La interfaz polÃtica-ecologica en el valle del Colca

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    Andes 7 (2009): 587-614

    La interfaz poltica-ecolgica en el Valle del Colca

    durante la poca inkaica

    Steven A. Wernke

    Steven A. Wernke Department o Anthropology, Vanderbilt University, VU Station B #356050, 2301Vanderbilt Place, Nashville, N 37235-7703, USA. E-mail: [email protected]

    En este ensayo se examina como la administracin estatal inkaica articulaba con los rasgos locales decomunidad y paisaje en el Valle del Colca. Los resultados de una prospeccin arqueolgica en la zonacentral del valle indican que la administracin inkaica era centralizada, pero a la vez mediada por lalite local. Se presenta una visin de continuidad y cambio en el patrn de asentamiento, la arquitecturadomstica, y artefactos (cermica) entre el Perodo Intermedio ardo y el Horizonte ardo. Estos

    resultados sealan la formacin de la etnia Collagua y su organizacin poltica descentralizada duranteel Intermedio ardo. La presencia de fortificaciones (pukaras) sugiere un perodo de conflicto durante lapoca prehispnica tarda, pero un anlisis de relaciones hidrolgicas entre los redes de irrigacin revelacomo el reparto de agua era negociado a una escala supra-asentamiento. En conjunto, estos datos sugierenuna organizacin autctona heterrquica que oscilaba entre conflicto y coordinacin. Se hipotiza queestos procesos y rasgos locales de comunidad y paisaje estructuraban la administracin estatal, generandouna nueva formacin social hbrida.

    Tis article examines how the ayllu mediated state administration and access to agricultural resources inthe Colca Valley during Inka times. Te results of an archaeological survey in the central part of the Colcavalley indicate how Inka administration was centralized, but mediated by the local elite. A view of continuityand change in settlement patterning, domestic architecture, and material culture (ceramics) between theLate Intermediate Period and Late Horizon is presented. Tese results signal the formation of the Collaguaethnic group and its decentralized political organization during the Late Intermediate Period. Te presenceof fortifications (pukaras) suggests a period of conflict during late prehispanic times, but an analysis of

    hydrological relationships between irrigation networks reveals how water distribution was negotiated at asupra-settlement scale. Tese data together suggest a heterarchical autochthonous organization that oscillatedbetween conflict and coordination and conflict. It is hypothesized that these local processes and features ofcommunity and landscape structured state administration, generating a new hybrid social formation.

    Los estudios de las provincias en el awantinsuyu se est enocando cada vezms en la articulacin de estructuras de poder locales e imperiales como unproceso bi-direccional y recursiva. Mientras que los modelos heursticos que clasi-fican la administracin inkaica en trminos de estrategias directas o indirectassiguen siendo tiles en estudios regionales y comparativos, desde el punto de vistalocal, estamos llegando a un conocimiento ms sutil de la constitucin mutua deormaciones polticas y econmicas dentro de las provincias del imperio. al es lameta del presente anlisis de la reproduccin y transormacin de la interaz entrela organizacin poltica y medio-ambiental en el Valle del Colca durante el Inter-medio ardo (1000-1450 d.C.) y Horizonte ardo (1450-1532 d.C.). El siguiente

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    anlisis se undamenta en los datos recuperados de una prospeccin arqueolgica

    sistemtica en el ncleo de la etnia Collagua, en la zona central del Valle del Colca.En este artculo, se presenta un resumen de los resultados principales de esta pros-peccin, enocando en los cambios de patrn de asentamiento entre la poca delreino autnomo Collagua durante el perodo Intermedio ardo y el subsiguientereino inkaico durante el Horizonte ardo.

    Los resultados de la prospeccin revelan una marcada expansin de asentamien-to e inraestructura agrcola durante el Intermedio ardo, cuando se establecieronuna serie de aldeas con distintiva arquitectura domstica Collagua. A base de los ha-llazgos de la prospeccin, se sugiere que durante esta poca, las relaciones inter-comu-nitarias oscilaron entre la cooperacin y la competencia. Las ubicaciones deendibles

    y la presencia de ortificaciones pukara sealan conflicto, mientras que las relacioneshidrolgicas entre la compleja red de canales del valle indican que la distribucin delagua ue coordinada entre aldeas. ambin se argumenta que la administracin inkai-ca tena el eecto de jerarquizar estas previas relaciones heterrquicas, as creando unaadministracin a la vez centralizada y coordinada por la lite local.

    Los Collaguas y los Inkas en previas investigacionesetnohistricas y arqueolgicas

    La provincia Collagua presentaba, hasta recientemente, un caso algo paradjicosobre la naturaleza de la articulacin entre las estructuras de poder local y la adminis-tracin inkaica. De un lado, los estudios etnohistricos produjeron claros indicios deingeniera social inkaica a nivel del ayllu. Sobre la base de las visitas y la descripcin dela organizacin poltica de la provincia proporcionada por el corregidor Juan de UlloaMogolln en las Relaciones Geogrficas de Indias, ha sido posible reconstruir una estruc-tura jerrquica ideal de la provincia inkaica de Collaguas (Ulloa 1965 [1586]). Segnesta estructura, los ayllus de cada mitad de los tres repartimientos de la provincia ueronorganizados en base a categoras de alto, mediano, y bajo estatus, llamadas respectiva-mente Collana, Payan, y Cayao, cada uno de las cuales se dividi entre tres ayllus depachaca organizados segn los mismos criterios tripartitos de rango poltico y adminis-trados bajo el sistema decimal de los Inkas. Como han observado varios etnohistoria-

    dores (Cock 1976-77; Prssinen 1992; Rostworowski 1983; Zuidema 1964:115-118), laestrecha conormidad entre esta estructura y los ideales cuzqueos sugiere una conside-rable integracin imperial, puesto que la lite cuzquea utilizaba estos mismos criteriospara calcular el rango poltico, y para sincronizar los ritos del sistema ceque de Cuzco.De hecho, los Collaguas aparecen en la literatura como un ejemplo icnico de la reor-ganizacin de una etnia a una elegante estructura jerrquica segn los ideales inkaicos(Benavides 1989; Cock 1976-77; Galdos 1984; Pease 1977; Rostworowski 1983).

