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LA LAPIDARIA DE LA HUECA, VIEQUES, PUERTO RICO Yvonne M. Narganes Storde En el año 1977, el personal del Centro de Investigaciones Arqueológicas de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, prosiguió con su programa de excavaciones arqueoló- gicas en el barrio La Hueca, en la isla municipio de Vieques. Se descubrieron 28 depósitos culturales, veintiuno correspondientes a la cultura Agro II o Saladoide y siete de un nuevo complejo cultural indígena bautizado como Agro I ó Huecoide. El hallazgo de esta nueva cultu- ra produjo la más grande colección de adornos corporales de todo el archipiélago antillano. La extensa colección de sobre 3000 objetos, se compone de adornos hechos en piedra, concha de caracol, hueso y madera. Los depósitos arqueológicos huecoides se encuentran en dos fincas (Sorcé y Rivera-Toro) en el barrio La Hueca, en la costa sur de la isla. Se compone el sitio huecoide de siete residua- rios (Z; ZTB; ZT-2; ZT-3; ZT-4; ZT-5; ZT-6) unicomponentes e independientes. (Chanlatte Baik, 1983; 1984; 1990). Los depósitos arqueológicos (asentamiento) configuran la forma de una herradura, con una salida hacia el río Urbano del lado este. De las 36 muestras de C-14 obteni- das de los siete depósitos se desprende que la aldea fue ocupada por espacio de 1500 años (5 AD - 1545 AD) (Narganes, 1991). Los materiales arqueológicos asociados a los adornos corporales se componen de todo tipo de artefactos, confeccionados en diversos materiales (barro, hueso, concha de caracol, coral y piedra) para satisfacer las diversas actividades cotidianas de la vida indígena. La cerámica es sencilla, sin pintura y se caracteriza por su decoración incisa modelada, en ocasiones rellena de pasta blanca y roja. La decoración incisa consiste de diseños geométricos utilizando las moda- lidades del entrecruzado, el punteado, la uña o simplemente la incisión. Las formas de vasija más comunes son los platos hondos, platos hemisféricos flexados de diversos tamaños, jarras y los burenes. El ajuar lítico incluye hachas petaloides y rectangulares, lascas y microlascas en variedad de materiales (cuarzo lechoso, jaspe, nefrita, serpentina, pedernal y silex), pequeños morteros-percutores y pulidores. En concha de caracol hay hachas (algunos con bisel), reci- pientes, fotutos, raspadores y punzones entre otros artefactos. Los restos alimenticios recuperados del residuario (Area Z) de mayor tamaño y profundi- dad, reflejaron, en términos generales, una dieta balanceada donde los productos marinos son el recurso de más consumo seguido por las hutías y las aves terrestres (Narganes, 1982). Son 141

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LA LAPIDARIA DE LA HUECA, VIEQUES, PUERTO RICO

Yvonne M. Narganes Storde

En el año 1977, el personal del Centro de Investigaciones Arqueológicas de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, prosiguió con su programa de excavaciones arqueoló­gicas en el barrio La Hueca, en la isla municipio de Vieques. Se descubrieron 28 depósitos culturales, veintiuno correspondientes a la cultura Agro II o Saladoide y siete de un nuevo complejo cultural indígena bautizado como Agro I ó Huecoide. El hallazgo de esta nueva cultu­ra produjo la más grande colección de adornos corporales de todo el archipiélago antillano. La extensa colección de sobre 3000 objetos, se compone de adornos hechos en piedra, concha de caracol, hueso y madera.

Los depósitos arqueológicos huecoides se encuentran en dos fincas (Sorcé y Rivera-Toro) en el barrio La Hueca, en la costa sur de la isla. Se compone el sitio huecoide de siete residua-rios (Z; ZTB; ZT-2; ZT-3; ZT-4; ZT-5; ZT-6) unicomponentes e independientes. (Chanlatte Baik, 1983; 1984; 1990). Los depósitos arqueológicos (asentamiento) configuran la forma de una herradura, con una salida hacia el río Urbano del lado este. De las 36 muestras de C-14 obteni­das de los siete depósitos se desprende que la aldea fue ocupada por espacio de 1500 años (5 AD - 1545 AD) (Narganes, 1991).

