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    NORMAN FINKELSTEIN

    LA INDUSTRIADEL HOLOCAUSTO

    Reflexiones Sobre la Explotacin

    del Sufrimiento judo

    Edicin Original: 2000Edicin Electrnica: 2008

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    Norman Finkelstein: Resea Biogrfica

    Norman Gary Finkelstein naci el 8 dediciembre de 1953 en los EE.UU. Esprofesor universitario y autor de variasobras, especializado en asuntosrelacionados con el judasmo, Israel y elsionismo y el conflicto en Medio Oriente.

    Graduado de la Binghamton University,recibi su Ph.D en Ciencias Polticas de laPrinceton University. Ha escalado todas las

    posiciones acadmicas en el Brooklyn

    College, Rutgers University, HunterCollege, New York University, y msrecientemente, DePaul University, endonde fue Profesor asistente de 2001 a2007. En una decisin que ha generado unaamplia controversia, Finkelstein fueexcluido de la Pertenencia a DePaul en junio de 2007, siendo colocado en cargosadministrativos para el ao acadmico 2007-2008 y cancelados sus tres cursos. Afirmque se declarara en desobediencia civil si se perpetuaban los intentos por alejarlo de susestudiantes. El 5 de septiembre de 2007 anunci su renuncia a la Universidad bajotrminos no revelados.

    Finkelstein escribi sobre las experiencias de sus padres durante la Segunda GuerraMundial. Su madre, Maryla Husyt Finkelstein, hermana de un padre judo ortodoxo quecreci en Varsovia, Polonia, vivi en el Ghetto de Varsovia y conoci el campo deconcentracin de Majdanek y los campos de trabajos forzados de Czestochowa ySkarszysko Kamiena. Su primer marido muri durante la guerra. Ella consideraba que elda de su liberacin fue el da ms horrible de su vida, ya que estaba sola en el mundo

    puesto que ninguno de sus familiares haba logrado sobrevivir a las penurias del ghetto.

    Su padre, Zacharias Finkelstein, sobrevivi tanto al Ghetto de Varsovia como al Campo

    de concentracin de Auschwitz.

    Finkelstein creci en la Ciudad de New York. En sus memorias, registra que, comojoven, se identificaba profundamente con la molestia de su madre, testigo de lasatrocidades genocidas de la Segunda Guerra Mundial, y se senta profundamentemolesto con la carnicera que estaba produciendo Estados Unidos en Vietnam. Ademsde la influencia de su madre, sus lecturas de Noam Chomsky lo convencieron de lanecesidad austera de mantener sus puntos de vista intelectuales en persecucin de laverdad.

    Complet sus estudios de pre-grado en la Binghamton University en Nueva York en

    1974, despus de los cual estudi en la cole Pratique des Hautes tudes en Pars. Fue aobtener su Grado de Magister en Ciencia Poltica de la Princeton University en 1980, y

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    ms tarde hizo su PhD en Estudios Polticos, tambin de Princeton. Finkelstein escribisu tesis doctoral en sionismo, y desde all atrajo la controversia, la cual comprometiuna carrera acadmica universitaria. Antes de ganar un empleo acadmico, fuetrabajador social a tiempo parcial con adolescentes conflictivos en Nueva York.Despus, ense exitosamente en Rutgers University, New York University, Brooklyn

    College, y Hunter College y hasta recientemente en la DePaul University de Chicago.

    Finkelstein es conocido por sus escritos crticos sobre el rol de Israel en el conflictorabe-israel y por su afirmacin que el Holocausto est siendo explotado por fines

    polticos pro-Israeles y para financiar a los polticos en desmedro de los realessupervivientes.

    Sus libros han sido empleados como herramientas para revertir una corriente depensamiento acadmica oficiall, contaminada de inexactitudes y, algunas veces, hastafraudulenta.

    El trabajo de Finkelstein ha atrado gran nmero de partidarios y opositores. Algunos desus partidarios son Noam Chomsky, lingista y analista poltico; Raul Hilberg,historiador del Holocausto; Avi Shlaim, partidario de la Nueva Historia israel; y MouinRabbani, jurista palestino y analista. De acuerdo a Hilberg, Finkelstein muestra "corajeacadmico para hablar con la verdad an cuando nadie lo apoye... Podra asegurar quesu lugar en la historia est asegurado, y es de los que a fin al siempre triunfan. Estarentre los triunfadores a pesar del gran costo que le significar."

    (Cf. http://es.wikipedia.org/wiki/Norman_Finkelstein)

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    Agradecimientos

    Colin Robinson, de Verso, concibi la idea de este libro. Roane Carey model misreflexiones en una narrativa coherente, En cada etapa de la produccin del libro measistieron Noam Chomsky y Shifra Stern. Jeniffer Loewenstein y Eva Schweitzercriticaron varios borradores. Rudolph Baldeo ofreci apoyo personal y estmulo. Estoyen deuda con todos ellos. En estas pginas intento representar el legado de mis padres.De acuerdo con ello, este libro est dedicado a mis dos mellizos, Richard y Henry, y ami sobrino David.

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    Introduccin

    Este libro es tanto una anatoma como una denuncia de la industria del Holocausto. Enlas pginas que siguen, argumentar que El Holocausto es una representacin

    ideolgica del holocausto nazi.[1] Al igual que la mayora de las representacionessimilares, sta tiene una conexin, si bien tenue, con la realidad. El Holocausto es unaconstruccin, y no arbitraria sino ms bien intrnsecamente coherente. Sus dogmascentrales sustentan importantes intereses polticos y de clase. De hecho, el Holocaustoha demostrado ser un arma ideolgica indispensable. A travs de su explotacin, una delas potencias militares ms formidables del mundo, poseedora de un horrendo historialen materia de derechos humanos, se ha presentado como un Estado vctima, y elgrupo tnico ms exitoso de los Estados Unidos ha adquirido un estatus de vctima enforma similar. Esta falsa victimizacin genera considerables dividendos

    particularmente inmunidad a la crtica, por ms justificada que sta sea. Y podraagregar que quienes gozan de esta inmunidad, no han escapado de las corrupciones

    morales que tpicamente van con ella. Desde esta perspectiva, el desempeo de ElieWiesel como intrprete oficial del Holocausto no es una coincidencia. Es evidente queno lleg a esta posicin por sus compromisos humanitarios o sus talentos literarios.[2]Wiesel desempea este papel principal ms bien porque articula impecablemente losdogmas del Holocausto y, por consiguiente, sostiene los intereses que le subyacen.

    El estmulo inicial para este libro provino del decisivo estudio The Holocaust inAmerican Life (El Holocausto en la Vida Norteamericana) de Peter Novick al querese para una publicacin literaria britnica.[3] En estas pginas, el dilogo crtico enel que entr con Novick se ha ampliado; de all las numerosas referencias a su estudio.El The Holocaust in American Life es ms una coleccin de golpes provocativos queuna crtica fundada y pertenece a la venerable tradicin norteamericana delmuckraking.[4] Sin embargo, como la mayora de los de su estilo, Novick se concentrasolamente en los abusos ms notorios. Por ms sarcstico y refrescante que sea, The

    Holocaust in American Life no constituye una crtica a fondo. Hay postulados bsicosque no critica. El libro, ni banal ni hereje, est sesgado hacia el extremo controversialdel espectro conocido. Como era previsible, recibi muchos, aunque dispares,comentarios en los medios norteamericanos.

    La categora analtica central de Novick es la memoria. Con toda la actual furia en latorre de marfil, la memoria es con seguridad el concepto ms pauperizado que

    descender de la cumbre acadmica por largo tiempo. Con el obligatorio guio haciaMaurice Halbwachs, Novick apunta a demostrar cmo los conflictos actualesmodelan la memoria del Holocausto. Sola haber un tiempo en el cual losintelectuales disidentes difundan categoras polticas robustas, tales como poder eintereses por un lado, e ideologa por el otro. Hoy, todo lo que queda es el lenguaje

    blando y despolitizado de conflictos y memoria. Sin embargo, dada las pruebas queNovick presenta, el Holocausto es una construccin ideolgica con intereses creados. Sibien la memoria del Holocausto es deliberada, de acuerdo con Novick tambin esarbitraria en la mayora de los casos. Segn su argumento, lo deliberado proviene deun clculo de ventajas y desventajas pero ms bien sin mucha consideracin por . . .las consecuencias.[5] Las pruebas sugieren la conclusin opuesta.

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    Mi inters original en el holocausto nazi fue personal. Tanto mi padre como mi madrefueron sobrevivientes del Ghetto de Varsovia y los campos de concentracin nazis.Aparte de mis padres, todos los miembros de mi familia, en ambas ramas, fueronexterminados por los nazis. Mi primer recuerdo del holocausto nazi, por decirlo as, esel de mi madre pegada al televisor mirando el juicio de Adolf Eichmann (1961) cuando

    yo volva a casa de la escuela. Si bien haban sido liberados de los campos slo diecisisaos antes del juicio, en mi mente siempre hubo un abismo infranqueable que separabaa mis padres de eso. Haba fotografas de la familia de mi madre colgando de las

    paredes de nuestra sala de estar. (Nadie de la familia de mi padre sobrevivi a laguerra). Nunca pude establecer el sentido de mi conexin con ellos, menos todavaconcebir lo que haba ocurrido. Eran las hermanas, los hermanos y los parientes de mimadre; no mis tas, tos y abuelos. Recuerdo haber ledo de nio el The Wall de JohnHersey y Mila 18 de Leon Uris; ambos relatos novelados del Ghetto de Varsovia.(Todava recuerdo a mi madre quejndose de que, enfrascada en The Wall pas de largo

    por la estacin de subterrneo en dnde deba haber bajado en su camino al trabajo). Apesar de que lo intent, no pude ni por un momento dar el salto imaginativo de conectar

    a mis padres, en toda su condicin de gente comn y corriente, con ese pasado.Francamente, sigo sin poder hacerlo.

    La cuestin ms importante, sin embargo, es la siguiente: aparte de esta presenciafantasmal, no recuerdo que jams el holocausto nazi haya invadido mi niez. La

    principal razn de esto fue que a nadie de fuera de mi familia pareci importarle lo quehaba sucedido. El crculo de amigos de mi niez lea mucho y discutaapasionadamente los hechos del da. Y, sin embargo, sinceramente no me acuerdo deningn amigo (o padre de amigo) que haya hecho una sola pregunta sobre lo que mimadre y mi padre haban tenido que soportar. No era un silencio respetuoso. Era simpleindiferencia. A la luz de ello, uno no puede menos que ser escptico frente a losdesbordes de angustia de dcadas posteriores, una vez que la industria del Holocaustoestuvo firmemente establecida.

