La Política Criminal - Binder

download La Política Criminal - Binder

of 17

Transcript of La Política Criminal - Binder

  • 8/11/2019 La Poltica Criminal - Binder

    1/17

    REJ Revista de Estudios de la Justicia N 12 Ao 2010

    2002 Facultad de Derecho, Universidad de Chile 213

    LA POLTICA CRIMINAL EN EL MARCO DE LAS POLTICAS

    PBLICAS

    BASES PARA EL ANLISIS POLTICO-CRIMINAL

    Alberto M. Binder

    El mejor modo de iniciar el desarrollo del Anlisis Poltico Criminal consiste enreconocer la mera existencia del poder penal. Reconocer esa existencia no implicaatribuirle algn tipo de esencia ni tratarlo como una cosa o un ente del mundode la naturaleza. Al contrario, afirmaremos en todo momento que se trata de unfenmeno social y poltico, de fuerte raigambre histrica, sujeto a los vaivenes de

    las pocas, de los intereses o el poder de los distintos actores y de las caractersticasgenerales del mundo social dentro del cual el hecho del poder penal adquieresentido.

    Tampoco significa que ese poder penal se despliega de un modocircunstancial, espordico, azaroso y ni siquiera arbitrario.El poder penal siempre se haejercido con algn nivel de organizaciny ello forma parte tambin de su facticidad.

    No es lo mismo, aunque puede parecerlo, comenzar por el reconocimientode la existencia de la criminalidad o del fenmeno criminal. Es cierto que tanto elconcepto de poder penal como la idea de criminalidad son ya construcciones

    poltico-criminales y tambin es cierto que ambas tienen una base social anterior,tales como la violencia o ciertas interacciones sociales rechazadas culturalmenteque son previas al nacimiento y desarrollo de la poltica criminal como tal. Pero laviolencia del Estado generalmente deriva en Poltica Criminal1 (aun cuando

    Universidad de Buenos Aires. Departamento de Postgrado. Director del Centro de Polticas

    Pblicas para el Socialismo (CEPPAS).www.ceppas.org. Argentina.1 La idea de que la violencia del Estado generalmente (no me atrevo a decir siempre porqueexisten casos de violencia estatal espordica, no organizada en una poltica, aunque esos casos sonmas raros de lo que se supone) deriva en poltica criminal puede parecer extraa porque subyace laidea de que la poltica criminal es algo ideal, es decir, un deber ser del derecho penal o, mejor

    dicho, del ejercicio del poder punitivo. La poltica criminal es un factum que tambin puede serilegal, tal como lo demuestra la doctrina de la seguridad nacional, por ejemplo, que generintensos programas de poltica criminal ilegal e, incluso, formalmente delictiva. Pero siempre existeuna diferencia con los actos sociales considerados delitos, por ms que sean muy graves y la polticaestatal de uso ilegal de la violencia o de un uso de la violencia que no sea ilegal en trminosformales pero agrede derechos humanos bsicos de las personas, ya reconocidos mundialmente.(esta diferenciacin aparece, por ejemplo, en la discusin moderna sobre los delitos de lesahumanidad donde los autores deben ser agentes estatales o para-estatales; en todo caso, ejecutoresde una poltica estatal o con respaldo estatal, es decir, una determinada poltica de uso de laviolencia, que es lo que aqu llamamos poltica criminal). La poltica pblica puede, en general, serenjuiciada de ese modo: por ejemplo, un Estado puede fundar su economa en la venta de venenoso drogas o en la produccin y venta de armas de destruccin masiva; una poltica educativa puede

  • 8/11/2019 La Poltica Criminal - Binder

    2/17

    Binder La poltica criminal en el marco de las polticas pblicas

    214

    transcurra por carriles de brutalidad o absoluta ilegalidad) y no siempre lasinteracciones rechazadas culturalmente incluso las muy graves- derivan en un

    proceso de criminalizacin, ni siquiera en momentos de alta inflacin penal(aumento permanente, progresivo y casi automtico de la criminalizacin).

    Por tal razn, es preferible partir del hecho del poder penal y no de ciertasformas sociales rechazadas, por ms que ellas tengan un alto contendido deviolencia. Zaffaroni (si bien como parte de una obra de derecho penal y no deAnlisis Poltico Criminal) destaca la importancia de un punto de partida de basefctica, aunque con una perspectiva distinta: Todas las sociedadescontemporneas que institucionalizan o formalizan el poder (Estados) seleccionana un reducido grupo de personas, a las que someten a su coaccin con el fin deimponerles una pena. Esta seleccin penalizante se llama criminalizacin y no se

    lleva a cabo por azar sino como resultado de la gestin de un conjunto de agenciasque conformas el sistema penal (Zaffaroni 2002: 7)2. Es posible que ese punto departida sea suficiente para una obra de derecho penal que presupone la existenciade la poltica criminal y no debe analizarla- pero es excesivo para fundar el AnlisisPoltico Criminal mismo porque utiliza en el nivel de la precomprensindemasiados fenmenos que ya son el resultado de la orientacin de la polticacriminal, tales como la selectividad, la organizacin de las agencias, su interrelacinen el sistema penal, etc. De ese modo queda oculto el fenmeno ms elemental detodos ellos -la violencia del Estado- que constituye el ncleo fctico del poder punitivo.

    Existe un paso imprescindible en el anlisis de la que consiste en

    determinar el tipo especfico de violencia estatal que constituye el poder punitivo o el deslinde deotras formas de violencia estatal no punitivas, si es que ese deslinde puede hacerse. Por ahoranos alcanza con afirmar que, sobre la base de una idea general de la violencia socialo estatal, el poder punitivo debe ser enmarcado analticamente en sus rasgosespecficos. En un sentido aun ms preciso deberamos decir que lo que existecomo un factum es la violencia desplegada por el Estado. Esa violencia es la queconstituye nuestra experiencia primaria -en el sentido de Bachelard- con todaslas dificultades que ello trae aparejado3. Como tambin ella puede ser objeto de un

    formar a los nios para que sean racistas o una poltica de salud puede apelar a la eugenesia o laeliminacin de ancianos; en fin, una poltica exterior agresiva o colonial son tambin formas de

    ilegalidad de la poltica. No debe extraarnos, entonces, que la poltica criminal tal como la hemosdefinido, tambin pueda ser ilegal o delictiva.2 Si uno le asigna al derecho penal la exclusiva tarea de construir los lmites al poder penal, escorrecto comenzar con la visin ms amplia posible del campo poltico delimitado por ese poder yorganizado por la Poltica Criminal. Recordemos en todo caso que siempre que en este trabajohablemos de derecho penal nos estamos refiriendo al sistema de garantas no al ejercicio delpoder penal. Poder penal y derecho penal deber ser separados analticamente con toda radicalidad.3 En la formacin de un espritu cientfico, el primer obstculo es la experiencia primera, laexperiencia situada antes y por encima de la crtica que es necesariamente un elemento integrante elespritu cientfico. Ya que la crtica no opera explcitamente, la experiencia primera no puede, enningn caso, ser un apoyo seguro.. En este sentido esta primera precomprensin se constituye enun obstculo epistemolgico, tambin para el anlisis que parte de esa realidad primaria y el mismo

  • 8/11/2019 La Poltica Criminal - Binder

    3/17

    REJ Revista de Estudios de la Justicia N 12 Ao 2010

    215

    proceso de descomposicin analtica llegaramos al fenmeno de la dominacin engeneral y del poder como relacin desigual (donde desigualdad puede ser asimilada

    a una forma de violencia). Un anlisis que llegara hasta esos niveles no slo seraposible sino que nos dara un marco de comprensin del problema polticocriminal sin duda ms amplio. Sin embargo, hay razones de utilidad que nosobligan a detener el anlisis en estadios previos, para dotar a este ensayo de unobjeto de trabajo ms delimitado. En el grado y nivel de profundidad que requiereeste momento de la exposicin alcanza con sealar la existencia factual del poderpunitivo como violencia estatal organizada.

