La Leche de La Muerte

download La Leche de La Muerte

of 8

Transcript of La Leche de La Muerte

  • 8/10/2019 La Leche de La Muerte

    1/8

    La leche de la muerteMarguerite Yourcenar

    http://www.librodot.com

  • 8/10/2019 La Leche de La Muerte

    2/8

    La larga fila beige y gris de los turistas se extenda por la calle ancha de Ragusa; los

    gorros adornados con trencilla y las opulentas chaquetas bordadas, que se mecan al viento a la

    puerta de las tiendas, encendan los ojos de los viajeros a la b squeda de regalos baratos, o de

    disfraces para los bailes de a bordo! "aca un calor como s#lo puede hacerlo en el inferno! Las

    monta$as peladas de "er%egovina proyectaban en Ragusa sus fuegos de espejos ardientes! &hilip

    'ide entr# en una cervecera alemana en donde %umbaban unas cuantas moscas enormes en

    medio de una asfixiante penumbra! La terra%a del restaurante daba parad#jicamente al (dri)tico,

    que reapareca all, en plena ciudad, en el lugar donde menos se le esperaba, sin que aquella

    s bita escapada a%ul sirviera de otra cosa que no fuera a$adir un color m)s a lo abigarrado del

    mercado! *n hedor pestilente ascenda de un mont#n de desperdicios de pescado que estaban

    limpiando unas gaviotas, de blancura casi insoportable! +o llegaba brisa alguna del mar! l

    compa$ero de camarote de &hilip, el ingeniero -ules .outrin, beba ante una mesa redonda de

    %inc, a la sombra de una sombrilla color de fuego, que recordaba desde lejos una gruesa naranja

    flotando en el mar! /0u1nteme otra historia, viejo amigo /dijo &hilip dej)ndose caer pesadamente

    en una silla/! +ecesito un 2his3y y una historia cuando estoy delante del mar!!! 4ue sea la

    historia m)s hermosa y menos verdadera posible, y que me haga olvidar las mentiras patri#ticas

    y contradictorias de algunos peri#dicos que acabo de comprar en el muelle! Los italianos insultan

    a los eslavos, los eslavos a los griegos, los alemanes a los rusos, los franceses a (lemania, y a

    5nglaterra, casi tanto como a esta ltima! 6odos tienen ra%#n, supongo! "ablemos de otra cosa!!!

    74u1 hi%o usted ayer en 8cutari, luego de saciar su curiosidad por ver con sus propios ojos no s1

    qu1 clase de turbinas9

    /+ada /dijo el ingeniero/! (parte de echar una ojeada a las a%arosas obras de un pantano,

    dediqu1 la mayor parte del tiempo a buscar una torre! 6antas veces o a las viejas de 8ervia

    contarme la historia de la 6orre de 8cutari que necesitaba locali%ar sus ladrillos desmoronados e

    inspeccionar si en ellos se encontraba, como dicen, un reguero blanco!!! &ero el tiempo, las

    guerras y los aldeanos de la vecindad, preocupados por consolidar los muros de sus granjas, lahan derribado piedra a piedra, y su recuerdo no se mantiene en pie, sino en los cuentos!!! (

    prop#sito, &hilip, 7tiene usted la suerte de poseer lo que se llama una buena madre9

    /:4u1 pregunta!!! dijo con indiferencia el joven ingl1s/! 'i madre es hermosa, delgada,

    va muy bien maquillada y sus carnes son tan prietas y duras como el cristal de un escaparate!

    74u1 m)s quer1is qu1 os diga9 0uando salimos juntos se creen que yo soy su hermano mayor!