    A veces pienso que el descubrimiento del holocausto nazi por parte de los judosnorteamericanos fue peor que el haberlo olvidado. Es cierto: mis padres rezongaban en

    privado; el sufrimiento que haban padecido no estaba pblicamente validado. Pero noera eso mejor que la crasa explotacin del martirio judo? Antes de que el holocaustonazi se convirtiese en El Holocausto, slo se publicaron sobre la materia unos pocosestudios acadmicos como el The Destruction of the European Jews (La Destruccin delos Judos Europeos) de Raul Hilberg y memorias comoMans Search for Meaning (La

    Bsqueda del Sentido por el Hombre) de Viktor Frankl y Prisoners of Fear(Prisionerosdel Miedo) de Ella Lingens-Reiner.[6] Pero esta pequea coleccin de perlas es mejorque el contenido de estantes y ms estantes de esos novelones que ahora atiborran las

    bibliotecas y libreras.

    Tanto mi padre como mi madre, si bien revivieron ese pasado hasta el da en quefallecieron, hacia el final de sus vidas perdieron todo inters en El Holocausto comoespectculo pblico. Uno de los amigos de toda la vida de mi padre haba sido, juntocon l, un interno de Auschwitz; un idealista de izquierda aparentemente incorruptiblequien, por una cuestin de principio, se neg a recibir indemnizaciones de los alemanesdespus de la guerra. Ms tarde, en un momento dado, se convirti en el director del

    museo del Holocausto israel, Yad Vashem. A regaadientes y con genuina desilusin,mi padre finalmente admiti que hasta este hombre haba sido corrompido por la

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    industria del Holocausto, acomodando sus convicciones a las necesidades del poder y elbeneficio.

    A medida en que las versiones de El Holocausto adquiran formas cada vez msabsurdas, a mi madre se le daba por citar (con irona premeditada) a Henry Ford: La

    Historia es chchara. En mi casa, especialmente los cuentos de los sobrevivientes delHolocausto todos ex internos de campos de concentracin, todos hroes de laresistencia resultaban blanco de una sarcstica hilaridad. Hace ya mucho tiempo, JohnStuart Mill descubri que las verdades que no estn sujetas a un continuo desafo dejande tener el efecto de la verdad y se convierten en falsedades por exageracin.

    Con frecuencia mis padres se asombraban de mi indignacin ante la falsificacin y laexplotacin del genocidio nazi. La respuesta ms obvia es que se lo ha utilizado para

    justificar las polticas criminales del Estado de Israel y el apoyo norteamericano a esaspolticas. Hay, tambin, motivos personales. Me importa la persecucin de la que fueobjeto mi familia. La actual campaa de la industria del Holocausto de extorsionar

    dinero de Europa en nombre de las vctimas necesitadas del Holocausto ha reducidola dimensin moral del martirio de mis padres al de un casino en Monte Carlo. Peroan aparte de estas consideraciones, sigo convencido de que es importante preservar luchar por la integridad del registro histrico. En las pginas finales de este librosugerir que, estudiando el holocausto nazi, podemos aprender mucho no slo acerca delos alemanes o de los gentiles sino acerca de todos nosotros. No obstante, creo que

    para hacer eso, para realmente aprender del holocausto nazi, hay que reducir susdimensiones fsicas y agrandar sus dimensiones morales.

    Se han invertido demasiados recursos pblicos y privados en monumentalizar elgenocidio nazi. La mayor parte de lo as producido es inservible; no constituye untributo al sufrimiento judo sino al engreimiento judo. Hace ya mucho tiempo quedeberamos haber abierto nuestros corazones a los sufrimientos del resto de lahumanidad. sta fue la principal leccin que me imparti mi madre. Ni una sola vez leescuch decir: no compares. Mi madre siempre comparaba. Sin duda, es preciso hacerdiferenciaciones histricas. Pero el hacer diferenciaciones morales, entre nuestrossufrimientos y los de ellos ya es, en si mismo, una parodia moral. Muy humanamentePlatn observ: No puedes comparar a dos personas miserables y decir que la una esms feliz que la otra. A la vista de los sufrimientos de afroamericanos, vietnamitas y

    palestinos, el credo de mi madre era: todos somos vctimas de holocaustos.

    Norman G. Finkelstein

    Abril 2000 Ciudad de Nueva York

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    Captulo 1:Capitalizando el Holocausto

    Hace algunos aos, en una controversia memorable Gore Vidal acus a NormanPodhoretz editor en aqul momento de Commentary, la publicacin del Comit Judo

    Norteamericano de ser poco americano.[7] La prueba era que Podhoretz le dabamenos importancia a la Guerra de Secesin el gran evento unitario que le continadando resonancia a nuestra Repblica que a los problemas judos. Suceda que, enaqul entonces, era la Guerra Contra los Judos y no La Guerra Entre los Estados loque figuraba de un modo ms central en la vida cultural norteamericana. La mayora delos profesores universitarios pueden confirmar que hay ms alumnos capaces de ubicaral holocausto nazi en el siglo correcto y citar el nmero de muertos que alumnos

    capaces de responder con igual exactitud respecto de la Guerra de Secesin. De hecho,el holocausto nazi es casi la nica referencia histrica que resuena hoy en las aulasuniversitarias. Las encuestas revelan que hay ms alumnos que pueden identificar alHolocausto, que alumnos capaces de identificar a Pearl Harbour o al bombardeoatmico del Japn.

    Sin embargo, hasta hace bastante poco, el holocausto nazi apenas si figuraba en la vidanorteamericana. Entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y fines de los 1960, slo un

    puado de libros y pelculas toc el tema. Haba slo un curso universitario en losEE.UU. dedicado al asunto.[8] Cuando Hannah Arendt publicEichmann in Jerusalemen 1963, tuvo a su disposicin solamente dos estudios acadmicos en ingls sobre loscuales basarse: The Final Solution de Gerald Reitlinger y The Destruction of the

    European Jews de Raul Hilberg.[9] La obra principal de Hilberg, por su parte, apenas sihaba visto la luz. Su mentor de la Universidad de Columbia, el terico social judeo-alemn Franz Neumann lo quiso disuadir enrgicamente de escribir sobre el tema (estu funeral), y no hubo universidad ni editor conocido que quisiera tocar el manuscrito.Cuando termin siendo publicado, The Destruction of the European Jews recibi slounas pocas, mayormente crticas, reseas.[10]

    No slo los norteamericanos sino hasta los judos norteamericanos, incluyendo a losintelectuales judos, le prestaron poca atencin al holocausto nazi. En un confiable

    anlisis de 1957, el socilogo Nathan Glazer inform que la Solucin Final nazi (aligual que Israel) tenan notoriamente poca influencia en la vida interior de la juderanorteamericana.

    En 1961, en un simposio organizado por Commentary sobre Judeidad y losintelectuales ms jvenes, slo dos de treinta y un participantes subray su impacto.De modo similar, el tema fue casi completamente ignorado por una mesa redondaconvocada por el diarioJudaism de 21 judos norteamericanos religiosos sobre el temaMi afirmacin juda.[11] No haba ni monumentos ni recordatorios que hiciesenreferencia al holocausto nazi en los Estados Unidos. Por el contrario, las principalesorganizaciones judas se oponan a una monumentalizacin de esa clase. La pregunta es

    por qu?

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    La explicacin estndar es que los judos estaban traumatizados por el holocausto naziy, por lo tanto, reprimieron el recuerdo del mismo. De hecho, no hay pruebas queapoyen esta conclusin. Sin duda, algunos sobrevivientes ya sea entonces o en aos

    posteriores no queran hablar de lo que sucedi. Sin embargo, muchos otros sdeseaban hablar y mucho y no cesaban de hablar de ello cada vez que se daba la

    ocasin.[12] El problema era que los norteamericanos no queran escuchar.

    La verdadera razn para el silencio pblico sobre el exterminio nazi fueron las polticasconformistas de la dirigencia juda norteamericana y el clima poltico de los EstadosUnidos de postguerra. Tanto en cuestiones domsticas como internacionales, las lites

    judas norteamericanas[13] acompaaban muy de cerca la poltica oficial de los EE.UU.Al hacerlo, facilitaban de hecho los tradicionales objetivos de asimilacin y acceso al

    poder. Con el comienzo de la guerra fra, las principales organizaciones judas saltaron ala lucha. Las lites judas norteamericanas olvidaron el holocausto nazi porqueAlemania Alemania Occidental para 1949 se convirti en un aliado norteamericanode postguerra crucial para el enfrentamiento entre los Estados Unidos y la Unin

    Sovitica. El desenterrar el pasado no serva a ningn propsito til; de hecho, slocomplicaba las cosas.

    Con reticencias menores (pronto descartadas) las principales organizaciones judasnorteamericanas rpidamente se alinearon con los EE.UU. en el apoyo a una Alemaniarearmada y apenas des-nazificada. El Comit Judo Norteamericano (AJC = AmericanJewish Committee), fue el primero en predicar las virtudes del alineamiento, temerosode que cualquier oposicin organizada por parte de los judos norteamericanos a lanueva poltica exterior, o al rumbo estratgico, pudiese aislarlos a los ojos de la mayorano-juda y poner en peligro sus logros de postguerra en el mbito local. El pro-sionistaCongreso Mundial Judo (WJC = World Jewish Congress) y su filial norteamericanadejaron de oponerse despus de firmar un acuerdo de indemnizaciones con Alemania a

    principios de los aos 1950, mientras que la Liga Anti-Difamacin (ADL = Anti-Defamation League) fue la primer organizacin juda importante en enviar unadelegacin oficial a Alemania en 1954. En conjunto, estas organizaciones colaboraroncon el gobierno de Bonn para contener la ola antialemana del sentimiento popular

    judo.[14]

    Hubo an otra razn adicional para que la Solucin Final fuese un tema tab para laslites judas norteamericanas. Los judos izquierdistas, que se oponan al resultado de laGuerra Fra que fue el alineamiento con Alemania en contra de la Unin Sovitica, no

    cesaban de insistir con el tema. El recuerdo del holocausto nazi termin etiquetado decausa comunista. Atrapados por el estereotipo que identificaba a los judos con laizquierda de hecho, los judos representaron un tercio de los votos obtenidos por elcandidato presidencial progresista Henry Wallace en 1948 las lites judasnorteamericanas no vacilaron en sacrificar a congneres judos sobre el altar delanticomunismo. Ofreciendo sus archivos de supuestos judos subversivos a las agenciasdel gobierno, el AJC y la ADL colaboraron activamente en la caza de brujas de la eraMcCarthy. El AJC apoy la pena de muerte para el matrimonio Rosenberg mientras su

    publicacin mensual, Commentary, editorializaba diciendo que los Rosenberg no eranrealmente judos.

