La Peste de Insomnio

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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL FACULTAD DE EDUCACIÓN – PROGRAMA DE PSICOLOGÍA Y PEDAGOGÍA Presentado por: Rafael Andrés Porras Suarez Código: 2010252048 Presentado a: Sergio Rodríguez Tema: La “peste de insomnio”, en Cien años de soledad (§ III). La figura literaria “la peste de insomnio” en Cien años de soledad de García Márquez Resumen En el capítulo III de la obra magna de García Márquez, escrita en 1967, Cien años de soledad, se introduce una figura literaria importantísima para el relato: la “peste de insomnio”. Para la narrativa misma se convierte en la suerte que todo aquel habitante de Macondo tribula: o de olvido o de muerte, en todo caso es la marca digital de estancia en la tierra de los eternos almendros. Con el propósito de ubicar la peste de insomnio en el relato se precisa su aparición, giros y efectos en la misma escritura del capítulo III; además, se reconoce cómo esta “enfermedad macondiana” es vista literariamente como la metáfora de la historia de Colombia: la tierra del olvido. Palabras clave: peste de insomnio, escritura, metáfora, memoria. Introducción Luego del sueño que relevara a José Arcadio Buendía el enigmático nombre del lugar donde se consagraría la narrativa de Cien años en

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La Peste de Insomnio

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UNIVERSIDAD PEDAGGICA NACIONALFACULTAD DE EDUCACIN PROGRAMA DE PSICOLOGA Y PEDAGOGA

Presentado por: Rafael Andrs Porras Suarez

Cdigo: 2010252048

Presentado a: Sergio Rodrguez

Tema: La peste de insomnio, en Cien aos de soledad ( III).La figura literaria la peste de insomnio

en Cien aos de soledad de Garca MrquezResumenEn el captulo III de la obra magna de Garca Mrquez, escrita en 1967, Cien aos de soledad, se introduce una figura literaria importantsima para el relato: la peste de insomnio. Para la narrativa misma se convierte en la suerte que todo aquel habitante de Macondo tribula: o de olvido o de muerte, en todo caso es la marca digital de estancia en la tierra de los eternos almendros. Con el propsito de ubicar la peste de insomnio en el relato se precisa su aparicin, giros y efectos en la misma escritura del captulo III; adems, se reconoce cmo esta enfermedad macondiana es vista literariamente como la metfora de la historia de Colombia: la tierra del olvido. Palabras clave: peste de insomnio, escritura, metfora, memoria.IntroduccinLuego del sueo que relevara a Jos Arcadio Buenda el enigmtico nombre del lugar donde se consagrara la narrativa de Cien aos en soledad (2004), ha Macondo llega la peste de insomnio. Esta particular enfermedad, de la cual Visitacin reconoce en los ojos de la pequea Rebeca, augura para el pueblo el comienzo de una ensoacin elptica: de la grandeza de Macondo a su plena y eterna decadencia.

Macondo previo a la peste de insomnio

Macondo surge de una ensoacin de Jos Arcadio Buenda luego de partir de la sierra y huir de la eterna imagen penante de Prudencio Aguilar, su primer enemigo y muerto; huida no del miedo mismo, sino del pasado. Aquel hombre que ser presa del delirio, justamente es el precursor de aquella aldea de veinte casas de barro y caabrava construidas a la orilla de un rio de aguas difanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistricos (p.9). Un lugar recin parido de la necesidad humana, de un incesto prohibido en la conciencia superyoica de rsula pero consumido entre el sudor y desenfreno del placer goce que no distingui la raza, la edad, la filiacin, la fidelidad, la moral y ni temor a engendrar iguanas o nios con una cola de cerdo-, visitado por gitanos que traan los inventos del mundo desconocido a otro lugar aun ms desconocido, ms temeroso de la alquimia que del mismo dios, sepultado, primero, por el olvido, y luego, por el recuerdo lapidario de los primeros muertos, cuando la primera muerte del ex gitano meditabundo Melquiades (mas no la ltima), registr la historia en el tiempo del pueblo.Al mando del genio y coraje de Jos Arcadio Buenda, y ste secundado por el de rsula, su esposa, se cristaliz la identidad de un lugar llano con un porvenir fantaseado en la imaginacin pragmtica de Buenda: de los imanes que encontraran el oro, los instrumentos de navegacin para confirmar la penosa ubicacin peninsular de Macondo Carajo, Macondo est rodeado de agua por todas partes!, la mejora de la lupa como arma de guerra, etc. Antes de la llegada de la peste de insomnio, el recuerdo se convierte en la campana que anuncia ya su llegada. Con la decisin de Buenda de no dejar ningn rastro ni encontrar gente conocida y las reminiscencias de Aureliano frente al pelotn de fusilamiento, uno de los hijos primognitos de los Buenda, se augura la reconstruccin del pasado eterno. Cada cual har las veces de narrador de una memoria colectiva (Hallbwachs, 1968) en primera persona de Macondo. Aparicin de la peste de insomnio en Macondo

