La Mujer Del Lunar - Hakan Nesser

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  • Hkan Nesser

    LA MUJER DELLUNAR

    Traduccin de Francisco J.UrizLa traduccin de esta obra hamerecido una subvencin de TheSwedish Arts Council

    Ttulo original: Kvinna medfdelsemrke

    Hkan Nesser, 1996Publicado por Albert Bonniers

  • Forlag AB,Estocolmo, Suecia.Publicado por acuerdo con

    Linda Michaels Limited,International Literary Agents. traduccin, Francisco J. Uriz, 2009 de esta edicin: RBA Libros, S.A.,2009 Prez Galds, 36 - 08012B a r c e l o n a [email protected] /www.rbalibros.com

    Primera edicin: junio de 2009Reservados todos los derechos.

    Ninguna parte de esta publicacinpuede ser reproducida, almacenada otransmitida por ningn medio sin

  • permiso del editor.

    Para Susana y Johannes

    Luego hay, claro, cierto tipo deactos que nunca podremos dejardetrs de nosotros ni librarnos deellos con dinero. Quiz ni siquierapedir perdn por ellos.

    w. klimke, terapeut

  • I

    23 DE DICIEMBRE-14DE ENERO

    1

    Tena fro.Por lo dems el da haba

    amanecido con una prometedora ysuave nevada aunque, hacia la horade comer, el viento que soplaba del

  • mar haba transformado la nevada enuna lluvia oblicua de la peor especie,que azotaba inmisericorde.Traspasaba los huesos, oblig a lospropietarios de los establecimientosdel puerto a cerrar una hora antes quede ordinario y en el bar deZimmermann se sirvieron, ennmeros redondos, el triple deponches calientes que en un danormal de diciembre.

    Por si fuera poco, el cementeriose haba construido al sudoeste enuna ligera pendiente sin rboles, amerced de todo tipo de inclemencias

  • del tiempo y, cuando el pequeogrupo lleg por fin a la embarradatumba recin abierta, cruz por sumente uno de esos pensamientos.

    En todo caso all abajo seestaba al abrigo. En todo caso allabajo, en la tumba, no se necesitabaluchar contra el viento y esa malditalluvia. Siempre haba algo. Unalucecita. Un resquicio de esperanza.

    El sacerdote se sorba losmocos y su ayudante o comoquieraque hubiera que llamarlo luchabacon el paraguas. Trataba de que loscubriese a los dos, al sacerdote y a

  • l; pero las rachas de viento eranmuy caprichosas y el ngulo correctopara protegerse mejor cambiaba cadasegundo. Los portadores del fretroclavaban los tacones en el barro parano resbalar y empezaron a bajar elatad. El ramo que ella habadepositado sobre la tapa estaba yadestrozado, era como un manojo deverduras que hubieran cocidodemasiado. O algo as. El cura seson e inici la liturgia mientras elayudante manoseaba la pala. Lalluvia arreci.

    Era una historia tpica. Ella no

  • poda dejar de constatarlo, mientrasapretaba las manos metidas en losbolsillos del abrigo y pateaba elsuelo para intentar calentarse unpoco los pies.

    Una historia tpica o, mejordicho, una historia cabrona. Laceremonia tan desangelada y fallidacomo haba sido toda su vida. Nisiquiera le haban podido ofrecer unentierro decente. La vspera deNochebuena. Un poco de cielo azul osimplemente que hubiera seguido lanevada Habra sido tan difcil?Era mucho pedir?

  • Claro que lo era. La vida de sumadre haba estado acompaada dederrotas y lamentables fracasos;pensndolo bien, esto era lo que sepoda esperar y ella sinti de repenteque tena que morderse el labio parano echarse a llorar.

    Un punto final totalmente lgicoy consecuente, pues. El mismo tono alo largo del camino. Y no llores. Entodo caso an no.

    Por algn insondable motivo lehaba exigido eso. No llores! Hagaslo que hagas, no ests ah moqueandoen mi entierro. Las lgrimas nunca

  • han ayudado a nadie, creme, en mivida he llorado a mares. No, hijama, acta! Haz algo realmentegrandioso que yo pueda aplaudir allarriba en mi cielo.

    Le haba apretado la mano entrelas suyas, tiosas y ya sin fuerzas,mientras lo deca. Haba clavado surota mirada en ella y entonces sehaba dado cuenta de que ahora, poruna vez, iba en serio. Por una vez sumadre le haba pedido algo; ya erahora. Desde luego lo habaformulado confusamente, pero de loque no haba la menor duda era de

  • qu se trataba, qu era lo que lepeda. O s la haba?

    Media hora despus habamuerto.

    Haz algo, hija ma. Acta!El sacerdote se call. La mir

    desde debajo del goteante paraguas yella comprendi que l tambinesperaba que hiciese algo. Qu? Noera fcil saberlo. Era la segunda vezque asista a un entierro; la anteriortena ocho o diez aos y tambinhaba sido su madre quien la haballevado. Con cuidado avanz unospasos. Se par a distancia prudencial

  • para, al menos, evitar el bochorno deresbalar y acabar en la tumbatambin ella. Inclin la cabeza ycerr los ojos. Cruz las manos antes.

    Pens: Joder, esos creen queestoy aqu rezando. Al menos, hacencomo si lo creyeran. Adis, mam!Puedes confiar en m. S lo que tengoque hacer. Te vas a calentar lasmanos aplaudiendo all arriba entrelos ngeles.

    Y se acab. El sacerdote y suayudante le dieron, ambos, una manofra y hmeda. Diez minutos ms

  • tarde estaba debajo de las goteras dela marquesina de la paradaesperando el autobs, anhelando unbao caliente y un buen vaso de vino.

    O de coac. O las dos cosas.Una persona, pens. Al entierro

    de mi madre, al duelo, slo asisteuna persona. Yo. Y asunto concluido.

    Sin embargo tengo la esperanzade que compartan el duelo mspersonas.

    No era una mala formulacin y,mientras estaba all luchando contrael fro, la humedad y el llantoreprimido, fue como si esas palabras

  • hubiesen encendido una llamita en suinterior. Como si se hubiera prendidofuego a algo combustible, quelentamente empezaba a calentar todoslos viejos rescoldos helados ypetrificados de su alma.

    Un incendio, ms bien, quepronto iba a propagarse, hara ardera otros y los consumira en susllamas Y muchos ms tendranmiedo del estallido de ira que a sudebido tiempo los rodeara yaniquilara a todos!

    Esa idea tambin le hizosonrer. Probablemente la hubiera

  • ledo. O quiz se la haba dichoalguno de sus primeros amantes. Quetena vena. Una especie de talentopara la poesa y para expresarse sinrodeos.

    Para la verdad y la pasin. O elsufrimiento, quiz; s, esto parecams exacto, sin duda. Y habasufrido. Aunque no haba llegado alos extremos de su madre, claro,haba recibido la parte que lecorresponda. De sobra.

    Estoy helada, pens. Joder, venya, maldito autobs!

    Pero el autobs no vena. Todo

  • pareca demorarse y de prontocomprendi all mismo, dondepateaba para calentarse los pies enmedio de aquella creciente oscuridady en aquel dudoso refugio, que eraprecisamente as como habatranscurrido su vida. A la hora de laverdad la imagen exacta de toda suexistencia.

    Esperar lo que nunca lleg. Unautobs. Un buen to. Un trabajodecente.

    Una oportunidad. La jodidaoportunidad de hacer de su vida algocon sentido.

  • Haber esperado all en laoscuridad, a merced del viento y lalluvia. Ahora ya era demasiadotarde.

    Tena veintinueve aos y ya erademasiado tarde.

    Mi madre y yo, pens. Unapersona en la comitiva del duelojunto a la tumba. Una muerta, allabajo. Podramos haber cambiadolos papeles. O habernos tendido unaal lado de la otra. Nadie habratenido nada que objetar. A no serque

    Y entonces sinti que la llamita

  • volva a encender la decisin, y queinmediatamente creca en su interiory la llenaba de calor. Un calor fuerte,casi tangible, que por poco le hacesonrer en medio de su desolacin yapretar las manos con ms fuerza enlos bolsillos del abrigo.

    Lanz una ltima mirada haciala larga curva donde no sevislumbraba ni el menor resplandorde faros de autobs. Entonces dio laespalda a todo y comenz a andarhacia la ciudad.

  • 2

    La Navidad lleg y pas.Ao Nuevo lleg y pas. Las

    lluvias se sucedan sin solucin decontinuidad y los das plomizostranscurran en su ablica monotona.Se le haba acabado la baja porenfermedad, la sustituy la caja delparo. La diferencia era mnima. Bajapor enfermedad de qu? Parada dequ?

    Tena cortado el telfono.Conscientemente haba dejado la

  • cuenta sin pagar cuando recibi losresultados de los anlisis en octubrey ahora la compaa habareaccionado. La maquinariaburocrtica estaba en marcha.

    Era fantstico. As ella no sloevitaba encontrarse con gente sinoque tambin se ahorraba orla. Sirealmente hubiera habido tantos aquienes aguantar. Sin duda el nmerose haba reducido con el tiempo.Durante los catorce das quesiguieron al entierro haba habladocon el respetable nmero de dosconocidos. Heinzi y Gerglis, con

  • quienes tropez por casualidad en laplaza y que trataron de sacarle algoen menos de treinta segundos.Herona, un poco de hachs o almenos algo de vino Joder, de algotendra que servir la vieja amistad.Bueno, entonces una ducha y unpolvete, quiz?

    Slo Gerglis se haba atrevido atanto y por un instante estuvo jugandocon la idea de concederle mediahora. Slo por el placer y laposibilidad de poder llevrselo conella. Eso.

    No haba nada que garantizase

  • que contagiaba. Las posibilidadeseran escasas. Una historia difcil depescar, a pesar de todo lo que se oa,hasta los mdicos lo habansubrayado, pero esta vez ella, entodo caso, haba conseguido estar enprimera lnea. Cierto que habamuchos que se haban salvadollevando una conducta de riesgoconsiderablemente ms alta que lasuya.

    Conducta de riesgo? Quexpresin tan cabrona. Es que todasu vida acaso no haba sido ms queasumir riesgos? Pero era sin duda lo

  • que sola constatar Lennie haca yamuchos aos: si uno nace en el bordede un tonel de mierda, tiene queaguantarse cuando cae dentro de vezen cuando. Era algo completamentenormal. Lo importante era salir deall.

    Y por lo general eso no sehaca. Salir de all. Uno se quedabaall abajo en la mierda, y el resto noera ms que cuestin de tiempo.

    Pero todo aquello era aguapasada. Pasada y bien pasada.Octubre haba cambiado muchascosas. La muerte de su madre, y todo

  • lo dems.La historia de su madre, ms

    bien. Lo que haba salido de ellacomo un aborto de treinta aos unasemana antes de que le llegase lahora. S, si el diagnstico de octubrefue lo que le haba hecho buscar lasoledad, la historia de su madrehaba hecho el resto. Le habainfundido fuerza y decisin. Derepente, algo se hizo ms fcil. Claroy ntido por primera vez en su turbiavida. La voluntad y la fuerza sehaban robustecido y la dependenciade las drogas fue declinando en una

  • especie de pattica muerte sin queella hubiera tenido que esforzarse enabsoluto. Nada de drogas duras. Unpoco de hachs y algo de vino de vezen cuando, nada ms, pero sobretodo, nada de esa relacin absurda ysin esperanza con los otros habitantesdel borde del tonel de mierda. Habasido mucho ms fcil librarse deellos de lo que ella imaginara, enrealidad tan fcil como librarse delas drogas y, naturalmente, lo unohaba contribuido a lo otro. En elfondo quiz era lo que le habandicho curanderos y asistentes

  • sociales durante todos esos aos: quetodo dependa de la fuerza devoluntad. De eso y de nada ms.

