La mujer objeto

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La mujer objeto La femineidad en e l juego d e los imaginarios Humbelina Iloyden Una denuncia frecuente dell feminismo es la de que se toma a la mujer como objeto sexual ; con ello, la impo sibil idad de conside- rarla suj eto, en terminos de igualda d o alteridad. Algo cultura lmen- te establecido y aceptado e:; utili zar e l cuerpo d e la muj er en los medios de comunicacion de masas, lo que vendria a reafirmar la hipotesis anterior. Pero uno se pregunta, pasa con las mujeres? s e someten y prestan su cuerpo? (aunque estan las que se resisten s e niegan a ser colocadas eri esa categoria) afirmarse que las que lo hacen son vic timas pasi vas d e una dominacion patriarcal? y cual e s su part icip aici on e n e se juego? E n es te breve ensayo ser5 imposible responder ampliamente a la multi plic idad de preguntas q ue podemos hacernos al respecto, por la variedad de situaciones a las que se puede hacer referencia. Sin embargo, trataremos de abordar la problematica en una de sus ver- tientes, es decir, como es qule una mujer se asume en tanto objeto; como es qu e ella mism a s e coloca en el lugar de objeto causa del deseo y al hacerlo pasa a ser soporte del fantasma erotico del varon. Para ello habra que dejar de considerar a las mujeres como victimas pasivas de la domin,acion masculina, Berta Hiriar t y a lo ha Psicoanalista y docent e investigadora de la UAM X.

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La mujer objeto

La femineidad en el juego

d e los imaginarios

Hum bel ina I loyden

Una denuncia frecuente dell feminismo es la de que se toma a la

mujer como objeto sexual ; con ello, la imposibilidad de conside-

rarla sujeto, en terminos de igualdad o alteridad. Algo culturalmen-

te establecido y aceptado e:; utilizar el cuerpo de la mujer en los

medios de comunicacion de masas, lo que vendria a reafirmar la

hipotesis anterior.

Pero uno se pregunta, pasa con las mujeres? se

someten y prestan su cuerpo? (aunque estan las que se resisten

se niegan a ser colocadas eri esa categoria) afirmarse que

las que lo hacen son victimas pasivas de una dominacion patriarcal?

y cual es su participaicion en ese juego?

En este breve ensayo ser5 imposible responder ampliamente a la

multiplicidad de preguntas que podemos hacernos al respecto, por la

variedad de situaciones a las que se puede hacer referencia. Sin

embargo, trataremos de abordar la problematica en una de sus ver-

tientes, es decir, como es qule una mujer se asume en tanto objeto;

como es que ella misma se coloca en el lugar de

objeto causa del deseo

y al hacerlo pasa a ser soporte del fantasma erotico del varon.

Para ello habra que dejar de considerar a las mujeres como

victimas pasivas de la domin,acion masculina, Berta Hiriart ya lo ha

Psicoanalista

y

docente investigadora de la

UAM X.

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L

MUJ R

O JETO

mujeres se insertan que sil bien, tiene que ver con las estructuras

sociales, tambien tendria quie ver con las estructuras psiquicas.

Estructuras sociales y psiquicas no como instancias opuestas, sino

en una relacion de extimidad. (Una relacion de extimidad es cuando

lo mas intimo aparece como ~n asxterior, y lo mas externo, intimo).

En un afan de atrapar por algun lado el problema de las dife-

rencias sexuales, Lacan echa mano de simbolos logicos, ahi en el

Seminario

Y

uando presenta las formulas de la sexuacion.

5

A

partir de una disimetri,a, las diferencias quedan marcadas por

su ubicacion en dos distintos lugares respecto al goce . Lacan al

dar una vuelta de tuerca en la teoria psicoanalitica aborda el pro-

blema de la femineidad desde una teorizacion sobre los goces .

En las formulas de la sexuiacion ubica dos lugares: lugar Hombre

y lugar Mujer. Subjetivamente se trata de sitios diferentes, y no

tienen que ver ni con la bio10,gia ni con la anatomia necesariamente;

son, de hecho, consecuencia de un ordenamiento simbolico. Asi, un

sujeto puede colocarse en uno u otro lugar, independientemente

de si anatomicamente posee pene o vagina.

