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LA PALABRA COMO UNIDAD DE SIGNIFICADO: ALGUNAS EXCEPCIONES AL RESPECTO J UAN A. MARTÍNEZ L ÓPEZ Universidad de Aarhus. Dinamarca RESUMEN Los estudios filológicos desarrollados desde la antigüedad clásica hasta bien entrada la segunda mitad de nuestro siglo estaban sujetos a métodos que impedían, por principio, aprehender ciertas unidades de la lengua cuyo uso quedaba restringido al lenguaje coloquial. El enfoque discursivo de los estudios dedicados a las lenguas ha facilitado el conocimiento de entidades que por sus características no se ajustan a la definición semántica de palabra. Entre éstas destacan las especiales características de las palabras «idiomáticas» y de las pala- bras «canal». Las primeras carecen de significado en sí mismas y sólo aportan sentido a una estructura pluriverbal cuyo significado es un conglomerado de los elementos que forman el complejo. Las segundas, las palabras «canal», son pro- ductos exclusivos del lenguaje oral. Su objeto no es comunicar un significado léxico ni gramatical, sino, por el contrario, realizar diversas funciones en la inte- rrelación propia del lenguaje coloquial. PALABRAS CLAVE Clases de palabras, unidad formal, unidad semántica, unidad fónica, mal- formación fónica, construcciones, palabras idiomáticas, palabras canal, función de seguimiento, función de ralentización, función interpelativa. ABSTRACT From the classical period until the second half of this century philological studies were attached to methods that made it hard to comprehend certain lan- guage units that were used only in the coloquial language. The meditative focus of the studies dedicated to the languages has made it easier to understand units which because of their characteristics do not adapt to the definition of the word. 845 CAVCK. <*• hlhJiiiki y su nuliktka. a '•20-21. W7-*f//*«fs. MÍ-X7!

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LA PALABRA C O M O U N I D A D D E S I G N I F I C A D O : A L G U N A S E X C E P C I O N E S A L R E S P E C T O

J U A N A . M A R T Í N E Z L Ó P E Z

Universidad de Aarhus. Dinamarca

R E S U M E N

Los estudios f i lológicos desarrollados desde la ant igüedad clásica hasta b ien entrada la segunda mitad de nuestro siglo estaban sujetos a métodos que impedían, por pr inc ip io , aprehender ciertas unidades de la lengua cuyo uso quedaba restringido al lenguaje coloquial . El enfoque discursivo de los estudios dedicados a las lenguas ha facil itado el conocimiento de entidades que por sus características no se ajustan a la def in ic ión semántica de palabra. Entre éstas destacan las especiales características de las palabras «idiomáticas» y de las pala­bras «canal». Las primeras carecen de signif icado en sí mismas y sólo aportan sentido a una estructura plur iverbal cuyo signif icado es u n conglomerado de los elementos que forman el complejo. Las segundas, las palabras «canal», son p ro ­ductos exclusivos del lenguaje oral . Su objeto n o es comunicar u n signif icado léxico ni gramatical, sino, por el contrario, realizar diversas funciones en la inte-rrelación propia del lenguaje coloquial .

P A L A B R A S CLAVE

Clases de palabras, un idad formal , un idad semántica, un idad fónica, mal ­formación fónica, construcciones, palabras idiomáticas, palabras canal, func ión de seguimiento, f u n c i ó n de ralentización, func ión interpelativa.

A B S T R A C T

From the classical per iod unt i l the second half o f this century phi lo logica l studies were attached to methods that made it hard to comprehend certain lan­guage units that were used on ly in the coloquial language. The meditat ive focus of the studies dedicated to the languages has made it easier to understand units w h i c h because of their characteristics d o not adapt to the def in i t ion of the w o r d .

8 4 5 CAVCK. <*• hlhJiiiki y su nuliktka. a '•20-21. W7-*f/ /*«fs . MÍ-X7!

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A m o n g these w e f ind the special caracteristics of the words , in this article, called "idiomaticas" and "canal". The first ones lack a significance by themselves and on ly apport a significance to a plur iverbal structure whose signif ication is a con­glomerate of the elements that f o r m the complex. The second ones, the words called "canal", are products exchisively o f the spoken language. Their object is not to communicate a lexical nor a grammatical signif ication, but o n the other hand, to carry out various funct ions in the interrelat ion o f the coloquia l lan­guage.

KEY W O R D S

Clases de palabras, un idad formal , un idad semántica, un idad fónica, mal­formación fónica, construcciones, palabras idiomáticas, palabras canal, func ión de seguimiento, func ión de ralentización, func ión interpelativa.

RÉSUMÉ

Les études phi lo logiques qu i se sont développées à partir de l 'antiquité classique et jusqu'à bien entrée dans la deuxième moit ié de notre siècle ont été assujeties à des méthodes qu i ont empêché, en pr incipe, de comprendre cer­taines unités de langue dont l'usage était l imité à la langue parlée. Les études dédiées aux langues, soulignant l'aspect discursif, ont facilité la connaissance des unités qu i , à cause de leurs caractéristiques, ne s'adaptent pas à la déf in i ­t ion sémantique du mot. Parmi ces unités, o n remarque les particulières carac­téristiques des mots "idiomâticas" et des mots "canal". Les premières manquent d'une signif ication en soi -même et apportent seulement une signif icat ion à une stmcture pluriverbale dont la signif icat ion est u n conglomérat des éléments qui forment le complexe. Les deuxièmes, les mots "canal", sont des produits de la langue orale, exclusivement. Leur objet n'est pas de communiquer une signif i ­cation ni lexique n i grammaticale, mais, au contraire, de réaliser des fonct ions dans l ' interrelation propre de la langue parlée.

M O T S - C L É

Clases de palabras, un idad formal , un idad semántica, un idad fónica, mal ­formación fónica, construcciones, palabras idiomáticas, palabras canal, func ión de seguimiento, func ión de ralentización, func ión interpelativa.

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0 . INTRODLJCCIÓN

E s no to r io que la def in ic ión de palabra esgr imida por l o s gr iegos

en s u época clásica haya perdurado prácticamente hasta nues t ros días.

La expl icación a este hecho ha de buscarse -a nues t ro ju ic io - en dos

aspectos de diferente orden. De u n lado ha de subrayarse la larga tra­

d ic ión de l o s es tud ios f i lo lóg icos, l o s cuales pretendían p ro fund iza r en

el conocimiento de las lenguas basándose en l o s textos escr i tos , gene­

ralmente de carácter l i te rar io , como exponente más br i l lante y cuida­

do del ejercicio de dicción. D e otro lado cabría señalar las di f icul tades

con las que se han tropezado l o s f i l ó logos y l i ngü is tas a la hora de

establecer o t ros parámetros -fundamentalmente l o s fo rmales- , desde

l o s que enmarcar lo que para l o s hablantes, aun para l o s más profa­

n o s en es tud ios l i ngü ís t i cos , parece de fácil del imi tac ión, esto es: la

palabra.

A lo largo de este trabajo, basándonos en las di ferentes est ructu­

ras sobre las que se articula el lenguaje, hemos observado u n cierto

número de vocablos carentes de signi f icado por s í m i s m o s (palabras

id iomát icas), a l o s que se ha dedicado poca atención hasta el momen­

to. De otro lado, se han tenido en cuenta palabras que, a pesar de ser

fo rmas prop ias del lenguaje común, poseen func iones m u y di ferentes

a las que, en general, se les han atr ibuido tanto en l o s es tud ios anti­

guos como en l os contemporáneos. E s t o s ú l t i m o s vocablos, productos

exc l us i vos del habla coloquial y denominados por noso t ros «palabras

canal», han pasado totalmente desapercibidos en la l ingüís t ica moder­

na, al menos a toda la amplia bib l iograf ía a la que hemos tenido acce­

so . Ambos t ipos quedarían exc lu idos del g rupo de e lementos denomi­

nados palabras s i pers is te el enfoque semantic ista.

1. L A PALABRA

De entre l o s es tud ios dest inados a p ro fund iza r en el conocimien­

to de las lenguas, qu i zás sean l o s dedicados a la palabra l o s que más

dif icultades han planteado, debido, fundamentalmente, a l o s graves

inconvenientes der ivados de s u propia def in ic ión.

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1 .1 . L o s p r imeros intentos de def in i r la palabra se remontan a la

antigüedad clásica con las concepciones platónica 1, aristotél ica 2 y de la

f i losof ía estoica 3. Cont inúan con pocos cambios y s i n mayor prec is ión

durante la Edad Media y el Renacimiento y perduran casi hasta nuest ros

días, más de dos m i l años después. E l hecho de que este problema haya

pres id ido el desarro l lo de l os estudios dedicados a las lenguas desde s u

or igen se debe -a nuest ro ju ic io- a diferentes causas. Desde l os p r imeros

momentos, el entramado teórico de l os estudios l ingüís t icos se desarro­

l l ó a remolque de postulados f i losóf icos, lo que conl levó que l os térmi­

n o s sobre l os que se trabajaba ( las palabras) no estuv iesen del imitados

sobre cr i ter ios gramaticales o formales, s i n o puramente semánticos, al

equiparar las categorías de pensamiento meramente lógicas: «sustancia»,

1. En la época presocrática -como es sabido- el estudio de la gramática y del len­guaje en general se sitúa dentro de la esfera filosófica propia del momento. Envuelta en esta misma corriente de pensamiento surge la polémica, ya planteada también sobre otras instituciones humanas, en torno a la palabra; esto es, si su naturaleza es conven­cional o natural. Esta cuestión generó diversos estudios, por uno y otro bando, cuyo objetivo era estudiar minuciosamente la estructura formal de las palabras con la inten­ción de negar, unos, y aportar pruebas, otros, a la hora de buscar la conexión entre la estructura formal y ei significado. Quienes secundaron la teoría convencional preten­dían poner de relieve el hecho de que las palabras no reflejan la naturaleza de las cosas. Los naturalistas, por el contrario, intentaron establecer la relación entre la estructura for­mal y el significado, para lo que recurrieron a la etimología como fuente originaria, es decir, a lo que ellos consideraban significado certero de la palabra.

