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^etíista Teosófiea jSatyat násti pfrro dharmah. NO HAY RELIGIÓN MÁS ELEVADA QUE LA VERDAD La Sociedad .Teqsóflca no ea responsable de Isa opiniones emitidas en los artículos da esta Revista* siéndolo de cada artícolo el firmante, y de los no firmados Ja Dirección. civil! LA PAZ SEA CON EL “N uestro muy querido hermano y amigo, D. Manuel Treviño, i birector de nuestra Revista, el teosofista cuyo amor á nuestra ' l^rayga que con tanta abnegación como talento viene hace tantos ?v '¿ft|iQS lealmente sirviendo, acaba de perder á su hqo D. José Tre- fvirtgo y Martín, arrebatado é los quince .años de «dad por una f’Ütiel enfermedad. jM' Ante tan terrible desgracia, sólo en la firmeza de nuestras .^jnvicciones, así cómo en la seguridad de que todos sus her- Üjjp^nps cqr^p^rten inmenso dolor, hallará ese hermano .que- |^ ^ p ,unrConsuelQ capaz de mitigar su pena, i -c. Esté cierto nuestro amigo de que los sentimientos y pensá- i s mientos de fraternal cariño de todos los teosofistas le acompa- fian en su desgracia. ¡i- ¡Descanse en paz el hijo del que tanto hace por la causa de teosofía en España! <?os¿ X I F H é Presidente de la Kara» de Madrid.

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^ e t í i s t a T e o s ó f i e ajSatyat násti pfrro dharmah.

NO HAY RELIGIÓN MÁS ELEVADA QUE LA VERDAD

La Sociedad .Teqsóflca no ea responsable de Isa opiniones emitidas en los artículos da esta Revista* siéndolo de cada artícolo el firmante, y de los no firmados Ja Dirección.

civil! LA PAZ SE A CON EL

“Nuestro muy querido hermano y amigo, D. Manuel Treviño, i birector de nuestra Revista, el teosofista cuyo amor á nuestra

' l^ rayga que con tanta abnegación como talento viene hace tantos ?v' ¿ft|iQS lealmente sirviendo, acaba de perder á su hqo D. José Tre- fvirtgo y Martín, arrebatado é los quince .años de «dad por una f’Ütiel enfermedad.jM' Ante tan terrible desgracia, sólo en la firmeza de nuestras .^jnvicciones, así cómo en la seguridad de que todos sus her-

Üjjp^nps cqr^p^rten inmenso dolor, hallará ese hermano .que- | ^ ^ p ,unrConsuelQ capaz de mitigar su pena,

i -c. Esté cierto nuestro amigo de que los sentimientos y pensá­i s mientos de fraternal cariño de todos los teosofistas le acompa-

fian en su desgracia.¡i- ¡Descanse en paz el hijo del que tanto hace por la causa de

teosofía en España!<?os¿ X IF H é

Presidente de la Kara» de Madrid.

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La aparición de nna Religión Universal.

Discurso pronunciado la tarde del 23 de A ayo de 1911 ante la AsambleaOriginal de la Liga Liberal Cristiana, en la Casa del Libre Cambio,

Aanchester (Inglaterra).i

Hat un» gran diferencia de ayer á hoy, en el mundo del pensa­miento, por lo que respecta á religión. Y se pregunta si el pró­ximo avance será en forma de síntesis, de construcción unifica- dora, ó si habrá más bien desaparición de diferencias qne unidad en la diversidad. Se busca alguna clave del plan que ha seguide el mundo inconscientemente en lo qne á sus religiones y civili­zaciones se refiere; un plan que el hombre no lleva á cabo sino inconscientemente. Se eleva un gran templo mediante el traba­jo del maestro de obras, del [pintor, del escultor; y así como en el templo que se construye vemos detrás de la multitud de obre­ros al arquitecto que trazó el plano y dividió el trabajo, del mis­mo modo detrás de la gran masa humana, detras de las nacio­nes, en sus alzas y bajas, naciones de que se compone el gran templo de la divina Humanidad, está el gran Arquitecto del Universo, cuyo plan es ejecutado por la muchedumbre de tra­bajadores. Ahora bien, ¿hay hoy día signos de una posible unión -de las muchas religiones del mundo? En el caos de la contro­versia y en los choques de los belicosos credos, ¿podemos distin­guir la

P o s ib i l id a d de tina U n id a d

que convierta en paz el estado de guerra y una los fragmentos eq un todo espléndido?

Miremos al pasado lejano, hace dos mil años. Todas las reli­giones sobre la superficie del globo eran nacionales. La India tenía la fe Inda; la Persia el zoroastrianismo; Grecia, Roma, Egipto y muchas otras naciones más viejas, tenían cada una su

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555i g i l ] LA APARICIÓN DE UNA RELIGIÓN UNIVERSAL

fe, y cada religión era una religión nacional. Y aunque encon­tramos religiones viviendo en contacto y en paz, el hombre que abandona su religión nacional es considerado más como un trai­dor al Estado que como un herétioo; se ve esto á cada paso al estudiar el pasad©. En los tiempos antiguos no encontramos en una nación intento alguno por convertir á su fe á otra nación vecina. Las numerosas religiones del mundo viven y trabajan en contacto unas de otras, y la nación y la fe son prácticamen­te inseparables. No deja de tener interés (y voy á apartarme un momento de la Historia retrospectiva) que, en teoría, la Iglesia de Inglaterra pertenece á este antiguo pensamiento. La Iglesia de Inglaterra es una Iglesia nacional; todo inglés pertenece á esta Iglesia, y el Estado y la nación se consideran coextensivoB con ella. Y digo en teoría, porque ya sabéis cuán de diferente modo se comporta en la práetica este pueblo; pero antiguamente la teoría y la práctica marchaban de acuerdo. Hablando en ge­neral, en aquel entonces los credos eran nacionales y la política y todo el orden social de la nación eran establecidos por la reli­gión, que, en realidad, era su base.

Tomemos la India, á causa de ser la más antigua de las reli­giones vivientes, religión que se pierde en las sombras del pa­sado, en las que nadie puede penetrar. Encontramos allí que la política Hinda es la política del pueblo Indio. Era regla entre los Hindos que, una vez admitida la autoridad de una sagradfc escritura, los cuatro Vedas, los mandamientos sociales eran obe­decidos, y al intelecto se le dejaba en absoluta libertad. Dentro de este gran círculo del credo Hindo hay una docena de círculos más pequeños y diferentes de pensamiento, pero todos rinden onlto al Veda; con tal de guardar las reglas políticas y sociales, cada uno puede, en materia religiosa, seguir su propio camino y pensar con completa libertad; dentro de la gran fe Hinda se ha permitido florecer á todas las filosofías; todas las escuelas de pensamiento han sido reconocidas y admitidas dentro del credo Hindo.

Si miramos á otras fes vemos que esto mismo ocurre en par­te. Dirijámonos a la época en que la Homa Imperial envió sus águilas al entonces mundo civilizado, encontramos que estas águilas extendían sus alas sobre una multitud de credos, y cuan­do empezó la persecución contra el Cristianismo, no fué por ser ana nueva religión, sino porque sus partidarios no querían in-

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204>Ii556 [Se p t ie m b r e

«linara© ante el Emperador y ,se negaban a rendirle honores di­vinos como cabeza del Estado; se les consideró más bien como traidores al Gobierno Imperial que como heréticos. Este fué el único cargo contra el Cristianismo: la negación á reconocer al Emperador entre los dioses, por lo que Boma persiguió á los •Cristianos, considerados como un peligro para el Imperio.

Lo mismo ocurre con otras naciones en el pasado. Ahora bien: si observamos aquellas religiones, no como perteneciendo á sus respectivas naciones, sino más bien por lo que cada reli- .gión es en sí misma, ¿qué es lo qne hallaremos emergiendo gra­dualmente de esa masa de opiniones, de ese vasto conjunto de oredos? Veremos aparecer ciertas doctrinas qne son comunes á todas las religiones. El descubrimiento de los archivos del pasa­do por anticuarios y arqueólogos, el estudio de las antiguas re­ligiones y la literatura que han dejado tras sí, han sido causa de qne la opinión educada de hoy admita la existencia de gran­des doctrinas, comunes á todas las grandes religiones aparecidas de tiempo en tiempo en la Historia del pasado, y sugiera un origen común á todas ellas.

Pero no es en esto en lo que yo deseo detenerme por .el mo­mento, sino más bien en otro heeho que no ha sido tan abierta­mente reconocido: que si bien es verdad qne cada religión con­tiene on pequeño número de enseñanzas universales, no lo es menos que cada religión es dominada por nn espíritu peculiar suyo. Á medida que se estudian las religiones del mundo, apare­ce esto de modo más evidente, y es uno de loa signos del plan de que he hablado. Porque

C ad a R e l ig ió n tiene s u p ro p ia nota,

su propia característica especial, y todaB juntas no suenan de un modo monótono, sino como un espléndido acorde. Conside­rad la religión de la India, no por mí, sino por nn misionero cristiano que vivió, según creo, unos cuarenta años en la India y conocía bien la religión del país y el corazón del pueblo, el Dr. Miller. Presbiteriano muy conocido, qne fundó el Colegio Cristiano de Madrás. Después de retirarse, y escribiendo hace unos tres años al colegio que había fundado y dirigido, á los Hindos que durante machos años fueron sus discípulos, usa una frase notable: «Recordad—dice—lo qne la religión Hinda ha

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LA APARICIÓN DK UNA RELIGIÓN UNIVERSAL 557

dado al mando: la inmanencia de Dios y la solidaridad humana». Estas dos son, en realidad, partes de ana gTan verdad. Admi­tida la vida universal viviente en todo lo que nos rodea, la fra­ternidad humana es sólo el lado terrestre de la gran realidad es­piritual: las dos tienen siempre que marchar juntas. Lo que el Dr. Miller ha dicho es la gran nota de la fe Hinda.

Pasemos á la religión de Zoroastro y examinemos cuál es su contribución especial al pensamiento del mundo: encontraremos que la nota que da es la de pureza en pensamiento, palabras y obras; triplicidad que el Parsi considera como parte de su diaria devoción. Pureza mental, pureza de corazón y pureza en la ao- eiónr esta es su contribución especial, que se mezcla en todos los asuntos de la vida. La tierra, el agna y el fuego no deben ser ensuciados; los elementos, por decirlo así, deben mantenerse puros; de otro modo, la vida física del hombre se ensuciará in­evitablemente. Sabemos cuán necesario es esto en la agitada vida moderna. Ningún Zoroastriano manchará una corriente. Si los Zoroastrianos viviesen aquí, las aguas que atraviesan Man- cfaester correrían limpias y cristalinas como cuando sólo era uno aldea. Esa es la gran nota de la fe de Zoroastro, esto es, que el hombre debe vivir una vida pura en un ambiente puro.

Yendo de Persia hacia Occidente nos encontramos con Egip­to; ¿cuál es la nota que suena en su vida religiosa? Oienoia, es­tudio del hombre y del mundo que le rodea; buscar en los mun-

■ dos superiores las realidades, de las que aquí abajo sólo tenemos las sombras. El nombre de Química procede del país de Can, el páís de la ciencia del pasado; profundamente resalta en su nom­bre el objeto favorito de investigación.

Pasando del Egipto á Grecia, aunque tan pequeño espacio los separa físicamente, ¡cuán grande es la diferencia intelec­tual! Mientras Egipto nos habla de ciencia, Grecia nos habla de belleza, é introduce ésta en la vida de su pueblo como ninguna dación lo hizo ni antes ni después que ella. Fue ésta una lección para sus habitantes. Grecia no encerró su belleza en galerías, stts cuadros y estatuas no estaban circundados por muros. La be­lleza griega aparece en su arquitectura y estatuaria á la vista- del pueblo. Grecia comprendió lo que todavía no ha comprendi­do Inglaterra, esto es, que la belleza no debe ser para el goce d« unos cuantos, sino que ha de ser1'el alimento vital de toda la Humanidad.

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558 £0 4> lA [Septiembre

Si en Grecia encontramos la belleza, en Roma encontramos la ley, la grandeza del Estado, el poder del pueblo encarnado en su Gobierno y representantes. Roma se ocupa poco del indivi­duo, piensa en la nación; el Estado fué el ideal Romano; el ciu­dadano fue un defensor de la ley, porque sólo donde la ley es omnipotente, puede existir para una nación la verdadera li­bertad.

Si retrocedemos desde Roma y Grecia, los padres de la mo­derna civilización, á la India, vemos en ella elevarse una nueva religión: la gran religión de Buddha, euya nota es conocimien­to. Marchando de nuevo hacia Occidente tropezamos con los Hebreos, enya religión es justicia, y en cuyo seno nació la últi­ma religión de Cristo. ¿Cuál es la nota especial que el Cristia­nismo ha dado al mundo? Primero, el valor del individuo, que las más antiguas naciones del mundo no reconocieron en la mis­ma extensión. Sus civilizaciones estaban fundadas sobre la fa­milia. La familia y no el individuo era la unidad. El Cristianis­mo fijó fuertemente el individualismo, y con el objeto de que pudiese desarrollarse completamente, desaparecieron'por algún tiempo algunas de las primitivas doctrinas. La gran

D o c t r in a de la R e e n ca rn a c ió n ,

enseñada en la Iglesia primitiva y que reaparece en nuestros días, fué olvidada durante mil años por el pensamiento Cristia­no. Este olvido tiene su razón de ser, como todo, cuando se mira en su verdadera proporción y aspecto; ha sido necesario para exaltar la individualidad; la idea de una sola vida obliga á la individualidad á una actividad que no tendría si tuviese co­nocimiento de las vidas pasadas y futuras; la necesidad del es­fuerzo eleva la idea de individualidad, necesaria para el futuro progreso. Al mirar á nuestro alrededor vemos los peligros del individualismo; pero si profundizamos atentamente veremos también sus ventajas. No se puede construir una casa sin ladri­llos; una comunidad internacional no puede existir en tanto que los individnos no estén desarrollados y hayan crecido fuer­tes y vigorosos.

Pero hay otra nota en el Cristianismo poco observable al principio y que ahora se va presentando clara. Aunque la idea de una sola vida y un cielo ó un infierno eternos ha exaltado

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LA APARICIÓN DE UNA RELIGIÓN UNIVERSAL 559I9 ÍJ ]

hasta la locura el valor del alma individual, hay algo más que la doctrina: está el ejemplo del fundador, de propio sacrificio, y ésta será con el tiempo la nota dominante de las naciones Cris­tianas. Y si es verdad, como lo es, que el Cristianismo ha dado al individuo un valor que antes nunca ha tenido, es también verdad que ha sentado con fuerza el deber del propio sacrificio; el mágico ejemplo del Cristo había llevado á los espíritus más nobles el deseo de imitar lo que vieron. En el Cristianismo de hoy, imperfecto como es, hay más altruismo que en ninguna de las demás naciones no cristianas del mundo. Hablo así porque lo conozco; he viajado por muchos países, y con frecuencia he dicho á mis amigos de la India: «Os falta altruismo, necesitáis tener patriotismo, sois apáticos ante la injusticia; en todo esto el Cristianismo está por cima de vosotros». Aunque en muchos puntos de vida espiritual está mejor la India que Inglaterra, en sentir el deber público, combatir el mal, proteger al desvalido y Sacrificarse por el desgraciado, Inglaterra comienza á desarro­llarse y muestra que sus esfuerzos significan deber y no opresión.

Y al considerar todas estas religiones del mundo de modo tan rápido,

¿Q u é re su lta ?

Que cada una tiene su propia nota musical diferente; que aun­que cada una encarna una vida, un amor, el modo de expresión difiere, y esta diferencia es una ventaja, no un inconveniente. Ninguna de ellas puede ser abandonada; ninguna de las notas fundamentales de los diferentes credos puede ser excluida en la futura religión universal. Debemos tomar de la India la inma­nencia de Dios y la solidaridad humana; de la Persia sus ense­ñanzas de pureza; del Egipto la ciencia, que es parte de la Re­ligión y no contraria á ella; de Q-recia la belleza; de Roma la ley; de los Hebreos la justicia; del Cristianismo el propio sacri­ficio. ¿Cuál de estas joyas de las diferentes fes puede olvidarse ouando la religión universa! emerja? La verdad espiritual no puede ser transmitida exactamente por el intelecto; nos lo de­muestran las diferencias de las varias mentes y temperamentos. Sólo el espíritu en el hombre puede alcanzar la verdad espiri­tual. El intelecto comprende el fenómeno y razona sobre él para llegar á los principios; el espíritu intuye el espíritu y se conoce á sí mismo como uno con todo; todas las religiones del mundo

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SO «FÍA [SEPTIFMtatóí

S&úí lá' é!¿pré&ión' inteléctUáT dé'la graá Verdad' éSpirítu&l. El in­telectoéé come»' el prisma* qué désbómponéla blanca lM áblar em sus ¿olores constituyentes; todos ellos están dn lá luz solar, aunque no se Ven en támtó qlue ao pasan á través deí prisma; lá? belleza deí mando estriba en las diferencia1»; los colores deí mando han nácido dé la luz solar. lia diferencia ñó está en eí sbl, está eb la diferente’constitución dé ías cosas terrestres que- tiénén color y que constituyen la belleza dél mundo. La inar azul, la verde pradera, los colores de las flores, todas las formas exquiailás qué deleitan nuestra vista Con Sus encantos; todas tOtoan sus colores dé la luz blanca1, absorben párte para nutrir­se y reflejan el resto para embellecerse; y

B ! M u n d o aparece ve st id o de Colorea»

aunque la lú2 única es blanca. Asi ocurre cón el sol espiritual. Hay un solo Sol de Verdad que brilla á través de cada religión, qtté ha guiado / consolado á la Humanidad; pero cada una* tomó Iá parté necesaria y dejó el resto; el arco Iris, qué embellece el cielo, se forma porque cada gota refleja la luz bajo diféientéán­gulo y no al mismo tiempo.* Lééreligiones del mundo son todas necesarias: cada una refleja, en forma diferente, la luz de la po­lícroma* gloria1 de lá religión universal, formada dé la* diversidad dé1 credo#, sintetizados én uno solo.

Este es él primer punto qué deseo aol&rar. Unidad y unifor­midad no son lo mismo. La vida es una, pero el esplendor del mundo depende de la diversidad de formas. PorqUé, ¿qué es evo­lución? él protoplAsma convirtiéndose en mineral y árbol, áni­ma! y hombre; y cúanto mayor es la diferencia, m'dyor es* la cairéidad de divina luz que resplandece á su través. La vida eé táfl completa, tan rica, que no puede encarnarás en una «ola forma, y sólo IA totalidad dél Universo puede reflejar la divina imagen. En la multiplicidad, pues, y no en la uniformidad, está lá riqueza y la belleza dé la religión, como oourré en todo lo demás en él mundo. La religión Universal no borrará, yo creo, las diferencias entre los distintos credos, sino qUe las resumirá en uno. No tendrá gran importancia, quizá, tocar én él piado toda la* esóála de notas, una* tras otra; pero si las notad éstán escogidas y mezcladas con la magia de un Beétfeoveri ó ún Wagner, entonces él oleájle musical etf tanto más grande y más

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HECHOS NATURALES VAbÓMAS r e lig io so s 561'

niovidó- oná-nto ¿ééyoi* esr él númelfo de notas1 que 1* magia' del á&ietftro' mézclóenu-a'áolo ttóotfdé. Ctiretodé’ la» religión universal spaifefccai tío será ésta ó la otra» religión: será un gran acorde' armónico, en el que cada nota es perfecta», pero que de1 su unión en tffl dtóordte depende* el esplendor y fuérza» del todo.

«hable B H S K ftf(Traducida por U. P. Alodrta.)

(Continuará.)

B e c h o s n a t u r a l e s y D o g m a s r e l i g i o s o s . (I)

I I . — E l P e ca d o O r ig in a l.

C O N C L U S I Ó N (2)

Difícil ©Si en nuestro período de evolución, im ag inar la con­dición de un sér para el cual el bien y el mal sean térm inos en absoluto indistinguib les, a l que toda experiencia sea igualm en­te útil, tanto ló que llam am os el bien como el mal.

E s a falta de conocim iento del bien y del mal que tan difícil­mente oomprende la gente hoy día, es la condición, en todas partes, del espíritu hum ano cuando está revestido de materia grosera.

C iego y desam parado, tiende simplemente á buscar contac­tos s in saber cuál será el resultado de éstos. ¿Cóm o podría aprender jalmas á conocer el mal aquel espíritu, sino por lo que en- el m ito se nos describe como la transgre sión de la ley? D i­cho en térm inos m ás científicos: el hom bre ignora la ley; no es consciente de ella; no la comprende n i puede comprenderla hasta» que, vio lándola y recogiendo los frutos del sufrim iento, adquiere al p rop io tiempo el conocim iento del bien y del mal. ¿Cóm o podría saber el hom bre que existe un mal ó una ley hasta violarla, cometiendo el mal, aprendiendo así g radu a l­mente á asociar aquella acción particular al sufrim iento c o n ­siguiente?