    Coraje y decisin, pues. Y lamisin, aadi.

    La misin? Seguro que no lotuvo claro desde el principio, poco apoco se fue introduciendosubrepticiamente, era difcil sabercul era su verdadera naturaleza eigual de difcil saber de dnde vena.Fue decisin de su madre o suya?No porque tuviese la menorimportancia, pero claro que podaser interesante reflexionar sobre ello.

  • Sobre origen, responsabilidad ycosas as. Sobre la venganza y sobrela importancia de poner las cosas ensu sitio. Que su madre tuviera 10.000florines escondidos fue una sorpresay una buena ayuda. Era una bonitacifra, que sin duda le sera de granutilidad.

    Ya haba empezado a serlo. Elda 12 de enero se haba gastado2.000 florines, pero no los habatirado por la ventana. En la mesillade noche tena una lista de nombrescon direcciones y un montn dedatos. Tena un arma y una habitacin

  • amueblada que la esperaba enMaardam. Qu ms poda pedir?

    Conservar el coraje? Ladecisin? Una pizca de suerte?

    La noche anterior a su marchahaba elevado una oracin a unadivinidad bastante vaga para que leayudara y le concediese esas trescosas y, cuando apag la lmpara dela cama, tena la intensa sensacin deque en realidad no haba muchascosas en el mundo que pudiesenconstituir un obstculo en su camino.

    Probablemente ninguna enabsoluto. Durmi aquella noche en

  • clida y sonriente posicin fetal,segura de que no se haba sentidomenos vulnerable en toda su vida.

  • 3

    Al asunto de la habitacin no lehaba dedicado demasiado tiempo.Contest un anuncio del Neuwe Blattpero, cuando vio el resultado,comprendi que no poda habersoado nada mejor.

    La seora Klausner se habaquedado viuda prematuramente, enuna dorada mediana edad y aprincipios de los ochenta. En lugarde vender el viejo chal de dos pisosen el elegante barrio de Deijkstraa,

  • lo haba transformado de acuerdocon las nuevas circunstanciascreadas por la repentina e inesperadamuerte del comandante. Ella sequed con la planta baja y el jardn,dos gatos y cuatro mil libros.Transform, para alquilar el piso dearriba, las antiguas habitaciones delos nios y de huspedes. En totalcuatro habitaciones, todas con aguacorriente y ciertas posibilidades decocinar. As como instalaciones deducha y bao comunes en elvestbulo. La escalera que llevaba alpiso tena entrada independiente, a

  • saludable distancia del dormitorio dela seora Klausner, y, aunque alponer todo en marcha sinti ciertocosquilleo en el estmago, prontopudo felicitarse por el excelentearreglo. Slo alquilaba a mujeressolas y nunca por ms de medio ao.A menudo a estudiantes de losltimos cursos de las facultades dederecho o medicina que necesitabancalma y tranquilidad para estudiar. Oa enfermeras que seguan cursos deperfeccionamiento en Gemejntedurante unos meses. En verano solanquedarle dos o ms habitaciones

  • vacas, pero los ingresos obtenidosdurante los meses de invierno eransuficientes para cubrir holgadamentesus necesidades. El comandanteKlausner no habra tenido nada queobjetar a las innovaciones, ella losaba, y a veces cuando estaba en lacola de la Caja de Ahorros paraingresar el dinero del alquiler en sucuenta, imaginaba que lo vea asentirsatisfecho, animndola desde allarriba, el ltimo y definitivo campode batalla.

    La nueva inquilina lleg, talcomo haban acordado, el 14 de

  • enero, un da antes del principio delcurso de perfeccionamiento de tresmeses para responsables deeconoma que daban en el institutoElisabeth. Pag seis semanas poradelantado y, despus de recibir lasinstrucciones necesarias(transmitidas en tono amistoso y enmenos de un minuto), subi a tomarposesin del cuarto rojo. La seoraKlausner comprenda la importanciade respetar la privacidad de susinquilinas; mientras tuviesetranquilidad para leer y dormir y nose enzarzasen en peleas, no

  • encontraba nunca motivo parainmiscuirse en sus andanzas. Todo sebasada en el respeto mutuo y normasno escritas, y todava despus dems de trece aos en el negocio nohaba sufrido ningn grave revs nidesilusin.

    El hombre es bueno, solapensar. As como tratamos a nuestroprjimo, as nos tratarn a nosotros.

    Sobre el pequeo fregadero dela minscula cocina colgaba unespejo y, cuando hubo deshecho lasmaletas, se qued un instante de pie,

  • inmvil, contemplando su nuevorostro.

    Los cambios eran pequeos; elresultado final, sorprendente. Con elpelo corto, teido de castao, sinmaquillaje y con las gafas redondas,con montura de metal, pareca derepente una bibliotecaria o unaaburrida profesora de trabajosmanuales. Nadie la habrareconocido, y por un instante mientras estuvo all delante delespejo haciendo muecas y probandongulos se le ocurri pensar queen realidad era otra.

  • Nuevo aspecto y nuevo nombre.Nueva ciudad y una misin quemedio ao atrs habra consideradouna locura total o un chiste malo.Pero ahora estaba aqu. Trat una vezms la ltima? de buscar en suinterior y ver si era posible encontraralgn resquicio de duda o indecisin;pero por mucho que hurgara en sualma no encontr ms que rocas. Unslido e implacable cimiento. Ycomprendi que ya era hora deempezar.

    Empezar en serio. Su listaestaba completa en todos los sentidos

  • y, aunque tres meses pueden parecerun periodo de tiempo considerable,no haba, obviamente, motivo algunopara retrasarse en la salida. Alcontrario: cada nombre exiga unaminuciosa planificacin, sutratamiento especfico, y era mejoraprovechar bien los das para notener que andar con prisas al final.Cuando ella hubiese empezado,cuando se diesen cuenta de qu setrataba, tena que estar preparadapara afrontar dificultades. Atencinagudizada a todos los frentes: laopinin pblica, la polica, los

  • adversarios.No poda ser de otra manera.

    Las circunstancias eran las que eran.Pero ya entonces comprendi

    que tampoco eso le iba a ocasionarninguna preocupacin. En todo caso,no insuperable y, cuando estabatumbada en la cama estudiando elarma esa primera noche, supotambin que el desafo que leesperaba probablemente slo iba ahacer la atraccin un poco ms fuertean.

    Un poco ms ardiente y un pocoms placentera.

  • Estoy loca, pens. Completa eirremediablemente loca.

    Pero era una locura audaz eirresistible. Y quin iba en realidada reprochrsela?

    Contempl los nombres. Losestudi uno a uno. Ya haba decididoquin iba a ser el primero, pero sinembargo hizo como si lo estuvierasopesando una vez ms.

    Luego lanz un suspiro desatisfaccin y lo seal con doblecrculo rojo. Encendi un cigarrillo yempez a repasar el escenario.

  • II

    18-19 DE ENERO

  • 4

    Entre las costumbres de RyszardMalik no se contaba la de tomarsedos contundentes whiskys antes decenar, pero aquel da tena motivo.

    Y no slo uno. El contrato conWinklers se haba frustradofinalmente a pesar de haberlededicado dos largas horas deintensas negociaciones telefnicaspor la tarde, y cuando, por fin, pudosalir de la oficina, el bruscodescenso de la temperatura haba

  • convertido en un instante las calleshmedas de lluvia en una verdaderapista de patinaje. Si slo hubiesedependido de l, aquello no habrarepresentado problema alguno noen vano haba conducido treinta aossin el menor accidente y se habavisto en muchas ocasiones con hieloen la carretera, perodesgraciadamente no estaba solo enla carretera. Todava segua elintenso trfico de la hora punta quesala del centro hacia los barriosresidenciales de chals o lossuburbios y, justo antes de la rotonda

  • del bulevar de Hagmaar, ocurri. UnMercedes blanco con matrcula suizaque iba a excesiva velocidad perdiel control y patinando se estrellcontra la parte de atrs de su Renault.Maldijo para sus adentros, sedesabroch el cinturn de seguridady baj del coche para constatar elhecho e iniciar los trmites. Elintermitente derecho trasero roto, unabuena abolladura en el parachoques yun par de ntidas rayaduras en lapintura. Diversas excusas, diversasfrases insustanciales de cortesa,intercambio de tarjetas de visita y

  • compaas de seguros; todo ellotom su tiempo y tard ms decuarenta minutos en poder reanudarel interrumpido viaje de regreso acasa. A Malik no le gustaba llegartarde a casa. Si bien su mujer nosola tener preparada la cena antesde las siete, a l le encantaba pasaruna hora o mejor an hora y media en el despacho con el peridico yun whisky con poca agua. Algo de loque no le gustaba prescindir.

    Con los aos se habaconvertido en costumbre casiinevitable. Una especie de esclusa

  • entre el trabajo y su esposa, quehaba adquirido valor propio e ibacreciendo con los aos.

    Aquel da no fueron ms dequince minutos. Y fue, pues, paracompensar de alguna manera laprdida tanto de los preciososminutos como del guio traseropor lo que dej a un lado elperidico y dedic toda su atencinal whisky.

    Bueno, no toda. Estaba tambinesa llamada telefnica. Qu cojonespoda significar? The Rise and Fallof Flingel Bunt. Qu sentido tena

  • llamar por telfono y tocar una viejameloda de los aos sesenta en elauricular? Una y otra vez.

    O una vez al da en todo caso.Ilse haba contestado un par deveces; l, una. Haba empezadoanteayer. No le cont a su mujer quetambin haban llamado una vez lanoche anterior, innecesarioinquietarla ms. Tampoco eranecesario decirle que habareconocido la meloda.

    Principios de los sesenta, si norecordaba mal. The Shadows.Sesenta y cuatro o sesenta y cinco.

  • No importaba una mierda, por cierto;la cuestin era saber qu coosignificaba, en caso de significaralgo. Y quin estaba detrs de ello.Quiz no fuese ms que un loco; unparado que no tena otra cosa mejorque hacer ms que llamar a personasdecentes y molestarlas un poco.

    Seguro que no era ms que eso.Claro que si continuaba habra quepensar en llamar a la polica o, encualquier caso, hacer algo, pero demomento no era ms que un motivode irritacin. Lo que un da como hoypoda ser lo suficientemente molesto.

  • A pain in the ass, como habradicho Wolff. Una raya en la pinturadel coche o el guio trasero roto.

    Ella lo llam. Obviamente lacomida estaba en la mesa. Suspir.Termin el whisky de un trago yabandon el despacho.

    No hay motivo para que teexcites.

    No me excito.Estupendo.Siempre crees que me

    acaloro. Es tu manera de ver a lamujer.

    Allright. Vamos a cambiar de

  • conversacin. Esta salsa no est nadamal. Qu le has puesto?

    Un poco de madeira. La hascomido ms de cincuenta veces. Hoyhe escuchado ms rato.

    Ah, s?Seguro que un minuto, por lo

    menos. Y no hubo ms.Y qu iba a haber?Que qu iba a haber? Pues,

    una voz, naturalmente. La mayora delos que usamos el telfono solemostener algo que decir.

    Seguro que tendr unaexplicacin lgica.

  • Ah, s? Cul, por ejemplo?Por qu llaman y slo tocan esamsica?

    Malik tom un respetable tragode vino y reflexion.

    Bueno dijo. Unaestacin de radio o algo as.

    Es lo ms estpido que heodo en mi vida.

    l suspir.Ests segura de que las dos

    veces era la misma meloda?Ella dud. Se frot un poco con

    el ndice la sien como sola hacercuando estaba a punto de tener un

  • ataque de migraa.Eso creo. La primera vez

    colgu a los pocos segundos. Ya te lohe dicho.

    No te preocupes. Seguro queno se trata ms que de unaequivocacin.

    Equivocacin? Cmo va aser una equivocacin?

    Cierra el pico, pens. Deja yaesta chchara o te tiro el vaso a lacara!