Es entonces a partir de un ordenamiento simbolico que el sujeto

se estructura en la diferen~ciacomo sujeto sexuado; diferencia

establecida en el orden de la cultura, que viene a rebelarse como

un malestar. No un malestar causado por la cultura, como se piensa

comunmente cuando se alude a

la cultura opuesta al hombre,

sino

un malestar e n la cultura.

La sexualidad es por lo tanto una consecuencia de la organizacion

significante, solo que esta organizacion significante es falocentrica, en

el sentido que el falo sera la medida o parametro para los dos sexos.

De este modo, en el lugar

Hombre

estaran los sujetos que dicen

si a la funcion falica, lo que los ubica de entrada como sujetos

castrados, al acceder

goce fal ico

que pone limite al goce absoluto.

En tanto, en el lugar

Mujer

Lacan afirama: no hay en el Otro el

significante que signifique su sexualidad. Hay un solo elemento a

partir del cual se estructuran dos lugares: ese elemento es el Falo,

cada sujeto se posicionara respecto a el.

Las consecuencias de estai disimetria son de envergadura. Hom-

bre Mujer

participan de igual manera en un goce llamado falico,

en la medida en que dicen si a la funcion falica, pero del lado Mujer

queda senalado, que ella no es todan,enese goce. Los sujetos que

Lacan, Jaqu es, Seminario

XX Encore

Sen~inarioAun),

Ed.

du Seuil,

Paris 1975.

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se co locan de l lado

Mujer

dicen s i y d icen n o a l mismo t iempo a la

func ion falica. l n o ser toda e n la funcion fa lica , tampoco su goce

se ub icar ia en teramente en e l goce fa l ico . Habr ia en tonces , un

plus-de-goce

un goce

mas alla del falo

un goce

Otro

insimboliza-

ble, remitido a lo real.

E n la logica seguida p or es te autor, s e dice que:

L

mujer n o existe

( tachando el LA Existen las mujeres una por una, pues estas, a

diferencia del lado sena lado

Hombres

no forman un conjunto cerra-

do. D e tal forma q ue la pregunta q ue una m ujer se hace sobre su sexo,

e s clasica:

s

ser mujer?

y

goza una mujer? Pregun tas

q ue qu edan s in respues ta , o s e responden c on incer tidumbre.

La f e m in e i ad , n o parece se r e n u lt ima in s tancia, s ino cosa d e

hombres, s on y han s ido el los los qu e han cread o toda una mi to log ia

a su alreded or, a f in d e l lenar e se hueco, es a hiancia abier ta a nivel

significante. E n esa hiancia, los hombres h an pu esto sus propios

miedos y temo res,

o

bien sus deseos

y

necesidades. A hi do nd e las

palabras se de t ienen , s e crea e l mi to .

Consideramos en tonces , q ue a l n o ex ist ir e l s ign i fican te qu e

signifique a la mujer s e jugaran una serie d e imaginarios, caleidos-

copicos q u e buscaran tapo near esa tachadura en e l

Otro.

Fren te a l a t achadu ra e n e l

Otro

[ S o ] , una mu je r s i empre se

enf rent ara a u na t raba subje. tiva para asumirse e n su

femineidad.

Estara exclu ida de la natura leza de las cosas qu e es la natura leza

d e las palabras 6, el discurso es masculino y no hay un significa nte

q u e la signifique e n s u sexuallidad.

La sexual idad mascul ina esta codif icada, pues su deseo esta

refer ido al

Otro

mediado po r la palabra; la sexual idad femenina e n

cambio , a l no te ner un s ign if ican te qu e la rep resen te queda fuera

de l lenguaje. E n to do caso la dialectica falocentrica la hace existir

fundamentalmente como maidre, pero tambien, en una si tuacion

f luctuan te y fragi l com o obje to causa del d ese o mascul ino.

E l problema d e la femineidad resul ta, pues, complejo , d ir iamos

conflictivo, y a u n q u e

ser mad re

apare ce s iempre com o una respues-

ta qu e una mujer pu ed e darse asi misma, respecto a es e ser mujer ,

esta e s solo una solucion mome ntanea. H ay otra posibi lidad, y esta

es Ser e l fa lo es decir e l s ign if icante del deseo del

Otro.