Con razón, en verdad, dice el Testam ento C ristiano que el conocim iento del pecado viene por la ley y no de otra manera.

(1) Curso da cinco conferencias pronunciada* por Mme. A . Bes&nt, en Londres, el año 1905, y hasta hoy inédita*.

(2) Vétoo- el número Airtérior, pig. 482-

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j6z ' S 0 4 >IA [Septiembre

Só lo oponiéndose el hom bre á las leyes inviolables de la natu­raleza, leyes que no puede destruir, com o puede destruir las leyes hum anas, pero que las quebranta y vence cuando por ig ­norancia las desobedece.

Só lo de ese modo, el conocim iento de lo que es contrario á la naturaleza, de lo que causa sufrim iento, nace en su mente, y, por lo tanto, dice con verdad el mito que por la inobediencia cometida, calificada en el texto como violación de la ley, ad­quiérese el conocim iento del bien y del mal, y sólo después de haberse adquirido ese conocim iento, puede in iciarse la evolu­ción puramente humana.

Só lo cuando llegam os al g rado que reconocem os como hu­mano, manifiéstase lentamente ese conocimiento, tan lentamen­te, que aun cuando haya viv ido el salvaje largo tiempo con su s semejantes, tanto el asesinato, como el robo y la crueldad, sólo son tenidos en el concepto de aquéllos por un mal, cuando esos actos se cometen dentro de los lím ites de la tribu y no cuando se llevan á cabo fuera de los m ismos.

T a n lento es el desarrollo del conocim iento del bien y del mal, que, según el código de la m oral salvaje, mentir á un ene­m igo á fin de exponerle á pe ligros ó á la muerte, m atar cuando la víctim a es un enemigo, son actos considerados com o merito­rios, y así, suprim iendo á un enemigo poderoso, defiende el salvaje la existencia de la tribu. Observam os, pues, que dentro de los lím ites de la v ida de la tribu, nada, m ientras no perjudi­que á la cohesión de aquélla, es m irado como un mal, y que las que llam am os virtudes personales, son las últim as en evolucio* nar, esto es, á medida que el yo crece y se desarrolla.

E n realidad, hasta que el sentimiento de la un idad hum ana principie á ilum inar la inteligencia, no existe reconocim iento de las virtudes personales.

Só lo cuando se comprende que n ingún hom bre es una un i­dad aislada, s ino que todos han de participar de una vida co­mún, que todos tienen un interés común y que todos han de progresar ó caer juntos; sólo cuando penetra en nosotros el p rim er resp landor de esa g ra n verdad, nace y evoluciona g ra ­dualm ente en el hom bre el sentim iento de la s virtudes perso­nales.

Y , aun en la actualidad, ese sentimiento es m uy vago, m uy débil, m uy pobre en la m ayoría de los hombres, y allí donde el

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HECHOS NATURALES Y DOGMAS RELIGIOSOS 563sentim iento de la un idad hum ana es m uy débil, la manifesta­ción de la s virtudes altruistas, que desarrolladas en nosotros benefician á los demás, no por acción directa, s ino indirecta­mente, sólo de m odo lento penetran en el código de los deberes hum anos.

A h o ra bien, esta descripción general de la evolución nos re­presenta la mente evolucionando desde lo a-m oral hasta lo par­cialmente moral, desde lo parcialmente m oral hasta la m ora li­dad superior. ¿C uá l es, pues, la ra íz de todo aquello que reco­nocem os com o el m al? ¿Cuá l es en realidad el pecado orig inal que nos rodea? L a ignorancia, nada m ás ni menos; la falta de conocimiento: éste y sólo éste es el pecado verdaderamente orig inal, pecado que oprim e al hom bre desde su s princip ios hum anos y que sólo m uy lentamente, á medida que se ensan­chan los lím ites de la ignorancia y se adquiere gradualm ente m ayor conocim iento, puede ser elim inado.

L a ignorancia es el m al fundam ental único, y al alcanzar el conocim iento el hom bre, éste se eleva de lo anim al hasta lo hum ano, de lo hum ano hasta lo divino. Só lo al aumentar el co­nocimiento, sólo al d isiparse la ignorancia librase el hombre del pecado original, el pecado que le rodea desde su origen hum ano, herencia procedente, en parte, de su form a anterior y de la necesidad por la naturaleza del caso, de que el germ en divino, efecto del contacto con el m undo que le rodea, pueda desarrollar su s d ivinos poderes por medio de la lucha y el es­fuerzo y manifestar su poder inherente.

A sí, pues, el pecado original, bien considerado, no es una carga im puesta por una voluntad externa á nuestras débiles fuerzas, sino simplemente un período de ignorancia del que transcendem os poco á poco y sin pasar el cual no habrá posi­bilidad a lguna de progreso.

Y reconociendo que pasam os del estado a-moral al parcia l­mente moral, vem os que los problem as que se nos presentan actualmente son tan sólo g rados superiores de aquellos que se plantearon á la hum anidad en los prim eros períodos de su cre­cimiento. ¿P o r qué som os incapaces de d istingu ir hoy día entre el bien y el mal, aun en el grado de evolución que hem os al­canzado?

S iem pre que ha faltado la experiencia, falta en nosotros el poder de discernim iento entre el bien y el mal. C iertos casos

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2001A564 [S eptiem bre

los consideramos eomo el bien, y al declarárnoslo asi por pri- nssra vez nuestros maestros, responde espontáneo en nosotros ütt sentimiento de conformidad, sin que tengamos que apelar'á argumento alguno para demostrar la bondad de aquéllos y la obligación que tenemos de practicarlos.

Mas; como todos sabemos, no estriban las verdaderas difi­cultades de lá vida en unas cosas definidas como el bien y en otras como eí nial, sino en aquellas que se encuentran entre esos dos puntos extremos, acerca de los que aún no es suficien­te la experiencia humana para poder pronunciarse definitiva­mente, esto es, distinguir entre el bien y el mal.

Esos son los problemas que las almas de los hombres han de resolver, y que son las condiciones mismas de nuestro futu­ro progreso.

No tanto por la mera práctica de aquello que sabemos ser el bien, se desarrolla el alma, sino según el lado hacia el cual se in­clina cada vez que ha de eligir, cuando no sabe claramente cuál eis ef bien y cuál el mal; cuando aún está recogiendo el fruto del árbol de la Sabiduría; cuando aún está asimilando la experien­cia necesaria que ha de capacitarle á discernir con mayor su­tileza éntre el bien y el mal, porque no consiste la dificultad1 para el hombre m oral, esto es, el hombre que ha aceptado la gran ley de la vida como norma directora, en optar entre el bien y el mal, sino entre el bien mayor y el bien menor, el mal mayóf y el menor. Se encuentra en un conflicto de deberes y no entre un deber y la negativa de cumplirlo. Para el hombre moral lo último es iuego de niños. Cuando no distingue entre el bien y el mal, entonces es cuando surge el problema; mas precisamen­te en esos momentos de lucha en que no puede discernir y resolver es cuando crece el alma en él, evoluciona el espíritu divino y adquiere el conocimiento por cuyo medio sólo puede su vida alcanzar mayor desarrollo.

Sólo probando constantemente el fruto del árbol de la Sabi­duría puede manifestarse la divinidad en el hombre, y, recono­cido este hecho como un hecho de la vida, entonces la amargu­ra y la angustia de la lucha en la elección del bien ó del mal desaparecen en gran parte. Porque sabiendo que aún somos imperfectos y que sólo por nuestras repetidas experiencias en el acto de elegir podemos alcanzar gradualmente la perfección, elegiremos sin temor, aun Sabiendo que podemos errar, y su-

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HECHOS NATURALES Y .DOGMAS RELIGIOSOS 5 6 5

fr irem os resignados, si.recogemos el am argo fruto que nuestro .error ha sem brado, pensando que g rac ia s á ese sufrim iento adqu irirem os m ayor conocim iento en el porvenir.

Cuando dos deberes evidentemente opuestos entre si, lo .que ocurre á menudo, se presentan á nosotros, lo único que pode­m os hacer, empleando en prim er lu ga r toda nuestra inteligen­cia, es tratar de ver hacia qué parte se inclina la balanza del bien y después esforzarnos en d isipar la confusión que p rodu­cen las pasiones, en lib rarnos de toda preocupación y prejuicio personales, de la atracción que nos a rrastra hacia lo que nos agrada en preferencia del bien; tratar, en fin, de elim inar aque­lla confusión, para que puedan ver claramente los ojos de la inteligencia. S i después de haber elim inado cuanto es posible la ecuación personal y m adurado bien el asunto llegam os á una decisión, entonces conviene obrar sin temor, Ubres de arrepen­tim iento y ansiedad. Hab iendo optado por una línea de con­ducta determinada, debemos tener va lor para segu irla y sólo m ira r atrás cuando haya sonado la hora de recoger ,1a -expe­riencia por el resultado manifestado, hijo de la línea de con­ducta elegida entonces y que nos traerá m ayor d icha ó su fri­miento. A d q u ir id a la experiencia, podem os entonces m irar ha ­cia atrás con objeto de d iscernir y descubrir el e rror en que .hayam os podido caer, pero jam ás debemos pensar en lo pasado con rem ordim iento ó sentimiento, porque necesaria era la elec­ción á fin de e lim inar el pecado o rig ina l de la igno ranc ia y per­m itirnos da r un paso m ás hacia el conocim iento. Este es uno .de los secretos para aprender las lecciones de la vida, de modo que puedan asim ilarse por completo sin agotar nuestro va lor y s in debilitar el poder de nuestra voluntad. Optad, pues, y reco­ged el fruto de vuestra acción con serenidad de ánimo, sabien­do que lo que llam a el Apósto l los apacibles frutos del bien, nacerán de las experiencias am argas.

P o rq u e la palabra conocim iento es lo opuesto de la igno ran ­cia, que es el único pecado orig inal, palabra de vasto significado cuando conocem os su acción en las funciones de la mente, en la creación de la vida, de la form a que acom paña á Inactiv idad de la conciencia. O s he hablado á m enudo de lo que se llam a el cuerpo mental, esto es, el vehículo de la mente, creado por el pensamiento, evolucionado por él, y que crece y se desarrolla en .poder y belleza á medida que en nosotros se revela la con.cien-

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£0<t»IA566 [Septiem b r e

cia. Fó rm ase ese cuerpo según nuestro conocimiento. E s el cuerpo del conocimiento, y adquiere form a cuando éste se ha adquirido. Sabem os una cosa cuando se ha adaptado nuestra mente á aquélla, cuando se produce esa cosa en su prop ia sub s­tancia, y m ientras esto no tiene lugar, no sabemos. L a particu­la ridad de esa substancia mental, como se la llama, consiste en adaptarse al objeto del conocimiento, y cuando se ha adap­tado perfectamente, entonces es completo el conocimiento. E sa s son las modificaciones del princip io pensador, del que habéis oído tratar ó habéis estudiado; el princip io pensador, am oldán­dose al objeto externo; y cuando ha reproducido en s í m ism o aquel objeto de modo perfecto, entonces, no antes, es adquirido el conocimiento.

S i adm itís este concepto del conocimiento, concepto orien­tal, observaré is que aclara de modo s ingu la r el dogm a cristia­no, según el cual, asi como parte de A d á n el pecado original, puede alcanzarse el bien por medio de Cristo.

Po rqu e la facultad cristiana en «1 hom bre es aquella sab i­du ría que es la cosecha del conocim iento tejida en la esencia m ism a del hombre, que form a un solo todo con él, y asi como perecemos en la ignorancia, v iv im os en el conocimiento, y sólo cuando nos hem os adaptado á la realidad de las cosas, nos he­m os librado de la esclavitud de la ignorancia, en la que hem os nacido. Cierto es, en verdad, por consiguiente, que el conoci­miento de D io s es la vida eterna, porque cuando el hom bre está completamente form ado á la im agen de lo divino, cuando ha com prendido el sentido m ás profundo del conocimiento, ó sea la form ación de la mente según el objeto que conoce, en­tonces del conocim iento de D io s nace el esfuerzo en el hom bre dé form arse á la im agen d iv ina y sólo en ello hallam os nuestra vida eterna m ás allá del tiempo y del espacio. A s í m irado, el antiguo dogm a tan irracional, resulta ser sólo una som bra alte­rada p roduc ida por una verdad que, al ser reflejada por un conducto que cam bió la d irección de su s rayos, nos presentaba una im agen incompleta en vez de un reflejo exacto.

Tam bién, considerando la s cosaá, bajo este aspecto, halla­m os auxilio y consuelo en esos momentos de progreso, cuando nuestro pasado pesa tanto sobre nosotros; de tal modo nos avasalla, que nuestras esperanzas y asp iraciones siem pre son atraídas hacia el cieno del pasado; cuando com prendam os que

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19” HECHOS NATURALES Y DOGMAS RELIGIOSOS 567el bien, asi como el mal con que v in im os al m undo son sim ples resultados de nuestras experiencias, que nadie probó por nos­otros el fruto de la Sab idu ría para m aldecirnos después, sino que nosotros m ism os com im os en el pasado de aquel fruto y así adqu irim os lentamente m ayor conocim iento del bien y del mal. A s í, vem os entonces que recogim os la herencia de nues­tros pensam ientos pasados; así caen por tierra la s cadenas que sujetaban nuestros m iem bros, y una vez m ás es el conocim ien­to nuestro redentor. Com prendem os que nuestros pasados pen­sam ientos nos crearon malas costum bres, tendencias hacia el

•mal; que, efecto de la ignorancia de aquel pasado, hemos crea­do esa herencia de m alas tendencias con la s que hem os nacido; que aquellas tendencias están im presas en nuestra naturaleza; que nuestro cuerpo físico, asi com o el cuerpo del deseo y el cuerpo mental, que constituyen las vehículos m ás sutiles de nuestra conciencia, están penetrados de aquéllos, que esas for­m as son la herencia del pasado, y que lucha el espíritu viv ien­te contra las creaciones hijas de su s pensam ientos anteriores, á fin de manifestarse en un grado m ás elevado. Com prendem os entonces que som os mejores que nuestros actos; que nuestras aspiraciones, tan superiores á nuestros conocim ientos, llevan en s í la prom esa de un futuro, la certidumbre de un a vida su ­perior en las futuras vidas.

Po rque parte del pecado orig inal que con nosotros traem os es sencillamente el pensam iento muerto que se ha encarnado en la forma, pensam iento que nos esclaviza, que no quiere abandonarnos, y estam os luchando contra esas cadenas del pasado, con la vida que pertenece al presente, anunciadora del porvenir.

E sa asp iración elevada del espíritu inm ortal en nosotros, es la contestación á aquellos que nos dicen que el hom bre es na­turalmente malo y que nada bueno encierra en él. S i fuese cierto, com o afirman m uchos religionistas, que el hom bre es esencialmente malo y no divino, ¿cuál es pues la causa del im ­pu lso y del constante desarrollo del hom bre á través del pasa­do y en el presente, desarrollo que es la prueba m ism a de la vida d iv ina que m ora en él, vida que eternamente tiende á do­tar á la m ateria grosera de form as m ás nobles y plásticas?

Nada, salvo aquella ignorancia, nos .esclaviza en realidad; pero ésta deja tras de s i tejidos en la materia m ism a de las

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568 £ 0 $>1A [Sevtirmbse

form asen que ¡vivimos, aquellos malos hábitos que sólo pode­mos modificar por medio de pensamientos m ás nobles que ¡los de -nuestro -pasado.

{Mas qué importal—exclama la voz-del espíritu .inmortal, de ese espíritu que se reconoce á sí mismo superior ;ql ¡jtíempo y más infinito que el espacio—. ¿Quédmporta que por el-momop- toime vea limitado por las trabas, del pasado, si yace en mí #1 poder que puede oonvertir en alas lo que ahora son cadenas, por el poder evolutivo,del pensamiento, por la fuerza auxilia­dora de la aspiración?

Cuando, .estando muerto, permitimos al ,pasadp .resucitar, constituye un obstáculo verdadero, ,y de igual modo,cuando no reconocemos que la vida del espíritu es la-única vida, y que aquello que la forma reclama, aquello á que, aspira, lleva en sí los elementos mismos de la disolución. ¿Por qué ,ocuparos de la forma, sufrir ¡por ella, cuando sois vosotros jmismps el dios que evolúa?

Si aceptáis ese aspecto superior de la vida; si comprendéis -que vuestro origen .es,divino y sabéis que los males inherentes á las formas son sólo resultados de la pasada ignorancia, ,que ..constantemente crecéis y os desarrolláis, ¡cuán inútil,resulta entonces malgastar vuestra energía en remordimientos, yaque podéis formar y determinar vosotros mismos, por medio,de un •más amplio conocimiento, de un poder m ás divino, el futuro jlimitable!

Mantened grandes los derechos que por vuestro nacimiento ,os corresponden: el hombre se convierte ep aquello en que piensa; pensad, por lo itanto, en lo divino, y de lia ignorancia del pasado nacerá el conocimiento perfecto del porvenir.

Si hubieseis nacido desamparados, sin pasado alguno tras •de vosotros, señalados por el mal, y que el sentimiento del.mis- mo.os agobiase como carga pesadísima,, en verdad que tristí­simo sería vuestro destino, y razón tendríais en ese,caso al -quejaros<de haber venido á este mundo.

MaS'SitSOie una semilla, divina - que, vida tras vida, adquiere /desarrollo;, si yace en vosotros el poder del Divino/Padre, y -sólo sois más pequeños porque sois-en la .materia más jóvenes, tenéis entonces ante vosotros la eterna,esperanza-en vez de la desesperación, y poseéis un .poder omnipotente en, lugar de una .debilidad irremediable. Alzad-la frente y-pensad siempre en-lp

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•íibil'j CORROBORACIONES fcCfelíTÍÍlCAS DE LA TEOSOFÍA 569

í 'ñótíeza dé vuestro d ivino origen. Sabed qiie so is d iv ino s y no Rum anos solamente.

: , E n el pasado, m inerales con poderes lim itados, vegetales ■ oen poderes a lgo m ayores, anim ales con poderes m ayores, hu- ; m anos en el presente, so is d ivinos en el futuro, p*. i -Jariiás olvidéis que lá d ivin idad es vuestra naturaleza, y la jflí&tferia sólo la forma que habéis elegido, para que resplandez-

pdderosá aquella divinidad en todos los re inos del espacio; pbdréié éntohfces m irar con tranquila indiferencia lo que aún fíiédá. en vosotros dé pasada ignorancia, y despreciando los

.actos generados por el mal pasado, convertiréis aquéllos, como ;L|i|d.el poeta, en escala que os ha de se rv ir para ascender, por-

qqé vosotros, los que os esforzáis en alcanzar la cum bre, so is

f * -

í ln n ie B B S H flT .

jTraducido por J. Xifré.)

icas da la Taasofla.

' í' L A L E M U R I A

v

lüé recientes estudies de varios geólogos, como los Blandfords, Suess, Neumayer, Forbes, Scott, Hutton* Hedley, Huxley, etcé­tera; Kan probado la anterior existencia de un primitivo eonti- itónté entre el Sur de África, Ceylan y Australia, el mismo con- .tifléiite llámado «Lemuria» en La Doctrina Secreta, aunque la liétíitltia de H. P. B. era un inmenso continente que daba casi fneitó al globo en las latitudes tropicales, con varias proyeccio- '•fifefcf SI Norte y al Sur. Ese continente fué llamado por Suess país jfet Gdndwdna y por otros el Gran Antártico ó el Gran Continente Phéífieo’ Mesozóico,> asignando Wincbell la cuna de la Humanidad & la parte colindante con Madagasear. La afirmación del Doctor

(1) Véase Sophia, 1910, p&g. 241.

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2 0 < M A57° [Septiembre

Gunther de que tal continente era el origen de las gigantescas tortugas terrestres encontradas ahora en las islas de los Galápa­gos, juntamente con el hecho de que el fósil Miolania—una gran tortuga encontrada sólo en Patagonia—esté estrechamente liga­do con ejemplares australianos, da un apoyo firme á la asevera­ción teosófica de que Madagascar, Australia y el Sur de África estuvieron al principio unidos. Otro hecho, entre los muchos que han inducido á los científicos A adoptar la hipótesis de nuestra Lemuria meridional, es la existencia de una flora y una fauna peculiares, llamada «Glosaopteris», que se encuentra en los le­chos fósiles de todos los presentes países del Sur, África, India, Australia y América.

