La Peluquería de Leningrado

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    La peluquera de Leningrado

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    1. Teatro bufo (presentacin de los actores)

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    La peluquera est situada en una calle oscura, viciada por el humo de una fbrica que, aunque se

    encuentra a cierta distancia, no deja de arrojar sus desperdicios a lo largo y ancho de la ciudad, de

    modo que tampoco este oscuro callejn se salva de los efectos perniciosos de su sombra. Indigentes,

    prostitutas y otros seres que no han sido anclados al tedioso devenir de la ciudad, campan a sus

    anchas por los aledaos de estas calles siniestras, como planetas errantes sometidos a una rbita

    demonaca y criminal. !l cielo, plomi"o y asfi#iante, se confunde con el humo de la fbrica$ los

    viandantes parecen trabajadores e#plotados en el suplicio de un horno industrial. !ntre ellos,

    camina un hombre de unos cuarenta aos. %us pasos son errticos y dudosos$ cada cierto tiempo se

    detiene y mira a su alrededor, como si esperase, de alg&n lado, la llegada de un consejo o de una

    iluminacin, de una gua que pudiera aclararle hacia donde va, por qu' va hacia all, o por qu' sera

    mejor que retrocediese y tomase el camino que, en alg&n momento, podra haber abandonado por

    equivocacin.

    !l peluquero es un hombre de unos veinticinco aos, de buen porte, rubio, alto, que va acompaado

    a todos lados por una mujer qui" ms joven, pero no menos bella, de senos voluminosos y cabello

    largo que se pierde por la espalda. (orta el pelo a un anciano de unos setenta aos) sus tijeras

    parecen podadoras e#pertas sobre un campo de golf. !l anciano cru"a sus ojos con 'l de ve" en

    cuando, como pretendiendo asegurarse de que el peluquero no va a cometer un error y rebanarle una

    oreja, o qui" simplemente dejarle un cabello suelto que le har parecer ridculo delante de sus

    clientes. !l peluquero sube el volumen de la radio, guia un ojo a su compaera y contin&a con su

    obra. !s como el encargado de mantenimiento de la apariencia, el supervisor de los fenmenos. *l

    es el responsable de que los habitantes de la ciudad parezcanseres felices, pie"as coherentes con

    respecto del pu""le civili"atorio en el que viven. +odo sera mejor si tambinlos mendigos, las

    prostitutas de baja estofa y los delincuentes cuidaran su apariencia, vistieran a la mde, seesfor"aran un poco ms por arreglarse. +al es la misin del peluquero y no es poca) conservar el

    signo e#terior a trav's del cual se manifiesta la esencia de la civili"acin. !se signo es el que

    comunica al e#tranjero, al otro, la fibra de la que est hecha el mundo que visita. -ediante ese

    signo, sabemos desde fuera qu' es lo que podemos esperar dentro.

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    ero volvamos al hombre perdido en esta ciudad, hombre que no se sabe muy bien de donde viene,

    que no disimula su inestabilidad, su falta de seguridad sobre el suelo que pisa. /o se trata solo de

    que se halle en una ciudad e#traa eso tampoco lo sabemos$ hay algo en 'l que sugiere una agonams profunda, una lucha interna en la que siempre sale perdiendo. (on angustia mira por doquier,

    buscando algo, que no sabe muy bien qu' es, pero que considera determinante para su e#istencia

    entera. or otra parte, su apariencia es elocuente. orta una camisa gris que se le escapa por debajo

    de un jersey gris de lana, unos pantalones que se le caen hasta el suelo, un flequillo blanco que se le

    escurre a trav's de la frente como queriendo huir de ella. Le pesa el cuerpo, de eso no hay duda.

    (ada paso que ejecuta se asimila al del hombre herido en la batalla, al moribundo que posee la

    certe"a de que no llegar vivo al hospital. %u barba es ms parecida a la de -ois's que a la de unburgu's de i"quierdas del siglo 0I0. La &nica diferencia con la del mendigo es que este hombre

    parece bien alimentado, a pesar de las bolsas oscuras en sus ojos, y bien vestido, a pesar de la

    sobriedad y el gris omnipresente de su ropa. entonces se detiene, ha visto algo, ha decidido algo,

    y aunque le cuesta dar el paso retrocede un par de veces hacia atrs, toma carrera, como si se

    tratara de un esfuer"o herc&leo, y penetra de improviso en la peluquera. una ve" dentro, visible

    ante los ojos inn&meros de los e#traos que se hallan all, duda de si entrar ha sido una idea feli" ,

    intenta marcharse, pero es demasiado tarde, es demasiado tarde y adems un muchacho rubio, con

    una sonrisa de cabo a rabo y unos dientes blancos como la nieve, le ha invitado precisamente a

    sentarse en una silla y 'l no puede, definitivamente no puede no es capa" de recha"ar esa oferta.

    /i esa ni ninguna otra imaginable.

    /o hay duda, para este peluquero joven, que a pesar de su belle"a y juventud, oculta un trauma

    indefinible, lejano y oscuro, este hombre desgarbado debe ser un ejecutivo despedido, un hombre de

    finan"as que ha debido discutir con su mujer. 2ui" haya bebido, aunque de momento no encuentra

    un signo que le lleve a la certe"a sobre esta suposicin. !n cualquier caso, hay en 'l un aire de

    grande"a, como la de un dios cado en desgracia. %eguro que puede arreglar esta situacin) cortar

    primero ese flequillo desbandado y arreglar esa barba precipitada sobre el abismo. /o hemos de

    tener miedo a las grandes catstrofes, no habr una revolucin si logramos dominar ese cabello

    enloquecido y someter a la precisin y al dominio de las tijeras la barba selvtica que ha puesto en

    riesgo los cimientos de nuestra civili"acin. 3e nada sirve mirar ms all de los muros de la ciudad)

    lo que se pueda ver es, en todo caso, indigno del pensamiento.

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    %olo lo que sucede aqu es relevante y, por ello mismo, todo debe ser sometido a las reglas de lo que

    sucede aqu, todo debe ser fielmente esculpido a imagen y semejan"a de las leyes de la ciudad. 4n

    buen corte de pelo es, sin duda, el mejor de los pasaportes para conquistar la felicidad en lacivili"acin.

    /uestro hombre despistado se acurruca, mientras tanto, en el &ltimo silln que da a un patio interior,

    cubierto de trastos viejos de limpie"a y tuberas, mientras escucha el rumor de la lluvia que

    comien"a a alborotar en la calle. 5a elegido ese silln, el ms lejano de la estancia, el ms oculto,

    para protegerse de la sensacin de peligro que le viene de todas partes, desde luego tambi'n del

    peluquero que ha tomado la decisin de dirigirle la palabra, pero tambi'n de ese anciano con miradasiniestra que no cesa de ponerle los ojos encima, y tambi'n de esa muchacha joven que a pesar de

    su hermosura oculta algo e#trao, algo que no le gusta en definitiva, algo que le podra perjudicar.

    %iente poco a poco cmo se hunde en los muelles del silln, y piensa cmo le gustara desaparecer,

    como a trav's de un agujero negro, en ese mismo silln, hundirse junto a la revista de moda que

    hojea una y otra ve", pasando las pginas a trav's de las que circulan improvisadas modelos de

    largas piernas, personajes de la farndula y otras mscaras, y 'l siente el sudor de sus dedos y la

    perseverante ansiedad de quien se halla perdido, confuso y enquistado en una selva ignota y

    peligrosa. %e fija entonces en el muchacho rubio, en el que habr de ser su peluquero, para darse

    cuenta entonces de que siente una profunda verg6en"a ante 'l. 4n muchacho de '#ito, un hombre

    joven que poseer todas las mujeres que quiera, que est en aquella edad de la vida en la cual no

    solo la inteligencia, la fuer"a y la juventud le acompaan a uno, sino tambi'n esa potencia atvica a

    trav's de la cual el joven logra imponerse ante el mundo, establecer sus propias reglas y formarlo

    conforme a su deseo e inclinacin.

    al contrario) frente a esa manifestacin mstica de la se#ualidad, frente a esa potencia

    insobornable de la felicidad juvenil, se halla 'l, un hombre maduro que se ha perdido simplemente

    sucede eso) se ha perdido que en alg&n momento ha aparecido en esa avenida de esa ciudad como

    si hubiera sido abducido pero no lo ha sido por una nave e#traterrestre, un hombre al que le cuesta

    ms cargar con su sombra que con su propio cuerpo, que no puede mirarse al espejo que ha

    llegado a 7taca, desde luego, pero no a una 7taca cualquiera, sino a la 7taca de la imposibilidad, del

    freno, de la impotencia, del silencio) simplemente no puede ya opinar sobre nada, simplemente se

    encuentra demasiado abajo como para poder levantar la mirada y reconocer la lu" del sol.

