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ISSN 1657-0987Nº 225 / mayo 2020

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LA MACARENA: EL PULSO POR LA TIERRA

mayo 2020 | 2 Periódico – N.º 225 – Universidad Nacional de Colombia

Especial La Macarena

Disputa por la tierra, la mecha que enciende el conflicto en La MacarenaDarío FajarDo Montaña, docente, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Externado de Colombia

Con la combinación de la política de tierras y la de áreas protegidas se ha construido un ordenamiento del territorio en el cual se asignan espacios para la producción agropecuaria, la minería, la protección del agua, la biodiversidad y otros componentes del patrimonio ambiental, pero se excluye a los pequeños productores campesinos.

La Operación Artemisa es la punta de lanza

contra los campesinos, encaminada a construir

el escenario de los proyectos de producción

de biocombustibles, de prospecciones petroleras

y reservas de otros minerales.

Los incendios en los contornos de La Macarena y del Parque de Chiribiquete han ido de la mano de las expulsio-nes de los colonos asentados en estas tierras.

FOTO: Óscar Bernal /El Tiempo.

La región comprendida entre los municipios aledaños a la Sierra de La Macarena (Meta) y San Vicente del Caguán (Caquetá), Calamar y Miraflores (Guaviare), está siendo afectada por la acción de la Fiscalía y las fuerzas armadas contra los pobladores, mediante la destrucción de viviendas y el decomiso de cientos de cabezas de ganado, en una nueva fase del conflicto armado que afronta el país desde hace más de setenta años. De igual manera, a los campesinos se les responsabiliza por los incendios forestales que han arrasado extensas superficies durante los primeros meses del año.

El argumento de las autoridades es que están defendiendo estos espacios –por su calidad de “áreas protegidas”– ante la acción depredadora de los colonos. Los episodios se han desarrollado, de manera coincidente, con la implementación del Acuerdo Final de Paz, en una extensa región vincu-

lada a connotados escenarios del conflicto armado.

La historia reciente de la región nació entre el Alto Magdalena, al sur y el oriente del Tolima, la vertiente oriental de la cordillera Central, la occidental de la cordi-llera Oriental, con su epicentro en el Sumapaz, a pocos kilómetros de Bogotá, con proyección hacia el Piedemonte llanero.

También ha estado ligada a la formación de haciendas, a la apro-piación de tierras con miras en la extracción de rentas a los campe-

sinos y a la sujeción de jornaleros empobrecidos, un camino que luego habría de fundirse con el de la definición de “áreas protegidas” con fines ambien-tales, dos historias que cerrarían el cerco sobre las tierras a las que ya no podrían acceder legalmente quienes quedaron por fuera del reparto agrario.

acaparamiento de tierras

La distribución de la propiedad agraria dio sus primeros pasos en la sociedad colonial y se afianzó en el primer siglo republicano, durante el cual la política de tierras benefició sin excepciones a grandes propietarios, pero el ingreso de importantes inver-siones externas a Colombia en las explotaciones petroleras y agroexportadoras desató una etapa de “hambre” de tierras, conducente a extendidos conflictos entre hacendados y campesinos en torno a las tierras de la nación.

En la legislación agraria se produjo entonces un quiebre que le abrió espacio a los campesinos organizados dentro de las colonias agrícolas, figura establecida en los decretos 839 y 1110 de 1928, con notables desarrollos en los años siguientes. A fina-les de los cuarenta se desató una guerra de la que

todavía se sufren sus embates y que tuvo entre sus víctimas a estas comunidades campesinas.

La guerra y los éxodos consecuentes llevaron a los sobrevivientes a trasmontar la cordillera y dirigirse por las cuencas de los ríos Duda, Ariari, Guayabero y Pato, en donde fundaron nuevos asentamientos: Lejanías, Medellín del Ariari y El Castillo, extendien-do estas colonizaciones que huían de la violencia hacia las fronteras de la Amazonia. Se expresaba así el ciclo “colonización-conflicto-migración-coloni-zación”, a través del cual se ha ampliado la frontera agrícola del país en una espiral desplegada en el espacio nacional, construida a costa de los sufri-mientos y del trabajo de las familias campesinas, en beneficio de los grandes acaparadores de tierras.

La coLonización, ¿aLternativa a La reforma agraria?

A finales de los años cincuenta, distintos sectores advirtieron la dimensión de los efectos de la guerra y visualizaron la necesidad de adelantar una reforma agraria. Por su parte, el Gobierno estadounidense veía con preocupación cómo lo ocurrido en Cuba con su revolución contaba con antecedentes en América Latina: Bolivia en 1951 y Guatemala en 1954, por lo que, movido por el temor, adelantó dentro del marco de la Alianza para el Progreso la promoción de las reformas agrarias en la región. Colombia fue la vitrina de la iniciativa y una hija de esta coyuntura fue la Ley 135 de 1961, de Reforma Social Agraria.

A pesar de este padrinazgo y de los limitados alcances de su aplicación, las élites colombianas no aceptarían la reforma de la propiedad de la tierra, una posición profundamente arraigada y soste-nida hasta el presente. Sus críticos han señalado cómo la defensa a ultranza del régimen agrario ha sido una salvaguarda del estatu quo del régimen de acumulación vigente, alimentado por una cultura política que niega la posibilidad de una concepción incluyente de la sociedad.

Esta posición se expresó en el Pacto de Chicoral de 1972, a partir del cual el Estado le cerró el camino al reparto agrario, con el complemento tanto de las leyes 4ª de 1973 (sobre renta presuntiva) y 6ª de 1975

(aparcería) como de con un conjunto de modificacio-nes a las leyes 200 de 1936, 135 de 1961 y 1ª de 1968. La reforma agraria se hizo inaplicable, impidiendo la afectación de los grandes predios subutilizados y regularizando los contratos de aparcería para blindar aún más a las grandes explotaciones frente a eventuales demandas de los campesinos contra grandes propietarios.

A partir de tales cambios, el Gobierno enca-minó el reclamo de tierras hacia las colonizacio-nes de las fronteras, por medio de los proyectos del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (Incora) en Arauca (Sarare), Caquetá, Casanare, Meta (Ariari-Guéjar), Bajo Putumayo, costa del Pacífico y Magdalena Medio.

Pero no solo se trazó la línea defensiva del lati-fundio: una vez desalojados los campesinos, parte de las tierras hacia donde se dirigieron fueron de-claradas como “áreas de protección ambiental”.

Siguiendo una política de protección del patri-monio natural, se crearon los Parques Naturales Nacionales de La Macarena (1971), Cordillera de los Picachos (1977) y Tinigua (1989); los campesinos fueron expulsados de las tierras que habían con-quistado, en las que pretendieron recuperar sus vidas, economías y organizaciones y que fueron declaradas como “áreas protegidas”.

Con la combinación de la política de tierras y la de áreas protegidas se ha construido un ordenamiento del territorio en el cual se asignan espacios para la producción agropecuaria, la minería, la protección del agua, la biodiversidad y otros componentes del patrimonio ambiental, pero se excluye a los peque-ños productores campesinos.

Esta es una tendencia apreciable desde la Mues-tra Agropecuaria de 1954 hasta el pasado Censo Agropecuario (2014); bajo esta política de tierras, la frontera agraria pasó de 27 a 60 millones de hectáreas, manteniendo en su interior las mismas proporciones de la tenencia y el uso de la tierra con predominio de la gran propiedad con extendidas superficies en pastos para una ganadería atrasada.

Según el III Censo Nacional Agropecuario, 1.658.450 fincas de menos de 10 hectáreas, el 81 % de las explotaciones, controlan 3,4 mi-

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paLabras cLave: reforma rural agraria, Acuerdo Final de Paz, zonas de reserva campesina, colonización, baldíos. Consúltelas en www.unperiodico.unal.edu.co

El camino para una combinación adecuada y eficaz de producción y conservación va más allá de una reforma agraria y rural de carácter estruc-tural, que permita esta-

blecer la mejor defensa de las “áreas protegidas”.

llones de hectáreas, el 5 % del área censada; al tiem-po, 2.362 explotaciones con más de 2.000 hectáreas –el 0,1 % de las explotaciones– cubren 40,6 millones de hectáreas, el 60 % del área total.

Se configura así un modelo de ocupación del espacio rural-agrario que continúa expandiéndose con grandes extensiones subutilizadas, acumuladas mediante la vio-lencia como resultado de decisiones que expresan la voluntad de las élites de impedir que esos campesinos arraiguen en tierras propias, de sumirlos en el pago de rentas, como lo regula la aparcería, o de orientarlos ha-cia su conversión en jornaleros. Definidos este modelo agrario y el conflicto asociado con él, la guerra le siguió abriendo paso al nacimiento de la insurgencia en medio de los surcos campesinos.

truncado surgimiento de zonas de reserva campesina

A mediados de los años sesenta Estados Unidos había lanzado una guerra contra Vietnam, en desarrollo de su estrategia de contención contra China y de control del Pacífico. Sectores de la sociedad estadounidense la rechazaron, lo que desencadenó un potente movimiento pacifista. Severamente reprimido mediante la persecu-ción judicial, policial y el asesinato de los dirigentes del movimiento, sufrió también la diseminación encubierta del consumo de psicotrópicos sintéticos y naturales como herramientas de distracción.

Colombia resultó convertida en fuente de sumi-nistro de las drogas, los campesinos colombianos, arrinconados en las fronteras de la colonización y sin los apoyos efectivos del Estado, pronto fue-ron contactados por los agentes del narcotráfico. Los bajos precios de las tierras y de la mano de obra harían altamente competitiva y rentable la oferta colombiana, la cual en pocos años llegó a niveles de sobreproducción, generando nuevas crisis y tensiones en las regiones pro-ductoras, ya asociadas con los desarrollos del conflicto armado iniciado décadas atrás.

A comienzos de los años ochenta el gobierno de Belisario Betancur inició conversaciones de paz con la guerrilla de las farc. Como parte de ellas se acordó el establecimiento de un proyecto de desarrollo socioeconómico en el medio Caguán (Caquetá), zona ya comprendida en el decreto 1110 de 1928 y cuyos lineamientos organizativos no distaban de los que tuvieron las colonias agrícolas de finales de los años veinte impulsadas por los campesinos del Sumapaz.

Sin embargo, el proceso fue interrumpido y la guerra con-tinuó su marcha hasta la llegada de una nueva etapa de con-

versaciones, a finales de la década del noventa. Las experien-cias construidas alrededor de las colonias, reeditadas bajo la violencia en el sur del Tolima y estimuladas por la iniciativa del Caguán, volvieron a renacer, ahora bajo la figura de las Zonas de Reserva Campesina contenidas en la nueva Ley de Reforma Agraria, la 160 de 1994.

Dichas zonas florecieron en las vegas de El Pato (Ca-quetá), en Calamar (Guaviare), en el Magdalena Medio y en Cabrera (Cundinamarca), pero tuvieron un severo castigo: en el Guaviare, en donde se proponía establecer la primera de ellas, con su punto de apoyo en Mapiripán (Meta), paramilitares protegidos por el Ejército realizaron varias masacres que produjeron el éxodo de decenas de familias. Sus tierras, abiertas años atrás como parte de las colonizaciones impulsadas por el Incora y tituladas dentro de la Ley 160 de 1994, fueron usurpadas por testaferros de narcotraficantes para luego revenderlas a empresas multinacionales gestoras de los proyectos de producción de agrocombustibles.

Durante el segundo gobierno de Juan Manuel Santos, de nuevo se buscó llegar a un acuerdo de paz, y en él las reservas campesinas encon-traron lugar en el punto agrario. No obstante, las dificultades de esta nue-va etapa se manifestaron aún antes de lograrlo, cuando, a principios de 2013, el presidente lanzó su amenaza contra las colonizaciones campesi-nas que extendían su influencia en el Meta y Caquetá, y anunció la “recuperación” de más de 200.000 hectáreas de colonización con el argumento de que eran “tierras de las farc”. Con esto trazó las líneas de lo que sería la continuación de la guerra contra los campesinos: era la antesala de la Operación Artemisa, con la cual se definió el nuevo escenario de esta guerra sin fin.

Las amenazas apuntaban a “recuperar” las tierras abier-tas por los colonos luego de los éxodos iniciados en las laderas del Sumapaz. Lo que desde el Gobierno se identi-ficó como blanco sería parte de las tierras de las Zonas de Interés de Desarrollo Rural, Económico y Social (Zidres), previstas en la Ley 1776 de 2016, impulsada por quienes negociaban el acuerdo de paz; era la captura de los baldíos soñados por los desterrados. Con esta orientación, los in-cendios en los contornos de La Macarena y del Parque de Chiribiquete han ido de la mano de las expulsiones de los colonos asentados en estas tierras. La Operación Artemisa es la punta de lanza contra los campesinos, encaminada a construir el escenario de los proyectos de producción de

biocombustibles, de prospecciones petroleras y reservas de otros minerales.

eL costo de una obsesión

Este relato enmarca la incidencia que una visión de la sociedad y de las relaciones sociales ha tenido en gran parte de las dificultades de la aplicación del Acuerdo Final de Paz, en particular en lo tocante al acceso a la tierra y a la sustitución de los cultivos proscritos.

Ha hecho evidente cómo dos líneas de política, las de tierras y las ambientales dirigidas hacia las áreas prote-gidas, están permeadas por la intención de los sectores terratenientes de impedir el acceso de los campesinos a la tierra, una visión dominante en quienes diseñan y dirigen estas políticas, las cuales solo han contribuido a

agravar los severos problemas de la po-breza rural, la exclusión de gran parte de las poblaciones del campo al acceso a la tierra y a condiciones básicas de bienes-tar, además de los profundos deterioros del patrimonio ambiental del país.

Esta visión les ha impedido a los deci-sores de las políticas comprender que el camino para una combinación adecuada y eficaz de producción y conservación va más allá de una reforma agraria y rural de carácter estructural, que permita es-tablecer la mejor defensa de las “áreas protegidas”, la cual no se logra persi-

guiendo y expulsando campesinos; ellas se conservarían asegurándoles tierras aptas, cercanas a los mercados, dotadas de vías y servicios.

El desenvolvimiento de la sociedad colombiana resultó entrecruzado con la economía internacional del narco-tráfico, gracias precisamente a la decisión de las élites de no hacer esa reforma agraria, y en su lugar empujar a las colonizaciones hacia los bordes de la frontera sin el apoyo del Estado. Una historia reciente que amenaza repetirse en “la última frontera”, en la posibilidad final de asegurar tierras para los campesinos. Son los costos que pagamos por la obsesión del despojo.

mayo 2020 | 4 Periódico – N.º 225 – Universidad Nacional de Colombia

Biodiversidad que necesita ser reconocidaj. orlanDo rangel-Ch., profesor titular, Instituto de Ciencias NaturalesUniversidad Nacional de Colombia

Su gran diversidad biológica posiciona a La Macarena como el lugar de mayor expresión de la riqueza vegetal del país, rebasando incluso las estimaciones que se conocen sobre lugares como el Chocó biogeográfico o el páramo. Para preservarla se deben evaluar los logros e impedimentos en las tareas de conservación, y además promover un turismo sostenible.

Recientes incendios forestaLes y alteraciones en el orden público en localidades con influencia en la sierra de La Macarena nos recuerdan que, por sus condiciones biológicas y socioeconómicas, este macizo montañoso es referente importante en el devenir de nuestra nación.

La documentación de aspectos de su singularidad biofísica es muy reciente, como su origen geológico, que se ha asociado con la región guayanesa, con la Amazo-nia o con la Orinoquia, desestimando el origen andino argumentado tempranamente por el ecólogo italiano Otto Huber, estudioso de los biomas no forestados de la Guyana venezolana.

En 2014, Alexis Jaramillo, geólogo y docente de la Universidad Nacional de Colombia (unal), describió de manera concluyente el proceso involucrado en el despren-dimiento del bloque rocoso de la cordillera Oriental en la falla Algeciras-La Uribe, y su posterior alojamiento en las planicies llaneras, proceso que afectó los cursos de los ríos y el sistema de drenaje. En las planicies, los pastizales, formaciones vegetales típicas de la Orinoquia, empezaron a extenderse mientras que en cercanías de ríos y cauces prosperaron los bosques de origen amazónico que todavía persisten.

De igual manera, las investigaciones paleoecológicas de la geóloga Karina Hoorn, del Instituto para la Biodi-versidad y los Sistemas Dinámicos de la Universidad de Ámsterdam (Países Bajos), permiten reconocer un punto de inflexión –entre 6,5 y 7 millones de años antes del presente– para el abrupto cambio en la conformación del territorio del oriente y su patrón biofísico.