Pero, además, el Profesor W. Amalitski (D ie Umschau, Junio, 1901) anunció el descubrimiento, en Sokolski, sobre el Dwina, en loe montes Urales, de los restos fósiles de varios reptiles, es­pecialmente del gran Anomodonte Parieasaurus y del Dicyno- donte, que la Teosofía reconocería como característicoe del pe­ríodo Lémur, los cuales, como dice este erudito ruso, «eran hasta aqui conocidos únicamente en el Sur de África, y siempre asocia­dos con la bien conocida flora Glossopteris». De este descubri­miento llega él A la conclusión natural de que esta flora y fauna peculiares del Sur, «que formaban una cintura alrededor del globo, en las latitudes bajas, durante los primeros tiempos Mesozóicos, debe haber tenido también una extensión septentrional en la Europa oriental». Asi ha sido, porque esto es exactamente lo que afirma La Doctrina Secreta, llamando á esa región la «Lemuria del Nor­te», aunque H. P. B. se re feria principalmente á la Noruega, en el Oeste de Europa, como resto de tal extensión, siendo esta por­ción más importante A sus ojos porque incluía en sí las actuales Islas británicas (ó al menos Irlanda), y también porque fué «en un punto de esa extensión, sepultada ahora en mitad del Atlánti­co, donde el primer brote de la Cuarta Raza (Atlantes) se des­arrolló». (La Doctrina Secreta, II, 805.)

Sondeos efectuados en algunas de las islas del Océano Pacifico, y especialmente en Funafuti, hasta la profundidad de 640pieB, en arrecifes de eoral, mostraron de un modo concluyente el hundi­miento del terreno sobre el cual se cimentaban las construcciones coralíferas, verificándose asi y comprobándose la aseveración de H. P. B. de que la ciencia no tardaría en corroborar los anales ocultos relativos al continente sumergido, del cual las islas del Pacifico sólo son los más altos picos subsistentes. (Véase la Re­vista Knowledge, Enero de 1898) (1).

(1) Eb el ©aso de los afoUjde los maros d©l Sor, cuyo origen explica la teoría clásica do Darwiu do acuerdo con la Teosofía. (N. dtl T.)

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CORROBORACIONES CIENTÍFICAS DE LA TEOSOFÍA 5?»jr H. P. B. hace gran hincapié y se refiere con frecuencia á la ¿ isla de Pascua y sus misteriosas estatuas relacionadas con el con-• táñente Lémur. Otra isla en condiciones idénticas parece haber ;; ¿ido explorada últimamente en las Marshalls, cuya descripción ' por el Profesor Allison, de la Sociedad Geográfica de Berlín, re- ? 'cuerda la de la isla de Pascua, en materia de enormes cabezas y ^estatúas, cuyos bustos solos miden cerca de 30 pies de alto, mo-• politos esculpidos en dura roca volcánica. Esa isla presenta ade- más el aún más interesante hecho (que faltaba en la isla de Pas-

i; epa) de que las estatuas se encuentran en medio de maravillosas f^jhiínas de lo que debe haber sido una gran ciudad y es ahora una/^verdadera mina de notables restos arqueológicos. Esto también

j^’|Lpa recuerda que restos ciclópeos (similares á los de Stonehenge) ii 'ííkn sido descubiertos en Kologa, islas de la Tonga, juntamente ; i¿on tumbas antiguas construidas con trozos gigantescos de coral •fdie varias toneladas de peso. También en el interior de Sawai, en ‘Samoa, existen ruinas é inmensas calzadas que los presentes abo- ¿íígenes atribuyen á obra de los espíritus.

' La Doctrina Secreta afirma que un gran mar interior, comu­n ic an d o al principio, á través de lo que es ahora Turkestán, con '$(el Mediterráneo y el Atlántico, existió anteriormente dónde aho-

se halla el arenoso desierto de G-obi, cercado por altas monta- •ná¿s. Esta idea ha sido recientemente apoyada por deseubrimien-

botánicos sometidos por el Dr. A. B. Rendle á la Sociedad ílíiinneana (Diciembre de 1900). Muestras de algas marinas (Zostera

i 0 íá a r i n a ) , planta común hoy en las costas del Atlántico y Medite- ^án eo , se han encontrado en yacimientos de limo, á la altura

(f-de 16.500 pies en los montes de Kuen-Lung, que, al parecer, de- ; tien haber formado una extensa porción de las costas del SO. de

’íéóte mar prehistórico, durante su período Lémur. Pero esta plañ­ía ta no podría haber crecido en aquella región y á tal altitud si la

cuenca de aquel mar no hubiera comunicado con otros mares sa- ' '.lados y si no hubiera estado considerablemente más baja que los

fechos en que se encuentran ahora los restos de la planta.■ :' 1 Un estudio muy interesante sobre la Lemuria, desde el punto

de vista geológico, ha sido hecho por un científico australiano,’ - Mr. J. Sterling, en The Theosophical Revietc (Diciembre, 1900 y Ene­

ro, 1902). También se esperan interesantes desarrollos de los tra ­bajos de algunoB investigadores que se han especializado en el descubrimiento de cuanto se refiere á las ideas religiosas de las

( tribus aún existentes en el Norte de Australia; sobre este asunto : el periódico The Age (Enero 11 de 1900) da un extracto de la va­

liosa Memoria presentada á la A. A. A. S. de Melbourne por Mr. F. Gillen, en la que se hace notar que las tribus Arunta,

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5 )a J l O<f l Á [ SEPTIEMBRE

como la mftyoí parte de los australianos, creen plenamente en la reencarnación—en la misma tribu—, idea común á todos los Lé­mures y Atlantes, y que parece.ser un eco de la antigua idea oculta de que la reencarnación, en las especies inferiores y pri­meros hombres, tenia lugar á través de lo que Mrs. Besant llama el «alma-grupo», inás tarde súbdividida según los «Rayos», de lo que resulta una intima conexión entre todos los minerales, plan­tas, animales y hombres de cada rayo, origen de la institución dé los Totéms. De hecho, en Australia se van acumulando lenta­mente las evidencias de un vasto continente, muy poblado y ci­vilizado, en el Sur del Pacifico, la «gigantesca Lemuria» de nues­tro Maestro. Asi, por ejemplo, recientes cuidadosas exploraciones verificadas en la que fué Micronesia española, han mostrado, se­gún la conferencia dada en Sidney por Mr. F. W. Christian, que las celebradas minas de Metalanim, Ponapé, eran construcciones exactamente similares en estilo á los monumentos encontrados ón cuatro puntos extremos, que son: el Cambodge, Yucatán, Perú é isla de Pascua, mostrando que una intima comunicación debe haber existido anteriormente entre aquellas remotas partes, ahora separadas por inmensos espacios de agua.

En el África, la expedición del Dr. Schlichter(1898), en la Rho- desia, descubrió ruinas ciclópeas, que constituyen las primeras pruebas tangibles de una arcaica civilización en el Sur del Áfri­ca. También encontró construcciones relacionadas con la antigua explotación de minas de oro, cuyas construcciones son del tipo de las de Stonehenge. Estas minas sugieren ó pueden sugerir la idea de que esta región era la originaria de las riquezas de la bíblica reina de Sheba, pero también indican una civilización mueho más vieja, con características atlantes ó probablemente, mejor aún, lémures. Se puede esperar que los trabajos de inge­niería que se han de realizar para la utilización de las grandes cataratas del Zambeze nos descubrirán más «hechos arcaicos». Por otra parte, se ha probado con inequívoca evidencia que el gran lago Tanganika estuvo anteriormente unido con el Océano, hecho que confirma la aseveración teosófica de que, en los tiempos lémures, toda la región de los grandes lagos africanos y los de­siertos del Norte formaban un gran mar unido al Atlántico.

o», a. )*ns¡®ués(Traducido por J. Garrido.)

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Rasgaduras en el Velo del Tiempo.

L A S T R E I N T A V I D A S D E A L C IO N E

(Traducción directa del inglés por Federico Climent T erbeb)

Continuación (1)

XXI

Tras siete vidas sucesivas en cuerpo masculino, nace nuestro héroe i'ftOp sexo femenino el año 6986 antes de J.-C. en el poderoso reino de

Egipto. Diéronle al uacer el nombre de Sebek-neferu-rá, y fuó hija t Sirio, gobernador de provincia, hombre muy influyente en el país, yancia nobleza y muy considerado en la corte del Faraón. Sn ma-

Osa, era de raza blanca, hija de un caudillo medio salvaje de las del Atlas, por lo que jamás se sacaba á relucir la ascenden-

materna de Alcione.Qsa no quería mucho á su hija, porque esperaba varón; pero en

í<¡;¡j}fuphio, el padre la amaba con delirio. Cuando año y medio después juvo Osa un hijo (Egeria), concentró en él todos sus amores, con dea-

"A tjpido del que á Alcione debía y, en consecuencia, se estrechó más aún \ e} cariño que á padre é hija ligaba. Osa era muy altanera é impul-

fjya, por más que trataba de dominarse. Sirio, al contrario, era de ea- : rácier tranquilo y resuelto.

Excelente educación recibió la niña Alcione, cuya aguda inteligen­cia, espíritu observador y exquisita sensibilidad estaban contrariados hftsta oíeTto punto por lo reservado y tímido de su carácter. Durante }« infancia y adolescencia no se apartó mucho del lado de su padre, qpien, á petición propia, la retuvo en calidad de secretario, cuyo cargo

• desempeñó idóneamente. Al cumplir Alcione quin.ce años, tuvo Sirio una molesta enfermedad, durante la cual llevó ella con mucho acierto

.,jí la mayor parte del despacho, sin necesidad de consultar á su padre y I actuando gallardamente en su nombre. Sin embargo, no quiso firmar

ninguna sentencia de muerte en caso alguno, aunque ejerció los demás

í

(1) Yéue página 504.

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574 S O $ I A [Septiembre

poderes de la jurisdicción gubernativa de su padre con el sello oficial. Cuando Sirio estuvo ya restablecido, confirmó las resoluciones de su hija que necesitaban sanción personal, y le satisfizo cuanto había ke- oho. Dos años más tarde falleció Osa, á consecuencia de una enfer­medad consuntiva, tras terribles sufrimientos. Alcione la cuidó solíci­tamente todo aquel tiempo, mientras que Egeria, el hijo por cuyo amor había desdeñado Osa el de Alcione, pasaba la mayor parte del tiempo fuera de casa, y sólo de tarde en tarde iba á ver á sn madre. En aquella última enfermedad reconoció Osa que no se había portado justamente con Alcione, llevada del ciego amor tan inconsiderada­mente puesto en su hijo.

Después de la muerte de Osa, pidió la mano de Alcione un joven de su misma alcurnia, á quien ella no recibió con desvío, pero sí con el sentimiento de verse obligada á separarse de su padre, el cual, por sn parte, también presagiaba que la vida no le había de ser posible sin su hija. Sin embargo, estimulóle á aceptar por marido al joven pre­tendiente, cuyo afecto parecía sincero, y en consecuencia, se casó con él Alcione, y fué dichosa, aunque siempre suspiró por la feliz época de su infancia. Las ceremonias religiosas de aquel tiempo la emocionaban profundamente y le parecían de absoluta realidad mientras duraban. El pomposo ritual egipcio, las magnificas procesiones por el Hilo, los himnos y danzas en honor de los dioses, los prodigios de magia que operaban los sacerdotes y las eventuales apariciones de las divinidades ejercían poderosa influencia en sus sentimientos y desempeñaron im­portantísimo papel en su vida.

Tuvo Alcione once hijos, á quienes amó entrañablemente. Eran muy hermosos y formaban lindo cuadro cuando se reunían en torno de su madre, que vivió exclusivamente para ellos, pues miraba la política como función fatigosa, aunque, cuando era preciso, sabía desempeñar su papel de gran señora y se portaba generosa y justamente con enan- tos de ella dependían. Su hermosura física le atrajo numerosos solici­tadores, á quienes, sin excepción, rechazó para ser fiel á su marido.

Cierto día, un viejo llamado Tetis, mercader ambulante, amenazó á Alcione, si no le entregaba dinero, con publicar la historia de su madre, cuya juventud había sido muy borrascosa. Ya dijimos que Osa era de carácter impulsivo y voluntarioso. En su mocedad se negó á casarse con el joven que sn padre le designara por marido, y se es­capó con un casado, quien, luego de satisfecha en ella su pasión, la abandonó inconsideradamente. A esto recurrió el villano Tetis para amenazar á Alcione con el escándalo y herir la memoria de su madre. Alcione, que era muy altiva en este particular, y por otra parte, igno­raba cómo tomaría su marido la revelación de aquel pasado, se avino en un momento de flaqueza á comprar el silencio del malvado, bajo cuya influencia quedó sujeta desde entonces, hasta el punto de que, para sa-

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i 9 i i ] r a s g a d u r a s e n e l v e l o d e l t i e m p o 5 7 5

tisfacer sus despiadadas exigencias, hubo de malbaratar todas sus alhajas.

Sin embargo, uno de los hijos de Alcione, el niño Helios, á la sa­zón de catorce anos, sorprendió una conversación de su madre con el opresor, é indignado por la insolencia de éste, arremetió contra él y le quitó la vida. Alcione llenóse de inquietud y sobresalto á la vista del cadáver, aunque por otra parte sintióse como aliviada de un gran peso, y entre ella y Helios lo arrojaron secretamente por la noche al río. El temor de que se descubriese el asesinato, atormentó por mucho tiempo á Alcione, pero su hijo no pareció conturbarse gran cosa por ello. Nada más se dijo del asunto, porque no salió el cadáver á flote, y cuantos le conocían, supusieron á Tetis en una de sus habituales ambulancias mercantiles.

Cuando Alcione tenía treinta y siete años, murió Sirio, cuya pér­dida puso en tan grave aflicción á su hija, que malparió de resultas. Otro de los hijos hizo pruebas mediumnísticas, y logró ver y hablar á Sirio, lo que trajo gran consuelo á Alcione. Por mediación de este hijo (Demetrio) dióle Sirio muy buenos consejos, que la consolaron de su ausencia del plano físico. En vida había demostrado Sirio mucho inte­rés por el servicio del templo y sus ceremonias mágicas, sobre cuyos puntos departió frecuentemente con A lcione en lo que era lícito comu­nicar, y aun después de muerto prosiguió hablando de estos asuntos. Sin embargo, el marido de Alcione no parecía comprender aquellas cosas ni se cuidaba de ellas, por más que estaba orgulloso de su esposa y la trataba con mucho afecto. Era hombre de acomodada posición y mny influyente, pero de ideas más mundanas y no tan religiosas como las de su mujer, si bien con frecuencia se acomodaba á la opinión de ella y le reconocía cierta especie de inspiración.

Ningún Buceso de monta ocurrió en esta vida de Alcione, quien con las ordinarias penas y alegrías de toda existencia humana, cumplió no­ble y firmemente sus deberes, no sin dificultades y tropiezos. Se man­tuvo alejada de las conjuras y conspiraciones sociales y políticas, tan frecuentes en aquella época, y con ello se aquistó el respeto y la con­sideración merecidas por su jamás desviada conducta. Vivió hasta la edad de setenta y siete años, rodeada de numerosa prole de hijos, nie­tos y biznietos, conservando hasta el último instante la plenitud de sus facultades y la viveza de sus sentimientos. Su marido había muerto algunos años antes.

Parece ser que así como el hastío de la vida sacerdotal condujo á Alcione á una existencia de lucha, así también el disgusto de los com­bates la llevó á la plácida y monótona vida del hogar. Tan cierto es que todo ferviente anhelo tiene su propia satisfacción y cumplimiento.

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57¿ £0^1 A [S e p t ie m b r e

Marte........

Saturno. . .

Brhaspati..

Selene. . . .

Calíope....

JSeptuno.. .

Osiris.........

Heracles... P indaro. . .

M izar........

Sirio..........Orfep.........

Vajra.........Tetis.........

Albireo__

Centauro,. Algol. . . . . Régulo-----

Egeria.......AJeione.,..

Bóreas.......

Clio............

P E R S O N A JE S D RAM ÁTICOS

Primera generación.

Faraón.— Padre, Vir$j. Madre, Corppa. Esposa, Yfji- cano. Hijo, Heracles.

Hermano, Brhaspati, Hermana, Selene. Esposa, Júpiter.Hijos: Lira, Palas- Hija, Venus.

Esposa, Mercurio. Hijos: Neptuno, Pínijarp, Mizar, Si­rio. Hijas: Osiris, Orfeo, Vajra.

Marido, A q u ile s - Hijos: A I d e a r á n , V e g s , V e s ta . Hi­jas: A u r o r a , B e a tr iz .

Esposa, I f ig e o ia . Rijos: G la u c o , A le f . Hija, B [so .

Segunda generación.Esposa, Urano. Hijos: A lbireo, Centauro. Hijas: A lgol,

W enceslao.Marido, Aldebarán. Hijos: Proteo, Psiquis. Hijas:

Aries, Ca8¡opea.Esposa, Lutecia. Hijos: Deneb, Teodoro. Hija, Gérniijis, Esposa, Beatriz. Hijos: Cástor, Aleteya. Hijas: Virgo,

Tauro.Esposa, B is a . Hijos: F o m a lh $ u t, A y a s . Hijas: B e l ia - trix, A e n g r io , R é g u lo .

Esposa, Osa. Hijo, Egeriq. Hija, Alcioue.Marido, Vega. Hijos: Betelgeuze, Tifis, Iris. Hijcfs: £ í-

gel, Andrómeda, Auriga, Altair.Marido, Melpomene.Viejo mercader.— Intrigante.

Tercera generación.

Esposa, Cusiopea. Rijos: Olio, Héctor, Proaerpipa. Rija, Berenice.

Esposa, Altair.Marido, Aleteya. Hijos: Dorada, Viola. Hija, Ofiuco. Marido, Proteo. Hijos: Irene, Olimpia. Hijas: Adrpna,

Minerva.Esposa, Plora. Hija, Soma.Marido, Antares. Hijos: Leo, Ulises, Helios, Leto. H i­

jas: Mira, Canopo, Libra, Demetrio, Lomia.Criaba fiel. ’

Cuarta generación.

Esposa, Trapeoio. Hija, Markab.

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W í l

Leo............

IJljsee.. . . .

IJelijQp.. . . .

Ijie^o...........M ira_____

Canope. . . .

Demetrio..

Perseo.......Arturo.......Pólux. . . . . .Cabrilla. . . Concordia.

RASCADURAS EN EL VELO DEL TIEMPO 5^7

Esposa, Cruz. Hijos: Perseo, Sagitario, Argos. H’jas: 4-rÍpro, D ragón.

Esposa, Capricornio. Hijos: Cateo, P ó lp * . Hijas: P pU r, Alcor.

Esposa, Alcestes. Hijos: Cabrilla, Siwa. Hijas: Ausoijia, Concordia.

Esposa, Pegaso. Hijo, Pomona. Hijas: Fénix, Sirope. Marido, yio la. Hijos: Mojete, Debe. Bijas: Safo, Juno,

Lacerta.Marido, Proseppipa. Hijos: Betlj, (Jimel, Dpleth. Hijas:

Partenppe, Telémaco.Marido, Proción. Hijos: Fides, Tolosa. Hija, Fopea.

Quinta generación.

Esposa, Juno.Marido, Debe. Hijo, Fortuna. Hija, Estrella.Espesa, Lacerta.Esposa, Safo.Marido, Melete.

XXII

Al cabo de un período de cerca de mil años renació Alcione, tam­bién con cuerpo femenino, en una ciudad subalterna llamada Atinapu- ra, próxima á Ujjaín, en el reino de Malwa. Fué hija de un brahmán que gozaba excelente reputación de astrólogo, á quien multitud de gentes acudían desde muy lejos á ponsultar. Daba buenos consejos y solía acertar en sus pronósticos; pero era de carácter tan altivo y ti­ránico, que si alguien no seguía sus consejos, se negaba á recibirle en adelante por muy pingüe estipendio que le ofreciese. Ganaba mucho dinero y repartía muchas limosnas, pero era de difícil trato, porque se empeñaba en regular astrológicamente todos loa pormenores de su vida y de las ajenas. Así ocurría que de cuando en cuando pasaba todo un día la familia sin comer porque, según él, no eran las influencias fa­vorables para guisar, y otras veces mandaba levantar á todos los de la easa á media noche, porque el siniestro aspecto de las estrellas sólo pedía conjurarse por medio de oraciones y ceremonias. Sacaba los ho­róscopos de sus hijos y les instaba á que conformasen su vida con ellos. Predijo que Alcione había nacido destinada á rigurosas austeridades, ea penitencia de algún crimen previo que no le era. posible definir, y también para alcanzar el favor divino sobre el país y disponerse á un glorioso futuro.