Qu es la peste de insomnio? A grandes rasgos, no es sino el temor de no dormir y, consecuente, el peligro de olvidar. Finalizado el captulo II, luego de partir Jos Arcadio, otro de los hijos primognitos de los Buenda, con los gitanos, rsula sale en su bsqueda retornando a Macondo luego de ms de cinco meses sin l, pero s con lo que Jos Arcadio, su esposo, no logr, encontrar el mundo. Regresa con una muchedumbre igual a ellos: eran hombres y mujeres como ellos, de cabellos lacios y piel parda, que hablaban su misma lengua y se lamentaban de los mismos dolores (p.50). Esto desencadena que Macondo deje de ser olvidado y ampli su poblacin al igual que sus prcticas cotidianas. A Macondo llega la escritura y se fija como precursora de la otrora oralidad: el correo, los textos indescifrables de Melquiades, la liturgia de la iglesia, la escuela, los rollos musicales de la pianola con su respectivo manual, el registro de Macondo en la historia con la llegada del corregidor y, a su vez, la instalacin de prcticas biopolticas a la poblacin (la ley, el censo, el decreto de pintar todas las casas de azul, la carta de propiedad de tierras, la recaudacin de impuestos, etc.). Al parecer, la clarividencia macondiana ya predeca que el pueblo sufrira cambios.

La primera figura que augura la enfermedad de insomnio es la no identificacin por la que se le niega al hijo de Pilar Ternera y Jos Arcadio Jos Arcadio, a secas Arcadio-, su filiacin. Esto significa la negacin del pasado del cual siempre han huido.

La segunda es, con la aparicin de rsula y la muchedumbre, la transformacin de Macondo en un pueblo conocido y transitado que le implic a la fantasa de Buenda instalar un singular invento prctico del paso del tiempo: el reloj musical sincronizado para que la gente supiera que el tiempo corra. Luego, la siembra de los almendros eternos que solo Buenda tena la frmula y que nunca revel. Muchos aos despus, cuando Macondo fue un campamento de casas de madera y techos de zinc, todava perduraban en las calles antiguas los almendros rotos y polvorientos, aunque nadie saba entonces quien los haba sembrado (p.54). Este elemento, el almendro eterno, se convierte en Macondo en un signo: perdura en el tiempo a pesar de carecer de explicacin de su origen, su sentido es preservar el recuerdo ante la muerte.El tercer y ltimo elemento, previo de la peste, es la llegada de una nia de once aos, Rebeca, que trae consigo el recuerdo: el baulito de la ropa, un pequeo mecedor de madera con florecitas pintadas de colores pintadas a mano y un talego de lona que hacia un permanente ruido de cloc cloc cloc, donde llevaba los huesos de sus padres. La carta que la acompaa anuncia el deseo de los padres de Rebeca, ya muertos, de su cuidado por parte de los Buenda, sin embargo, estos ltimos, presas del olvido del que huyeron para no dejar ningn rastro ni encontrar gente conocida, desconocen su filiacin. Aun con la dificultad de recordar, la nia termin por merecer tanto como los otros el nombre de Rebeca Buenda, el nico que tuvo siempre y que llev con dignidad hasta la muerte (p.59).Era la peste de olvido.La llegada de Rebeca y su vnculo con el resto de la familia florecieron. Sin embargo, con el descubrimiento de Macondo, la vida tanto para rsula como para Buenda se consagr en el pueblo, mientras Rebeca y Arcadio quedaron al cuidado de Visitacin y Catarue, indios de la sierra que huyeron de una terrible enfermedad. Pero, una vez ms la enfermedad los persegua hasta el ltimo rincn de la tierra. En un malestar de Rebeca, Visitacin predijo la llegada de la peste de insomnio a Macondo: lo ms terrible de la enfermedad del insomnio no era la imposibilidad de dormir, pues el cuerpo no senta cansancio alguno, sino su inexorable evolucin hacia una manifestacin ms crtica: el olvido (p.60).El tiempo del olvido se consagr en Macondo como prdida de la facultad de recordar, la memoria progresivamente se borraba: los recuerdos de la infancia, luego el nombre y la nocin de las cosas, y por ltimo la identidad de las personas y aun la conciencia del propio ser. Esta alusin a la memoria es, pues, la figura literaria que marca un tiempo de decadencia para Macondo. Es tal la progresin de la enfermedad que lo que antes era posible sealar las con el dedo, ya ni siquiera se recuerda, menos su utilidad. Al parecer la relacin entre la falta de sueo y falta de memoria se anudan de tal forma que:

a) El sueo, manifestacin de los deseos reprimidos, y su consecuente falta, es la prdida de la esperanza o, al menos, de lo deseado. La eternidad del estado de lucidez implica una renuncia al propio ser. Se llega a la implicacin paradjica de Lope de Vega: si la vida es sueo, y los sueos, sueos son, entonces, no hay ms que realidad perentoria. b) La consecuente falta de sueo, es la prdida de memoria. Falta de la historia de lo que se es por el angustioso presente. La tribulacin del hoy elude el amparo del pasado y la esperanza del futuro. Y por esto, Macondo cae en su propio olvido. Qu ms doloroso o confortante- que olvidarse de s mismo?

La escritura como memoria

Con la llegada de la peste de insomnio, Aureliano Buenda, consagrado a la platera, se ve afectado por la enfermedad para recordar las cosas de su laboratorio. Con el ingenio heredado del padre, crea un mtodo, amparado en la escritura, para recordar: Entonces las marc con el nombre respectivo, de modo que le bastaba leer la inscripcin para identificarlas. Y as, comunicado el mtodo a Buenda padre, jefe de Macondo, se apacigu el malestar del olvido: con un hisopo entintado marc cada cosa con su nombre. Sin embargo, como el presagio de Visitacin aclaraba, lo peor no era tan solo perder la identidad de las cosas, sino su utilidad. Y, por tanto, Buenda tuvo que, adems de la inscripcin del nombre, adosarla con la funcin prctica: Esta es la vaca, hay que ordearla todas las maanas para que produzca leche y la leche hay que hervirla para mezclarla con el caf y hacer caf con leche (p.64). El problema del sistema descriptivo y explicativo macondiano, era la grandeza del pueblo por ya tener ms conocimiento del mundo. De igual forma, apelando a la clasificacin peirceana (1965), el mtodo de Aureliano combata la falta de referente sgnico, es decir, la inscripcin y la descripcin, se convirtieron en signos indicativos. Mas sabemos que la cualidad del lenguaje no es indicar, sino construir. Esta es la paradoja macondiana que refleja la condicin metafrica con la historia colombiana: se recuerda un pasado olvidado como indicativo en el presente Qu es este lugar? Aqu pas el holocausto del Palacio de Justicia., y con ese punto final, finaliza la funcin mnemotcnica de la memoria. As lo dice el mismo relato: As, continuaron viviendo en una realidad escurridiza, momentneamente capturada por las palabras, pero que haba de fugarse sin remedio cuando olvidaran los valores de la letra escrita. Tres drogas del recuerdo: la medicina, el daguerrotipo y la msicaEl mayor riesgo de la peste, el olvido, era el conjuro no solo de no recordar por falta del signo, sino la mismsima falta del ente qu recordar, es decir, el olvido por la muerte. El paliativo para el tiempo del olvido lo trajo un hombre que vena del mundo donde todava los hombres podan dormir y recordar. Un muerto en vida que regres con la cura, el gitano Melquiades, el fiel a la vida desterrado de los gitanos, lleg a Macondo para quedarse en aquel rincn del mundo todava no descubierto por la muerte (y efectivamente, fue el primero que descubri la muerte en la historia en Macondo. Parece que todo aquel que escapaba de lo que tema, era por eso mismo que tema, por lo que al final tena que afrontar).

