La persona: ser social

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Formación Inicial Dimensión Humana Tema 5 © Asociación de Salesianos Cooperadores – Región Ibérica 1 1 La persona: ser social 1 FICHA PARA EL FORMADOR 1.1 Introducción Una dimensión que define a la persona es su sociabilidad. No sólo nace en una familia, crece con otros a su alrededor, sino que no tiene otro camino de alcanzar la plenitud que realizarlo en sociedad, entre los demás. La persona está constituida por un cuerpo y un alma donde se puede apreciar una individua- lidad que hace diferente a cada ser humano. De la inteligencia y la voluntad se desprenden ca- racterísticas esenciales de la persona como la dignidad, la igualdad y la libertad. 1.2 Objetivos - Competencias Potenciar las relaciones humanas para el desarrollo en plenitud. Tomar conciencia de la necesidad de compartir con la sociedad. Saber que se necesita a los demás para nuestro propio desarrollo. Vivir con la ilusión de poder hacer mejor el mundo. Saber experimentar la alegría de trabajar juntos. 1.3 Referencias Bíblicas «Que vuestra conversación sea siempre agradable, con su pizca de sal, sabiendo cómo tratar con cada uno» (Col 4, 6) Culturales "El ser humano es un ser social por naturaleza, y el insocial por naturaleza y no por azar o es mal humano o más que humano... La sociedad es por naturaleza y anterior al individuo... el que no puede vivir en sociedad, o no necesita nada por su propia suficiencia, no es miem- bro de la sociedad, sino una bestia o un dios." "El hombre es un animal político." Aristóteles. «La ética es una óptica hacia Dios. La única senda del respeto a Dios es la del respeto al prójimo». E. Levinas. Salesianas PVA/E Art. 8, 9, 10, 11 PVA/R Art. 2, 3, 7

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La persona: ser social

1 FICHA PARA EL FORMADOR

1.1 Introducción

Una dimensión que define a la persona es su sociabilidad. No sólo nace en una familia, crece con otros a su alrededor, sino que no tiene otro camino de alcanzar la plenitud que realizarlo en sociedad, entre los demás.

La persona está constituida por un cuerpo y un alma donde se puede apreciar una individua-lidad que hace diferente a cada ser humano. De la inteligencia y la voluntad se desprenden ca-racterísticas esenciales de la persona como la dignidad, la igualdad y la libertad.

1.2 Objetivos - Competencias

Potenciar las relaciones humanas para el desarrollo en plenitud.

Tomar conciencia de la necesidad de compartir con la sociedad.

Saber que se necesita a los demás para nuestro propio desarrollo.

Vivir con la ilusión de poder hacer mejor el mundo.

Saber experimentar la alegría de trabajar juntos.

1.3 Referencias

Bíblicas

«Que vuestra conversación sea siempre agradable, con su pizca de sal, sabiendo cómo tratar con cada uno» (Col 4, 6)

Culturales

"El ser humano es un ser social por naturaleza, y el insocial por naturaleza y no por azar o es mal humano o más que humano... La sociedad es por naturaleza y anterior al individuo... el que no puede vivir en sociedad, o no necesita nada por su propia suficiencia, no es miem-bro de la sociedad, sino una bestia o un dios." "El hombre es un animal político." Aristóteles.

«La ética es una óptica hacia Dios. La única senda del respeto a Dios es la del respeto al prójimo». E. Levinas.

Salesianas

PVA/E Art. 8, 9, 10, 11 PVA/R Art. 2, 3, 7

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1.4 Propuesta de desarrollo del tema

Las personas somos seres sociales, es decir, nacemos, vivimos y morimos en relación con otras personas. Pero no se trata de vivir simplemente acompañados de otros. Vivir en sociedad significa que las personas elaboran y acatan unas normas que ordena a la propia sociedad. A la hora de desarrollar el tema sugerido, se propone hacerlo en una sesión de trabajo. Siguiendo el esquema ya conocido:

1. Lectura individual y previa del material facilitado.(2.2)

2. Reflexión personal, a la luz de las pautas sugeridas.(2.3)

3. Compartir, durante la reunión formativa, aquellos aspectos que parezcan complejos, novedosos, aquellos sobre los que se necesite alguna aclaración y, por supuesto, las reflexiones de los aspirantes, a partir de las pautas.