Le nina abrazó sinceramente la vida contemplativa y austera; pero tuvo dificultades para perseverar en ella, y con frecuencia deseaba 00

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5 7 8 S 0 4 > I A [Septiembre

tener destino especial y ser como las demás niñas. Sin embargo, otras veces creía firmemente en los vaticinios de so padre, y se entregaba con entusiasmo al misticismo, hasta el punto de que, en distintas oca­siones demostró facultades psíquicas y tuvo grandiosas visiones que con el tiempo se reprodujeron cuotidianamente. Pero Alcione era de muy débil complexión física, y á los diez y siete años se la llevó al se­pulcro una fiebre infecciosa. El padre afligióse sobremanera por la muerte de su hija, y aún tuvo mayor pesar por el fracaso de sus pro­fecías.

Esta corta vida de Alcione atrae la curiosidad del observador, por­que no tiene visible relación con las precedentes ni con las venideras. Sin duda, apuró en ella buena parte de mal karma, aunque más pa­rece que fué un buen descanso en la marcha. Desde la última existen­cia hablan transcurrido cerca de mil años, y como no le ocurrieron cosas señaladas, bien pudo ser que en la presente no alcanzaran las fuerzas espirituales á dilatarse en mayor período de tiempo. Necesitó Alcione trescientos años para encontrar en Kathiawan al grnpo á que pertenecía, y esta breve encarnación intermedia con la vida celeste, que fué su premio, computaron casi cumplidamente el tiempo reque­rido. Sus relaciones con el padre astrólogo debieron ser algún residuo kármico, pues ya no volvieron á convivir desde entonces.

PERSONAJES DRAMÁTICOS

Alcione.. . Padre, Poeea. Madre, Camaleón.

xxmDespués de una corta vida apartada de sus habituales amigos, vol­

vió Alcione esta vez al seno de su grupo con viva alegría de su corazón, pues de nuevo estuvo á los pies de Mercurio y otra vez casó con Mizar, y por segunda en las treinta vidas fué Sirio su gemelo. Nacieron el año 5635, en Girnar, del reino de Kathiawai-, y eran hijos de Corona, reyezuelo del país. Alcione amaba con indecible pasión á sn hermano Sirio, y sabía lo que le estaba sucediendo á cualquier hora, y aun en ocasiones predecía lo que le iba á ocurrir. De niño, cayó una vez Sirio

,del caballo con tan violenta conmoción cerebral, que quedó algún rato sin sentido. En el mismo instante, Alcione (llamada en esta vida Chandrakirti), que estaba en la casa paterna, á no pocas millas de dis­tancia, exclamó: «¡Sirio se ha caldo!», y al punto cayó desmayada. Otro día notaron en casa la falta del chico, y su madre, Leo, temerosa de qne se hubiese caído al pozo, reprendió severamente á la criada por su falta de vigilancia; pero Alcione exclamó: «N° tengas cuidado, madre, ni regañes á Biru (la criadal, porque mi hermanito está en la

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R A SG A D U R A S EN E L VE L O D E L TIEM PO1911] 570montaña muy cansado. También lo estoy yo, y en cuanto él venga, nos iremos á la cama; pero no le ha sucedido nada malo.»

Los gemelos se ponían enfermos y recobraban la salud los dos á un tiempo, y parecía como si mutuamente se adivinaran el pensamiento 6, mejor dicho, que pensaran lo mismo, pues tenían idénticas simpa­tías y aficiones respecto de personas y cosas. Según iban creciendo, no era tan sorprendente la paridad en todos los pormenore’s, y aunque seguían teniendo los mismos pensamientos, discrepaban en el vigor y energía de su concepción. Decía la gente que eran dos cuerpos con una sola alma; pero, en realidad, había sido distinta la línea de evolución de nno y otra. Físicamente se parecían como dos gotas de agua, con la única diferencia de que el hermano era algo más alto. Uno de los ma­yores goces de Alcione consistía en ponerse los trajes de su hermano para que los criadoB la confundieran con él, como sucedía eaBÍ siem­pre, hasta el punto de salir fuera de casa Beguido de ellos, sin que na­die sospechara la suplantación.

Sin embargo, las características morales de los gemelos eran muy distintas, pues mientras en Alcione brillaban la firmeza y gravedad de carácter, Sirio se distinguía por el suyo arrebatado é impulsivo y algunas veces impaciente y colérico. Siempre estaba dispuesta á sa­crificarse por su hermano, quien recíprocamente la quería eu extremo, y hubiera hecho todo lo posible por ella. Insistió Alcione en recibir la misma educación que Sirio y aprender cuanto él aprendiera, con lo que acopió gran suma de conocimientos, no comuneB en las muchachas indas de su tiempo. A los catorce años se le deparó á Sirio la primera oportunidad de ir á la guerra, y Alcione solicitó acompañarle, pero, como se comprende, no quiso su padre, y aun el mismo Sirio con el ar­dor del bisoño dijo que no les sentaba bien á las mujeres guerrear como los hombres, aparte de que no podría él pelear con denuedo sa­biendo que su hermana estaba en peligro.

Indignóse Alcione por la negativa y se encerró en su aposento de la torre del homenaje; pero había hecho propósito de llevar á cabo su in­tento á despecho de todos y lo realizó, en efecto, disfrazada con las ropas de nn mancebo de su edad llamado Mizar (hijo de Andrómeda, personaje influyente en la corte), quien amaba en secreto y sin espe­ranza á la doncella y hubiera hecho por ella cualquier cosa. Había sido Mizar compañero de juego de los gemelos y estaba, como decimos, rendidamente enamorado de Alcione, pero sin atreverse á aspirar á la mano de la hija del rey.

Cuando Alcione se vió en las filas del ejército en campaña, emocio­nóse algún tanto, pero se mantuvo cerca de su hermano, y tuvo la bue­na suerte de poderle salvar la vida, porque mientras estaba él pelean­do cuerpo á cuerpo con un enemigo, acometióle otro por la espalda y allí le quitara la vida, si Alcione no se interpusiera vivamente, arreme-

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5 $ o E O <f> I A [ S e p t ie m b r e

tiendo contra- el agresor en personal combate, cuyos incidentes dieron con ambos en el euelo. Quiso la mala suerte de Aleioae que cayera debajo de su enemigo, quien ya tenía levantada en alto la lanza para atravesar de parte á parte al vencido, cuando Sirio, que un momento antes había reconocido á su hermana por el grito que ésta diera al arre­meter contra el acometedor, volvióse pronto como el rayo en el instan­te de matar ál primer enemigo, y con su espada cercenó el brazo que amenazaba acabar con la vida de Alcione, Dejó entonces Sirio á su hermana bajo la custodia de algunos soldados, y terminada felizmente la batalla, regresaron ambos en triunfo al palacio de sn padre.

No pudo Sirio reconvenir á su hermana por haber asistido á la ba­talla, pues al fin y al cabo le había salvado la vida, como él la de ella; pero exigióle promesa de no repetir el intento, porque muy tremenda había sido la emoción por él sufrida, al oír la voz de ella y conocer que peligraba sn vida, en cuya defensa empleó toda la energía de su cora­zón y todo el esfuerzo de su brazo, que mucho se necesitaba para cer­cenar tan en redondo el brazo de un hombre. Mantuvo Alcione la pro­mesa, y de allí en adelante no volvió á la guerra, aunque cuantas veces se encendía, era motivo de mayor tortura para ella que si hubiese esta­do junto á él, pues veía psíquicamente los peligros que le cercaban y po le era posible auxiliarle físicamente.

Al llegar á edad conveniente, solicitó la mano de Alcione el hijo de un reyezuelo vecino, pero ella no quiso en modo alguno separarse de an hermano. Enojóle al padre la negativa, pero Sirio abogó en su de­fensa, y por fin convinieron en excusar la pretensión del vecino con tal qne Alcione se casara con Mizar, hijo primogénito, según queda dicho, de un influyente cortesano. Satisfizo en extremo á Sirio esta solución, y no menos se alegró de ello Alcione, porque se había estipulado que el joven matrimonio habitara en un ala de palacio, y así no se apartaba ella de Sirio. Cisne, hermano menor de Mizar, que amaba también á Alcione sin la más remota esperanza, se entregó por entero á su eer- vieio, y permaneció soltero hasta qne muerta Alcione se casó con Egeria.

Pocos años después contrajo Sirio matrimonio con Orión, natural de Atner, en el reino de Jaipur, y por fortuna recibióla Alcione con sim­patía. Transcurrieron muchos años de dicha sin más ansiedad que la sufrida por Alcione cuando su marido y hermano estaban en la gue­rra. A la sazón murió el rájá Corona y sucedióle 8irio, quien desde en tonees hubo de dedicarse por entero á los negocios de Estado. Orión y Alcione llegaron á intimar profundamente y siempre iban juntas, pos lo que el pueblo las llamaba las dos reinas.

Ambas sentían mucha inclinación al maravilloso templo, todavía existente en la elevada colina de Qirnar. Es un edificio verdaderamen­te admirable, con aspecto de medieval castillo, todo de mármol, cuja

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R A SG A D U R A S E N E L r i íL O D E L TIE M PO*9i»j 5»*

infinidad de patíos y salones en entremezclada confusión, están deco­rados con asimétricas esculturas y primorosos calados á una y otra parte. Pné edificado eñ la falda de una escarpada colina sin otra entra­da que un angosto acceso abierto en pintoresca y bravia garganta. Tafa quebrado era el solar dei templo, que apenas hay dos recintos al mis­mo nivel, y al contemplarlo desde la cumbre de la colina, produce él carioso efecto de un bosque de cópulas de reluciente mármol en cerca de media milla de extensión de la escarpada montaña.

Este asombroso templo fascinó á las dos reinas que á él iban fre­cuentemente en sus palanquines, y cuando sus amadísimos esposos estaban en la guerra, permanecían mucho más tiempo en el templo que en palacio, pero no se aposentaban en las marmóreas estancias, sino en un estrado abierto en la roca viva, desde cuya pequeña ventana se di­visaban cincuenta millas de fértil campiña. La reina Orión quiso reti­rarse á tan apacible lugar, aun contra el parecer de los médicos, cuan­do tuvo el primer hijo, sin otra compañía que la de Alcione, quien por su parte costeó á sus expensas un nuevo altar para el templo y ana hermosa capilla con muchas columnas. Saturno era el sacerdote mayor del templo, asistido en calidad de oficiantes por Mercurio, Vajra y Heracles. Del mismo templo eran postulantes Helios y Aquiles, pero él primero murió muy joven. Mercurio era personal consejero de las dos reinas y también de Sirio, y et piadoso ejemplo de las nobilísimas señoras transcendía á todo el reino con positivo provecho para la cau­sa de la religión.

Sirio andaba muy preocupado con su primogénito Gamma por lo petulante y de perversa índole. Alcione aoababa la paciencia con él y decía que era preciso reprenderle severamente, pero su padre le tra ta­ba con mimosa condescencia, y aunque por fin la transmutó en rigor, ya no pudo evitar que por su mala conducta fuese el hijo el verdadero responsable de la muerte del padre, porque habiéndosele descubierto varias fechorías, escapóse de la corte para juntarse á un ejército ene­migo que invadía el país. En la batalla librada entre ambos bandos, el hijo hirió’ gravemente en el costado á su padre de un bote dé lanza, y llenóse de horror al reconocerle caído en tierra. Recogieron los suyos á Sirio en una litera, desde donde aún tuvo ánimos para continuar di­rigiendo la batalla, que terminó con la victoria del ejercito real y la

s captura del rebelde hijo, que se mostró contritamente arrepentido de sus malas acciones.

Cuando más adelante volvieron los enemigos á invadir el país, el rehabilitado Gamma les salió al encuentro y obtuvo con desesperados esfuerzos de valor una victoria que le costó la vida.

Al caer Sirio herido por mano de Gamma en la batalla antes de ahora referida, también cayó Alcione ftl suelo en su aposento excla­mando: ¡Le han herido! ¡morirá! Alcione sufrió, mientras Sirio estuvo

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5 ^ * E O I A [ S e t t i e m b b e

en cama, los mismos dolores qne él durante los meses de enfermedad, y ambos murieron el mismo día, BÍñ otra causa que el intenso amor que los ligaba. No pudo perdonar á su Bobrino Gamma el haber moti­vado la pérdida de Sirio, y aun después de muerto aquél en la batalla, dijo que ni la mitad de sus maldades babía expiado con tan temeraria muerte.

Aloione tuvo siete hijos para quienes fué amante y cariñosa madre.

Harte

Saturno. . . .

Corona.......Teodoro. . . Andrómeda.

Ceteo.........

Perseo.... . .

B rhaspati...

Meronrio. .

Osiris.........

Neptuno....

H eracles....

Albireo.......

Aldebarán..

Helios.........Sirio...........

PER SO N A JE S DRAM ÁTICOS

Primera generación.

Makárájá.— Esposa, Yirftj. Mijos: Corona, Saturno.

Segunda generación.

Sumo sacerdote.— Esposa, Júpiter. Hijos: Brhaspati, Mercurio, Heracles, Albireo. Hijas: Aldebarán, Osi- ris, Helios, Aquiles.

Mahárdjd.— Esposa, Leo. Hijo, Sirio. Hija, Alcioue.Rdjd.— Esposa, Lomia. Hija, Orion.Esposa, Dragón. Hijos: Mizar, Cisne, Argos. Hijas:

Fénix, Algol.Protector del templo.— Esposa, Adrona. Hijos: Pólnx,

Avelledo, Lacerta. Hijas: Capricornio, Alcor.Protector del templo.— Esposa, Altair. Hijos: Auriga,

Tifis, Iris. Hijas: Virgo, Tauro.

Tercera generación.

Esposa, Vulcano. Hijos: Ulises, Lira. Hijas: Wences­lao, Proción.

Oficiante.— Esposa, Demetrio. Hijos: Psiquis, Aurora. Hijas: Venus, Canopo.

Marido, Siwa. Hijos: Proteo, Aries. Hijas: Orfeo, Mi­nerva.

Esposa, Aquiles, Hijos: Ayax, Sagitario. Hijas: Bella- trix, Eros, Acuario.

Oficiante.—Esposa, Bellatrix. Rijos: Cabrilla, Ofiuco, Píndaro. Hijas: Aleteya, Polar.

Esposa, Cruz. Hijos: Casiopea, Héctor, Pegaso. Hijas: Berenice, Leto.

Marido, Elsa. Hijos: Betelgeuse, Polar. Hijas: Rigel, Arturo.

Postulante.— Murió joven.Esposa, Orion. Hijos: Gamma, Fomalhaut.

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PARA LLíOAR AL SENDERO S ® 3

Alcióne...... Marido, Mizar. Hijos: Yega, Mira, Teseo, Antarea.Hijas: Selene, Urano, Régulo.

Cisne........ Esposa, Egeria.Calfope...... Esposa, Fénix.Daleth...... Esposa, Algol. Hijo, Gimel.Argos........ Esposa, Teléinaco. Hijo, Alef. Hija, Soma.Vajra........ Oficiante.Aquiles......jCapricornio. > Postulantes.Alcor......... JBóreas...... Camarera de Alcione.

Cuarta generación.

Urano........ Padre, Mizar. Madre, Alcione. Hermanos: Yega, Mira,Teseo, Antares. Hermanas: Selene, Urano, Régulo.

Yega......... Esposa, Aleteya. Hijos: Pomona, Yiola, Dorada. Hijas:Mu, Olio.

Mira......... Esposa, Partenope. Hijo, Glauco.Teseo........ Esposa, Ifigenia. Hija, Beth.Selene....... Marido, Yesta. Hijos, Centauro, Fides. Hijas, Concor­

dia, Libra, Ausonia.Kégulo...... Marido, Irene. Hijos: Olimpia, Tolosa. Hija, Sirona.

(Continuará.)

P A R A L L E G A R A L S E N D E R O

En. vano invoques el auxilio ajeno de superiores é invisibles Seres; su fiel cooperación jamás esperes, si de tu mente, en escondido seno,

no brilla con fulgor puro y sereno el rayo del Amor. Si vivir quieres protegido por Ellos, nunca imperes en el seco erial de abrojos lleno,

triste cosecha que es del Egoísmo.No temas, y aunque eu horas de amargura el vértigo te lleve hacia el abismo

no mires nunca á abajo y sí á la altura; para decirlo al fin: sólo procura ganar la meta por tu esfuerzo mismo.

O aeobo SA I* JBBltTÍN UOZRJlOM.S. T.

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l a s A uras vistas por el Dr, Kifoer.

Á N T fe una hoticia tan sensacional cómo la insertada en Sofhü de Agesto, de que un 95 por 100 de las gentes pueden observar por Si mismas el Aura humana, éreemos merece una más amplia explicación este progreso de la Ciencia, que parece confirmar cuanto sobre este asunto se ha dicho en láfe obras teosófieas.

El descubrimiento de Mr. W- Kilner (1) eB de tal importancia para la Ciencia á la que presenta amplísimos horizontes, sobre todo en su aplicación á la Medicina, que uha vez comprobadas estas observaciones producirán en el Baber humano un cambio profundo. Pero la Teosofía, aparte del primordialísimo beneficio que esto pueda reportar á la humanidad, sacará provechoso apoyo para evidenciar algo de lo que hasta hoy ha venido afir­mando y que los escépticos desdeñaban ante la incapacidad de comprobarlo por sí mismos.

Por hoy no prejuzgaremos el asunto, pues necesitamos más tiempo y tranquilidad de la que nos permiten las actuales cir­cunstancias para consagrar alguna atención á la serie de expe­riencias que tenemos preparadas. Pero sí hemos de anticipar algunoB datos sobre los experimentos efectuados por Mr. Kilner y los resultados que ha logrado hasta hoy. Dejaremos la descrip­ción de los procedimientos para cuando tratemos de nuestras personales experiencias, pues entonces podremos entrar en más pormenores que indudablemente nos habrá revelado la práctica.

Mr. Kilner ha logrado ver cuatro nimbos fluidicos rodeando al cuerpo humano. Como hombre principalmente consagrado á la Ciencia, ha querido permanecer independiente de toda es­cuela filosófica, oculta, etc., y ha tomado para designar estos

(1) WA3VCKB J. K i l n z * , B. A ., U . B. alumno graduado de la Universidad de Cam­bridge, 1L B. C. i ’ ., electricista del Hospital de Santo Tomás, en Londres. (B, A . B achi­ller en Artes, M. B. B aohilíer en Medicina, M. B. C. P. Miembro del Real Colegio de Vislaa.)

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L A S ALOLAS V IS T A S PO R E L D R . KILNER-I9Ilj 585nimbos aquellos nombres que le han parecido más adecuados á la cosa que quería expresar. Estos nombres, empezando por el del nimbo más inmediato al cuerpo, son los siguientes: Doble etéreo, Aura interna, Aura externa y Aura ultra-externa. El pri­mero de estos nombres lo ha tomado de los escritores teosóflcos.

El término Aura, en nuestra literatura, es genérico, y para precisar á qué vehículo sutil hacemos referencia Be emplea el nombre de éste. También Mr. Kilner emplea en su sentido gene­ral el término Aura, y para concretar á qué nimbo de los que rodean al hombre, se refiere en sus explicaciones, lo adjetiva se­gún el lugar que ocupa respecto ai cuerpo.

Entre otras muchas características que Mr. Kilner ha podido observar en estos nimboB, las más generales é importantes para nosotros son las siguientes:

Doble etéreo.—Se ve en la silueta del sujeto como una estre­ché laja siguiendo el contorno del cuerpo y en intimo contacto conAfite.

Color, oscuro.Espesor, de dos á cinco milímetros; en muy raros casos exce­

de i eete espesor, el cual es igual en toda la superficie del cuer­po. El espesor varía según los individuos y las condiciones en que, en determinado momento, pueden hallarse.

Visualidad: Esta depende también del individuo y de las con­diciones en que se encuentre en el momento de ser sometido á observación.

El Doble etéreo parece ser totalmente transparente. Observa­do en circunstancias favorables, se ve que está perfectamente estriado por lineas muy finas y de un color más intenso que el medio que las rodea. Parece ser que el tono general del Doble etéreo depende de la coloración de estas lineas, que son de un rosa precioso, que tira más á azul que á carmín.

Hasta ahora no se ha encontrado relación alguna entre los cambios ó alteraciones del Doble etéreo y los estados patológicos delBujete.

El Aura interna.—Es la franja que, en la silueta del cuerpo, se ve inmediatamente en contacto con el Doble etéreo.

E l espesor es, generalmente, de cinco á diez centímetros, se­gún la edad y condiciones particulares del sujeto, y relativa­mente más dilatada en los niños que en los adultos, aun cuando realmente corresponde á éstos un espesor mayor. También es lo comente que este espesor sea igual en la cabeza que en el tron­co; pero á veces, no siempre, disminuye algo hacia las extremi­dades.

