La Odisea Versión Adaptada Digital

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 HOMERO LA ODISEA (Versión adaptada) TRADUCCIÓN Y ADAPT ACIÓN: Mª Teresa Beltrán Chabrera Mª Teresa Cases Fandos Mercedes García Ferrer (Grupo Galatea) ILUSTRACIONES:  Antoni Luque Guarque SELECCIÓN MUSICAL: Mª José Dom ínguez A rdit Judit Gual Pallarés

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Para trabajar con los alumnos

Transcript of La Odisea Versión Adaptada Digital

  • HOMERO

    LA ODISEA(Versin adaptada)

    TRADUCCIN Y ADAPTACIN:M Teresa Beltrn ChabreraM Teresa Cases FandosMercedes Garca Ferrer

    (Grupo Galatea)

    ILUSTRACIONES:Antoni Luque Guarque

    SELECCIN MUSICAL:M Jos Domnguez Ardit

    Judit Gual Pallars

  • 2 M Teresa Beltrn Chabrera, M Teresa Cases Fandos, MercedesGarca Ferrer, Antoni Luque Guarque, M Jos Domnguez Ardit yJudit Gual Pallars

    1 edicin: Nules, diciembre de 2012ISBN: 978-1-291-23648-4Impresin y venta: http://www.lulu.com/es/

  • 3La poesa pica, como la Odisea de Homero, perteneca a unaancestral tradicin oral, en la que los rapsodas hacan uso de todoslos recursos rtmicos, musicales y narrativos para recrear lasfantsticas aventuras de los hroes.A continuacin ofrecemos una seleccin de piezas musicales comosugerencia para amplificar o subrayar las capacidades expresivas delrelato.

  • 4Seleccin musicalEXORDIO Invocacin: TURINA, J. Danzas Gitanas, Op. 55, n 3. Danza ritual. En taca, Penlope y Telmaco: CHOPIN, F. Nocturno Op. 72, n 1.Pstumo.

    Isla de Calipso: BACH, J.S. Preludio en Fa m, BWV 881. La tormenta: VIVALDI, A. Concerto n 1 en Mi M, Op. 8, RV 269, La prima-vera. Allegro.

    En el pas de los feacios: BACH, C. P. E. Sonata en La m.

    RELATO DE ULISES Presentacin: MOZART, W.A. Concierto para clarinete en La mayor, K.622.

    Cicones, lotfagos y cclopes: GRIEG, E. Peer Gynt. En la gruta del rey dela montaa.

    Eolia: DEBUSSY, C. Syrinx. Isla de Ea y la maga Circe: RIMSKY-KORSAKOV, N. Scherezade. El Hades: Tiresias y Anticlea: CHOPIN, F. Preludio, Op. 28, n 4 en Mi m. Sirenas, Escila y Caribdis: VILLALOBOS, A. Bachianas Brasileiras, n 5.Cantilena.

    EN TACA Regreso al hogar: BEETHOVEN, L.V. Sonata Op. 69 n 3 en La M. Alle-gro.

    Encuentro con Telmaco: BEETHOVEN, L.V. Sonata para piano n. 14 enDo sostenido menor.

    Argo: GRIEG, E. Peer Gynt. La maana. Recepcin de Penlope: BACH, J.S. Suite 2 en Re m, BWV 1008. Prelu-dio.

    Matanza de pretendientes: KACHATURIAN, A. Suite Gayane n1, Lezghin-ka.

    Reencuentro de los esposos: TRREGA, F. Lgrima.

  • 5Exordio

  • 6INVOCACIN

    Cuntame, Musa, la historia del hombre de muchos recursosque anduvo errante largo tiempo, despus de asolar la sagradaTroya. Vio ciudades de muchas gentes y conoci suscostumbres, sufri muchas penalidades en el mar luchando porsu vida y por el retorno al hogar de sus compaeros. Pero niaun as logr salvarlos, a pesar de su empeo, puessucumbieron vctimas de sus propias locuras. Qu insensatos!Pues se comieron las vacas del dios Sol, y concluy para ellosel da del regreso. Cuntanos tambin a nosotros, diosa hija deZeus, algunos de estos sucesos.