    No s dijo. Vamos adejarlo ya. He tenido un pequeoaccidente.

  • Un accidente?Nada serio. Un choque por

    detrs, eso es todo.Dios mo. Por qu no me has

    dicho nada?Es insignificante. Nada que

    merezca la pena comentar.Nada que merezca la pena

    comentar? Es lo que dices siempre.Entonces de qu demonios vamos ahablar? Quieres decrmelo? Nosllegan misteriosas llamadastelefnicas, debemos ignorarlas.Chocas con el coche, te parece quees algo que ni siquiera merece la

  • pena contarle a tu mujer es tantpico. Lo que quieres decir, claro, esque lo que tenemos que hacer es estarcalladitos y que pasen as las noches.As te sientes bien. Tranquilidad ysilencio. Yo no merezco siquiera queme dirijas la palabra.

    Tonteras. No seas ridicula.Adems quiz tengan

    relacinRelacin? Qu demonios

    ests diciendo?Las llamadas telefnicas y el

    choque, claro. Habrs tomado lamatrcula, verdad?

  • Dios mo, pens Malik, y seech el vino que le quedaba alcoleto. No est bien. Pura paranoia.No me extraa que quisieran librarsede ella en el hotel.

    Ha dado Jacob seales devida? pregunt, tratando decambiar de conversacin, peroinmediatamente se dio cuenta de quehaba sido un error.

    Ni una palabra en dossemanas. Es igual que t, jams se leocurre llamar. Es decir, si nonecesita dinero.

    Que te crees t eso, pens

  • Malik, esperando que su irnicasonrisa interior no se notara. l habahablado con su hijo, y no slo unavez en los ltimos das, sinnecesidad de desembolsar ni unflorn. Y aunque nunca loreconocera, l entenda el paulatinoalejamiento de la madre como unsigno de sensatez y una evolucinbastante natural.

    Bueno dijo y se limpi loslabios con la servilleta. Losjvenes son como son. Te has fijadosi esta noche hay algo en latelevisin?

  • Cuando lleg la cuarta llamadapudo al menos felicitarse de quefuese l quien contestara. Ilse sequed viendo la pelcula hngara queponan en el Canal 4 y desde eldormitorio pudo mandar al infiernoal annimo aguafiestas conexpresiones bastante ofensivas, sinpeligro de que ella lo oyera o de quesospechase de qu se trataba.Primero constat que se trataba deThe Rise and Fall of Flingel Bunt;despus escuch medio minuto, antesde lanzar un par de amenazasimposibles de malinterpretar y colg.

  • Sin embargo no consigui sabercon certeza si haba alguienescuchando al otro extremo de lalnea.

    Quizs hubiera alguien all.Quiz no.

    Esa meloda?, pens despus,pero no era ms que un mnimoplpito y no surgieron imgenes deningn tipo en el recuerdo de suirritado cerebro.

    Quin era? le pregunt suesposa cuando volvi a hundirse enel rincn del sof en la habitacin dela televisin.

  • Jacob minti. Te mandasaludos y no me pidi ni cinco.

  • 5

    El viernes pas por el garaje deWillie para discutir el asunto de lareparacin. Dej el coche en el tallerdespus de haber recibido todo tipode seguridades de que estara listopor la tarde y se fue paseando a laoficina. Lleg con un cuarto de horade retraso y le dijeron que Wolff yase haba marchado para negociar elcontrato con una hamburgueserarecin abierta. Se sent detrs delescritorio y se puso a repasar el

  • correo del da que acababa de llevarla seorita deWiijs. Como decostumbre se trataba sobre todo dequejas y reclamaciones diversas,confirmaciones de contratos yaacordados por telfono o fax Ydiez minutos ms tarde se dio cuentade que estaba tarareando aquellamaldita meloda.

    Se interrumpi irritado. Fue aservirse un caf al despacho de laseorita deWiijs, con quien entablconversacin sobre el clima que, sinembargo, pronto se centr en losamigos de cuatro patas. Gatos en

  • general y el siams de la seoritadeWiijs, Melisande de la Croix, enparticular. A pesar de la sistemticaingesta de pildoras anticonceptivas ya pesar de que la delicada hembraprcticamente nunca se atreva apisar la calle, desde haca unasemana haba dado sobradasmuestras de estar preada.

    En el barrio donde viva laseorita deWiijs slo haba otrogato: un viejo gato vagabundo,grisceo y flaco, del que, segn ellahaba averiguado, se ocupaba unafamilia de inmigrantes kurdos,

  • aunque el animal prefera pasar lamayor parte de los das y las nochesa la intemperie. Al menos cuando nolo impeda el tiempo. Era un misteriocmo se las haba arreglado paraecharle el ojo y algo ms que elojo a la tmida Melisande de laCroix.

    Un misterio y un absurdo. Laseorita deWiijs no haba ido an alveterinario y por tanto no lo tenaconfirmado. Pero todos los signosapuntaban, sin la menor duda, en lamisma direccin. Desgraciadamenteen lo dicho.

  • A Malik le gustaban los gatos.Una vez haba tenido dos, pero Ilseno haba podido aguantarlos,especialmente a la hembra y, cuandose descubri que Jacob era alrgicoa los animales con pelo, se habandesembarazado de ellos con dosinyecciones, que les habangarantizado ser indoloras.

    Tambin le gustaba la seoritadeWiijs. Desprenda una especie deperezosa calidez femenina que l,con los aos, haba aprendido aapreciar en alto grado. Lo nico queno dejaba de asombrarlo es que los

  • hombres la dejasen andar por la vidasoltera e intacta. En todo caso nohaba nada que apuntase en otradireccin y todo indicaba que as ibaa seguir. Cumplira cuarenta aos elprximo mes de mayo. Malik y Wolffhaban empezado a deliberar culsera la forma ms adecuada decelebrarlo. Era naturalmente un daque no deban dejar pasarinadvertido. La seorita deWiijshaba trabajado con ellos ms dediez aos y tanto Malik como Wolffsaban que probablementesignificaba ms que ellos para la

  • supervivencia de la empresa.Qu piensas hacer si

    realmente es as? le pregunt.La seorita deWiijs se encogi

    de hombros de manera que losturgentes pechos palpitaron bajo elsuter.

    Hacer? dijo. No sepuede hacer otra cosa que dejar quela naturaleza siga su curso. Y esperarque no sean demasiados. Aunque lossiameses son, por cierto, fciles decolocar, en realidad slo es mediosiamesa.

    Malik asinti y se tom el resto

  • del caf. Entrelaz las manos en lanuca y pens un poco en las tareasdel resto del da.

    Me voy a Schaaltze decidi. Dile a Wolff que estarde vuelta despus de comer.

    No se dio cuenta de que no tenael coche hasta que ya estaba en elascensor. Solt para sus adentros unabuena retahila de maldiciones por sudespiste y, por un momento, pens enregresar al despacho. Entoncesrecord que tambin poda llegar aSchaaltze en autobs. No era muycorriente que l utilizase ya el

  • transporte pblico, pero saba queNielsen y Vermer solan ir en el 23desde Schaaltze y, si se poda viajaren una direccin, pareca lgico quese pudiera ir en la contraria.

    La parada estaba cerca delcentro comercial y de la oficina deCorreos. Cuando llevaba recorrida lamitad del camino tuvo la sensacinde que alguien lo segua.

    O que, en todo caso, loobservaba. Se par en seco y mir asu alrededor. No se poda decir quehubiese una multitud de personas en

  • las aceras, sin embargo habademasiadas para que pudieradistinguir o sealar a alguien quemanifestase un comportamientoextrao. Se qued inmvil unossegundos pensando y sigui sucamino hacia la parada. Quiz todofueran imaginaciones suyas y, encualquier caso, tal vez fueseconveniente no mostrar condemasiada claridad que haba notadoalgo. Enseguida se persuadi de ello,mientras apuraba el paso y trataba deagudizar la atencin.

    Al mismo tiempo se asombr de

  • la rapidez y naturalidad con queaceptaba la sensacin y la sospecha.Como si, de alguna manera, no fesenada inslito.

    Por qu demonios iba aseguirlo nadie? A Ryszard Malik!Quin podra tener el menor intersen su banal y annima persona?

    Sacudi la cabeza y se meti lasmanos en los bolsillos del abrigo.

    Qu clase de chorradasimaginaba? Tena que haber sido Ilsela que le haba contagiado todas sustonteras. De eso no haba la menorduda.

  • Sin embargo sin embargo allestaba la certeza. O por lo menos lasensacin. Haba alguien detrs del. Muy cerca. Alguien que vigilabasus pasos. Quiz fuera alguien conquien se haba cruzado, alguien queluego haba vuelto sobre sus pasos yahora lo segua a unas decenas demetros, seguro de que se dara cuentade la maniobra as, de manerainexplicable, intuitiva O habaalguien ya en el vestbulo deledificio de la oficina antes de que lsaliese a la calle. Alguien que lohubiera estado esperando? Joder,

  • algo sera.Lleg a la parada y se detuvo.

    Probablemente acababa de pasar unautobs porque all no haba ni unalma esperando. Se guareci bajo lamarquesina y se puso a observarfurtivamente a los peatones quepasaban. Unos iban con paso rpidoy decidido; otros, a paso lento. Devez en cuando se detena alguno. Secolocaba junto a l para esperar elautobs, al abrigo relativo delviento. Todos se quedaban all de piecon esa actitud entre complaciente yde rechazo que suelen adoptar los

  • extraos enfrentados a una tareacomn. Un joven con bufanda a rayasnegras y amarillas que casi learrastraba por el suelo. Dos ancianascon abrigos gastados y bolsas de lacompra. Una mujer algo ms jovencon boina azul y cartera de cuero. Unchico que tena un tic en la cara y,con las manos en los bolsillos, serascaba sin parar las ingles.

    Tuvo que reconocer que ningunode ellos eran candidatos demasiadoposibles. Cuando lleg el autobssubieron todos menos una de lasmujeres mayores. Dej que pasasen

  • los dems, pag con dedos pocoacostumbrados a hacerlo y logrllegar hasta un asiento en la parte deatrs del autobs.

    Para no tener a nadie a susespaldas, se autojustific.

    Durante el viaje que apenasdur veinte minutos ms o menoscomo en el coche, comprobsorprendido sus pensamientoslibraron una desigual batalla consensaciones rebeldes e inoportunas.

    Pero a qu coo me estoydedicando?, se pregunt framentepara sus adentros. Chorrada pura y

  • dura! Chiflado!Hay algo, le decan las

    sensaciones.Estoy volvindome majareta,

    constataba su mente. Mi vida es tanterriblemente montona que pico encualquier cebo para darle un poco deemocin.

    Ests en peligro, replicaban lassensaciones. Lo sabes, pero te niegasa admitirlo.

    Mir a travs de la suciaventanilla. Estaban pasando pordelante de la majestuosa torre delreloj del estadio de Richter.

  • Por qu dice la mente yo ylas sensaciones dicen t?, sepregunt confundido. Seguro quetiene algo que ver con mi sndromemachista, en todo caso eso diraIlse

    Y entonces se dio cuenta de queestaba tarareando otra vez aquellameloda.

    The Rise and Fall of FlingelBunt. Haba gato encerrado enaquella meloda. Tambin eltrasfondo de algo bastante especial;un recuerdo de algn episodio en elque haba participado, que ahora

  • flotaba bajo la negra superficie delpozo del olvido, sin que pudieseatraparlo.

    Despus de bajar del autobs,justo cuando iba caminando hacia lafbrica, de repente, cay en la cuentay en el mismo instante comprenditambin que sera prudente norechazar a la ligera plpitos yadvertencias en los prximostiempos.

    La fantasa y la capacidad deelucubrar de Ryszard Malik no ibanms lejos, pero como su hijoconstatara despus, cuanto menos

  • supiese o imaginase, sin duda, muchomejor.