1.5 Para documentarse

Materiales

Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, n. 3, 5, 6, 10-12, 23-26, 30, 32, 34- 43, 47, 48, 78

Juan Pablo II, Veritatis Splendor, 1993, nn. 95 - 101

Benedicto XVI, Caritas in Veritate, 2009, nn. 13,15, 18-21, 24, 28, 34-42

Bibliografía

CORTINA, ADELA, Ética civil y religión, PPC, Madrid 1995

MORAL, JOSÉ LUIS, Creado creador, CCS (Teología para Jóvenes 13), Madrid 1999

TIERNO, BERNABÉ, Guía para educar en valores humanos, Taller de Editores, Madrid

1996

TIERNO, BERNABÉ, Valores humanos, Vol. 1 a 4, Taller de Editores, Madrid 1996-98

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2 FICHA PARA EL ASPIRANTE

2.1 Introducción

Una dimensión que define a la persona es su sociabilidad. No sólo nace en una familia, crece con otros a su alrededor, sino que no tiene otro camino de alcanzar la plenitud que realizarlo en sociedad, entre los demás.

La persona está constituida por un cuerpo y un alma donde se puede apreciar una individua-lidad que hace diferente a cada ser humano. De la inteligencia y la voluntad se desprenden ca-racterísticas esenciales de la persona como la dignidad, la igualdad y la libertad.

Propuesta de desarrollo del tema

Las personas somos seres sociales, es decir, nacemos, vivimos y morimos en relación con otras personas. Pero no se trata de vivir simplemente acompañados de otros. Vivir en sociedad significa que las personas elaboran y acatan unas normas que ordena a la propia sociedad.

A la hora de desarrollar el tema sugerido, se propone hacerlo en una sesión de trabajo. Si-guiendo el esquema ya conocido:

1. Lectura individual y previa del material facilitado (2.2) 2. Reflexión personal, a la luz de las pautas sugeridas (2.3) 3. Compartir, durante la reunión formativa, aquellos aspectos que parezcan complejos,

novedosos, aquellos sobre los que se necesite alguna aclaración y, por supuesto, las re-flexiones de los aspirantes, a partir de las pautas.

2.2 Documento

0. Introducción

Las personas somos seres sociales, es decir, nacemos, vivimos y morimos en relación con otras personas. Pero no se trata de vivir simplemente acompañados de otros. Vivir en sociedad significa que las personas elaboran y acatan unas normas que ordena a la propia sociedad.

Al nacer, cada uno de nosotros llega a un mundo que existe desde antes y que condiciona nuestro modo de actuar, de pensar y de sentir. A diferencia de los animales, el comportamiento de las personas es el resultado del aprendizaje y de la experiencia que les brinda vivir con otras personas.

Si comparamos distintas sociedades, encontraremos que existen formas muy diversas de comportarse y de organizar la vida. Si bien todos los seres humanos necesitamos comer o dor-mir, en cada sociedad estas actividades se realizan de manera distinta. Cada sociedad establece una serie de pautas acerca de lo que considera correcto o incorrecto, posible o imposible de ser realizado.

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Algunas de estas pautas se denominan y se transmiten de generación en generación y se van modificando de acuerdo a los cambios que experimenta la sociedad en cada momento históri-co.

1. Fundamentos

El ser humano es social por naturaleza, es por esto por lo que tiene la tendencia a organizar-se, cooperar y buscar alianzas con sus semejantes para el beneficio común. La historia de la humanidad se puede describir por medio de las organizaciones sociales, vemos el caso de las tribus nómadas, donde comienza la organización de sus integrantes para las diferentes tareas diarias como son la recolección de frutas, y la caza, posteriormente al descubrir la agricultura se comienzan a crear las primeras comunidades completamente establecidas y autosuficientes.

La persona humana es mucho más que un ser lleno de necesidades, el ser humano es esen-cialmente comunicativo por lo que está llamado a compartirse y dejarse compartir por los de-más. Todo ser personal tiende esencialmente a la entrega y a la participación, de forma que el ser personal está ordenado por esencia al tú y a la sociedad. La meta es el recíproco dar y parti-cipar en los valores personales y por eso en las diversas estructuras sociales se determina su propia esencia, según la especie de los valores personales que en ellas intervienen; por ejem-plo: el matrimonio, la amistad, etc.