  • 7EN TACA, PENLOPE Y TELMACO

    Todos los dems hroes griegos que combatieron en la guerrade Troya haban regresado ya a sus hogares, tan slo Ulises,rey de taca, segua ausente, retenido por la ninfa Calipso ensu alejada y solitaria isla. Penlope, la esposa de Ulises, habaaguardado en taca durante veinte aos manteniendo vivo surecuerdo y la esperanza de su retorno. Pero da tras da setena que enfrentar a la presencia de unos pretendientes queacudan a palacio acosndola para que eligiera un nuevomarido. Durante mucho tiempo los enga con un ingeniosoardid: alegaba que deba tejer un sudario para su suegro antesde contraer nuevas nupcias, durante el da teja y por la nochedesteja casi toda la labor diaria. As ganaba tiempo paraseguir esperando el retorno de Ulises. Hasta que una criadadesleal la delat y el enojo de los pretendientes se convirti en

  • 8soberbia. Estos se complacan ahora jugando ociosos a losdados delante de las puertas de palacio, sentados sobre pielesde bueyes que ellos mismos haban sacrificado de entre elganado. Sus sirvientes se afanaban en prepararles vino ycomida consumiendo los bienes de la casa real.Telmaco, el hijo de Ulises y Penlope, que no haba llegado aconocer a su padre, contemplaba impotente la osada de lospretendientes que se burlaban de sus amenazas juveniles.

    ISLA DE CALIPSO

    Mientras tanto, en el otro extremo del mar, Hermes, elmensajero de los dioses, se diriga a la isla de Calipso paratransmitirle el deseo de Zeus de que dejara partir a Ulises.Difcil sera hallar otro lugar de cautiverio ms agradable. El reyde taca se encontraba en los altos acantilados donde, desdehaca siete aos, pasaba el tiempo mirando el mar aorandolas colinas de su patria y esperando ver un barco en elhorizonte. Nadie se haba adentrado nunca en aquellos parajestan alejados del mundo de los hombres.Calipso recibi a Hermes con cortesa y aunque tuvo queaceptar la resolucin de Zeus se irrit contra los dioses delOlimpo y le reproch al mensajero que ellos, celosos y crueles,no le permitieran quedarse con el hombre al que amaba. PeroUlises no le corresponda. Ella, con afectuosos cuidados,atenda todas sus necesidades e incluso le haba ofrecido el

  • 9don de la inmortalidad que l rechaz prefiriendo sufrir y gozarla vida como hombre mortal. Perduraba en l el recuerdoimborrable de su esposa y de su patria. La ninfa Calipso, dehermosas trenzas, con un largo suspiro dolorido anunci aUlises que poda irse si as lo deseaba. La propia ninfa,resignada, le facilit las herramientas y el material paraconstruir una balsa y le orient en el rumbo que deba seguir.

    LA TORMENTA

    Naveg durante diecisiete das sin ver tierra ni nave alguna. Ycuando ya le pareci vislumbrar un mundo que le era familiar,el dios Posidn, encolerizado, desencaden una espantosatormenta. Con su tridente removi el ocano y desat unamultitud de vientos huracanados que zarandearon la nave deUlises como una cscara de nuez. Luego, una violenta rfaga

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    de viento quebr el mstil y la vela desapareci en el mar.Instantes despus Ulises cay por la borda, sin poder sujetarcon las manos el remo que le serva de timn. La violencia delas olas lo hunda cada vez ms, y quedaba sumergido largorato sin fuerzas para volver a la superficie, abrumado por elempuje del mar y el peso de sus ropas. Pero luchaba hastavolver a flote, respirar con ansia y escupir el amargo licor delas olas.Ulises tuvo que nadar durante das entre el rpido viento delnorte que enviaba Atenea, para que le llevara en buenadireccin hacia la costa. Una vez all, siguiendo un trecho laorilla del ro, busc refugio y descans entre las hojas secasjunto a unos olivos. La diosa Atenea le cerr los ojos para quedurmiera.

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    EN EL PAS DE LOS FEACIOS

    Dorma tambin en su palacio Nauscaa, la hija de Alcnoo, elrey de los feacios, cuando Atenea se le present en sueos yle anim a ir a la desembocadura del ro a lavar la ropa.Despus tom los alimentos que su madre haba puesto en lascestas. Mientras la ropa se secaba, las muchachas jugaban apasarse una pelota. Sus risas y gritos sacaron del sueo aUlises, que se despert sin saber a qu tierra haba llegado, ysi esas voces femeninas eran de diosas o de muchachas.Decidido a averiguarlo y a pedir ayuda se present ante ellas.Todas se dispersaron asustadas por su horrible aspecto,afeado por el salitre y el cansancio. Tan slo la princesa semantuvo inmvil y serena, y a ella le suplic ayuda concortesa. Cuando Ulises se hubo vestido, su aparienciadespert la admiracin de Nauscaa, y entonces, sin revelar suidentidad, le cont su infortunio en el mar.