    Y qu es lo que iba a pasar conla presunta preez de Malisande dela Croix y el cumpleaos nmerocuarenta de la seorita deWiijs, erancuestiones que para Ryszard Malikse perdieron rpidamente en laoscura nada del futuro.

  • 6

    A pesar de que haba pasado yaao y medio desde que Ilse Malikdejara su trabajo en el hotel KongersPalatz, todava no haba conseguidollevar una vida social activa. Losmartes por la tarde jugaba al teniscon una vieja amiga. Visitaba a suhermana en Linzhuisen cuando sumarido estaba en viaje de negocios,cosa que sola ocurrir una vez al mespor lo menos. Era miembro de laasociacin Salvad las selvas

  • tropicales y cada primavera y otoosola empezar a asistir a algncrculo de estudios para adultos que,indefectiblemente, abandonabadespus de la primera reunin.

    Y no haba ms, excepto elabono al teatro que tena el personaldel hotel, claro, que ella todavautilizaba aunque, bien mirado, ya notena derecho a l.

    Pero nadie pareca tener intersen fijarse y ese viernes (iban siempreel viernes de la semana posterior alestreno) representaban Casa demuecas. No saba cuntas veces la

  • haba visto, pero era sin duda una desus piezas favoritas y habra tenidoque pasar algo muy gordo para queella renunciase a la funcin.

    Tal vez tomara despus un vasode vino y un poco de queso, mientrasconversaba un ratito con Bernadette,la nica de sus antiguas compaerasde trabajo con quien segua teniendoun contacto algo msprofundo.Fueron varios los vasos devino. La Nora de la obra haba sidointerpretada por una joven actrizcedida por la compaa delBurgteater de Aarlach con

  • extraordinaria fidelidad a lasintenciones del autor, y al hotel habaentrado haca menos de un mes unnuevo director. As que sobrabantemas de conversacin. Cuatrominutos antes de las once y mediaIlse Malik tom un taxi en la puertadel Kraus (Bernadette viva muycerca y prefiri ir paseando pararespirar un poco de aire fresco). Sesenta satisfecha de la noche, de lavida en general. Entabl deinmediato conversacin con el taxistasobre cine y teatro.Desgraciadamente la charla decay a

  • los pocos minutos cuando sali arelucir que l no haba puesto lospies en un teatro desde que lo obliga ir una ambiciosa profesora delengua y literatura haca treinta ycinco aos. De todas las pelculasque haba visto durante los ltimosaos no haba encontrado ni una quese pudiera comparar con Terminator.

    En todo caso, poco despus delas doce menos veinte fren en elbulevar Leufewen frente al chal delos Malik. La temperatura habasubido a unos agradables cincogrados sobre cero y la calzada estaba

  • muy bien, ya sin hielo. Ilse pagredondeando la cifra generosamentehasta los quince florines justos, apesar del espritu poco cultivado deltaxista, y baj del coche.

    La casa estaba a oscuras, cosaque le sorprendi un poco. Malik nosola acostarse antes de las doce,particularmente un viernes en quetena toda la casa para l solo. Nisiquiera haba luz en el despacho delprimer piso, pero, claro, quedaba laposibilidad de que estuviese aoscuras en el cuarto de la televisinque daba al jardn.

  • Aunque haber apagado la luzdel vestbulo, sabiendo que ella iba avolver a casa, era obviamente unaestupidez. Tom nota pararecordrselo, mientras buscaba lasllaves en el bolso. Por regla generall no sola cerrar la puerta de lacalle con llave cuando ella sala,pero algo le deca que esa noche lohaba hecho.

    Al menos ms tarde, eso es loque crey haber pensado.

    A posteriori, s. Cuando tratabade reconstruir lo ocurrido y todo eraun completo caos y un agujero negro.

  • Logr meter la llave en lacerradura. Le dio una vuelta ycomprob sorprendida que no estabacerrada con las dos vueltas decostumbre. Abri. Extendi la manohasta el interruptor y encendi la luzdel vestbulo.

    Estaba tumbado al lado de lapuerta. De espaldas y con los piescasi sobre el felpudo. La pechera desu camisa blanca estabaprcticamente toda teida de rojooscuro, as como el parqu de pinode ordinario, claro, dondeyaca. Tena la boca abierta de par

  • en par y los ojos parecan clavadosen un punto, en alguna parte deltecho. El antebrazo izquierdo,apoyado en la pequea cmodapanzuda de caoba, donde guardabanguantes y bufandas, como si hubieselevantado el brazo en la escuela paraindicar que saba contestar lapregunta. La pernera derecha de lospantalones grises de gabardina se lehaba subido casi hasta la rodilla,dejando al desnudo aquel feo lunarcon forma de cocodrilo, que tanto legustara a ella mientras estuvieronprometidos. Junto a la mano derecha,

  • medio cerrada, pegado al zapatero,el Telegraf abierto en la pgina delcrucigrama a medio hacer. Unamosca revoloteaba en torno a sucabeza, probablemente sin advertirque era enero y debera estardurmiendo en algn oscuro lugar tresmeses ms.

    Todo esto lo fue registrandomentalmente mientras permanecainmvil con las llaves bailando entreel pulgar y el ndice. Despus cerrla puerta. Sinti de repente un intensomareo y abri la boca para aspirarms oxgeno pero no fue suficiente.

  • Era demasiado tarde. Sin gritarsiquiera cay de bruces en diagonalsobre su marido y se golpe la cejacon el afilado borde del zapatero. Supropia sangre, clara y clida,comenz a fluir lentamente y amezclarse con la fra y coagulada delhombre asesinado.

    Despert al poco rato. Trat envano de infundir vida al maridosacudindolo y, lentamente, lograrrastrarse cinco metros hacia elinterior de la casa, manchando suelo,alfombras y paredes de sangre. Asconsigui telefonear a la ambulancia.

  • Despus de llegar y comprobarlo ocurrido, llamaron a la polica.Erala una y seis minutos. El verdaderotrabajo de la polica empez mediahora ms tarde, cuando llegaron allugar el inspector Reinhart y eloficial en prcticas Jung con lostcnicos y un mdico. En esemomento Ilse Malik haba vuelto aperder el conocimiento, esta vezcomo consecuencia de la inyeccinque el mayor y ms experimentado delos dos hombres llegados con laambulancia logr ponerlerecurriendo a cierta deferente

  • violencia.En cuanto a Ryszard Malik,

    llevaba muerto cinco horas y,cuando, un poco irritado, el inspectorReinhart dej caer esta mierda no laresolvemos antes del alba, seores,no hubo nadie que levantase siquierauna ceja en seal de protesta.

  • III

    20-29 DE ENERO

  • 7

    Podra haber jurado que habadesconectado el telfono antes deacostarse, pero de qu le servaahora jurar? El telfono eseengendro del diablo estaba en lamesilla y desde all grababa sussangrientas olas sonoras en la cortezacerebral.

    O como se quisiera describir lasituacin.

    Abri uno de los ojos pegados ylo clav en el aparato con el vano

  • intento de acallarlo con la mirada.Continuaba tozudamente con sucantinela. Seal tras seal rasgaba lagrisura del alba que llenaba eldormitorio.

    Abri el otro ojo. El reloj de lamesilla indicaba las 07:55. Quincojones tena el valor y ladesfachatez de telefonear ydespertarlo antes de las ocho de unsbado que tena libre?, se pregunt.Quin?

    En enero.Si haba un mes que odiase

    particularmente, se era enero: sola

  • durar una eternidad de eternidades,llova las veinticuatro horas del da yel sol brillaba si acaso media hora.

    Slo haba una actividadrespetable a la cual dedicarsedurante esa lgubre estacin del ao.Dormir. Nada ms.

    Logr sacar la mano izquierda ylevant el auricular.

    Van Veeteren.Buenos das, comisario.Era Reinhart.Puedes decirme por qu

    coo me llamas y me despiertas a lasseis y media de la maana un

  • sbado? Has perdido el juicio?PeroReinhart son tan implacable comouna multa por mal aparcamiento.

    Son las ocho. Si uno noquiere recibir llamadas, se agenciaun contestador o desconecta eltelfono. Si el comisario me escucha,podra explicarle cmo

    Cierra el pico, y al grano!Con mucho gusto dijo

    Reinhart. Un cadver en el bulevarde Leufewen. Huele a asesinato acien kilmetros. Un tal RyszardMalik. Reunin a las tres.

    A las tres?

  • S, a las tres. Por qu?Puedo llegar a la comisara

    en veinte minutos. Podas habermellamado a las doce.

    Reinhart bostez en el telfono.Es que ahora voy a acostarme

    un rato. He estado trabajando desdela una y media Se me ocurri quetal vez te gustara echar un vistazo.

    Van Veeteren se apoy en elcodo y logr sentarse en la cama.Trat de mirar por la ventanaentrecerrando los ojos.

    Qu tiempo hace?Lluvia y viento. Unos quince

  • metros por segundo.Excelente. Me quedo en casa.

    Ir a las tres, si no me lo desaconsejami horscopo Quin se ocupa delcaso?

    Heinemann y Jung. AunqueJung lleva dos das sin dormir, as esque necesita, y pronto, unas horas dedescanso.

    Alguna pista?No.Cmo ha ocurrido?A tiros. Pero la reunin es a

    las tres, no ahora. Creo que es unahistoria complicada, por eso he

  • llamado. La direccin es bulevarLeufewen, 14, por si cambias deidea.

    No hay peligro dijo VanVeeteren, y colg.

    Despus fue completamenteintil tratar de conciliar el sueo denuevo. A las nueve menos cuarto sedio por vencido y se levant. Semeti en el bao y all estuvohundido en la espuma pensando en lanoche que haba pasado con Renate yErich en el restaurante Mefisto.

    La ex esposa y el hijo prdigo.(Que todava no haba regresado a

  • casa y que no pareca tener intencinde hacerlo.) Haba sido uno de losrepetidos eventos organizados porRenate para rehabilitar su malaconciencia y unir a la familia que,por cierto, nunca haba existido. Elresultado fue un fracaso tan sonadocomo era de esperar. Laconversacin discurri como untmpano de hielo sobre aguastenebrosas. Erich los dej en mitaddel postre, aduciendo la excusa deuna cita importante con una seora.Ex marido y ex mujer permanecierondespus all, ante una ms que

  • dudosa bandeja de quesos, tratandode no herirse ms de loindispensable. l la dej en un taxiapenas pasada la medianoche yvolvi paseando a casa con la sanaesperanza de que el glido viento loliberase a latigazos de los negrospensamientos que se acumulaban ensu cerebro.

    No tuvo demasiado xito. Alllegar a casa se derrumb en unsilln, y escuch a Monteverdi unahora, se bebi tres cervezas y no semeti en la cama hasta la una ymedia.

  • En otras palabras, una nochebastante perdida. Pero, sin duda,tpica. Muy tpica. Aunque, claro, lodicho, era enero. Qu se podaesperar entonces?

    Sali de la baera. Hizoalgunos dudosos ejercicios deespalda frente al espejo deldormitorio. Se visti y prepar eldesayuno.

    Se sent a la mesa de la cocinacon el peridico abierto delante. Nohaba ni una lnea sobre el asesinato.Era natural. Debi de haber ocurridocuando las rotativas ya estaban en

  • marcha Seguiran utilizndoserotativas en estos tiempos devertiginosos avances tcnicos?Cmo se llamaba la vctima?Malik?

    Qu haba dicho Reinhart?Bulevar Leufewen? Le entraronganas de telefonear al inspector yhacerle algunas preguntas. Peroramalazos de su buen carcter o loque fuere vencieron en la batalla y lodej estar. A su hora se enterara detodo lo que tena que saber. No habarazn alguna para precipitarsemejor sera disfrutar de esas horas

  • antes de que el asunto se pusiera enmarcha. No haba habido ningnasesinato desde principios dediciembre, a pesar de las fiestas, y siera como Reinhart sostena que erauna historia peliaguda significabaque de ahora en adelante iban a tenerun trabajo de narices. Reinhart solasaber de qu hablaba. Ms que lamayora.