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    cuando mira hacia aquello que una ve" le dio fuer"a esa fuer"a que ahora ve 'l en su rubio

    peluquero comprende que todo eso est ardiendo en un viejo pramo, junto a juguetes de la

    infancia o#idados y desparramados, y ni siquiera 'l es el que prende la llama, 'l solo mira desdelejos cmo un pastor ciego arroja la lea al fuego y cmo ese pastor, con el rostro oscuro a causa de

    la ceni"a, intenta mirarlo, pero no puede...

    %eor, es su turno.

    5elena de +roya 8qui'n si no9, le conduce al lavabo, le sienta sobre un silln rotatorio y pone las

    manos sobre su cabello. *l siente que esto es un pecado, a 'l no le pertenece recibir semejante trato,pero antes de que pueda seguir pensando siente el chorro caliente de agua sobre su amargo cabello,

    siente las manos sedosas jugando con sus folculos como un nio que ha recibido sus regalos de

    /avidad y entonces, antes de que cualquier pensamiento pueda ponerse en medio para detener el

    desastre, antes siquiera de que el peluquero tenga noticia sobre ello, antes de que la mirada abrupta,

    morali"ante del anciano pueda dar cuenta de lo que est a punto de suceder, y que de hecho ya ha

    sucedido, adviene como un rayo la poderossima ereccin.

    :

    ero la m&sica ha desaparecido de la radio. La vo" de un hombre grave un hombre que podra estar

    cansado, o simplemente con resaca comunica que la gran revolucin est pr#ima. %olo dura un

    segundo) el tiempo necesario para que el mundo cono"ca que est a punto de celebrarse un gran

    cambio. ero ese segundo ha determinado ya una modificacin sutil en la rbita de la tijera, la

    cuchilla se ha despla"ado menos de un milmetro a trav's de la oreja y ha penetrado en la carne

    deteriorada del anciano. !sa oreja que ha escuchado durante ms de setenta aos, que ha tenido su

    propia historia, una oreja que comen" escuchando qui" los propios llantos de su dueo junto con

    el ruido infame de los misiles en la %egunda ;uerra -undial, una oreja que pudo ser besada por

    muchas mujeres, algunas de las cuales llegaron a formar su propia familia y otras se abandonaron a

    los infiernos del alcohol, la soledad o la prostitucin, una oreja embestida qui" por los continuos

    llantos, e#igencias y agresiones de un matrimonio infructfero, esa oreja tiene ahora la desgracia no

    solo de escuchar el advenimiento de una revolucin, sino que adems tiene que soportar la herida

    siniestra de unas tijeras sobre su carne, y esto ya es demasiado, el anciano est a punto de estallar,

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    pero no estalla) agarra sus manos a la silla como si se tratase de un asiento en el avin que va a

    atravesar un mar de turbulencias, y se esfuer"a por no gritar. a hay otra muchacha, de todos

    modos, que va a curar la herida, que se desli"a como una serpiente a trav's de la peluquera aunqueahora parece un hospital y que rpidamente coloca la gasa sobre ese anciano ante el que parece

    sentir tanta compasin como miedo, y esto calma un poco el ambiente de guerra que se vive, esto

    hace incluso que el peluquero, presa del pnico, pueda reclinarse un momento y secarse el sudor de

    la frente.

    entonces lo ve) ve la ereccin indeseable, monstruosa, criminal en el pantaln del

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    %eor, ya est listo.

    ero nuestro hombre no est listo. %e encuentra tan confuso, tan perdido como el resto de los que

    habitan aquella estancia. (omo el anciano, por ejemplo, que a&n se toca la oreja como para asegurarse de que el corte no es grave$ como la muchacha que le ha puesto la gasa, quien no deja de mirar al

    anciano para asegurarse de que no abandone el lugar sin pagar primero$ como el peluquero, quien

    no se sabe por qu' se ha marchado despu's de cometer el error que ha cometido y como 5elena,

    quien detuvo sus manos cuando se anunci por la radio la llegada inminente de la revolucin. , sin

    embargo, todo esto es verdad a medias. orque frente a todos sus compaeros de la peluquera, que

    han recibido la noticia como si se tratase de la erupcin de un volcn, este hombre triste, gris y

    perdido ha encontrado, de alguna manera, la esperan"a que le va a permitir seguir viviendo o,cuanto menos, poder mirarse al espejo de nuevo. 4n cambio, como una ducha fra. (omo el '#tasis

    psilocbico. (omo un viaje. +odo esto era la esperan"a de la revolucin pero en otro nivel, en un

    nivel espiritual, filosfico, e#istencial, vital en suma. /o le importaba pensar que poda ser barrido

    por esta fiera todas las revoluciones son fieras e incluso esperaba eso de ella) ser barrido, ser

    renacido, ser bautizadopor ella. /o era una ilusin juvenil, una pasin madura, sino la esperan"a

    del moribundo al encontrarse a un samaritano en el camino que le promete drogarlo para que deje

    de sufrir. !n cualquier caso, el bautismo que iba a reali"ar la revolucin sobre los ciudadanos, era

    mucho ms y mucho ms significativo que lo que pudiera reali"ar sobre s mismo, y eso era muy

    importante para 'l. ues la revolucin es como el parto de la 5istoria, el embrin de un nuevo

    mundo que arrastra consigo, como una tormenta, todo lo que era antiguo, todo lo que se haba

    difuminado y haba perdido su densidad espiritual. 4na nueva reescritura de la realidad, como la de

    =dn y !va poniendo los nombres a los animales, un nuevo aprendi"aje desde cero, como el nio

    que tiene que memori"ar los n&meros, las letras, el vocabulario. +odo eso prometa la revolucin en

    ciernes. 'l no la reciba con pasin romntica ni con conviccin terica, sino como el (risto ante

    ilatos y su presentacin ante el pueblo de >oma)

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    la debilidad anmica del esclavo al que se le ha amputado la lengua, este hombre tiene ahora que

    cortarse el pelo, ya se encuentra de hecho en la silla, y sin embargo, no puede mirarse al espejo no

    a&n, qui" con la revolucin cambie todo) en cualquier caso, 'l desea que la revolucin se llevetodo, tambi'n a 'l y delante suya aquel camarero de ars bien podra serlo aquel joven que acaba

    de salir de su despacho provisto de energa pero al que a&n le tiembla la tijera, pues hace no mucho

    haba herido la oreja del anciano burgu's que se encuentra a su lado. ero haba una diferencia

    fundamental, haba un hecho innegable) y es que a todo el mundo le atemori"a que su peluquero

    pueda herirle con la tijera. /o era el caso de este (risto, quien solo quiere dejar caer su peso muerto

    sobre un hombro, sea este el de un peluquero o el de un revolucionario. %olo quiere eso) regresar a

    casa, descansar, pues se encuentra agotado. =unque no pueda saber por qu'. es que este hombreno tiene miedo a que su peluquero pueda cortarle la oreja. !s el &nico hombre en el mundo que no

    teme semejante cosa.

    =s que 8por qu' no9 Llamemos a este hombre justo de ese modo, !l 5ombre, con pleno derecho.

    5e ah su ttulo, el nombre que le convierte en algo visible. !l 5ombre no ha venido aqu ? a esta

    peluquera, en la que ha sonado una vo" en la radio que ha anunciado la revolucin por casualidad)

    ha venido porque era necesario que llegara aqu. , sin embargo, esto no importa, el lugar la

    peluquera poda haber sido una vulgar cervecera, y 5elena su camarera, y el joven apuesto su jefe

    o qui" un empleado. !l 5ombre estara aqu, sentado bebiendo una cerve"a, con su traje gris y su

    flequillo desgarbado. !ra igual para !l 5ombre) todos los lugares son universales, puesto que 'l es

    universal) es un esquema universal, despojado de carne, de espacio) por eso 'l es tambi'n todos los

    espacios. or eso 'l no puede ser contingente ni cometer nada por error. !st ah porque debeestar

    ah. Incluso junto a la ereccin de la que a&n no tiene noticia.

    ero mentimos si decimos que el ambiente de la peluquera sigue siendo el mismo tras la noticia de

    la revolucin inminente. 4na vo" ebria 8o era una vo" con resaca9 ha hablado, como ahveh

    desde las montaas nevadas del =rarat, y con ello ha abierto el suelo, ha convertido a una triste

    peluquera de un barrio industrial perteneciente a una ciudad que no conocemos, en el escenario

    mssignificatio imaginable y ello porque los que han recibido esa noticia son partcipes del

    =contecimiento, son los elegidos por la historia para participar en uno de sus momentos decisivos,

    ellos ? hombres grises, ine#istentes, prescindibles han pasado a ser, en cuestin de minutos,

    protagonistas de la 5istoria misma desarrollndose ah, delante de sus ojos.

