carta. ¿Desempeñaba laidea de ser guardados por Dios para Cristo un papelsignificativo en la estructuración del cuerpo de la carta?Encontré que sí. La misma palabra usada para guarda-dos en el versículo 1 —de la cual guardaros en el verso24 es sinónimo— se repite cuatro veces más: dos vecesen el versículo 6, una vez en el versículo 13 —traducidacomo “reservada”—, y otra vez como imperativo en elversículo 21. Si bien este descubrimiento fue emocio-nante, ¡el uso repetido de esta palabra desafió mi líneamelódica inicial! A aquellos que son guardados paraJesús al principio y al final de Judas, se les dice en elcuerpo de la carta que deben mantenerse en el amor deDios. Y esto está en contraste con los ángeles caídos ylos falsos maestros, quienes no se guardaron a sí mis-mos, por lo que están siendo guardados en juicio. Si enese momento alguien me hubiera preguntado de quétrata Judas, habría dicho: aquellos que están siendo

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guardados por Dios para Jesús tienen la responsabili-dad de mantenerse en el amor de Dios.

La declaración de propósitoFinalmente, volví a leer la carta con la esperanza de oíruna declaración de propósito.2 No tomaría muchotiempo encontrarla. Judas 3 me llamó la atención:“Amados, por la gran solicitud que tenía de escribirosacerca de nuestra común salvación, me ha sido nece-sario escribiros exhortándoos que contendáis ardien-temente por la fe que ha sido una vez dada a los san-tos”. Esta declaración me permitió oír la calidad tonalde Judas. Cualquiera que fuese la línea melódica, eranecesario que contuviera un sentido de urgencia. ¡Nadamenos que la salud y la santidad de la iglesia estabanen juego!

Judas no es una seca oda teológica que explora lostemas de ser guardados y de guardar en términos de larelación entre la soberanía de Dios y la responsabilidadhumana. No. Esta breve y potente carta es un frag-mento de partitura apasionado. Mi línea melódica ne-cesitaría ser afilada por tercera vez: dado el peligro delmomento, la salud y la santidad de la iglesia demandanque aquellos que están siendo guardados por Dios paraJesús contiendan por la fe manteniéndose a sí mismosen el amor de Dios.

Ahora tenía una línea melódica. También habíaaprendido dos lecciones importantes durante esta partede mi preparación. No solo predicaré mejor cada pa-

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saje individual si sé cómo se relaciona con el mensajegeneral del libro, sino que cada estrategia de escuchaempleada en esta parte del proceso exegético juega unpapel importante en mi comprensión global. Una únicaherramienta para descubrir la línea melódica de un li-bro no será suficiente.

3. OBSERVA LA ESTRUCTURA Y EL ÉNFASISAdemás de dar control al contexto bíblico y escucharla línea melódica, los expositores bíblicos hacen unacosa más durante la fase exegética de la preparación.Trabajan para entender la estructura esquelética deltexto que van a predicar. Se preguntan: ¿Cómo ha or-ganizado el autor este texto? ¿Qué revela la organiza-ción acerca del énfasis pretendido por el autor?

En How to Read a Book (Cómo leer un libro), Mor-timer Adler observa:

Cada libro tiene un esqueleto entre sus cubiertas. Tutrabajo como lector analítico es encontrarlo. Un librote viene con carne en sus huesos y con ropa sobre sucarne. Está completamente vestido… debes leer el li-bro con ojos de rayos X, ya que captar su estructuraes una parte esencial de nuestra aprehensión de cual-quier libro.3

Si Adler tiene razón, entonces no puedes comprenderel mensaje de un texto hasta que no hayas compren-dido su estructura esquelética. Dicho de otra manera,

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una buena exposición bíblica requiere que veas los hue-sos y la médula del texto bíblico por ti mismo.

Y cuando se trata de la predicación, podemos decirincluso más:

Cada texto tiene una estructura.La estructura revela el énfasis.Mi sermón debería someterse correctamente a la forma

y al énfasis del texto.

Este aspecto de la exégesis nos lleva de vuelta a la de-finición de la predicación expositiva que di en la intro-

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ducción: es la predicación poderosa que somete correc-tamente la forma y el énfasis del sermón a la forma yel énfasis de un texto bíblico.

Para la mayoría de nosotros, este es nuestro pro-blema. Subimos al púlpito sin comprender la estructuraesquelética del texto. Como resultado, no tenemos muyclaro el significado del texto, y cuando nos bajamos delpúlpito, nuestra gente no está en un mejor estado. En-tonces, ¿cómo encontramos la estructura de un texto?

Usa estrategias de lectura que funcionen bien en cualquier lugarAl tratar de encontrar la estructura de un texto bíblico,tendrás que comenzar con estrategias simples que re-sulten útiles, independientemente de dónde estés en laBiblia.

En primer lugar, trabaja a partir de una traducciónpalabra por palabra del texto. Por supuesto, si puedes es-tudiar en las lenguas originales, esto te ayudará. Pero unatraducción palabra por palabra —en lugar de una queva idea por idea— en general hace que las palabras indi-viduales sean más consistentes, lo que debería hacer quelos huesos sean más visibles. Dicho esto, ninguna traduc-ción logra esto por completo. Puede que te resulte útilconsultar varias traducciones. Ahora, comprende bien loquiero decir. Estamos hablando de una preparación pri-vada enfocada en la búsqueda de la estructura. Cuandose trata de la predicación, puede haber varias buenas ra-zones para utilizar traducciones menos literales.

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En segundo lugar, me ha resultado de ayuda hacermi propia traducción del texto. El proceso me enlen-tece, pero empiezo a ver lo que el autor está haciendo,y cómo cada parte se relaciona con la unidad más am-plia.

En tercer lugar, lee, relee, y lee el texto otra vez, len-tamente y en voz alta. Cuanto más tiempo pases en eltexto, mejor verás cómo funciona.

En cuarto lugar, a medida que lees, busca palabras,frases e ideas que se repitan. Si el objetivo es encontrarla estructura y el énfasis, las expresiones que se usancon frecuencia normalmente serán grandes pistas a lahora de ver el énfasis.

Debes entender qué tipo de literatura estás estudiandoAunque algunas estrategias funcionan bien en toda laBiblia, el hecho es que no toda la literatura funcionade la misma manera. No tomarías un periódico y lo le-erías con las mismas herramientas que usarías para leerun poema. No leerías una novela como leerías una re-ceta. Y no deberías leer cada libro de la Biblia de lamisma forma, tampoco.

La Biblia tiene diferentes géneros: narrativa del An-tiguo Testamento, profecía, lenguaje apocalíptico, sa-biduría y poesía, las Epístolas, los Evangelios y los He-chos. Dentro de estos diferentes géneros, tienes tres ti-pos básicos de textos: el discurso, la narrativa y la po-esía. Como regla general, no descubrirás la estructura

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de un salmo —poesía— usando las mismas estrategiasde lectura que emplearías en un Evangelio (muy pro-bablemente una narrativa o un discurso). Saber cómofunciona cada uno de los diferentes tipos de texto, teayudará a saber qué herramientas los descifran mejor.

Hablando en general, el discurso es material ha-blado. Es lógico y lineal. Lo encontramos con más pro-minencia en las Epístolas. También lo encontramos enlos libros de historia del Antiguo Testamento, en losdiscursos de los libros proféticos y apocalípticos, y enlos sermones de los Evangelios y de los Hechos. Paraencontrar la estructura de un discurso, es útil escribirel texto en un trozo de papel sin los saltos de los pá-rrafos o quitando los números de los versículos dadospor los editores de nuestras biblias. Esto es lo quellamo sacar el texto de la Biblia. Todas las cosas im-portantes que hay que buscar están relacionadas conla gramática. Busca palabras o frases repetidas, pala-bras claves, palabras de transición, el flujo de las ideas,las relaciones gramaticales, las clases independientes ydependientes, si el texto está escrito en primera (yo),segunda (tú) o tercera persona (él/ella), si contiene pre-guntas, expresiones declarativas o imperativas, y ca-racterísticas gramaticales similares. Esto es lo que po-dríamos llamar diagramación de frases. Si utilizas estasherramientas correctamente, normalmente encontrarásla forma y el énfasis de tu pasaje.

Una narrativa es una historia, y las historias tiendena seguir una estructura bastante distintiva. Así, mientras

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centrarse en la gramática puede ser útil para una epístola,son las escenas, la trama y los personajes los que ayuda-rán al predicador a ver la estructura y el énfasis de unanarrativa. Identificar diferentes escenas —donde la acti-vidad en el texto cambia de ubicación, por ejemplo—será probablemente el mejor punto de partida. Si tomaspasajes narrativos más largos para el texto de tu ser-món, los cambios de escena revelarán un principio or-ganizativo. En esas escenas —y en ocasiones a lo largode escenas— tendrás que buscar las tramas. Las tramassuelen tener cinco partes:

El escenario: El escenario incluirá normalmente•el lugar, la época y una introducción a los per-sonajes.

El conflicto: El conflicto es la parte de la historia•que proporciona tensión dramática y una sen-sación de que algo debe resolverse. Puede sermuy claro —como una amenaza violenta —, opuede ser muy sutil (como una confusión emo-cional).

El clímax: El clímax es el punto de inflexión,•donde se rompe la tensión dramática.

La resolución: La resolución es el resultado del•clímax, cómo se resuelve el conflicto.

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El nuevo escenario: El nuevo escenario es el re-•greso a un nuevo tipo de normalidad desde lacual surgirá el siguiente arco argumental.

Al tratar de identificar estas partes de la trama, las pre-guntas importantes que hay que hacerse son: ¿Cuál esel conflicto aquí? ¿Qué es lo que está proporcionandola tensión dramática? ¿Cuál es el punto de inflexión?¿Cómo se resuelve la tensión? Yo diría que el énfasisse encuentra en alguna combinación del clímax y partesdel conflicto y la resolución.

Por supuesto, entender cómo el autor retrata a lospersonajes —la gente de la historia— también es im-portante. Observa qué protagonistas presenta el autory cuándo. Fíjate en cómo cambian. Presta atención acómo el autor pasa del uno al otro. Si tienes un buenentendimiento de la trama y de los personajes, tendrásuna buena comprensión de la forma y el énfasis de lanarrativa.

La poesía es un tercer tipo de texto. La mayor partede la poesía en la Biblia está en la literatura sapiencialy en la literatura profética del Antiguo Testamento.Para encontrar la estructura, tendrás que considerar lasrepeticiones de palabras o incluso estrofas enteras (p.ej.: los Salmos 42 y 43 se organizan en torno a la es-trofa que comienza con “¿Por qué te abates, oh almamía?”). También deberás tener en cuenta los cambiosen las figuras y las estrategias gramaticales (como loscambios de énfasis en las personas o en los puntos de

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vista). Pero probablemente la estrategia más útil paraencontrar la estructura y el énfasis en la poesía es vercómo funciona el paralelismo en tu texto, particular-mente la transición entre tipos de paralelismo en eltexto. El paralelismo es el término técnico usado paradescribir una característica de la poesía hebrea, en laque las frases a menudo aparecen emparejadas —o aveces de tres en tres— y relacionadas o en correspon-dencia las unas con las otras de maneras específicas.Puede ser que la segunda línea repita la idea general dela primera, tal vez solo con una ligera amplificación.La segunda línea puede contradecir, negar, o hacer uncontraste con la primera. O la segunda línea puedecompletar el pensamiento de la primera. Estas diferen-tes relaciones entre la primera y segunda línea indicandiferentes clases de paralelismo. Ver los cambios en losparalelismos te ayudará a encontrar la forma y el én-fasis de tu texto.

EL PELIGRO DE PENSAR QUE HAS TERMINADOConseguir un buen manejo de las estrategias generalesy las estrategias específicas de cada género será un grancomienzo en la búsqueda de la estructura y el énfasisde tu texto. Y encontrar el contexto y el mensaje del li-bro son aspectos igualmente importantes de la exégesis.Recuerda, necesitas:

1. Dar al contexto bíblico —y no al tuyo propio—el control sobre el significado del texto.

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2. Escuchar atentamente hasta que sepas cómo tutexto encaja en el mensaje general del libro.

3. Observar la estructura y el énfasis del texto.

Dicho esto, no creo que estés listo para predicar toda-vía.

La exégesis no es suficiente. Hecha de forma ais-lada, la exégesis sola puede llevar a una predicacióndemasiado intelectual o meramente imperativa.

La predicación intelectual ocurre cuando conviertesa la primera audiencia en tu preocupación final. Es loque pasa cuando tomas un texto profundamente rele-vante y lo haces irrelevante escribiendo sermones que

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parecen un comentario académico. Haces el trabajo dela exégesis, pero te detienes. Terminas con discursosaburridos, inefectivos y llenos de notas al pie de pá-gina.

Encuentro este tipo de predicación particularmenteentre los predicadores jóvenes que cometen el error depensar que el sermón es —como dice mi amigo MikeBullmore— un contenedor de almacenamiento parameter todo lo que aprendieron acerca del texto esa se-mana. Bueno, no es eso. Simplemente tienes que evitarpredicar sermones excesivamente intelectuales.

El otro inconveniente de la exégesis aislada es quenos convertimos en predicadores de imperativos sola-mente. La Biblia está llena de imperativos y son rele-vantes. Pero los imperativos sin un contexto bíblico yteológico adecuado también se pueden aplicar de ma-neras muy equivocadas. Tal vez la versión más peli-grosa de esto es cuando descuidamos la etapa de refle-xión teológica (que veremos en el próximo capítulo).Si no consideramos el contexto del evangelio de la Bi-blia en su conjunto, incluso los imperativos con buenaexégesis se convierten en moralismo. Y esto fomentauna cultura legalista en nuestras iglesias.

