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LA INTERCESION DE MA EN LA MISTICA CIUDAD DE DIOS DE LA VENERABLE MADRE SOR MAA DE SUS DE AGDA S MOA PTO l. Panori de concepción maológiea agredana · La cdebración del tercer centenario de la muene de la Venerable Madre Sor María de Jesús de Agreda (1665-1965) y de la ediciónpceps de su extraordinaria obra póstuma Místa Ciudad de Dios (1670- 1970), ha tenido una imponancia decisiva en las investigaciones agredanas. . Quedan pendientes de estudio clarificador y de solución satisctoria · numerosas cuestines. El problema de las entes inmediatas no ha en- contrado todavía una respuesta adecuada y; cienamente, la doctrina espi- ritual de gran contemplativa soriana no ha sido aún sistemáticamente expuesta como pensamos que merece. Pero justo es reconocer que la bibliografía agredana se ha visto enormemente enriquecida en los últimos decenios1. En este preámbulo o marco introductorio nos interesa, sobre todo, fi- jar nuestra atención particular en dos aspectos: el biobibliogrco y el 1 Destacamos entre otros estudios tres bastante completos, a nuestro juicio: J. A. - Z OJA, Proyección de la Venerable de Agreda (Ensayo para una bibliografía de entes imprecisas), Celtiberia 29 ( 1965), pp. 71-122. C. SOLAGUN, Mística Ciud de Dios, texto conrme al autógrafo original, introducción, notas y edición por C. SoGU- N, O. F. M. , con la colaboración de A. Martínez Moñux y Luis Villasante, Madrid, 1970, CV + 1514 pp. Es la única edición crítica que existe en cuanto a la autenticidad, in- tegridad y depuración del texto original. fidelidad del autógrafo sobre el cual han tra- bajado los editores oece plena garantía. J. CAMPOS, Ma de jésus d'Agreda, artículo en «Dictionnaire de Spiritualité>, T. X, fase. 64-65 (31-VII-1977), columnas 508-513. El autor aduce una bibliografía valiosa, selecta y especializada. 435

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LA INTERCESION DE MARIA EN LA MISTICA CIUDAD DE DIOS

DE LA VENERABLE MADRE SOR MARIA DE JESUS DE AGREDA

ANDRES MOJLINA PRIETO

l. Panorámica de la concepción maiciológiea agredana

· La cdebración del tercer centenario de la muene de la Venerable Madre Sor María de Jesús de Agreda (1665- 1965 ) y de la ediciónprinceps de su extraordinaria obra póstuma Mística Ciudad de Dios (1670- 1970), ha tenido una imponancia decisiva en las investigaciones agredanas .

. Quedan pendientes de estudio clarificador y de solución satisfactoria · numerosas cuesti<;>nes. El problema de las fuentes inmediatas no ha en­

contrado todavía una respuesta adecuada y; cienamente, la doctrina espi­ritual de la gran contemplativa soriana no ha sido aún sistemáticamente expuesta como pensamos que merece. Pero justo es reconocer que la bibliografía agredana se ha visto enormemente enriquecida en los últimos decenios1.

En este preámbulo o marco introductorio nos interesa, sobre todo, fi­jar nuestra atención particular en dos aspectos: el biobibliográfico y el

1 Destacamos entre otros estudios tres bastante completos, a nuestro juicio: J. A. PÉ­REZ RIOJA, Proyección de la Venerable Maria de Agreda (Ensayo para una bibliografía de fuentes imprecisas), Celtiberia 29 ( 1965), pp. 71-122. C. SOLAGUREN, Mística Ciudad de Dios, texto conforme al autógrafo original, introducción, notas y edición por C. SoLAGU­REN, O. F. M. , con la colaboración de A. Martínez Moñux y Luis Villasante, Madrid, 1970, CV + 1514 pp. Es la única edición crítica que existe en cuanto a la autenticidad, in­tegridad y depuración del texto original. La fidelidad del autógrafo sobre el cual han tra­bajado los editores ofrece plena garantía. J. CAMPOS, Maria de jésus d'Agreda, artículo en «Dictionnaire de Spiritualité>, T. X, fase. 64-65 (31-VII-1977), columnas 508-513. El autor aduce una bibliografía valiosa, selecta y especializada.

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mariológico. Permítasenos una mirada panorámica que recoja en apretada síntesis los datos más importantes y las líneas esenciales de su doctrina mariológica . .

A. Síntesis biobibliográfica

María de Jesús de Agreda nació en la vieja villa castellana que le dio su nombre, perteneciente a la provincia de Soria, el 2 de abril de 1602. Con­signan sus biógrafos -y el dato merece reseñarse- que a lo largo de su vida jamás salió de los términos de su ciudad natal. No vio, pues, otros horizontes que las estribaciones del Moncayo. En la Edad Media convi­vieron dentro de la villa creyentes de las tres religiones monoteístas: cris­tianos, musulmanes y judíos2• A los .1 6 años tomó el �ábito -juntamente con su madre y hermana- en las concepcionistas descal­zas, al quedar convertida la mansión paterna en convento, cuyas funda­doras vinieron de Burgos. Sor María, después de vestir el hábito de con­cepcionista, se entrega ardorosamente a la vida espiritual. Hecha la profe­sión en 1620 comienza en su vida un período de enfermedades, pruebas, tentaciones y trabajos extraordinarios, al que seguirá una etapa de fenó­menos místicos resonantes.

La segunda época de su vida se inicia al ser elegida abadesa en 1627'

cuando contaba 25 años. A excepción del trienio 1652-1655, se man­tendrá siempre en el cargo por voluntad de sus monjas, que una y otra vez volvían a elegirla. Ocupó, por consiguiente, el abadiato de su monas­terio durante 35 años, siendo su gobierno una difícil mezcla de pruden­cia, suavidad y eficacia, situándose eli el prudente lugar intermedio entre el celo exagerado y la demasiada blandura 3.

Sor María fue un alma poseída durante toda su vida de un excesivo te­mor, aunque encontró expertos directqres espirituales, a cuyo consejo acu­dirá siempre con total espíritu de fe y rendida obediencia. Nos dirá con su habitual sencillez y franqueza: jamás me he aquietado sin este norte4•

2 C. SoLAGUREN, op. cit. , XI. Para los principales datos biográficos seguimos a este autor, y a Campos en la mencionada obra.

3 Se ha observado con razón que en la Mística Ciudad de Dios se encuentran repetidas alusiones a su carácter condescendiente inclinado a complacer. En H, 774 la Virgen le ad­viene de los riesgos que puede acarrearle en el régimen de su comunidad la ccondición agradecida y blanda> que caracterizaba a la Venerable.

4 Cana de Sor Maria publicada por C. Seco Serrano, T. V, apéndice VII, p. 254, en Epistolario Español, t. IV, 2. ª ed., col. BAE, Madrid, 1958. Cfr C. SoLAGUREN, op. cit., XVI.

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Para orientar su alma contó con dos :religiosos franciscanos, buenos teólo­gos y hombres virtuosos: Francisco Andrés de la Torre, que la atendió des­de 1623 a 1647, y Andrés de Fuenmayor, desde 1650 hasta su muene. A este último debemos las Deposiciones juradas y los testimonios para el proceso ordinario, interesantes fuentes documentales para conocer la vida interior de Sor Maria de Agreda.

Tres hechos históricos merecen resaltarse en. su fecundo itinerario mo­nástico: la Mística Ciudad de Dios, . su obra maestra desde la doble ver­tiente espiritual y literaria; su larga correspondencia fielmente mantenida con Felipe IV, rey de España durante más de veinte años, y el examen de la Inquisición en enero de 1650. Sobre la Mística Ciudad de Dios hablare­mos más adelante. En cuanto a sus relaciones epistolares con Felipe IV, fue fructífera no sólo para la «reeducación cristiana del monarca» sino para el bien común de la Patria, hasta el extremo de hacer escribir a Silvela que la monja soriana, con su clarividencia e instinto, salvó la unidad de España en una hora verdaderamente crítica y decisiva 5. Desde la celda de su monasterio y a través de un interesantísimo epistolario, la prudente re­ligiosa aconseja al tímido monarca sobre los asuntos más variados del reino.

Un bello rasgo que delata con transparencia la finura del alma de Sor María es el desinterés absoluto con que sirvió lealmente al rey. En cuanto al proceso, o mejor, examen inquisiíeorial durante doce días ( 18 al 29 de enero de 1650), sirvió para acreditar más su santidad y sabiduría, recono­cidas unánimemente por todos los miembros del Tribunal. Dice ella con evidente laconismo: me rendí más a la obediencia que a la razón. El año 1660 decae notablemente su salud hasta agravarse progresivamente en el último quinquenio. Fue asistida en su agonía por el provincial de los franciscanos, José Jiménez Samaniego y por el general de la Orden, P. Alonso Salizanes, quien yendo de camino a Santo Domingo de la Calzada se desvió a Agreda, pudiendo estar presente en la muene y exequias de la Venerable, ocurrida el 24 de mayo de 1665, a la hora de tercia, después de una edificante exhonación a sus religiosas6• A los ocho años de su

5 F. SILVELA, "Bosquejo histórico, canas de la Venerable Madre Sor Maria de Agreda y del rey don Felipe IV, t. I, Madrid, 1885, pp. 100-101 .

6 Al momento de recibir la Extremaunción habló así a la Comunidad: «Hermanas ... lo que yo les ruego, es que sirvan al Señor guardando su santa ley, que sean perfectas en la observancia de su regla y fieles esposas de Su Majestad, y procedan como hijas de la Santísima Virgen, pues saben lo que la debemos y es nuestra Madre y Prelada. Tengan paz y concordia entre sí, y ámense unas a otras. Guarden su secreto, abstráiganse de criaturas y

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muerte , el 28 de enero de 1673, bajo el pontificado de Clemente X, fue introducido en Roma el proceso de beatificación. Benedicto XIV aprobó el proceso de sus virtudes in genere (20-V-1744) y también in specie (3-III-1756). Pero todo quedó paralizado a causa de las dificultades surgidas en torno a sus diferentes escritos a p1esar de las reiteradas y potentes ins­tancias que se han cursado a Roma en múltiples ociasiones , sin que en· concreto se haya podido dar hasta hoy ningún paso útil7.

En cuanto a la herencia bibliográfica de la ilustre concepcionista , es incontrovertible que toda su obra esc1rita refleja también la alta persónali­dad espiritual de la autora. Los escritos de Sor María revelan una inteli­gencia excepcional donde se armoniza, en rara síntesis , la adecuada comprensión de las cosas , un recto buen sentido y una admirable «sabiduría interior». Entre las diez obras redactadas por la Venerable8 , destaca notabilísimamente, por obvios motivos , la Mística Ciudad de Dios, verdadera joya en la bibliografía mariana de su tiempo. Cotejando el título de la primera redacción, totalmente desaparecida9 hasta el extre­retírense del mundo: déjenlo antes que él las deje. Desengáñense de las cosas de esta vida y trabajen mientras tienen tiempo; no aguarden a este lance último cuando impide tanto el gravamen de la enfermedad y postración de la naturaleza, Cumplan con sus obliga­ciones, que con eso tendré yo menos purgatorio de tantos años de prelada. Si procedieren así, recibirán del Señor la bendición, y yo se la doy». Entonces, levantando la mano y for­mando sobre ellas la señal de la cruz , dijo: «La virtud, la virtud , la virtud les encomiendo» (cfr E. ROYO, en Nueva edición de la MCD, t. V. pp. 506-507). Incluye aquí la biografía de su autora.

7 I. VÁZQUEZ, artículo sobre la Venerable en «Diccionario de Historia Eclesiástica de España> (Dir. Q. Aldea), vol . I (Madrid , 1972) , p. 14. Cfr P. IMGUEZ, Antiproeliminaria, en «Sacra Rituum Congregatione particulari a Benedicto XIV deputata in causa Sor. Ma­riae a Iesu de Agreda super examine operis cui titulus 'Mística Citá di Dio'», Romae, 1747, pp. 1-64.

s De acuerdo con la recensión bibliográfica de J. Campos, el orden es el siguiente: 1) Mística Ciudad de Dios, ms. original en eI convento de Agreda, 8 tomos. Primera edi­ción 3 vols . , Madrid, 1670; última edición española C. Solaguren, Madrid, 1970. 2) Car­tas del Rey nuestro Señor para Sor María de Jesús y sus Respuestas, Ms. 2 vols. , convento de Agreda, edición de Silvela, 2 vols. , Madrid, 1885, ed. de C. Seco, col. BAE 108, 2 vols. , Madrid, 1958. 3) Escala para subir a l¡;,i perfección, Barcelona, 1915, edición de C. Seco, ibid. , pp. 386-436. 4) Ejercicio cotidiano en q.ue el alma ocupa las horas del día, ed. de R. Buldu, Barcelona, 1879. 5) Exercicio cotidiano y doctrina para hazer las obras con majar perfección, Ms. en el convento de Agreda. 6) Ejercieios Espirituales, Palma de Mallorca, 1676. 7) Leyes de la Esposa, manuscrito original autógrafo de 1647, en el con­vento de Agreda, edición Royo, Barcelona, s. d. 8) Declaract'ón al M. R. P; Pedro Manero, Ms. en Agreda, numerosas copias (Madrid, Biblioteca Nacional. 7 .618). 9) Relación auto­biográfica de María de Agreda, ms. en el convento de Agreda, edición de Royo de la MCD, t . 5 , Barcelona, 1914, pp. 18-101. 10) Letanía a la Madre de Dios, ed. de R. Bul­du, ya citada.

