La Libertad Como Práctica Para La Construcción de Una Psicología de La Liberación
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La libertad como práctica para la construcción de una psicología de la
liberación
Paula Andrea Tamayo Montoya
Seminario de línea psicosocial
Maestría en Psicología cohorte V
15 de agosto 2009
No resulta exagerado afirmar que se aprende bastante más sobre la psicología de nuestros pueblos leyendo una novela de García Márquez o de Vargas Llosa que
nuestros trabajos técnicos sobre el carácter o la personalidad
Martín- Baró
Resumen
Considerando la libertad como una práctica cargada de sentidos subjetivos y a la
luz de los postulados de Martín- Baró, enunciamos tres tareas claves que pueden
aclarar el horizonte de acción de los profesionales en psicología que se afilian a
las propuestas de la psicología de la liberación.
Palabras Claves: Libertad, Psicología, Conciencia.
Un hombre me preguntó un día, ¿Qué se necesita para ser un profesional en las
ciencias humanas? Y luego añadió: ser humano; ahora tras leer a Martín- Baró
(1998) me pregunto, ¿Qué se necesitará para ser un psicólogo o psicóloga de la
liberación? Y me respondo, ser un ser humano libre. Esta posición nos motiva
entonces a realizar una reflexión frente a lo que podemos considerar como
libertad.
Definir la libertad es un ejercicio que ha movido durante siglos el pensamiento de
más de un filosofo, sin embargo no éste el lugar para realizar un rastreo
epistemológico sobre el sentido de éste concepto, diríamos más bien inspirados
en el espíritu pragmático de Martín- Baró que la libertad se expresa en las
prácticas y que éstas priman sobre la verdad teorética.
La pregunta entonces, que guiados por esta forma de pensamiento, parece
pertinente formular es ¿Cómo podemos practicar la libertad? Para esclarecer ésta
cuestión es necesario primero que todo señalar que si consideramos la libertad
como una práctica, le estamos atribuyendo un carácter social, en tanto se expresa
en acciones que “tienen un significado1 subjetivo y que toma en cuenta a aquellos
hacia los cuales se dirige”. (Weber, en: Ibáñez. 2001:197).
Ahora bien, si tomamos en cuenta los planteamientos de Gonzales Rey (2008)
quien nos señala que los sentidos subjetivos son procesuales y se expresan en el
curso de una actividad en la que representan la forma psicológica que ésta toma y
consideramos que los sentidos subjetivos son motor de las acciones sociales,
podemos preguntarnos por los sentidos subjetivos que se expresan a través de las
acciones liberadoras.
Martin Baró, siguiendo los planteamientos de la teología de la liberación nos da
pistas para comprender los sentidos que pueden rastrearse en el trasfondo de la
acción liberadora, en primer lugar remite al concepto de concientización, a través
del cual logra articular “la dimensión psicológica de la conciencia personal con su
dimensión social y política y pone de manifiesto la dialéctica histórica entre el
saber y el hacer, el crecimiento individual y la organización comunitaria, la
liberación personal y la transformación social” (Martín –Baró, 1998. pág. 285).
Podemos considerar la concientización como un proceso que va más allá de la
toma de conciencia personal y que puede ser una tarea propia para una psicología
de la liberación en tanto ésta estudie las formas de conciencia popular, ejercicio
que exige la recuperación de la memoria histórica de los pueblos, el
reconocimiento de las condiciones de vida en los momentos actuales, una
1 Considero que más que un significado subjetivo unívoco, las acciones sociales son portadoras de múltiples sentidos subjetivos.
evaluación de sus necesidades más apremiantes y la identificación del horizonte
del quehacer propio de ésta disciplina.
Martín Baró parece centrar su esfuerzo personal y académico en el mostrar la
relevancia de esta tarea, y precisamente por ello levanta una seria crítica hacia la
psicología latinoamericana que conoció en su época y a la que consideraba
dependiente y esclava de las construcciones teóricas, metodológicas y prácticas
realizadas en el contexto anglosajón, además carente de una epistemología
adecuada que abriese la posibilidad de explorar los hechos para ver más que lo
ideal, de estudiar los problemas colectivos y no sólo la individualidad, de
comprender las luchas sociales y la naturaleza histórica de las acciones del ser
humano, o como diría Enrique Dussel2, asumir una ética de la responsabilidad
acerca de las consecuencias de nuestros actos y solidaria con los otros miembros
actuales o virtuales de la comunidad de comunicación.