Sin embargo, el mayor placer de recordar la memoria, no fue la misma droga, sino la posibilidad de quedar plasmados en una edad eterna sobre una lamina de metal tornasol. Esta nueva apreciacin del signo, ya no escrito sino visual, proporcion a Macondo el registro en la historia, ya no por las palabras o la palabra escrita, sino por la imagen eterna donde nadie envejeca. Igual, Macondo se registr tambin por el trabajo metalrgico, que en complicidad entre Buenda y Melquiades, en placas marc el espacio y tiempo.Tambin la msica, con Francisco el Hombre, aquel que derrot al diablo en un duelo de improvisacin de cantos, traa a Macondo las noticias de lo que era el mundo fuera de l. sta trasmisin oral, era la forma como el pueblo saba que haba pasado en el mundo. Ya la voz del gitano con sus descubrimientos haban pasado como recuerdo de lo fue, y as Macondo se inscribi en el proceso de reconstruccin y olvido del tiempo del olvido.Efectos de la escritura en MacondoLos efectos del mtodo indicativo no esperaron mucho tiempo. La desazn de sentido por los habitantes de Macondo, no soportaron el sistema fctico de clasificacin, y optaron nuevamente por el mito, la supersticin y la suerte. Freud tena razn en manifestar que la civilizacin humana es producto, y se mantiene as, por una ilusin (el mito del padre). Los insomnes empezaron a vivir en un mundo construido por las alternativas inciertas de los naipes (p.65). Esto refuta la funcin impersonal de la escritura y confirma la premisa del hombre como signo. El hombre se descifra en la escritura, en la lectura de s. Ni siquiera el ensueo de Buenda de inventar la mquina de la memoria, que tendra la posibilidad de repasar () la totalidad de los conocimientos adquiridos en la vida, podra aplacar la necesidad de descifrarse. Recordemos que el placer de Buenda era la razn fundida en la fantasa, o ms precisamente, al contrario, de darle un sustento racional a su fantasma. En todo caso, la historia no es un registro enciclopdico del pasado, sino una interlocucin con un presente y huella del futuro. Como manifiesta Hallbwachs (1968), la historia no es todo el pasado, pero tampoco es todo lo que queda en el pasado () junto a una historia escrita, se encuentra una historia viva que se perpetua o se renueva a travs del tiempo (p. 209).

Esto se confirm con la llegada del corregidor, don Apolinar Moscote, al pueblo sin ley. Parece la llegada de ste personaje a la vida macondiana subvierte un orden establecido por la palabra, el deseo, la fantasa, el arrebato, etc. No es en s su persona, sino su posicin en el relato. ste viene a representar lo ausente e insabido por Macondo: la escritura no solo indica e identifica, sino que tambin ordena. La primera encuentro entre los Buenda y Moscote es la palabra escrita: ste le mostr la disposicin oficial escrita en un papel (p.74). Este el inicio del mismsimo fin de Macondo: entrar en la realidad histrica, ya no del pueblo, sino del pas.El mensaje era claro: Todas las casas se pintaran de azul para celebrar el aniversario de la independencia nacional. Es con este acontecimiento, la entrada de la escritura (y luego otras apariciones institucionales, como la escritura exegtica religiosa, con el padre Reyna y la escuela, con el mando de Arcadio en oposicin anti-nacionalista), confirma la aparicin de Macondo en el mapa nacional y, por supuesto, en la disputa poltica inminente. Funcin metafrica la peste de insomnio del estado de la historia colombianaLa suerte de la peste de insomnio parece ser una figura literaria creada por Gabriel Garca Mrquez, para suplantar metafricamente el recuerdo de un pas en constante olvido y soledad a travs de la vida en Macondo y las consecuencias de un ya precedente conflicto poltico entre conservadores y liberales. Esto soporta la tesis de pensar a Mrquez no solo como literato, sino como precursor del pensamiento poltico en Colombia. No en balde que durante un periodo, luego de ser redactor de El Espectador, fuese llevado a pases latinoamericanos para no sufrir las censuras periodsticas en el pas. Recordemos qu es metfora y su funcin. Segn el Diccionario de Lenguaje de Todorov & Ducrot (1972), la metfora es un mecanismo lingstico y uno de sus efectos es que varios sentidos de una misma palabra entran en relacin (p. 305). En otro punto, seala que es un objeto designado por el nombre de un objeto semejante (p. 134). En cierto modo, es otro discurso. Jakobson & Halle (1973) confirman que la metfora es un proceso de sustitucin, donde su problemtica, se centra en un proceso de semejanza. Es decir, la metfora recubre gran parte del discurso con otra cosa, al estilo del signo peirceano. En este caso, la metfora peste de insomnio recubre una interesante nocin introducida con gran esfuerzo en la literatura y la academia en Colombia, incluso, se ha convertido en una exigencia nacional. Es la memoria. La literatura de Mrquez es, pues, una metfora de la historia del pas. Sus textos, sustituyen la realidad histrica colombiana por el relato literario y, por tanto, son parte de la memoria. Hallbwachs (1968), distingue dos tipos de memoria, Mrquez le apost a la memoria colectiva. Esta memoria colectiva, distinta a la memoria histrica, es intil ante el dato, es ms un recuerdo de un grupo que la mantiene viva. El texto Cien aos de soledad, y otros de sus narrativas, son el recuerdo que activa cada lector, un grupo que vivifica la escritura de una historia cruel de Colombia, subvertida por la palabra escrita.Sin embargo, Macondo, recordemos, huye del pasado y se enfrenta al olvido. Es una alegora a la prdida de memoria y al enfrentamiento constante a un estado de lucidez compartido de contemplacin. Si la peste de insomnio es metafrica, Macondo es metonmica.Peste de insomnio metafrica y Macondo metonmica