    / so es! Le pasa a usted como a todos nosotros! 0uando pienso que hay idiotas que

    pretenden que nuestra 1poca carece de poesa, como si no tuviera sus surrealistas, sus estrellas decine y sus dictadores!!! 0r1ame, &hilip, lo que nos falta precisamente son realidades! La seda es

    http://www.librodot.com

  • 8/10/2019 La Leche de La Muerte

    3/8

    artificial, las comidas aborreciblemente sint1ticas se parecen a esos falsos alimentos con que se

    atraca a las momias, y las mujeres, esterili%adas contra la desdicha y la veje%, han dejado de

    existir! =a s#lo en las leyendas de los pases medio b)rbaros encontramos a esas criaturas ricas en

    leche y en l)grimas, de las que uno se sentira orgulloso de ser hijo!!! 7>#nde o yo hablar de un

    poeta que no pudo amar a ninguna mujer porque en otra vida se haba encontrado con (ntgona9

    *n tipo que se me pareca!!! *nas cuantas docenas de madres y de enamoradas, desde

    (ndr#maca hasta ?riselda, me han vuelto exigente con respecto a esas mu$ecas irrompibles que

    pasan por ser hoy la realidad! 5solda por amante, y por hermana a la hermosa (lda!!! 8, pero la

    que me hubiera gustado tener por madre es una ni$a que pertenece a la leyenda albanesa, la

    mujer de un joven reye%uelo de por aqu! ranse tres hermanos que trabajaban construyendo una

    torre desde donde pudieran vigilar a los bandidos turcos! "aban emprendido la tarea ellos

    mismos, sea porque la mano de obra fuese cara, sea porque, como buenos campesinos, no se

    fiaban m)s que de sus propios bra%os, y sus mujeres se turnaban para llevarles la comida! &ero

    cada ve% que conseguan llevar a buen t1rmino su trabajo para colocar un ramo de hierbas en el

    tejado, el viento de la noche y las brujas de la monta$a derribaban su torre lo mismo que >ios

    derrib# la de .abel! &uede haber m ltiples ra%ones para que una torre no se mantenga en pie, y

    puede culparse de ello a la torpe%a de los obreros, a la mala voluntad del terreno o a la

    insuficiencia del cemento que traba las piedras! &ero los campesinos servios, albaneses o

    b lgaros, no reconocen m)s que una causa de semejante desastre@ saben que un edificio se hunde

    por no haber tenido cuidado de encerrar en sus cimientos a un hombre o a una mujer, cuyo

    esqueleto sostendr), hasta que llegue el da del -uicio Ainal, la carne pesada de las piedras! n

    (rta, en ?recia, ense$an un puente en donde fue emparedada de este modo una muchacha@ parte

    de su cabellera se escapa por una grieta y cuelga sobre el agua como una planta rubia!

    Los tres hermanos empe%aban a mirarse con desconfian%a y ponan gran cuidado en no

    proyectar su sombra sobre el muro inacabado, ya que es posible, a falta de algo mejor, encerrar

    dentro de un edificio en construcci#n a esa negra prolongaci#n del hombre, que tal ve% sea su

    alma, y aquel cuya sombra es apresada de esta manera muere como un desventurado que padece penas de amores!

    &or la noche, cada uno de los tres hermanos trataba de sentarse lo m)s lejos posible del

    fuego, por miedo a que alguien se le acercara cautelosamente por detr)s, le arrojara un saco sobre

    su sombra y se la llevara, medio estrangulada, como una paloma negra! mpe%aba a flojear su

    entusiasmo por el trabajo, y la angustia, ya que no la fatiga, ba$aba de sudor sus frentes morenas!

    &or fin, un da, el mayor de los hermanos reuni# a su alrededor a los m)s peque$os y les dijo@

    /"ermanitos, hermanos en la sangre, la leche y el bautismo; si nuestra torre se queda sinterminar, los turcos volver)n a penetrar por las m)rgenes del lago, escondidos tras los juncos!