9 He aquí c.ómo ·rezaba primitivamente el título de la obra: Mística Ciudad / de Dios Milagro de su omni- I potencia y abismo de la gracia / Historia Divina y Vida / de la Vir-

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mo de no haber sobrevivido ningún ejemplar autógrafo ni apógrafo , a ex­cepción de una simple hoja, se comprueba que es sustancialmente idénti­co' con breves modificaciones. donde se pretende mayor exactitud y preci.,. sión teológica. Mientras en el título de la primera redacción , quemada el año 1682 , se hablaba de la Virgen como «autora de la vida y de la luz» y se presentaba su historia y vida como «revelada», en la segunda se emple­an las expresiones más moderadas de Restauradora de la culpa de Eva y Medianera de la gracia, diciéndose simplemente que se trata de una his­toria y vida de la Virgen dictada y manifestada.

Son éstas las únicas variantes del título definitivo que dio a su obra rehecha a fondo, según la nueva y más profunda sabiduría que había reci­bido sobre el tema: porque en la primera, como era luz con que conocía

·sus misterios tan abundante y fecunda, y mi cortedad grande, no bastó/a lengua, ni alcanzaron los términos, ni la velocidad de la ·pluma para de­cirlo todo. Dexé algunas cosas, y con el tiempo y las nuevas inteligencias, me hallo dispuesta para escribirlas aora, aunque siempre dexaré de decir mucho de lo que e entendido, porque todo nunca es posible10•

La Mística Ciudad de Dios (en adelante MCD) alcanzó una repercu­sión resonante desde su aparición hasta la actualidad. En el arco de tres siglos hay que mencionar por los menos 92 ediciones completas y 68 abre­viadas en extractos o refundiciones, rigurosamente identificadas si tene­mos en cuenta el catálogo citado de Pérez Rioja. Fue venida a trece idiomas , incluido el árabe. Si examinamos las razones que confieren una especial singularidad a la M CD, hallaremos tres más panicularmente sig­nificativas: 1 >) carácter personal autodidacta; 2. ª) género literario infre­cuente; 3 . ª) doctrina espiritual para edificación. Son notas características predominantes de la principal ob:ra agredana y merecen un brevísimo co­mentario.

Primera. Carácter personal autodídticta. Es cieno que la M CD, no obstante ser «dictada» por Nuestra Señora, como asegurá la Venerable

gen Madre de Dios Reina y Señora Nuestra / María Santísima autora de la vida I y de la luz / Revelada en estos últimos siglos por la misma Senara a su / Esclava Sor María de je­sús Abbadessa indigna / del convento de la Inmaculada Concepción de la Villa de Agreda I Para nueva luz del mundo alegría de la Iglesia Catholica / y confianza de los mortales (cfr A. IVARS, Expediente relativo a los escritos de la Venerable Madre Sor María de Jesús de Agreda: Archivo Ibero-Americano ( 1917, pp. 131 ss.).

1º Carta sin fecha escrita al P. Juan de la Palma. Pasaje publicado por A. Ivars en Archivo Ibero-Americano- ( 1921) , p. 224.

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Agreda , recopila innumerables datos, noticias y doctrinas que suponen en su conjunto una erudición muy eminente de conocimientos teológicos , bíblicos, ascéticos, históricos y legendarios. Su información en estos aspec­tos, para disponerse a redactar la obra, es bien manifiesta. Por su concep­ción, estructura, ideario objetivo, estilo y rasgos fundamentales , no tiene gran parecido con ningún ejemplar precedente 1 1• Es un producto literario personal de índole autodidáctica, ya que sólo disponía de la elemental cultura recibida en su familia y villa natal cuando ing1esó a los doce años en la vida monástica. Sus fuentes son orales y no librescas, a excepción de las obras de rezo y de índole piadosa,. propias del convento. Por ello, no puede advenirse una dependencia literaria próxima.

En la dedicación de la «Divina Historia», como Sor María llama a la MCD, confiesa con llaneza: «Toda la he puesto a la censura y juicio de · mis confesores, sin haber palabra que no la hayan visto y conferido con­migo»12. Otras muchas referentias nos orientan para encontrar sin vacila­ciones la fuente principal de información que tuvo siempre a su alcance: las predicaciones oídas, las largas y habituales conversaciones mantenidas con sus confesores y prelados con motivo de la dirección de su alma y de la redacción de la Vida de la Virgen.

Por supuesto, conoce y domina ell Nuevo Testamento, los Libros Sa� pienciales y Proféticos. Utiliza con máximo provecho las lecturas bíblicas del Oficio Divino , así como los salmos , cánticos y responsorios que ella glosa apane de la divina iluminación , en un esfuerzo creativo de conse­cuencia , convergencia y adaptación. La Venerable afirma tener una pani­cular asistencia divina que no puede negarse a priori sin que proceda ad­mitir una ciencia infusa universal. Juega mucho, además de la gracia sobrenatural, su extraordinaria inteligencia , juntamente con una buena retentiva, que le capacitan para una asimilación progresiva en el retiro del claustro l3. Hay que reconocer el sello personalista de la MCD, pues las confrontaciones efectuadas con un amplio espectro de la literatura cris­tiana antigua, medieval y moderna, no arrojan ninguna luz para asegurar una dependencia o influencia decisiva.

Segunda. Género literario infrecuente. Tocamos aquí una pieza clave en el mecanismo original de la obra en la que, cienamente, predomina el

11 C. SoLAGUREN, ed. cit., Introducción, Ll-LIII. i2 Mística Ciudad de Dios, parte 111, cap. 23, n. 791. 13 C. SoLAGUREN, ibid., Introducción, XXXIV.

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recurso literario sobre el cañamazo externo. Por ignorarlo o no compren­derlo bien, se levantaron, a raíz de la publicación, controversias estériles y juicios duramente contradictorios. Muchos han confundido superficial­mente el envoltorio maravillosista tan propio de la época, con los conteni­dos formales inherentes a un peculiar género o recurso literario que puede ser calificado como una feliz simbiosis de lo narrativo y lo profético. Par­tiendo, en efecto, del largo título de la obra, cabe decir en síntesis: a) la MCD es una historia y una vida de la Virgen María pero no una exposi­ción teológica. Ante todo es narración edificante y no un tratado dogmá­tico o espiritual; b) Es una Historia de María vista a lo divino, puesto que no se aborda sólo la dimensión biográfica humana sino el doble plano de las intervenciones histórico-salvíficas de Dios y de las relaciones íntimas de María con El. Solaguren hace un buen diagnóstico: Todo es biografiado y narrado por Sor María de Jesús. En este sentido, en su obra hay mucha teología y mucha doctrina espiritual, sin que sea ni un tratado teológico ni una exposición ex professo de doctrina espiritual. Precisamente lo ori­ginal de la autora, su género literario propio es narrar y no simplemente exponer, todo su rico contenido teológico-espiritual 14• Hay, pues, una historia de la Virgen que trasciende el marco espacial-temporal de una mera biografía; c) la monja de Agreda narra comunicando lo que ha en­tendido o conocido por una manifestación sobrenatural acerca de la Mística Ciudad donde Dios se ha dignado habitar. Pero esta comunica­ción está sellada por el signo de lo escatológico («en estos últimos siglos») y por el signo de lo carismático: part1 nueva luz del mundo, alegría de la Iglesia y confianza de los mortales, es d�cir,. para provecho y edificación de los demás.

El examen del título nos descubre los dos rasgos esenciales del género literario empleado: es una narración de contenido salvífico-espiritual que se presenta bajo el prisma de un don profético. El campo narrativo se en­sancha desde la predestinación de María hasta su Asunción y posterior mi­ston intercesora-pór todos los redimidos. Se valoran los episodios internos y la experiencia íntima de la Virgen María en un intento de explicarla ab tntus, o sea, desde la propia vivencia espiritual de Nuestra Señora. Pre­tende reproducir los mismos sentimientos que tuvo en cada acontecimien­to, haciendo una especie de transferenciá que le permita reconstruir su

14 C. SoLAGUREN, ibid. , Introducción, XLII; también pp. XLI-L.

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historia interior de personalísimas vivencias , denominadas por Sor María de Agreda como sacramentos ocultos.

En este quicio ha de encajarse el maravillosismo espiritual de la obra, que procura evidenciarnos el alma de María. La autora recurre en algunos casos a una especie de «midrashim» que le autorizan a dar forma histórica a su contenido.

En cuanto al aspecto profético, puntualizamos así: 1) Sor María no escribe en nombre propio sino al dictado, es decir , en nombre de una voz celestial que le guía para que trasmita lo que ha entendido y cómo lo ha entendido. 2) Cuando dice que su obra ha sido «dictada y manifestada» no significa que transcribe como puede hacerlo un amanuense, porque afirma expresamente: «los términos para declararme, los tomo yo de lo que tengo entendido . . . y me valgo de lo que he oído»15 • 3) En conse­cuencia, al usar el factor profético no exluye sino que incluye -y así lo dice con expresión equivalente- un trabajo personal muy intenso en la concepción, elaboración y redacción de la obra.

·Sea suficiente captar el sentido específico y condicionado que la auto­ra da al término revelación dentro de la escala de comunicaciones místicas en que se mueye. Y sobre todo, merece subrayarse su absoluta sumisión al magisterio y autoridad de la Iglesia , «a la que como hija suya protesto estar sujeta para creer y tener sólo aquello que la misma Santa Iglesia nuestra Madre aprobare y crey�re , y para reprobar lo que reprobare, por­que en esta obediencia quiero vivir y morir»16 • Este humilde rendimiento de juicio le hace posponer su carisma profético al dictamen de sus prela­dos y confesores so.bre lo que a ella le parece luz divina y sobrenatural.

Por consiguiente, sin descartar , en el sentido místico de la expresión, auténticas inspiraciones y revelaciones privadas en cuanto manifiesta Sor María de Agreda , estamos aquí muy lejos de un visionismo utópico y es­pectacular. Aunque ella confiesa que trabaja movida por Dios-, todo lo subordina , con ejemplar docilidad, al dict�en de la Iglesia , a quien confía sus propias experiencias por si merecen ser ratificadas. Nada teme tanto como verse engañada y en nada insiste más que en la desconfianza de sí misma. Es sencilla , sobria , equilibrada y humilde. Si no se compren­de, desde la teología actual , el género literario de na"ación profético­edificante utilizado en la MCD, hay riesgo de reducir su rico contenido a

15 Mística Ciudad de Dios, pane I, cap. 2, n. 24. · 16 Mística Ciudad de Dios, pane III, cap. 23, n. 791.

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una concepción o fabulación maravillosista, crédula e ingenua , incompa­tible con las líneas maestras de la genuina ascética y mística.

Tercera. Obra de edificación eclesial. Así queda enunciada su finali­dad desde el comienzo. Con palabras solemnes lo expone en el título. Su obra ha sido redactada pensando en el bien espiritual de las almas y en el futuro gozo de la Iglesia. He aquí justificado el porqué de su profetismo. Sor María está convencida de que su historia divina tiene. una especial trascendencia para la vida de la Iglesia , no porque aporte luminosos cono­cimientos sino porque auxiliará eficazmente al fomento de la piedad cris­tiana.

Por ello no puede extrañar que más de la cuarta parte de la obra esté destinada a dar doctrina y consejos de conducta espiritual , que la Vene­rable pone en labios de la Virgen. A este propósito es bien patente que se persigue un triple objetivo: la propia edificación de la ·autora, la de sus re-

. ligiosas y la de todos los fieles en general 17 • Tal significa la expresión «para alegría de la Iglesia católica y esperanza de los monales». Olvidar esta obvia finalidad equivale a desvirtuar , desde la base, la MCD, que -repetimos- no es un libro teológico ni una mera historia , ni tan si­quiera un «libro de revelaciones privadas». Lo que resplandece en todas sus páginas es un vivo afán de aprovechar , espiritualmente, a los lectores. Es pues , un libro de edificación concebido como resone eficacísimo de la piedad, o lo que es lo mismo, un mensaje exhortativo caracterizado por ciena urgencia escatológica que está en dependencia del conocimiento de los «sacramentos ocultos», como gusta decir la contemplativa de Agreda 18•

Era prec-iso explicar esquemáticamente estas tres notas distintivas de la M CD -carácter autodidáctico , género literario adoptado , y finalidad de edificación espiritual- para justificar su gran originalidad y singular me­recimiento. No nos interesan otras_ diversas cuestiones relacionadas con la eximia obra agredana , o con la vida d� su famosa autora. Pensamos que no obstante su evidente interés histórico, son puramente marginales para nuestro estudio centrado únicamente en el aspecto doctrinal mariológico de la intercesión. Sobre el cañamazo externo de la MCD y a través del gé­nero literario empleado (narración profético-edificante) buscamos el con­tenido de la intercesión mariana. Pero este interesante aspecto de la doctrina agredana ha de comprenderse y valorarse dentro de su concep-

17 C. SOLAGUREN, op. cit., Introducción , pp. IL-L. 18 C. SOLAGUREN, ibid.

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ción mariológica general. Sucintamente la exponemos antes de adentrar­nos en e� tema que nos ocupa a fin de que no aparezca mutilado el alcan­ce de la intercesión de María.

B. Coordenadas de la concepción mariológica agredana

La MCD comprende tres partes: 1. ª) desde la predestinación de la en­carnación del Verbo; 2. ª) desde la encarnación hasta Ja Ascensión del Se­ñor; 3. ª) desde la Ascensión hasta la coronación de María al cielo. Cada parte está precedida de una introducción y a partir del capítulo 16 del pri­mer libro se añade una parte final bajo el epígrafe: Doctrina que me dio la Reina del cielo. Se trata en realidad de una enseñanza práctica morali­zante que clausura cada capítulo. La estructura literaria externa es perfec­ta y demuestra que su autora ha cuidado hasta el más mínimo detalle la ordenación de su obra maestra 19.