    Temiendo una asociacin con la izquierda, tanto dentro como fuera de los EE.UU., lasprincipales organizaciones judas se opusieron a una cooperacin con los

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    socialdemcratas antinazis alemanes, as como al boicot de la industria alemana y a lasdemostraciones pblicas contra ex-nazis de viaje por los EE.UU. Por el otro lado,

    prominentes disidentes alemanes como el pastor Martin Niemller, que haba pasadoocho aos en campos de concentracin y que se opona a la cruzada anticomunista,sufrieron la humillacin de los lderes judos norteamericanos cuando visitaron los

    EE.UU. Ansiosos de agrandar sus credenciales anticomunistas, las lites judas hastaapoyaron financieramente y se inscribieron en organizaciones de extrema derechacomo el All-American Conference to Combat Communism y miraron para otro ladocuando veteranos nazis de las SS ingresaron al pas.[15]

    La judera norteamericana organizada, constantemente ansiosa de congraciarse con laslites gobernantes norteamericanas y disociarse de la izquierda juda, slo invoc elholocausto nazi en un contexto especial: para denunciar a la URSS. Un memorandumdel AJC citado por Novick notaba con entusiasmo: La poltica (antijuda) soviticaabre oportunidades que no deben ser pasadas por alto para reforzar ciertos aspectos del

    programa local del AJC. En forma tpica, esto implicaba asociar la Solucin Final nazi

    con el antisemitismo ruso. Stalin tendr xito all dnde Hitler fracas predijolgubremente el Commentary Terminar eliminando a los judos de Europa Central ydel Este . . . El paralelo con la poltica de exterminio nazi es casi perfecto. Las

    principales organizaciones judas norteamericanas hasta denunciaron la invasinsovitica de Hungra en 1956 como solamente la primera estacin en el camino haciaun Auschwitz ruso.[16]

    Todo cambi con la guerra rabe-israel de 1967. En prcticamente todos los aspectosfue slo despus de este conflicto que El Holocausto se convirti en un deporte de lavida juda norteamericana.[17] La explicacin convencional de esta transformacin esque el extremo aislamiento y la vulnerabilidad de Israel durante la guerra de Juniorevivi la memoria del exterminio nazi. De hecho, este anlisis distorsiona tanto lasrelaciones de poder en Medio Oriente, existentes por aquella poca, como la naturalezade la relacin que se estaba estableciendo entre las lites judas norteamericanas e Israel.

    As como las principales organizaciones judas norteamericanas minimizaron elholocausto nazi en los aos posteriores a la Segunda Guerra Mundial para actuarconforme a las prioridades del gobierno norteamericano en la Guerra Fra, del mismomodo sus actitudes para con Israel siguieron el paso de la poltica norteamericana. Susmayores temores eran que la actitud frente a Israel otorgara credibilidad a la acusacinde doble lealtad. Estos temores se intensificaron a medida en que avanz la Guerra

    Fra. Ya antes de la fundacin del Estado de Israel, los dirigentes judosnorteamericanos manifestaron su preocupacin por el hecho de que la dirigencia israel,que era de izquierda y provena mayormente de Europa Oriental, pudiese unirse al

    bloque comunista. Si bien terminaron abrazando la campaa impulsada por los sionistasen pro de un Estado judo, las organizaciones judas norteamericanas monitorearonatentamente y se ajustaron a las seales de Washington. En realidad, el AJC apoy lafundacin del Estado de Israel principalmente por el temor a que se produjese un revslocal en contra de los judos si se consegua asentar las personas desplazadas de origen

    judo en Europa.[18] Si bien Israel se aline con Occidente poco despus de laformacin del Estado, muchos israeles, tanto en el gobierno como fuera de l,mantuvieron un fuerte afecto por la Unin Sovitica. Como era predecible, los

    dirigentes judos norteamericanos mantuvieron a Israel a prudente distancia.

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    Desde su fundacin en 1948 hasta Junio de 1967 Israel no figur de modo central en laplanificacin norteamericana. Cuando la dirigencia juda de Palestina se prepar adeclarar el Estado de Israel, el presidente Truman vacil sopesando consideracionesdomsticas (el voto judo) y la alarma del Departamento de Estado (el apoyo a unEstado judo alienara al mundo rabe). Para asegurar los intereses de los EE.UU. en

    Medio Oriente, la administracin Eisenhower equilibr su apoyo a Israel con otro porlas naciones rabes, favoreciendo sin embargo a los rabes.

    Los encontronazos de Israel con los EE.UU. sobre cuestiones polticas culminaron en lacrisis del Canal de Suez de 1956, cuando Israel se complot con Gran Bretaa y Francia

    para atacar al lder nacionalista egipcio Gamal Abdel Nasser. Si bien la fulminantevictoria de Israel y su conquista de la Pennsula del Sina llam la atencin sobre su

    potencial estratgico, los EE.UU. siguieron considerndolo tan slo como una posesinregional entre varias otras. De acuerdo con ello, el presidente Eisenhower forz laretirada israel completa, virtualmente incondicional, del Sina. Durante la crisis, losdirigentes judos norteamericanos por un corto tiempo apoyaron los esfuerzos de Israel

    en resistir las concesiones exigidas por EE.UU. pero, al final, como recuerda ArthurHerzberg, prefirieron aconsejar a Israel a ceder (ante Eisenhower) antes que oponerse alos deseos del lder de los EE.UU.[19]

    Poco despus de su constitucin como Estado, Israel prcticamente desapareci delhorizonte de la vida juda norteamericana, excepto como un ocasional destinatario decaridad. De hecho, Israel no era tan importante para los judos norteamericanos. En suanlisis de 1957, Nathan Glazer informaba que Israel tiene notablemente escasainfluencia sobre la vida interna de la judera norteamericana.[20] La cantidad demiembros de la Organizacin Sionista de los EE.UU. de cientos de miles en 1948 caya decenas de miles durante los aos 1960. Slo 1 cada 20 judos norteamericanos quisovisitar Israel antes de Junio de 1967. En su reeleccin de 1956 que ocurriinmediatamente despus de que forz la humillante retirada del Sina Eisenhowerrecibi un apoyo judo an mayor del considerable que ya tena. A principios de los1960 Israel hasta tuvo que soportar un reto por el secuestro de Eichmann de parte desectores de la lite de la opinin juda como Joseph Proskauer, ex-presidente del AJC, elhistoriador de Harvard Oscar Handlin y el Washington Post cuyos propietarios eran

    judos. Erich Fromm opin: el secuestro de Eichmann es un acto de ilegalidad deexactamente la misma clase de que los mismos nazis . . . han sido culpables.[21]

    A lo largo del espectro poltico, los intelectuales judos norteamericanos demostraron

    ser especialmente indiferentes al destino de Israel. Los estudios de los intelectualesjudos neoyorquinos de la izquierda liberal a lo largo de la dcada de 1960 apenas simencionan a Israel.[22] Justo antes de la guerra de Junio, el ACL patrocin unsimposio sobre Identidad Juda, Aqu y Ahora. Slo tres de los 31 mejores cerebrosde la comunidad juda tan siquiera aludieron a Israel; dos lo hicieron solamente paradescartar su relevancia.[23] Tanto como para la irona: casi los nicos dos intelectualesque forjaron un lazo con Israel antes de Junio de 1967 fueron Hannah Arendt y NoamChomsky.[24]

    Despus, vino la guerra de Junio. Los EE.UU., impresionados por la devastadorademostracin de fuerza por parte de Israel, decidieron incorporarla a su patrimonio

    estratgico. (Ya antes de la guerra de Junio los EE.UU. se haban cautamente inclinadopor Israel, ante el curso cada vez ms independiente que tomaron los regmenes de

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    Egipto y Siria hacia mediados de los 1960). A medida en que Israel se converta en undelegado de los EE.UU. en Medio Oriente, la ayuda militar y econmica comenz allegar.

    Para las lites judas norteamericanas, la subordinacin de Israel al poder

    norteamericano fue un premio. El sionismo haba surgido de la premisa que laasimilacin era una ilusin, que los judos siempre seran percibidos como extranjerospotencialmente desleales. Para resolver este dilema, los sionistas propusieron establecerun hogar nacional para los judos. De hecho, la fundacin de Israel exacerb el

    problema; en todo caso para la judera de la dispora: le otorg expresin institucional ala acusacin de doble lealtad. Paradjicamente, despus de Junio de 1967Israel facilitla asimilacin en los EE.UU.: los judos ahora estaban en las primeras filas defendiendoa los Estados Unidos y hasta a toda la Civilizacin Occidental enfrentando a lasretrgradas hordas de los rabes. Mientras antes de 1967 Israel representaba el peligrode la doble lealtad, ahora connotaba una super-lealtad. Despus de todo, no erannorteamericanos sino israeles los que luchaban y moran protegiendo los intereses de

    los EE.UU. Y, a diferencia de los soldados norteamericanos en Vietnam, loscombatientes israeles no resultaban humillados por advenedizos del Tercer Mundo.[25]

    Consecuentemente, las lites judas norteamericanas de repente descubrieron a Israel.Despus de 1967, el impulso militar de Israel poda ser celebrado porque sus fusilesapuntaban en la direccin apropiada hacia los enemigos de los EE.UU. Su idoneidadmilitar hasta poda facilitar la entrada al sagrado interior del poder norteamericano.Antes de eso las lites judas slo podan ofrecer unas pocas listas de subversivos

    judos; ahora podan figurar como los interlocutores naturales de la ms recienteadquisicin estratgica norteamericana. De actores de reparto ahora podan avanzar alestrellato en el drama de la Guerra Fra. De este modo, tanto para la juderanorteamericana como para los EE.UU., Israel se convirti en una adquisicinestratgica.

    En una memoria publicada justo antes de la guerra de Junio, Norman Podhoretz recordalegremente el haber estado en una cena en la Casa Blanca en la que no haba una sola

    persona que no estuviese visible y absolutamente desbordante de placer por estarall.[26] Si bien ya era editor de Commentary, el principal peridico judonorteamericano, su memoria incluye solamente una mencin superficial a Israel. Qutena Israel para ofrecerle a un judo norteamericano ambicioso? En una memoria

    posterior, Podhoretz record que despus de Junio de 1967 Israel se convirti en la

    religin de los judos norteamericanos.[27] Convertido en un prominente partidario deIsrael, Podhoretz ahora poda presumir, no slo de asistir a una cena en la Casa Blancasino hasta de entrevistarse cara a cara con el presidente para deliberar sobre asuntos deInters Nacional.