    http://www.librodot.com

    B

  • 8/10/2019 La Leche de La Muerte

    4/8

    Ciolar)n a las hijas de nuestros granjeros, quemar)n en nuestros campos la promesa del pan

    futuro, crucificar)n a nuestros campesinos en los espantap)jaros que hay en nuestros huertos y

    que se transformar)n de este modo en pasto para los cuervos! "ermanitos, nos necesitamos unos

    a otros y nunca el tr1bol sacrific# una de sus tres hojas! &ero cada uno de nosotros tiene una

    mujer joven y vigorosa, cuyos hombros y cuya hermosa nuca est)n acostumbrados a soportar el

    peso de la carga! +o decidamos nada, hermanos mos@ dejemos que elija el (%ar, ese testaferro de

    >ios! 'a$ana, cuando llegue el alba, cogeremos, para emparedarla en los cimientos de la torre, a

    aquella de nuestras mujeres que venga a traernos la comida! +o os pido m)s que el silencio de

    una noche, hermanos mos, y asimismo que no abrac1is hoy con demasiadas l)grimas y suspiros

    a la que, al fin y al cabo, tiene dos probabilidades sobre tres de seguir respirando cuando se

    ponga el sol!

    Le era f)cil hablar as, pues aborreca a su mujer y quera deshacerse de ella para

    sustituirla por una hermosa muchacha griega de pelo roji%o! l hermano segundo no hi%#

    ninguna objeci#n, ya que contaba prevenir a su mujer en cuanto regresara, y el nico que

    protest# fue el peque$o, pues tena por costumbre cumplir sus promesas! nternecido por la

    magnanimidad de sus hermanos mayores, dispuestos a renunciar a lo que m)s queran en favor

    de la obra, acab# por dejarse convencer y prometi# callar toda la noche! Regresaron al

    campamento a la hora del crep sculo, cuando el fantasma de la lu% moribunda ronda a n por los

    campos! l hermano segundo entr# en su tienda de muy mal humor y orden# con rude%a a su

    mujer que le ayudara a quitarse las botas! 0uando la vio agachada delante de 1l, le arroj# las

    botas a la cara y dijo@

    /"ace ocho das que llevo puesta la misma camisa, y llegar) el domingo sin que pueda

    ponerme ropa blanca! :'aldita gandula 'a$ana, en cuanto apunte el da, marchar)s al lago con

    tu cesto de ropa y te quedar)s all hasta la noche, entre tu cepillo y tu pala! 8i te alejas del lago un

    solo paso, morir)s!

    = la joven prometi# temblando que dedicara todo el da siguiente a la colada!

    l mayor volvi# a casa muy decidido a no decirle nada a su mujer, cuyos besos lecansaban y cuya rolli%a belle%a haba dejado de agradarle! &ero tena una debilidad@ hablaba en

    sue$os! La opulenta matrona albanesa no durmi# bien aquella noche, pues se preguntaba en qu1

    poda haber desagradado a su se$or! >e repente oy# a su marido gru$ir, mientras tiraba de la

    manta hacia 1l@

    /0ora%#n, cora%#n mo!!! pronto ser)s viudo!!! :4u1 tranquilos vamos a estar, separados de

    esa morenota por los buenos y fuertes ladrillos de la torre !!!

    &ero el m)s peque$o entr# en su tienda p)lido y resignado, como un hombre que acabarade trope%ar con la 'uerte en persona, con su guada$a al hombro, camino de la siega! .es# a su

    http://www.librodot.com

    D

  • 8/10/2019 La Leche de La Muerte

    5/8

    hijo en su cuna de mimbre y cogi# tiernamente en bra%os a su mujer; durante toda la noche le

    oy# ella llorar contra su cora%#n! &ero la joven era discreta y no le pregunt# la causa de aquella

    pena tan grande, pues no quera obligarle a que le hiciese confidencias y no necesitaba saber

    cu)les eran sus penas para tratar de consolarlo! (l da siguiente, los tres hermanos cogieron sus

    picos y sus martillos y salieron en direcci#n a la torre! La mujer del hermano segundo prepar# su

    cesto de ropa y fue a arrodillarse delante de la mujer del hermano mayor!

    /"ermana /le dijo/, querida hermana, hoy me toca a m ir a llevarles la comida a los

    hombres, pero mi marido me ha ordenado, bajo pena de muerte, que le lave sus camisas blancas,

    y mi cesto est) lleno!