Estos planteamientos, básicamente de carácter filosófico, adolecen de cualquier definición precisa de palabra, a pesar de establecer, tras observar las variaciones estruc­turales y las posibles variaciones secuenciales, el origen de las categorías gramaticales. Véanse, para una mayor profundidad en este asunto, las obras de R. H. Robins (1951: 5 y ss., y 1966: 3-19).

El pensamiento platónico en este campo prosigue la línea ya establecida por los presocráticos. Para él, la palabra como tal no es más que la expresión material de una idea. Al sustentar este principio teórico define las categorías gramaticales de acuerdo con la lógica. Divide la palabra en dos niveles basándose en criterios filosóficos: el nombre y el verbo. Sin embargo, esta asociación lógico-filosófica, a pesar de tener gran influen­cia posteriormente, no toma en cuenta criterios formales ni lingüísticos.

2. Aristóteles es el primero que se plantea el problema teórico de la definición de palabra, la cual concibe como unidad mínima significativa. Este hecho lo llevó a dife­renciar aquellas palabras que poseen significado aisladamente (nombre y verbo), de las conjunciones (sundesmoi): palabras que únicamente están dotadas de significado y fun­ción gramaticales. Para una idea más detallada de la concepción aristotélica de palabra, y del significado en general, véase Larkin (1971: 13-44).

3. Los estoicos, sin intentar una mayor precisión de la unidad palabra, establecie­ron en virtud de su significado cuatro clases (categorías primarias): nombre, verbo, con­junción y artículo, al crear un paralelismo con las bases de categorías filosóficas: sustan­cia, acción y relación. Posteriormente se amplía el número de partes al subdividir estos tipos básicos. Estas teorías tendrán tina poderosa influencia hasta casi nuestros días.

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«cualidad», «acción», «relación», etc., con las categorías de lengua: «nom­bre», «adjetivo», «verbo», «conjunción», etc. Para l levar a cabo estas aso­ciaciones, el cr i ter io seguido no era otro que la del imitación de la pala­bra allí donde podía observarse de forma más nít ida, esto es, entre espa­cios en blanco en l os textos escri tos.

U n i d o a lo anterior se presenta otro hecho que ha marcado l os estudios l ingüís t icos hasta nuest ro s ig lo . La escuela alejandrina const i tu­ye el p r imer intento de especialización dentro del campo de l o s estudios gramaticales; nacen, así, l os p r imeros lexicógrafos, retór icos, glosadores, etc. Ent re e l los se yergue como f igura fundamental D i o n i s i o de Tracia, quien redacta de forma detallada todos l o s avances l levados a cabo en el estudio de la lengua hasta el momento. Para este autor, l o s estudios gramaticales t ienen como f i n el preservar el griego l i terar io de l os pro­cesos de contaminación y corrupción que t ienen lugar en el habla colo­quial. As í , la diferencia existente entre l os textos homér icos, más anti­guos, y el habla popular de s u t iempo no respondía más que a las corrupciones y contaminaciones de la lengua hablada que, a s u vez, se alejaba de las normas gramaticales.

F ru to de esta concepción nace la gramática establecida sobre tex­tos l i terar ios cuyo objeto no es otro que preservar este t ipo de lenguaje. T o d o e l lo conduce a que sean estos textos l os que se yergan como obje­to de estudio, naciendo de esta forma la discip l ina que alcanza prácti­camente hasta nuest ros días: la F i lo logía .

1.2. L o s estudios gramaticales de la época romana continúan por l os cauces ya desbrozados por los autores gr iegos, fundamentalmente a causa del prest ig io que éstos ya habían adquir ido. Pocos fueron, en este sent ido, l os autores romanos que se plantearon desde u n nuevo ángulo el estudio de la lengua latina; en general, bajo el modelo griego, obser­varon algunas particularidades del latín: mayor número de casos, i n e x i s ­tencia del artículo, etc. Ent re l os autores dignos de mención destacare­mos a dos: Varrón (S .I a. de Cr is to ) y Pr isc iano (h . 500 d. de Cr is to ) . E l p r imero, en s u obra De lingua latina, d ist ingue tres partes a la hora de desl indar el enfoque de l os estudios gramaticales: Etimología, Morfología y Sintaxis. A la vez, s i n establecer una def in ic ión específica de palabra, crea una nueva d i v i s i ón de éstas basándose en cr i ter ios formales 4 . Po r

4. La inflexión causal justifica la creación del nombre, el factor tiempo determina­rá la estructura formal propia del verbo. Los participios participan a la vez de flexión cau­sal y tiempo verbal. Y en último lugar la conjunción y el adverbio, palabras carentes de tiempo y flexión.

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otra parte, observa -como bien ha señalado D. Langendoen ( 1 9 6 6 : 3 3 -

3 6 ) - , el entramado existente entre la morfología y la s in tax i s en expre­

s iones consti tuidas por una sola palabra (argentifondinae 'mina de

plata').

A este hecho, la formación de palabras, se refer irá poster iormente

Pr isc iano en el l i b ro V de s u obra Institutiones. Como antes había ya

observado Varrón, éste nota que el concepto de palabra esgr imido por

l o s gr iegos -fundamentalmente por Ar is tó te les (unidad de signi f icado)-,

di f íc i lmente casa con ciertas palabras latinas. E n este sent ido constata

que palabras como parricida proceden de dos palabras (parens y cae-

deré) que, a s u vez, mantienen un signif icado pleno al que llega s i n d i f i ­

cultades la propia comprens ión de l o s hablantes 5 . N o obstante, cree que

debe part i rse del carácter ind iv is ib le de palabra como unidad l ingüíst ica,

aunque sea obvia, en muchos casos, la un ión de uno o var ios elemen­

tos autosemánticos dentro de ella. Para su d i v i s i ón de las partes de la

oración sigue basándose en cr i ter ios semánticos, l legando a establecer

ocho clases: nombre, verbo, participio, pronombre, preposición, adver­

bio, interjección y conjunción.

Tanto l os autores griegos como romanos, que formarán l os pi lares

teóricos y metodológicos de l os estudios l ingüís t icos de toda la edad

media y en gran medida llegarán a nues t ros días, poseen en común

var ios rasgos que deben ser destacados en relación con la unidad deno­

minada palabra.

a) Para l os autores romanos, la palabra en s í es u n hecho comple­

jo que puede tomar carácter monosemántico o mult isemánt ico en fun ­

ción de complejas razones. N o obstante, todos l o s autores clásicos están

de acuerdo en que es necesario d isponer de una unidad sobre la que

trabajar en el estudio de la lengua. Esta unidad queda suficientemente

clara tomando como base de estudio la escri tura, donde dichos elemen­

tos quedan del imitados entre espacios en blanco.

b) Como ya hemos afirmado anteriormente, l os autores gr iegos, en

particular a part ir de la escuela alejandrina y debido a las connotaciones

negativas que había adquir ido el habla coloquial (lenguaje corrompido

y contaminado), promueven el estudio de la lengua tomando como base

l o s escr i tos l i terar ios que ya gozaban de respeto y admiración (funda­

mentalmente l os homér icos) . L o s gramáticos romanos, por s u parte,

s iguen en esta l ínea ya iniciada por l os gr iegos, inducidos por el gran

respeto que la cultura griega les infunde. Este hecho da fundamento

5. Véase para más detalle sobre este asunto Uitti (1969: 32 y ss).

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para que autores como Varrón vean en la Gramática la defensa de la

«Latinitas», concepto que él m i s m o define como: natura, analogía, con-

suetudo, auctoritas.6 O t ros autores más tardíos, con el f i n de mantener

viva la pureza del período clásico, fortalecen aún más el concepto de

«auctoritas», lo que consagra l os modelos clásicos de reconocida calidad

l i teraria y, en consecuencia, del bien hablar. De aquí que l os estudios

gramaticales, que de alguna forma pretenden ser normat ivos, tomen

estos textos como objeto de estudio.

1.3. Con estos antecedentes, y s i n pretender ignorar l os avances l le ­

vados a cabo por la gramática en particular, y por la l ingüíst ica en gene­

ral en épocas poster iores, nos s i tuaremos en el S . X X , a lo largo del cual

aún perduran muchas de las concepciones forjadas en la época clásica.

La que a nosot ros nos atañe, la relacionada con la palabra, poco ha

modificado s u concepción inicial . Tanto es así que, a pr inc ip ios del pre­

sente s ig lo , F. de Saussure (1980: 149 y s s . ) afirmaba lo siguiente:

La ent idad lingüística sólo está completamente determinada cuando está delimitada, separada de cuanto la rodea en la cadena fónica. Son estas entidades delimitadas o unidades las que se o p o n e n en el meca­nismo de la lengua.