El bloque fracturado presenta volcamiento de las capas profundas que afloran en tramos de la sierra, en especial en el sur, fenómeno que también ha sido documentado en el pico del nevado del Sumapaz, coronado por una capa de corales de la era Terciaria, del género Tachetes, prue-ba fehaciente de lo que fueron las condiciones marinas antes de la emergencia de la cordillera Oriental. Debido a este fenómeno geológico (volcamiento) y a los tipos de vegetación que se comparten –como los rosetales de Vellozia tubiflora y los matorrales con especies de Clusia y de Bonnetia–, se han asociado tramos de la serranía con las formaciones de roca dura de los macizos guayaneses.

seLvas, paLmares y bosques

La altura máxima, el Pico Rengifo, se ubica entre los 1.250 y 1.300 m. La precipitación varía desde el norte, Peñas Blancas (3.614 mm anuales) o San Juan de Arama (2.992 mm), hasta La Balsora (2.685 mm), con una condición excepcional en la Estación Climatológica Raudal Uno, con 671 mm, es decir una situación extremadamente seca.

La región presenta dos épocas lluviosas y dos secas, régimen de distribución de lluvias similar al de los Andes, pero en el municipio de La Macarena y sus alrededores se presenta una época lluviosa de seis o siete meses y otra seca, el típico régimen llanero.

En el norte y en el centro crecen selvas y palmares mixtos con palma zancona (Socratea exorrhiza), cuangariales

(especies de Virola o cuangares), bosques mixtos con pacó (Cespedesia spathulata) y palmito (Euterpe precatoria). Hacia el sur, la vegetación se parece física y florísticamente a la de la región guayanesa.

Hay 2.400 especies de plantas con flores, riqueza que se concentra en las familias Fabaceae o leguminosas (228), Rubiaceae o del café (143), Poaceae o pastos (128) y Me-lastomataceae o nigüitos (121).

La afinidad entre las floras de La Macarena (2.400 espe-cies) y las subregiones de la Amazonia (8.046 especies) es baja; la mayor semejanza se da con los planos amazónicos, con los cuales se comparten apenas unas 204 especies. Con las subregiones de la Orinoquia, especialmente con el piedemonte, se comparten 431 especies. Las que solo se encuentran en el macizo son 934 (20,5 % de la Orinoquia), propiedades que permiten consolidar el carácter geográfico orinoquense de la serranía.

faLta incrementarinventarios bioLógicos detaLLados

¿Cuál es la relación entre los incendios y la pérdida de biodiversidad, especialmente de la cobertura vegetal, en el escenario actual? Hoy es prácticamente imposible estimar con precisión cómo se presentaron los incendios de enero y febrero pasado que han afectado la región, ya que no existe una cartografía actualizada. A comienzos del presente año se publicaron varias reseñas periodísti-cas sobre incendios en los límites con el parque Tinigua (al norte) y otras áreas probablemente al sur, pero no hay precisión geográfica.

En 1989, las aproximaciones históricas elaboradas por el profesor Henry González, del Departamento de Geo-grafía de la unal, mostraron que de una superficie total para la serranía de 1.021.000 hectáreas se habían perdido

73.359 hectáreas, en especial en el sector norte, drenado por los ríos Güejar y Ariari.

En ese sentido, desde la unal se quiso suplir la ausen-cia de un mapa de vegetación, mediante un ejercicio cartográ-fico que realizó el estudiante de doctorado Larry Niño Arias. Con base en el mosaico de imá-genes Landsat de 2016 y un modelo de elevación digital se construyó un mapa que in-cluye las áreas con vegetación cerrada (bosques y selvas) de color café (norte y centro), los pastizales naturales y transfor-mados al norte, de color ver-de claro; la vegetación abierta (guayanesa) al sur, de color verde intenso. Las zonas más transformadas (deforestadas) son las planas, mientras las de relieve irregular conservan los bosques. En el casco urbano del municipio de La Macarena confluyen dos frentes de de-forestación: desde el Caguán por tierra y desde San José del Guaviare por el río Guayabero (ver mapa).

Las quemas y su frecuencia inciden en la transformación de las condiciones originales y posibilitan la extensión de las fronteras de explotación agropecuaria, pero es indu-dable que, al no disponer de herramientas cartográficas adecuadas, se sigue cayendo en el campo de la especulación.

Es urgente que la nación se apropie del significado biofí-

sico del macizo; recientemente se publicaron dos volú-menes de la serie Colombia diversidad biótica* que incluyen inventarios detallados sobre las serranías de Perijá (altitud entre 200 y 3.650 m, en el Caribe) y Manacacías (entre 100 y 350 m, en la Orinoquia). Al comparar los patrones de biodiversidad resalta la condición excepcional de La Macarena, aunque por encima de los 600 m de altitud no se cuenta con inventarios biológicos detallados.

La riqueza de las plantas con flores en relación con su superficie posiciona a La Macarena como el lugar de mayor expresión de la riqueza y diversidad vegetal del país, rebasando las estimaciones que se conocen sobre otros lugares como el Chocó biogeográfico o el páramo de Colombia, o macizos con inventarios parecidos como el del Parque Natural Nacional Los Nevados (cordillera Central), el del Sumapaz (c. Oriental), el Macizo Central del Puracé y el del Tatamá (c. Occidental).

Si se quiere conservar y preservar La Macarena, joya de la biodiversidad colombiana, es imperativo culminar los inventarios básicos de la biodiversidad por encima de los 600 m, elaborar cartografía temática que resuelva los vacíos e imprecisiones, promover un uso sostenible de los renglones de biodiversidad, evaluar logros e impe-dimentos en las tareas de conservación y promover el turismo amigable y conservacionista.

*Las publicaciones se puede consultar en:www.colombiadiversidadbiotica.com

paLabras cLave: biodiversidad, inventario biológico, Colombia diversidad biótica. Consúltelas en www.unperiodico.unal.edu.co

VegetaciónInformación no consolidada

Cerrada(bosques-selvas)

Pastizales naturalestransformados

Abierta(Guayanesa)

Estación climática

Mapa elaborado por Larry Niño Arias, magíster en Geografía, unal.

Especial La Macarena

mayo 2020 | 5 Periódico – N.º 225 – Universidad Nacional de Colombia

paLabras cLave: Área de Manejo Especial de La Macarena, actividad extractiva, licencias ambientales, deforestación Consúltelas en www.unperiodico.unal.edu.co

Fragilidad ambiental en la confluencia Andes, Amazonia y Orinoquia

La mayoría de los colombianos desconoce la dimensión estratégica del Área de Manejo Especial de La Macarena (amem), una de las regiones más ricas en biodiversidad del planeta, en la cual confluyen los ecosistemas de los Andes, la Amazonia y la Orinoquia, y de cuya conservación depende la estabilidad climática del país y del mundo.

jenny Paola SantanDer Durán*, magíster en Medio Ambiente y DesarrolloniColáS alexanDer Pérez Forero, estudiante, Maestría en Medio Ambiente y DesarrolloUniversidad Nacional de Colombia (unal)

Más que eL ideaL de contacto con un edén o un paraíso, en la Amazonia colombiana se ha impulsado un proceso civilizatorio fundamentado en el dominio de la naturaleza. Su apropiación ha pasado por periodos de bonanza; decla-ración como región desierta e improductiva con población no civilizada; delimitación de fronteras y escenarios de guerra; genocidio cultural de comunidades indígenas, o establecimiento de proyectos de interés nacional.

La configuración de este espacio ilustra la conversión del Dorado Amazónico en un “infierno verde”, en palabras de Germán Palacio en su libro Civilizando la tierra caliente, suerte de la que el amem no escapa.

Después de las expediciones realizadas por científicos estadounidenses durante las primeras décadas del siglo xx, en 1948 la Sierra de La Macarena fue categorizada como Reserva Nacional, sin definir sus límites; esto en plena colonización dirigida, y bonanza maderera. Pasaron dos décadas para que las delimitaciones fueran establecidas en 1965, después del impulso del modelo ganadero y las migraciones campesinas desde los Andes por la violencia.

Tras otras dos décadas de paros campesinos, alertas por la degradación ambiental en la Amazonia, bonanzas cocaleras y un intento de proceso de paz, en 1989 se declaró el amem, en la cual se dan formas organizativas que podían proteger la región de la creciente degradación ambiental. El área está integrada por los Parques Nacionales Natura-les Sierra de La Macarena, Tinigua, Picachos y Sumapaz (Meta), y los Distritos de Manejo Integrado La Macarena y Ariari - Guayabero.

importancia ecoLógica

En el amem confluyen ecosistemas andinos, orinoquenses y amazónicos, hábitat de al me-nos 5.300 especies de fauna y flora, corredor de vientos húmedos hacia la Región Andina y el Atlántico. Después de la transformación del Piedemonte amazónico colombiano, por esta región pasa el último corredor biológico con mayor área de bosque que conecta los Andes con la Amazonia. Además forma parte del Camino de las Anacondas, un espacio transnacional proyectado como uno de los mosaicos ecológicos y culturales más gran-des del mundo. De igual manera, comprende ecosistemas de agua dulce y de tierra firme que le confieren su particular belleza, entre enormes y veloces raudales, pozos y caídas de agua; sus serranías constituyen centros de endemismo y de huellas de los pueblos indí-genas del siglo xvi.

Los riesgos

Del amem no solo forman parte las dinámi-cas ecológicas y culturales que encierra, sino

que sus fronteras son fundamentales en los procesos de deforestación y degradación. Resalta la función ecológica y social de la propiedad de los Resguardos Indígenas y las Zonas de Reserva Campesina, cuya contigüidad espacial ha logrado disminuir estos fenómenos, indagando por las soluciones planteadas a la conservación sin gente y a los procesos que se encuentran detrás de sus motores: acapa-ramiento de tierras, despojo, criterios de adjudicación de tierras, informalidad en la tenencia, actividad extractiva, legislación agraria y narcotráfico.

Un ejemplo de dicha situación es el avance de la acti-vidad petrolera, que entre 2008 y 2015 sumó 10 licencias ambientales, según la Agencia Nacional de Licencias Am-bientales (anla), y la concentración de predios por culti-vos de palma africana entre 2008 y 2011, reportada por el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi) y la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Norte y el Oriente Amazónico (cda). La proyección vial también facilitaría la apertura del bosque; cifras significativas en municipios del sur del Meta expresan algunos de estos impulsores (figura 1).

Las áreas protegidas en La frontera deL capitaLismo contemporáneo

Para evitar que su territorio sea cedido con fines distin-tos a la conservación, las áreas protegidas han tenido múltiples desafíos. Su transformación ha evidenciado su fragilidad frente a la expansión del desarrollo capitalista en varias facetas: ganadería extensiva, agroindustria, in-dustria energética y megaminería, como han señalado los investigadores Dolors Armenteras, Nelly Rodríguez y Javier Retana, de la Universidad Nacional de Colombia (unal), en su estudio sobre estrategias para evitar la deforestación en el Escudo Guayanés.

En particular, el Parque Nacional Natural Tinigua sufre una reciente amenaza a sus valores objeto de conservación por la acelerada deforestación, cuya continua ocupación incrementa la posibilidad de que su área efectiva se reduzca. Ello es evidente en el recuento histórico del cambio de cobertura natural para los últimos 20 años, en los cuales la selva se ha reducido en un poco más del 30 %.

Sobre los retos de la paz territorial, el doctor en His-toria Ricardo Sánchez Ángel, docente de la unal, señala que “no es exagerado pensar en esto bajo el marco de un capitalismo que busca relanzar la acumulación con fuentes nuevas y tradicionales, tierra o minerales”. Un precedente de esto lo ha marcado la licencia ambiental para exploración de hidrocarburos renovada a Hupecol

en el área de influencia de Caño Cristales, o la moratoria petrolera en el Parque Nacional Yasuní, en Ecuador, que tampoco tuvo éxito.

avifauna, vaLor ecoLógico excepcionaL

La riqueza biótica del amem se expresa en su variedad de aves, que según un estudio publicado por el Instituto Humboldt en 2018 abarca un acervo de diversidad gené-tica por encima de la media nacional. Su contemplación se podría convertir en un atractivo turístico importante para el sustento económico de algunos pobladores que hallen en su avistamiento una actividad viable de soporte.

Allí se encuentra el hoatzín, o pava hedionda (Opistho-comus hoazin), ave emblemática de la región cuyo colori-do plumaje y abundancia la hacen fácil de avistar en las orillas de los ríos y lagunas. Es la única ave conocida con digestión tipo rumiante, que, además de rara, representa muchas especies posibles de contemplar en el amem, cuyo hábitat se ve cada vez más reducido. El primer paso para conservar estos valores ecológicos es reconocerlos como únicos e inconmensurables.

En síntesis, reducir la fragilidad ambiental del amem va más allá de replantear los símbolos construidos sobre el desarrollo, la naturaleza e incluso la paz, todos funda-mentados en el dominio, el control y la exclusión.

Como escribió Augusto Ángel Maya, uno de los pensa-dores ambientales latinoamericanos más importantes: en el ser humano no es innata su inclinación a la destrucción y la muerte, sino que él mismo se ha excluido del paraíso ecosistémico por sus procesos ideológicos. ¿En qué creemos los colombianos cuando pensamos en progresar y proteger al mismo tiempo nuestros ecosistemas?

*Artículo derivado del capítulo “Deforestación del co-rredor Andes - Amazonia. Estudio de caso: Marginal de La Selva”, de Juan Manuel Rengifo Arana y Jenny Paola Santander Durán, incluido en el libro Escenarios ambientales del posacuerdo en Colombia (en proceso de publicación) y de la tesis de maestría “Degradación de la tierra en área protegida. Parques Nacionales Naturales Tinigua – Sierra de La Macarena”, de Nicolás Alexander Pérez Forero.

Figura 1. Cifras significativas de los municipios del sur del Meta en el amem.

Fuente: inventario ganadero Fedegán, Censo

Pecuario Nacional, Registro Único de Víctimas,

estadísticas de oferta de cultivos ilícitos del

Observatorio de Drogas de Colombia (ODC)

y cambios de cobertura Sinchi.

Especial La Macarena

mayo 2020 | 6 Periódico – N.º 225 – Universidad Nacional de Colombia

Organizaciones sociales han suplido vacío del Estado henry SalgaDo ruiz, (Ph. D.), profesor, Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Pontificia Universidad Javeriana

Aunque los procesos organizativos en la región han sido significativos, todavía existen factores más allá del conflicto armado que afectan las capacidades de las comunidades para actuar colectivamente de manera sostenida. Uno de los más críticos tiene que ver con las precarias condiciones de la población rural, que no encuentra oportunidades productivas distintas a la hoja de coca.

EL sur deL Meta, el Guaviare, el Caquetá y el Putu-mayo fueron áreas receptoras de grandes contingen-tes de campesinos expulsados de sus territorios por los procesos de reestructuración agraria y despojo que tuvieron lugar en Colombia desde los años cuarenta, no solo por factores económicos ligados

a la dinámica de expansión y acumulación del capital agrario, sino también por el Estado, a través de la Fuerza Pública, y por los grupos armados ilegales.

En este territorio confluye-ron dos tipos de colonización campesina: la colonización for-zada, originada en la expulsión violenta de los campesinos por parte de los terratenientes y sus grupos armados ilegales (conoci-dos como pájaros o chulavitas), y la colonización armada, surgida de un proceso de autodefensa campesina para proteger sus

vidas y sus territorios. Así, el campesinado fue ex-propiado de su territorio, despojado de sus derechos ciudadanos y excluido de la comunidad política. La sociedad los vio con recelo y desconfianza y las

Las organizaciones campesinas han

implementado estrategias político-

organizativas que les han permitido consolidarse

internamente y lograr que sus convocatorias a

las asambleas y acciones colectivas sean acogidas

por las comunidades.

instituciones estatales los estigmatizaron al consi-derarlos “criminales”, “bandoleros” y “guerrilleros”.

Con la expulsión, los referentes simbólicos que ligaban a los campesinos a la nación se desmoronaron y sus derechos como ciudadanos quedaron suspendi-dos. Desde ese momento fueron conscientes de que aunque estaban dentro de las fronteras territoriales de esa “comunidad imaginada” –conceptualizada por el politólogo irlandés Benendict Anderson–, no pertenecían ni se identificaban con ella.

