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La muerte de José Couso, ¿un crimen de guerra? Informe exhaustivo al cumplirse dos años de la desaparición del periodista español en Bagdad. Gonzalo Jar Couselo es general de la Guardia Civil, doctor en Ciencias Políticas y Sociología y miembro del Centro de Estudios de Derecho Internacional Humanitario de Cruz Roja Española. 56CUADERNOS DE PERIODISTAS, ABRIL DE 2005 GONZALO JAR COUSELO A un cuando con anterioridad se produjo la presencia de corresponsales españoles en conflictos armados –Viet- nam, Líbano, la I Guerra del Golfo, Ruanda, los Balcanes o Liberia–, algu- nos de los cuales perdieron la vida, nunca hubo tantos informadores es- pañoles, ni con tanto protagonismo, como en la guerra de Iraq (2003), al- go que quizá tenga que ver con el em- peño del presidente Aznar en la im- plicación directa española en un con- flicto bélico contemporáneo. La guerra de Iraq significa, más aún con el precio de la vida de algu- nos periodistas como José Couso (37 años) y Julio Anguita Parrado (32 años), la puesta de largo del periodis- mo de guerra español. La muerte del segundo, empotrado en el Ejército es- tadounidense, puede considerarse ac- cidental; falleció por un ataque ira- quí realizado a gran distancia, que hacía imposible distinguir entre com- batientes y civiles. Por eso tiene espe- cial interés, desde el punto de vista del Derecho Internacional Humani- tario (DIH), el análisis de la muerte de Couso.

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La muerte de José Couso,¿un crimen de guerra?Informe exhaustivo al cumplirse dos años de la desaparición del periodista español en Bagdad.

Gonzalo Jar Couselo es general de la Guardia Civil, doctor en Ciencias Políticas ySociología y miembro del Centro de Estudios de Derecho Internacional Humanitario deCruz Roja Española.

56—CUADERNOS DE PERIODISTAS, ABRIL DE 2005

GONZALO JAR COUSELO

Aun cuando con anterioridadse produjo la presencia decorresponsales españoles enconflictos armados –Viet-

nam, Líbano, la I Guerra del Golfo,Ruanda, los Balcanes o Liberia–, algu-nos de los cuales perdieron la vida,nunca hubo tantos informadores es-pañoles, ni con tanto protagonismo,como en la guerra de Iraq (2003), al-go que quizá tenga que ver con el em-peño del presidente Aznar en la im-plicación directa española en un con-flicto bélico contemporáneo.

La guerra de Iraq significa, más

aún con el precio de la vida de algu-nos periodistas como José Couso (37años) y Julio Anguita Parrado (32años), la puesta de largo del periodis-mo de guerra español. La muerte delsegundo, empotrado en el Ejército es-tadounidense, puede considerarse ac-cidental; falleció por un ataque ira-quí realizado a gran distancia, quehacía imposible distinguir entre com-batientes y civiles. Por eso tiene espe-cial interés, desde el punto de vistadel Derecho Internacional Humani-tario (DIH), el análisis de la muertede Couso.

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Para desentrañar las posibles respon-sabilidades de las decisiones que lle-varon a tan fatal desenlace, contamoscon el testimonio directo de sus com-pañeros que residían en el hotel Pa-lestina, en especial del periodista deTelecinco Jon Sistiaga, con el que ha-cía equipo informativo, y con los in-formes elaborados por dos ONG: elComité para la Protección de los Pe-riodistas (CPJ) y Reporteros sin Fron-teras (RsF).

El 17 de mayo de 2003 el CPJ di-vulgó en Nueva York la primera in-vestigación independiente, con fuen-te en las entrevistas con una docena

de periodistas presentes en el lugarde los hechos, incluyendo dos corres-ponsales empotrados con las tropasEEUU que escucharon las comunica-ciones militares antes y después deldisparo del fatídico obús que, el 8 deabril, terminó con la vida de Couso yde un cámara de Reuters, el ucranioTaras Protsyuk (35 años), cuando am-bos grababan la entrada de las tropasnorteamericanas en Bagdad desde losbalcones del hotel Palestina.

Una semana antes de que comen-zara el conflicto, con objeto de con-trolarlos, los responsables del Pentá-gono concentraron a los reporteros

Pintada alusiva a la muerte del cámara de Telecinco José Couso en la plaza del Ayuntamiento de Valencia. J. C. CÁRDENAS, EFE

1EL ATAQUE AL HOTEL PALESTINA

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presentes en Bagdad en tres hoteles–Palestina, Al Rasheed y Al Mansur–,abiertos exclusivamente para los me-dios. Con el paso de los días, los dosúltimos se quedaron vacíos, pues,aunque más lujosos que el primero,su situación estratégica y cercanía aministerios, puentes o edificios pú-blicos susceptibles de ser bombarde-ados (el Al Mansur estaba junto al edi-ficio de la TV pública iraquí) los con-vertía en un blanco militar de libro,vulnerables a misiles que erraranunos metros su trayectoria.

Fue el mismo día en que vencía elplazo fijado por Bush para atacar lacapital cuando el Palestina se convir-tió en sede de la prensa internacio-nal. Sistiaga dice que si alguien pre-gunta cuándo decidieron trasladarselos periodistas a dicho hotel, la res-puesta sería que en cuanto la CNN aban-donó el Al Mansur para irse al Pales-tina, todos se fueron detrás. Era evi-dente que los periodistas de CNN, yasí se lo hicieron saber algunos de suscolegas, sabían de fuentes del Pentá-gono que los otros dos hoteles podíanconvertirse en objetivos militares.

Las coordenadas del hotel Palesti-na, el edificio más alto de la ciudadcon un cartel enorme con el nombredel establecimiento, eran conocidaspor la inteligencia militar norteame-ricana. Todos los medios allí hospe-dados habían mandado esos datos asus respectivos ministerios para quelos hicieran llegar al Pentágono. Sis-tiaga sospecha que el sargento Shawn

Gibson tenía un plano con señaliza-ción del hotel, similar al que llevabanoficiales de las unidades que, con pos-terioridad, llegaron al mismo. Ade-más, los generales en Camp Doha (Qa-tar) seguían la caída de Bagdad porTV, a través de las imágenes que CNN,Fox o Al Yazira proporcionaban en di-recto desde el hotel.

El informe del CPJ relata cómo,cerca del mediodía del fatídico día 8,cuando se adivinaba el final de la gue-rra, la mayoría del centenar de perio-distas alojados en dicho estableci-miento, profesionales que habían so-brevivido a los peligros de la guerra(a la campaña aérea Consternación yConmoción de los últimos días y a losoficiales de seguridad iraquíes que re-gistraban las habitaciones y que ex-pulsaron o detuvieron a varios com-pañeros), pudo observar desde sus bal-cones a los soldados de la 2ª Brigadadel 3º Batallón –que permanecían ensus posiciones del día anterior, en elrecinto de los palacios presidencia-les– y escuchar el tableteo de ametra-lladoras.

Contaron los tanques, seguros so-bre el puente Al Jumhuriya, y vieroncómo hacían fuego contra unos edi-ficios situados a su izquierda, desdedonde les hostigaban con fuego deKalashnikov que apenas provocabarasguños a aquellos monstruos deacero. La resistencia iraquí se reducíaa unos cuantos fedayines con Kalashni-kov y lanzagranadas que, temeraria-mente, se asomaban por el otro ex-

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tremo del puente, milicianos que fue-ron barridos por las embestidas tem-pranas de los A-10 y borrados por loscañonazos de los tanques. Uno de loscarros de combate dispuesto sobre elpuente, a unos 1.200 metros de dis-tancia, giró la torreta en dirección delhotel y disparó un obús que hizo blan-co en un balcón del piso 15, a conse-cuencia del cual fallecerían los dos pe-riodistas y otros tres sufrirían heridasde diversa consideración.

Si se siguen las comunicacionespor radio de Chris Tomlinson, corres-ponsal de Associated Press, periodis-ta empotrado en una compañía de in-fantería adscrita a la 3ª División, quehabía llegado al centro de Bagdad eldía anterior después de un viaje dedos semanas y media desde Kuwait,se sabe que, desde el alba del día 7, elbatallón llevó a cabo una serie de es-caramuzas que duraron 36 horas, yque, al día siguiente, siguió su avan-ce hacia el centro de Bagdad, enfren-tándose las tropas norteamericanas ala tenaz resistencia de las fuerzas ira-quíes. Tomlinson pasó esa jornada enel interior de un centro de mandonorteamericano improvisado en el pa-lacio presidencial de Sadam Huseinen la ribera occidental del Tigris y, alactivar un conmutador de la radiomilitar y sintonizar la frecuencia queutilizaba el batallón en operacionestácticas, pudo escuchar las comuni-caciones de la compañía que le dabaacceso a las conversaciones del co-mandante de la compañía de carros,

el capitán Philip Wolford, y sus man-dos.

Según su versión, a primera horadel día 8 se produjo un intercambiode fuego intenso en la zona del oes-te de la ribera del Tigris, en los alre-dedores del puente Al Jumhuriya, des-de donde, con prismáticos y en la po-sición del tanque, era visible el rótu-lo del hotel Palestina. Al otro lado delrío, los periodistas se agolpaban enlos balcones del hotel y observaronun movimiento de contraataque ira-quí con fuego de armas largas, RPG(granadas propulsadas por cohete) ymorteros, ataque que duró varias ho-ras. Tomlinson relata que había fran-cotiradores iraquíes apostados en losedificios más altos, que disparaban alas escotillas de las torretas de los ca-rros norteamericanos y que hirierona dos miembros del batallón.

Esa misma mañana, cerca del lu-gar del combate en el lado oeste delpuente Al Jumhuriya, el disparo deun misil aire-tierra norteamericano im-pactó en la oficina de Bagdad de AlYazira, a consecuencia del cual falle-ció el periodista Tarek Ayyoub y dejóherido a su cámara. Y otro destruyólas oficinas de Abu Dabhi TV, sucesosque a pesar de su gravedad, apenastuvieron trascendencia en el mundooccidental. Para debilitar las posicio-nes iraquíes y rebajar la intensidaddel combate los mandos militares es-tadounidenses pidieron apoyo aéreopara cubrir un cruce de calles y unosedificios en la ribera oeste, lo que pro-

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dujo docenas de muertes en el ban-do iraquí.

Al proseguir el relato de su inves-tigación, el CPJ recurre a la versiónde Tomlinson, quien siguió escuchan-do las comunicaciones que mante-nían las unidades y los oficiales en-tre ellos y con los mandos superioresen la zona de operaciones. En un mo-mento dado, las fuerzas norteameri-canas capturaron una radio iraquí ycontrolaron las comunicaciones en-tre las unidades enemigas, por lo queun oficial de inteligencia norteame-ricano con dominio del árabe pudoestablecer que un observador avanza-do, o vigía, dirigía los disparos de loscombatientes iraquíes.

A media mañana, cuando se en-contraban bajo fuego enemigo, lasfuerzas norteamericanas centraronsu atención en el otro lado del puen-te Al Jumhuriya. Dos carros de com-bate pesados MIA1 Abrams avanza-ron hasta ese puente y, mientras unode ellos elevaba el tubo y lo bajaba,otro se adelantaba a poca distancia,tratando, según Tomlinson, de loca-lizar al vigía. En su relato de lo suce-dido, Sistiaga recuerda cómo Couso,mientras grababa el que sería últimoplano de su vida, le decía: “Estánapuntando hacia aquí, nos están mi-rando”. Era la unidad de blindados 4-64 Armor, perteneciente a la compa-ñía Alfa y conocida por el resto de sol-dados como los assassins (asesinos). Lamunición utilizada por el carro erauna granada hueca, sin explosivo, que

estalla a tres metros del objetivo y dis-persa metralla sin dañar el edificio.Apuntó a una esquina del hotel, so-bre la planta 15, para darle de refi-lón, y disparó. El impacto movió to-do el edificio. Según Tomlinson, esetipo de munición se destina a matary no a destruir edificios, ya que, si elcarro hubiera disparado un obús an-ticarro blindado, el daño que sufrióel hotel hubiera sido más serio.

Otro periodista norteamericano, J.Crittenden, del Boston Herald, tambiénempotrado en una compañía del mis-mo batallón y que había llegado enun acorazado de transporte de perso-nal, confirma el relato de Tomlinsony resalta: “Había muchísima preocu-pación porque todo el mundo estababuscando al vigía; de hecho, nosotrostambién… Temíamos recibir una sal-va de artillería en cualquier momen-to, que queríamos evitar”. Por su par-te, Tomlinson, que había cumplidosiete años de servicio en las FFAA desu país, subraya: “Lo primero que teenseñan como tanquista, o soldado deinfantería, es que hay que eliminaral vigía, ese es el blanco prioritario”.Y añadía: “Si matas al vigía nadie pue-de dirigir a las fuerzas de tierra (o elfuego de artillería). Les robas toda sueficacia”.

Los periodistas expresaron tam-bién su sorpresa ante el hecho de quehubiera un intervalo en los combatescuando disparó el carro, lo que per-mitió que algunos que habían estadoobservando la batalla desde sus bal-

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cones volvieran a sus habitaciones pa-ra redactar las crónicas y artículos,pensando que el enfrentamiento sehabía acabado. Así, P. Baz, fotógrafode AFP, dijo: “Yo me pasé la mañanatomando fotos… Había helicópteros.Toda una guerra de Hollywood. Pudi-mos verlo todo, y ellos nos podían vera nosotros. Desde el primer día, cuan-do tomaron posiciones en el palacio(el día antes), hasta que dispararon,nos veían igual que nosotros a ellos”.C. Sinz, corresponsal de France 3 TV,grabó imágenes desde el piso 14 delPalestina que muestran cómo los ca-rros de combate situados frente al ho-tel lanzaron varios disparos contraun edificio al este del río con algunasantenas de satélite en el tejado y, des-pués, cómo la torre de uno de los ca-rros gira, alza el cañón y, dos minu-tos después, dispara contra el hotel.Sinz afirma: “El combate fue intensoentre las 6 y las 11:20 horas, y enton-ces todo se tranquilizó y volvió la cal-ma… Seguíamos grabando, le dije alcámara que siguiera filmando perocon cuidado… Grabamos 15 minutosantes del disparo, y no se oye nada”.