    Despus de la guerra de Junio, las principales organizaciones norteamericanastrabajaron a tiempo completo para consolidar la alianza norteamericano-israel. En elcaso de la ADL esto incluy una amplia operacin de vigilancia domstica con lazos ala inteligencia Israel y Sudafricana.[28] La cobertura de Israel en el New York Timesaument dramticamente despus de Junio de 1967. Las citas de 1955 y 1965 sobreIsrael en el New York Times Index ocuparon, cada una, 60 pulgadas de columna. Las

    citas de Israel en 1975 ocuparon 260 pulgadas de columna en su totalidad. Cuandoquiero sentirme mejor reflexion Wiesel en 1973 me dedico a las cuestiones sobre

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    Israel en elNew York Times[29] Al igual que Podhoretz, muchos de los ms conocidosintelectuales judos norteamericanos encontraron de repente su religin despus de laguerra de Junio. Novick informa que Lucy Davidowicz, la decana en literatura sobre elHolocausto, haba sido alguna vez una aguda crtica de Israel. En 1953 esta mujerhaba sentenciado que Israel no poda exigirle indemnizaciones a Alemania mientras

    evada su responsabilidad por los palestinos desplazados: La moralidad no puede sertan flexible. Sin embargo, casi inmediatamente despus de la guerra de Junio,Davidowicz se convirti en una ferviente partidaria de Israel, aclamndolo como el

    paradigma corporativo para la imagen ideal del judo en el mundo moderno.[30]

    Un recurso favorito de los renacidos sionistas posteriores a 1967 fue el de contraponertcitamente su propio manifiesto apoyo a un Israel supuestamente sitiado frente a la

    pusilanimidad de la judera norteamericana durante El Holocausto. En realidad, estabanhaciendo exactamente lo que las lites judas norteamericanas siempre han hecho:marchando a paso acompasado junto al poder norteamericano. Las clases educadasdemostraron ser particularmente capaces de adoptar poses heroicas. Considrese al

    crtico social liberal de izquierda Irving Howe. En 1956, Dissent, el peridico editadopor Howe, conden al ataque combinado a Egipto como inmoral. Si bien estabarealmente librado a sus propias fuerzas, Israel result acusado de chauvinismocultural, un casi mesinico sentido de destino manifiesto y un soterradoexpansionismo.[31] Despus de la guerra de Octubre de 1973, cuando culmin elapoyo norteamericano a Israel, Howe public un manifiesto personal pleno de unaansiedad tan intensa en defensa del aislado Israel. El mundo gentil, se lament

    parodiando el estilo de Woody Allen, estaba empapado de antisemitismo. Hasta en elAlto Manhattan, clam, Israel ya no era chic: todo el mundo, aparte de l mismo,estaba supuestamente obnubilado con Mao, Fanon y Guevara.[32]

    Como adquisicin estratgica de los EE.UU. Israel no careci de crticos. Aparte de lacreciente censura internacional por rehusarse a negociar un acuerdo con los rabessegn las resoluciones de las Naciones Unidas y su truculento apoyo a las ambicionesglobales norteamericanas,[33] Israel tuvo que enfrentar tambin al disenso local dentrode los EE.UU. En crculos gubernamentales norteamericanos, los llamados arabistassostenan que el poner todos los huevos en la canasta israel, ignorando a las litesrabes, socavaba los intereses nacionales de los EE.UU.

    Algunos argumentaron que la subordinacin de Israel al poder norteamericano y laocupacin de Estados rabes vecinos, no slo estaba mal por principio sino que

    resultaba adverso hasta para los propios intereses israeles. Israel se volvera cada vezms militarizado y alienado del mundo rabe. Sin embargo para los nuevospartidarios norteamericanos de Israel, un discurso semejante rayaba en la hereja: unIsrael independiente, en paz con sus vecinos, careca de valor; un Israel alineado con lascorrientes del mundo rabe que buscaban independizarse de los EE.UU. era un desastre.Solamente una Esparta israel , obligada a los EE.UU. poda servir, porque solamenteentonces podran los dirigentes judos estadounidenses actuar de voceros de lasambiciones imperiales norteamericanas. Noam Chomsky sugiri que estos partidariosde Israel fuesen llamados partidarios de la degeneracin moral y destruccin final deIsrael.

    A fin de proteger su adquisicin estratgica, las lites norteamericanas recordaron elHolocausto.[34] La historia oficial dice que lo hicieron porque, por la poca de la guerra

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    de Junio, creyeron que Israel estaba en peligro mortal y les asalt el miedo de quehubiese un segundo Holocausto. Este argumento no resiste el anlisis.

    Considrese la primera guerra rabe-israel. En 1948, a la vspera de la independencia,la amenaza bajo la cual se hallaban los judos palestinos pareca por lejos ms funesta.

    David Ben-Gurion declaraba que 700.000 judos estaban enclavados contra 27millones de rabes uno contra cuarenta. Los Estados Unidos se unieron a lasNaciones Unidas en un embargo de armas para la regin, consolidando la clara ventajaen armamento de la que gozaban los ejrcitos rabes. El miedo a otra Solucin Finalnazi obsesion a la judera norteamericana. Deplorando que ahora los Estados rabesestaban armando al secuaz de Hitler, el Mufti, mientras los EE.UU. estnimplementando su embargo de armas el AJC anticip un suicidio en masa y unholocausto completo en Palestina. Hasta el Secretario de Estado, George Marshall, y laCIA abiertamente predijeron una derrota juda en el caso de una guerra.[35] Si biengan el contendiente ms fuerte (historiador Benny Morris), no fue un paseo paraIsrael. Durante los primeros meses de la guerra, a principios de 1948, y especialmente

    cuando se declar la independencia en Mayo, el jefe de las operaciones del Haganah,Yigael Yadin, calcul las posibilidades de supervivencia para Israel en cincuenta-cincuenta. Sin un trato secreto de armas checas, Israel probablemente no hubierasobrevivido.[36] Despus de combatir durante un ao, Israel sufri 6.000 bajas, el 1%de su poblacin. Por qu, entonces, El Holocausto no se convirti en el foco de la vida

    juda norteamericana despus de la guerra de 1948?

    Israel demostr ser por lejos menos vulnerable en 1967 que en su lucha por laindependencia. Los dirigentes israeles y norteamericanos saban de antemano que Israeltriunfara fcilmente y en un par de das en una guerra contra sus vecinos rabes.

    Novick informa que: Hubo sorprendentemente escasas referencias al Holocausto en lamovilizacin juda norteamericana en favor de Israel antes de la guerra.[37] Laindustria del Holocausto emergi de repente slo despus del devastador despliegue de

    podero militar y floreci en medio de un extremo triunfalismo israel.[38] El esquemainterpretativo convencional no puede explicar estas anomalas.

    Segn lo que sostiene la historia convencional, los perturbadores reveses inicialesdurante la guerra rabe-israel de Octubre de 1973 y el aislamiento internacional

    posterior, exacerbaron el miedo de los judos norteamericanos por la vulnerabilidad deIsrael. De acuerdo con ello, la memoria del Holocausto se desplaz hacia el centro de laescena. Novick, en su tpico estilo informa: Entre los judos norteamericanos . . . la

    situacin de un Israel vulnerable y aislado empez a ser considerada como terriblementesimilar a la de la judera europea de treinta aos antes . . . El discurso sobre elHolocausto no slo despeg en los EE.UU. sino que se volvi progresiva (sic)institucionalizado (34). Sin embargo Israel haba estado ms al borde del precipicio y,tanto en trminos absolutos como relativos, haba sufrido ms bajas en 1948 que en1973.

    Es cierto que, fuera de su alianza con los EE.UU., Israel perdi el favor internacionaldespus de la guerra de Octubre de 1973. Comprese esto, sin embargo, con la guerra deSuez de 1956. A la vspera de la invasin del Sina, tanto Israel como la juderanorteamericana organizada alegaron, que una retirada completa del Sina socavara

    fatalmente los intereses vitales de Israel: su existencia como Estado.[39] As y todo, lacomunidad internacional se mantuvo firme. Describiendo su brillante desempeo ante la

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    Asamblea General de las Naciones Unidas, Abba Eban record con pena, sin embargo,que despus de aplaudir el discurso con un vigoroso y sostenido aplauso, procedi avotar contra nosotros por una amplia mayora[40] Los EE.UU. figurarondestacadamente en este consenso. Eisenhower no slo forz la retirada israel sino queel apoyo pblico en los EE.UU. cay en una espeluznante declinacin (historiador

    Peter Grose).[41] Por contraste, inmediatamente despus de la guerra de 1973, losEE.UU. le suministraron a Israel una masiva ayuda militar, mucho ms grande de la yaotorgada durante los cuatro aos anteriores juntos, mientras la opinin pblicanorteamericana respaldaba firmemente a Israel.[42] Esta fue la ocasin en que eldiscurso sobre El Holocausto. . . despeg en los EE.UU. , en un momento en queIsrael se hallaba menos aislado que en 1956.

    De hecho, la industria del Holocausto no se desplaz al centro del escenario porqueinesperados reveses de Israel, o porque una condicin de paria despus de Octubre de1973 reavivasen recuerdos de la Solucin Final. Ms bien fue el impresionantedespliegue militar de Sadat, demostrado en la guerra de Octubre, lo que convenci tanto

    a las lites norteamericanas como israeles de que un acuerdo diplomtico con Egipto,incluyendo la devolucin de las tierras conquistadas en Junio de 1967, ya no poda serevitado. Para aumentar la palanca negociadora de Israel, la industria del Holocaustoaument sus cuotas de produccin. La cuestin crucial es que, despus de la guerra de1973, Israel no estuvo aislada de los EE.UU.: esos sucesos se desarrollaron dentro delesquema de la alianza norteamericano-israel, la que permaneci ntegramente intacta.[43] Los registros histricos sugieren fuertemente que, si Israel se hubiese quedadorealmente solo despus de la guerra de Octubre, las lites judas norteamericanas nohubieran recordado el holocausto ms de lo que lo hicieron despus de las guerras de1948 o 1956.

    Novick ofrece explicaciones complementarias que son menos convincentes todava.Citando a acadmicos religiosos judos, por ejemplo, sugiere que la Guerra de los SeisDas ofreci una teologa popular de Holocausto y Redencin . La luz de lavictoria de Junio de 1967 redimi la oscuridad del genocidio nazi: le dio a Dios unasegunda oportunidad. El Holocausto pudo surgir en la vida norteamericana slodespus de Junio de 1967 porque el exterminio de la judera europea lleg a (un) sino feliz al menos viable final. Sin embargo, en los relatos judos usuales no es laguerra de Junio sino la fundacin de Israel la que marca la redencin. Por qu elHolocausto tuvo que esperar hasta una segunda redencin? Novick sostiene que laimagen de los judos como hroes militares en la guerra de Junio oper para borrar el

    estereotipo de vctimas dbiles y pasivas que. . . previamente haba inhibido la discusindel Holocausto.[44] No obstante, si de puro coraje se trata, la hora ms gloriosa deIsrael fue guerra de 1948. Y la campaa de 100 horas, audaz y brillante, de MosheDayan ya preanunciaba la rpida victoria de Junio de 1967. Por qu, entonces, necesitla judera norteamericana la guerra de Junio para borrar el estereotipo?

    El relato de Novick sobre cmo las lites judas norteamericanas vinieron a instrumentarel holocausto nazi no es convincente. Considrense estos pasajes:

    Cuando los lderes judos norteamericanos trataron de comprender las razones delaislamiento y la vulnerabilidad de Israel razones que pudiesen sugerir un remedio la

    explicacin que cosech el mayor apoyo fue que el debilitamiento de la memoria de los

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    crmenes nazis contra los judos y la entrada en escena de una generacin ignorante delHolocausto, hicieron que Israel perdiese el apoyo del que haba gozado.

