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La parroquia de S an Mateo de Jerez de la Frontera Javier E. Jiménez López de Eguileta (editor) HISTORIA, ARTE Y ARQUITECTURA

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Enclavada en un barrio de solera y personalidad inconfundibles, la parroquia de San Mateo es al mismo tiempo uno de los más destacados núcleos devocionales y uno de los grandes conjuntos histórico-artísticos de su ciudad. Son ya más de tres siglos los que la Hermandad del Desconsuelo, popular y señorial por igual, lleva en su sede canónica despertando en las sucesivas generaciones de jereza-nos profunda devoción hacia sus espléndidas sagradas imágenes titulares. Y son nada menos que ocho centurias las que la collación creada por Alfonso X el Sa-bio viene contemplando cómo un edi�cio probablemente modesto en origen va viviendo sucesivas adiciones, reformas, proyectos ambiciosos nunca llegados a completar, serios deterioros, catástrofes naturales, largos olvidos y –a lo largo de estos últimos lustros– felices recuperaciones que lo convierten en una suma de partes no siempre armoniosamente integradas, a veces de difícil interpretación tanto para el visitante como para el especialista, pero llena de interés en su fas-cinante sucesión de elementos góticos, mudéjares, tardogóticos, renacentistas y barrocos, amén lógicamente del rico patrimonio mobiliar acumulado a lo largo de los siglos, empezando por su soberbio retablo mayor. De todas estas cuestio-nes y muchas más, incluyendo diferentes aspectos de la relación entre parroquia y feligresía, nos habla una nómina de nada menos que veintitrés especialistas que abordan la enorme variedad de contenidos haciendo uso de una gama no menos amplia de disciplinas cientí�cas, incluyendo tanto la excavación arqueológica como el rastreo documental, el análisis de las formas artísticas como la contex-tualización social, el estudio de la liturgia como la catalogación de los fondos documentales y de la heráldica. Con el aporte de una gran cantidad de material inédito, de análisis por completo novedosos por su temática o por su enfoque, y abriendo el camino a nuevas investigaciones que en el futuro podrán abundar más aún en la importancia de la parroquia, este insólito proyecto editorial, sin precedente alguno en la ciudad, aspira a convertirse en referente ineludible a la hora de adentrarse en los numerosos secretos que encierra esta joya artística y

espiritual de Jerez de la Frontera.

La parroquia deSan Mateo

de Jerez de la Frontera

Javier E. Jiménez López de Eguileta(editor)

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HISTORIA, ARTE Y ARQUITECTURA

Juan Abellán PérezMaría de los Ángeles Álvarez LunaFernando Aroca VicentiManuel Barroso BecerraJuan Fernando Bernal González David CaramazanaGonzalo Castro MorenoDomingo Gil BaroJosé María Guerrero VegaJavier E. Jiménez López de EguiletaFernando López Vargas-MachucaJosé Manuel Moreno AranaJuan Antonio Moreno AranaManuel Carlos Ordás de ArandaAgustín R. Pina CalleFrancisco Pinto PuertoPablo J. Pomar RodilManuel Romero BejaranoRaúl Romero MedinaAntonio de la Rosa MateosEnrique José Ruiz PilaresJavier Serrano PinteñoRaquel Utrera Burgal

La Venerable y Real Hermandad Sacramental y Archicofradía del Silencio de Nuestro Pa-dre y Señor de las Penas, María Santísima del Desconsuelo, San Juan Evangelista y San Blas, establecida canónicamente en la Iglesia Parroquial de San Mateo, fue fundada el 26 de mayo de 1712, siendo apro-badas sus primitivas reglas el 17 de marzo de 1713. Una década después comienza a construir capilla propia en el templo del Evangelista gracias a las donaciones de los numerosos devotos de sus imágenes titulares, el Señor de la Penas y María Santísima del Desconsuelo, atribuidas, junto con la de San Juan, al escultor Ignacio López. Des-de estos momentos conocerá la cofradía un signi�cativo esplendor que durará, como en el resto de corporaciones religiosas de la ciudad, hasta la segunda mitad del siglo XIX, en que se sume en un serio proceso de decadencia. Aunque entretanto se producen diversos intentos para reorganizarla, no será hasta 1923 cuando la hermandad se recupere de�nitivamente de su letargo y comience una época dorada, que ya no abandonará. El 4 de marzo de 1955 se unirá, incluso, a la antigua Hermandad Sacra-mental de la parroquia, cuyos orígenes se remontan al siglo XVI. Otro de sus principales hitos ha sido el aban-deramiento de la restauración del edi�cio en los albores del siglo XXI. Salvado el mismo de la ruina que le ame-nazaba, la Cofradía de San Mateo patrocina ahora esta obra historiográ�ca que, con su amplio espectro de temas abordados a través de un poliédrico enfoque multidisci-plinar, esperamos se convierta en un auténtico referente para los estudios sobre Historia, Arte y Arquitectura de los ricos templos jerezanos.

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Javier E. Jiménez López de Eguileta (editor)

Murcia, 2018

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1ª Edición 2018

Reservados todos los derechos. De acuerdo con la legislación vigente, y bajo las san-ciones en ella previstas, queda totalmente prohibida la reproducción y/o transmi-sión parcial o total de este libro, por procedimientos mecánicos o electrónicos, incluyendo fotocopia, grabación magnética, óptica o cualesquiera otros procedi-mientos que la técnica permita o pueda permitir en el futuro, sin la expresa autoriza-ción por escrito de los propietarios del copyright.

© Universidad de Murcia, Servicio de Publicaciones, 2018 Campus de Espinardo. 30100-MURCIA

Patrocinan: Fundación Unicaja y González Byass © Javier E. Jiménez López de Eguileta (editor), 2018 © De los textos, sus autores, 2018 © Fotografías, José Contreras Sánchez, 2018

ISBN: 978-84-17157-42-5 Depósito Legal: MU-915-2018

Impreso en España - Printed in Spain

Diseño de interior, diseño de cubierta y maquetación: Fernando Fernández • ed-Libros • 625 06 02 19

Imprime: Pinelo. artes gráficas. Sevilla. 954 39 25 46

La parroquia de San Mateo de Jerez de la Frontera : historia, arte y arquitectura / Javier E. Jiménez López de Eguileta (editor).-- Murcia : Universidad de Murcia. Servicio de Publicaciones, 2018.

988 p.-- (Editum) I.S.B.N.: 978-84-17157-42-5

Arquitectura religiosa-Andalucía. Arte-Andalucía-Historia. Jerez de la Frontera-Historia. Jiménez López de Eguileta, Javier Universidad de Murcia. Servicio de Publicaciones.

94(460.355 Jerez) 726(460.355 Jerez)

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SUMARIO

Introducción del editor ............................................................................................... 19

Parte ILa Edad Media: Iglesia y collación

Capítulo 1 Los jurados jerezanos de la parroquia de San Mateo en el siglo XV .................. 31

Juan Abellán Pérez

Capítulo 2 La «voz» de la collación: los diputados de San Mateo en el siglo XV ............ 43

Enrique José Ruiz Pilares

Capítulo 3 La religiosidad de los jerezanos durante el reinado de los Reyes Católicos: los vecinos de San Mateo y sus testamentos ........................................................... 61

Javier E. Jiménez López de Eguileta

Capítulo 4 La crónica de Diego Gómez Salido, beneficiado de la iglesia parroquial de San Mateo de Jerez ....................................................................................................... 79

Juan Antonio Moreno Arana

Capítulo 5 El Hospital de San Blas en San Mateo ..................................................................... 107

Javier Serrano Pinteño

Capítulo 6 La iglesia de San Ildefonso ......................................................................................... 145

María de los Ángeles Álvarez Luna, Fernando Aroca Vicenti, José María Guerrero Vega y Manuel Romero Bejarano

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Parte IIEl templo y sus arquitecturas

Capítulo 7 El primer San Mateo y sus capillas: una lectura de su proceso evolutivo .......... 161

José María Guerrero Vega

Capítulo 8 San Mateo en la Edad Media: propuestas interpretativas .................................... 193

Fernando López Vargas-Machuca

Capítulo 9 Gótico y Renacimiento en San Mateo ..................................................................... 243

Manuel Romero Bejarano

Capítulo 10 Las bóvedas tardogóticas de San Mateo. Análisis formal y constructivo ......... 323

Francisco Pinto Puerto y Manuel Barroso Becerra

Capítulo 11 A propósito de la inscripción de la fachada principal de la iglesia de San Mateo y el maestro Alonso Rodríguez ..................................................................... 385

Raúl Romero Medina y Manuel Romero Bejarano

Capítulo 12 La parroquia y el barrio de San Mateo en el siglo XVIII ..................................... 395

Fernando Aroca Vicenti

Parte IIICulto, heráldica y artes plásticas

Capítulo 13 El primitivo retablo mayor de San Mateo de Jerez de la Frontera y la escultura renacentista en madera de su parroquia ................................................. 439

David Caramazana Malia

Capítulo 14 Retablos y esculturas barrocos de la iglesia de San Mateo ................................... 467

José Manuel Moreno Arana

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Capítulo 15 «El medio de adquirir feligreses». Liturgia parroquial y espacio arquitectónico en la iglesia de San Mateo de Jerez de la Frontera ...................... 505

Pablo J. Pomar Rodil

Capítulo 16 Las armerías del templo de San Mateo .................................................................... 547

Manuel Carlos Ordás de Aranda

Capítulo 17 La muerte en la sociedad jerezana medieval y postmedieval: el cementerio parroquial y la epigrafía funeraria y conmemorativa del templo de San Mateo .............................................................. 579

Gonzalo Castro Moreno

Capítulo 18 La Cofradía de San Mateo: historia y patrimonio artístico ................................ 615

Antonio de la Rosa Mateos

Parte IVLas restauraciones del templo

Capítulo 19 Aproximación al conocimiento de la iglesia de San Mateo a través de la documentación gráfica: las últimas intervenciones de restauración .................. 679

Manuel Barroso Becerra

Capítulo 20 Obra de restauración de la Capilla del Sagrario ..................................................... 785

Juan Fernando Bernal González, Raquel Utrera Burgal y Agustín Pina Calle

Capítulo 21 Meditaciones sobre una máscara que nunca existió .............................................. 845

Manuel Romero Bejarano

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Parte VProyección historiográfica

Capítulo 22 Catálogo de los Fondos Documental, Bibliográfico y Musical de la Parroquia San Mateo conservados en el Archivo Histórico Diocesano de Jerez de la Frontera ............................................................................. 851

Domingo Gil Baro

Capítulo 23 Catálogo de los Fondos Documentales de la Parroquia de San Mateo transferidos desde el Archivo Metropolitano de Sevilla al Archivo Histórico Diocesano de Jerez de la Frontera .......................................... 887

Domingo Gil Baro

Proceso de transformación de la fábrica de San Mateo ........................................ 937

Bibliografía .................................................................................................................... 943

Nota biográfica de los autores.................................................................................... 973

Laudatio ......................................................................................................................... 983

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505Culto, heráldica y artes plásticas

Capítulo 15 «El medio de adquirir feligreses». Liturgia parroquial y espacio arquitectónico en la iglesia de San Mateo de Jerez de la Frontera

Pablo J. Pomar Rodil

Introducción

A finales del siglo XIX, se quejaba don Luis Pérez de Grandallana en su obra sobre los monumentos de Jerez de la completa falta de noticias documentales que le había impedido componer la historia constructiva de la parroquia de San Mateo, añadiendo al lamento que «esta absoluta carencia de datos nos trae a la memoria la creencia vulgar que dice fue San Mateo “obra de Ángeles”»1. Qué duda cabe de que esta intervención celestial no sería sino un mero recurso lite-rario, una captatio benevolentiae que permitió entonces al historiador arcense excusarse ante el lector, al igual que ahora a nosotros nos sirve de sugestivo ins-trumento con el que atraer su atención. Sin embargo, el que racionalmente debamos descartar la participación angélica en el proceso constructivo de esta gran empresa gótica, no implica que en un plano trascendente podamos tam-bién hacerlo en relación con la vida del templo. Desde luego no sería esa la per-cepción de unos beneficiados que durante siglos dispusieron que se pintasen y esculpiesen imágenes de ángeles para el coro, el sagrario o el altar, prestando

1. Luis de Grandallana y Zapata, Noticia histórico-artística de algunos de los principales monumentos de Jerez ilustrada con noticias inéditas, Jerez de la Frontera, Gautier, 1885, p. 59.