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    Siguiendo los prudentes consejos de Nauscaa, Ulises lleg apalacio, se puso a los pies de la reina y solicit su ayuda, puesa todo extranjero se le debe hospitalidad por mandato de Zeus.El rey Alcnoo y la reina Arete mandaron preparar un banquetede bienvenida, en el que un poeta el cant los sucesos de latoma de Troya. Ulises no pudo contener las lgrimas al or elrelato de sus propios recuerdos, en especial el pasaje delenorme caballo de madera, artimaa ideada por l mismo paraque dentro se ocultaran los soldados griegos que iban a tomarde noche la ciudad.

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    Relatode

    Ulises

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    PRESENTACIN

    Alcnoo advirti la emocin que embargaba al forastero.Despus el rey le pregunt su identidad. Los presentesquedaron sorprendidos al saber que se trataba del mismsimoUlises, de quien ya difundan historias los poetas. Todosestaban deseosos de conocer por boca de su protagonistaalgunas de esas aventuras y peripecias. Y dijo as:

    Suele ser muy agradable para un invitado escuchar ladivina voz de un cantor, mientras le llenan su copa de vino,pero, rey Alcnoo, slo t has advertido las lgrimas quemanaban de mis ojos, has hecho silenciar la melodiosactara y me has pedido que te contara mis penas, pero pordnde empezar, si son muchas las desventuras que mehan enviado los dioses? Ante todo, decir que soy Ulises,el hijo de Laertes, por mi astucia bien conocido; mi patria

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    es taca, y no lograron disuadirme de volver a ella, ni ladivina Calipso ni la engaosa Circe, pues no hay nada mstriste que estar en tierra extraa y lejos de los tuyos. Pero,venga!, sin ms demora empezar mi relato:

    LOS CICONES

    Despus de dejar Troya, mis hombres y yo nos dirigimos a laciudad de los Cicones, que durante la guerra haban sidoaliados de los troyanos. Asolamos la ciudad y tomamosabundantes riquezas para repartirlas entre todos como botn,pero, ante la demora de mis hombres, los Cicones sereagruparon y casi lograron abatirnos. Mas, en el ltimomomento, conseguimos huir.

    LOS LOTFAGOS

    Nos hicimos a la mar y al doblar el cabo Malea una tempestadnos arrastr durante nueve das; al dcimo desembarcamos enel pas de los Lotfagos, que se alimentan de la flor de loto.Mis hombres probaron ese fruto de un sabor muy dulce y alinstante se olvidaron del regreso. Yo, a duras penas, logrllevrmelos por la fuerza.LOS CCLOPES

    Poco despus llegamos a la tierra de los Cclopes, dondevimos una cueva elevada prxima al mar. Eleg a doce de mis

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    mejores hombres para explorarla. Me llev un odre de piel decabra con vino negro, dulce como la miel, del que difcilmentepoda apartarse quien lo probaba, pues presenta que podatoparme con un hombre de fuerza descomunal y sin nocin delas leyes humanas ni divinas. Al llegar, la cueva estaba vaca,pero repleta de quesos y de rediles de corderos y cabritos; mishombres me suplicaron que lo cogiramos todo yregresramos a las naves, pero yo, ansioso por conocer a sudueo, no hice caso. Tras entrar su rebao, un monstruo conun solo ojo en la frente se introdujo en la cueva e hizo rodaruna enorme piedra, cerrndonos as la nica salida. Cuandonos descubri, dijo con una voz sobrecogedora:

    -Forasteros! Quines sois? De dnde vens? Andiserrantes o sois piratas que vagan sin rumbo, llevando las

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    desgracias a otras gentes?Yo le contest:

    - Mi nombre es Nadie. Somos aqueos y venimos errantesdesde Troya. Como muestra de respeto, nos postramos derodillas ante ti, esperando hospitalidad y un obsequio,como es norma entre los huspedes.

    Mis palabras le irritaron mucho y dijo:- Los cclopes no se preocupan de Zeus ni de los diosesbienaventurados, pues somos mucho ms fuertes.