    (Mientras) las organizaciones judas norteamericanas no podan hacer nada para alterarel pasado reciente en el Medio Oriente, y muy poco en cuanto a su futuro, podan

    trabajar para revivir la memoria del Holocausto. As, la explicacin del debilitamientode la memoria ofreci una agenda para la accin. (nfasis del original)[45]

    Por qu cosech el mayor apoyo esa explicacin del debilitamiento de la memoriaal problema en el que se vio Israel despus de 1967? De seguro que sta era unaexplicacin improbable. Como Novick mismo documenta copiosamente, el apoyo queIsrael consigui inicialmente tuvo bien poco que ver con la memoria de crmenesnazis[46] y, de cualquier modo, esta memoria se haba debilitado mucho antes de queIsrael perdiese apoyo internacional. Por qu podan las lites israeles hacer muy

    poco en cuanto al futuro de Israel? Lo seguro es que controlaban una formidable red deorganizaciones. Por qu el revivir la memoria del Holocausto fue la nica agenda

    para la accin? Por qu no apoyar el consenso internacional que peda la retirada deIsrael de los territorios ocupados durante la guerra de Junio as como tambin una paz

    justa y duradera entre Israel y sus vecinos rabes (Resolucin 242 de la ONU)?

    Una explicacin ms coherente, aunque menos caritativa, es que las lites judasnorteamericanas se acordaron del holocausto nazi antes de Junio de 1937 slo cuandofue polticamente conveniente. Israel, su nuevo patrocinador, haba capitalizado elholocausto nazi durante el juicio a Eichmann.[47] Dada su probada utilidad, la juderanorteamericana explot al holocausto nazi despus de la guerra de Junio. Una vezreformulado ideolgicamente, El Holocausto (capitalizado como indiqu antes),demostr ser el arma perfecta para desviar la crtica de Israel. Exactamente cmosucedi es algo que ilustrar de inmediato. Sin embargo, lo que requiere ser subrayadoaqu es que, para las lites judas norteamericanas, El Holocausto cumpli la mismafuncin que Israel: otra invalorable ficha en el juego del poder con altas apuestas. Laalegada preocupacin por la memoria del Holocausto fue tan artificial como la alegada

    preocupacin por el destino de Israel. [48] As, la judera norteamericana organizada seolvid rpidamente de la desquiciada declaracin de Ronald Reagan en 1985, en elcementerio de Bitburg, cuando dijo que los soldados alemanes (incluyendo a losmiembros de las Waffen SS) all sepultados haban sido tan seguramente vctimas de losnazis como las vctimas de los campos de concentracin. En 1988 Reagan fuegalardonado con el premio al Humanitario del Ao otorgado por una de las ms

    prominentes instituciones del Holocausto, el Centro Simon Wiesenthal, por su firmeapoyo a Israel; y en 1995 con la Antorcha de la Libertad por la pro-israel ADL. [49]

    Sin embargo, el exabrupto del Reverendo Jesse Jackson, en 1979, cuando manifest queestaba enfermo y cansado de or acerca del Holocausto no fue tan rpidamenteolvidado. De hecho, los ataques de las lites judas norteamericanas a Jackson nuncamenguaron, si bien no por sus comentarios antisemitas sino ms bien por su respaldoa la postura palestina (Seymour Martin Lipset y Earl Raab)[50] En el caso de Jackson,existi adems un factor adicional: Jackson representaba a comunidades locales con lascuales la judera norteamericana organizada haba estado en pi de guerra desde fines delos 1960. Tambin en estos conflictos, El Holocausto demostr ser una potente arma

    ideolgica.

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    No fue la supuesta debilidad y aislamiento de Israel, no fue el miedo a un segundoHolocausto, sino ms bien la demostrada fuerza de Israel y su alianza estratgica conlos EE.UU. lo que impuls a las lites judas a poner en marcha la industria delHolocausto despus de Junio de 1967. Aunque sin saberlo, Novick ofrece la mejor

    prueba para apoyar esta conclusin. Para demostrar que fueron consideraciones de

    poder y no la Solucin Final nazi las que determinaron la poltica norteamericana paracon Israel, Novick escribe: La poca en que los Estados Unidos brindaron el menorapoyo a Israel fue cuando el Holocausto estaba ms fresco en la mente de los lderesnorteamericanos durante los primeros veinticinco aos despus del fin de la guerra . . .La ayuda norteamericana cambi de un goteo a un torrente no cuando Israel era

    percibido como dbil y vulnerable, sino despus de que demostr su fuerza, en laGuerra de los Seis Das. (nfasis en el original)[51] Este argumento es vlido, con lamisma fuerza, para las lites judas norteamericanas.

    Tambin existen fuentes locales de la industria del Holocausto. Las interpretacionesconvencionales sealan la emergencia reciente de polticas de identidad por un lado y,

    por el otro, la cultura de la victimizacin. En realidad, cada identidad se fundaba enuna particular historia de opresin; consecuentemente, los judos buscaron su propiaidentidad tnica en el Holocausto.

    Sin embargo, entre los grupos que denuncian su victimizacin, incluyendo a negros,latinos, americanos nativos, gays y lesbianas, slo los judos no se encuentrasdesfavorecidos en la sociedad norteamericana. De hecho, las polticas de identidad y ElHolocausto se han consolidado entre los judos norteamericanos, no por un status devctimas sino porque no son vctimas.

    A medida en que las barreras antisemitas cayeron rpidamente despus de la SegundaGuerra Mundial, los judos accedieron a una preeminencia en los Estados Unidos. Deacuerdo con Lipset y Raab, el ingreso judo per cpita es casi el doble del de los no-

    judos; 16 de los 40 norteamericanos ms ricos son judos; 40% de los Premios Nobelnorteamericanos en ciencias y economa son judos; as como lo es el 20% de los

    profesores en las principales universidades y el 40% de los socios en los estudiosjurdicos ms importantes de Nueva York y de Washington.

    Y la lista contina.[52] Lejos de constituir un obstculo para el xito, la identidad judase ha convertido en la corona de dicho xito. As como muchos judos mantuvieron aIsrael a una distancia prudencial mientras Israel constituy una carga y se convirtieron

    en sionistas renacidos cuando se convirti en una ventaja, del mismo modo mantuvieronsu identidad tnica a prudente distancia mientras la misma constituy una desventaja yse convirtieron en judos renacidos cuando se convirti en ventaja.

    En verdad, la historia del xito secular de la judera norteamericana valid la tesiscentral acaso la nica de su readquirida identidad como judos. Quin iba a poderseguir negando que los judos eran un pueblo elegido? En A Certain People:

    American Jews and Their Lives Today (Cierto Pueblo: Judos Norteamericanos y SusVidas Actuales) Charles Silberman un judo renacido l mismo tpicamenteexclama: Los judos hubieran sido menos que humanos si hubieran desechado porcompleto toda nocin de superioridad, y es extraordinariamente difcil para los judos

    norteamericanos desechar por completo el sentido de superioridad, por ms que puedantratar de suprimirlo. De acuerdo con el novelista Philip Roth, lo que un nio judo

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    hereda no es un cuerpo de leyes, no es un cuerpo de doctrina ni un lenguaje, en ltimainstancia, ni un Seor . . . sino una suerte de psicologa: y la psicologa puede sertraducida a cuatro palabras los judos son mejores[53] Como se ver enseguida, ElHolocausto fue la versin negativa de su visible xito mundano: sirvi para validar lacondicin juda de ser los elegidos.

    Hacia los aos 1970, el antisemitismo ya no era una caracterstica destacada en la vidanorteamericana. An as, los lderes judos comenzaron a hacer sonar las campanas dealarma afirmando que la judera norteamericana estaba siendo amenazada por unvirulento nuevo antisemitismo.[54] Las principales pruebas de un estudio realizado

    por la ADL (por quienes murieron porque eran judos) incluy el espectculoJesucristo Superstarde Broadway y a una publicacin contracultural que presentaba aKissinger como un sicofante adulador, cobarde, agresivo, servil, tirano, trepador social,manipulador maligno, esnob inseguro y dotado de un inescrupuloso afn de poder con lo cual, en todo caso, casi se quedaron cortos.[55]

    Para la judera norteamericana organizada, esta histeria artificial acerca de un nuevoantisemitismo sirvi mltiples propsitos. Aument el valor burstil de las acciones deIsrael como refugio de ltima instancia, como si los judos norteamericanos hubiesennecesitado tener un refugio as. Ms all de eso, las apelaciones de campaas derecoleccin de fondos por parte de organizaciones judas supuestamente combatiendo elantisemitismo cayeron en odos ms receptivos. Sarte alguna vez observ: Elantisemita se encuentra en la desafortunada posicin de tener la necesidad vital dedisponer del mismo enemigo al cual desea destruir[56] Para estas organizaciones

    judas la inversa es igualmente cierta. Con una oferta declinante de antisemitismo, enaos recientes ha estallado una rivalidad sangrienta entre las principales organizaciones

    judas de defensa en particular entre la ADL y el Centro Simon Wiesenthal. Depaso, en materia de recoleccin de fondos las supuestas amenazas que enfrenta Israelsirven a un propsito similar. Al volver de un viaje por Israel, el respetado periodistaDanny Rubinstein informaba: De acuerdo con la mayora de las personas delestablishmentjudo, lo importante es enfatizar una y otra vez los peligros externos queamenazan a Israel . . . El establishmenten Estados Unidos necesita a Israel slo como lavctima de un cruel ataque rabe. Para un Israel as se puede conseguir apoyo, donantes,dinero . . . Todos conocen la suma oficial de las contribuciones recolectadas en el

    Jewish Appealde los EE.UU., en dnde se utiliza el nombre de Israel pero dnde casi lamitad de la suma no va a Israel sino a las instituciones judas norteamericanas. Acasoexiste un cinismo mayor? Como veremos, la explotacin por parte de la industria del

    Holocausto de las desamparadas vctimas del Holocausto es la ms reciente, yprobablemente la ms fea, manifestacin de este cinismo. [57]

    Sin embargo, el motivo principal para hacer sonar las campanas de alarma delantisemitismo residi en otra parte. A medida en que los judos norteamericanosgozaban de un mayor xito, tanto ms se desplazaban constantemente hacia la derecha

    poltica. Aunque seguan estando a la izquierda del centro en materia de cuestionesculturales, tales como moralidad sexual y aborto, los judos se volvieron cada vez msconservadores en cuestiones polticas y econmicas. [58] Complementando el giro a laderecha, hubo un giro hacia adentro en virtud del cual los judos, que ya no se sentanrelacionados con sus aliados pobres del pasado, destinaron sus recursos solamente a

    cuestiones judas. Esta reorientacin de la judera norteamericana [59] se hizoclaramente evidente en la creciente tensin entre judos y negros. Tradicionalmente

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    alineados con las personas negras y en contra de discriminaciones de casta en losEE.UU., muchos judos rompieron la alianza de los Derechos Civiles hacia fines de los1960 cuando, como dice Jonathan Kaufman los objetivos de los movimientos por losderechos civiles se desplazaban de demandas por igualdad poltica y legal a demandas

    por igualdad econmica. En forma similar, Cheryl Greenberg recuerda que: Cuando

    el movimiento por los derechos civiles se desplaz hacia el Norte, hacia el vecindario deestos judos liberales, la cuestin de la integracin adquiri un tono diferente. Coninquietudes entendidas ahora ms en trminos de clase que de raza, los judos huyeron alos suburbios casi tan rpidamente como los cristianos blancos para evitar lo que

    percibieron como el deterioro de sus escuelas y sus vecindarios. La culminacinmemorable de esto fue la prolongada huelga de los docentes de Nueva York en 1968que enfrent a un sindicato profesional mayormente judo contra los activistas de unacomunidad negra que luchaban por el control de las escuelas que desmejoraban. Losinformes sobre la huelga mencionan con frecuencia un antisemitismo marginal. Laerupcin del racismo judo no muy lejos de la superficie antes de la huelga serecuerda con menor frecuencia. Ms recientemente, aparecieron de modo destacado

    publicistas y organizaciones judas con esfuerzos por desmantelar los programas deaccin afirmativa. En pruebas de la Suprema Corte DeFunis (1974) yBakke (1978) el AJC, la ADL y el Congreso AJ, reflejando aparentemente un sentimiento judo

    predominante, presentaron testimonios oponindose a la accin afirmativa.[60]