La mayoría de las familias campesinas que emi-graron hacia la selva se encontraron con territorios y ecosistemas desconocidos. Frente al imperativo de la subsistencia, poco importaron las causas del desplazamiento masivo; tanto quienes llegaron con las “columnas de marcha” (grandes desplazamientos forzados de población campesina, acompañados de destacamentos armados –guerrillas rodadas– que cumplían la misión de repeler los ataques armados gubernamentales) como aquellos que huían de la pobreza y del terror oficial, tuvieron que reiniciar sus vidas.

En este proceso de reasentamiento, las organiza-ciones campesinas –tanto el Sindicato de Pequeños Agricultores del Alto Ariari, como el Movimiento Agrario de El Pato y El Guayabero– jugaron un rol determinante en la conducción de la colonización hacia el sur del Meta, el Guaviare y el Caquetá, respectivamente.

Dichas organizaciones indicaban la ruta a seguir y el lugar donde los campesinos se podían establecer. Les mostraban el espacio donde podían construir su casa –que inicialmente no fue más que un cam-buche– y su predio, es decir, el sitio donde podían fundar. Después de escoger el punto asignaban nom-bres, con lo que iniciaron la apropiación del espacio y la conversión de este en su territorio.

En este proceso de construcción territorial, de nuevas relaciones sociales e identitarias, de resignifi-cación de estigmas y de establecimiento de lealtades y solidaridades, se gestaron los primeros poblados y veredas, que crecieron gracias a los procesos de in-tercambio de afectos, bienes y fuerza de trabajo. Es

La precaria interconexión vial terrestre y el alto costo del transporte aéreo son algunos de los problemas básicos pendientes de solucionar en La Macarena.

Foto: Nicolás Pérez Forero.

importante resaltar que muchos de los que llegaron ya contaban con una experiencia organizativa política y de lucha por la tierra. Al respecto, Alfredo Molano anotaba en su libro Selva adentro: una historia oral de la colonización del Guaviare:

Para analizar la lucha de los colonos de estas re-giones […] hay que tener en cuenta tres hechos: de una parte, existía un principio de gran versatilidad y experiencia en el Partido Comunista, que contaba con una trayectoria de lucha arraigada en las ligas agrarias del Sumapaz, el Tequendama, Villarrica y Chaparral; por otra parte, una tradición guerrillera y militar persistente y, por último, la necesaria y natural vocación colectiva y asociativa del trabajo colonizador.

construcción deL trabajo comunitario

El trabajo organizativo se basó fundamentalmente en la promoción y el impulso de asociaciones de colonos, de juntas de acción comunal y de sindicatos de pequeños agricultores. Este tipo de actividad tuvo una fuerte incidencia en las comunidades, y de manera progresiva las organizaciones ganaron el respaldo social y político, ampliaron su cobertura geográfica y establecieron un trabajo coordinado interveredal, intermunicipal e interregional. Desde sus inicios, se constituyeron en autoridad política local y suplieron el vacío institucional del Estado.

Los campesinos encontraron en estas organi-zaciones un espacio para resolver sus problemas socioeconómicos y sus conflictos interpersonales, y también para construir conjuntamente sus pro-puestas de desarrollo, de medioambiente y de paz. Desde sus inicios se constituyeron en instituciones legitimadas para ejercer los controles en nombre de la comunidad, la representación frente a las autoridades locales y regionales y la defensa de los derechos de los campesinos; estos las vieron como organizaciones que sabían representarlos, dimen-sionar su problemática y asumir la vocería para

Especial La Macarena

mayo 2020 | 7 Periódico – N.º 225 – Universidad Nacional de Colombia

Se requiere con urgencia una intervención del

Estado que contribuya a viabilizar las economías

campesinas hasta donde se haya corrido la frontera agrícola y ganadera, detener la

avanzada colonizadora e involucrar a los habitantes

de las zonas protegidas en las estrategias de

conservación ambiental.

paLabras cLave: territorio, organizaciones campesinas, economías campesinas, desplazamiento forzado. Consúltelas en www.unperiodico.unal.edu.co

argumentar y luchar por sus derechos y presentar sus propuestas ante las autoridades estatales del orden local, regional y nacional.

Según el Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep), actualmente las juntas de acción comunal se constituyen en la unidad básica de coordinación de los pobladores rurales, así: (i) re-gulan aspectos básicos de convivencia; (ii) recaudan impuestos; (iii) proporcionan bienes públicos; (iv) salvaguardan la fe pública y, por esa vía, (v) gene-ran la certidumbre que permiten las transacciones comerciales y fomentan el mercado de tierras.

Para consolidar su trabajo e involucrar de manera más decidida a las comunidades campesinas en la lucha por su territorio, su identidad y su reconocimiento; resolver sus problemas socioeconómicos; superar el conflicto armado; sustituir la hoja de coca, e integrarse políticamente, las organizaciones han implementado, en términos generales, dos tipos de estrategias políti-co-organizativas que les han permitido, por un lado, consolidarse internamente, y por otro, lograr que sus convocatorias a las asambleas y acciones colectivas sean acogidas por las comunidades.

Con respecto a su consolidación, han impulsado, por una parte, una reflexión comunitaria cotidiana sobre los problemas más relevantes de la región. En términos del sociólogo jamaiquino Stuart Hall, esta estrategia ha sido un proceso permanente de construcción discursiva de identificación, en el cual las organizaciones campesinas recuerdan su origen colectivo común, establecen de manera negociada los mecanismos para enfrentar sus problemas más inmediatos y diseñan colectivamente sus agendas políticas y organizativas. Por otra parte, perma-nentemente cuestionan al Estado colombiano y le exigen mayor intervención social y menos coerción.

papeL actuaL de Las organizaciones sociaLes

En lo que se refiere a las estrategias orientadas a lograr el respaldo del conjunto de la comuni-dad, las organizaciones han dinamizado acciones colectivas encaminadas a consolidar las veredas y los municipios por la vía de la confrontación y las deman-das al Estado.

Dicha estrategia es fundamental para interpretar las protestas y movilizaciones que han tenido lugar en el área. Datos del Cinep muestran que entre 1984 y 1987 los colonos se movilizaron para pedir el re-conocimiento legal de sus posesiones; la asignación de créditos y apoyos agrícolas; la construcción de una carretera; la desmilitarización de la reserva, y para protestar por el asesinato de los líderes de la Unión Patriótica.

Una década después, las marchas campesinas en el Ariari –en 1995 y 1996– y el bloqueo de vías de comunicación fueron contra la corrupción adminis-trativa, el desequilibrio en las inversiones sociales en los municipios y la exigencia de que el Gobierno cumpliera sus compromisos de construir escuelas, puentes y vías, además de otorgar incentivos agrícolas.

En 2010, el Programa de Na-ciones Unidas para el Desarrollo (pnud) indicó que entre 1997 y 2000 se registró un fuerte nivel de protesta social contra la vio-lencia, el conflicto armado, la vio-lación de los derechos humanos y las infracciones al Derecho Inter-nacional Humanitario. Así mismo hubo un importante número de encuentros, foros y seminarios, la mayoría relacionados con la búsqueda de alternativas para la paz y de procesos de negocia-ción. Esta estrategia de impulso de acciones colectivas ha estado acompañada del establecimiento de alianzas con otras organizaciones nacionales e internacionales.

El pnud y el Cinep dicen que en La Macarena existen importantes procesos organizativos y de articulación, como la Mesa Humanitaria del Meta, la Corporación de Desarrollo para la Paz del Piede-

monte Oriental (Cordepaz) –que es el Programa de Desarrollo y Paz (pdp) del departamento–, la Coor-dinación Mesa Meta-Llanos y el Consejo Regional de Empleo; las organizaciones de mujeres, como la Asociación el Meta con Mirada de Mujer y las Mujeres Constructoras de Paz. Además se conformó

la Corporación por la Defensa Am-biental y el Desarrollo Sostenible en el Área de Manejo Especial de La Macarena (amem), Corpoamem, que es una organización social en la cual se encuentra la mayoría de las asociaciones campesinas del área. En abril de 2013, cuando se constituyeron, las organizaciones campesinas representaban a 460 juntas de acción comunal del te-rritorio.

Aunque algunos estudios re-cientes mencionan los signifi-cativos procesos organizativos presentes en esta región, plan-tean que existen factores más allá del conflicto armado que afectan profundamente las capacidades de las comunidades para actuar

colectivamente de manera sostenida. Una de ellas, y quizá la más crítica, tiene que ver con las pre-carias condiciones de la población rural, que no encuentra oportunidades productivas distintas a la hoja de coca.

En este sentido, se requiere con urgencia una in-tervención del Estado que contribuya a viabilizar las

economías campesinas hasta donde se haya corrido la frontera agrícola y ganadera, detener la avanzada colonizadora e involucrar a los habitantes de las zonas protegidas en las estrategias de conservación ambiental. Esto implica solucionar algunos de los problemas básicos, tales como la informalidad de la tenencia de la tierra; la carencia de interconexión eléctrica y el limitado servicio que se presta; la pre-caria interconexión vial terrestre, y el alto costo del transporte aéreo.

De igual manera, es perentorio que el Estado supere el discurso institucional de desprecio, seña-lamiento y estigmatización hacia las comunidades campesinas, e implemente políticas públicas que les permitan a los actores sociales y territoriales proyectar su futuro y compatibilizar sus intereses y expectativas locales y regionales con el interés nacional. Una hoja de ruta para ello es implementar integralmente el Acuerdo Final de Paz, contando con las comunidades y sus organizaciones sociales. Esta es la condición sine qua non para la construcción de una paz estable y duradera.

mayo 2020 | 8 Periódico – N.º 225 – Universidad Nacional de Colombia

Un precario sistema de saludroMán Vega roMero*, médico cirujano, Universidad Nacional de Colombia

Este territorio ha sido escenario emblemático del conflicto armado colombiano, sin que haya podido superar la violencia por el incumplimiento del Acuerdo Final de Paz, en especial en lo referente a la implementación de la Reforma Rural Integral (rri) y el Plan Nacional de Salud Rural.

EL municipio de La Macarena forma parte del Área de Manejo Especial de La Macarena (amem), región de ordenamiento territorial y ambiental que incluye 16 municipios del Meta y 3 del Guaviare, creado mediante el Decreto Ley 1989 de 1989 para regular las actividades humanas que pudieran afectar la estructura ecológica del territorio.

Aunque tiene una extensión de alrededor de 1.123.100 hectáreas, para actividades agropecuarias solo pueden ser adjudicadas 758.935 ha, el resto corresponde a zonas de reserva forestal, de las que forman parte parques nacionales y distritos integrados como los de la Serranía de La Macarena, el Parque Nacional Tinigüa y el de la Cordillera de los Picachos.

Una parte de la zona afronta la creciente presión interna y externa de la ganadería extensiva, los cultivos de coca, la producción de palma aceitera y la exploración y explotación petrolera y minera, lo cual ha incentivado la deforestación que el Gobierno ha querido frenar mediante la militarización del territorio, a través de la Operación Artemisa.

También ha sido objeto de un litigio fronterizo entre Meta, Guaviare y Caquetá, y de la creación de áreas de parques, reserva forestal y distritos inte-grados, posteriores al asentamiento de la población campesina e indígena.

Todo lo anterior, junto a la racionalidad neoliberal del Sistema General de Seguridad Social en Salud (sgsss) y de otras políticas públicas y sociales, ha dificultado definir y materializar las responsabili-dades del Estado con respecto a la organización y el funcionamiento del sistema local de salud, el sanea-miento básico, la soberanía y seguridad alimentaria, los servicios públicos, la construcción de obras, la ejecución de proyectos comunitarios y, en general, garantizar medios eficaces para el buen vivir de las comunidades, expresables en el mejoramiento eco-nómico, social y cultural del territorio en condiciones de preservación y conservación de la naturaleza. En ese sentido, el municipio de La Macarena padece hoy uno de los estados de cosas inconstitucional en salud más típico de la ruralidad colombiana.

situación de saLud se agrava por condiciones sociaLes

El estado de salud es percibido como precario, sien-do predominantes las enfermedades infecciosas y crónicas, la malnutrición, los problemas de violencia intrafamiliar y de género y los homicidios.

Las personas utilizan muy poco los servicios del sistema de salud occidental, y por el contrario acuden con frecuencia a los remedios caseros o a la automedicación. Ello debido especialmente a las barreras geográficas, de transporte, económicas y administrativas para acceder a la atención médica –a pesar de que la mayoría están afiliadas al sgsss– y al debilitamiento de la medicina tradicional de las comunidades ancestrales y campesinas.

La falla en garantizar el goce efectivo del derecho a la salud en un marco de interculturalidad se debe

paLabras cLave: salud rural, atención primaria en salud, medicina tradicional. Consúltelas en www.unperiodico.unal.edu.co

en especial a la insuficiencia de recursos y a la inade-cuada planeación de las actividades por parte tanto de la Gobernación como de la Alcaldía, a la falta de regulación adecuada de los contratos de prestación de servicios entre aseguradores y prestadores por parte de la nación, y en general al modelo de mercado privatizado del sgsss, en el cual las aseguradoras y los prestadores privados y públicos de servicios no encuentran rentable ni sostenible invertir en esos territorios rurales.

El estado de salud se agrava porque las condiciones de vida de las comunidades se caracterizan por sus muy bajos niveles de acceso a la educación básica y a la formación técnica y superior; por la escasa cober-tura de los servicios de alcantarillado, recolección y eliminación de basuras y, paradójicamente, por el deficiente acceso al agua potable en un territorio con una gran riqueza hídrica.

A pesar de que la actividad productiva de la mayor parte de la población está basada en una economía campesina de subsistencia, el trabajo y el empleo carecen de adecuada protección frente a los riesgos relacionados con accidentes de trabajo y enferme-dades laborales.

“saLud sin fronteras”, una propuesta

Para resistir la violencia y el desplazamiento, cons-truir condiciones de vida digna y defender el derecho al territorio, cerca de 10.000 de las 12.000 familias que habitan la región han conformado asociaciones campesinas, 8.000 de las cuales están en territorio de la Asociación Campesina Ambiental Losada–Guayabero (Ascal-g), donde se desarrolla con más intensidad el actual conflicto socioambiental. Junto a ellas, también trabajan organizaciones de mujeres, cabildos y parcialidades indígenas, y excombatientes emplazados en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación Urías Rendón.

Como alternativa a la expulsión de los parques, zonas de reserva forestal y distritos integrados, desde 2011 impulsan la construcción de la Zona de Reserva Campesina de Losada Guayabero y otras iniciativas de producción campesina ambiental-mente sustentables.

Igualmente, con el apoyo de profesores y estu-diantes de las universidades Nacional de Colombia (unal), Javeriana y de La Salle, le han propuesto al Gobierno incluir el Plan Comunitario de Salud Rural

“Salud Sin Fronteras” en el Plan Nacional de Salud Rural y en el Plan de Desarrollo del municipio.

La iniciativa tiene como objetivos la construcción de un sistema local y estatal de salud de acceso universal; la territorialización de la salud según las tradiciones organizativas, socioeconómicas y culturales comunitarias; la implementación de un modelo de atención basado en la Atención Primaria en Salud; el rescate, la restauración y la protección de los saberes y prácticas ancestrales y de la natu-raleza; y la participación comunitaria basada en la autonomía y la autogestión.

Para buscar una salida al escalamiento y la acen-tuación del conflicto con la reciente arremetida mi-litar, le presentaron al Gobierno una amplia agenda para la solución de los conflictos socioambientales derivados del uso y manejo de las áreas protegidas y otras figuras de protección ambiental derivadas de la Ley 2ª y del Decreto Ley 1989 de 1989. Junto a esta agenda, desarrollaron una amplia actividad de par-ticipación en la formulación del Plan de Desarrollo de su municipio y en el diseño del Plan Territorial de Salud que forma parte de este.

El establecimiento de reglas de juego y progra-mática entre las organizaciones comunitarias y el Gobierno, para negociar la agenda ambiental, solo se pudo iniciar después de una amplia protesta y movi-lización campesina que obligó a este a presentarse con un abanico institucional en la inspección de San Juan de Losada –en límites entre Meta y Caquetá–, a mediados de marzo del presente año.

Ante el despliegue de medidas oficiales de aisla-miento social por el diagnóstico del primer caso de covid-19 (el 6 de marzo) en el territorio nacional, el 21 de marzo las organizaciones campesinas, en ausencia de efectiva protección en salud para su población, levantaron la fuerte movilización que había bloqueado vías estratégicas de acceso a la re-gión, logrando que el difícil diálogo con el Gobierno les permitiera alcanzar un acuerdo para la solución del conflicto ambiental, de acceso a la tierra, y por condiciones para la vida digna y en coexistencia armoniosa con la naturaleza en el territorio.