    Y l, sin mediar palabra, cogi a dos de mis hombres, losgolpe contra el suelo y se los comi para cenar. Horrorizado,ide un plan. Le ofrec vino, y al probarlo, pidi ms, y muy

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    pronto estuvo tan ebrio que se qued profundamente dormido.Con la ayuda de mis hombres le clav una estaca bien afiladaen el nico ojo que tena en la frente. Lanz un alaridoespantoso e hizo rodar la piedra de la entrada mientras gritabapidiendo ayuda a los otros cclopes:

    -Amigos! Nadie me est matando con engaos!

    Ellos le contestaron que si nadie le estaba agrediendo y estabasolo, entonces no tena por qu gritar. Se coloc en la entradapara evitar nuestra salida, pero nosotros nos ocultamos debajodel velludo vientre de los carneros y logramos llegar a la navea salvo. Ya desde el mar le increp y le revel mi verdaderaidentidad; l contest a mis provocadoras palabras lanzandoun peasco que casi alcanza la nave, pero, como no nos causningn dao, suplic a su padre Posidn que le vengarahacindome sufrir todo tipo de penalidades en mi regreso ataca.

    EOLIA

    Desde all seguimos adelante hasta alcanzar la isla de Eolia,reino de Eolo, el dios de los vientos. ste nos acogi con granhospitalidad y nos ofreci como regalo un odre en el que habaencerrado a todos los vientos adversos. Tras diez das,partimos y, cuando las naves ya estaban cerca de taca, mishombres abrieron el odre mientras yo dorma, movidos por la

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    curiosidad y la codicia. Al instante se desencaden una terribletempestad que nos condujo de nuevo a la isla de Eolo. Quienal reconocer la intervencin divina en nuestras desgracias, seneg a recibirnos.

    TELPILO: LOS LESTRIGONES

    Seguimos adelante y, cuando ya casi se haba agotado elnimo de mis hombres de tanto remar, llegamos a Telpilo,excelsa ciudad de los gigantescos Lestrigones, que resultaronser antropfagos. Slo mi nave, que an no haba atracado enel puerto, consigui escapar.

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    ISLA DE EA: LA MAGA CIRCE

    De nuevo navegamos hasta llegar a otra isla, Ea, dondemoraba la temible maga Circe. Mis hombres, atrados por suhermosa voz, entraron en su palacio y, tras beber y comer desus manjares, ella los convirti en cerdos y los encerr en suspocilgas. El dios Hermes me proporcion un antdoto pararesistir el encantamiento y me aconsej cmo actuar.Al llegar al palacio de Circe, la hechicera sali a recibirme. Mehizo entrar y me ofreci en una copa de oro un brebaje en elque haba echado la droga. Se qued asombrada cuandocomprob que la pocin no me haba hechizado. Al instantecambi de tctica e intent seducirme, pero yo antes lograrrancarle el juramento de liberar del hechizo a todos mis

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    hombres. Pasamos el resto del ao disfrutando de lahospitalidad de Circe, pero tan pronto como lleg la primavera,nos entr a todos el deseo de partir. La diosa me revel quedebamos viajar al Hades, el reino de los muertos, y consultaral adivino Tiresias, y me explic cmo llegar hasta all.

    EL HADES: TIRESIAS Y ANTICLEA

    Despus de un da de navegacin, llegamos a la entrada deltenebroso Hades. En cuanto cumpl los ritos y sacrificiosprescritos, se congregaron a mi alrededor las almas de losdifuntos. Pronto acudi el espritu del adivino Tiresias y me

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    predijo mis circunstancias futuras, pero sobre todo me advirtidel peligro que correramos si en la isla de Trinacia mishombres no respetaban las vacas del dios Helio Esaactuacin podra suponer la perdicin de mi nave y la de losmos, y aunque yo llegara a salvarme, regresara tarde y solo.Adems, al llegar a mi casa encontrara a unos hombresinsolentes que pretenderan apoderarse de mi esposa y de misbienes.Cuando me dispona a salir, me encontr a mi madre Anticlea.Ella me acarici y me consol, a la vez que me explicaba lasituacin en la que se encontraba taca y mi familia. La multitudde muertos, que se congregaron all, y su vocero acabaronasustndome y regres a mi nave.