A primera vista u n o se siente tentado de asimilar los signos l ingüís­ticos a los signos visuales, que pueden coexistir en el espacio sin con­fundirse, y u n o se imagina que la separación de los elementos significa­tivos puede hacerse de igual forma, sin necesitar operación alguna del espíritu. La palabra «forma », que a m e n u d o se utiliza para designarlos -cf. las expresiones «forma verbal», «forma nominal»-, contr ibuye a mante­nernos en este error.

Unas l íneas más adelante, continúa:

En resumen, la lengua no se presenta c o m o u n conjunto de signos delimitados de antemano, cuyas significaciones y disposición bastaría estudiar; es una masa indistinta en que la atención y el hábito son los únicos que pueden permit i rnos encontrar los elementos particulares. La un idad no tiene n ingún carácter fón ico especial, y la única def in ic ión que de ella puede darse es la siguiente: u n trozo de sonor idad que es, con exclusión de lo que precede y de lo que sigue en la cadena hablada, el significante de cierto concepto.

6. Cfr. L'itti. op. cit. pág. 30.

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P r o s i g u e d e s p u é s c o n u n i n t e n t o d e d e l i m i t a c i ó n d e esta «masa

indist in ta» . Para e l l o se s i túa e n e l h a b l a -a la q u e c o n s i d e r a d o c u m e n t o

d e l e n g u a - e i n t e n t a es tab lecer u n p a r a l e l i s m o e n t r e la c a d e n a d e c o n ­

c e p t o s y la c a d e n a de i m á g e n e s acúst icas t o m a n d o c o m o base a l g u n o s

e j e m p l o s reales. A la v is ta d e los p r o b l e m a s q u e este i n t e n t o p l a n t e a ,

a f i r m a l o s i g u i e n t e :

Sin embargo, inmediatamente comenzamos a desconfiar al compro ­bar que se ha discutido m u c h o sobre la naturaleza de la palabra, y refle­x ionando un poco se ve que lo que se entiende por eso es incompat ib le con nuestra noc ión de un idad concreta. [...]

Indudablemente los sujetos hablantes no conocen estas dificultades; todo lo que es signif icativo en u n grado cualquiera les parece u n ele­mento concreto, y lo dist inguen infal iblemente en el discurso. Pero una cosa es sentir ese juego rápido y del icado de las unidades, y otra darse cuenta de él por medio de un análisis metódico.

Tras su e x p o s i c i ó n , y ante la i m p o s i b i l i d a d d e l legar a u n a d e l i m i ­

t a c i ó n sat is factor ia , p a r e c e l l egar a la c o n c l u s i ó n de q u e n o es n e c e s a r i o

o , al m e n o s esenc ia l , d e t e r m i n a r d e s d e u n a p e r s p e c t i v a c ien t í f i ca las u n i ­

dades s o b r e las q u e d e b e n o p e r a r los es t t id ios s o b r e las l e n g u a s .

En la mayoría de los campos que son objetos de ciencia, la cuestión de las unidades no se plantea siquiera: están dadas desde el pr inc ip io . [...]

Cuando la ciencia no presenta unidades concretas inmediatamente reconocibles, es que no son esenciales. [...]

Pero lo mismo que el juego de ajedrez está por entero en la c o m b i ­nación de las diferentes piezas, así la lengua tiene el carácter de u n sis­tema basado completamente en la oposic ión de sus unidades concretas. No es posible dispensarse de conocerlas, n i dar u n paso sin recurrir a ella; y, sin embargo, su del imi tac ión es un problema tan del icado que u n o se pregunta si tales unidades están realmente dadas.

La lengua presenta pues ese carácter extraño y sorprendente de n o ofrecer entidades perceptibles a pr imera vista, sin que pueda dudarse, sin embargo, de que existan y de que es su juego lo que la constituye. Ese es sin duda un rasgo que la distingue de todas las demás instituciones semiológicas.

N o o b s t a n t e , a pesar d e las serias d i f i c u l t a d e s c o n las q u e ya se

e n f r e n t ó Saussure, e l i n t e n t o d e d e l i m i t a r la u n i d a d palabra ha s i d o u n a

c o n s t a n t e d e los e s t u d i o s l i n g ü í s t i c o s hasta nues t ros días. V e a m o s a l g u ­

nas muest ras .

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J . L y o n s ( 1 9 6 8 : 1 9 9 y s s . ) t i e n e e n c u e n t a l a s d e f i n i c i o n e s a n t e r i o r e s d e p a l a b r a ( p a r t i c u l a r m e n t e l a s c l á s i c a s ) p a r a o b s e r v a r q u e la p a l a b r a h a s i d o d e f i n i d a e n b a s e a m u y d i f e r e n t e s c r i t e r i o s :

a ) La p a l a b r a c o m o c u a l q u i e r s e g m e n t o d e u n a o r a c i ó n l i m i t a d o p o r p u n t o s s u c e s i v o s e n l o s q u e s o n p o s i b l e s p a u s a s .

b ) La p a l a b r a c o m o l a u n i ó n d e u n s i g n i f i c a d o p a r t i c u l a r c o n u n c o m p l e j o p a r t i c u l a r d e s o n i d o s c a p a z d e u n e m p l e o g r a m a t i c a l p a r t i c u ­lar .

c ) La p a l a b r a c o m o f o r m a 7 l i b r e m í n i m a . La p r i m e r a ( a ) p r e s e n t a g r a v e s i n c o n v e n i e n t e s a la h o r a d e i d e n t i f i ­

c a r l o s d e r i v a d o s , l a s p a l a b r a s c o m p u e s t a s y o t r a s c o n s t r u c c i o n e s q u e m a n t i e n e l a p o s i b i l i d a d d e p l u r i v e r b a l i d a d o m o n o v e r b a l i d a d a l m i s m o t i e m p o e n u n a l e n g u a d a d a , i n c l u s o e n la l e n g u a e s c r i t a . S i n e m b a r g o ,

7. Esta definición, basada en las teorías de L. Bloomfield (1933: 178), podría pre­sentar una mayor concreción si el término -forma» no hubiese tomado tantos sentidos a lo largo de la historia. Téngase en cuenta que dicho término ya era utilizado por Aristóteles, como destaca Lyons (op. cit. pág. 198), quien lo ponía en consonancia con las propiedades 'accidentales' y 'esenciales' de las cosas, es decir, manifestaciones estruc­turales superficiales contextualmente condicionadas de determinadas categorías gramati­cales, como por ejemplo el número (en el sistema nominal) o el tiempo (en el sistema verbal). En este sentido, las propiedades abstractas de la unidades subyacentes -las representadas en las diferentes categorías gramaticales- conforman las propiedades esen­ciales: palabras o (lexemas). Mientras, las formas, fruto de las necesarias relaciones sin­tagmáticas de las anteriores, constituyen lo 'circunstancial' o accidental'. También desde la perspectiva de la gramática tradicional, el término «forma» se ha utilizado para referir­se a diferentes entidades, a pesar de carecer de una definición exacta, esto es, desde una concepción meramente intuitiva. A este respecto, F. Palmer (1971: 34-40) se ha referido a la oposición «forma—contenido» como las dos entidades del signo lingüístico, equipa­rable, según algunos autores, a la entidad palabra. En otros casos -nota Palmer- la opo­sición se ha centrado en otros criterios: «forma—función».

Desde la perspectiva de la gramática estmctural, el concepto «forma» toma diferen­tes derroteros. Así, para Saussure: «la lengua es una forma y no una sustancia». No es la lengua, por tanto, para él una acumulación de manifestaciones que puedan ser descritas (físicamente) respecto a su sustancia (fónica o gráfica), sino más bien 'forma' en el sen­tido de un sistema de elementos que se determinan recíprocamente en su valor. Para ilustrar esta idea contrasta la lengua con el juego de ajedrez, donde lo irrelevante es el material con que están hechas las figuras y lo fundamental la función de cada una en el tablero, fijada mediante reglas convencionales y sistemáticas.

Dentro de esta misma corriente de investigación teórica, L. Bloomfield (op. cit. pág. 158) afirma lo siguiente: -Toda forma lingüística es un número fijo de unidades indica­tivas, los fonemas». De aquí que, unas líneas más abajo, distinga entre formas 'libres' (free) y formas 'ligadas' (bound): «Una forma lingüística que no se dice nunca sola es una forma 'ligada'; todas las demás (como por ejemplo, Juan corría o Juan o correr o corriendo) son formas 'libres».

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l levando el cr i ter io a s u ú l t imo extremo, se trataría de u n cr i ter io extra-

l ingüíst ico que requer i r ía el apoyo del lenguaje escrito, y, por tanto,

plantearía graves inconvenientes para operar con él.

La segunda (b) presenta, también, ciertos inconvenientes. A veces,

u n signif icado está sustentado en u n complejo p lur iverbal ; p iénsese, por

ejemplo, en las expres iones f i jas del lenguaje. Además habría que con­

siderar qué ocurre con l os casos de pol isemia de ciertos té rminos .

¿Responden a la m isma palabra o son , en esencia, otras diferentes?