Otros colegas muestran menos cer-teza de que se estuviera en una situa-ción de calma, y hacen notar que losenfrentamientos intensos se habíanalargado toda la mañana. Es el casode J. Delay, fotógrafo de AssociatedPress, que se encontraba en el Pales-tina, según el cual le resultaba difícildeterminar si los carros habían sido,o no, blanco de fuego proveniente de

la ribera este del río, debido a la dis-tancia entre el hotel y el puente. O deCrittenden, quien se encontraba enel lado occidental del puente e infor-mó que había oído por radio que ha-bía hasta 40 equipos de RPG iraquíesen la ribera oriental. Según sus cole-gas del hotel, antes del disparo con-tra el establecimiento se había abier-to fuego contra los carros desde va-rios edificios oficiales en la ribera es-te. La grabación de Sinz muestra a ca-rros disparando contra objetivos a eselado del puente.

El proyectil golpeó al piso 15 delhotel, en la esquina de la suite queusaba la agencia Reuters, hiriendo demuerte a Protsyuk, el cámara ucrania-no que estaba en el balcón con la cá-mara montada y lista, aunque en esemomento no estaba grabando. Delayrelata a Los Angeles Times: “Taras esta-ba echado boca arriba en el suelo, in-consciente. Tenía las mandíbulas aga-rrotadas. Se las forzamos para abrir-las y volvió a respirar”. Lo llevaron aun hospital, donde falleció al llegardebido a las heridas abdominales. P.Pasquale, técnico de antenas de saté-lite de Reuters que estaba en el bal-cón con Protsyuk, sufrió heridas jun-to con otros dos periodistas de la mis-ma agencia que se encontraban enotro balcón del piso 15: la directoradel despacho de la zona del Golfo, S.Nakhoul, y el fotógrafo F. Kheiber. Loscascotes dañaron el piso inferior, don-de el cámara español J. Couso estabagrabando, a quien también llevaron

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al hospital con heridas en la piernay la mandíbula, a consecuencia de lascuales fallecería mientras era interve-nido de urgencia.

A lo lejos se podían oír explosio-nes de lo que aparentaba ser fuego decarros. También se veía una columnade humo oscuro en la zona oeste delrío –que un periodista describe comoun ataque aéreo– y que duró variosminutos antes de que el carro eleva-se el ángulo del tubo y disparase elobús. La mayoría de los periodistas nose dieron cuenta inmediatamente deque el hotel había sido alcanzado; asíBaz, que seguía la batalla desde subalcón en el Palestina, explica: “Noreaccioné. No me pareció que fueracontra el hotel. En el aparcamiento vivarias personas señalando hacia el ho-tel. No me enteré de lo que había pa-sado. Vi gente corriendo. Me parecióque habían dado al edificio de detrás”.Cuando se dio cuenta de que habíanherido a algunos periodistas en su pi-so corrió a recoger el maletín de pri-meros auxilios. “Había gente chillan-do, gritando, llorando, presas de pá-nico. Vi un tipo echado en la cama,herido. Tenía la cara cubierta de san-gre. Tenía un agujero en la pierna,grande, pero no sangraba”.

En algún momento anterior al dis-paro contra el hotel, mientras los tan-ques estaban sobre el puente buscan-do al francotirador, el comandante je-fe de la 2ª Brigada de la 3ª Divisiónde Infantería, coronel D. Perkins, seacercó a Tomlinson y al periodista G.

Kelly, de Fox News. (El CPJ intentó en-trar en contacto con este último, pa-ra conocer lo tratado en la conversa-ción, pero los responsables de la ca-dena informaron que no estaba dis-ponible para hacer comentarios so-bre lo sucedido, lo que no impidióque un directivo de la Fox confirma-se al CPJ el encuentro.)

Algo desesperado, Perkins explicóque sus tropas se encontraban bajofuego iraquí desde edificios al este delTigris y que estaban estudiando la po-sibilidad de solicitar un ataque aéreo.

El propio Perkins era consciente deque el hotel se encontraba al este delrío, y en las proximidades del origendel fuego iraquí; también sabía queestaba lleno de periodistas occidenta-les. Tomlinson dijo creer que todos loscomandantes, incluyendo al tenientecoronel Philip de Camp, comandan-te del 4º Batallón del 64 RegimientoAcorazado, y el capitán Wolford, te-nían esa información, puesto que la2ª Brigada había capturado el hotelAl-Rashid el día antes, y casi todo elmundo sabía que los periodistas se ha-bían mudado al Palestina. Perkins,que también había observado que losmapas de satélite que usaban eran deunos 10 años antes, tenía una indica-ción general de localización –segúnTomlinson, probablemente con unaprecisión de varios cientos de metros–y quería que éste le ayudara en la iden-tificación visual del edificio para evi-tar disparar contra él.

En el intento de obtener una des-

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cripción del hotel y comunicarse conlos alojados en dicho edificio, Tom-linson llamó a la oficina de AP en Do-ha, para hacer llegar un mensaje alos periodistas del hotel y pedirles quecolgaran sábanas de las ventanas pa-ra facilitar la identificación por par-te de las fuerzas norteamericanas. Ca-si al mismo tiempo, uno de los jefesde carro situado en el puente y quebuscaba al vigía, dijo porradio que había observadouna persona con prismáti-cos al este del río. La escu-cha realizada por Tomlin-son no ha podido establecercon claridad el tiempotranscurrido entre dichaobservación y el disparo deobús. Sistiaga relata que fuetras el ataque cuando se co-locó una sábana blanca enel piso donde mataron a Ta-ras y que, de inmediato,aparecieron en otras plan-tas, asi que la fachada delhotel se convirtió en unacolmena de la que colgabanenormes lenguas blancas.

Mientras en una entre-vista con el semanario fran-cés Le Nouvel Observateur Wolford indi-caba que dio una orden inmediata defuego, en otra con la RTBF de Bélgicaque se retransmitió en mayo, el sar-gento del carro S. Gibson decía que,después de haber observado a alguienhablando y señalando con los prismá-ticos, informó a sus mandos, pero no

recibió la orden de disparo hasta 10minutos después. Crittenden, que seencontraba en ese momento en la ri-bera oeste del río con las fuerzas nor-teamericanas, también recuerda quelas tropas, por lo menos, comentaronel blanco y añade “Me di cuenta deque habían visto a alguien con pris-máticos y se aprestaban a disparar. Locomentaron por radio”.

Siguiendo el relato de Tomlinson,quien escuchó la confrontación ver-bal entre el Wolford y De Camp, ofi-cial superior de aquél, se sabe que lareacción inmediata de los mandosnorteamericanos al ataque contra elPalestina fue de rabia y consterna-ción. Si bien, al principio, Wolford no

José Couso, aún con vida, es trasladado en unasmantas al hospital donde luego falleció. EFE/AL YAZIRA

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estaba seguro de que el blanco del dis-paro hubiese impactado el hotel, DeCamp empezó a gritar por la radio ya preguntar a su subordinado:“¿Quién ha disparado al hotel Pales-tino (sic)?” y “¿Le acabas de dispararal hotel Palestino?”. Tras una esperade varios minutos, Wolford respon-de: “Sí, sí, había un observador arri-ba”, a lo que De Camp remata: “Se su-pone que no tenías que disparar alhotel”. Tras esta conversación, éste or-denó a Wolford que cesara el fuego yacercó el tanque al de su capitán, apa-rentemente para mantener una con-versación en privado y comentar bre-vemente lo sucedido, así como las ra-zones del disparo, “porque el temaera serio. [ya que] se suponía que nodebían disparar al hotel Palestina”.

Después de haber oído ese inter-cambio de opiniones, Tomlinson sedirigió inmediatamente al coronelPerkins para informarle de que susintentos de localizar el Palestina pa-ra evitar que fuera alcanzado por fue-go aéreo eran inútiles, a lo que Per-kins respondió: “Ya lo sé, ya lo sé…Acabo de emitir la orden de que ba-jo ninguna circunstancia se dispareal hotel Palestina, incluso si están ba-jo fuego, o si ven un tubo de artille-ría montado en el tejado. Nadie tie-ne permiso de tirar contra el Palesti-na”.

El CPJ supo que varios oficiales delPentágono, igual que algunos altosmandos en Bagdad, eran conscientesde que el Palestina estaba lleno de pe-

riodistas internacionales y queríanhacer todo lo posible para evitar quefuera un blanco. Sin embargo, pare-ce que esos mismos oficiales no hi-cieron llegar su preocupación al jefedel carro que dio la orden de dispa-ro contra el hotel. Nada más produ-cirse el fatal suceso, ocurrido duran-te los combates considerados más du-ros entre las fuerzas norteamericanase iraquíes en Bagdad, éste se convir-tió rápidamente en noticia de prime-ra y las organizaciones profesionalesy agencias de noticias se pusieron encontacto con las autoridades nortea-mericanas para determinar el para-dero de sus periodistas, al tiempo quetodos los medios comenzaron a men-cionar el hotel a diario en sus infor-maciones internacionales.

Los reporteros allí alojados, quehabían permanecido en los balcones,y hasta en el tejado, durante las 24horas anteriores informando de losenfrentamientos que tenían lugar enla ribera oeste del río, manifestaronsu conmoción y dolor por la muertede dos de sus compañeros y no en-contraban explicación al hecho deque un tanquista norteamericano pu-diese haber disparado a un edificiode 17 plantas –uno de los más altosde Bagdad–, cuyo emplazamiento y ocu-pantes conocía ampliamente el Pen-tágono y que, además, se encontrabalejos de la zona de acción militar. Tan-to el Palestina, como el Sheraton queestá al lado, sobresalían del perfil dela ciudad, de tal manera que, como

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comentó un periodista, los dos edifi-cios eran tan fáciles de identificar co-mo las Torres Gemelas de Nueva York.De hecho, en la serie de fotografíasque posee el CPJ, se apreciaba tam-bién la señal de gran tamaño ‘HotelPalestine’, la cual, aunque no se pue-de determinar si sería visible para elojo humano, no cabe duda de que seleería usando prismáticos. Dado quelos periodistas del hotel tenían unbuen ángulo de visión de los carrossituados a unos 1.200 metros, sobreel puente del Tigris, supusieron quelos jefes de carro también les veríana ellos.

El Cuartel General del Mando Cen-tral aliado (Centcom), situado en Do-ha (Qatar), tomó cartas en el asuntovarias horas después del incidente. Al-gunos periodistas formularon pre-guntas al general de brigada V. Bro-oks referidas al ataque, quien, trasmanifestar su pesar por la pérdida devidas humanas, observó que colocar-se en zonas de combate es peligrosoy que las fuerzas militares no puedensaber en qué parte del campo de ba-talla se encuentran los periodistas nointegrados con las tropas norteame-ricanas. Alegó también que se habíadesarrollado una “acción de comba-te” en el Palestina y que “los prime-ros informes indican que las fuerzasde la coalición que maniobraban cer-ca del hotel se encontraron bajo fue-go desde el lobby del hotel y devolvie-ron los disparos”. Cuando un perio-dista le preguntó el motivo que lleva-

ría a un carro de combate a dispararcontra un piso superior si el fuegoprovenía del lobby, Brooks se desdijoy afirmó que se “podría haber equi-vocado al comentar el origen precisode los disparos”.

Varios periodistas hicieron notarque responder con cañones al presun-to fuego de armas ligeras parecía des-proporcionado, obteniendo como res-puesta que “la primera obligación”de los oficiales estadounidenses era“proteger a sus propios soldados” yque “no sólo estaban en su derecho adisparar, sino que era su responsabi-lidad”. Aseguran que sus tropas ha-cen siempre todo lo posible para evi-tar la “perdida innecesaria de vidas…Libramos la guerra de la forma máshumana y cuidadosa, y procuramosrespetar a los civiles; los propios pe-riodistas que cubren este conflictoson testigos de ello. Bagdad es un lu-gar muy peligroso y desde hace díasadvertimos a los medios de comuni-cación acerca del riesgo que correnlos periodistas en la ciudad”, de talforma que “quienes no están integra-dos en nuestras unidades pueden que-dar entre dos fuegos”. Finalmente,concluía afirmando que, a la vista delo sucedido, creemos que “los perio-distas no deberían estar ahí”.

Ese mismo día, el Centcom publi-có una nota en la que mantiene que“los mandos en el campo de batallahabían informado que sus fuerzas sehabían enfrentado a fuego pesado cu-yo origen era el hotel Palestina en Bag-

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dad”, para, seguidamente y al igualque había hecho antes Brooks, su por-tavoz culpar a las fuerzas iraquíes dehaber desarrollado operaciones mili-tares desde emplazamientos civiles, de-claraciones que concordaban con lasde los mandos superiores de la 3ª Di-visión de Infantería. Recuerda que elcomandante jefe de la división, gene-ral B. Blount, informó a Reuters deque el carro que había disparado “seencontraba bajo fuego de armas lar-gas y RPG desde el hotel y que accio-nó un obús de carro contra el hotel”.Idéntica versión que la comunicadaa Tomlinson por el coronel Perkins.

Según fuentes del Ministerio deDefensa español, que citan otras delCentcom aliado, el día anterior se co-municó a los periodistas que el hotelhabía sido declarado 48 horas antes‘posible objetivo militar’, algo que niéstos ni tampoco el Pentágono sabían,pues, de ser así, hubiesen recomen-dado que, previamente, saliesen delpaís. Su portavoz, que calificó lo ocu-rrido de “acto de defensa propia”, nocitó sin embargo, en un primer mo-mento, el hecho de que el carro hu-biese sido atacado desde el hotel, pe-ro señaló que, en cualquier caso, losmandos del carro tenían “todo el de-recho a defenderse” tras haber detec-tado a francotiradores en el edificioque les atacaron con armas ligeras,hecho que ninguno de los presentesconfirmó y que además, según los ex-pertos, no representaba amenaza pa-ra su blindaje, algo distinto, por cier-

to, a si hubiesen sido disparados mi-siles tipo Milán, lejanamente semejan-tes en su forma a una cámara de TV.

Muchos periodistas testigos direc-tos del incidente, o que se encontra-ban en el hotel, niegan rotundamen-te las afirmaciones del Centcom y dealgunos mandos en Bagdad que indi-caban que el carro de combate devol-vía fuego que provenía del Palestina,y los que habían estado siguiendo eldesarrollo de los acontecimientos des-de los balcones, que permitían obte-ner una panorámica general de todoslos alrededores, manifiestan que ni delhotel ni de la zona próxima hubo fue-go de arma larga ni lanzamientos deRPG. En torno a lo sucedido, S. Ketz,corresponsal de AFP que se encontra-ba en un balcón del piso 15 en el mo-mento del incidente, reflexionaba so-bre lo sucedido y señalaba: “Me pare-ce completamente imposible, porqueen cada piso y en cada habitación…hasta en el tejado había periodistas yfotógrafos, que estaban observandolo que ocurría”.

