La muerte de acero
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La muerte de Acero
El mundo era demasiado pequeño…
Es agosto y sin embargo, nieva. Son las 23:00 horas. La televisión cubre el evento. Están el
“Callejón del Crimen”. Es la batalla final entre dos titanes: El Caballero Nocturno frente a El
Hombre de Acero.
Justo en el momento en que inicia la querella, Alfred programa la destrucción de todos los
archivos de Batman al tiempo que recuerda:
El señor Bruce tenía nueve años, no podía dormir como de costumbre... así que se sentó
tan correcto como siempre, a que le relatara la historia de un libro.
“La carta robada”, sí, ésa era la historia… escuchó en silencio la historia, así como la
IMPORTANCIA de las CONTRIBUCIONES del señor Poe a la ficción detectivesca.
Entonces, con una voz como el ACERO… tan terriblemente formal. Sus obscuros ojos
brillando…
El señorito Bruce preguntó… no, DEMANDÓ… “El asesino fue capturado y CASTIGADO”.
La escena descrita acontece casi al final del Libro Cuatro de la novela gráfica “The Dark Knight
Returns”, publicada por primera ocasión entre febrero y junio de 1986, “… probablemente la más
fina pieza de arte-cómic, jamás publicada en una edición popular…” escribe Stephen King respecto
al trabajo del gran historietista norteamericano, Frank Miller quien ha sido el responsable de
revivir a Batman como uno de los más carismáticos y sobresalientes personajes del cómic y la
cultura popular.
Muchos años tuvieron que pasar para poder olvidar la triste encarnación de Adam West como
Batman en la kitsch y nefasta serie de televisión de los años sesenta. La popularidad del personaje
comenzó a disminuir sistemáticamente a partir de 1964 y las ventas del cómic disminuyeron
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drásticamente. Bien es cierto que la serie televisiva favoreció a incrementar nuevamente la venta
de las historietas, sin embargo, también es cierto que contribuyó a deformar la historia y
personalidad con la que sus creadores, Bob Kane y Bill Finger habían concebido en 1939 a un
personaje que era un empresario multimillonario, un detective que resuelve los misterios con la
misma habilidad que otrora lo hiciera Auguste Dupin, un vengador que guarda tanto rencor como
Edmond Dantès y un héroe que se viste a la manera de don Diego de la Vega, El Zorro.
Tuvo que ser hasta 1986 con la publicación de “The Dark Knight Returns” que Batman resurgió
como un personaje oscuro y siniestro, lleno de rencores y definido por los terribles sucesos de su
pasado. Frank Miller desarrolla una interesantísima historia ubicada en una alternativa década de
los años 80´s, donde un momificado Ronald Reagan preside un país opresor y totalitarista apoyado
cabalmente por el Hombre de Acero.
En la historia, Bruce Wayne es un amargado quincuagenario que ha colgado el manto negro hace
ya diez años y es ahora, un alcohólico que pasa los días manejando autos de carreras y viendo las
noticias por televisión.
La novela comienza con un Wayne tratando de exorcizar sus fantasmas patrocinando la
reconstrucción facial de Harvey Dent, quien por un tiempo parece adaptarse nuevamente a la
sociedad, sin embargo, vuelve a las fechorías. Es este hecho, junto con sus cada vez más
frecuentes pesadillas y el incremento en el índice de criminalidad en Gotham, que una noche a la
mitad de una tormenta y mientras se encuentra viendo la película “EL Zorro”, Bruce Wayne decide
que Batman debe volver y enfrentar a Two Face una vez más.
En el Segundo Libro de la historia, el Caballero Nocturno, quien ha retomado su cruzada contra el
crimen, se enfrenta a “Los mutantes”, una banda de jóvenes que azotan la ciudad; hacia el final
del episodio, Batman se enfrenta por segunda ocasión al Líder de Los mutantes, venciéndolo y
dividiendo la banda en dos grupos: “Los mutantes” y “Los hijos de Batman”. Será en este Libro en
el que Carrie Kelly, auxilie a nuestro héroe y se convierta en el nuevo Robin; al final de la historia,
el Joker despierta del estado catatónico en el que ha estado durante de 10 años.
Es en el Tercer Libro de la serie, que la obra de Miller comienza a despuntar con tintes magistrales
y luce con un brillo excepcional, convirtiéndole en una joya del género.