El problema lingstico de la metfora es establecer semejanzas con el signo primario, as, la peste de insomnio es un problema metafrico de establecer una sustitucin con la memoria de nuestro vivido pasado a falta de una verdadera lectura histrica de Colombia. La lectura actual, sabemos por varias fuentes, precisa en obtener informacin (es la que proporciona la memoria histrica), es literal (aunque PISA 2009 de cmo resultado que hasta en este nivel los nios evaluados no logren en mnimo bsico), no es funcional (cosa que Buenda padre hacia de su relacin con el conocimiento, lo haca prctico). Si el problema de la metfora es comprender su sentido, ms an, cuando no hay conocimiento histrico para recubrir tal sentido. Sin una apropiacin de la historia, unos optan por leer el texto escolar, otros la obra literaria, no hay posibilidad de recuerdo, sino de referencia, como la prctica solucin de los Buenda de etiquetar a Macondo. Con respecto a Macondo metonmico, es ms complejo y preocupante su proceso. La metonimia sufre un proceso de sustitucin ms radical que la metfora. El recubrimiento es ms difcil de establecer porque su analoga no es tan evidente. En cierto modo es un proceso de sustitucin, pero su trastorno, si volvemos a Jakobson, es de contigidad. Es decir, ya no es semntico el contraste, sino biogrfico, en nuestro caso, histrico. Las pistas del texto, al menos hasta el captulo III, no proporcionan una relacin de Macondo con la realidad vivida en Colombia en el periodo que se contempla (inicios de siglo XXI). Mi pista metonmica para relacionar la historia de la narrativa con la historia del pas, solo fue dada en la pgina 74 con Su primera disposicin fue ordenar que todas las casas se pintaran de azul para celebrar el aniversario de la independencia nacional.As, azul se relaciona con color de partido poltico que es, segn mi memoria, el partido conservador (el captulo IV y posteriores, confirman la prediccin). Una palabra (azul), registra un movimiento radical en la lectura: de la lectura complaciente o fetichista de degustar las palabras (lo cual, a mi parecer, Mrquez logr magistralmente), a una lectura interpretativa al estilo que nos planteaba el maestro Zuleta (2001).MemoriaComo dije anteriormente, la nocin que apareja la peste de insomnio es la memoria, o su olvido. Hemos, y somos conscientes de tal improperio, de ser un pas sin memoria. Parece que hasta disfrutamos de la enunciacin, no nos incomoda decirla. Por eso, mi primera pista del advenimiento de la peste de insomnio en el relato es la no-identificacin (vase p.3). O, nos fijamos un discurso como somos un pas de 50 aos de conflicto. Y, ste me parece en extremo, el mayor problema metafrico: en ausencia de un sentido, cooptamos el ms consumido. Si tenemos conflicto de 50 aos, qu fue de lo que Mrquez escribi, otro conflicto ajeno al nuestro, un realismo mgico de otrora historia o tiempo.