Vem os en tonces , que Ser

el

falo es o t r a fo rma en q ue l a mu je r

inten ta solucionar el enigma q ue el la misma represen ta para si. Sin

fLacan Jacques op. it p 68 en espanol p 89).

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estadio del espejo). si lo que ella ve en la mirada del Otro de los

otros, es esa mirada del

Otro

del Otro materno, que significa retro-

activamente el lugar que la madre le ha dado en su propio deseo.

La hija puede aparecer a la mirada materna no solo como

insuficiente para constituirse en el falo), por ser mujer, como ella,

sino insuficiente tambien e n su encanto y belleza. En el movimiento

de reversibilidad, en donde el yo es la imagen del Otro es ahi que

aprende a reconocerse, en esa mirada la nina queda atrapada,

enajenada. Podriamos decir, que al igual que el hijo varon, tambien

pasara por esta alienacion, ahi donde el es

el deseo del Otro.

Sin embargo, es lo que la madre mira? se constituye

el yo ideal para la nina? no es aquique se juega ya algo del orden

de las diferencias de los sexos, en la medida que la relacion especu-

lar es diferente para la nina o e l nino?

En todo caso es posible aseverar que se esta frente a la posibi-

lidad-imposibilidad de que ella pueda ocupar el lugar del falo para

la madre, y ahi esta su mirada, esta del

Otro

para ella; luego mas

tarde, podra estar la del padre, en el momento edipico de la version

hacia el, cuando surge en la pequena la coqueteria y la seduccion.

Pero puede ser que esa mirada, la del padre, nunca este presente

para cofirmarla y darle un lugar de reconocimiento.

De todas formas es ese lugar que el padre le otorga? LES

posible pensar que

tambien

la mirada del padre, para la nina, tiene

una particular importancia? En la version hacia el, la pequena va

buscando algo, algo que a ella le falta, falo? hijo? mas?

este sera ahora el lugar d e su demanda.

Despues aparecera la miraida de los demas que la rodean, esto es

un hecho singular en el narcisismo femenino, en el que se erotiza y

narcisiza todo su cuerpo. Se irrea de esta manera una gran depen-

dencia de lo que podriamos calificar como:

sistema especular

cotidia-

na y permanenetemente la mujer se mirara en e l espejo que constituye

la mirada de los que la rodean. El peligro para ella es caer en la

identificacion alienante como seria el caso de la histerica.

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Eugenie Lemoine afirma que en ese

darse

a

ver

la mujer,

encontraria su estatus de sujeto, y dice:

Pero al ofrecerse asi

a

la mirada, al darse-a-ver-verse desea

ver-ser-vista

la

mujer -salvo qu caiga en la alienacion completa

Lemoine-Luccioni Eugenie

op. ci t .

p. 61.

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OBJETO

de la histe rica - provoca ein el

Otro

un encuen tro y una respuesta

que le dan placer.

un p oco adelan te , agrega:

El peligro es que se produzca un fenomeno de identificacion

alienante y la correspondliente escotomizacion de l deseo ...) lo

cual puede suceder, cuan do la mad re se fija en la contemplacion

de la hija, como su imagen, pues enton ces la hija tropieza con la

barra d e la identificacion y la pulsion esco pica vuelve sob re si-mis-

ma,

...)

Solo hay reflejos del mismo, solo si el tercero, el pad re

cumple su funcion de interrup tor, la hija pierde una imagen em-

baucadora, y recupera sil deseo, y el que se hace objeto de su

deseo, es el

Otro de

la

Madre

es decir, el padre. Se da a ver,

entonces, al padre.

A

cargo de este padre, queda responder en

tanto sujeto castrado

y

deseante.