¿Cuáles son las grandes coordenadas mariológicas seguidas por la Ve­nerable Agreda en la MCD? Hacemos a continuación un resumen con­centrado de los principales puntos doctrinales en la concepción mariológi­ca agredana. A través de esta visión general sobre el misterio .de María será más fácil captar el alcance de su intercesión en favor de todos los redimi­dos. Ante todo es oponuno fijar los criterios previos que inspiran a la Ve­nerable la redacción de la MCD. Podríamos enumerarlos así , sin prurito de agotarlos.

1. 0 Si procede a la segunda y definitiva redacción de su magna obra es porque tenía <<nuevas y mayores inteligencias» del misterio de María 20 • Se trata de «sacramentos ocultos» que son desvelados o revelados a la autora. Debe ser descartada una interpretación

19 La edición crítica de C. Solaguren, que seguimos fielmente, ha respetado la metó­dica y escrupulosa división de la autora en partes, libros, capítulos y pá"afos. Advertimos, para información del lector que la Mística Ciudad de Dios consta de ocho libros distribuidos así: dos libros en la primera parte con un total de 49 capítulos y 802 párrafos numerados. Cuatro libros en la segunda parte con 116 capítulos y 1.530 párrafos. Dos libros en la ter­cera parte con 40 capítulos y 809 párrafos. En 1total la obra consta de 205 capítulos y 2.141 párrafos. A lo dicho hay que añadir las Tres Introducciones (una a cada parte) divididas en la referida edición de C. Solaguren en 79 párrafos: 19 en la 1 parte, 32 en la 11 y 28 en la 111. Como pueden apreciarse se trata de una obra literaria muy bien ideada, de evidentes ventajas didácticas para quien se sumerge en la amena lectura de sus páginas redactadas con unción contagiosa y primoroso estilo.

En los sucesivo citaremos siempre así: M<;D, añadiendo la parte respectiva y el número -del párrafo que corresponde a la parte citada.

20 MCD 1, Introducción, 18.

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simplista del profetismo como si se tratara de un simple dictado mecánico21•

2 . 0 En el decurso de la redacción utiliza determinados criterios prác­ticos de convergencia y consecuencia, de conformidad con el tex­to sagrado y con un tratamiento digno del tema escogido.

3. 0 El género literario utilizado no excluye, antes bien exige, un tra­bajo personal muy intenso en la· concepción, elaboración.y redac­ción de la obra.

4. 0 Sabe dar en todo momento preferencia al competente dictamen de sus prelados y confesores sobre cualquier juicio, dato o noticia que a la Venerable le parece luz divina y sobrenatural22•

5. 0 Sor María está humildemente convencida de que su «Historia di­vina> sobre la Virgen tiene una especial trascendencia para la vida de la Iglesia. De aquí que su profetismo y empleo de un peculiar género literario (narrar y no precisamente exponer, todo el rico contenido teológico-espiritual mariano) constituye todo un caris­ma de edificación eclesial.

6. 0 Debe acentuarse con exactitud dónde reside para la Venerable la imponancia capital de su obra: no se trata de ofrecer a nadie nuevos conocimientos teológicos -ella se confiesa mujer simple e ignorante23- sino de exponer de manera exhonatoria lo que mejor contribuye a fomentar la piedad cristiana mediante la práctica de una genuina devoción a María.

7. 0 Se superponen en esta noble finalidad de edificación eclesial tres planos complementarios: la edificación de la propia autora apre­miada a practicar las instrucciones que recibe, la edificación de todas las religiosas de clausura y el provecho común de los fieles24•

8. 0 La experiencia mística de Sor María de Agreda le servirá para pro­yectarla en la persona de María, mediante una especie de transfe­rencia apta para reconstruir lo que. ella piensa que pudo ser la vida íntima de Nuestra Señora. La historia divina de María queda

21 C. SoLAGUREN, Introducción, XL V. 22 c. SoLAGUREN, ibid. , XLVIII y SS. 23 Oigamos sus mismas palabras: «Quien llegare a entender -si por dicha lo enten­

diere alguno- que una mujer simple, por su condición la misma ignorancia y flaqueza, y por sus culpas más indigna . . . > (cfr MCD, Introducción, n. 1).

24 C. SoLAGUREN, ibid. , L.

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así reproducida desde la propia y personal vivencia mística de la autora25•

Perdónenos el lector alguna reiteración sobre estos criterios expuestos que inspiran y condicionan la M CD, pero creemos que, sin tenerlos muy en cuenta, esta magna obra, sin clave inteligible , quedaría �educida a u_n ingente centón de datos y noticias de imposible valoración.

La concepción mariológica general de la Venerable está enmarcada en las proposici9nes que siguen.

Primera;· Los tres factores o circunstancias que sella la obra agredana en su valoración mariológica deben deducirse del título escogido, de la teología

·mariana contemporánea y dd género literario arbitrado. De este último· yaéxpusimos lo suficiente� En cuanto al título refleja varias verda­des mariológicas fundame11tales sobre las cuales gira toda la espiritualidad ofrecida: a) Historia divina y Vida de la Virgen Madre de Dios; b) Reina y

· Señora Nuestra, María Santísima; e) Restauradorade la culpa de Eva; a:J y M�dianera de la· gracia. .

. ·

Puede apreciarse que Sor María de Agreda abord� en su obra los dog­mas principales de la mariológica católica. Tales son, globalmente, los es­condido! misterios y magníficos sacramentos que el Altísimo obró en María , Arca viva del Nuevo Testamento, fuente de piedad y misericordia , ejemplar de · suma santidad y pureza 26• Por lo que ·toca a l a teología ma­riana de su tiempo , prescinde de opiniones ·y disputas , aunqu� recoja ine­vitablemente los principios .·de la escuela escotista ya ·que sus maestros. y directores a_ quienes consulta son franciscanos; ·La concepción inariológica agreda.na es .la que corresponde a las enseñanzas de la Iglesia a la que la· autora somete absolutamente todo, temiendo más que nada el apartarse un ápice . de la doctrina oficial aceptada comúnmente por todos.

Si hacemos precisión de los elementos maravillosistas tan estimados en la · época :de la Venerable , el ·contenido general trasluce el magisterio de la Iglesia sobre la Santísima Virgen. Es decir , �u concepción mariológica es normal , totalmente ortodoxa, sin la menor fisura o concesión a extrañas hipótesis. tos componentes de índole psicológica, mística o literaria , no afectan para nada a su valor doctrinal , siempre correcto, armónico y bien· fundamentado.

25 C.SüLAGUREN, ibid. , XLII-XLV. 26 MCD I, Introducción, nn. 1 y 13.

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Segunda. Sería pueril o improcedente buscar en la MCD una concep­ción mariológica sistematizada o un tratado doctrinal de mariología. Es obvio suponer que la Venerable jamás intentó en su ínclita obra una ex­posición doctrinal de carácter teológico. La Mística Ciudad de Dios, mi­lagro de su omnipotencia y· abismo de la gracia, es en la mente de su autora otra cosa diversa, según vimos. Lo cual no significa que esté desprovista de una sólida estructura doctrinal bien visible y palpable des­de el principio al final. Para comprender adecuadamente el mensaje agre­dano es preciso leer sus páginas con fa «simplicitas cordis» que transparen­ta la autora. Limitándonos a dos· grandes figuras apostólicas españolas, es muy significativo que tanto el Beato Diego José de Cádiz como San Anto­nio María de Claret recomendaran vivamente la lectura de la MCD por su excelente doctrina y celestial pedagogía.

Por otra parte . no sería lícito minimizar los valores- intrínsecos de la M CD bajo pretexto. de· enc<?ntrarnos :ante· una obra de intenso contenido .

. espiritual, donde se concede· la primacía a_ la edificación· ejemplarizadora. La doctrina relativa a las prerrogativas y funciones de la Madre de Dios se inspira en la Escritura y más particu.larmet_lte en el Apocalipsis de San Juan. No conviene olvidar que bastantes enseñanzas de la concepcionista soriana sobre fa Inmaculada Concepción, la Asunción, la Corredención, la mediación universal, la realeza y la función corifiguradora de María como Madre y Maestra de vida espiritual, han sido posteriormente definidas dogmáticamente (inmaculada .concepdón y asunción a los cielos en cuer- · po y en alma) o proclamadas por el magisterio conciliar extraordinario y· las enseñanzas pontificias (maternidad espiritual, colaboración de .María a la Redención, realeza). ¿Por qué p.o comprender dentro de estos pará-

. metros otras · muchas co�unicaciones agredanas apoyadas en leyendas apócrifas o maravillosista.S; en sentido figurado y simbólico, como es habi.:. · tual en el género literario apocalíptico� 21

.

Tercera. ·Resalta en fa_·MCD la inteligente aplicación·.de los principios teológicos y el feliz uso de las más importantes figuras bíblico-marianas. A la hora de inventariarla doctrina mariológica de Sor María ambos datos arrojan - luz abundante.· Si la narradón agredana _;_insistimos nuevamente en ello- trasciende el tie:rnpü y el espacio, ya que describe desde su mística vivencia C<?iwertida en lupa iluminadora «lo que ha entendido y tal como lo ha entendido», Jo esencial es analizar el contenido del dato

27 Cfr. J. CAMPOS, art� cit., ibid � , col. 5 i l.

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comunicado. Lo secundario será siempre el envoltorio o artificio literario de que se vale para dicha comunicación.

. . La autora presenta su obra no como un mero fruto de sus estudios,

reflexiones o meditaciones personales 28 sino como resultado de una luz interior que le guía, complaciéndose en atribuir «más al Señor y a María que a sí misma»29.

Es muy buena su información bíblica y la destreza en manejar los di­ferentes sentidos alegóricos. No obstante el rico adoctrinamiento, tanto el empleo de textos como su peculiar interpretación constituyen una labor más personal.

La Venerable acude al uso de las principales figuras empleadas con predilección por los teólogos de su tiempo, pero el título de Mística Ciudad de Dios aplicado a María, no sólo es fruto de una admirable síntesis de otros muchos sino también una genial intuición donde se fun­den múltiples y bellísimas expresiones bíblicas.

Cuarta. Si tuviéramos que buscar el eje diamantino o hilo conductor de toda la doctrina mariológica agredana, habría que señalar la veniente ejemplarista de la figura de María en relación al estado original de nuestros primeros padres. Cuando la Venerable llama a la Santísima Vir­gen restauradora de la culpa de Eva, no está adjetivando accidentalmente la función soteriológica de María sino que, por el contrario, define de acuerdo con la mejor tradición patrística desde San Ireneo de Lión, su mi­sión como Nueva Eva. En efecto, Dios se ha dignado restaurar y mejorar cuanto los hombres perdieron en la primera prevaricación del paraíso. A lo largo de toda la MCD resalta el principio de la novedad restauradora que se verifica en María Inmaculada convenida en resplandeciente aurora de gracia: en esta tierra bendita se renovó toda la demás restante de los hijos de Adán, pues por la tierra de María bendita y con ella y en ella quedó bendita, renovada y vivificada la masa terrena de Adán 3o.

La contemplativa soriana explica con detenimiento las razones funda­mentantes de la ejemplaridad de María al ser co-principio de Cristo (en-· tiéndase bien) en la obra salvadora de la humanidad. La Virgen es con Cristo y siempre en virtud de su asociación subordinada y secundaria, no sólo centro de la economía redentora sino de toda la creación. Además la

2s MCD 111, 807. 29 C. SoLAGUREN, Introducción , LI y ss. 30 MCD 1, 246-248.

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veniente ejemplarista de María está vinculada a la elección ab aeterno para la dignidad trascendental de la divina maternidad, que la coloca en la encrucijada de los planes salvíficos de Dios31• En la Virgen se sintetiza, por decirlo de alguna manera, como signo venturoso de conjunción y de ideal divino (asequible en gran medida) su triple condición de ejemplar vivo de las perfecciones que le confiere al Altísimo, de las perfecciones de Cristo como Madre suya y primera discípula y de las perfecciones que to­das las criaturas pierden por el pecado.

Quinta. Todos los títulos y advocaciones de impronta bíblica, aplica­dos por la Venerable a la Santísima Virgen, persiguen un fin claramente moralizador porque se intenta acercar lo más posible al alma cristiana a su verdadero modelo. Si la Virgen es Mística Ciudad de Dios en el doble sentido de signo de Dios ante los hombres y de signo de los hombres ante Dios, las consecuencias sobre su perfecta ejemplaridad urgen al creyente a un compromiso concreto: imitar a María, edificar nuestro edificio en María y con María. Numerosas frases y párrafos agredanos apuntan inequívocamente a esta meta de imitación, edificación y santificación. La evolución espiritual y mística de las almas no se podrá alcanzar sino oyen­do, obedeciendo y copiando el ejemplo de la Celestial Señora. Esto es su­mamente importante, ya que imitar a María es imitar a quien ha sido ele­gida a la suma perfección posible en una pura criatura 32.

Dentro de las coordenadas precedentes debe inscribirse la concepción mariológica agredana, totalmente inspirada en la fe de la Iglesia y fiel transunto de las corrientes doctrinales predominantes en su época. En el título de MCD cabe todo su pensamiento, sólida y hermosamente razona­do. María constituye para la Venerable la gran novedad renovadora, si se nos permite esta redundancia, equivalente a muchos de sus razonamien­tos. En efecto, podemos llamar a la Virgen nueva jerusalén «porque todos sus dones, excelencias y virtudes son nuevas» y porque Ella nos vino «sin el contagio de la culpa y desciende de la gracia... que es la cosa más nueva»33 •

Con esta panorámica general es más fácil internarnos en la doctrina agredana sobre la intercesión de María.