Las relaciones humanas se ocupan de la habilidad de llevarse bien con las personas y de crear relaciones significativas. Esta habilidad es importante ya que afecta a todos los medios en los que la persona se desenvuelve: su vida hogareña, escolar, social, de trabajo, etc. Relaciones humanas defectuosas ocasionan divorcios, fracasos de negocios, frustraciones, inseguridades, etc.

2. Los otros, el otro

Nuestra dimensión esencial como humanos está vinculada a los otros. Desde que nacemos hay otras personas a nuestro alrededor que nos cuidan, nos alimentan, nos educan,… El hom-bre no es un ser solitario, es un «nosotros». En el siglo XX grandes pensadores personalistas han proclamado la trascendencia del «tú» para la existencia humana. La verdad más profunda del hombre es su relación con los otros. El hombre es un ser para el encuentro y solo compren-de su misterio cuando encuentra al otro y crea una relación interpersonal.

Estos planteamientos han sido una reacción ante los totalitarismos, las guerras, los genoci-dios y los horrores que el siglo XX ha deparado.

De esta manera se nos está diciendo que nuestra dimensión social es una dimensión original, que es fundamental en la constitución del hombre. No es un medio, ni una conveniencia, ni una institución que esté fuera del hombre, pues es parte integrante del mismo.

Así el hecho fundamental de la existencia es que todo hombre es interpelado como persona por otro ser humano, en la palabra, en el amor y en la acción, y debe dar su respuesta: acepta-ción o rechazo. Yo soy responsable frente al otro, aunque no me lo pida, aunque apenas le co-nozca, aunque esté lejos, pues su sola existencia es una llamada al reconocimiento.

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Sólo podremos establecer adecuadas y extraordinarias relaciones humanas si abrimos nuestro corazón y permitimos el paso de la humildad, virtud que hay que cultivar en noso-tros para poder ver nuestra grandeza y la grandeza de los demás, dejarnos inundar del amor y procurar el bien de los que nos rodean; relacionarse con otro no solo es hablarle: es mirar-le, descubrirle, aceptarle, amarle, salvarle, y esto nos conduce a preguntarnos por qué el otro es un bien absoluto. Y no hay en el mundo respuesta a esta pregunta. Sólo cuando Dios avala con su absoluto el valor del hombre, deja este de ser una cosa para alzarse ante mí como un valor absoluto.

3. El Hombre y la sociedad

El hombre obtiene beneficios de su vida en comunidad con sus semejantes gracias a la consecución del bien común ¿Qué es el bien común? Es el conjunto de condiciones de vida social que permiten, facilitan, favorecen y ayudan a las personas, a sus familias y a sus aso-ciaciones al pleno logro de su perfección.

En concreto: goce pacífico de un orden jurídico y su tutela junto con la oferta abundante de beneficios materiales e inmateriales, producidos y distribuidos con justicia y equidad. ¿A quién le corresponde la construcción del bien común? A todos y a cada uno de nosotros, en la medida en que unos grupos requiramos de otros para obtener los bienes que necesitamos para lograr nuestro desarrollo. Con ello nos referimos a la familia, la escuela, la empresa, las estructuras intermedias, el barrio, el municipio, el estado, la nación y la comunidad interna-cional.

Dentro de estos grupos, el más natural y el más importante es la familia. En ella, como se-res humanos, encontramos formas de satisfacer nuestras necesidades básicas, el afecto, la compresión, la educación,… todo lo que, en definitiva, nos lleva a ser personas.

Aun cuando la socialización pueda tener ciertos aspectos negativos como la reducción del ejercicio de la libertad individual, la pérdida de iniciativa y de pensamientos propios, no asumir convincentemente responsabilidades…, resaltamos lo siguientes aspectos positivos:

La vida social engrandece al hombre en todas sus cualidades y le capacita para respon-der a su vocación.

Consolida y desarrolla las cualidades humanas y garantiza sus derechos.