* Integrante de la Red SaludPaz.

FOTO: Daniel Ferreira.

Las barreras geográficas y de transporte impiden que los pobladores de la región utilicen los servicios del sistema de salud.

Especial La Macarena

mayo 2020 | 9 Periódico – N.º 225 – Universidad Nacional de Colombia

paLabras cLave: violencia intracomunitaria, justicia transicional, justicia local, conflicto armado. Consúltelas en www.unperiodico.unal.edu.co

Cuando la paz no es sinónimo de tranquilidad, sino de miedoKeren xioMara Marín gonzález, magíster en AntropologíaUniversidad de Antioquia

Tras la firma del Acuerdo Final de Paz, uno de los mayores retos que afrontan la sociedad civil y la institucionalidad en regiones como La Macarena es el trámite de las consecuencias y los impactos de la violencia a nivel local. En ese sentido, la justicia transicional, pensada inicialmente para actores armados, también debe buscar la reconciliación y el perdón entre las comunidades.

A 40 km de La cabecera municipaL de La Macarena se encuentra El Diamante, un pequeño poblado de casas bajas por donde suelen transitar camiones cargados de mercancía con destino a San Vicente del Caguán. En esta tierra árida, cuatro generaciones han experimentado los avatares de la guerra y sus consecuencias. Sin embargo, la firma del Acuerdo Final de Paz entre el Estado colombiano y las farc no ha supuesto para estas comunidades el fin de la violencia ni la posibilidad de imaginar el futuro más allá de un orden armado que les regule, pues en el imagi-nario colectivo “la paz no es sinónimo de tranquilidad o de esperanza, sino de miedo”.

Para comprender esta persistencia del pasado violento en el ethos comunitario, en mis investigaciones “Construc-ción de paz en escenarios de violencia intracomunitaria: estudio de caso Sierra de La Macarena” y “En la paz siento miedo: violencia política y experiencia moral tras el fin de la guerra” exploro, mediante una aproximación etnográfica realizada entre 2013 y 2018, las implicaciones simbólicas, culturales y subjetivas de la violencia política en la vida social de las comunidades de la Sierra de La Macarena. Como punto de partida, estos análisis exploran el fenóme-no a partir de dos dinámicas interrelacionadas: la historia regional y la vida cotidiana.

En el primer aspecto, la mirada se centra en la cons-trucción social de la región y su proceso de poblamiento. La Sierra de La Macarena, que desde mediados del siglo xx fuera refugio para miles de familias campesinas que huían de la violencia bipartidista, hacia 1965 se transformó en uno de los epicentros del conflicto social y armado en el país, pues durante este periodo el Gobierno nacional inició operativos militares en regiones consideradas como “repúblicas independientes”, entre ellas El Pato y Guaya-bero. Tal iniciativa tuvo como respuesta la fundación en 1964 de las farc, a orillas del río Duda.

Desde entonces la institucionalidad desplegó numerosas estrategias militares y contrainsurgentes como la Guerra Integral (1990-1994), la lucha antinarcóticos (1994-1998), el Plan Colombia (1999-2016), la Política de Defensa y Seguridad Democrática (2002-2010), el Plan Patriota (2003-2006) y el Plan Nacional de Consolidación Territorial (2007-2016), entre otras.

Este territorio también ha sido escenario de distintos procesos de paz: en la década de 1980, el municipio de La Uribe se transformó en sede de los diálogos entre las farc y el Gobierno de Belisario Betancur (1982-1986), y a finales de los noventa formó parte de la zona de despeje en el marco de los diálogos de paz con Andrés Pastrana (1998-2002).

crear un ecosistema sociaL

Tanto los antecedentes históricos como el desarrollo que la guerra ha tenido allí implicaron que las comunidades adecuaran la violencia a su cotidianidad. En este sentido, más que un acto disruptivo, la violencia representó para la gente de la región un fenómeno existencial que influyó

La justicia transicional debe procurar que los lazos de confianza entre las comunidades se reconstruyan.

tanto en los marcos cognitivos, emocionales e identitarios de los sujetos, como en sus sentidos y prácticas morales.

Ejemplo de ello fue el uso del poder armado por parte de los civiles para tramitar conflictos privados como celos, envidias o venganzas, situación que generó escenarios de “victimización horizontal”, es decir espacios en los cuales el entorno social se caracteriza por el tránsito continuo de los sujetos entre los roles de víctima, perpetrador, testigo y sobreviviente, pues los civiles dejan de ser “actores pasi-vos” sobre quienes recae la violencia, para transformarse en “actores no pasivos” capaces de conducir de manera indirecta el poder que ejercen los grupos armados.

Al respecto Casimiro Puerta, fundador de El Diamante y líder comunitario, cuenta que debió pagar tres años de cárcel cuando gente de su comunidad lo acusó falsamente de ser colaborador de la guerrilla. Quienes lo acusaron lo hicieron para acceder –mediante el Programa de Atención Humanitaria al Desmovilizado– a beneficios como salud y educación, derechos que en la Sierra de La Macarena son considerados como privilegios. Estas situaciones supo-nen un quiebre en la confianza y la solidaridad entre las comunidades, pues, como señala el historiador Francisco Ortega, docente de la Universidad Nacional de Colombia (unal), “la violencia sustrae herramientas a la comunidad para que sus miembros habiten juntos en el mundo”.

Ante eso, uno de los mayores retos que afrontan la sociedad civil y la institucionalidad en las regiones es la comprensión y el trámite de las consecuencias y los impactos de la violencia política local, pues ¿cómo recons-truir el sentido de vivir en comunidad, cómo reparar los daños morales y éticos? En palabras del académico Robert Ricigliano, director del Instituto de Asuntos Mundiales de la Universidad de Wisconsin (Estados Unidos), “una de las posibles estrategias es crear un ecosistema social que respalde la paz, es decir una comunidad política capaz de comprender las realidades sociales fuera de los parámetros de la violencia”.

articuLar La justicia transicionaL con Las prácticas jurídicas LocaLes

Contrario a la perspectiva tradicional de la justicia tran-sicional, que considera a los grupos armados como los victi-marios potenciales y a los civiles como las posibles víctimas, en contextos de victimización horizontal no es posible definir moral y cognitivamente cada uno de estos roles,

pues los individuos pueden llegar a ser víctimas y victi-marios a la vez.

En ese sentido, la justicia transicional también debe buscar la reconciliación y el perdón intracomunitario, pues su objetivo será procurar que los lazos de confianza se reconstruyan y transformar aquellos valores y prácticas morales que validan la violencia como una herramienta aceptable de mediación social.

Una opción es articular las prácticas jurídicas comuni-tarias y los espacios políticos de este territorio –como las juntas de acción comunal, los comités de conciliación o las organizaciones campesinas– al tratamiento de la victi-mización horizontal. Dichas organizaciones han permitido la construcción de una política regional y el afianzamiento de la identidad campesina que reconoce la vida comunitaria como su principal característica. Esta articulación permi-tiría observar y comprender estos escenarios a una escala adecuada y así aumentar las posibilidades de resolver los conflictos locales.

Así mismo, este ejercicio debe considerar los entrama-dos simbólicos y vivenciales de la violencia y reconocer las maneras en que este fenómeno estructuró el orden fenomenológico del mundo, es decir, las formas de vin-culación social, los referentes morales y las identidades colectivas e individuales.

Para el antropólogo de la unal Alejandro Castillejo, “tal forma de aproximación, al centrarse en las experiencias cotidianas de colectividades e individuos, nos permite abordar la violencia como un texto y una experiencia social, y entender a través de sus manifestaciones concretas las redes de significados y sentidos que esta produjo”.

En suma, la paz requiere más que la ausencia de gue-rra. Para las comunidades de la Sierra de La Macarena implica la posibilidad de re-imaginar las relaciones socia-les y aceptar moral y cognitivamente la manera en que las secuelas de la violencia han permeado a la sociedad. Este reconocimiento implica admitir que el bienestar de nuestra descendencia está directamente ligado al bien-estar de la descendencia de nuestro enemigo, postura que supone reconstruir las relaciones de proximidad y cercanía destruidas por la guerra, e ir elaborando procesos de duelo y reconciliación.

Foto: Nicolás Pérez Forero.

Especial La Macarena

mayo 2020 | 10 Periódico – N.º 225 – Universidad Nacional de Colombia

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investigación & creación

30 días en la Universidad

LaUNALcuenta

Bogotá. Por medio de la técnica Biofeedback, pacientes con tinnitus podrían tener una solución.

Bogotá. Estancias superiores a siete días en pacientes oncológicos, o el registro de haber estado hospitalizados durante un año, aumentarían hasta en cinco veces el riesgo de una infección por bacterias resistentes.

Bogotá. La vía de comunicación del gen Hey1 estaría relacionada con el desarrollo del corazón, la formación del paladar y los labios, e influiría en el origen de algunas malformaciones craneofaciales.

Bogotá. Placas aislantes térmicas y sonoras se podrían elaborar con residuos textiles.

Bogotá. Modelo computacional prueba que carros eléctricos de carga serían viables antes de 2025.

Bogotá. Aplicación móvil biojiro promueve consumo sostenible de productos cosméticos.

Bogotá. Máquina que lamina masa reduciría el tiempo para hacer arepas y aumentaría hasta en un 300 % la producción de unidades que se obtienen por jornada de trabajo.

Bogotá. Naranjas serían clasifi-cadas por un sistema robótico que aplica técnicas de visión artificial.

Bogotá. UBA es el nombre del exfoliante natural elaborado por ingenieros de la UNAL a partir de frutas que se desperdician en plazas de mercado.

Medellín. Modelo matemático que representa la transmisión del dengue por medio de datos reales de casos reportados en Medellín, ayudaría en su control biológico para disminuir los casos de infección.

Manizales. Evitar fallas en los equipos y cortes inesperados de energía, además de ahorrar reparaciones o renovaciones no planificadas, son algunas ventajas del modelo “programa de mantenimiento de transformadores”.

Bogotá. Según determinadas combinaciones de aminoácidos se puede lograr que moléculas diseñadas en laboratorio se adhieran a membranas celulares y las destruyan, lo que las ayudaría a combatir bacterias.

Medellín. Recibe patente el método pensado para medir volúmenes pequeños de mezclas de concreto –de entre 0,5 y 0,25 m3–, que antes se hacía de forma manual.

Bogotá. Los diferentes linajes de ranas Scinax ruber, o ranita listada, estarían presentes en la región del Bajo y Medio Magdalena de Colombia, determinó un estudio sobre su biodiversidad en la zona, premiado por la Fundación Alejandro Ángel Escobar.

Bogotá. Estrategias didácticas inte-ractivas de ciencias naturales mejoran desempeño en Pruebas Saber 11.

Bogotá. Hongos y bacterias en un mismo cultivo generarían potenciales antibióticos.

Bogotá. A y L. diminuta, sp. n. y L. galvisi sp. n. son los nombres que reciben las dos nuevas especies de abejas angelitas registradas en el país.

Bogotá. Basado en ultrasonido, pupilómetro monitorea con más precisión la presión intracraneal.

Bogotá. Buenas prácticas ganaderas ayudarían a identificar neosporosis bovina.

Manizales. Estación desarrollada a partir de un sistema de información geográfica detecta los rayos y calcula tanto la dirección desde la cual proviene como las coordenadas geográficas del sitio de impacto.

Manizales. Procesos electroquími-cos descontaminan el agua utilizada en la elaboración de café soluble.

mayo 2020 | 11 Periódico – N.º 225 – Universidad Nacional de Colombia

Desarrollorural

paLabras cLave: bancos, Reforma Rural Inte-gral, Acuerdo Final de Paz, agro. Consúltelas en www.unperiodico.unal.edu.co

Impuesto a sector financiero pagaría Reforma Rural IntegralaDrián SalDarriaga iSaza, profesor, Facultad de Ciencias Humanas y EconómicasUniversidad Nacional de Colombia Sede MedellínDora jiMénez giralDo, profesora, Facultad de Ciencias Humanas y EconómicasUniversidad Nacional de Colombia Sede Medellín

A tres años de la firma del Acuerdo Final de Paz, la Reforma Rural Integral (rri) ha avanzado lentamente. Un mayor impuesto sobre el sector financiero serviría no solo para financiar el costo total de la implementación de la rri, sino también para mejorar la distribución del ingreso entre zonas rurales y urbanas, con un efecto insignificante sobre el pib de Colombia.

A finaLes deL sigLo XX Colombia era uno de los paí-ses políticamente más violentos del mundo. Décadas de conflicto armado en zonas rurales dejaron innumerables personas en la pobreza, además de una gran brecha entre las zonas rurales y urbanas; así, en 2014 datos del Depar-tamento Nacional de Planeación (dnp) mostraban que la pobreza multidimensional en el sector rural era casi tres veces la urbana.

El Acuerdo Final de Paz entre el Gobierno y las farc, en especial sus puntos 1 y 4 –Reforma Rural Integral (rri) y sustitución de cultivos ilícitos–, apuntan a la recupera-ción, hacia 2030, de las zonas rurales más afectadas por el conflicto. Sin embargo el panorama sobre el avance de la implementación en estos puntos no parece ser el mejor.

Según un informe del Instituto Kroc de la Universidad de Notre Dame (Indiana, Estados Unidos), a febrero de 2019 los avances normativos para la rri eran mínimos, pues del 51 % solo se había implementado por completo un 3 %. De otra parte, el peso del sector agropecuario en el Presupuesto General de la Nación (pgn) es cada vez menor; en particular, según la Contraloría General de la República, para 2020 se asignó un rubro 21,3 % menor al de 2019, afectando principalmente la inversión.

¿Es posible tener una fuente presupuestal que logre implementar en su totalidad los puntos 1 y 4 del Acuerdo de Paz? En general, ¿cuál será el impacto de la implemen-tación de estas políticas sobre la economía colombiana, la distribución del ingreso entre zonas urbanas y rurales, y el ingreso potencial de hogares rurales?

Además de lo anterior, la relevancia de los interrogan-tes pasa por considerar los principales bienes agrícolas producidos en el país y su distribución en las zonas objeto de la política, es decir pequeñas unidades productivas en municipios que han sufrido más el conflicto armado (ver gráfico).

Tales preguntas guiaron la investigación “Efectos dis-tributivos y económicos de la política del posacuerdo en Colombia”, realizada en el marco del programa Macro–mi-cro Development Policy Modeling (mpia), de la red global Partnership for Economic Policy (pep). En ella se constru-yó la Matriz de Contabilidad Social (mcs) con énfasis en el sector agrícola para 2014, utilizando información del Departamento Nacional de Estadística (dane), incluido el más reciente Censo Nacional Agropecuario y otras fuentes.

modeLo de equiLibrio generaL

La información se combinó con datos sobre el índice de incidencia del conflicto armado a 2013, calculado por el dnp, y además se desarrolló un modelo de equilibrio general computable, el cual permite identificar los me-canismos de transmisión de una determinada política o suceso, teniendo en cuenta la interrelación entre los diferentes sectores de la economía y el comportamiento de los agentes económicos.

El modelo se calibró con base en la mcs, con el fin de examinar los efectos de la política rural del Acuerdo, considerando los cultivos específicos de café, maíz,

yuca, arroz y papa (alrededor del 55 % de la producción agrícola de Colombia, según datos del Censo Nacional Agropecuario).

Dado que la implementación de la política necesa-riamente significará un aumento en el gasto público, se compararon varias opciones de financiamiento de este mayor gasto, así:

a) Aumento en la tasa impositiva directa sobre los hogares urbanos y rurales.b) Aumento en la tasa impositiva directa solo a los hogares urbanos.c) Mayor impuesto indirecto sobre los productos básicos.d) Aumento de la tasa impositiva directa en el sector minero-petrolero.e) Aumento en la tasa impositiva directa sobre el sector financiero.Mientras las opciones a), b) y c) se discuten regular-

mente en las diferentes reformas tributarias con las que se busca financiar el presupuesto nacional, las sobretasas a sectores específicos no lo son tanto, por lo que en la reciente reforma –llamada Ley de Crecimiento Econó-mico– aparece la opción e). Dentro del modelo, esto se simuló como un incremento en la tasa impositiva sobre el valor bruto de la producción.

De las diferentes simulaciones, se concluyó que un incremento de la tasa impositiva sobre el sector financiero –de hasta 1 punto básico– serviría no solo para financiar el costo total de la implementación de la rri y la susti-tución de cultivos ilícitos, sino que también mejoraría la distribución del ingreso entre zonas rurales y urbanas.

