La mascota del presidente Ep 1

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La mascota del presidente

- Abraham Lincoln, Virginia Zombie.

- Por Rubén Medina. - Episodio °1

¡CORRA SEÑOR PRESIDENTE, CORRA! – Se oyó al extremo frontal de la oficina presidencial aquel noviembre de 1866, los muertos vivientes arrebataron la vida y las almas de todos los vivos en Washington D.C.; los gritos cedían poco a poco, eso daba entender a los refugiados en la oficina que todo el tiempo que pierdan encerrados ahí, más personas se convertirán en esas bestias -- ¡DEBEMOS IRNOS DE AQUÍ, AHORA MISMO!.

Abraham se agarraba la cabeza y con furia exaltada, llegó a arrancar un poco de su cabello. – Señor presidente, debemos irnos ya – Dijo Speed. << El único amigo íntimo que Lincoln tuviera nunca >>.

No puedo, Mary Todd sigue ahí afuera y no permitiré aunque eso requiera la muerte del presidente de los estados unidos, que sea devorada por esas bestias del infierno.

Abraham, no quiero sonar insensible pero deja de actuar como un idiota.

¿Cómo se atreve a hablarle así al presidente? – Surgió de T.L.L. Kyle, secretario de Lincoln. –

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Y Speed exclamó con ímpetu -- Tu no te metas hombre, si quieres vivir, vas a tener que escucharme a mi y al presidente. Dejen de actuar todos como unos estúpidos. Esas puertas no resistirán demasiado y si no actuamos rápidos, pasaremos al mundo de los muertos.

Abraham, siento decir esto pero Mary debe estar muerta, debe estar -- ¡NO TE ATREVAS A HABLAR DE ELLA ASÍ! ¡NO LO HAGAS! – Unas pocas lagrimas caían del arrugado rostro del presidente – Por favor no lo hagas, no te permitiré hacerlo y tampoco permitiré que ella termine así, no lo quiero así, esto no puede terminar así. Comandé una guerra, liberé al mundo de la esclavitud ¿Y me lo pagas así?.

¿Te lo pago así? Pero si soy tu amigo Abraham, hice todo lo correcto y lo que pude – Respondió Speed –

Tu no Speed, Dios, Dios. Toda mi vida luché por ser honesto y dar lo mejor de mi perfil, ser un ejemplo para los civiles, para que la gente del pueblo sepa que tiene algo por quien luchar y alguien a quien seguir.

Y Speed aclaró -- ¿Recuerdas el teatro? Yo te salvé, yo recibí esa bala por ti y casi muero por ti. Y seguramente lo hubiese hecho Mary; pero lo hice yo, soy tu amigo y siempre estuve presente para tus difíciles momentos. Incluso cuando tu hijo murió de esa extraña cosa. Lincoln, Abe…Señor Presidente: Si yo tengo que volver a dar mi vida por usted, lo haría; si ahora es mi deber según su orden, abrir esa puerta y parar esa avalancha hasta el último gramo de esperanza que haya dentro de mi para que usted señor presidente, luche un minuto más por este país, lo haré. Pero señor presidente, yo no haré eso y yo no querría arrepentirme de haberle salvado la vida en el teatro de ese maldito de John Wilkes Booth si me doy cuenta que usted es un idiota y no tendrá el valor para mantenerse en pie solo un segundo más y permitirse pensar y salvar a esta nación como lo hizo en uno de sus peores momentos.

Señor Presidente, si va a defraudar a alguien, no voy a permitir que hoy empiece a hacerlo.

Abraham miró seriamente a Speed y apoyó su mano sobre su brazo. – Tu…eres el único amigo que tengo; pateemos culos zombies.

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¡ESTÁN ENTRANDO! ¡ESTÁN ROMPIENDO LAS PUERTAS! -- Exclamó el secretario.

Poco a poco los restos putrefactos, que en vida eran llamado manos, intentaban hacer ceder la puerta de la oficina presidencial.

De repente, un crujido estrepitoso se oyó, seco como si se quebrar un hueso muy grueso.

Poco a poco la gran oficina se empezaba a llenar de podridos, a algunos les faltaba la ropa, seguramente habrían escapado de un hospital cercano y murieron en el proceso. Algunos tenían un aspecto extremadamente purulento, como si hubiesen despertado de cementerios cercanos.

A uno le faltaba su cabeza, lo que era lo más terrorífico que rodeaba la habitación en esos instantes, fue uno de los primeros en entrar, uno de los primeros en alterar a los refugiados ya que no sabían por donde empezar a atacar; según un aldeano – A LA CABEZA, ASÍ SE ASESINAN ESTAS BESTIAS – y también uno de los primeros en caer, bastante desorientado.

¿Ese es…? – Preguntó atontado y muerto de miedo el secretario -- ¿Es Johnson?

Maldito bastardo y encima asqueroso, mira, le falta hasta el hombro – Acotó Speed mientras retrocedía pateando cadáveres andantes que se aproximaban al presidente, quien paso seguido tomó un hacha guardada en el tercer cajó de su escritorio presidencial – A un lado Speed -- ¿Presidente, qué hace? – Lo que siempre eh tenido ganas de hacer; cargarme a este maldito.

Alzó su hacha por encima de su cabeza y guillotinó y partió su cráneo de un solo golpe, bañándose instantáneamente de restos de huesos, sesera e inteligencia; esto último hizo reír al presidente. Su barba, color rosa opaco por la sangre podrida de Andrew, goteaba sobre la chaqueta negra.

¡Retroceda Abraham, yo me encargo de estos! – Exclamó Speed, tomando uno de los sables que habían sido confiscados a uno de los ingleses hace unos años y él la guardó de recuerdo -- ¡Come maldito podrido! – Insertó la catana directo a su carótida, derramando sangre coagulada por los hombros del podrido.

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¡DETRÁS, CUIDADO SPEED! – Unos centímetros más y Speed hubiese recibido una mortífera mordida – Yo me encargo Abraham – Tomó al podrido del hombro y lo uso como escudo para abrirse paso al centro de la avalancha mientras que Lincoln y su secretario atacaban por los lados; los cráneos cedían, las mandíbulas se rompían o se salían de lugar, provocando que las lenguas colgaran de las mejillas putrefactas. – Es Hora presidente – Speed tomó un paso adelante y con el sable cortó los torsos de los podridos delante de él.

Speed erró su golpe al podrido delante de él, y 3 de ellos se arrimaron y lo hicieron caer -- ¿SPEED? ¿SPEED? ¡NOOOOO! – El grito del presidente atrajo la atención de los zombies y Speed pudo salir, afortunadamente estaba totalmente ileso. Abraham sintió un alivio.

Yo me encargo presidente – En un acto heroico, el secretario cometió la idiotez de exponer sus partes privadas…y con partes privadas me refiero a, partes privadas. -- ¡AAAAHHHHHH! ¡MIS PARTES PRIVADAS!

¡Secretario! – Exclamó Abraham – Suéltenlo malditos, es especial – El presidente tomó la cabeza de uno de los podridos que no se desprendía de la entrepierna del secretario y clavó su rodilla, de forma que llegó a romper parte de su mandíbula. – Eres un imbécil ¿Lo sabes no? – Por favor señor presidente, no me haga na – Speed se acercó rápidamente y cacheteo al secretario para hacerlo reaccionar – No queda tiempo, debemos ir; acabo de ver por la ventana, se acerca una horda extremadamente grande, esta fuera de nuestras manos. Lo siento Abraham, no podemos quedarnos aquí, perderemos la casa blanca, pero no nuestras vidas.

Entendido – Exclamó Abraham – Nos vamos de aquí, ahora.