    /"ermana, querida hermana /dijo la mujer del hermano mayor/, con mucho gusto ira yo

    a llevarles la comida a nuestros hombres, pero un demonio se me meti# anoche en una muela!!!

    :*y, uy, uy!!!, estoy que no sirvo para nada!!!, todo lo m)s para gritar de dolor = dio una

    palmada, sin m)s pre)mbulos, para llamar a la mujer del hermano peque$o!

    /'ujer de nuestro hermano peque$o /dijo/, querida mujercita del menor de los nuestros,

    vete t hoy en nuestro lugar a llevar la comida a los hombres, pues el camino es largo, nuestros

    pies est)n cansados, y somos menos j#venes y menos ligeras que t ! Ce, querida muchacha, que

    vamos a llenarte la cesta con un mont#n de cosas suculentas, para que nuestros hombres te

    acojan con una sonrisa, a ti que ser)s la mensajera que vas a aplacar su hambre!

    = le llenaron la cesta con peces del lago confitados en miel y pasas de 0orinto, con arro%

    envuelto en hojas de parra, con queso de cabra y con pastelillos de almendras saladas! La joven

    puso tiernamente a su hijo en bra%os de sus cu$adas y se fue sola por el camino, con su fardo a la

    cabe%a, y su destino alrededor del cuello como una medalla bendita, invisible para todos, en la

    que >ios mismo haba escrito a qu1 clase de muerte se hallaba destinada y cu)l era el lugar que

    ocupara en el cielo!

    0uando los tres hombres la vieron llegar desde lejos, figurilla peque$a que a n no se

    distingua, corrieron hacia ella; los dos primeros, inquietos por saber si haba tenido 1xito su

    estratagema! l mayor se trag# una blasfemia al descubrir que no era su morena%a, y el segundodio gracias al 8e$or en vo% alta por haber salvado a su lavandera! &ero el peque$o se arrodill#,

    rodeando con sus bra%os las caderas de la muchacha, y le pidi# perd#n gimiendo! >espu1s, se

    arrastr# a los pies de sus hermanos y les suplic# que tuvieran piedad! Ainalmente, se levant# y el

    acero de su cuchillo brill# al sol! *n martilla%o en la nuca lo arroj#, a n palpitante, a orillas del

    camino! La joven, horrori%ada, haba dejado caer su cesta y las vituallas dispersas fueron el

    deleite de los perros del reba$o! 0uando comprendi# de qu1 se trataba, tendi# las manos al cielo@

    /"ermanos a los que yo jam)s falt1, hermanos por el anillo de boda y la bendici#n delsacerdote, no me mat1is; avisad a mi padre, que es jefe de clan en la monta$a, y 1l os

    http://www.librodot.com

    E

  • 8/10/2019 La Leche de La Muerte

    6/8

  • 8/10/2019 La Leche de La Muerte

    7/8

    Los hermanos, intimidados, consintieron en satisfacer aquel ltimo deseo y dejaron un

    intervalo de dos ladrillos a la altura de los pechos! ntonces, la joven murmur#@

    /"ermanos queridos, poned vuestros ladrillos delante de mi boca, pues los besos de los

    muertos dan miedo a los vivos, mas dejad una ranura delante de mis ojos, para que yo pueda ver

    si mi leche le aprovecha a mi ni$o!

    "icieron como ella les peda y dejaron abierta una ranura hori%ontal a la altura de los ojos!

    (l llegar el crep sculo, a la hora en que su madre tena por costumbre darle de mamar, trajeron al

    ni$o por el camino polvoriento, bordeado de arbustos peque$os, medio comidos por las cabras, y

    la emparedada salud# la llegada del ni$o con gritos de alegra y bendiciones a los dos hermanos!