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    eso ha provocado ya una serie de fenmenos que indican la pro#imidad de la violencia. !l corte

    en la oreja del anciano burgu's es uno de ellos. La primera gota de sangre del volcn que se

    avecina. La tijera del peluquero tiene una tarea titnica por delante, si a&n persevera en la obsesinde devolver al mundo su orden perdido.

    @

    !lla es 5elena, una mujer corriente pero con ese halo de misterio que solo algunas mujeres

    corrientes poseen y que puede deberse, qui'n sabe, a ese perfume con olor a fresas, champn o

    alguna especie de planta que solo crece en los sitios e#ticos que no lee la prensa, pero que lautili"a cuando le conviene, por ejemplo para posar las tijeras, la &ltima crema de champ& que ha

    comprado la peluquera, o cualquier otra cosa que sea &til para reali"ar su trabajo. osee unas

    manos delicadas, muy hbiles, que se despla"an con valenta a lo largo del cabello ese cabello

    que nunca es el mismo, aunque siempre pertenece a lo mismo, a saber, el variopinto reino de los

    folculos$ he aqu una cabellera de mujer lacia, rubia, fuerte, cuya duea es sin duda a una dama de

    la alta sociedad, orgullosa de s misma y emprendedora$ he aqu el cabello ya cado ? en su gran

    parte de un joven que no llega a los cuarenta aos, pero cuya escase" de pelo no es motivo para que

    su espritu colapse a&n$ y luego vienen los calvos, que tambi'n se peinan, y las amas de casa que

    llevan esa especie de championes y setas gigantes en sus crneos, como si se trataran de cascos

    aeronuticos$ y los muchachos, los jvenes, que deciden destro"ar su cabello con arreglos e#ticos,

    como tren"as africanas o champ&s que violentan el cuero cabelludo$ luego estn los nios, que,

    inquietos en la silla, son ms propensos a recibir el filo de la tijera en la oreja, y los que

    simplemente quieren, como los antiguos egipcios y =lejandro -agno cuando perdi a su amado

    5efestin, raparse el pelo al cero, no dejar ni un asomo de cabello en su testa ahora resplandeciente,

    porque piensan qui" que resulte atractivo, o porque el cabello rapado parece formar parte de un

    rasgo evolutivamente ms adelantado que la grea prehistrica y la coleta enmaraada. =s pues,

    esta 5elena de calle, de barrio tercermundista y al mismo tiempo industrial, de guetto levantado

    sobre ruinas, pasa por decenas de cabe"as al da, y en esas cabe"as habitan los ms variados

    universos, que dan lugar al incomprensible y desatado pu""le que llamamos mundo o civili"acin)

    pensamientos de hombres daados por la vida gris y rutinaria, pensamientos de mujeres e#itosas y

    amadas, pensamientos de locos, de suicidas, de jvenes inventores y cientficos, de peligrosos

    pro#enetas o delincuentes, de adictos al se#o, al alcohol, al juego, de m'dicos, profesionales del

    mundo p&blico y que viven al servicio de la sociedad, de ascetas, filsofos, msticos o mistagogos,

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    que aparecen por ah como casuales visitantes en hospedaje de una sola noche, y tambi'n, claro que

    s, hombres como nuestro 5ombre, que puede perfectamente representar a todos los dems por

    haberse vaciado de s mismo, por haber dejado de s tan solo lo que se puede observar desde el

    e#terior) un conjunto de carne viviente arropada con una chaqueta, una camisa y un pantaln gris.

    4n decorado, sobre el que cabe colocar cualquier cosa, cualquier herramienta esc'nica, como unamscara, un instrumento de m&sica, un teln de teatro.

    ero ese decorado de carne le ha puesto los pelos de punta a nuestra peluquera. !lla no es amiga de

    revoluciones, como su colega de trabajo$ y ese hombre gris, que se ha movido un poco al recibir la

    noticia de la radio tambi'n ella lo ha hecho, todos, y sin embargo, en ellos no haba todava esa

    e#traa violencia que, aunque consistiera en un movimiento de nuca de un milmetro, ha parecido

    transmitir la sensacin de regocijo, de alegra o de algo a&n peor, de una pasin visceral, como elperro hambriento que en medio de una calle devora la basura de un contenedor. =s haba hecho el

    hombre gris y, por eso, se haba alejado un instante de all, dejando al peluquero y a !lise que se

    ocuparan

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    multitud o se le cayese la baba delante de un p&blico inmenso. !l problema es que tampoco 'l

    puede mirarse al espejo solo puede fijarse, por un momento, en su cabello, ese matojo asqueroso

    que le cae como una palmera podrida sobre la frente de modo que ha de inventarse cualquier cosa$podra sacar una foto, la &ltima foto que se hi"o hace ya dos aos, pero en todo caso tampoco se

    siente a gusto con eso, as que intentar decir cualquier cosa, para que esa tijera comience a podar

    en la direccin que sea y 3ios salve a la >evolucin maana ser otro da, maana no importar si

    hace fro o calor o si 'l parece ridculo con el nuevo peinado de lo cual hay garantas, pues 'l no es

    un hombre moderno y su peluquero s lo es, etc y as con todo. 3e modo que dice algo, algo que

    solo escucha 'l mismo, y a pesar de ello el peluquero comien"a a podar, con violencia, con

    estr'pito, 'l no tiene miedo

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    minutos, ya no est cortando el cabello, sino reali"ando una operacin, de tipo quir&rgico, una

    operacin difcil en la que lo que hay que hacer sea como sea es e#tirpar un espantoso tumor.

    all sigue. !l anciano no quiere irse de la peluquera.

    83isculpe, tienen alguna revista por aqu para leer9

    A

    %olo un hombre totalmente vaco, totalmente vaciado, puede llenarse por completo de nuevo ydesde el principio. !se es el 5ombre. !l 5ombre no es simplemente un sujeto que pasaba por all

    para cortarse el pelo aunque tambi'n es eso. !l 5ombre se ha presentado ante el mundo con el

    menor de los ropajes posibles, con los efectos visiblesde una larga y dificultosa amputacin del

    pensamiento. uede parecer una ruina, pero tambi'n los cimientos son ruinas cuando apenas se

    encuentran apilados en el vasto solar sobre el que ms tarde habrn de ser colocados. uede parecer

    angustiado, preocupado, pero esa preocupacin es un efecto tardo, secundario, una especie de tic"

    de un pasado irrecuperable. +odo en 'l es efecto, consecuencia, y en ese sentido es casi futuro, algo

    que proviene de algo que ya no est y cuyo ser entero se restringe a esa misma enunciacin. or eso

    el 5ombre no puede estar preocupado por su corte de pelo. /o es una vctima de sus pensamientos,

    de su forma de vivir, es una vctima de la objetividad que, sin saber cmo, se ha posado sobre 'l y

    lo ha hecho suyo. /o puede opinar, no puede maldecir, no puede esperar. como es simplemente el

    reflejo de una cosa que est ah afuera, a la vista de todos, tambi'n ha de ser el que mejor encarne la

    nueva situacin que ha transformado de pronto el mundo. *l es la >evolucin.