Po r ú l t imo, la tercera def in ic ión tampoco está l ib re de críticas. E n

pr imer lugar porque, suponiendo que sea aplicable, corresponde más

bien a palabras fonológicas que a gramaticales. Repárese en las palabras

compuestas y en l os diferentes t ipos de éstas teniendo en cuenta tanto

s u estructura como s u signif icado. O, inc luso, ¿qué ocurre cuando se ut i ­

l i zan té rminos prop ios del metalenguaje?

S. U l l m a n n ( 1 9 7 6 : 46 y s s . ) , a pesar de conceder gran importancia

al hecho de que l os hablantes puedan percibir y aislar las palabras por

métodos puramente objet ivos, cree que el lo no puede proporcionar, s i n

embargo, una vía segura para desvelar la verdadera estructura del len­

guaje. Consecuentemente, busca diferentes cr i ter ios l ingüís t icos que den

valor o anulen la creencia implíci ta de la autonomía de la palabra. Para

el lo se basa en tres cr i ter ios:

a) La palabra como unidad fonológica. Ciertamente, en el fluir d i s ­

curs ivo s o n raras las palabras que se mantienen con independencia

fonética. Dicha pérdida de independencia ha causado, en ocasiones,

efectos permanentes en la forma de una palabra: bien, en la reconfigu­

ración8 de s u sustancia, bien creando varias formas en func ión del con­

texto. Parece, por tanto, obvio que las palabras no s o n tratadas, en el

habla, como unidades fonéticas. N o obstante lo anterior, las observacio­

nes de K . B ü h l e r ( 1 9 3 4 : 2 9 9 y s s . ) sug i r i e ron la existencia de ciertos ras­

gos que, en u n elevado número de casos, const i tuyen u n se l lo «fonemá-

tico dist int ivo». Y , ciertamente, estudios pos ter io res 9 han demostrado que

rasgos como el acento, el alargamiento compensatorio, sonidos iniciales

y combinaciones de sonidos y la armonía vocálica const i tuyen una

buena base sobre la que se puede fundamentar la unidad fonológica de

las palabras. Queda, a pesar de todo, mucho que pro fund izar en ese

8. Término acuñado por C. F. Hockett. Este considera la «reconfiguración» como un caso especial de la «reinterpretación» o del «metanálisis». Cfr. Ullmann (1976: 47, no­ta 3).

9. Véase Ullmann (1976: 49, nota 4).

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LA PALABRA COMO UNIDAD DE SIGNIFICADO: ALGUNAS EXCEPCIONES AL RESPECTO

campo -fundamentalmente porque l os diferentes rasgos proyectan dife­rencias desde muy intensas hasta m u y discretas y porque además no parecen actuar de modo homogéneo-. A s í pues, de cualquier forma, parece estar clara la existencia de ind ic ios que pueden mostrar en el plano fonológico la unidad de la palabra, en oposic ión a lo que aconte­ce en el plano fonético.

b ) La palabra como unidad gramatical. Palabras plenas y palabras formas. Saca a escena aquí U l l m a n n la compleja problemática iniciada con Ar is tó te les y aún no satisfecha en nues t ros días. La disparidad de cr i ­ter ios -ya semánticos, ya morfo lógicos- y las dif icultades que manif iestan cada uno por separado a la hora de encontrar rasgos, de uno u otro t ipo, que sean capaces de englobar todas las categorías léxicas y modalidades formales impide llegar a una so luc ión satisfactoria. N o parece que ésta se haya encontrado aún.

c) La palabra como unidad de significado. U l l m a n n centra este epí­grafe en la importancia del contexto para determinar l o s signi f icados de las palabras. A pesar de el lo, ya nos hemos refer ido en l íneas anteriores a la dif icultad que, desde el plano semántico, plantea la def in ic ión del té rmino «palabra».

La bibl iografía sobre trabajos que de una forma u otra han indaga­do en el estudio de la palabra se hace casi in terminable 1 0 . Qu izás sea el lo -diferentes concepciones sobre las que se ha cargado el té rmino y las intersecciones habidas con otros té rminos y conceptos-, lo que ha l le ­vado el asunto a una intrincada bibl iografía de la que es di f íc i l extraer ideas claras y precisas que salgan indemnes de crítica.

Parece conveniente, por tanto, que, para continuar nuestra expos i ­ción, retomemos las palabras de Saussure -con quien casi s iempre hay que estar de acuerdo-, en el sent ido de que no parece necesaria una def inic ión precisa de palabra s i dichas unidades v ienen ya determinadas de forma inequívoca por otras vías, a pesar de que éstas no estén basa­das en parámetros l ingüís t icos. Esta concepción, según la cual la palabra es u n ente l ingüíst ico que no plantea dudas a l os hablantes cualquiera que sea s u n ive l cultural, v iene apoyada por l o s estudios de E . Sapir (1949: 33) sobre las lenguas amerindias.

10. Por citar alguna bibliografía relevante al respecto, sin pretender en absoluto exhaustividad, daremos los siguientes nombres. S. Abraham (1967: 5 y ss), J. D. Apresjan (1971: 17 y ss.), A. Carstairs (1971: 107-110), K. Heger (1971), F. Hiorth (1958: 1-26), J. Krámsky (1969), R. L. Miller (1966: 90-96), A. Penttilá (1972: 32-37), E. Pulgram (1970), A. Rosetti (1965: 11-46), H. Seiler (1964: 767-770). S. Ullmann (1959: 50 y ss) y V. M. Zirmunski (1966: 65-91).

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JUAN A. MARTÍNEZ LÓPEZ

El ind io ingenuo, completamente desacostumbrado al concepto de la palabra escrita, n o tiene, sin embargo, n inguna di f icul tad seria en dic­tar u n texto a u n e m d i t o l ingüista palabra por palabra; t iende, por supuesto, a juntar sus palabras c o m o en el habla real, pero si se le hace parar y se le da a entender lo que se desea, prontamente puede aislar las palabras en cuanto tales, repit iéndolas c o m o unidades.

T a m b i é n H o c k e t t (1958: 167) h a r ecu r r i do a e s t e cr i ter io extral in-güís t ico , m u y a p r o x i m a d o a la def in ic ión d e Lyons, c a p a z d e de l imi tar o b j e t i v a m e n t e y d e forma prec i sa u n i d a d e s s o b r e las q u e cen t ra r a lgu­n a s inves t igac iones s o b r e la l engua . Este la def ine c o m o : «Un s e g m e n t o d e u n a o r a c i ó n l imi tada p o r p u n t o s suces ivos y e n el q u e e s p o s i b l e u n a pausa». P a r e c e q u e sea és te , a la pos t r e , el cri terio q u e mejor su s t en t e la idea objet iva d e pa l ab ra y, e n c o n s e c u e n c i a , el q u e n o s o t r o s h e m o s sus ­cri to - p o r las c a u s a s q u e m á s a d e l a n t e e x p l i c a r e m o s - pa ra l levar a d e l a n ­te n u e s t r o análisis .

2. T I P O S D E LENGUAJE

C o m o i n t r o d u c c i ó n a los d o s t ipos d e v o c a b l o s q u e c o n s t i t u y e n la p a r t e cent ra l d e e s t e ar t ículo , h a r e m o s u n b r e v e c o m e n t a r i o e n re lac ión c o n el t i po d e lenguaje d o n d e és tos a p a r e c e n .

2 .1 . Es b i e n s a b i d o q u e los p r o c e s o s d e c o m u n i c a c i ó n se ar t iculan e n d o s m o d a l i d a d e s es t ruc tura les b i e n d i fe renc iadas . U n a p r imera , a la q u e p o d e m o s d e n o m i n a r estructura literal, es tá f u n d a m e n t a d a s o b r e los c o m p o n e n t e s léxicos d e lo q u e ob je t ivamen te se h a n d e n o m i n a d o pala­bras. D e forma q u e el r e su l t ado c o m u n i c a t i v o es , e n g r a n m e d i d a , u n a s u m a d e los cons t i tuyen tes léxicos d e d i c h o s t é r m i n o s . La s e g u n d a m o d a l i d a d está f o rmada p o r es t ruc turas , g e n e r a l m e n t e inser tas e n la m o d a l i d a d anterior , c u y o signif icado n o es d e d u c i b l e a part i r d e las un i ­d a d e s léxicas q u e las f u n d a m e n t a n , al m e n o s e n s e n t i d o estr icto. Este c o m p o n e n t e del lenguaje lo p o d e m o s l lamar estructura figurada. A él r e s p o n d e t o d o lo q u e g l o b a l m e n t e se h a d e n o m i n a d o «metáfora». Ahora b ien , d e n t r o d e es te ú l t imo g r u p o h a d e es tab lecerse , an t e s d e cont inuar , otra divis ión necesar ia . Por u n a pa r te , la metáfora creat iva, la cua l aflora d e u n p r o c e s o d e e v o c a c i ó n poé t i ca n e c e s i t a d o d e or ig inal idad, pa r a lo cual se uti l izan pa l ab ra s c u y o signif icado p u e d e p r e s e n t a r cier tas der iva­c iones de l q u e g e n e r a l m e n t e se le a t r ibuye; d e o t r o l ado , y t a m b i é n d e n ­t ro d e lo q u e h e m o s d e n o m i n a d o es t ruc tura f igurada, se ha l lan cier tas

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LA PALABRA COMO UNIDAD DE SIGNIFICADO: ALGUNAS EXCEPCIONES AL RESPECTO

estructuras p lur iverbales petrificadas que s o n reproducidas por l os hablantes en ciertos actos de habla y que, salvo pocas excepciones, man­t ienen u n signif icado no deducible de s u s componentes léx icos. E s decir, este apartado lo consti tuye el conjunto de lo que se ha venido denomi­nando en época reciente expresiones fijas o unidades fraseológicas.