    SIRENAS, ESCILA Y CARIBDIS

    Tras navegar alguna jornada, nos aproximamos a la isla de lasSirenas. Y con las indicaciones de Circe prepar uno taponesde cera para mis hombres e hice que me ataran al palo delbarco. Les rogu tambin que no me desataran, aunque se losuplicar con todas mis fuerzas. Pronto escuch la melodiosavoz de las Sirenas, que intentaban seducirme con suspalabras, pero, aunque yo grit y gesticul para que mesoltaran, mis hombres no lo hicieron y as pudimos pasar delargo y logramos que la nave no encallara en las rocas.Todava nos aguardaba el peligro de cruzar el estrecho que

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    custodian las monstruosas Escila y Caribdis. Y aunqueperdimos a un puado de mis mejores hombres, tambin estereto lo conseguimos superar.

    TRINACIA: LAS VACAS DE HELIO

    Tras todo este periplo llegamos a la isla de Trinacia, dondepacen las vacas sagradas del dios Helio. Yo no queradetenerme, pues recordaba las palabras de Tiresias. Ante lainsistencia de mis hombres y, despus de que me prometieranque respetaran los animales sagrados, atraqu mi barco.Durante un mes los vientos contrarios nos acompaaron y mishombres, desesperados por el hambre, incumplieron sujuramento. Helio, muy contrariado por nuestra osada, exigi

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    venganza a los dioses. Entonces el todopoderoso Zeusdesencaden tal tormenta que todos mis hombres perecieron yslo yo logr salvarme, asido a una viga del barco que me llevhasta la isla de Calipso.

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    En taca

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    REGRESO AL HOGAR

    Concluido el relato, todos se retiraron a dormir. A la maanasiguiente los hospitalarios feacios cargaron la nave con todo lonecesario y llevaron a Ulises, todava dormido, de vuelta ataca.

    Solo, bajo un olivo, con la nica compaa de los regalosobtenidos, Ulises despert en una costa brumosa, dudando deque los feacios hubieran cumplido su palabra y le hubieranabandonado en cualquier otro lugar. Atenea acudi parainformarle de que estaba en taca, de la situacin en que seencontraba la isla y para explicarle los sufrimientos dePenlope y Telmaco. La diosa, mediante un hechizo, disfraz

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    a Ulises como a un viejo mendigo andrajoso. Ulises sedirigi as a la granja del porquero Eumeo, un fiel amigo con elque poda alojarse.

    ENCUENTRO CON TELMACO

    Cuando Ulises y su hijo Telmaco se encontraron en lagranja, se fundieron en un largo abrazo y decidieron que,para que su plan pudiera triunfar, nadie debera conocer suverdadera identidad, ni siquiera la reina Penlope.

    ARGO

    A la maana siguiente, Eumeo y Ulises se presentaron en elpalacio, donde los pretendientes seguan campando a susanchas. All, junto a la puerta, encontraron un viejo perro

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    echado sobre un montn de estircol, que empez a mover elrabo. Se trataba de su fiel perro Argo, quien falleci deemocin, tras reconocer a su amo, a quien esperaba desdehaca diecinueve aos. Ulises se qued sentado junto a lmientras Eumeo le traa algo para comer. Despus penetr enla casa pidiendo limosna, para comprobar si quedaba algnpretendiente de buen corazn, pero slo encontr desprecio yburla.

    LA RECEPCIN DE PENLOPE

    La reina Penlope, indignada por la escena, pidi que seofreciera al mendigo la misma hospitalidad con la que se habatratado a todos en palacio, pues esa era la costumbre de suesposo. Cuando al final de la jornada los pretendientesabandonaron el palacio para descansar, Ulises y su hijorecogieron las armas y las llevaron a una habitacin apartada.La reina se sent junto a l para conversar.Ulises mantuvo el engao de su identidad y cont a la reinaque l haba conocido a su esposo. Le describi su aspecto, lehabl de su valor y le asegur que segua vivo y que estabamuy cerca el momento de su regreso. Penlope llor al or almendigo y, agradecida, llam a su anciana nodriza Euriclea,para que ayudara al mendigo a asearse y as curar susmalheridos pies. Entonces la sirvienta reconoci una cicatriz enel muslo del extranjero, la misma que un jabal haba

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    provocado en la pierna de Ulises cuando era nio y, alreconocer a su amo, rompi a llorar. l le pidi que no revelaranada por el momento y que le ayudara a preparar suestrategia. Deba someter a los pretendientes a una prueba detiro con su arco, que muy pocos hombres haban sido capacesde tensar. Aquel que pudiera hacerlo y con una sola flechaatravesara las anillas de doce hachas puestas en hilera, seraproclamado rey de taca.