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    Las investigaciones ms recientes por el presente autor han revelado que esta

    reorganizacin de ayllus por el estado ue, en gran parte, aislada a la mitad Urinsayade la etnia (Wernke 2003, 2006a, 2006b, 2006c, 2007b), indicando una penetra-cin y reorganizacin menos prounda entre los ayllus autctonos de Hanansaya.Adems, anlisis de los nombres de los ayllus registrados en las visitas del valleha revelado que la misma organizacin Hanansaya/Urinsaya era una introduccininkaicauna estructura dualstica que se sobrepuso encima de dualismos ms an-tiguos, tales como el dualismo de Yanquecollaguas y Laricollaguas, y de los ayllusCupi (derecha) y Checa Malco (izquierda) (Wernke 2003, 2006a, 2007b). Deesta manera, se poda especificar que los ayllus de Hanansaya conservaron su or-ganizacin y rango poltico original dentro de la administracin jerrquica inkaica.Los modelos anteriores, entonces, exageraron la influencia del estado, pero la reor-

    ganizacin y/o introduccin de los ayllus de la mitad Urinsaya todava sugiere unproyecto masivo de ingeniera social por los Inkas.

    Mientras que los indicios etnohistricos sealan uertes enlaces entre Cuzco yla provincia, los indicios arqueolgicos han sido ms ambiguos sobre la intensidadde las inversiones estatales en el Colca. Los estudios de la cermica mostraron clarasinfluencias inkaicas, pero los datos de los asentamientos locales sugeran ms bienel desarrollo local de un patrn descentralizado de aldeas collaguas asociados conlos extensivos complejos de andenera y sistemas de riego del valle (de la Vera Cruz1988, 1989; Malpass y de la Vera Cruz 1986, 1990; Neira 1961; Shea 1987). Mientrasque se document la elaboracin de un estilo arquitectnico local en los sitios princi-pales (Guerra y Aquize 1996; Neira 1961), no se haba identificado un sitio dominan-te que se podra llamar un centro administrativo inkaico de una escala comparablea ellos de otras provincias de semejante importancia. En la parte baja del valle, de laVera Cruz document los nicos claros indicios para planificacin inkaica del traza-do de un sitio en Kallimarka (de la Vera Cruz 1987), donde se encuentra una plazacentral, arquitectura ceremonial, y una plataorma ushnu. En Laricollaguas, ubicadaen la parte central del valle, Neira document algunas estructuras de mamposteracuzquea en las aueras de la reduccin de Lari (Neira 1961), y ms recientemente,Doutriaux ha definido este sitio como un probable centro administrativo para esaparte del valle (Doutriaux 2004). Pero irnicamente las evidencias de instalaciones

    inkaicas ormales ueron ms escasas en Yanquecollaguas y en especial en la zonade Coporaque e Yanque, las capitales inkaicas y coloniales de la provincia segn losestudios etnohistricos. Si bien se ha documentado algunos de los sitios ms grandesy elaborados del valle en esta zona, se parecan mayormente como aldeas locales conarquitectura de la lite local (por ejemplo, el sitio de Juscallacta ver Brooks 1998;Guerra y Aquize 1996). Pero tambin pareca posible que esta aparente ausencia deindicios imperiales se deba en parte al enoque de las previas investigaciones en la

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    trayectoria del uso y abandono de andenes y otros rasgos antropognicos del paisaje

    colqueo (Brooks 1998; Denevan 1986, 1987, 2001; Guillet 1981, 1987, 1992; Mal-pass 1987; Shea 1987; reacy 1989, 1994).

    Los resultados de nuestra prospeccin intensiva de 90 km2 en el antiguo n-cleo poltico de la provincia alrededor de Coporaque y Yanque complementan loshallazgos de estas previas investigaciones con un mayor nasis en patrones de asen-tamiento (Figura 1). La prospeccin realizado por el autor con el apoyo de los ar-quelogos Willy Ypez, Erika Simborth, y co-dirigida por Ericka Guerra, registr169 sitios con 300 componentes ocupacionales. Aqu se enoca en los ltimos dosperodos prehispnicos: el Perodo Intermedio ardo y la subsiguiente poca inkai-ca durante el Horizonte ardo.

    Cronologa: la serie Collagua

    La secuencia cermica que se desarroll a travs de las colecciones de este pro-yecto se divide la cermica Collagua en cuatro categoras estilsticas Collagua I, II,III, y Collagua Inka las cuales que pertenecen a dos componentes cronolgicos: ElIntermedio ardo (Collagua I y II) y el Horizonte ardo (Collagua III y CollaguaInka). La secuencia es una elaboracin de la cronologa preliminar presentada porMalpass y de la Vera Cruz (de la Vera Cruz 1988, 1989; Malpass y de la Vera Cruz1986, 1990), y el trabajo de Brooks (1998:317-356), que deline las dierencias entrela cermica Collagua y la serie Chuquibamba y otros estilos de la regin. Hasta aho-ra, no existen echados radiocarbnicos desde contextos seguros asociados con ce-rmica decorada de los tipos Collagua I o II, as la ase de la secuencia pertenecienteal Intermedio ardo debe ser considerado provisional. Se esperan clarificaciones ymodificaciones de la secuencia con uturas investigaciones.

