La pastoral en un mundo postmoderno

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LA PASTORAL EN UN MUNDO POST – MODERNO

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LA PASTORAL EN UN MUNDO POST –

MODERNO

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Ahora que sabíamos todas las respuestas, cómo fue que nos cambiaron las preguntas!

No estamos en una época de cambios sino en un CAMBIO DE ÉPOCA.

En el siglo VII, se produce la transición de la antigüedad a la Cristiandad. En el Siglo XVI se da el paso de la Cristiandad a la modernidad.

En la mitad del siglo XX empezamos a pasar de la modernidad a la post-modernidad.

Las nuevas preguntas desconciertan porque descartan las viejas respuestas. Nos meten en la perplejidadporque es lo Nuevo lo que es necesario crear y no continuar dando respuestas a preguntas que nadie nos hace.

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ANTE LA PERPLEJIDAD TRES POSTURAS SON POSIBLES

1. Fundamentalismo: Revitalizar el pasado, haciendo de el un refugio en una visión retrospectiva de la historia. Son los que se empeñan en repetir el pasado de un mundo que ya no existe.

2. Emocionalismo: Buscar sobrevivir en el inmediatismo del presente, creando un mundo virtual emotivo, por una visión catastrófica de la realidad. Son los que se refugian en lo instantáneo de la experiencia emocional.

3. Profetismo: Es la fidelidad al presente, revitalizar el pasado como fuente, proyectando un futuro mejor en una visión prospectiva de la historia. Son los que proféticamente ensayan nuevas respuestas a las nuevas preguntas.

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Descuidar las nuevas preguntas es estar condenado a dar falsas respuestas.

La Iglesia muchas veces usa un leguaje pre-moderno para hablar a personas post-modernas. Esto dificulta el entendimiento de las preguntas pues no se entra en el horizonte de la razón hermenéutica. La razón es interpretativa y el hecho de interpretar es un hecho cultural. El gran desafío es el de pertenecer siempre a su tiempo en el sentido de interpretar, comunicar y actuar dentro de los paradigmas de la propia época. Sin hermenéutica, la Palabra de Dios deja de ser VIDA para nosotros hoy.

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Mas importante que conocer las respuestas es identificar las verdaderas preguntas. Las buenas respuestas dependen de la comprensión de las preguntas reales. Si no hacemos esto corremos el peligro de que nuestra acción pastoral sea una acción poco profesional: aplicación de determinadas recetas – ortodoxias preestablecidas- que llevan tiempo sin dar en el clavo.

Las buenas ideas no caen del cielo, brotan de la realidad. Para eso es preciso saber leer la realidad, los signos de los tiempos, dejar que el Espíritu de Dios actúe a través de nosotros.

Primero dejándose sorprender por ella, por una capacidad de admiración, de conversión a la realidad. No hay fidelidad al Evangelio sin fidelidad a la realidad ya que Nuestro Dios, es el Dios de la historia, que se revela en la vida. El libro de la Biblia es el segundo libro, el primero es el libro de la vida. el segundo nos fue dado para saber comprender, descifrar, interpretar el primero.

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En segundo lugar , es preciso reconocer la contribución de las ciencias, pues aún en la fe la realidad es opaca. Muchas veces olvidamos que la pastoral es una acción humana, sujeta a las mismas contingencias de cualquier acción humana, aunque realizada en el Espíritu y atravesada por la gracia, Dios respeta nuestra libertad y necesita de nuestra libre colaboración. Si no hacemos lo que debemos hacer, Dios no hará lo imposible.

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En una sociedad consumista, creadora de falsas necesidades, hay todo un mercado religioso que busca hacer de Dios un objeto de deseos, muchas veces egoístas. Entonces, frente a nuevas preguntas se ofrecen falsas respuestas.