    Se sirvi otra taza de caf y sepuso a estudiar el problema deajedrez de la semana. Un mate en tresjugadas que, probablemente, tambinescondera alguna que otra

  • complicacin.

    Allrightdijo Reinhartdejando a un lado la pipa. Vamosa los hechos del caso. A la una y seisminutos de esta noche un chfer deambulancia, Flix Hald, telefonepara informar que haba un cuerposin vida en el bulevar Leufewen, 14.Haba acudido all ante la llamada dela mujer de la casa, Ilse Malik, quehaba pedido una ambulancia. Ellaestaba en un estado de completaconfusin y no haba llamado a lapolica a pesar de que el marido

  • estaba ms muerto que una estatuacon cuatro disparos en el cuerpo, dosen el pecho y dos en el bajo vientre.

    En el bajo vientre? dijo elinspector Rooth con un trozo debocadillo en la boca.

    En el bajo vientre repitiReinhart. En la polla, si loprefieres. La mujer volvi del teatroa eso de las doce o un poco antes yhaba encontrado al marido tumbadoen el vestbulo, cerca de la puerta. Elarma debe de ser una Berenger-75,hemos recogido todas las balas. Haymotivos para sospechar que se us

  • silenciador, ya que nadie oy nada.La vctima es un hombre de cincuentay dos aos, Ryszard Malik.Copropietario de una pequeaempresa que fabrica y vendeinstalaciones de cocinas industrialesy restaurantes o algo as. No haestado en la crcel, no lo tenemosfichado ni, que se sepa, anda metidoen negocios turbios. Nada. Ni unamierda. Bueno, en grandes lneas esoes todo. Heinemann?

    El inspector Heinemann se quitlas gafas y se puso a limpiarlas conla corbata.

  • Nadie ha observado nada dijo. Hemos preguntado a losvecinos, pero el chal est bastanteprotegido. Setos y jardinesgrandes Parece pues que alguienha ido hasta la puerta a pie, hallamado y, al abrir Malik, hadisparado y lo ha matado. No hayrastro de violencia ni forcejeos,nada. Malik estaba solo en casa,haciendo crucigramas y tomndoseun whisky mientras la esposa estabaen el teatro Bueno, despus elasesino simplemente ha cerrado lapuerta y se ha marchado. Bastante

  • sencillo, si uno lo contempla desdeese punto de vista.

    Buen mtodo dijo Rooth.Sin duda afirm Van

    Veeteren. Qu dice la viuda?Heinemann suspir. Hizo con la

    cabeza un gesto a Jung, que, a juzgarpor los signos externos, tena grandesdificultades para mantenersedespierto.

    No es demasiadocomunicativa dijo Jung. Apenasaccesible, lo justo. Uno de los de laambulancia le puso una inyeccin,quiz fue lo mejor que pudo pasar.

  • Se despert un momento estamaana. Se puso a hablar de un talIbsen, creo que es un escritor. Habaestado en el teatro, hemos logradoconfirmarlo por medio de la amigaque estuvo con ella, una talBernadette Kooning. En cualquiercaso, parece no entender que elmarido est muerto.

    T tampoco pareces muyaccesible dijo Van Veeteren.Cunto tiempo llevas despierto?

    Jung cont con los dedos.Un par de das, creo.Vete a casa y acustate

  • orden Reinhart.Jung se levant.Puedo coger un taxi? No

    recuerdo muy bien eso de izquierda yderecha.

    Claro dijo Reinhart.Coge dos si los necesitas. O pdele aalguien que est de guardia que telleve a casa.

    Dos? pregunt Jung.No, me basta con uno

    Hubo un momento de silencio.Heinemann trataba de alisar lasarrugas de la corbata. Reinhartcontemplaba su pipa. Van Veeteren

  • se meti un palillo entre los dientesdelanteros de la mandbula inferior yse puso a mirar el techo.

    Bien dijo por fin. Sinduda, es bastante. Habis informadoa Hiller?

    Est en el mar.En enero?No creo que haya ido a

    baarse. En todo caso le he dejadoun mensaje. A las cinco hay unaconferencia de prensa, creo que lomejor sera que te ocupases de ella.

    Muchas gracias contestVan Veeteren. Probablemente

  • basta con que me deis medio minuto.Mir a su alrededor.Creo que no tiene mucho

    sentido asignar ms efectivos porahora observ. Y la esposacundo piensa despertarse? Ah,podis decirme dnde est?

    En Nya Rumford dijoHeinemann. Tal vez est encondiciones de hablar esta tarde.Moreno est all esperando.

    Muy bien respondi VanVeeteren. Parientes y amigos?

    Un hijo que estudia enMnich afirm Reinhart. Est en

  • camino. Es todo. Malik no tienehermanos y los padres han muerto.Ilse Malik tiene una hermana.Tambin est en Rumford esperando.

    Uno puede preguntarse qucoment Rooth.

    Sin duda acord VanVeeteren. Puedo hacerles unapregunta a los seores?

    Pues claro contestReinhart.

    Por qu? inquiri VanVeeteren, quitndose el palillo de laboca.

    Tambin he pensado en eso

  • adujo Reinhart. Pido permisopara retomar el tema cuando lo tengaclaro.

    Siempre podemos esperarque venga alguien y se entreguevoluntariamente aadi Rooth.

    Siempre se puede esperar concedi Reinhart.

    Van Veeteren bostez. Eran lastres y diecisis minutos de la tardedel 20 de enero. Haba terminado laprimera reunin de trabajo del casoRyszard Malik.

    Mnster aparc a la entrada del

  • hospital Nya Rumford y se dirigicorriendo bajo la lluvia hasta laentrada. En la recepcin, una mujerque estaba haciendo punto lo condujoa la cuarta planta, departamento 42 y,despus de haber explicado qu lollevaba all y haber enseado sudocumentacin, lo escoltaron hastauna pequea sala de espera, pintadade amarillo sucio, donde haba untresillo de plstico y cuyas paredesestaban cubiertas de llamativoscarteles de agencias de viaje. Eraobvio que, en todo caso, se tratabade un intento de darle a la gente la

  • posibilidad de alejarse de aquellugar aunque flese en sueos. Seguroque no era mala idea, pens Mnster.

    En la habitacin haba dosmujeres. La ms joven eindiscutiblemente ms guapa, deabundante cabellera color castao,tena un libro sobre las rodillas y erala subinspectora Ewa Moreno. Conun ligero gesto de cabeza le dio labienvenida y cierto nimo. La otra,una figura delgada y algo cargada deespaldas, de unos cincuenta y cincoaos, con gafas que le tapaban mediacara, estaba sentada y hurgaba

  • nerviosa en su bolso negro. Dedujoque deba de tratarse de MarleneWinther, la hermana de la recienteviuda. Fue hasta ella y la salud.

    Inspector Mnster, de labrigada criminal.

    Ella le dio la mano sinlevantarse.

    Entiendo que sea difcil parausted. Trate de ser comprensiva,estamos obligados a hacerle algunaspreguntas.

    Su ayudante ya me lo haexplicado contest volviendo lamirada en direccin a Moreno.

  • Mnster asinti.An no se ha despertado?Moreno tosi discretamente y

    dej el libro sobre la mesita.Est despierta, pero el

    mdico quiere dejar que pase unpoco de tiempo. Sera posible?

    Mnster volvi a asentir ysalieron juntos al pasillo, dejandosola a la seora Winther.

    Una terrible conmocin, sinduda coment Moreno cuandollegaron a un rincn apartado.Hasta temen por su razn. Ya antesandaba mal de los nervios y esto

  • evidentemente no ha mejorado suestado. Ha seguido tratamientos yesas cosas.

    Has interrogado a lahermana?

    Moreno asinti.S, claro. Tampoco parece

    muy fuerte. Tenemos que actuar conmucho tacto.

    Hostil?No, en realidad, no. Un poco

    de sndrome de hermana mayor, nadams. Est acostumbrada a ocuparsede ella y ahora parece que tambintendr que hacerlo.

  • Pero todava no has habladocon ella, verdad? Me refiero a laseora de Malik.

    No, Jung y Heinemanntrataron de hacerlo por la maana,pero sin resultado.

    Mnster reflexion.Quiz tampoco tenga mucho

    que decir.No, probablemente no.

    Quieres que me ocupe yo? Encualquier caso hagmoslo pronto.

    Mnster asinti agradecido.Probablemente sea ms

    seguro que lo haga una mujer. Te

  • espero.

    Cuarenta y cinco minutos mstarde dejaban el hospital juntos. Sesentaron en el coche de Mnster yall Moreno sac el cuaderno denotas y se puso a repasar el modestoresultado del encuentro con Ilse

    Malik. Mnster haba habladocon el doctor Hbner un ancianode pelo blanco que pareca habervisto de todo y tena muy claro quepasaran varios das antes de quepudiese someter a la paciente a uninterrogatorio en regla. Si fuera

  • necesario, claro.El doctor Hbner le haba

    diagnosticado estado de choque conpronstico reservado. De entradafuerte medicacin, despus descensogradual. Mostraba incapacidad paraaceptar lo ocurrido. Se encerraba ens misma.

    No es de extraar, pensMnster.

    En realidad, qu es lo que teha dicho? pregunt.

    No mucho contest Morenosuspirando. Matrimonio feliz,afirma. Malik se qued anoche en

  • casa y ella fue a ver Casa demuecas al Lilla Teatern. Sali decasa a eso de las seis y media;terminada la funcin, tom un vasode vino con esa amiga. Volvi a casaen taxi. Despus ya comienza adesbarrar. El marido se haba puestoenfermo y estaba tumbado en elvestbulo, dice. Trat de atenderlo,pero pronto se dio cuenta de que erauna cosa seria, as que llam a unaambulancia. Si he entendido bien,tuvo que haber esperado alrededorde una hora en todo caso. Sedesmay e hiri. Est convencida de

  • que su marido se encuentra en elmismo hospital y se pregunta por quno la dejan verlo Es bastantedifcil contarle nada, la hermana hatratado de insinuar lo que ha pasado,pero ella lo rechaza. Comienza ahablar de otras cosas.

    De qu?De cualquier cosa. La obra

    una maravillosa representacin, ajuzgar por lo que dice. El hijo. Notiene tiempo de venir por losestudios, insiste. Va a ser abogado deun banco o algo as.

    Por lo visto va a aparecer por

  • aqu dentro de una hora dijoMnster. Pobre chico, perosupongo que el mdico se ocupartambin de l.

    Moreno asinti.De momento va a quedarse a

    vivir con su ta. Hablaremos con lmaana.

    Mnster reflexionaba.Lograste enterarte de algo

    sobre amenazas, enemigos y cosasas?

    No. Trat de sacar el tema,pero sin resultados. Tambin se lo hepreguntado a la hermana, pero no

  • sospecha de nadie. Tampoco pareceocultar nada. Bueno, entonces quhacemos con esto?

    Mnster se encogi de hombros.Te puedo llevar a algn

    sitio?A casa dijo Ewa Moreno

    . Llevo metida ah siete horasseguidas. Va siendo hora de pensaren otra cosa.

    No es mala idea afirmMnster, y puso el coche en marcha.

    Mauritz Wolff lo recibi en sucasa, un piso gigantesco en el barrio

  • de los canales con vistas aLanggraacht y Megsje Bois. En lashabitaciones pululaban nios detodas las edades imaginables yReinhart supuso que se trataba de unmatrimonio tardo o tal vez devarios, ya que el hombreprobablemente hubiera pasado de loscincuenta. Un hombre grande con unasonrisa natural, espontnea que nodesapareca fcilmente de su cara nisiquiera en situaciones como esa.