E n todos los casos se parte de la palabra como unidad léxica ya crea­da en la lengua y con u n significado propio de todos los hablantes cono­cido. E n este ú l t imo grupo, estudios muy recientes, cuyo objeto de análi­s i s era el d iscurso intercomunicativo, han puesto en evidencia la ex is ten­cia de palabras que, apareciendo insertas en otras estructuras mayores ya fijadas, carecen de significado a pesar de que s í lo posea la construcción en s u totalidad. N o s refer imos, pues, a las denominadas palabras «idio-máticas». A t í tulo i lustrat ivo propondremos los siguientes ejemplos:

«buten» -> de buten «ajas» -> de ajas, pajas «traque», «barraque» -> a traque barraque «bruces» -> de bruces «bir l ib ir loque» -> por arte de birlibirloque «calonje» -> ni monje ni calonje «garete» -> irse al garete

2.2. S i anteriormente hemos establecido diferencias entre el len­guaje literal y el lenguaje figurado para terminar extrayendo la base de lo que poster iormente será objeto de u n anál is is más detallado, en el presente epígrafe vamos a si tuar las características del lenguaje en cuyo entorno t ienen lugar lo que nosot ros hemos denominado palabras canal. Parece ocioso decir hoy que las diferencias entre el lenguaje tal como es usado en el decurso del habla (lenguaje ora l ) y el lenguaje tal como se desarrol la en l os textos (lenguaje escr i to) alcanzan n ive les que pocos en s ig los anteriores podían prever; hechos que han empezado a ser evidenciados a partir de las modernas teorías basadas en el anál is is del d iscurso. E s bien conocido -a este respecto- que el lenguaje escri to (ya sea una obra l i teraria, ya sea una s imp le carta fami l iar ) presenta una configuración más cuidada y precisa, f ruto de una mayor d isponib i l idad de t iempo y de u n intento de perfección de aquello que está destinado a perdurar 1 1 . Además -y esto es lo más importante-, nuest ro receptor no

11. Véase F. Lázaro Carreter (1980), quien ha estudiado en profundidad los objeti­vos y las particularidades de esta modalidad del lenguaje.

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JUAN A. MARTÍNEZ LÓPEZ

está presente, por lo que el mensaje no está necesitado de poner en aler­

ta a nuest ro intercomunicador previo lanzamiento del mensaje; y, por

otra parte, este mensaje poseerá u n so lo sent ido, esto es, del escr i tor al

receptor ( lector), hecho que deja fuera todo u n cúmulo de presuposi­

ciones y sobreentendidos p rop ios de la comunicación coloquial que, en

consecuencia, han de ser sup l i dos por una mayor prec is ión en el len­

guaje escrito.

U n a cosa ha de quedar clara antes de proseguir ; no debe confun­

d i rse el lenguaje escrito con la escritura, pues ésta, a diferencia de la

anterior, só lo es una transcr ipción f iel del lenguaje oral al lenguaje codi­

ficado mediante letras ( t ranscr ipción f ie l del fonema a la letra). Qu iere

decirse con esto que la escritura no es más que u n decurso coloquial

cuya estructura se ha pasado f ielmente al papel.

Si tuándonos en el plano puramente coloquial, hemos podido

observar que a lo largo de la intercomunicación, l o s hablantes u t i l i zan

ciertas palabras al in ic io de cada alegación, inc luso a veces, en varias

ocasiones en el t ranscurso de una misma alocución. Este hecho -como

poster iormente veremos de forma más detallada- responde a dos nece­

sidades propias de la comunicación directa:

a) E l hablante, al iniciar s u alocución, tiene la necesidad de poner

en alerta a s u oyente con el f i n de que preste atención a s u d iscurso,

tanto a s u s palabras como a s u gesticulación; hecho que permit i rá man­

tener u n alto n ive l de comprens ión al evitar la ambigüedad derivada de

la distracción del oyente 1 2 .

b) Además, el t iempo de pronunciación de estas palabras, que

generalmente se hace de forma muy pausada, permite segundos (o déci­

mas de segundo) al que va a iniciar s u alegación, vi tales para estructu­

rar en las palabras correctas la base de s u pensamiento.

c) E l oyente tiene u n mecanismo para mostrar al hablante que está

atento y que comprende correctamente el mensaje (sí, vale, ahá, etc.).

Las palabras canal más usuales en español, a tenor de lo observa­

do en las transcripciones de encuestas, han resultado ser las s iguientes:

bien, bueno, sí, ya, hombre. Poster iormente nos re fer i remos a el las de

12. Obsérvese que en situaciones del habla coloquial en las que no se tiene pre­sente al interlocutor (por ejemplo en los casos en que la comunicicación se lleva a cabo mediante radioteléfonos), existen vocablos como «cambio», «corto», cuyo objeto no es otro que dar la palabra al interlocutor y dar por terminada la conversación, respectiva­mente. En la conversación telefónica, más lineal, el sistema es más parecido al cara a cara. No obstante, en todos estos tipos de conversación inciden otros factores como es la entonación, que previene al interlocutor ante el inminente final de la alegación.

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LA PALABRA COMO UNIDAD DE SIGNIFICADO: ALGUNAS EXCEPCIONES AL RESPECTO

forma más detallada. Tan to uno como otro t ipo, palabras idiomáticas y

palabras canal, se articulan fundamentalmente -como ya hemos dicho-

en el habla coloquial. A este hecho se debe que hasta hoy poco o n i n ­

gún caso hayan recibido de manos de l o s l ingü is tas.

3 . LA PALABRA IDIOMÁTICA

La palabra idiomática ha s ido definida en relación con s u particular

forma de aparición en el decurso comunicativo: «un elemento l i ngü ís t i ­

co que, por razones diversas -histór icas principalmente-, aparece única

y exclusivamente dentro del marco de una locución»". E l té rmino «locu­

ción» ya quedó def inido por J . Casares (1992 :170 ) de la s iguiente forma:

«Combinación estable de dos o más té rminos , que funcionan como ele­

mento oracional y cuyo sent ido uni tar io consabido no se just i f ica, s i n

más, como una suma del signif icado normal de l os componentes».

Es tamos, pues, ante u n t ipo de palabra cuya aparición en u n texto

determina la existencia de una locución. Ahora b ien, dentro del marco

de las locuciones, y salvo casos ext remos que no aceptan la def in ic ión

apuntada por Casares, u n hecho fundamental es que s u signif icado «no

se just i f ica s i n más, como una suma del signif icado normal de l os com­

ponentes». A pesar de el lo la mayoría de las locuciones están const i tu i­

das por «palabras» l ib res de aparecer en ot ros contextos fuera del con­

torno locucional, como se observa en l os s iguientes ejemplos:

estar [alguien] a la luna de Valencia = 'estar distraído, absorto'

hacer [alguien] de su capa un sayo = 'obrar l ibremente en u n asun­

to que só lo a él le atañe'

colgar [alguien] el mochuelo [a alguien] = 'cargar la culpa in justa­

mente a alguien'

U n o s de l o s rasgos fundamentales de estas expres iones es que en

muchos de l os casos la estructura es poseedora a la vez de dos sent idos:

uno derivado del prop io signif icado de las palabras, y otro «idiomático»

( f igurado) que se ha forjado en la memoria de l o s hablantes a part ir de

una circunstancia particular, y que ha terminado general izándose en el

13. Cfr. M. García-Paje (1990). No obstante, el término «palabra idiomática» parece haber sido acuñado por A. Reichling (1963), cfr. A. Zuluaga (1980: 18). A. Zuluaga pre­fiere el término «signo diacrítico» (pág. 102-3).

859

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JUAN A. MARTÍNEZ LÓPEZ

d e v e n i r d e la p r o p i a l e n g u a . D e h e c h o , v istas f u e r a d e c o n t e x t o , yace la

d u d a d e si es tamos r e a l m e n t e an te u n a e x p r e s i ó n f i ja ( l o c u c i ó n ) o p o r

e l c o n t r a r i o , es u n a f o r m a c i ó n d e l d i s c u r s o l i b r e .

A d i f e r e n c i a d e las a n t e r i o r e s , las l o c u c i o n e s s i g u i e n t e s p r e s e n t a n

p a r t i c u l a r i d a d e s d i g n a s d e no ta r :

poner [ a lgu ien ] pies en polvorosa = ' hu i r '

de bóbilis, bóbilis = 'grat is , d e b a l d e '

andar [ a lgu ien ] a la bardanza = ' i r d e u n l a d o p a r a o t r o '

E n d i c h o s casos, las p a l a b r a s polvorosa, bóbilis y bardanza c a r e c e n

d e s i g n i f i c a d o p o r sí m i s m a s e n la p r o p i a l e n g u a , d e f o r m a q u e su s i m ­

p l e a p a r i c i ó n m u e s t r a de f o r m a i n e q u í v o c a q u e es tamos an te u n a e x p r e ­

s i ó n f i ja . N o es, p o r t a n t o , e x t r a ñ o q u e n o f o r m e n p a r t e d e l c a u d a l l é x i ­

c o d e los d i c c i o n a r i o s c u y o o b j e t i v o es ú n i c a m e n t e e l s i g n i f i c a d o l é x i c o

d e las p a l a b r a s ( v o c a b l o s ) . E n los g r a n d e s d i c c i o n a r i o s d e l e n g u a ( D .