    Esta afirmacin, por otra parte, se encuentra en un plano deprecomprensin analtica con fuertes componentes de sentido comn perotambin de ambigedades y prejuicios. Sin embargo, es imposible precisar la

    determinacin del objeto sin esta primera aproximacin. La posibilidad de contarcon una fuerte gua de ese mismo sentido comn nos facilita este primer paso peronos dificultar los siguientes y nos obligar a mantener una fuerte vigilancia parasuperar la precomprensin propia del sentido comn. La investigacin cientfica arrancacon la percepcin de que el acervo de conocimiento disponible es insuficiente paramanejar determinados problemas. No empieza con un borrn y cuenta nueva,porque la investigacin se ocupa de problemas, y no es posible formular unapregunta por no hablar ya de darle respuesta- fuera de algn cuerpo deconocimiento: slo quienes ven pueden darse cuenta de que falta algo (Bunge 1983: 19)4.Una reflexin similar realiza Schumpeter (1995: 79): el esfuerzo analtico empiezauna vez que hemos concebido nuestra visin del conjunto de fenmenos que atrae

    nuestro inters, con independencia de que ese conjunto se encuentre en tierrasvrgenes o en suelo ya previamente cultivado. La primera tarea consiste enverbalizar la visin o conceptualizarla de tal modo que sus elementos se siten ensus lugares respectivos, con sus correspondientes nombres para facilitar suidentificacin y su manejo, y en un esquema o una imagen ms o menos perfecta.Esto no slo es importante, seala Schumpeter, porque nos obliga a partir de all aperfeccionar la tarea analtica y resguardarnos de la visin original aparentementeingenua pero siempre cercana a la ideologa, sino porque en la prctica todosempezamos a investigar partiendo de la obra de los que nos han precedido;difcilmente partimos nunca de cero (Schumpeter 1995: 78). En definitiva, nodebemos olvidar que el punto de vista tambin define el objeto, tal como en sumomento seal Saussure y hoy aceptan sectores importantes de la reflexinepistemolgica sobre las ciencias sociales (Bourdieu-Chamboredon-Passern 2002:51). Esto es ms claro aun en el anlisis que puede utilizar herramientascientficas pero no es en s mismo una ciencia- cuya primera labor es construir

    anlisis deber desorganizar, descomponer y someter a crtica esa realidad primaria. (Bachelard1973: 193)4 Las itlicas son nuestras. Le pedimos al lector que no olvide lo que ya sabe sino todo lo contrarioque lo mantenga presente para someterlo a crtica. La conciencia de la tradicin y del prejuicio esuna condicin necesaria para la innovacin. Los ajustes conceptuales, como el que pretendemoshacer en esta obra, presuponen la presencia de los conceptos anteriores.

  • 8/11/2019 La Poltica Criminal - Binder

    4/17

    Binder La poltica criminal en el marco de las polticas pblicas

    216

    analticamente el objeto que define a la poltica criminal como tal. Pero el anlisiscomienza a descifrar y examinar un sector de la vida social que primero ha

    identificado de un modo general e impreciso de all la vigilancia y los peligros-pero que desde el inicio nos seala una orientacin y un campo de trabajo. Si, porejemplo, iniciamos el anlisis con la afirmacin del carcter fctico de lacriminalidad o del fenmeno criminal podramos cometer errores que ya pag carola Criminologa en su primer paradigma etiolgico confundiendo los procesospoltico criminales (criminalizacin) con procesos naturales o simplementeculturales (Gabaldn 1987:19). Quizs confunda el uso de la frase poder penal yno la mera afirmacin de la existencia de la violencia estatal, pero desde yaquedamos advertidos sobre la necesidad de someter a anlisis y crtica cualquieridea de poder punitivo por ms elemental que ella sea. El hecho de que, por logeneral, en cualquier momento dado demos por supuesta una gran parte de

    nuestro conocimiento tradicional (pues casi todo nuestro conocimiento estradicional) no plantea ninguna dificultad para el refutacionista o falibilista. Pues lno acepta este conocimiento bsico; no lo acepta como establecido ni comobastante seguro, ni siquiera como probable. Sabe que hasta su aceptacin tentativaes riesgosa y destaca que cada porcin de l est abierta a la crtica, aunque slo seade una manera fragmentaria (Popper 1979: 276). Esta reflexin de Popper sobreel desarrollo del conocimiento cientfico es tambin aplicable al desarrollo delanlisis. Finalmente, esta primera visin llena de impurezas tambin se halla llenade posibilidades. La historicidad no se descubre sino en el curso del proceso social,nunca en las abstracciones por ms que con ellas ganemos la precisin queestamos buscando. La constatacin de la facticidad del poder penal es, en este sentido, la

    primera comprensin de su historicidad; historicidad de la cual no podemos sustraernos desdeninguna de las perspectivas o posiciones desde las cuales analicemos el objeto o nos comprendamoscomo sujetos que analizan ese objeto.

    Efectivamente esa posibilidad nos la brinda con mayor riqueza este primeracercamiento pre-analtico al poder penal: en esa primera aproximacin l estsimplemente all, con la fuerza que le es propia, la diversidad de formas o launiformidad de personas sobre las que recae, su tendencia a escapar a los lmiteslegales. En esa dimensin no deja de tener el nombre propio del encarcelado, delfiscal que pidi ese encierro y del juez que lo autoriz. Tiene la configuracinprecisa de lo que realmente padecen o hacen las personas, ms all de lo quedebieran hacer. Si lo tomamos como un simple ejemplo, que nos libera de la cargade la actualizacin, veremos que es relativamente fcil cuantificar el factum delpoder punitivo. Ello es importante porque nos muestra la magnitud de losrecursos estatales afectados al ejercicio de la violencia del Estado y nos sealatambin que la Poltica criminal no es una poltica perifrica sino, ms bien, unaque constituye las actuaciones polticas centrales del propio Estado. Por ello, eneste momento del desarrollo de esta exposicin nos interesa sealar la posibilidadde cuantificacin del poder penal al solo efecto de mostrar la magnitud delfenmeno y la centralidad de su estructura en la muchas veces difusa realidadestatal.

  • 8/11/2019 La Poltica Criminal - Binder

    5/17

    REJ Revista de Estudios de la Justicia N 12 Ao 2010

    217

    El primer modo de realizar esa cuantificacin es, a la vez, el ms firme yriguroso. Se trata de contar las personas encarceladas. La tasa de presos por cien

    mil habitantes es la que nos da la indicacin ms clara de la existencia de laviolencia del Estado y su magnitud. Por otra parte, si utilizamos esas tasas paracalcular la poblacin directamente sometida a prisin nos muestra cifras quesealan con mayor claridad la magnitud de los recursos movilizados por dichapoltica. Como podemos ver, la poblacin afectada en los ncleos de accindirectsima y directa por parte de la poltica criminal son los suficientementeamplios como para dotar a esa poltica pblica de mayor rigor y abandonar lasformas emocionales o conceptualistas tan en boga, que finalmente la dejan sin realorientacin y sin control.