Garrels, corresponsal de NPR ymiembro de la Junta del CPJ que ha-bía estado informando desde el bal-cón durante casi todo el conflicto, pe-ro que se encontraba en su despachodel hotel cuando sonó el impacto delobús, reiteró esa misma versión: “Es-tábamos todos en los balcones obser-vando la batalla… Hubiéramos vistoa cualquier francotirador en el edifi-cio. Se pueden imaginar lo afectadosque nos encontramos todos”, y aña-

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día que los compañeros que antes ha-bían estado en el tejado tampoco in-formaron de actividad de francotira-dores ni de disparos. Otros periodis-tas descartaron la información ofre-cida por varios oficiales norteameri-canos que indicaban la presencia deun búnker iraquí cerca del hotel.

El teniente coronel De Camp, enel transcurso de una entrevista con-cedida el 10 de abril a Los Angeles Ti-mes, tras recordar que había habladocon el periodista francés A. Jaulmesy ofrecer disculpas por lo ocurrido(“lamento decirlo, pero soy el tipo quemató a los periodistas”), reconocióque se había tomado la decisión apro-piada y señala no haber tenido elec-ción, ya que había combatientes ira-quíes apostados en búnkeres en losbajos del hotel que abrieron fuego defusiles AK-47 y RPG contra su unidad,razón por la que se vieron obligadosa defenderse. En un artículo publica-do ya con anterioridad en el mismomedio, el capitán Wolford asegurabahaber dado la orden de hacer fuegocontra el hotel después de que unode sus artilleros de carro se dieracuenta de que alguien les observabacon prismáticos desde dicho estable-cimiento.

En una línea similar, el capitán co-mentó también a ese medio haber re-cibido datos de los servicios de inte-ligencia que indicaban la presenciade personas armadas con RPG en labase del hotel. Y el periódico, citan-do fuentes militares, señalaba que en

ese momento la unidad de Wolfordse encontraba bajo fuego de morterodesde la ribera del río donde estabael hotel. Pocos días después el capi-tán hizo saber a Jean-Paul Mari, de LeNouvel Observateur, que su unidad ha-bía entrado en acción durante una“reyerta” de varias horas la mañanadel 8 de abril y que sufrieron fuegointenso del enemigo al avanzar haciael este del puente Al Jumhuriya. Ade-más, dos de sus hombres habían sidoheridos ese día, y sus carros fueronblanco de cohetes lanzados desde va-rias direcciones, incluida la zona delPalestina. Explicó a la revista que seencontraba detrás del carro y que, sibien no sabía de dónde procedían losdisparos, como sus hombres vieron aun individuo con prismáticos que al-gún miembro de la unidad identifi-có como observador o vigía de artille-ría, autorizó a abrir fuego.

Define aquel momento como el dela resistencia “más dura” desde la en-trada en Bagdad: “Cada uno de susAbrams recibió al menos un disparodirecto […] No sabemos de qué alturapartió. Los disparos llegaban desdeese lugar, entre otros, y devolví el fue-go sin dudarlo. Esa es la regla. Delan-te había un edificio especialmente ac-tivo, desde el que disparaban cohetesy misiles. Llevábamos horas en plenabatalla, con fuego sin cesar. Veinteminutos después supe que le había-mos dado al hotel de los periodistas”.Al ser preguntado sí sabía que allí sealojaban los informadores, dice “No,

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yo no recibí ninguna información deeste tipo”. Y sobre su estado de áni-mo, responde: “Me siento mal, mishombres se sienten mal”.

Citando al propio Wolford, el re-ferido medio proseguía su relato: “Yo,el fuego lo devuelvo… Sin dudarlo, esla regla. Veinte minutos después meenteré de que habíamos disparadocontra un hotel lleno de periodistas”.En la entrevista, tras reconocer queinformó a Crittenden de que el hotelno estaba marcado en sus mapas, elcapitán mantiene que el cuartel ge-neral de mando no le informó de lapresencia de periodistas en el edifi-cio. “No me imagino ni por un ins-tante que cualquier información delcuartel general de división no me lle-gara”. Con posterioridad se publica-ron declaraciones del sargento Gib-son en las que afirma que él tampo-co tenía constancia de que el edificioestuviera lleno de periodistas.

Éstos reflexionaron sobre los mo-tivos para explicar el ataque contrael hotel y, así, mientras algunos esti-man que fue un accidente lamenta-ble causado por un jefe de carro, otroslo consideran una acción temerariade las fuerzas norteamericanas, o in-cluso un acto intencionado de intimi-dación contra los periodistas. Organi-zaciones internacionales dedicadas ala defensa de la libertad de prensaelevaron inmediatamente protestascontra el incidente.

En una carta fechada el mismo día8, dirigida al secretario de Estado D.

H. Rumsfeld, el CPJ hace notar que“existen fuentes en Bagdad que ma-nifiestan profundo escepticismo fren-te a informaciones que indican quelas fuerzas norteamericanas se encon-traron bajo fuego proveniente del ho-tel Palestina, e incluso, si esto fueracierto, las pruebas indican que la res-puesta de las fuerzas norteamericanasfue desproporcionada y quebranta lalegislación humanitaria internacio-nal (Convenciones de Ginebra)”, e ins-ta al Pentágono a “iniciar una inves-tigación inmediata y detallada de es-tos incidentes y hacer públicos los re-sultados”. En respuesta a dicha carta,la portavoz del Pentágono, V. Clarke,se dirigió el 14 de abril a J. Simon, di-rector en funciones del CPJ, hacién-dole saber que “las fuerzas de la coa-lición se encontraron bajo fuego y ac-tuaron de manera defensiva al devol-ver el fuego”. La portavoz aceptó laresponsabilidad de su Departamentopara actuar con precaución en el cam-po de batalla, pero observó que ha-bían avisado a los medios de que Bag-dad sería un lugar “especialmente pe-ligroso” y que deberían retirar a susperiodistas de la ciudad.

En referencia al incidente del ho-tel Palestina, el CPJ recuerda que laúltima comunicación oficial recibidadel Gobierno norteamericano fue unacarta del secretario de Estado, C. Po-well, dirigida a la ministra de Exte-riores española, Ana Palacio, con fe-cha 21 de abril. En ella, Powell decíaque un análisis militar del incidente

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indicaba que el carro norteamerica-no disparó en respuesta a “fuego ene-migo que parecía provenir de un pun-to que posteriormente se identificó co-mo el hotel Palestina” y concluía se-ñalando que “el uso de la fuerza es-tuvo justificado y el nivel de fuerzafue proporcional a la amenaza con-tra las fuerzas norteamericanas”. A lasemana siguiente, durante una visitaa España en el momento en que losmedios nacionales hervían de rabiapor la muerte de Couso, Powell repi-tió que las tropas norteamericanas nohabían actuado mal y aseguró que suGobierno investigaría el incidente.

Sin embargo, a tenor de lo recogi-do en el informe, ninguna pruebaapoya la posición norteamericana deque las tropas devolvieron el fuegoenemigo que provenía del Palestina,versión que entra en conflicto con eltestimonio directo de los periodistasallí alojados. Aunque todo indicabaque al disparar el obús el carro apun-taba a lo que se pensaba era un ob-servador iraquí, hay interrogantes. ElCPJ plantea preguntas del tipo: ¿esposible que un tanquista observe auna o varias personas que llevan pris-máticos, espere 10 minutos a que leautoricen el tiro, según manifestó elsargento del carro, y en ese tiempono se dé cuenta de la presencia de pe-riodistas con cámaras y trípodes enotros balcones y en el tejado, ni delrótulo de gran tamaño ‘Hotel Palesti-ne’? Además, el vídeo que grabó elequipo de France 3 muestra que esa

mañana el carro, antes del disparo,había apuntado el tubo hacia el ho-tel, pero giró y se retiró, lo que indi-ca que comprobaron la presencia deperiodistas en los balcones.

Según Tomlinson, los esfuerzosque realizó Gibson para informar dela posición del supuesto vigía se pro-ducían mientras el coronel Perkinsintentaba contactar con el hotel pa-ra evitar bombardearlo durante unataque aéreo. Entonces ¿por qué nole dieron instrucciones al comandan-te de la unidad de carros para que com-probara el blanco y se asegurara deque no era el hotel Palestina? Inclu-so, antes de ese momento, ¿por quéno se informó a las unidades milita-res de la presencia de un emplaza-miento civil de importancia en el cam-po de batalla? Las comunicaciones porradio captadas por Tomlinson, juntocon la reacción de Perkins a raíz deldisparo, plantean dudas referidas a loadecuado de las medidas tomadas pa-ra evitar el disparo. Queda claro quePerkins estaba preocupado por la po-sibilidad del ataque al hotel, y DeCamp estaba enfadado y molesto des-pués del disparo, Tomlinson señala quePerkins le dijo que, después de lo su-cedido, había dado orden de no ata-car el hotel bajo ninguna circunstan-cia, por lo que, si ése era su objetivo,y sus comentarios al periodista de-muestran que realizaba ímprobos es-fuerzos para evitar un raid aéreo con-tra el hotel, cabe preguntarse: ¿quéle impidió ordenarlo a las tropas?

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2EL INFORME DE REPORTEROS SIN FRONTERAS

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El teniente coronel De Camp pa-recía estar tan furioso después del ata-que que ordenó a Wolford el cese elfuego y se desplazó a la zona parareunirse con él. El CPJ se preguntapor los temas que trataron, algo quesólo una investigación transparentey concienzuda puede averiguar. Final-mente, hay comentarios de Wolfordque contradicen sus palabras y los tes-timonios de otros oficiales, sobre to-do cuando declara en entrevistas conla prensa que disparó de inmediato,aunque el jefe de carro afirma quepasaron unos 10 minutos entre el mo-mento en que informó de la presen-cia del vigía y la orden de disparo. De-claraciones confusas cuando dice, poruna parte, que el carro que disparó

al Palestina estaba “devolviendo” fue-go, pero por otra afirma en otras oca-siones que el carro disparó contra unvigía con prismáticos, razón por laque vuelve a preguntarse: ¿y no po-dría incluso ser que el carro apuntóa otro blanco y falló el tiro? o ¿quéversión es la correcta? Para el CPJ, és-tas y otras preguntas sólo las podíaresponder el Pentágono, con una ex-plicación completa y pública sobrecómo se desarrollaron los hechos el8 de abril de 2003. A pesar de que elsecretario de Estado, Colin Powell,afirmó en abril que el incidente se-guía bajo análisis, existen pocos indi-cios de que una investigación com-pleta, detallada y pública se comple-te con rapidez.

Según el informe anual de RsF, hechopúblico el 6 de enero de 2004, al Ejér-cito de EEUU se le podía considerarresponsable de la muerte de al me-nos cinco periodistas en Iraq, si biensería difícil de probar ya que “en nin-gún caso una investigación digna deese nombre ha aclarado las circuns-tancias de esos dramas”. Pocos díasdespués, la misma organización hizopúblico otro informe de 30 páginas

titulado “Dos muertos (asesinatos, decíaEl País) para una mentira”, redactadopor el periodista de Le Nouvel Observa-teur Jean-Paul. Mari, en el que acusa-ba al Gobierno de Washington de serresponsable de la muerte de los dosperiodistas que habitaban el hotel Pa-lestina de Bagdad –Couso y Protsyuk–,y de las heridas provocadas a otrostres, al estimar que la tesis oficial dela “legítima defensa en respuesta a los

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disparos directos” que provenían delhotel, “inmediatamente avanzada,afirmada y mantenida hasta el másalto nivel del Estado americano”, fue“una mentira de Estado”, responsabi-lidad compartida por el Gobierno nor-teamericano y el cuartel general desus FFAA en Iraq.

Para RsF, al jefe de dicho cuartelgeneral y comandante de la 3ª Divi-sión de Infantería, general B. Blount,le correspondía una “grave responsa-bilidad”, la de no haber informado asus tropas de la presencia de perio-distas en el hotel, toda vez que el dis-paro contra el establecimiento “no esun disparo deliberado contra perio-distas o la prensa de Bagdad”, ya quelos militares americanos sobre el te-rreno no estaban informados de lapresencia masiva de periodistas en elestablecimiento, pues, “si lo hubiesenestado, no habrían disparado”. Enconsecuencia, la organización exone-ra de toda responsabilidad al capitánWolford, que autorizó el disparo, y alsargento Gibson, que lo pidió y eje-cutó.

Para Jean-Paul Mari, la presenciade periodistas en el hotel, conocidapor el general Blount, “nunca fuemencionada a las tropas sobre el te-rreno, ni señalizada en los planos delos observadores de artillería”, por loque “la cuestión es saber si esta infor-mación fue retenida voluntariamen-te por desprecio o por negligencia cri-minal”. A su juicio, “a nivel superior,el poder político, es decir el Gobier-

no americano, comparte esa respon-sabilidad” y, según él, “sus dirigenteshan hecho regularmente declaracio-nes sobre el estatuto de los correspon-sales de guerra en Iraq que habían trans-mitido a todos los escalones, lo queconstituye la crónica de un dramaanunciado”.

RsF establece que el Gobierno nor-teamericano había buscado durantela guerra de Iraq crear un doble esta-tuto para los periodistas; de una par-te, los que estaban embedded, integra-dos entre sus tropas, a los que se ase-guraba la protección, y de otra los de-nominados independientes, a los queera preciso sacar de la manera másrápida posible del teatro de operacio-nes. En ese sentido, cabe recordar que,días después de su entrada en Bagdad,la 3ª División de Infantería rindió ho-menaje a los ocho compañeros falle-cidos en el conflicto y también a lostres periodistas muertos empotradosen la unidad: D. Bloom (NBC), Ch. Lie-big (Focus) y J. Anguita Parrado (El Mun-do). En el discurso que dirigió a lospresentes, el coronel Perkins dijo:“Existen razones valiosas por las quemorir. La libertad es una de ellas”, yañadió: los periodistas “se ganaronnuestro respeto porque soportaron al-gunas privaciones con el fin de infor-mar de lo que sucedía en el frente debatalla”.