Los materiales arqueológicos asociados a los adornos corporales se componen de todo tipo de artefactos, confeccionados en diversos materiales (barro, hueso, concha de caracol, coral y piedra) para satisfacer las diversas actividades cotidianas de la vida indígena. La cerámica es sencilla, sin pintura y se caracteriza por su decoración incisa modelada, en ocasiones rellena de pasta blanca y roja. La decoración incisa consiste de diseños geométricos utilizando las moda­lidades del entrecruzado, el punteado, la uña o simplemente la incisión. Las formas de vasija más comunes son los platos hondos, platos hemisféricos flexados de diversos tamaños, jarras y los burenes. El ajuar lítico incluye hachas petaloides y rectangulares, lascas y microlascas en variedad de materiales (cuarzo lechoso, jaspe, nefrita, serpentina, pedernal y silex), pequeños morteros-percutores y pulidores. En concha de caracol hay hachas (algunos con bisel), reci­pientes, fotutos, raspadores y punzones entre otros artefactos.

Los restos alimenticios recuperados del residuario (Area Z) de mayor tamaño y profundi­dad, reflejaron, en términos generales, una dieta balanceada donde los productos marinos son el recurso de más consumo seguido por las hutías y las aves terrestres (Narganes, 1982). Son

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escasos los restos de manatí y tortugas marinas, en cambio son abundantes los cangrejos de tierra y los gastrópodos.

La abundancia de burenes demuestra que cultivaron la yuca amarga, presumiblemente para confeccionar el pan de cazabe. Suponemos que utilizaron otros productos agrícolas apar­te de la yuca para suplementar su dieta de origen vegetal.

El presente trabajo tratará únicamente del estudio de la lapidaria huecoide de los siete depósitos excavados en La Hueca. Los demás adornos confeccionados en otros materiales (con­cha de caracol, nácar, hueso y madera) serán tópicos para futuros trabajos.

LOS MATERIALES

Pendientes Cuentas Batraciformes: Figs: la, b y c.

Los adornos batraciformes son la representación más numerosa y característica del ajuar huecoide. Hay 1472 (1186 completos y 187 en proceso) ejemplares de estos objetos donde se distinguen tres tipos. El tipo A es el más común (1146 ejemplares), y representa un batracio estilizado. El cuerpo es ancho y las extremidades posteriores más desarrolladas o prominentes que las anteriores. La cabeza está bien desarrollada y los ojos y el hocico son elementos promi­nentes. La figura siempre se representa en posición ventral con la cabeza levemente levantada.

La perforación siempre es bicónica transversal y se localiza entre la cabeza y el cuerpo, entre dos bandas horizontales incisas a modo de cuello. Generalmente perforan la pieza antes de hacer los detalles anatómicos. En el 40% de las piezas se puede apreciar el desgaste produci­do por el cordón de amarre y por la utilización de microcuentas entre los adornos batracifor­mes. Esto sugiere que muchos de ellos fueron utilizados en conjuntos, como si fueran cuentas.

La figura está lograda mediante la talla; mientras que la técnica de la incisión detalla los elementos anatómicos en la sección dorsal. Hay más de 200 ejemplares de estos adornos en proceso de elaboración, desde el bloque inicial hasta los que ya incluyen detalles anatómicos incisos.

No hay un tamaño predeterminado ya que la intención era mostrarlos en conjuntos en forma descendente. Los tamaños de estos adornos oscilan entre 45.3 mm de largo por 31.5 mm de ancho, el de mayor tamaño y el de 7.6 mm de largo por 4.1 mm de ancho, el más pequeño. La serpentina fue la materia prima de mayor utilización (600 pendientes) en la manufactura de estos adornos. El resto se compone de los siguientes materiales, calcita, jadeíta, nefrita, aventu-rina, amatista, topacio, plasma (u ónice) y cuarzos verdes.