Como haba presentado a Hallbwachs, l nos permite comprender la memoria como elemento vivo del pasado carente de caducidad o linealidad (Le Goff, tambin trata el tema del tiempo). Es una interpretacin subjetiva de la realidad. La peste de insomnio persiste, aunque durmamos y cmodamente, pero esta all. El olvido nos persigue, y ni siquiera ya la muerte, el gran temor del olvido en Macondo, nos conmueve. Pero tambin nos reconforta el recuerdo. Dice Bety, ese personaje ficcional al cual le desaparecieron su esposo y lo reportaron como guerrillero: el olvido es una especie de alma en pena que ha perdido la voluntad de abandonarnos (Gonzlez, 2010: 10). Lo dice la memoria colectiva de las vctimas del Palacio de Justicia. En todo caso hay una certeza, la memoria se vive y, se olvida si no se vive.Lo discutible de hablar de memoria, y vuelvo a Hallbwachs, es que sta entra en conflicto con la verdad. La memoria histrica fija la verdad de los hroes, la colectiva, la memoria de los desaparecidos, las victimas, los muertos, del coronel Aureliano Buenda y de Arcadio Buenda. La verdad no soporta la incertidumbre, necesita objetivar lo que entra a ella, por eso, Ramiro ya no era su esposo, su amante, el padre de sus hijas; pero segua siendo todo ello al tiempo, como un misterio atascado hay en los conceptos abstractos de la verdad y la justicia (Gonzlez, p. Cit., p.31). El dao del dato por la verdad. Por tanto, parece importante la vida amalgamada de Jos Arcadio Buenda entre la razn y la fantasa: era en todo caso su verdad.Deseo finalizar este apartado con eso de la memoria. El Centro de Memoria Histrica (2013), por eso enfatic en la importancia reciente en la nocin, ha logrado evadir la peste de insomnio con la escritura (esa forma como Macondo adopt una grandeza nunca comparada). No es la escritura primaria de Macondo, la indicativa (con las etiquetas descriptivas/explicativas), ni la segunda, la regulativa (con la ley), sino la escritura de la memoria histrica del pas. Una memoria que conmemora la dignidad y exige la verdad y justicia de las vctimas. En un grande y bello mapa que encontr en la Feria del Libro 2015, stand de la Red de Bibliotecas Pblicas, se perciba el deseo de revivir la memoria, en aquel mapa encontraba los rostros de los prceres, intelectuales, estudiantes, maestros, ciudadanos victimas de lo que hemos catalogado como conflicto. De esta manera, parece importante recordar que en su texto Mrquez revive una memoria fracturada de un conflicto precedente de Colombia: su historia sin memoria. El conflicto y la memoria, no son elementos necesariamente secuenciales del acontecer poltico-social sino rasgos simultaneas de una sociedad largamente facturada Centro de Memoria Histrica, 2013: 13).Del texto de Mrquez en la experiencia Cien aos de soledad se considera patrimonio cultural de nuestra historia, tradicin y memoria colectiva hecha literatura. De igual forma, considerada canon de la literatura mundial, y, por tanto, parte del canon literario escolar. Sin embargo, mi experiencia confirma que Mrquez no vive en la escuela, o en todo caso, no es l, sino la literatura quien est ausente. Mrquez es un autor, en todo caso. Hay que leer sus obras, llegar a ellas y decidir qu gusto nos gener el relato mismo. S que a unos gusta, otros no, unos lo buscan, otros le rehyen. No me asombro de no haber ledo an Cien aos de soledad (en eso estoy), siempre pienso que la lectura misma busca al texto, no tanto el lector, sino el deseo que une a uno y a otro. Debo agregar que solo me gusta Mrquez, o en todo caso, su escritura, cuando lo leo, no antes. Mi pleitesa es a su texto, no al autor, aunque lo aprecio aun ms que s de l. Pennac mismo lo deca, hay derecho a no leer, o como dice Barthes, a rechazar la lectura.Sin embargo, en calidad de maestro, la obra de Mrquez es entretenida, refleja una condicin (unos dicen que colombiana), yo digo que humana, o la condicin humana desde la perspectiva colombiana. Pero la relacin pedaggica de vincular el texto y el lector no tienen criterios, aunque se hable hoy de niveles de lectura (de lo que an estoy no muy convencido), posturas (Estoy leyendo Cien aos de soledad y no puedo establecer si mi lectura es eferente o esttica), tipologas textuales, prcticas de lectura, exmenes o comprensiones de lectura, etc. Mrquez incluso se sorprendi un da cuando vio las sobre interpretaciones que de su obra osan hacer los maestros hacer en el plano formal: Este mismo ao cuenta el novelista en 1983 mi hijo Gonzalo tuvo que responder un cuestionario de literatura, elaborado en Londres, para un examen de admisin. Una de las preguntas peda que se estableciese cul era la simbologa del gallo en El coronel no tiene quien le escriba. Gonzalo, que conoce bien el estilo de su casa, no pudo resistir la tentacin de gozar de aquel sabio remoto y respondi: Es el gallo de los huevos de oro. Ms tarde supimos que quien tuvo la mejor nota fue el alumno que respondi, como haba enseado el profesor, que el gallo del coronel era el smbolo de la fuerza popular reprimida (citado en Lerner, 1996: 3).Si Mrquez llega a la escuela, debe disfrutrsele en la lectura. Como un placer, sin las ficciones que recubren la lectura, solo por el hecho de leer No me importa tener cochinitos, siempre que puedan hablar y rerse, leer la levant por la cintura y la desaloj de su intimidad con tres zarpazos y excitarse, leer La lanza de Jos Arcadio Buenda, arrojada con tanta fuerza de un toro () le atraves la garganta y asquearse, leer despert a media noche empapada en un caldo caliente que explot en sus entraas con una especie de eructo desgarrador, y muri () con un par de gemelos atravesados en el vientre y compadecerse. ConclusionesLa peste de insomnio se presenta en la narrativa de Mrquez como un asombroso cambio metafrico de la realidad por la ficcin. En este caso, ms que subvertir la misma realidad, gozar de la literatura o aclamar una realidad otra, es combatir la enfermedad del olvido, por lo que siempre la familia Buenda rehuy, al pasado, a llevar la memoria bajo el brazo, as los muertos los acompaaran, as el temor de la nostalgia los obnubilara hasta el delirio, as el temor los hiciera comer tierra con lombrices y todo, es la memoria colectiva en forma de escritura. El sntoma, sabemos, siempre se aloja invisible al placer mismo de ignorarlo, pero como nos muestra la escritura de Cien aos de soledad, todo aquel, hombre, mujer, nio y nia, esta a espaldas de su historia, de lo que ms teme, y cuando continua rehuyndole, sta se le presenta implacablemente para rendir las cuentas de la memoria. El sntoma de la historia colombiana ha sido Doscientos aos de velo de lo real, del eterno conflicto entre los hombres por el poder, del poder hecho violencia, de la violencia hecha excusa, de la excusa hecha materia para olvidar. El olvido de la historia como memoria colectiva es la obscura presencia de un Macondo naciente y estancado en la eterna lucidez, en la sombra de los referentes y las explicaciones dadas por otro, de la vida ensoada compartida ya sin otra realidad alterna.Las reminiscencias de cada personaje parece el atributo ms esencial de la obra de Mrquez, por eso, su figura literaria hace honor contradictoriamente a reificarla. Memoria es Cien aos de soledad, bajo la mirada del lector con conocimiento de causa de su realidad e historia, de generara una intertextualidad que permita empalmar hechos, suscitar contradicciones, llenar vacios y descubrir nuevos, en todo caso, de darle significado a la experiencia (Bruner, 2004: 11).Cien aos de soledad, es un relato que habla sobre la condicin humana colombiana con estilo de la casa.Referencias bibliogrficas