    !n suma, su caso es totalmente distinto del caso del peluquero. %u ser es tan concreto, tan evidente,

    tan prctico, que se reduce al hecho de ejercer una funcin en una sociedad) cortar el cabello de los

    ciudadanos que acuden a su servicio. *l lo hace o lo ha hecho hasta ahora no como medio de

    ganarse la vida, no con el objetivo de conservar un salario, sino como el contenido propio de su vida

    toda, si se permite la e#presin. or otra parte, es pura carne, pura sensualidad) una sensualidad que

    lo hace sentir culpable y una sensualidad de la que 'l no es dueo, y por ello sufre) sufre como

    jams podra sufrir el 5ombre, el gran ausente, el universal. !l peluquero ha sufrido, y sufre, sufre

    ahora como un animal con una herida abierta y sangrante por la vecindad de la revolucin, no solo

    porque eso trastoca todo su mundo, sino porque no sabe qu !acer con ella, como relacionarse con

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    ella, y la teme como un nuevo lenguaje agresivo y e#tranjero, y de alg&n modo el cabello del

    5ombre es, eso s, su representante en esta tierra, a 'l se le han dado las llaves de edro y 'l va a

    abrir y no quiere imaginarse cmo el vientre del mundo tal y como lo hemos conocido. /o sabequ' hacer, por tanto, con la revolucin, ni tampoco con el deseo violentsimo que le ha atado a ese

    hombre p'rfido y terrible, gris como el hierro, que encarna al tiempo los valores morales ms

    elevados y el caos ms atro", como un ca"arecompensas en el Beste o un vengador surgido de las

    tinieblas. 2ui" por eso siente esta doble violencia, que lo lleva a un callejn sin salida) tiene la

    oportunidad de evitar la llegada del =nticristo, y de paso salvarse de sus pecados ms ocultos.

    uede arrancar de cuajo la ereccin revolucionaria monstruo ante el que se averg6en"a la ;orgona

    haciendo algo, algo en lo cual sus tijeras pueden ser tan importantes que incluso desplacen porimportancia a las armas, las leyes, las ciudades y sus legisladores. ero su pensamiento no est

    maduro, tan es as que ni siquiera puede enfrentarlo ni darse cuenta de ello, aunque tiene claro que

    su tarea ha mutado, terriblemente adems, como un salto imprevisto de la evolucin, y ahora se

    halla en e#tremo perdido y asustado, porque sabe, intuye, que el Cairs est cru"ando justo delante

    de sus ojos. (omo lo sabe 5elena y el 5ombre, y todos los que ahora se encuentran en la peluquera

    junto al anciano que ahora, sentado, hojea sin prisa una revista de moda aunque esto en un sentido

    muy distinto.

    D

    (inco horas ms tarde, cinco horas despu's de que la noticia fuera reproducida a trav's de las

    seales radiofnicas, la prensa internacional se haca eco de acontecimientos diversos y e#traos,

    todos aparentemente relacionados con la inminencia de la revolucin.

    /eE orFer +rade and (o.

    #irginia. $n e%tra&o objeto olante !a conmocionado a la poblacin de Landers 'ount en el sur

    del estado. Los testigos que al parecer se cuentan por cientos aisaron a todas las teleisiones al

    mismo tiempo reportaron diersas e%periencias a las que sumaron documentos como cintas de

    deo grabaciones diersas. La polica e%amina toda la documentacin adjunta los testimonios

    de los sujetos con cientfico escepticismo no obstante el olumen de informaciones aportadas...

    3eutsche /achrichten.

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    *erln. +Los nueos tiempos e%igen nueas percepciones una nuea sensibilidad capaz de

    incorporarlos., -s la tesis del filsofo /0 residente de *erln que intenta e%plicar los recientes

    sucesos que !an sacudido a la capital alemana del cual el ms releante es la aparicin de

    alucinaciones colectias en torno al iejo muro. Lud2ig 3!ren !a padecido esta clase de e%tra&asisiones. 3!ren un obrero de fbrica jubilado nos lo cuenta en primera persona4 ,#i un soldado de

    la 567 asentado en la ieja torre de guardia de *erln -ste. 8e miraba con odio desprecio sent

    su ira su dolor. #ena para engarse eso est perfectamente claro,. 7lgo similar relata 9una

    0esser"opf ejecutia de :; a&os que ie en eports, %,L.

    >uea 6el!i. Los nueos acontecimientos polticos que sacuden el suelo de nuestro mundo

    globalizado comienzan a generar e%tra&as reacciones en la poblacin mundial. 7 los episodios de

    >uea /or" 6resde *erln #irginia en -stados $nidos 7lemania !a que sumar las

    apariciones de !ombres?zombi de @uinea -cuatorial los !ig!?!ead de >uea Aelanda los

    sucesos e%tra&os de nuestro propio pas protagonizados por la milenaria secta ag!ur. Los ag!ur

    !an empezado a raparse sus cabellos !an proclamado el colapso ciilizatorio inmediato amn de

    unas supuestas isiones que !an deriado en una autntica epidemia. 'entenares de personas en

    6el!i *angalore reportan apariciones apocalpticas cambios en el color de las casas los

    paisajes los animales las personas. Todas estas e%periencias tienen en com=n seg=n el profesor

    $trarupa Bbaala el carcter de la psicosis paranoica colectia...,un profundo sentimiento de

    unin al tiempo que el deseo de !uir la sensacin de un peligro inminente continuo...,

    /ada de esto saben nuestros protagonistas en la peluquera. La radio se ha callado como una tumba,

    como si su &ltima noticia, la &ltima noticia que fuera a dar al mundo, hubiera sido dicha ya en el

    anuncio de la revolucin inminente. (inco horas llevan nuestros hombres y mujeres en ese

    establecimiento. 4na cortina de tiempo congelado se ha echado sobre ellos, convirtiendo lo otrora el

    espacio del acontecimiento definitivo en un sat'lite g'lido y esttico, que rota sobre s mismo en

    trayectoria errante. !l anciano, con gesto simiesco, manipula las pginas del diario, o la revista, o lo

    que sea que est leyendo que evidentemente desprecia e ignora, mientras fija su vista en alg&n lugar

    entre los dos o tres espejos ante los que se miran, como insectos e#traos, los personajes de esa obra

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    macabra que no saben a donde huir o cmo hacerlo.

    +ambi'n !l 5ombre se halla en un estado de postracin terminal, como si una fatiga demoledora se

    hubiera adueado de su cuerpo. !se 5ombre que ahora es mera cscara, tuvo una ve" una vida de

    verdad, una vida de carne y hueso. !n la b&squeda de esa carne hacia su propia conciencia, en lanecesaria y deseada trascendencia que todo sujeto de carne y hueso padece alguna ve" a lo largo de

    su vida, se puso a buscar. (on el aliento del detective, con la ingenuidad del adolescente y con la

    incierta esperan"a que convocan las cosas imposibles, este hombre naufrag, se bati, luch, pens,

    am, tritur, destruy y construy miles, millones de cosas con sustancia, que bien podran ser

    mujeres, ciudades, poemas o estrellas. !se hombre intent tanto el bien como el mal) el bien por la

    fuer"a que todo bien posee$ el mal por la profundidad que todo mal conlleva. (omo una especie de

    Gausto pero sin las recompensas del maestro alemn, el hombre, casi sin darse cuenta, fue dejandocaer piel tras piel, como /iet"sche el filsofo, y tambi'n como /iet"sche su resultado fue quedarse

    sin nada propio, perderse a s mismo y dejar en lo visible lo meramente visible) la apariencia

    inmediata, el fsico avejentado y decado. Hrill una ve" y en ese brillo suy se dio fuego a s

    mismo, como los que dicen de s ser grandes o representar lo grande. Luego, tambi'n como el

    sifiltico, qued once, doce aos qui" parali"ado en la silla de ese mundo gris e insignificante,

    incomprensible para 'l, con la mirada perdida, sabedor de haber tocadoalgunas de las cosas que se

    dicen verdades universales, pero consciente tambi'n de que haba tomado un camino sin fondo y

    que, una ve" pudo darse cuenta de ello, se haba olvidado de qui'n era 'se que haba tomado tal

    camino. por eso este hombre nuestro se encuentra ahora ante un espejo, no acaso porque deba

    cortarse el cabello como afirma sino por observar y, en cierto modo, reverenciar, aquella figura

    que tiene ahora frente a 'l y que se parece ms a un animal de otro mundo que a un mero ser

    humano.

    sin embargo, ese hombre gris y terrible que ha cru"ado todos los puentes, remado en todas

    direcciones, e#cavado t&neles y minas, rodado acantilados y g'iseres, ese hombre gris y terrible

    enfrascado en su atuendo h&medo y fro, el hombre con ojos grises detrs de los que parece haberse

    esfumado un universo entero, el hombre, en suma, triste como un mineral, tuvo una e#istencia y

    tuvo una vida. 4na vida que arruin la de muchos otros$ una vida tan real como la de cualquiera de

    nosotros, que tiene que enfrentarse a la dure"a de la e#istencia un da tras otro y una jornada

    agotadora tras otra, en este mundo a duras penas comprensible en el que vivimos, con sus pesares y

    sus fatalidades$ una vida tan real como la que llevas t& con tu pareja, con unas pasiones tan reales

    como esas que os llevan, a ti y a tu mujer, al '#tasis se#ual y a la discusin sin reglas y sin

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    argumentos, esas peleas de naturale"a animal en las que t& conoces muy bien las debilidades del

    otro y las utili"as en su contra, del mismo modo como ella o 'l o quien te acompae te ataca, te

    hiere, o busca herirte, y entonces arrojis un mueble por la ventana, o, desesperados, enviis vuestra

    vida al infierno o a las llamas que es lo mismo arribis en el bar de una gasolinera y os atrancisde EhisFies, uno tras otro hasta caer rendidos, volv'is a casa y dorms en el sof, alejados de

    vuestra amada, de vuestra compaera de viaje, y os decis) maana ser distinto.