El tipo B es semejante al tipo A excepto que no presenta las extremidades anteriores ni el hocico protuberante. Son pocos los ejemplares de este tipo, 26 en total. Las dimensiones de este adorno son más pequeñas en comparación con el tipo A. Oscilan los tamaños entre 16.6 mm de largo por 12.3 mm de ancho el de mayor tamaño y 8.4 mm de largo por 6.5 mm de ancho el de menor tamaño. La gran mayoría están confeccionados en serpentina, los demás están hechos en calcita, aventurina y cuarzo de color verde.

El tipo C se diferencia del A y el B en varios aspectos. En primer lugar la figura batracifonñe fue confeccionada utilizando la mitad longitudinal de una cuenta cilindrica. Generalmente la perforación es doble lateral oblicua y la estilización no presenta las extremidades anteriores ni los ojos. La parte ventral muestra la perforación longitudinal original, la cual fue aprovechada para darle volumen y facilitar la perforación. Hay un total de 20 pendientes, los cuales fueron confeccionados en aventurina o cuarzo verde exclusivamente. Los tamaños oscilan entre 16.1 mm. de largo por 8.9 mm de ancho el de mayor tamaño y 11.3 mm. de largo por 7.2 mm. de ancho el de menor tamaño.

Pendientes Cuentas con Forma de Lagarto: Fig: 2.

Estos pendientes aunque similares a los batraciformes tipo A en la forma general y en el

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tratamiento de la pieza, presentan una diferencia fundamental. Todos los adornos (49) mues­tran una gran cola y generalmente carecen de las extremidades posteriores. La cola larga hace pensar que estos adornos representan alguna especie de lagarto. La estilización y la falta de otros detalles anatómicos definidos impide una identificación más específica de la especie de lagarto. Se han identificado 8 subtipos de este estilo, que reflejan pequeñas modificaciones.

La perforación en todos es bicónica transversal, localizada en el área del cuello, donde se puede observar el desgaste que ha sufrido la misma por el uso de las microcuentas. La mayoría de los adornos están hechos en serpentina, aunque también hay jadeíta, malaquita, nefrita, topacio y calcita. Los tamaños oscilan entre los 23.5 mm. de largo por 7.6 mm. de ancho el de mayor tamaño y los 11.5 mm. de largo por 5.8 mm. de ancho del más pequeño.

Pendientes Cuentas Zoomorfos: Fig: 3.

De toda la serie de pendientes cuenta ya descritos, este grupo es el más reducido en térmi­nos porcentuales, sólo hay 5 objetos. También son los de mayor tamaño, alcanzando 55.4 mm de largo por 18.2 mm de ancho. El menor alcanza los 24.1 mm de largo por 6.7 mm de ancho.

Guardan una similitud con los pendientes cuentas batraciformes y con los de forma de lagarto y sólo se distinguen de éstos en dos aspectos. En primer lugar representan otra especie de animal, posiblemente se trate de un manatí, debido al volumen del adorno y a varios detalles anatómicos particulares. En segundo lugar, los ojos y las extremidades anteriores son circula­res, y las extremidades posteriores están divididas por una incisión transversal del resto del cuerpo, a modo de cola. El adorno sólo se aprecia lateralmente. Los materiales en que están confeccionados estos objetos son la serpentina y la jadeíta-nefrita.

Pendientes Bimorfos (Ornitomorfos): Fig: 4.

Hay 41 pendientes con forma de ave representando al cóndor andino con una cabeza huma­na en las garras. Sólo hay una excepción, donde se muestra un avecilla entre las garras. En general el cóndor macho (trece con curúncula) es el más representado con relación a la hembra que no la tiene. Sólo 2 de los 41 ejemplares son hembras pues no poseen la misma. La represen­tación del cóndor es siempre de perfil o lateral, con la imagen plasmada en ambos lados, y siempre en posición de reposo con sus alas recogidas.

El adorno está confeccionado en un bloque rectangular aplanado donde los ojos, las alas y el tocado de la cabeza humana siempre se muestran mediante la técnica de la incisión. En cambio, el pico, la curúncula, la cabeza humana y la cola son tallados. A veces las alas están decoradas con diseños lineales variados. La cabeza humana generalmente tiene un tocado.