De vuelta al informe de RsF, ésteconsidera que la investigación “final”del Ejército de EEUU sobre este asun-to “no es tal”, por lo que pide “reto-

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mar las investigaciones para respon-der a las verdaderas cuestiones queplantea la doble muerte del hotel Pa-lestina” y rechaza el resultado de lainvestigación del Ejército estadouni-dense que, el 12 de agosto de 2003,eximió de toda responsabilidad a sussoldados, ya que sus portavoces ocul-taron “que sus militares sobre el te-rreno nunca fueron informados de lapresencia masiva de periodistas en elhotel Palestina”.

En base al resultado del citado in-forme, el Gobierno de EEUU mintiócuando, tras el disparo, aseguró quesus soldados habían actuado en legí-tima defensa respondiendo a “dispa-ros enemigos procedentes del hotel”.Y volvió a mentir cuando tuvo quesustituir “los disparos directos por lanoción de un equipo de cazadores-asesinos que justificaría la legítimadefensa”. Al reportero de Telecinco J.Sistiaga, compañero de Couso ymiembro de la ejecutiva española deRsF, le parece un informe excelentepero considera que no puede en ab-soluto exonerarse de responsabilidada Wolford y Gibson, sobre todo cuan-do este último cambió el proyectil desu tanque (por un obús high explosiveque explota al acercarse al objetivo)antes de disparar.

El presidente español de RsF, Fer-nando Castelló, con ocasión del díade la libertad de expresión, en un ar-tículo publicado en El País (3-V-04),analizaba la responsabilidad de EEUUa la hora de esclarecer las muertes de

reporteros de guerra en Iraq, conflic-to en el que, desde su comienzo, ha-bían fallecido 23 periodistas, 5 deellos en 2004 y 10 a causa del fuegode las FFAA norteamericanas. Recuer-da que ni el Gobierno ni el Ejércitode EEUU, tras investigaciones cerra-das a cal y canto que, coincidente-mente, concluyen que las tropas ac-tuaron en “situación de legítima de-fensa” y “de acuerdo con las reglas”,han reconocido responsabilidades endichas muertes y que el portavoz delPentágono, V. Brooks, llegó a afirmar:“Nosotros no conocemos todos los lu-gares donde operan los periodistasdurante los combates; sólo conoce-mos las posiciones de aquellos quetrabajan con nosotros”, lo que, a sujuicio, equivale a crear un “doble es-tatuto” para los periodistas, según es-tén o no integrados entre las fuerzasatacantes: los “protegidos” y los “ig-norados”, lo cual viola la necesariapluralidad informativa y las Conven-ciones de Ginebra.

Con arreglo a ese planteamiento,no le extraña que la situación del ho-tel Palestina no estuviera señalada co-mo non firing zone (zona vedada de ti-ro) en los mapas militares, ni que lainformación sobre la presencia masi-va de periodistas en el hotel no fue-ra comunicada a las unidades blinda-das que dispararon centenares de pro-yectiles contra la orilla este del Tigris,donde estaba el Palestina. Dado quetodavía no se había hecho una en-cuesta oficial fiable y en profundi-

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dad, sigue amparándose en la reali-zada por RsF, que establece la respon-sabilidad principal por negligenciacriminal, del general Blount, por nohaber comunicado al mando sobre elterreno, ni señalar en los mapas desus artilleros, la presencia de perio-distas en el hotel, edificio que debe-ría haber sido declarado non firing zo-ne según las convenciones de Gine-bra, así como del Gobierno norteame-ricano, por inducción no menos ob-jetivamente criminal, al advertir a losperiodistas no integrados entre sus

tropas de que se atuvieran a las con-secuencias y no reprender siquiera aquienes los mataban.

Para tratar de conocer lo sucedi-do, y exigir las correspondientes res-ponsabilidades, recuerda que, ade-más de apoyar jurídicamente a la viu-da de Couso, RsF se ha personado enla causa abierta ante la Audiencia Na-cional por el fallecimiento del cáma-ra y ha presentado ante el Congresode EEUU, en nombre de seis familiasde las víctimas, una petición de escla-recimiento de dichas muertes.

3LA FAMILIA DE COUSO

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En un primer comunicado, la fami-lia del cámara español consideró loocurrido “un brutal crimen de gue-rra, ya que viola el protocolo adicio-nal de la Convención de Ginebra”, ra-zón por la que exigía “una investiga-ción internacional que esclarezca demanera creíble y fehaciente los dudo-sos motivos que ha rodeado tan bru-tal asesinato”, y anunciaba la presen-tación de una querella contra lasFFAA de EEUU, el ministro de Defen-sa español y el presidente del Gobier-no J. Mª. Aznar. Al mismo tiempo, des-de Telecinco se pedía al embajador de

EEUU en España la apertura de unainvestigación que “aclare de forma vá-lida y creíble las circunstancias enque se produjo” la muerte de Cousoy se entregó un escrito en el Ministe-rio de AAEE español en el que exigíala presentación de una queja diplo-mática ante el Gobierno de EEUU yque el departamento informase a lafamilia de las causas y circunstanciasdel fallecimiento, le comunicase lasgestiones de la investigación y la res-puesta oficial que le fuese facilitada.La ministra reiteraba que el Gobier-no ya había pedido esa información

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y, en función de la respuesta, “toma-rá las medidas que estime oportunas”.

El portavoz de la familia, despuésde reconocer que habían decididoprudencia tras una conversación conel vicepresidente Rajoy, exige una rec-tificación a la ministra Palacio porhaber declarado que “aun en el casode que fuera un error de un blinda-do, no es una cuestión para condenara un país, no tiene entidad desde elpunto de vista del Gobierno”. El por-tavoz califica de “imprudente” a laministra y pide que “se calle si no sa-be explicarse y se entere de lo que sa-be la opinión pública, las declaracio-nes de los jefes de la unidad america-na en las que se responsabilizan delo ocurrido”. Agrega que la ministradice que “hay versiones contradicto-rias”, cuando todos los compañerosde Couso son unánimes al reconocerque no hubo disparos desde el hotel,además de que era un hecho “sobra-damente conocido” para EEUU, queel hotel estaba ocupado por numero-sos periodistas extranjeros.

Califica de “surrealista” la cartaque el secretario de Estado, Colin Po-well, remitió a la ministra, en la quejustificaba la muerte de Couso, almantener la primera versión, “no hahabido implicación de ningún tipo”.Y asegura que no es de recibo decirque está justificado abrir fuego con-tra un hotel lleno de periodistas cuan-do, según los testimonios de testigosy periodistas, no había francotirado-res ni soldados iraquíes. “Es una men-

tira”, pues el portavoz, como perio-dista y militar, sabe “cómo funcionaesto”, más aun cuando el propio có-digo militar norteamericano indica que,“incluso en tiempo de guerra, la gen-te es responsable”. Considera que esaversión “vuelve a matar la verdad yla justicia” y critica al Gobierno espa-ñol por incumplir sus promesas yaceptar la verdad preliminar sin cues-tionarla, razón por la que pide “el am-paro de la Corona en su papel mode-rador”, así como el de la sociedad es-pañola, para respetar a la verdad y lajusticia.

Tampoco comprende la posturadel Gobierno español, “defensor de lamentira” que “quiere dar carpetazoigual que ha dado el propio Colin Po-well”. Le recuerda “la enorme respon-sabilidad” que tiene en “la defensa dela verdad y la justicia [así como] quetiene que mostrar una postura máshumana”, recordando que su princi-pal objetivo es “asegurar la situación”de la viuda y los dos hijos del perio-dista. El portavoz de la familia Cou-so exige “por enésima vez” amparodel Ejecutivo, que “no acepte la insul-tante respuesta del Gobierno ameri-cano, que ofende la inteligencia de lasociedad”, y también del Parlamentopara que inste del Gobierno una in-vestigación, así como a la Fiscalía Ge-neral del Estado y el Poder Judicialpara que se haga justicia por tan “bru-tal crimen”, petición que hacen ex-tensiva a los medios y a todas las aso-ciaciones de periodistas para que con-

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tinúen “su férrea defensa del univer-sal y constitucional derecho a la in-formación”.

El portavoz de la familia subraya,finalmente, que no hacen responsa-ble de la muerte al Ejecutivo español,porque Couso se encontraba allí in-dependientemente de que Españaapoyase o no la guerra, pe-ro sí denuncia la actitud de“abandono y desamparo” ala que se ven sometidos porla petición de responsabili-dades “del tremendo cri-men cometido”, por lo queexige al presidente Aznarque, al regreso de su entre-vista con Bush, traiga un in-forme del Pentágono “en elque diga la verdad de lo quepasó (…), los nombres de losresponsables y las disculpasoficiales”.

Al cumplirse un mes desu muerte, familiares, ami-gos y compañeros de Cou-so se concentraban ante elMinisterio de Asuntos Exte-riores para reclamar una investiga-ción, acto que repitieron por la tardeante la embajada de EEUU. Su herma-no calificó lo sucedido como “crimende guerra contra la prensa” y pidióque se investigase y se hiciese justi-cia, planteando la posibilidad de so-licitar una compensación a EEUU yun juicio a los culpables. Informa queun equipo de abogados estudia la po-sibilidad de interponer una denun-

cia, si bien reconoce que los soldadosnorteamericanos “juegan con impu-nidad”, ya que su Gobierno no firmóel Protocolo Adicional I de 1977 (GPI),que alude a civiles e incluye a los pe-riodistas.

Otro de los hermanos de Couto le-yó un comunicado en el que critica-

ba tanto la postura del Gobierno deEstados Unidos como del español, cu-yo papel, aseguraba, “ha sido vergon-zoso, tanto con la familia de José co-mo en el tratamiento público de lanoticia”. Añadía: “desde los continuosdesatinos de Ana Palacio hasta la ca-nalla indiferencia de José María Az-nar, la familia Couso no sufre másque un calvario de desamparo y hu-millación”. También dice el comuni-

La viuda de Couso, Dolores Jiménez, junto a suscuñados David (izquierda) y Javier, ante la embajadade EEUU. ALBERTO MARTÍN, EFE

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4REACCIÓN DEL GOBIERNO ESPAÑOL

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cado que, con el ataque al hotel Pa-lestina, Estados Unidos intentó “inti-midar a la prensa, silenciarla y expul-sarla”, afirmación avalada por el he-cho de que el disparo del tanque fue

realizado “sin prisa y con precisióncalculada”. La familia Couso espera,con este tipo de actos, convertirse enuna “continua pesadilla” para el Go-bierno.

De las reacciones que produjo el su-ceso del hotel Palestina, merecen re-saltarse las de la familia de Couso yde sus compañeros de profesión, quie-nes movilizaron a la opinión públicay obligaron a las autoridades a impli-carse en el tema. En un primer mo-mento, el gobierno español anuncióque intentaba “recabar información”sobre lo sucedido, sin confirmar la pre-sentación de queja diplomática algu-na. El presidente Aznar declarabaque, tras recibir de Bush “su pesar ysolidaridad” por una “desgracia terri-ble” de la que hacía responsable al ré-gimen iraquí, recordaba a los perio-distas los “riesgos que se corren” enel ejercicio de la profesión en tiem-pos de guerra.

El ministro de Defensa, FedericoTrillo, señalaba en el Senado que, an-te versiones contradictorias sobre losucedido (la del Pentágono, de que sedisparó tras un ataque por francoti-

radores desde el hotel, y la que faci-litó el mando norteamericano en Qa-tar al Ministerio de Defensa español,relativa a la declaración del hotel co-mo ‘objetivo militar’ dos días antes,tras detectarse reuniones de iraquíesen su interior) “no estamos en la zo-na, ni tenemos tropas de combate, nipodemos tener mayores garantías quelas de enfatizar que son ejércitos queactúan con arreglo al derecho inter-nacional”, calificando los hechos de“gravísimo error” y dando por buenala versión del Pentágono de un ata-que no premeditado, aun cuando, an-te una pregunta de un periodista so-bre si se había presentado algún tipode queja a EEUU, dijo: “Ya lo hicimosayer”. Ese mismo día, en el Congre-so, el ministro aseguraba que en elhotel “había fedayines y equipos delMinisterio de Información iraquí”, da-to que dijo haber oído de boca de pe-riodistas españoles allí alojados y del

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propio compañero de Couso, Sistiaga,argumento éste esgrimido por EEUUpara declarar el hotel ‘objetivo mili-tar’, si bien insistió: tal circunstancia“no justifica un gravísimo error queespero sea investigado hasta el final”.

Por su parte, la ministra Palacio,tras admitir que había reclamado in-formación al Gobierno deEEUU, reconocía que no erauna solicitud de explicacio-nes “en sentido diplomáti-co”, ni exigía una investi-gación oficial o personarseen la que de oficio habíanabierto las FFAA norteame-ricanas, a pesar de que lamuerte de los dos cámarasse produjo en “circunstan-cias sorprendentes”. En sudeclaración, se limitaba aexpresar su pesar por “to-das las víctimas que se es-tán produciendo en Iraq,las víctimas en términosgenerales de todas las gue-rras que pueda haber en elmundo y las víctimas tam-bién del terrorismo”. Al díasiguiente de la muerte de Couso, unportavoz de Exteriores informaba quePalacio había hablado dos veces conPowell y estaba estudiando la formade que seis periodistas que deseabansalir del hotel Palestina pudiesen ha-cerlo, ya que estaba “tomado por losiraquíes y era objetivo militar”.

Sin embargo, el Gobierno no alu-dió a la versión del mando de Qatar

y se limitó a señalar que sólo teníaconocimiento de que era peligrosopermanecer en Iraq, por lo que reco-mendó por dos veces abandonar elpaís, sobre todo después de conocerque un grupo de periodistas teníapensado organizar un convoy para sa-lir de Bagdad hacia Jordania. Mien-

tras Javier Arenas, ministro de Admi-nistraciones Públicas, considerabaque “ya se han dado las explicacionespedidas; ahora hay que concentrarseen atender a su familia”, el vicepresi-dente M. Rajoy subrayaba, en referen-cia a la carta de Powell, que EEUU yahabía contestado a España “al máxi-mo nivel posible”.

