La Mujer y El Maquillaje

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La mujer se ha pintado el rostro y otras partes del cuerpo desde tiempo inmemorial; pero si uno hace un seguimiento de este hecho a través de los siglos, comprueba que esto que llamaremos protomaquillaje nunca fue excesivo. Las mujeres en general se han pintado para dar o devolver a su rostro o a sus cabellos las líneas o el color que habían perdido o que ellas deseaban intensificar; pero este remozamiento lo hacían de tal manera que no se notase y que todo pareciese natural y propio. La mujer decente, la mujer fina, no se maquillaba, o se maquillaba apenas. Las que se maquillaban llamativamente eran las comediantas, las mujeres de la farándula y las prostitutas. La mujer con exceso de maquillaje tiene siempre aspecto vulgar y ridículo. Esta situación duró siglos, hasta que en el siglo XX, en 1920, el señor Max Factor introdujo la primera línea de productos de maquillaje para uso de la población en general. Antes los usaban únicamente los artistas de teatro y de cine. Por eso la campaña publicitaria de aquel entonces decía: “Todas las mujeres se verán como una estrella de cine utilizando maquillajes Max Factor.” Max Factor, que era de origen polaco, es el responsable de haber creado muchos de los cosméticos clave, entre ellos, el lápiz de cejas, el brillo de labios, las sombras de ojos, las pestañas postizas y la base de maquillaje conocida como Pan-Cake. Max Factor murió en 1938 y de entonces acá el desarrollo de la industria de cosméticos ha sido y es indetenible. Esto lleva naturalmente consigo la creciente artificialidad de la mujer. Hablando en general, la mujer nunca ha sido menos natural que ahora. Ahora todo es en ella artificioso, añadido, sobrepuesto, no-natural e inauténtico. Esto no se podía decir de la mujer de la década de 1960, lo cual facilitó la labor del feminismo. Pero ahora sí se puede decir y eso dificulta el desenvolvimiento y las consecuciones del feminismo. ¿Amazonía o Amazonia? Los nombres geográficos propios terminados en -nia no se acentúan en la última sílaba, salvo Oceanía, excepción que ya ha dejado de ser única, por haber impuesto el uso la pronunciación Amazonía, aunque lo propio es Amazonia. Esta grafía –Amazonia– forma parte de una extensa familia, toda ella inacentuada en la última sílaba; a saber: Albania, Alemania, Armenia, Bosnia, Eslavonia, Eslovenia, Estonia, Jordania, Lituania, Mauritania, Patagonia, Polonia, Transilvania y Ucrania.

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Breve historia de la mujer y el maquillaje

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La mujer se ha pintado el rostro y otras partes del cuerpo desde tiempo inmemorial; pero si uno hace un seguimiento de este hecho a través de los siglos, comprueba que esto que llamaremos protomaquillaje nunca fue excesivo. Las mujeres en general se han pintado para dar o devolver a su rostro o a sus cabellos las líneas o el color que habían perdido o que ellas deseaban intensificar; pero este remozamiento lo hacían de tal manera que no se notase y que todo pareciese natural y propio.

La mujer decente, la mujer fina, no se maquillaba, o se maquillaba apenas. Las que se maquillaban llamativamente eran las comediantas, las mujeres de la farándula y las prostitutas. La mujer con exceso de maquillaje tiene siempre aspecto vulgar y ridículo.

Esta situación duró siglos, hasta que en el siglo XX, en 1920, el señor Max Factor introdujo la primera línea de productos de maquillaje para uso de la población en general. Antes los usaban únicamente los artistas de teatro y de cine. Por eso la campaña publicitaria de aquel entonces decía:

“Todas las mujeres se verán como una estrella de cine utilizando maquillajes Max Factor.”

Max Factor, que era de origen polaco, es el responsable de haber creado muchos de los cosméticos clave, entre ellos, el lápiz de cejas, el brillo de labios, las sombras de ojos, las pestañas postizas y la base de maquillaje conocida como Pan-Cake.

Max Factor murió en 1938 y de entonces acá el desarrollo de la industria de cosméticos ha sido y es indetenible. Esto lleva naturalmente consigo la creciente artificialidad de la mujer. Hablando en general, la mujer nunca ha sido menos natural que ahora. Ahora todo es en ella artificioso,  añadido, sobrepuesto, no-natural e inauténtico.

Esto no se podía decir de la mujer de la década de 1960, lo cual facilitó la labor del feminismo. Pero ahora sí se puede decir y eso dificulta el desenvolvimiento y las consecuciones del feminismo.

¿Amazonía o Amazonia?

Los nombres geográficos propios terminados en -nia no se acentúan en la última sílaba, salvo Oceanía, excepción que ya ha dejado de ser única, por haber impuesto el uso la pronunciación Amazonía, aunque lo propio es Amazonia. Esta grafía –Amazonia– forma parte de una extensa familia, toda ella inacentuada en la última sílaba; a saber: Albania, Alemania, Armenia, Bosnia, Eslavonia, Eslovenia, Estonia, Jordania, Lituania, Mauritania, Patagonia, Polonia, Transilvania y Ucrania.

Erich Fromm, en su libro Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea, decía que el verdadero problema de la salud mental no es por qué enloquecen o se neurotizan algunas personas, sino por qué la mayor parte de las personas no enloquece ni se neurotiza.

Traigo esto a colación porque no estoy muy seguro de que actualmente pudiéramos decir lo mismo. Tampoco podríamos decir que la mayor parte de la gente está loca. Tampoco. Pero sí que la mayor parte está más alterada que la mayoría de mediados del siglo pasado. Por entonces los

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mecanismos de defensa y protección y lo que Adler llamaba “el arreglito”, todo ello era más funcional y en consecuencia había menos desequilibrio mental. Hoy el desequilibrio es mayor y naturalmente menor la sanidad y sin ella cualquier emparejamiento resulta disfuncional. Refiere a este propósito la hija de José Donoso, Pilar Donoso, que cuando sus padres estaban ennoviados, él le pidió a ella que antes del casamiento se psicoanalizara, porque para casarse hay que tener por lo menos limpio el desván, y ella obedeció y efectivamente se psicoanalizó.

La búsqueda, o como antes se decía, la busca de personas sanas es cada vez más difícil, porque la sanidad escasea considerablemente. Escasez que tiene por lo menos treinta o cuarenta años.  Por eso Daniel Goleman, en su libro La Inteligencia Emocional, publicado en 1995, hace 20 años, dice en la página 18 lo siguiente:

“Tal vez el dato más perturbador de este libro sea que hay una tendencia mundial de la actual generación de niños a tener más conflictos emocionales que la generación anterior; a ser más solitarios y deprimidos, más airados e indisciplinados, más nerviosos y propensos a preocuparse, más impulsivos y agresivos.”

Esto corrobora, hablando en términos generales, que la gente de hoy está más enferma que la gente de hace dos o tres generaciones. Y como la estupidez corre a las parejas con la insanidad, hoy no solamente hay más enfermos, sino también más estúpidos.

El Premio Nobel de Medicina, Peter Medawar, dijo que la inteligencia estaba disminuyendo en el mundo desde 1940, aproximadamente. Muchos dudaron de su aserto, pero hoy todo el mundo reconoce que tenía razón.  

Suele decirse, repitiendo a Séneca, que es propio del hombre equivocarse, y es cierto; sólo que siempre conviene agregar que es diabólico perseverar en el error. Como decía el fisiólogo Richet, estar dotado de razón y ser insensato, es algo mucho más grave que no estar dotado de razón.