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apariencia corpórea a las intangibles criaturas celestes que se harían espiritual-mente presentes en las ceremonias litúrgicas que a diario acontecían en los dis-tintos ámbitos arquitectónicos, y cuyo apretado análisis constituye el objeto de estas líneas. Y es que, como dijo Joaquín Lorenzo Villanueva, «quando se celebra la Misa, baxan al templo exércitos de Ángeles, los quales con reverencia profundísima, con atención y devoción celestial alaban, festejan y honran por mil maneras a nuestro Señor Jesu Christo»2.

También ha sido recurrente en la historiografía jerezana aludir a la pobreza de la fábrica de San Mateo como constante medular que condiciona su esfor-zada historia constructiva y artística a partir del siglo XVI3. Esta última no será sino reflejo de una vitalidad cultual sostenida en el tiempo pese a las adversi-dades a que esa estrechez económica sometía, y que al mismo tiempo parecía a los beneficiados parroquiales el mejor antídoto para combatir aquella endé-mica despoblación, según se desprende del memorial que elevaron al arzobispo

2. Joaquín Lorenzo Villanueva, De la reverencia con que se debe asistir a la Misa y de las faltas que en esto se cometen, Madrid, Imprenta Real, 1791, p. 31.

3. Parece que hasta el siglo XVI la collación gozó de una singular pujanza por el crecido número de nobles asentados en ella, pero con posterioridad fue quedando despoblada, lo que repercutió perjudicialmente en la fábrica del edificio. Lo explica bien el padre Rallón al señalar que su extraordinaria nave se comenzó «antes de que los arrabales hubiesen crecido y cuando el comercio estaba en el mercado, que es una plaza muy capaz que cae junto a la misma iglesia. Mudose a la plaza del Arenal y quedose la iglesia sin acabar; es su fábrica pobre». Pocos años más tarde, en 1673, don Gonzalo de Mier y Barreda, visitador general del arzobispado, inci-dirá en el mismo sentido al señalar que «esta iglesia y su fábrica fue muy rica y al presente es muy pobre por haberse caído las más casas del distrito y no haber labradores en él sino sólo muy pocos». La lamentable situación económica de la fábrica parroquial, fruto del movimiento demográfico y urbanístico mencionado, se mantuvo en el tiempo y así, en 1778, el visitador don Antonio José Montalvo volvería sobre el asunto casi en idénticos términos que su colega de la centuria precedente, afirmando que la collación de San Mateo «hoy está mui despoblada por haberse extendido la población por la parte de las parroquias de San Miguel y San Thiago que están extramuros, habiendo abandonado las antiguas soberbias casas que tenían las prin-cipales familias en esta y otras parroquias antiguas, por mudarse a las modernas». Lo vuelve a repetir posteriormente el obispo de Licópolis, don Manuel Cayetano Muñoz, quien en cali-dad de obispo auxiliar de Sevilla, visitó la fábrica en 1803. El prelado recuerda en su informe que «La parroquia de San Mateo está bien reparada recientemente en su arquitectura, que es excelente, pero es yglesia mui pobre en el día por haberse retirado de aquella collación todos los labradores que servían de utilidad a su fabrica». Fray Esteban Rallón, Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera y de los reyes que la dominaron desde su primera fundación [ca. 1660], vol. IV, Cádiz, Universidad de Cádiz, 2006, p. 131; Archivo General del Arzobispado de Sevi-lla (en adelante AGAS), Sec. II, visitas, legs. 1443, s./f.; 1399, s./f. y 1524, s./f.

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Culto, heráldica y artes plásticas

en 1717 solicitando permiso para hacer un nuevo recinto coral, pues afirmaron que estas obras se emprendían «deseando la mayor decencia y adorno de dicha iglesia, que es el medio de adquirir feligreses»4. Pero para el mantenimiento de la dignidad del culto no sólo bastaba este decoroso desarrollo artístico y arqui-tectónico, sino también un personal eclesiástico y civil suficiente para su nor-mal desarrollo. Así, sabemos que San Mateo, que disponía durante los siglos XVII y XVIII de cuatro beneficios y un curato, contaba con una quincena de clérigos entre presbíteros, minoristas y tonsurados, algunos de los cuales ejer-cían los oficios de cura, mayordomo y sacristanes mayor y menor5. Además, consta por los libros de cuentas la presencia de monaguillos, lavandera y otros empleos del servicio de la fábrica que colaborarían en el mantenimiento del culto solemne que, como emulación del colegial y catedralicio, se acostum-braba a celebrar en las grandes parroquias del arzobispado hispalense y que sería el protagonista cotidiano de la vida litúrgica de los espacios arquitectóni-cos sobre los que nos ocuparemos a continuación6.

1. El presbiterio

El espacio más significativo de cualquier templo desde el punto de vista litúr-gico, y por ello también casi siempre desde el arquitectónico y suntuario, es su presbiterio, pues alberga el altar sobre el cual el sacerdote celebra la misa que renueva incruentamente el sacrificio de Cristo en la cruz. Nada sabemos acerca de cómo se materializaba en el primitivo San Mateo medieval el tratamiento arquitectónico y espacial diferenciado que tan alta función litúrgica exigía7.

4. Este memorial, que reproducimos íntegramente en el Apéndice Documental (doc. 1), se encuentra asentado en el Archivo Histórico Diocesano de Jerez de la Frontera (en adelante AHDJF), Fondo Hispalense, Jerez de la Frontera, Ordinario, Caja 61, doc. 48. Recientemente ya hicimos mención de su existencia en Pablo J. Pomar Rodil, “Los feligre-ses y el templo. Espacio arquitectónico, liturgia y cura de almas”, en Fernando Pérez Mulet (coord.) y Fernando Aroca Vicenti (coord.), Nuevas aportaciones a la Historia del Arte en Jerez de la Frontera y su entorno, Cádiz, Editorial UCA, 2016, p. 104.

5. Manuel Martín Riego, “El clero parroquial de la vicaría de Jerez en el siglo XVIII”, Trivium, 6 (1994), pp. 170-178.

6. AGAS, Sec. II, visitas, leg. 1443, s./f.7. En cualquier caso, sobre el San Mateo medieval, cuyo presbiterio quedaría acaso defi-

nido por un sencillo ábside gótico añadido a la mezquita preexistente, remitimos en este libro a los capítulos de José María Guerrero Vega, “El primer San Mateo y sus capillas: una lectura

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Tampoco conocemos con precisión cómo debió de quedar configurado en su inicio el de la fábrica tardogótica que data de hacia 15298. Suponemos que ya desde origen contaría con una elevación notable, similar a la que hoy podemos apreciar, en virtud de la cota del sagrario mural, que obviamente debía estar a mano, así como por el testimonio del visitador Mier y Barreda, que afirmó en 1673 que para subir al presbiterio «hay nueve gradas espaciosas»9. Ahora bien, de la certeza de que entre el presbiterio y la capilla Villavicencio se encontraba la hoy desaparecida portada de la sacristía, se deduce necesariamente un espacio más estrecho respecto de cuanto lo es en la actualidad, a pesar de lo cual resulta-ría desahogado, «muy capaz» en palabras de Mier y Barreda10. La explicación de esta paradoja podría encontrarse en que su altar estaría presumiblemente dotado de un retablo relativamente pequeño (fig. 15.1), acaso de los llamados de batea, que apenas avanzaría en dirección a la nave y cuya anchura excedería escasamente la de la mesa de altar, como parece poner de manifiesto la presencia en el testero, hacia el lado del evangelio, del sagrario mural, que vuelve a ser un indicador fiable al respecto dado que obviamente debía de estar entonces visi-ble y accesible11. Documentada la presencia en el templo del entallador Fran-cisco de Ortega I durante la primera mitad del siglo XVI, a él podría atribuirse muy probablemente este altar, que los visitadores Gonzalo de Mier y, posterior-mente, Juan Bejarano, describieron como una compostura de lienzos de pincel unidos con marcos dorados y un nicho central con la imagen del titular12.

de su proceso evolutivo” y Fernando López Vargas-Machuca, “San Mateo en la Edad Media: propuestas interpretativas”.

8. El tramo de la capilla mayor ha sido datado por Manuel Romero Bejarano en la década de los veinte del siglo XVI, pero una compra de azulejos para las gradas de la capilla mayor lle-vada a cabo en 1529 nos permiten concretar el año de terminación de este ámbito. Manuel Romero Bejarano, “Del mudéjar al gótico. Arquitectura religiosa a finales del XV en Jerez”, en José Sánchez Herrero y Manuel González Jiménez (dirs.), 750 aniversario de la incrorpora-ción de Jerez a la Corona de Castilla: 1264-2014, Jerez de la Frontera. Ayuntamiento de Jerez, 2014, p. 451; José Hernández Díaz, “Materiales para la historia del arte”, Revista del Ate-neo, 68 (1934), pp. 222-223.

9. AGAS. Sec. II, visitas, leg. 1443, s./f.10. Idem.11. Permiten recrear visualmente el efecto de una gran cabecera como la del templo de San

Mateo dotada de un altar y retablo de pequeñas dimensiones y sagrario lateral las fotografías con-servadas de la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Encarnación de Setenil de las Bodegas (Cádiz) antes de la desaparición del retablo durante los sucesos de la última guerra civil española.

12. Heliodoro Sancho Corbacho, Arte sevillano de los siglos XVI y XVII, en José Her-nández Díaz (coord.), Documentos para la historia del arte en Andalucía, Sevilla, Universidad

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Fig. 15.1. Recreación del presbiterio y altar mayor de San Mateo antes de 1766 (Dibujo de Agustín R. Pina Calle).

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El límite anterior del presbiterio quedaba definido por la ya aludida grada de acceso con sus tabicas de azulejos trianeros y por los dos púlpitos situados en sus extremos que, a modo de ambones, servirían en la misa solemne para el canto de la epístola y el evangelio por parte del subdiácono y del diácono respectiva-mente. Según Mier y Barreda «están dorados y es fábrica nueva», posiblemente de forja, como los de la parroquia de Santiago, y se encontraban «incorporados acerca del altar mayor», lo cual quizá quisiese decir avanzados sobre la nave res-pecto del límite del arco triunfal13. La condición liminar de este último queda-ría visualmente enfatizada por la viga que enlazaría sus impostas para servir de volado apoyo a un calvario central cuyo crucifijo tal vez proviniese del primi-tivo templo medieval14. Al respecto, conviene traer de nuevo a colación la des-cripción del retablo mayor hecha por don Gonzalo de Mier, donde se señala que «en lo demás alto se remata con un crucifijo muy antiguo y devotísimo»15. Esta apreciación parece dar a entender que se trataba de una escultura de mayor anti-güedad que el resto del retablo, lo que nos lleva a pensar que pudiera tratarse del primitivo crucifijo de la viga de imaginería del templo, que habría pasado a coronar el altar una vez desmontada aquella16. Dado el fervor que despertaban estos crucificados, el hecho de que según Mier y Barreda éste fuese de gran devo-ción es un elemento de sospecha añadido para la consideración de su proceden-cia17. Como en el resto de parroquias jerezanas la viga terminó por desaparecer, lo que en San Mateo pudo suceder durante alguno de los episodios de la confusa

de Sevilla, 1931, t. III, p. 29; Jesús Antón Portillo y José Jácome González, “Aproxi-mación a la vida y obra del entallador y escultor flamenco Hernando Lamberto en Jerez de la Frontera”, Revista de Historia de Jerez, 9 (2003), p. 63. Vid. también en este libro el capítulo de David Caramazana Malia titulado “El primitivo retablo mayor de San Mateo de Jerez de la Frontera y la escultura renacentista en madera de su parroquia”.

13. AGAS, Sec. II, visitas, leg. 1443, s./f.14. Sobre las vigas de imaginería y su función litúrgica y devocional vid. Pablo J. Pomar

Rodil, “Entre la liturgia medieval y la piedad contrarreformista. La imagen de Cristo cruci-ficado en Jerez de la Frontera”, en Javier E. Jiménez López de Eguileta y Pablo J. Pomar Rodil (coords.), Limes Fidei. 750 años de Cristianismo en Jerez, Jerez de la Frontera, Diócesis de Asi-donia-Jerez, 2014, pp. 146-163.

