La Muerte Sin Llanto

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En La muerte sin llanto, Nancy Scheper-Hughes hace una reflexión moral sobre la situación social, política y económica de una ciudad en el noreste de Brasil. El libro trata sobre cultura y escasez y su efecto sobre el pensamiento y la práctica, sobre la violencia cotidiana de la vida en la barriada y la locura del hambre. La autora reflexiona sobre la naturaleza humana, la ética y las relaciones sociales dentro del contexto del Alto do Cruzeiro. Su investigación se centra sobre todo en el amor y la muerte y específicamente en el amor maternal y la muerte infantil. Ella hace una breve narración de su primera visita al noreste brasileño para demostrar la capacidad de acción de la población y su lucha constante a pesar de las dificultades. Durante su segunda visita, Nancy Scheper-Hughes se transforma de la visitadora y la animadora en una antropóloga. Ella duda sobre la posibilidad de ser compañera y antropóloga al mismo tiempo. La autora empieza a entender las cosas en otra manera, se acerca a preguntar a la gente. Intenta realizar una comparación etnológica: observación participante, para aprender más sobre la vida de las mujeres y de las madres en particular. Recoge información sobre sus familias, historias reproductivas, arreglos domésticos, amores, deseos y esperanzas, toma notas de campo. Se centra en su trabajo antropológico. Con el enriquecimiento de su comprensión de la comunidad brasileña, se expanden sus horizontes teóricos y políticos. La autora reflexiona sobre la violencia cotidiana, el horror político y domestico y la locura. Nos plantea que es la antropología y como ha evolucionado desde los análisis que intentaban explicar las actividades mágicas y la brujería. Se centra en la alteridad, el imagen del otro, se preocupa de como razonamos y el pensamiento primitivo. La autora nos presenta el relativismo antropológico y sus planteamientos sobre las diferentes racionalidades. La razón y la ética se disuelven una en otra para formar un tipo de relativismo cultural, el que se desestima en la antropología contemporánea. La antropología más femenina se preocupa también de como actuamos unos hacia otros y entra en cuestiones éticas y relaciones humanas. La autora como muchos antropólogos concibe la moralidad como algo contingente e incierto, pero nos presenta

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En La muerte sin llanto, Nancy Scheper-Hughes hace una reflexión moral sobre la situación social, política y económica de una ciudad en el noreste de Brasil. El libro trata sobre cultura y escasez y su efecto sobre el pensamiento y la práctica, sobre la violencia cotidiana de la vida en la barriada y la locura del hambre. La autora reflexiona sobre la naturaleza humana, la ética y las relaciones sociales dentro del contexto del Alto do Cruzeiro. Su investigación se centra sobre todo en el amor y la muerte y específicamente en el amor maternal y la muerte infantil.

Ella hace una breve narración de su primera visita al noreste brasileño para demostrar la capacidad de acción de la población y su lucha constante a pesar de las dificultades. Durante su segunda visita, Nancy Scheper-Hughes se transforma de la visitadora y la animadora en una antropóloga. Ella duda sobre la posibilidad de ser compañera y antropóloga al mismo tiempo. La autora empieza a entender las cosas en otra manera, se acerca a preguntar a la gente. Intenta realizar una comparación etnológica: observación participante, para aprender más sobre la vida de las mujeres y de las madres en particular. Recoge información sobre sus familias, historias reproductivas, arreglos domésticos, amores, deseos y esperanzas, toma notas de campo. Se centra en su trabajo antropológico. Con el enriquecimiento de su comprensión de la comunidad brasileña, se expanden sus horizontes teóricos y políticos. La autora reflexiona sobre la violencia cotidiana, el horror político y domestico y la locura.

Nos plantea que es la antropología y como ha evolucionado desde los análisis que intentaban explicar las actividades mágicas y la brujería. Se centra en la alteridad, el imagen del otro, se preocupa de como razonamos y el pensamiento primitivo. La autora nos presenta el relativismo antropológico y sus planteamientos sobre las diferentes racionalidades. La razón y la ética se disuelven una en otra para formar un tipo de relativismo cultural, el que se desestima en la antropología contemporánea. La antropología más femenina se preocupa también de como actuamos unos hacia otros y entra en cuestiones éticas y relaciones humanas. La autora como muchos antropólogos concibe la moralidad como algo contingente e incierto, pero nos presenta también la postura de la filosofía existencial que la ética siempre es anterior a la cultura. Para Scheper-Hughes, la ética es precultural y la existencia humana siempre presupone la presencia del otro persona, es el compromiso y la responsabilidad con el otro.

Ella afirma que su investigación se aparta de la etnografía tradicional que esta fuera del campo y recoge datos puros en una manera objetiva. Los etnógrafos tradicionales tienen la obligación de capturar los hechos con la máxima precisión posible, pero Scheper-Hughes plantea la imposibilidad de objetividad, la comprensión antropológica siempre es parcial y hermenéutica, porque todos los hechos están seleccionados y los antropólogos eligen que interpretar y que ignorar. La autora lleva al cabo su trabajo como resultado de una interacción humana entre ella y la gente del Alto, prefiere utilizar una etnografía abierta que permita múltiples conclusiones alternativas. Para ella la antropología es un instrumento de la traducción cultural imperfecto, las personas no pueden librarse de lo que llevan dentro de ellos, de su propia cultura y la manera de pensar, aunque se esfuercen de hacerlo lo mejor posible. La antropología implica un salto fuera de si mismo hacia otro y desconocido. Scheper-Hughes entiende que los etnógrafos dejan huellas en su trabajo porque son humanos y no pueden evitar implicarse en la vida de la gente que investigan. Para ella, la antropología es un campo de conocimiento, pero un campo de acción también. El trabajo antropológico es empírico,

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pero debe de liberarse de la verdad de sus presupuestos culturales occidentales, no debe de tener un compromiso filosófico ilustrado. Los antropólogos dan voz a los silenciados, tienen el poder de decir la verdad, llevan al cabo un trabajo de conocimiento.

La autora plantea la dominación del pesimismo moderno en la antropología contemporánea y la relación de la propia antropología con el mundo colonial y la destrucción de los pueblos indígenas.