Durante su visita a Madrid, el 1 de

Protesta de los fotógrafos en el Congreso, ante losescaños del Gobierno. SERGIO PÉREZ, REUTERS/EFE

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5REACCIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

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mayo, y ante las preguntas de los pe-riodistas, el secretario de Estado Po-well dijo: “Seguimos investigando” losucedido, así como que hablaba cons-tantemente con Rumsfeld y el gene-ral T. Franks en busca de datos por“si ocurrió algo inapropiado”. Y con-cluía: “Fue un terrible accidente. Real-mente creemos que fue un trágico ac-cidente de guerra. Sabíamos lo queera aquel hotel, y por eso no había si-do atacado en los bombardeos aére-os, pero aquel día tuvimos una bata-lla en tierra cuando jóvenes soldadosamericanos fueron atacados muy gra-

vemente con riesgo para sus vidas. Enel calor de la batalla, dispararon y die-ron al hotel en el que estaban el se-ñor Couso y otros. No creemos quenuestros soldados sean culpables, por-que actuaron en autodefensa y utili-zaron la fuerza adecuada en esa cir-cunstancia”. Por su parte, Ana Pala-cio destacó que la muerte de Cousofue “una tragedia para lo que signifi-ca el derecho a la información ennuestras democracias” y afirmó que“el Ejército de Estados Unidos es ri-guroso en el control de este tipo desituaciones”.

Tras los debates que había provocadola decisión del Gobierno español deimplicarse de forma directa en el con-flicto, en contra de la mayoría de laopinión pública, los distintos grupospolíticos aprovecharon el suceso pa-ra atacar al Ejecutivo y al grupo po-lítico que lo apoyaba. Así, en el Plenodel Congreso del 29 de abril, con lapresencia de los familiares de Cousoen la tribuna, se abordó el tema delas muertes de éste y de Anguita Pa-rrado, donde, además de rendir ho-menaje a ambos, se produjo un deba-

te que terminó con la negativa delPartido Popular (PP) a votar una con-dena de la “acción militar” que pro-vocó la muerte de Couso.

Respecto a ésta, la diputada Bego-ña Lasagabaster (EA) habló de crimende guerra e Ignacio Guardans (CiU),tras recordar la existencia del DIH entiempo de guerra, puso de manifies-to que el Gobierno tenía la obligaciónjurídica y moral de exigir una inves-tigación por la muerte de un ciuda-dano español. Todos los grupos de laoposición aceptaron una enmienda

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de CiU en la que se lamentaba lamuerte de los dos periodistas, se con-denaba la acción militar que provo-có la de Couso y se exigía a EEUU una“investigación exhaustiva, con deter-minación de responsabilidades”. Elrepresentante del PP, Gustavo de Arís-tegui, calificó a los muertos de “hé-roes de la libertad de expresión” y dioseguridades de que el Go-bierno estaba intentandoesclarecer los hechos a la vezque estudiaba “cómo arti-cular las necesarias y justascompensaciones”.

Los partidos de la oposi-ción reclamaron al Gobier-no en el Parlamento queexigiese una respuesta aEEUU por este “crimen deguerra”. El PSOE anuncióque buscaba apoyos en laoposición para que el Ple-no del Congreso, donde sedebatirían varias proposi-ciones no de ley sobre lasmuertes de Anguita Parra-do y Couso, incluyese unacondena del “crimen deguerra” que fue la muertedel segundo de ellos. Su portavoz, Je-sús Caldera, criticó las explicacionesde Powell y rechazó la “excusa” conla que EEUU había explicado la muer-te de Couso –dispararon porque “res-pondían a fuego enemigo”–, recla-mando una “condena moral y ética”de lo ocurrido y que se exigiesen lasresponsabilidades previstas en los

convenios internacionales. Confiabaque el Gobierno apoyase la iniciativay “no conduzca a la ignominia” de nocondenar esa acción.

Por parte de IU, su coordinador ge-neral, Gaspar Llamazares, calificabade “burla” las explicaciones de Powell,criticaba las “falsedades y excusas delPentágono” y afirmaba que la “impli-

cación” del Gobierno español en la gue-rra “le hace responsable subsidiariopolítico y civil del asesinato de JoséCouso”. Días después, tras constatarque el Gobierno “intenta echar tie-rra” sobre ambas muertes y que el Mi-nisterio de Asuntos Exteriores “estámás por tapar responsabilidades quepor presionar a EEUU para que inves-

Diputados y personal del Congreso guardan cincominutos de silencio en homenaje a Anguita Parradoy Couso. GUSTAVO CUEVAS, EFE

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tigue lo sucedido”, Llamazares decla-raba que IU solicitaría la constituciónde una comisión parlamentaria de in-vestigación para aclarar las circuns-tancias y las posibles responsabilida-des en el fallecimiento de los dos pe-riodistas españoles, y consideraba lamuerte de Couso un “asesinato cla-ro”.

El 25 de noviembre se produjo unabronca parlamentaria en el Congre-so de los Diputados, al rechazar elPartido Popular una proposición node ley firmada por todos los gruposparlamentarios de la oposición en laque se pedía la condena de la muer-te de Couso y una investigación de lamisma, así como que el Gobierno re-conociese institucionalmente el tra-bajo de ese y los demás periodistas muer-tos en la guerra de Iraq. A fin de re-vestir el debate de cierta solemnidad,todos los portavoces de la oposiciónsubieron a la tribuna, en lugar de in-tervenir desde sus escaños. En tantoManuel Marín (PSOE) denunciaba queel Gobierno estaba iniciando un len-to proceso de rectificación en sus po-siciones sobre la guerra de Iraq y pe-día que resolviese el problema de lafamilia de Couso y se hiciese justiciasobre lo ocurrido, Ignacio Guardans,en un tono de gran dureza, exigía queel PP reclamase una investigación “ri-gurosa e independiente” y que deja-se de considerar a Couso como unmuerto “de segunda”. Desde IU, Feli-pe Alcaraz se preguntaba por la “es-cala moral” de un Gobierno que ni si-

quiera condenaba lo ocurrido, mien-tras Luis Mardones (CC) recordaba quelas leyes militares norteamericanasharían posible la investigación y, ensu caso, la condena de lo ocurrido.

En defensa de las tesis del Gobier-no intervino Gustavo de Arístegui(PP), quien tuvo que llevar a cabo suintervención en medio de una granbronca, al comenzar pidiendo unaplauso de su grupo como homena-je a Couso y al resto de periodistasmuertos en Iraq, lo que motivó que,mientras los populares aplaudían, losde la oposición aporreasen los esca-ños en señal de protesta, repetidacuando sostuvo que no se puede efec-tuar una condena cuando los hechosno están claros, rechazando que elGobierno español fuese “seguidista”del de EEUU. Igual reacción se produ-jo cuando la presidenta anunciaba elresultado de la votación, en la que elPP se quedaba, una vez más, solo fren-te a los demás grupos parlamenta-rios.

Con ocasión del primer aniversa-rio del ataque al Palestina, al ser pre-guntado por si creía que pudiese exis-tir predisposición por parte del nue-vo Gobierno socialista para convocaruna comisión de investigación sobrela muerte de Couso, Llamazares afir-maba que “parece ser que existe” yque ésta era “favorable”. Explicó queIzquierda Unida había pedido al mi-nistro de Asuntos Exteriores, MiguelÁngel Moratinos, que exigiese al Go-bierno norteamericano, “de manera

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6REACCIÓN DE LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES

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inmediata, la responsabilidad y la cla-rificación del asesinato de José Cou-so”, añadiendo que la petición incluíaque se estudiase la posibilidad de re-conocer a la familia de Couso como

“golpeada por un atentado, en este ca-so de terrorismo de Estado” algo que,a su juicio, “parece ser que va a serestudiado porque hay una predispo-sición favorable”.

Los sucesos del hotel Palestina tuvie-ron amplio eco internacional. De in-mediato al ataque del día 8 de abrilun portavoz de la Comisión Europeaanunciaba gestiones ante el Gobier-no de EEUU para aumentar la protec-ción de los periodistas en Iraq y re-cordaba que la Convención de Gine-bra protege el trabajo de los informa-dores en zonas de conflicto y que “to-mar a los medios como objetivos vacontra la Convención”.

La sección española de AmnistíaInternacional (AI) consideró que elataque al hotel violaba la Convenciónde Ginebra y, tres meses después dela muerte de Couso, responsables dedicha Sección entregaron a su fami-lia, ante la sede del Ministerio deAsuntos Exteriores, una postal sim-bólica que representaba las 40.000 pe-ticiones que ciudadanos españoles di-rigieron al presidente del Gobiernoexigiendo una investigación “inme-

diata, independiente e imparcial” so-bre la muerte del periodista, toda vezque había circunstancias no explica-das por las autoridades norteameri-canas. Un miembro de AI recordó queseguía sin aclararse la actuación delas tropas de EEUU en dicho suceso.

Desde Bruselas, la Federación In-ternacional de Periodistas denuncia-ba que “bombardear hoteles dondese alojan periodistas y señalar a me-dios árabes como objetivos son he-chos graves en una guerra lanzada ennombre de la democracia” y su secre-tario general, Aidan White, pedía una“investigación internacional e inde-pendiente” de los hechos. El CPJ re-mitió una carta a Rumsfeld en la queexpresaba su indignación por lamuerte de tres periodistas en Bagdadpor disparos de tropas estadouniden-ses, en especial por el misil que al-canzó la sede de la cadena de TV AlYazira y que mató a un cámara, lo que

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levantó sospechas de un ataque deli-berado. El Instituto Internacional dePrensa protestó ante Rumsfeld por elataque “de la forma más tajante” pa-ra exigir a su Gobierno que recuerdea sus tropas que todos los periodistasdeben disfrutar de protección. Si bienpuede llegar a aceptar que el cañona-zo contra el hotel pudo no haber si-do “deliberado”, califica de “brutal”el ataque contra la sede de Al Yazira.

La organización RsF declara estar“aterrorizada” e “indignada” por lo su-cedido y su secretario general, RobertMénard, afirmaba: “Estamos conster-nados por la gravedad de los ataquesestadounidenses contra los periodis-tas. En un solo día han muerto tres pe-riodistas por disparos del ejército nor-teamericano en Bagdad. Se sabía quelos lugares elegidos como blancos pa-ra los ataques albergaban a periodis-tas, ya que se trataba de las oficinasde Al Yazira y del hotel Palestina”.

En España, la Federación de Aso-ciaciones de la Prensa pedía al Go-bierno “una investigación minucio-sa” y recordaba que la Convención deGinebra ampara a los periodistas. Supresidente, Alejandro FernándezPombo, consideró “gravísimo” e “im-perdonable” el ataque contra el hotely añadió que, cada vez que muere unperiodista “es luto para toda la pro-fesión”. Por su parte, un grupo de 28periodistas españoles que cubrían laguerra desde Bagdad anunciaban queemprenderían acciones legales paraesclarecer la muerte de Couso, al con-

siderar que fue “un asesinato que vio-la todas las convenciones internacio-nales”. Los periodistas acreditados enel Parlamento español boicotearon lapresencia del presidente Aznar tantoen el Senado –dejaron sus útiles detrabajo en el suelo– como en el Con-greso de los Diputados, donde le die-ron la espalda cuando se sentó en elescaño y exhibieron fotografías deCouso, motivo por el que fueron des-alojados por los servicios de la Cáma-ra. El vicepresidente Rajoy aprovechóla ocasión para trasladarles un men-saje de comprensión del Gobierno porlos difíciles momentos que atravesa-ba la profesión.

La Federación de Sindicatos de Pe-riodistas puso de relieve la “situaciónde precariedad” en la que se encuen-tran muchos trabajadores de la infor-mación. Así, mientras a Anguita Pa-rrado se le permitió ir a Iraq comocorresponsal de guerra, a pesar de nopertenecer a la plantilla de El Mundo,respecto a Couso dice: “La cámara conla que ha filmado el horror de estaguerra era suya y él era su propia em-presa; esa cadena de televisión con-trató sus servicios y renovaba perió-dicamente ese contrato, pero no lo te-nía entre sus trabajadores de planti-lla”. También expresaron su pesar porlo sucedido la Asociación Nacional deInformadores Gráficos de Prensa y TV,la Casa Real, el Gobierno, los parti-dos de la oposición y presidentes deComunidades Autónomas.

El jurado de los Premios Ortega y

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Gasset de Periodismo acordó conce-dérselo a los periodistas españolesque cubrían el conflicto de Iraq, co-mo homenaje a los allí fallecidos.

Entre las reacciones de esos profe-sionales, cabe señalar las de A. Soti-llo (Abc): “Hemos hecho todo lo posi-ble para que esta vez no se haga rea-lidad ese viejo precepto de que la pri-mera víctima de la guerra es la ver-dad”; la de O. Rodríguez (Cadena Ser),para quien el premio reconoce que lapresencia de periodistas en las gue-rras “no sólo sirve para relatar y de-nunciar, sino también de salvaguar-dia frente a las atrocidades de uno yotro bando”; la de Ángela Rodicio(TVE), quien, tras recordar los inten-tos de los gobiernos norteamericanoy español para que los periodistasabandonasen Bagdad, aseguraba queéstos habían dado “una lección de in-dependencia y de rigor, en contra delas indicaciones del Pentágono y delGobierno español”, o la de María An-tonia Sánchez-Vallejo (Colpisa), quienexplicaba: los periodistas “pudimoshaber sido víctimas del fuego amigo,informativamente hablando, o de ladesinformación tendenciosa por par-te iraquí. Pero hemos resistido. Des-graciadamente, dos compañeros hansido víctimas reales, que no informa-tivas, de esta guerra”.

Precisamente, en el acto de entre-ga de los Premios Ortega y Gasset, el8 de mayo de 2004, el escritor mexi-cano Carlos Fuentes, en su discursotitulado ‘Ejercer el periodismo es ejer-

cer la libertad social’, dijo: “La listade periodistas victimados, más que fí-sicamente, en su dignidad profesio-nal, crece cada día. Phil Smucker, delChristian Science Monitor, de Boston, ydel Daily Telegraph, de Londres, fue ex-pulsado de Iraq por las autoridadesnorteamericanas. Su pecado: poneren peligro la guerra mediante repor-tajes demasiado precisos. El legenda-rio Peter Arnet fue destituido por lacadena televisiva NBC. Su pecado: ex-presar un punto de vista profesionalopuesto al punto de vista oficial. Untrío honorable de periodistas españo-les –Pachú, Pedro y Jon Ander– decla-raron ante la imposibilidad de infor-mar verazmente: ‘No somos corderosde un rebaño. No nos callarán’. […] Quégran triunfo. Pero qué doloroso triun-fo, cuando el corresponsal de la cade-na de televisión ABC tiene que aban-donar el frente antes el sesgo infor-mativo impuesto por el comando cen-tral de la invasión, […] cuando el co-rresponsal de The New York Times enDoha tiene que reprochar la falta deveracidad de las autoridades milita-res de ocupación, […] cuando el corres-ponsal mexicano de Televisa JoaquínLópez Dóriga tiene que denunciar lacontradicción entre los partes milita-res optimistas y la cruda realidad deuna campaña de costos imprevistos,[…] cuando dos de los mayores mediosde información británicos, la BBC yel diario The Independent, denuncianla exclusión de los corresponsales queno siguen la línea oficial de Bush y

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de Blair. Y qué razón asiste al filóso-fo español Eduardo Subirats cuandoafirma que estamos ante un totalita-rismo mediático caracterizado por lamanipulación a nivel planetario. […]A los periodistas censurados y obsta-culizados se añaden trágicamente losmuertos en el cumplimiento de sudeber: José Couso, de Telecinco, vícti-ma de la fuerza invasora; Julio Angui-ta Parrado, del diario El Mundo, vícti-ma de la fuerza defensora.”