15. AGAS, Sec. II, visitas, leg. 1443, s./f.16. Sobre este crucifijo, identificado con el que se conserva en la sacristía del templo y su

vinculación con la obra de Francisco de Ortega vid. David Caramazana Malia, “El primi-tivo retablo mayor...”, op. cit.

17. Sobre la enorme devoción de los crucifijos de la ciudad llamados “de la viga”, vid. Pablo J. Pomar Rodil, “Entre la liturgia medieval...”, op. cit., p. 152.

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Culto, heráldica y artes plásticas

historia del retablo y desde luego a raíz de la decisión de los capitulares hispa-lenses de colocar la de aquella catedral coronando su grandioso retablo mayor unido al guardapolvo, que marcaría la pauta en toda la archidiócesis18.

En el presbiterio de San Mateo podemos encontrar además reflejo de la reafirmación doctrinal de la Iglesia que en materia de culto eucarístico quedó definida por el Concilio de Trento y que tomaría especial impulso en la Archi-diócesis de Sevilla a raíz del sínodo diocesano del cardenal Rodrigo de Castro, celebrado en 158619. Éste decretó que en todas las iglesias del Arzobispado se hiciese «una custodia en medio de dicho altar mayor, a donde se pase el San-tísimo Sacramento»20. Pero aún dio un paso más y excluyó la posibilidad de conservar la Eucaristía en los sagrarios murales ya existentes, aunque éstos se encontrasen en el presbiterio, como en la Archidiócesis era costumbre y como ya señalamos sucedía en San Mateo21. En esta parroquia consta la existencia de un tabernáculo central desde 1595, año en el que, a diferencia del resto del reta-blo, el sagrario estaba ya, por razones de decoro, convenientemente dorado22. En 1687 sería sustituido por otro que había sido ejecutado en el taller jere-zano de los hermanos Fernando Delgado y Bernardo Martín de la Guardia23.

18. La enrevesada historia del retablo mayor del templo parroquial implicó, además de a Francisco de Ortega I, a Gaspar del Águila y a Hernando Lamberto. También a los pintores y doradores Juan Chacón, Jerónimo Rendón, Juan de Molina Resa, Antonio Montero, Andrés Gómez y Cristóbal Sánchez Rendón. Celestino López Martínez, Desde Martínez Monta-ñés hasta Pedro Roldán, Sevilla, Rodríguez, Giménez y Compañía, 1932, p. 16; Jesús Antón Portillo y José Jácome González, “Apuntes histórico-artísticos de Jerez de la Frontera en los siglos XVI-XVIII (3ª serie)”, Revista de Historia de Jerez, 8 (2002), pp. 127-129; Jesús Antón Portillo y José Jácome González, “Aproximación a la vida...”, op. cit., pp. 60-63; Enrique Romero de Torres, Catálogo monumental de la Provincia de Cádiz (1908-1909), Madrid, Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, 1934, t. I, p. 407; David Carama-zana Malia, “El primitivo retablo mayor...”, op. cit.

19. Vid. Concilio de Trento, sesión XIII, cánones IV y VI.20. Constituciones del Arzobispado de Sevilla hechas y ordenadas por el Ilustrísimo y Reve-

rendísimo Sr. D. Fernando Niño de Guevara, Cardenal y Arzobispo de la Santa Iglesia de Sevi-lla, en el Sínodo que celebró en su Catedral año de 1604; y mandadas imprimir por el Dean y Cabildo, Canónigos in Sacris, Sede vacante, en Sevilla, año de 1609, Sevilla, Francisco Álvarez y Ca., 1864, t. II, p. 59.

21. Idem.22. Jesús Antón Portillo y José Jácome González, “Aproximación a la vida...”, op.

cit., p. 61.23. La noticia la aporta en este libro José Manuel Moreno Arana, “Retablos y escul-

turas barrocos de la iglesia de San Mateo”.

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En cualquier caso, la incorporación postiza de estas piezas, sin formar parte del plan original del conjunto provocó que su integración a efectos de uso no resul-tase práctica. Así parece deducirse del mandato de visita que dejó en 1715 don Pedro Fernández de Zurita, donde entre otras reformas solicitó que «dentro de un mes se baje la baza de dicho sagrario [del altar mayor] quedando en pro-porción que se alcanze y pueda usar desde el subpedáneo de dicho altar sin ser necesario ussar de gradas, por evitar el peligro de caer el presbítero y derribar la Ostia del bazo sagrado y otros incombenientes que se experimentan quando se renueva la consagración»24.

En 1766 el viejo y desvencijado retablo fue sustituido por otro, esceno-gráfico y monumental (fig. 14.5), obra del retablista jerezano Andrés Benítez, que se ha conservado hasta nuestros días25. Éste, por su extraordinaria dimen-sión y volumen, requería, para garantizar su estabilidad, una base mayor, lo que obligó a adelantar el altar, restringiendo así el espacio disponible en el pres-biterio, que acaso pudo por ello necesitar tomar de la nave algo de espacio. Incorporaría este retablo, además del sagrario, un significativo espacio para manifestar al Santísimo con aperturas laterales que contribuirían a ampliar su iluminación (fig. 15.2). La introducción de este elemento parece sin duda en consonancia con cuanto acontecía entonces en el resto de templos de la archidiócesis, donde muchos retablos mayores serían reformados a lo largo del siglo XVIII con la intención de dar cabida a un alto expositor que, conve-nientemente adornado de velas, flores y colgaduras, sirviese para manifestar el

24. Contamos con algunos datos que hacen referencia a este sagrario que, pese a mos-trarse inconexos y en cierto modo descontextualizados, no queremos dejar de mencionar dado su interés por su relación con el culto. Al respecto sabemos que el arzobispo don Jaime de Pala-fox ordenó en 1691 que se retirase el viso negro que se colocaba para mejorar la visión de la Hostia cuando se exponía o alzaba y que se decorase su portezuela con algún emblema alusivo a la eucaristía. Del mismo modo, con la necesidad de un buen ajuste de esta última, y también del resto de tableros y ensambles que impidiese la entrada de roedores o sabandijas en su inte-rior, podemos relacionar el mandato dado por el visitador don Pedro Fernández de Zurita en noviembre de 1715 para «que al Sagrario del altar maior desde luego se sierren las aberturas que tiene». Por último, en 1725, otro visitador, Juan Antonio de Varo y Guerrero, solicitó que se refrescase el dorado de este tabernáculo del altar mayor de San Mateo que por su antigüe-dad y uso debía de estar ya muy ajado. AGAS, Sec. II, Ser. visitas, legs. 1339, fol. 45v; 1359, fol. 205v; 1367, fols. 470r-470v.

25. Javier Piñero, “La iglesia de San Mateo”, El Guadalete, 10981 (10-I-1892), p. 1; Manuel Pérez Regordán, El jerezano Andrés Benítez y su concepto del rococó, Jerez de la Frontera, Centro de Estudios Históricos Jerezanos, 1995, pp. 70-72 y 134-136.

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Fig. 15.2. Retablo Mayor, detalle del sagrario y manifestador.

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Santísimo Sacramento durante las octavas así como durante el llamado jubileo de las Cuarenta Horas26.

Por último, consecuencia manifiesta del apasionado clima de fervor inma-culista y mariano en general vivido por la ciudad durante el siglo XVII serán las reformas que a partir de entonces fueron sufriendo los altares de sus parroquias y que alcanzaron a modificar la referencia visual ejercida por los retablos con la inclusión de hornacinas y hasta camarines en su calle central, destinados al culto de antiguas imágenes de la Virgen cuya devoción había revivido27. Este fervor mariano, lejos de languidecer, continuó creciendo durante la siguiente centu-ria, alcanzando su ápice durante el reinado de Carlos III, de tan honda devo-ción concepcionista, quien entre 1760 y 1767 obtendría de Clemente  XIII, entre otros notables privilegios litúrgicos vinculados a la «pía creencia», el patronazgo de la Inmaculada sobre España, que en Jerez se festejó con solem-nes funciones para las que incluso se levantó un efímero arco triunfal28. De lo momentáneo y festivo se pasó en el retablo a lo permanente y sagrado, contando

26. Para una primera aproximación a los expositores eucarísticos de los retablos barro-cos y su función litúrgica, vid. Alfonso Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, “El retablo en el marco de la liturgia, del culto y de la ideología religiosa”, Retablos de la Comunidad de Madrid. Siglos XV al XVIII, Madrid, Comunidad de Madrid, 1995, pp. 13-27; Juan José Mar-tín González, “Sagrario y manifestador en el retablo barroco español”, Imafronte, 12-13 (1997), pp. 25-49; Francisco J. Herrera García, “Líneas de investigación en la retablística iberoamericana: La función eucarística (el ejemplo de Sevilla)”, Barroco Iberoamericano. Terri-torio, arte, espacio y sociedad, Sevilla, Ediciones Giralda, 2001, pp. 691-712.

27. Sobre los orígenes de estas antiguas devociones marianas de Jerez vid. Hipólito San-cho de Sopranis, Historia social de Jerez de la Frontera al fin de la Edad Media, Jerez de la Frontera, CEHJ, 1959, t. II, pp. 103-115.

28. El ocho de noviembre de 1760, Clemente XIII concedió, a petición Carlos III, el patronazgo de la Inmaculada sobre España y las Indias, sin detrimento del ya ejercido por el apóstol Santiago. El rey, mediante un decreto firmado en El Pardo el dieciseis de enero de 1761 estableció este patronazgo dado por el papa. Este último además, igualmente a petición del monarca, extendió y aplicó el oficio y misa de la Inmaculada Concepción, como doble de pri-mera clase con octava, a todo el clero regular y secular. En 1767, de nuevo Clemente XIII a ins-tancia de Carlos III impuso al clero la obligación de rezar el oficio propio de la Inmaculada todos los sábados que no fuesen fiesta doble o semidoble, exceptuando los de Adviento, Cua-resma, témporas y vigilia. Igualmente concedió el pontífice, tras súplica del rey de España, que en las letanías después de «Mater intemerata» se añadiese «Mater inmaculata» en todos los reinos de España y las Indias. Novísima recopilación de las leyes de España, Madrid, Imprenta de Sancha, 1805, t. I, pp. 8-10, nn. 14-16; Juan de Trillo y Borbón, Libro en donde están apun-tadas todas las novedades acaecidas en esta ciudad de Xerez de la Frontera desde el año 1753 y algu-nas otras que han ocurrido fuera de ella, Jerez de la Frontera, Melchor García Ruiz, 1890, p. 12.

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entre las parroquias jerezanas con el precedente del desaparecido retablo mayor de Santiago, y encontrando su respuesta plástica más destacada en este de San Mateo que nos ocupa (fig. 15.3), construido justamente entonces, entre 1766 y 1768, y presi-dido por la imagen de la Inmaculada Concepción, obra anónima que ha sido puesta en relación con el escul-tor jerezano Francisco Gavilán29.

2. El coro

La obligación del clero parroquial de recitar conjuntamente ciertas horas del oficio, así como de asis-tir a la misa mayor según la práctica antigua, había quedado sancionada por los sínodos postridentinos de la Archidiócesis30. Parece evidente que estas obligaciones justificaban la existencia en las iglesias parro-quiales de unas estructuras corales

29. José Manuel Moreno Arana, “La escultura en el retablo jerezano del siglo XVIII: Autores y obras”, Laboratorio de Arte, 26 (2014), p. 243.

30. Las constituciones sinodales de Sevilla mandaban que en todas aquellas parroquias donde hubiese tres o más beneficios y «está de costumbre decir todas las horas canónicas, que se guarde la costumbre», y en las que no la hubiera, se dijesen «por lo menos todos los domin-gos y fiestas de guardar la tercia cantada a su hora», así como las vísperas, añadiendo que se conservase la misma regla «en toda la Cuaresma en prima, tercia y vísperas». Igualmente se disponía que a la misa de tercia «estén todos los beneficiados o sus capellanes que por ellos sir-vieren». Además, estas obligaciones se extendía a los capellanes, a quienes las mismas constitu-ciones instaban a que estuviesen presentes «con sus sobrepellices a los oficios en los Domingos y en las fiestas; así en las primeras vísperas como a Tercia y a misa mayor y a las segundas víspe-ras y oficios, y canten las dichas vísperas tercia y misa igualmente con los otros clérigos». Cons-tituciones del Arzobispado de Sevilla… op. cit., t. II, pp. 20-24.