Logra la realización de la solidaridad humana y favorece la ampliación del marco de las actividades materiales y espirituales humanas.

La formación de numerosos grupos, asociaciones, instituciones para fines económicos, sociales, culturales, recreativos, deportivos, profesionales y políticos, a nivel nacional y mundial.

Permite satisfacer muchos derechos de la persona humana: salud, instrucción básica, formación profesional, vivienda, trabajo, descanso conveniente, ocio.

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4. La importancia de trabajar en equipo

La idea de trabajo en equipo es una idea que existe desde el momento en que el ser humano

comenzó a vivir en sociedades y requirió para ello la colaboración de todos los miembros de

una comunidad. En la actualidad, el concepto está muy relacionado con las dinámicas de traba-

jo grupal de diferentes ámbitos y áreas como el laboral, el estudiantil, incluso el familiar. La

importancia del trabajo en equipo surge entonces por el hecho de que se considera que mien-

tras más personas se aboquen de manera comprometida en la realización de una actividad,

mejores y más efectivos serán los resultados.

Es muy común encontrar la idea de trabajo en equipo especialmente en los ámbitos labora-

les en los que grupos de varias personas pueden armarse con objetivos específicos, en algunos

casos siendo estos grupos temporales y otras veces permanentes. El objetivo del trabajo en

equipo es poner más capacidades, inteligencias, ideas y destreza al servicio de una tarea o acti-

vidad, de modo tal que por el mismo hecho de compartir esa actividad los resultados se den de

manera más rápida y sólida.

En el idioma francés, el trabajo en equipo se define a través de la expresión esprit de corps

que significa sentido de unidad o entusiasmo por un interés común. Somos capaces de lograr

nuestros objetivos por nuestra cuenta, eso es un hecho. Pero si nos apoyamos en otras perso-

nas podremos hacerlo más rápido, llegar más lejos y tener más impacto.

Contar con un buen equipo multidisciplinario es esencial para un alto rendimiento en cual-

quier emprendimiento. Trabajar bajo este esquema no implica que todos los miembros se en-

foquen en la misma tarea, o que cada uno tenga que ser capaz de desempeñar las funciones de

los demás. Al contrario, se trata de una sinergia en la que todos aportan algo desde su expe-

riencia y habilidades, enriqueciendo el trabajo y logrando grandes resultados. Bien encaminado

ayuda a maximizar las fortalezas de cada integrante, sacando lo mejor de sí y complementándo-

lo con las de los demás.

¿Cuál es el valor de este concepto?

Estas son algunas de las razones por las que el trabajo colaborativo es necesario:

1. Crea sinergia en la que el resultado de la suma es mayor que las partes. Sin duda el im-

pacto más significativo de un equipo está en el hecho de alcanzar más cosas juntos, que

de manera individual.

2. Otorga empoderamiento a cada uno de los miembros, eliminando los obstáculos que

pueden impedirles hacer sus tareas correctamente. Asignar responsabilidad a alguien lo

anima a ser pro-activo y creativo en la resolución de problemas.

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3. Promueve estructuras de trabajo más flexibles y con menos jerarquía, en la que los

miembros tienen la confianza necesaria para la toma de decisiones en conjunto. Cuando

funcionan bien pueden ser autosuficientes e interactuar fácilmente con otros equipos

en una organización.

4. Impulsa el trabajo multidisciplinario, sobre todo donde hay divisiones organizacionales.

5. Fomenta la responsabilidad y la capacidad de respuesta al cambio.

6. Promueve el sentido de logro, la equidad y la amistad.

Características de los equipos que trabajan juntos

Los cinco elementos básicos del trabajo en conjunto son:

1. Interdependencia: es el núcleo del trabajo en equipo y se logra cuando los integrantes

entienden que la única manera de llegar a la meta es hacerlo juntos. El esfuerzo que to-

dos realizan los beneficia a sí mismos y a los demás, así como el fracaso los afecta en lo

individual y en lo colectivo. Es además necesaria para la resolución constructiva de con-

flictos.

2. Responsabilidad: Ya sea individual o grupal, el aprendizaje del equipo es tarea de todos.

Cada uno de los participantes debe tener claros los objetivos y lo que se espera de sí.