    La secuencia se deriva de dierencias ormales y decorativas, y cruzadas conechados y comparaciones estilsticas de lugares vecinos. Los diagnsticos son do-minados por varias ormas de platos hondos y abiertos, y la tendencia general a lolargo de la secuencia en trminos de morologa es un cambio desde los cuencos ce-rrados y globulares de Collagua I, hacia los platos abiertos y casi planos de Collagua

    III y Collagua Inka (Figura 2). Acompaando este cambio ormal es el traslado de ladecoracin desde la superficie externa a la superficie interna entre Collagua II y Co-llagua III. Las decoraciones de Collagua I, ejecutadas en negro sobre rojo, y negro yblanco sobre rojo en la superficie exterior de la vasija, son organizadas en campos dediseo horizontales y muestran una leve continuidad ormal y decorativa de la ce-rmica local del Horizonte Medio, tales como Qosqopa y otros variantes regionalesde estilos imperiales Wari (Cardona 1993; Lumbreras 1974:155-157, 174-175; Neira

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    Figura 1.La Provincia Collagua, mostrando el rea de estudio.

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    1990; Sciscento 1989). Los cuencos Collagua II son de ormas intermedias entre loscuencos ms cerrados que dominan Collagua I, y las ormas abiertas de Collagua IIIy Collagua Inka. Las decoraciones Collagua II son ejecutadas solamente en negrosobre rojo, y generalmente no son delineadas como campos de diseo horizontalescomo ellos de Collagua I. Los motivos de lneas gruesas de Collagua II son algosemejante a los estilos del Perodo Altiplano de la cuenca iticaca, tales como Pu-carani Negro sobre Rojo (Stanish 1997:47-48, 153), Kelluyo (Stanish 1997:46-47),y anka anka Negro sobre Naranja (Hyslop 1976:431-435). La cermica Collagua

    III y Collagua Inka demuestra claros indicios de influencia Inka. Entre los dos, loscuencos Collagua III demuestran mayor continuidad de color de engobe, tratamien-to superficial, y motivos decorativos con Collagua I y II, pero en combinacin con de-talles ormales tpicos de la cermica Inka, tales como protuberancias en el borde. Lasvasijas Collagua Inka son variantes locales de la cermica cuzquea, de buen acabadoy altamente estandarizada en comparacin con los alares del Intermedio ardo. Sinduda, la cermica Collagua Inka era producto de los ancestros de los ayllus de olleros

    Figura 2.La serie cermica Collagua.

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    oficiales estatales registrados en Coporaque en las visitas de 1604 y 1615-1617 (Archi-

    vo Parroquial de Yanque [APY], Visita de Yanquecollaguas Urinsaya 1604; APY Visitade Yanquecollaguas Hanansaya 1615-1617). Una explicacin detallada de la secuenciase encuentra en la tesis de doctorado del autor (Wernke 2003).

    Patrones de asentamiento: Intermedio Tardo y Horizonte TardoEl Intermedio ardo

    La prospeccin registr cambios marcados de patrones de asentamiento y deuso de terrenos agrcolas durante los cuatro siglos que constituyen el Perodo In-termedio ardo. La ocupacin previa del Horizonte Medio se caracteriz por un

    patrn de pequeos asentamientos concentrados cerca del ondo del valle que nopresenta una jerarqua de tamao sitios (Wernke 2003:150-169). En contraste conel patrn disperso del Horizonte Medio, la prospeccin document una grande ex-pansin de asentamiento durante el Intermedio ardo asociados con un marcadocrecimiento de sistemas de andenera e irrigacin. Se registraron 53 sitios con com-ponentes de este perodo, incluyendo 19 sitios habitacionales y tres ortificaciones(Figura 3). Hay uertes evidencias para crecientes desigualdades sociales durante elIntermedio ardo, tales como disparidades del tamao y elaboracin de arquitec-tura domstica y mortuoria (ver abajo). Sin embargo, ningn sitio se destaca por sutamao, centralidad, o elaboracin de arquitectura. Ms bien, una clase de lite localparece haber habitado varios asentamientos de tamaos entre 3 y 8 hectreas conmenos que 200 estructuras domsticas (Figura 3).

    Un patrn sobresaliente es que los asentamientos del Intermedio ardo seencuentran en ubicaciones deendibles o adyacentes a ortificaciones pukara en-cima de cerros adyacentes, sugiriendo que este perodo ue, de manera semejantea las zonas vecinos de los Qolla y Lupaqa (ver Arkush, este volumen), un perodode conflicto endmico en el Valle del Colca. La aldea de Uyu Uyu est situadaencima de un promontorio deendible, y San Antonio est ubicado en una laderaadyacente a un cerro ortificado por dos murallas. Pero lo que ms llama la aten-cin es que los sitios ms expuestos en el ondo de valle estn situadas adyacentes

    a ortificaciones pukaras encima de pequeos cerros (Figura 4). Especficamente,hay tres ortificaciones (CO-165, CO-167, y CO-168) entre la concentracin dealdeas en el ondo del valle al sureste de Coporaque. Estas pukaras se componen demurallas concntricas alrededor de las cimas de los cerros. Los espacios interioresde las cimas mismas no encerraron reas residenciales, pero s se registraron restosde chullpas rectangulares y tumbas subterrneas. A base de la ausencia de arqui-tectura domstica dentro de las pukaras y sus proximidades a los asentamientos,

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    Figura 3.Patrn de asentamiento, Perodo Intermedio ardo.

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    es probable que se las utilizaron como bastiones temporales (Wernke 2006c). Los

    tres pukaras estn situadas casi exactamente en el centro de la concentracin delas aldeas al sur de Coporaque, de modo que ninguna aldea hubiera tenido unaventaja de acceso (Figura 4). Por eso, parece que la amenaza percibida era externaa la poblacin de estas aldeas en conjunto.

    Una pukara mucho ms grande y alta, encima del Cerro Pumachiri (CO-158)domina el horizonte norteo de Coporaque. Esta ortificacin est compuesta portres murallas deensivas una muralla de permetro en la ladera nortea del cerroy dos murallas concntricas que encierran la cima misma. Desde la cima se da unavista de toda la parte alta y central del valle, incluyendo una vista a otra pukarade gran escala cerca de uti (vase Wernke 2003, 2006c). La muralla perimtri-

    ca es masiva, especialmente considerando la ubicacin alejada del cerro, midiendounos 350 m de largo. Como los dems pukaras en la prospeccin, no se registraronestructuras domsticas, pero s se observaron ms que 100 pequeas cortavientosovoides pircadas de piedras de campo. Como se ha sugerido en una discusin msamplia del tema en otra publicacin (Wernke 2006c), es posible que esta pukara eraparte de otra clase de pukaras altas, que ormaban una red deensiva a nivel de todoel valle, de manera semejante a los redes de pukaras menores y mayores docu-mentadas en la cuenca iticaca (vase Arkush, este volumen).