Fig. 15.3. Camarín con la Inmaculada.

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semejantes en forma y función a las de la catedral y colegiata, si bien de meno-res dimensiones y ocupando en la nave un lugar secundario que reflejase la primacía de la atención espiritual y sacramental de los feligreses sobre las obli-gaciones litúrgicas de su clerecía. Ejemplo de ello habría sido el antiguo coro de San Mateo, del cual conocemos su ubicación precisa a través de la resulta de la visita de don Juan Bejarano Muñoz en 1705, donde se señala que en la nave de San Mateo «del choro a la puerta principal es la bóveda más baja»31. Esto es, el recinto coral estaba bajo el tramo de bóvedas de arpón con que se cubre la mitad occidental del templo, dejando expedita para los fieles la mayor parte de la nave. Además, si atendemos al plano de enterramientos que se conserva en la sacristía del templo (fig. 15.4), contaba con un amplio paso, como de unos cua-tro metros, entre su trascoro y la puerta de los pies32.

Poco sabemos acerca de los pormenores de la forma y constitución de este coro parroquial del que apenas tenemos noticias. Excepcionalmente, en el mencionado plano de enterramientos de la parroquia (fig. 15.5) se puede dis-tinguir la silla pontifical, situada a eje frente al altar mayor, postigos en el tras-coro y barandilla, que también podría ser reja, en el frente abierto a la nave, con una cancela central cuyo dintel parece reproducir la característica forma trian-gular del tenebrario utilizado en el oficio de tinieblas de la Semana Santa33.

31. AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1348 s./f.32. El plano de sepulturas de San Mateo fue dado a conocer por Carlos García Peña en

su tesis doctoral de 1990, donde afirmó que estaba «fechado en el XVI», datación que noso-tros no hemos constatado al reconocerlo; consideramos de hecho que más probablemente habría que adelantar a la siguiente centuria. Por otra parte, la mencionada tesis fue publicada en microforma de fotocopia con tan deficientísima calidad en la reproducción del apéndice gráfico que el mencionado plano apenas parece reconocible, lo que a nuestro entender ha con-tribuido a permanecer ignorado por los historiadores. Aunque tenemos en preparación un estudio detenido del mismo, sobre el que estamos en estos momentos trabajando, muy recien-temente hemos tenido oportunidad de darlo a conocer de nuevo acompañado de una repro-ducción del mismo. Carlos García Peña, Arquitectura gótica religiosa en la provincia de Cádiz: Diócesis de Jerez. Madrid, Universidad Complutense, 1990, t. I, p. 557 y t. II, lám. 24; Pablo J. Pomar Rodil, “Los feligreses y el templo...”, op. cit., pp. 86 y 87, n. 19.

33. El tenebrario es un candelabro de grandes dimensiones con capacidad para quince cirios, siete a cada lado y uno central, dispuestos al cartabón, de donde deriva su característica forma triangular. Su uso se circunscribía a los maitines y laudes del jueves, viernes y sábado santo que, por la confluencia con las funciones matutinas del triduo sacro, se anticipaban a la tarde precedente de cada uno de aquellos días, a una hora que permitiese concluirlos cuando el sol ya estuviese puesto, de ahí el nombre de oficio de tinieblas que recibía. Si bien la ubicación prevista por las rúbricas para el tenebrario era bajo las gradas del presbiterio en el lado de la

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Fig. 15.4. Plano de enterramientos, vista general.

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Esta particularidad de la reja coral, de confirmarse, la convertiría en un caso tipológicamente rarísimo, que desde luego habríamos descartado de no tener constancia de que en la vecina parroquia de San Juan de los Caballeros existió un ejemplar semejante34. En cualquier caso, este plano hay que tomarlo como fuente siempre con las debidas cautelas, dado su carácter más pictográfico que fielmente representativo.

Como era habitual, los sitiales se ubicarían al abrigo de un recinto sobre el que albergamos serias dudas respecto a su naturaleza, que bien podría haber sido de fábrica o simplemente de tableros de madera, como otros que existie-ron en parroquias de la ciudad 35. En la resulta de visita de 1673 ya varias veces mencionada, don Gonzalo de Mier afirma que el templo de San Mateo «tiene el coro muy antiguo de sillería»36. La endiablada homonimia de este último término, que bien pudiera hacer referencia tanto a una obra de cantería como al propio conjunto de escaños, no nos permite aclararlo. De otra parte, en el plano de sepulturas parece que el cerramiento coral estuviese rematado por una suerte de crestería con trilóbulos de progenie gótica que, sin descartar que pudieran ser los de la propia sillería de coro –e incluso los brazales de los esca-ños–, más bien sugieren el remate de unas citaras de fábrica. Sin embargo, la notable semejanza de dichos trilóbulos con los que el anónimo delineante tam-bién dispuso en todo el perímetro del edificio, de los que en realidad carece,

epístola, acaso por la ubicación de los coros en la nave y no a continuación del altar, la costum-bre era que se colocasen en ese lado del templo pero junto al coro. Fray Frutos Bartolomé Ola-lla y Aragón, Ceremonial de las Missas solemnes cantadas con diáconos o sin ellos, según las Rúbricas del Missal Romano, Madrid, Imprenta de Juan García Infanzón, 1696, pp. 344-350.

34. No conocemos otros casos de tenebrarios que en lugar de ser piezas independien-tes se encuentren unidos a elementos del coro, de ahí la singularidad de estas rejas lamenta-blemente perdidas. Sin embargo, dada la cantidad de coros parroquiales desaparecidos, no podemos descartar que hubiesen existido otros casos semejantes. La escritura de obligación de Diego López Bueno para la realización de la reja del coro de San Juan de los Caballeros preveía que se coronase, a la altura de la puerta, sobre el marco que remataba la cornisa, con un fron-tón triangular «que a de servir de tynebrario». Archivo Municipal de Jerez de la Frontera (en adelante AMJF), Protocolos Notariales (en adelante PN), Oficio II, Gómez de Trujillo, 1630-1631, fols. 132v y ss.

35. Nos consta la existencia de estos cerramientos corales de madera en varias parroquias jerezanas, entre ellas en la de San Marcos, donde en 1709 el visitador general del Arzobispado don Juan Bejarano Muñoz ordenó que «atento a la mala disposición que tiene el choro por ser de tablas que están mui maltratadas hará zitaras en lugar de dichas tablas». AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1350, s./f.

36. AGAS, Sec. II, visitas, leg. 1443, s./f.

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le resta valor documental. Por otra parte, cuando en 1717 don Bernardo Fer-nández de las Peñas, en nombre del beneficiado de San Mateo don José Joa-quín Real de Morales, solicitó licencia para empezar las obras de un nuevo coro parroquial relató el modo en que los beneficiados habían tratado de disminuir los gastos «sólo por poner la iglesia desente y tenga coro que es lo que mas necesita por tanto»37. ¿Podría deducirse de tal afirmación que el existente no pasase de un conjunto de sitiales carentes en su conjunto de la entidad arqui-tectónica necesaria como para que sus contemporáneos pudieran considerarlo un coro en toda su entidad física y espacial? Reforzaría esta idea el hecho de que cuando aquel mismo año se inició el cerramiento pétreo del nuevo coro, los beneficiados de la parroquia optaron por desmontar el campanario de la vieja torre y otras obras que la fábrica había desistido de continuar, para reutili-zar sus cantos, algo que nos parece innecesario de haber podido hacerlo con los de un cerramiento preexistente donde este material estaría a la mano38.

37. Vid. Apéndice documental, doc. 1.38. En una documentación de 1718 dada a conocer por Fernando Aroca consta que «se

hizo un choro nuevo de cantería para el que se demolió algunos pedasos de obra muerta de

Fig. 15.5. Plano de enterramientos, detalle del coro.

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Con posterioridad, en una fecha que no podemos precisar pero que debió de ser entre los últimos años del siglo XVIII y 1866 se volvió a reformar todo el conjunto, adquiriendo entonces su menguada forma semicircular y reducién-dose en altura aquel cuarto del trascoro que sirvió de archivo, lo que explica que la ventana situada en la portada cegada de los pies quedase parcialmente impracticable al situarse el forjado que sustenta la nueva tribuna justo a mitad de la misma39. Es posible que se mantuviese la reja antigua, de madera torneada, toda vez que en un inventario de 1849 que había ordenado realizar el visitador Gregorio López se señala que «la reja es de madera torneada y a sus estremos dos campanilleros que contiene cada uno tres campanillas con sus respectivos tiradores de hierros y sus cuerdecitas de cáñamo»40. Esta reja sería reemplazada por la actual barandilla en 1865, cuando se realizaron los machones neogóti-cos a los que se ancla41.

Cabe pensar que fuese durante esta obra del siglo XVIII a la que acaba-mos de referirnos que el coro se retranquease unos metros, acaso por volun-tad del cardenal Arias que, siempre tan interesado en la topografía litúrgica de

cantería que tenia esta iglesia y se echaron a dicho choro puertas nuevas torneadas y se gastó lo siguiente: ciento veinte rreales pagados a Ygnacio Díaz maestro mayor de obras por reconocer el edificio e informar al Señor Provisor, así como por asistir al derribo». Hemos podido loca-lizar tanto la petición al provisor como el informe del maestro Ignacio Díaz mencionados, que hemos transcrito y reproducimos en el apéndice documental. Es ahí donde se especifica que esa «obra muerta» era en concreto la pared que se había levantado en el siglo XVI en el tramo ubicado a los pies del templo, en el lado de la epístola, con la intención de continuar su amplia-ción en altura; y también el campanario de la vieja torre, realizada por Antón Martín de Burgos en 1623 y que ya no estaba en uso. Finalmente el provisorato pidió que la cantería sobrante se vendiese y su beneficio se aplicase a la obra. Fernando Aroca Vicenti, Arquitectura y urba-nismo en el Jerez del siglo XVIII, Jerez de la Frontera, CUES, 2002, p. 214, n. 82; Jesús Antón Portillo y José Jácome González, “Apuntes histórico-artísticos...”, op. cit., 2002, p. 110; Apéndice documental, doc. 2.

39. Cuando don Manuel Cayetano Muñoz, obispo auxiliar de Sevilla visitó la parro-quia de San Mateo en 1803 apuntó que estaba «bien reparada recientemente en su arquitec-tura, que es excelente». Cabe pensar que la reforma del coro pudiese haber estado incluida en esas obras, sin embargo tampoco podemos descartar que hubiese tenido lugar avanzado el siglo XIX, concretamente entre 1865 y 1866, años que figuran inscritos en los dos machones neogóticos que lo rematan. AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1524, s/f.

40. AGAS, Sec. IV, Ser. 13, leg. 1421, s/f.41. En el inventario de 1849 se especifica que la reja es de madera, mientras que en otro

posterior, de 1886, se dice que «sierra el coro una preciosa verja de hierro que consta de dos campanilleros de tres campanillas cada uno». AGAS, Sec. IV, Ser. 13, leg. 1421.

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los templos, pudo haber decidido esta reubicación que sería la causante de la clausura de su puerta principal42. Hay que tener en cuenta al respecto que, al igual que Arias había sido el inspirador del modelo que en el Salvador de Sevi-lla permitió liberar la nave retrasando el coro hasta la cabecera, todo hace pen-sar que suya pudo haber sido igualmente la idea de suprimir la puerta principal de la también sevillana parroquia de San Lorenzo para ubicar el coro adosado al testero de los pies, toda vez que la adopción de esa nueva ubicación vino motivada a raíz de la visita pastoral del propio cardenal en 170643. Para el caso jerezano que nos ocupa, conviene tener presente que, en la visita pastoral de 1715, Pedro Fernández de Zurita dejó mandato de que en el plazo de un año se hiciera nuevo el coro «consultando antes al cardenal arzobispo mi Señor sobre la disposición que a de tener»44. Desconocemos cualquier otro detalle relacionado con esta supuesta mudanza, si bien sabemos que el recinto coral resultante contaba con la particularidad de albergar el archivo parroquial en un cuarto habilitado para este uso en el trascoro, lo que explicaría la ventana abierta en la puerta principal cegada45.