Tercero, es preciso aceptar no solo la historia, sino también su radical ambigüedad. Es preciso un discernimiento, sereno y competente, respetuoso y prudente. Lo que solo es posible desde determinados lugares. Hay ciertos lugares o estado de vida que impiden ver la realidad. Sobre todo cuando no se quiere cambiar. Solo es posible conocer la realidad cuando se está dispuesto a cambiarse a sí mismo y cambiar el mundo.

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La Iglesia necesita descentrarse de sus problemas internos y abrazar las grandes banderas de la

humanidad que son banderas evangélicas ya que el ser humano es el camino de la Iglesia “El pueblo de Dios

comparte el mismo destino de la humanidad”.

La Iglesia no tiene otra misión que servir a su Dios, sirviendo a la persona humana a partir de los mas pobres.

No podemos perder de vista lo siguiente:

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“Las grandes conquistas de la humanidad, en los últimos años, se dieron fuera de la Iglesia, en gran medida contra la Iglesia, pero fundadas en valores evangélicos” como: los derechos humanos, la democracia, la ecología, la emancipación de la mujer, la tolerancia, la auténtica globalización y el diálogo en un mundo cada vez más plural. La Iglesia no pude continuar llegando siempre tarde. Nos falta el profetismo.

Los grandes desafíos para la Iglesia en este momento parecen ser tres:1. La nueva racionalidad: La crisis de la razón, la razón débil exige la recepción de nuevos tipos de razón: emocional, experimental, intuitiva, comunicativa, dialógica, interpretativa. Urge integrar, en la inteligencia de la fe, la alteridad como gratuidad y la dimensión sabática de la existencia. Es necesario superar el utilitarismo moderno.

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2. El creciente mundo de la insignificancia, de lo invisible, con los nuevo rostros de los pobres: El mundo insignificante nos desafía para ampliar la idea de pobre. Fuera de la pobreza económica cada día hay más pobres por razones de género, edad, cultura, etnia...

El pobre no es solo el oprimido, sino también el gran grupo de excluidos de los cuales la sociedad prescinde pues ni producen ni consumen. De la “Teoría de la dependencia” pasamos a “la teoría de la exclusión”. Dar respuestas a esto es “conditio sine qua non” para no dar razón a la crítica de la religión como alineación. Y no basta una caridad despolitizada como decía Pablo VI, frente a una realidad de extrema injusticia se impone una realidad de extrema justicia en sintonía con todos los hombres de buena voluntad.

Cada vez tomamos más conciencia de que las cosas más importantes de la vida son aquellas que “no sirven para nada”. No podemos reducir a Dios a algo útil, Dios no puede ser alguien útil.

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La primera tarea de una religión digna de Dios es “dejar a Dios ser Dios”. Dios, muchas veces, viene en contravía. Llega cuando la gente ya no lo esperaba.

3. El pluralismo cultural y religioso: Debemos abrirnos a lo diferente como única garantía de continuar a ser siempre el mismo, de preservar nuestra propia identidad. La Iglesia tiene que estar en continuo cambio para ser siempre la misma pues toda tradición arrastra consigo los efectos de su historia. LA TRADICIÓN con mayúsculas es la historia del Espíritu Santo en la historia del pueblo de Dios.

Las nuevas preguntas nos llevan a la necesidad de re-programar la misión, de acuerdo a ella deber ser la institución, sus estructuras. El tipo de odre depende del tipo de vino, de ahí la urgencia de una evangelización inculturada.

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CONCLUSIÓN

El Concilio Vaticano II descentró la Iglesia de sí misma y la centró en el Reino de Dios... la Iglesia volvió a ser sacramento del Reino, antes era el absoluto, todo estabacentrado en la Iglesia. La Iglesia se descentró hacia la gracia de Dios y se re-centró hacia el pueblo de Dios, antes centrada en la jerarquía. Ahora la comunidad creyente se volvió a lo central. Se descentró de sí misma para re-centrarse en el Reino de Dios, “Buscad el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura” Mt6,33. Es el criterio fundamental de toda acción pastoral.