Todo esto significa que vale la pena considerar lareflexión teológica, lo cual nos lleva al siguiente pasoen la preparación del sermón.

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LA REFLEXIÓN TEOLÓGICA

Como vimos al final del último capítulo, la predicaciónexpositiva que se detiene con la exégesis se convierteen algo meramente intelectual o excesivamente impe-rativo. Se convierte en algo académico o moralista. Lasiguiente fase de la preparación del sermón sigue siendonecesaria: la reflexión teológica. Sin esto, aún no estáslisto para predicar.

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¿Qué es la reflexión teológica? En términos simples,es una disciplina rigurosa y llena de oración que im-plica tomarse el tiempo para meditar en mi texto y vercómo se relaciona con el plan de redención de Dios. Esun ejercicio que plantea la pregunta de cómo mi pasajese relaciona con la Biblia como un todo, especialmentecon los actos salvíficos de Dios en Jesús.

LEYENDO LA BIBLIA CON LOS INSTINTOS DE JESÚSDespués de su resurrección, Jesús se une de forma anó-nima a algunos de sus discípulos en una caminata deonce kilómetros con rumbo a un pequeño pueblo lla-mado Emaús. Mientras caminan, él demuestra a estosdiscípulos cómo Moisés y todos los profetas —todaslas Escrituras— tienen que ver con él (Lc. 24:25-27).Más tarde esa noche se une al resto de los once y lohace de nuevo; les abre sus mentes para comprenderlas Escrituras, y para ver que lo que fue escrito acercade él en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmosdebe cumplirse (vv. 44-45). También les dice a estosapóstoles que se convertirían en testigos y que tomaráneste mensaje y lo predicarán a todo el mundo, comen-zando por Jerusalén. El registro de esta proclamaciónse captura en los Evangelios, en el libro de los Hechosy en las Epístolas.

Hay un principio aquí en lo que Jesús dijo. Todo elAntiguo Testamento y todo el Nuevo Testamento tie-nen que ver con él y con cosas particulares acerca deél. Los versículos 46-47 apuntan a cosas particulares:

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“Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo pa-deciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y quese predicase en su nombre el arrepentimiento y el per-dón de pecados en todas las naciones, comenzandodesde Jerusalén” (cf. “sufrimiento” y “gloria” en Lucas24:26). Sin duda, hay mucha profundidad en esta brevefrase. El gobierno implícito del Reino en la palabra“Mesías” y la inclusión de “todas las naciones” sonideas increíblemente ricas. No obstante, esta simplefrase constituye el corazón del evangelio. El evangelio—al menos para Jesús— se encuentra en todas las par-tes de la Biblia. Es lo que mantiene a la Biblia unida, ydebería instruirnos sobre cómo debemos acercarnos aella.

LEYENDO CON LOS INSTINTOS DE PABLOEs importante señalar que esta práctica de demostrarque Cristo está presente en todas las Escrituras no ter-mina con Jesús. Pablo también es un modelo. En He-chos, leemos que “Pablo, como acostumbraba, fue aellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, de-clarando y exponiendo por medio de las Escrituras, queera necesario que el Cristo padeciese, y resucitase delos muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decíade él, es el Cristo” (17:2-3). Los Hechos registran unlenguaje similar de Pablo en Atenas (17:17), Corinto(18:4), y Éfeso (18:19; 19:8).

La práctica de Pablo es consciente y rigurosa. Ycomo tal, nos enseña lo que se requiere de nosotros en

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nuestra lectura de la Biblia. En primer lugar, las habi-lidades para razonar, probar, y persuadir caracteriza-ban el enfoque de Pablo cuando predicaba a Cristodesde todas las Escrituras. Cada uno de estos términostiene un rico trasfondo en la filosofía moral helenísticay demuestra una práctica reflexiva rigurosa. En se-gundo lugar, Pablo empleó estas herramientas en diver-sos contextos (en la sinagoga y en el mercado, en lapresencia de ambos judíos y griegos). No había atajospara una audiencia u otra. En tercer lugar, Pablo en-contró maneras de predicar este mismo evangelio enlugares donde no podía asumirse ningún conocimientobíblico. Hay una manera de predicar a las personas quecarecen de un trasfondo y vocabulario bíblicos.

Pablo —como Jesús— creía que las Escrituras apun-taban a la muerte y resurrección de Jesús. Además, es-tos tres aspectos del ministerio de Pablo indican que lareflexión teológica es una tarea que requiere un durotrabajo.

LEYENDO CON LOS INSTINTOS DE SPURGEONTambién puede ser de ayuda considerar a una figuramás reciente cuyo enfoque de la lectura de la Bibliapone a Jesús en el centro. El gran predicador bautista—el Príncipe de los Predicadores— Charles HaddonSpurgeon capturó la idea de esta manera:

¿No sabe usted, joven, que desde cada pueblo y cadapequeña aldea de Inglaterra, donde quiera que esté,

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hay un camino a Londres? Así desde cada texto de laEscritura hay un camino a Cristo. Y mi querido her-mano, su trabajo es, cuando llega a un texto, decir,ahora, ¿cuál es el camino a Cristo? Nunca he encon-trado un texto que no haya tenido un camino a Cristoen él, y nunca haré ningún bien a menos que haya unaroma a Cristo en él.1

Spurgeon tiene los instintos correctos. Se pregunta,¿cómo mi texto anticipa o se relaciona con el evange-lio? Aunque no siempre habré estado de acuerdo consu manera de llegar al evangelio en sus sermones, desdelos textos bíblicos que predicaba, su pregunta es la co-rrecta. Y cómo la respondemos es increíblemente im-portante.

Aprender a reflexionar sobre tu texto específico entérminos de Jesús y el evangelio requiere un conoci-miento práctico de al menos tres disciplinas distintas einfluyentes. No puedes hacer el viaje para convertirteen un expositor sin ellas: el método histórico-crítico, lateología bíblica y la teología sistemática.

EL DESAFÍO DEL MÉTODO HISTÓRICO-CRÍTICOSi estás en un contexto académico como el mío, pro-bablemente una luz roja comenzó a parpadear en tumente tan pronto como leíste la palabra teológica enel primer párrafo de este capítulo. Y debería parpadear.Al fin y al cabo, la teología plantea el problema de lahistoria. La dificultad con el reto histórico es que a me-

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nudo no respetamos adecuadamente la parte exegéticade nuestro trabajo. Caemos en una reflexión teológicademasiado simplista, y o bien predicamos un evangeliosuperficial añadido a nuestro texto o predicamos doc-trina en lugar del texto. Estar en esta situación es maloy grave —al menos si predicamos así semanalmente—ya que desacopla el cristianismo de la historia.

Si nuestra predicación trata la situación histórica denuestro pasaje del Antiguo Testamento como algo irre-levante y como un mero trampolín para el evangelio,entonces estamos enseñando que la Biblia no está real-mente interesada en la historia. La historia se convierteen un contraste para el dogma teológico. En ese mo-mento, solo estamos a una generación de tener una vi-sión abstracta y espiritual de la resurrección, en lugarde tener la visión histórica. Estamos a una generaciónde ver la Biblia como una mitología moral, más quecomo la Verdad.

En otras palabras, es perfectamente posible que unanueva clase de predicadores evangélicos —a partir delobjetivo de predicar a Cristo desde todas las Escritu-ras— destruya el fundamento mismo de la predicacióncristiana.

Esta preocupación histórica no es nueva. JohnOwen —cuando publicó por primera vez su TeologíaBíblica en latín en 1661— planteó esta cuestión. Lostres primeros capítulos abordan la idea de la “teología”como algo que se superpone sobre el texto y sobre lahistoria de la Biblia. Esta preocupación permanece con

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nosotros hoy. Algunas escuelas académicas de teologíanotables —incluyendo una en mi barrio— todavía seniegan a llevar un teólogo a la facultad por esta razón.

Uno de los críticos más claros y capaces en el deseocristiano de leer todo a través de la lente de Jesús es Ja-mes Barr, un erudito del Antiguo Testamento que es-cribió principalmente en la última mitad del siglo XX.Él ve la predicación cristiana —o centrada en Cristo—con escepticismo, ya que con frecuencia no permite queel Antiguo Testamento hable por sí mismo. Más bien,el cristianismo es importado, o impuesto sobre él (hastatal punto que el Antiguo Testamento es silenciado). Se-gún Barr: “Si el cristianismo es en realidad importadoo impuesto [sobre el Antiguo Testamento], el efectoserá en realidad reducir el valor del AT para el cristia-nismo y su influencia sobre él. Debería producir resul-tados cristianos pero no debería ser cristianizado. Pero¿se puede hacer esto?”2

Aun con lo escéptico que es, Barr todavía enmarcael conflicto como una pregunta. ¿Se puede hacer? ¿Pue-den los pasajes del Antiguo Testamento ser predicadoscomo textos cristianos sin socavar lo que significaronen su contexto original? La pregunta de Barr es impor-tante.

Solo puedo imaginar lo que Barr podría pensar delsimplismo con el cual algunos predicadores cristianosabordan la visión de Dios en Habacuc 3. En ese capí-tulo, Dios aparece en luz brillante, vestido como unguerrero victorioso. Al descender a la tierra, Dios obra

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una salvación milagrosa para su pueblo, que ha sidotiranizado por sus enemigos terrenales. Para el exposi-tor que empieza —que tiene una adhesión ciega a lapredicación centrada en Cristo— este texto se cumpleen Jesús, quien obra una salvación poderosa para lospecadores. Pero Barr podría preguntar: “¿Qué derechotienes, expositor cristiano, para declarar que lo queDios prometió a Israel en relación a sus enemigos hu-manos en realidad se refiere a la victoria para todas laspersonas que están bajo el dominio de un adversarioespiritual?” ¿Ha desechado el joven predicador la his-toria a favor de una fe espiritualizada? ¿Ha perdido elcontexto histórico del texto?

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Este ejemplo de Habacuc 3 nos trae de vuelta a lacuestión de si los predicadores pueden conectar pasajesdel Antiguo Testamento con Cristo sin minar lo quesignificaba para la audiencia histórica original. ¿Hayun camino que siga el principio que Jesús enseñó enLucas 24 —que todas las Escrituras se relacionan conel evangelio— pero que no pierda el contexto históricodel texto? Por supuesto, también podemos hacer estapregunta en relación al Nuevo Testamento. Es muy fá-cil perderse en el contexto histórico del judaísmo delsegundo templo o en los trasfondos grecorromanos ynunca hacerse la pregunta de cómo un pasaje real-mente se relaciona con el evangelio. El desafío del mé-todo histórico-crítico tiene que ver con el cómo.¿Cómo podemos reflexionar teológicamente sobre untexto bíblico, sin comprometer su integridad histórica?

En primer lugar y sobre todo, esta cuestión de la re-flexión teológica debe comenzar con la oración. Es de-cir, el “trabajo” de la reflexión teológica solo puede ha-cerse a través de la oración. Hay una íntima conexiónentre la revelación de la identidad de Cristo —verlecomo el cumplimiento de las Escrituras— y los mo-mentos de calmada oración.

Lucas hace esta conexión en algunas ocasiones.Cuando Pedro responde a la pregunta de Jesús: “¿Yvosotros, quién decís que soy?” con “el Cristo deDios”, a los lectores se les había dicho que Jesús estabaorando solo (Lc. 9:18-20). En otras palabras, Lucasquiere que sus lectores sepan que Jesús fue revelado a

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Pedro en el contexto de la oración. La transfiguración,cuando Jesús fue revelado en su gloria como el Hijo, elElegido, tiene lugar después de que Jesús tomara a Pe-dro, Santiago y Juan para ir a la montaña y orar (Lc.9:28-36). Al comienzo del Evangelio, el anciano Si-meón y Ana son identificadas como personas piadosasde oración; declaraciones que aparecen justo antes deque Dios les revele a Jesús (Lc. 2:27, 37; cf. Lc. 2:28-32, 38). Aun cuando Dios revela la identidad de Jesúsen su bautismo, Lucas registra que los cielos se abrie-ron y que Dios habló, declarando a Jesús como su Hijo.Lucas dice que los cielos se abrieron cuando Jesús es-taba orando (Lc. 3:21-22).

Lucas no pudo haber sido más claro: Dios revela aJesús a la gente como consecuencia de la oración. Portanto, si realmente queremos que Jesús sea revelado ennuestra predicación —si realmente queremos descubrira Jesús como el mismo centro de todas las Escrituras—entonces tenemos que empezar con la oración en nues-tra preparación. Solo entonces podremos comenzaruna fase seria de reflexión teológica. Solo entonces po-demos avanzar hacia el trabajo de la teología bíblica yde la teología sistemática.

LA UTILIDAD DE LA TEOLOGÍA BÍBLICALa disciplina de la teología bíblica nos exige dar unpaso atrás y mirar el panorama completo de lo queDios ha dicho y hecho, y ver cómo todo se relacionacon el epicentro de su revelación: la muerte y resurrec-

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ción de su Hijo. A veces, defino esta disciplina comouna forma de leer la Biblia que sigue el desarrollo pro-gresivo del plan de redención de Dios en Cristo.

La disciplina de la teología bíblica ofrece a los pre-dicadores ciertos beneficios. Previene de la predicaciónque es meramente intelectual o moralista. Para poneresto positivamente, la teología bíblica te lleva —legíti-mamente— al corazón del evangelio cristiano desdetextos particulares de la Biblia. Mantiene lo principalcomo lo principal.

Entonces, ¿cómo funciona la teología bíblica?¿Cómo podemos utilizarla legítimamente en nuestrapredicación expositiva? ¿Cómo podemos hacer uso dela teología bíblica en la preparación del sermón? Creoque hay tres cosas que debemos hacer:

1. Adquirir una teología bíblica.2. Seguir la dirección del Nuevo Testamento.3. Hacer buenas conexiones con el evangelio.