Parece que en el nuevo recinto coral levantado entre 1717 y 1718, se ins-talaron unos bancos para suplir la ausencia de sillería, como se desprende de la petición elevada a la curia de Sevilla46. Esto explicaría que el catorce de diciem-bre de 1725, tan sólo siete años después de concluido el cerramiento pétreo, el

42. Hasta la fecha, la clausura de esta puerta principal no ha sido convenientemente acla-rada. Mientras que Carlos García Peña creyó que habría podido tener lugar en 1739, cuando se «compuso» un arco de la «puerta del sol», Esperanza de los Ríos propuso que hubiese tenido lugar tras el terremoto de 1755, fecha que nosotros mismos asumimos en su día pero que ahora pensamos que habría que rectificar. Carlos García Peña, Arquitectura gótica religiosa..., op. cit., t. I, p. 557; Esperanza de los Ríos Martínez, “La historia del arte en Jerez de la Fron-tera desde la Edad Media hasta el siglo XVII”, en Diego Caro Cancela (coord.), Historia de Jerez de la Frontera, vol. III, Cádiz, Diputación de Cádiz, 1999, p. 18; Miguel Á. Mariscal Rodríguez y Pablo J. Pomar Rodil, Jerez. Guía artística..., op. cit., p. 84.

43. Antonio Martín Pradas, Sillerías de coro de Sevilla. Análisis y evolución, Sevilla, Ediciones Guadalquivir, 2004, p. 125.

44. AGAS, Sec. II, Ser. visitas, libro 1359, fols. 216v-217.45. La función de archivo de la habitación que, con modificaciones notables, aún existe,

nos es conocida gracias al mandato dejado en 1725 por el visitador Juan Antonio de Varo y Guerrero, que ordenaba «que se suele el quarto que esta a espaldas del coro dedicado para archivo de papeles, de esta iglesia». Y que sospechamos que pudiera ser el mismo que siete años antes se mandó enmaderar. Fernando Aroca Vicenti, Arquitectura y urbanismo..., op. cit., p. 241, n. 83; AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1367, fols. 470r-470v.

46. Vid. Apéndice documental, doc. 1.

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licenciado Juan Antonio de Varo y Guerrero, visitador general del arzobispado, ordenase que «se haga sillería desente y no muy costossa»47. Desconocemos los pormenores de su ejecución, si bien podemos constatar que ya estaría reali-zada en 1728, año en que el visitador pidió que los vecinos contribuyesen con limosnas para concluir «los remates que faltan en la sillería del choro»48. Con estos «remates» podemos poner en relación la compra un año más tarde de un par de tablones de cedro que constan en los libros con la anotación «para la sillería del coro» y que fueron trabajados por el ensamblador José de Santiago y el tallista Martín Tamayo, a quienes acaso quepa atribuir la obra en su totali-dad49. Desconocemos en qué medida afectarían a esta nueva sillería la ruina, cie-rre y obras sufridos por el templo tras el terremoto de noviembre de 1755; desde luego, la que hoy se conserva, semicircular y con diecinueve sitiales (fig. 15.6), por el estilo de su carpintería da la impresión de ser parte de aquella50.

De los órganos que se sucedieron en el templo para el acompañamiento del canto coral en la misa y el oficio tenemos escasas noticias, lo que nos impide con-cretar su ubicación inicial. El aludido plano de enterramientos, donde el coro aparece representado sin traza de este instrumento, nos lleva a sospechar que pudiera haberse alzado sobre una tribuna apoyada en el muro de la nave. Desde luego estaba en alto, como la lógica sonora hace siempre sospechar y en este caso concreto certifica el testimonio del licenciado Juan Antonio Varo y Gue-rrero, quien en la visita de diciembre de 1725 mandó rehacer la escalera «que ai para subir al órgano por ser la que oi tiene de palo y estar mui maltratada»51. En cualquier caso, las primeras noticias que tenemos sobre un órgano en la parroquia de San Mateo se las debemos una vez más a don Gonzalo de Mier, quien en 1673 describió como «muy antiguo», aclarando que ya entonces no

47. AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1367. fols. 470r-470v.48. A propósito de la ejecución de estos remates se señalaría por mandato de visita que

«Respecto de no haber efectos promptos para su execución [se hagan] luego que los aia o con-curriendo la debocion de los vezinos con alguna limosna». AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1369 fol. 400r.

49. Fernando Aroca Vicenti, “La parroquia de San Mateo de Jerez de la Frontera en el siglo XVIII: Obras y restauraciones”, Revista de Historia de Jerez, 5 (1999), p. 11, n. 15.

50. Vid. n. 39.51. Este mismo visitador nos informa de la existencia de tribunas para la música, que

suponemos sobre los muretes de cerramiento del coro y en cuyas barandillas ordenó poner celosías con la intención de que la visión de los ministriles fuese discreta. «se pongan selo-sias a las barandas que en el [coro] ai». AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1367, fols. 470r-470v.

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se tocaba «por estar mal reparado»52. Con la intención de remediar tan impor-tante falta comentaba el visitador que «los parroquianos han comenzado a tra-tar de hacerle a su costa y van juntando para él entre sí y lo fomenta el cura»53. No sabemos si se alcanzó a realizar el nuevo instrumento o finalmente se proce-dió a la reparación del viejo, dado que apenas treinta años más tarde, la situación no había mejorado mucho y, víctima de la falta de mantenimiento, en 1715, cuando visitó la iglesia don Pedro Fernández de Zurita seguía «todo flautado» y llevaba ya seis meses sin ser pulsado54. En razón del escaso caudal de la fábrica para hacer frente a su aderezo, Zurita ordenó que se vendiese y se comprase otro menor, «el bastante para esta fabrica»55. Suponemos que éste, si llegó a cons-truirse, debió de sucumbir bajo la ruina del templo en el terremoto de Lisboa56. En 1785 se haría un nuevo instrumento del que apenas tenemos noticias, que debió de durar hasta que en 1843 uno de los curas de la parroquia costease uno nuevo –del cual hoy sólo queda la caja y algunos tubos (fig. 15.7)– que se colocó a los pies, sobre la tribuna resultante de la nueva ubicación del coro57.

También relacionado con el canto coral estaban los atriles de coro, especial-mente el facistol, de cuya existencia en San Mateo tenemos constancia desde 1548, cuando el visitador don Diego Amado ordenó que se hiciese uno tomando por modelo el de la parroquia de San Dionisio, pero ligeramente aumentado en sus dimensiones, de lo que se habría de ocupar el carpintero Juan Andrés58. Quizá fuese este facistol el que aparece reproducido en el plano de sepulturas, si bien por su carácter eminentemente pictográfico el valor documental de la representación

52. AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1443, s./f.53. Idem.54. AGAS, Sec. II, Ser. visitas, libro 1359, fols. 216v-217r.55. Idem.56. En torno a 1715 el organista murió y pasaron varios años sin que se nombrara un

sustituto, acaso porque ni hubiese instrumento que pulsar y se conformase el clero con que algún beneficiado, capellán o mozo instruido acompañase el canto coral con algún realejo. Vid. Apéndice documental, doc. 1.

57. En el inventario de San Mateo de 1849 ordenado por el visitador Gregorio López figura: «Organo: En el año de mil ochocientos cuarenta y tres costeó de su propio caudal el señor cura que actualmente sirve el curato, el que existe (pues nunca lo tubo esta yglesia desde mil ochocientos tres) y solo ha concedido el uso pero de ningún modo la propiedad, lo que así se anota y declara para que conste en todo tiempo». AGAS, Sec. IV, Ser. 13, leg. 1421; AHDJF, Fondo Hispalense, Jerez de la Frontera, Ordinarios, caja 20, doc. n. 34.

58. AMJF, PN, Oficio XII. Martín de la Cruz. 1548, fol. 1361. Agradecemos a nuestro colega Manuel Romero Bejarano su gentileza en darnos a conocer esta noticia documental.

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Fig. 15.6. Coro parroquial, detalle de los sitiales.

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se muestra limitadísimo. A pesar de ello podemos señalar sus considerables dimensiones e incluso la presencia de un cantoral desplegado en su parte ante-rior. En cualquier caso sería renovado con posterioridad, casi con seguridad durante el siglo XVIII, cuando tuvo lugar el traslado y la renovación de todo el conjunto. Quizá de este momento fuese el facistol que aún se conservaba a finales del siglo XIX para uso del sochantre, que se describe en un inventario de 1886 como de gran tamaño y realizado en madera de pino pintada59.

3. El baptisterio

En el rito del bautismo, tras las ceremonias iniciales que solían tener lugar en el atrio del templo parroquial o al ingreso del mismo, el padrino introducía al

59. En 1849 ya se hace alusión en un inventario de la fábrica de San Mateo a la existencia de dos facistoles «uno para las salmodias y otro para el preste». Este último es también mencio-nado en 1886 como «más pequeño y sin pintar». Nótese en cualquier caso cómo el descenso del clero parroquial cambiaba el paradigma de uso del facistol como mueble que daba servicio a varios clérigos cantores, al servir ahora sólo al sochantre. AGAS, Sec. IV, Ser. 13, leg. 1421, s/f.

Fig. 15.7. Caja de órgano, 1843.

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neófito y lo conducía hasta la pila bautismal donde se le confería el sacramento con la triple fórmula trinitaria. Por esta razón, para su ubicación se reservaba casi siempre una capilla junto a la puerta principal del templo o cercana a ella, como sucede en San Mateo, donde el baptisterio (fig. 15.8) ocupa a los pies de la iglesia la primera del lado de la epístola60. Su pila que, como las de tantas parroquias andaluzas, fue inicialmente de terracota vidriada y probablemente confeccionada por talleres trianeros, fue sustituida por mandato del arzobispo don Jaime de Palafox y Cardona, que visitó las parroquias de Jerez en 1691 y ordenó en San Mateo «que dentro de quattro meses se ponga una pila bap-tismal de piedras jaspe o alabastro en el lugar de la que hay de barro y ésta se rompa y se entierre», lo cual debió cumplirse pues consta que era de mármol al menos desde 170561. Esta renovación se alineaba con cuanto venía sucediendo en muchas diócesis andaluzas desde el siglo XVI, por la mayor dignidad en que se tenía para contener el agua bautismal a la piedra frente a la tierra cocida62.

La conservación del agua bautismal, que salvo eventualidad sólo habría de renovarse dos veces en el año, era una preocupación frecuentemente presente en las constituciones de muchas diócesis63. De ahí la advertencia constante por parte de los visitadores de que las pilas estuviesen convenientemente cubiertas,

60. Obra del segundo tercio del siglo XV que destaca arquitectónicamente por la bóveda estrellada con que se cubre. Fernando López Vargas-Machuca, “Entre la tradición caste-llana...”, op. cit., pp. 81-82.

61. Curiosamente en 1673 el visitador don Gonzalo de Mier y Barreda informa de que la pila de San Mateo es «de piedra». Muy probablemente Mier hiciese una apreciación inco-rrecta. José Gestoso y Pérez, Historia de los barros vidriados sevillanos desde sus orígenes hasta nuestros días, Sevilla, Tipografía La Andalucía moderna, 1903, p. 143; AGAS, Sec. II, Ser. visitas, legs. 1443, s./f.; 1339, fol. 45v y 1348, s/f.

62. El nuevo Ritual Romano de 1614 establecía la necesidad de que la pila bautismal estu-viese realizada en materia digna y sólida. No tendría tal consideración el barro vidriado y así, en el entorno de la archidiócesis sevillana, encontramos una referencia explícita al asunto en las Cons-tituciones del sínodo diocesano de Málaga de 1671, de Fray Alonso de Santo Tomás, donde se ordena «que la pila sea de piedra, y no de barro, y donde ha quedado alguna, se consuma den-tro de dos meses, y se haga de piedra». Rituale Romanum Pauli V. P. M. iussu editum [1614], Roma, Typographia Camera Apostolica, 1615, p. 8; Fray Alonso de Santo Tomás, Consti-tuciones synodales del Obispado de Málaga, Sevilla, Viuda de Nicolás Rodríguez, 1674, p. 274.

63. El agua bautismal se consagraba durante las vigilias de Pascua y Pentecostés. No obs-tante existían recursos previstos por los liturgistas por si el agua de la pila se consumiese, dis-minuyese, se congelase o se corrompiese, exigiendo este último caso desechar todo el agua, la limpieza de la pila, su oreo y una nueva consagración con la fórmula recogida en el Ritual para hacerlo fuera de aquellos dos sábados previstos. Rituale Romanum..., op. cit., pp. 47-51.