    Pero tambin podemos contar con otras mediciones simples que nos

    marcan la magnitud de la poltica criminal. Existen instituciones que solo existenporque ella existe, por ejemplo las crceles, el sistema penitenciario, la justiciapenal, etc. Otras instituciones como la polica cumplen muchas funcionesvinculadas a la poltica criminal, aunque su cometido principal sea desarrollarpolticas de seguridad que son distintas a ella, aunque tengan cercana dentro delconcepto global degestin de la conflictividad. Si nos atenemos a los datos usuales denuestro pas existen decenas o centenares de centros penitenciarios, varioscentenares o miles de jueces penales y fiscales; las fuerzas policiales en su conjuntoalcanzan miles efectivos. Si a todo ello le sumamos las oficinas administrativas, losfuncionarios polticos y el conjunto de otras actividades estatales que giranalrededor de ellas tendremos una idea ms clara de la magnitud de recursos que

    giran alrededor de la poltica criminal de un pas. Por otra parte, tambin existenrecursos privados, vinculados al mercado de la seguridad privada, a la enseanza yformacin de los operadores del sistema penal y a la existencia de organizacionessociales que en uno u otro sentido se ocupan del poder penal. Todo este conjuntode recursos humanos, materiales, predominantemente estatales, son movilizadospor la poltica criminal en un u otro sentido. La sola evidencia de su magnitudalcanzara para mostrar la necesidad de contar con un tipo de anlisis especficosobre esta poltica, mucho ms an cuando es tambin evidente la intensidad y lafuncin social positiva o negativa- de esa violencia del Estado, canalizada a travsde tantos instrumentos, en la conformacin de la vida social o su influencia en lavida cotidiana de un nmero tan grande de personas. En definitiva, no deja dellamar la atencin que una poltica pblica con tal nivel de movilizacin derecursos y con tanta presencia en la vida cotidiana de los ciudadanos, carezca de unmarco analtico especfico que permita democratizar su contenido y evaluar susresultados. La fuerte impronta moral, el arrastre histrico de contenidos, laapropiacin por parte de sectores profesionales con prestigio (los penalistas) perono necesariamente idneos para la formulacin de esta poltica, la pervivencia deun aparato conceptual confuso y esotrico y los fuertes intereses a quienes lesconviene mantenerla dentro de una matriz autoritaria son una muestra delconjunto de factores que producen el atraso sealado. Como hemos visto, lamagnitudde la violencia estatal y su intensidad (aun por el solo hecho del encierroprologado -sin adicionar las verdaderas condiciones de detencin que agravan la

  • 8/11/2019 La Poltica Criminal - Binder

    6/17

    Binder La poltica criminal en el marco de las polticas pblicas

    218

    intensidad de la violencia) son caractersticas que surgen claras de la meraconstatacin de la existencia del poder penal en un nivel primario.

    La segunda caracterstica que surge de ese mismo nivel de constatacin, esel carcter organizadodel ejercicio del poder punitivo. El uso de la expresin poderpenal suele crear la ilusin de que se trata de un fenmeno particular dirigido auna persona. Nada ms alejado de la realidad histrica del ejercicio del poderpunitivo. Aun sin abandonar este nivel primario de constataciones es posiblesealar con claridad el carcter organizado del poder punitivo. Es indudable que lasformas de organizacin han variado a lo largo de las pocas pero no dudaratampoco en afirmar que nunca el ejercicio del poder punitivo ha sido un ejercicioaislado, un simple hecho espasmdico en la historia del poder. Todo lo contrario:no slo se ha caracterizado por algn nivel de organizacin sino que tambin ha

    contribuido a la organizacin general del ejercicio del poder en su conjunto. Unagran parte del Estado se ha organizado alrededor del ejercicio de la violencia, delos nuevos instrumentos que ella permiti utilizar para organizar la vida social.Incluso se ha sostenido y se sostiene an- que el Estado se funda precisamenteen el ejercicio de la violencia, es decir, en su capacidad de ejercer una violenciasuperior a la de los individuos o grupos sociales, ya que nunca ha existido algo ascomo un monopolio de la violencia por parte del Estado, en el plano fctico, seentiende, ya que la idea de monopolio se utiliza como un deber ser de laviolencia social.

    De lo dicho en el prrafo anterior surge una nueva idea que debemos

    destacar con fuerza: lo primario no es el ejercicio del poder penal como tal sino laexistencia de la Poltica Criminal. Ello surge de la constatacin del carcter organizadodel poder penal como hemos sealado. Podrn haber variado los tipos y losmodos de poltica criminal pero en todo caso el poder penal siempre se ha ejercidoen el marco de una determinada poltica criminal, simple o compleja, explcita uoculta, eficaz o ineficaz para sus propios fines-. Es que no distinguiramos comoparte del fenmeno que nos interesa analizar a un simple hecho aislado deviolencia estatal. Nos ocupa el ejercicio de la violencia estatal en tanto organizada,es decir, en tanto forma parte de la Poltica Criminal de ese Estado. Este punto esimportante para escaparse de una visin sesgada por los instrumentos de ladogmtica penal que, si bien son correctos para los fines de ella (construir loslmites al poder punitivo), tienden a ocultar la visin del poder penal comofenmeno organizado. Tampoco es cierto como veremos en el punto siguiente-que esa organizacin sea el producto de una poca determinada. Sin duda lasociedad mercantilista, luego la industrial y ahora la sociedad organizada de masasha dado improntas especficas a los modelos de poltica criminal, pero ella siempreha existido como una forma de organizacin del poder penal. Es ms, lo que sedebe afirmar es que el poder penal sin Poltica Criminal no ha tenido existenciahistrica, es una pura abstraccin o una forma de anlisis til para enfrentarse a losdilemas de un caso pero totalmente artificial e intil para el Anlisis PolticoCriminal.

  • 8/11/2019 La Poltica Criminal - Binder

    7/17

    REJ Revista de Estudios de la Justicia N 12 Ao 2010

    219

    La constatacin primaria del carcter organizado implica: a) el ejercicio dela violencia estatal nunca es ni ha sido un hecho aislado o circunstancial; b)

    siempre ha respondido a una intencionalidad ms o menos explcita, es decir, se hafundado en alguna necesidad; c) se ha ejecutado con distintos niveles departicipacin (reyes, prncipes, jefes, alcaldes, jueces, verdugos, soldados, policas,etc.); d) ha procurado algn efecto que va ms all del ejercicio de la violenciamisma; e) siempre ha tenido algn nivel de ritualizacin5 y g) por lo tanto,siempre ha tenido algn nivel aunque tosco- de justificacin. Por lo tanto, elprimerfactumdel cual nos ocupamos es la poltica criminal, simplemente entendidacomo violencia estatal organizada.