    El Horizonte ardo

    Durante la ocupacin inkaica, el sistema de asentamiento creci a su mximaextensin. Se registraron 72 sitios con componentes del Horizonte ardo, inclu-yendo 29 sitios habitacionales (Figura 5). Sobre todo, el patrn de asentamiento secaracteriza por continuidad: el 87% de los 53 sitios de la previa ocupacin siguenen uso durante el Horizonte ardo. Pero hay un cambio especfico que revela untendencia hacia centralizacin y el crecimiento de una administracin jerarquizada:el establecimiento de un centro administrativo en el mismo lugar donde despus seestableci la reduccin de Yanque (YA-041).

    Nuestra prospeccin sistemtica de las calles y espacios domsticos de Yanque

    revela una concentracin de cermica y otros materiales culturales del Horizonteardo que extiende por lo menos sobre un rea de 18 hectreas (YA-041). El reade este asentamiento era ms que el doble que el segundo sitio en la jerarqua deasentamientos, indicando una clara centralizacin en el patrn de asentamientocomparado con el Intermedio ardo. La organizacin original del sitio de Yanqueue destruida por la construccin de la reduccin, pero las colecciones de la pros-peccin incluyen una proporcin significativamente ms alta de policromos Inkas

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    Figura 4.Fortificaciones pukara y asentamientos asociados.

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    que los dems sitios. ambin se document en Yanque el nico ejemplo de mam-

    postera fina de estilo cuzqueo, sealando que el sitio era un importante centropoltico inkaico. Yanque ue tambin la capital provincial durante la poca colonial,sugiriendo una continuidad en su uncin administrativa.

    Pero el patrn de asentamiento del Horizonte ardo se caracteriza sobre todopor una marcada continuidad de ocupacin. En particular, los sitios principalesdel Intermedio ardo Uyu Uyu Uyu (YA-050), San Antonio/Chijra (CO-100), yunsa/Llactapampa (CO-163/150) parecen haberse convertido en centros secun-darios donde la administracin inkaica ue coordinada por la lite local. sto es evi-dente por la presencia de arquitectura de lite Collagua y de estructuras imperialesinkaicas. Estos tres sitios llevan el sello de la administracin imperial en la orma

    de estructuras kallanka, prominentemente situadas a lado de plazas y asociados congrandes y finas estructuras domsticas locales.

    La organizacin del espacio dentro de estos tres centros secundarios sugiere laarticulacin del poder local-imperial se expres a travs de una idioma ceremonial-ritual. En cada uno de los tres centros secundarios, kallankas dominan plazas adya-centes a sectores residenciales de la lite. Este conjunto arquitectnico de la kallankay la plaza es una tpica caracterstica de instalaciones estatales en el awantinsuyu.Como se ha documentado en varias localidades, esta organizacin del espacio crea-ba un escenario pblico para materializacin de la ideologa de largueza estatal pormedio de estines y libaciones (Moore 1996; Morris y Tompson 1985).

    Las kallankas locales son de mediano tamao en comparacin con otros luga-res. Son construcciones slidas pero no utilizaron mampostera fina son de pie-dras del campo no hiladas, con esquinas y puertas de lajas talladas y entrelazados.Es decir, podan haber sido construido sin mano de obra especializada, pero consupervisin estatal para su trazado. Sus dimensiones y organizacin son diagnsti-cas como construcciones inkaicas, y como kallankas en particular.

    La mejor preservada se ubica en Uyu Uyu (YA-050), una aldea que compartael pice del patrn de asentamiento durante el Intermedio ardo con San Antonio/

    Chijra (CO100). Uyu Uyu se compone de 161 estructuras visibles en superficie, 139de los cuales se clasificaron como estructuras residenciales (Figura 6). La kallanka,que mide 29.3 m x 6.8 m, encierra todo el lado oeste de la plaza central del sitio,adyacente a un sector residencial de lite. Esta estructura tiene siete puertas trape-zoidales que miden en promedio de 1.6 m de ancho en la base mucho ms anchosque las puertas de las estructuras collaguas. Entre cada puerta y en los hastiales seencuentra una ventana trapezoidal una configuracin que se repite en todos los

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    Figura 5.Patrn de asentamiento, Horizonte ardo.

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    Figura 6.Plano arquitectnico, Uyu Uyu (YA-050).

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    casos observados en el valle hasta la echa. Esta kallanka ue modificada, probable-

    mente durante el perodo colonial temprano, con una pared lateral que adosa conlas paredes originales, aunque en la actualidad no se nota estas modificaciones porlos eectos de una reconstruccin realizada en el sitio. Una segunda estructura, tam-bin claramente intrusiva, se ados a la achada, pero sta tambin ue borrado porla reconstruccin. Situada rente a la kallanka al otro lado de la plaza se encuentrauna capilla rstica construida por los primeros railes ranciscanos que llegaron alvalle (Wernke 2003:298-330; 2007).

    Otra kallanka est situada al lado de una pequea plaza entre un sector resi-dencial de lite y un promontorio en el sitio de San Antonio/Chijra (CO-100) (Figu-ra 7). Esta kallanka mide 24.3 m x 7.5 m, y se conservan tres puertas en superficie.

    En base a la distribucin regular de las puertas, es probable que haban seis en total.Aunque esta estructura est bastante deteriorada, todava se puede observar la basede una ventana en el centro de la hastial este. ambin igual que en la kallanka deUyu Uyu, una capilla est asociada con esta kallankaen este caso, una capilla iden-tificada en documentos eclesisticos como la capilla de San Antonio ocupa la cimadel promontorio adyacente (vase Wernke 2003, 2007a, 2007b).