31 MCD 1, 220; 11, 28 y 105. 32 MCD 11 , 728. 33 MCD 1, 250.

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Il. Fundamentos doctrinales de la intercesión de María

A través de la MCD, concebida desde el punto de vista descriptivo como una «Historia Divina», emerge con todos sus privilegios y prerroga­tivas la singular figura de María «creada y formada desde el principio en una gracia perfectísima y suprema, ya que el Altísimo la había elegido, según una providencia especial, para ser Archivo de sus misterios y sacra­mentos» 34. En virtud de su predestinación como futura Madre de Jesucris­to, su dignidad es única y solamente inferior al orden de la unión hipos­tática. La Virgen Santísima está asentada, según escribe la Venerable, in montibus sanctis35• Si la maternidad divina es la suprema dignidad des­pués de la unión hipostática, lógicamente se sigue que el grado de gracia que a Ella le corresponde es inferior tan sólo al de la humanidad de Cris­to, pero incomparablemente superior al de las demás criaturas. Tal es el sentido de esta afimación agredana: «Mayor proporción tuvieron las gra­cias y dones de María Santísima con las de su dilectísimo Hijo, · y éstas con las perfecciones divinas, que todas las vinudes y santidad de los santos con la de esta soberana reina de las virtudes»36•

En consecuencia se va a guiar en todas sus reflexiones y discursos sobre la Virgen por un sencillo principio tan iluminador como fecundo en apli­caciones: «Bajó adornada y preparada por Dios, que la dio todo lo que quiso darla y quiso darla todo lo que pudo, y pudo darla todo lo que no era ser Dios, pero lo más inmediato a la Divinidad»37.

los fundamentos doctrinales sobre los que se apoya la intercesión de María pueden reducirse en la M CD a los siguientes:

a) Es Madre del Creador; Madre de Cristo y Madre de Dios. b) Es Madre de todos los redimidos: maternidad espiritual. e) Es Mediadora de nuestra reconciliación salvífica entre Dios y los

hombres. d) Es Reina del Universo.

Sobre estas bases de solidez indestructible construye la Venerable su majestuoso edificio de la MCD en el que destellan de manera admirable todas las grandezas marianas. El centro focal de atención será siempre la

34 MCD I, 222 ; III, 643 . 3 5 MCD I , 98-99; 276-279. 36 MCD I, 586. 37 MCD I, 252 .

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divina maternidad, no sólo entendida como «escudo de la verdadera fe» sino también como la clave esencial de todas sus profundas reflexiones y el hilo conductor que engarza todo :su mensaje espiritual.

Puede producir extrañeza que Sor María de Jesús no se detenga en ningún pasaje de su obra para explicar expresamente el hermoso título con que la designa. Unicamente lo usa al exponer el capítulo 21 del Apo­calipsis, donde prefiere concebir a Jerusalén como el símbolo de la Madre de Dios por ser el centro y escenario de las maravillas del Altísimo. Con­juntamente es además la «mística ciudad de refugio» en la que todos los hombres pueden encontrar su salvación apreciando cómo la Virgen contri­buye soteriológicamente a nuestra restauración en calidad de Reina y Madre de piedad 38.

La nueva imagen tan repetida de nuevo cielo, nueva tie"ª' nueva je­rusalén sirve a la autora para darnos una rica síntesis de su visión panorá­mica de la Madre de Dios. Tres vienen a ser los motivos que justifican la ·existencia de la Santísima Virgen en el segundo lugar de los decretos divi­nos: a) ontológico en cuanto María queda convertida en criatura interme­dia entre Cristo y los hombres, es decir, «como la suprema pura criatura y más inmediata a Cristo y en El a la divinidad»39; b) generacional en cuan­to que es «ordenada y concebida» para una excelsa y singular función ma­terna. Esta misión explica que se desborde sobre Ella «el ímpetu del río de la divinidad y sus atributos», según exigía su altísima dignidad de Madre del Verbo Encarnado: «porque sin la madre y tal madre no se podía de­terminar con eficaz y cumplido decreto esta temporal generación»4º, y c) ejemplarista, que implica la necesidad existente en nuestra naturaleza dé­bil de un ef emplar acabado «de quien pudieran los hombres y los ángeles ser discípulos»41.

Al ocupar la Santísima Virgen, dentro de la escala cósmica de los se­res, un lugar equidistante o intermedio entre el orden de la unión hipos­tática y el conjunto de las demás criaturas, más merece ser admirada que descrita42 • Lo cual no obsta, en el fulgurante cuadro de sus cualidades y perfecciones contempladas por la Venerable con creciente admiración y embeleso, a su condición de hija de Eva y criatura preservativamente redi-

38 MCD 1, 249-253 ; 270-275, 297. Cfr C. SoLAGUREN, Introducción, LVII y ss. 39 MCD 1, 57 ; 42 . 4o MCD 1, 52 , 58. 41 MCD 1, 525. 42 MCD 1, 43.

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mida: Este cristalino jaspe tiene sombras porque es hija de Adán, y es pura criatura, y todo lo que tiene de resplandor del sol de la divinidad es participado, y aunque sol divino, no Jó es por naturaleza, mas por partici­pación y comunicación de su gracia; criatura es, formada y hecha por la mano del mismo Dios, pero para ser Madre suya43 •

Veamos ahora, a grandes rasgos, uno de los fundamentos donde des­cansa la universal función intercesora de María. Seleccionamos algunos de los abundantes textos que se nos ofrecen en la MCD.

A. Madre de Cristo y Madre de Dios: divina maternidad

Si examinamos las Introducciones que la Madre Agreda pone a las tres partes de su magna obra, captaremos pronto la significativa insistencia con que alude a la divina maternidad como primer título y prerrogativa . de Nuestra Señora. Son muchas las expresiones, circunloquios y referen­cias al más esencial privilegio dogmático de la Virgen. Es cierto que al pri­mer título une casi habitualmente otros más, aunque siempre en distinto plano. Espiguemos algunos pasajes más importantes.

1. Y como los fieles hijos de la Iglesia debemos confesar que todos los mortales .... son insuficientes, ignorantes y mudos para empresa tan dificultosa como explicar o escribir los escondidos misterios y magníficos sacramentos que el poderoso brazo del Altísimo obró en aquella criatura que, para hacerla Madre suya, la hizo mar im­penetrable de su gracia y dones, y depositó en Ella los mayores te­soros de su divinidad 44 •

2. El Señor apiadándose de mi deliquio y por sola su misericordia, me dijo: No desmayes, hija y esposa mía, que para perdonarte y purificarte de tus culpas yo te aplicaré mis infinitos merecimien­tos, y la sangre que por ti derramé; anímate a la perfección que deseas con la imitación de la vida de mi Madre Santísima 45.

3. Porque la Madre de tu Esposo y Reina de los cielos de nuevo te adopta por su Hija, te admite por discípula y se constituye por tu Madre y Maestra; y por su intercesión recibes tan singulares favo­res ... ¿Qué fuera, alma, de ti, si no es por la Madre de piedra? Ya hubieras perecido si su intercesión te faltara . . . 46.

43 MCD I, 269. 44 MCD, I, Introducción, 2. 45 MCD I, Introducción, 16. 46 MCD I , Introducción, 22.

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4. Y reconociéndome yo tan inepta como soy para cumplir con esta obligación, la misma Reina clementísima me ofreció de nuevo su favor y enseñanza para todo lo que el Altísimo me mandaba y des­tinaba .. . En el nombre del Señor y de la obediencia puse las ma­nos en esta obra para gloria del Altísimo y de su Madre santísima y siempre inmaculada Virgen María 47.

5. Y dije arriba que esta Sabiduría es el Verbo humanado, que con su Madre santísima estaba presente, cuando en su mente divina determinaba Dios la creación de todo el mundo; porque en aquel instante no sólo estaba el Hijo con el eterno Padre y el Espíritu Santo en unidad de la naturaleza divina, pero también la humani­dad que había de tomar estaba en primer lugar de todo lo criado, prevista e ideada en la mente divina del Padre, y con la humani­dad de su Madre Santísima que la había de administrar de sus purísimas entrañas . . . Miraba el Señor con sumo agrado y benevo­lencia estos dos retratos de los originales que había de criar a su tiempo .. . 48 •

6. Las obras que se quedan dentro del mismo Dios no necesitan de la cooperación de criaturas, que no pueden tener parte en ellas, ni Dios puede esperarlas para obrar ad intra; pero en las obras ad extra contingentes, entre las cuales la mayor y más excelente, fue hacerse hombre, no la quiso ejecutar sin la cooperación de María Santísima y sin que Ella diese su libre consentimiento, para que con Ella y por Ella diese este complemento a todas sus obras que sacó a la luz fuera de sí mismo, para que le debiésemos este bene­ficio a la Madre de la Sabiduría y nuestra Reparadora. Consideró y penetró profundamente esta gran Señora el campo tan espacioso de la dignidad de Madre de Dios para comprarle con un fiat . . . Quedó esta Divina Señora en la posesión de Madre del mismo Dios con tales privilegios, que cuantos he dicho hasta ahora y diré adelante, no son aún los menos de su excelencia ni mi lengua lo puede manifestar49.

7. Adora el ser de Dios con profunda reverencia y alábale por lo que conoces de su bondad. No recibas la luz y gracia en vano, y sírvate

47 MCD II , Introducción, 3 1 . 4s MCD 1 , 134-137. 49 MCD II , 136-137, 140.

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de ejemplar y estímulo lo que hizo mi Hijo santísimo , y yo a su . imitación como lo has conocido, pues siendo verdadero Dios y yo Madre suya porque en cuanto hombre era criada su humanidad santísima, reconocimos nuesto ser humano y nos humillamos y confesamos la divinidad más que ninguna criatura puede comprender50 • .

8. Y con esta disposición, en el término de aquel divino rapto, dio �l mundo la eminentísima Señora al Unigénito del Padre y suyo, y nuestro Salvador Jesús, Dios y Hombre verdadero . . . Y este benefi­cio fue el mayor que recibió la fidelísima y dichosa Madre de su Hijo, hombre y Dios verdadero, no sólo porque desde aquella hora fue continuo por toda su vida, pero porque fue el ejemplar vivo de donde ella copió la suya con toda la similitud posible entre la que era pura criatura y Cristo hombre y Dios verdadero5 1•

En los precedentes textos · aparece con claridad hasta qué extremo la divina maternidad está siempre presente en la obra agredana como el pri­mer fundamento doctrinal de la intercesión de María.

B. Es Madre de los hombres: maternidad espiritual

Cuando la Venerable emprende la ardua tarea de escribir «la vida de esta fénix de las obras de Dios»52 que es María, se remite a un in�scrutable designio divino: «El mismo Señor sabe por qué y para qué a mí , la más vil criatura, me despertó , llamó y levantó , me dispuso y encaminó, me obli­gó y compelió a que escriba la Vida de su digna Madre , Reina y Señora nuestra»53 • Para encauzar el desbordado torrente de ideas se vale inge­niosamente de una fecunda línea directriz en torno a la cual organiza la Mística Ciudadde Dios: Cristo y con El María, en unión indisociable , es el centro no sólo de la economía salvífica sino también de toda la creación 54 • Tanto la divina maternidad como esta condición de ser «Socia Redemptoris» la convierten en Madre espiritual de todos los hombres. En tres capítulos de la I Parte glosa la Madre Agreda el texto del Apocalipsis (21,1-8) sobre la visión del cielo nuevo, la nueva tierra y la nueva Jerusa-

50 MCD II, 155. 5 1 MCD II , 475-48 1 . 52 MCD I , Introducción, 2 . 5 3 MCD I , Introducción, 3 . 5 4 C. SüLAGUREN, Introducción, LVIII .

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lén, aplicando mariológicamente el importante pasaje de San Juan 55. Es uno de sus textos predilectos esgrimidos para cimentar la maternidad que ostenta la Virgen sobre todos los hombres. El cielo nuevo, la nueva tierra y la Jerusalén nueva representadas por María , le confieren una dignidad maternal sobre todos los redimidos . La narración agredana abunda en finísimos conceptos de los que extractamos algunas muestras.

1 . Esta dulce Madre fue María Santísima , que desde la primitiva Igle­sia , cuando nacía en los tiernos hijos de la ley de gracia , .les co­menzó a dar dulce leche de luz y doctrina como piadosa Madre; y hasta el fin del mundo continuará este oficio con sus ruegos en los nuevos hijos que cada día engendra Cristo Nuestro Señor con los méritos de su sangre y por los ruegos de la Madre de la Misericor­dia. Por ella nacen , ella los cría y alimenta y ella es dulce Madre , vida y esperanza nuestra , el original de la que nosotros tenemos , el ejemplar a quien imitamos , esperando por su intercesión conse­guir la eterna felicidad que su Hijo santísimo nos mereció y los auxilios que por ella nos comunica, para que así la alcancemos56.

2. ¡Qué fuera, alma, de ti , si no es por la Madre de piedad? Ya hu­bieras perecido si su intercesión te faltara . . � Conocí que la Madre de la gracia , María Santísima, estando presente al trono de la divi­nidad , intercedía y pedía por mí. Con aquel amparo alenté mi confianza y valiéndome de la clemencia de tal Madre me volví a Ella y la dije solas estas palabras : Señora Mía y mi refugio , aten­ded como Madre verdadera a la pobreza de vuestra esclava 57 •

3 . Mirad esta maravilla de su liberal misericordia y por ella le bende­cid y alabad eternamente.. . buscad , buscad el amparo de María Santísima, solicitad su intercesión y la sentiréis Madre de inefable misericordia y clemencia. Convertirme también a esta poderosísima Reina y la dije : Ea, Señora mía, ya no me llamaré huérfana, pues tengo madre, y madre Reina de todo lo criado; ya no seré ignoran­te si no por mi culpa, pues tengo maestra de la divina sabiduría; no pobre, pues tengo dueña que lo es de todos los tesoros del cielo y tierra; ya tengo madre que me ampare , maestra que me enseñe y me corrija , señora que me mande y me gobierne58 •

55 MCD 1, 248-309. (Capts . Í7-18). 56 MCD 1, 5 12. 51 MCD 11 , 25. 5s MCD 11 , 28-29.

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4. Pondera bien ... los anhelos que tienes de ser mi discípula y que yo sea tu Maestra , seguirme e imitarme como hija fiel a su madre ... Tengo Madre, Maestra , Reina y Señora que me amparará y cuidará de mi aflicción 59.