Parte importante de esto se explicaría por el creci-miento promedio de 24 % de la producción agrícola en las zonas objeto de la política. En particular, la producción y exportación de café se aumentaría hasta en un 11 %. Sin embargo, sectores de la economía –como otros bienes primarios, industrias y servicios que no son objeto de la política–, podrían ver una leve caída en su producción,

aunque en general no se espera un efecto significativo sobre el pib de Colombia.

En relación con el ingreso de los hogares rurales, este podría aumentar en un 2,4 %, explicado especialmente por los efectos que la política traería sobre la remuneración a los trabajadores campesinos, quienes verían crecer las oportunidades de trabajo en un 18 %. Por su parte, los efectos sobre el ingreso de los hogares urbanos sería más bien insignificante.

oportunidad para La economía

En síntesis: siendo el sector agrícola uno de los ejes del Acuerdo Final de Paz, las políticas propuestas para este podrían tener un impacto positivo sobre los cultivos de las áreas que han sido intensamente afectadas por el conflicto armado.

A pesar de los beneficios que potencialmente traería la correcta implementación de los puntos 1 y 4 del Acuerdo, es importante tener presente el costo de oportunidad para la economía colombiana de esta política.

Entre otros, dependiendo de cómo se financie esta implementación, ya que se requiere de mayores impues-tos para cubrir el aumento del gasto público, el ingreso rural podría incluso caer y el ingreso en las áreas urbanas podría crecer, aumentando así la desigualdad en el país. Según los resultados del estudio, la opción de sobretasa al sector financiero, tan discutida en la reciente reforma tributaria, tiene sentido si además de lo mucho que se ha argumentado, se tiene en cuenta que los recursos que se obtengan podrían ir a financiar la implementación del Acuerdo de Paz, con efectos positivos sobre distribución del ingreso entre zonas urbanas y rurales.

L

Plát

ano

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0 %

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pa

MSL

MSL

MSL

MSL

MSL

MS

Muy alto

Distribución de la producción agrícola por tamaño de la unidad(L = Grande, M = Mediana, S = Pequeña), según el grado del conflicto armado (Muy bajo a Bajo).

Alto Moderado Bajo Muy bajo Fuente: los autores, con datos del DANE y el DNP.

10 % 20 % 30 % 40 % 50 % 60 %

Fotos: archivo Unimedios.

mayo 2020 | 12 Periódico – N.º 225 – Universidad Nacional de Colombia

Política & Sociedad

paLabras cLave: Estados Unidos, pandemia, pobreza oculta, reelección. Consúltelas en www.unperiodico.unal.edu.co

Estados Unidos ante la pandemia: el gigante con pies de barroDiana MarCela rojaS, investigadora y docente, Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (Iepri)Universidad Nacional de Colombia

Para el “coloso del norte” el costo de la crisis va más allá de los miles de muertos y los millones de contagiados, además de los cuantiosos recursos económicos empleados para paliar la pandemia, pues también le ha asestado un duro golpe a su estatus de superpotencia, del cual, por lo pronto, parece difícil que se pueda recuperar.

Las crisis reveLan lo mejor y lo peor de cada sociedad, y la actual no es la excepción. Como se ha reiterado en las últimas semanas, Estados Unidos se ha convertido no solo en el epicentro de la pandemia del coronavirus, sino también en el centro de la atención mundial, que saca las conclusiones tanto de los aciertos como de los aún más numerosos desaciertos de la administración de Donald Trump.

¿Qué explica que el país más rico y poderoso del planeta tenga hoy el mayor número de contagios y de decesos? Son varios los factores que han contribuido a ello. Para empezar, la Administración reaccionó con retraso a las alertas que ya venían circulando y que señalaban desde principios del año la gravedad del brote en China.

En una muestra de pensamiento mágico, el presidente Trump se empeñó en minimizar la amenaza declarando que se trataba de una gripa que desaparecería en cuestión de días. Solo en marzo se tomaron medidas de peso, como prohibir el ingreso de extranjeros provenientes de China y Europa a territorio estadounidense, y recomendar el distanciamiento social.

Se trató de una falla en la estimación del problema, que se acentuó con el interés del presidente de evitar a toda costa asuntos que pudieran poner en riesgo su aspiración a la reelección en noviembre próximo. En sus declaraciones diarias Trump ha seguido subestimando la gravedad de la crisis sanitaria, al afirmar que su administración tiene la situación bajo control y presionando para que la economía vuelva lo más pronto posible a ponerse en marcha.

No obstante, la expansión vertiginosa del virus no se debe solo al deficiente liderazgo presidencial, sino también a la lógica del propio sistema político, la cual ha sido al mismo tiempo una fortaleza y una debilidad. En un siste-ma federal como el estadounidense, los responsables de tomar las decisiones claves son las autoridades locales, los gobernadores, las asambleas y los alcaldes de cada uno de los estados.

Ante la ausencia de una estrategia nacional coordinada frente a la pandemia, las respuestas han sido diferentes: mientras en algunos estados, como California, se tomaron decisiones de restricción de manera temprana, reduciendo al mínimo la difusión de la enfermedad, en otros, como New York, se aplazaron las respuestas, o de plano no se tomaron medidas de confinamiento, dando lugar a un aumento exponencial de los casos.

Las debiLidades de La seguridad sociaL

Otro factor tiene que ver con el propio sistema de salud estadounidense, que aún considerado como el más caro del mundo, no estaba preparado para realizar las pruebas necesarias, lo que produjo un retraso considerable en la aplicación de los test que permitieran identificar los casos de contagio y llevar a cabo un aislamiento selectivo. Toda-vía a mediados de marzo no se sabía cuál era el verdadero nivel de expansión de la enfermedad en el país.

A ello se suma un problema de larga data que se agrava con la pandemia: el acceso a la salud y sus costos. Se calcula que 27 millones de estadounidenses no cuentan con seguro médico, los cuales, en caso de requerir atención no acudirían a los centros hospitalarios debido a los elevados costos,

La actual crisis revela con crudeza la cara oculta de pobreza y desigualdad crecientes en la sociedad más próspera del globo.

y aún entre aquellos que están asegurados, en ocasiones los copagos son tan altos que resultan disuasivos a la hora de acceder a tales servicios.

De igual manera, la reciente directiva que restringe la posibilidad de residencia en el país a quienes utilicen los seguros del Gobierno, u otros beneficios de salud, afecta directamente a los más de 10 millones de migrantes indo-cumentados que hay en territorio estadounidense. Así, esta población no solo no tendría los cuidados médicos necesarios, sino que además quedaría por fuera de los registros en caso de contagio, constituyéndose así en foco de expansión de la enfermedad.

creciente desiguaLdad

La precariedad laboral es otro de los asuntos que se pone de presente ante las recomendaciones de aislamiento social. El 25 % de los trabajadores no tiene días de enfermedad remunerados ni vacaciones pagadas que les permitan mantenerse económicamente durante el confinamiento.

La pérdida de empleos por la paralización de la eco-nomía se refleja en que hasta finales de abril más de 22 millones de estadounidenses habían solicitado el sub-sidio de desempleo. La actual crisis revela con crudeza la cara oculta de pobreza y desigualdad crecientes en la sociedad más próspera del globo.

Sin embargo la fortaleza de Estados Unidos está pre-cisamente allí, en su riqueza. Los planes de rescate eco-nómico tienen como propósito hacer llegar recursos a la población que compensen la escasa protección social que ofrece el sistema, además de respaldar a los sectores clave de la economía más afectados. A finales de marzo el Congreso aprobó un paquete de 2 billones dólares para paliar las consecuencias de la crisis del coronavirus; un mes después aprobó un nuevo paquete de emergencia por 484.000 millones de dólares. Estos recursos están siendo empleados en forma de ayudas directas a las familias, subsidios al desempleo, préstamos blandos a empresas y fondos para ayudar a los estados y ciudades a suplir las necesidades sanitarias.

pérdida de Liderazgo mundiaL

Uno de los efectos de la actual pandemia es que ha hecho aún más evidente la erosión del liderazgo mundial de los

Estados Unidos. Si ya la doctrina del Gobierno de la “Amé-rica primero” había sustentado el repliegue de la potencia sobre sí, la reacción frente a la pandemia muestra no solo las dificultades para gestionar la crisis en sus fronteras, sino la falta de voluntad y la incompetencia del actual Gobierno para guiar los esfuerzos internacionales en la solución de la actual crisis global.

De ingrata recordación fue la oferta a un laboratorio alemán de comprar una posible “vacuna para los esta-dounidenses”, o la decisión de cortar los fondos del país para la Organización Mundial de la Salud (oms) en el mo-mento en que más se requiere del apoyo y la cooperación internacionales.

El tono de confrontación que desde sus inicios estableció la actual Administración, tanto contra adversarios como con aliados, no solo ha hecho más difíciles las relaciones diplomáticas y comerciales, sino que también ha minado la legitimidad de Estados Unidos como garante de un orden liberal, capitalista y democrático.

La actitud aislacionista y nacionalista del actual Go-bierno contrasta con el papel que Washington jugó en la respuesta a la epidemia del Síndrome Respiratorio Agudo Grave (sars) en 2002, o al ébola en 2014, cuando proporcionó material y expertos a las regiones afectadas y cooperó con otros países para detener las epidemias. En su lugar, el presidente estadounidense actual se empeña en desinformar apoyando teorías conspiratorias, desacre-ditando a las instituciones multilaterales y compitiendo rapazmente en los mercados por los equipos y el material médico que otros producen.

El contraste se acentúa aún más al compararlo con la política china, que busca reparar su dañada reputación por ser fuente del brote y por sus errores de desinformación inicial sobre la virulencia y expansión de la enfermedad. La potencia asiática ha puesto en marcha una “diplomacia del coronavirus” ofreciendo ayuda humanitaria a todo el planeta y presentándose como un aliado confiable y solidario.

Foto: Guardia Nacional de EE, UU.

mayo 2020 | 13 Periódico – N.º 225 – Universidad Nacional de Colombia

Educación

Educación superior y pandemia: el riesgo del cortoplacismoaxel DiDriKSSon t., investigador titular, Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE)Universidad Nacional Autónoma de México (unam)

La pandemia del covid-19 añade un grado más de complejidad a la educación superior en América Latina, que viene de afrontar retos no resueltos, como el crecimiento sin calidad, las inequidades en el acceso y la pérdida progresiva de financiamiento público.

En Los úLtimos diez años, la universidad lati-noamericana ha sido protagonista de una situación convulsa. Además de las crisis económicas, la región ha dado un giro radical en algunos regímenes demo-cráticos, sustituidos por gobiernos de derecha que están ahondando la ya difícil situación de millones de personas, en especial los jóvenes y los adultos jóvenes.

A pesar de las condiciones de pobreza en la región –con más de 200 millones de personas, el 25 % en condición de pobreza extrema–, en la últi-ma década se logró un importante incremento de las tasas brutas de escolarización en educación superior: 22 millones de estudiantes, atendidos por 4.200 universidades e instituciones de educación supe-rior (48,2 % de ellos en el sector privado), lo que se traduce en una cobertura de entre un 25 y un 40 %, frente a una media de 70 % en los países de mayor desarrollo.

Comparando, el avance en los conocimientos es desigual, pues está concentrado en pocos países y es escasamente dinámico, debido en especial a tres factores: la baja inversión en educación superior (entre 0,5 y 1 %); la concentración de estudios de doctorado en tres países: Brasil, Argentina y México, y la fuga de cerebros: mientras más de 122.806 es-tudiantes latinoamericanos de posgrado están en universidades de Estados Unidos o Europa, la región solo registra 33.546.

Con respecto al renglón de “investigación y desarrollo”, el 60,8 % es generado por el Estado, y además se ubica en un puñado de universidades y de investigadores, la mayoría concentrada también en los tres países señalados: 138.653 en Brasil, 51.685 en Argentina, y 43.592 en México.

Según un estudio publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocde) en 2015, esto repercute de forma negativa en las posibilidades de ascenso social, de movilidad laboral y de relación de la ubicación en el trabajo de los egresados de la educación media, media superior y superior, debido a las disparidades socioeconó-micas que se reproducen en el sistema educativo.

A este escenario poco optimista se ha unido ahora la pandemia del covid-19, que supera los 3 millones de casos en el mundo –más de 180.000 en América Latina–, lo que ha obligado a los Estados a tomar medidas drásticas, como cerrar los emblemáticos campus universitarios y adentrarse en una dinámica de clases a distancia.

transformación profunda

Según el reciente informe “covid-19 y educación superior: de los efectos inmediatos al día después. Análisis de impactos, respuestas políticas y reco-mendaciones”, del Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (iesalc), de la Unesco, el cierre temporal afecta a unos 23,4 millones de estudiantes de educación superior y a 1,4 millones de docentes, lo cual representa más El cierre temporal de los campus universitarios afecta a unos 23,4 millones de estudiantes de educación superior en América Latina.

paLabras cLave: educación superior, pandemia, desigualdad. Consúltelas en www.unperiodico.unal.edu.co

del 98 % de la población de estudiantes y profesores de educación superior de la región.

También alerta respecto a aquellos que no cuentan con las condiciones de calidad y continuidad en sus estudios, y que pueden ser un sector que vea frus-tradas sus aspiraciones de escolaridad y deserten o entren en una situación de rezago, dado que los estudios a distancia requieren de una alta tasa de conectividad de calidad; además, el uso generalizado de teléfonos móviles todavía es limitado. Todo esto afecta especialmente a las poblaciones más pobres, rurales, indígenas o de existencia en precariedad urbana o semiurbana.

En el documento se indica además que el acceso de los estudiantes a las tecnologías y plataformas requeridas para la educación a distancia (76 %) y la propia capacidad real de las instituciones, en términos tecnológicos y pedagógicos, de ofrecer educación on-line de calidad (75 %), deja por fuera a un 25 % de estudiantes e instituciones.

Para el iesalc, el panorama que dejará la crisis sanitaria y educativa incidirá de manera profunda en las instituciones de educación superior, dado que implicará prepararse para a un regreso a clases en una crisis económica, de recesión y con recortes en la inversión pública, al mismo tiempo que se requerirá preparar iniciativas inclusivas, de igualdad educativas y de no discriminación.

oportunidad para La reconstrucción deL modeLo educativo

Teniendo en cuenta lo anterior, lo que ahora debería estar en la perspectiva de los actores principales de las universidades es:

1. El conocimiento ha cambiado de manera sus-tancial en apenas unos meses: cómo se produce, para qué sirve, su pertinencia… sin embargo, es una de las áreas que se deben reconstruir desde las nuevas realidades. En la actualidad, la cien-cia está copada por el mercado y los desarrollos tecnológicos se ofrecen en la medida en que pue-dan generar utilidades, pero no para solucionar los problemas de las grandes mayorías, ni de los más pobres. En el caso de México, el Consejo

Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) está reorientando el aparato científico-tecnológico en una “estrategia de soberanía científica” para que los beneficiados de los desarrollos tecnológicos sean las poblaciones que viven en situaciones más desfavorables.

2. La gestión pública del sistema universitario debe traspasar la burocracia y centrarse ahora en el diseño de estrategias que permitan articular y coordinar de nuevo modelos de aprendizaje social, que incluyan plataformas de desarrollos cognitivos y tareas para la construcción de la transmisión de saberes de los profesores e investigadores, sobre la base de una mayor flexibilidad y de un tiempo indefinido.

3. La educación y la tecnología (los sistemas a dis-tancia como salida tecnocrática). En el caso de México, la Secretaría de Educación Pública y las universidades decidieron apostarle a la educación a distancia y por televisión, a las evaluaciones en línea, al cierre de escuelas y a mantener un ciclo escolar semiarreglado, todo ello sin pensar que hace muy poco se había legislado en una even-tual reforma educativa para mejorar la equidad; promover la innovación e impulsar una nueva gestión de la política pública. Esta sería la oportu-nidad idónea para empezar a construir “la nueva escuela mexicana”.En definitiva, una transformación educativa ra-

dical, aún en tiempos de pandemia, va más allá de la definición de políticas que garanticen la accesi-bilidad y la gratuidad desde un combate frontal a la desigualdad. Este es un momento ideal para que los actuales Gobiernos diseñen políticas progresivas, que hagan posible realizar rupturas e innovaciones en los tradicionales modelos de enseñanza, en el currículo, en la investigación y la docencia, con plataformas múltiples de aprendizaje social, con la articulación de novedosas estructuras de gestión de conocimientos y saberes interculturales de gran vigencia.