    Movindose agresivamente para defender sus intereses corporativos y de clase, las litesjudas calificaron de antisemita a toda oposicin a sus nuevas polticas conservadoras.As, Nathan Perlmutter, directivo de la ADL, sostuvo que el verdadero antisemitismoen los EE.UU. resida en iniciativas polticas corrosivas para los intereses judos talescomo la accin afirmativa, los recortes en el presupuesto de defensa, el neo-aislacionismo, as como la oposicin al podero nuclear y hasta la reforma del ColegioElectoral.[61]

    El Holocausto lleg a desempear un papel crtico en esta ofensiva ideolgica. Lo msobvio es que la evocacin de la persecucin histrica permiti desviar la atencin de lascrticas actuales. Los judos hasta podan hacer referencia al sistema de cuotas quehaban padecido en el pasado como un pretexto para oponerse a los programas de accinafirmativa. Ms all de ello, sin embargo, el esquema del Holocausto concibi alantisemitismo como un odio gentil estrictamente irracional hacia los judos. Excluy la

    posibilidad de que la animadversin contra los judos podra estar fundada sobre un realconflicto de intereses (sobre esto despus habr ms). El invocar al Holocausto fue, por

    lo tanto, una maniobra para deslegitimar toda crtica de los judos: cualquier crtica slopoda surgir de un odio patolgico.

    As como la judera organizada record al Holocausto cuando el Poder de Israel lleg asu grado mximo, del mismo modo record al Holocausto cuando el poder judonorteamericano lleg a su punto mximo. El pretexto, sin embargo, fue que, tanto en uncaso como en el otro, los judos se hallaban ante un inminente segundo Holocausto.De este modo las lites judas norteamericanas pudieron adoptar poses heroicasmientras se dedicaban a una matonera cobarde. Norman Podhoretz, por ejemplo,despus de la guerra de Junio de 1967 fogone la nueva resolucin juda instando aresistir a cualquiera que, de cualquier forma y en cualquier grado, y por cualquier

    motivo en absoluto intente hacernos dao . . . A partir de ahora estaramos paradossobre nuestro propio terreno.[62] As como los israeles, armados hasta los dientes por

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    los Estados Unidos, ponan valerosamente en su lugar a los levantiscos palestinos, delmismo modo los judos norteamericanos ponan valerosamente en su lugar a losdscolos negros.

    El descargar todo sobre los que menos capacidad tienen para defenderse: se es el

    verdadero contenido del coraje que ostenta la judera norteamericana organizada.

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    Captulo 2:

    Fraudes, Mercachifles Historia

    La conciencia del Holocausto segn la observacin del respetado escritor israelBoas Evron es, en realidad, un adoctrinamiento propagandstico oficial, una agitacinde consignas y una falsa visin del mundo, cuyo verdadero objetivo no es en absolutouna comprensin del pasado sino una manipulacin del presente. En si mismo y por simismo, el holocausto nazi no sirve a ninguna agenda poltica en particular. Con lamisma facilidad puede motivar disenso como apoyo frente a la poltica israel. Sinembargo, refractada a travs de un prisma ideolgico, la memoria del exterminio naziha venido a ser en las palabras de Evron una poderosa herramienta en las manos dela dirigencia israel y los judos del extranjero[63] El holocausto nazi se convirti asen El Holocausto.

    Hay dos dogmas centrales que sostienen la estructura del Holocausto: (1) El Holocaustomarca categricamente un hecho histrico nico; y (2) El Holocausto marca laculminacin del odio irracional, eterno, de los gentiles hacia los judos. Ninguno deestos dogmas figur en absoluto en los discursos pblicos antes de la guerra de Junio de1967 y, si bien se convirtieron en la pieza central de la literatura sobre El Holocausto,ninguno de los dos figura para nada en los trabajos acadmicos genuinos sobre elholocausto nazi. [64] Por el otro lado, ambos dogmas tocan importantes fibras del

    judasmo y del sionismo.

    En las postrimeras de la Segunda Guerra Mundial, el holocausto nazi no se presentcomo un hecho nicamente judo y menos an como algo histricamente nico. En

    particular, la judera norteamericana organizada realiz grandes esfuerzos por colocarlodentro de un contexto universalista. Sin embargo, despus de la guerra de Junio, laSolucin Final nazi fue radicalmente reformulada. El primer y ms importante alegatoque emergi de la guerra de 1967 convirtindose en emblemtico del judasmonorteamericano, recuerda Jacob Neusner, fue que el Holocausto . . . era algo nico,sin parangn, en la Historia humana.[65] En un esclarecedor ensayo, el historiadorDavid Stannard ridiculiza a la pequea industria de los hagigrafos del Holocausto queargumentan la excepcionalidad de la experiencia juda con toda la energa y con todo elingenio de los zelotas teolgicos[66] Con todo, el dogma de la excepcionalidad no

    tiene sentido.Al nivel ms bsico, todo hecho histrico es nico, aunque ms no sea en virtud deltiempo y la ubicacin, y todo hecho histrico conlleva tanto caractersticas distintivascomo caractersticas comunes a otros hechos histricos. La anomala del Holocausto esla afirmacin en cuanto a que su unicidad resulta absolutamente decisiva. Uno podra

    preguntar qu otro hecho histrico queda delimitado por su unicidad categrica? Porregla general, se aslan las caractersticas distintivas del Holocausto a fin de colocar alhecho en una categora completamente aparte. Sin embargo, nunca queda claro por qulas caractersticas comunes han de ser consideradas triviales por comparacin.

    Todos los que han escrito sobre El Holocausto estn de acuerdo en que fue nico.Pocos, si es que hay alguno, estn de acuerdo en por qu. Cada vez que se refuta

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    empricamente un argumento en favor de la unicidad del Holocausto, se esgrime unnuevo argumento que reemplaza al anterior. El resultado, segn Jean-Michel Chaumont,son mltiples y contradictorios argumentos que se anulan entre si: No se acumula elconocimiento. Ms bien, para mejorar el argumento anterior, cada argumento nuevo

    parte otra vez desde cero.[67] Puesto de otra manera: la unicidad es un axioma en el

    esquema del Holocausto; el demostrarlo constituye la tarea a realizar, y probar locontrario es equivalente a negar El Holocausto. Quizs el problema est en la premisa yno en la demostracin. An si El Holocausto fuese nico, qu diferencia habra?Cmo cambiara nuestra comprensin del mismo si el holocausto nazi no fuese el

    primero sino el cuarto o quinto en una serie de catstrofes comparables?

    La adicin ms reciente a la lotera de la unicidad del Holocausto es The Holocaust inHistorical Context (El Holocausto en el Contexto Histrico) de Steven Katz. Citandocerca de 5.000 ttulos en el primero de un estudio proyectado a tres volmenes, Katz

    pasa revista a la totalidad de la historia humana a fin de demostrar que el Holocausto esfenomenolgicamente nico en virtud del hecho que nunca antes un Estado se propuso,

    como una cuestin de principio intencional y poltica actualizada, el aniquilamientofsico de todo hombre, mujer y nio perteneciente a un pueblo especfico. Paraclarificar su tesis, Katz explica: F es singularmente C. F puede compartir A, B, D, . . .X con Z, pero C no puede. Y, de nuevo, F puede compartit A, B, D, . . . X con todos losZ pero no a C. Todo lo esencial resulta ser F siendo singularmente C . . . carente de Cno es J . . . Por definicin, no se admiten excepciones a esta regla. Z compartiendo A, B,D, . . . X con M puede ser como M en ste y otros aspectos . . . pero, considerandonuestra definicin de singularidad, cualquiera o todos los Z carentes de C no son F . . .Por supuesto, en su totalidad, F es ms que C, pero nunca es M sin C. Traduccin: unhecho histrico que contiene una caracterstica nica es un hecho histrico nico. Paraevitar cualquier confusin, Katz elucida que utiliza el trminofenomenolgicamente enun sentido no-Husserliano, no-Shutzeano, no-Scheleriano, no-Heideggeriano, no-Merleu-Pontyano. Traduccin: La empresa de Katz es un fenomenal sinsentido.[68]An si las pruebas apoyasen la tesis de Katz que no la apoyan ello slo demostraraque El Holocausto incluy una caracterstica distintiva. Lo milagroso habra sido quefuese de otro modo. Chaumont infiere que el estudio de Katz es ideologa disfrazadade ciencia. Hay ms sobre esto en lo que sigue.[69]

    Slo un muy pequeo salto separa el alegato de la unicidad del Holocausto de aqul otroalegato que afirma que el Holocausto no puede ser racionalmente aprehendido. Si ElHolocausto no tiene precedentes en la historia, tiene que estar por encima de la historia

    y, por lo tanto, no puede ser comprendido por la historia. Ms an, El Holocausto seranico porque es inexplicable y sera inexplicable porque es nico.

    Definido por Novick como la sacralizacin del Holocausto, el proveedor ms expertoa esta mistificacin es Elie Wiesel. Para Wiesel, como acertadamente observa Novick,El Holocausto es efectivamente una religin del misterio. Consecuentemente Wieselentona que El Holocausto conduce a la oscuridad, niega todas las respuestas, seubica fuera y acaso ms all de la historia, desafa tanto en conocimiento como a ladescripcin, no puede ser explicado ni visualizado, no ser nunca comprendido nitransmitido, marca una destruccin de la historia y una mutacin a escala csmica.Slo el sacerdote-sobreviviente (lase: slo Wiesel) est calificado para develar su

    misterio. Y, as y todo, Wiesel asevera que el misterio de El Holocausto esincomunicable; no podemos ni hablar de l. Consecuentemente, por su honorario

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    habitual de U$S 25.0000 (ms chofer y limusina), Wiesel nos dar una conferenciasobre que el secreto de la verdad de Auschwitz reside en el silencio.[70]

    Segn esta visin, la comprensin racional del Holocausto equivale a su negacin.Porque la racionalidad le niega al Holocausto su unicidad y su misterio. Y el comparar

    al Holocausto con el sufrimiento de otros constituye, segn Wiesel, una traicin total ala historia juda.[71] Hace algunos aos atrs, la parodia de una publicacinneoyorquina tena el siguiente titular: Michael Jackson, 60 Millones de Otros, Muerenen Holocausto Nuclear, La pgina de las cartas de lectores contena una airada protestade Wiesel: Cmo se atreven algunas personas a referirse a lo que sucedi ayer comoun Holocausto? Hubo un slo Holocausto. . . En sus nuevas memorias, demostrandoque la vida tambin puede imitar a la parodia, Wiesel amonest a Shimon Peres porhablar sin hesitar de los dos holocaustos del Siglo XX: Auschwitz y Hiroshima. Nodebera haberlo hecho.[72] Una muletilla favorita del argumento de Wiesel es que launiversalidad del Holocausto reside en su unicidad.[73] Pero, si es incomparable eincomprensiblemente nico, cmo puede El Holocausto tener una dimensin

    universal?