Las dimensiones de estos pendientes oscila entre 61.4 mm de largo por 40.1 mm de ancho, el de mayor tamaño y los 14.7 mm de largo por 8.9 mm de ancho el más pequeño. Treinta y seis (36) de los pendientes están hechos en serpentina y los demás en nefrita y calcita. La perfora­ción se encuentra en el área del cuello del cóndor y es siempre bicónica transversal.

Es interesante notar que más de la mitad de estos pendientes son fragmentos y solamente seis son ejemplares completos. Cuatro de los fragmentos fueron readaptados para volverlos a usar, abriéndoles nuevas perforaciones y alisando las áreas quebradas (tres ejemplares son de la cabeza del cóndor y uno de la cabeza humana).

Pendientes Zoomorfos: Figs: 5a y b .

De variadas formas y tamaños, estos pendientes representan la figura esquemática de un batracio. No guardan relación con los pendientes cuentas batraciformes, aunque algunos mues­tran una lejana similitud. De las 12 muestras de esta categoría, hay 4 que siguen el mismo patrón, donde la figura del batracio está plasmada en un bloque rectangular plano. El diseño de la figura se caracteriza por incisiones geométricas que muestran los dos pares de extremidades

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y está ejecutado en un solo lado del objeto. Las medidas oscilan entre 40.4 mm de largo por 26.5 de ancho, el mayor y 13.6 mm de largo por 10.0 mm de ancho el menor. La serpentina, jadeíta y un tipo de cuarzo, son los materiales más usados. La perforación de estos cuatro pendientes es siempre doble lateral oblicua bicónica.

Los restantes pendientes de esta categoría representan versiones o diseños únicos en forma de batracio. Las perforaciones son variadas, algunas son transversales y otras dobles frontales, pero todas son bicónicas. Están hechos en serpentina, jadeíta, nefrita y un tipo de cuarzo. Las medidas oscilan entre 25.6 mm de largo por 13.9 mm de ancho el de mayor tamaño y 16.5 mm de largo por 9.6 mm de ancho el de menor tamaño.

Pendientes Cefalomorfos: Figs: 6a, b, c y d.

Estos pendientes representan cabezas humanas o de animales. Las cabezas con representa­ción humana muestran una cara con ojos, nariz, boca y un tocado en la cabeza. Los pendientes con el rostro animal son extremadamente estilizados como para poder identificar la especie. Algunos son magníficas ejecuciones del rostro humano. Están confeccionados en un bloque aplanado en forma de media luna donde el rostro se aprecia en ambas caras del bloque. La sección posterior del pendiente, la de mayor espesor, no tiene decoración alguna. Recuerdan a las cabezas humanas de los pendientes bimorfos (cóndores). Cabe la posibilidad que estos ob­jetos fueran readaptados y vueltos a usar modificados. Son pocos (6) los ejemplares recupera­dos y están elaborados en nefrita, serpentina, jadeíta y una roca no identificada. Los tamaños oscilan entre 39.6 mm de largo por 18.7 mm de ancho, el mayor y 19.1 mm de largo por 4.6 mm de ancho del menor. La perforación es bicónica transversal y se localiza en un extremo del rostro, a veces sustituyendo los ojos.

Pendientes Simples: Figs: 7a, b, c y d.

Estos pendientes son de formas variadas, rectangulares, ovalados, semi-luna, en forma de gota, esféricas, tubulares y hasta en su forma natural (cristal de calcita). Ninguno de los 48 ejemplares, con excepción de 2, muestran que fueron adornados con decoraciones incisas geomé­tricas.

Están confeccionados en serpentina, nefrita, topacio, malaquita, aventurina y calcita. Los tamaños oscilan entre 30.7 mm de largo por 21.3 mm de ancho del mayor y 8.9 mm de largo por 12.7 mm de ancho del menor. La perforación es variable dependiendo de la forma que posea el pendiente. Generalmente la perforación es bicónica transversal. En los pendientes de forma rectangular la perforación es doble lateral oblicua mientras que los de forma esférica con los lados planos, la perforación es oblicua, aprovechando el lado angular del pendiente.