Adquiere una teología bíblicaNo puedes usar lo que no tienes, por lo que el primerpaso debe ser adquirir una teología bíblica. Y la mejormanera de conseguirla es leer la Biblia consistente-mente y completamente. Nada te preparará mejor parahacer conexiones que tener un conocimiento profundoe interno de toda la Biblia. Adquiere el hábito de leer através de las Escrituras con regularidad y en oración.Busca la línea melódica a medida que lees cada libro.

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Cuanto más tiempo pases mirando el panorama gene-ral, mejor lo comprenderás.

Hay también buenas fuentes secundarias de teologíabíblica. Di mis primeros pasos con la Teología Bíblicade Geerhardus Vos, quien entendió que la Biblia fun-ciona en términos de épocas (mosaica, profética y elNuevo Testamento). Pasé de Vos a A History of theWork of Redemption (Una historia de la obra de re-dención) de Jonathan Edwards. Edwards dividió la his-toria en tres períodos también: de la caída hasta la en-carnación, de la encarnación hasta la resurrección y dela resurrección hasta el fin del mundo. Luego leí Gospeland Kingdom (Evangelio y Reino) de Graeme Golds-worthy, quien entiende el “Reino” como el tema do-minante que mantiene la Biblia unida (recomiendo queempieces con Goldsworthy). Si quieres algo simplifi-cado, lee God’s Big Picture (El gran panorama divino)de Vaughan Roberts. Si quieres algo todavía más sim-plificado —para el nivel de un niño de seis años— leeThe Big Picture Story Bible.

Por supuesto, a medida que vayas desarrollando másampliamente tu propia teología bíblica, todavía tendrásque hacer conexiones en tu preparación semanal de ser-mones. Pero recuerda, debemos hacerlo de tal forma querespete la historia y la literatura de la Biblia. No es tansimple como hacer la pregunta, ¿dónde está Jesús en mitexto? Cristo no se esconde debajo de cada piedra o de-trás de cada árbol. Tenemos que empezar con preguntasun poco más matizadas, como por ejemplo:

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¿Cómo afecta el evangelio a mi entendimiento•del texto?

¿De qué forma mi texto anticipa o se relaciona•con el evangelio?

No obstante, hacernos preguntas mejores no será sufi-ciente para completar toda la tarea.

Sigue la dirección del Nuevo TestamentoLos primeros teólogos bíblicos —en el sentido de queunieron ambos testamentos— fueron los escritoresdel Nuevo Testamento. Difícilmente se puede pasaruna página del Nuevo Testamento sin ver una refe-rencia explícita a algo del Antiguo Testamento, porno mencionar las innumerables alusiones. Obvia-mente, esto es una gran ayuda para cualquiera quequiera involucrarse en la teología bíblica. El NuevoTestamento se convierte en algo así como la mina deoro de los métodos de la teológica bíblica. Si tu textose refiere a o conecta con otro texto —dentro delmismo testamento o especialmente a través de los tes-tamentos—, entonces has comenzado bien. Un granatajo que uso casi cada semana es un índice que vienecon el Nuevo Testamento griego Nestle –Aland 28thEdition. Incluso si no lees griego, este índice es útil,ya que hace una lista de todas las alusiones y citasdel Antiguo Testamento que hay en el Nuevo Testa-mento.

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Anteriormente en este capítulo sugerí que la meto-dología de Pablo en Hechos apunta a la necesidad dela meditación y del rigor para conectar las Escrituras ala realidad histórica de la muerte y resurrección de Je-sús. Pero creo que un rápido vistazo a su discurso enAtenas en Hechos 17:22-31 ofrece algunas ideas sobrecómo hacer tales conexiones. Aunque el discurso noexpone un texto bíblico en particular, sí que revela laforma evangélica de la Biblia. Esta forma es particular-mente evidente en cómo el sermón de Pablo sigue cier-tas categorías teológicas.

La introducciónPablo convierte objetos icónicos culturales en•una conversación acerca de Dios (vv. 22-23).

El cuerpoPablo empieza por el principio, con Dios cre-•ando los cielos y la tierra (v. 24a).

Revela que el problema universal de la humani-•dad es la idolatría (vv. 24b-25).

Enfatiza la eternidad de Dios y su deseo de estar•en relación con nosotros (vv. 26-28).

Proclama la culpabilidad humana y llama al•arrepentimiento (vv. 29-30).

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La conclusiónPablo apunta al Jesús resucitado como Aquel a•quien pertenece nuestra lealtad (v. 31).

Termina con Dios juzgando al mundo con justi-•cia (v. 31).

A Pablo solo le hacen falta ocho versículos para cubrirdesde Génesis hasta Apocalipsis. Se mueve sin mayoresfuerzo de principio a fin, desde la creación hasta laconsumación; hablando de Dios como Creador, de lahumanidad como caída, de Cristo como resucitado,quien volverá para juzgar en un día fijado en el cielo.Como tal, este sermón proporciona un modelo decómo podemos predicar de forma efectiva, moviéndo-nos a través de la gran extensión de la historia bíblicaen un espacio breve. Hay mucho que aprender de lapráctica de Pablo, donde quiera que estemos en las Es-crituras.

Estas dos primeras formas de usar la teología bíblicaen la preparación de nuestros sermones sientan unabase importante. Necesitarás tener una teología bíblica,un entendimiento de toda la Biblia y de cómo encajatodo. También tendrás que entender cómo se relacionael Nuevo Testamento con el Antiguo Testamento ycómo el Antiguo Testamento anticipa al Nuevo. Pero—y esto es importante— necesitarás herramientas parahacer conexiones específicas, incluso cuando las citasdel Nuevo Testamento no allanen el camino.

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Haz buenas conexiones con el evangelioSi lo que he sostenido en las últimas secciones es co-rrecto, entonces el desafío es hacer buenas conexionescon el evangelio desde el texto que estás predicando.Aquí hay cuatro categorías de conexiones que creo quete ayudarán a entrar en la reflexión de la teológica bí-blica:

El cumplimiento profético•

La trayectoria histórica•

Los temas•

Las analogías•

Hay que admitir que estas categorías se solapan de ma-nera significativa. El cumplimiento profético puede sera través de un tema o de una analogía. Una analogíapuede hacer uso de un tema. Un tema puede incluircierto sentido de trayectoria histórica. Puede haberotras categorías distintas. Lo importante no es la taxo-nomía, sino la legitimidad. Estas categorías son sim-plemente un punto de partida.

Busca el cumplimiento proféticoProbablemente las conexiones más claras son las reali-zadas de forma explícita. Sin duda, sabes que en ciertosmomentos del Antiguo Testamento, Dios hace una pro-

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mesa sobre el Mesías que ha de venir, y los escritoresdel Nuevo Testamento recogen estos momentos profé-ticos y muestran cómo se cumplieron en la identidad yla actividad de Cristo Jesús.

Uno de los ejemplos más sencillos del cumplimientoprofético es el uso que Mateo hace de la palabra cum-plir. En diez u once ocasiones en su Evangelio, Mateoirrumpe en la narrativa para observar que Jesús cum-plió lo que uno u otro profeta del Antiguo Testamentohabía hablado. Desde la huida de Egipto hasta el usode las parábolas por parte de Jesús (Mt. 2:14-15;13:35), gran parte de la vida de Cristo supuso el cum-plimiento directo de la profecía del Antiguo Testa-mento. De hecho, Jesús mismo enfatiza esto de formamuy clara cerca del clímax del evangelio:

“¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre,y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, deque es necesario que así se haga? En aquella hora dijoJesús a la gente: ¿Como contra un ladrón habéis sa-lido con espadas y con palos para prenderme? Cadadía me sentaba enseñando en el templo, y no me pren-disteis. Mas todo esto sucede, para que se cumplanlas Escrituras de los profetas. Entonces todos los dis-cípulos, dejándole, huyeron” (Mt. 26:53-56).

La estrategia de Mateo de trazar líneas rectas de cum-plimiento profético entre el Antiguo Testamento y Jesús

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es lo suficientemente sencilla. Los Evangelios de Lucasy Juan también utilizan esta estrategia, la cual llega serparte del método apostólico para el ministerio en laiglesia primitiva. Por ejemplo, el sermón de Pedro enHechos 3 incluye una apología importante: “Pero Diosha cumplido así lo que había antes anunciado por bocade todos sus profetas, que su Cristo había de padecer”(Hch. 3:18; cf. 13:27). Santiago también usa esta es-trategia cuando habla acerca de la justificación deAbraham por la fe (Stg. 2:23).

Por supuesto, este método de conexión funciona ala inversa también. Puedes comenzar con el AntiguoTestamento y ver el cumplimiento explícito de las pro-mesas en Cristo Jesús en el Nuevo Testamento. Porejemplo, Moisés le dice a Israel que Dios levantará unprofeta como él que traerá la Palabra de Dios; Pedroentonces nos dice que Jesús cumple esta promesa (Dt.18:15-22; Hch. 3:22-26).

Busca la trayectoria históricaUna segunda manera de conectar tu texto con el evan-gelio es buscar las progresiones históricas o las trayec-torias históricas. Al igual que con el cumplimiento pro-fético, buscar la trayectoria histórica de un texto de-pende de la idea de que Dios se revela así mismo pro-gresivamente, por lo que la historia de la redención po-see una dirección o trayectoria que culmina en la cruz.Pero esta estrategia particular requiere que busquemosla trama histórica singular o el relato de la historia de

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la redención para marcar puntos cruciales.3 Por ejem-plo, podríamos resumir la historia redentora como:Creación → Caída → Redención → Nueva Creación.Un pasaje bíblico puede referirse a uno de estos temasde tal manera que podemos colocar nuestro pasaje den-tro de la historia de la redención. Conectar un textocon el evangelio es tan sencillo como mostrar dondeencaja dentro de este guion de la historia.

Este método es bastante sencillo. Para dibujar unarco en un programa de ordenador, necesitas al menostres puntos de referencia. Es cuestión de geometría. Delmismo modo, para dibujar una trayectoria histórica enla Biblia y ver cómo se relaciona con el evangelio, creoque necesitas tres puntos. Me parece que lo más fáciles tomar mi pasaje y marcar un punto anterior en lahistoria de la redención, así como un punto posterioren la misma historia que conecte con mi pasaje. Estome da tres puntos de referencia en la historia de la re-dención. A partir de aquí, tengo una trayectoria histó-rica que me muestra cómo mi texto se relaciona con elevangelio.

Por ejemplo, Eclesiastés 12:1-8 pone un fuerte én-fasis en recordar al Creador. Lo mismo hace Romanos1. Ambos pasajes apuntan a un punto específico en lahistoria redentora, desde el cual fluye el resto de lahistoria de la redención. Puedes retroceder en la Es-critura a la creación real (Gn. 1-2) o avanzar a la ideade la nueva creación (2 Co. 5:17); ambos son periodosde la historia de la redención que pueden conectarte

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con el centro de la redención. Esta forma de conectartextos es especialmente útil cuando tu pasaje tiene uncontenido escatológico o un tono apocalíptico. Lanueva creación misma incluye la plenitud del regresode Cristo y todas sus implicaciones.

Busca los temasOtra forma de conectar el conjunto de la Biblia conel evangelio es a través de los temas teológicos bíbli-cos. Dios se revela a sí mismo progresivamente me-diante ciertos temas, o ideas centrales, a lo largo dela Escritura. Aunque generalmente reconocemos almenos un par de docenas, algunos de los temas másimportantes incluyen el Reino, el pacto, el templo/sa-cerdote/sacrificio y el éxodo/exilio/reposo.

Es importante entender cómo funcionan los temas.Por ejemplo, aunque el éxodo es un evento históricoregistrado en el libro de Éxodo, también introduceuna idea repetida en toda la Escritura: Dios libera asu pueblo de la esclavitud, a través de pruebas, hastael lugar de su bendición. Cuando los profetas empie-zan a describir el exilio y el regreso del exilio, lo des-criben como un “nuevo éxodo”. Este tema del éxodo,entonces, encuentra su cumplimiento final en lamuerte y resurrección de Cristo (cf. Lc. 9:30-31).

Recuerdo una ocasión, cuando estaba trabajandoen Lucas 22:14-30. El tema del Reino parecía bas-tante obvio. Al fin y al cabo, la palabra aparece cua-tro veces, y es un tema dominante en el resto de Lu-

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cas. Pero conforme iba leyendo, otro tema me llamóla atención: el pacto. Considera: “De igual manera,después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo:Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre” (v. 20).

El pacto aparece en Lucas solo dos veces, aquí yen 1:72. Así que empecé a trabajar a través de los di-versos pactos que hay en la Escritura. Desde Noé aAbraham y hasta David, el pacto es un tema impor-tante y abundante. Esta referencia en Lucas, por su-puesto, fue más específica. Este no era cualquierpacto, sino un “nuevo pacto”. El nuevo pacto tam-bién está conectado con la Última Cena en 1 Corintios11:25, pero en realidad me llevó al primer uso de lafrase en la Escritura, encontrado en Jeremías 31:31-34.

He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cualesharé nuevo pacto con la casa de Israel y con la casade Judá. No como el pacto que hice con sus padres eldía que tomé su mano para sacarlos de la tierra deEgipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fuiyo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es elpacto que haré con la casa de Israel después de aque-llos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y laescribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, yellos me serán por pueblo. Y no enseñará más nin-guno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, di-ciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conoce-rán, desde el más pequeño de ellos hasta el más

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grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad deellos, y no me acordaré más de su pecado.