    Muy bienvenido a esta casasalud. Qu cabronada. Tengoque reconocer que estoy destrozado.

  • No me cabe en la cabeza.Alej a una nia pequea que se

    le haba agarrado a la pernera delpantaln. Reinhart mir a sualrededor preguntndose vagamentesi no debera aparecer pronto unamujer por alguna parte.

    Hay algn sitio dondepodamos hablar con calma?

    Venga dijo Wolff y locondujo por el pasillo hasta unahabitacin que obviamentefuncionaba como biblioteca y cuartode trabajo. Cerr la puerta con llave.Le seal a Reinhart uno de los

  • sillones que haba junto a una mesitabaja y l se sent pesadamente en elotro.

    Una cabronada afirm denuevo. Tienen idea de quin hapodido ser?

    Reinhart neg con la cabeza.Y usted?Ni la ms remota.Usted lo conoca bien?Del derecho y del revs

    contest Wolff pasndole un paquetede cigarrillos. Reinhart cogi uno.Perdone, puedo ofrecerle algo debeber?

  • No, gracias. Siga.Bueno, qu le puedo decir.

    Hemos trabajado juntos diecisisaos desde que montamos laempresa. Y ya nos conocamos deantes.

    Se trataban tambin enprivado?

    Se refiere a familias ydems? S.

    Pues, en realidad, no. En todocaso no desde que conoc a Mette, minueva esposa. Ha tenido que serterrible para Ilse. Cmo seencuentra? He tratado de

  • telefonearMuy afectada dijo Reinhart

    . Por ahora est en el hospital.Comprendo Wolff

    intentaba mostrarse diplomtico.Reinhart esper.Puede ponerse muy nerviosa

    coment Wolff.Eso he odo. Y cmo va la

    empresa?Regular. Vamos tirando. Es

    un buen nicho de mercado, aunqueiba mucho mejor en los aos ochenta.Claro, qu es lo que no iba mejor enaquellos aos?

  • Se ech a rer, pero pronto secontuvo.

    Puede tener que ver con eltrabajo? pregunt Reinhart. Conla empresa.

    La pregunta estaba malformulada y Wolff no la entendi.

    Puede tener el asesinato deMalik alguna relacin con suempresa? aclar Reinhart.

    Wolff neg con la cabeza.Con nosotros? No, qu

    relacin poda tener?Qu es lo que cree usted?

    Tena alguna amante? Algunos

  • asuntos turbios? Usted es el quemejor lo conoce de todos.

    Wolff se rasc el cuello.No dijo al cabo de un

    momento. Ninguna de las doscosas. Si Malik hubiese tenidoalguna amante, yo lo habra sabido.Y realmente no puedo imaginrmelomezclado en nada ilegal.

    Un dechado de perfeccin,pues constat Reinhart. Desdecundo lo conoca?

    Wolff calcul.Nos conocimos hace unos

    veinticinco aos Trabajbamos en

  • la misma empresa, Gndler Wein, yjuntos la dejamos para montarnuestra propia firma Al principioramos tres, pero uno lo dej a losseis meses.

    Cmo se llamaba?Merrick.Reinhart tom nota.Recuerda si ha ocurrido algo

    inusual en los ltimos tiempos? SiMalik se portaba de manera extraa?

    Wolff pens.No. No ha habido nada que

    yo pueda recordar Lo siento, perono parece que mi contribucin le

  • haya servido de mucho.Reinhart cambi de tema.Cmo era el matrimonio?El de Malik? S.Wolff se encogi de hombros.Nada del otro mundo. Pero l

    aguant. Mi primer matrimonio fuepeor. Malik era fuerte una personaque daba seguridad y confianza. Unpoco seco, aburrido, tal vez. Coo,no entiendo quin ha podido hacerlo.Ha tenido que ser un loco, verdad?Algn desequilibrado? Tienenalgn sospechoso?

    Reinhart pas por alto la

  • pregunta.A qu hora se fue Malik de

    la oficina ayer?A las cinco menos cuarto

    contest Wolff inmediatamente. Unpoco antes que de costumbre porquetena que recoger el coche del taller.Yo estuve hasta las cinco y media.

    Y no se condujo de algunamanera extraa?

    No. Ya se lo he dicho.Y esta Rachel deWiijs, que

    trabaja con ustedes. Qu puededecirme de ella?

    Rachel? Una perla. De los

  • pies a la cabeza. Sin ella noduraramos ni medio ao

    Se mordi el labio y le dio unacalada al cigarro.

    Aunque, claro, ahora seralgo diferente. Joder

    Entonces Malik no estabaliado con ella?

    Malik y Rachel? No, puedeusted estar absolutamente seguro deeso.

    Vaya dijo Reinhart. Ycul es su posicin en la empresa?Tena usted algn motivo paraquitrselo de en medio?

  • Wolff abri la boca incrdulo.Joder, es lo ms increbleCalma, no se excite. Tiene

    que comprender que estoy obligado ahacerle esa pregunta. Malik ha sidoasesinado y el hecho es que lamayora de los asesinados sonvctimas de alguien del crculo deamigos y conocidos Usted es quienmejor lo conoca, crea queestbamos de acuerdo en eso

    Era mi socio, demonios. Unode mis mejores amigos

    Lo s. Pero si a pesar de todopudiera tener un motivo, es mucho

  • mejor que lo exponga usted a que lodescubramos nosotros

    Wolff estuvo silencioso unmomento reflexionando sobre lo quehaba odo.

    No dijo al fin. Qumotivos iba a tener yo para matar aMalik? Su parte de la empresa laheredan Use y Jacob, y eso no harms que crearme complicaciones.Debe comprender, inspector, que sumuerte es tambin un choque para m.S que puedo parecer algo brusco,pero me duele su muerte me duelecomo la de un amigo ntimo.

  • Reinhart asinti.Lo entiendo dijo. Creo

    que con esto nos damos porsatisfechos de momento, pero tieneque contar con que volveremos aaparecer por aqu. Deseamos contoda el alma agarrar a quien lo haasesinado.

    Wolff se levant haciendo ungesto con las manos.

    Evidentemente. Todo lo quepueda hacer para ayudarlos Estoya su entera disposicin a cualquierhora.

    Estupendo dijo Reinhart.

  • Si recuerda algo, llmeme. Ande,vaya a ocuparse de los chicos. Porcierto, cuntos tiene?

    Seis contest Wolff.Tres de matrimonios anteriores y tresdel nuevo.

    Id y multiplicaos y llenad latierra recit Reinhart. No es unpoco agobiante? Quiero decir, cuidara tantos.

    Wolff sonri y neg con lacabeza.

    Qu va. El lmite est encuatro. Despus ya no tieneimportancia si son siete o diecisiete.

  • Reinhart asinti y decidirecordarlo bien.

  • 8

    Los peridicos del domingo, ensu desesperada caza de compradoresque estaban desocupados el fin desemana, dedicaron las primeraspginas al asesinato de RyszardMalik. Gruesos titulares en primeraplana, fotos de la vctima (vivo,sonriente) y del chal, dos pginasenteras en el Neuwe Blatt y elTelegraf. Informacin detallada yanodina, pero claro que biencalibrada: a qu demonios poda

  • dedicarse la gente un da hmedo yventoso de enero sino a consumirmiserias todava peores en su propiacasa?

    Van Veeteren estaba suscrito,as que no necesit pisar la callepara hacerse con el peridico.Permaneci en casa todo el daleyendo trozos escogidos dePartidas de ajedrez famosas deRimley y escuchando a Bach. Habahecho una breve visita al bulevarLeufewen el sbado por la tarde yhaba comprobado que all no habanada que rascar. Los tcnicos y

  • especialistas en investigacin dellugar del crimen haban peinado lacasa y el jardn. Imaginar que l iba aencontrar algo que se les hubierapasado a ellos era sobrevalorarbastante su capacidad. Aunque aveces haba sucedido.

    Por lo dems ni siquiera eraseguro que tuviera que preocuparsedel caso. Hiller decidira quin iba aencargarse del asunto cuandoregresara del mar el lunes por lamaana; tal vez bastara con queReinhart y Mnster manejasen loshilos. Sin duda, sera agradable. Una

  • gracia por la cual rezar en silencio,pens. Si hubiese podido elegir elmes para entrar en hibernacin oquedar congelado, sin duda, habrasido enero.

    Si hubieran sido dos habraaadido febrero.

    El lunes no consigui poner elcoche en marcha. Efecto de lahumedad en algn mecanismo,probablemente. Se vio obligado puesa andar cuatro manzanas antes deque, empapado, pudiera meterse enun taxi y llegar a la reunin con diez

  • minutos de retraso.Reinhart, que diriga la

    presentacin de informes, lleg sloun minuto despus y la talpresentacin fue escasamenteproductiva.

    El departamento tcnico habaterminado sus anlisis y entregadolos resultados. All no haba msrevelacin que lo que ya saban. Ocrean saber. Ryszard Malik habasido asesinado entre las siete ymedia y las ocho y media con unaBerenger de 7,65 milmetros decalibre. Como nadie, en toda la

  • vecindad, oy ningn disparo sepoda deducir que el asesinoseguramente us silenciador.

    Cuntas Berenger noregistradas habr en la ciudad? pregunt Mnster.

    Unas cincuenta, calcula LeHouede dijo Rooth. El que lodesee se puede agenciar una enmenos de media hora si tiene ciertoconocimiento de esos ambientes. Notiene sentido que nos pongamos abuscar el arma.

    Van Veeteren estornud yReinhart continu describiendo

  • morbosamente superficies deheridas, ngulos de ataque y detallessiniestros. Probablemente el asesinohaba disparado el arma desde unmetro o metro y medio de distancia,lo cual indicaba que ni siquiera sehaba molestado en entrar en el piso.La puerta se abra hacia dentro y loms probable es que estuvierapreparado para disparar cuandoabri Malik. Dos tiros en el pecho,cada uno de ellos mortal: uno lehaba atravesado el pulmnizquierdo, el otro la aorta, de ah lacantidad inusualmente grande de

  • sangre.Y luego dos en el bajo vientre.

    A menor distancia.Y eso por qu? pregunt

    Van Veeteren.Bueno, que creis vosotros?

    inquiri Reinhart mirandoalrededor de la mesa.

    Nadie contest. Heinemann semir la entrepierna.

    Trabajo de profesional? pregunt Mnster.

    Cmo? dijo Reinhart.Ah, te refieres a los mortales no,no necesariamente. A un metro de

  • distancia un nio de diez aos puedehacer blanco con una Berenger. Siest preparado para parar elretroceso, claro. Puede sercualquiera. Pero los disparos en losgenitales deberan decirnos algo, oqu pensis?

    S admiti Rooth.Hubo un silencio total durante

    unos segundos.Por m no os cortis dijo

    Moreno.Puede ser una casualidad

    insinu Mnster.No hay casualidades

  • afirm Reinhart. Slodesconocimiento.

    Entonces fueron primero losdisparos en el pecho? preguntHeinemann, arrugando la frente.

    S, claro suspir Reinhart. Los otros los dispar cuandoMalik estaba en el suelo. Es que noescuchas?

    Slo quera asegurarme dijo Heinemann.

    No parece especialmentesensato destrozarle a uno los huevosa tiros despus de haberlo matado insisti Rooth. Ah hay algo de

  • irracional, creo. Enfermizo, de algnmodo.

    Reinhart asinti y Van Veeterenvolvi a estornudar.

    Tienes fro? preguntReinhart. Pedimos una manta?

    Mejor un ponche biencaliente gru Van Veeteren.No hemos acabado ya con lotcnico? Imagino que no habrnencontrado huellas dactilares oalguna colilla

    Ni siquiera una mota decaspa asegur Reinhart. Nosorientamos pues a las personas

  • entrevistadas? La viuda primero?La vctima primero

    corrigi Van Veeteren. Aunque metemo que no tiene mucho que decir.