R.A.E. y D .U.E . ) , a p a r e c e n a l g u n a s , h a c i é n d o s e la s a l v e d a d d e q u e s u b ­

s is ten e x c l u s i v a m e n t e e n e l m a r c o d e u n a d e t e r m i n a d a l o c u c i ó n , p a r a l o

q u e a p o r t a n e l s i g n i f i c a d o d e la l o c u c i ó n e n c o n j u n t o , n o , o b v i a m e n t e ,

e l d e la p a l a b r a i d i o m á t i c a . A p r i o r i , esta d i f e r e n c i a c i ó n e n t r e p a l a b r a s

c o n s i g n i f i c a d o y pa labras q u e c a r e c e n d e é l p u e d e p a r e c e r fác i l d e

d e t e r m i n a r ; s i n e m b a r g o , e l anál is is p o r m e n o r i z a d o d e este a s u n t o a r r o ­

ja p r o b l e m a s q u e a ú n h o y es tán s i n d e l i m i t a r c l a r a m e n t e . A este h e c h o

n o s v a m o s a re fe r i r c o n más de ta l l e .

3 . 1 . Procedencia de las palabras «idiomáticas». Tipos

3 . 1 . 1 . Se h a h e c h o h i n c a p i é , ya e n la m i s m a d e f i n i c i ó n d e p a l a b r a

i d i o m á t i c a q u e h e m o s a p o r t a d o e n l íneas a n t e r i o r e s , e n q u e u n a d e las

causas f u n d a m e n t a l e s d e la e x i s t e n c i a d e éstas es e l f a c t o r d i a c r ó n i c o . Y

e n e fec to , la p r o p i a a n d a d u r a de la l e n g u a a l o l a r g o d e los s ig los h a l l e ­

v a d o apare jada u n a incesante e v o l u c i ó n d e la e s t r u c t u r a y s i g n i f i c a d o d e

los v o c a b l o s , c r e a n d o o p r e s t a n d o t é r m i n o s n u e v o s y c o n d e n a n d o a

o t r o s al o l v i d o y , c o m o c o n s e c u e n c i a , a su d e s a p a r i c i ó n . Así , era e n

g e n e r a l la p a l a b r a , t o m a d a c o m o u n i d a d de f o r m a y s i g n i f i c a d o , la q u e

sufr ía d i c h o s p r o c e s o s . Sin e m b a r g o , c u a n d o se p o n e e n f u n c i o n a m i e n ­

t o e l l e n g u a j e f i g u r a d o , los s i g n i f i c a d o s n o se h a l l a n sus ten tados - c o m o

ya h e m o s v i s t o - e n las p a l a b r a s i n d i v i d u a l e s , s i n o q u e se d e r i v a n d e l

c o n j u n t o de la c o n s t r u c c i ó n c o m p l e j a . H a d e s u p o n e r s e , p o r p o n e r u n

e j e m p l o q u e l o i lus t re , q u e la e x p r e s i ó n a calzas prietas, se f o r j ó e n u n

860

Page 17: La palabra como unidad de significado: Algunas excepciones al ...

LA PALABRA COMO UNIDAD DE SIGNIFICADO: ALGUNAS EXCEPCIONES AL RESPECTO

determinado momento cuando calzas formaba parte del léx ico corr ien­

te de la lengua, cosa poco probable cuando el té rmino deja de ser u t i l i ­

zado por l os prop ios hablantes. De hecho, l o s hablantes en general, a

excepción de l o s que posean cierta formación en la diacronía de la len­

gua española, ignoran el signif icado h is tór ico de dicha palabra y, en con­

secuencia, estarán de acuerdo en que esa palabra ex is te exclusivamente

en dicha expres ión ; es decir, conocen el signif icado de esa expres ión ,

pero no el de la palabra en s í . Cuanto más nos ret i remos en el t iempo y

se vaya perdiendo la relación etimológica, mayor será el problema para

determinar la esencia de dicha palabra. N o obstante, han de tenerse en

cuenta otros factores que han incidido en la formación de estas expre­

s iones portadoras de palabras asemánticas sobre las que se ha hecho

poco hincapié por parte de l o s investigadores.

3.1.2. Palabras idiomáticas derivadas de préstamos de otras lenguas.

A veces ocurre que una palabra extranjera, que no ha pasado a formar

parte de una lengua como mera unidad semántica, es incluida por u n

hablante 1 4 dentro de una estructura compleja que, por s u signif icado glo­

bal fácilmente sobreentendido (aunque f igurado), queda petrificada y es

repetida así por l os hablantes como unidad léxica de la lengua. Dicha

palabra -como ya queda dicho-, no ha pasado a formar parte del caudal

léxico de la lengua tal cual, s i n o que queda aprisionada en una estruc­

tura que es repetida por l os hablantes, y fuera de esta m isma estructura

es totalmente desconocida para aquellos que no poseen conocimientos

sobre la lengua donante. Obsérvense l os s iguientes ejemplos

A todo full

A l bies

De postín

14. Las causas por las que inicialmente un hablante introduce un término dentro de una estructura compleja de significado figurado pueden ser varias y, por su comple­jidad, difíciles de delimitar. No obstante, es generalmente admitida la tendencia de los hablantes a la originalidad y a la necesidad de que el mensaje extrañe al oyente. Para lograr esto, el hablante pone en funcionamiento sus recursos expresivos. Uno de ellos consiste en poner en evidencia sus conocimientos lingüísticos tanto de la lengua propia como de una ajena, y es esta última tendencia la que parece ser la causante de los prés­tamos en las estructuras idiomáticas. Evidentemente, el hecho de que un hablante utili­ce en una ocasión cierto recurso expresivo no crea la expresión fija portadora de la pala­bra idiomática, sino que es la reutilización de ese recurso por otros hablantes, general­mente con el mismo afán que el originario, a lo que debemos atribuir su generalización hasta formar parte de una unidad léxica compleja de la lengua.

8 6 1

Page 18: La palabra como unidad de significado: Algunas excepciones al ...

JUAN A. MARTÍNEZ LÓPEZ

Como palabras idiomáticas no son ut i l i zab les l ibremente en el espa­

ño l . Se trata de vocablos procedentes del inglés, francés e h i n d ú 1 5 , r es ­

pectivamente, que só lo funcionan en las construcciones estables que

hemos presentado. E l signif icado de la expres ión puede estar en mayor

o menor medida relacionado con el vocablo or ig inar io ; aun así, parece

di f íc i l establecer reglas del comportamiento semántico, máxime s i se

tiene en cuenta la modif icación categorial sufr ida.

N o es de extrañar, en consecuencia, que l os hablantes desconozcan

el signif icado de dicho vocablo en s u lengua or iginar ia, a pesar de usar­

lo en una estructura compleja portadora de u n signif icado uni tar io,

impos ib le de del imitar unidad por unidad.

3.1 .3- Palabras idiomáticas originadas por la desfiguración fónica de

l os hablantes en v i r tud de diferentes factores: cómicos, lúdicos, r í tmicos,

etc. Es te hecho ha s ido mejor estudiado por la paremiología en relación

con las particularidades formales que representan algunas palabras inser ­

tadas en l os re f ranes 1 6 . A lgo s im i la r en este sent ido, aunque en una esca­

la mucho menor, ha ocurr ido con ciertas palabras que se han const i tu i ­

do como parte esencial de algunas locuciones, fundamentalmente en las

de carácter adverbial 1 7 . Estas deformaciones v ienen en muchos casos

derivadas de búsquedas rí tmicas cuyo interés no es otro que l lamar la

atención sobre la propia forma del mensaje, como se observa en las

s iguientes expres iones:

D e coza en coroza

Vuelve usté donde fuste

15. Según afirma M. Moliner (1992) se trata de una palabra gitana originada en el hindú, idioma en el que significa «piel».

16. Sin duda, los refranes, poseedores de una estructura más compleja, dan más juego a la hora de configurar su carácter rítmico. Ello, unido a su independencia discur­siva, explica por qué este tipo de rasgo ha quedado más patentizado en estas peculia­res construcciones, las cuales han sido objeto de estudio durante varios siglos al pre­sentar ciertas semejanzas con el lenguaje literario, con la poesía en particular.

17. Esta afirmación la hacemos en base al estudio desarrollado durante el trans­curso de la redacción del Diccionario de expresiones y locuciones del español (en elabo­ración), donde hemos podido constatar que la inmensa mayoría de las palabras idiomá­ticas constituyen locuciones adverbiales, del tipo: a ojos cegarritas, a cercén, de consu­no, a coxcojita, de coza en coroza, en cuclillas, a espetaperro, en un periquete, etc. No obstante, también se encuentran estas palabras en la estructura de locuciones verbales como lo demuestran los siguientes ejemplos: tirar [alguien] de cupitel, tomar [alguien] el pendengue, dar [alguien] en el quid, irse [algo] al garete, etc.