    El debate sobre la unicidad del Holocausto es estril. Ms an, los alegatos acerca de launicidad del Holocausto han venido a constituir una forma de terrorismo intelectual(Chaumont). Aquellos que empleen las prcticas de comparacin normales en unainvestigacin acadmica se vern forzados a incluir mil y un advertencias aclaratorias

    para rechazar la acusacin es estar trivializando El Holocausto.[74]

    Al alegato de la unicidad del Holocausto se le agrega la afirmacin complementaria deque fue singularmente malfico. Por ms terrible que haya sido el sufrimiento de otros,simplemente no es comparable. Los que proponen la unicidad del Holocausto por logeneral rechazan este alcance, pero las protestas no son sinceras.[75]

    Los alegatos por la unicidad del Holocausto son intelectualmente estriles y moralmentevergonzosas, pero no obstante persisten. La pregunta es: por qu? En primer lugar, unsufrimiento nico confiere derechos nicos. El mal singular del Holocausto, segnJacob Neusner, no slo coloca a los judos en un lugar aparte de los otros sino quetambin le otorga a los judos una demanda sobre esos otros.

    Para Edward Alexander, la unicidad del Holocausto es capital moral. Los judosdeben exigir derechos soberanos sobre esta valiosa propiedad.[76]

    En efecto, la unicidad del Holocausto esta demanda contra otros, este capitalmoral le sirve de principal excusa a Israel. La singularidad del sufrimiento judo,sugiere el historiador Peter Baldwin, aumenta las demandas morales y emocionalesque Israel puede presentar . . . a otras naciones.[77] As, de acuerdo a Nathan Glazer,El Holocausto, que subray la peculiar diferenciacin de los judos le otorg a los

    judos el derecho a considerarse especialmente amenazados y especialmentemerecedores de cualquier esfuerzo que les fuese necesario para sobrevivir. (el nfasises del original)[78] Tan slo para citar un ejemplo tpico: toda noticia sobre la decisinisrael de desarrollar armas nucleares evoca el espectro del Holocausto. Como si de otraforma Israel no se hubiese convertido en potencia nuclear.

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    Y hay, adems, otro factor. El alegato de la singularidad del Holocausto es un alegatopor la singularidad juda. Lo que hizo nico al Holocausto no fue el sufrimiento de losjudos sino el hecho de que los judos sufrieron. O sea: el Holocausto es especial porquelos judos son especiales. As, Ismar Schorsch, secretario del Seminario TeolgicoJudo, ridiculiza el alegato de la unicidad del Holocausto diciendo que es una versin

    secular de mal gusto del concepto de pueblo elegido.[79] As como es vehemente encuanto a la unicidad del Holocausto, Elie Wiesel es no menos vehemente afirmando quelos judos son nicos. Todo acerca de nosotros es diferente. Los judos sonontolgicamente excepcionales.[80] Marcando la culminacin del milenario odio delos gentiles hacia los judos, El Holocausto confirm no slo la singularidad delsufrimiento de judos sino tambin la singularidad juda.

    Durante la Segunda Guerra Mundial y en sus postrimeras, informa Novick,difcilmente alguien dentro del gobierno (de los EE.UU.) y difcilmente alguien fuerade l, sea judo o gentil hubiera comprendido la expresin abandono de los judos.El cambio se produjo despus de Junio de 1967. El silencio del mundo, la

    indiferencia del mundo, el abandono de los judos; estos temas se convirtieron enuna constante del discurso sobre El Holocausto[81]

    Apropindose de un principio sionista, el esquema del Holocausto present la SolucinFinal de Hitler como la culminacin del milenario odio a los judos. Los judos

    perecieron porque todos los gentiles, fuesen perpetradores o colaboradores pasivos,queran verlos muertos. De acuerdo con Wiesel, El mundo libre y civilizado entreg los judos al verdugo. Hubo matadores los asesinos y hubo quienes

    permanecieron en silencio.[82] No existen pruebas histricas de un impulso asesinogentil. El tremendo esfuerzo de Daniel Goldhagen en demostrar una variante de estaacusacin enHitler's Willing Executioners apenas si escapa a lo cmico.[83] Su utilidad

    poltica, sin embargo, es considerable. De paso, se puede observar que la teora deleterno antisemitismo reconforta, de hecho, al antisemita. Tal como lo seala Arendten The Origins of Totalitarianism (Los Orgenes del Totalitarismo) que esta doctrinafuese adoptada por los antisemitas profesionales es algo que va de suyo; les da la mejorexcusa posible para todos los horrores. Si es cierto que la humanidad ha insistido enasesinar judos por ms de dos mil aos, entonces el matar judos es una actividadnormal, incluso humana, y el odio al judo est justificado ms all de la necesidad deargumentos. El aspecto ms sorprendente de esta explicacin es que haya sido adoptada

    por una gran cantidad de historiadores imparciales y por un nmero todava mayor dejudos.[84]

    El dogma del eterno odio gentil incorporado al Holocausto ha servido tanto parajustificar la necesidad de un Estado judo como para explicar la hostilidad hacia Israel.El Estado judo es la nica salvaguarda contra el prximo (inevitable) estallido deantisemitismo homicida. Recprocamente, el antisemitismo homicida est detrs de todoataque y hasta de toda maniobra defensiva contra el Estado judo. Para explicar la crticaa Israel, la escritora Cynthia Chick tena una respuesta rpida: El mundo quiereeliminar a los judos . . . el mundo siempre ha querido eliminar a los judos.[85] Si todoel mundo quiere ver a los judos muertos, realmente el milagro es que todava estnvivos y a diferencia de gran parte de la humanidad no exactamente murindose dehambre.

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    Este dogma tambin le ha conferido un permiso absoluto a Israel: puesto que losgentiles estn siempre intentando asesinar judos, los judos tienen el derecho a

    protegerse de cualquier modo que lo consideren adecuado. Cualquier mtodo al quepuedan llegar a recurrir los judos, incluso agresin y tortura, constituye legtimadefensa propia. Deplorando la leccin del Holocausto sobre el eterno odio gentil,

    Boas Evron observa que realmente equivale a un cultivo deliberado de la paranoia. . .Esta mentalidad . . . indulta por adelantado cualquier trato inhumano a los no-judospuesto que la mitologa imperante es que todos los pueblos colaboraron con los nazisen la destruccin de la judera, por lo cual todo le est permitido a los judos en surelacin con los dems pueblos.[86]

    En el esquema del Holocausto, el antisemitismo gentil es no slo inerradicable sinotambin y siempre irracional. Yendo mucho ms all del anlisis sionista clsico, y nihablemos del anlisis acadmico normal, Goldhagen interpreta el antisemitismo comodivorciado de los judos reales, fundamentalmente no una respuesta a cualquierevaluacin objetiva del accionar judo e independiente de la naturaleza y de las

    acciones del judo. Es, segn l, una patologa mental cuyo dominio de hospedajeest la mente (nfasis en el original). De acuerdo con Wiesel, el antisemita,impulsado por argumentos irracionales, simplemente representa el hecho de que el

    judo existe[87] El socilogo John Murray Cuddihy observa crticamente: No slocualquier cosa que el judo haga o deje de hacer no tiene nada que ver con elantisemitismo, sino cualquierintento de explicar el antisemitismo haciendo referencia ala contribucin juda al antisemitismo ya constituye, de por si, una instancia deantisemitismo. (nfasis en el original)[88] Por supuesto, la cuestin no que elantisemitismo es justificable, ni tampoco que los judos son culpables de los crmenescometidos contra ellos. La cuestin es que el antisemitismo se desarrolla dentro de uncontexto histrico especfico con su consecuente interaccin de intereses. IsmarSchorsch seala que Una minora bien organizada y mayormente exitosa puedeinspirar conflictos que se derivan de tensiones inter-grupales objetivas, si bien estosconflictos estn frecuentemente envueltos en estereotipos antisemitas.[89]

    Con frecuencia la esencia irracional del antisemitismo gentil resulta inferida de laesencia irracional del Holocausto. A saber: la Solucin Final de Hitler careci deracionalidad fue maligna por si misma, un asesinato masivo sin objeto; laSolucin Final de Hitler marc la culminacin del antisemitismo gentil; por lo tanto elantisemitismo gentil es esencialmente irracional. Estas proposiciones, tomadas en formaaislada o conjunta, no resisten ni al ms superficial de los anlisis.[90] Polticamente,

    sin embargo, el argumento resulta muy til.Al conferir una inmunidad total a los judos, el dogma del Holocausto inmuniza a Israely a la judera norteamericana de todo reproche legtimo. La hostilidad rabe, lahostilidad afroamericana: fundamentalmente no son una respuesta a ningunaevaluacin objetiva de la actividad juda (Goldhagen[91] ). Considrese lo que diceWiesel sobre la persecucin a los judos: Por dos mil aos... siempre estuvimosamenazados... Por qu? Por ninguna razn. Sobre la hostilidad rabe hacia Israel:Porque somos quienes somos y por lo que representa nuestro hogar nacional Israel elcorazn de nuestras vidas, el sueo de nuestros sueos cuando nuestros enemigostraten de destruirnos lo harn tratando de destruir a Israel. Sobre la hostilidad de las

    personas negras hacia los judos norteamericanos: Las personas que se inspiran ennosotros no nos agradecen sino que nos atacan. Nos hallamos en una situacin muy

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    peligrosa. Somos otra vez los chivos emisarios de todas las partes... Hemos ayudado alos negros; siempre los hemos ayudado. . . Compadezco a los negros. Hay una sola cosaque deberan aprender de nosotros y sa es gratitud. No hay pueblo en el mundo queconozca la gratitud como nosotros la conocemos; somos eternamente agradecidos.[92]Siempre castigado, siempre inocente: sa es la carga por ser judo.[93]

    El dogma del Holocausto acerca del eterno odio gentil tambin convalida el dogmacomplementario de la singularidad. Si el Holocausto marc la culminacin delmilenario odio gentil hacia los judos, la persecucin de no-judos en el Holocausto fuemeramente accidental y la persecucin de no-judos en la historia algo meramenteepisdico. Desde todo punto de vista, por lo tanto, el sufrimiento judo durante ElHolocausto fue nico.