3. Interacción: La única manera de trabajar cooperativamente es interactuar con los de-

más, para llegar a acuerdos, completar tareas y motivarse unos a otros.

4. Habilidades sociales: trabajar en conjunto es mucho más complejo que hacerlo solo,

pues se requiere aprender cómo funciona cada persona. Cada quien tiene una manera

especial de trabajar y de aprender; trabajar en equipo implica conocer a los demás y ser

tolerantes. Es importante establecer relaciones de cordialidad que promuevan la con-

fianza y faciliten la comunicación.

5. Evaluación: No es posible mejorar sin detenerse a hacer un análisis del desempeño del

grupo. El equipo debe estar abierto a autoevaluarse y escuchar de sus compañeros los

aspectos a cambiar para la próxima tarea. Esta retroalimentación los ayudará a obtener

mejores resultados. La habilidad de trabajar de manera colaborativa es un activo que

muchos líderes y reclutadores valoran hoy en día. Ya sea en un ambiente laboral depor-

tivo o cotidiano, recuerda que apoyarte en los demás y al mismo tiempo brindarles a

ellos lo mejor de ti, es la clave para alcanzar fácilmente todo lo que te propongas.

Técnicas de apoyo y aprendizaje colectivo hacia el crecimiento de un objetivo

El trabajo en equipo supone siempre una dinámica especial que puede variar de grupo a

grupo y que es, en definitiva, lo que hace que ese conjunto de personas funcione o no. Así,

lo que puede servir para un grupo de personas puede no ser útil para otro.

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El trabajo en equipo supone también que uno puede llegar a conocer más profundamente a

sus compañeros, conociendo sus capacidades, sus limitaciones, su forma de pensar y de enfren-

tar diferentes situaciones, etc.

Esto se hace muy visible por ejemplo en los trabajos en equipo realizados en ámbitos em-

presariales o incluso en los que forman parte de distintos niveles de gobierno en los cuales se

requieren muchas áreas y grupos de personas a disposición.

La importancia del trabajo en equipo tiene que ver entonces con que el mismo se basa en

ideas como la convivencia, la comprensión, la tolerancia, el respeto por el otro y el aprovecha-

miento grupal de ideas que individualmente quizás no rendirían de la misma manera.

5. Nuestro ser social como Iglesia

Todos llevamos muy dentro de nosotros el talante individualista. Buscamos en exceso nues-

tro interés personal; olvidamos a los demás y pasamos por encima de ellos. En lo religioso so-

lemos actuar de la misma manera: "Cada uno en su casa y Dios en la de todos". Con este equi-

vocado refrán queremos justificar nuestra pereza y desinterés por las tareas parroquiales y

eclesiales.

Pero la fe cristiana no se puede vivir en solitario, como un consuelo espiritual e intimista,

sino en comunidad, formando Iglesia y siendo Iglesia. La comunidad eclesial no puede aparecer

ante el mundo como una masa amorfa de bautizados que se ignoran mutuamente y que viven

de espaldas a todo compromiso y colaboración eclesial. El cristiano, cuando se distancia de los

demás y de la comunidad eclesial, comienza a morir como persona y como creyente.

2.3 Pistas para la reflexión

2.3.1 Saber

¿Qué es el ser social? ¿A quién puedo llamar el otro?

¿Qué implicaciones tiene el ser social?

¿Cuáles son las características necesarias para poder colaborar en equipo?

¿Conozco mis limitaciones como individuo aislado?

¿Tengo presente las situaciones de los demás para juzgarlos?

2.3.2 Saber hacer

¿Qué me aporta a mí la sociedad y qué aporto yo a la misma?

¿Considero que mis aportaciones son útiles a la sociedad? ¿Por qué?

¿Cómo podría mejora en este aspecto?

¿Aprecio la relación con los demás como momento de enriquecimiento?

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2.3.3 Saber ser

¿Soy persona que atiende y concilia en los distintos momentos y ambientes?

¿Intento ser yo mismo sin imitar a nadie?

¿Siento la necesidad de relacionarme con las otras personas?

¿Es posible vivir la fe de manera privada e individual sin pertenecer ni participar en la

vida de la Iglesia?