Su borde interno, que aparece superpuesto ai externo del Do-

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S86 S O « & IA [Septiembre

ble etéreo, sigue escrupulosamente el perfil del cuerpo, en tanto que el borde externo lo hace groseramente con grandes curvas.

Estructura: Es, desde luego, granular, pero estos gránulos es­tán dispuestos como formando estrías, y son sumamente peque­ños. Las estrías están paralelas unas á otras y perpendiculares al cuerpo, formando haces, las más largas en el centro y las más cortas afuera, sin que hasta ahora se haya podido apreciar el color que tienen. La mayor percepción de estas estrías está en razón directa con la salud del individuo.

Este Aura puede ser origen de elementos para el diagnóstico, porque en ella aparecen modificaciones ó alteraciones, según el estado patológico de los individuos. El Aura interna puede ser influida por la voluntad del sujeto. Emite rayos, y es influencia­da por el operador ú otras personas.

E l Aura externa.—Esta empieza en el borde exterior del Aura interna, y sigue el contorno del cuerpo á distancias variables. Su límite exterior parece desvanecerse en el espacio, siendo muy raras las ocasiones en que se ha podido determinar de una ma­nera precisa.

Esta circunstancia y su diverso desarrollo, según los indivi­duos, dificultan el fijar su espesor que en los casos en que se ha podido determinar oscilaba entre 12 y 20 centímetros.

El Aura externa no es luminosa, pero puede Ber iluminada, y sobre ella puede actuar el poder de la voluntad.

E l Aura ultra-externa sólo ha sido vista en muy contado nú­mero de casos. Estos son, precisamente, aquellos en que el Aura externa presentábase con un limite exterior. Sin embargo, el doc­tor Kilner entiende que este Aura ultra-externa no es más que una prolongación del Aura externa. Su estudio aún es muy incom­pleto, pues no es suficiente el número de casos observados para poder fijar dato alguno.

Como resultado de los estudios realizados por el Dr. Kilner desde 1908, éste ha llegado á las conclusiones siguientes:

El temperamento es una de las condiciones inherentes del in­dividuo y, dada su íntima relación con las Auras, nos hace pen­sar en que cada joven tiene sus Auras particulares, variando entre ellos dentro de diferentes grados, y permaneciendo más ó menos inalterables durante sus vidas, á menos que la falta de salud sea causa de alguna modificación.

Habiéndose observado una cierta influencia hereditaria en el Aura, se ve que las Auras de los niños despiertos é inteligentes, aunque jóvenes ó indisciplinados, Bon más amplias que las de los torpes y flemáticos, no obstante estos últimos puedan superar á los otros físicamente.

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L A S A U R A S V IST A S PO R E L D R . K ILN ER

ti-ifyí'Vr

1911] L A S A U R A S V IST A S PO R E L D R . K IL N E R 587

Entre Iob adultos ocurre lo propio, pues hemos visto que, como término medio, las Auras más finas envolvían á las personas más inteligentes, y las pequeñas rodeaban á los torpea y á aquellos que correspondían á un nivel intelectual inferior. Y no sólo se ve esto alrededor del cuerpo, sino que esta diferencia aparece más marcada alrededor de la cabeza, siendo más notable entre los hombres que entre las mujeres, puesto que en ellos el Aura es me­nos dilatada alrededor del cuerpo.

Las Auras que envuelven á las mujeres son muy diferentes, pero los tipos más finos y delicados se encuentran entre las que son naturalmente inteligentes y ligeramente excitables, pero que no poseen tendencia alguna para los trastornos neuróticos. .Conviene hacer notar—dice Mr. Kilner—que las Auras más di-

¡¡r datadas que hasta hoy hemos podido observar, corresponden á ..mujeres sanas, de naturaleza tranquila, pero no flemáticas.

La textura ó composición del aura parece íntimamente rela­cionada con la robustez del individuo. El Aura de los hombres

¡presenta un aspecto más tosco ó basto que en las mujeres, las ique parecen pertenecer á un tipo más elevado, por la finura y transparencia de su Aura. También parece ser que cuanto más gris eB el color del Aura más torpe y menos mental es el indi­viduo.

, La educación parece ser un factor importante que influye po­derosamente en el Aura, pero los cambios producidos son tan de­licados que, dados los medios de observación de que se dispone, resultan casi imperceptibles.

Sería largo hacer aquí una relación, aun cuando sucinta, de los datos observados por el Dr. Kilner, y clasificados para servir

i ya de elementos en el diagnóstico de ciertas enfermedades. De v?; ' momento, sólo hemos de consignar la asimetría ó grandes des­

arrollos locales del Aura en los histéricos.Con el estudio de estos datos patológicos está en íntima co-

^ncxión otro descubrimiento del Dr. Kilner. No se trata sólo de *as Auras del individuo á través de un líquido coloreado

'. contenido entre dos finísimos cristales,* hay otro elemento impor- ‘̂ tántisimo que permite investigar la naturaleza del Aura, regis- ivtrar sus alteraciones locales, observar sus emanaciones fluidicas,

los rayos que sobre ellas convergen, etc., etc., datos todos que aumentan los antecedentes valiosísimos para la diagnosis. Se

¿¡trata de la alteración de lo que nosotros denominaríamos colores 6 espectros fisiológicos.í Consiste esto en lo siguiente: si miramos una banda de papel

ide color fijamente durante irnos segundos, y apartando la vista de ella la dirigimos á otra parte (una hoja de papel, la pared,

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£ Q * ' I A5$8 f S e p t i é m b u e

etcétera , etc.), obsérvarem és que se v a tina in&nchá dé igual forma que la de la banda, pero teñida con el color complemen­tario . Este espectro es el que yo llamo espectro fisiológico. Si paseamos este espectro sobre el cuerpo del paciente, Colocado en condiciones adecuadas de luz, etc., observarem os que en Cier­tas regiones del cuerpo ó próxim as á él, el espectro flsiológicó se oscurece, ac la ra ó cam bia de tono. Estas m anchas del Aura ó de la superficie del cuerpo, reveladas por tan original procedi­miento, denotan perturbaciones, estados patológicos, acciones de la voluntad, etc ., etc. Por todo ello com prenderán nuestros lec­tores la colosal im portancia que estos descubrim ientos tienen, y la inm ensa ayuda que sacará de aquí la ciencia. Reconocida por nosotros esta im portancia, pronto empezaremos experiencias personales pa ra corroborar, en lo que nos sea posible, las obser­vaciones del D r. K ilner, y al tan to de ellas tendrem os á nuestros lectores.

Pero ahora queda p lan teada o tra Interesante cuestión, consi­derado todo esto desde las enseñanzas tédsóficáS: ¿Qué son estas Aüras? ¿A qué planos corresponden? ¿Son etéreas ó astrales? Este es un asunto en el cual conviene andar despacio, hasta ha­ber reunido el suficiente núm ero de experiencias que perm itan, de modo seguro, cerciorarnos del terreno que se pisa.

De todos modos, si el Dr. K ilner no se ha equivocado, se ha dado un g ran paso hacia otros mundos.

PI. Tf?E¡Vlj5o V ViniiH

M E D I T A C I Ó N

Mucho se ha escrito sobre la m editación, pero muchos Son las qüe creen que las enseñanzas dadas no son suficientem ente cla­ras y precisas. E sto puede ó no ser verdad, pero lo cierto es que esas enseñanzas sólo pueden ser dadas públicam ente de un modo general; cada persona necesita encontrar, intu itivam ente, por práctica ó de a lgún otro modo, el método particu lar de m e­ditación que mejor cuadre á su tem peram ento. Algunos* por ejemplo, hablan de m editar como desde el «vértice de un tr iá n ­g u lo , y quizá saben qué es lo que con esto quieren dar á en­tender; pero para otros la idea significa poca eosa. De iguál m anera, algunos hablan de m editar sobre los «Maestros», lo qub

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jg j j j MEDITACIÓN 589 ¿

no es siem pre adecuado al hom bre de m ente estrictam ente «científica».

Desde luego es fácil para un instruotor (ó interm ediario) dar consejos personales sobre este asunto, porque con frecuencia por contacté d irecto Le es posible comprender qué tipo de per­sona recurre á sus luces. Si, por ejemplo, el dem andante es un artista ó a lguien dotado de facultades a rtísticas muy desarro­lladas, el in structo r puede sugerirle que la m editación más con­veniente puede seguirse según la línea de la Belleza. U n ejem ­plo práctico: tom ad una flor, contem pladla bien en todos sus detalles, y luego cerrad los ojos y perm aneced en reposo, solo, en una habitación donde no se os d istraiga. Sentaos y dejad desoansar levem ente las manos sobre las rodillas, palm a abajo, el cuerpo erguido y los pies jun tos. Nunca crucéis las piernas. De este modo n inguna fuerza deja de aprovecharse.

Hecho esto, dejad á un lado todos los pensam ientos ordina­rios y comenzad á representaros m entalm ente la flor que h a ­bíais examinado. Reflexionad sobre su belleza y perfección, viendo que cada pétalo es en sí mismo perfecto. Bucead en la esencia de su belleza y pensad sobre lo que ta l esencia es. De este modo llagaréis gradualm ente á la idea de la esencia de toda belleza—Dios. Consideradlo como Belleza, y sabréis lo que es la Belleza. Partiendo de esta idea, es posible llevar más adelante nuestra m editación sobre la flor. Reflexionad de nuevo sobre la perfección general de las partes; cada pótalo perfecto en sí mismo, aquellos elem entos contituyendo á su vez un tq^o perfecto. E laborad más la idea, pensando que así como esas partes perfectas form an un conjunto perfecto, así toda vida es una, y cada uno de nosotros es una parte del Todo; llegaremos así á la idea de que á m edida que seamos más perfectos, rea li­zaremos la perfección del Todo y nuestra unidad.con él. De ta l manera llegarem os por continuada m editación á un punto en que conoceremos nuestra anidad con el Todo, y sentirem os que somos real y verdaderam ente em anaciones de Dios. Esto es la Unificación. Es difícil poner en lenguaje físico lo que no per­tenece á lo físico. E stas notas, por lo tan to , pueden parecer algo desordenadas; sin em bargo, si se comprenden, se habrá a l­canzado el objeto que nos proponíam os.

P ara el tem peram ento devocional (algunos lo llam an enjp- cional) puede ser ú til otro método, consistente en m editar so-

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S9o L 0 <I> 1 A J S e p t ie m b r e

bre alguna exaltada personalidad, es decir, aproxim arnos á la más alta form a de lo divino que podamos entender. Algunos, por ejemplo, pueden m editar sobre el M aestro Jesús ó sobre otro M aestro, al paso que otros que creen no les es posible elevarse a tal a ltu ra, se contentan oon m editar sobre la personalidad su­perior a la que se sientan más atraídos. Uno puede preferir, por ejemplo, la m editación sobre cierto R abbí cuya vida ha leído ó con quien ha estado en contacto, reflexionar sobre la perfección de su vida y determ inarse á seguir sus pasos.

Respecto a la meditación sobre Aquel que llamamos el Maes­tro Jesús, se pueden seguir varios métodos; pero será sufioiente indicar uno.

Meditad sobre Su vida y perfección. Pensad cómo se perfec­cionó hasta el punto de poder ser empleado por el Santísimo. Considerad un incidente particu lar de Su vida. Evocad esta es­cena en detalle ante vosotros y com prenderéis la grandeza del M aestro, según la fuerza de vuestro poder de im aginación. Hay quienes, al paso que m editan de tal modo, en tran en relación psicoinétrica con la escena, y esto es, desde luego, de g ran ayuda.

E n tal concepto quizá no esté de sobra una advertencia. P a ra los tem peram entos de gran fuerza emotiva hay un peligro en la prim era en trada en contacto demasiado estrecho con hechos ocultos. Se puede alcanzar tam bién un grado excesivo de devo­ción y convertir así en vicio una virtud. El asp iran te á ocultista debe comprender que el plano físico no se debe perder de vista, á pesar de la a lte rna tiva con mas elevados planos y los sen ti­m ientos engendrados por la m editación; es preciso que aprenda á considerar todos los planos como partes necesarias de un todo. Al prim er ím petu energético podemos caer en peligro de quedar desquiciados bajo su empuje. Al psíquico en formación se le debe recom endar una g ran dosis de prudencia y buen sentido. La Conciencia cósmica es la cosa más grande que existe, y es el objetivo del ocultista; pero al t ra ta r de alcanzarla, no perdam os de vista el contacto con el plano físico.

Al m editar sobre la U nidad de toda vida, será quizá de uti- dad para el antiviviseccionista recordar el poder de la m ente y agregar á su m editación el pensam iento de que toda vida es una, que nosotros somos uno oon el anim al así como con el hom bre y con Dios.

Otro método de m editación no usado con frecuencia, puede

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m e d i t a c i ó n 59»«91»!

agradar á algunos discípulos y lo damos aquí por su valor.Tomad una semilla cualquiera, contem pladla por espaoio de

tre in ta segundos oon los ojos abiertos, y luego en trad en «el lu ­gar silencioso» y m editad sobre ella. Pensad en las po tenciali­dades contenidas en aquel pequeño espacio, penetrad por la mente en la semilla y representaos la p lan ta plenam ente for­mada, aunque en m in iatu ra. E sto puede ó no daros un vislum­bre de uno de los secretos de la N aturaleza, y si estáis suficien­tem ente desarrollados, pronto comprenderéis cómo crece la plan­ta de la semilla, explicación demasiado in trincada y larga para ser dada aquí. E l D r. S teiner da otros métodos de m editación sobre las semillas, pero parece ser se tra ta con ellos de obtener poderes psíquicos. E s ta clase especial de m editación pudiera quizá adoptarse bajo la dirección de un guía; de hecho cual­quier meditación cuyo objetivo sea el desenvolvimiento de po­deres psíquicos, necesita ser cuidadosamente vigilada. Preciso es de especial modo que la in tención sea pura y absolutam ente a ltru ista . Debemos recordar tam bién que cualquier instructor no está capacitado para dar instrucciones respecto á la m edita­ción. con la finalidad de ganar poderes psíquicos. E l m ejor con­sejo para el psíquico incipiente es: «Espera». «El que no ha apren­dido á esperar, es inú til como estudiante ocultista», dice una sa­bia sentencia. Antes de ten ta r el desarrollo de poderes psíqu i­cos, es de aconsejar el desenvolvim iento de la esp iritualidad , y éste debe p roseguirse cuando ha comenzado el desarrollo p sí­quico, porque cada tre s pasos sobre esta senda los estudiantes deben subir tres veces tres en el sendero de la espiritualidad.

Las diferentes form as de m editación bosquejadas, solo son sencillos esquemas de ideas que pueden ser am pliadas, modifi­cadas ó alteradas de modo adecuado al tem peram ento indi­vidual.

La m editación d irig ida á la reform a y construcción del ca­rácter es ta n im portante como la que tiene por objetivo la cons­trucción de los cuerpos. (Desde luego es bien conocido como la m editación construye los diferentes cuerpos.) Podemos usar la m editación orientada en esta v ía con el objeto de dism inuir nues­tros defectos y hacer más aparentes nuestras v irtudes.

Pero, diremos ahora, es m uy difícil dism inuir nuestros de­fectos teniendo, como tenem os, tan tos; no podemos m editar so­bre todos á la vez. No es cuerdo el in ten ta r hacer demasiadas

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59* E O Í I A l S e p t i e m b r e

cosas ai mismo tiem po. Tomad una debilidad particu lar y me­ditad sobre ella. P o r ejemplo, un hom bre puede ser vano y afi­cionado á pasar por el prim ero, deseando ser siem pre escu­chado. Realm ente estos son defectos, pero no se les debe ani­quilar por completo; porque son los m ateriales necesarios, con los que'puede operarse una trasm utación . M editad, jpues, sobre tales defectos, reflexionad sobre la alquim ia en su sentido espi­ritu a l, tom ad vuestras imperfecciones como «vil metal» qué debe m anipularse para Convertirlo en «oro». E l gusto por la preem inencia y la vanidad, pueden fácilm ente ser trasm utados en respeto de sí mismo y poder de exposición de buenas doctri­nas; si tales ideas inform an la m editación del sujeto, puede de ello resu ltar un g ran bien. Es evidente que la determ inación de vigilar esas tendencias debe conservarse después de term inada la m editación, y debe im pulsar á la vida diaria; de otro modo será inú til. H ay grandes posibilidades en esta clase de m edita­ción, pero no podemos extendernos sobre ellas en este lugar (1).

La m editación sobre símbolos se usa tam bién por personas de diferentes tem peram entos, y los mismos símbolos son consi­derados de varios modos, poseyendo cada uno varios significa­dos. Tomad, por ejemplo, los triángulos entrecruzados y pensad sobre el descenso del «espíritu á la m ateria». La meditación sim bólica es, sin em bargo, asunto que requiere un tra tam iento especial y aparte , siendo adecuada sólo á c ie rta clase de indivi­dualidades que han trabajado usualm ente en esta línea en vidas pasadas. L a misma sim bología de la S. T. es bien digna de al- gunos m inutos de m editación d iaria , y requiere una g ran firme­za m ental.

La últim a y más im portante es la m editación conocida con el nom bre de creación, la cual se deja usualm ente hasta haber alcanzado ulterior grado de desarrollo, aparte de la m editación devocional; pero quizá pueda decirse algo con referencia á este punto. U n método sencillo es el mencionado en conexión con la, sem illa. Tomad una fignra p lana <para comenzar, y m iradla bien. Cerrad luego los ojos y tra tad de verla. P rac ticad esto diariam ente (después de haber mirado fijam ente el objeto) por espacio de una sem ana. Tras esta p rác tica se puede comenzar la m editación sin m irar al objeto. Pensad senoillam ente en una

(1) La meditación 'sobre faltas, pnede fortalecerlas. —Ed.

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MtólTAClÓN 59319*figura plana, contempladla y mantenedla fijamente ante vos­otras. Cuanto más tiempo permanezca ante vucetra visión (as­tral), tanto más comprenderéis que la facultad creadara es un fiecho en la Naturaleza; os daréis cuenta del poder latente del hombre y así podréis quizá más fácilmente comprender el poder creador del Dogos.En la m editación p o d e m o s esforzarnos en concentrar la

mente, si es posible, futeradel cerebro físico. Pensad en vuestro nombre que lleva 1* personalidad—aun diciéndolo en voz a lta ai es preciso—y os daréis ouenta de que sois ü!n h ab itan te del cuerpo, pero no el cuerpo mismo. Algunos principiantes que piensan demasiado profundam ente haciendo uso sólo del c e re ­bro físico, se quejan oon frecuencia de cansancio después de la meditación, lo cual es opuesto al efecto que la m editación debe ejercer sobre el individuo.

F recuentem ente se p regun ta acerca de la duración de la me­ditación. Un estud ian te notó que al principio un amigo m edita­ba duran te m edia hora y entonces se sentía cansado. Al co­mienzo de es ta especie de ejercicio, dos ó tres m inutos son sufi­cientes para cualquiera. Debe notarse que la regularidad es muy im portante e n estos asuntos. Es preciso levan tarse á la misma hora diariam ente. Esto ya constituye por sí mismo un esfuerzo m ental, porque al presente muchos confian en otros para que les despierten. Quizá sea difícil p a ra algunos el despertarse á la misma hora todas las m añanas, pero con la p ractica pronto se adquiere esta costum bre. A yuda mucho á conseguirlo el pensar en ello y hacer intención decidida antes de acostarse; g radual­mente se alcanza-el efecto deseado.

Después del baño debe empezar la meditación; es preciso siempre em pezar en el mismo m inuto todas las m añanas, ta n aproxim adam ente como sea posible. Nadie puede excusarse a s í mismo diciéndose: «No tengo tiem po para hacer eso», porque sólo se requieren cinco ó diez m inutos, y puede uno muy bien acostum brarse á despertar un poco más pronto que de ordinario.

P ara la persona muy a tareada , esta m editación m atu tina es suficiente. Si algunos sienten necesitar más la rg a m editación, el mejor momento pa ra ello es el mediodía, sea en casa solos o enmedio del torbellino de la ciudad. E s muy ú til para el hom­bre atareado pensar regularm ente á medio día en algún elevado ideal. Sólo se precisan dos m inutos,,y esta m editación particu-

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594 O 4» 1 A [ S e p t ie m b r e

• lar puede realizarse en cualquier parte, aunque sea andando por las calles. La última meditación diaria debe verificarse á la puesta del sol, tranquilamente en casa./" Última advertencia. Recordad que la meditación no consiste, como algunos han pensado, en dejar que se filtren bellos pensa­mientos é través de la mente. Este es un camino mediumnísti- oo, que es peligroso y sin objetivo en tanto que adiestramiento. La meditación debe ser más positiva. Debe elegirse delibera­damente un ideal y pensar sobre él, apartando todos los demás pensamientos. Esto es, desde luego, un poco difícil para el principiante; pero con el tiempo y paciencia todo saldrá bien. Se necesita ejercer un verdadero dominio sobre el pensamiento, hasta el punto de llegar á detener por pocos minutos toda acti­vidad mental, permaneciendo empero positivo. Indudablemente esta es la práctica más difícil, pero puede ser seguida por aquel que esté decidido á hollar el Sendero.E l s a z c v b « n J a o s c f l é

(Trid acido de The Adyar Sulletin, por J. 0 . B.)