5 . ¡Oh dulcísima y hermosísima Madre de la hermosa dilección y ca­ridad, todas las naciones te conozcan, todas las generaciones te bendigan, todas las criaturas te magnifiquen y alaben! Tú sola eres la perfecta , tú sola la dilecta, tú sola la escogida ... Lleguemos todos los míseros hijos de Eva a este sol para que nos ilustre y en­cienda. Lleguemos a esta Madre para que nos reengendre en amor. Lleguemos a esta Madre para que nos enseñe a tener el amor , dilección y caridad hermosa y sin defectos60•

6. Y así fue que las acciones de tan profunda humildad y culto con que la Señora trató y recibió a Cristo como Salvador , infundió en los discípulos nueva admiración, devoción y reverencial temor con el diyino Maestro, y para adelante les sirvió de ejemplar y dechado de religión; con que vino a ser María Santísima desde luego Ma­estra y Madre espiritual de los discípulos de Cristo , en la materia más imponante del trato familiar con su Dios y Redentor ... No ig­noras carísima que soy Madre piísima y que admito y recibo con maternales entrañas a todos los que con ferviente y devoto afecto quieren ser mis hijos y siervos de mi Señor , y cori los impulsos de caridad que su Majestad me comunicó , y los brazos abiertos los abrazaré y seré su intercesora y abogada 6I .

7. Por amparo, madre, consoladora y abogada vuestra os dejo en mi lugar a mi Madre a quien habéis de oír y obedecer en todo. Y así como os tengo dicho que quien a mí me viere verá a mi Padre , y el que me conoce le conocerá también a El , ahora os aseguro que quien conociere a mi Madre me conocerá a mí, y el que a ella oye a mí oye, y el que la obedeciere me obedecerá a mí y me ofenderá quien la ofendiere y me honrará quién la honrare a ella. Todos vo­sotros la tendréis por madre, por superior y cabeza 62 .

8 . Admirándome yo de esta grandeza de María purísima y que ella fuese la medianera y la puerta para todos los predestinados, se me_

59 MCD II, 603-604. 60 MCD I, 528. 61 MCD II, 1.028 , 1 .03 1 , 1 .032 . 62 MCD II , 1.505.

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dio a entender que este beneficio corespondía al oficio de Madre.

de Cristo y al que como Madre había hecho con su Hijo santísimo y con los hombres . . . Y el entrar en una ciudad por una puerta franca y patente es tan fácil que sí alguno dejare de entrar, no será por falta de puertas , sino porque él mismo se detiene y no se quiere poner en salvo . ¿ Qué dirán aquí los infieles , herejes y paga­nos? ¿Qué los malos cristianos y obstinados pecadores ? Si los teso­ros del cielo están en manos de nuestra Madre y Señora, si ella nos llama y nos solicita por medio de sus ángeles y si es ·puerta y muchas puertas del cielo , ¿ cómo son tantos los que se quedan fuera y tan pocos los que por ellas entran?63 .

Otros muchos textos podrían aducirse sobre la maternidad espiritual de María en la MCD. De todos ellos vale la misma advertencia: no se de­tiene Sor María de Agreda a analizar el contenido doctrinal ni se preocupa de ofrecer de manera explícita los textos bíblicos y pruebas dogmáticas de este . atributo mariológico . Le interesa particularmente el aspecto ascético muy propio de una obra de edificación , donde lo más importante es des­cubrir la hondura de la espiritualidad de M�ría. Cabe afirmar, sin hipér­bole , que desde el capítulo 16 de la primera parte (I ,238) la maternidad espiritual de la Virgen resplandece de manera obvia como un sencillo ma­gisterio configurador. En el epígrafe habitualmente conclusivo «Doctrina que me dio la Reina del cielo», la Venerable condensa en vivas pinceladas la principal enseñanza de la Virgen que exhorta a Sor María llamándola «Hija mía».

C. Mediadora de nuestra reconcilit.r.ción salvífica entre Dios y los hombres

En el mismo título de la M CD aparece el hondo sentido de la me­diación mariana que tiene la autora . Llama a Nuestra Señora «restaurado­ra de la culpa de Adán y Medianera de la gracia». A este propósito es útil advertir que el uso de principios y figuras bíblico-marianas apuntan a una clara dirección : mostrar cómo la Virgen ha mediado salvíficamente entre Dios y los hombres . Si en virtud dd libre consentimiento expresado en el fiat de la Encarnación el Altísimo ha hecho de María su tabernáculo y mo-

63 MCD I, 125.

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rada consagrándola como compañera ��en la forma que pudo»64, incoando consecuentemente la misión salvífica de la elegida por Madre de Dios , en numerosas figuras y comparaciones amplía el concepto que encierra esta colaboración de María a la economía salvadora del Señor. Ella es , en efec­to, la tenaza de oro que arranca del fuego de 1a divinidad la poderosa ascua que ha de purificar el mundo65 . Es la espiga fértil traída de Egipto, portadora de un nutritivo trigo capaz de alimentar a muchos66 • Es la mujer por antonomasia del Génesis que aplastará la cabeza de la serpien­te y por cuya humildad entrará en d mundo la vida y la salud de los mortales67 •

El sentido soteriológico que rezuma toda la narración agredana a par­tir de la ejemplaridad de María , hace que la encarnación se conciba no ya sólo como «sacramento de fe» sino también como «sacramento de amor», · en el que la Virgen está siempre indinada a favorecer a los hombres68 • Todas las descripciones agredanas sobre la mediación salvífica de la Vir­gen son una clara secuela y aplicación del principio mariológico de aso- . ciación: María es signo mediador entre Dios y los hombres por su divina maternidad y por su maternidad espiritual . Ocupando en la escala de los seres un lugar intermedio entre la unilón hipostática y las demás criaturas , reconcilia lo que había sido desunido por el pecado de Adán y de Eva. Perteneciendo a la misma naturaleza de Adán, en Ella queda renovada y vivificada la masa terrena pecadora. fa función mediadora de la Virgen, en la magna obra de nuestra reconciliación salvífica , posee un doble ran­go: ontológico-maternal y ejemplarista-dinámico. Aportamos tan sólo unos breves datos:

1. En esta bendita tierra se renovó toda la demás restante de los hijos de Adán, pues por la tierra de María bendita , y con ella y en ella quedó bendita, renovada y vivificada la masa terrena de Adán . . . Por esto la llama [San )uan] ]erusalén nueva porque todos sus do­nes, grandezas y virtudes son nuevas y causan nueva maravilla a los santos; y nueva, porque fue después de todos los padres anti­guos, patriarcas y profetas y en ella se cumplieron y renovaron sus clamores, oráculos y promesas ; y nueva, porque viene sin el_ conta-

----64 MCD 1, 255, 275, 298. 65 Cfr Is. 6,6; MCD 11 , 88. 66 Lev 23, 10; MCD 11, 457 . 67 Gen 3 , 15; MCD I, 92 . 6s C. SoLAGUREN, Introducción, LXIV; MCD 11, 137.

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gio de la culpa y desciende de la gracia por nuevo orden suyo y le­jos de la común ley del pecado ; y nueva porque entra en el mun­do triunfando del demonio y del primer engaño, que es la cosa más nueva que en él se había visto desde el principio69 .

2 . Y de tal suene había de habitar Dios en este tabernáculo, que del mismo tomase la forma humana en la cual había de ser morador en el mundo y habitar con los hombres y ser su Dios para ellos y ellos pueblo suyo como herencia de su Padre y también de su Madre . . . Nosotros somos los pequeñuelos y enfermos que necesi­tamos de regalo y favores de nuestro Padre y Hermano; venga en el tabernáculo de su Madre y nuestra, tome forma de carne huma­na de sus virginales entrañas , encúbrase la divinidad y viva con no­sotros; tengámosle tan cerca que sea nuestro Dios y nosotros su pueblo y su morada ?o .

3 : Y el que estaba asentado en el trono di.fo: advierte que todas las cosas hago nuevas (Apoc 2 1 , 5). Esta voz salió del que estaba senta­do en el trono, porque él mismo se declaró por anífice de todos

· los misterios de la nueva ley del Evangelio . Y comenzando esta novedad de cosa tan peregrilna, y no pensada de las criaturas, como lo fue encarnar el Unigénito del Padre y darle Madre virgen y purísima, era necesario que si todo era nuevo no hubiese en su Madre santísima alguna cosa vieja y antigua; y claro está que el pe­cado original era casi tan antiguo como la naturaleza, y si lo tu­viera la Madre del Verbo humanado, no hubiera hecho todas las cosas nuevas 7 1•

4. Y asegúralo más diciendo: Yo soy Alfa y Omega, la primera y últi­ma letra que_ como principio y fin encierro la perfección de todas las obras, porque si les doy principio es para llevarlas hasta la per­fección de su último fin. Y _así lo haré por medio de esta obra de Cristo y María, que por ella comencé y acabaré todas las obras de la gracia, y llevaré a mí y encarninaré a mí todas las criaturas en el hombre, como a su último paradero y centro donde descansan 72 •

5 . Pero en decir SanJuan que la Ciudad Santa María tenía un grande y alto muro, entendió este beneficio que hizo Dios a su Madre

69 MCD 1, 247 , 250. 70 MCD 1, 254-255. 71 MCD 1, 257. n MCD 1, 259.

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constituyéndola por sagrado refugio , amparo y defensa de todos los hombres , para que en ella lo hallasen todo , como en ciudad fuerte y segura muralla contra los enemigos , y como a poderosa Reina y Señora de todo lo criado , y despensera de los tesoros del cielo y de la gracia, acudiesen a ella todos los hijos de Adán. Y dice que era muy alto este muro , porque el poder de María purísima para vencer al demonio y levantar a las almas a la gracia es tan alto , que es inmediato al mismo Dios 73 .

6 . Admirándome yo de esta grandeza de María purísima y que ella fuese la medianera y la puerta para todos los predestinados , se me dio a entender que este beneficio correspondía al oficio de Madre de Cristo y al que como Madre había hecho con su Hijo santísimo y con los hombres . . . Y así como ella cooperó a la pasión y dio a su Hijo en que padeciese por el linaje humano, así también el mismo Señor la hizo participante de Ia dignidad de redentora, y le dio los méritos y fruto de la redención , para que ella los distribuyese , y que por sola su mano se comunicasen a los redimidos . ¡Oh admi­rable tesorera y depositaria de Dios , qué seguras están en tus divi­nas y liberales manos las riquezas de la diestra del Omnipo­tente ! 74 .

7. Para que nadie de los mortales tenga excusa en ningún lugar del mundo , ni en ninguna generación ni nación de él , pues a todas partes hay no una puerta, sino tres puertas . Y el entrar en una ciudad por una puerta franca y patente es tan fácil , que si alguno dejare de entrar, no será por falta de puertas , sino porque él mis­mo se detiene y no se quiere poner en salvo . ¿Qué dirán aquí los infieles , herejes y paganos? ¿ Qué los malos cristianos y obstinados pecadores ? Si los tesoros del cielo están en manos de nuestra Seño­ra y Madre , si Ella nos llama y nos solicita por medio de sus ánge­les y si es puerta y muchas puertas del cielo , ¿cómo son tantos los que se quedan fuera y tan porns los que por ellas entran? 75 .

8 . Conoció l a gran Señora todo este sacramento , y con severidad apa­cible , dijo a los criados que servían a las mesas : haced lo que mi Hijo ordenare On 2 , 5 ) . En las cuales palabras , a más de la

73 MCD I, 272. 74 MCD I , 275. 75 MCD ibid .

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sabiduría que suponen de la voluntad de Cristo que conocía la prudentísima Madre , habló como Maestra de todo el linaje huma­no , enseñando a los mortales que para remediar todas nuestras ne­cesidades y miserias , es necesario y suficiente de nuestra parte ha­cer todo lo que manda el Sefior y los que están en su lugar . Tal doctrina no pudo salir menos que de tal Madre y Abogada que , deseosa de nuestro bien y como quien conocía la causa que sus­pende o impide el poder divino para que no haga muchas y muy grandes maravillas , quiso proponernos y enseñarnos el remedio de nuestras menguas y desdichas , encaminándonos a la ejecución de la voluntad del Altísimo, en que consiste todo nuestro bien 76.

Por los pasajes agredanos citados , a modo de escueto índice , queda de manifiesto cómo se concibe la intervención de Nuestra Señora en la recon- · ciliación salvífica. Los términos para definir su múltiple mediación son muy variados y responden a un eje inspirador de la autora , quien nos muestra a María · en la plenitud del curso temporal de su vida como río caudaloso del océano de la divinidad77, de cuya rica corriente formada por «tantos dones , gracias , favores , virtudes , santidad y merecimientos» nos beneficiamos todos .

D. Reina del Universo

En la encendida pluma de la Venerable , rara vez se separan los títulos «Reina y Madre», acompañados de los más selectos adjetivos que se acu­mulan en . un ritmo creciente , dado el hondo sentido de la trascendencia de la Virgen que ella experimenta. Así se prodigan a cada paso las expre­siones «Señora, Reina y Madre nuestra», «Reina y Señora», «Poderosa Reina y Señora», «Nuestra Reina», «Reina del cielo», «amantísima Reina y Señora», «divina Señora». En el capítulo final de la tercera parte de la M CD (III , 77 5 -785) , Sor María Agreda nos narra deliciosamente cómo fue coronada María santísima por Reina de los cielos y de todas las criaturas, confirmándole grandes privilegios en beneficio de los hombres 78 •

En una viva descripción presenta la gloriosa apoteosis de la Virgen que «siempre asiste a la diestra de su Hijo como Reina, Señora y Dueña de

76 .MCD II , 1 .040. 77 .MCD III , 595. 78 .MCD III, 775 SS.