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pero también sobre el destino del agua que resbalaba por la cabeza del niño que se bautizaba, que no habría de mezclarse con el agua limpia de la pila y para la que el Ritual preveía la existencia de una especie de escudilla donde este agua se recogiese y luego se echase a la piscina64. En muchos lugares este recipiente era sostenido por un monaguillo que asistía durante la ceremonia, pero pronto se vio la conveniencia de que estuviese encastrado en la propia fuente, formando parte de la misma de manera que el sacerdote pudiera realizar la infusión del bautizando de manera más descuidada, sin tener que estar al albur de la peri-cia del acólito para recoger las aguas y que no cayesen de nuevo en la pila65. Así consta que estaba en San Mateo en 1673 cuya pila tenía «dentro un casco de barro vidriado que está unido y embutido»66. Tanto para el vaciado de la fuente bautismal como para el del recipiente donde caía el agua de la cabeza del bautizado, se disponía de sumideros con conductos de desagüe hasta la piscina. Para evitar tanto la pestilencia que pudieran desprender, así como la eventual entrada desde la misma de los animalejos propios de la humedad, se mandaba que el sumidero estuviese provisto de su correspondiente tapón, como solicitó en San Mateo el visitador don Pedro Fernández de Zurita cuando reconoció la parroquia en 171567.

Además de la pila, la tradición establecía que, a título evocativo y simbó-lico, existiese en el recinto bautismal una representación del bautismo de Cristo en el río Jordán68. Así lo recordó en San Mateo el ya mencionado visitador Fer-nández de Zurita, que en 1715 dejó mandato a tal efecto69. La que actualmente se conserva, una pintura del Bautista en cuyo segundo término se representa

64. «Pelvis, seu bacile ad excipiendam aquam ex capite defluentem, nisi statim in sacra-rium defluat». Rituale Romanum..., op. cit., pp. 9-10.

65. San Carlos Borromeo en sus famosas instrucciones para la fábrica y su ajuar ya señala la forma que había de tener el mismo. Carlo Borromeo, Instructionum fabricae ecclesiasticae et supellectilis ecclesiasticae [1577], Francisco Arís, Tarragona, 1859, p. 108.

66. AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1443, s/f.67. Aliaga, en sus advertencias valencianas de 1631 señalará al respecto que «porque en

estos pozos y puestos húmedos se crian gusanos, y suelen subirse por los agujeros; para que los dichos gusanos no puedan salir y pasar a la otra pila en que se conserva el agua bendita, se ha de hazer un tapador con que dicho agujero esté tapado quando no se huviere de bautizar alguno, o limpiar las pilas, o echar por él alguna cosa». Isidoro Aliaga, Advertencias para los edificios..., op. cit., p. 130. AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1359, fols. 206r y v.

68. Esta iconografía bautismal quedaría incorporada como requisito al Ritual romano desde su primera edición de 1614. Rituale Romanum...., op. cit., p. 8.

69. AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1359, fols. 206r y v.

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Fig. 15.8. Baptisterio.

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la mencionada escena bíblica, fue adquirida en 1788, año en el que también se realizaría el retablístico marco en que se expone70. Por último, cabe señalar que las Constituciones Sinodales del cardenal Rodrigo de Castro ordenaron en 1597 que «las pilas de baptismo estén cerradas y con buena guarda, y los curas tengan las llaves dellas»71. Esto haría que a lo largo de los siglos XVII y XVIII muchas rejas de capillas bautismales que eran de palo se fuesen paulatinamente sustituyendo por otras de hierro, como así consta en San Mateo ya en 170572. Sin embargo, algunas continuaron realizándose en madera, como será el caso de la interesantísima reja torneada con balaustres de doble helicoide calado que desde finales del XVIII cierra este baptisterio parroquial que nos ocupa73.

La celebración del bautismo requería tener disponibles las piezas de ajuar sagrado propias del rito, que se guardaban en unas tacas donde también se solían conservar los libros de bautismo y el Ritual. La naturaleza mural de estas alacenas garantizaban la seguridad de las piezas contenidas, pero al tiempo comprometían su conservación dada la elevada cota de humedad que podía concentrarse en su interior. En San Mateo consta que en 1673 la taca de la capi-lla bautismal ya no se usaba «por ser la capilla húmeda», conservándose en otra los oleos y libros, y éstos se sabe que en 1705 se custodiaban en la sacris-tía e incluso durante algún tiempo por el cura en su propio domicilio74. A esta situación trató de darle solución definitiva en 1715 el visitador don Pedro Fer-nández de Zurita, demostrando en su sagaz propuesta la experiencia atesorada de tantas visitas efectuadas a los templos de la archidiócesis, al concebir un cajón que fuese empotrable en la mencionada taca, dejando por todas partes ocho dedos libres que habrían de rellenarse de corcho como material aislante. El perímetro resultante hacia el exterior se taparía con una suerte de tapajun-tas de madera al tiempo que las puertas habrían de llevar una rejilla de hierro «para que entre el ambiente»75.

70. Sobre este historiado marco remitimos al capítulo de este libro a cargo de José Manuel Moreno Arana, “Retablos y esculturas...”, op. cit.

71. Constituciones del Arzobispado de Sevilla..., op. cit., 1864, t. II, p. 58.72. AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1348, s/f.73. Vid., en este mismo libro, Fernando Aroca Vicenti, “La parroquia y el barrio de

San Mateo en el siglo XVIII”.74. AGAS, Sección II, Ser. visitas, legs. 1443, s/f. y 1348, s/f.75. «que respecto a ser dicha capilla mui ancha i capaz dentro de un mes se haga una

caxa de madera que aparte por todos los ocho dedos y el asiento levante otros tantos. Y que estos huecos se llenen de corchas tapandolos por la parte anterior con listones de madera y

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4. El sagrario

En 1512, el Concilio de Sevilla del arzobispo don Diego de Deza concedió fuerza de ley en toda la provincia eclesiástica hispalense a la asentada costum-bre bajomedieval de construir sagrarios de tamaño suficiente como para con-servar en ellos no sólo la reserva eucarística, sino los santos óleos, las reliquias y también los libros litúrgicos76. El viejo sagrario mural de la parroquia de San Mateo (figs. 9.32 y 15.9) es claramente visible accediendo al testero de la cabe-cera desde el postigo del lado del evangelio del retablo, y aunque lamentable-mente haya sido forrado y reformado en fecha reciente para albergar un cuadro eléctrico, aún mantiene perceptible su cenefa perimetral con motivos de filia-ción gótica donde los racimos de uvas y las espigas alusivos a la eucaristía son identificables77. La compra en 1529 por parte del mayordomo de fábrica de San Mateo, Fernando de Ariza, al ceramista trianero Diego Polido de distintas cantidades de azulejos, olambrillas y verdugos «para las gradas del altar mayor e sagrario de la dicha iglesia», nos permiten datarlo en torno a aquel año78. Del mismo, además, se conservan sus puertas (fig. 15.10), que parecen seguir, en versión muy simplificada, el modelo de las de San Dionisio79.

en las puertas de dicho archivo o taquilla se aga en cada una una rotura de un palmo en qua-dro con rexuelas de fierro para que entre el ambiente». AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1359, fols. 206r–206v.

76. Juan de Tejada y Ramiro, Colección de Cánones y de todos los Concilios de La Igle-sia de España y de América, Madrid, Imprenta de Pedro Montero, 1863, t. V, pp. 103-104.

77. Tanto Esteve Guerrero como Sancho de Sopranis ya habían hecho referencias a este sagrario mural de San Mateo, mencionando incluso los restos de policromía que alcanzaron a ver en la decoración de pámpanos y racimos de uva que lo enmarcan. Manuel Esteve Gue-rrero, Jerez de la Frontera (Guía oficial de arte), Jerez de la Frontera, Jerez Gráfico, 1933, p. 147; Hipólito Sancho de Sopranis, Introducción al estudio de la arquitectura en Xerez, Cuaderno de Estudio nº 1 de la revista Guión, Jerez de la Frontera, Federación de Estudian-tes Católicos, 1934, p. 13. Existe una reciente edición de esta última obra, con introducción a cargo de Fernando López Vargas-Machuca, en Jerez de la Frontera, Peripecias Libros, 2015.

78. Estos azulejos ya no existen, pero debieron de conservarse al menos hasta 1887, cuando el cardenal Ceferino González negó la licencia que solicitaba el cura de San Mateo para su enajenación. AHDJF, Fondo Parroquial, Jerez de la Frontera, San Mateo, Fábrica, Varios, caja 16, doc. n. 34; José Hernández Díaz, “Materiales para la historia...”, op. cit., pp. 222-223.

79. Al menos hasta finales del siglo XIX estos batientes aún cerraban el viejo sagra-rio mural escondido tras el retablo mayor, para el que fueron concebidos. Tras haber estado guardados con descuido durante años, recientemente han sido adecentados y ubicados en la capilla de la Hermandad del Desconsuelo. Sobre las puertas del reservorio de San Dionisio,

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Por razones que ya analizamos al ocuparnos del altar, en 1586 el cardenal arzobispo de Sevilla don Rodrigo de Castro dispuso que estos sagrarios deja-sen de ser empleados para la reserva eucarística, limitando en adelante su uso, como sucedería en otras diócesis, para la guarda de «los santos Óleos, Crisma y Reliquias, si las hubiere, y el libro Manual De Sacramentis, y los demás libros pertenecientes al ministerio de Cura»80. En San Mateo fue utilizado como archivo hasta 1733 y, a partir de ese momento, por mandato del visitador don José Ruiz Moya, como una suerte de caja de seguridad para las alhajas de plata de la iglesia que hasta la fecha se habían conservado en la sacristía81.

vid. Pablo J. Pomar Rodil, “Puertas de Sagrario”, en Javier E. Jiménez López de Eguileta y Pablo J. Pomar Rodil (coords.), Limes Fidei. 750 años de Cristianismo en Jerez, Jerez de la Frontera, Diócesis de Asidonia-Jerez, 2014, pp. 240-241.

80. Constituciones del Arzobispado de Sevilla..., op. cit., t. II, p. 59.81. En 1679 se realizó un armario en la sacristía para conservar el ajuar litúrgico de

plata. Sin embargo, medio siglo más tarde el mismo debió de resultar poco seguro o capaz y en 1733 el visitador don José Ruiz Moya ordenó «Que por quanto se reconoció en el ynventario de vienes que se hisso en esta iglesia no haver en la sachristia sitio conmodo para que las alaxas de plata estén guardadas con el aseo y custodia que se necesita y que a un lado del altar maior está un armario que antiguamente fue sagrario y hoy sirve de archivo al cura,

Fig. 15.9. Sagrario mural, detalle de su cenefa superior.

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Fig. 15.10. Puertas de sagrario mural.

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Sin embargo, la incomodidad que podría suponer la coincidencia de la celebración de la misa o el oficio con la salida del Santísimo reservado en el altar mayor, cuando Éste debiese ser administrado como viático a un mori-bundo, pronto aconsejó la creación de los llamados altares comulgatorios (fig. 15.11), que coexistieron con el ubicado en el altar mayor82. El de San Mateo estaba en 1673, año de la tantas veces aludida visita de don Gon-zalo de Mier y Barreda, «al lado de la epístola en capilla aparte», la cual era patronato de la familia Villavicencio83. Sin duda se trata de la capilla que habían edificado y dotado don Pedro Camacho de Villavicencio Spínola, que ya en 1507 estaba concluida, con su altar, reja y ornamentos84. En 1705, contaba, según la descripción del visitador don Juan Bejarano, con un altar «con retablo de escultura con una ymagen de un santo Xpto., de nuestra señora y de San Blas todos de cuerpo entero de talla»85. El mismo visitador solicita a los herederos del patronazgo, como ya lo había hecho su prede-cesor cuatro años antes, que «blanquee y aderese la bóveda que se recala y haga en ella y ponga los ornamentos que tiene obligación», de donde se

este ponga los libros y papeles que en él tuviere en taquilla que discurra aparente para ello y que esté reservada de humedades para que no padezcan detrimento dichos libros y en el dicho armario se pondrá dicha plata y su llave se la entregará al mayordomo de la fábrica de dicha iglesia, quien está entregado en ellas y en los demás bienes que constan del ymbenta-rio». Carlos García Peña, Arquitectura gótica religiosa..., op. cit., t. I, p. 555; Pilar Nieva Soto, La platería del siglo XVIII en Jerez de la Frontera, Madrid, Universidad Complu-tense, 1992, p. 1003.