    Cuando le asignamos a un fenmeno dado el atributo de histrico comoya sealamos precedentemente- queremos destacar diferentes aspectos que deben

    ser aclarados. En primer lugar, damos cuenta de la persistencia del fenmeno a lolargo de distintas pocas, es decir, que ms all de las particularidades propias decada una de esas etapas podemos hallar una lnea de continuidad que nos sirve paracomprender ese fenmeno en el presente. En los puntos anteriores hemos destacado loselementos que constituyen esa continuidad (violencia, intensidad, organizacin). Ensegundo lugar, al sealar el carcter histrico, hacemos referencia a un procesoacumulativo, es decir, que las caractersticas actuales de la poltica criminal han sidotambin configuradas histricamente y esa configuracin tiene una influencia importante en suactual forma de ser.En tercer lugar, significa que han existido rupturas,formas de serhistricas que ya no perviven pero todava nos interesan para estudiar lo que hoyexiste. En cuarto lugar, significa que tenemos alguna posibilidad (aunque sea

    imperfecta) de construir el relato de esa historiade tal manera que sea de inters para elpresente.

    El uso con cierta intensidad y organizacin de la violencia estatal paraobtener determinados fines trascendentes al hecho mismo de la violencia es unfenmeno del cual hallamos fcilmente huellas en el pasado. Ya hemos sealadoque la aplicacin del poder punitivo, es decir, de cualquier forma de violencia mso menos formalizada, por parte de quien ejerca un poder superior a losinvolucrados en el conflicto nunca fue un hecho aislado o circunstancial. Nisiquiera en sociedades antiguas de las que nos separan ya miles de aos. Es quedesde los orgenes mismos de cualquier forma de ejercicio de poder, l siempretuvo algn vnculo con la violencia. Es cierto que en el desarrollo de la civilizacinoccidental tambin podemos hallar fcilmente saltos cualitativos que nos muestran

    5James Goldschmidt (1983:126): La imposicin de la pena corresponde al juez, no slo desde lostiempos del Estado de Derecho, sino desde que hay juez y pena. Juez y pena se encuentran siemprejuntos. Hasta en los casos en que se ha abusado de la pena capital para fines polticos, al imponerla,si se prescinde de pocas excepciones, siempre se han observado las formas procesales. Para alegarejemplos, basta recordar los tribunales revolucionarios de la revolucin francesa. Por eso hay queadherirse a Carnelutti, que en su interesante obra Teoria generale del reato, define al delito comoun hecho, a causa del cual se inflige una pena mediante un proceso. Prescindiendo del lenguajepropio de los estudios procesales o penales la idea es la misma que la expuesta en el texto.

  • 8/11/2019 La Poltica Criminal - Binder

    8/17

    Binder La poltica criminal en el marco de las polticas pblicas

    220

    una forma de poltica criminal que ya prefigura la actual. Ello es muy notorio apartir del nacimiento del Estado moderno y podemos finalmente sealar que la

    continuidad histrica ms clara surge precisamente desde ese momento crucial enla historia del ejercicio del poder occidental. Sin embargo, la ruptura que seproduce con el nacimiento de las primeras formas del Estado moderno nodestruye totalmente los vnculos existentes entre las formas ms antiguas del podery el ejercicio de la violencia. Ese vnculo es esencial para determinar la historicidadde la Poltica Criminal porque es desde esa perspectiva donde podemosconstruirla. Adam Schaff (1981:252) al referirse a lo que constituye un hechohistrico o, en nuestra lnea argumental, al carcter histrico de la PolticaCriminal: lo que importa es el contexto en que se inserta el acontecimiento, susnexos con una totalidad y con el sistema de referenciacon que se relaciona; este ltimoelemento es particularmente importante para comprender el carcter relativo de lo

    que denominamos el hecho histrico. Solamente la completa conciencia de esteestado de cosas nos permite ver claramente por qu un acontecimiento nico y susproductos materiales y espirituales son considerados como hechos histricamenteinsignificantes por unos o histricamente relevantes por otros. El historiador quebusca, por ejemplo, las fuentes de la historia poltica de un pas, permanecerindiferente a los testimonios de la cultura y del arte si stos no estn directamenterelacionados con la vida poltica; esos testimonios carecen para l de significadohistrico, pero se convertirn en hechos histricos relevantes (por lo menos enciertas condiciones) para aquel que los site en el contexto de la historia cultural deun pas o poca determinada, para aquel que los relacione con cierto sistema dereferencia.En nuestro tema ese sistema de referencia lo constituye la relacin profunda

    entre el poder y la violencia, es decir, la existencia hasta el momento de vnculospermanentes entre ambos, por ms que hayan mutado a lo largo de los siglos y porms que no estemos habilitados a hacer predicciones sobre su existencia en elfuturo y menos an a sostener algn tipo de necesidad lgica o poltica entreambos.

    Escapa a las pretensiones de este ensayo dilucidar si las relaciones entre elfenmeno del poder y la violencia son tan estrechas que terminan por ser las doscaras de una misma moneda. Nos alcanza, a los efectos de determinar esta primeradimensin de la historicidad de la Poltica Criminal, sealar que existen ampliosconsensos a la hora de considerar esas relaciones como muy estrechas. SealaHannah Arendt (1970: 34): Si nos remontamos a las discusiones acerca del poder,encontramos que existe un consenso entre los tericos tanto de la izquierda comode la derecha en el sentido de que la violencia no es sino la manifestacin msflagrante del poder. Toda poltica es una lucha por el poder: el tipo extremo de lapoltica es la violencia. La misma autora nos recuerda a Max Weber para quien sedefine al Estado como el imperio del hombre sobre el hombre basado en losmedios de una violencia legtima o supuestamente ilegitima. Efectivamente nosdice Weber (1977: II-661 y ss):Entendemos por Comunidad poltica aquella cuyaaccin consiste en que los participes se reservan la dominacin ordenada de unmbito (no necesariamente constante en absoluto y delimitado con fijeza, pero sdelimitable de algn modo) y de la accin de los hombres situados en l de un

  • 8/11/2019 La Poltica Criminal - Binder

    9/17

    REJ Revista de Estudios de la Justicia N 12 Ao 2010

    221

    modo permanente o slo provisional, teniendo preparada para el caso la fuerza fsica,normalmente armada (destacado nuestro). Weber tambin seala que el mnimo

    conceptual estara dado por ser una afirmacin violenta de una dominacin organizadasobre un mbito y sobre los hombres que lo ocupan. Finalmente, luego de constatar lasimilitud de opiniones de autores de distintas ideologas, Arendt (1970:36) sepregunta: Ser posible que todo el mundo, de derecha a izquierda, desde Bertandde Jouvenal hasta Mao Tse-tung, est de acuerdo respecto a un punto tan bsicode la filosofa poltica como la naturaleza del poder?. La respuesta no es sencilla yla propia autora realiza todo el esfuerzo por darle al poder por lo menos en suesencia- una posibilidad de no ser violento, aunque sea difcil de imaginar un poderque no use instrumentos violentos. De todos modos, en lo que nos interesa paranuestra reflexin, buscamos mostrar el grado de radicalidad de los vnculos entreun fenmeno y otro y no es necesario para el desarrollo del Anlisis poltico-

    criminal dilucidar la cuestin acerca de si esos vnculos son esenciales o meramentehistricos El futuro resolver esta cuestin con mayor certeza que cualquierelucubracin y mientras existan esas relaciones existir la necesidad del anlisis dela poltica criminal con mayor rigor, riqueza y precisin que la forma legaliformecon la que pretendemos hoy en da resolver sus problemas y analizar su desarrollo.Tampoco obstaculiza esa falta de definicin la consideracin, valorativa y noanaltica, de que el ejercicio de poder violento es una forma no deseable de poder ypor lo tanto sometida a una permanente reduccin hasta su desaparicin, quizs,en el futuro o bajo nuevas formas de civilizacin. Lo importante para nuestrotrabajo es tener claro y presente que as como nos parece obvio que en todasociedad ha existido poder, tambin nos debera costar muy poco considerar que

    junto con ese poder ha habido un uso instrumental de la violencia, es decir, haexistido Poltica Criminal y eso lo observamos con facilidad cuando utilizamos los vnculos entrepoder y violencia como sistema de referencia, sea cual fueren los valores que incluyamos dentro deese marco de referencia.