UNFÍ E SC R IT U R A DEL Y O G ft

T E M A

En el fundamento mismo de toda enseñanza espiritual, sea re­ligiosa ó filosófica, yace la magnífica concepción de la Realidad Unica. Está no menos en los fundamentos de la Fe Cristiana que en los de los otros credos. Las famosas palabras del Avata- ra Krishna:Los necios me desprecian cuando vestido con humano aspecto.No son un ápice más claras que las del Señor Jesucristo:Tuve hambre y me alimentásteis; tuve sed y me disteis de be­

ber; fu i forastero y me albergásteis; desnudo y me vestísteis; en­fermo y me visitasteis; preso y vinisteis d verme.Y hasta como el Instructor del Extremo Oriente dijo á su discípulo: 4

(1) Véa se el número anterior, pág. 519.

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i p i l ]U N A E S C R IT U R A D E L YO G A 595

E n verdad ve quien ve al Señor Supremo residente por igual en todos séres é imperecedero en lo perecedero (1).

Así lo declaró el Señor Jesucristo á Pedro, quien Había dado ferviente expresión é su in terpretación del enigma:

Sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infiernono prevalecerán sobre ella.

uSobre esta roca»: todo lo demás es movediza arena.No es bastan te para el discípulo que la Unioa Vida sea la

concepción que corona el proceso de su pensar, ilum ina todas las o tras fórm ulas y hace de ellas un ordenado conjunto; debe ser más, debe ser el oculto fundam ento y m anan tia l de su vida diaria, ya arriba en el cielo, ya abajo en la tie rra , ó en las aguas «bajo» la tie rra . Sus pensares, sus quereres y sus hechos, deben estar todos á tono con esto, m atizados por esto, moldeados en una conform idad siem pre más cuidadosa con este ideal. P o rq u e él ha bebido separativ idad hasta las heces, y no ha hallado paz en ella; ha visto una Visión, oído una Voz, y tornado de la vie­ja vida á la nueva; y consagrado todos sus poderes de corazón, de cerebro y de mano, que en el pasado han asesinado á sus hermanos, a ltru is ta servicio; y así, desde el p rinc ip io 'hasta el fin, la doctrina de este Sermón respira no-separatividad, abne­gación propia, como á menudo la llamamos, con sólo una vaga idea de la riqueza de la significación oculta del térm ino. P a ra los despiertos, los asp iran tes á Discípulos, los que se aproxi­man al A ljofarado P o rta l que m arca la entrada del Sendero, la autoabnegación es una cosa más sencilla que para el Hom bre para quien la P u erta E strecha ha g irado sobre sus goznes, cu­yos pies actualm ente huellan el E strecho Sendero. P a ra los p ri­meros, la conquista del yo inferior; para los segundos, la con­quista del superior. P ara el uno dejación de la vida personal, y entrada en una. más noble egoidad 'individual; pa ra el otro el sacrificio precisam ente de eBa misma más noble egoidad que tan duram ente ha luchado para constru ir. N o-separatividad: es eues_ tióu para posesionarse de ella en el corazón de nuestro corazón, p a ra ser ponderada y reponderada en los silencios que la m aiea m enguante del trabajo del mundo nos perm ite; un asunto de * tan ín tim a significación que h as ta que nosotros la hubiésemos aprehendido de a lgún modo, no deberíamos ensayar la busca,

(1) Bhagavad GUa, vm, 27-

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59* SO<f c l A [ S e p t is ^íb r e

ofrecernos como asp iran tes á un puesto «a la .Siempre Viviente A rboleda de Hermanoe.

Bien ha llamado el K athopan ishat á la m ata del Discípulo d a m eta del sin miedo», pues aquél, estando en la m argen de la autooonciencia re a l, tem e la autoextinei& n, duda si ,el paso próxim o'será aniquilam iento— «reemergencia en el alm a gene­ral»; aquel que no puede vibrar al esplendor de este resplanden-ciente pensam iento: «el universo se vuelve Yo», (1) fracasa_fracasa dejando caer la palm a de la victoria de sus desmayadas manos.

Porque según las palabras del Señor M aitreya:Quien quiera sainar su vida la perderá; y el que pierda s u vi-

da la hallará.

«No tem áis, pequeño rebaño», dijo É l en o tra parte ; un con­sejo inapreciable, como -conocen todos los que bao entrado si­quiera en la penum bra de la densa oscuridad.

E n el fondo de todo nuestro estudio, pues, yace esta Noble Verdad de la vida Ú nica, ó el esp íritu del Sermón no nos afec­tará; seremos cañas m uertas, no «movidas por el viento», ó sal­terios sin cuerdas, en las cuales ni aun la mano de un Maestro puede hacer música.

E l S a m a d l i i d e l S e ñ o r .

Todos los estudiantes del lado m ístico de las oosas saben bien que verdaderam ente existen L ugares Sagrados en la t ie ­rra , lugares donde aun los menos sensitivos experim entan un extraño sentim iento de tem or, y en donde las alm as capaces de ser conmovidas por finas impresiones, quítense, por decirlo así, los zapatos de sus pies, desvanecen todos sus pensamientos mundanos en reverencia y arrobam iento mezclados, pues el lu­gar donde ellos están es suelo sagrado. Tales sitios no existen solamente en el Oriente, como muchos de nuestra misma sub­raza pueden testificar. A sí podemos tom ar m uy literalm ente,-si queremos, la prim era m itad del versículo del Sermón:

Y viendo á las gentes subió á un monte.Pero no es suficiente aceptar un significado tan sobrio, y

cuando nos preguntam os á nosotros mismos por qué se re tiró el

(1) The Universe grows I , en el texto in g lé s .- ( N . de ,T.) *

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R E CUERD O S 597i 9 l I íSeñor, la respuesta viene en un inm ediato recuerdo de este otrov e r s í c u l o de Lucas:

Y sucedió en aquellos días que É l subió á una montaña para orar y continuó toda la noche orando á Dios.

Cuyo recuerdo sugiere el hecho oculto. E l Señor se re tiró á orar, uo como el Alm a joven ora pidiendo ayuda, oonsejo, por un m illar de necesidades personales, sino mas bien, por decirlo así, para im pregnarse É l mismo en el g ran Mar de Luz, Amor, Poder y Sabiduría, que É l siem pre llam a «el Padre» y del cual É l es un raudal que lleva su Luz, Amor, Poder y Sabiduría ha­cia la tie rra , pa ra la salvación del Mundo. Y por esta razón po­demos ver en este re tira rse de las m ultitudes el p ra tyáhára del yogin; la re tirad a de esas avanzadas del Yo que llamamos los sentidos, el replegarse de los cinco en uno—el sentido oomún de ciertas escuelas filosóficas; y el pasar desde esta inferior t r i ­ple vida de «Tierra», «Agua» y «Fuego» á la duple superior vida de «Éter» y «Aire»—el maravilloso mundo del Fuego Con­sumidor y Sus m iríadas de m anifestantes Llam as:

p ues de aquí en adelante habrá cinco en una casa, y estarán di­vididos, tres contra dos y dos contra tres.

A llí, en las A lturas, É l llam a á Sí á los Suyos; y allí, en las A lturas, É l les enseña.

«Abrió su boca», dice la frase; si, pues, el plano del «Aire», E sp íritu , A liento, L lam a Divina, V áyu, Añila, Pneum a, Ane- mos, Buddbi, es muy especialm ente el plano de las «Palabras», de la expresión, de m anifestación; el plano de las «Llamas Con-

ta d o ra 8 ,‘ * HITSA(Traducido da Thsotophv i» f a Zealani, púT José del Oastillo y Pe*.)

(Se continuará.)

No es m uy fácil la ta rea de reun ir y arm onizar los datos para hacer la h isto ria de la S. T. en E spaña, pues son pocos, escasí­simos, los que quedaron consignados por escrito , raros los docu­mentos Oficiales, varios miles de cartas que ordenar y repasar y, sobre todo, la diferencia que existe en tre lo que unos y otros de los antiguos teosofistas recuerdan. ,

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59® 11 O <£ I A [ Septiembre

H asta Octubre de 1891 no me puse en relación con la Socie­dad Teosófica, según oportunam ente tra ta ré , y por lo tan to , mal puedo hablar por cuenta propia de lo ocurrido con an terio ­ridad á esa fecha. He de valerm e de lo que mis buenos amigos me dicen ó de lo que yo encuentro consignado entre los papeles viejos que hasta mí han llegado.

Respecto á lo que dije en Septiem bre de 1909 sobre la fun­dación del «Grupo Español», me escribió una in teresan te carta nuestro inolvidable herm ano el V icepresidente honorario de la R am a de M adrid, D. José Melián, que por azares de la suerte reside ahora en el .Perú, rectificando algunos datos, cosa m uy de agradecer y que debieran im itar todos los que de algún modo tuvieran seguridad de alguna fecha ó de a lgún suceso. Y quiero poner aquí esa c a rta como honor á la verdad, auxilio para estos recuerdos y tribu to al queridísimo amigo. Dice así:

Sr. D. Manuel Tkeviño. Madrid.

Lima, Novíambra-30-910.

Mi querido amigo: Permítame que rectifique un error de su artículo Recuerdos (1884-1889) publicado en Sophia de Septiembre. Dice usted: «Aun cuando eran los dos únicos miembros de la 8. T. en España este mismo año (1889) pidieron la Carta constitutiva y formaron el «GrupoEspañol de la Sociedad Teosófica»..... Ahora bien: mientras no hablaen Madrid más que sólo dos M. S. T., Montolíu no formó el «Grupo» porque opinaba que se requerían tres; pero tan pronto ingresé yo, en Abril de 1891, incontinenti de recibir mi Diploma constituyó el «Gra­do», cuyo acto tu vo lugar en dicho mes y año de 1891, con la mayor solemnidad que él pudo darle, en el salón bajo de la casa del Sr. Xi- fró, sin Carta constitutiva, porque ésta no se requería (por lo menos entonces) para formar un «Grupo*. En cambio, se leyó y aprobó un reglamento redactado por Montolíu, Presidente del «Grupo» por de- recho propio, como entonces decíamos nosotros

Mi Dipioma de M. S. T., firmado por H. P. B. el 6 de Abril de 1891 fue de los últimos (quién sabe si el último) que firmó. De suerte que fué eBte ano, y no el 1889, cuando se constituyó el «Grupo» por tresAeosofistas diplomados M. 8. T. que había en Madrid.

El amigo Doreste, aunque teosofista, aún no había solicitado su Diploma de M. S. T.; pero en cambio, si no me equivoco, si lo era el

. .0! “;alt®> de Barcelona, quien además redactaba por entonces ó T m ó jíw * a redftCtar> bajo U direceión de Montolíu, Los Estudios

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R E CU E R D O S 599191IJ

Kespecto á las fechas de los demás acontecimientos á que usted alude, no entro á discutir porque las ignoro, por más que teniendo eu cuenta que el «Grupo, se constituyó en 1891, las relaciones de X ifré „ „„ Montolíu no debieron datar de muchos años antes».

Perdone usted, mi buen amigo, la rectificación; pero, francamente, tan vivido mi recuerdo de aquel dia en que se constituyó el «Grupo

Español de la Sociedad Teosófica», y es para mí tan grato á la vez que tan sagrado—por decirlo así-ese recuerdo, que no quiero verlo des­virtuado ni tampoco verme eliminado de él. Luego, con motivo de la ausencia de Xifré, el «Grupo* empezó á reunirse en mi casa, en donde usted ingresó. ¿Se acuerda usted? Yo, mucho: añn le estoy viendo, forrada la cara con un pañuelo á causa de un tuerte dolor neurálgico, y hasta creo que ie di unos pases; pero de lo que no estoy seguro es si aquella vez le surtieron efecto.

Siempre su buen amigo que le quiere,»Io k6 H a l lá is .

Puede estar muy seguro mi buen amigo que estas rectifica­ciones en nada me molestan, sino que, por el contrario, las de­seo y agradezco. Muy fácil que yo hubiera trastrocado fechas y confundido nombres sobre cosas de las cuales sólo puedo hablar de oídas, y como mi principal objeto consiste en complacer a nuestra querida Presidenta, Mme. Besant, que ha expresado el deseo de que se redactara la historia de la S. T. en España, es­timo en mucho la ayuda que todos me prestan aportando datos, corrigiendo fechas y rectificando hechos.

Pero los datos de aquel artículo no son míos. En The Theo- sophist, vol. XVII (1895), que es el más antiguo de que hoy dis­pongo, se ve en la página 82 del General R eportofthe Twentíeth Anniversary o f the Jheosophical Society el dato siguiente:

«EUROPEAN SECTION. S p a i h . Original Spanish Group, Charter 1889.»

Este dato continuó apareciendo en el General Report hasta el del año 1897 (vol. XIX de The TheoeopHst), y como se trataba de nn documento oficial no confiado á la infiel memoria, no se me ocurrió que pudiera estar equivocado.

Gomo para los teósofos españoles tiene gran importancia el cariñoso recuerdo de una memorable fecha en que tomó aquí cuerpo el primer organismo de la S. T., pienso extenderme en cómo funcionaba aquel «Grupo» y recabar cuantos datos sirvan para fijar bien la fecha de su constitución.

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E O <J> I A [S e p t ie m b r e

A 1» am abilidad y cariño del Dr. R oviralta y B orrell, uQ0 de los más antiguos M. S. T. en E spaña (Diplom a fecha 17 de Noviembre 1890) debo los antecedentes que siguen:

«El único dato que he podido encon trar sobre la fecha, exacta en que se fundó el «Grupo Español de la Sociedad Teosófica» es el que contiene upa ca rta de nuestro inolvidable Presidente Monüolíu, fechada en 10 de Ju lio de 1891. E n esta carta se ha> b la por p rim era vez del citado «Grupo», que por lo visto quedó constituido an teriorm ente á ia fecha indicada. Por si puede in ­teresarle copio lo siguiente:

«Como hay que m andar una carta-saludo á los br. (1) del Congreso Teos......de Ju lio en Londres, se la copio para que h a ­gan Vdes. el favor de ver si les parece bien, y de proponer al­guna variación si así lo juzgan oportuno. A hí va:

H ermanos:

El «Grupo Español de la Sociedad Teosófica», al enviaros estas cor­tas líneas, quisiera poder expresar con ellas su cariño fraternal hacia vosotros y la admiración que vuestra abnegación y energía causan en ios que, por lo mismo que constituyen la fracción más joven de la Sec­ción Europea de la Sociedad Teosófica, tienen el deber de ganar el tiempo durante el cual no ha permitido Karma que la propaganda teo- sofíoa fuera un hecho en España.

Ei «Grupo Español de la Sociedad Teosófica» procurará tener siem­pre presente las palabras que con referencia á uno de nuestros MAES­TROS cita el Path (2):

El vano y el arrogante piden nuestra compasión: el débil v e » traviado miestra indulgencia; nuestra simpatía el indiferente » sabio nuestra admiración.»

a

Y Babe el «Grupo» que esta admiración es hija del combate imper­sonal y continuo en pro de la liberación del alma humana de los dogmatismos que la abruman.

Yosotros habéis podido contemplar de cerca un ejemplo elocuente de esta impersonalidad en el trabajo y de esta abnegación sin límites en la persona de nuestro Maestro H. P . B., y podemos aseguraros que ya que nosotros no hemos podido serle fieles más que durante muy corto tiempo en vida, por esta misma causa nos creemos obligados á serlo mucho más á su memoria y á su Individualidad poderosa.

Uor el «Grupo Español de la 8. T.>,____________ P . R lotrtollú.

<1) Abreviatura de brothers (inglés), hermanos, (2) Vol. I, mim. 9, pág. 280.

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IN M EM ORIAMtg iij < ¡ o i

H asta aquí los datos que sobre este asunto me ha podido pro­porcionar el Dr. R ov ira lta . Sólo me queda uno que apo rta r. A l final del Reglam ento del <Grupo Español» se consigna que, traducido al francés, fué rem itido á Londres y aprobado por H P . B lavatsky, devolviéndolo el l .° de Mayo de 1891. Como H , P . B. murió el día 8 de aquel mes y año, no cabe lugar á duda de que fue uno de los últim os documentos que tuvo ensus manos. JH. Tl?Bl/I$0.

‘•in m E m o R in m ,, d e l d r . z . m E n n E L LMÉDICO, AMIGO Y DISCÍPULO DE H. P . B.

U n amigo mío, de In g la te rra , me comunica la tr is te noticia del fallecim iento del Dr. M ennell, hacia el que he contraído una deuda de e terna g ra titu d , ya que, amenazado de una grave do­lencia, me salvó la vida en circunstancias inolvidables.

E l Dr. M ennell, em inente hom bre de ciencia, fué el médico de H. P . B. duran te los últim os años que vivió ésta, y á él se debe que la fundadora de la Sociedad Teosófica haya perm ane­cido algunos años más entre nosotros en cuerpo físico, pues, como es bien sabido, H. P . B ., que poseía tres enfermedades gravísim as, debiera haber m uerto mucho antes, según la ciencia oficial.

Jam ás quiso ver H . P . B . á otro médico que no fuese el doc­tor M ennell, al que profesaba g ran cariño y consideraba oomo un amigo leal y un discípulo.

De que el D r. M ennell fuese un ocultista no me poedb caber la más m ínim a duda, como tampooo á ninguno de aquellos á quienes él se proponía curar. Su desprecio al dinero, la venera­ción que sentía hacia H. P . B ., eran bien notorios,

i

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6 0 2 £ 0 < J > I A [ S e p t ie m b b e

Según me refirió la an tigua y leal am iga de H . P . B ., la condesa de W achtm eister, hoy fallecida, el Dr. M ennell, que solía v isitar por las noches á H. P . B ,, permanecía á su lado cuando todas las personas presentes se re tirab an invariab le­m ente á la hora señalada por ella (las once de la noche, si no me es infiel la" m em oria), y entonces enseñaba II. P. B . á su médico y amigo...

** *

«El Dr. Zebulon M ennell, que h ab itab a en R oyal Creseent, H otting-hill, en Londres, falleció en el H ospita l de Santo Tomás, á la edad de sesenta años (1). Hizo sus estudios médicos en el H ospital de Santo Tom ás, y alcanzó el grado de M iembro del R eal Colegio de C irujanos, así como el de Licenciado del In s ti­tu to de Farm acia, en Londres, en el año 1879. H abía desem pe­ñado an teriorm ente los cargos oficiales de médico de la Corpo­ración del P uerto de L a G uaira, en Venezuela, y de la Compañía m inera «Gu Appantoo», en el A frica Occidental.»

(Do Corning Fort, de 7 de Julio de 1911.)

¡Descanse en Paz!a. x. p.

EXTRACTOS DEL LIBRO

TRES AÑOS EN EL TÍBETdel

SHRAMANA EKAI KAWAGUCHI último Rector del M onasterio Gohyakurakan, en el Japón.

OONTINUAOXÓJÍ (2)

Después que me despedí del bonzo de Khana, no había reco­rrido largo trecho, cuando empecé á sentirm e falto de resp ira ­ción, aum entando esto en intensidad hasta que experim enté agu­das náuseas. Hice alto, deposité mi carga (que á estas horas me había producido llagas harto dolorosas en las espaldas) y tomé una dosis de botan, un calm ante restaurativo , cuyo resultado fué a rrancarm e una bocanada de sangre. Como no padezco enfer­m edad del corazón, com prendí que me había afectado la rarefae-

(1) L a misma á qne falleció f l . P . X. H.)(2) Véase página 458.