    +odo eso estuvo en este hombre, en el 5ombre, que go" de la e#periencia de ser un padre, de criar

    a un hijo y luego perderlo, de volver a ser padre y volver a perder otro hijo, de go"ar con su mujer

    bajo la l&cida certe"a de la juventud y el vigor, y de acostarse con qui'n sabe qui'n en una celda

    oscura, marchito ya tras los golpes de la vida, arruinado por el coste de intentar llevar una e#istenciaverdadera. +odo eso estuvo en este hombrecillo que, a pesar, de todo, viene hoy a cortarse el pelo,

    qui" sin grandes esperan"as, y de pronto es testigo de la poderosa, inminente revolucin.

    A

    =penas un par de metros separan al 5ombre de el =nciano, el e#trao anciano que, a pesar de que

    ya ha sido atendido la barba afeitada, el cabello aceitado y peinado se ha dado la vuelta y se ha

    sentado, ha tomado una revista como e#cusa y se ha puesto a meditar. /adie duda de que algo

    turbulento est sucediendo en su cerebro. ero si pudi'ramos e#aminarlo con una especie de

    detector de pensamientos, encontraramos en seguida que lo que predomina en ese archipi'lago de

    imgenes siniestras y pensamientos incone#os es la figura fotogrfica de nuestra peluquera, 5elena.

    ero esta 5elena no es la 5elena de !l 5ombre, santa, pura, inocente o ingenua. !s una 5elena ms

    bien sanguinaria, que personifica el mal y la decrepitud, y que, en medio de este cambio histrico

    imprevisible, ha decidido tomar el bculo y erigirse como reina. La emperatri" del mal Habilonia,

    la llama el =nciano en su interior ha decidido arruinar los antiguos mandamientos que garanti"aban

    la estabilidad de la nacin, y ahora quiere llenarlo todo de peinados e#travagantes, de faldas cortas,

    de carmn y l&pulo, de se#o y embriague". !sa prostituta no se puede definir de otra manera

    aplaude la nueva civili"acin que est por llegar, pues sabe que all podr desnudarse sin necesidad

    de pedir permiso, y porque sabe, intuye a causa de su intencin de "orra primitiva, que podr vender

    su cuerpo sin que esto resulte un escndalo. !n efecto, para el =nciano 5elena es Habilonia.

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    Habilonia

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    juego es la forma de comprendernos a nosotros mismos por tanto, el modo en el que nos

    percibimos, las reglas que hemos acordado para relacionarnos y esto tiene que ver con la

    revolucin poltica solo en cuanto apariencia del mismo modo en que el peinado de un hombrepuede ser la manifestacin de otras muchas cosas, y es que nadie dira que el peinado es la esencia

    de esas cosas y el cirujano, al que de pronto se le ha colocado ante las manos una tarea monstruosa,

    insaciable como a todos aquellos que son testigos ahora de esta vorgine universal siente que no

    puede llevar a cabo este trabajo, que todo lo ms podra permanecer callado o ausente, que a pesar

    de todo su trabajo es necesario) tambinen el nuevo mundo se necesitarn peluqueros. ero la clave

    nuestro cirujano lo sabe es el instante propicio, ese Cairs que alborota todo, que confunde todo,

    que todo lo invierte, y ahora 'l no puede comportarse como un mero peluquero, las cosas hancambiado, y 'l comien"a a sentir temor de s mismo, de que bajo esa inversin universal su

    naturale"a haya cambiado, no tanto en realidad porque haya cambiado, sino porque al haberse

    invertido los signos, el bien ser ahora el mal, y qui" si 'l quisiera permanecer como siempre, no

    podra sino cambiar, convertirse en otra cosa, y ah lo tenemos) bajo el signo de la inversin el bien

    habr de convertirse en mal, el mal aparecer como el bien y quien quiera contribuir a la salud del

    mundo deber arrancarlo de su esencia ms propia. Lo &ltimo que puede hacer es ignorar que no ha

    pasado nada, que todo continuar de la misma manera como hasta ahora. or eso 'l no tiene ahora

    tijeras en las manos, sino instrumentos distintos$ en efecto, en el espejo 'l es ahora el cirujano del

    estado. Jero, 83e questado9K como no entiende todava qu' va a seguir a continuacin, como

    todo comien"a a mutar de forma imperceptible pero poderosamente rpida, se acongoja, vuelve tras

    sus pasos, se acurruca en una esquina y espera, como !lise, como su compaera peluquera que

    ahora se encoge bajo el lavabo. +odos esperan, es tiempo de accin pero tambi'n tiempo de cautela.

    (ualquier cosa puede suceder. ante ello, el tradicional peluquero, que es el que proporciona

    estabilidad al mundo a trav's de su trabajo rutinario, no puede sin ms lan"arse, no puede acometer

    ninguna accin. 3ebe esperar y actuar con prudencia. !n sus manos, el escalpelo y la sierra brillan

    con la fra soledad del astro errante y maldito.

    +ampoco 5elenaHabilonia se merece lo que est sucediendo. =s lo cree ella en el fondo de su

    cora"n. +ampoco le interesa la poltica, como a la mayor parte de la gente. era as, como ella

    pudo vivir durante mucho tiempo con cierta pa" y estabilidad personal. !s de esa clase de personas

    que no piden demasiado de la vida, que simplemente se limitan a reali"ar su trabajo en esto es

    como nuestro cirujano y que poseen ciertas nociones vagas y generales de lo que les rodea.

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    !lla, aunque no demasiado inteligente, intuye sin embargo que esas nociones van a desaparecer

    pronto. Lo que ella odia con ms fervor es la violencia. /o quiere que e#istan conflictos, y si

    pudiera pedirle algo al nuevo mundo que se acerca es que garantice la seguridad y la pa" entre laspersonas. /o entiende por qu' habra que matar o hacer dao a otra persona por motivos polticos.

    +odo ha de ser ms sencillo, las cosas son ms simples de lo que nos pretenden hacer creer. /o es

    que ella sea una persona hedonista carpe diem y todo lo dems$ le gusta de ve" en cuando hacer el

    bien a los dems y no le importa no recibir nada a cambio. ero piensa que lo que rodea a la poltica

    es malo en s mismo, y que por ello cuanto menos se toque ese asunto, ms sana estar la sociedad.

    (ompara a la poltica con una especie de dragn durmiente, que mientras se hunde en su profundo

    sueo deja en pa" a los dems hombres pero que, si se le molesta como ahora sucede con esta

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    A

    !n el lapso entre lo viejo que no acaba de morir y lo nuevo que no acaba de nacer, se generan

    monstruos, deca =ntonio ;ramsci, el sardo que veneraba asolini. +odo es ambiguo y doble en elmovimiento que lleva de la tesis a la anttesis, doble como ano, el rostro de CierFegaard. !s como

    la 'poca de la guerra, en la que hay que abandonarlo todo para tomar una mochila y salir al frente,

    sin la certe"a de que se va a ganar o a perder la batalla, qui" tambi'n la propia vida. as los

    actores de los procesos revolucionarios, convulsos, son siempre anos en los que encontramos las

    ms diversas de las aptitudes y las ms variadas de las suertes$ >obespierre muri en la guillotina

    que 'l mismo puso en marcha como m'todo poltico, +rotsFi acab siendo arrojado del pas que le

    debi la e#istencia del !j'rcito >ojo. /o es posible tra"ar con precisin lo que convierte a unrevolucionario en un criminal, lo que representa la m#ima amplitud de la personalidad humana y lo

    que la pervierte. !n un mundo que no est formado todava, el centauro campa a sus anchas y el

    hbrido, el mutante y el hermafrodita son ciudadanos con carta de reconocimiento. or eso no es

    posible separar al peluquero del cirujano o no todava ni al anciano del =nciano, ni al 5ombre del