Entender la conexión del nuevo pacto con Jeremías 31fue útil, ya que me llevó —por lo menos— a otras tresconexiones que ayudaron a mi predicación. En primerlugar, el énfasis que surge en Lucas tiene que ver con laética del Reino. En Jeremías 31:34, Dios habla de laplenitud de aquellos que se benefician del nuevo pactocomo el “más grande” y el “más pequeño”. En Lucas,Jesús se refiere a este tema con frecuencia (cf. 7:28 y9:48; también aparece como el último y el primero ocomo una ética del Reino de ser humildes en 13:30;14:11 y 17:7-10). Y en el mismo pasaje que estaba es-tudiando en Lucas 22, Jesús vincula los beneficios delnuevo pacto con la ética del discipulado como servicio;ser el menor y no el mayor (vv. 24-27).

La segunda conexión que mejoró el sermón estabarelacionada con la participación. Dios no solo estabahaciendo un pacto, sino que estaba asignando unReino a través de un pacto. El lenguaje del pacto, y enparticular el verbo “hacer” —en Jeremías 31:31-34—se relaciona con el verbo asignar en Lucas 22:29. “Perovosotros sois los que habéis permanecido conmigo enmis pruebas. Yo, pues, os asigno un reino, como mi Pa-dre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mimesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a lasdoce tribus de Israel” (Lc. 22:28-30).

En tercer lugar —como los discípulos— no tenemos

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que preocuparnos por ser el más grande (Lc. 22:24).Jesús nos promete aspectos de su gobierno en 22:30.Curiosamente, el contexto de Jeremías 31 se centra enun Israel unido, en el que las tribus son tratadas comouna sola entidad que juzga al mundo entero (cf. Jer.25:17-29).

Como resultado de hacer estas conexiones entre Lu-cas 22 y Jeremías 31 a través del tema del pacto, mihabilidad para predicar Lucas 22:14-30 fue enrique-cida grandemente. El sermón no fue meramente sobrela mesa del Señor, sino que incluyó la ética de nuestrasmesas de cocina. No solo se trataba de un pacto,cuando Dios consiguió nuestra salvación, sino quemostró un pacto en el que yo participo y ejerzo un go-bierno.

Busca las analogíasUna de las estrategias más —y peor— usadas por lospredicadores es la analogía. Por un lado, esta rama dela teología bíblica puede parecer intimidante, ya querequiere distinguir entre la analogía, la tipología, la ale-goría, la metáfora y una variedad de otros términos téc-nicos. Por supuesto, te advertiría sobre el riesgo de en-amorarte demasiado de los términos técnicos, ya quediferentes eruditos y predicadores los definen de dife-rentes maneras.

Es más, la realidad es que es fácil excederse. Una vezque te sientas cómodo con la jerga de, por ejemplo, latipología, todo lo que veas se enmarcará en términos

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tipológicos y todo lo que prediques se comprimirá enun traje de tipología mal encajado, sin importar quesea tipología o no.

La analogía es una amplia categoría para compararo contrastar dos cosas. Las buenas historias son reco-nocidas como tales, en parte, por su habilidad paraadelantar las características o funciones de los prota-gonistas u objetos, que adquieren una gran importan-cia más adelante en la historia. Esto es lo que nos hacequerer releer un libro o ver una película por segundavez. Los detalles del principio —pasados por alto la pri-mera vez— se vuelven importantes solo cuando la in-tención escondida del autor se revela finalmente. Comodice el proverbio: “Gloria de Dios es encubrir unasunto; pero honra del rey es escudriñarlo” (Pr. 25:2).Parecería que Dios —en su infinita sabiduría— dotólas vidas de ciertas personas, objetos y acontecimientosde la historia de Israel con un significado analógico queencuentra su cumplimiento en Cristo. Aprender a re-conocer estas correspondencias en la Biblia es esencialpara una buena exposición.

Estas correspondencias pueden ser amplias —en cu-yos casos, simplemente las llamamos analogías— opueden ser estrechas. Cuando una persona, evento, ins-titución u objeto en la Biblia anticipa algún aspecto deJesucristo, llamamos a esto tipología. La tipología esprofética y escala en significado.4 Por ejemplo, si el reyDavid es un tipo de Cristo, entonces David —llamadoel tipo— corresponde a Jesucristo —llamado el anti-

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tipo— a través del reinado, en el que el significado delreinado va escalando en sentido. Jesús es como David,pero Jesús es más grande que David.

Veamos un ejemplo. En mi iglesia, en el barrio deHyde Park de Chicago, que está justo al lado de la Uni-versidad de Chicago, predicamos a lo largo de todo elaño académico. Debido a que tenemos tantas personasque dejan de asistir durante el verano, tiene sentido queapartemos la época estival para series de sermones es-peciales. Durante unos veranos decidimos predicar 1 y2 Samuel, y tuve el privilegio de predicar —en mi opi-nión— sobre uno de los capítulos más oscuros de la Bi-blia: 1 Samuel 28.

Fue al final del capítulo que la idea de la analogíarealmente cobró vida para mí.

Entonces Saúl en tierra cuán grande era, y tuvo grantemor por las palabras de Samuel; y estaba sin fuer-zas, porque todo aquel día y aquella noche no habíacomido pan. Entonces la mujer vino a Saúl, y viéndoloturbado en gran manera, le dijo: He aquí que tu siervaha obedecido tu voz, y he arriesgado la vida, y he oídolas palabras que tú me has dicho. Te ruego, pues, quetú también oigas la voz de tu sierva; pondré yo delantede ti un bocado de pan para que comas, a fin de quecobres fuerzas, y sigas tu camino. Y él respondió di-ciendo: No comeré. Pero porfiaron con él sus siervosjuntamente con la mujer, y él les obedeció. Se levantó,pues, del suelo, y se sentó sobre una cama. Y aquella

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mujer tenía en su casa un ternero engordado, el cualmató luego; tomó harina y amasó, y coció de ella pa-nes sin levadura. Y lo trajo delante de Saúl y de sussiervos; y después de haber comido se levantó, y sefueron aquella noche. (1 S. 28:20-25)

Saúl estaba en el final de su vida. La adivina de Endorhabía invocado el espíritu de Samuel, para que Samuelpudiera pronunciar el juicio de Dios sobre Saúl, comolo había hecho en el capítulo 15. Samuel dijo a Saúlque al día siguiente su vida terminaría. Entonces, Saúl,junto con sus siervos y la adivina, partieron el pan.Aunque reacio al principio, Saúl —desesperado poruna palabra de Dios— finalmente obedeció la palabrade la adivina. Celebraron con pan sin levadura y unternero engordado. Al día siguiente, Saúl se echó sobresu espada y murió.

La analogía es muy intrigante. Tenemos —por unlado— lo opuesto de una cena de Pascua. Saúl y sushijos están ante una sentencia de muerte irreversible.Al mismo tiempo, tenemos un contraste notable conla Última Cena. Saúl se sentó a cenar con su pequeñogrupo de seguidores en la noche antes de su muerte,tal y como lo haría Jesús más tarde con sus discípulos.Juntos, partirían el pan. Entonces la analogía se haceevidente. Saúl es un tipo de Cristo (en realidad un tipode anticristo). Esa noche en la vida de Saúl anticipaba—a modo de contraste— la noche en la que Jesús par-tió el pan con sus discípulos, la noche justo antes de

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morir “en rescate por muchos”. Algunos podríanapuntar a una conexión tipológica entre Saúl y Cristo.Otros podrían argumentar que hay un tema o tipologíade la Pascua aquí. Sea como sea que categorices las co-rrespondencias, la analogía entre las dos situacionespermite que entendamos con mucha más profundidad1 Samuel 28 y cómo al final todo se revierte en el glo-rioso sacrificio de Jesucristo.

Con estas herramientas en la mano, espero que veascuán poderosa es la teología bíblica para predicar aCristo en todas las Escrituras. Recuerda, hay tres cosasimportantes que debes hacer para usar la teología bí-blica. Primero, adquiere una teología bíblica parausarla como fundamento. Segundo —siempre que pue-das—, sigue la dirección del Nuevo Testamento en lainterpretación de pasajes del Antiguo Testamento. Y,tercero, empieza a utilizar las cuatro herramientas ci-tadas para hacer buenas conexiones con el evangelio.

EL PAPEL DE LA TEOLOGÍA SISTEMÁTICALa teología bíblica es un gran punto de partida para lareflexión teológica. Y si desarrollas tus habilidades te-ológicas bíblicas para predicar —adquiriendo ampliaexperiencia— pasarás la mayor parte del camino enesta fase de la preparación. Al mismo tiempo, hay otrarama de la teología que tiene un papel que desempeñaren la reflexión teológica: la teología sistemática.

Si la teología bíblica te ayuda a discernir el desarrolloprogresivo del plan de redención de Dios en Cristo, en-

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tonces la teología sistemática te ayuda a sintetizar todolo que la Biblia dice en forma de doctrinas. Organiza laEscritura de manera lógica y jerárquica, no de forma his-tórica o cronológica (como lo harías en la teología bí-blica). D. A. Carson define la teología sistemática como“la rama de la teología que busca elaborar el conjuntoy las partes de la Escritura, demostrando sus conexioneslógicas (más que las meramente históricas)”.5

Al mismo tiempo, creo que la precaución es impor-tante. Aunque abogo por el papel de lo sistemático enla predicación, hay una diferencia entre esto y los sis-temas de enseñanza. Simeon lo dijo de esta manera:“Dios no ha revelado su verdad en un sistema; la Bibliano tiene un sistema como tal”. El resultado de esta con-vicción, entonces, es simple: “Deja a un lado el sistemay vuela hacia la Biblia; recibe sus palabras con simplesumisión, y sin mirar a ningún sistema. Sean cristianosbíblicos, no cristianos de sistemas”.6 Simeon tiene ra-zón. No deberíamos ser predicadores de sistemas. Noobstante, incorporar la teología sistemática en tu refle-xión teológica tiene tres beneficios prácticos.

1. Te mantiene en la fe.

2. Te ayuda a conectar con el evangelio desde géne-ros particulares.

3. Perfecciona tu habilidad para hablar a los no cris-tianos.

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Te mantiene en la feUn gran beneficio de reflexionar sobre la teología sis-temática en la preparación de tu sermón es que pro-porciona una restricción. Te mantiene en la ortodoxia.Cuando hagas tu exégesis, inevitablemente llegarás apasajes difíciles, lo cual te obligará a tomar decisionesexegéticas difíciles. Y dado que ninguno de nosotros esperfecto, cometeremos errores. Cuando empieces a lu-char con estas conclusiones difíciles relacionadas contu texto, la sana doctrina será una guía.

Por ejemplo, una exégesis superficial de Santiago2:14-26 puede llevarte a la conclusión de que Santiagosocava la doctrina de Pablo de “la salvación por la fesola”. Al someter tu trabajo en ese pasaje a la reflexiónteológica sistemática, tendrás que luchar para entendercómo la articulación de la salvación de Pablo funcionacon y no en contra de lo que dice Santiago. E inclusosi no resuelves todos tus problemas, por lo menos es-tarás lidiando con cómo la Escritura ayuda a interpre-tar la Escritura, en lugar de enfrentar inconsciente-mente la Escritura contra la Escritura, y, al hacerlo, ne-gar un entendimiento ortodoxo de la inerrancia de laBiblia.

Te ayuda a conectar con el evangelio desde géneros particulares El hecho es que a veces es más difícil usar la teologíabíblica en ciertos géneros. La naturaleza de la teologíabíblica —una inmensa historia— conecta bien con gé-

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neros en los que la narrativa es la forma principal deltexto. Al mismo tiempo, la poesía del Antiguo Testa-mento puede no darte una ventana legítima para entraren la gran historia de la Biblia de la manera que espe-rarías. Las Epístolas del Nuevo Testamento —que con-tienen argumentos lógicos— también pueden ser difí-ciles de conectar a través de la teología bíblica.

Los géneros que tienen mucho discurso o poesíapueden, sin embargo, ser conectados más fácilmentecon el evangelio a través de la teología sistemática. Es-tos géneros tienden a abordar con más frecuencia con-ceptos fundamentales como la fe, la gracia, la justifi-cación, el pecado, y otros similares. Así que cuando unsalmo habla sobre el arrepentimiento del pecado, o Pa-blo habla acerca de la fe y las obras, tenemos una ven-tana legítima para entrar en el concepto teológico delevangelio.

Perfecciona tu habilidad para hablar a los no cristianosMe imagino que la mayoría de los no cristianos queentran en nuestras iglesias no son como el etíope eu-nuco (fuertemente y sinceramente deseosos de com-prender mejor Isaías). Más bien, apostaría que son máspropensos a hacer preguntas sobre el problema del mal,Dios, la culpa, la redención, y cosas así. Las respuestasa estas preguntas fluyen de categorías sistemáticas. Portanto, conectar legítimamente tu texto con la teologíasistemática durante el curso de tu sermón puede ser en

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realidad la mejor manera de acercar a un no cristianoa la Palabra de Dios. Por ejemplo, supongamos que unno cristiano está escuchando tu sermón y tiene pregun-tas acerca de la noción del “pecado” en tu texto. Unamanera útil de instruir sobre el pecado podría ser mirara esta categoría sistemática y darnos cuenta de que haytres grandes metáforas para el pecado: el peso, ladeuda, y la mancha. Entonces, aunque tu oyente no en-tienda inicialmente la idea del “pecado” —tal y comoestá allí en tu pasaje particular—, podrías incorporarla doctrina más amplia del pecado en tu sermón de unamanera que le ayude.

UN PASO MÁSEn este capítulo, hemos cubierto mucho terreno. Es-pero que veas el valor de no ir directamente de la exé-gesis a la aplicación, o incluso quedarte solo con la exé-gesis. Más bien, espero que veas el valor de pasartiempo reflexionando sobre cómo el mensaje principalde tu texto puede llevarte al evangelio. Un entendi-miento correcto del método histórico-crítico y las he-rramientas de la teología bíblica y de la teología siste-mática te llevarán hacia adelante en tu trabajo.