    LA PRUEBA DEL ARCO

    A la maana siguiente, las criadas comenzaron a limpiar ydisponer todo como cada da. Los sirvientes traan cerdosy cabras para preparar el banquete. Se presentaron despuslos pretendientes y el joven Telmaco empuando una lanza.Entonces apareci la reina Penlope con el gran arco de su

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    esposo, un carcaj repleto de flechas y un cofre con docehachas que traan sus sirvientas. Plante el desafo a losasistentes y prometi casarse con aquel que resultara ganador.Desesperado por la noticia, Telmaco reclam su derecho deser el primero en lanzar, para evitar que ninguno de lospretendientes obtuviera la mano de su madre. Pero, por msque intentaba tensar el arco, sus fuerzas no bastaron paraconseguirlo. Uno tras otro, todos los pretendientes probaban yno lo conseguan. En medio de tal desconcierto, el viejomendigo pidi que se le diera la misma oportunidad, ytodos los presentes estallaron en carcajadas y desprecios.

    Pero la reina les record que, como husped, tena el mismoderecho a competir. Mientras Eumeo le entregaba el arco y lasflechas, Ulises susurr a la sirvienta Euriclea, que cerrara

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    todas las puertas que conducan a los aposentos de lasmujeres. Tens el arco sin gran esfuerzo y despus lanz laflecha atravesando con gran puntera todas y cada una de lasdoce anillas.

    LA MATANZA DE LOS PRETENDIENTES

    A continuacin y ante el gran desconcierto general, atraves aAntnoo con otra flecha exclamando:

    Cobardes! Cresteis que jams regresara ydeshonrasteis a mi esposa y a mi casa. Ahora perecerisuno tras otro ante m.

    Con la ayuda de sus fieles sirvientes y de su hijo se abalanzsobre todos ellos y, protegido nuevamente por la diosa Atenea,les provoc la muerte. Despus mand a los sirvientes que

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    sacaran a los muertos al patio, que limpiaran de polvo y sangreel suelo y las paredes, y que quemaran azufre para purificar lacasa.

    REENCUENTRO DE LOS ESPOSOS

    Al abrirse la puerta, las mujeres entraron en la habitacin,atnitas al reconocer a su amo. Penlope, a quien Ateneahaba sumido en un profundo sueo antes del combate, bajcon Euriclea, desconfiada ante la noticia del regreso de suesperado esposo, y encontr a Ulises despojado ya de suapariencia de mendigo y vestido con su tnica y su manto. Lareina segua sin creer lo que vean sus ojos y prefiri someter auna ltima prueba al recin llegado. Pidi que le prepararan unlecho sacando la cama que haba en la habitacin nupcial. Alinstante Ulises comprendi las dudas de la reina y contest:

    -No es posible, pues yo mismo fabriqu la cama utilizandoel tronco vivo de un olivo. Slo cortndolo podrahacerse.

    Penlope comenz a llorar, se abraz a Ulises besndole y ledijo:

    -"Perdona mi desconfianza, amado esposo. Afligida Heesperado durante largos aos tu regreso y siempre hetemido las falsas razones de algn impostor. Ya no mecabe ninguna duda de que t eres mi esposo, el

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    hombre por quien tanto esper y con quien deseoenvejecer hasta el final de mis das."

    Por su parte Ulises llor tambin de felicidad, abrazando a suleal esposa. Despus, pacientemente, relat las aventuras yepisodios que haba sufrido en el camino y orden que enpalacio se celebrara una gran fiesta. Mientras todos bailaban yfestejaban el regreso del rey, Palas Atenea, la de ojos delechuza, procur que esa noche se apaciguaran las viejasdisputas y que en taca y en las islas vecinas reinara porsiempre la paz.

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    ndice generalSELECCIN MUSICAL....EXORDIO.......

    Invocacin........En taca, Penlope y Telmaco.....Isla de Calipso.........La tormenta...En el pas de los feacios.....

    RELATO DE ULISES....Presentacin....Los cicones...Los lotfagos....Los cclopes.........Eolia...Telpilo: los lestrigones......Isla de Ea: la maga Circe.............El Hades: Tiresias y Anticlea....Sirenas, Escila y Caribdis.........Trinacia: las vacas de Helio...

    EN TACA.......Regreso al hogar.....Encuentro con Telmaco....Argo....Recepcin de Penlope..La prueba del arco...Matanza de pretendientes..Reencuentro de los esposos.....

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