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T R E S AÑOS EN E L T ÍB E T*9**3 603

eíón a tm o sfé rica . Y o cre o , com o en to n ces c re ía , que n u e stra c a ­p acid ad p u lm o n a r sólo es u n a m ita d d e lo q u e es la d el tib etan o. S e a lo q u e fu e re , m e a la rm ó m ucho este p r im e r caso que m e ocu­rr ía de h em o rrag ia in te rn a , y p en sé q u e fu e ra im p ru d en te se gu ir andando ese d ía . Sólo h a b ía re co rr id o ocho m illa s, c in co cu esta a rr ib a y tre s cu e sta a b a jo , en una re g ió n m u y ondulada; p ero m e h a lla b a tan ren d id o qu e, sin fu e rz a s p a ra ir á re c o g e r e x c re m e n ­tos secos de y a k (único co m b u stib le d e a q u e lla s tierras), m e quedó p rofu n d am en te dorm ido tan pron to com o m e tum bó p a ra des­ca n sar. N o sé cu án to tiem p o h a b ría estad o durm iendo, cuando a lgo m e d esp ertó dándom e g o lp e s en la c a r a . No bien m e a p e r ­c ib í que m e e sta b a ca yen d o en cim a un fu e rte ch a p a rró n de g r a ­n izo de p ied ras de g ra n tam año, q u ise le v a n ta rm e , pero no pude, p ues mi cu erp o lite ra lm e n te c ru jía y m e dolía, p o r todas p a rtes com o si m e h u biese h allad o im pedido p or un fu e rte a ta q u e de reu m a. C on un vio len to esfu erzo a lc é m edio cu erp o y p rocu ré seren arm e. A l poco rato mi pulso v o lv ió c a s i á la norm alidad, m i re sp ira c ió n se h izo m ás fá c il , y com p ren d í que no m o riría en esta ocasión . S in em b argo , e l cu erp o se m e quedó tan dolorido com o a n tes, y no podía Ber cu estió n p a ra m í de v o lv e r á la m a r­ch a n i de re c o g e r com b u stib le s iq u iera . Como quedasen to d a v ía a lg u n a s h o ras que p a sa r , segú n toda a p a r ie n c ia , a n tes que se h i­c iese de d ía , m e e n treg u é á la m ed itación , sentado so b re u n a p ie l de o v e ja y e n v u elto en e l tuktuJc (esp ecie de c u b ie rta de cam a del p a ís de u n as 25 l ib ra s de peso y h e ch a d e un espeso te jid o de v e la s forrado co n la n a de oveja). D o rm ir no e ra y a p o sib le . A l ­zan do la v is ta p odía a d m ira r la fu e rte c la rid ad d e la L u n a , y á mi a lred ed o r d istin gu ía la s fo rm as in d e c isa s d e le ja n a s cum bres, com o fondo de cu ad ro p a ra el ex ten so m ar q u e fig u ra b a n la s On­dulacion es de la lla n u ra . S o litario sobre uno de los lu g a re s m ás e le v a d o s d el g lob o , rodeado de u n a m isterio sa in eertid u m b re, au m en tad a p o r la p á lid a lu z de la L u n a , m a te r ia b astan te me hubiesen p rop orcion ado tan to e l esce n a rio com o la situ ación p a ra la s d iv a g a c io n e s de m i a lm a , á no se r ¡ay! por loa su frim ien tos demi cu e rp o ...... A s í en m ed itación a ca b é de p a sa r la noche, y a la m a n e ce r m e d esa yu n é con u n as u v a s se ca s. M e se n tía por to­dos con cep tos a liv ia d o y bien d isp u esto , y a q u e lla m añ a n a a d e ­la n té b a sta n te en m i v ia je (p á g in a s 96 y 97) . ............................ —

D ejan d o la aren o sa p la y a d el rio B ra h m a p u tra d etrá s de m i, lle g u é á la r a y a de o tra p la n ic ie on d ulada, y sigu ien d o r io a rr ib a h a c ia el N oroeste, se descu b rieron á m i v ís ta la s t itá n ica s a lta ra s de los H im a la y a s en g ig a n te s c a sucesión . A q u í tu v e que ap acen -

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6 0 4 X 0 <í> l A [S e p t i e m b r e

tar mis dos ovejas (compradas para llevar el equipaje), y mien­tras yo mismo descansaba, me compenetré hondamente de la majestad del escenario. La vista que aquí se conseguía de los po­derosos picos cubiertos de arriba á abajo de nieve reluciente, era en extremo sublime, incomparablemente más que cuanto se ve desde Dar jpeling ó Nepal. Ya repuestas las ovejas, dividí la carga entre ellas y yo, y proseguí camino adelante. Hacia las cuatro de la tarde di término á mi jornada, encampando cerca de un estan­que por una noche, sumamente fría. Al día siguiente hice unas 12 millas antes del mediodía, hasta llegar al pie de una enorme montaña de nieve que me era. imposible ascender. Por un mo­mento entré en meditación, y luego emprendi una dirección que, afortunadamente, resultó ser la buena, aunque por otro concepto, como se verá, fué muy desdichada.

A d elan tan d o m ás en m i cam in o, pron to lle g u é á u n a reg ió n m u y d istin ta de la q u e h a b ía d ejad o, p o r su tota l a u sen cia de agu a; ni un ch a rco , ni un a rro y o v is ib le á lo le jo s. P ro se g u í h a sta la s s ie te d e la tard e (h ab ía andado u n as 27 m illa s d u ra n te todo e l d ía) sin h a b e r en con trad o una g o ta d e a g u a , y m e se n tía m u y m arch ito . P a r a m is o v e ja s hubo a lg o de h ie rb a v e rd e q u e por a llí c re c ía . N o ten ía tó, y aun ten ien d o , no h u b ie ra podido tom arlo sin a g u a , y a sí tu v e que ech a rm e á dorm ir. E s e x tra ñ o cóm o uno a c a b a por aco stu m b rarse á las fa t ig a s y p r iv a c io n e s; a q u e lla no­ch e d orm í b ien . A n tes d e la sa lid a d e l Sol, a l sig u ie n te d ía , a l r e a ­nu d ar la m arch a , cre í v e r un filo de a g u a q u e c o rr ia á tra v é s de una tierra, a ren o sa á u n as 7 m illa s de d is tan cia h a c ia a d e la n te . No h ab ien d o bebido n a d a desde la ta rd e d e la v ís p e ra , e s ta b a con sed, n atu ra lm en te; p ero con la e sp e ra n za que se p re se n ta b a , to­m é u n a p iz c a de hotan p a ra c a lm a r la sed y m e a p re su ró . A l lle ­g a r a l supuesto a rro y o ¡cu ál no se ria m i d ecep ció n y desen gañ o! E n v e z de u n a c o rr ie n te de a g u a , e r a aq u éllo e l c a u c e seco de un a rro y o con m u ltitu d d e ca n to s re lu c ie n te s a l Sol. E n ton ces no pude m enos de im ag in a rm e á m í m ism o com o u n a m era som bra erra n te en p os d e u n sorbo de a liv io en la c a ld e a d a reg ió n d e los m undos in ferio re s, donde e l a g u a se to rn a en fu e g o a l co n tacto de los lab ios. O tra v e z m e in co rp o ré p a ra v e r si se d istin gu ía a g u a á lo le jo s; p ero n ad a se v e ía , n a d a sino u n a p o ca h ie rb a a q u í y a l lá . No m e q u ed ab a o tra cosa q u e h a c e r sino se g u ir an ­dando com o s iem p re h a c ia e l N oroeste. A l poco tiem p o c re í v o lv e r á d istin gu ir una su p erfic ie d e a g u a en m edio d e otro desierto de a ren a ; p ero a l l le g a r a l puesto , n u ev am en te tu v e e l d esen gañ o d e l ca sc a jo re lu c ie n te , c u y a v is ta h izo mi sed m ás in ten sa .

V. F&t?r*HUD(Continuará.)

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Motas, Recortes y Noticias,

Más sobre el aura Q,uo las verdades afirmadas por la Teosofía humana. van abriéndose paso en los Centros científicos,

lo dem uestra el artícu lo que, reproducido del D aily Telegraph, publica el im portan te diario de M ilán II Corriere delta Sera, en su núm ero de 17 de Ju lio últim o.

No dudando del interés que aquel artícu lo ha de despertar en los lectores de Sokhia, envío su traducción.

c. x.

El Aura Vital: Una misteriosa radioactividad humana.

Las fotografías del Dr. 0 ’l)onneU.—(Nueya York, 16 de Julio, no­che).—Afirma el Dr. O’Donnell haber fotografiado la «chispa vital» en el momento en que ésta abandonaba el cuerpo de un moribundo en el Hospital de la Merced, en Chicago, el jueves pasado.

Conocido ea el Dr. O’Donnell por sus estudios acerca del Aura hu­mana, que, según este sabio, es una radiación eléctrica que rodea el cuerpo humano y cuya existencia, asegura, ha sido probada ya hace algunos años.

Especialista en los estudios de los rayos X, asombró repetidas ve­ces á los médicos de Chicago, demostrándoles con varios experimentos que puede verse el Aura humana á simple vista. Muchos hombres de ciencia asistieron á la interesante demostración hecha por el doctor O’Donnell, el cual, empleando una pelíoula semejante á las cinemato­gráficas, pero á la que estaba unida una capa de otras substancias químicas colocadas entre dos placas de cristal perfectamente unidas, reveló á los médicos allí reunidos el Aura vital de todas las personas presentes. Bastaba mirar á través de los dos pedazos de cristal.

Convencido de haber disipado las dudas de todos los asistentes res­pecto á la existencia del Aura humana, el Dr. O’Donnell entonces no vaciló en exponer entre los presentes la fotografía del «vuelo de un alma hacia el cielo».

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— O 4> 1 A [ Septiembre

A uno de loa enfermos del hospital sólo pocos minutos de vida que­daban, según la opinión de los médicos que le atendían. «Observé— dijo el Dr. O’Donnell, refiriendo el experimento—al desgraciado, co­locándome detrás de un biombo, y distinguí claramente, durante casi media hora, el Aura vital.

Decía el jnédico de cabecera, que antes de que transcurrieran pocos minutos habría muerto el enfermo; yo me esforzaba en fijar toda mi atención. De repente me avisó el médico que el enfermo había muerto, y en aquel mismo instante el Aura luminosa y brillante que hasta aquel momento había irradiado de todas las partes del cuerpo, princi­pió á disminuir de intensidad, desapareciendo después por completo.

La observación del cadáver no reveló ya rastro alguno del Aura.To no afirmo que el Aui'a sea el alma. Pero mi opinión es que se

trata de uua fuerza radioactiva misteriosa que, á través de una placa convenientemente preparada como la que he presentado, puede hacer­se visible.»

(Daily Ttlegraph),

Residencia de Ir 8. T. en Adjiir (Madráa).

MOVIMIENTO TEOSÓFICO

I'*nuaindT*nel*n lugar Ia Convención del 7 al 10 deciedad Tcosorú Ju lio 1911. L a víspera por la noche se dió una en a» Inglaterra. . . , , , _ _representación del «Peer Gynfc», de Ibsen, con

música de G rieg arreg lada por la S rta . Pagan , á la que asistie­ron Aleione y Mizar, pero no la Sra. Besant.

Se reunió la Asam blea á las ooho y media de la tarde, p resi­dida por la Sra. B esant, quien abrió la sesión con una concisa alocución.

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M O V IM IE N T O T E O S Ó F IC OI9 IIJ 607

D esp u és de la e lecc ió n d el S e c re ta r io , de la le c tu ra de la l is ta de los d elegad o s y de las m in u ta s de la ú lt im a C o n ven ció n , p ro ­cedióse á la recep c ió n de los d e le ga d o s e x tra n je ro s , qu ien es d ie ­ron porm en ores de sus tra b a jo s re sp e ctiv o s . A m é r ic a del N o rte , In d ia , E s c a ü d in a v ia , F ra n c ia , I t a lia , H u n g r ía , R u s ia , E s c o c ia , B é lg ic a , J a v a y lo s P a íse s B a jo s , estu v ie ro n rep resen tad os.

M om en to con m oved or fu e la d esp ed id a de la S ra . S h a rp e , a n ­t ig u a S e c re ta r ia G e n e ra l, á q u ien sus a m ig o s d esp id ieron obse­q u ián d o la en p ru eb a de resp etu o so ca riñ o . T re s añ os h a desem ­peñado ese p u esto que a b o ra o cu p ará el S r . W e d g w o o d ..

U n m iem b ro prop uso que se m an d ara u n te le g ra m a de sim ­p a tía al S r . L e a d b e a te r , y que se r o g a ra á la S ra . B esan t que tra n sm itie ra las fe lic ita c io n e s de la C o n v en ció n á los R e y e s con

m otivo de su coron ación .L a S ra . B e s a n t cerró la sesión con u n a b re v e p lá t ic a p re g u n ­

tan do si no se ría y a tiem p o de que In g la te r r a tu v ie ra su edificio propio y recom endan do esp ecia l a ten ció n p ara con los n iñ os, p u esto que m uchos de ellos d eb erán a y u d a r a l G ra n In stru c to r cuando v e n g a . N o s a d v irt ió q u e no se d e b ía d o g m a tiza r en T e o ­so fía , que no deb íam os a c a ta r c ie g a m e n te la opin ión de n in gu n a au to rid ad , aun q u e fu e re la su ya ; ca d a cu a l h a de se n tir lo todo

in ten sam en te en sí m ism o.P or la n o ch e re c ib ió L a d y S u tg e n s en su casa á los teosofis-

tas. L a S r a . B e s a n t fu é con A lc io n e y M iz a r. A l m ism o tiem p o,

se re p e tía la rep resen tació n de «Peer G y n t» .E l dom ingo 9 se reu n ieron los m iem b ros de la S . T . I n v ita ­

dos p a ra a lm o rzar por la R a m a de L o n d re s , los e x tra n jero s tu ­vieron u n a ex ce le n te o p ortu n id ad de con ocerse , y las co n v e rsa ­ciones em p ezad as p u d ieron co n tin u a rse p o r la ta rd e en el té que

se dio en el C u a rte l G e n e ra l.A las s ie te p ró x im am en te d ió la S r a . B e s a n t en In cesis H all

la 5 .a de u n a serie de co n feren cias p ú b lic a s sobre Problemas Re­ligiosos: D o g m a ó M ís tic a . R e b o sab a la en orm e sa la , y cen ten a ­

res de person as se q u ed aro n sin lu g a r.E l lu n es á las c in co y m edia de la ta rd e hubo una reu n ión de

las Ó rden es de S e rv ic io de la S . T . , á la que a sistie ro n A lc io n e y M iza r. L a S e c re ta r ia , S r ta . S e e v e rs , h a b ló de la O rden de S e r­v icio en g e n e r a l, y después, uno tra s o tro , to m a ro n la p a la b ra

los re p re se n ta n te s de las s ig u ie n te s Ó rden es:L a M esa R e d o n d a , L ig a p a ra p re p a ra r á lo s n iñ os a l ad ven i-

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60 8 210 <P 1 A [Septiembre

m ien to del G ra n In s tru c to r , en la que h an in g re sa d o re c ie n te ­m en te A lo io n e y M iza r.

L ig a p a ra tr a b a ja r co n tra la v iv ise cc ió n , por la fu e rz a del p en sam ien to.

L ig a p a ra tr a b a ja r co n tra la v iv is e c c ió n , por la p le g a r ia .L ig a m e d ic a l oon tra la v iv ise cc ió n (cu en ta 5 1 m iem b ros).L ig a p a ra la lite r a tu r a teosófiea, escritu ra B r a il le , p a ra c ie­

g o s, que h a p u b licad o y a cin co o b ras, lo q u e im p lica una lab o r co n sid erab le , p u esto q u e La Sabiduría Antigua sola fo rm a cin co tom os.

L ig a p ara v e stir á los n iñ os p o b res.

L ig a T eo so fica de E sp era n to , que p rom ete m u ch o, pues v a ­r ia s obras teosófieas se h an p u b licad o y a en esp eran to .

L ig a de tem p la n za y m oralid ad (In d ia), cu en ta o ch en ta m il m iem bros.

L a S ra . B e s a n t term in ó la reu n ión h ab lan d o de la u tilid a d de las O rdenes de S e rv ic io ; d íjonos que se le h a b ía h ech o re p a ra r en que la T e o so fía no debe combatir nada, y , por lo ta n to , las L ig a s contra la v iv is e c c ió n no e stá n acord es con e l re g la m e n to . H ab rán de tra n sfo rm a rse en L ig a s que tra te n de re e m p la z a r la v iv is e c c ió n con a lg u n a o tra cosa.

E l m artes 1 1 , los e x tra n je ro s p u d iero n ver o tra v e z á n u e stra P resid e n te en el C u a rte l G e n e ra l. L a S r a . B e s a n t m e ro g ó q u e m a n ife sta ra su sin ce ra s im p a tía á los m iem b ros españ oles, á qu ien es a g ra d e c e lo m ucho que se a fa n a n , d ic ié n d o les que esp era ir á E s p a ñ a a lg ú n d ía .

P o r la n o ch e, estan d o p rese n tes A lc io n e y M iz a r, d ió la señ o­ra B e s a n t o tra co n fe re n cia p a ra los m iem b ros, pero com o fo rm a p a rte de u n a serie q u e tr a ta de la h is to ria de la h u m an id ad, se­g ú n sus in d a g a c io n e s a s tra le s , y p ron to se p u b lic a rá en tom o, creo no es de in te ré s e x tr a c ta r la aquí.

Raim undo v a n M-RRu b

eentro taoaimeo S r . D . M an uel T re v iñ o y V il la .en P o n t e v e d r a . . J

Q uerido h erm an o n u estro : T en em os la s a t is ­fa cc ió n de p a rt ic ip a r le , ro g á n d o le lo com un iqu e al S r . D e le g a d o P re s id e n c ia l, que el d ía 16 del p ró x im o p asad o A g o s to quedó fo rm a lm e n te co n stitu id o en P o n te v e d ra el G ru p o T eosófico q u e tom a por n om bre el de Marco Aurelio, y form ado por los señores que á co n tin u a ció n firm an .

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J m o vim ib n t© l'SOSÓFICO 609

J)ioho G ru p o h a d esign ad o com o P re s id e n te del m ism o á don J acob o S a n M artin L o za n o , y com o S e c re ta r io á D . J a v ie r P in ­

tos F on seca.P o n te v e d ra , 18 de A g o s to de 1 9 1 1 .S egu n d o V á z q u e z , F ra n c isc o R e g a la d o , J o sé V ia ñ o , L u is G o-

rosto la , J u lio M en én dez; el P re s id e n te , J a co b o S a n M a rtín L o ­zano; e l S e c re ta r io , J a v ie r P in to s F o n se ca; e l D e leg ad o p a ra

G a lic ia , A lfre d o R . de A ld a o .

os ferrocarriles L a s C o m p añ ías de los fe rro c a rr ile s del N o rte , LEn°g5e»oede c e l de M ad rid á Z a r a g o z a y á A lic a n te y de los A n ­

ao*»* d alu ces , c u y a s lín ea s c o n s titu y e n las tre s c u a r ­

ta s p artes de la red esp añ o la , h an concedido á los m iem bros de n u estra S o c ie d a d que co n cu rran a l p róx im o C on greso de G e n o v a , la a p lica ció n de la ta r ifa X , núm . 17 , desde sus estacio n es á las fro n teras de Irú n -E e n d a y a ó P o rtb o n -C erb ére , ó b ien á B a rc e lo ­na p ara los q u e deseen p ro se g u ir su v ia je desde este p u n to p or la

v ía m a rítim a , y reg re so .L a del Z . A . h a con cedid o adem ás á los co n g re sista s e l que

pu ed an , ta n to en el v ia je de id a com o en el de v u e lta , h aoer uso de los tre n es exp reso s q u e c irc u la n en tre M ad rid y B a rc e lo n a y entre B a rc e lo n a y C erbero, h acien d o e s ta g ra c io sa e x cep ció n á lo p revisto en las con d icion es de d ich a ta r ifa que proh íben la u t i­

lizació n de los tren es de com p osición lim itad a .A l dar a q u í las g ra c ia s á d ich as com p añ ías por las co n cesio­

nes o to rg a d a s , con sideram os de ju s t ic ia tr ib u ta r a los fe r r o c a ­rriles esp añ o les un m erecido e lo g io , por d ispon er de una ta r ifa que tan to fa c il ita la c o n cu rre n cia á e s ta clase de actos por la n o ­tab le red u cc ió n de sus p recio s, que en los g ra n d e s recorridos e x ­

cede del 60 por 100 de la ta r ifa o rd in a ria .

P on do ftt. 6 .

Pesetas.

Suma anterior................... 99,20

M .P . A .......................................................... 3,00

Total..................... 102,20

31 Agosto 1911.

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£ 0 <DIA6 1 0 [ S e p tie m b r e

R em itido á Mr. J. I. W ed gw ood, Secretario G en eral, de la Sección B ritá n ica , por m ed iación del C redit L yo n n a is , las 10 2 ,2 0 pesetas re ca u ­d ad as que h acen, deducidos los gastos de g iro , * 2.14.1.

M adrid l . 6 de Septiem bre de 1911.