Cuencas Bicónicas: Fig: 8.

Son cuentas en forma de doble cono, donde los bordes representan la parte más estrecha del mismo. Son escasas las cuentas (5) de este tipo en la colección. Están elaboradas en diorita, serpentina, aventurina y cuarzo de color verde. Los tamaños oscilan entre 10.6 mm de largo por 10.0 mm de diámetro de la mayor y 5.6 mm de largo por 7.1 mm de diámetro de la menor. La forma bicónica de estas cuentas no guarda simetría, es más bien irregular. La perforación es siempre bicónica longitudinal. No tienen decoración alguna en su superficie.

Cuentas Elipsoidales: Fig: 9.

Estas son cuentas de forma elíptica o de barril. Todas tienen perforaciones bicónicas longi­tudinales. Las 87 cuentas de la colección están confeccionadas en amatista, diorita, aventurina, cristal de roca, cornalina, ágata y serpentina. El tamaño de las cuentas oscila entre los 28.7 mm

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de largo por 14.2 mm de diámetro de la mayor, y la menor mide 7.6 mm de largo por 6.4 mm de diámetro. No muestran decoración alguna en su superficie.

Cuentas Cilindricas: Fig: 10.

Son cuentas de forma tubular y de perforación bicónica longitudinal. Dos extraordinarios ejemplares atípicos tallados en calcita, muestran una perforación triangular longitudinal per­fecta. Cuantitativamente estas cuentas son las de mayor número (154), y están confeccionadas en amatista, aventurina, calcita, cristal de roca, diorita, cornalina, ágata, mármol, serpentina, turquesa y cuarzos de color verde. Los tamaños oscilan entre 23.2 mm. de largo por 7.9 mm de diámetro de la mayor y 5.2 mm de largo por 4.0 mm de diámetro de la menor. El pulimento y terminación de muchas de estas cuentas es excelente. No muestran decoración de ningún tipo en su superficie. Se han encontrado cuentas en proceso de elaboración donde faltan por hacer la perforación y el pulimento final.

Cuentas Discoidales: Fig: 11.

Estas cuentas tienen la forma de un disco aplanado. Generalmente no presentan decora­ción en su superficie. Solamente un ejemplar de las 608 cuentas tiene en los bordes una decora­ción dentada. La perforación es bicónica y siempre en el centro del objeto. Los tamaños oscilan entre 12.9 mm de diámetro por 2.7 mm de espesor la de mayor tamaño, y 3.0 mm de diámetro por 1.4 mm de espesor de la menor. La mayoría mide entre los 7.0 mm de diámetro y los 4.0 mm de diámetro.

En general están hechas en serpentina, nefrita y malaquita. Otros materiales utilizados son la jadeíta, la aventurina, la calcita, la turquesa, la amatista, el cristal de roca y el cuarzo verde. Se ha encontrado un número apreciable de cuentas en proceso de elaboración. Cabe la posibi­lidad de que las cuentas hechas en amatista, aventurina, jadeíta y nefrita fueran confecciona­das aprovechando otros objetos quebrados tales como las cuentas cilindricas o algún otro ador­no.

Cuentas Plano Convexas: Fig: 12.

Son de forma discoidales donde un lado es plano y el otro es convexo. La perforación varía ya que puede ser cónica como bicónica. Generalmente la perforación comienza en el lado plano y termina en el convexo.

Los tamaños de las 356 cuentas de la colección oscilan entre 25.2 mm de diámetro por 5.2 mm de espesor de la mayor y 6.2 mm de diámetro por 3.3. mm de espesor de la menor. La materia prima utilizada con preferencia es la malaquita seguido de la nefrita, jadeíta, turquesa, serpentina, calcita, topacio, aventurina, plasma (ónice) y otras piedras no identificadas.

Placas Líticas: Figs: 13 a, b, y c.