2.3.4 Saber vivir en comunión

¿Me esfuerzo por reforzar el sentido comunitario?

¿Desarrollo mi vida en función de las necesidades de los demás?

¿Cómo podemos, ayudados del grupo y del centro local de cooperadores, crecer en

nuestra capacidad de vivir junto a los demás?

“Los SSCC viven y dan testimonio del propósito decidido a ser constructores de paz en

un mundo agitado por la violencia y los odios de clase” (PVA/E 7) y “buscan en el diálogo

la explicación, el consenso y el acuerdo” (PVA/E 18) ¿Experimento la alegría de trabajar

juntos?

2.3.5 Experiencias complementarias

Aplicándolo a la vida

Analizar nuestra realidad ante la sociedad de la que formamos parte. Nuestra implicación, en-

trega, disponibilidad, actitud y comportamiento. Si realmente estamos abiertos a mejorar la

sociedad y a vivir la comunidad, o hacerlo de modo individual sin prestar atención a aquello que

nos rodea, actuando de modo egoísta.

Síntesis

Necesidad de relacionarse con otras personas.

Valorar positivamente las relaciones con los demás.

Reciprocidad en las aportaciones mutuas de las relaciones.

Poner las propias cualidades al servicio de la sociedad.

Valorar la conveniencia de nuestras aportaciones a la sociedad.

Ser persona que concilia y no divide.

Valorar la realidad de las diferentes situaciones.

Desarrollar la propia personalidad.

Esforzarse por desarrollar y crecer en el sentido comunitario.

Evitar la vivencia de la fe de forma particular

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2.4 Otros recursos

Documentos

Interdependencia entre la persona humana y la sociedad

“La índole social del hombre demuestra que el desarrollo de la persona humana y el creci-

miento de la propia sociedad están mutuamente condicionados. Porque el principio, el sujeto y

el fin de todas las instituciones sociales son y deben ser la persona humana, la cual, por su mis-

ma naturaleza, tiene absoluta necesidad de la vida social. La vida social no es, pues, para el

hombre sobrecarga accidental. Por ello, a través del trato con los demás, de la reciprocidad de

servicios, del diálogo con los hermanos, la vida social engrandece al hombre en todas sus cuali-

dades y le capacita para responder a su vocación” (cf. GS 25, 1).

Las crecientes relaciones sociales: La socialización

“De los vínculos sociales que son necesarios para el cultivo del hombre, unos, como la familia

y la comunidad política, responden más inmediatamente a su naturaleza profunda; otros, pro-

ceden más bien de su libre voluntad. En nuestra época, por varias causas, se multiplican sin ce-

sar las conexiones mutuas y las interdependencias; de aquí nacen diversas asociaciones e insti-

tuciones tanto de derecho público como de derecho privado. Este fenómeno, que recibe el nom-

bre de socialización, aunque encierra algunos peligros, ofrece, sin embargo, muchas ventajas

para consolidar y desarrollar las cualidades de la persona humana y para garantizar sus dere-

chos” (cf. GS 25, 2).

Vocación Abierta a los otros

Al mismo tiempo el hombre advierte que es parte de una red de relaciones, no opcionales o

secundarias, entre ellas la que tiene con las otras personas, que es inmediatamente evidente y

ocupa un puesto privilegiado. Lo primero que la persona percibe no es el yo con sus potenciali-

dades, sino la interdependencia con los otros que requieren ser aceptados en su realidad obje-

tiva y reconocidos en su dignidad. En esta óptica la responsabilidad aparece como capacidad de

percibir signos que proceden de los otros y darles respuestas. Se trata de una llamada ética

porque lleva consigo exigencias de responsabilidad y de compromiso.

El hombre se despierta a la existencia personal cuando los otros dejan de ser vistos solo co-

mo medios de los que servirse. Una cultura vocacional debe prevenir al joven de una concep-

ción subjetivista que hace del individuo centro y medida de sí mismo, que concibe la realización

personal como defensa y promoción de sí, más que como apertura y donación. Y, asimismo, de

las concepciones que en la relación intersubjetiva quedan aprisionadas solo en la complacencia,

sin ver su carácter ético. La experiencia relacional y su componente ética orientan ya hacia lo

Trascendente, porque en ellos aparece algo incondicional e inmaterial.