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todo lo criado, extendiéndose su dominio hasta donde llega el de su mis­mo Hijo, aunque por otro modo» 79 . Delante de la realeza de María , la Venerable permanece casi extasiada, advirtiéndose la dulcedumbre de su estilo reverente y obsequioso cuando intenta describir la imagen de la Vir­gen coronada por la Trinidad que se le muestra como «Madre, Amparo, Protectora y Abogada». Nada sorprende que en determinadas lecciones recibidas de Nuestra Señora, Sor María prorrumpa en una petición ar­diente que viene a constituir como una conmovida «protes�a de fidelidad». Veamos tan sólo un ejemplo: «Reina y Señora de todo lo criado, yo quisiera alcanzar la pureza y virtud de los espíritus soberanos , para que esta parte inferior que agrava el alma , fuera presta en cumplir esta celestial doctrina; grave soy y pesada para mí misma , pero con vuestra intercesión y el favor de la gracia del Altísimo, procuraré , Señora, obedecer a vuestra voluntad y suya santísima , con prontitud y afecto del corazón; no me falte vuestra intercesión y amparo y la enseñanza de vuestra santa y altísima doctrina»8º.

En otras ocasiones, el · título de realeza y dominio universal de María -asociada a su Divino Hijo- es la culminación de una plegaria progra­mática donde la autora se autorretrat:a reflejando los vínculos que la unen a María: Miradme pues, Señora como a hi/a, enseñadme como a discípula, co"egidme como a sierva y compeledme como a esclava . . . Reina y Señora de todo lo creado81 •

En la visión apocalíptica de Juan Evangelista (Ap 2 1 ,9- 18) , tal como aparece en el comentario agredano , en un solo párrafo se repite por cuatro veces el título de «Reina»82 • En la última parte de su obra, la Vene­rable presenta a la Virgen en la meta y plenitud de perfección. Y es preci­samente en el contacto con el Señor Resucitado donde la corriente fiel de su vida llega al remanso final, como acertadamente resume Solaguren examinando un importante pasaje83 . María antes de la ascensión de Jesús es investida -en una de las «asunciones corporales» de que nos habla la autora- ante los ángeles y santos , con el título de Reina de todo lo criado en el cielo y en la tie"ª·

19 MCD 111, 776. 80 MCD 1 , 360. 81 MCD 1 , 243 . 82 MCD 1 , 273 . 83 MCD 11 , 1 .470.

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Para la escritora mística de Agreda, la realeza universal de María sobre todas las criaturas es palmaria consecuencia de sus privilegios dogmáticos -Inmaculada Concepción, divina maternidad, y gloriosa asunción sobre todo- manifestándose como el broche de oro con que el Altísiffio clausu­ra su obra maestra .

Desde la vertiente ascética, especialmente en los epílogos finales -«Doctrina que me dio la Reina del cielo»-, el título real se yuxtapone al de Madre y al de Maestra. He aqüí cómo suplica la fiel correspondencia a las gracias marianas: «Tú sembraste la semilla santa en mi terreho cora­zón; guárdala y foméntala, Madre, Señora y Dueña mía, para que dé fru­to centésimo . . . Encamíname hasta el final, mándame como Reina, ensé­ñame como Maestra y corrígeme como Madre»84 • Cerramos este apartado con un bello texto agredano significativamente revelador de cómo armo­niza nuestra autora la función de los diferentes títulos marianos. En una densa síntesis nos brinda, con términos de sencilla comprensión, el conte­nido doctrinal de los que ella trata. Merece ser subrayada la función ecle­sial de estos privilegios puesto que son desempeñados en y para la Santa Iglesia :

«Todos los oficios y títulos honoríficos que tenía María santísima en la Santa Iglesia, de Reina, de Señora, de Madre, de Gobernadora y Maestra de los demás, se los dio el Omnipotente, no vacíos como los dan los hombres, sino con la plenitud y gracia sobreabundante que cada uno pedía comunicarle. Este colmo era de manera, que como Reina conocía toda su monarquía y lo que se extendía; como Señora sabía a dónde llegaba su dominio; como Madre conocía todos sus hijos y familiares de su casa, sin que nin­guno se le ocultase por ningún siglo de los que sucederían en la Iglesia; como Gobernadora conocía a todos los que estaban por su cuenta; y como Maestra llena. de toda sabiduría estaba muy capaz de toda la ciencia con que la Santa Iglesia en todos los tiempos y edades había de ser gobernada y enseñada, mediante su interce­sión, por el Espíritu Santo, que la había de encaminar y regir hasta el fin del mundo»85 .

84 MCD 111, 790. ss .MCD III, 611.

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111. Cualidades de la intercesión mariana

Frecuentemente la Virgen es invocada y llamada en la MCD como Madre de la Iglesia, Madre de lo s hombres, aunque por su fidelidad he­roica como «Coadjutora del Redenton , al pie de la cruz , esté situada en el vértice mismo de la humanidad redimida. Con suprema razón Ella es la Primera Redimida. La maternidad eclesial de María y su actividad mater­na en favor de todos sus hijos siempre se ejerce en total dependencia de Cristo . La intercesión mariana es la principal manifestación de su incesan­te función materna y le corresponde por el lugar que ocupa según los de­signios del Altísimo . Se comprenderá mejor la índole de esta intercesión si tenemos en cuenta que la Iglesia «fue parto de María santísima, no sólo porque parió al mismo Cristo sino también porque con sus méritos y dili­gencias .parió a la misma Iglesia debajo de esta santidad y rectitud , y la crió el tiempo que vivió Ella en el mundo cooperando con Cristo en las obras de la redención»86 • La insistencia agredana en señalar a la Virgen como Coadjutora del Redentor87 nos hace ver una de las claves para en­tender la intercesión de María, verdadero centro de interés y convergencia en todas sus disquisiciones . Cabe decir que la Venerable no acierta a bal­bucir las grandezas de Nuestra Señora sino cuando mira a Ella como Madre de clemencia y misericordia . Sería tan prolijo como monótono citar sus innumerables expresiones ungidas de filial ternura al exponer su po­derosa intercesión y valimiento .

Por otra parte el pensamiento mariológico de la Venerable debe co­nectarse con la corriente doctrinal de :su tiempo, como justamente advier­te Aperribay, para quien los autores del siglo XVII distinguen tres mo­mentos en la escatología mariana: la muerte y resurrección de María , su asunción ai cielo y el oficio de medianera como reina y señora de la creación 88 • La obra capital de Sor Agreda está perfectamente concebida , extraordinariamente madurada y sorprendentemente relacionada en todas sus partes , dentro de un plan superior unitariamente pensado . Su autora . meticulosa hasta el extremo , no ha dejado cabos sueltos , esforzándose por ofrecer al lector la más completa imagen de la Virgen . A través de las «tres

86 MCD III, 517; cfr 523 , 680-681. 87 MCD II , 787, 1. 021, 602, 782. 88 Cfr B. APERRIBAY, La muerte y la asunción de la Virgen en /oJ repreJentantes de la

mariología franciscano-española, Actas dell Congreso mariano franoscano español , Madrid, 21-26 de octubre de 1947, pp . 263-264.

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introducciones» a cada una de las partes se perfilan las líneas definitorias de su integral semblanza materna abierta siempre a la acogida protectora . Espiguemos algunas expresiones :

-Acudí con esta aflicción a la Reina mi Señora como a refugio singu­lar de todos mis cuidados . . . 89 "

-Con la virtud de la divina gracia despertáis de nuevo los corazones fieles , y los lleváis a Vos , fuente de piedad y de misericordia 90 .

-Ya hubieras perecido si su intercesión te faltara91 • -Conocí que la Madre de la gracia . . . estando presente al trono de la

divinidad, intercedía y pedía por mí92 • -¡Acción de Reina liberalísima y poderosa ! Convertíame a mi Inter­

cesora y deseando me admitiese por esclava . . . 93 . -Conocí que la Madre de la gracia . . . estando presente al trono de la

divinidad , intercedía y pedía por mí92 • -Buscad, buscad el amparo de María Santísima , solicitad su interce­

sión y la sentiréis Madre de inefable misericordia y clemencia94 . -Porque me favoreció su liberal misericordia [de Dios] dándome a

Vos, Reina mía, por Madre y Maestra . . . Y reconociéndome yo tan inepta como soy para cumplir con esta obligación , la misma Reina clementísima me ofreció de nuevo su favor95 .

-Buscábale [remedio] contra ellas [tentaciones] en la Madre de la Vida, y determiné pedirle con instancias y veras su favor como a único y último refugio de los necesitados y afligidos . . . 96.

En el apresurado florilegio destaca lo que supone para la vida espiri­tual de la Venerable la eficaz y segura intercesión de María . En realidad , todas las páginas de la «Historia Divina» rezuman la misma idea santa­mente obsesiva , y unificadoramente directriz , de todo el mensaje que anhela transmitirnos por una especial inspiración de la que se declara hu­mildemente sierva y mandataria . Partiendo de la intercesión de María como irrenunciable atributo materno de mediación misericordiosa perfec-

s9 MCD, Introducción, 7 . 90 MCD, Introducción, 13. 91 MCD, Introducción, 22. 92 MCD II, Introducción, 25 . 93 MCD II, Introducción, 26. 94 MCD 11, Introducción, 28. 95 MCD 11, Introducción, 29, 31. 96 MCD III, Introducción, 7.

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tamente acorde con el lugar que la Virgen ocupa en el Cuerpo Místico, Sor María de Agreda se detiene, con particular consolación, en describirnos el «cómo» de esta intercesión, es decir, sus características distintivas, tales como ella las recoge de los autores y tratados de su tiempo, añadiendo las personales experiencias místicas y el fruto de pacientes consultas, doctas conversaciones y provechosas prédicas. Y a desde él principio nos anticipa lo que desea el Señor de ella al inspirarle la redacción de la Mística Ciudad de Dios: «Quiero abrir a todos una puerta para que por ella entren a mi misericordia, y darles una lucerna para que se alumbren en . las tinieblas de su ceguedad . . . No quiero dejar de ponerles delante esta mística ciudad de refugio; descríbela y dibújala como tu cortedad alcan­zare»97. Fiel a esta gran idea, enumera, sin proponérselo explícitamente, las cualidades de que está provista la intercesión mariana.

1. Intercesión universal

Para la Venerable los términos de «mediación» e «intercesión» son to­talmente sinónimos. A lo más los usa con leves matices diferenciadores, entendiendo alguna vez por «mediación» la dignidad del privilegio en sí, mientras la «intercesión» significaría el ejercicio o actuación de dicho atri­buto. Hacemos esta advertencia sin ánimo de analizar exhaustivamente este aspecto ciertamente secundario en nuestro estudio. Digamos en síntesis que en el lenguaje agredano la Virgen refleja su condición de Me­diadora intercediendo ininterrumpidamente por los hombres.

Sor María de Agreda es tributaria de una convicción mariológica muy arraigada ya entre sus contemporáneos : el·· culto y la invocación a María es­tán indisolublemente ligados a la función mediadora e intercesión univer­sal de la Virgen. Cuando la llama Madre de misericordia se está apoyando en tres sólidos pilares a los que hicimos referencia en el apartado anterior : su triple condición de Madre universal, Mediadora entre Dios y los hombres, y Reina de todo lo creado . Por lo demás la idea más obsesiva­mente repetida en la MCD versa sin discusión sobre la intercesión de María, a quien Dios ha elegido para madre suya y remedio universal de todos98 , como fuente de la vida «por cuyo medio la pudiésemos alcanzar»99. Entre las muchas metáforas utilizadas para describir el poder

97 MCD 1, 9- 10. 98 MCD 11 , 1.098. 99 MCD 1, 264 .

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de intercesión, Sor María prefiere la de puerta en todo instante abierta para que todos los hombres puedan acercarse sin excepción a la divina misericordia 100• Ella es puerta para la misericordia y puerta de misericor­dia: las puertas de la misericordia de María Santísima nunca estuvieron ni estarán ceTTadas 101 • No sólo está inclinada para favorecernos «con entrañas de clemencia» 1º2 , sino que es Madre de clemencia 103 . Siendo «Medianera única del linaje humano y despensera de los tesoros de la divinidad por su Hijo unigénito»104 , ningún mortal tiene excusas si no recibe sus merce­des: si es puerta y muchas puertas del cielo, ¿cómo son tantos los que se quedan fuera y tan pocos los que por ella entran? 105 .

Intercediendo por los hombres ejierce maternalmente toda su pacien­cia y mansedumbre 106 hasta el venturoso extremo de que todos puedan tenerla «por Madre y por Intercesora» 107. La contemplativa soriana no se cansa de escuchar a la que por tantos motivos ostenta el dulcísimo título de «Madre de piedad» 108 , al mismo tiempo que acumula en iluminados párrafos las razones que concurren en María para pedir por todos los fieles: Esta es la Reina de todo lo criado en el cielo y en la tieTTa, es la Pro­tectora de la Iglesia, Señora de las c1·ú-1turas, Intercesora de los fieles, Abo­gada de los pecadores, poderosa para inclinar la voluntad divina a la cle­mencia y a la misericordia io9 . En ocasiones estalla mediante frases admira­tivas , al ponderar las arcanas excelencias de la poderosa intercesión de María : «Oh misterios tan venerables cuanto levantados! ¡ Oh secretos de la Majestad altísima , dignos de toda reverencia ! No fue sin misterio poner Dios en su elección de esta única y piadosa Madre el socorro de sus hijos, los fieles»11º.