    >evolucionario. uentes entre dos mundos, estas e#istencias a medio camino entre el cielo y el

    infierno sufren el papel siniestro que les ha tocado representar$ el de andamios sobre el que pisan

    los hombres viejos y las mujeres nuevas, los ancianos y los nios, el rico y el mendigo. no pueden

    hacer mucho ms que eso, salvo soportar el peso de los acontecimientos e intentar no sucumbir ante

    ellos. 4nos pretendern soju"garlos, sinti'ndose partcipes e incluso protagonistas de la historia

    haci'ndose a s misma, como 4lises luchando contra las sirenas o como el primer hombre que visit

    el espacio$ otros simplemente permanecern al margen, intentando no ser barridos por la tormenta,

    que sin duda limpia la escoria del viejo mundo al tiempo que destruye, aniquila, perfora los

    cimientos de la tierra. 2uien es testigo de estas cosas es h'roe y villano, hombre y animal, dios y

    mineral, porque en el centro de la ebullicin, en el instante del eclipse fulgurante,

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    M

    2ue el =nciano obedece ya solo al rigor mortis es ms que una obviedad. 4n buen dibujanteencontrara su crneo ms parecido a un octgono que a un crculo$ en su cabe"a brillan las antiguas

    catedrales gticas y el infernillo de la abuela de provincias$ todo su cuerpo e#hala el malestar y la

    inquietud de quien sabe que no es bienvenido, como el intruso en una fiesta. !se olor a armario

    Cc!ran" de la pelli"a embriagada en naftalina produce su propio espacio, ajeno al de los dems, y

    arrincona cada ve" con mayor 'nfasis al =nciano a su soledad romntica, a su -inode abisal de

    cuento de LudEig +iecF. 5ay diferencias entre las ruinas a las que se encamina este dinosaurio

    ancestral, con hombros prominentes y mandbulas primitivas, y las que todava brillan, con la lu" deun sol crepuscular, en el pr#imo >evolucionario. Las ruinas del =nciano no son todava tan

    manifiestas$ como en el Titanic, tan solo ha estallado una tubera en una de las salas subterrneas)

    apenas han pasado unos segundos tras el choque contra el iceberg. ero todo en 'l huele a ruina, se

    palpala demolicin, ya no sirve que persista en su gesto que ahora resulta ridculo de un hombre

    cualquiera leyendo el peridico en este caso una revista de moda pues se ha producido un golpe

    general que ha afectado a todos los rganos, ahora ya no se puede disimular, como el infarto

    silencioso, y aunque 'l pliega y despliega las pginas que invocan al resente ms riguroso, con sus

    actores y sus playas y los cuchicheos que garanti"an la pertenencia a un mundo frvolo pero real,

    sus ojos comunican otros paisajes, otras verdades, que comien"an a ebullir en la sala de mquinas

    del petrolero.

    4n petrolero) eso es el =nciano. 4n petrolero que ya pierde el negro lquido a trav's de las

    estrechas tuberas, una antigua catedral que se desploma en silencio y una vieja que apaga la vela

    antes de morir sobre su silla de lino viejo. Lo que su presencia nos indica es lo siguiente)

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    orque en un mundo de bandidos las prostitutas sern reinas, comprende que antes de hundirse debe

    sealarlo aunque no sabe qu'forma tomar esa seal y en todo caso lo que est muy claro es queesa seorita es muy puta, una seorita que no aprobara jams su mujer aunque 'l se acostara con

    ella si se tratara de una reunin de negocios ella es la he" de la tierra y la gran ramera que

    corrompe al mundo. 5ay que salir con los cal"ones corriendo de la casa, antes de que llegue el

    marido. sobre todo si es un marido >evolucionario. ero no se rendir ni bajar la cabe"a. /adie

    le ensear a 'l, un burgu's hecho y derecho lecciones de moralidad.

    !se orgullo, no obstante, es poco ms que la vieja felpa con la que se cubren los antiguos imperiosque no pueden soportar su decadencia$ el =nciano es el =ntiguo >'gimen que sigue conspirando en

    las reuniones nocturnas de los jacobinos para invertir su suerte$ y en cierto modo tienen esperan"as

    fundadas) el poder no deja de serlo hasta el &ltimo da$ por ms que los vientos del cambio arrecien

    con fuer"a, hasta que no caiga el alacio de Invierno todo ser posible, porque las rique"as y la

    clase pueden comprarlo todo, tambinuna posicin discreta en el nuevo r'gimen, con tal de que

    esas rique"as contribuyan al bienestar del nuevo mundo o de la nueva clase en el poder. Hien, dicho

    todo esto, no cabe duda de que el golpe ha acaecido, y las c'lulas activas del antiguo Imperio

    comien"an a morir por cientos, por miles, por millones, mientras el =nciano prolonga su

    incoherente afn por aparentar normalidad, civilidad y control de sus actos y sus pensamientos. or

    eso ahora otorga, con toda la buena flema del mundo burgu's del 0I0, el bote de gel que le pide

    5elenaHabilonia) por nada del mundo 'l se comportara de otro modo con esa mujer, aunque se

    tratase y se trata del mismsimo demonio. Las buenas formas son esenciales en todo proceder$ al

    enemigo se lo mata con el croissantde la maana en el estmago. !so es lo que diferencia al

    civili"ado del brbaro, al catlico del ateo revolucionario. ero como sus compaeros de viaje por

    ms stiros, brujas y espiritistas que puedan ser, sufren como pasajeros del mismo barco los

    anuncios de los nuevos tiempos se ha dado cuenta del acto del (irujano, que ha formali"ado su

    nuevo ttulo a trav's de un gesto peculiar, como es el de detener la hora del reloj, y que, sin mayor

    prembulo, se ha marchado al fondo de la peluquera, se ha colocado unos guantes y se dispone a

    enumerar los &tiles de su caja de herramientas.

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    los tatuajes primitivos y satnicos propios de las tribus de Nfrica$ ese muchacho debe permanecer

    hasta altas horas de la madrugada en clubes de dudosa reputacin, probablemente sea undegenerado el hijo de su vecino, un tal -athias >oth, trabaj tambi'n en las peluqueras modernas

    de la ciudad y era famosa su promiscuidad se#ual que con toda probabilidad frecuenta los famosos

    after?!ours conoce su nombre porque vio un documental sobre este fenmeno en televisin y

    luego probablemente consuma drogas, alcohol en cantidades e#cesivas, en suma, una vida moderna

    y desenfrenada, que es lo que marca la 'poca en la que vivimos. solo en un fermento como 'se un

    grupo de e#tremistas revolucionarios podra proclamar su violencia y la instalacin de un r'gimen

    catico. orque en las iglesias no hicimos los deberes, porque permitimos que nuestras mujeresvistieran como aut'nticas fulanas pero qu' ricas fulanas por la calle, porque fomentamos una

    cultura viciada y poco cristiana, ahora debemos padecer las consecuencias de nuestra in&til

    negligencia. =s es posible que una ciudad honorable como esta se convierta, de la noche al da, en

    una especie de nuevo Leningrado, as se hace al menos comprensible, y aqu est el &nico =nciano

    venerable y prudente, qui" uno de los &ltimos ejemplares de una especie ms alta y respetable, en

    la peluquera de Leningrado. !l petrolero gtico que todava no ha encendido las alarmas porque

    a&n ignora el colapso en los subterrneos se re ante esta ocurrencia, cierra la revista de moda y la

    vuelve a abrir, como si se la encontrara por primera ve". 2u' tontera, piensa, y su mirada se

    desli"a, sin quererlo, hacia las ubres de Habilonia, y un olor a perfume que aunque barato no deja

    de representar la esencia de una mujer le inunda los pulmones y entonces siente la embriague" del

    se#o, la tentacin de la carne, el peligro y la atraccin del vicio. or eso vuelve la vista a la pgina e

    intenta concentrarse en las nuevas peripecias de la pareja de moda en la costa de Oalencia. %in '#ito.