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Eco, U. (1992). Los lmites de la interpretacin. Barcelona, Espaa: Editorial Lumen, S.A.Garca, G. (2014). Cien aos de soledad. Bogot, Colombia: Penguin Random House Grupo Editorial.Gonzlez, F. (2010). Vivir sin los otros. Bogot, Colombia: Ediciones B Colombia S.A.Hallbwachs, M. (1968). Memoria colectiva y memoria histrica. En La memoria colectiva, pp.209 -219. Pars: PUF.Jakobson, R., y Halle, M. (1973). Fundamentos del lenguaje. (2 edicin). Madrid, Espaa: Editorial Ayuso.Lerner, D. (Marzo de 1996). Es posible leer en la escuela. En Lectura y vida, No. 17, (pp. 2 20). Argentina.Peirce, C. (1965). La ciencia de la semitica. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Nueva Visin.Todorov, T., & Ducrot, O. (1972). Diccionario enciclopdico de las ciencias del lenguaje. Mexico: Siglo Veintiuno editores, S.A.Zuleta, Estanislao. (2001). Sobre la lectura. En Elogio de la Dificultad y otros ensayos. Cali, Colombia: Fundacin Estanislao Zuleta. De aqu en adelante se toma como referente el captulo III de la obra y se hacen relaciones con captulos anteriores y posteriores.