Son adornos similares a las cuentas plano-convexas excepto que presentan formas varia­bles tales como los triángulos, los cuadrados, los rectángulos, los óvalos y otras formas irregu­lares.

No siempre están estos objetos perforados, pero cuando lo están la perforación es general­mente bicónica aunque también las hay cónicas. Los tamaños de los 34 ejemplares oscilan entre 21.7 mm de largo por 11.5 mm de ancho del mayor y los 11.2 mm de largo por 8.2 mm. de ancho del menor. La materia prima utilizada en la confección de estos objetos son la serpenti­na, nefrita, malaquita, aventurina, calcita y jadeíta.

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Otros Adornos:

Se compone esta categoría de un solo ejemplar de gran interés. Se trata de un fragmento hecho en serpentina en forma de labios o boca. Este adorno es de forma cilindrica curva. El lado posterior es liso y muestra evidencia material de un tipo de pegamento resinoso de color negro. El lado frontal presenta un incisión a todo el largo de la pieza. Las dimensiones del adorno son 28.3 mm de largo por 6.2 mm de ancho. La forma curva, el material resinoso y la incisión simulando labios o una boca indica que probablemente fue utilizado como un apliqué en algún otro objeto de mayor tamaño.

DISCUSION

La colección lapidaria de la Hueca se compone del material recuperado en los siete depósi­tos huecoides excavado en el barrio La Hueca de Vieques. Hay un total de 2131 objetos (entre completas, fragmentos y en diversas etapas de elaboración) confeccionados en diversas clases de piedra, representando una iconografía, tanto zoomorfa como antropomorfa, muy original y de excelente calidad y terminación.

La serpentina es la materia prima más utilizada en toda la colección. La mitad de los pen­dientes cuentas batraciformes, de los pendientes bimorfos ornitomorfos y las cuentas discoida­les están confeccionados en esta piedra. La serpentina al igual que la calcita, la diorita y en un grado menor la malaquita y el cristal de roca, se hallan en varios lugares de las islas de Vieques y Puerto Rico.

Los otros tipos de piedras como la aventurina, la amatista, la cornalina, la nefrita, la jadeíta, el ágata y la turquesa no se han encontrado localmente, lo que supone que fueron traídas del continente como materia prima. También cabe la posibilidad de que algunos de estos objetos llegaron a Vieques ya hechos, en particular algunos adornos elaborados en jadeíta, amatista, turquesa, aventurina y cornalina.

Asociados a la lapidaria huecoide se encontró una gran cantidad de materia prima, en par­ticular de serpentina, nefrita, jadeíta, cristal de roca, malaquita y calcita. En cambio son esca­sas las muestras de cornalina, aventurina, ágata, topacio, amatista, cuarzos de color verde, y muy raros el plasma (ónice) y las turquesas.

La ausencia en Vieques de materia prima exótica (cornalina, amatista, ágata, aventurina y jadeíta) los obligó a recurrir a dos tácticas en las cuales podían aprovechar hasta el máximo estos materiales. En primer término está la substitución donde las piedras exóticas son reem­plazadas o sustituidas por piedras locales que reúnan las cualidades y atributos a que ellos estaban acostumbrados a utilizar en sus representaciones lapidarias. Las cualidades o atribu­tos reconocibles son dos: el objeto debe ser en piedra y de color verde. Esto sólo aplica a los pendientes con formas animales o humanas. La segunda táctica fue la reutilización o readapta­ción de los adornos quebrados ya sea para elaborar nuevos adornos o utilizar las partes intactas mediante la readaptación. Ejemplo de esta práctica son la existencia de algunos (quizás todos) los pendientes cefalomorfos (que no son otra cosa que la readaptación o modificación de los pendientes bimorfos ornitomorfos quebrados), las cuentas discoidales (readaptadas de las cuen­tas cilindricas y elipsoidales) y los pendientes cuenta batraciformes tipo C (readaptaciones de las cuentas cilindricas o elipsoidales quebradas), donde tal práctica es evidente.