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Un septuagenario James Gordon es sustituido como Comisionado de policía por Ellen Yindel, una
joven y férrea crítica de Batman, al que considera un criminal sumamente peligroso y al que está
totalmente decidida detener. Mientras tanto, el show de David Endochrine se dispone a presentar
a un “reformado” Joker, quien “bromea” durante el programa, “Voy a matar a todas las personas
de este lugar”.
Batman no logra entrar al set de grabación y todo termina con los resultados esperados, el Joker
ha asesinado a las más de doscientas personas que asistieron al programa con su gas hilarante.
Batman y Robin siguen la pista del Príncipe Payaso hasta la feria local, al llegar, el Hombre
Murciélago reflexiona, “En algún lugar una mujer llama a su hijo… En algún lugar un carrusel toca
la misma melodía una y otra vez… Una pequeña aprieta mi brazo… Una niña de trece respira
rápidamente, de repente ha perdido su inocencia. Esta noche terminará, Joker”.
El Joker ha matado varios Boy Scouts, ha violado una niña de trece años y Batman lo persigue
hasta la “Casa de los espejos”, donde comienza la última cruzada entre el Caballero Nocturno y su
más grande némesis, el Joker pierde un ojo por un bati-bumerang, Batman a su vez, recibe un
balazo en el costado y pierde mucha sangre. La pelea es ardua, se ha extendido, ambos personajes
están viejos, no guardan la velocidad de antaño. Llegan al “Túnel del amor” (interesante lugar para
el desenlace de esta rivalidad), donde se enfrascan en una batalla llena de valentía, Batman recibe
varias puñaladas en el abdomen y en un acto extremo y desesperado, toma por el rostro al Payaso
y le rompe el cuello pero no lo ha matado, dice el Joker:
Estoy realmente… muy decepcionado contigo, cariñito… el momento era… perfecto, y tú
no tuviste el valor… parálisis, por favor. Con una onza o dos más de presión y… ¿qué es
eso? ¿Sirenas? Sí… se acercarán, no podrás escapar… pero aun así no importa, te matarán
por esto… y ellos nunca sabrán que no tuviste el valor. Te veré en el infierno.
Con las fuerzas que le quedan, el Joker se termina de romper el cuello. Está muerto y Batman será
culpado de asesinato, el Príncipe Payaso ha triunfado.
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A lo largo de la historia, Frank Miller nos ha dejado ver la displicente forma de gobernar un país
por parte de un viejo y cínico Ronald Reagan, así como la inminente guerra nuclear que se avecina
con los soviéticos por la disputa que hay en la isla ficticia “Corto Maltés”. Reagan parece no
preocuparse demasiado por esta guerra, ya que, en sus filas cuenta con el Hombre de Acero, quien
ha inclinado las batallas contra los soviéticos a favor de los norteamericanos. La televisión juega un
rol muy importante en la historia: es “idiotizante”, mezcla noticieros amarillistas con debates sin
sentido, noticias sobre las batallas en “Corto Maltés” con programas de variedad y comerciales
nacionalistas (algo muy cercano a la realidad de nuestra televisión). Miller nos ha introducido poco
a poco en una locura infernal a la manera de Francis Ford Coppola en “Apocalypse Now”.
Es aquí donde comienza el cuarto y último episodio de la historia.
Batman y Robin han escapado de la policía. En el momento en que Alfred, termina de curar al sr.
Wayne, se corta la energía eléctrica, no sólo de Gotham, sino de toda América. Ronald Reagan
terminaba de dar un aviso desde el espacio: los rusos han enviado una ojiva con un poder
destructivo incalculable, la bomba del juicio final. Solamente la oportuna intervención del Último
hijo de Krypton es capaz de evitar que América deje de existir desviando la bomba a un desierto y
casi muriendo en el acto. Los efectos de la ojiva son desastrosos, las estaciones del año
enloquecen, no hay un gobierno estable, hay saqueos por todo el país… excepto en Gotham City, a
la voz de “Hoy, somos la ley. Hoy, yo soy la ley”, El Caballero Nocturno lidera a la banda “Los hijos
de Batman” así como a “Los mutantes” para mantener la paz en la ciudad. Batman se ha vuelto
una piedra enorme en el zapato del gobierno, es un proscrito. Ya de vuelta en la Casa Blanca,
Reagan solicita a Superman que termine con el Murciélago.