Fuentes dijo más adelante: “LaGuerra del Golfo fue un espectáculoascético. Asistimos, noche a noche, aun espectáculo televisado a coloresen tiempo real. Hermosos fuegos deartificio. Nunca vimos los cadáveres.Esta vez, sí. Desde Qatar, la emisoraAl Yazira se ha encargado de disemi-nar las imágenes de la muerte y ladestrucción, tan cuidadosamente ma-quilladas hace 10 años. Esas imáge-nes llegan a 40 millones de árabesque han visto morir a sus hermanosen una contienda sin justificación,

como las vieron millones más en to-do el mundo, millones de ciudada-nos que se preguntar, a veces con lamayor buena fe, a veces partidariosde coalición británico-americana:‘¿Cuál entre todas las causas invoca-das es la causa justa?’”.

Para Fuentes, la respuesta es difí-cil, pues “en la guerra de la informa-ción, los atacantes necesitan satisfa-cer auditorios, tranquilizar clientes,amenazar, expulsar a los periodistasveraces y sellar alianzas cómplicescon los informadores sumisos. Losatacados, a su vez, se defienden conestudios móviles y antenas auxiliaresque suplen la destrucción de los in-muebles televisivos. Digamos que nila coalición británico-norteamerica-na ni el régimen de Bagdad eran due-ños de la verdad absoluta. Lo que im-porta es que haya más de una versióndel conflicto. Lo excelente es que lacredibilidad se haya vuelto más exi-gente y, en consecuencia, la manipu-lación sea menor.”

7EL REFLEJO EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Los medios más prestigiosos del mun-do aprovecharon lo sucedido para edi-torializar sobre los problemas del ejer-

cicio de la profesión en situacionesde crisis. Así, el Financial Times Deuts-chland, en su editorial del 9 de abril,

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titulado ‘En la línea de fuego’, seña-la que, tras esos incidentes, EEUU, queconocía la situación de las sedes deAl Yazira, atacada con dos misiles, lade Abu Dabi TV, con armas ligeras, yla del hotel Palestina, tiene que disi-par la sospecha de que los reporterosno sólo están sometidos al riesgo ge-neral de la guerra, sino que además“se les ha convertido intencionada-mente en objetivos militares” paraacelerar la victoria. En la psicologíade la guerra, los medios “son hoy másimportantes que nunca”, motivo porel que las imágenes que muestran laperspectiva iraquí son “una molestia”para EEUU. Sin embargo, dichos me-dios “no son un arma en el sentidode la Convención de Ginebra”. Cuan-do la política y los jefes militares di-fuminan los límites de lo que es unobjetivo militar, para los tropas sobreel terreno es “casi imposible protegera los civiles”. Recuerda que el bom-bardeo de la TV iraquí, al principiode la guerra, “ya fue una violación dela Convención de Ginebra”, de igualmodo que lo fueron los ataques a laemisora estatal de Belgrado en 1999y a la oficina de Al Yazira en Kabulen 2001, ataques que “ponen en peli-gro la credibilidad de EEUU”.

Al día siguiente, era el diario es-pañol El País el que comenzaba su edi-torial titulado ‘Hotel Palestina’: “Laocultación y la mentira son la conti-nuación de la guerra por otros me-dios”, para recordar que quienes ha-bían presentado esta guerra como “la

de la civilización contra la barbarie”,estaban obligados a esclarecer las cau-sas de las muertes provocadas por sustropas, en clara alusión a EEUU; cir-cunstancias que igualmente compro-metían al Gobierno español a exigirresponsabilidades, “sin limitarse aconvalidar las explicaciones del man-do militar estadounidense”, cuya ver-sión había quedado desautorizadapor los presentes en el lugar de loshechos. Que el edificio hubiese sidodeclarado ‘objetivo militar’ no sóloera “inverosímil” –nadie fue informa-do de tal eventualidad– sino que era“bárbaro”. Por ello, solicitaba que elministro Trillo exigiese a las autori-dades de EEUU una “investigación in-dependiente”, sin conformarse con laversión del Pentágono. Cuestiona queel alto mando militar de “un país res-petuoso con la libertad de informa-ción” hubiese dado la orden de dis-parar contra los periodistas, pero elque, ese mismo día, se hubiese ataca-do las sedes de dos cadenas árabes deTV “impide considerar lo ocurrido co-mo un simple error humano indivi-dual”.

Invoca, como hizo la FIP, el cum-plimiento del DIH, en concreto el GPI(no ratificado por EEUU), no sólo portratarse de personas civiles sino de“testigos imprescindibles para evitarla banalización de la guerra y la ocul-tación de sus efectos más terribles,que ninguna estadística podrá nun-ca reflejar”, de ahí la “vieja descon-fianza de los guerreros hacia los cro-

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nistas” y también los “intentos con-temporáneos de condicionar el traba-jo de los periodistas”. Recuerda có-mo, en la primera guerra de Iraq(1991), “apenas hubo imágenes rea-les”, unas fueron falsificadas por mo-tivos propagandísticos, otras sustitui-das por destellos fosforescentes. Y con-sidera que el acceso a imágenes rea-les del horror incide en el centro deldebate sobre la legitimidad de estaguerra, sobre la “proporción entre elmal que se pretende evitar y los su-frimientos ocasionados”.

Polémico resultó el artículo publi-cado por Hermann Tertsch en el mis-mo medio, titulado ‘Periodistas enguerra’, en el que, partiendo de que,aunque sea recibida con escepticis-mo, “cuando no con cinismo”, porgran parte de la opinión publica, re-conoce que las sospechas sobre la si-multaneidad de los ataques exige unaexplicación “y no un mero lamento”por parte de EEUU. Un gesto que po-dría paliar “la amargura generada porlas primeras reacciones de indiferen-cia” de dicho país, para, a continua-ción, referirse a “la irracionalidad yfanatismo de los adalides de la mora-lidad suprema del pacifismo”, quehan alcanzado cotas que amenazanla pérdida del norte para todos. Re-cuerda que, mientras la población ylos combatientes “no tienen opción”,los corresponsales de guerra están allí“por voluntad propia” y asumen el“riesgo de morir”, aunque las muer-tes de los dos compañeros hagan du-

dar de ello, ya que suelen ser profe-sionales sin contrato fijo, que sus di-rectores mandan sin seguro y a losque se obliga a pagar de su bolsillo elmínimo equipo de seguridad.

En su opinión, los periodistas deahora ya no se juegan la vida por lavocación de informar, sino por “ara-ñar unos titulares e historias que lespermitan mejorar su angustiosa si-tuación laboral y su dignidad”, a cau-sa de los “contratos basura, subcon-tratas y desprecios”. Critica el planterealizado al presidente del Gobiernoen el Congreso y se pregunta por quéno se hace lo mismo a sus empresasy, mientras que en el caso de Cousocree que fue a la guerra porque “notenía opción” y murió “sin dejar tes-timonio de las miserias de la profe-sión”, en el de Parrado habla del “obs-ceno rapto y comercialización” de quefue objeto por parte de su director,de igual forma que lo había sido elotro Julio (Fuentes), muerto en Afga-nistán.

Tras denunciar que Anguita Parra-do fue obligado a comprarse el cha-leco antibalas con su dinero, para po-der integrarse con las tropas nortea-mericanas, recuerda que las muertesde periodistas “conmueven al gremiomás que los goteos de muertes de al-bañiles”, algo lógico que, sin embar-go, no debería impedir ver “quiénesinstrumentalizan a los muertos paraatacar a las instituciones”. Días des-pués (el 23 de abril), y en el mismomedio, Tertsch publicaba otro artícu-

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lo –titulado ‘La rectificación’– en elque pedía disculpas por algunas delas acusaciones anteriores, al habersido desmentido en lo que se refería

a la compra del chaleco de Parrado,pero reafirmándose en la denunciade la “obscena precariedad” en quevive la profesión periodística.

Durante su participación en un cur-so de verano en Santander, el 3 de agos-to de 2003, el teniente coronel E. Ote-ro, puertorriqueño hijo de padres es-pañoles, decía en descargo de suscompañeros que, si bien no justifica-ba lo ocurrido, “la reflexión en la gue-rra no existe, nuestros militares sesintieron amenazados y dispararon”.Nueve días después, el Gobierno deEEUU enviaba a los gobiernos de Ucra-nia –que había solicitado a Washing-ton una investigación– y de España–que no la exigió, al aceptar desde elprincipio las disculpas presentadas–el informe con los resultados de la in-vestigación sobre las muertes de losdos periodistas –difundido por el Go-bierno de Kiev pero no por el de Ma-drid– y trasladaba sus condolencias alas familias de los dos periodistas.

El portavoz ucranio dijo que, se-gún ese informe, el disparo fue reali-zado “en defensa propia y en confor-midad con las reglas de combate. Los

soldados del carro de combate actua-ron siguiendo informaciones sobre lapresencia en el hotel de un francoti-rador que coordinaba el fuego porparte iraquí”, por lo que se exculpa-ba a las tropas de la 3ª División decualquier responsabilidad. Horas des-pués de hacerse público el informeen Kiev, el Gobierno español recono-ció haberlo recibido y dado trasladode una copia a la familia de Couso,que se mostró descontenta con la for-ma en que se le hizo llegar (sin mem-brete oficial y en inglés) y en desacuer-do con el resultado del mismo.

La reacción a los datos del infor-me oficial dada por el Gobierno deEEUU no se hizo esperar, comenzan-do por la familia de Couso que recha-zó de manera rotunda dicha versión.Así, su hermano Javier decía: “Quere-mos que el Gobierno ordene una in-vestigación independiente. Mientrastanto, vamos a continuar con nues-tras propuestas. Es una investigación

8EL INFORME OFICIAL

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de pacotilla y nos parece increíble quesea la primera respuesta que obtene-mos del Ministerio de Exteriores des-de que, el 10 de abril, nos dirigimosa la ministra para pedir explicaciones”.Desde otras instancias, mientras el se-cretario general de RsF, Ménard, se-ñalaba a France Press que la versiónera “falsa” y reclamaba una investi-gación independiente, portavoces deReuters solicitaban que se hiciese pú-blico el informe en su totalidad. Porsu parte, el PSOE, en una nota deprensa, calificaba el informe de “in-tolerable e inadmisible” y censurabala “absoluta frialdad, rayana en el des-precio, con que Exteriores trata a lafamilia”. Su portavoz, Jesús Caldera,decía que, al aceptar esas conclusio-nes, el Gobierno español estaba mos-trando “subordinación” y “acatamien-to” hacia los EEUU.

Tras ser preguntada en una confe-rencia de prensa, al día siguiente, so-bre si el Gobierno español iba a adop-tar algún tipo de medida, la ministraAna Palacio respondió que respalda-ba la versión del informe del Pentá-gono: “Es un dato objetivo que estásobre la mesa y responde un compro-miso de Estados Unidos… El secreta-rio de Estado, Colin Powell, se com-prometió a poner en conocimientodel Gobierno español cualquier resul-tado de una investigación comple-mentaria. Eso es lo que ha hecho y sele ha dado el curso que correspon-día”. Por su parte, el Ministerio deAAEE de Ucrania anunciaba que iba

a solicitar a las autoridades de EEUUque continuasen la investigación“porque debería ofrecer resultadosmás concretos”.

El 15 de agosto, un editorial de ElPaís, titulado ‘Ilegítima defensa’, su-brayaba que “de las diversas explica-ciones imaginables, las autoridadesnorteamericanas han elegido, traspensárselo durante cuatro meses, lamás inverosímil; seguramente por serla misma que dio el mando militarsobre el terreno”, reafirmada días des-pués, en carta a la ministra españolade Exteriores, por el secretario de Es-tado. Para el diario, esta versión yahabía sido desautorizada por los nu-merosos periodistas del Palestina, pe-ro, aunque hubiera habido un fran-cotirador, “eso no justifica dispararun misil contra las ventanas que al-bergaban a unos 200 periodistas detodo el mundo, como era de conoci-miento público”. Aunque plantea quelos investigadores podían haber di-cho que el tanquista creyó que le dis-paraban, que había confundido lascámaras de vídeo con ametralladoras,opina que “eso habría supuesto ha-ber admitido un error, y el mandonunca se equivoca: sobre todo en pe-ríodo de guerra”. Recuerda que “lasreglas de la guerra son diferentes alas de la paz, pero existen” y cita co-mo ejemplo que, según el artículo 79GPI, los periodistas que realicen sutrabajo profesional en zonas de con-flicto armado “se considerarán per-sonas civiles” y gozarán de la protec-

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ción adecuada a tal condición. Si bienes cierto que EEUU no ha suscrito eseProtocolo, como tampoco el funda-cional del Tribunal Penal Internacio-nal, resalta que España sí lo ha he-cho, y finaliza preguntándose si, apar-te de remitir a los familiares de Cou-so el texto enviado por el Pentágono,“¿no tiene nada que hacer o decir elMinisterio español de Asuntos Exte-riores? ¿Avala su silencio la teoría dela legítima defensa como causa de ladesgracia que segó la vida de ese pe-riodista?”.