    Figura 7.Vista general de la kallanka y capilla en San Antonio (CO-100).

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    Una tercera kallanka est situada adyacente a una plaza en el sitio de unsa

    (CO-163), el tercer asentamiento ms grande en la prospeccin. A lo mejor, el sitioadyacente de Llactapampa (CO-150), ubicado a menos que 200 m al oeste, uncio-naba como otro sector residencial y no como una aldea separada, y los dos sectoresjuntos componen un rea comparable con Uyu Uyu y San Antonio. Llactapampaest compuesto por 20 estructuras residenciales, incluyendo casas de lite compues-tos por mampostera trabajada (ver abajo). unsa est adyacente al este de la plazay se compone de 70 casas collaguas de diversos tamaos y calidades. La kallankaest en mal estado de conservacin, pero la eje corta mide de 7.2 m de ancho enel exterior, y an se conservan las bases de cuatro puertas trapezoidales visibles ensuperficie. La base de una ventana en la hastial conservada sugiere que ue configu-rada de manera similar a las kallankas en Uyu Uyu y San Antonio.

    Estilo y variabilidad en la arquitectura domstica Collagua

    Desde el estudio pionero de Neira (1961), los investigadores del Colca hanobservado los rasgos nicos de la arquitectura domstica local, tales como loshastiales altos, las puertas estrechas y altas, y la mampostera de piedras laminares(Brooks 1998; Guerra y Aquize 1996; Linares 1993; Malpass 1987; Shea 1987).Mientras que estas previas investigaciones han avanzado la delimitacin del estiloarquitectnico Collagua, el presente anlisis hace posible la identificacin de nosolamente rasgos estilsticos, sino tambin la variabilidad de la calidad y el tama-o de las estructuras domsticas, as abriendo una manera de identificar desigual-dades sociales durante el Intermedio ardo y Horizonte ardo. Se han registradodatos arquitectnicos sobre 654 estructuras en la prospeccin, incluyendo las di-mensiones, la organizacin, orientacin, mampostera, y otros detalles estructu-rales. La mayora de las estructuras (91%, o 593) ueron clasificados como casas es decir, espacios arquitectnicos de una habitacin sin divisiones internas quepudiera haber servido como una estructura residencial. Entre los 593 casas regis-tradas, la gran mayora 580, o 98% ueron identificadas como pertenecientesdel Intermedio ardo y/o el Horizonte ardo.

    Rasgos comunes de la arquitectura domstica Collagua

    La arquitectura ha sido demostrado como un medio sensible de la expresin t-nica en otras partes de la regin sur-central (Aldenderer 1993; Stanish 1989a, 1989b),y parece una buena pista para la identificacin de colonias collaguas en los valles cir-cundantes. Nuestra recoleccin de datos sobre la morologa y organizacin de rasgosarquitectnicos de las casas en el ncleo de la etnia ha hecho posible identificar regu-laridades en la organizacin del espacio domstico en la arquitectura collagua.

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    odas las casas collaguas tienen una sola puerta, siempre orientada en la eje larga

    de la estructura (en casos de casas rectangulares). Las puertas de las casas collaguas hansido identificado como el rasgo ms diagnstico y simblico de la arquitectura Collagua,y hay muchas teoras arqueolgicas y olklricas sobre el por qu los habitantes del Colcaconstruyeron accesos tan angostos. Pero sobre todo, parece un rasgo estilstico un atri-buto esttico, quizs vinculado a la identidad. Se puede delinear rasgos comunes entre laspuertas que se encuentran en las casas mejores conservadas en los sitios del Intermedioardo y Horizonte ardo. Las puertas son ligeramente trapezoidales, pero marcada-mente ms estrechas que las puertas de estructuras inkas. Sus bases miden de solamente40-80 cm de ancho, con un promedio de 60.7 cm, mientras que la partes superiores seestrechan por 10-30 cm (con un promedio de 16 cm). Las puertas tambin son notable-mente altas, midiendo un promedio de 1.8 m de altura (desviacin estndar = 0.29).

    La construccin de las casas collaguas se caracteriza por muros de doble hi-lada, con un relleno de cascajo y tierra, variando de grosor total entre 60-80 cm,pero hay algunos ejemplos de casas grandes con muros gruesos de hasta 1.2 m. Losperfiles de los muros se afilan hacia la parte superior, entre 5-10% del grosor de labase, y la mayora de los muros se inclinan ligeramente hacia el interior. Las acha-das de las paredes interiores ueron rematados con un estuco de variable grosorentre 2-3 cm. Pequeas hornacinas son comunes a lo largo de las paredes, y son deorma cuadrangular a rectangular, y variando de tamao entre 25-40 cm de ancho yalto, y 20-30 cm de proundidad. En los casos raros donde se encuentran ventanas,siempre estn situadas en el centro de las hastiales.

    Variabilidad de Mampostera y amao

    El tipo y calidad de la mampostera de las casas variaba ampliamente, entrepequeas casas rsticas de piedras del campo no-trabajadas, a construcciones degran escala de dos pisos hechos de piedra finamente trabajada (Figura 8). Durantela prospeccin, se dividi este espectro en una tipologa de siete tipos de mampos-tera, la cual se corresponde a distintos niveles de la calidad y cantidad de trabajonecesario para su construccin. Para este anlisis, se puede agrupar estos tipos endos clases generales: una clase de mampostera trabajada y una no-trabajada. En-

    tre las casas de mampostera trabajada, se registraba cuatro tipos distintos, varian-do por el acabado y estilo de los bloques utilizados. Las casas de mampostera notrabajada construidos de piedras de campo de variable ormas y fijadas en unaargamasa gruesa son mucho ms recuentes, constituyendo 89% (n = 267 de 304casos observables) de la muestra. Estas construcciones humildes casi seguramenteuncionaban como las estructuras domsticas para la mayora de la poblacin no-lite. La parte superior del espectro de calidad de mampostera se compone de casas

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    Figura 8.Ejemplos de estructuras domsticas collaguas.