Se descubre lo que Miller nos ha esbozado a lo largo de la historia, años atrás El Hombre de Acero
vendió su identidad así como su fidelidad al gobierno de los Estados Unidos, Diana (La Mujer
Maravilla) volvió con las amazonas, Hal Jordan (Linterna Verde) se fue al espacio y Oliver Queen
(Flecha Verde) tuvo un enfrentamiento con Superman el cual dejó como resultado a un Flecha
Verde retirado y sin un brazo. Cuando el gobierno americano hizo la propuesta que Clark Kent
aceptó, la respuesta de Batman fue reír, “… con esa risa tuya que asusta. “Claro que somos
criminales”, dijiste, siempre hemos sido criminales. Necesitamos ser criminales”, así lo recuerda el
Hombre de Acero.
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“Siempre supe que todo terminaría entre tú y el gran boy scout azul. En este planeta no caben los
dos”, le dice Oliver Queen a Bruce Wayne antes de iniciar la batalla final.
Se acerca el apoteósico final… Es agosto y sin embargo, nieva. Son las 23:00 horas. La televisión
cubre el evento. Están el “Callejón del Crimen”. Es la batalla final entre dos titanes: El Caballero
Nocturno frente a El Hombre de Acero.
La batalla es corta pero intensa. Batman, fiel a su costumbre, ha preparado varias sorpresas para
Superman, le ataca con un cañón sónico, lanza ácido a sus ojos, se conecta a la energía eléctrica y
descarga miles de voltios en cada golpe sobre su enemigo. Con la arrogancia de sentirse superior,
Kent sentencia “Bruce, esto es idiota… sólo eres carne y hueso como el resto”, nunca esperó la
sorpresa final del Murciélago, una flecha de kryptonita que deja a Superman completamente a su
merced, Batman le propina una golpiza y sentencia la batalla:
Ya empezaste a entender, Clark… éste es el fin para ambos. Podríamos haber cambiado el
mundo… ahora, ¿qué somos? Yo soy un problema político y tú… eres una burla. Quiero
que recuerdes, Clark, todos los años por venir… en tus más privados momentos… quiero
que recuerdes mi mano en tu garganta… quiero que recuerdes al único hombre que te
venció”.
El trabajo de Frank Miller da como resultado una historia épica, sumamente bien construida y que
aprovecha todos los recursos que brinda el género del cómic. Es un trabajo crítico, denunciante de
una época en la que se temía con una gran guerra nuclear que pudiera acabar con el mundo, de un
gobierno ineficaz y estúpido proveniente de la industria del entretenimiento (ésta parte resulta
tan familiar que asusta). La de Miller es una historia que representa a dos grandes esferas
metaforizadas en los dos titanes: un gobierno poderoso, totalitarista, represor y que se vale de los
medios de comunicación para enviar mensajes falsos a la población, representado por el
poderosísimo Superman versus Batman, quien representa a una población inconforme,
convencida de que la ética y la dignidad importan, un pueblo que no está dispuesto a doblar las
manos ante los vendidos, ante el enemigo.
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Ahora bien, Frank Miller no es ningún ingenuo, sabe que la redención no existe, no debemos
olvidar que Bruce Wayne ha amasado la fortuna que tiene debido a que está instaurado en un
sistema capitalista neoliberal y que gran parte de su imperio lo ha construido a través de la carrera
armamentística, las Empresas Wayne han alimentado durante años al gobierno estadounidense y
nos ha demostrado que Batman no es un héroe sino un Antihéroe que lucha únicamente por
convicciones propias, es un vengador.
La derrota del Hombre de Acero es simbólica, Clark Kent sobrevive para continuar siendo la mano
derecha de un gobierno represor.
¿Entonces eso es todo? Por supuesto que no, el trabajo de Frank Miller representa un hito en la
historia de Batman reviviéndolo como un gran personaje de ficción y posicionándolo en lo más
alto de la cultura popular; valdría la pena en trabajos posteriores debatir más a fondo sobre las
implicaciones sociales y políticas que Miller aborda, así como discutir la película “The Dark Knight
Rises” del director británico Christopher Nolan, trabajo basado en este cómic.