La cantidad de adornos, en particular de pendientes cuentas batraciformes, pendientes simples y todos los tipos de cuentas y placas líticas, en diversas etapas de elaboración (desde el bloque inicial hasta su terminación), indica que en Vieques hubo un gran taller de manufactura de estos objetos lapidarios. También se recuperó un número substancial de materia prima en bruto compuesta en su mayoría de lascas, núcleos y desperdicio de talla en jadeíta, nefrita, calcita, serpentina, cristal de roca y malaquita. La cornalina, la amatista, la turquesa, topacio, plasma (ónice) y la aventurina son las muestras más raras en este renglón.

Las técnicas utilizadas en la confección de estos objetos lapidarios furon el desgaste, el

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picoteamiento y el pulimento. El proceso de elaboración se inicia con la separación del núcleo de una lasca del tamaño deseado. Por medio del desgaste le dan la forma de bloque con todos sus lados alisados. A continuación tallaban la forma deseada mediante el picoteamiento (en particular en las áreas a perforarse o a calarse) y el desgaste (que servía para darle las formas modeladas particulares). Acto seguido ejecutan los detalles anatómicos y decorativos mediante la técnica de la incisión y finalmente pulían y bruñían la pieza.

Generalmente se perforaba el adorno entre las siguientes etapas: después de formado el bloque en la forma deseada y antes de pulirse. Usualmente la perforación es bicónica. Mientras que en las cuentas plano-convexas y las placas líticas, la perforación es generalmente cónica. En la mayoría de los casos se pueden observar los dos conos que conforman la perforación bicónica ya que la misma no fue alisada en su totalidad. En ocasiones es fácil ver tres y hasta cuatro intentos de perforación en una pieza sin que la evidencia fuera eliminada.

En dos cuentas cilindricas de calcita se observa que la perforación es de forma triangular. La rareza de este tipo de perforación indica lo dificultoso del procedimiento. No está clara la técnica utilizada en este tipo de perforación.

La perforación doble lateral oblicua y la oblicua fueron utilizadas exclusivamente en las siguientes categorías de adornos lapidarios: en los pendientes simples de forma esferoidal, en los pendientes cuentas batraciformes tipo C y en los pendientes zoomorfos.

Es frecuente encontrar desgastes profundos por la utilización de las microcuentas en los bordes de las perforaciones de los pendientes cuentas batraciformes y en los pendientes cefa-lomorfos y zoomorfos. Las dimensiones de estas microcuentas oscilan entre 4.0 mm a 4.5 mm de diámetro. Este tipo de desgaste (que tienen profundidades de hasta 3.0 mm) demuestra que los pendientes ya mencionados fueron usados en conjuntos mayores de cinco entre los cuales insertaban microcuentas. El peso del collar sumado al movimiento de la persona que lo usaba ocasionaba el desgaste de los pendientes los cuales finalmente se quebraban.

Se han encontrado incrustaciones en concha de caracol en los huecos circulares que sirven de ojos en los pendientes cefalomorfos, en los pendientes cuentas zoomorfos y en los pendien­tes bimorfos ornitomorfos. En la mayoría de los casos han perdido la incrustación (con excep­ción de un fragmento de pendiente bimorfo omitomorfo) donde quedó la resina negra con la cual los pegaban.

Entre los objetos recuperados en la excavación de los siete depósitos huecoides se encuen­tran los instrumentos de trabajo con los cuales elaboraban los objetos lapidarios. Se destacan entre estos los pulidores y taladros (hechos en pedernal y en cristal de roca). También se halla­ron una docena de piedras con ranuras longitudinales paralelas en una de sus caras planas. Estos objetos pudieron servir el propósito de moldear la pieza para darle una forma cilindrica al objeto.