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    de bloques seleccionadas y cuidadosamente acomodadas con cantidades mnimas

    de argamasa. Los cuatro tipos que se registraron durante la prospeccin son todosfinamente ejecutados en estos aspectos, pero cada uno tiene rasgos estilsticos par-ticulares. stos constituyen solamente 11% (n = 37 de 304 casos observables) de lamuestra, y parecen haber sido las casas de la lite local.

    La evidencia cuantitativa reesuerza esta interpretacin, puesto que las casas demampostera trabajada son ms grandes que las casas de mampostera no-trabajada.Se puede medir esta relacin a travs de un anlisis estadstico de las reas de las casasagrupadas por tipo de mampostera. El rea promedio de casas de mampostera no-trabajada (n = 267) es 29.7 m2, mientras que el promedio de las casas de mamposteratrabajada (n = 37) es 55.0 m2. Una prueba estadstica (t test) indica que esta dierencia

    es estadsticamente significativa (t = 6.26; d = 39.55; p < .001). As, no es por azar quese observa esta dierencia, y se puede inerir que es porque la lite valorizaba la expre-sin de estatus a travs de la construccin de casas finas y grandes. Es evidente quealgunos grupos domsticos tenan mayor acceso a mano de obra para la construccinde sus estructuras domsticas, y que las construcciones domsticas ueron un medioimportante de la expresin de prestigio y poder.

    Si se juntan los sitios con arquitectura inkaica para comparar sus rangos de tama-o de casas con los sitios sin arquitectura inkaica, la asociacin entre la lite local y laadministracin imperial resulta evidente. Es decir, las casas de los sitios con kallankasinkaicas (San Antonio/Chijra, Uyu Uyu, y unsa) son significativamente ms grandesque las casas de los dems sitios: el rea promedio de casas en sitios con kallankas (n =169) es 50.4 m2(desviacin estndar = 19.8) mientras que el rea promedio de las casasen sitios sin kallankas (n = 135) es solamente 22.6 m2(desviacin estndar = 8.7). Unaprueba estadstica (t test) indica que esta dierencia es estadsticamente significativa(t = 10.78; d = 252.98; p < .001). Como no es por azar que se observa esta dierencia,y puesto que se nota una relacin entre la calidad de mampostera y el tamao de lascasas, se puede inerir que los Inkas establecieron kallankas en los sitios donde resi-da la lite local. Estos resultados entonces sugiere que la administracin inkaica nose centraliz exclusivamente en el centro administrativo de Yanque, sino tambin uemediada por la lite local en los antiguos centros de poder del Intermedio ardo.

    La arquitectura mortuoria Collagua

    La arquitectura mortuoria tambin seala crecientes desigualdades socialesdurante el Intermedio ardo y Horizonte ardo. En conjunto con la expansin deasentamiento durante el Intermedio ardo, se construyeron una serie de sitios mor-tuorios elaborados por los cerros y peas altas sobre los asentamientos. Estos sitios

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    varan entre chullpas individuales, la mayora de los cuales que produjeron cermica

    del Intermedio ardo, y grandes complejos de hasta 40 chullpas adosadas debajo delas peas sobresalientes. Se encuentra el complejo ms grande de chullpas en los sitiosde CO-154 y CO-098, ubicados encima del asentamiento grande de San Antonio/Chijra (CO-100) (Figura 9). Otras chullpas rectangulares se encuentran en contextosabiertos encima de cerros bajos sobre el ondo del valle cerca de los asentamientos deunsa/Llactapampa (CO-163/150), y algunos encima de ortalezas pukaras.

    La mayora de las chullpas encierran los espacios debajo de las peas sobresa-lientes, a veces llegando a tres pisos de altura (Figura 9). Pequeas puertas dan accesoa cada nivel, los cuales que estn marcados por hiladas de cinturn o una cornisa. Lasparedes interiores ueron estucadas con un acabado cuidadoso, y en algunos casos

    bien conservados, se puede observar restos de pigmento rojo aplicado sobre la super-ficie. Como es el patrn comn en muchas localidades de la sierra, las chullpas localesueron obviamente diseadas para el acceso continuo a los muertos, y para el entierrode generaciones sucesivas. En algunos casos, por ejemplo, en CO-098, se podra ob-servar hasta 40 individuos en superficie dentro de una sola chullpa. ambin, la nota-ble preservacin de los entierros incluyendo los tejidos blandos y textiles sugiereque se seleccionaron los lugares y la orma de las chullpas como parte de una tecnolo-ga dirigida a la preservacin de los cuerpos. La orma de los entierros mismos es enla orma de canasta o capullo hecho de sogas gruesas de fibra vegetal que encierrael ardo, normalmente hecho de textiles simples de camlido. Este tipo de tratamientotambin se ha documentado en sitios mortuorios en la zona occidental de la cuencaiticaca (Edmundo de la Vega, comunicacin personal 2001).

    La escala y elaboracin de las chullpas seala claramente que ueron reser-vados para individuos de alto estatus. Es probable que la poblacin no-lite siguisiendo enterrados en tumbas con collar subterrneas, las cuales que se encuentracon recuencia expuestas en superficie dentro de los asentamientos, y en complejosde murallas entre las chacras del ondo del valle. Estas tumbas con collar son gene-ralmente redondas en vista planta, con un perfil cilndrico, variando de tamao en-tre 50 a 125 cm en dimetro, y 75 a 100 cm de proundidad, y ueron cubiertos conlajas largas. Claramente haba un rango amplio de elaboracin mortuoria durante

    el Intermedio ardo y Horizonte ardo que reflejaba los disparidades de estatussocial dentro de la sociedad Collagua.

    El paisaje agro-pastoral: canales, estanques, y coordinacin hidrulica

    La red extensiva de canales construidas por los Collaguas durante el Inter-medio ardo y Horizonte ardo refleja no solamente las movilizaciones grandes

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    Figura 9.Chullpa de tres pisos, sitio CO-098.