    Finalmente, el sufrimiento judo fue nico porque los judos son nicos. El Holocaustofue nico porque no fue racional. En ltima instancia fue una pasin muy irracional,casi ms-que-humana. El mundo gentil odiaba a los judos por envidia, celos,

    resentimiento. De acuerdo a Nathan y Ruth Perlmutter, el antisemitismo surgi de loscelos y del resentimiento hacia los judos que desplazaban a los cristianos del mercado .. . un gran nmero de gentiles menos exitosos se resintieron ante un menor nmero de

    judos ms exitosos.[94] Si bien en forma negativa, El Holocausto confirm que losjudos eran elegidos. Los judos sufrieron la ira de los gentiles porque los judos sonmejores, o ms exitosos, y luego los gentiles los mataron.

    En un breve aparte, Novick se pregunta cmo sera el discurso sobre el Holocausto enlos EE.UU. si Elie Wiesel no fuese su principal intrprete? [95] La respuesta no esmuy difcil de hallar. Antes de Junio de 1967, el mensaje universalista que resonabaentre los judos norteamericanos era el de Bruno Bettelheim, un sobreviviente de loscampos de concentracin. Despus de la guerra de Junio, Bettelheim fue puesto a unlado en favor de Wiesel. La notoriedad de Wiesel es una funcin de su utilidadideolgica. Singularidad del sufrimiento judo/singularidad de los judos; siempreculpables gentiles/siempre inocentes judos; incondicional defensa deIsrael/incondicional defensa de intereses judos: Elie Wiesel es El Holocausto.

    Al articular los principales dogmas del Holocausto, gran parte de la literatura sobre laSolucin Final de Hitler es inservible como produccin acadmica. Ms an, el rea delos estudios sobre el Holocausto est repleta de sinsentidos, cuando no directamente defraudes. Especialmente revelador es el ambiente cultural que nutre a esta literatura sobre

    El Holocausto.El primer fraude mayor relativo al Holocausto fue The Painted Bird(El Pjaro Pintado)del emigrante polaco Jerzy Kosinski.[96] El libro fue escrito en ingls, explicKosinski a fin de que pudiera escribir desapasionadamente, libre de las connotacionesemocionales que el idioma natal de uno siempre contiene. De hecho, sean cualesfueren las partes que realmente escribi lo cual es algo sin resolver an las escribien polaco. El libro, supuestamente, pretenda ser el relato autobiogrfico de Kosinskiacerca de su deambular como nio solitario a travs de la Polonia rural durante laSegunda Guerra Mundial. De hecho, en realidad Kosinski vivi con sus padres durantetoda la guerra. El tema central del libro lo constituyen las sdicas torturas sexuales

    perpetradas por el campesinado polaco. Las personas que lo leyeron antes de supublicacin lo desecharon como una pornografa de la violencia y el producto de una

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    mente obsesionada con la violencia sadomasoquista. La verdad es que Kosinskiinvent casi todos los episodios patolgicos que narra. El libro retrata a los campesinos

    polacos con los cuales vivi como virulentamente antisemitas. Golpeen a los judos,exclaman, Golpeen a los bastardos. De hecho, fueron campesinos polacos los quealojaron los Kosinski, a pesar de que conocan perfectamente la condicin juda de la

    familia y las funestas consecuencias que tendran que enfrentar si eran descubiertos.

    En elNew York Times Book Review, Elie Wiesel aclam a The Painted Birdcomo unade las mejores denuncias de la era nazi, escrita con profunda sinceridad ysensitividad. Cynthia Ozick ms tarde proclam que ella inmediatamente reconocila autenticidad de Kosinski como un sobreviviente judo y testigo del Holocausto.Mucho despus de que Kosinski fuera desenmascarado y expuesto como un consumadoestafador literario, Wiesel continu amontonando encomios sobre su notoria obra.[97]

    The Painted Birdse convirti en un texto bsico sobre el Holocausto. Fue un best-seller, obtuvo premios, fue traducido a numerosos idiomas y se convirti en lectura

    obligatoria para las clases de la enseanza media y superior. Transitando el circuito delHolocausto, Kosinski se autodenomin un Elie Wiesel ms barato. (Quienes no se

    podan dar el lujo de pagar el costo de una disertacin de Elie Wiesel el silencio nose vende barato recurran a l). Finalmente, desenmascarado por un semanario denoticias de investigacin, Kosinski sigui siendo resueltamente defendido por el NewYork Timerque aleg que Kosinski estaba siendo vctima de un complot comunista.[98]

    Un fraude ms reciente, Fragments de Binjamin Wilkomirski[99] se emparentapromiscuamente con el kitsch de The Painted Bird. Al igual que Kosinski, Wilkomirskise pinta a si mismo como un nio solitario sobreviviente que se vuelve mudo, terminaen un orfanato y slo tardamente descubre que es judo. Al igual que The Painted Birdla principal pretensin narrativa de Fragments es la simple, descarnada voz de un nioingenuo, lo cual tambin permite que los nombres de lugares y las fechas permanezcanen la nebulosa. Al igual que The Painted Birdcada captulo de Fragments culmina enuna orga de violencia. Kosinski describi a The Painted Birdcomo el lento deshielode la mente; Wilkomirski describe Fragments como la memoria recobrada.[100]

    Un fraude desde el principio hasta el final, Fragments es, no obstante, una memoria delHolocausto arquetpica. Inicialmente, transcurre en los campos de concentracin, dndecada guardia es un sdico y enloquecido monstruo que alegremente le rompe el crneo alos judos recin nacidos. Y esto a pesar que las memorias autnticas de los campos de

    concentracin concuerdan con lo que dijo la Dra. Ella Lingens-Reiner, sobreviviente deAuschwitz: Haba pocos sdicos. No ms de un cinco o diez por ciento.[101] Sinembargo, el omnipresente sadismo alemn figura en forma destacada en toda laliteratura sobre el Holocausto. Prestando un doble servicio, documenta la singularirracionalidad del Holocausto tanto como el fantico antisemitismo de sus

    perpetradores.

    La caracterstica distintiva de Fragments no reside en el cuadro que pinta durante elHolocausto sino en lo que sucede despus. Adoptado por una familia suiza, el pequeoBinjamin padece todava nuevos tormentos. Est atrapado en un mundo de negadoresdel Holocausto. Olvdalo es un mal sueo, grita su madre. Fue slo un mal sueo .

    . . No debes seguir pensando en ello. Aqu, en este pas, se queja todo el mundo

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    siempre me dice que debo olvidar, que nunca sucedi, que slo lo so. Pero conocentodo lo que pas!

    Incluso en la escuela los nios me sealan, me muestran sus puos y gritan Estdelirando, no hay tal cosa. Mentiroso! Est loco, desequilibrado, es un idiota (Dicho

    sea de paso: tenan razn). Pegndole, cantndole versitos antisemitas, todos los niosgentiles se unen en contra del pobre Binjamin mientras los adultos siguen acusndoloLo ests inventando!.

    Llevado a una profunda desesperacin, Binjamin llega a una epifana del Holocausto.El campo todava est all slo que oculto y bien disimulado. Se han quitado losuniformes y se han vestido con ropas lindas para no ser reconocidos . . . Dales el mssuave de los indicios de que quizs, posiblemente, eres un judo y lo sentirs: stasson las mismas personas, y estoy seguro de eso. Todava pueden matar, hasta sinuniforme.

    Ms que un homenaje al dogma del Holocausto, Fragments es la pistola humeante:hasta en Suiza la neutral Suiza todos los gentiles quieren matar a los judos.

    Fragments fue ampliamente elogiado como un clsico de la literatura sobre elHolocausto. Fue traducido a una docena de idiomas y gan el Premio al Libro NacionalJudo, el premio del JewishQuarterly y el Prix de Memoire de la Shoah. Estrella dedocumentales, orador principal en conferencias y seminarios sobre El Holocausto,recolector de fondos para el UnitedStatesHolocaustMemorialMuseum, Wilkomirskirpidamente se convirti en figura para losposters sobre el Holocausto.

    Aclamando a Fragments como una pequea obra maestra, Daniel Goldhagen fue elprincipal defensor acadmico de Wilkomirski. Sin embargo, historiadores ms versadoscomo Raul Hilberg se dieron cuenta pronto que Fragments era un fraude. Hilbergincluso hizo las preguntas correctas despus del desenmascaramiento del fraude:Cmo fue que este libro pas la revisin en varias editoriales? Cmo es que al Sr.Wilkomirski se lo invit al UnitedStatesHolocaustMemorialMuseum as como auniversidades de renombre? Cmo es que no tenemos un control de calidad decentecuando se trata de evaluar el material del Holocausto antes de publicarlo?[102]

    Result que Wilkomirski, mitad pera mitad manzana, se pas toda la guerra en Suiza.Ni siquiera es judo. Hay que escuchar, sin embargo, la oracin fnebre de la industria

    del Holocausto:

    Arthur Samuelson (editor): Fragments es un libro bastante interesante . . . Es un fraudesolamente si se lo llama un libro de no-ficcin. Lo volvera a publicar en la categora deficcin. Quizs no sea cierto - tanto mejor escritor es, entonces!

    Carol Brown Janeway (editora y traductora): Si las acusaciones . . . resultasen serciertas, entonces lo que est sobre el tapete no son hechos empricos que pueden serverificados, sino hechos espirituales que deben ser considerados. Lo que se necesitaraes una verificacin del alma, y eso es imposible.

    Pero hay ms. Israel Gutman es un director de Yad Vashem y un disertante sobre elHolocausto en la Universidad Hebrea. Tambin es un ex-interno de Auschwitz. De

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    acuerdo a Gutman no es tan importante que Fragments sea un fraude. Wilkomirskiescribi un relato que sinti profundamente; eso es seguro . . . No es un falso. Esalguien que vive esta historia muy profundamente en su alma. El dolor es autntico. Demodo que no importa si pas la guerra en un campo de concentracin o en un chaletsuizo; Wilkomirski no es una falsedad si su dolor es autntico: as habla un

    sobreviviente de Auschwitz devenido en experto sobre el Holocausto. Los otrosmerecen desprecio, Gutman slo lstima.

    El The New Yorker titul su relato sobre el fraude de Wilkomirski: Robando elHolocausto. Ayer Wilkomirski era festejado por sus leyendas sobre la maldad de losgentiles; hoy se lo castiga como otro gentil malvado ms. Es siempre culpa de losgentiles. Es cierto, Wilkomirski fabric su pasado holocaustiano, pero la verdad mayores que la industria del Holocausto, construida sobre una apropiacin fraudulenta de lahistoria con fines ideolgicos, estuvo dispuesta a celebrar la fabricacin deWilkomirski. Era un sobreviviente del Holocausto esperando a ser descubierto.

    En Octubre de 1999, el editor alemn de Wilkomirski, al retirar Fragments de laslibreras, finalmente reconoci que Wilkomirski no era un judo hurfano sino unciudadano suizo llamado Bruno Doessekker. Al ser informado de que la fiesta habaterminado, Wilkomirski atron desafiante: Yo soy Binjamin Wilkomirski!. Slo unmes ms tarde el editor norteamericano, Schocken, elimin a Fragments de sucatlogo.[103]

    Consideremos ahora a la literatura secundaria del Holocausto. Un sello mitolgico deesta literatura es el espacio concedido a la conexin ra