Pero, por supuesto, no hemos terminado todavía.Los retos y las exigencias de hoy todavía nos esperan.

La reflexión teológica

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HOY

La fase final de la preparación del sermón nos lleva aldía de hoy. Llegamos, por fin, al presente. Detrás denosotros quedan las colinas del texto antiguo y el tra-bajo exegético que hicimos en “ellos y entonces”. Lalínea distante de la reflexión teológica también está allí,completa con su énfasis en la plenitud de los tiemposen Cristo Jesús, su muerte y su resurrección. Y justoante nosotros está el destino: hoy. El nosotros y elahora. La iglesia. El pueblo de Dios, y aquellos que, através de la predicación de la Palabra, han de conver-tirse en los suyos.

Hasta esta altura del camino hemos mantenido in-tencionadamente la contextualización a raya. Lo he-mos hecho por su tendencia a dominar nuestro trabajo(lo que llamamos un problema de adhesión ciega). Perocon la labor bíblica y exegética completada, estamoslistos para permitir que la contextualización ocupe sulegítimo y necesario lugar en la mesa. Aunque un mi-nisterio evangélico sano siempre es guiado por el texto,debe ser informado por el contexto. La contextualiza-ción debería informarnos sobre cómo predicar la Pala-bra de Dios hoy en tres líneas:

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La composición de tu audiencia•

La organización de tu material•

La aplicación de tu mensaje•

Puede ser de ayuda pensar en esta fase final como unasíntesis. La palabra síntesis viene del griego antiguo yconlleva la idea de colocar juntos dos o más elementosdistintos de tal manera que formen un conjunto nuevoy coherente.

Muchos predicadores jóvenes encuentran difícileste tramo final del viaje. No están seguros de cómo

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navegarlo, o por lo menos cómo navegarlo bien.Puede que aborden las diversas partes de forma ais-lada. Algunos sin duda serán capaces de completar lastareas del proceso exegético. Otros pueden haberadoptado estrategias de lectura que les llevarán a lareflexión teológica. Pero, si preguntas cómo lo hacenpara juntar dos o más de esos elementos de maneraque se forme un mensaje coherente para hoy, las cosasse calman.

No obstante, la síntesis debe hacerse. Y los expo-sitores bíblicos que lo hacen bien, lo hacen, en parte,debido a la atención contextualizada que prestan a laaudiencia, a la organización y a la aplicación.

1. LA COMPOSICIÓN DE TU AUDIENCIAEn el sentido más amplio, nuestros intentos de con-textualización siempre deben evitar dos errores. Porun lado, si nuestra predicación siempre se opone a lacultura, nuestro mensaje será rechazado por elmundo, incluso antes de que tengamos la oportunidadde presentar a Cristo. Por otro lado, si acomodamosnuestro mensaje para el mundo —o asimilamos el pa-trón de nuestras vidas—, abandonamos el funda-mento que nos permite ser útiles para Dios en elmundo. Nuestra tarea es encontrar una manera de lle-var el mensaje inmutable de Dios a un mundo casi va-cío de categorías bíblicas y lleno de confusión teoló-gica.

Aunque es bueno abogar por un trabajo exegético

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y teológico, los buenos expositores nunca pierden devista el hecho de que estas disciplinas existen para ser-vir a la gente. No me gusta la mentalidad que algunospredicadores parecen tener (que la congregación estáahí para servirles en el ejercicio de su ministerio de laPalabra). Los predicadores más jóvenes especialmentedeberían ser conscientes de esta tentación de estable-cer un ministerio de autoservicio.

Durante los últimos quince años, nuestra iglesia hatenido el privilegio de formar a más de setenta inter-nos (hombres y mujeres jóvenes dirigidos hacia el ser-vicio cristiano a tiempo completo de un tipo u otro).De vez en cuando les recuerdo: ¡Lo que importa es lagente! Y si aquellos que específicamente desean pre-dicar la Palabra, no poseen un corazón dedicado a laspersonas del mundo, no se les debería permitir per-manecer regularmente en el atril de predicación.

Por tanto, si quieres llegar a ser un expositor bí-blico, entiende esto: un prerrequisito para la predica-ción es una pasión creciente y piadosa por la gente.Aprende a conocer y a amar a la audiencia que Dios teha dado. ¿No es precisamente esta la lección que Jesúsinculcó en Pedro antes de soltarlo en el mundo con elevangelio? En Juan 21, Jesús se apareció por terceravez a Pedro y a los otros discípulos en las orillas delmar de Galilea. Jesús le preguntó tres veces: “Pedro,¿me amas más que éstos?” Y tres veces —cada vez conmayor frustración— el que pronto sería predicadordijo: “Sí, Señor, tú sabes que te amo”. En respuesta,

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Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos… Apacientamis ovejas”. El asunto estaba claro: ¡Aquellos a quie-nes Jesús aparta para proclamar el evangelio sonaquellos que demuestran su amor por él amando a suiglesia!

Y por eso os digo a todos los que deseáis predicarmensajes por Cristo: ¿Amas a Jesús? ¿De verdad leamas? Entonces manifiesta tu amor por él alimen-tando y cuidando a aquellos por quienes murió.Aprende a amar a la gente.

La iglesiaLa audiencia principal de la Palabra de Dios predi-cada expositivamente es la iglesia, el pueblo de Dios.Los expositores bíblicos fieles son siempre conscientesde esto. Trabajan sobre la Palabra de Dios con grancuidado, precisamente porque saben que la Palabraque proclaman salva y fortalece a la iglesia.

Fue por su propio pueblo que Dios —en el jardíndel Edén— envió su Palabra. En el monte Sinaí, Diosvolvió a enviar su Palabra, esta vez inscribiéndola enpiedra para que su pueblo recién salvado pudiera co-nocerle, así como sus caminos llenos de gracia. Ycuando él envió a Jesús —la misma Palabra de Dios—lo hizo para reunir a su pueblo para sí mismo. En Pen-tecostés sucedió lo mismo. Aquellos del principio quese dedicaron a la enseñanza de los apóstoles —la co-munión de los santos— fueron convertidos mediantela predicación de la Palabra.

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Para decirlo de la manera más simple que puedo:cada expositor bíblico fiel que conozco lleva dentrode sí la convicción fija de que la Palabra de Dios creay sostiene al pueblo de Dios, su Iglesia.

¿Qué aportará esto a tu predicación hoy? Los ex-positores especialmente deben ser muy conscientes deque necesitan una audiencia con Dios. Solo él puedecumplir la magnitud de la labor que tenemos por de-lante. Necesitamos traer toda nuestra preparación delsermón ante Dios en oración. Sería un error pensar quela predicación puede llevarse a cabo de forma aislada(como si la gran y gloriosa obra de Dios de convertir yestablecer su iglesia dependiera de nuestra actividad).Nosotros —los que predicamos— debemos dedicarnosa la oración. Solo esto es una indicación segura de queentendemos cómo la iglesia nace y florece en el mundo.Y hace que como expositores preparemos mensajes derodillas, además de trabajar en nuestros escritorios. Porexperiencia, sabemos lo que significa poner nuestrosrostros en el suelo y suplicar a Dios para que haga laobra que nuestros mejores esfuerzos de predicación nopueden conseguir.

En una palabra, estamos desesperados (desespera-dos por la necesidad de que el poder del Espíritu Santonos asista en nuestra predicación). Y por eso oramos.Oramos antes de la predicación. Oramos en el acto dela predicación. Oramos incluso después de haber ter-minado nuestra predicación.

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La ciudadMucho se ha escrito en los últimos años acerca dedonde se encuentra nuestra audiencia. No hace faltadecir mucho más aquí. Baste decir que nos estamosacercando rápidamente a un momento en la historiade la humanidad, en el que la mitad de la poblaciónmundial vivirá en las ciudades. Los expositores bíbli-cos no deberían ignorar este hecho. Más bien, nuestrapredicación debería ser informada por el mismo.

No tenemos que sucumbir a la idea estúpida deque Dios ama más a las personas que viven en ciuda-des que a las que viven en otros sitios. Simplementetenemos que atender los retos y las oportunidades dela vida en la ciudad. Las congregaciones a las que mu-chos de nosotros estamos predicando serán —por na-turaleza— más diversas en trasfondo y estarán reple-tas de formas de ver el mundo que entrarán en com-petencia, las cuales —si no tenemos cuidado con nues-tras palabras— pueden ser una causa innecesaria decombustión. Nuestra predicación debería tener unaaudiencia más diversa en mente, lo que significa quedeberíamos estar dispuestos a ceder con los coloquia-lismos y bromas propias de nuestras pequeñas subcul-turas. No te dirigirías al ayuntamiento de tu ciudadcon las mismas historias que le contarías a un amigocercano durante el almuerzo. Es una cuestión de reo-rientar nuestro ámbito. Deberíamos predicar como sipretendiésemos ser entendidos por gente de los cuatrorincones de la tierra, precisamente porque, en muchos

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casos, esas serán las personas que estarán escuchandonuestra voz.

A medida que Dios continúa ensamblando congre-gaciones cada vez más diversas, estas dos estrategiaspara la predicación deberían ser útiles:

Una estrategia interpersonal•

Una estrategia integrada•

Para ambas estrategias, el discurso ateniense de Pabloresulta instructivo. En primer lugar —en el frente in-terpersonal— Lucas dice que Pablo razonó y conversócon los atenienses, tanto en la sinagoga como en elmercado. En otras palabras, su proclamación no eraunidimensional. No deberíamos pensar que él mera-mente se pusiera de pie tras un atril una vez a la se-mana para dar un monólogo. Más bien, Pablo empleóvarias estrategias interpersonales. En el mercado in-cluso interaccionaría mediante el diálogo. Nosotros,también, deberíamos buscar formas y lugares para re-producir hoy esta estrategia interpersonal en las ciuda-des.

También es relevante para nuestra estrategia inter-personal el hecho de que Pablo, aparentemente, notomó la iniciativa, sino que esperó hasta que se le diola oportunidad de hablar con gente poderosa, al menossegún se observa en Hechos 17. Lucas registra: “Y to-mándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos

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saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas?”(17:19). La frase “Y tomándole” es informativa. Pablo,al parecer, no fue presuntuoso. No forzó su camino ha-cia el centro de la sociedad ateniense. No exigió unaaudiencia entre las élites. Más bien, fue a sus sitios ha-bituales para la predicación: la sinagoga y el mercado(v. 17). Su sermón en el Areópago fue solicitado. Cier-tamente, debemos ser valientes, pero la ciudad tambiénexigirá respeto de nuestra parte.

En segundo lugar, la creciente importancia de lasciudades requiere una estrategia integrada. Una estra-tegia integrada —a diferencia de una iconoclasta—junta las normas culturales y el mensaje cristiano, usán-dolas en formas que sirven para tu proclamación delevangelio. Una ilustración de esto ocurre en Hechos17, donde Lucas —entre otras cosas— de manera efec-tiva exime a Pablo de cualquier falsa acusación de fa-natismo fundamentalista. Él describe a Pablo como al-guien justamente provocado por los ídolos atenienses,pero no dispuesto a volcarlos en las calles. De hecho,él muestra a Pablo haciendo justo lo opuesto (los usapara su propia ventaja apologética): “Varones atenien-ses, en todo observo que sois muy religiosos; porquepasando y mirando vuestros santuarios, hallé tambiénun altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOSNO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sinconocerle, es a quien yo os anuncio” (vv. 22-23). Aliniciar su mensaje con “el dios no conocido”, Pabloapunta a las sensibilidades intelectuales de sus instrui-

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dos oyentes. Al fin y al cabo, la mayoría de los eruditosal menos reconocerán que muchas cosas siguen siendodesconocidas; y el término usado por Pablo en Hechos17:23 es una forma de la palabra agnosticismo. Comodijo Cornelius Van Til: “Incluso entre los cultos era debuen estilo reconocer el hecho de que había más en elcielo y en la tierra de lo que podrían soñar en su filo-sofía… estaban perfectamente dispuestos, por tanto, adejar un lugar abierto para lo desconocido”.1 Empezarsu mensaje de esta manera fue una idea genial.

¿Puedes imaginarte lo diferente que habría sido estahistoria si Pablo hubiese elegido emplear una estrategiaiconoclasta en Atenas en lugar de una integrada? Si hu-biera agarrado un mazo para los altares, o liderado unboicot en contra de las fiestas, o pegado un lema —“encontra de la forma ateniense”— en los carteles a la en-trada de la ciudad, ciertamente habría hecho su men-saje entendible. Pero también podría haber hecho mu-cho daño al evangelio. Las estrategias grandilocuentespueden liberar al mundo de sus símbolos externos re-ligiosos o paganos, pero siempre que los cristianosadoptan tales estrategias, no logran ganar las mentes ylos corazones de aquellos que viven y caminan entrelos ídolos.

Sí, muchos hoy serán llamados a predicar en gran-des ciudades, y tales predicadores harían bien en adop-tar las estrategias interpersonales e integradoras quehan ayudado a ganar ciudades en el pasado.

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El ciudadano y su culturaUna cosa es saber dónde se puede encontrar nuestra au-diencia. Otra muy distinta es saber quién es nuestra au-diencia y qué costumbres la definen. El mundo de hoyestá lleno de personas que no conocen la Biblia, y nin-guno de nosotros jamás debería estar satisfecho con pre-dicar con pocas personas así en la audiencia. Los predi-cadores del evangelio deben interesarse por tener oyentesde entre los que están en el mundo, ya que los no cristia-nos son una audiencia fundamental para la Palabra. Siqueremos que nuestros mensajes lleguen a la audienciade hoy, tenemos que dar la debida atención a su contextocultural. Tendremos que ser capaces de hablar el lenguajede la cultura. Afortunadamente, hay más que suficienteslibros y artículos que abordan esta necesidad. No haymucho más que pueda añadir, aunque ofrecería la adver-tencia de que los buenos expositores bíblicos deberíanconocer los límites de este tipo de preparación.