    Perdona interrumpiReinhart, y se puso a buscar una hojasuelta de su bloc. BuenoRyszard Malik tena cincuenta y dosaos. Naci en Chadow pero havivido en Maardam desde 1960,aproximadamente. Estudi en laEscuela Superior de Comercio.Empez a trabajar en Gndler Weinen 1966. En 1979 cre su propiaempresa con Mauritz Wolff y Jan

  • Merrick, el cual abandon el barcobastante pronto. Aluvit F/B, que nos qu coo querr decir. Malikestaba casado desde 1968 con Ilse,Moener era su apellido de soltera.Tienen un hijo, Jacob, nacido en1972. Estudia derecho y economa enMnich desde hace dos aos. Bueno,en lneas generales eso es ms omenos todo.

    Guard el papel.Offthe record?pregunt

    Rooth.Nada, ni una puetera mierda

    dijo Reinhart. Al menos por

  • ahora. A juzgar por lo que sabemos,era un coazo de to. Matrimonioaburrido, trabajo aburrido, vidaaburrida. Pasaba las vacaciones enBlankenbirge y Rodas. No se leconocen intereses particularesexcepto los crucigramas y lasnovelas policiacas, de preferenciamalas Que alguien quisieramatarlo es un misterio. Por lo demsno nos quedan interrogantes sincontestar.

    Excelente dijo VanVeeteren. Y la viuda? Tendraque haber algo ms de sustancia en

  • ella.Mnster se encogi de hombros.No le hemos sacado mucho

    admiti. Sigue todava en unmar de confusiones y se niega aaceptar lo ocurrido.

    Ella tambin puede ocultaralgo apunt Heinemann. No esun mtodo muy nuevo lo de hacerseel loco. Recuerdo que un prncipedans

    No creo interrumpiMnster. Tampoco los mdicos.Sin embargo sabemos bastante sobreella gracias a la hermana y al hijo,

  • pero no tiene mucho que ver con elcrimen. Un poco trgico,simplemente. Nervios delicados. Hatomado medicinas y las ha dejado.Varias veces ha seguido terapias. Porlo visto tiene dificultades pararelacionarse con la gente. Dej sutrabajo en el Kongers Palatz por eso,aunque no se dice claramente Porlo que sabemos, la empresa de Malikbasta para mantener el presupuestode la familia. O mejor dicho,bastaba.

    Van Veeteren rompi un palillocon los dientes.

  • Esto es ms triste que elclima dijo escupiendo los restos. Y Moreno, no tienes nada quecontar?

    Ewa Moreno contrajo la boca.El hijo es un chico

    encantador afirm ella. Se fuede casa inmediatamente despus deaprobar la revlida en el instituto yno tiene mucho contacto con lospadres, particularmente con lamadre. Slo cuando necesitadinero Lo reconoce abiertamente.Queris que os hable tambin de lahermana?

  • Hay algo a lo que hincarle eldiente? suspir Reinhart.

    No dijo Moreno.Matrimonio estable y un pocoaburrida tambin ella. Trabaja atiempo parcial en una residencia deancianos. El marido es un hombre denegocios. Los dos tienen coartadapara la noche del crimen y parecebastante impensable que ninguno deellos estuviese mezclado;completamente impensable, mejordicho.

    Se hizo un silencio. Rooth sacuna pastilla de chocolate del bolsillo

  • y Heinemann trataba de quitar unamancha de la mesa con la ua. VanVeeteren haba cerrado los ojos yapenas era posible saber si estabadormido o despierto.

    Bien dijo Reinhart.Ahora slo quiero saber una cosa.Quin coo ha podido hacer esto?

    Un loco contest Rooth.Alguien que ha querido probar suBerenger y vio que haba luz en elchal.

    Estoy seguro de que tienesrazn acept Heinemann.

    No neg Van Veeteren sin

  • abrir los ojos.Ah, no? pregunt Reinhart

    . Y cmo lo sabes?By the pricking of my thumb

    contest el comisario.Qu? lo interpel

    Heinemann. Qu significa eso?Vamos a tomar un caf?

    propuso Rooth.Van Veeteren abri los ojos.Preferira un ponche, lo

    dicho.Reinhart mir el reloj.Son slo las once

    comprob. Pero por m encantado.

  • Esto va degenerando a pasosagigantados.

    Ese triste lunes, en el camino dela comisara a su casa, Reinhart paspor el centro comercial Merckx enBossingen. En realidad iba contra susprincipios comprar en esos templosde mercachifles, pero ese da serindi a las circunstancias. Tena lasensacin de que simplemente no ibaa tener fuerzas para recorrer laspequeas tiendas del centro, despusde la desagradable tarea de hurgar enlos antecedentes de Malik.

    Tras media hora de compras se

  • haba hecho con una langosta, dosbotellas de vino y once rosas. Msalguna de esas cositas deliciosas. Seconsider satisfecho, abandon aquelinfierno y un cuarto de hora mstarde entr en su apartamento de lacalle Zuyder. Separ las comprassegn su naturaleza y llam portelfono.

    Hola. Tengo una langosta,dos botellas de vino y rosas. Te lodoy todo si ests aqu dentro de unahora.

    Es lunes contest la mujerque haba al otro extremo del hilo

  • telefnico.Si no hacemos nada por

    evitarlo, seguir siendo lunes toda lavida.

    Vale dijo la mujer. Voy.

    Winnifred Lynch haba nacidoen Perth, Australia, y la cuarta partede ella era aborigen. Gracias a unalicenciatura en ingls y literatura enCambridge y de un matrimoniofracasado sin hijos haba conseguidoun puesto de profesora visitante en laUniversidad de Maardam. Cuandoconoci a Reinhart en el club de jazz

  • Vox a mediados de noviembreacababa de cumplir treinta y nueveaos. Reinhart tena cuarenta ynueve. La acompa a su casa ehicieron el amor (con algn que otrodescanso) durante cuatro das. Perodespus para sorpresa de ambos yen contra de sus anterioresexperiencias no se acab. Sesiguieron viendo. En conciertos,restaurantes, cines y sobre todo,obviamente, en la cama. Ya aprincipios de diciembre comprendiReinhart que haba algo especial enaquella mujer ligeramente morena e

  • inteligente y, cuando Winnifredregres a Inglaterra para pasar lasvacaciones de Navidad, experimentuna nostalgia que no haba sentido encasi tres decenios. Una repentinareminiscencia de cmo se senta alperder a alguien. Que alguiensignificaba algo.

    El sentimiento le infunditerror, sin duda era una alarma, perocuando ella regres a las tressemanas no pudo evitar ir a esperarlaal aeropuerto. All estaba con unramo de rosas y un gran abrazo. Yluego, claro, vuelta a empezar.

  • Ese lunes era la quinta oquiz la sexta vez desde entonces ycuando hizo el clculo se dio cuentade que no haban pasado ni diez das.

    De modo que desde luego habaalgo.

    Por qu te hiciste polica?le pregunt cuando estabantumbados en la cama. Meprometiste que un da me locontaras.

    Es un trauma contest trasun breve tiempo de reflexin.

    Soy un ser humano dijo

  • ella.Qu quieres decir con eso?Winnifred no contest pero, al

    cabo de un momento, l crey habercomprendido.

    Allrightadmiti. Fue unamujer. O una chica. Veinte aos.

    Qu pas?Dud y dio dos profundas

    caladas al cigarrillo antes deempezar.

    Tena veintin aos. Comosabes estudiaba filosofa yantropologa en la universidad.Llevbamos dos aos juntos.

  • Pensbamos casarnos. Ella estudiabaidiomas. Cierta tarde, cuando volvaa casa de una conferencia, un loco laacuchill en el parque de Wollerim.Muri en el hospital antes de que yollegase. La polica tard seis mesesen coger al autor, para entonces yahaba ingresado.

    Si tiene la inteligencia de nodecir una palabra, quiero vivir conella, pens de repente.

    Winnifred Lynch le puso lamano en el pecho. Lo acarici condelicadeza unos segundos; luego selevant para ir al cuarto de bao.

  • Eso lo ha decidido, constat Reinhartsorprendido.

    Un poco ms tarde, cuando denuevo estaban recuperndosetumbados, no pudo resistir hacerleuna pregunta.

    Qu opinas de un asesinoque dispara dos tiros en los genitalesde la vctima cuando ya est muertaen el suelo? Ella pens un segundo.

    La vctima es un hombre?S.Creo que el asesino es una

    mujer.

  • Joder con la ta, pens Reinhart.

  • 9

    La visita del fin de semana a unmar tormentoso tuvo una influenciatonificante en el jefe de policaHiller y, al regreso, dioinmediatamente la orden de poner enmarcha el llamado mximodespliegue policial en el casoMalik.

    En otras palabras significabaque seis miembros de la brigadacriminal con Van Veeteren a lacabeza, as como los agentes que se

  • pudieran movilizar en cada momento,trabajaran a tiempo completo paradescubrir y detener al asesino. En elgrupo estaran, adems delcomisario, los inspectores Reinhart,Mnster, Rooth, Heinemann y lasubinspectora Moreno. Jung habacado con influenza comoconsecuencia de sus noches deinsomnio y estara de baja unoscuantos das ms. DeBries estaba devacaciones.

    Van Veeteren no tena nada queobjetar a la abundante dotacin depersonal para el caso. El problema

  • era simplemente que no haba cosasdemasiado sensatas a las cualesdedicarse. Tratar de descubrir elrastro del arma del crimen a travsde soplones y de redes en losllamados bajos fondos era un trabajode Ssifo, eso lo saba. Si uno querallegar al veinticinco por ciento deposibilidades de xito, calcul queprobablemente habran necesitadounos cien policas durante cien das.Adems de una recompensa bastantegenerosa. Y eso slo se podacontemplar en el caso del asesinatodel presidente del Gobierno. En la

  • direccin de la investigacin reinabala opinin de que Ryszard Malik noera primer ministro. Quedaba laesposa. El comisario destin aMoreno y a Heinemann a vigilar elpaulatino despertar de Ilse Malik ysu salida de la nebulosa. Se juzgconveniente mantener vigilanciaconstante en el hospital ahora que,por una vez, andaban bien depersonal. Nunca se saba, y si habaalguien que podra contribuir en algoal esclarecimiento de esta historia,era ella.

    Tambin quedaba la posibilidad

  • de lanzar anzuelos. Eso siempre sepoda hacer. Visitar a gente quehubiera tenido alguna relacin conMalik: familiares, amigos, vecinosy hacerles preguntas siguiendo labien probada consigna del cerdo delas trufas, es decir, que si uno esthozando en la tierra mucho tiempo yobstinadamente, tarde o temprano,suele dar con algo comestible.

    Para esta tan poco estimulantetarea Van Veeteren destin a Rooth yReinhart (aunque con tres aspirantesdisponibles con diferentes niveles dedestreza). Desde haca mucho tiempo

  • saba el comisario que en realidad notena mucho sentido decirle aReinhart qu es lo que tena quehacer, pero como Hiller, imbuido deun matinal celo profesional, querapapeles en su resplandecienteescritorio el martes por la maana,los tendra.

    Van Veeteren se fue, a pesar desu molesto catarro, a jugar albdminton con Mnster. Sobre eseasunto no haba una sola lnea en lospapeles del jefe de polica.

    Cuando el mximo despliegue

  • policial se vio reducido el viernes,a consecuencia de un robo a manoarmada con desenlace mortal en elbarrio de Borowice, no haba habidomuchas novedades. Bajo lasupervisin de Rooth y Reinhart luego tambin de Mnster sehicieron unos setenta interrogatoriosy el nico resultado fue que se afirmy confirm la imagen de Malik comouna persona bastante seca, perotambin muy responsable y de fiar.Ochenta kilos de honradez yejemplaridad con dos mitadesizquierdas del cerebro, como

  • Reinhart prefiri expresar lacuestin.