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    de labor y recursos necesarios para su construccin, sino tambin complejas ne-

    gociaciones para el manejo del agua a nivel de la cuenca entera del valle. Dadoque se han documentado patrones de tenencia de tierra dispersos entre los aylluslocales, las amilias, ayllus, y asentamientos seguramente cultivaron chacras rega-das por varios canales. En este sentido, el agua de riego constitua un medio de in-tercambio social entre aldeas que requera coordinacin y acuerdos de usuructo.De acuerdo a los cambios eectuados a los patrones naturales de drenaje dentro dela cuenca, las comunidades tenan que coordinar la distribucin de este recursoescaso a varias escalas hidrolgicas. Se eectu una ruptura de estas relacionesdespus de la reduccin toledana, cuando el concepto de comunidad se hizosinnimo con pueblo, y la resultante prdida de este manejo de escala macroresult en constantes y a veces violentos conflictos sobre el agua entre los pueblos

    del valle (Benavides 1997; Gelles 2000).

    Relaciones hidrolgicas entre micro-cuencas y los canales proveen una mapade estas negociaciones del manejo del agua. Como el mismo Ro Colca est ubica-da en una garganta prounda en el ondo del valle y no es accesible para el riego,casi todo el agua de riego en el valle proviene de aguas de deshielo y drenaje desdelos nevados que arrodean el valle. Las bocatomas de la mayora de los canales seorigen en la base de los glaciales de los nevados, pero una gran parte del caudal delos canales proviene de uentes secundarias, tales como los numerosos riachuelos,quebradas, y boedales que cruzan sus recorridos. Es decir, las acequias principalescruzan muchas micro-cuencas a travs de sus recorridos, de modo que en algunoscasos se captan sus aguas y en otros casos se las circunvalan para continuar haciaabajo para dar a otro acequia. Esta orma de recolectar aguas de varias uentes pe-queas requiere menos ingeniera y trabajo que la construccin de mltiples canalespequeos desde cada uente, y tambin tiene la ventaja de aumentar el volumen yvelocidad del caudal, as minimizando la prdida de agua por filtracin (reacy1989:147). Sin embargo, esta orma del manejo de agua requiere una alta nivel decoordinacin sobre cules uentes de agua debe de dar agua a cules canales.

    Este tipo del manejo de las uentes de agua en la cuenca del valle es evidenteen las relaciones hidrolgicas entre las redes de canales en los dos costados del ro.

    En el costado norteo, se nota que haba una serie de decisiones entre cules uentesueron destinados para los canales principales: el canal Misme, que ocupa las aldasaltas al oeste de la Pampa Waynaqorea, y el Ro Sahuara, que recorre por la mismapampa (Figura 10). El Misme, midiendo de 25 km de largo, riega las chacras alrede-dor de las aldeas dentro del territorio de la comunidad actual de Yanque Urinsaya es decir, Uyu Uyu (YA-050) y Llactarana (YA-054) y otros (vase Figura 10). Des-pus de su bocatoma cerca de 5000 m s.n.m., el canal capta agua de varias quebradas

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    que hubieran sido destinadas para el Ro Sahuara, un ro canalizado que provee el

    80% del agua para la zona alrededor de Coporaque. Por su parte, la mayora delcaudal del Sahuara proviene de dos quebradas que circunvalan el canal Misme: laquebrada Waynaqorea y la quebrada Aquenta, las cuales han sido modificados para

    Figura 10. Esquemtico de las relaciones hidrolgicasentre los canales principales del lado norteo del valle.

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    que se juntan antes de su confluencia con la Sahuara. Si se hubiera dejado que las

    aguas de Waynaqorea corrieran por su recorrido natural, hubiera pasado para dar alRo Qallachapi, que pasa hacia uti, y no hacia Coporaque (vase reacy 1989:144-147). Pasando hacia abajo en el canal Misme, la siguiente quebrada, Chachayllo,est desviado para dar agua al Misme y no a la Sahuara. Despus, la quebrada Yan-chawi y Laqraqe circunvalan el Misme para pasar abajo a las tierras de Coporaque.Despus de estas dos quebradas, el Misme capta ms agua de un boedal llamadaUmajala antes de bajar hacia el sector agrcolo de Yanque Urinsaya al oeste de Co-poraque. All, pasa sobre una catarata artificial sobre el sitio de Uyu Uyu y riega laschacras alrededor del sitio y el sitio vecino de Llactarana (YA-054). En el costadosurea del valle, el canal Huarancante, midiendo de 15 km de largo, capta agua devarias quebradas destinadas para la zona de Chivay si uesen dejados para seguir sus

    recorridos naturales (Brooks 1998).

    Dado que los actores naturales de la gravedad y la topograa ponen lmitesabsolutos en los recorridos de los canales, es probable que sus recorridos no hancambiado mucho a travs del tiempo. Pero s se han registrado algunas desviacio-nes pequeas. Por ejemplo, se han registrado algunos segmentos cortos de canalabandonado que recorre de orma paralela con el canal Misme, indicando pequeosajustes en su trayectoria en distintos momentos. Cerca de la bocatoma del Misme,tambin se ha observado una seccin de canal que pasa alrededor de un cerro ha-cia el otro lado de la cuenca continental. Es probable que ste sea el mismo canaldescrito (pero no observado directamente) por reacy como el canal inter-valleCarhuasanta (reacy 1989:150-151), que voltea para entrar de nuevo en la cuencaPacfico/Colca para recorrer hacia el pueblo de uti al este, siguiendo el Ro Qalla-chapi. Este canal abandonado tambin ilustra la escala supra-local del manejo deagua practicada por los Collaguas durante la poca prehispnica tarda.