    La historicidad de la Poltica Criminal se advierte, en segundo lugar, en laexistencia de un proceso acumulativo que confluye finalmente en la actualconfiguracin histrica de la Poltica Criminal. Todo fenmeno social, es decir losdistintos momentos y diferenciaciones del proceso social se producen en uncontinuo. El proceso social mismo tiene esa caracterstica. Pero no se trata slo deese permanente fluir del mundo social. Cuando alguien recoge una palabra de latradicin, cuando hace hablar a esa palabra, tambin a ese alguien le sucede algo.No se trata entonces de una comprensin de la historia como un transcurso, sinode una comprensin de aqullos que nos sale al paso en la historia interpelndonosy concernindonos (Gadamer 1992: 141). Es en este sentido en el que lahermenutica insiste en la idea de una historia que nos contiene y, nunca de unmodo absoluto sino bajo miles de formas cambiantes, tambin nos configura. Lastradiciones son significativas para las sujetos: tanto para los que se dejan guiar porel rumbo seguro de lo ya transitado como para que aqullos que asocian suhumanidad con la libertad de transitar nuevos rumbos y asociacin su vida con locreativo y la innovacin La transmisin y la tradicin no conservan su verdaderosentido cuando se aferran a lo heredado, sino cuando se presentan como

  • 8/11/2019 La Poltica Criminal - Binder

    10/17

    Binder La poltica criminal en el marco de las polticas pblicas

    222

    interlocutor experimentado y permanente en el dilogo que somos nosotrosmismos. Al respondernos y al suscitar as nuevas preguntas demuestra su propia

    realidad y su vigencia (Gadamer 1992: 143). Pero aun cuando aceptramos loque no hacemos ni es necesario dilucidar aqu- que todo el peso de la historia seresuelve en los agentes, ellos mismos con su accin generan estructuras que luegose imponen, determinan o influyen en grados diversos, en esos propios procesossociales en los que estn inmersos, segn distintas concepciones que destacan lafuerza de la tradicin o el peso inexorable del determinismo (Nipperdey 1978: 82-83). Tradicin y estructuras heredadas son dos realidades importantes de la PolticaCriminal vinculadas a su carcter histrico. Ello es importante para el desarrollo deun anlisis de esa poltica y en especial para las funciones proyectivas de eseanlisis- ya que nunca se disear una determinada Poltica Criminal en un espaciosocial vaco o inocuo sino que siempre lo ser en un espaci social configurado

    histricamente, es decir, atravesado por estructuras de arrastrey por tradiciones ms omenos conscientes. Son esas estructuras de arrastre un importante lastre para lanueva configuracin de una poltica criminal de base democrtica y minimalista.

    Por otra parte, aunque suene paradjico, la historicidad de un fenmeno sereconoce tambin por las rupturas. Entendemos por ellas ciclos de fuertesrechazos a la tradicin o de cambios abruptos en las formas o contenidos, peroque inexorablemente se disciernen desde el trasfondo de la continuidad. En el casode la poltica criminal han existido rupturas. Por ejemplo, el paso de lacompensacin al ensaamiento sobre el cuerpo en el ejercicio de la violencia o lallamada revolucin inquisitorial y la emergencia de la fuerte impronta de

    prevencin general a travs del espectculo de la violencia; la aparicin del encierrocarcelario como eje de toda la Poltica Criminal o las nuevas sociedadesdisciplinarias basadas en la vigilancia electrnica y los medios masivos decomunicacin. Los saltos entre uno y otro ciclo suelen ser enormes, tanto en laforma, como en los instrumentos o en los contenidos y ello ha llevado a pensarque la poltica criminal slo existe a partir de alguno de esos momentos. Esasrupturas de la continuidad histrica son esenciales para ratificar su historicidad ypara llamar la atencin sobre la profundidad, persistencia y ductilidad delfenmeno que nos ocupa, pero ninguno de ellos le otorga carta de nacimiento ala poltica criminal como tal y ninguna de esas rupturas ha sido de tal magnitud queno podamos reconocer tras las formas especficas de la poca el factum de laviolencia estatal organizada como un continuo que trasciende a esa poca y sus rupturas.

    Finalmente lo histrico es un relato que se construye desde el presente. Nohay historicidad de un fenmeno sin una cadena de relatos que se enlazanfinalmente desde un punto de observacin que nos es comn. No slo existenvariaciones en las perspectivas del relato histrico segn los intereses del presentesino que la forma de construir esos relatos tambin cambia.En ese sentido, la ausenciade un mtodo consolidado de Anlisis Poltico Criminal ha influido en las distintasformas de construir el relato histrico sobre la poltica criminal misma y ello hasido tambin una de las razones que tienden a ocultar las distintas dimensiones desu historicidad. As como estamos lejos de haber construido una verdadera historia

  • 8/11/2019 La Poltica Criminal - Binder

    11/17

    REJ Revista de Estudios de la Justicia N 12 Ao 2010

    223

    de la poltica criminal lo mismo sucede con el anlisis. Tres son las principalesganancias que se obtendran de un trabajo de esa naturaleza, segn Schumpeter

    (1995: 38). En primer lugar, sostiene, quienes pretendan guiarse slo por losescritos ms recientes, sin perspectiva histrica, pronto tendrn la sensacin de faltade orientacin y de sentido. Eso se debe nos dice Schumpeter- a que en cualquiercampo cientfico los problemas tratados y los mtodos en uso en un momentodado contienen los logros y cargan tambin con los escombros del trabajorealizado en otro tiempo y en condiciones del todo diferentes. No es posiblecaptar la importancia y la validez de problemas y mtodos sin conocer losanteriores. () El anlisis cientfico no es slo un proceso lgicamente consistenteque parte de algunas nociones primitivas y va aumentando el acervo previo de unmodo rectilneo. () El anlisis cientfico es ms bien una pugna constante conproducciones nuestras y de nuestros predecesores y slo progresa, si es que lo

    hace, en zigzag, no segn los dictados de la lgica, sino bajo el imperio de nuevasideas, o nuevas necesidades, o nuevas observaciones, e incluso a tenor de lasinclinaciones y los temperamentos de nuevos hombres (Schumpeter 1995: 38).En segundo lugar, podemos recibir nuevas inspiraciones y el esfuerzo por renovarla perspectiva histrica que cada poca realiza promueve innovaciones o elnacimiento de nuevas ideas, a veces ocultas tras los velos de los relatos histricosanteriores. En tercer lugar prosigue Schumpeter (1995: 40)- lo mejor que sepuede decir a favor de la historia de una ciencia, o de la ciencia en general, es quenos ensea mucho acerca de los modos de proceder del espritu humano. Allpodremos descubrir los motivos, las formas de razonar, las inquietudes, losintereses de muchas personalidades que se enfrentaron al problema poltico

    criminal desde posiciones distintas y con sensibilidades a veces diametralmenteopuestas. El relato histrico es tambin un relato del esfuerzo de distintoshombres por comprender, desmenuzar, modificar, limitar, expandir o exaltar laviolencia del Estado, desde los intereses ms diversos expresos u ocultos. Esosrelatos histricos, dispersos, dispares y sin sistematizacin an, nos ayudan hoy aobservar cunto ha desaparecido en realidad o cunto todava hoy existe aunque seexprese con distintos ropajes o formas expresivas muy lejanas entre s.