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En efecto, los otros no requieren solo que se vaya a su encuentro con objetos y estructu-

ras o de actuar con ellos a través de reflejos instintivos. Piden el reconocimiento del misterio

de su persona y postulan por tanto respeto, gratuidad, amor, promoción de valores morales

y espirituales.

Don Pascual Chávez –Aguinaldo 2011

Amor al otro

El amor comienza cuando se prefiere al otro y no a sí mismo y cuando se reconoce su di-

ferencia y su imprescindible libertad. Es querer que el otro sea fiel a sí mismo. “Te amo tal

cual eres”

R. Garaudy

El otro, imagen de Dios

El significado del rostro de otra persona me exige, me interpela, me emplaza. ¿No debería

llamarse palabra de Dios a este emplazamiento a la responsabilidad? ¿Acaso no se nos viene

a la mente Dios, precisamente en este emplazamiento, más que en la tematización de una

idea, más, incluso, que en cualquier invitación al diálogo?

E. Levinas

Yo y Tú

La relación con el Tú es inmediata. Entre el Yo y el Tú no media ningún sistema concep-

tual, ninguna presencia y ninguna fantasía; y la memoria misma se transforma, pues desde

su aislamiento se precipita en la totalidad. Entre el yo y el Tú no media ninguna finalidad,

ningún deseo y ninguna antelación; y el anhelo mismo cambia puesto que pasa del sueño a

la manifestación. Toda mediación es un obstáculo. Solo donde toda mediación se ha desmo-

ronado acontece el encuentro.

M. Buber

El cuento de las herramientas

(“Cuentos que mi jefe nunca me contó” de Juan Mateo Díaz)

En un pequeño pueblo, existía una diminuta carpintería famosa por los muebles que allí

se fabricaban. Cierto día, las herramientas decidieron reunirse en asamblea para solucionar

sus diferencias. Una vez que estuvieron todas reunidas, el martillo, en su calidad de presi-

dente tomó la palabra:

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-Queridos compañeros, ya estamos reunidos. ¿Cuál es el problema? -Tienes que renunciar- ex-

clamaron muchas voces.

-¿Cuál es la razón? –preguntó el martillo.

-¡Haces demasiado ruido!- se oyó al fondo de la sala, mientras que las demás herramientas

afirmaban con sus gestos.

-Además- agregó otra herramienta,-te pasas el día golpeando todo.

El martillo se sintió triste y frustrado.

-Está bien, me iré si eso es lo que quieren. ¿Quién se propone como presidente?

-¡Yo!- se autoproclamó el tornillo.

-Para nada -gritaron varias herramientas -Sólo sirves si das muchas vueltas y eso nos retrasa a

todos-.

-Seré yo -exclamó la lija.

-¡Jamás!- protestó la mayoría. -Eres muy áspera y siempre tienes fricciones con los demás.

-¡Yo seré el próximo presidente!- anunció el metro. -De ninguna manera, te pasas el día mi-

diendo a los demás como si tus medidas fueran las únicas válidas- dijo una pequeña herramien-

ta.

Estaban enfrascados en esa discusión cuando de pronto, entró el carpintero y se puso a tra-

bajar. Utilizó todas y cada una de las herramientas en el momento oportuno. Después de unas

horas de trabajo, los trozos de madera apilados en el suelo fueron convertidos en un precioso

mueble listo para entregar al cliente. El carpintero se levantó, observó el mueble y sonrió al ver

lo bien que había quedado. Se quitó el delantal de trabajo y salió de la carpintería.

De inmediato la asamblea volvió a reunirse y el alicate tomó la palabra: “Queridos compañe-

ros, es evidente que todos tenemos defectos pero acabamos de ver que nuestras cualidades

hacen posible que se puedan hacer muebles tan maravillosos como éste. Son nuestras cualida-

des y no nuestros defectos lo que nos hace valiosas”.

Después de aquellas palabras todas las herramientas se dieron cuenta que sólo el trabajo en

equipo las hacia realmente útiles y que debían de fijarse en las virtudes de cada una para con-

seguir el éxito.