    Tal como haba anunciado eldoctor Hbner, la seora de Malikhaba iniciado su ascenso a lasuperficie de la realidad en elhospital Nuevo Rumford aunque,naturalmente, se trataba de unamejora bastante frgil. En todo casola maana del mircoles dio elimportante paso de reconocer que sumarido haba sido asesinado. Lasimgenes de la noche del viernesadquirieron contornos ms ntidos ypudo contar de manera bastante

  • coherente lo que haba hecho el dadel asesinato. De vez en cuando caa,es cierto, en llantos histricos, peroqu otra cosa se poda pedir? Suhijo Jacob estaba prcticamente todoel tiempo a su lado y si era comoMoreno insinuara que quiz sehaba independizado de la madre conmuchas prisas pareca estarpagando su rebelin. Obviamente notena ms remedio que resignarse asu suerte.

    Durante la maana del juevesapareci un elemento nuevo en losrecuerdos de Ilse Malik. Es cierto

  • que, en conversacin con Heinemanny Moreno, que estaban siempre a lacabecera de la cama, al menos unode ellos, que el hijo afirm deinmediato que slo era la tpicamanifestacin de la paranoia de lamadre. Le haba odo decir cosasparecidas antes y recomendabaencarecidamente a la polica que nole diesen demasiada importancia.

    Lo que en todo caso sostenaIlse Malik es que alguien habaintentado acabar con la vida de sumarido ya al principio de la semanadel fatdico viernes. En primer lugar

  • recibieron extraas llamadastelefnicas en dos ocasiones, elmartes y el jueves, si ella norecordaba mal. Una personadesconocida haba telefoneado sindecir palabra: slo se oa msica enel auricular a pesar de que ellagritara insistentemente, sobre todo enla segunda ocasin. Ilse Malik nopudo dar razn de qu msica era nide qu poda significar, pero, encualquier caso, crea que haba sidola misma meloda en ambasocasiones.

    Ella no saba si tambin su

  • marido haba recibido llamadassimilares. De cualquier modo, no lehaba dicho nada.

    El segundo intento de acabarcon la vida de Ryszard Malik habaconsistido en un Mercedes blancoque trat de matarlo, embistiendo pordetrs su Renault cuando regresaba acasa del trabajo. A falta de algo msimportante que hacer tambincomprobaron este dato pero,teniendo en cuenta la levedad de losdaos del coche de Malik,Heinemann y Moreno juzgaron quetenan que desechar las sospechas. El

  • propietario del Mercedes de marrasera un profesor de limnologa desesenta y dos aos de Ginebra y, delcontacto con la polica suiza, nosurgi nada que apuntase a que lapequea colisin, producida cuandoel coche patin sobre el hielo hastapegar en la parte de atrs del deMalik, tuviese intenciones asesinas.

    En lo relativo a las diferentesrevelaciones de Ilse Malik, stas selimitaron a hacer una descripcin agrandes rasgos, bastante montona,de una vida y un matrimoniomontonos y, como los

  • acontecimientos haban reducidodrsticamente los recursos depersonal, Van Veeteren decidiretirar la vigilancia del hospital. Aesas horas tanto Heinemann comoMoreno estaban tan aburridos de sutarea que se apuntaronvoluntariamente al grupo del robodel banco, bajo la direccin deReinhart, que tambin quedapartado al menos temporalmente del caso Malik. Al grupo seincorporaron tambin Jung y Rooth, apesar de que particularmente esteltimo haba manifestado reparos en

  • relacin con el trabajo que lesesperaba el fin de semana.

    Quedaban Van Veeteren yMnster.

    Quedaba pendiente intentarproducir algo que remotamentepudiera parecer un dato.

    Comisario, tiene ustedalguna idea? se atrevi a decirMnster cuando estaban sentadosante una temprana cerveza vespertinaen el Adenaar.

    Ninguna mascull VanVeeteren lanzando una agresiva

  • mirada hacia la ventana. No suelotener ideas este maldito mes.Tenemos que esperar y ver.

    S, me imagino dijoMnster. En todo caso es unahistoria rara. Reinhart sostiene quees una mujer quien lo ha hecho.

    Es posible suspir elcomisario. Siempre es mucho msdifcil encontrar una mujerpersonalmente llevo toda la vidaintentndolo.

    Para venir de Van Veeteren y enuna ocasin as, casi haba queconsiderarlo como un chiste heroico.

  • Mnster se vio obligado a disimularuna sonrisa y tosi.

    En todo caso estamos libresel fin de semana dijo. Es unasuerte que nos hayamos librado delrobo.

    Tambin es una suerte para elladrn haberse librado de nosotros.

    Lo cogern, no hay duda afirm Mnster acabndose lacerveza. Hay testigos. Bueno,tengo que marcharme a casa. Synn haempezado a trabajar y la canguro noscobra por horas.

    Vaya leche dijo Van

  • Veeteren. Bueno, siempre haycosas.

    El lunes se comprob que laspredicciones de Mnster eranacertadas. Rooth y Heinemann habandetenido al ladrn un ex vigilantede aparcamiento en paro aprimeras horas del domingo por lamaana, gracias a la informacin deuna mujer que haba disfrutadoextraordinariamente en uno de losmejores restaurantes de la ciudad elsbado por la noche. La confesin seconsigui en menos de una hora

  • gracias a un interrogatorio ms eficazque de costumbre dirigido porReinhart que, segn sus propiaspalabras, tena prisa por llegar acasa, donde lo esperaba algo urgente.

    En el caso de Malik no habaocurrido nada nuevo durante el fin desemana, excepto que Jacob Malikhaba regresado a Mnich y a susestudios. Su madre hizo una brevevisita a su hermana, en cuya casa ibaa vivir hasta la fecha del entierro,fijada para el sbado 3 de febrero.Haban llegado veinte informes delos que, sin embargo, ninguno se

  • consider relevante para lainvestigacin. En el frondosodespacho del jefe de polica sedecidi, tras la presentacin y elanlisis de ellos, reducir eldespliegue policial a un nivel ms derutina, pero con Van Veeteren comoresponsable supremo. El sbado seprodujo otro robo en una joyera delcentro, esta vez, felizmente, sinmuertos. Una banda racista habarecorrido los barrios de inmigrantesde Zwille causando ciertos destrozosy, durante la noche del domingo, uncampesino desgraciado de Korrim

  • mat a tiros a su mujer y a doce desus vacas. Obviamente esto exigaoperativos minuciosamentesopesados.

    A estas alturas, Ryszard Malikllevaba muerto casi diez das y en lorelativo a quin era el que le habaquitado la vida se saba ms o menoslo mismo que el primer da.

    Cero patatero.Y enero segua implacable.

  • 10

    La satisfaccin fue mayor de laque esperaba.

    Ms profunda y duradera de loque hubiera podido intuir. Por vezprimera en su vida adulta encontr unequilibrio y un sentido En todocaso es lo que ella se figuraba. Eradifcil explicar de qu se trataba enrealidad, pero lo senta en el cuerpo.Lo senta en la piel y en la relajacinde los msculos; una especie deembriaguez que se difunda por los

  • nervios como dulces burbujasespumeantes que la mantenan enachispado y constante nivel deconciencia, en completa placidez y,al mismo tiempo, con la sensacin deestar colocada, con un buen subidn.Alta como la copa de un pino. Es unorgasmo, pens radiante, prolongadohasta el absurdo, hasta el infinito.Slo fue cediendo muy lenta yagradablemente, mientras planeabacon indolencia la esperanzadaprxima ocasin. Y la siguiente.

    Matar.Matar a esos hombres.

  • Haca unos aos haba tenidouna vivencia religiosa; estuvo apunto de entrar en una de esas sectasque surgan como hongos de la tierra(como moho del pensamiento, habadicho alguien) y ella reconoci lossentimientos de aquellos das. Ladiferencia era simplemente queentonces se le haba pasado. Tres ocuatro das de exttico vrtigo setransformaron en resaca, comocualquier otra embriaguez. Ahora no.Esta vez no. Diez das despustodava segua ah. Todo su serestaba lleno de fuerza; sus actos, de

  • decisin y sentido; desde la cosa msnimia y trivial comerse unamanzana, cortarse las uas o esperarsu turno en la cola de la caja delsupermercado. La conciencia y ladeterminacin estaban en todo,porque lo ms insignificante quehiciera era naturalmente, a la vez, unpequeo paso, un eslabn en lacadena cuyo efecto final era volver amatar.

    Matar y matar. Y poco a pocollegar a cerrar el crculo queconstituan la historia de su madre ysu propia vida. Su misin:

  • encontrarle por fin sentido a todo.Ley en los peridicos las

    noticias de su primera actuacin.Compr el Neuwe Blatt, el Telegraf,los dos, y algunos ms, y tumbada ensu cuarto estudi las elucubraciones.Le sorprendi la gran atencin que leprestaban. Entonces cuntoescribiran la prxima vez? Y lasiguiente?

    Le fastidiaba un poco no tenertelevisin; sopes la idea de comprarun pequeo televisor, pero decidiabandonarla. O al menos aplazar elmomento; quiz no habra podido

  • resistir la tentacin de ver y or loque se deca de ella en el telediariola prxima vez, pero lo mejor eraque el tiempo decidiera. Claro quehabra podido ir a mirar a algn caf,pero no crey que la fuera a dejarsatisfecha. No era suficientementeprivado.

    Porque fuese lo que fuese, todoeso era una historia privada. Enrealidad entre su madre y ella.

    Su madre y los nombres de lalista.

    Haba tachado uno. Habaencerrado al que le tocaba en un

  • nuevo crculo rojo. El lunes por lanoche, ya tarde, decidi que eltiempo de los preparativos habaterminado. El plan estaba claro. Eraya hora de volver a actuar. Primeroel preludio y luego el acto mismo.

    Matar.Una sensacin de bienestar se

    extendi por debajo de su piel y,cuando cerr los ojos, pudo ver atravs de una decrecientereverberacin amarilla el rostro desu madre.

    Su mirada cansada, peroimperiosa.

  • Acta, hija ma.

  • IV

    30 DE ENERO-1 DE FEBRERO

  • 11

    Cuando Rickard Maasleitnerdespert el martes por la maana,an sonaban en sus odos laspalabras del director y, obviamente,haba buenas razones para sospecharque haba estado soando con ellastoda la noche.

    Tienes que entender que estabaja por enfermedad no slo radicaen tus problemas de alergias. Estambin un tiempo de reflexin.Quiero que sopeses, que sopeses

  • minuciosamente, si de verdad quierescontinuar tu labor docente connosotros.

    Haba desplazado las gafashacia la punta de la nariz y se fueinclinando sobre el tablero de lamesa mientras hablaba. El to habaintentado mostrarse paternal ycomprensivo a pesar de que eran caside la misma edad y de que seconocan desde el ao en que los dosllegaron por primera vez a laescuela. Durante la poca de VanBroquelen.

    Tienes bastante tiempo

  • aadi.Le pas el brazo por los

    hombros un instante, murmurandoalgo sobre idealismo y educacincuando abandonaba el despacho.Repugnante.

    Bastante tiempo?Se volvi a controlar el reloj

    que haba en la librera. Las diezmenos cuarto. Las diez menos cuartoun martes por la maana en enero. Enla cama. Una sensacin especial,dicho suavemente. Tres semanas debaja por problemas alrgicos. S,muchas gracias aunque hablando

  • claro significaba que le estabaprohibida la enseanza porque habasacado al pasillo a un bocazas dequince aos y lo haba mandado a lamierda. O de vuelta al pas de dondeproceda, cualquiera de las doscosas. Y por haberle dado dosbofetadas a otro.

    Y no haberse arrepentido.Ah estaba la madre del

    cordero. No haba pedido perdn. Seneg a humillarse y a pasar por elaro. Ambos incidentes ocurrierondurante los estresa