82. El canónigo Mesa Ginete tras señalar cómo las constituciones sinodales obligaban a colocar el Santísimo Sacramento en medio del Altar Mayor, aclara que «por obviar incon-venientes, así mismo en casi todas las iglesias se conserva en otra capilla que se llama del sagrario comulgatorio, para administrarse sin embarazo a todas horas aunque se esté en los Oficios Divinos». Francisco de Mesa Ginete, Historia Sagrada y Política de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Tarteso, Turdeto, Asta Regia, Asido Cesariana, Asidonia, Gera, Jerez Sidonia, hoy Jerez de la Frontera [1754], Jerez de la Frontera, Melchor García Ruiz, 1888, Segunda Parte, pp. 104-105.

83. Mariano Pescador y Gutiérrez del Valle, Las iglesias parroquiales de Jerez de la Frontera, Jerez de la Frontera, Imprenta de El Mensajero, 1909, p. 49. AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1443, s/f

84. Hipólito Sancho de Sopranis, Introducción al estudio..., op. cit., p. 13 y 14, n. 4; Enrique José Ruiz Pilares, “El mayorazgo del veinticuatro Pedro Camacho de Villavicen-cio ‘el rico’ (1507). El patrimonio del caballero jerezano más acaudalado de su tiempo”, En la España Medieval, 35 (2012), p. 326; Manuel Romero Bejarano, Manuel, “Del mudéjar al gótico...”, op. cit., p. 452.

85. AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1348, s/f.

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deduce que la parroquia no hacía uso de la capilla por haber pasado a la fábrica por abandono de sus propietarios sino tras haber alcanzado un arre-glo de uso entre las partes86.

86. Carlos García Peña, Arquitectura gótica religiosa..., op. cit., t. I, p. 556; AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1348, s/f..

Fig. 15.11. Sucesivas ubicaciones del sagrario en la parroquia de San Mateo (plano del autor).

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Fig. 15.12. Bóveda de capilla Villavicencio con decoración eucarística.

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En torno a 1781, se abrió un gran arco en el muro que comparte con la capi-lla de los Villacreces, obteniendo la unión de ambos espacios con un resultado que presuponemos semejante al alcanzado en el sagrario de San Marcos algunos años antes87. A esta importante reforma cabe atribuir la decoración de la bóveda gótica con las pinturas alegóricas de temática eucarística (fig. 15.12), de la que aún se perciben ángeles, gavillas de trigo, racimos de uva y cartelas rocalla88. Sin embargo, en los últimos años del siglo los problemas de estabilidad que el edifi-cio arrastraba tras los estragos que en el mismo produjo el aciago terremoto de Lisboa aconsejaron macizar de nuevo aquel arco, sólo dejando como servicio entre ambas capillas un paso enfatizado por la sobria portada bifronte de com-posición clasicista (fig. 15.13) que se conserva igualmente cegada89. Frustrado aquel intento de dotar a la parroquia de una capilla sacramental de mayor enti-dad, el sagrario fue trasladado en algún momento del siglo XIX a la capilla de la Hermandad del Desconsuelo que permitía en tono menor emular a aquellas capillas sacramentales barrocas levantadas en San Miguel y la Colegiata90. Supo-nemos que alguna suerte de arreglo entre la fábrica y la hermandad –como el que suscribió la de San Pedro con la fábrica de Santiago en 1826– regularía el nuevo uso, sin embargo desconocemos la data precisa del mismo que en cual-quier caso debió tener lugar durante la primera mitad de siglo91.

5. La sacristía

La sacristía gótica de San Mateo es obra contemporánea a su cabecera y por tanto de las primeras décadas del siglo XVI92. Se trata de una pieza siempre

87. Vid. el capítulo en este libro de Fernando Aroca Vicenti, “La parroquia y el barrio...”, op. cit.

88. Miguel Á. Mariscal Rodríguez y Pablo J. Pomar Rodil, Jerez. Guía artís-tica..., op. cit., p. 88.

89. Vid. el capítulo en este libro de Fernando Aroca Vicenti, “La parroquia y el barrio...”, op. cit.

90. La capilla de la Hermandad del Desconsuelo, recientemente restaurada, fue levan-tada en el siglo XVIII, constando su inauguración en 1727. Javier Piñero, “La iglesia de San Mateo...”, op. cit., p. 1.

91. En el inventario del templo que data de 1849 ya aparece la capilla del Desconsuelo como sagrario parroquial. AGAS, Sec. IV, Ser. 13, leg. 1421 s/f.

92. Vid. en este libro el capítulo de Manuel Romero Bejarano, “Gótico y el Renaci-miento en San Mateo”.

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Fig. 15.13. Capilla Villacreces, portada del sagrario.

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necesaria para que los sacerdotes revistan y depongan los ornamentos sagra-dos, para la conservación de éstos y del ajuar litúrgico, para la celebración discreta de alguna misa, para las reuniones de la clerecía parroquial y para tan-tos otros usos auxiliares al templo93. Su ubicación junto a la capilla mayor, en el lado de la epístola venía siendo el habitual como también lo eran sus dos accesos, al cuerpo de la iglesia y al presbiterio respectivamente, tal como des-cribe el visitador don Gonzalo de Mier y Barreda en 1673, quien señala que la sacristía es «de piedra, como la misma del cuerpo de la iglesia en bóveda capaz, con dos puertas, la una por donde se sirve el altar mayor y la otra sale al cuerpo de la iglesia»94. De estos dos accesos a la sacristía, el que la comuni-caba con la nave contaba con una portada situada junto a la capilla de los Villa-vicencio, que aparece someramente representada en el plano de sepulturas del siglo XVII (fig. 15.14), y que desapareció al ampliarse el presbiterio durante la primera mitad del siglo XX95. La comunicación con el presbiterio, por la nota-ble diferencia de cota, requirió desde el principio de una escalerilla (fig. 12.9) cuyo constante trajín conllevó su desgaste, que al ser advertido por los visita-dores, llevó a estos a apremiar su sustitución ya en los primeros años del siglo XVIII, si bien su reemplazo no tendría lugar hasta 172696. Con posterioridad,

93. Será la ocasional dedicación de la sacristía a estos usos auxiliares que, mutatis mutandi, podrían equivaler a los de un despacho parroquial, la que traería consigo ciertas acti-tudes mundanas e indecorosas. De ahí que en los mandatos generales dados para las iglesias de Jerez en 1803 por el obispo auxiliar don Manuel Cayetano Muñoz figurase uno que señala «Que se cumpla lo mandado sobre el silencio en las yglesias y sacristias, sin permitir dispu-tas agenas de tales lugares, ni otro género de indezencia que los degradan y ofenden». AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1524, s/f.

94. AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1443, s/f.95. A pesar del escaso espacio existente entre el presbiterio y la capilla de los Villavi-

cencio, Mariano Pescador habla de la existencia de la «portada» de la sacristía, lo cual tam-bién podría desprenderse de su representación en el plano de sepulturas tantas veces aludido. La clausura de este acceso y su posterior sustitución por otro que supuestamente comprome-tía la estabilidad del edificio y que se suprimió en la restauración general del templo de finales del siglo XX, han de ser puestas en relación con una ampliación del presbiterio que debió de tener lugar durante el primer tercio de aquella centuria. Mariano Pescador y Gutiérrez del Valle, Las iglesias parroquiales..., op. cit., p. 50; María de los Ángeles Álvarez Luna, José María Guerrero Vega y Manuel Romero Bejarano, La intervención en el patrimo-nio. El caso de las iglesias jerezanas (1850-2000), Jerez de la Frontera, Ayuntamiento de Jerez de la Frontera, 2003, p. 322.

96. En noviembre de 1715 Pedro Fernández de Zurita ya inquirió a que «dentro de un mes se haga nueva la escalera que sube de la sacrhistía al altar mayor». Con posterioridad,

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así en 1778 como en 1796 se sucederían nuevos arreglos y sustituciones de su pasamanos, lo que denota el intensivo uso del mismo97.

Dignas de tener en cuenta son las numerosas noticias que parecen poner en evidencia la considerable pequeñez de la sacristía en relación con las necesida-des de la parroquia, lo que obligaría a buscar lugares fuera de aquel recinto que pudieran suplir su falta de espacio. Ya vimos al respecto que se llegó a levantar una habitación en el trascoro destinada a archivo e incluso cómo el primitivo sagrario mural de la cabecera había quedado convertido en un mero armario de seguridad para el ajuar de plata del templo, lo que no deja de ser significa-tivo, pues consta que con anterioridad tanto los libros como la plata se habían guardado en la sacristía. Cabe pensar, incluso, que esta carencia fuese precoz-mente detectada, y de hecho se ha especulado con la posibilidad de que la pro-yectada intervención de Hernán Ruiz II en San Mateo, de la que no se sabe prácticamente nada, no fuese sino una nueva sacristía de mayor capacidad98. En cualquier caso, la idea no cristalizaría hasta avanzado el siglo XVIII en que se construyó la actual sacristía barroca que quedó agregada a la precedente, que desde entonces sirve de antesacristía. La nueva, obra concluida en 1744 gracias al empeño del beneficiado de la parroquia Pedro Vicente de Herrera, según se desprende de la inscripción que reza en su aguamanil, queda abierta a la ante-rior a través de una gran portada, realizada, como el resto de la obra, por el maestro albañil Agustín de Herrera99.

Escasas son las noticias referentes al uso de esta sacristía que pudieran comple-tar nuestro conocimiento funcional de la misma. Se conoce que en 1705 se con-servaban en ella los libros sacramentales, si bien no sabemos por cuánto tiempo fue así, dado que en 1733 éstos se guardaban ya en el antiguo sagrario100. Tam-bién consta que en 1679 se hizo un armario en la sacristía donde custodiar el ajuar

en los mandatos de visita visita pastoral realizada por el licenciado Juan Antonio de Varo y Guerrero el 14 de diciembre de 1725 se señala que «respecto de que la escalera que sale de la sacristía al Altar maior esta mui gastada mande se haga de nuevo». Apareciendo el apunte por las obras efectivamente ejecutadas en el libro de toma de cuentas de fábrica de 1727. AGAS, Sec. II, Ser. visitas, legs. 1359, fol. 216v y 1367, fols. 470r-470v; Carlos García Peña, Arqui-tectura gótica religiosa..., op. cit., t. I, p. 557.

97. En este mismo libro vid. Fernando Aroca Vicenti, “La parroquia y el barrio...”, op. cit.98. La relación entre Hernan Ruiz II y la construcción de una hipotética sacristía la sugiere

en este mismo libro Manuel Romero Bejarano, “La arquitectura en San Mateo...”, op. cit.99. Javier Piñero, “La iglesia de San Mateo...”, op. cit., p. 1; Fernando Aroca Vicenti,

Arquitectura y urbanismo..., op. cit., p. 214.100. AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1348, s/f.

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Culto, heráldica y artes plásticas

de plata del templo y que éste estuvo en uso hasta 1733101. Finalmente, en julio de 1740 el visitador don José de Almoriña ordenó que «se haga cajonería para la sachristía donde se recoxan y esten con toda desensia los ornamentos de esta Ygle-sia», trabajo que realizó el tallista Matías José Navarro entre 1741 y 1744102.

* * *A pesar de haber podido abordar en el presente trabajo la funcionalidad litúr-gica de los principales ámbitos arquitectónicos dedicados al culto, no debe-ríamos afirmar en modo alguno que el tema haya quedado agotado. Cabría

101. Vid. n. 80.102. AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1385, s/f.; Fernando Aroca Vicenti, “La parro-

quia de San Mateo...”, op. cit., p. 11.

Fig. 15.14. Plano de enterramientos, detalle de la portada de la sacristía.