    *nos chorros de leche empe%aron a brotar de sus dos senos, duros y tibios, y cuando el ni$o,

    hecho de la misma sustancia que su cora%#n, se durmi# contra sus pechos, empe%# a cantar con

    vo% amortiguada por el muro de ladrillos! n cuanto le quitaron al ni$o del pecho, orden# que lo

    llevaran al campamento para dormir, pero durante toda la noche se oy# la tierna melopea bajo las

    estrellas, y aquella canci#n de cuna, a pesar de la distancia, bastaba para impedir que el ni$o

    llorase! (l da siguiente, ella ya no cantaba y su vo% era muy d1bil cuando pregunt# c#mo haba

    pasado Cania la noche! (l da siguiente, call#, pero a n respiraba, pues sus pechos, todava

    habitados por su aliento, suban y bajaban imperceptiblemente dentro de su jaula! *nos das m)s

    tarde, su soplo de vida fue a juntarse con su vo%, pero sus senos inm#viles no haban perdido

    nada de su dulce abundancia de fuentes, y el ni$o, dormido en el hueco que formaban, oa a n

    latir su cora%#n! Luego, aquel cora%#n tan acorde con la vida fue espaciando sus latidos! 8us ojos

    l)nguidos se apagaron como el reflejo de las estrellas en una cisterna sin agua y a trav1s de la

    ranura ya no se vio nada m)s que dos pupilas vidriosas, que ya no miraban al cielo! (quellas

    pupilas acabaron por licuarse y dejaron lugar a dos #rbitas huecas, en cuyo fondo vease la

    'uerte, pero el pecho joven permaneca intacto y durante dos a$os m)s, al llegar la aurora, al

    medioda y al crep sculo, continuaba manando el surtidor milagroso, hasta que ya el ni$o dej#

    de mamar por su propia voluntad! 6an s#lo entonces los pechos agotados se redujeron a polvo y

    en el borde de ladrillo ya no quedaron m)s que unas pocas ceni%as blancas! >urante variossiglos, las madres enternecidas acudieron a la torre, para seguir con el dedo, a lo largo del ladrillo

    roji%o, los surcos tra%ados por la leche maravillosa, y luego la misma torre desapareci#, y el peso

    de la b#veda dej# de aplastar al ligero esqueleto de mujer! &or ltimo, hasta los mismos fr)giles

    huesos acabaron por dispersarse y ahora ya no queda en pie m)s que este viejo franc1s,

    achicharrado por un calor de infierno, que repite machaconamente, al primero que encuentra,

    esta historia que es digna de inspirar tantas l)grimas a los poetas como la historia de (ndr#maca!

    n aquel momento, una gitana, cubierta de una espantosa suciedad dorada, se acerc# a lamesa en que se acodaban los dos hombres! Llevaba en bra%os a un ni$o, cuyos ojos enfermos

    http://www.librodot.com

    G

  • 8/10/2019 La Leche de La Muerte

    8/8

    desaparecan bajo un vendaje de harapos! 8e dobl# en dos, con el insolente servilismo que

    caracteri%a a ciertas ra%as miserables y reales, y sus faldas amarillas barrieron el suelo! l

    ingeniero la apart# bruscamente, sin preocuparse de su vo%, que pasaba del tono de la s plica al

    de las maldiciones! l ingl1s la llam# para darle un denario de limosna!

    /74u1 es lo que le pasa a usted, viejo so$ador9 /dijo con impaciencia/! Los senos y los

    collares de esta mujer valen tanto como los de su herona albanesa! = el ni$o que la acompa$a es

    ciego!

    /0ono%co a esa mujer /respondi# -ules .outrin/! *n m1dico de Ragusa me relat# su

    historia! "ace unos meses que viene colocando en los ojos de su hijo unos asquerosos emplastos

    que le inflaman la vista y provocan la compasi#n de los transe ntes! l ni$o todava ve, pero

    pronto ser) lo que ella desea@ un ciego! ntonces esta mujer tendr) asegurado su peculio para

    toda la vida, pues cuidar de un impedido es una profesi#n lucrativa! "ay madres y madres!

    http://www.librodot.com

    H