S in em bargo e l pe l ig ro d e l a a l i enac ion s iem pre es ta ah i , ya que ,

po r o t ro l ado , una muje r va le e n t an to ob je to y e ll a lo sabe , e s mas ,

e s t e l u ga r d e o b je to - fa l o (y aunq ue co locada ah i por un

Otro, o

p o r

o t r o s) , l e a b r e u n e s p a ci o d e p o d e r d e l q u e s in d u d a h a r a u s o y a -

buso , tom ando as i e l pape l de l am o (en esa d ia lec ti ca d e l amo y de l

esclavo).

La mujer en la linea de su deseo se ve hasta cierto punto en la

necesidad d e ser ese falo en tanto es el signo mismo de lo desado

...) pues es el objeto causa del deseo del Otro; significante del

deseo del

Otro

un

Otro

que no e s mas que el otr o sexo.1•‹

U n h o m b r e s e o r ie n t a ha ci a e l e n c u e n tr o d e u n a m u je r d e valor

falico, lo qu e le pe rm i te negar. ,evadir su propia cas t rac ion. L a mujer

e n es to se ra s u compl ice iden t if i candose a e s o qu e l e fa lt a a l Otro

y

hac iendo b r i ll ar los a t r ibu tos q ue l e conf ie ren

ese

valor.

M as aun, la econom ia sexual mascul ina, no pued e presc indir e n su

fantasma del

objeto fetiche

qu e cause su deseo, y una mujer se pres ta

y

es so por te d e es e fantasma. E n la medida q ue su valor narcisist ico

s e

ve

acrecen tado, a el la l e gustara e l uego, pues pasara a se r alabada

amada y hasta venerada corno una diosa. Ser a colocada e n un altar.

O~acan, a q u e s ,

sfomiacio~~esdel~nc~~iwcieizted.

Nueva Vision, Buenos Aires, 1979.p.113.

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Es aqui donde toma todo su sentido la pasividad femenina, esa que

requiere de una gran actividad, como ha sido senalado por Freud.

Hacerse mirar , hacerse amar , de tal forma que propicie: la ver-

dadera cristalizacion de la causa del deseo .

En la medida, que su cuerpo-objeto-fetiche se presta para la

escenificacion fantasmatica masculina, la mujer, tiene que mante-

nerse a la suficiente distancia, en el lugar que conviene a la proyec-

cion de ese fantasma. 12 Es una distancia necesaria a fin de no

perturbar la logica del deseo en el varon; en cuyo caso, puede ser

que se vea coartada la expresion de su propio deseo.

En la escenificacion fantasmatica pone en juego los velos la

mascarada, (el fantasma iecubre a manera de pantalla, lo real

inaccesible, del objeto..). En la trama imaginaria d e lo cultural esta

muy establecido, el misterio de lo femenino que los velos cubren,

se cultiva en los burdeles teatros de revista, asi como en la

intimidad de la alcoba.

La

mujer debe aparecer velada, es decir

cubierta a medias, para dejar el resto a la imaginacion. El velo

aporta un valor falico al cuerpo de la mujer, y este se traduce en

valor falico para e l hombre al provocar su ereccion.

La mujer objeto se introduce de esta manera en una red de

imaginarios, ahidonde su cuerposecosifica fetichizado. Lacan afirma:

Es para ser el falo, es decir, el significante del deseo del

Otro

que

la mujer va a desechar una parte esencial de la femineidad, con-

cretamente sus atributos en la mascarada.13

El tema enunciado solo queda planteado, y nos surgen una serie

de preguntas: trata de una identificacion imaginaria a un signifi-

cante? en este movimiento identificatorio, que ella alcanza un

estatus de sujeto? o bien, identificacion imaginaria es encubri-

dora de lo que se coloca en ixn mas alla, mas alla del falo, ya que ella

no es toda en el goce falico? Nos parece que este s un campo abierto

a la polemica teorica, que plantea problemas aun no resueltos.

Pommier, Gerard, L'exception f h i n i n e . Essai sur les impasses de la jouissance

(La

exepcion femenina. Ensayo sobre los impases del goce), Point H ors b g n e , Paris,

1985.

Problemas Actuales del Psicoanalisk

p.

83.

* ommier, G erard,bp cit. p. 83.

l

Lacan, Jacques, Lasignificacion del falo en:

Escritos 2

Siglo

XXI 2a.

Edicion, Mexico,

1985,

p.

674.