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todavía estudiar, entre otros aspectos, el uso de la gran nave por parte de los fie-les, distribuidos a ambos lados de la crujía con que eventualmente pudo haber contado, atendiendo, sobre las esteras dispuestas a tal fin, al sermón que el pre-dicador pronunciaría desde el desaparecido púlpito ubicado entre las capillas de los Morales Maldonado y del Desconsuelo103. Asimismo, los interrogantes que arroja el plano de sepulturas deben aún ser convincentemente respon-didos si pretendemos determinar el alcance que el uso de aquella nave como lugar de enterramiento traía consigo y, a su vez, el culto funerario asociado a esta función, que debería ser analizarlo en un contexto parroquial más amplio, que implicaría al cementerio exterior, las capillas de particulares y los «nueve cañones de diferentes personas» que, según el visitador Mier existieron al pie del presbiterio104. Además, de la metamorfosis anual del templo, con su doble cadencia, periódica y extraordinaria, en función de las principales fiestas del año litúrgico y de los acontecimientos luctuosos y festivos sobrevenidos por los que habría que pedir o dar gracias, dan fe las libranzas a favor de los montado-res y desmontadores del monumento, de los colgadores de cortinajes o de los pirotécnicos encargados de la cohetería que tronaba el día de San Mateo, evan-gelista titular del templo que la iconografía cristiana había asociado con uno de aquellos ángeles que descendían durante las funciones litúrgicas en las que el cielo y la tierra se fundían, transformando unos espacios cuya forma, ornato y función colaboraban al unísono, como «medio de adquirir feligreses», en la finalidad última del arte sacro que no es otra que la de la propia Iglesia, la sal-vación de las almas

103. Don Gonzalo de Mier señala la existencia, en su descripción del templo de 1673, de un púlpito «para predicar», claramente diferenciado de los púlpitos para la epístola y el evangelio. Sería sustituido en el siglo XVIII por el que se conservó hasta la segunda mitad del XX, de madera en su color y hechura barroca. Respecto a las esteras, que cubrían desde las gradas del presbiterio hasta el púlpito, hay que señalar que serían de junco en verano y esparto en invierno, como señala el inventario de bienes del templo de 1849. Pablo J. Pomar Rodil, “Los feligreses y el templo...”, op. cit., pp. 96, n. 49 y 102; AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1443, s/f.

104. AGAS, Sec. II, Ser. visitas, leg. 1443, s/f.

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Culto, heráldica y artes plásticas

Apéndice documental

Documento 1.

[1717]. Jerez de la FronteraBernardo Fernández de las Peñas, en nombre de Joseph Joachim Real de

Morales, Presbítero beneficiado propio de la iglesia Parrochial de San Matheo de la ciudad de Xeres de la Frontera, solicita al provisor del Arzobispado licencia para utilizar cantos de la antigua torre en el nuevo coro.

AHDJF, Fondo Hispalense, Jerez de la Frontera, Ordinario, caja 61, doc. n. 48.

Bernardo Fernández de las Peñas, en nombre de Joseph Joachim Real de Morales, Presbítero beneficiado propio de la iglesia Parrochial de San Matheo de la ciudad de Xeres de la Frontera, como mas aia lugar en dere-cho, paresco ante Vs. y digo que por estar el choro de dicha iglesia mui mal-tratado e indecente, el doctor D. Pedro Fernández de Zurita, visitador de este Arzobispado en la última visita que celebró en dicha iglesia dejó dis-puesto que dentro de un año se labrase coro nuevo consultando primero a su Eminencia el Cardenal Arzobispo mi Señor sobre su disposición y mate-ria de su fábrica según la posibilidad del caudal de la dicha iglesia como todo consta del testimonio que en debida forma presento y juro y mediante que mi parte deseando la mayor decencia y adorno de dicha iglesia, que es el medio de adquirir feligreses, y con el deseo de hahorrarle costos a la fábrica que es en lo que siempre se ha esmerado, hace representación a Vs. como para labrar la cerca del coro de cantería tiene dicha iglesia una torre que lo fue en lo antiguo, que oy ha quedado en la mitad, con otros paredo-nes de donde se puede sacar mucha sin que le sirvan ni hagan falta ni detri-mento a dicha iglesia respecto de lo qual y que la fábrica de dicha iglesia se halla oy desempeñada y con ternos nuevos de todos colores y que no tiene otra cossa que atender mas que la fabrica de dicho coro y que mi parte y sus compañeros han procurado minorarle muchos gastos a dicha fábrica dejando de percibir muchas obvenciones y tomando a su cargo el pagar los sermones de quaresma y aver dejado de nombrar organista aviendo más de dos años que murió el que avia, sólo por poner la iglesia desente y tenga coro que es lo que mas necesita por tanto.

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A Vs. suplico aia por presentado dicho testimonio y en su vista se sirva de dar su licencia para que los materiales de cantería que ai en dicha iglesia y de lo referido se labre la cerca del coro de ella, que por lo que toca a sillería se podrá suspender hasta que la fábrica tenga posibilidad, pasándose con unos bancos que en ello recibiere merced con justicia que pido y para ello etc.

Bernardo Fernández de las Peñas

Documento 2.

1717, junio, 26. Jerez de la FronteraInforme de Ignacio Díaz sobre desmontar antigua torre y paredes de obra

muerta para la extracción de cantos para el nuevo coro.AHDJF, Fondo Hispalense, Jerez de la Frontera, Ordinario, caja 61, doc.

n. 48.

En la Ciudad de Xerez de la Frontera en veinte y seis días del mes de junio del año de mil setecientos y diez y siete, Ygnacio Díaz, maestro de obras de albañilería y examinador y alcalde de alarifes que he sido.

Digo que en cumplimiento a lo mandado por su merced el señor Doctor don Alonso Moreno Tamajón, vicario y canónigo magistral de la Yglesia Cole-gial del Señor San Salvador de dicha ciudad, pasé a la iglesia parroquial del Sr. San Matheo de dicha Ciudad para efecto de reconocer si conviene descompen-sar una torre antigua a si sirve de detreimento a dicha iglesia y asi mismo se si conviene descompensar un resto de bestijio antiguo que se ysso para la conti-nuación de un entre columnio o resto de bóveda, y estando hen dicha iglesia para dicho efecto hallo tener una torre por la parte exterior de la pared maestra la cual hallo ser antigua, sin uso de campanas que solo será conveniente derrivar el cuerpo de campanas hasta llegar al pavimento de dicho cuerpo por quanto lo restante de dicha torre no será conveniente derrivarla por el motivo que suple el lugar de un estrivo de la pared de dicha iglesia y asi mesmo hallo que dicha igle-sia se compone de tres columnios, el uno forma la capilla mayor, los dos restan-tes el cuerpo de la iglesia y de los dos dichos entrecolunios que forma el cuerpo de iglesia el uno que es el del estremo se compone de una voveda antigua que es la primitiva de la iglesia, la qual esta mucho mas inferior de las restantes de que se compone dicha iglesia, la qual resta levantarla al pesso de las otras no

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porque esta menos fuerte que las otras dichas bóvedas solo si por la correspon-densia que es el motivo de aver acontinuado el resto de pared que está del lado de la epístola, el qual es conveniente el que se derrive por algunos motivos lo que por quanto si quieren seguir las bóvedas siempre precisará derrivar el dicho resto de pared por quanto los temporales lo tienen deteriorado y asi mesmo por el motivo de no aver seguido el otro resto de pared del lado del evangelio que devia el artífice aver cargado el templo en igual pesso asi por los enjugos como por cuya razón como llevo ya dicho conviene que se derrive dicho besti-jio y quedara el templo mas descansado por la gravedad del pesso que se le quita a dicha pared y queda ygual con la del evangelio, también en devo decir que quando se aga el derrivo sea con asistencia de persona inteligente por razón de que no cauce alguna ruyna ese es mi parecer a mi leal saber y entender y como tal lo firmo en el dicho dia y mes y año.

Ignacio Diaz

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Enclavada en un barrio de solera y personalidad inconfundibles, la parroquia de San Mateo es al mismo tiempo uno de los más destacados núcleos devocionales y uno de los grandes conjuntos histórico-artísticos de su ciudad. Son ya más de tres siglos los que la Hermandad del Desconsuelo, popular y señorial por igual, lleva en su sede canónica despertando en las sucesivas generaciones de jereza-nos profunda devoción hacia sus espléndidas sagradas imágenes titulares. Y son nada menos que ocho centurias las que la collación creada por Alfonso X el Sa-bio viene contemplando cómo un edi�cio probablemente modesto en origen va viviendo sucesivas adiciones, reformas, proyectos ambiciosos nunca llegados a completar, serios deterioros, catástrofes naturales, largos olvidos y –a lo largo de estos últimos lustros– felices recuperaciones que lo convierten en una suma de partes no siempre armoniosamente integradas, a veces de difícil interpretación tanto para el visitante como para el especialista, pero llena de interés en su fas-cinante sucesión de elementos góticos, mudéjares, tardogóticos, renacentistas y barrocos, amén lógicamente del rico patrimonio mobiliar acumulado a lo largo de los siglos, empezando por su soberbio retablo mayor. De todas estas cuestio-nes y muchas más, incluyendo diferentes aspectos de la relación entre parroquia y feligresía, nos habla una nómina de nada menos que veintitrés especialistas que abordan la enorme variedad de contenidos haciendo uso de una gama no menos amplia de disciplinas cientí�cas, incluyendo tanto la excavación arqueológica como el rastreo documental, el análisis de las formas artísticas como la contex-tualización social, el estudio de la liturgia como la catalogación de los fondos documentales y de la heráldica. Con el aporte de una gran cantidad de material inédito, de análisis por completo novedosos por su temática o por su enfoque, y abriendo el camino a nuevas investigaciones que en el futuro podrán abundar más aún en la importancia de la parroquia, este insólito proyecto editorial, sin precedente alguno en la ciudad, aspira a convertirse en referente ineludible a la hora de adentrarse en los numerosos secretos que encierra esta joya artística y

espiritual de Jerez de la Frontera.

La parroquia deSan Mateo

de Jerez de la Frontera

Javier E. Jiménez López de Eguileta(editor)

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HISTORIA, ARTE Y ARQUITECTURA

Juan Abellán PérezMaría de los Ángeles Álvarez LunaFernando Aroca VicentiManuel Barroso BecerraJuan Fernando Bernal González David CaramazanaGonzalo Castro MorenoDomingo Gil BaroJosé María Guerrero VegaJavier E. Jiménez López de EguiletaFernando López Vargas-MachucaJosé Manuel Moreno AranaJuan Antonio Moreno AranaManuel Carlos Ordás de ArandaAgustín R. Pina CalleFrancisco Pinto PuertoPablo J. Pomar RodilManuel Romero BejaranoRaúl Romero MedinaAntonio de la Rosa MateosEnrique José Ruiz PilaresJavier Serrano PinteñoRaquel Utrera Burgal

La Venerable y Real Hermandad Sacramental y Archicofradía del Silencio de Nuestro Pa-dre y Señor de las Penas, María Santísima del Desconsuelo, San Juan Evangelista y San Blas, establecida canónicamente en la Iglesia Parroquial de San Mateo, fue fundada el 26 de mayo de 1712, siendo apro-badas sus primitivas reglas el 17 de marzo de 1713. Una década después comienza a construir capilla propia en el templo del Evangelista gracias a las donaciones de los numerosos devotos de sus imágenes titulares, el Señor de la Penas y María Santísima del Desconsuelo, atribuidas, junto con la de San Juan, al escultor Ignacio López. Des-de estos momentos conocerá la cofradía un signi�cativo esplendor que durará, como en el resto de corporaciones religiosas de la ciudad, hasta la segunda mitad del siglo XIX, en que se sume en un serio proceso de decadencia. Aunque entretanto se producen diversos intentos para reorganizarla, no será hasta 1923 cuando la hermandad se recupere de�nitivamente de su letargo y comience una época dorada, que ya no abandonará. El 4 de marzo de 1955 se unirá, incluso, a la antigua Hermandad Sacra-mental de la parroquia, cuyos orígenes se remontan al siglo XVI. Otro de sus principales hitos ha sido el aban-deramiento de la restauración del edi�cio en los albores del siglo XXI. Salvado el mismo de la ruina que le ame-nazaba, la Cofradía de San Mateo patrocina ahora esta obra historiográ�ca que, con su amplio espectro de temas abordados a través de un poliédrico enfoque multidisci-plinar, esperamos se convierta en un auténtico referente para los estudios sobre Historia, Arte y Arquitectura de los ricos templos jerezanos.