    As como muchas ideas de la Antigedad sobre el mundo fsico o naturalhan perdido toda vigencia en particular dentro del horizonte cultural de lacivilizacin occidental- y sirven solamente para comprender el desarrollo de lacultura en general, no sucede lo mismo con las reflexiones ms antiguas sobre losproblemas humanos o morales. En este campo todava podemos discutirplenamente con toda la filosofa griega sintiendo que esas reflexiones nosinterpelan con sentido y actualidad. Uno de esos temas ha sido la necesidad dejustificar el castigo violento, el puro ejercicio del poder punitivo. Estas reflexionesestn muy alejadas de una visin general sobre la poltica criminal tal como hoynecesitamos comprenderla, aunque tengan de trasfondo alguna forma general deejercicio del poder, no un caso aislado. Pero, sin duda, a las distintas civilizacionesles ha costado aceptar como un simple hecho la aplicacin de violencia comocastigo y ello ha movido a filsofos, moralistas, polticos y literatos a poner enevidencia la potencial carga de arbitrariedad que se esconden en estas formas de

  • 8/11/2019 La Poltica Criminal - Binder

    12/17

    Binder La poltica criminal en el marco de las polticas pblicas

    224

    castigo y a delinear con claridad cuando y por qu el Estado poda hacer uso deesos instrumentos. No se trata aqu de hacer un resumen de las distintas

    justificaciones morales, polticas o jurdicas de la pena, lo que ya es una tareaprcticamente inabarcable. No obstante, nos interesa sealar algunos hitos en eldesarrollo de las distintas doctrinas sobre la pena, desde una perspectiva que puedaanticipar el modo como creemos que debe enfrentarse a este tema el AnlisisPoltico Criminal. En particular porque estimamos que el modo como se difundeen la actualidad las doctrinas que solemos conocer como teoras de la pena esnotoriamente inapropiado para el tipo de anlisis que necesita una poltica criminalde base democrtica.

    Es en el campo de la reflexin sobre el poder penal donde podemos hallarde un modo ms ntido ciertas continuidades que nos muestran la importancia que

    siempre se le ha dado a este tema y podemos ver cmo las viejas discusionesaparecen y reaparecen o se mixturan en razonamientos ms complejos sin perderactualidad6. De este modo se fue constituyendo un cmulo de razones, doctrinasque si bien tienen algn decurso temporal, es preferible agruparlas alrededor deseis ejes que constituyen paradigmas de acceso a este tema. El primer eje giraalrededor de la diferenciacin del poder penal de la violencia privada o de gruposno estatales (aunque esa definicin es problemtica en trminos histricos), esdecir, el eje es la a) justificacin de la institucionalizacin., es decir, un esfuerzo tericopara mostrar que la violencia cambia de naturaleza cuando es ejercida por elpoder legtimo. El segundo eje se vincula con el sesgo cultural que se gesta a partirde la oficializacin del cristianismo y que tie de a poco toda la cultura occidental.

    Se visualiza un nuevo hito: ahora la reflexin del castigo girar alrededor de su b)valor expiatoriocomo parte de algo ms profundo, tal como es la salvacin personalafectada por el mal cometido con el delito; concepto del delito que apareceestrechamente vinculado a la idea de pecado. Este desarrollo tendr un girofundamental con el nacimiento de los nuevos Estados modernos, fundados sobreel ideal de la cristiandad como comunidad poltica, y la consolidacin nacionalde los mismos. All el eje lo constituir la necesidad de controlar la poblacin atravs del ejemplo del castigo, es decir, la c) prevencin general. La reaccin liberalcontra el uso del castigo para provocar efectos pblicos generar un nuevo hitoque buscar justificar el castigo en s mismo como mera d) retribucin a laresponsabilidad personal de quien libremente opt por cometer un delito y por lotanto debe ser reconocido como responsable, asumir las consecuencias y no serutilizado para otros fines. Este nuevo eje reafirma el carcter libre de la persona;libertad que reclama responsabilidad y que debe ser castigada, si es preciso con lamuerte. El ser que ama la libertad debe estar dispuesto a morir por laresponsabilidad de sus actos. La crtica a la idea de libertad formal que poda

    6 La bibliografa sobre las llamadas teoras de la pena es hoy ya inabarcable, aunque tiende avolverse repetitiva. Es ya usual que todos los Tratados de derecho penal contengan algunoscaptulos dedicados a ellas donde adems hacen repaso de todas las doctrinas. Para conocer lasprincipales teoras y la bibliografa ms importante. ver: Zaffaroni 2002; 56 y ss; Roxin, Claus 1997:78 y ss.; Jescheck 1981: 87 y ss.; Jimnez de Asa 1964: I-11 y ss. Bustos 1984: 20 y ss.

  • 8/11/2019 La Poltica Criminal - Binder

    13/17

    REJ Revista de Estudios de la Justicia N 12 Ao 2010

    225

    convivir con diversas formas de responsabilidad objetiva, la notoria aplicacindesigual del castigo con preferencia a las clases o grupos desfavorecidos o pobres y

    una renovada fe en la ciencia y sus mtodos para provocar cambios sociales ypersonales provocaron un nuevo corrimiento de eje hacia la e)posibilidad de modificarla conducta a travs de la intervencin violenta sobre bases cientficas. Finalmente eldescrdito de cada una de esas doctrinas para fundar un uso razonable de laviolencia, el desborde de la violencia organizada en el siglo XX ( bajo formas eintensidades que superaron las peores previsiones) la intensificacin del usoselectivo de esa violencia y el nacimiento del mercado del delito condujeron a unnuevo eje en el cual ya se descree de la posibilidad de asignarle un fundamentopositivo al uso de la violencia estatal y, por lo tanto de lo que se trata, es deprocurar, por distintas vas y estrategias la f) abolicin del poder penal o su drsticareduccin.No se trata aqu de hacer una presentacin ms o menos clsica de las mal

    llamadas teoras de la pena sino mostrar la persistencia de una preocupacinintelectual por el fundamento del uso de la violencia, sealar con claridad losvnculos histricos entre muchas de esas doctrinas y el creciente uso del poderpenal y, en especial, mostrar desde esta perspectiva la necesidad de ordenar lasconsideraciones sobre el poder penal a travs de un nuevo tipo de Anlisis PolticoCriminal. De todos modos estos hitos no son puros sino que en cada uno deellos encontramos anticipaciones o argumentos que luego se utilizarn: quizs esmucho ms determinante el nfasis o el tipo de problema al que se estenfrentando esa reflexin en cada momento histrico (el control, la libertad, laeducacin, la redencin, etc.) que muestra la radicalidad del fenmeno de laviolencia que el valor en s misma de cada una de estas doctrinas. Para nuestro

    propsito lo que interesa destacar es que, desde antiguo, existe una forma dereflexionar sobre los problemas poltico-criminales, aunque esa forma de pensarsea imperfecta, sesgada, cargada de preocupaciones morales y polticas, antes quepreocupada por una orientacin precisa de la poltica criminal en s misma