    A

    4na penca de agave oculta, al final de la habitacin, el cuarto de bao donde el personal de la

    peluquera guarda tambi'n sus batas, algunos instrumentos de limpie"a y otros brtulos. 4na penca

    de agave me#icano que no estaba ah hace unos instantes. B esa es la percepcin de 5elena, que se

    acaba de dar cuenta de este asunto cuando iba a abrir la puerta del bao. Incluso ha de tomarla entre

    sus bra"os y colocarla en otro lugar para poder pasar. -inutos antes del anuncio de la radio, esto

    hubiera supuesto un escndalo, adems de un imposible. 3eca Pittgenstein en su 'onferencia

    sobreDtica que si a un hombre cualquiera de pronto le creciera una cabe"a de len, la reaccin

    inmediata de los que lo rodearan sera la sorpresa, pero que instantes despu's la sorpresa se

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    desvanecera y el ra"onamiento tomara su relevo$ habra que asegurarse de si llamar a una

    ambulancia, ir a un hospital o reali"ar cualquier otra cosa e#igible en circunstancias de emergenciasemejante. La penca de agave es uno de esos fenmenos que solo son imaginables como ejemplo

    retrico en una conferencia de filosofa. +ambi'n en un vuelco psicolgico tan profundo como el

    que estn viviendo los protagonistas de esta comedia bufa. +odo podra quedar en solo eso una

    alucinacin a causa de los acontecimientos, un absurdo o una nueva planta que esa maana podra

    haber colocado, sin que ella se diera cuenta, su jefe el peluquero si no fuera porque tambi'n el

    hombre que le produce miedo, el hombre que representa una amena"a y que est sentado esperando,

    con su batiente flequillo blanco ondeando como una bandera anarquista al viento, a que le atiendan,tiene precisamente entre sus manos un vaso blanco de me"cal, de esa bebida divina que proviene de

    un pas cuyos antepasados arrancaban los cora"ones de los jvenes y los arrojaban por las escaleras

    de una pirmide. La peluquera se oculta en el bao y decide quedarse all un buen rato.

    ero el 5ombre(asi>evolucionario tambi'n se ha dado cuenta de que el vaso le tiembla en las

    manos, de que ese lquido ancestral, brutal, que no admite concesiones, que a trav's de su tibie"a en

    la lengua y de su leve acento picante en los labios, arremete contra el cerebro como la inyeccin

    infalible del anestesista, comien"a a efectuar e#traas maniobras en su psique dolorida, y entonces

    puede imaginarse a s mismo aunque todava no es capa" de mirarse al espejo con un penacho y

    una mscara de jaguar, dispuesto a batirse en duelo contra los brbaros de !uropa que ya estn en

    las costas, amena"ando con sus enfermedades y sus caballos desquiciados$ 'l debe tomar la lan"a de

    oro y sacrificar un cora"n a -ictlantecuhtli , el dios de la muerte, y salir al enfrentamiento de

    5ernn (ort's$ y cada ve" lo ve ms claro a medida que el n'ctar divino penetra en su corte"a

    cerebral y riega, como una potente manguera, los nervios de su enc'falo) (ort's se parece mucho,

    demasiado, a ese anciano que intenta permanecer al margen de todo mirando su est&pida revista,

    como si con 'l no fuera la masacre de los indios en =m'rica, la prepotencia bblica de los jesuitas

    comecerebros, la inmundicia occidental que no dej ni un ladrillo a"teca en el antiguo -'#ico.

    +odo esto le enerva, le lleva a la ira, tomara ahora mismo su lan"a, se colocara su mscara de

    jaguar y le atravesara el vientre con la estaca, como =lejandro ebrio de clera y alcohol le hi"o a su

    hermano (lito, aunque en este caso ese viejo no es su hermano, ni mucho menos, sino ms bien su

    enemigo no declarado, que porta una cru" en la hebilla de su camisa, una cru" catlica, repugnante,

    indecente, y 'l, gracias a la fuer"a del me"cal, lo ve todo cada ve" mucho ms claro...demasiado

    claro.

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    +anta lu" lo neutrali"a, lo deja postrado$ el licor riega como cien estertores la sangre de su

    organismo, y la ira cristali"a, se convierte en un objetivo racional, el plan comien"a a cobrar su

    sentido, el pensamiento se clarifica y de pronto sobreviene, como un rayo claro en medio de latormenta, la idea central que lo domina) ese hombre no debe salir vivo de all.

    Q

    +ampoco el (irujano ha permanecido al margen de los nuevos acontecimientos. =&n no se ha fijado

    en la penca, pero de hecho ya ha visto cmo el rostro de !l 5ombre(asi>evolucionario ha mutado

    y se ha colorado como un tomate, de sus ojos abyectos comien"an a emerger pequeas luces que lerecuerdan a la vvida descripcin que >oald 3ahl haca de los ojos de su 8atilda, pero en este caso

    no es una broma y el ejecutivo fracasado ya ha desaparecido, ese hombre no es sino un agente de la

    %tasi, un miembro del artido (omunista de la antigua >ep&blica 3emocrtica =lemana que lleva

    una pistola en el bolsillo, y que est dispuesto a hacer uso de ella. =quella ereccin que una ve" lo

    conmovi y lo sujet a la oscura pasin nunca declarada y que su superyo haba destro"ado una y

    otra ve", ha desaparecido tambi'n, para convertirse en una lengua de fuego vida de destruccin

    que ahora emerge de ese mismo lugar, de ese lugar sagrado y a la ve" maldito del que mana leche

    no divina, de ese lugar que est prohibido en su cerebro y ante el que el (irujano no puede sino

    sentir odio y atraccin, como una noria enloquecida. ero ha de abandonar este tema ahora, ha de

    centrarse en la pistola que no tiene nada que ver con la otra

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    no medido a su maletn, que tiembla con el movimiento a causa de los enseres all colocados$ lo

    sostiene con la misma firme"a y la misma cautela que una bomba que hubiera que desactivar. a

    est cerca, ya casi llega. >ecorrer esos tres metros, cuatro a lo sumo, que separan los espejos de lahabitacin interior ha sido toda una ha"aa prometeica. !l resplandor ha cesado$ desde dentro, la

    calle aparece completamente vaca, y una gris neblina se ha posado sobre las ventanas. !l silencio

    lo corroe todo$ la radio desintoni"ada parece ahora un jabal herido de muerte o un dragn que se

    mueve con esfuer"o a trav's de un pantano de fuego. (ierra la manilla con delicade"a. a est a

    salvo.

    5ay que matar al hombre del flequillo blanco, se dice. sabe que, dadas las circunstanciase#cepcionales que les rodean, esto ser algo ms y algo menos que un asesinato, y nada parecido a

    un crimen. /o sabe qu' o qui'n lo gua para hallarse tan penetrado como est de semejante certe"a.

    ero lo cierto es lo cierto. /o hay duda de que ese hombre no puede salir vivo de all.

    A

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    es tan incomprensible y tan difcil de admitir que el cerebro genera sus propias maniobras para

    colocarlo en el cajn de lo Imposible, de lo fantasmagrico$ las lgrimas del desgraciado empaan

    el cristal de la fatalidad y el velado se sume en el sueo. +ras una semana eso dicen le llega elchoque brusco con la realidad. (omien"a a entender cuales son las consecuencias realesde aquello

    que estuvo lamentando la semana pasada, empastillado y sin dormir. /o volver a ver a esa persona,

    no volver a tomar caf' con su amado, con su hija, con su padre) semejante golpe con la realidad es

    suficientemente estruendoso como para tumbar a cien elefantes de una ve". =s el =nciano

    comien"a a formar parte de lo que le rodea, no ya como un sueo el sueo que el sedante de la

    moda, la playa y el %ur de !spaa intentaba vender como producto al anciano y la ducha fra llega,

    s&bita, con la ansiedad y el terror que provoca un amago de ataque al cora"n. !l =nciano,debilitado, ve su rostro en el espejo de la peluquera y siente entonces la mano de la -uerte

    posndose en su bra"o, una figura encapuchada que lo anima a levantarse, a salir de su sitio. Le est

    rogando que acepte su destino, que comprenda cul es la situacin.

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    %e levanta, se tambalea, el pincha"o en el cerebro se hace ms difano y perceptible, ahora parece

    asi como una fuerte resaca 8de qu' e#trao brebaje9 intenta sostenerse sobre el alf'i"ar, pero nadie

    le ayuda, la -uerte espera al final con los bra"os cru"ados, de nuevo el pincha"o, y luego como elfruto primero de una inesperada primavera, el pensamiento l&cido, la clarificacin mental, la

    embriague" de la fiebre moderada que brilla con el destello de un cuchillo afilado)

    /o debe salir de aqu. !se fantoche no va a salir vivo de aqu. o me ocupar' de 'l. -orir', pero me

    lo llevar' conmigo. o tengo un orgullo.