Foto: Brandon Pinto/Unimedios.

mayo 2020 | 14 Periódico – N.º 225 – Universidad Nacional de Colombia

Ciencia& Tecnología

paLabras cLave: transformador, energía, vida útil, entropía, algoritmo, patente. Consúltelas en www.unperiodico.unal.edu.co

Patente para sistema que mide vida útil de los transformadores de energía

luiSa María giralDo hernánDez, Unimedios Manizales

El prototipo que recibió patente de invención de la Superintendencia de Industria y Comercio (sic) sería un importante aliado para las empresas de energía eléctrica, pues les permite hacer una valoración periódica del estado de los transformadores, evitando así fallos más drásticos que afecten a los usuarios.

Así como en eL cuerpo la sangre que bombea el corazón circula por las arterias, y las condiciones de bombeo se diagnostican tomando el pulso, o con un electrocardiograma, en los sistemas de distribución de energía eléctrica los “corazones” son los trans-formadores, ubicados en postes urbanos y rurales, y son los encargados de hacer fluir la energía desde el cableado hasta los hogares y el comercio del país.

Con esta analogía, los profesores e ingenieros Jorge Hernán Estrada Estrada –director del Departamento de Eléctrica, Electrónica y Computación– y Eduardo Antonio Cano Plata, de la Universidad Nacional de Colombia (unal) Sede Manizales, explican el prototipo que crearon para medir la vida útil de los transformadores de energía que recibió patente de invención por parte de la sic.

Los expertos indican que aunque la vida útil de un transformador es de 20 años, hoy solo duran unos 5 años, pues su mantenimiento preventivo es cos-toso, y por eso se dejan trabajando hasta que fallan.

En la actualidad, si se quiere saber por qué un transformador está funcionando mal, la empresa prestadora del servicio desplaza una cuadrilla de al menos cinco trabajadores hasta el sitio que ha reportado el daño, donde un operario debe subir los cerca de 8 m que mide el poste de la luz y desco-necta la energía para tomar una muestra del aceite aislante del interior del aparato. La muestra se lleva al laboratorio y los resultados se conocen hasta dos semanas después.

En algunos lugares del país las fallas de los trans-formadores son un problema social. Según Electri-Caribe, uno de los departamentos más afectados es Bolívar; allí, para hacer mejoras en la red, la empresa programa semanalmente interrupciones de hasta tres horas para realizar labores de mantenimiento, lo cual afecta el comercio, la industria, el sector educativo y hasta el orden público, con episodios como la protesta registrada en Cartagena en 2015, cuando después de varios días con fallas en el servicio de energía, los habitantes de los barrios Chapacuá y 13 de Junio bloquearon con palos y llantas la Avenida 13 y se enfrentaron con el grupo antimotines de la Policía Nacional. Los fallos obedecían a un daño en un transformador de la subestación de Zaragocilla, que cubre 13 barrios.

En Barranquilla, el 20 de enero pasado un trans-formador explotó en el barrio Paraíso y los habitan-tes estuvieron 36 horas sin luz. En el Eje Cafetero también se reportan situaciones similares, como la de los transformadores de energía del nororiente de Caldas, que por sus constantes fallas dejan sin servicio cada mes a unos 200.000 usuarios.

prototipo y software

El ingeniero Cano explica que “el invento se basa en el procedimiento de la entropía de campos mag-néticos, la cual se define como cambio, transfor-

Se estima que cada año en Bogotá fallan 9.000 de los 90.000 transformadores de energía, lo que representa unos 50.000 millones de pesos de pérdidas por falta de mantenimiento preventivo.

mación y evolución, y existen dos vertientes: la de la información, datos e inteligencia, y la que mide la disipación de energía de los cuerpos. Así, cuando el transformador está en operación y empieza a tener problemas de consumo interno, la energía aumenta su temperatura y genera síntomas de deterioro, lo que se puede medir con la teoría de la entropía”.

El dispositivo mide las ondas que emite el transfor-mador al hacer fluir la corriente eléctrica, y además posee un campo magnético. Para usarlo, el operario se ubica en la parte baja del poste y sostiene el ins-trumento que cuenta con una antena, similar a un micrófono, que recibe las ondas generadas por el transformador. Esta fase tarda cerca de dos minutos.

La información obtenida se procesa en Anita (análisis no invasivo de transformadores), software que genera una visualización de las ondas y mide el estado del transformador, es decir, cuál es su vida útil. Para ello se desarrolló un algoritmo con la teoría de la entropía para hacer el cálculo, el cual dura casi un minuto.

Lo que hace la entropía es identificar el espectro y observar cómo están distribuidas las ondas, ya que en la medida que envejece el transformador, estas se van deformando y perdiendo simetría. En la escala de tiempo también se crea una serie en la que se observa la variabilidad de los componentes eléctrico y magnético de las ondas.

Por ejemplo, si hay entropía 0, es decir cero va-riabilidad, significa que la amplitud de las ondas electromagnéticas no cambia y es constante en el tiempo, pero si hay alta entropía, significa que la amplitud desde las ondas posee variabilidad.

En sus diferentes escalas, el algoritmo permite hacerle zoom a la onda para obtener detalles de su variación y así determinar fluctuaciones o cambios que normalmente están asociados con la edad del transformador.

Según los inventores, al determinar cuál es el tiempo de vida útil que le queda a un transforma-

dor, se puede establecer cuantitativamente cuál es a corto, mediano y largo plazo el activo con que cuenta la empresa. Además el equipo permite ha-cerles un seguimiento a los trasformadores que muestren fluctuaciones o cambios para que en las tareas de mantenimiento se haga una observación constante; así las estrategias y actividades serían más ordenadas y efectivas.

probado en bogotá

En 2015, los ingenieros Estrada y Cano estimaron para Codensa la vida útil de los transformadores de distribución. Para las pruebas midieron 600 aparatos en la zona rural y 400 en la urbana, y evidenciaron que su uso promedio es de 20 años.

Después realizaron un experimento en los la-boratorios de la unal Sede Bogotá, hasta donde llevaron 35 transformadores que mantuvieron en una cámara térmica primero a 17 y luego a 92 oC. De igual manera, las unidades de potencia que normalmente son 10, las aumentaron de 200 a 400 %. El profesor Estrada explica que “los exigimos hasta el punto de deteriorarlos, y así calibramos el instrumento para detectar cómo iba perdiendo su vida útil hasta el punto de falla”.

Para los profesores inventores, con el prototipo patentado se envía un mensaje sobre la importancia de generar investigación innovadora y aplicada, hecha en Colombia.

Foto: Brandon Pinto/Unimedios.

mayo 2020 | 15 Periódico – N.º 225 – Universidad Nacional de Colombia

Ciencia& Tecnología

paLabras cLave: emuladores neonatales, tecnología médica, red de comunicación. Consúltelas en www.unperiodico.unal.edu.co

Simuladores neonatales facilitan aprendizaje de profesionales de la salud

Sharon Dyana Mejía, Unimedios Bogotá

Facilitar la práctica y resolver los problemas críticos de los recién nacidos en sus primeros minutos de vida, de la forma “más real posible”, es el objetivo de la Red de Emuladores Neonatales diseñada por ingenieros electrónicos de la Universidad Nacional de Colombia (unal).

Se caLcuLa que cada año nacen alrededor de 100 millones de niños en todo el mundo, el 10 % de los cuales requiere algún tipo de asistencia al iniciar su respiración, y el 1 % necesita esfuerzos intensivos de resucitación como intubación en-dotraqueal o masajes inductores respiratorios. De ahí que las 48 horas posteriores al nacimiento sea el periodo más importante para la supervivencia de los recién nacidos.

Ya que esta situación exige gran destreza y prácti-ca por parte del personal médico, “el entrenamiento y aprendizaje de médicos, enfermeras o terapistas respiratorios, antes de atender a pacientes reales, es un factor decisivo al momento de salvar vidas y garantizar el pronóstico adecuado”, señala la pro-fesora Margarita Varón Durán, del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de la unal.

En un intento de ofrecer soluciones en este as-pecto, desde 2009 el Grupo de Investigación en Electrónica de Altas Frecuencias y Telecomunica-ciones (cmun) de la Facultad de Ingeniería, con la colaboración de expertos en perinatología, neona-tología y epidemiologia de la Facultad de Medicina de la Universidad, se ha dado a la tarea de diseñar simuladores para escenarios médicos.

La apuesta más reciente, y pionera en el país, la realizan con el Instituto Materno Infantil, donde se instalará la primera red de emuladores neonatales desarrollada completamente por ingenieros electró-nicos colombianos de la unal, por lo que además de económico, el sistema tiene otra ventaja frente a los maniquíes existentes en el mercado –la mayo-ría importados–, y es que recoge las metodologías usadas en la Escuela de Medicina de la Institución.

“Aunque los aparatos comerciales de este tipo son de buena calidad y precisión, con ellos no se pueden entrenar ciertas técnicas propias de la Escuela, ya que implementan otras técnicas y filosofías propias de la escuela norteamericana”, afirma Yury Estepa Avellaneda, magíster en Ingeniería Electrónica, quien con su colega Edward Julián Ramos Balles-teros diseñaron en 2011 el sistema respiratorio que emula la aplicación de medicamentos relacionados con escenarios clínicos de apnea y bradipnea, y que además implementa el masaje inductor respiratorio, técnica implementada en la Escuela de Medicina de la unal.

De otra parte, el magíster Ballesteros, encargado del diseño de la Red, destaca que la implementación de esta busca responder al tercer Objetivo de Desa-rrollo Sostenible de la onu, relacionado con la salud y el bienestar, en el cual se plantea la reducción de las muertes de niños menores de 5 años y los falle-cimientos neonatales.

Herramienta pionera

En la Red, compuesta por un módulo de control central y tres emuladores o maniquíes de entrena-miento, los escenarios médicos probables se trans-

Los maniquíes de entrenamiento médico también emulan el suministro de medicamentos, su reconocimiento y sus respectivas reacciones.

miten mediante una interfaz gráfica previamente seleccionada por el profesor. En otras palabras, ofrece simultaneidad en el proceso de aprendizaje, lo cual resulta relevante si se tiene en cuenta que en las unidades pediátricas se atienden varios casos a la vez. Así, la toma de signos vitales, la aplicación de medicamentos o la ejecución de masajes torácicos son algunas de las actividades propias del ambiente clínico en las que los futuros profesionales de la salud se pueden entrenar.

Con base en las acciones adelantadas por el es-tudiante en práctica, se genera un proceso de res-puesta con el objetivo de indicarle al docente los resultados obtenidos. Después, este compara el escenario clínico programado con antelación, y su respectiva respuesta, y así se evalúa a los estudiantes en práctica y se estimula su aprendizaje.

El sistema cuenta con un rango de 9 m de cober-tura, con la posibilidad de aumentarlo si solo uno de los componentes del emulador se aleja. Además una de esas partes, el maniquí del emulador, tiene una autonomía de alrededor de 44,2 horas, gracias a la capacidad de la batería y a los componentes de bajo consumo, lo que aumenta el tiempo de uso del emulador sin recargarlo.

La implementación se realizó con dispositivos de radiofrecuencia e identificación por radiofrecuencia, entre otros, con el objetivo de generar el realismo adecuado en la práctica y en la manipulación de los componentes de la Red.

Se programaron las interfaces gráficas tanto del módulo de control central como la del emulador, con sus respectivas conexiones, con el fin de con-tar con gráficas de señales adecuadas y facilitar el manejo de todas las herramientas configuradas en la red de comunicación.

Dentro de los procesos de comunicación de la Red, la programación del escenario clínico dura 2,2 segundos en promedio y la respuesta 2,3 segun-dos; los algoritmos están parametrizados y cuentan con 27 bits libres dentro de la trama total.

Según el ingeniero Ramos, todos los aspectos de funcionamiento facilitarían futuras transiciones al momento de adicionar herramientas a la Red o agregar características a los escenarios clínicos, sin

necesidad de modificar el mecanismo de transmisión o recepción.

También se crearon, aplicaron y programaron varios procesos particulares de un sistema de comu-nicación en red, los cuales en conjunto convierten a la Red de Emuladores Neonatales en un sistema confiable.

Así mismo, el sistema considera las característi-cas físicas del espacio donde estará ubicado, y las especificaciones de desempeño enmarcadas en la idea de implementar un taller práctico dentro del plan curricular del programa de Medicina.

vaLidación deL sistema

Esta se realizó en dos momentos: el primero con miembros del cmun, en el cual se encontraban ingenieros, magísteres y doctores, y el segundo con personal del Instituto Materno Infantil, al que asis-tieron el neonatólogo y los residentes de primero, segundo y tercer año.

Con el segundo grupo se realizó una demostración en forma de taller práctico, en el cual se presentaron todas las herramientas y características del siste-ma, necesarias e importantes para emular algunas circunstancias y escenarios clínicos del sistema respiratorio de pacientes neonatales.

Las dos validaciones arrojaron que la Red no presentó fallas en su funcionamiento, y que los mecanismos y procesos ingenieriles son adecuados; así mismo, el personal médico apuntó que las herra-mientas provisionadas de emulación y simulación fueron apropiadas.

Para el ingeniero Ramos, con este nuevo aporte de la unal, la práctica médica en el país podrá contar con una base tecnológica propia importante que permitirá reducir las cifras de muertes en recién nacidos.

Foto: Edward Ramos.

mayo 2020 | 16 Periódico – N.º 225 – Universidad Nacional de Colombia

Desarrollorural

paLabras cLave: adn, mejoramiento genético, ganadería, blanco orejinegro, sanmartinero. Consúltelas en www.unperiodico.unal.edu.co

Cualidades genéticas ayudarían a fortalecer razas de ganado criolloMaría alejanDra lóPez, Unimedios Bogotá

Variaciones identificadas en el adn de las razas blanco orejinegro y sanmartinero estarían relacionadas con sus mejores características reproductivas y capacidad de adaptación a climas cálidos, las cuales se podrían aprovechar en futuros planes de conservación y mejoramiento genético de razas criollas colombianas.

En CoLombia La ganadería es una actividad esencial del sector agropecuario; a ella se dedican más de 500.000 familias; anualmente contribuye con cerca del 1,6 % del pib nacional; produce 7.257 millones de litros de leche al año y 935 millones de toneladas de carne, con un hato bovino nacional de 28,7 millones de cabezas de ganado.

Aunque es un subsector protagónico de la economía nacional, entre investigadores y entidades relacionadas –como la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia)– existe una preocupación por el hecho de que en el mercado se prefieran las razas europeas –holstein americana o pardo suizo– sobre las criollas.

Cristóbal Ricardo de León García, doctor en Ciencias - Producción Animal de la Universidad Nacional de Colombia (unal), afirma que en las últimas décadas el ganado criollo colombiano ha sufrido una disminución considerable de su población. Por eso, el Gobierno nacional, a través del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, delegó en Agrosavia el estudio, la preservación, la conservación y el fomento del ganado bovino criollo colombiano.

El investigador, que forma parte de dicha iniciati-va, menciona la capacidad de adaptación y la eficiencia productiva como algunas de las características por las que se reconoce al ganado criollo. También “es bueno reproductivamente, y en términos poblacionales tiene índices productivos superiores a los de otras razas”, agrega el doctor Rodrigo Martínez, director científico de Agro-savia. Ambos expertos consideran que dichos rasgos lo convierten en un óptimo recurso de producción ganadera en condiciones tropicales de temperatura ambiente y humedad relativa altas.

Para aprovechar mejor sus cualidades, la genética se ha convertido en la aliada idónea. En esta tarea se utilizan los avances en secuenciación de adn y la identificación de variantes en esas cadenas, que permiten estimar el potencial de los animales e integrarlos a procesos de conservación y mejoramiento.

En esa línea van los aportes del trabajo doctoral del investigador De León, quien estudió la relación genética de las razas criollas –el blanco orejinegro y el sanmarti-nero– con características reproductivas deseables, como la edad del primer parto y el intervalo entre partos o la adaptabilidad a altas temperatura y humedad.

identificar variaciones en eL adn

En todas las células, los seres vivos poseen moléculas de adn en sus cromosomas, en los cuales se guarda toda la información que predetermina desde características físicas –como el color del pelo o la estatura–, hasta su predisposición a enfermedades o, en el caso del ganado, su producción de leche y de carne, o características re-productivas como las analizadas en este estudio.