El hecho de que la contextualización se haga bien,no significa necesariamente que nuestra predicaciónvaya a entenderse fácilmente, y mucho menos que va-yamos a transformar la cultura necesariamente.

Una vez más, no hace falta mirar más allá del dis-curso ateniense de Pablo en Hechos 17:16-34 para verque tal es el caso. Aunque Pablo hizo todo lo posiblepara contextualizar su mensaje para su audiencia —aligual que deberíamos hacerlo nosotros—, Lucas ob-serva que esta buena y necesaria labor tuvo un efectolimitado. Un ateniense reaccionó a la predicación del

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evangelio de Pablo diciendo: “¿Qué querrá decir estepalabrero?” (17:18). La palabra traducida como pala-brero significa recolector de semillas o alguien que re-coge sobras, como si Pablo estuviese agarrando unaidea de aquí y otra de allá y los resultados fuesen inco-herentes. Este es el tipo de reacción que pretende habersuperado alguien que se adhiere ciegamente a la con-textualización.

No dejes que el registro de Lucas se pierda encuanto a ti: Pablo —quien nos da el modelo de contex-tualización— fue objeto de burla por predicar un men-saje sin centro unificador y, por tanto, sin capacidadpara influir en la opinión pública (cf. Hch. 17:32). Otrareacción al mensaje de Pablo fue: “Parece que es pre-dicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evan-gelio de Jesús, y de la resurrección” (v. 18). La frase“nuevos dioses” sugiere que parte del problema ate-niense tenía que ver con entender el significado de Pa-blo. En esencia, cuando los atenienses oyeron el evan-gelio por primera vez, les pareció extraño, descono-cido, y fuera de su actual panteón.

Lo que pretendo al prestar atención a estas dos re-acciones que recibió Pablo es decir, sí, dedícate a la la-bor de entender a los ciudadanos de hoy y su cultura,pero no pienses que los buenos expositores bíblicossiempre resultarán comprensibles o persuasivos para lagente de hoy.

Finalmente, recuerdo no solo nuestra necesidad deorar, sino también del poder ayudador del Espíritu

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Santo en toda nuestra predicación. De hecho, esta esnuestra mayor necesidad. Los predicadores deben en-tender la verdadera fuente de poder. El papel que des-empeña el Espíritu Santo en dar a luz iglesias a travésde la Palabra de Dios y en desafiar la supremacía detodos los ciudadanos y las culturas es indispensable. Laverdadera vida y el verdadero cambio en nuestrosoyentes no proviene de nuestro ingenio, sino de la Pa-labra del Espíritu (Jn. 6:63), expuesta en un lenguajeclaro, por un predicador que recurre a Dios.

Por convicción entonces, nosotros que aspiramos aexponer la Palabra de Dios, debemos abandonar todapretensión y espectáculo —lo que ha pasado a ser cos-tumbre en la predicación—, cualquier cosa que revelela creencia de que el poder reside de alguna manera ennosotros. La predicación exige humildad. Debemos de-jar cualquier interés indebido en cuanto a destreza oforma. Repudiamos la fama, el reconocimiento y lastrampas de la avaricia:

Porque nuestra exhortación no procedió de error nide impureza, ni fue por engaño, sino que según fui-mos aprobados por Dios para que se nos confiase elevangelio, así hablamos; no como para agradar a loshombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones.Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, comosabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo; ni bus-camos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni deotros. (1 Ts. 2:3-6)

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2. LA ORGANIZACIÓN DE TU MATERIALCada semana, el predicador se enfrenta a un reto simi-lar: ¿Cómo debería ordenar el material que pretendopredicar? ¿Qué organización tendrá? Estas preguntasson buenas y valen la pena.

Una vez que hayas hecho la exégesis y hayas refle-xionado teológicamente sobre el texto, tendrás un al-macén de cosas ricas y provechosas que decir, y tienetoda la razón para querer premiar a tus oyentes con elfruto de tu trabajo. Entonces, ¿qué debería gobernar-nos en la disposición del material? ¿Y qué papel posi-tivo jugará la contextualización? Creo que necesitarásprepararte en dos líneas:

La necesidad de la claridad•

Las ventajas de la conformidad textual•

La primera se apoya en gran medida en la contextua-lización, mientras que la segunda se aferra firmementeal texto bíblico.

La necesidad de la claridadHace unos años, me senté con Dick Lucas en su salade estar en Londres, Inglaterra. Nuestra conversacióngiró —naturalmente— en torno a lo que Dios estabahaciendo en la iglesia. Ambos estábamos esperanza-dos y emocionados con la promesa que veíamos enla próxima generación de predicadores. En medio de

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este intercambio optimista, él interrumpió diciendo:“Sí, pero debemos recordarles que nuestra predica-ción nunca puede ser demasiado simple”. Después depredicar por casi cincuenta años a los hombres y mu-jeres de negocios que trabajan en el distrito finan-ciero de Londres, Lucas había aprendido algo muyimportante: Los grandes son los claros. Los predica-dores no pueden ser demasiado simples. Necesitamosclaridad.

Me he dado cuenta de lo mismo. Aunque tenemosuna generación de predicadores entusiastas y emer-gentes en el panorama actual, muchos todavía tienenque aprender el arte de organizar su material de ma-nera clara y concisa. Aquí es donde la contextualiza-ción tiene un maravilloso papel que jugar.

Los predicadores expositivos reconocen que laspersonas a las que se dirigen semana tras semana noestán, en general, tan emocionadas como ellos encuanto a todos los matices exegéticos y puzles tex-tuales que fueron dominados durante la semana. Unode mis propios hombres de negocios piadosos me lodijo de esta manera: “David, ¿qué nos llevaremosesta semana? No me hables durante la mayor partede treinta minutos sin dejar las cosas claras. Necesitosimplicidad y un discurso directo”.

Un predicador fructífero conoce las trincheras en lasque vive y trabaja su gente. Conoce sus necesidades yhabla su idioma. Se siente cómodo predicando a la per-sona creyente y no creyente por igual, incluso si una

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buena parte de su propia semana la pasó solo en la ofi-cina.

Cuando empieces el trabajo contextual de organizartu material, haz la labor preliminar de asegurarte quetu predicación es clara. Presta mucha atención a las pa-labras que usas y a cómo enfatizarás los puntos. Qué-date satisfecho si las glorias de Cristo quedan clarassolo para aquellos que vienen a escuchar. Como Pabloanimó: “Dedíquense a la oración… al mismo tiempo,intercedan por nosotros… para que yo lo anuncie conclaridad, como debo hacerlo” (Col. 4:2-4, NVI).

Estos dos pasos prácticos pueden ayudar con la cla-ridad:

Indica el tema del texto•

Articula el objetivo del autor•

Los expositores bíblicos no suben al púlpito para pre-dicar sin ser primero capaces de articular el tema de sutexto en una frase coherente. El tema es la idea centralo el asunto que domina el texto. Es el mensaje que elautor quiere transmitir. Por ejemplo, recientemente em-pecé un mensaje sobre Santiago 4:1-12 diciendo sim-plemente: “El asunto que Santiago quisiera que consi-deráramos juntos durante los próximos treinta minutosson nuestras palabras, su capacidad para romper rela-ciones en la iglesia, la fuente de ese poder, y qué sepuede hacer al respecto”. Ya sea que lo digas tan cla-

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ramente como yo lo hice, ser capaz de poner la ense-ñanza principal del autor ante tu congregación en unafrase te ayudará con la simplicidad y la claridad, dosdistintivos de buen estilo.

Un segundo paso práctico que un expositor bíblicopuede utilizar para ayudar a la claridad es decir en unasola frase el objetivo del autor bíblico para su audienciaa partir del texto. El objetivo es lo que el autor quiereque su audiencia haga o cómo quiere que ellos piensen—de forma diferente—, esto es, la acción o reacciónresultante de su tema. Incluso si no lo pones en unasola frase en tu sermón, deberías tenerlo trabajado an-tes de subir al púlpito. Deberías ser capaz de respondera la pregunta, ¿qué quiere el autor de sus lectores?

Ser capaz de indicar el objetivo del autor tiene in-mensos beneficios (no siendo el menor de ellos la sim-plificación de tu tarea de contextualización). Los ex-positores bíblicos no languidecen en sus estudios bus-cando maneras de traer relevancia a sus mensajes. Notienen por qué hacerlo. La Biblia es relevante. Por elcontrario, sacan las implicaciones y las aplicacionesque ya están allí en el texto en formas que tengan sen-tido para la cultura en la que la iglesia está. De estamanera, el texto de la Escritura y la tarea de la contex-tualización trabajan mano a mano. Son socios en la ta-rea de la predicación. Y cuando se usan así, no solo elpredicador tiene más probabilidades de ser fiel y fruc-tífero, sino que sus sermones serán más claros y fácilesde seguir.

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Las ventajas de la conformidad textualEsta misma relación dinámica entre el texto y la con-textualización debería ocurrir cuando los expositoresbíblicos se ponen a esbozar sus mensajes. La contex-tualización es sierva del texto. La organización de tussermones debería seguir habitualmente la organizacióndel texto bíblico. Tu esquema de predicación emergede tus labores exegéticas, bíblicas y teológicas. De he-cho, se convierte en la imagen de espejo contextuali-zada de estas.

Este principio es la materialización natural de lo quesignifica la exposición. Nosotros no debemos imponernuestro guion sobre el texto. Más bien, debemos sacardel texto lo que el Espíritu Santo ya puso ahí. Y la me-jor forma de hacer esto es siguiendo la manera comoél lo organizó. Recuerda, Charles Simeon estaba apun-tando a esto cuando dijo: “Mi esfuerzo consiste en sa-car de la Escritura lo que está ahí, y no meter lo quepienso que podría estar ahí. Tengo un gran celo en estacabeza; nunca hablar más o menos de lo que creo quees la mente del Espíritu en el pasaje que estoy expo-niendo”.2

He definido la exposición bíblica como la predica-ción poderosa que somete correctamente la forma y elénfasis del sermón a la forma y el énfasis del texto bí-blico. Tal vez puede ser de ayuda ver lo que pretendodecir con cada una de las palabras claves de mi defini-ción. Con la forma y el énfasis quiero decir que cadaunidad natural de predicación en la Biblia viene ya pre-

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parada con una organización y un énfasis pretendidopor el Espíritu. El trabajo del predicador es encon-trarlo. La mejor forma de hacer esto es a través de untrabajo disciplinado de exégesis y reflexión teológica.Una vez que la forma y el énfasis han sido claramenteentendidos, el predicador está listo para pensar en laconstrucción sermón.

Lo que diferencia a la construcción de una exposiciónde otras clases de charlas sobre la Biblia es lo siguiente:el predicador somete correctamente la disposición delmaterial a la forma y el énfasis del texto. No imponemosalgún otro esquema sobre el texto. Y, además, no inter-ponemos material no incluido en el mismo. Estas dospreocupaciones se abordan en la frase somete correcta-mente. Necesitamos predicadores que se sometan a vol-ver a anunciar correctamente la buena noticia.

Demasiados de nosotros estamos sueltos en la jaula.Los esquemas de nuestros sermones no están bien. Cons-truimos mensajes que reflejan algo diferente al texto. Po-seen una forma diferente. Esto es una indicación de queno estamos ni de cerca lo suficientemente disciplinadosen esta parte de nuestra preparación. No sometemos elesquema y el énfasis de nuestras predicaciones al texto.En su lugar, ajustamos el texto a cualquier forma y én-fasis que encaje con nuestra imaginación esa semana enparticular. Como resultado, nos quedamos cortos de ex-posición, y engañamos a nuestra gente en cuanto a es-cuchar la voz de Dios. Ellos solo se quedan con nuestrasvoces deficientes en su lugar. Por tanto, te animaría a

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trabajar para producir mensajes de la Biblia comprome-tidos con la conformidad textual. Al fin y al cabo, estoes la exposición bíblica, y como dice el subtítulo de estepequeño libro, así es cómo proclamamos la Palabra deDios hoy.

Habiendo examinado el papel beneficioso que la con-textualización puede desempeñar en asuntos de audien-cia y organización, estamos listos para ver cómo tepuede ayudar en la aplicación de tu mensaje.

3. LA APLICACIÓN DE TU MENSAJECuando se trata de la aplicación, lo primero que hay quedecir es que los expositores bíblicos deben buscar uncambio de corazón. No estamos meramente buscandoaplicar las verdades de Dios a la mente de nuestros oyen-tes, con todo lo importante que este trabajo es. Tampocopodemos estar contentos simplemente con poner susmanos y sus pies a trabajar, aun cuando el servicio cris-tiano es muy importante. Más bien, debemos apuntar alos corazones de nuestros oyentes. Nuestra predicaciónnunca debería conformarse con aplicaciones que simple-mente compartimenten cómo uno piensa o lo que unohace. Más bien, como expositores bíblicos, nuestro ob-jetivo es capturar completamente la voluntad y los afec-tos de nuestros oyentes para Dios. El corazón es elasiento del poder. Y el corazón es el agente del cambio.

Una aplicación completa al corazón se asocia con lacontextualización en al menos cuatro formas. Esta apli-cación:

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Tendrá como objetivo decidido un arrepenti-•miento de corazón

Estará arraigada en un corazón de oración•

Procederá de un conocimiento del corazón•

Surgirá del corazón del texto bíblico•

Un arrepentimiento de corazónVolvamos de nuevo al sermón de Pablo en Atenas. Allí,él predicó buscando un arrepentimiento de corazón.Instó a los ciudadanos de Atenas a que se “arrepien-tan” (Hch. 17:30) y a no quedarse en “los tiempos deesta ignorancia”. Pablo quería —nada menos— que losatenienses diesen un giro completo de mente, de cora-zón y de voluntad.