La inspirada Cronista . de la Virgen no emplea literalmente la expre­sión «omnipotencia suplicante» o la suplicante todopoderosa, pero el sen­tido de innumerables frases tiene idéntico fondo. Pudo muy bien haber asimilado diversos testimonios patrísticos leídos en los florilegios y obras

100 MCD I, 1 1. 101 MCD I, 308. 102 MCD II , 973 . 103 MCD II, 1. 1 12. 104 MCD I, 297 . 105 MCD I, 275. 106 MCD II, 1 . 140. 101 MCD II , 1 .265. 1os MCD II, 1 .519 . 109 MCD II , 1.501 . 100 MCD II , 1.524 .

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de espiritualidad en los que hablando de la protección intercesora de María aluden a un poder igual a su querer1 1 1 , o a la fórmula menos acer­tada de una supuesta autoridad maternal sobre Dios mismo (materna in Deum auctoritate) empleada por algunos Padres 1 12 • En estilo retórico, es­tas audaces expresiones conservan siempre su sentido ortodoxo. Un co­mentario agredano glosando el texto de Apoc 2 1 ,2 1-22 confirma el equilibrio y unción con que define el alcance de la intercesión de la Virgen 1 1 3 •

2. Intercesión personal

María no sólo interviene por todos los fieles y por todos los redimidos sino que se preocupa por rogar en favor de cada uno en particular . No es una mera cuestión de matices : Sor María pone especial empeño en acen­tuar e�te aspecto bien evidente para mostrar que ninguna criatura como

. singularidad le es ajena como tampoco le es indiferente nada que pueda afectar a dicha criatura en el plano trascendente de su eterna salvación. Veamos dos ejemplos. Cuando la Venerable habla de sí misma lo hace con edificante humildad y no ahorra ningún dictamen descalificador de su persona, «mujer simple, por su condición la misma ignorancia y fla­queza, y por sus culpas más indigna». A pesar de ello nos narra sus cuitas, problemas y congojas acudiendo en sus aflicciones «a la Reina, mi Señora, como a refugio singular de todos mis cuidados»1 14 • Un impresionante dato autobiográfico de carácter místico nos evidencia esta intercesión per­sonal: «Co�ocí que la Madre de la gracia María Santísima, estando pre­sente al tróno de la divinidad intercedía y pedía por mí» 1 15 • Experimenta un hondo consuelo al sentir que la Virgen intercedía por ella cómo por la menor de las criaturas l l6.

Cuando en el capítulo 11 de la primera parte (1 , 1 34- 163) describe la virtud de la fortaleza que tuvo María en la pasión, afirma: «Sola María es-

111 A través de las fuentes litúrgicas y ascéticas pudo conocer los· textos de San Juan Damasceno (Hom. in Annnciat, B. V. Deip. ,, P. G. 96, 647) o de San Germán de Cons­tantinopla: In Ingressum S. S. Deiparea, serm. 2 , P. G. 98, 320. La gran capacidad recep­tora y asimilativa de la Venerable le hace acuñar fórmulas aparentemente originales en las que late habitualmente la enseñanza tradicional de la Iglesia.

1 12 Cfr S. Germán de CONSTANTINOPLA, Sermo de Dormitione B. V. , PG 98, 394 y 354; «Non enim quidquam. est quod, te intercedente , fieri non possit>.

1 13 MCD III, 3 1 . 1 14 MCD, Introducción, 7 . 1 15 MCD, Introducción, 25 . 1 16 MCD, Introducción, 28.

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tuvo inmóvil y aparejada para recibir a Judas y a los fariseos y sacerdotes, si después de haber crucificado a Cristo nuestro Señor se volvieran a la Madre de piedad y de misericordia» 1 1 7 • En el capítulo 1 3 de la segunda parte (11 , 5 13-529) sobre la entrega y prendimiento en el huerto, se repite la misma idea al decirnos que el divino Maestro «por intercesión de su Madre Santísima envió al corazón del traidor discípulo nueva y clarísima luz>1 18 •

La intercesión maternal de María por cada una de sus criaturas ad­quiere en algunos pasajes agredanos tonalidades de delicada intimidad y exquisita dulzura: «Si lo hicieres como debes, yo seré tu estrella y te guiaré por las sendas del Señor para que con velocidad camines hasta ver y gozar en Sión de la cara de tu Dios y sumo bien» 1 19. Por lo demás resulta obvio que hablar de una solicitud de Nuestra Señora en favor de cada uno de sus hijos y redimidos es tan sólo una explicación de su poder uni­versal ele intercesión que no tiene otros límites sino los puestos por Dios mismo. La Madre de la gracia y de la misericordia intercede sin cansarse jamás por todos y cada uno de los pecadores ante su divino Hijo: ante los ruegos «dulces, ardientes y eficaceSlL> de tal Madre 12º, las almas reciben riadas de auxilios que el Señor ha dispuesto concedernos a través de . tan solícita y liberal Intercesora. Sor María de Jesús quiere infundir en todos los lectores una firmísima convicción: que la Virgen está. muy cerca de cada cristiano ayudándole en sus luchas cotidianas para asegurar la victo­ria. Desde esta vertiente el mensaje agredano es consolador y estimulante. Al repetir constantemente que es Madre nuestra, enseña que nos dio al Autor de la vida y que nos conduce a El como puerta perennemente abiena de salvación. Su intercesión universal y personal es consecuencia inmediata de la maternidad espiritual , real y efectiva.

3. Intercesión eficaz

Cuida mucho la autora de la MCD de explicar, en numerosos lugares, que la intercesión de María no deja. de ser eficaz en la parte que a Ella corresponde dada su caridad materna. El único óbice a la eficacia de sus ruegos procede únicamente de la ciega obstinación del pecador 121 • Si

m MCD 1, 575 . 1 1s MCD 11, 1 . 227 . 1 19 MCD 11, 563. 120 MCD III, 50. 121 MCD 11, 1 .086.

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-como ya dijimos- no hemos advertido ni una sola vez una referencia a la «omnipotentia supplex» de la Virgen, hay en cambio expresiones sinó­nimas de las que se desprende, en su conjunto, idéntico significado. La lastimosa compasión le hace prometer el perdón a los pecadores que lo desean, así como su generosa intercesión para alcanzarlo 122• La Venerable pone en labios de Nuestra Señora palabras de consolación interior obteni­da «con mi intercesión y con la divina gracia» 123 • Por dos veces consecuti­vas alude a la «poderosa intercesión» de María expresando pleonástica­mente su admirable eficacia amparadora dada la excesiva necesidad que tendrá la Iglesia . . . para vencer al mundo, al demonio y a la carne124 •

Ningún ardid diabólico podrá prevalecer jamás «contra lo que María Santísima quiere y puede para sus devotos» 125 • La Madre Agreda se complace en mostrar cuán dulce y suave es la eficaz intercesión de la Vir­gen diciéndonos de qué manera desea el Señor «oír la voz y los clamores amorosos de su amantísima Madre» en favor de todos sus hijos 126 • Tan efi­ciente es esta ayuda materna que pone en evidencia su inmenso corazón de Intercesora: tanto y tal es el amor que tiene a los hombres y lo que so­licita su salud eterna 127.

De acuerdo con la d0<;trina de muchos Padres y Doctores de la Iglesia la eficacia de esta intercesión mariana entraña un tiple estadio: dispositivo (en el «fiat» de la Encarnación), perfectivo (en el «stabat» al pie de la cruz) y ministerial en . cuanto se encarga de distribuir , por designio divino cada una de las gracias y méritos a cada uno de nosotros. La eficacia sobrenatu­ral de la intercesión de María , Amparo y Abogada nuestra128 , tiene en la mente de la Venerable una traducción concreta: alcanzar la madurez de la vida cristiana y no ser párvulos en la perfección y santidad, antes bien adelantados y perfectos en la escuela del divino Maestro 129. La mediación eficaz de María consiste además en enseñar a las almas lo más seguro y elevado de la perfección que es la «perfecta imitación» de la Virgen Bo .

122 MCD II, 1 .458. 123 MCD 11, 1 .465 . 124 MCD III, 33 . 12s MCD III, 168 . -126 MCD III, 258 . 127 MCD III, 295 . 12s MCD II, 250. 129 MCD 11, 1 .493 . 130 MCD UI, 9.

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A cada alma que experimenta este auxilio materno le dice María por boca de la Venerable: «Hallarás propicio a tu Señor , liberal al Altísimo, misericordioso a tu Criador y amoroso a tu dulce Esposo y Redentor»m . Mediante la eficaz intercesión de la Virgen , Ella , como Maestra de vida espiritual , nos enseñará a practicar las virtudes en lo poco y en lo mucho, en lo grande y en lo pequeño «porque el obrar en todo con perfección siempre es cosa grande» 132.

4. Intercesión continua

Para la V. Agreda es una verdad mariológica inconcusa que permane­cen, sin cesar y sin eclipse , los auxilios salvíficos de María de igual modo que permanece su maternidad espiritual de la que proviene como el agua de la fuente. La razón es bien persuasiva: la indefectible continuidad de la intercesión de Nuestra Señora se basa en que no deja jamás de influir en nuestra regeneración espiritual. Hasta el fin del mundo continuará el dulce oficio de Intercesora , porque si Cristo engendra cada día nuevos hi­jos con los méritos de su sangre , «por Ella nacen, Ella los cría y alimenta y Ella es dulce Madre, vida y esperanza» m . Ciertamente, las misericordias derramadas por Dios a través de la intercesión de María son continuas y esta indefectible permanencia de su actitud favorecedora colma a todos los cristianos de júbilo: «Obró [Dios] estas maravillas con su dignísima Madre para que en tales maravillas le cono_zcamos y alabemos en Ella, y por Ella entendamos cuán segura tenemos toda nuestra esperanza y nuestras suertes en manos de tan poderosa Reina» 134 •

Esta continua intercesión corresponde a una función permanente que dimana también de su universal realeza. Para esto supuesta la divina ma­ternidad , la ha elegido el Altísimo : Serás Reina y Señora de todos los mortales para mandar y detener la muerte y conservar la vida. $.erás Em­peratriz y Señora de la Iglesia militante, su Protectora, su Abogada, su Madre y su Maestra m . María continúa intercediendo sin ninguna posible pausa para remediamos , socorrernos y encaminarnos a la vida eterna 136• Todos los oficios de Madre, Amparo, Protectora y Abogada los cumple

131 MCD II, 1 .464. 132 MCD II , 1 .052 . rn MCD 1, 5 12 . 134 MCD III, 1 19 . m MCD III, 778. 136 MCD III , 783 .

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María puntual y copiosamente m . De manera fidelísima y verdadera nos asiste en todo momento invitándonos a seguir sus pisadas que con tanta claridad pone delante de nuestros ojos 138 .

La intercesión mariana está ornada, por consiguiente, para la V. Agre­da, de esas cuatro cualidades, entre otras : universal, personal, eficaz y continua. Por ello «hablar a María» en la vida espiritual es encontrar la Santa Ciudad de las doce puertas y doce margaritas (Apoc 2 1 ,2 1-22): «El que llegare a esta ciudad santa de María para entrar en ella por fe, espe­ranza, veneración, piedad y devoción , hallará la preciosa margarita que le haga dichoso, rico y próspero en esta vida, y en la otra bienaventurado por su intercesión» 1 39 . En un admirable párrafo de contenido denso y de fino arranque literario Sor María de Agreda resume lo que es, lo que hace y lo que concede la poderosa intercesión de la Virgen. Se trata de una exégesis de Apoc 2 1 , 4, con un claro sentido mariológico :

«Porque esta gran Señora viene por Madre de la gracia, de la misericordia, del gozo y de la vida, ella es quien llena al mundo de alegría, quien enjuga las lágrimas que introdujo el pecado que co­menzó de nuestra Madre Eva. Es la que convirtió el luto en regoci­jo, el llanto en nuevo júbilo, los clamores en alabanza y gloria, y la muerte del pecado en vida, y para quien la buscare en ella. Y a se acabó la muerte del pecado y los clamores de los réprobos y su do­lor irreparable, porque si antes se acogieran los pecadores a este sagrado, en él hallaran perdón, misericordia y consuelo» l4o .

IV. Condiciones para merecer la inte!rcesión de la Virgen

La Cronista de Nuestra Señora enumera cuatro principales: a) volverse hacia María, es decir, acudir a Ella; b) solicitar su intercesión; c) confiar fi­lialmente en Ella; d) Imitar sus virtudes. Para no prolongar prolijamente e�·

t·as páginas, exponemos de manera sumaria dichas condiciones o dispo­

s1c10nes.

131 MCD III, 784 . 138 MCD III, 799. 139 MCD III, 3 1 . 140 MCD III, 20.

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1. ª . Volverse hacia María acudiendo a su amorosa Persona

En la mente de la Venerable este volver los ojos hacia María añade algo más personal al recuerdo ocasional o esporádico que hace a un devo­to de la Santísima Virgen traerla a su pensamiento. Examinando la «Doctrina» comunicada por la Reina del cielo , tal como aparece en la par­te conclusiva de cada capítulo, encontramos toda una espiritualidad ma­riana basada en el recurso habitual a María , en un acto filial de escucha , sumisión y seguimiento. Se trata de volverse hacia la Madre para vivir en intimidad con Ella. Y esa es la fuerza de muchas expresiones autobiográ­ficas : Me volví a Ella y la dije a solas estas palabras . . . 141• A continuación formula una petición donde resume su filial compromiso de amor y servi­cio a la Señora. Volverse a María , en la mente agredana, significa tomar alientos para vivir con mayor intensidad la filiación y servidumbre, al mis-

. mo tiempo que exige una disponibilidad generosa para cuanto la Madre celestial inspire. Requiere además el efecto del corazón 142 como factor in­tegrante de una genuina devoción mariana, en la cual tiene parte impor­tante la afectividad y no el sentimentalismo estéril y transitorio -de que nos habla el Concilio en la Const. Lumen Gentium, cap. VIII, n. 67 .