Dicha información genética es una larga cadena com-puesta por millones de nucleótidos –moléculas de cuatro tipos: adenina (a), guanina (g), citosina (c) y timina (t)– que se repiten en parejas a lo largo de una cadena. La humanidad ha podido conocer el orden de estas “páginas de un libro infinito” gracias a las investigaciones que en

Conocer la genética de las razas criollas -como el sanmartinero, en la foto- ayudaría a promover su uso entre los productores.

las últimas décadas han permitido secuenciar el genoma tanto humano como de varias especies de animales.

Los hallazgos se encuentran a disposición de los cientí-ficos del mundo en robustas bases de datos de uso público, lo que ha permitido adelantar estudios como el del doctor De León, en el que se buscaba identificar alteraciones genéticas del ganado blanco orejinegro y sanmartinero con respecto a secuencias de vacas normales.

Para estimar la heredabilidad de características de-seables, en el estudio se utilizaron 58.868 mutaciones o polimorfismos de nucleótido simple (snp) que se ob-tuvieron de poblaciones del banco de germoplasma del ganado criollo colombiano blanco orejinegro, y 57.482 del sanmartinero .

Para conseguirlo, el investigador tomó muestras de sangre de los bovinos, la purificó y extrajo su material genético. Después, para el proceso de hi-bridación puso pequeñas gotas en placas de vidrio con agujeros pequeños en los que se alojan diminutas sondas con las se-cuencias normales de adn, que se mezclan con el de las vacas.

Al inyectar luz, cada nucleó-tido libera un color particular, con lo que se revela su presencia o ausencia en el adn de los ani-males, detectando así las muta-ciones. Estas se encontraron en 25 regiones de la cadena de adn en la raza blanco orejinegro y 11 en la sanmartinero, que ex-plicaron la mayor cantidad de la varianza en la expresión de las características analizadas.

con ayuda de Las matemáticas

Herramientas computacionales permiten convertir en números las letras que representan los ácidos nucleicos y sus mutacio-nes. En este caso el investiga-dor utilizó el programa blupf90 (Best Linear Unbiased Predictor Fortran90) para calcular el por-centaje en que las variaciones encontradas en el adn de las razas criollas contribuye a que las vacas tengan partos cada año o a una edad más temprana, por ejemplo.

Los porcentajes encontrados en el estudio fueron bajos: en la raza blanco orejinegro fue de 0,06 y 0,16 para la adaptabi-lidad y la tolerancia a las altas temperaturas, y de 0,07 y 0,14 para la edad del primer parto y el intervalo entre ellos; para la raza sanmartinero la here-

Foto: Cristóbal de León.

dabilidad de las dos primeras características fue de 0,10 y 0,11, y las variables reproductivas fueron de 0,20 y 0,07.

El investigador De León señala que los resultados sirven como materia prima para futuros planes de conservación y mejoramiento genético de razas criollas colombianas. “Aunque pequeña, es una evidencia de que las razas na-cionales tienen en sus códigos genéticos material que vale la pena conservar y que también merecen ser populares entre los ganaderos colombianos”, concluye.

mayo 2020 | 17 Periódico – N.º 225 – Universidad Nacional de Colombia

desarroLLo ruraLChocoSafe, herramienta para saber si el cacao cumple las regulaciones de la UEDesarrollada por el Centro Internacional de Agricultura Tropical (ciat) y disponible en línea, ChocoSafe explica la regulación de la Unión Europea sobre inocuidad alimentaria, y además ayuda a los usuarios a calcular un nivel estimado del cadmio permitido en granos o trozos de grano de cacao para diferentes recetas de productos de chocolate.

Desarrollorural

paLabras cLave: cacao, cadmio, estrés hídrico, micorrizas, chocolate. Consúltelas en www.unperiodico.unal.edu.co

Cacao con menos niveles de cadmio, una solución de raízMaría alejanDra lóPez, Unimedios Bogotá

Genotipos del hongo Rhizophagus irregularis serían una alternativa para que los cacaocultores colombianos conquisten los mercados europeos, cada vez más restrictivos con la importación de alimentos que excedan la cantidad de metales pesados, dañinos para la salud humana. Dichos genotipos limitan la absorción del tóxico cadmio por parte de las plantas en suelos destinados a la producción de cacao, entre otras funciones.

EL cacao se podría considerar como uno de los símbolos del posacuerdo, pues desde 2017 se ha venido posicionando en varios departamentos del país como una alternativa a la sustitución de cultivos ilícitos, lo que evidencia su gran importancia social y económica.

Con este “alimento de los dioses”, como significa en grie-go Theobroma, su nombre científico, se elaboran chocolates y otros subproductos de los cuales reciben su sustento 52.000 familias en 422 municipios de 30 departamentos colombianos; además es valorado no solo por su sabor sino también por su calidad nutricional, ya que posee un alto contenido de antioxidantes, sustancias encargadas de proteger las células de la aparición de ciertas enfermedades y del envejecimiento.

Para la Organización Internacional del Cacao, el fruto que se cosecha en Colombia es fino y con unas caracte-rísticas especiales de sabor y aroma que lo hacen muy apetecido en un mercado global, donde se estima, por ejemplo, que la producción de chocolate se duplicará en 2025 con respecto a 2015.

Tal aceptación se ha hecho evidente en el país, pues las estadísticas de 2018 de la Federación Nacional de Cacao-teros (Fedecacao) indican que en ese año se exportaron unas 7.000 toneladas de cacao en grano y al menos 13.000 toneladas en productos semielaborados y finalizados a base de cacao.

Aunque las proyecciones internacionales representan una gran oportunidad para los cacaocultores, también significan un reto, ya que para suplir esa creciente deman-da, primero deben superar obstáculos como las estrictas regulaciones internacionales a la presencia de cadmio –uno de los metales pesados que más tiende a acumularse en los alimentos–, una de las razones por las que la Organización Mundial de la Salud lo ha clasificado como carcinógeno para los seres humanos.

Desde el 1 de enero del 2019 entró en vigencia la nue-va reglamentación de la Unión Europea para regular el contenido máximo de determinados contaminantes en los productos alimenticios, con el fin de proteger la salud pública. En ese listado entró el cacao colombiano.

John Cristhian Fernández Lizarazo, doctor en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (unal) Sede Bogotá, afirma que en el país se han determina-do concentraciones promedio de 4,07 partes por millón (ppm) en chocolates nacionales con alto porcentaje de cacao, lo que supera los límites establecidos por el Codex

Una de las principales limitantes para la exportación del cacao es que los cultivos absorben metales pesados como el cadmio.

Alimentarius, que es de 2,0 mg/kg, y por la Unión Europea, que es de 0,8 mg/kg.

Su trabajo consiste en ofrecer una alternativa a dicha problemática, para lo cual probó el efecto de diferentes líneas monospóricas, o genotipos, de Rhizophagus irregularis en la respuesta del cacao al cadmio en condiciones de déficit hídrico en vivero, ya que en estudios anteriores este factor no se consideró, pues se evaluó al hongo como uno solo, obteniendo respuestas variables y limitando su aplicabilidad.

buscando aLternativas sostenibLes

El cadmio es un metal pesado cuya concentración aumentó en el último siglo por actividades como la minería y el uso de combustibles fósiles; en suelos agrícolas, su alta presen-cia se relaciona tanto con la composición del suelo como con el uso de fertilizantes fosfatados o abonos orgánicos.

El investigador Fernández menciona que en algunas zo-nas productoras de cacao de Santander se han encontrado concentraciones de cadmio de hasta 12 ppm en suelos y en granos de cacao. No obstante, estos valores podrían variar según la estacionalidad de las lluvias, siendo mayores en época seca, lo que sugiere una posible combinación de es-treses: el hídrico y el provocado por la presencia de cadmio.

Al respecto, la profesora Alia Rodríguez Villate, del Departamento de Biología de la unal Sede Bogotá, mani-fiesta que si estos suelos agrícolas no se rehabilitan van a presentar problemas al momento de producir alimentos: “lo ideal para recuperar suelos estresados por efectos del clima es utilizando microorganismos como los hongos, que son una alternativa sostenible”.

Para la investigación se utilizó R. irregularis, un hongo formador de micorrizas, es decir con capacidad para coloni-zar las raíces de las plantas y formar con ellas una relación simbiótica en la que se benefician mutuamente, en especial para favorecer la absorción de nutrientes del suelo.

Otra ventaja para escogerlo es que se puede cultivar en condiciones in vitro, lo cual facilita su estudio.

En el trabajo se realizaron pruebas con diferentes lí-neas monospóricas del hongo formador de micorrizas en condiciones reales del cultivo –algo sobre lo que no había antecedentes– en el campus Utopía de la Universidad de La Salle en Yopal (Casanare), una región que aunque tiene proyección para la producción de cacao puede presentar dificultades por la existencia de cadmio en sus suelos, debida a las explotaciones petroleras de la zona.

Una primera etapa del estudio consistió en determinar el efecto del déficit hídrico y la absorción de cadmio sobre

las plantas de cacao en las condiciones ambientales de la zona. Después se evaluó el efecto de inocular las plantas con el hongo sobre el estrés generado por ambos factores, para identificar los parámetros susceptibles de medición y evaluar el efecto de los microorganismos.

Por último, se evaluó el efecto de cinco líneas monospóricas del hongo –caracterizadas molecu-larmente con antelación– en su capacidad de mitigar el estrés hídrico y por cadmio en el suelo, de forma tanto individual como simultánea.

una puerta para eL mejoramiento genético

En Colombia existen pocos antecedentes, y ninguno en cacao, en los que se hayan evaluado diferentes líneas monospóricas de la misma especie de hongo formador de micorrizas. Por eso, uno de los resulta-dos importantes de este estudio es que, en efecto, el cacao es muy susceptible a la escasez de agua o a las sequías y al cadmio, pues se evidenció que existe una alta tasa de transferencia de cadmio a los tallos y las hojas de la planta, directamente proporcional a las cantidades que se encuentran en el suelo.

El investigador Fernández aclara que “se trata de resultados interesantes debido a que el comporta-miento no fue igual para todas las líneas monospó-ricas probadas: algunas estimulan más la absorción de cadmio y otras realmente no lo hacen; lo mismo pasa con el estrés por déficit hídrico, unas líneas lo mitigan más que otras”. Agrega que este hallazgo abre una puerta para seguir ahondando en otros genotipos que sí contribuyan a un mejor manejo del cadmio en el cultivo de cacao.

Sin duda se trata de una tarea importante, no solo comercialmente sino para la salud de los con-sumidores nacionales e internacionales, en especial de la población infantil. De la mano de la ciencia y de investigadores como los de la unal se espera seguir contribuyendo a superar este obstáculo para que los productores nacionales se acerquen sin restricción al mercado europeo.

Foto: archivo Unimedios.

mayo 2020 | 18 Periódico – N.º 225 – Universidad Nacional de Colombia

Medioambiente

paLabras cLave: contaminación del aire, neblina, material particulado. Consúltelas en www.unperiodico.unal.edu.co

Neblina no siempre es señal de contaminaciónolga luCía Muñoz lóPez, Unimedios Medellín

Aunque en marzo pasado la población estaba en cuarentena por el covid-19, Medellín registró los peores índices de calidad del aire, con niveles en rojo, lo cual evidencia que la contaminación no se deriva solo de las emisiones de los vehículos y la industria, sino que además su medición es incorrecta e incompleta.

La creencia generaLizada en Medellín de que la bruma es un indicador de alta contaminación, por emisiones de vehículos e industrias, quedó invalidada en las dos últimas semanas de marzo pasado, cuando, a pesar de que dichas emisiones estaban suspendidas por la cuarentena sanitaria, los indicadores de calidad del aire se registraron en rojo, es decir los peores.

La situación evidenció que el monitoreo de la calidad del aire que se hace solo con estaciones que colectan material particulado (mp) de 2,5 y 10 micras a nivel del suelo es una medición insuficiente, porque para sacar conclusiones reales de la calidad del aire se deben estudiar y correlacionar diferentes varia-bles de la dinámica atmosférica propia de la ciudad.

Al respecto, el profesor Alvaro Bastidas, director del Grupo de Investigación Láseres y Espectrosco-pía Óptica (gleo), de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia (unal) Sede Medellín, aclara que la medición de mp se debe acompañar de estudios de evolución y transporte de partículas de aerosol junto con los procesos físi-cos, ópticos y químicos que estas experimentan en el aire a diferentes alturas sobre el nivel del suelo.

Con 2 tesis de doctorado, 8 de maestría y 12 tra-bajos de grado sobre análisis de la atmósfera, el Laboratorio de Láseres y Espectroscopía de la unal Sede Medellín viene aportando al estudio sobre fenomenología atmosférica a través de columnas de aire, el cual permite orientar acciones para mejorar la calidad del aire con suficiente soporte científico, información que sería muy útil en ese estudio a fondo de la atmósfera de la capital antioqueña desde 2009.

“Si entendemos esta fenomenología podríamos saber cuándo hay contaminación y cuándo no, e identificar en la ciudad cuáles fuentes de emisiones (motos, carros, industrias, o aire que viene de otros lados) engrosan el aire y en qué porcentaje”, amplía el profesor Bastidas.

estimaciones a varias aLturas

El académico señala que la persistencia de la carga de aerosol o alta densidad del aire en el Valle de Aburrá y en buena parte del país, pese a la cuarentena sanitaria, se explica por la ocurrencia de fenómenos atmosféricos globales que inciden y gobiernan la fenomenología atmosférica regional y local.

Por ejemplo en Medellín se presentan eventos atmosféricos por la llegada de partículas de dife-

Con mediciones locales y globales, el GLEO de la UNAL Sede Medellín hace seguimiento a los eventos atmosféricos en el Valle de Aburrá.

rentes procedencias, especialmente los cúmulos de aerosoles que viajan a través de los océanos Pacífico y Atlántico, los cuales contribuyen a que la atmósfera se vuelva densa. Además, la alta den-sidad atmosférica de las principales ciudades del país, que se identifica como “contaminación”, no se genera solo allí, sino que viene de otros lugares del mundo.

En este sentido, como las ciudades principales es-tán en alturas superiores a los 1.000 m, se convierten en “recintos” o “asideros”, unos topográficamente más aislados que otros.

Por eso, según el físico Bastidas, no es correcto afirmar que por estar encerrada por montañas, Medellín tiene un techo que la ahoga. “Eso no exis-te y se puede demostrar observando, midiendo y registrando la evolución en el tiempo de variables e indicadores como la capa límite planetaria, el espesor óptico, el exponente de Ångström, el vapor de agua, las funciones de distribución de tamaños de partículas o las retrotrayectorias”.

aprender a “Leer” La nebLina

En Medellín se volvió común afirmar que cuando hay neblina o bruma y baja visibilidad es porque se dispararon los niveles de contaminación, y que por esa razón la ciudad debe entrar en otro ritmo de producción para disminuir la circulación de mp 2.5. Es importante recordar que se trata de partículas tan diminutas que son 100 % respirables, por lo que atraviesan los pulmones y entran al sistema sanguí-neo provocando enfermedades cardiovasculares y respiratorias, y cáncer de pulmón.

El profesor Bastidas explica que en la atmósfera siempre hay competencia de varios fenómenos y que alguno de ellos predomina sobre los demás. Por ejemplo, puede predominar el ingreso de par-tículas de otros lugares del mundo, o provenientes de los incendios forestales, o prevalecer la bruma o neblina, el vapor de agua, etc. Para el caso de Medellín y el Valle de Aburrá se debe tener pre-sente que la mayoría de los meses tienen una alta humedad relativa, nubes y un aire grueso, por lo que los días claros con alta visibilidad son poco frecuentes.

El predominio o peso de existencia de cada fe-nómeno en el aire brinda un espectáculo visual característico que cada persona puede ver para

aprender a identificar y a diferenciar en una primera aproximación, así:

- Alta contaminación: la atmósfera se pinta de colores amarillentos, cuyo tono puede ir en aumento hasta volverse naranja y marrón cuando los índices de contaminación son muy altos. Este fenómeno ha ocurrido pocas veces en Medellín, el más reciente sucedió en marzo de 2016, cuando llegaron arenas del desierto del Sahara, las cuales arriban periódi-camente a Puerto Rico, y en ese momento fueron empujadas por corrientes de aire que soplaban del polo norte hacia el Ecuador, y buena parte de ellas se depositó en Colombia.

Este hecho se confirma por la distribución de tamaños de partículas con valores comparables de número de partículas por unidad de volumen, tanto para partículas gruesas como para finas, además del comportamiento del espesor óptico según la absorción de la radiación solar. El registro satelital del espectrorradiómetro de imágenes de media re-solución (modis, por sus siglas en inglés) muestra un alto contenido de aerosol ingresando por el océano Atlántico al país.