Durante la preparación del sermón, el predicadordebería preguntarse a sí mismo una serie de preguntascuando piensa en la aplicación del texto: ¿Estoy predi-cando para que haya un cambio interno de corazón?¿Soy reticente a instar al arrepentimiento? ¿Es mi men-saje más que mero intelectualismo?

Recuerda, la meta de la contextualización no es ayu-dar al mensaje del evangelio para que se convierta enun hecho más interesante. Más bien, nos disponemosa ganar los corazones de nuestros oyentes para la ala-banza plena que Cristo merece. Y para que esta laborde exaltación se produzca, será necesario que el Espí-

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ritu de Dios aplique la Palabra de Dios al pueblo deDios. ¿Quién puede cambiar el corazón del hombre,sino solo Dios (algo que irónicamente entendieron losenemigos de Jesús; véase Marcos 2:7)?

Un corazón de oración Dado que el objetivo de la aplicación del sermón soncorazones completamente arrepentidos, y puesto quesolo Dios puede lograr este objetivo, debemos acercar-nos a la parte de la aplicación de nuestra preparaciónde rodillas. Debemos estar familiarizados con la ora-ción de corazón.

Lucas 11:1-13 nos anima a este fin. Los discípulos seacercaron a Jesús, con ganas de aprender a orar, asícomo Juan había enseñado a sus discípulos. En res-puesta, Jesús les proporcionó un patrón para la oración(Lc. 11:1-4). Entonces contó una parábola para animar-los en la labor de la oración contrastando a Dios comoPadre con un amigo cercano. Un amigo que se despiertaen medio de la noche quizá no pueda ofrecer ayuda. ¡Laamistad tiene sus límites! Pero Dios como Padre no escomo este amigo. Él está listo para ayudarnos. Pide y re-cibirás. Llama y él abrirá. ¿Y qué es exactamente lo queDios promete darnos? “El Padre celestial dará el EspírituSanto a quienes se lo pidan” (11:13). Ni siquiera los dis-cípulos de Juan el Bautista —a los que se les había ense-ñado a orar— sabían acerca del Espíritu Santo (Hch.19:1-2). Pero, gracias a Dios, nosotros sí somos cons-cientes. ¡Y Dios promete dárnoslo!

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El conocimiento del corazónAsí como debemos abrir nuestros corazones a Diospor las almas de los nuestros, también deberíamos co-nocer sus corazones. En el mejor de los casos, la con-textualización nos ayuda a ver lo que controla los co-razones de los que nos rodean. Dicho de una formasimple, si la aplicación de nuestro mensaje sirve paracapturar los corazones de nuestra gente para Dios, ne-cesitamos tener conciencia de tales corazones. Debe-mos percibir —mediante observación cuidadosa— susvalores y compromisos internos, especialmente aque-llas cosas que les impiden vivir vidas bien ordenadasen la adoración y la obediencia a Cristo.

Los escritos de Agustín y las Epístolas de Pablo —asícomo los escritos acerca de su predicación en Hechos—contienen un material indispensable para que los pre-dicadores mediten sobre la labor de la contextualiza-ción. De hecho, los escritos de estos dos hombres porsí solos serían suficientes para las necesidades del ex-positor. Es ridículo pensar que hacer referencias a TheEconomist o The New York Times basta para hacer eltrabajo. Este tipo de escritos, generalmente, no logra irmás allá de lo que está pasando en el mundo. La cues-tión del por qué los hombres hacen lo que hacen es laparte esencial; descubriendo que siempre será ¡unasunto del corazón! Nadie ejemplifica mejor esta ha-bilidad que Agustín y Pablo. Te muestran cómo sepuede hacer uso de The Economist y del Times.

Afortunadamente, lo que Agustín y Pablo demues-

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tran se puede adquirir. Por ejemplo, el historiador dePrinceton Peter Brown muestra exactamente este tipode conciencia del corazón a través de su propia inves-tigación y lectura acerca de la antigua Roma. Él escribesobre el amor civicus de los ciudadanos de Roma, su“amor por la ciudad y sus ciudadanos”. Continúa di-ciendo:

Una persona rica que mostró este amor fue aclamadacomo un amator patriae (un enamorado de su ciudadnatal). Era el amor más honorable que una personarica podía mostrar. El amor civicus estaba escrito enlos templos, en los foros y en los edificios públicos,en los arcos, en las columnas y en los grandes lugaresde entretenimiento público —teatros, anfiteatros ycircos que parecían estadios— que aún asombran alturista de cualquier sitio romano de casi cualquier re-gión de Europa occidental y del norte de África.3

Brown describe a la gente de Roma como personas quetienen “paisajes del corazón”. Los describe como“amantes de la patria” y “amantes cuyo corazón eraRoma”.4 Si Brown estuviese predicando a la gente deRoma, este es exactamente el tipo de conocimiento queresultaría excelente para hacer aplicaciones en un ser-món. Al igual que la antigua Roma, nuestras ciudadesson lugares donde las cosmovisiones colisionan. Noobstante, son lugares donde los corazones de los hom-bres y de las mujeres son expuestos. Y tú y yo debemos

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aprender la habilidad de escuchar que Peter Brown de-muestra tan bien.

Para aplicar la Palabra de Dios hoy de una formapenetrante, es de ayuda saber lo que nuestra ciudada-nía ama, aprecia, y valora. ¿Has hecho esto? ¿Poseesun conocimiento del corazón de las personas en tu con-texto?

El corazón del texto bíblicoSi bien cada predicador necesita tener conciencia delcorazón, es un error pensar que esto es todo lo que unpredicador necesita para hacer buenas aplicaciones delevangelio. Recuerda, un ministerio evangélico sanosiempre debe ser informado por el contexto (pero diri-gido por el texto).

Algunos predicadores son tan dirigidos por la au-diencia, y están tan enfocados en el contexto, quecuando llega el momento de preparar aplicaciones delsermón, ¡se olvidan de su texto! De hecho, he escu-chado a predicadores describir su tiempo de prepara-ción de aplicaciones de esta forma: se sientan en su ofi-cina con los ojos cerrados, con la cabeza hacia atrás,con el rostro dirigido hacia el techo. Se susurran a símismos cosas como: “Ahora, sé que Bobby estará allí,tiene trece años y está enfrentando problemas de iden-tidad… ¿Cómo puedo aplicar esto a su corazón? YBilly-Sue estará allí, bendito su corazón, y está lu-chando contra la depresión…”

Esta estrategia altamente contextualizada tiene un

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lugar, pero no debe tener un papel principal. El predi-cador puede servir mejor a su gente con sus ojos abier-tos y su rostro clavado en el texto. La clave a recordares la siguiente: las aplicaciones de tu mensaje siempreestán conectadas con el corazón del texto bíblico. Paraencontrarlas, es necesario hacerse mejores preguntas(no preguntas acerca de tu gente, sino preguntas acercadel texto).

Una pregunta que siempre me hago acerca de mitexto es, ¿qué intención tiene el autor bíblico para suslectores? Esta es, de lejos, la mejor forma de empezar.Alinea mis pensamientos con el objetivo del autor. Arti-cular la intención del texto nos avanza en el camino deencontrar las implicaciones o las aplicaciones del textopara nuestros oyentes. A veces encontramos la intencióndel autor en una declaración explícita. En estos casos, elautor nos está entregando nuestra aplicación. Por ejem-plo, en el relato de David y Goliat, leemos esto:

Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré,y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de losfilisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra;y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrátoda esta congregación que Jehová no salva con es-pada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y élos entregará en nuestras manos. (1 S. 17:46-47)

Aquí el texto nos da el mensaje de la historia: la batallatiene un propósito evangelístico (“y toda la tierra sabrá

Hoy

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que hay Dios en Israel”) y un propósito de edificación,enseñar al pueblo de Dios a confiar en él (“Jehová nosalva con espada y con lanza; porque de Jehová es labatalla”).

Una segunda pregunta útil sobre el texto es, ¿dequé manera están los personajes de este texto respon-diendo a la verdad de Dios, o al Ungido de Dios? Aveces —aunque no siempre— los personajes actúancomo contrastes para los congregantes. Una vez predi-qué en un pasaje que muestra un contraste entre dosreyes; Saúl y David (1 S. 22). Es un capítulo fascinante,con dos personajes secundarios que comparten el esce-nario con los famosos reyes. El primero es Doeg el edo-mita, quien se alinea con Saúl. El segundo es Abiatar,quien decide seguir a David. Doeg y Abiatar se con-vierten en personajes útiles para la aplicación sermón.¿Seguiremos al Ungido de Dios, a pesar de que parecedébil y está huyendo? ¿O seremos como Doeg, y segui-remos al rey terrenal, cuyo poder y beneficios final-mente fracasarán?

Una tercera pregunta útil es, ¿es esta aplicación, laaplicación principal de este texto o simplemente unade las posibles? No deberías, en general, seleccionaruna aplicación secundaria o terciaria antes de asegu-rarte de que has entendido la principal. Tu objetivoprincipal con un texto debe coincidir con el objetivoprincipal del Espíritu Santo. Piensa en esto como sifuese una escalera en la que cada aplicación se vuelvemás y más abstracta. Cuanto más lejos esté el peldaño

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en la escalera es, más torpe serás para alcanzarlo. Sim-plemente está demasiado lejos, y es mejor que te aferresa algo más cercano, más fuerte, más claro y principal.

En las ocasiones que quiero aplicar mi texto en múl-tiples formas, siempre comienzo con la aplicación prin-cipal. Cuanto más me alejo, le digo a mi congregaciónque lo que estoy diciendo es más un estiramiento.Piensa de nuevo en lo que dijimos sobre 1 Samuel 2,en el capítulo 1. Algunas de las aplicaciones eran acercade ser padres. Pero a medida que estudiamos el texto,vimos que estas aplicaciones eran secundarias e inclusoterciarias.

Otra pregunta útil que prueba mis aplicaciones encuanto a las restricciones del texto es, ¿esta aplicaciónsocava mi texto? El hecho de que una aplicación seaposible no quiere decir que el autor la tuviese en mente.Una pregunta relacionada es, ¿contradice mi aplicaciónotros textos bíblicos? Si es así, no la uso. Piensa en laocasión cuando David mintió al sacerdote Ajimelec conel fin de conseguir comida y armas (1 S. 21). Puedesutilizar este texto para argumentar a favor de un “en-gaño santo” en el servicio a Dios, pero vas a tener pro-blemas cuando llegues a Colosenses 3:9-10. Esta últimapregunta nos ayuda a evitar que inadvertidamente en-frentemos la Escritura contra la Escritura.

Una comprobación final de mi trabajo consiste enhacer una pregunta que me apunta de vuelta al corazónde la Biblia misma. ¿Está la aplicación que estoy ha-ciendo fundamentada en el evangelio, o estoy en peli-

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gro de simplemente colocar más mandamientos sobremi gente? Al predicar Santiago 3:1-12, por ejemplo, se-ría muy fácil decir: “Controla tu lengua”. Pero esto esmoralismo si lo dejamos ahí. El mensaje de este capí-tulo es que controlar nuestras lenguas es imposible. Ne-cesitamos gracia. Santiago enseña esto en los versículos13-18. Buscamos la sabiduría “que es de lo alto”.

UNA PALABRA FINALPara lograr el mejor impacto hoy, los predicadores de-ben asociar la contextualización con el texto bíblico.No solo eso, sino que nos hemos beneficiado de estosdos elementos en formas que nos ayudan con la com-posición de nuestra audiencia, la organización de nues-tro material, y la aplicación de nuestro mensaje.

Una palabra final, y hemos terminado. Los mejoresexpositores bíblicos, aunque están inmensamente pen-dientes del hoy, no obstante, hacen todo su trabajo delsermón —ya sea la exégesis, la reflexión teológica o lacontextualización— a la luz del día (ese día cuando Je-sús regrese, cuando todas las cosas serán reveladas, in-cluyendo las motivaciones del corazón del predicador).Que tu conocimiento de ese día te ayude a permaneceren oración y fiel, dejando la abundancia de los frutosen las manos de Dios.

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CONCLUSIÓNLos huesos secos

Tras su ordenación, Charles Simeon predicó su primersermón en Trinity Sunday como sustituto de un pastorque estaba de vacaciones. En aquella época, Simeonsolo tenía veintidós años. Décadas después, hizo unareflexión sobre sus primeros esfuerzos en el púlpito. Es-cribió:

Habiendo conocido ahora al Sr. Atkinson, empecé aocuparme del cuidado de su iglesia durante unas lar-gas vacaciones; y tengo razones para esperar que al-gún bien se hizo allí. En el espacio de un mes o seissemanas la iglesia se llenó bastante; a la mesa del Se-ñor asistió tres veces el número habitual de los comul-gantes, y un revuelo considerable fue causado entrelos huesos secos.1

Como predicador, me encanta todo acerca de la brevedescripción que hizo Simeon de sus primeros sermones:desde la forma ordinaria como comenzó —reempla-zando en el púlpito a un hombre de vacaciones— hastasu simple expresión de esperanza de ser útil. ¡Qué ma-

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ravilloso inicio! Incluso supongo que Dios hizo queesos primeros mensajes fuesen especialmente fructífe-ros como un regalo especial, con el fin de ayudarle mástarde en el ministerio. Después de todo, Simeon prontoencontraría muchas pruebas en Cambridge. Quizá, porencima de todo, me encanta el patetismo en cómo veíael impacto de la Palabra predicada: “un revuelo consi-derable fue causado entre los huesos secos”.

Estoy firmemente convencido de que lo que pasó enlos días de Simeon, por la gracia de Dios, puede pasarotra vez. ¡Y tal vez empezará contigo! Al escribir estebreve libro sobre predicación, he mantenido cerca enmi mente a este joven de veintidós años. Así que, yasea que tengas veintidós u ochenta y dos, o algo entremedio, mi oración es que Dios use tu ministerio de ma-neras que nos den a todos esperanza de que “algúnbien se hizo”.