En una entrevista en el mismo dia-rio, dos días más tarde, Ana Palaciorecordaba una vez más que, tras lamuerte de Couso, se dirigió al Depar-tamento de Estado y que recibió unescrito de Powell en el que le envia-ba un primer análisis, unas conclu-siones que ahora confirmaba el nue-vo comunicado que resume su inves-tigación interna, y añadía: “Yo diríaque no es un documento dirigido alGobierno español, sino un comunica-do público”. Decía también que ha-bían hecho llegar a la familia de Cou-so copia del informe “tan pronto co-mo lo recibimos. Y lo tradujimos, conlas demoras propias de este mes enque estamos”. Dado que todos los pe-riodistas presentes en Bagdad creíanque se trató de una decisión equivo-cada, ante la pregunta sobre la posi-bilidad de que el Gobierno de EEUUaceptase ese planteamiento y pidiesedisculpas, responde que el Gobiernoespañol había hecho en todo momen-

to lo que entendía ser correcto y que“hay iniciativas que no están en la es-fera del Gobierno”.

Preguntada sobre si le parecen co-rrectas las explicaciones recibidas ysi podría pedir una nueva investiga-ción, dice que en la primera valora-ción de Powell se anunciaba que ha-bría “información complementaria”y que ésa era la que se había hechopública, por lo que, a partir de esemomento, “veremos qué otra infor-mación existe”. Respecto asi el Gobier-no español da por cerrado el caso, res-ponde: “No es un tema ni abierto nicerrado… que se puede suscitar en dis-tintas sedes”, entre otras la judicial,algo que, según tiene entendido, lafamilia de Couso “está utilizando”. Alinsistir sobre si su Gobierno conside-ra el caso cerrado, contesta que tieneun documento firmado por Powell enel que se dice que “nos enviarán la in-formación que vayan obteniendo”,no que se cierre nada: “Por lo menosyo no le he entendido así de la lectu-ra del comunicado”, y que, en la pri-mera conversación que tuviese, pre-guntaría “en qué situación se encuen-tra todo, de acuerdo con la mecáni-ca militar norteamericana”.

En noviembre de 2004, el CPJanuncia que, tras una reclamaciónoficial presentada 19 meses antes alamparo de la Ley de Libertad de In-formación, tenía en su poder el infor-me completo del Pentágono, relativoa la muerte de los periodistas Cousoy Protsiuk, según el cual reitera que

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9LA RESPUESTA JUDICIAL

En el ámbito judicial, el 17 de juniode 2003, el fiscal de la Audiencia Na-cional informaba al juez que instru-ía la querella presentada por los fa-miliares de Couso contra tres milita-

res norteamericanos –el sargento Gib-son, autor del disparo que causó lamuerte; el capitán Wolford, jefe de lacompañía, y el teniente coronel DeCamp, jefe del regimiento– que la

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el jefe de la unidad de carros les con-fundió con francotiradores en un mo-mento en que se estaban producien-do combates en la ciudad, aseguran-do que las fuerzas de EEUU actuaronde “manera apropiada” al dispararcontra dicho edificio, por lo que con-sidera que no hubo “fallo ni negligen-cia” ni tuvieron “culpa” alguna delincidente. Por el contrario, el CPJ, trasuna lectura detallada del informe yen base a las entrevistas realizadas auna docena de reporteros presentesen el lugar de los hechos, se refuerzaen sus propias conclusiones: el ataquepudo ser “evitado”, ya que ningunode esos periodistas declaró que se hu-biera producido “fuego hostil que pro-viniera del hotel”.

La organización insiste en que losmandos estadounidenses sabían queel hotel estaba lleno de periodistas,pero “aparentemente no comunica-ron esa información a las tropas des-

plegadas sobre el terreno”. Mientrasun soldado sin identificar, cuyo testi-monio se incluye en el informe, afir-ma que “en ningún momento se ha-bló de zonas en las que no se pudie-ra disparar o lugares protegidos en laribera este del río Tigris”, donde seencontraba el hotel, el teniente gene-ral a cargo de la investigación, cuyonombre se eliminó del informe, de-clara: “Acompaño en el sentimientoa las familias de quienes murieron(…). Sin embargo, la responsabilidaddel incidente recae en un enemigoque eligió combatir en una ciudad,exponiendo de manera innecesaria ala población civil, incluidos periodis-tas, a los riesgos de la guerra”. La CPJaprovecha la ocasión para reclamarinformación sobre la muerte el mis-mo día del periodista T. Ayoub, de AlYazira, en su oficina en Bagdad, peroel Pentágono aún no había tenido abien contestar a dicha demanda.

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querella debería ser archivada por tra-tarse de hechos sobre los que la jus-ticia española no tenía jurisdicción,ya que no fueron cometidos en terri-torio español, ni por ciudadanos es-pañoles, precisando que el ordena-miento interno no prevé el presupues-to de personalidad pasiva. No obstan-te, consideraba que el legislador de-bería incluirlo, porque los españolesviajan al extranjero cada vez más pa-ra ejercer todo tipo de actividades, loque les convierte en posibles víctimasy se hace necesaria su protección.

Cuatro meses después, un juez ad-mitía a trámite la querella contra lostres militares de EEUU, acusados deun crimen de guerra, con los testimo-nios de compañeros que residían enel hotel y de vídeos que recogían lasdeclaraciones de Gibson, donde seña-laba: “No disparé inmediatamente so-bre él. Llamé a mis jefes y les dije loque había visto. Diez minutos despuésme llamaron y me dijeron que dispa-rara, y eso hice”. Como argumento le-gal se invoca el Estatuto de Roma yla Convención de Ginebra, donde seestablece que “los periodistas que re-alicen misiones peligrosas en la zonade conflicto armado serán considera-das personas civiles”. Por parte de lafamilia, un tío del fallecido señalabaque lo que pretendían era hacer jus-ticia, “para vergüenza del Gobiernoespañol, que ha hecho dejación de ladefensa de un ciudadano español porsubordinación a Bush”, lo que no im-pedía dudar de que los culpables pu-

diesen llegar a ser condenados, ya que“sabemos que Estados Unidos no sesomete a los tribunales internaciona-les”.

Días más tarde, tres corresponsa-les de guerra españoles, Jon Sistiaga(Telecinco), Olga Rodríguez (CadenaSer) y Carlos Hernández (Antena 3),que se alojaban en el mismo hotelque Couso, declaraban como testigosante el juez del caso durante dos ho-ras y coincidían a la hora de señalarque el ataque fue “premeditado y conintención de matar”. Rodríguez re-cuerda: “Los tanques que estabanapostados en los puentes sobre el ríoTigris llevaban seis horas viéndonosy sabían que los que estábamos allíéramos periodistas, porque había 40cámaras y nos veían tomar café”. Aña-día que, a diferencia de la versión delos norteamericanos, en el momentode producirse el ataque no se estabalibrando ninguna batalla, ni habíaningún francotirador en el hotel. Asu juicio, lo que hubo fue “un falloen la cadena de mando del Ejércitoamericano”. Por su parte, Hernándezafirmaba que el que disparó “sabía queiba a causar muertes entre los perio-distas, porque allí no había nadie queno fuera periodista”, mostrándoseconvencido de que “dispararon de for-ma premeditada” y lo que había quesaber es por qué lo hicieron.

Por último, Sistiaga, compañerode Couso y el primero que lo socorrió,recuerda que todos los combatientes,iraquíes y aliados, sabían que en el

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hotel sólo habitaban periodistas y quelos americanos llevaban mucho tiem-po viéndolos, pues todos los periodis-tas llevaban cámaras y chalecos anti-balas con las palabras ‘Press’ o ‘TV’bien visibles, razón por la que el tan-quista tenía que saber que disparabacontra un periodista. Aparte de lo de-clarado ante el juez, subrayaba el he-cho de que, por vez primera, se sen-tía amparado por la justicia y critica-ba al fiscal del caso por no haber asis-tido a la declaración, lo que “demues-tra que no tiene interés en investigarla muerte de un ciudadano español”.

Mientras el juez del caso aceptabael ejercicio de la acción popular a ins-tancia de C. Yriart, la recién elegidaJunta directiva de la Asociación de laPrensa de Madrid autorizaba a su pre-sidente a personarse, en nombre dela institución, en las diligencias abier-tas por la querella de la familia.

El País reproducía, el 16 de febre-ro de 2004, un extracto de la explica-ción sobre lo sucedido con ocasión dela muerte de Couso, enviada por elMando Central del Ejército norteame-ricano al Juzgado de Instrucción dela Audiencia Nacional, en la que serecordaba que, el 8 de abril –jornadade lucha intensa para la compañíamecanizada A,4-64, que había man-tenido ya un duro enfrentamiento du-rante varias horas con el enemigo–,“las fuerzas de la coalición avanza-ban hacia Bagdad encontrando seriaresistencia por parte del enemigo, elcual operaba utilizando todas las áre-

as civiles de la ciudad, sirviéndose deun amplio abanico de armas sobre lasfuerzas de la coalición, utilizando pa-ra ello los tejados y las ventanas delos edificios próximos [y] luchaba sinningún tipo de miramiento contralos civiles o las estructuras civiles”.

Las fuerzas de la coalición conti-nuaron progresando hacia el río Ti-gris, justo enfrente del hotel Palesti-na, “área de intenso enfrentamientocon el enemigo”, por lo que el coman-dante fue entonces informado de que“la compañía A estaba siendo vigila-da por un observador enemigo loca-lizado enfrente del río Tigris”. A pe-sar de “encontrarse bajo fuego pesa-do de granadas y misiles”, el coman-dante ordenó “escanear los edificiosvecinos al objeto de localizar al ob-servador enemigo”, momento en queuno de los miembros de la compañíaadvirtió la “presencia de una perso-na con binoculares en el balcón deuna habitación de las plantas supe-riores de un gran edificio de colormarrón y también de flashes de luz,similares al fuego enemigo, proceden-tes del entorno del edificio”. Como me-dida de precaución, se “disparó unabala de tanque de 120 mm. a la posi-ción enemiga del observador sospe-choso”, y, a renglón seguido, “cesó elfuego hacia la compañía A”.

Los informes de inteligencia indi-caban que Bagdad era un área de in-tensos combates, de ahí las adverten-cias a los periodistas sobre el extre-mo peligro que corrían al permane-

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10AL AÑO DE LAS MUERTES

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cer en el hotel: “el enemigo había uti-lizado parte del mismo como baseoperaciones y las actividades en el ci-tado balcón correspondían con las deun observador enemigo”, a pesar delo cual algunos decidieron no aban-donarlo. Relata que, “algo después dedicho incidente”, la compañía A tu-vo conocimiento de que el edificio so-bre el que se abrió fuego era el hotelPalestina y de que algunos periodis-tas habían fallecido o habían sido he-ridos. A su juicio, lo que se hizo fue“disparar una sola vez en acto de au-todefensa, guiándose estrictamentepor las Reglas de Combate”, motivopor el que quieren reiterar que lamuerte de Couso “fue una tragedia”y que Estados Unidos traslada su másprofundo pésame a la familia.

El abogado de la familia Couso pre-senta, el 2 de abril de ese año, una re-clamación por daños y perjuicios con-tra el Ministerio de Asuntos Exterio-res, por valor de 405.862 euros, en ba-se a la protección que el IV Conveniode Ginebra otorga expresamente a laspersonas civiles, incluidos los “perio-distas que realicen misiones profesio-nales peligrosas en zona de conflictoarmado”. Al ser un Convenio ratifica-do por España, se exigía responsabi-lidad patrimonial a la Administra-ción del Estado por funcionamientoanormal de servicios públicos, ya queCouso no había recibido la adecuadaprotección diplomática que competea Exteriores, quien tiene la obligaciónde proteger a los españoles en el ex-terior.

Al cumplirse el primer aniversario delas muertes de los dos periodistas es-pañoles, se llevaron a cabo diversosactos de homenaje y recuerdo. La es-posa de Couso señaló que la familiase había visto privada “de lo únicoque podría proporcionar un poco deconsuelo moral: una investigación yel conocimiento de la verdad”. Un tíodel cámara, comandante de Artillería,

elaboró una carta abierta a los respon-sables militares de la operación en laque había muerto su sobrino, en laque explicaba cómo estudió “con su-mo detenimiento” los planos graba-dos por Couso y los manuales de com-bate en zonas urbanas del ejército deEEUU, concluyendo que “se organizóun rápido plan” para neutralizar lainformación que no controlaban,

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La primera conclusión es que, al noexistir coincidencia entre las distin-tas versiones de lo sucedido, surgeninterrogantes respecto a las respon-

sabilidades de cuantos intervinieronen el suceso. La primera cuestión, lamás relevante, sería conocer si los res-ponsables militares sabían que el ho-

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pues “el mando militar estadouniden-se no quería testigos molestos enaquellos momentos”.

El grupo parlamentario IU-ICV pre-sentó una proposición no de ley enla que emplazaba al presidente delGobierno a exigir a las autoridadescompetentes que, “en el plazo másbreve posible”, se llevase a cabo unainvestigación “exhaustiva y fehacien-te” de la muerte de Couso y se acla-rasen las circunstancias de lo sucedi-do, para determinar quiénes eran losresponsables y que pudiesen ser de-bidamente enjuiciados. Asimismo, lereclamaba las medidas necesarias pa-ra hacer efectivo el cobro de las in-demnizaciones y prestaciones socia-les a percibir por la familia del cáma-ra, entendiendo incluso como respon-sables civiles subsidiarios al Estadoespañol y al de EEUU (el nuevo Go-bierno socialista aceptó, a finales de2004, conceder indemnizaciones a lasfamilias de los dos periodistas). En elmismo sentido, le instaba a remitir

al Congreso antes de seis meses infor-mación sobre las actuaciones realiza-das, subrayando que la muerte deCouso “puso en cuestión la propor-cionalidad de las actuaciones de lacoalición angloamericana, y sigue de-mandando, además de condena, el es-clarecimiento y la respuesta solidariade los Gobiernos que la han provoca-do”.

Desde Qatar, el mando aliado dela coalición anglo-norteamericanaafirmó que el Pentágono había decla-rado hacía tres días el hotel como ob-jetivo militar, algo de lo que en nin-gún momento fueron informados loscorresponsales allí alojados. El textode la proposición concluye: “Hoy, to-davía sigue siendo claro que el obje-tivo real de esa acción del tanque ame-ricano era deshacerse de los testigosen esa última fase de la guerra”, porlo que el nuevo Gobierno español de-bería, “por dignidad de nuestro Esta-do, lograr depurar las responsabilida-des correspondientes”.

11DEMASIADOS INTERROGANTES

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tel estaba ocupado por periodistas, al-go evidente para los espectadores delas muchas cadenas de TV con envia-dos en Bagdad. Ello llevaría a plante-ar por qué no se informó de dicha si-tuación a las tropas que entraron enla capital, pues de haberlo sabido eljefe del carro debería distinguir el ho-tel, al tratarse de un edificio muy sin-gular de la ciudad.