Acudiendo a la Virgen de la manera que aconseja Sor María se incre­mentan las relaciones personales con Ella, haciéndose más asequible la consecución y el ejercicio de las virtudes. Desentrañando lo que significa la expresión «convertirse con afecto íntimo del corazón a María Santísima» 143, hallamos en definitiva estos datos o disposiciones: 1) orien­tar la vida�tristiana hacia su Persona:; 2) propósito firme de vivir consagra­dos a su amor y servicio; 3) vivir la propia espiritualidad de modo cma­rieforme». Sería muy útil comparar la terminología afectiva de la autora con la de otros tratadistas de su siglo . En todo caso, es muy revelador que la mística concepcionista guarde babitualmente un prodigioso equilibrio · entre la comunicación de sus ideas - y la efusión de sus sentimientos , siempre al servicio de su elevado ideal mariano.

Hay un párrafo final de la MCD en el - que volverse a María equivale a tomar lúcida conciencia de su intercesión eficaz en favor de los que más la necesitan. La voz que escucha Sor María es casi apocalíptica: «Venid que se acaba el tiempo y se cerrarán las puenas, porque vuestros pecados

141 MCD II, 25 . 142 MCD 1 , 360. 143 MCD 1, 302 .

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echan candados a la misericordia. Venid luego y daos priesa, que sola esta intercesión los detiene, y sola Ella es poderosa para solicitar vuestro reme­dio y alcanzarle»144 .

2. " Confiar filialmente en la Virgen

Corre parejas con el recurso a María la confianza que entraña acudir a su auxilio. La V. Agreda nos viene a decir de múltiples maneras: Tal es nuestra confianza cual es nuestra devoción y tal es nuestra devoción cual es nuestra confianza. La llave de oro con que violentamos dulcemente su liberal largueza es nuestro ánimo firme e inquebrantablemente con­fiado. Si estamos hondamente persuadidos de su protección y amparo materno y mantenemos una actitud de incesante afecto y amoroso cuidado 145 conseguiremos alcanzar sus gracias, llegando a saborear y po­seer el maná escondido que nos ofrece 146, sobre todo el don codiciado de una íntima comunicación ·y familiaridad con el Altísimo 147 . Sor María re­pite, por activa y por pasiva que la devoción mariana incluye esencialmen­te una filial e ilimitada confianza como primera premisa para invocarla en toda necesidad espiritual o materiaL Si falla esta confianza o es débil, nuestro recurso a la Madre del Señor no nos reportará los frutos ansiados. Pero si el alma estampa en sí su viva imagen de Reina liberalmente mag­nánima compelida por su propia maternidad a favorecernos 148, se hará en seguida partícipe de los tesoros y gracias que tan dadivosamente distribu­ye, porque las mercedes que la Virgen nos alcanza son los mismos favores que recibió del Altísimo para ser Madre de demencia y de misericordia 149.

Mediante la confianza filial en María todos están llamados a enri­quecerse de sus dones y bendiciones . Ella es árbol de inmensa grandeza, fecundidad y hermosura. La Cronista de la Virgen nos invita a querer aprovecharnos de los dones que nos brinda: Venid, venid todos, que ya su fruto está en sazón para gustarle 15°.

144 MCD III, 804 . 145. MCD 1, 1.032. 146 MCD III, 2 . 141 MCD III, 8 . 148 MCD III, 790. 149 MCD III, 27 . 150 MCD III, 808.

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3. ª Solicitar su intercesión

Dadas las anteriores condiciones o disposiciones , parece superfluo alu­dir a este requisito incluido en ambos. Lo desglosamos para mostrar brevísimamente la importancia de esta súplica dirigida a María «con gran­des instancias y veras»15 1 , como se expresa la autora: «Advierte que esta Princesa honra a los que la honran, enriquece a los que la buscan, ilustra a los que la lustran y defiende a los que en ella esperan; y para hacer con­tigo estos oficios de Madre singular y usar de nuevas misericordi?S , te ase­guro que espera y desea que la obligues y solicites su maternal amor» 152 • En la medida de nuestros clamores insistentes se hará presente la Virgen con sus eficaces remedios m .

A través de las páginas de la MCD, destinadas , como quedó dicho, para seguro alimento espiritual de los lectores a quienes la V. Agreda de­sea poner en íntimo contacto sobrenatural con Nuestra Señora , se advierte constantemente, como grato efluvio, la fuerza de la oración mariana. Es un. aviso continuo y una garantía de resultados seguros en la vida cris­tiana. Es como la atmósfera que los bautizados han de respirar habitual­mente. Al sublime oficio de Mediadora deben corresponder fielmente nuestros filiales ruegos solicitando su gran valimiento. Es tan cierta , tan satisfactoria y plena la respuesta de la Virgen a sus fieles devotos que nun­ca se hará esperar. De aquí que quepa concluir: «En ningún tiempo ni ocasión se halló frustada la esperanza de los que en la gran Madre de la gracia la buscaron. Siempre remedió y socorrió a todos cuantos no resis­tieron a su amorosa clemencia»154.

4. ª Imitar sus virtudes

Solamente muy de pasada tocamos este punto ampliamente tratado en un estudio presentado en el IX Congreso Mariológico Internacional de Malta, año 1983 . Para Sor María de Agreda, después de la conversión del corazón y la obediencia a Jesucristo , el aspecto imitativo entra como esen­cial ingrediente en la devoción mariana en cuanto condición ascética sine qua non, para merecer el pleno patrocinio. No se concibe en la MCD una verdadera devoción a la Virgen si ésta no es realmente imitacionista.

15 1 MCD III, 7 . 152 MCD 1 , 306 . 153 MCD 1, 413 . 1 ;4 MCD III, 709.

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Los textos saltan a borbotones como un suave martilleo. Es preciso obser­var a María Madre y Modelo para imitar en lo posible sus virtudes, para aprender , asimilar y copiar su estilo de pensar , sentir , hablar y obrar. Po­cas ideas tan trilladas por nuestra autora como la urgente necesidad de imitar a Cristo en la dulce escuela de María 155 , ya que la imitación ma­riana es camino y cumbre de la santidad cristiana. Imitar a María desde el principio de la conversión hasta las últimas fases de la unión mística trans­formante, significa haber hallado la preciosa margarita del Evangelio y sa­berla valorar a lo largo de la vida como el mayor y el más valioso tesoro 156 •

Puesto que la Virgen desea enseñarnos lo más santo y perfecto de la vida cristiana hay que atender con atenta mirada interior a todas sus vir­tudes y obras 157. En Ella tuvieron todas las virtudes su última y más aca­bada perfección 158. La perfecta imitación mariana es la coordenada central de la ascética desde la perspectiva del pensamiento agredan o . En todos los textos de la MCD resuena la voz dulcísima de María Madre y Maestra es­piritual de las almas . A cada una le repite el mismo consejo: no hay con­secución efectiva de virtudes si no hay imitación de María 159. La vida de María es el «arancel» de que hemos de valernos para alcanzar la santidad 160. Es la ·«ardiente lucerna» encendida en el corazón de todo creyente 161 , el «camino real» y tesoro escondido 162 • La imitación de las vir­tudes de la Virgen se cifra en «amar y padecer con suma perfección» 163 , ocupándose por completo de identificarse con Ella 164. Todo el mensaje de la mística concepcionista se sintetiza en saber tener a la Virgen como Madre y Maestra, dejándonos enseñar interiormente, por su magisterio configurador con la Persona de su Hijo 165.

Examinando despacio las cualidades de esta imitación se advierte que debe ser voluntariosa, sumisa, delicada, · asimiladora y cristiforme. Esta imitación implica una actitud profundamente vivencia} y se adquiere ab intus, desde dentro, en presencia continua del modelo viviente que nos

1 55 MCD 11, 1 .086; 578-579. 156 MCD 1, 503 SS. 157 MCD 1, 238. 15s MCD 1, 483 . 1 59 MCD 11, 312 . 160 MCD 11, 466. 161 MCD 11 , 806. 162 MCD 11, 1 .078 . 163 MCD 11, 1 . 222 . 164 MCD 11, 1 . 508 . 165 MCD 111, 18 .

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habla, nos guía y nos influye. El alma que imita a la Virgen oye a María, siente A María y vive siempre con María. Tal es en esencia la imitación mariana enseñada en la MCD con redoblada insistencia .

V. Valoración conclusiva

Cuanto más se penetra y se analiza el pensamiento espiritual de la contemplativa soriana , tal como se refleja en la MCD, queda mejor con­firmada una elemental conclusión: la devoción mariana es consustancial a la vida cristiana. La espiritualidad basada en el conocimiento, amor , servi­cio e imitación de la Virgen es segura, maciza , exigente y fecunda . La Ve­nerable Agreda no se aparta un ápice (dejadas a un lado determinadas opiniones de la escuela escotista asumidas por ella , al verse influida por confesores franciscanos) de las enseñanzas del Magisterio eclesiástico pro� fesadas en su época . Tiene verdadera obsesión de fidelidad doctrinal que resalta como nota distintiva permanente .

A través de las páginas de la MCD descubrimos una rigurosa acesis centrada fundamentalmente en fa imitación de Jesucristo y de su santísima Madre . Esta ascética mariana ·busca la identificación de María como ejemplar de suma santidad y se vale de una metodología didáctica muy concreta . Si el culto de imitación de la Virgen es la médula de la es­piritualidad agredana, la interce-sión de María es fundamento, trasfondo, motor y clave de tan deseada imitación. Si podemos imitarla -nos dice la eximia concepcionista- es porque Ella ruega continuamente por nosotros alcanzándonos con su eficaz mediación las gracias actuales que nece­sitamos.

Hemos visto los fundamentos , cualidades y condiciones de la interce­sión mariana. Aunque desde el punto de vista literario la MCD es una obra original sin que resulte tarea fácil detectar las posibles fuentes inme­diatas de información, su contenido doctrinal conecta con las corrientes

� de su tiempo, notablemente maravillosista en la piedad cristiana y hasta en la misma teología 166 • Ella es tributaria de todo lo que se enseña y se defiende en el siglo XVII. Su pensamiento teológico sobre la mediación de María y su constante intercesión como Madre de la Iglesia, es correcto y en algún punto hasta enriquecedor. Más todavía: cabe afirmar que se

166 C. SOLAGUREN, ibid. , Introducción, UII.

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adelanta con notable clarividencia a muchas enseñanzas posteriormente confirmadas y proclamadas por la Iglesia en su magisterio ordinario y extraordinario, resultando por ello una iluminada Precursora.

Piénsese, por ejemplo, en lo que supone afirmar que María fue como esbozo y figura de la Iglesia, puesto que «en ella se ensayó Cristo Reden­tor del mundo para fabricar la Iglesia santa» 167 • Compárense por otra par­te las relaciones de la Virgen con la Trinidad, con Cristo y con la Iglesia, así como la densa doctrina imitacionista, con las orientaciones pontificias de Pablo VI en su Exhortación Maria/is cu/tus. Compárense las expre­siones y títulos de mediación prodigados por la V. Agreda con los que ex­pone el Vaticano 11 -Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora 168- y observaremos un perfecto paralelismo . Finalmente, por lo que respecta a los elementos integrantes de la genuina devoción, hay una admirable coincidencia total entre el capítulo VIII de la Lumen Gentium y los inspi­rados textos agredanos donde se habla insistentemente de la veneración, amor, gratitud, invocación e imitación como elementos esencialmente constitutivos de la devoción a la Virgen. Sea suficiente advertir que la mística soriana se complace en llamarla «Madre y Maestra de la Santa Igle­sia», que es la expresión predilecta de los últimos Papas.

Si hoy se nos propone como doctrina ordinaria, que María es «la prime­ra y la más perfecta discípula de Cristo», conviene recordar que esta expresión fue empleada con frecuencia y delectación por la autora de M CD, hace ya casi tres siglos y medio .

Como reflexión conc1usiva de nuestro estudio deseamos subrayar el acierto teológico del título puesto a su genial obra por la monja escritora de Soria, que con polícromas pinceladas supo describir la intercesión de Nuestra Señora en favor de todos los redimidos. Título justo y bello a juicio del cardenal De Lubac que examinó la M CD desde el ángulo patrístico l69. En la medida en que se va conociendo con más precisión to­da la doctrina espiritual de Sor María qe Jesús, queda también más per­fectamente justificado por qué llamó a la Virgen Mística Ciudad de Dios y por qué la intercesión mariana a través de tan hermoso como sugeridor título adquiere mayor relieve y tonalidades atractivas. En efecto, cuantos franqueen los muros de esta santísima Ciudad con la ayuda de la · misma Señora tienen garantizada su salvación eterna.

167 MCD U, 482 . 168 Const. Lumen Gentium, 68. l69 H. DE LUBAC, Méditation sur l'Eglise, París, 1954, pp . 277, nota 19.

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Oigamos como epílogo fin� de qué manera describe la Venerable la fonaleza de esta ciudadela divina donde caben todos los redimidos y en la que Dios ha agotado de algún modo su poder: «El muro que defendía y encerraba esta ciudad santa de maría Santísima era tan alto y grande cuanto lo es el mismo Dios y su omnipotencia infinita y todos sus atributos, porque todo el poder y grandeza divina y su sabiduría inmensa se emplearon en guarnecer a esta gran Señora» 17º . Por otra parte María se declara además nuestra deudora, pues le dimos motivo en el pecado origi­nal para que el Altísimo dispusiera su nueva economía salvífica en la que entraba la función soteriológica de la nueva Eva: «Debo a los hombres, en pane, la ocasión que han dado a mi incomparable dicha, pues por ellos soy Madre del Verbo humano posible y Redentor de todos. No les negaré mi amor, mi cuidado y desvelo para su remedio» 171 •

110 MCD III, 27 . m MCD 11 , 482 .

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