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APÉNDICEPreguntas que se hacen los predicadores

Aquí hay algunas preguntas de diagnóstico que puedesusar para guiarte en tu preparación del sermón de prin-cipio a fin.

LA EXÉGESIS¿He orado pidiendo la ayuda de Dios al empezar mitrabajo?

Estructura¿Cómo ha organizado el autor este texto? Será deayuda si puedes indicar claramente las separaciones delos versículos para cada parte de la estructura.

General: ¿Hay alguna palabra, frase o idea repetida enel texto?

Narrativa: ¿Cómo se divide el texto en escenas? ¿Estáorganizado en torno a la geografía o en cambios deatención sobre los personajes? ¿Cuál es la trama?(¿Cuál es el conflicto, o qué es lo que está proporcio-nando tensión dramática? ¿Cuál es el clímax o puntode inflexión? ¿Se resuelve la tensión? Si es así, ¿cómo?)

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Discurso: ¿De qué manera la gramática o la lógica delpasaje muestran el flujo de las ideas?

Poesía: ¿Cómo cambia el tono o el asunto de este po-ema? ¿Qué revela la organización acerca del énfasispretendido por el autor?

Contexto¿De qué manera el contexto literario inmediato —los pasajesen ambas partes del texto— dan información sobre el signi-ficado del texto? ¿Por qué está este pasaje aquí en este lugar?

¿Cuál era la situación histórica enfrentada por la pri-mera audiencia o, dependiendo del género, por los pri-meros lectores?

¿Cómo encaja el pasaje en una sección más amplia?

Línea melódica¿Cuál es la esencia de este libro?

¿De qué forma el pasaje está dando información ycómo está siendo informado por la línea melódica?

¿Cuál es el tema del texto?

LA REFLEXIÓN TEOLÓGICA¿De qué manera el texto anticipa o se relaciona con elevangelio?

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¿Cómo la teología bíblica me ayuda a ver el evangelioen el texto? ¿Cómo está usando el autor el cumpli-miento profético, la trayectoria histórica, los temas ylas analogías?

¿Cómo la teología sistemática me ayuda a ver el evan-gelio en el texto? ¿Me está manteniendo en la fe, ayu-dándome a conectar con el evangelio, o perfeccionandomi habilidad para hablar con no cristianos?

LA CONTEXTUALIZACIÓN Y HOY

La audiencia¿Conozco a la gente que estará oyendo este sermón?¿Me he comprometido a amarles? ¿He estado en ora-ción por ellos durante mi preparación?

La organización¿Qué forma y énfasis aplicaré a mi sermón? ¿Reflejaesta forma y énfasis la estructura y el énfasis del texto?

La aplicación¿Estoy predicando buscando un cambio interno de co-razón, tanto en mi vida como en la vida de mis oyen-tes? ¿Estoy haciendo esto de tal modo que correcta-mente humille al oyente, exalte al Salvador, y pro-mueva la santidad en las vidas de los que están presen-tes?

Apéndice

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¿Qué finalidad o intención tiene el autor bíblico parasus lectores?

Narrativa: ¿Cómo están los personajes del texto res-pondiendo a la verdad de Dios, o al Ungido de Dios?

Discurso/poesía: ¿Cómo quiere el autor que respondansus lectores?

¿Mi aplicación proviene del objetivo del autor?

¿Es mi aplicación la principal aplicación del texto, osimplemente una de las posibles?

¿Mi aplicación mina el texto? ¿Contradice otros textosbíblicos?

¿Está la aplicación que estoy haciendo arraigada en elevangelio, o estoy en peligro de simplemente poner másmandamientos sobre mi gente?

¿Me estoy apoyando en el texto para decir lo quequiero decir? ¿O estoy sacando de la Escritura sola-mente lo que está allí?

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AGRADECIMIENTOSESPECIALES

Dos pastores fueron modelos para mí en la predicaciónexpositiva: Kent Hughes y Dick Lucas. Estos hombresno solo planificaron su semana en torno a la explica-ción de la Palabra de Dios, sino que también encontra-ron tiempo para invertir en mí. Y por ello les doy lasgracias. Siguen siendo queridos amigos, y estoy segurode que estas páginas son mejores a causa de ellos.

Además, quiero expresar mi apreciación a los dospastores con los que trabajo más de cerca, Jon Dennisy Arthur Jackson. Vuestros muchos años de ministeriofiel me animan. Estoy en deuda con Holy TrinityChurch, Hyde Park, Chicago. Por quince años habéisrecibido contentos la Palabra de Dios de mi parte. Ymás que eso, juntos, semana tras semana, hemos com-prometido nuestros corazones, los unos con los otros,mediante la palabra de Cristo. Estoy muy agradecidopor ello, y también por lo felices que Dios nos ha hechobajo el gobierno de Cristo.

También, estoy agradecido por la amistad de MarkDever y Jonathan Leeman. Es solo por su amable invi-tación y continua insistencia que estas ideas han sido

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puestas en papel, y que tiempo ha habido para escri-birlas. Señores, gracias por la oportunidad que me ha-béis dado para estar con vosotros en este trabajo. Adi-cionalmente, el trabajo editorial de Tara Davis enCrossway ha hecho más fuerte el texto de este libro.Gracias.

Más cerca de casa otra vez, estoy increíblementeagradecido a Dios por Robert Kinney, amigo en lacausa de Cristo. Gracias, como siempre, por mejorarel manuscrito, e incluso más, por compartir las respon-sabilidades de liderar el Charles Simeon Trust conmigo.

Finalmente, Lisa, por tu alianza de amor de todauna vida, gentilmente reservada solo para mí por tresdécadas ya, gracias. Me encanta especialmente el espa-cio siempre creciente que haces en tu corazón para laPalabra de Dios.

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REFERENCIAS

Introducción: Los huesos viejos

1. Para los detalles en torno al funeral y lugar de entie-rro de Charles Simeon, estoy en deuda con William Ca-rus. William Carus, Memoirs of the Life of Rev. Char-les Simeon (Memorias de la vida del Rev. Charles Si-meon) (London: Hatchard and Son, 1847), 582-83.

2. Handley Carr Glyn Moule, Charles Simeon (Lon-don: Methuen & Co., 1892), 97.

3. Charles Simeon, Horae Homileticae (Grand Rapids,MI: Zondervan, 1847), xxi.

Capítulo 1: La contextualización

1. Peter Brown, Through the Eye of a Needle (A travésdel ojo de una aguja) (Princeton, NJ: Princeton Univer-sity Press, 2012), 54.

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2. Este dibujo con líneas, que se desarrolla a lo largodel libro, es mi propia opinión sobre un gráfico hechoun tiempo atrás por Edmund Clowney en PreachingChrist in All of Scripture (Predicando a Cristo en todala Escritura) (Wheaton, IL: Crossway, 2003), 32. Lotrabajé de la misma forma que los músicos de la iglesiatoman un himno antiguo y hacen una nueva versiónmusical.

3. Bernard Denvir, The Thames and Hudson Encyclo-paedia of Impressionism (La enciclopedia de impresio-nismo de Thames y Hudson) (London: Thames andHudson, 1990).

4. El origen de la historia y de la cita de Andrew Langes incierto, aunque se ha citado ampliamente en colec-ciones de citas tales como Elizabeth M. Knowles, TheOxford Dictionary of Quotations (El diccionario de ci-tas de Oxford), séptima edición. (Oxford: Oxford Uni-versity Press, 2009), 478:12.

5. Handley Carr Glyn Moule, Charles Simeon (Lon-don: Methuen & Co., 1892), 97.

Capítulo 2: La exégesis

1. La manera de equilibrar los contextos históricos y li-terarios y qué preguntas tendrás que hacerte sobre untexto dependerá, en parte, del libro que estés predi-

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cando. En una epístola, por ejemplo, tienes que entenderla situación histórica de la iglesia o del individuo a quiense escribe la carta. Pero un Evangelio no tiene por quéleerse necesariamente igual. Si los Evangelios fueron es-critos para ser distribuidos en todo el mundo, entoncesla primera audiencia histórica a la que el evangelista es-cribió es menos importante que el contexto literariousado por el evangelista para ensamblar su Evangelio.Para saber más sobre la audiencia de los Evangelios, vé-ase el libro de Richard Bauckham, ed., The Gospels forAll Christians (Los Evangelios para todos los cristianos)(Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1998).

2. La mayoría de las epístolas incluyen declaracionesde propósito como cuestión de forma. Lucas 1:1-4 yJuan 20:30-31 también sirven como ejemplos útiles dedeclaraciones de propósito.

3. Mortimer Adler y Charles Van Doren, How to Reada Book: The Classic Guide to Intelligent Reading(Cómo leer un libro: La guía clásica para una lecturainteligente) (New York: Touchstone, 1940), 75.

Capítulo 3: La reflexión teológica

1. Charles Haddon Spurgeon, “Christ Precious to Be-lievers” (“Cristo precioso para los creyentes”) (sermón,Music Hall, Royal Surrey Gardens, 13 de marzo,1859), http://www.spurgeon.org/sermons/0242.htm

Referencias

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2. James Barr, The Concept of Biblical Theology: AnOld Testament Perspective (El concepto de la teologíabíblica: Una perspectiva del Antiguo Testamento) (Lon-don: SCM Press, 1999), 253-54.

3. Sidney Greidanus, Preaching Christ from the OldTestament: A Contemporary Hermeneutical Method(Predicando a Cristo desde el Antiguo Testamento: Unmétodo hermenéutico contemporáneo) (Gran Rapids,MI: Eerdmans, 1999), 234-40.

4. G. K. Beale, Handbook on the New Testament Useof the Old Testament: Exegesis and Interpretation(Manual sobre el uso del Antiguo Testamento en elNuevo Testamento: Exégesis e interpretación) (GrandRapids, MI: Baker Academic, 2012), 14.

5. D. A. Carson, “Unity and Diversity in the New Tes-tament: the Possibility of Systematic Theology” (“Uni-dad y diversidad en el Nuevo Testamento: la posibili-dad de la teología sistemática”), en Scripture and Truth(Escritura y verdad), ed. D. A. Carson y John D. Wo-odbridge (Grand Rapids, MI: Baker, 1983), 69-70.

6. Estas dos citas proceden de los apuntes de A. W.Brown acerca de sus tiempos con Charles Simeon,como parte de las “fiestas de conversación con los es-tudiantes de Cambridge” de Simeon. Abner WilliamBrown, Recollections of the Conversation Parties of

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the Rev. Charles Simeon, M. A.: Senior Fellow ofKing’s College, and Perpetual Curate of TrinityChurch, Cambridge (London: Hamilton, Adams, &Co, 1863), 269.

Capítulo 4: Hoy

1. Cornelius Van Til, Paul at Athens (Pablo en Atenas)(Phillipsburg, NJ: P&R, 1978), 6.

2. Handley Carr Glyn Moule, Charles Simeon (Lon-don: Methuen & Co., 1892), 97.

3. Peter Brown, Through the Eye of a Needle (A travésdel ojo de una aguja) (Princeton: Princeton UniversityPress, 2012), 64.

4. Ibíd., 96-101.

Conclusión: Los huesos secos

1. William Carus, Memoirs of the Life of the Rev.Charles Simeon (Memorias de la vida del Rev. CharlesSimeon) (London: Hatchard and Son, 1847), 24.

Referencias

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Génesis Pág.1-2 87

Deuteronomio18:15-22 86

1 Samuel2 1272:12-21 23, 2515 9417:46-47 12521 12722 12628 93, 9528:20-25 94

Salmos42 6543 65

Proverbios25:2 92

Eclesiastés12:1-8 87

Jeremías25:17-29 91

31 90, 9131:31-34 89, 9031:34 90

Habacuc3 75, 77

Mateo2:14-15 8513:35 8526:53-56 8528:18-20 9

Marcos2:7 121

Lucas1:1-4 1391:72 892:27 782:28-32 782:37 782:38 783:21-22 787:28 909:18-20 779:28-36 789:30-31 88

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ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS

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9:48 9011:1-4 12111:1-13 12111:13 12113:30 9014:11 9017:7-10 9022 90, 9122:14-30 88, 9122:20 8922:24 9122:24-27 9022:28-30 9022:29 9022:30 9124 7724:25-27 7024:26 7124:44-45 7024:46-47 70

Juan6:63 28, 11220:30-31 13921 103

Hechos3 863:18 863:22-26 8611:27-30 3213:27 8617 107, 108

17:2-3 7117:16-34 11017:17 71, 10817:18 11117:19 10817:22-23 82, 10817:22-31 8217:23 10917:24a 8217:24b-25 8217:26-28 8217:29-30 8217:30 12017:31 8317:32 11118:4 7118:19 7119:1-2 12119:8 71

Romanos1 87

1 Corintios1:4-7 482:10 363:1 483:1-2 485:2 4911:25 8912:1 4812:4 4812:9 48

Índice de citas bíblicas

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12:28 4812:30 4812:31 4813 47, 4814:1 4814:37 4816:1-4 32

2 Corintios5:17 876:13 536:14-15 527:2 538 309 309:6 309:6-7 319:6-9 309:7 319:8 319:9 31, 3210 2911:5 3211:6 3211:7 3211:9 3212:11 3212:14-15 32

Efesios4:13 94:15 9

Filipenses1:12 384:13 37

Colosenses3:9-10 1274:2-4 115

1 Tesalonicenses2:3-6 112

Hebreos3:7 28

Santiago2:14-26 972:23 863:1-12 1283:13-18 1284:1-12 115

1 Pedro4:10 9

Judas1 573 586 5713 5720-21 921 5724 57

Índice de citas bíblicas

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