    En la puna, hay evidencia que los Inkas intentaron de intensificar la produccinpastoral a travs de nuevos asentamientos y la aumentacin del rgimen hidruliconatural. Mientras que la gran mayora de los asentamientos de agricultores en el valleueron ocupados ambos durante el Intermedio ardo y Horizonte ardo, se encuen-tran nueve sitios que pertenecen exclusivamente al Horizonte ardo situados en la

    puna adyacentes a estanques, canales, y represas. Estos rasgos parecen ser utilizadospara controlar inundaciones de boedales y otros reas de bajo relieve topogrficopara aumentar la produccin de orraje. Por ejemplo, se encuentra un estanque a unos250 m al este de la estancia de Jibillea (CO-093). Este estanque esta ormado detrsde una represa de 3-4 m de altura y 5-10 m de grosor. Una vlvula de piedra sirvipara regular el nivel del agua y el caudal del canal que pasa hacia abajo. Si se llenaba,la represa inund una zona amplia, ormando una especie de boedal artificial.

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    Resumen y conclusiones

    Resumiendo los hallazgos de la prospeccin, varias lneas de evidencia se com-binan para aclarar nuestra visin de la articulacin de ormaciones polticas y eco-nmicas durante la transicin del reino autnomo Collagua y la ocupacin inkaicaen el Valle del Colca. Una marcada expansin de asentamiento y produccin agrco-la, junto con la apariencia de un distintivo estilo arquitectnico y una serie cermicalocal, seala la etnognesis Collagua durante el Intermedio ardo. Mientras queestos rasgos sugieren una unidad de identidad tnica, se ha argumentado que la or-ganizacin poltica durante el Intermedio ardo era descentralizada y segmentaria es decir, compuesta por comunidades de rangos polticos quienes rangos polticosse caracterizaron por una relativa fluidez. De un lado, hay uertes indicios de cre-

    cientes desigualdades de estatus social durante el Intermedio ardo, tales como lasdisparidades del tamao y elaboracin de la arquitectura domstica y mortuoria.Del otro lado, la organizacin poltica parece descentralizado; no haba un asenta-miento dominante en el patrn de asentamiento, y el anlisis arquitectnico indicaque una clase lite era distribuida por varias aldeas en el valle central. Dentro de estaormacin heterrquica, las relaciones inter-comunitarias parecen haber osciladoentre competencia y coordinacin. La presencia de ortalezas pukaras sugiere que elconflicto violento parece haber sido una ocurrencia comn durante el Intermedioardo y Horizonte ardo. Pero las relaciones hidrolgicas entre los canales prin-cipales ilustran una orma dispersa de organizacin comunitaria que sobrepasa loslmites de una sola aldea. A lo mejor, estos indicios reflejan la flexibilidad del ayllucomo concepto comunitario.

    Con la ocupacin inkaica, es probable que se racionalizaron estas relacionesdentro de un sistema ms ormalizada, como se indica los patrones de tenenciade tierra de los ayllus registrados en las visitas coloniales (Wernke 2003, 2006a,2006b, 2007b). Pero no hay indicios de una reorganizacin undamental del siste-ma de asentamiento, ni, por extensin, del sistema de produccin agrcola durantela ocupacin inkaica en el Valle de Colca. Es probable que los Inkas ms bien re-gimentaron la produccin dentro de la inraestructura agrcola ya existente, conleves ampliaciones de andenera en zonas previamente marginales (vase tambin

    Brooks 1998; Malpass 1987; Shea 1987). Los indicios ms uertes para el estable-cimiento de construcciones y asentamientos nuevos durante el Horizonte ardoprovienen de la puna, donde se encuentran estancias uni-componentes asociadascon uertes evidencias de intensificacin de la produccin en zonas pastizales.

    Sobre todo, nuestra visin arqueolgica de la ocupacin inkaica del Valle delColca es ahora ms compatible con los modelos etnohistricos de una adminis-

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    tracin a la vez jerarquizada y mediada por la lite local, mostrando su dimensin

    espacial a nivel de patrn de asentamiento, con el establecimiento de un centroprimario en Yanque, y centros secundarios en los antiguos centros de poder delIntermedio ardo. El registro de kallankas asociadas con plazas centrales tambinrevela un mecanismo de integracin poltica que no era evidente en las uentes do-cumentales. En resumen, estos resultados sealan una emergente ormacin hbri-da que no cabe cmodamente dentro de los marcos heursticos tradicionales deadministracin directa o indirecta. Ms bien, sealan procesos de negociacinbi-direccionales entre intereses locales e imperiales, procesos que siguieron bajootros trminos despus de la invasin europea.

    Agradecimientos

    El autor expresa sus agradecimientos por los esuerzos de los organizadoresdel simposio. Esta investigacin se hizo posible gracias a una beca de la Fun-dacin Wenner-Gren para Estudios Antropolgicos (Beca No. 6431). Se agrade-ce el apoyo logstico del Centro de Investigaciones Arqueolgicas de Arequipa(CIARQ). Se realiz el trabajo de campo arqueolgico bajo la autorizacin de laResolucin Directoral 615 (1999) del Instituto Nacional de Cultura. La ase ana-ltica ue financiada por una beca predoctoral de la Biblioteca Dumbarton Oaksy una beca predoctoral de la Universidad de Wisconsin-Madison. Se prepar elmanuscrito con el apoyo de una beca posdoctoral del Carolina Population Centerde la Universidad de Carolina del Norte. La colaboracin de los miembros delequipo, Willy Ypez Alvarez, Erika Simborth Lozada, y Ericka Guerra Santander(Co-Directora) transcendi lo tcnico y orm una parte ntegra del contenidointelectual del proyecto. Maria Benavides, pionera etnohistrica de los Collaguas,comparti copias de las visitas analizadas aqu. El Dr. William Denevan me ins-pir realizar investigaciones en el Colca; sus estudios son undamentales a nuestroconocimiento a su gente y paisaje. Sobre todo, se agradece a nuestros anfitrionesen Yanque, don Gerardo Huaracha Huaracha y doa Luisa Cutipa de Huaracha, ya todas las autoridades y miembros de las comunidades de Yanque y Coporaquepor su gentil hospitalidad y buena voluntad hacia el proyecto.

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