Podemos entonces concluir que el primer llamado para actuar como hombres y
mujeres libres, capacitados para construir una psicología de la liberación, es a la
toma de conciencia no sólo personal, sino colectiva y para ello hemos de
reconstruir nuestra historia, observar nuestras condiciones actuales
despojándonos del velo de la ilusión, reconocer las necesidades propias de
nuestro pueblo y asumir responsabilidades en relación a las acciones que hemos
realizado y hemos de realizar en pro de la transformación social.
Un segundo llamado para la construcción de una psicología de la liberación tiene
que ver con el rescate y la potenciación de las virtudes populares, Éste rescate
puede lograrse a través de la participación, acción social que posibilita la
generación de prácticas transformadoras tanto de lo que consideramos la realidad
social, como de nosotros mismos, El principal obstáculo para involucrarse en
procesos que muevan a la participación social, es tomar partido, asumir posiciones
parciales que aparentemente van en contra del principio de objetividad científica,
frente a éste cuestionamiento Martín Baró (1998, Pág. 296) contesta “La
2 Escribe en el opúsculo fundamentación de la ética y la filosofía de la liberación. México: siglo XXI, 1992, p.66) Citado por Boff (1997) quien a su vez es citado por Martín - Baró (1998)
psicología latinoamericana debe descentrar su atención de sí misma,
despreocuparse de su status científico y social y proponerse un servicio eficaz a
las necesidades de las mayorías populares” y enfatiza que la parcialidad puede
ser el resultado de una opción ética y que si bien todos estamos condicionados
por intereses de clase que parcializan nuestro conocimiento, “no todos realizan
una opción ética consiente que asuma una parcialización coherente con los
propios valores” (Martín Baró .1998, Pág. 300).Las virtudes del pueblo
latinoamericano viven en sus tradiciones, en su religión, en sus tejidos sociales y
se expresan en prácticas solidarias, cooperativas, educativas, afectivas, etc. La
liberación de la psicología según Martín Baró (1998), llegará de la mano de una
praxis comprometida con los sufrimientos y esperanzas de los pueblos
latinoamericanos.
El rescate de virtudes y valores es entonces más que un ejercicio clínico, es una
acción que adquiere sentido en tanto sirve a la transformación de condiciones
sociales que afectan la vida de un pueblo, los valores y las virtudes se expresan
en prácticas y se van cargando se sentido a medida que circulan entre los actores
sociales.
Un tercer paso para la construcción de una psicología de la liberación es el
análisis de las organizaciones populares como instrumento de liberación histórica,
las organizaciones populares son la muestra de las formas en que se configuran
tejidos sociales cuyo propósito es representar y promover los intereses de las
clases mayoritarias; la psicología de la liberación ha de ocuparse del
fortalecimiento de las opciones populares y la salvaguarda de experiencias que
permitan romper el circulo vicioso de nuestra dependencia mental, así como la
participación solidaria en la lucha de los pueblos por su liberación histórica. Para
Martín Baró la psicología de la liberación ha de tener una opción preferencial por
los pobres pues constituyen las mayorías de nuestros pueblos y ofrecen
condiciones subjetivas y objetivas de apertura a otro, además siguiendo los
postulados de la teología de la liberación, está fue la opción de Jesús y “la
comunidad de los pobres es el lugar teleológico por excelencia desde el cual
realizar la tarea salvadora” (Martín Baró .1998, Pág. 296). Si bien para los
psicólogos es problemático el ubicarnos en la postura del que realiza la tarea
salvadora, si podemos reconocer en la práctica liberadora un horizonte para
nuestra acción, liberarse de la opresión política, económica, social; constituye una
tarea propia de los seres humanos por ende el ejercicio profesional no debe
desconocerla, esto exige del ejercicio crítico y la asunción de responsabilidades
para contribuir con nuestro saber a la solución de los problemas que atentan
contra la vida, la dignidad y la libertad de un pueblo.
A modo de conclusión podemos afirmar que las practicas liberadoras son prácticas
de hombres libres que reconocen y saben emplear sus potencialidades en pro de
la transformación social. La construcción de una psicología de la liberación exige
la liberación de la psicología y ésta a su vez exige que el pensamiento y la acción
de los actores que se afilian a éste modo de hacer ciencia social se exprese en el
ejercicio de libertades intelectuales, personales, profesionales y en sus modos de
participación social.
Bibliografía
GONZALES REY, Fernando Luis. Psicología y arte. en: tesis psicológica N°3.nov 2008. fundación universitaria los libertadores ISSN: 1909-8391. Bogotá
IBÁÑEZ, Tomás. (2001). Municiones para disidentes. Realidad, Verdad, Política.
Barcelona: Gedisa.
MARTIN-BARÓ, Ignacio. (1998). Psicología de la liberación. Madrid: trotta. SA.