- Bruma o neblina: con este fenómeno predomina un aire de color gris claro que a veces se torna blan-quecino. Las funciones de distribución indican un nivel más alto del número de partículas por unidad de volumen respecto a las partículas gruesas, y la curva de vapor de agua es monótonamente ascendente.

- Incendios forestales, emisiones de vehículos y de industria: cuando las partículas de este tipo ingresan a la atmósfera, el aire adquiere un color gris oscuro y la visibilidad se reduce ostensiblemente. En este caso es posible distinguir incluso las dife-rentes capas de aerosoles que ocupan el volumen de atmósfera limitado por la capa límite.

Para el profesor Bastidas, un estudio científi-co-experimental de la atmósfera respaldaría o no estrategias como decretar pico y placa ambiental de 24 horas, pues en marzo pasado ya se comprobó que una medida tan drástica no mejoró la calidad del aire ni demostró que la alta densidad atmosférica proviniera solo de los vehículos y de la industria.

Foto: Jorge Calle.

mayo 2020 | 19 Periódico – N.º 225 – Universidad Nacional de Colombia

¿Qué dicen las comunidades?

• Margarita Preciado, integrante de una de las seis asociaciones conformadas por las comunidades de La Barra, Playa Chucheros, Juanchaco, Ladrilleros, La Plata y Puerto España, afirma que “tenemos servicio de energía, el alojamiento depende únicamente de la comunidad y solo contamos con un embarcadero para toda la cuenca, lo que desmotiva al turista. En los últimos años apenas nos han dado la ilumina-ción del muelle de Juanchaco, la placa-huella que conecta La Barra con Juanchaco y los recursos para mejorar los acueductos en Juanchaco, Ladrilleros y La Barra”. Dichos apoyos, aunque importantes, son insuficientes para que la comunidad se desarrolle.

• En Aguaclara (Buenaventura), aunque el turismo de naturaleza es percibido por la comunidad como una estrategia para superar conflictos como la minería ilegal o los cultivos ilícitos, se afronta la falta tanto de vías de acceso como de acueducto, alcantarillado, conectividad y capacitación, y además no existen puestos de salud, entre otros problemas.

• Luz Stella Londoño, integrante de la Corporación Turística de Naturaleza Buitrera Palmira-Pradera, expresa que “Palmira no cuenta con una secretaría de turismo que impulse proyectos, y el acompaña-miento departamental para los pequeños y medianos emprendimientos es débil”.

Resultado Co$ting Nature Valle del CaucaEn azul, vías y centros poblados. En rojo, presencia de turistas.

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Política & Sociedad

Pese a su potencial, turismo de naturaleza vallecaucano no despegalaura MarCela FuerteS, Unimedios Palmira

Por su riqueza cultural y en biodiversidad, además de la creciente cifra de emprendimientos y un trabajo articulado entre instituciones, el Valle del Cauca es una región con importante potencial para el turismo de naturaleza en Colombia. Sin embargo, su posicionamiento dependerá de cómo afronte el departamento la desigualdad social de las comunidades históricamente marginadas.

EL turismo de naturaLeza representa un mercado mun-dial de 263.000 millones de dólares, con un crecimiento del 65 % en los últimos cinco años. Según estimaciones de la Organización Mundial del Turismo (omt), en la actualidad ocho de cada diez turistas prefieren los alojamientos que incluyen prácticas ecológicas.

La creciente tendencia hacia la conservación del medioambiente ubica a Colombia –segundo país más biodiverso del mundo, con 51.330 especies– como uno de los destinos con mayor potencial para el turismo de naturaleza. Además porque desde 2017 ocupa el primer puesto del mundo en el número de aves registradas: 1.921, de las cuales 79 son autóctonas, y por poseer 59 áreas natu-rales, que forman parte del Sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia, 32 de ellas con potencial turístico.

Sin embargo, el turismo de naturaleza es quizá uno de los sectores que mejor refleja el rastro del conflicto armado y la histórica ausencia del Estado en varias regiones de Colombia. No es gratuito, por ejemplo, que en 2017, en términos de seguridad, el país ocupara el último puesto en el Índice de Competitividad en Viajes y Turismo del Foro Económico Mundial, en el que participaron 136 países.

Pese a lo anterior, uno de los principales retos en ini-ciativas como el Plan Sectorial de Turismo 2018-2022 –con el que se busca la gestión integral de destinos y el fortale-cimiento de la oferta en el país– es favorecer las regiones afectadas por la desigualdad, como el Pacífico colombiano.

En el caso del Valle del Cauca, instituciones y comu-nidades vienen impulsando el turismo de naturaleza de forma articulada, lo que ha permitido conformar la Mesa Departamental de Turismo de Naturaleza, que trabaja con el Sistema Departamental de Áreas Protegidas (Sidap Valle), teniendo en cuenta los lineamientos del Plan De-partamental de Negocios Verdes.

Apoyado en dicho trabajo, un grupo interdisciplinario de investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (unal) Sede Palmira identificó 200 emprendimientos de turismo de naturaleza en el departamento. La base de datos, que dio vida a la aplicación Appnat, contiene un análisis espacial de los servicios ecosistémicos, que incluye ubica-ción, tipos de turismo, nivel de formalización y situación frente al conflicto armado. Así, se identificó que aunque la región cuenta con zonas de alta potencialidad para el turismo de naturaleza, aspectos como la persistencia del conflicto armado y la falta de infraestructura y de teleco-municaciones impiden que sus servicios ecosistémicos sean aprovechados.

desafíos y potenciaLidades

Entre los resultados del trabajo se identificó que el turismo de naturaleza en la región se especializa en el senderismo in-terpretativo, el avistamiento de aves y la conservación de flora y fauna; y por su ubicación geográfica, la observación de ballenas le da un plus en relación con otras zonas del país.

Con respecto al conflicto armado, Sara Rosero, ingeniera agrícola de la unal Sede Palmira, afirma que “se identificó que este persiste, aunque con niveles más bajos, en los

Foto: Armando Rojas.

municipios donde hay emprendimientos de turismo de naturaleza”. En esta parte del estudio, la base de datos se cruzó con las categorías definidas por el Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac).

Para los profesores Germán Morales, de la Facultad de Ciencias Administrativas y la Escuela de Turismo de la Universidad Autónoma de Occidente, y Enrique Torres, de la unal Sede Palmira y líder del grupo de investigación, “esta actividad necesita un mayor avance en la buena im-plementación del Acuerdo Final de Paz entre el Gobierno y las farc, porque el conflicto es un fuerte tensor territorial para el desarrollo del turismo de naturaleza, que, según los expertos, afecta al menos 10 variables diferentes en el territorio”.

Gracias al uso de herramientas tecnológicas como Co$ting Nature también se elaboró una relación entre los servicios ecosistémicos potenciales y lo realizado, con el fin de valorar dichos servicios. Así, se mapearon las visi-tas asociadas con fotos georreferenciadas por turistas a

través de aplicaciones, lo que arrojó los valores más altos (relación entre visitas, potencial y vías de acceso) en zonas de alta conservación y cercanas a centros poblados (como Farallones, Loboguerrero y Dagua), en sitios cercanos a la zona montañosa de Cali, y otras cercanas al paisaje cultural cafetero, al norte del Valle del Cauca.

Sharon Aguirre, estudiante de la Maestría de In-geniería Ambiental de la unal Sede Palmira, seña-la que “existe un alto potencial en toda la zona costera, como las playas cercanas a Buenaventura, que aunque Co$ting Nature reconoce como lugares de alto valor para el turismo de naturaleza, por estar alejados de sitios po-blados y no tener suficientes vías de acceso, presentan valores muy bajos en relación con el turismo realizado”.

eL reto: fortaLecer eL capitaL sociaL y comunitario

Para el profesor Morales, “el habitante local debe verse como un emprendedor verde y las instituciones debemos continuar trabajando para mejorar sus competencias la-borales, fortalecer la planificación, el ordenamiento de los territorios y la formalización del sector para que las comunidades y los emprendimientos puedan acceder a los beneficios que hoy necesitan las comunidades y sus emprendimientos”.

Por esta razón, el llamado es a cerrar brechas sociales en las comunidades con altas potencialidades para el turismo de naturaleza. De la buena planificación desde los territorios dependerá generar progreso, consolidar la paz y no caer en los errores del pasado, cuando el turismo irresponsable degradó muchos ecosistemas. Cuidar el medioambiente es responsabilidad de todos, pero ahora entendemos que los emprendedores verdes juegan un papel fundamental en el futuro de la biodiversidad.

mayo 2020 | 20 Periódico – N.º 225 – Universidad Nacional de Colombia

Artes& Culturas

paLabras cLave: arte, pandemia, muerte, coronavirus. Consúltelas en www.unperiodico.unal.edu.co

El arte y la muerte: un parentesco cercano (en catorce escenas)Miguel huertaS SánChez, artista plástico, docente, Facultad de ArtesUniversidad Nacional de Colombia

En diferentes épocas de la historia el arte ha evidenciado la fragilidad de la humanidad ante las pestes y pandemias. De cierta manera, la incertidumbre provocada por las medidas de aislamiento preventivo para ralentizar los efectos del covid-19 representa un momento privilegiado para el arte, ya que le permitiría replantear su rumbo, ojalá uno cada vez más alejado del poder.

IQue el arte celebra la vida, de acuerdo;

que transforma la vida, de acuerdo; que es vida, de acuerdo. Sin embargo, también es cierto que el arte, sea cual sea la definición que le demos, tiene una relación estructural con la muerte.

IIIgual que la vida en sí misma: saber que

terminará un día es el fundamento de su sentido: cada instante es potencialmente un elemento precioso e irrepetible para la experiencia.

Pero la experiencia requiere de algo más que simplemente estar en vida; requiere de una particular concentración de la con-ciencia, la cual fija un sedimento que ya no desaparece –como tantos momentos cotidianos–, sino que trasciende.

IIILa existencia material es nuestro vínculo

primigenio con el mundo. Por más que nos atribuyamos (cada día surgen nuevos adversarios contra este sentimiento) una supremacía sobre las otras cosas del mundo. De hecho, no nos asimilamos a la defini-ción de cosa. Nuestros huesos, músculos y tendones son materia; también nuestro preciado cerebro está compuesto de mo-léculas, átomos.

IVCuando un pintor construye una escena,

en realidad está construyendo una superfi-cie. Que represente algo, conmueva, engañe, inquiete, informe, lo que sea que se le pida que haga, siempre será una superficie y la única cosa que podría decirse con relativa certeza de ella es cómo fue hecha. Si tiene tal o cual color, textura, transparencia opa-cidad, ligereza, densidad, contraste, etc.

Y, bien mirados, esos elementos son atributos del mundo, no de la pintura. Más allá aún (porque podríamos incluso dudar de que el mundo realmente exista), son los atributos a través de los cuales el mundo acontece para nosotros.

En este sentido, la pintura trabaja con aquellos elementos con los que el mundo se nos hace visible. Pone en escena nuestros modos de construir sentido.

VHay un género, bastante olvidado, pero

que valdría la pena revisitar: la naturaleza

Fotogramas de la película La verdad desnuda - Cómo Verdad terminó en el fondo de un pozo y de lo que después sucedió. Una historia para niñas, dirigida por Paula Bohórquez González y Miguel Huertas Sánchez, apoyada por la Dirección de Investigación y Extensión de la unal Sede Bogotá en 2019.

muerta. Naturaleza silenciosa, calmada –Silent, calm nature, dirían en inglés–. De ahí surge el bodegón, género del que tanto ha abusado la mala pintura…

En la naturaleza muerta siempre hay un recordatorio de lo perecedero de la vida. Sin embargo, rara vez es una escena triste; normalmente está suspendida, como esos instantes eternos que la evocación nos trae de tiempo en tiempo.

Incluso hay naturalezas muertas muy alegres. En la pintura flamenca clásica abun-daban las representaciones de postres; el azúcar, se dice, representaba a Cristo.

VITambién contienen una alerta: un lla-

mado a la reflexión. Un subgénero de la naturaleza muerta es la vanidad. Vanitas se relaciona con vacío. Habitualmente estos cuadros tienen una calavera (el memento mori), un libro (el conocimiento, lo único que nos llevamos), una vela (la luz que se extingue, pero también la iluminación). Humildes, fastuosas, las vanidades son como todo el arte: trozos de materia dis-puestos de tal manera que configuran una idea de lo material de la existencia y de lo que podemos aprender de ella.

VIILa peor manera de pensar la muerte es

como extinción.VIII

Las tradiciones sagradas de las culturas originarias parten de la idea de una caída en

el tiempo y el espacio, nos dice el filósofo Mircea Eliade. La materia como destino nos lleva ineluctablemente a la muerte, pero el ritual nos arranca de la desaparición; nos lleva de nuevo al original tiempo sin tiempo. Simultáneamente, todo ritual im-plica la idea de la renovación: muerte que es, paralelamente, y siguiendo el mismo principio, vida; nueva vida.

La nueva vieja vida.IX

Una característica del arte es que siem-pre se lee en presente. Sabemos que viene del pasado, las personas que las hicieron ya no están; sin embargo, sus obras se nos aparecen –aún si están deterioradas– como si acontecieran en este instante mismo, para nosotros.

XComo si hubieran sido hechas para no-

sotros. Como si el Réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart hubiera sido compuesto para nuestra escucha; La noche estrellada de Vincent van Gogh pintada para nuestra mi-rada; o Como el agua que fluye, de Marguerite Yourcenar, escrita para nuestra lectura. Como si aparecieran en el instante mismo en que las percibimos y nosotros a ellas.

Como si ellas fueran hechas por nuestra percepción.

Y desde allí nos mira la eternidad. Esta estatua que veo y me mira, con seguridad estará ahí cuando yo ya no esté, cuando mis hijas no estén, cuando la memoria de

nuestras acciones haya desaparecido; ese poema que encontró un lugar en la memo-ria, se repetirá cuando los rasgos del rostro a quien se dedicó ya no existan.

XIVer once años después las fotos que hizo

Flo en sus últimos días de vida. Esa impre-sión tan insondable… ¿en dónde sucede? ¿qué siento?

Ver, en esa leve superficie que la sobre-vivió, una ventana; de un segundo piso, sin duda. Ese instante tan parecido a todo y, sin embargo, irrepetible… Volver a pensar en el jabón que había en el baño, el día en que se despidió de este país al que no volvió, desapareciendo poco a poco; así como se extinguía su perfume en la almohada un poco más cada día.

XIIEsa película que dedicamos a John con

motivo de su muerte. La inicial roja sigue en ese fondo negro como el primer día, retorna exactamente igual con su carga de sentimientos. La misma obra, es también una obra distinta, porque los ojos que la ven han cambiado. De tanto llorar, tal vez… de tanto querer ver, sí; por haber envejecido de golpe diez años. Pero con ella, vuelven sus ideas de justicia, sin ningún deterioro.

La obra es una paradoja. Una anciana recién nacida.

XIIIPara Walter Benjamin, la crítica es como

el trueno en relación con el relámpago: lle-ga con retraso. No tenemos claro nuestro presente. Faltará un tiempo para saber qué fue lo que vivimos durante este periodo de confinamiento provocado por los efectos del coronavirus. Por ahora, lo intuimos, pero el arte de hoy es el que vendrá. Debe-remos estar en capacidad de reconocerlo, de comprender qué en nosotros cambió.

Pero, desde ya, debemos saber que lo peor que nos puede pasar es que volva-mos a ser los mismos. La normalidad que nos arrancó esta anormalidad, no puede volver igual.

Esa normalidad desritualizada, degra-dada; en donde la muerte perdió su sacra-lidad, el amor se hizo estúpido, el arte de los exitosos se alió con el poder.

XIVAsí como este confinamiento que vivi-

mos –y nos hizo prisioneros cuando em-pezábamos a recordar que queríamos ser libres, que nos inmovilizó cuando volvíamos a movilizarnos en las calles, que nos aisló cuando empezábamos a reconstruir víncu-los– puede enseñarnos a recuperar lo esen-cial que habíamos perdido, necesitaremos un nuevo arte que no se deje manipular por el poder; que trascienda el ego y el negocio, que vuelva a ser vida, vínculo y memoria.

El filósofo Henri Bergson demostró teó-ricamente que la nada no existe, el artista sonoro John Cage comprobó experimental-mente que el silencio no existe. El arte es, tal vez, demostración de que la aniquilación no es posible.