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LA PALABRA COMO UNIDAD DE SIGNIFICADO: ALGUNAS EXCEPCIONES AL RESPECTO

Mondo y lirondo

Ito y v i to

Sudar el hopo y el jopo 1 8

Seco y merendeco

Penseque, sanéque, burréqne, todos son hermanos

Estas nuevas configuraciones fónicas, que poster iormente se trans­

criben en func ión de la pronunciación s i n referencia a n ingún signi f ica­

do particular, pueden crear se r i os problemas en el lenguaje s i se tiene

en cuenta que, como h i j os del más puro est i lo coloquial, nunca han s ido

llevadas a la escritura en el marco de la norma culta y, por tanto, s u pro­

nunciación y escri tura están en función de los matices fónicos del dia­

lecto particular donde es de u s o general. Po r otra parte, como se des­

prende de l os ejemplos anteriores, pueden d is t ingu i rse dos t ipos básicos

de entre las nuevas configuraciones:

- Las que parecen puras creaciones lúdicas s i n referencia de apro­

x imación a otro término. Son , en conseciu >u ia, creaciones íntegras cuyo

único f i n es l lamar la atención del inter locutor mediante una palabra i n u ­

sua l y vacía de contenido intr ínseco. De nuest ros anteriores ejemplos

podemos destacar: lirondo, ito, merendeco, sanéque, burréque.

- Otras veces la nueva configuración toma como base otra palabra

de uso común, cuya forma se ha v is to modificada en función de nece­

sidades rí tmicas o cómicas, fundamentalmente. As í , en referencia a nues­

t ros anteriores ejemplos, «coza» no es más que una deformación de coz

con el f i n de buscar la r ima con el vocablo «coroza». E n el s iguiente caso,

vuelve usté donde fuste, la intención de r imar dos té rminos tan alejados

fónicamente como usted y fuiste se ha v is to en la necesidad de modi f i ­

car ambos con el f i n de que n inguno termine de perder por completo

s u identidad semántica. La so luc ión ha s ido la pérdida de consonante

f inal en el p r imero y la e l iminación del diptongo en el segundo. Como

resultado, la expres ión ha quedado fijada en dicha forma con la segur i ­

dad de que l os hablantes, no s i n cierto esfuerzo, alcanzarán a asociar l os

lexemas con s u forma pr imi t iva, sobre la que se fundamenta el s i gn i f i ­

cado en conjunto.

18. La palabra -jopo- no es más que la transcripción directa de una pronunciación dialectal de «hopo» que revela hasta que punto la creatividad es un factor fundamental a la hora de estudiar el lenguaje coloquial y, en particular, aquellas expresiones portado­ras de palabras «extrañas» en su estructura.

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JUAN A. MARTÍNEZ LÓPEZ

3 .1 .4. Palabras procedentes de otros lenguajes. Este cuarto t ipo al

que nos estamos ref i r iendo lo const i tuyen aquellas palabras que, s iendo

or ig inar ias de lenguajes técnicos, o pertenecientes a u n determinado dia­

lecto, no s o n de uso común, lo que conlleva u n alto índice de extrañe-

za para la generalidad de l os hablantes. Se trata, por tanto, de elemen­

tos que, aun perteneciendo a la m isma lengua, serán incomprens ib les

para aquel los ind iv iduos que carezcan del conocimiento de la termino­

logía propia de diferentes ámbitos como pueden ser las matemáticas, la

música, el lenguaje mil i tar, el lenguaje taur ino, etc. E l or igen de dichas

expres iones hay que s i tuar lo como u n intento de precis ión, por luci­

miento, por i ronía o por otras causas, que en def ini t iva propiciarán el

que dichos té rminos pasen a formar parte del caudal léxico general. E l l o

ha determinado que palabras que corrientemente portan u n signif icado

en s u entorno natural, carezcan de él cuando se insertan en una expre­

s i ó n en u n registro diferente. De esta forma, la expres ión irse [algo] al

garete procede del lenguaje mar inero con el signif icado de 'ser llevada

por la corriente una embarcación s i n gobierno ' 1 9 , pero m u y pocos

hablantes tendrán noción de esta realidad. La expres ión a la funerala es

or ig inar ia del lenguaje mil i tar, y es en este contexto donde toma el s i g ­

nificado recto de 'manera de l levar las armas los mi l i tares en señal de

duelo, con las puntas hacia abajo' 2 0; en sent ido general coloquial s i gn i ­

fica 'en mal estado, de mala manera'. Reparemos en u n ú l t imo ejemplo.

La expres ión al alimón es ut i l izada frecuentemente en la terminología

taurina para designar la 'manera de torear en cierta suerte en que mane­

jan el capote entre dos to re ros ' 2 1 . E n el lenguaje coloquial toma el s i gn i ­

ficado de 'conjuntamente, entre var ios ' . Como norma general, puede

decirse que las expres iones f i jas portadoras de palabras idiomáticas

su f ren dos procesos semánticos en s u paso al lenguaje coloquial de uso

general: de u n lado, de u n signif icado en u n plano muy particular se

proyecta hacia otro mucho más general. Po r otro, de signif icados de gran

concreción se pasa a otros con un mayor grado de abstracción.

Como colofón a esta breve expos ic ión sobre la existencia en las

lenguas de palabras asemánticas insertas en unidades complejas de s i g ­

nificado, y a tenor de lo observado en l os var ios ejemplos propuestos,

ha de señalarse que las palabras a las que en este trabajo hemos deno-

19- Definición en sentido recto que, en el lenguaje marinero, se da a la expresión según el Diccionario de la R.A.E (1992). A su vez indica que la expresión irse al garete puede quizás proceder del francés être égaré, 'andar estraviado'.

20. M. Moliner (op. cit). 21. M. Moliner (op. cit.).

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LA PALABRA COMO UNIDAD DE SIGNIFICADO: ALGUNAS EXCEPCIONES AL RESPECTO

minado «idiomáticas» genéricamente, pueden ser, en sent ido estricto,

bien realmente idiomáticas, supuestamente idiomáticas, o b ien mantener

u n u s o m u y reducido. A ú n así, el hecho de poseer u n signif icado des­

conocido para la mayoría de l o s hablantes las traslada automáticamente

al conjunto de elementos carentes de signif icado. E n resumen, cabe

advertir sobre el carácter relativo de tal clasificación por cuanto que lo

«idiomático» depende no só lo de factores l ingüís t icos, s i n o también

sociales, culturales, geográficos, particulares, etc.

4. PALABRAS CANAL

H e m o s advertido en algunos textos la presencia de palabras que

-como ya hemos adelantado anteriormente- poseen una func ión clara­

mente diferenciada de la común de éstas 2 2 . Dichas palabras s o n obser­

vables en ciertos textos l i terar ios dialogados donde el autor se propone

alcanzar u n alto grado de rea l ismo llegando a ser semejantes a la t rans­

cr ipción de u n diálogo real. N o obstante, es en l o s diálogos reales donde

las especiales características de éstas se ponen en evidencia, razón esta

por la que hemos tomado como base de estudio u n l i b ro de encuestas

reales, transcritas letra a letra. F ru to de este estudio hemos hallado u n

pequeño grupo de palabras: bueno, bien, sí, ya, entre otras menos usua­

les , cuyo contenido no es el que en l os diccionarios se les atribuye. Más

aún, no parece que posean n ingún signif icado léx ico en estos u s o s , s i n o

más b ien -como ya hemos dicho- mantienen diferentes funciones comu­

nicativas. T o m e m o s directamente algunos ejemplos sobre l os que trata­

remos de especificar dichas funciones.

4 . 1 . Func ión de seguimiento. E l objetivo fundamental del u s o de

estas palabras en contextos como el que sigue no es otro que asegurar

al inter locutor que, a pesar de s u larga intervención, se s igue escuchan­

do con interés todo lo que él manif iesta, y, por otro lado, hacerle saber

que estamos entendiendo correctamente todo lo escuchado hasta ahora

22. Nótese que este hecho es inherente al habla dialogada coloquial, si bien una transcripción fidedigna de un diálogo es quizás la mejor forma de observar desde una perspectiva estática la función, uso y significado de dichos términos. Como base de tra­bajo en el ámbito que nos ocupa, nos hemos decantado por un libro cuyo objeto ha sido transcribir fidedignamente encuestas reales. Se trata en definitiva de Encuestas del habla urbana de Sevilla, -nivel culto-, Secretariado de publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1983.

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JUAN A. MARTÍNEZ LÓPEZ

y que, en consecuencia, puede continuar. Las más usuales para estemenester son sí, ahá, ya, etc.2?

(entrevistado) -[...] que hay una gran afluencia a la plaza de San Lorenzoexclusivamente por esta devoción al Gran Poder que estradicional. Y sin embargo quizás la Magdalena más quebarrio es el centro de Sevilla.

(entrevistador) -Sí(entrevistado) -Un poco como hacen algunas agencias publicitarias, "el

corazón de Sevilla", o sea, que vienen todos los de Sevillay su provincia [...].24

4.2. Función de ralentización. En el transcurso de la comunicaciónparece obvio que es más rápida la conceptualización general de la ideaque se pretende comunicar, que la disposición secuencial, articuladamediante palabras, que da forma al acto de habla. Cabe advertir portanto que los hablantes deben disponer de una pequeña cantidad detiempo, a veces décimas de segundo, para dar una forma gramatical-mente correcta y lo mejor estructurada posible al concepto que se quie-re comunicar. La función de ralentización, a diferencia de la anterior, esusada, por lo general, por todos los interlocutores al inicio de su inter-vención. La parada, no obstante, dependerá de la dificultad para articu-lar el discurso, la rapidez mental del individuo que lo articula y, por últi-mo, del nivel de perfección gramatical y discursivo que se quiere alcan-zar en dicha exposición25. Para evitar los «vacíos» discursivos, los hablan-tes recurren a ciertas palabras a las que la propia tradición ha decanta-do para este fin. Las palabras más utilizadas para esta función son las

23- Dicha función de seguimiento se observa más claramente durante las conver-saciones telefónicas en las que un interlocutor realiza una larga intervención. Es gene-ral, a este respecto, que el oyente interfiera de forma leve la comunicación mediantealguna de las palabras susodichas, con el fin de dar a entender que se continúa atentopor muy larga que pueda parecer su intervención.