Aunque en el captulo IV, Buenda sucumbe a su delirio sobre el tiempo tal como el viejo Funes el memorioso en el relato de Borges: carece de referente para tratar de encontrar una diferencia con el aspecto que tuvieron el da anterior, pendiente de descubrir en ellas algn cambio que revelara el transcurso del tiempo (pp. 100-101).

El olvido del referente yo parece la posicin del esquizoide. Dufou (2007) lo manifiesta al presentar as al nuevo sujeto posmoderno: lo que se requiere hoy es un sujeto precario, acrtico y psicotizante, y con este ultimo termino me estoy refiriendo a un sujeto abierto a todas las fluctuaciones identitarias y, en consecuencia, dispuesto a seguir todas las ramificaciones comerciales (p. 29).

Los escapes de lo real de Buenda padre por la fantasa alqumica, y luego, por el delirio; la partida de Jos Arcadio hijo por el desenfreno de su pulsin, para volver impvido a subvertir el orden del pueblo; del deseo de Amaranta de interrumpir la boda de Rebeca su hermana por decisin, no filiacin- y, en todo caso complacida en su deseo, por la repentina muerte de la joven Remedios, etc.

El invento del daguerrotipo. Durante mi primera lectura hipotetice que se refera al procedimiento fotogrfico aunque no logr confirmarlo si no por las relecturas. Igual, me proporcione informacin sobre el daguerrotipo: descubierto en 1839 (Francia) por Nicphore Nipce y Luois Daguerre que a partir de un procedimiento qumico fijaban la imagen expuesta a la luz.

El captulo III termina aqu. Es la entrada del proceso de modernizacin que sufre Macondo con la oficina del corregidor, el rito religioso, la escuela obligatoria, el primer proceso de eleccin de gobierno, etc. Y la suerte que tendr que padecer por el conflicto poltico que, antes ajeno, se vivifica en las decisiones del antes platero y ahora coronel Aureliano Buenda y el antes maestro y ahora Jefe de la insurgencia liberal, Arcadio Buenda.

Tomado de la visita a la 28 Feria del Libro (2015), invitado de honor Macondo.

Por memoria histrica se entiende la lista de acontecimientos cuyo recuerdo conserva la historia nacional, y agrega ms adelante, la historia que quiere ceir de cerca el detalle de los hechos se vuelve erudita y la erudicin slo es significativa para una pequea (Hallbwachs, 1968: 212-213).

As, tenemos, por ejemplo, las biografas histricas de Bolvar en el texto escolar y enciclopedia, o, la narrativa de Mrquez con El General en su laberinto; o los registros audiovisuales de la Toma del Palacio de Justicia en 1985, con sus respectivos informes oficiales, o, la novela de ficcin de Gonzlez (2010), Vivir sin los otros. Aunque, sabemos la literatura siempre altera la realidad.

Ya el texto sita al lector en un contexto, independiente de la historia personal del lector (si es colombiano y sabe que Mrquez es colombiano y escribi de su pas, o porque lo ha escuchado por otra persona, etc.). la intentio operis (Eco, 1992) misma ofrece al lector pistas para configurar un territorio.

Tal como le escuche pronunciar con risas a una gran amiga: Parecemos carolinizados. Que temor ante este proceso identificatorio, como traa a Dufou en la nota 3.

A propsito del robo de sta obra, su primer ejemplar de 1967, en la 28 Feria del Libro, 2015.