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    :. Bntriga mascarada (Bntermezzo)

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    1

    *l es un muchacho d'bil, de comple#in delgada, que sufre muy a menudo dolorosos ataques

    estomacales y que lucha por integrarse en el grupo, aunque ello no es siempre fcil y a menudodesemboca en el fracaso que trae consigo la humillacin, el insulto o la agresin. %u debilidad fsica

    es el blanco favorito de sus amigos, que aunque le aceptan como compaero, no cesan de rerse de

    'l o de avergon"arlo ante los dems. 4n da, decide abrir las tripas de un pjaro, aunque desconoce

    la ra"n que le lleva a hacerlo. %us amigos aplauden la valenta, la sangre fra y la violencia con la

    que ha ejecutado a ese pobre animal. La ira brilla en sus ojos. %e marcha a casa convencido de que

    ha sellado para siempre su pacto con el demonio.

    =ntes fue distinto. -ucho antes, cuando todava el sol de la infancia brillaba con esa pure"a y esa

    claridad que solo se percibe una ve" en la e#istencia, cuando el sueo, el paraso y la ilusin forman

    una misma carne con la dure"a a&n invisible de la vida, ese muchacho fue feli", bueno, y go"aba de

    una e#celente salud. !so sucedi una ve". luego vino aquel da nublado, y los vmitos, y las

    sirenas de la ambulancia, das y das postrado sobre una cama y con la &nica compaa de la

    inyeccin dolorosa. qui" entonces ya decidi servir al mal, pero todava era demasiado pronto

    como para saberlo.

    3igamos entonces que regresa a su casa ese da de negra victoria, manchado a&n con la sangre del

    pjaro que era en realidad un cuervo que ha matado. aunque se ducha de arriba a abajo, sigue

    sintiendo la violencia de la sangre, sigue oliendo por doquier ese negro perfume que e#halan las

    vsceras a&n calientes del cuervo. %e hace preso de la culpa$ una negrsima nube lo acompaa desde

    que el da sale hasta que el da se pone, y un buitre espantoso se acurruca con 'l a lo largo de las

    noches, mientras le susurra cosas odiosas, incomprensibles, y 'l teme continuamente lo peor.

    (omien"a entonces un largo periplo a trav's del infierno, se hunde en una larga noche y cuando

    amanece, a&n tiene seca la garganta y fresca la palpitacin en el pecho. (orre a mirarse en el espejo

    pero all no hay nadie$ busca, e#cava, recorre y perfora todos los suelos del conocimiento, de la

    vida, de la e#periencia, intentando reconstruir el viejo orden perdido. , cuando por fin se da cuenta,

    un mechn de cabello blanco cuelga de su frente) es adulto y las jornadas con Oirgilio han

    terminado.

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    =hora su mente est cansada y busca reposo) pero es demasiado joven para hallarlo. 5a de

    continuar interesndose por las cosas, evitando confundirse con el ser inerte de los minerales, cuya

    amarga atraccin lo tienta. (omo un drogadicto, busca aquella euforia que le hi"o una ve" sentirsevivo, sediento, pero ahora se halla embotado, saciado, hastiado. (omprende que solo un gran

    terremoto podra conquistarlo para la vida, para su pasin ciega y sin finalidad. ahora lo ha

    encontrado) el gran terremoto se ha producido y le ha devuelto, sin quererlo, el aliento perdido.

    =hora es posible recomponer el mundo. =hora puede ingresar en el flujo violento de ese volcn que

    comien"a a gritar, ahora de hecho se halla en 'l, ahora 'l es fuego e ira y puede oler de nuevo las

    vsceras del cuervo$ la reconciliacin es tan dolorosa como obcecada y firme. entonces se gira,

    mira al anciano, ve en 'l al antiguo cuervo y ya lo sabe) ha vuelto para vengarse.

    La gran ebriedad comien"a a diluirse 8donde est ahora el vaso de me"cal9 y el >evolucionario se

    quita el largo penacho con olor a selva, sangre y diamantes, y lo coloca sobre el alf'i"ar ahora

    vaco. !#tiende entonces sus manos sobre el suelo, coloca las pie"as en el tablero y mueve un pen

    brillante que valiente se incorpora en el frente de batalla. La radio sigue "umbando en su monotona

    autista$ el general espera la orden del mando, y el ej'rcito abre filas hacia la abrupta falda de la

    montaa. !l >evolucionario se restriega los ojos con las manos$ no sabe donde est el enemigo.

    Ouelve de nuevo la vista hacia sus manos y lo ve) la oscura sangre del cuervo ha cicatri"ado sobre

    su piel. >espira profundamente y siente otra ve" el vigor lujurioso de la ira, de la justicia, de la

    solemnidad que otorga la inteligencia aguerrida. entonces dirige su vista hacia el =nciano, que

    ahora parece un tanque recogido sobre s mismo$ se miran un instante, como dos e#traos, aunque

    saben que en realidad se conocen muy bien, y sigilosamente vuelven sus ojos hacia otro lado,

    mientras un fuego brumoso comien"a a inundar la atmsfera. /uestro hombre piensa entonces algo

    trivial, que sin embargo le atena"a. iensa que ese hombre podra ser su padre. B un amigo de la

    infancia. B 'l mismo en unos aos. La radio persiste en su "umbido.

    A

    ,J8taloK, 3e alguna parte, al parecer del ebrio altavo" de una televisin cercana, se escucha un

    estruendo como de pelcula de sbado por la tarde. 4n nio con la vo" desgarrada suplica a su padre

    que mate a alguien no sabemos a qui'n y su grito se vuelve tanto ms pavoroso cuando, por lo que

    conocemos de odas, el padre no puede acabar con el adversario. !l (irujano ha reconocido

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    el origen de esa vo", que suena t'trica a trav's de la cortina que ha levantado el anuncio de la

    revolucin. %e trata de -arF, un muchacho de quince aos que vive en el piso de al lado$ lo ms

    probable es que est' sentado junto a su padre viendo una pelcula de vaqueros, que es lo que legusta a 'l. ,Fero cmo es posibleM -s que no entienden lo que est sucediendoM Gu dirn

    ma&ana cuando sepan que su ecino !a asesinado a tiros? a tirosM? a un !ombre cualquiera

    probablemente un digno padre de familiaM >o !an puesto las noticiasM 'mo? JcmoK? pueden

    iir en semejante ignoranciaM J%iente entonces la necesidad de escapar de su oficina, salir a la

    calle y correr al piso de -arF, avisarlo, ponerlo a resguardo, intentar hacerle comprender que 'l no

    es ning&n asesino, pero que, las cosas 8cmo e#plicarlo9 !an cambiadopara siempre...>o ellos

    siguen iiendo como siempre porque no lo saben. JTodaa no lo sabenK 'uando lo sepanentendern que...ellos siempre me !an tenido un gran respeto. 'laro desconocan que o fuera

    !omose%ual. (%oy!omose%ualM) 'reo que me odiaran si lo supieran Jcomo o mismo me odio

    a!ora por serlo ( saberlo)K Fero puedo redimirme entonces entonces a todo podra ser muc!o

    mejor las cosas iran de otra manera no tendra que sentirme todo el da con esta jodidsima

    culpa que me est minando me est oliendo completamente loco....Forque claro si 8ar"

    supiera...Jsi 8ar" supieraK que cuando su padre iene a cortarse el pelo...Fero por qu pienso

    todo estoM Ci todo pudiera ser normal si o tuiera una familia normal podramos ir todos al

    parque en el domingo al cine todos juntos mi mujer 8ar" Le2is nada de esto !abra

    sucedido nada de esa repugnancia que me acosa me mata da tras da... s que funcionara

    porque 8ar" Le2is o !acemos un gran equipo...lo saben por eso...J8taloK (>o deca eso

    la pelcula de aquerosM / seguramente eran unos de esos aqueros aguerridos jenes fuertes

    guapos musculosos de esos que saben cmo disparar cuando !acerlo ....,

    ,J8taloK J8taloK J8talo padreK,/o, eso no es ninguna pelcula, -arF est pidiendo a su padre

    que lo mate....=lgo terrible est sucediendo all arriba, como /orman Hates en sicosis, y 'l no

    puede salir de all Rni por todo el oro del mundoS La radio ha de decir algo, ha de decir algo as

    como

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    sigilo la peluquera confundido entre la multitud !a subido al primer piso !a ejecutado a su

    primera ctima. Cabra el secretario de la Ctasi que Le2is era !omose%ualM >o parece probable.

    'ual sea el motio que le !aa lleado a semejante crimen es incognoscible...., La radio debe deciralgo. La >adio debe decir =lgo. !lla es el -ensajero de este nuevo tiempo) quien trajo la catstrofe

    y quien debe dirigirnos a trav's de ella.