24. Encuestas del habla urbana de Sevilla, pág. 3.25. Compárese el tiempo dedicado a este menester en los ejemplos que siguen. A)

Dos interlocutores bien conocidos mutuamente, cuyo coloquio en un registro familiarcasi no se ve necesitado de tiempo para coordinar las frases, debido a la poca gravedadde las discordancias gramaticales y las redundancias, por un lado, y a los sobreentendi-dos propios de este registro por otro. B) Un debate entre políticos retransmitido por tele-visión requiere que las ideas se adapten perfectamente a las formas gramaticales y quehaya una perfecta coordinación entre lo pensado y lo expresado. Lógicamente, es en estesegundo tipo de conversaciones donde se observa más claramente la función de ralen-tización.

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LA PALABRA COMO UNIDAD DE SIGNIFICADO: ALGUNAS EXCEPCIONES AL RESPECTO

siguientes: bueno, bien, ya, y, hombre, sí, aunque también puede ser rea-lizada esta función por expresiones que lógicamente presentan unamayor longitud, lo que facilita más su propio objetivo: vamos a ver, óiga-me usted, oye, mira, etc.26 Otras veces, la propia función de ralentizaciónno se hace a través de palabras especiales, sino que se utiliza la pro-nunciación lenta de las primeras palabras del discurso como maniobrapara organizar el lenguaje, evitando así los «vacíos» discursivos.

Ha de señalarse, además, que dicha función (y por tanto dichaspalabras o expresiones) puede ser una o varias veces utilizada dentro deuna misma intervención discursiva; generalmente al principio de ésta y,posteriormente, tantas veces como el hablante la requiera en función desus necesidades. Los ejemplos de este tipo de función son innumerables.Veamos algunos:

(entrevistador) -Tú, en realidad, ¿comulgas con la policía?,(entrevistado) -Hombre... .(entrevistador) -El comulgar va entrecomillado, eh?(entrevistado) -Sí, ya. No, mira, a mí la policía no me gusta de ninguna

manera [,..].27

(entrevistado) -[...] Yo, cuando me quedo en mi casa solo y no me venadie, me pongo a leer filosofía. Cuando no me ve nadie,

(entrevistador) - Bueno. Vamos a ver, de todos los filósofos, ¿Has leídoalguno de ellos, así, que tenga un papel ...?.28

(entrevistador) -Bien, Alberto, vamos a ver, vamos a pasar a otro tipo depregunta, o sea, no otro tipo, sino de índole más perso-nal.

(entrevistado) -Di.(entrevistador) -Vamos a ver, tú crees ... .29

4.3- Función interpelativa. Esta función se pone en marcha cuandoun interlocutor siente la necesidad de llamar la atención sobre la perso-na que escucha con el fin de asegurarse que el proceso de comunica-

26. Puede parecer que estas palabras y expresiones realizan la función c), la inter-pelativa, sin embargo, en ocasiones, esta forma de interpelar al lector no supone másque una estratagema para ampliar el tiempo necesario para la configuración del mensa-je, más que a la necesidad de llamar su atención.

27. Encuestas del habla urbana de Sevilla, pág. 44. El subrayado es nuestro.28. Encuestas del habla urbana de Sevilla, pág. 45. El subrayado es nuestro.29. Encuestas del habla urbana de Sevilla, pág. 46. El subrayado es nuestro.

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JUAN A. MARTINEZ LOPEZ

ción se va a l levar a buen f i n . Las palabras más usuales usadas con esta

f inal idad son : oye, mira, ademas de expres iones a las que ya nos hemos

refer ido del t ipo vamos a ver. A s í puede verse en l os s iguientes ejem­

p los :

(entrevistador) -Oye, Alberto, tú me has dicho que estuviste en la escue­la primaria en un colegio con mucha "miga",

(entrevistado) -O sea, no, no con mucha "miga", o sea, es que aquí se le llama a esos colegios de niños chicos [...].30

(entrevistador) -Bueno. Pero entonces ¿el ritmo de vida ...?. (entrevistado) -Vivir, fatal. (entrevistador) -También será más bajo que en España, no? (entrevistado) -Mira, los precios... . Yo me quedé helada cuando vimos,

sobre todo, los precios. [...].31

Las palabras a las que hemos ido haciendo referencia a lo largo de

estas tres funciones son pronunciadas con una entonación diferente a la

realizada cuando funcionan como unidades semánticas dentro del entra­

mado del propio d iscurso. Dicha especial entonación contr ibuye a ais­

larlas del d iscurso en el sent ido estrictamente comunicativo y facilitan s u

signif icado autónomo por parte del interlocutor.

N o pueden, por otra parte, compararse a las llamadas «coletillas», ya

que éstas t ienen una f t inción especial muy clara, s i b ien presentan una

forma reducida debido a que tanto s u reducción como s u objetivo comu­

nicativo s o n suficientemente claros para l o s hablantes.

E s necesario, por ú l t imo, hacer referencia a u n hecho que puede

haber creado cierta confus ión. Estas tres funciones no se presentan sepa­

radas de forma estable, así que puedan ser perfectamente identificadas.

Más bien parece que exista una superpos ic ión de funciones en muchos

casos, de manera que resulta casi impos ib le observar nít idamente la f un ­

ción específica de dicha palabra. Queremos decir con esto que a veces

la func ión interpelativa s i r ve de base también para l levar a cabo la fun ­

ción de ralentización. D icho de otro modo, el t iempo ut i l izado para

interpelar al interlocutor puede ser aprovechado, a la vez, para terminar

de coordinar el mensaje. La dificultad de separar estas funciones yace en

la propia subjetividad con la que el hablante pone en marcha estos

mecanismos que desde fuera s o n v i s tos grosso modo, pero cuya func ión

30. Encuestas del habla urbana de Sevilla, pág. 40. El subrayado es nuestro. 31. Encuestas del habla urbana de Sevilla, pág. 85. El subrayado es nuestro.

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LA PALABRA C O M O U N I D A D DE SIGNIFICADO: ALGUNAS EXCEPCIONES AL RESPECTO

real presenta u n bajo índice de ni t idez. E l l o puede observarse clara­

mente en u n fragmento del s iguiente diálogo al que ya hemos hecho

referencia en l íneas anteriores:

(entrevistador) -Tú, en realidad, ¿comulgas con la policía?, (entrevistado) -Hombre. . . . (entrevistador) -El comulgar va entrecomil lado, eh? (entrevistado) -Sí, ya. No, mira, a mí la policía n o me gusta de ninguna

manera [...].

Parece di f íc i l determinar la función de cada una de las palabras que

se presentan subrayadas. Cualquiera de ellas puede tener el signif icado

real de afirmación, con lo que sería una palabra semántica por s í m isma,

pero, a la vez, cualquiera de el las, o ambas, podría tener tal vez la f un ­

ción de ralentización, y, en ese caso el d iscurso real sería el iniciado

mediante la partícula «No».

5. CO N C L U S I O N E S

L o s nuevos enfoques l ingüís t icos desarrol lados a lo largo de estas

tres ú l t imas décadas, cuyo objetivo ha s ido el estudio del lenguaje oral ,

han permi t ido la observación de nuevas formas l ingüíst icas, hecho que

ha puesto en entredicho la def inic ión más tradicional de palabra.

As í , el enfoque semántico que atribuye a la palabra u n contenido

ya léxico, ya gramatical, exc lu i r ía las palabras «idiomáticas» dado que

éstas carecen de cualquier signif icado intr ínseco s i quedan aisladas del

conjunto en el que s iempre se circunscriben. Po r otra parte, las palabras

«canal» no pueden englobarse, tampoco, dentro de esta def in ic ión, ya

que s u existencia no viene dada, por diferentes razones, como unidades

de signif icado, al menos en el sent ido estricto en que s o n tratadas las

demás unidades de la lengua.

T o d o el lo parece apuntar a la imposib i l idad de crear una def in ic ión

de palabra completamente satisfactoria desde el punto de vista semán­

tico. Más acertado parece, por tanto, recurr i r a parámetros formales para

establecer dicha def inic ión, s i b ien éstos s iguen planteando dif icultades;

nos re fer imos a l os casos en l os que la lengua acepta tanto una única

forma de pronunciación y, por tanto, de escri tura, como dos formas

pronunciadas y dos unidades en la escritura: por ejemplo casos como en

frente o enfrente, bien hablado o bienhablado, etc., carecen de una

regla que just i f ique una u otra forma. Ambas construcciones están su je-

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JUAN A. MARTÍNEZ LÓPEZ

tas al gusto del prop io hablante y s o n aceptadas como formas de evo­

luc ión coincidentes en el devenir de la propia lengua.

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