( ( a n u a l T R H V lp ío

A lo s P re s id e n te s y S e c re ta r io s de la s R a m a s So c ie d a d

T e o sd f ic a y m ie m b ro s su e lto s de E sp a ñ a .

M is quebidos heemános:

E l S e c re ta r io A rc h iv e ro de A d y a r , J . R . A r ia , m e p id e con urgencia los s ig u ie n te s d ato s:

1 . U n a l is ta co m p le ta de las R a m a s de E s p a ñ a , sus o ficia les y d ire cc ió n .

2. N o m b re de los m iem b ros, R a m a s á que p erten ecen , su d irecc ió n y fe c h a del d ip lo m a.

H a s ta qué añ o han abonado su c o tiz a c ió n a n u a l, cu o ta s que aún no han p agad o y desde qué año.

A d em as las R a m a s h an de fa c ilita rm e cada (res meses, en p r i­m ero de E n e ro , l.° de A b r i l, l . ° de J u lio y l.° de O ctu b re , un estad o de a lta s y b a jas de sus m iem b ros, esp ecifican do en las a lta s y b a jas si es p o r in g re so en la S . T ., ó que vu elve á la a c t i­v id ad , ó que p rocede de otra R a m a , c itan d o cu ál es ésta , y en las b a jas se co n s ig n a rá si es por d efu n ció n , por d im isión , por aban don o, p o r ex p u ls ió n ó por tra s la d o á o tra R a m a .

P a r a yo poder fa c il ita r estos datos a l O n artel G e n e ra l, su p li­co á todos vosotros m e p rop orcion éis á la mayor brevedad los an ­te ce d e n te s que se p id en , no dejando luego de mandar los esta ­dos tr im e s tra le s , rem itien d o todo á D . M an u el T re v iñ o , A to c h a 12 7 , d u p licad o , M ad rid , que es qu ien h a ce las veces de S e c re ta ­r io de la A g e n c ia P re s id e n cia ] en E sp a ñ a .

xipqéAgente Presidencial para España.

Campfér* 25 Agosto» 1911.

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i lo s m iem bros

de la “ Orden de la Estre lla de Orienta,,

¡Sa lu d , Contento, A c t iv id a d !

A migos y h erm an os, ¡y a lo sabéis! L o s tiem p os de S u retorn o se a p ro xim an .......D e n uevo se a cerca la ven ida del In stru c to r E s ­

p ir itu a l, del M aestro de C om p asión , d el C r is to .......H om b res debu en a v o lu n tad , ¡prep arém on os d ig n a m e n te p a ra re c ib irle !

P a r a ello , ab ram o s en n osotros S n C am in o de V e rd a d — que conduce á la V id a — , esp arcien d o por él las b lan cas y p erfu m ad as flores de la P u re z a con las a zu les y arom osas del S a crific io , para que Su P a z y S u A m o r p u ed an re co rrerle sin o b stácu lo ; p a ra que a sí, la P a z y e l A m o r— fru to s de la P u re z a y del S a c r i f i c i o - b rillen sobre el h az de la T ie r r a , com o dos soles re sp la n d e c ie n ­tes; p ara que Su b e n d ita L u z p en etre en los hum an os co ra zo n es, á m odo de lib erad o ra y fecu n d a sim ien te de au reas y frescas siem p revivas, de lotos in m o rta les: no de ro jas y sa n g rie n ta s am a­

polas, lu e go cá rd en as, lu ego secas y d e sh o ja d a s......

¡B ie n a v e n tu ra d o s los que a n tic ip ad a m e n te L e v iv a n en si,

porque ellos L e verán y L e recon ocerán !¡B ien a ven tu rad o s los que L e v e a n y L e reco n o zca n a tra v é s

de la rad ian te L u z de S u E s p ír itu , porq ue e llo s h a rá n S u p a rte á los p ordioseros del corazón y á los c ie g o s de la m ente!

B ie n a v e n tu ra d o s los que alimenten con S u ejem plo y los que iluminen con S u p a la b ra á los dem ás h o m b res, sus h erm an os, porque ellos esta rán á S u lad o en la O b ra cuando lle g u e el p ró ­xim o G ra n D ía— ¡sea con nosotros!— , cn yo s a lb orea se d ib u jan y a en el h o rizo n te del fu tu ro hum an o y se ab ren com o p éta lo s de una R o s a M ís t ic a sobre la in m en sid ad de la Cruz Z o d ia c a l... I

¡Hombres de sano corazón y de claro entendimiento, hombres

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h O <t> IA [ Septiembre

de fu erte vo lu n tad : prep arem os S n C am in o de S a lv a c ió n con la m uda elocu en cia de n u estros actos; oon el c lam o r u n án im e y en­tu s iá s tic o de n u estra s co n viccion es; con la p a c ie n te y p ro fu n d a seren idad de nu estro sacrificio !

. ¡Y a lü ’ir®is! C ie l° y T ie rra a n u n cian á d iario Su p ró x im a ve­n id a, S u re to rn o ......

¡S ea in cesan te la b o r n u estra silen cio sa pero fe rv ie n te oración!

¡ M irad !̂ ¡L o s h u m ild es le a g u a rd a n — com o en to n ces— su m i­dos, los m ás, en las horribles tinieblas de su dolor in exp licad o - luch an do, los m enos, en el abism o de la d esolación e s p ir itu a l...... !

¡Que no se a p ag u e en ellos la v iv ificad o ra L la m a de S u J u s­t ic ia !

¡Que no se borre de su a lm a el m ara v illo so sen tido de S u L e y !¡Q ue los poderosos d esp ierten de una v e z , y p a ra siem p re, a l

d iv in o en can to de S u P a la b ra!

¡Amaos unos A otkos!

tf. pusha y copenBsroeLona, Julio, 19U.

B I B L I O G R A F Í A

W . S c o t t -E ll lo t — U Perdida Lemuria, con dos mapas de la distribución de a superficie sólida de la tierra en diferentes periodos. Traducción directa del

inglés por Federico CJiment T errer, M. S. T .-B ib lio teca Orientalista - Bar- celona, ig j i.

Esta obra es la indispensable compañera de aquella otra del mismo autor u ada Historia de los Atlantes, á la cual debiera haber precedido por tratarse

en ella del «m ím ente anterior á la Atlántida. E l autor, en un conciso prefa­cio, nos explica el propósito que en su libro persigue, y nosotros nada más e ocuente encontramos para dar una nota precisa y breve de lo que es el libro por lo cual aquí lo copiamos: *

n o tic ie preclsamente p °r objeto dar nuevas y curiosasoticias acerca del perdido continente lemuriano y sus pobladores sino más

Í ^ Orr° b0rf ’ P0r; el A m o n i o de la Geología y P al^ n to lo S a asT co m íí t t H K S S F 0 rel Pr eS0 de la evoiución física de Iot reinos hife-otras obras a c J £ f A ? ' Ias afirnaaciones expuestas en La Doctrina Secreta y Otras ornas acerca de aquellas sumergidas tierras. > y

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BIBLIOGRAFÍAI 9 11 I 6«3

P ero n o se c r e a por esto que sólo e stá re serva d o e ste lib ro á e n co n tra r

una con firm ación en la G e o lo g ía y P a le o n to lo g ía , p u es, au n q u e en b reves

páginas» tam b ién se co n tien en p re ciso s é in teresan tes d a to s re feren tes á la

co n stitu ció n fís ica d e lo s lem u rian os, sus sen tid os, su m o ra l, su re lig ió n , m o ­

n um entos y ciu d ad es, su id iom a, sus in stru cto res, tem a s to d o s e llo s in te re sa n ­

tísim os q u e , a u n q u e e x p la n a d o s en p o cas lin e a s, d eterm in an m u ch os c o n c e p ­

tos y son v a lio so s p ara lo s estud ian tes.

Juan B ertrán y F fg u era * .— Emotividad y Salud, d isertació n leída por su autor, m édico hom eópata, en la sesión in au gu ral de la A cadem ia M édico- Homeopática de B arcelo n a en con m em oración de Sam uel H ahnem aan.— B ar­

celon a, i g n .

P a ra e x p o n e r e l c a rá c te r d e este lib ro y la fo rm a en q u e se d e sa rro lla el

tem a e le g id o , b a sta ría d e c ir q u e se trata d e un m é d ico h o m eó p a ta y teo so fista .

Pero m ás q u e esto d ic e el titu lo Emotividad y Salud, p ues es asu n to h a sta

h o y n o a b o rd a d o , q u e s e p a m o s, p or n in g ú n m é d ico , so b re to d o h a cien d o d e

e llo ud p un to d o c tr in a l, in teresan tísim o p a ra to d o s y e sp e c ia lm e n te p ara la

c ie n c ia m éd ica. A n te la g ra n e xte n sió n q u e a b a r c a este tem a, in c lu y e n d o sus

asp ectos: so cia l, m oral, p ato ló g ico , e tc ., se n os dirá q u e y a han s id o tra ta d o s,

estudiados y cu id a d o sa m en te d ia g n o stica d o s p o r otras e m in e n cia s m é d icas, lo

cual, si b ie n es c ierto , n o am in o ra e l in terés d e e sta d isertació n n i d esvirtú a

la a firm ación q u e h e m o s h e ch o d e p a re c e m o s n u ev a en este ca so . Y es q u e e l

Sr. B ertrá n y F ig u e ra s to c a to d o s estos asu n tos d e un m o d o n u e v o y o rig in a l,

dándoles tan g ra n in terés y p re se n tá n d o lo s d e tal form a, q u e p on e d e m a n i­

fiesto lo in ú tilm en te m an id o s y d e sa ce rta d a m e n te estu d ia d o s q u e h a sta ahora

estab an .

N o es e l a su n to d e la m o ra l y b u e n a s co stu m b res en su sen tid o c o m e n te

y vu lgar e l q u e a llí se trata; es a lg o m á s tra n sce n d en ta l, m ás ín tim o, m ás c a ­

pital en el in d iv id u o y c u y a p ertu rb a ció n ó to rcid o e m p le o co n d u ce á e v id e n ­

tes y h o n d a s m o d ificac io n e s en su p arte fís ica .

P ara n osotros, la e m o tiv id ad o cu p a un lu g ar tra n sce n d en te , es un a enfer­medad astral, y e l a u to r d e l lib ro lo sab e m u y bien. C o n o c ie n d o , p ues, sus

causas, sus e fe cto s en e l in d iv id u o m oral, y lo s m e d io s co rreg irlo s , y a s e e stá

en cam in o d e p o d e r tratar m ás c o n cie n zu d a m e n te d e e sta cu estió n , y si se

con sid eran cu e rd a m e n te , co m o un c a so p a to ló g ic o , p rever l o s trastorn os

físicos ó cu ra r lo s. C o m o co n se cu e n c ia d e e sta d o ctrin a, v ie n e su co m p lem e n to

sobre si la m e d ic in a h o m e o p á tica tien e m ed io s m ás a d ecu ad o s para actu ar en

la co n d ició n em otiv a d e l in d ivid u o . A ú n están en esto d iv id id as la s op in ion es;

pero, en tan to se d ilu cid a , q u ed ará sen tad o so b re b a se firm e cu a n to se e x p o n e

en Emotividad y Salud.

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6 i 4 £ 0 <Í>1 A [S e p t ie m b r e

W . S c « tt« E llio t .— Historia de los Atlantes, bosquejo geográfico, histórico y etnográfico, ¡lustrado con cuatro mapas de la configuración del mundo en di­ferentes períodos; con un prefacio de A. P. Sinnet.—Segunda edición.—Bi­blioteca Orientalista.—Barcelona, 1911.

L a ra p id ez co n que fué a g o ta d a la prim era e d ic ió n d e esta in teresan te y

su gestiva o b ra , es y a u n a va lio sa re co m e n d a ció n p ara a q u ello s d e n uestros

lec to res q u e n o h a n te n id o o ca sió n d e leerla , H a c e a lgu n o s añ o s q u e se h a c ía

n e ce sa r io re im p rim irla , s ien d o m u ch o s Iob q u e so lic ita b a n e jem p lares y se

v e ía n co n trariad o s a l n o p o d erlo s e n co n tra r á cu a lq u ie r p recio . H o y lleg ó y a

la h o ra en q u e p u ed en sa tis fa ce r sus p lau sib le s d e se o s , p ues en e lla e n co n tra ­

rán a q u e llo s d atos re feren tes á un co n tin en te d e sa p a re c id o y á la raza q u e en

é l m o rab a, sa c a d o s d e lo s a n a les a rc a ic o s y co te ja d o s c o n a q u e llo s o tros d e

q u e d isp on e la c ie n c ia o fic ia l. N o h em os d e re p ro d u cir a q u í los p lá ce m es y

e lo g io s q u e m e re ció siem p re este lib ro , ni lo s d e q u e fué o b je to la prim era

ed ic ió n en esp añ o l; y a n o n e c e s ita in vo ca rse estos testim onios, cu a n d o d e to ­

d os es c o n o c id o , si n o el d e ta lle de la o b ra , e l é x ito a lc a n za d o y e l asu n to d e

q u e trata , tan fe lizm en te d e sa rro lla d o en sus p ág in as,

P o r n u estra p arte, n o s c o m p la ce m o s en av isar, á to d o s cu a n to s n os p re ­

gu n tab an p or e lla , e l q u e y a h a a p a re c id o la seg u n d a ed ic ió n .

H. t .

P O R L A S R E V I S T A S

•B oletíndendyar» Notas del Cuartel General.—F ot todas partéala tournee de nuestro Presidente ha despertado gran

interés, dentro y fuera de los Centros teosóficos, y especialmente su conferencia dada en París, en La Sorbonne, sobre «El Mensaje de Giordano Bruno al Mundo moderno», ha sido un éxito que superó á cuanto se esperaba.

La Tabla Redonda. Apuntes de la reunión celebrada por los Caba­lleros y Compañeros de dicha Asociación en el Centro Teosófico de Londres, el 28 de Mayo último, para saludar á su protector Alcione. Ls una Asociación de jóvenes, y Alcione Ies hizo una alocución pre­via al discurso de A. Besant, pero antea fueron leídos por esta misma los versos dedicados á Alcione por Píndaro, y que hemos publicado en Sophia de Agosto. Entre otraB cosas dijo, Mine, Besant: «Hermosísima cosa es el haber nacido diez ó quince años atrás, de tal suerte que ha­bréis llegado á ser, hombres y mujeres, precisamente al punto en que muchos de los Maestros vendrán al mundo, y por encima de todos el gran Maestro, el Señor Maitreya.»

Su Maestro, por Kate Browning, que próximamente publicaremos en Sophia.

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POR LAS REVISTASI 9I l ] 615

Un libro antiguo de extraño origen: La ciencia de la palabra sagra­da por Bhagavan Das. Un joven pandit de apenas veinte años, ciego de ambos ojos, y llevando en su memoria «un cúmulo de literatura sánscrita, equivalente, en volumen, á unos treinta Makabharatas». Tal es el maravilloso sujeto, de cuyas vastas acumulaciones mentales ha podido rastrojear Babu Bhagavan Das esta perla de sabiduría, e lP m - nava- Vada, la Ciencia del Sonido. El pandit Dhanaraja aparece como un fantasma en las sombras de entre dos mundos: el mundo de videntes de la Verdad y el mundo nuevo de indagadores, según lo que ellos creen ser la Verdad. Cuán grande sea la diferencia entre ambos, sólo un libro como éste puede revelarlo, al compararlo con la obra de los pensadores de hoy, aun los más avanzados. En verdad fué solícita la suerte que proporcionó á Bhagavan Das, en el frágil casco de una hu­mana memoria, uno de los muy anhelados puentes que salvan los hue­cos tan desconcertantes de la literatura sánscrita. Para aquellos que saben ó siquiera sólo creen que los Sabios de la India antigua vieron con visión directa y sin velos en el corazón de las cosas, este libro es un verdadero tesoro. El Pranava- Vada es un libro que moldeará en gran manera la era nueva que ahora se abre entre nosotros. ¿Cuál es su utilidad inmediata para los estudiantes de Teosofía? Esclarecer nuestros horizontes mental y espiritual. Sus luminosas exposiciones de los hechos fundamentales de la vida y de su relación con las leyes cósmicas no pueden dejar de asistirnos si las aplicamos á la delinca­ción de las reglas de moral y ética, por medio de las cuales la Huma - nidad se orienta en el sendero de la evolución. En toda nuestra litera­tura teosófica no se hallará ninguna más brillante confirmación de La Doctrina Secreta que el Pranava-Vada. Estas son las palabras con que se expresa la firmante de esta reseña, Josephine Ransom.

Una rectificación, por 0. W. Leadbeater. En el artículo Fundación de religiones se dijo que el Maestro K. H. no se hallaba en la tierra al mismo tiempo que el Buddha. Lo exacto es que sus labores respectivas no fueron contemporáneas; pero en vida del Buddha, y poco antes de su muerte, fué el joven Pitágoras á visitarle á la India.

Teosofía en Finlandia, por T. V. Frente á los grandes progresos que hace la Teosofía en Finlandia, una cosa es de notar en compara­ción con los demás países, y es que aquí el movimiento se desarrolla muy especialmente entre las clases humildes. Muchos extranjeros se han maravillado al encontrar varias de las más eostosaB publicaciones teosóficas sobre las mesas de pobres obreros. Esto se comprende fácil­mente si se tiene en cuenta que el pueblo Finnés pertenece á la sépti­ma subraza de la cuarta raza, y si bien la cultura moderna de los de la quinta raza ha penetrado en dicho pueblo, éste ha conservado aque­lla sostenida y serena fe en lo espiritual,-que era característica de los Finneses de tiempos remotos.

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6¡6 £ 0 4 > IA [Septiembre

De m i libro de notas, por Félix. Cita artículos do periódicos refe­rentes á Mme. Besant, que ya Sophia ha dado á conocer en bu último número. Además, cita un caso reciente de haber sido utilizada la cla­rividencia como medio de prueba en justicia para sentenciar á un cri­minal inconfeso en Nueva York. Fué éste conducido ante una clarivi­dente, Mme. Girará, y mientras ésta le psicomefcrizaba, dos detectives sj observaban el efecto producido sobre él. Fuó tan gráfica la visión del j

crimen que el detenido, azorado, confesó. Luego, sin embargo, ante j el tribunal argüyó que la confesión le había sido extraída en estado de s trance; pero, no obstante, fué declarado culpable y sentenciado.

o- P.

«The vahan*. Loa- Comienza el número de la Revista con la carta de área. Agosto. W ti. ^ nn¿e jjesant y ]a otra de A. P . Sinnet, que hemospublicado en S o ph ia de Agosto.—Discurso de la Presidenta en la Con­vención armal de la S. T. en Inglaterra. Encierra esta oración prove­chosísimas lecciones para nuestros hermanos, y oportunamente se pu­blicará su traducción en So p h ia .— La Coronación. Es un escrito de Mrs. Marie Ruasak, describiendo el aspecto que presentaba Londres en las fiestas de la Coronación de los Reyes de Inglaterra, desde el punto de vista del plano astral.—E l Congreso de Qénova. Publica su programa y condiciones.—La escuela estival de la 8. T. Se reseñan su s ' actividades y anuncian otras nuevas. — Correspondencia.— La visita presidencial, artículo elogiástico del editor, en que se da la bienvenida á Mr. Sinnet, se da cuenta de las notabilidades teosóficas reunidas ahora en Inglaterra y se apoya la ¡dea expuesta por Mrs. Annie Besant en su discurso á la última Convención anual, referente á la construcción de edificios propios para Cuartel general de la S. T. en Inglaterra, siguiendo el ejemplo dado por la sección escocesa.—El res­to del sumario interesa casi únicamente al movimiento teoaófico en In ­glaterra y sus numerosas y bien dirigidas actividades.

a. a. h .

T h e T h e o » o « Sumario: Un estudio sobre Karma, por AnnieBe-phi«t>. ndyar. gant.—La Urania de la opinión pública, por C. W . Agosto, 1911. Leadbeater.—Johannesburg, 1905, poema, por Isa­

bel Foulkes.—Catolicismo, por el Dr. Alta.— The Ground o f Appea- rances, por el Dr. F . Otto Schráder.—Rasgaduras en el Velo del Tiem­po. La vida XY de Orion. — La campanilla fantástica, poema, por L. N .—Investigaciones sobre las primeras Rondas, por C. Jíuarájadása. Correspondencia.—Epidemia y ratas, por el Dr. E. Mariette. - Algunas recientes criticas de la Teosofía, por Joan van Manen, etc., etc.

T.

Artes Gráficas. J. Palacios. Arcual, Sfí.—Madrid.

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S O P H ! A Ttosófiu»

BERILIO(Un átomo químico.)

Q u ím ic a O c u l t a Lámina 4.