    El ejercicio de la violencia con pretensiones de exclusividad por parte delEstado o del Jefe o del Monarca ha sido un paso importante en la organizacin detoda sociedad poltica. Aqu importante significa trascendente sin abrir juiciosobre si ello fue bueno para esa sociedad en trminos morales o polticos.Incluso, en un modelo de organizacin poltica que no puede ser naturalizadoporque tiene que ver con muchos de los elementos propios de la civilizacinindoeuropea, existe una identificacin mucho ms estrecha todava entre la idea depoder y la idea de violencia. De all que desde los orgenes del pensamiento quereconocemos como sistemtico existen reflexiones sobre el ejercicio de ese poderpenal y las razones que hacen conveniente que l sea ejercido por quien tiene elpoder con legitimidad y no por cualquier otro7. De todos modos lainstitucionalizacin de la violencia no fue un paso que haya pasado desapercibido

    7Una interesante recopilacin de textos antiguos puede verse en UNESCO 1973: 455. Se trata deuna antologa que rene textos precursores de la filosofa implcita en la Declaracin Universal delos Derechos Humanos de 1948 provenientes de las distintas civilizaciones y culturas. En especialver el captulo El derecho contra la fuerza, pg. 455 y ss.

  • 8/11/2019 La Poltica Criminal - Binder

    14/17

    Binder La poltica criminal en el marco de las polticas pblicas

    226

    para la reflexin poltica o moral y en gran medida el modo como esa violencia eraejercida por los poderosos era uno de los signos distintivos de su virtud. Vemos,

    pues, que la existencia del poder penal ha sido recurrentemente un motivo deinquietud, una preocupacin que ha provocado indagaciones, por supuestosiempre teidas por el espritu de la poca. Sin embargo tambin llama la atencincierto agotamiento de esa reflexin, por lo menos bajo las formas tradicionalesque todava pretenden difundir los libros de derecho penal.

    Sin embargo, no deja de ser llamativo el hecho de que dicha reflexin noha adquirido la unidad necesaria como para generar un cuerpo de doctrinas oteoras fcilmente identificable y orientado con precisin a moldear la polticacriminal, independientemente de sus lmites externos (sistema de garantas) Alcontrario, siempre ha estado inserta en un cuerpo mayor o distinto. Por ejemplo,

    ha estado vinculado al problema de la legitimidad de todo poder civil o ha estadovinculado al problema del castigo dentro de las doctrinas morales o ha sido partede la reflexin sobre la ley en general. Desde otras perspectivas se la encuentraasociada a la reflexin sobre la violencia social, estatal o en general. Esta asociacindirecta del tema con otros de gran envergadura (poder, ley, violencia, Estado, etc.)es una muestra ms de la importancia del fenmeno de la violencia ejercida por elEstado, pero a la vez nos seala una debilidad en el anlisis de este tema; debilidadque ha provocado finalmente la falta de un conjunto de herramientas conceptualesms tiles para la descripcin de su ejercicio o para disear o controlar su uso. Elanlisis subsidiario del poder penal es un signo de su falta de control y de latendencia a naturalizar su ejercicio y es tambin una seal clara de la necesidad de

    constituir una disciplina especfica sobre este tpico. Existe sin duda una ciertagrandilocuencia en el modo como hemos reflexionado sobre el poder penal, perodicha forma no ha servido para construir instrumentos concretos a la hora decontrolar, dirigir o debatir sobre la poltica criminal.

    Ese carcter subsidiario es otra de las razones por las cuales el fenmenode la poltica criminal ha quedado oculto tras el problema del poder penal. Lasdimensiones de organizacin, permanencia, estabilidad o planeacin, por ejemplo, quedanocultas tras la dimensin exclusiva de la finalidado de la intensidad.El estilo de lasteoras de la pena es un claro ejemplo de ello. Ni siquiera se advirti con claridadel salto de justificacin que existe entre la pena aplicada a un sujeto en particular (ytodas las variables que deben ser consideradas en la justificacin del uso de laviolencia frente a ese sujeto con nombre y apellido) y la justificacin de la pena engeneral, problema ficticio, ya que all se trata de justificar la poltica criminal o unsegmento de ella y no la pena, ya que se trata de justificar su aplicacin a una clasede casos y no a uno en particular. Al ubicarse la reflexin en un punto intermedioevita los dos problemas principales que son el caso particular y la polticageneral. Ambas dimensiones son problemticas y el carcter asociado que hatenido la reflexin sobre la pena tambin ha provocado un fenmeno deocultamiento de estas dos dimensiones. Es decir, se ha consolidado no porque haresuelto el problema sino porque ha tenido relativo xito en evitarlo o disolverloen categoras falsamente genricas. Es un ejemplo tpico de reflexin elusiva.

  • 8/11/2019 La Poltica Criminal - Binder

    15/17

    REJ Revista de Estudios de la Justicia N 12 Ao 2010

    227

    A finales del Siglo XIX se producen los primeros intentos de reunificar los

    enfoques dispersos y darle uniformidad al problema poltico criminal. Esto ocurreen el marco del espritu positivista reinante en esos momentos. Segn l todos losproblemas sociales podan ser solucionados desde una perspectiva cientfica queevitara las oscilaciones provenientes del juego de intereses o la brecha entre unavisin metafsica del poder penal y la realidad cotidiana del fenmenocriminal8. Desde otra perspectiva tambin se pretendi construir una visinabarcadora, tratando de integrar los distintos enfoques vinculados a la idea deldelito. El modelo de ciencia penal conjunta fundado en la perspectiva de VonLiszt es una prueba de ello9. Estos intentos de reagrupamiento quedaronfinalmente instalados en el proyecto de la Escuela de la Nueva Defensa Social deMarc Ancel y Filipo Gramtica. Segn sus postulados se trata de construir una

    Poltica Criminal que mira a la organizacin racional de la lucha contra el crimen y quesituada exactamente entre la criminologa y la ciencia del Derecho penal tienda al mejoramiento yla mayor eficacia de las instituciones penales (Ancel 1981: 211)

    Las referencias realizadas en el prrafo anterior son slo ejemplos de cmoal ingresar al siglo XX ya se haba hecho explcito el problema de la fragmentacinde enfoques y saberes alrededor del problema del poder penal-. Los intentos desuperacin, fundados en el modelo positivismo o en un panjuridicismo nollegaron a consolidar una matriz analtica de la poltica criminal sino queterminaron confundiendo ms los distintos planos polticos, jurdicos, morales,tcnicos, etc., bajo la idea de que el slo hecho de tener una visin integradora

    era virtuoso. Pero todos estos intentos, ni cuajaron como visiones unitarias, nilograron constituir un espacio propio para la poltica (que qued en unaindefinicin entre su carcter programtico o cientfico) de tal modo que no slono se pudo superar el problema de la falta de especificidad sino que, en cierta