La colección lapidaria huecoide se compone de catorce categorías diferentes de adornos, las cuales ya hemos descrito. Pero de estas sólo cinco (los pendientes cuentas batraciformes, los pendientes cuentas con forma de lagarto, los pendientes cuentas zoomorfos, los pendientes bimorfos ornitomorfos y los pendientes cefalomorfos) son característicos y exclusivos de la cultura Agro I (huecoide). Estas representaciones se encuentran exclusivamente en estos depó­sitos, algunos de ellos en grandes cantidades y se distinguen por representar una fauna com­puesta de batracios (ranas), aves (cóndores), reptiles (no identificados) y posiblemente mana­tíes. En menor cantidad se hallan las cabezas humanas. En los depósitos Agro II (Saladoides) de Sorcé así como de otros sitios en Puerto Rico, son rarísimos o hasta nulos estos tipos de representaciones.

El tema de la rana (batracios), el cóndor y la cabeza trofeo son típicos de la mitología suramericana. Adornos representando la rana se han localizado en las regiones selváticas sura-mericanas, particularmente del área amazónica. En cambio, el cóndor y las cabezas trofeos están ligados a la región andina. Presumimos que estos adornos conservaron su significado mitológico original continental.

Las cinco categorías ya mencionadas perduraron a través del tiempo en la aldea huecoide

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de Sorcé, del 5 A. D. hasta el 1545 A. D., aunque con dos modificaciones. Después del siglo octavo los adornos son elaborados en materiales locales (especialmente serpentina) y los tama­ños de los objetos son reducidos (un ejemplar del cóndor mide 14.7 mm de largo por 8.9 mm de ancho).

Las cuentas, bicónicas, cilindricas, elipsoidales, plano-convexas y las placa líticas, confec­cionadas en piedras exóticas, son abundantes antes del siglo octavo. Posteriormente estas cuentas fueron fabricadas generalmente en diorita, calcita, serpentina y cristal de roca.

Las razones del porqué estas magníficas representaciones lapidarias fueron desechadas o botadas en el basurero no son conocidas. Probablemente estos adornos perdieron su mágica o pertenecieron a difuntos.

CONCLUSIONES

La colección lapidaria Huecoide está compuesta de 2131 piezas, entre completas, fragmen­tos y en diversas etapas de elaboración y divididas en catorce categorías definibles. Cinco de estas categorías son exclusivamente huecoides. La escasez o ausencia de estas categorías lapi­darias en los depósitos o sitios saladoides en Puerto Rico indica que éstos fueron objetos de comercio o trueque y por lo tanto no pertenecen a su tradición cultural.

Las representaciones zoomórficas y las cabezas trofeos son productos de una experiencia continental suramericana, proveniente tanto de las selvas amazónicas (batracios) como de las montañas andinas (cóndor). Ambas tradiciones mitológicas se integran produciendo un sincre­tismo coherente que llega a las Antillas con los huecoides. En que lugar del norte suramericano ocurre esta evolución es difícil precisar. Sólo sabemos que el pueblo huecoide llegó a las Anti­llas procedente de la costa de Venezuela pero su lugar de origen, aunque aún no está del todo esclarecido, debió ser en algún lugar de los Andes. La similitud en el tema y en la materia prima de algunos de los adornos lapidarios huecoides (cóndores y las cuentas en piedras semi-precio-sas) con la producción lapidaria y aurífera Tairona, de Colombia indica que en algún momento hubo una conexión histórica.

Es innegable que la tradición lapidaria huecoide sobrevivió 1540 años (según las pruebas de C-14) en Vieques prácticamente inalterado, sólo sufriendo leves modificaciones (en tamaño, en la calidad de la manufactura y en los recursos materiales disponibles en la isla). Queda por explicar qué eventos sucedieron que les impidió seguir importando materia prima de Sur Amé­rica.

Hace 20 años se creía que todo ya estaba descubierto y todas las explicaciones dadas y aceptadas. Nadie sospechó de la existencia en las Antillas de una nueva cultura temprana que produjera cuantiosos objetos lapidarios en piedras semi-preciosas y dotados de una iconogra­fía zoomórfica exclusiva y original. El descubrimiento del sitio de La Hueca con su cultura huecoide, demostró que hay mucho por descubrirse en lo que respecta a la arqueología antilla­na.

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Créditos Fotográficos: Antonio Daubón Vidal y Luis Chanlatte Baik.

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Dibujos aproximados al tamaño original del objeto.

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