En ese sentido, los allí presentesrecuerdan cómo las autoridades mi-litares norteamericanas habían acon-sejado días antes a los periodistas noempotrados que abandonasen la ciu-dad antes de la entrada de sus tropas,al ser considerada zona de alto ries-go. El jefe de la brigada a la que per-tenecían los atacantes del hotel, co-ronel Perkins, sabía que estaba llenode periodistas, lo que lleva a pensarque hubiese transmitido esa informa-ción a los mandos subordinados. Enuna línea algo diferente, Colin Powellhabía reconocido públicamente queconocía quién ocupaba el Palestina,razón por la que no había sido obje-to de ataques aéreos previos.

Por el contrario, los partidarios dela versión que acusaba a las FFAA es-tadounidenses de haber realizado elataque de manera consciente recuer-dan que no fue casual que, esa mis-ma mañana, habían atacado las sedesde las cadenas Abu Dhabi TV y Al Ya-zira, con un periodista muerto y sucámara herido en la segunda de ellas,acciones consideradas como un crimende guerra todavía más claro que el ata-

que al Palestina, si se tiene en cuen-ta que la localización exacta de las emi-soras había sido transmitida con an-telación a los responsables militaresde EEUU.

Lo más preocupante es la existen-cia de versiones contradictorias de losucedido en los medios oficiales nor-teamericanos, pues mientras el infor-me oficial del Pentágono exonerabade responsabilidad a los actores di-rectos de la acción, por haber tenidoque responder a la acción de franco-tiradores enemigos, algo que no pu-do ser demostrado, el Centcom, enDoha, recordaba que el hotel habíasido declarado ‘objetivo militar’ 48horas antes, situación ratificada, a sujuicio, por la permanencia de fedayi-nes en el hotel que hostigaban a sustropas, circunstancia que, por cierto,se había transmitido al ministro Tri-llo pero no que el tanque hubiese si-do atacado.

De hacer caso a la grabación de Fran-ce 3, parecen estar acreditadas ese ti-po de acciones contra la compañía decarros desde edificios próximos al ho-tel, si bien no existía constancia deque alguno de los disparos procedie-ra de dicho establecimiento. Otro as-pecto a considerar sería, tal y comose afirmaba desde Doha, el de la exis-tencia o no de un vigía enemigo enlos pisos altos del Palestina, verdade-ra obsesión de las unidades blindadas.Finalmente, era cierto también quela gran cantidad de bajas producidaspor fuego amigo podría avalar el pre-

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sunto error humano, sobre todo enun entorno de guerra urbana y má-xima tensión, tesis que, sin embargo,no deja de plantear demasiados inte-rrogantes, en especial si se reconstru-ye lo sucedido en base a las declara-ciones de los principales actores.

Una pregunta sería determinar si,como es cierto, se produjo un inter-valo de 10 minutos desde que el tan-quista descubrió a una persona en elbalcón del hotel hasta que se produ-jo el disparo, y se dieron instruccio-nes al jefe de la unidad para que an-tes fuese comprobado el blanco a ba-tir, porque, de ser así, se podría ha-ber descubierto el resto de balconesllenos de periodistas y cámaras. De ma-yor a menor nivel de responsabilidadjerárquica, el coronel Perkins recono-ció que había dado la orden de no dis-parar “bajo ninguna circunstancia”al hotel, razón, seguramente, de queel teniente coronel De Camp, moles-to y enfadado por lo sucedido, reac-cionase con rabia cuando el capitánWolford le da cuenta del ataque, di-ciéndole “se supone que no tenías quehaber disparado” y, días después, lle-garía a declarar a un periódico que“soy el tipo que mató a los periodis-tas”. Éste, que se contradice en las di-ferentes declaraciones que realiza trasel ataque, tras reconocer que se sen-tía mal por lo sucedido, asegura queno había recibido información pre-via alguna sobre el Palestina, ni quedicho edificio estuviese señalizado enlos mapas disponibles por su unidad,

razón por la que dio inmediatamen-te la orden de fuego, pero que no ha-bía tenido conocimiento de que el dis-paro hubiese impactado el hotel has-ta 20 minutos después de efectuado.

Por su parte, Gibson, autor del dis-paro, discrepa de sus mandos. Decla-ra que no tenía conocimiento de queel edificio estuviese ocupado por pe-riodistas y que, una vez localizado alpresunto vigía en el balcón, con pris-máticos, llamó a sus jefes para comu-nicarle la noticia y que 10 minutosdespués recibió la orden de disparar.

A todos esos interrogantes trató deresponder la investigación realizadapor el CPJ, cuya conclusión más im-portante es que el informe oficial nor-teamericano no respondía a ningunade las preguntas planteadas por el su-yo. Así, la afirmación de que las tro-pas estadounidenses respondieron afuego enemigo proveniente del Pales-tina no se sustentaba en ningunaprueba y contradecía los testimoniosde los cientos de periodistas presen-tes en el hotel. Además es difícil creerque el carro de combate, grabado porFrance 3, apuntase al hotel durante10 minutos sin percatarse de la pre-sencia de periodistas en los balcones,más aun cuando durante la graba-ción no se escucha ningún impacto.Tampoco es verosímil que no se in-formara a las tropas de un objetivoclaramente civil que los mandos co-nocían, si se tiene en cuenta la reac-ción indignada que tuvieron tras eldisparo.

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En base a su informe, considera queel ataque contra los periodistas “nofue premeditado ni deliberado, perosí que se pudo evitar”, ya que, segúnvarias fotos tomadas por el CPJ desdeel punto de tiro en que estaba situa-do el tanque estadounidense en elpuente, las siluetas de los hoteles Pa-lestina y Sheraton dominan la vistade la orilla este del Tigris y se distin-guen claramente en una perspectivade la ciudad, pues sobresalen por en-cima de los restantes edificios de lazona.

Por todo ello, el CPJ renovaba unavez más su solicitud de que el Pentá-gono ordenase una “investigacióncompleta y pública” del ataque, todavez que consideraba necesario que lasresponsabilidades se aclarasen en pú-blico, no solamente para establecer lascausas del incidente, sino también pa-ra garantizar que algo parecido no

volviese a ocurrir en el futuro. Al mis-mo tiempo, recordaba que la solici-tud formulada al Pentágono para en-trevistar a Wolford seguía sin respues-ta, al igual que las demandas de in-formación basadas en las normas queprotegen el derecho a la información.

Durante una rueda de prensa enWashington, a la pregunta de Rosa Ler-chundi (Telecinco) sobre el ataque alhotel Palestina, el presidente Bush selimitó a contestar que “la guerra esun sitio peligroso”, mientras a su la-do el presidente Aznar asentía. Losresponsables de Al Yazira aún estánesperando disculpas por la voladurade su delegación en Kabul y por ladestrucción de su sede en Bagdad. Yes que siempre habrá algún fuego cru-zado al que acogerse, algún fedayinque disparaba desde la vertical del ho-tel, y motivos que eviten consecuen-cias por la muerte de periodistas.

12MECANISMOS DE PROTECCIÓN AL AMPARO DEL D.I.H.

Como ya se ha señalado, al suceso nole es de aplicación el artículo 79 delGPI, al tratarse de una norma no ra-tificada ni por EEUU ni por Iraq, porlo que no queda más remedio queacudir, como único mecanismo deprotección, al IV Convenio (GIV) de

1949, que regula la protección de lapoblación civil en caso de conflictoarmado, toda vez que el art.4.1.4 GIIIsólo es de aplicación a los correspon-sales que acompañan a las FFAA sinformar parte de ellas, con autoriza-ción del jefe militar y una tarjeta que

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acredite esa condición. En ese senti-do, los periodistas del hotel Palestinatenían la consideración plena de per-sona civil, por lo que, de acuerdo conlo establecido en dicho Convenio, go-zarían de protección siempre que seabstuviesen de todo acto que afecta-se a esa consideración.

De las distintas versiones facilita-das por las autoridades norteameri-canas se pueden plantear dos posi-bles razones para justificar el ataqueal hotel. En la primera de ellas, se tra-taría de neutralizar a un presunto vi-gía que, portando unos binoculares,se encargaría de facilitar la localiza-ción de las tropas enemigas, algo di-fícil de explicar si se tiene en cuentaque no era una sola persona la quese encontraba en los balcones del ho-tel, sino la gran mayoría de los allíalojados, y que la confusión de unode los objetivos de cámara de TV conbinoculares de combate tendría quehacerse extensiva a cualquiera de las40 cámaras situadas de manera per-manente en balcones y terraza deledificio. Lo que sí parece demostradoes que, de dicho establecimiento, nosalió ningún tipo de disparo por ar-ma de fuego contra las tropas esta-dounidenses por parte de supuestosfrancotiradores.

Mayores dudas puede plantear ladecisión de haber declarado al hotelPalestina ‘objetivo militar’, en base ala presencia en dicho establecimien-to de tropas iraquíes y altos respon-sables del régimen, medida sobre la

que, por cierto, no existe unanimi-dad entre las autoridades de EEUU.Quizá de manera inconsciente, el mis-mo Sistiaga recuerda que, la mañanadel día 7, los periodistas allí alojadosvieron llegar al jardín del hotel al mi-nistro de Información con sus guar-daespaldas y luego subirse a la azo-tea, lugar desde donde se realizabanlos directos de TV, para dar una rue-da de prensa improvisada y desmen-tir lo evidente respecto al desarrollode las operaciones. De la misma ma-nera, señala que muchos mercenariosse dejaban caer de vez en cuando porla recepción del hotel y que los últi-mos en llegar habían sido unos yeme-níes, que se manifestaron en los alre-dedores del hotel para que les vierala prensa.

Según su relato, los funcionariosdel Ministerio de Información quepermanecieron en el hotel hasta el día9 impedían trabajar libremente, alcensurar todas las informaciones emi-tidas, pero, al mismo tiempo, servíande protección ante fedayines coléricos.Unos 30 muyahidines árabes, mercena-rios musulmanes que habían acudi-do a la llamada de la Yihad (guerrasanta), se congregaron en la puertadel Palestina, por lo que Sistiaga ledice al oficial jefe norteamericanoque el hotel estaba desprotegido y quepodía haber venganzas contra los pe-riodistas, ya que varios fedayines esta-ban merodeando por la zona, por loque sería buena idea que mandaranallí un par de blindados para dar se-

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guridad, a lo que éste le contestó quesabían que la prensa estaba allí, don-de iban a montar su puesto avanza-do de mando. A su juicio, la nueva si-tuación generaba inquietud, puesaunque a primera vista parecía mu-cho más seguro, rodeado de soldadosy tanques estadounidenses, al mismotiempo se convertía en un potencialobjetivo militar de los iraquíes que pu-diesen ofrecer resistencia.

En todo caso, y sea como fuere, enninguna de las dos situaciones des-

critas permite el DIH una reacción co-mo la adoptada por el carro nortea-mericano, pues, en contra de lo ase-gurado en el informe oficial –que sehabía actuado de acuerdo con las “re-glas de combate”–, no se adoptaronlas precauciones mínimas para pre-servar a la población civil de los efec-tos de las operaciones militares y evi-tar, así, la posibilidad de producir in-cidentalmente víctimas entre dicha po-blación. Las normas de DIH exigen,también, que se haga todo lo posible

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Homenaje en la APM a los periodistas muertos en guerraEl ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, entrega a la viuda y a lamadre de Couso, Dolores Jiménez (dcha.) e Isabel Permuy, respectivamente, lamedalla de Oro al Mérito en el Trabajo que, a título postumo, concedió elConsejo de Ministros a siete periodistas españoles fallecidos en la cobertura deconflictos bélicos. El acto se celebró en enero en la sede de la APM. DOLORES LARA

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para verificar que los objetivos que seproyecta atacar no son personas civi-les, sino que se trata de objetivos mi-litares y que la presencia en el hotelde personas cuya condición no respon-da a la definición de persona civil, nole priva al resto de ocupantes de esacondición.

Asimismo, el DIH prohíbe los ata-ques indiscriminados, considerandocomo tales aquellos en los que sea deprever que causarán incidentalmen-te muertos y heridos entre la pobla-ción civil o que serían excesivos enrelación con la ventaja militar con-creta y directa prevista, reiterandoque ninguna violación de estas pro-hibiciones dispensará a las partes enconflicto de sus obligaciones jurídi-cas con respecto a la población civily las personas civiles, incluida la obli-gación de adoptar todas las medidasde precaución previstas en dicha nor-mativa.

Es a la hora de confrontar regula-ción jurídica con comportamientooperativo donde surgen dudas másque fundadas que permiten cuestio-nar, al menos, dicha actuación, pues,como reconocen los propios protago-nistas del hecho, los tanques llevabansituados en el puente más de seis ho-ras, tiempo más que suficiente parahaber adoptado medidas de precau-ción. De igual manera, el sargentoGibson tardó 10 minutos en efectuarel disparo (¿de precaución?) desde quecomunicó la posible existencia defrancotiradores en el hotel, lo que per-

mite deducir que el presunto ataqueiraquí no exigía una respuesta inme-diata. Sin entrar en mayor profundi-dad jurídica, parece más que eviden-te el incumplimiento por parte de lastropas norteamericanas de los dosgrandes principios que sustentan elmoderno DIH: el de distinción y el deproporcionalidad.

De todo lo expuesto, si bien es cier-to que no se pueden concluir acusa-ciones concretas contra nadie, sí pa-rece imprescindible llevar a cabo unainvestigación imparcial e indepen-diente que responda a los interrogan-tes planteados. Es evidente que la ac-ción contra el hotel Palestina tiene vi-sos suficientes de que pueda consti-tuir una infracción al DIH, que, de sergrave, se convertiría en crimen deguerra; entre otras circunstancias,por la clara falta de proporcionalidaden la reacción, ya que, para neutrali-zar el ataque con armas ligeras a másde 1.000 metros, se utilizó un obúsde carro. En cualquier caso, uno delos problemas que plantea este suce-so es que, cada vez más, se están di-fuminando los límites de lo que hade considerarse ‘objetivo militar’, in-cumpliendo el principio de distin-ción, lo que hace muy difícil la pro-tección de la población civil. En estecaso concreto, y dado lo sucedido tam-bién con las cadenas árabes de TV, lasospecha final podría ser, incluso, quedeterminados corresponsales de gue-rra se hubiesen convertido en verda-deros objetivos militares. �