    8 Deba pues naturalmente producirse un movimiento cientfico que, siguiendo el mtodoexperimental, se propusiese por el estudio de la patologa social en las manifestaciones de lacriminalidad, hacer desaparecer ese contraste entre la teora de los delitos y de las penas y larealidad de los hechos cotidianos. De aqu naci la escuela criminal positiva, cuyo objetivo esencialconsisten en estudiar la gnesis natural del delito, oral respecto del delincuente, oral en el medio enque vive, con fin de apropiar a las diversas causas, diferentes remedios. Esta escuela criminalpositiva, constituye de hoy en adelante, una rama distinta y vigorosa de la sociologa criminal, bajo

    el mismo nombre que yo le di en 1882, con el objeto de dar entrada en ella a los datosexperimentales de la Antropologa, de la Fisio-psicologa, de la Psico-patologa y de la Estadsticacriminal, igualmente que a los medios indicados por la ciencia para combatir (por la prevencin ypor la represin) el fenmeno del delito. (Ferri 1907: 2)9Difcil sera tratar de abarcar completamente toda la obra llevada a cabo por Von Liszt, quienrealmente revolucion todo el campo jurdico penal de su tiempo e incursion en todos los camposque, segn su punto de vista, podan tener una repercusin en el derecho penal: el psicolgico, elantropolgico y el sociolgico. Ello sobre la base del planteamiento omnicomprensivo de VonLiszt respecto de las disciplinas que se ocupaban del delito y que culmin en el concepto degesamteStrafrechtswissenchaft en el que est el Derecho penal propiamente tal, abarcando el Derecho penalmaterial y el procesal, la criminologa, la Poltica Criminal, la penologa y la criminalistica.(BustosRamrez 1986: 141).

  • 8/11/2019 La Poltica Criminal - Binder

    16/17

    Binder La poltica criminal en el marco de las polticas pblicas

    228

    medida, se acento ya que cada una de las restantes disciplinas asumi unenfoque poltico criminal como si con ello alcanzara para dar cuenta de la

    inocultable realidad del poder penal. Esta nueva forma de dispersin genermayores problemas, ya que se ha pretendido hacer poltica criminal desde laCriminologa, desde el Derecho penal y procesal penal o desde la Sociologa delDerecho, confundiendo las finalidades y los aparatos conceptuales. Es cierto quecada una de esas disciplinas algo tendr para aportar, pero ha sido el enfoquepoltico criminal, inserto en esas disciplinas, una de las causas que ha impedido odemorado la construccin de un verdadero Anlisis Poltico Criminal concapacidad especfica para racionalizar (con todos los problemas que tiene el uso deese verbo) el uso organizado de la violencia por parte del Estado, creando para elloun mtodo y un aparato conceptual apropiado, es decir, una nueva disciplina queest al servicio del diseo, la formulacin, la gestin, la evaluacin y el debate

    sobre la poltica criminal como poltica pblica y que se focalice slo sobre ella yno de una manera oblicua o tangencial como hoy ocurre con los enfoquespoltico-criminales. Una disciplina, en fin, que construya poco a poco un saberespecfico sobre la Poltica criminal no como deber ser del derecho penal sino como polticapblica de administracin de la violencia estatal. Construir un saber especfico de esascaractersticas no ser sencillo pero en las condiciones complejas defuncionamiento del Estado se constituye en una condicin necesaria para unaverdadera democratizacin de esa poltica, alejndola de la improvisacin, lasjergas, la moralizacin o el oscurantismo.

  • 8/11/2019 La Poltica Criminal - Binder

    17/17

    REJ Revista de Estudios de la Justicia N 12 Ao 2010

    229

    BIBLIOGRAFA

    ANCEL, Marc: La nuova difesa Sociale, Giuffre, Milan, 1966. ANITUA, Gabriel Ignacio: Historia de los pensamientos criminolgicos Del Puerto, Buenos

    Aires, 2005. ARENDT, Hannah: Sobre la violencia, Cuadernos de Joaqun Mortiz, Mxico, 1970. BACHELARD, Gastn:Epistemologa,Anagrama, Barcelona, 1973. BINDER, Alberto M: Poltica Criminal: de la formulacin a la praxis, Ad. Hoc, Buenos Aires,

    1997._____ Introduccin al derecho procesal penal, Ad. Hoc, Buenos Aires, 2002._____ Introduccin al derecho penal,Ad. Hoc, Buenos Aires, 2004.

    BOURDIEU, Pierre, Chamboredon, Jean Claude et Passern, Jean Claude: El oficio delsocilogo. Presupuestos epistemolgico, Siglo XXI, Buenos Aires, 2002.

    BUSTOS Ramrez, Juan: Introduccin al derecho penal, Themis, Bogot, 1986._____ Bases Crticas de un nuevo derecho penal, Themis, Bogot, 1982.

    _____

    Manual de derecho penal, Ariel, Barcelona, 1984. COSTA, Fausto:El Delito y la Pena en la Historia de la Filosofa,Uteha, Mxico, 1953. DELMS-MARTY, Mireille: Modelos Actuales de Poltica Criminal, Centro de publicaciones

    Secretaria General Tcnica Ministerio de Justicia, Madrid, 1986._____ Les grands systemes de politique criminelle,PUF, Paris, 1992.

    FERRAJOLI, Luigi: Derecho y Razn. Teora del Garantismo Penal,Trotta,Madrid 1995. FERRI, Enrico: Sociologa Criminal, Centro Editorial de Gngora, Madrid, 1907. GABALDN, Luis Gerardo: Control social y Criminologia, Editorial Jurdica Venezolana,

    Caracas, 1987. GADAMER, Hans-Georg: La continuidad de la historia y el instante de la existencia (1965) en

    Verdad y Mtodo II, Sgueme, Salamanca, 1992. GARLAND, David: Castigo y Sociedad Moderna. Un estudio de Teora Social, Siglo XXI

    Editores,Mxico, 1999.

    GOLDSCHMIDT, James: Problemas Jurdicos y polticos del proceso penal, Editorial Obregn yHeredia, Mxico, 1983,

    JASPERS, Karl: La Bomba Atmica y el futuro de la Humanidad, Compaa General FabrilEditora, Buenos Aires, 1961.

    JESCHECK Heinrich-Hans: Tratado de Derecho PenalParte General-, Bosch, Barcelona,1981.

    JIMNEZ de Asa, Luis: Tratado de Derecho Penal, Buenos Aires, Losada. MUAGORRI, Ignacio: Sancin Penal y poltica criminal, Reus, Madrid, 1977. NIPPERDEY, Thomas: El historicismo y su crtica hoy, en Sociedad, Cultura, Teora, Alfa,

    Buenos Aires, 1978. POPPER, Karl P.: El desarrollo del conocimiento cientfico Conjeturas y Refutaciones-, Paids,

    Buenos Aires, 1979.

    RABOSSI, Eduardo A.: La justificacin moral del castigo,Astrea, Buenos Aires, 1976. ROXIN, Claus: Derecho Penal, Parte General, Civitas, Madrid, 1997.

    _____ Poltica Criminal y Sistema del Derecho Penal, Bosch, Barcelona, 1972. SCHAFF, Adam: Historia y Verdad, Grijalbo, Mxico, 1981. SILVA Snchez, Jess-Maria: Poltica Criminal y Persona, Ad. Hoc, Buenos Aires, 2000. SCHUMPETER, Joseph A: Historia del Anlisis Econmico, Ariel, Barcelona, 1995. WEBER, Max:Economa y Sociedad, FCE,Mxico, 1977. ZAFFARONI, Eugenio Ral: Derecho Penal Parte General-, Ediar, Buenos Aires, 2002.

    _____ Poltica y dogmtica jurdico penal, Inacipe, Mxico, 2002b. ZIFP, H.: Introduccin a la Poltica Criminal, Edersa, Madrid, 1979.